Todo tiene un comienzo. [Privado] Para todos los miembros de Crimson Wolves

Después de un largo trayecto en barco, los tripulantes de Crimson Wolves desembarcaron en aquella inmensa isla en busca de aventuras y nuevos nakamas. Gusi contemplaba desde lo alto de popa como los marines de relleno amarraban el barco al puerto. Con un poco de pereza estiro los brazos y se puso de pie encima de la barandilla del barco, acompañado de mas estiramientos extraños. Suspiro aire por la boca, y por otros orificios naturales, y salto hacia una de las cuerdas tensas que había por el puerto. Ya que aquello parecía un parque de atracciones para Spiderman de todas las cuerdas que había. Con facilidad cayó encima de una exhibiendo un enorme equilibrio de malabarista. Se balanceo de un lado a otro hasta que cogió por completo el equilibrio y se dispuso a correr sobre la cuerda, como si no le costara lo más mínimo. Empezó a saltar de una cuerda a otra dando ciento de volteretas innecesarias, pero peligrosas. Por el simple hecho de que podía hacerlo, y claro está, porque le encantaba que la gente le viera y se quedara boquiabierta con sus tonterías.

Cuando ya estaba a escasos metros del suelo su pie resbalo de la cuerda donde estaba subido, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de bruces contra el suelo. La caída fue tan estrepitosa como os la imagináis, haciéndose un gran destrozo en la ropa, que quedo hecha trapos, y en las manos, que se quedaron destrozadas por el duro asfalto. Se quedó unos largos diez minutos tumbado en la posición que había caído. Algo que estaba claro que no era nada cómoda, y menos en el suelo. Hasta que un humilde pescador, que había visto todo, se acercó un poco preocupado al ver que el marine no se movía.

-¿Señor, está usted bien?- dijo el pescador entre preocupado y asustado al ver que no se movía. En ese momento un sonoro pedo salió disparado del trasero del marine. Haciendo que el pescador diera un pequeño brinco de susto al no esperarse tal reacción.

-Ufff...que gusto. Lo tenía atravesado.- dijo Gusi, mientras se ponía en pie. El pescador dio otro salto al ver el rostro ensangrentado del marine. El marine no entendía que estaba pasando, y menos aún porque le miraba con esa cara. Entonces Gusi puso cara de pensativo y luego de sorpresa, como si se hubiera acordado de algo. Se llevo la mano al trasero y se lo apretó.

-No se preocupe, no me he cagado encima. Jajajajaja.- rió efusivamente. Después se puso muy serio.- O eso creo.- dijo mientras intentaba mirarse el trasero. Después de dar unas vueltas como un perro que quiere cogerse el rabo, se quedó mareado en el sitio. Y balanceándose de un lado a otro, como si de un borracho se tratara se fue en dirección al pueblo. Observando como todo a su alrededor le daba vueltas mientras su barbilla goteaba sangre progresivamente.

En un profundo sueño me encontraba. Del cual desperté al sentir un pequeño moviento brusco del barco. Subí rápidamente a la cubierta para saber que es lo que ocurría, no podía ver con claridad por la luz del sol. Cuando por fin llegue a ver con claridad vi la inmensa isla y a la tripulación trabajando en el desembarco. Como soy el nuevo en este barco no sabia bien cual es el trabajo q tenia q hacer. fui a buscar al sub capitan Gusi para saber que puesto ocupar, lo busque por todo el barco y no lo encontré y un compañero al que le pregunte por su paradero me dijo con estas palabras " Se fue haciendo el Tarzan al pueblo" con unas pequeñas carcajadas. Le quede mirando y al ver que no me reía se puso serio y se fue a continuar con sus deberes.

Ya sabia que hacer ir a buscarlo. Fui a mi camarote a coger mi enorme espada y mi mochila para emprender el viaje hacia el pueblo.

Spoiler:

El bamboleo del marine fue desapareciendo progresivamente y empezó a andar con normalidad. Bueno, con toda la normalidad que podía Gusi ya que tenía unos andares un tanto extraños. La barbilla ya no le goteaba como un grifo, ahora es más bien como un leve goteo. Suficiente para dejar un reguillo para que alguien le siguiera. Tras pasar un par de puestos cercanos al puerto, decidió meterse en un bar de mala muerte, llamado "La mesa coja". El marine al leer el nombre no pudo evitar soltar una carcajada. Tras pensárselo dos segundos decidió entrar, pues parecía un buen sitio para encontrar criminales.

Al entrar la puerta del sitio produjo un fuerte chirrido, y cientos de rostros se voltearon para mirar al marine. Gusi se sorprendió un poco de ver tanta gente en aquel sitio que olía fuertemente a orín y a sustancias peligrosas. Al ver que cientos de ojos se posaban en él, el marine empezó a abrir y cerrar la puerta repetidamente. Molestando con el ruido infernal a todos aquellos seres. Le encantaba llamar la atención y más con tanto público, el cual, en gran parte empezó a gruñir y estaba a punto de levantarse para zurrar al marine.
-Sin duda a esta puerta le falta un poco de aceite. Y a mí me falta un poco de priva para no oxidarme como ella.- dijo con una voz ronca de bucanero, tan forzada que era desagradable e insultante para quien hablara de esa forma. Al final cerró la puerta un poco bruscamente y señalo a uno de los tipos que se habían puesto en pie. –Tu seguro que si te mojas te oxidas, jajajaja.- el tipo que parecía un enorme vikingo con hacha gruño fuertemente.- No te lo tomes a mal. Si es un piropo, ya que pareces el hombre de acero. Que humor por dios, otro publico exigente.

Tras eso se introdujo en la oscuridad del bar y se sentó en un taburete al lado de la barra. Al sentarse notó un leve bamboleo del asiento. A los poco segundos se acercó un tipo enorme con un bigote como Hulk Hogan, pero canoso. Con un parche en el ojo y un mandil lleno de voluminosos músculos. Vamos un barman normal y corriente.
-Perdón señor, pero creo que me he equivocado. Estaba buscando La mesa coja, no el taburete.- tras decir esa gilipollez espero a que el camarero se riera, mientras él se aguantaba la risa . Hasta que exploto en una enorme carcajada. Al minuto paro de reírse y el camarero seguía mirándole con cara de pocos amigos.

-Que va a tomar.- dijo con una voz gutural y fría.

-Mmm...Malibu con piña, por favor.- dijo Gusi educadamente. Estaba de servicio, pero debía beber para infiltrarse mejor entre esa gente.- Por cierto, estoy buscando buenos guerreros, ¿hay alguno en este bar?- el camarero dio una pequeña carcajada, parece ser que eso si le hacía gracia y con la cabeza señalo a una de las mesas del fondo.

realizar.

Éste era mi tercer día ya en la ciudad, había llegado con el encargo de buscar información sobre los revolucionarios, supuestamente se iban a reunir en estos días para preparar un plan, y mi trabajo consistía en averiguar algo acerca de qué tramaban.

El primer día fue el más largo, estuve deambulando todo el día por distintos sitios de distintas índoles, haciendo varias preguntas por allí, dejando caer unas monedas por allá y al final me informaron de que había varios personajes "sospechosos" se juntaban en un antro del lugar, tras ir a la zona donde me habían indicado encontré el sitio, tras estar rato por la zona y ver que no iba preparado para el momento, asique decidí volver a donde me hospedaba y tras una buena cena me dispuse a descansar para el día que se avecinaba.

Llevaba ya rato despierto, pero me parecía temprano para ir,asique me dispuse ha hacer una sesión de estiramientos y demás, para luego enfundarme mi ropa negra, comprobé que mis armas estaban en su sitio y me dispuse a ir a la taberna. El letrero estaba sucio y con una caligrafía que dejaba bastante que desear en el cual ponía "la mesa coja". Entré en el garito con un paso decidido, como si fuese cliente de toda vida, el interior estaba como era de esperar, el ambiente estaba cargadísimo, olía a orín y a tabaco, también había varios grupos de tipos con bastante mala pinta que se giraron al unísono cuando escucharon el chirrido de la puerta, pasé de ellos como si estuviera harto de verlos y sin más miramientos me dirijí a la barra. El hombre tras la barra parecía un tipo rudo, era enorme y portaba un gran mostacho.

-¡Un whisky! -dije con un tono de voz netro. -Y en vaso de tubo sin hielo -añadí casi sin mirarlo, yo no bebía pero eso no solía ser típico de lugares cómo este, dejé el dinero en la barra y me senté en una mesa apartada medio oculta por las sombras. Fue un día largo y poco producente, ya era el tercer whisky que pedía( y iba tirando disimuládamente) cuando escuché un retazo de conversación interesante, era un tipo enfundado en unas ropas similares a las mías y hablaba con el camamero, al parecer sus amigos habían quedado en reunirse allí mañana y aunque no sabía de que hablaban exactamente era la única pista interesante en llegar a mis oídos, esperé veinte minutos más y me fui sin mirar atrás.

Ya había amanecido hacía rato y tras despejarme y prepararme me dirijí hacia "la mesa coja" otra vez", esta vez estaba más concurrida y varios personajes me miraban con más interés esta vez, me acerqué a la barra y al ver que el camamero el sólo me servía parecieron relajarse, ya una vez con mi copa servida me situé en la misma mesa que el día anterior, había un tipo con un gran hacha que no me quitaba ojo pero de repente todas las miradas fueron otra vez a la puerta, había entrado un chico ensangrentado diciendo varias sandeces y enseguida se ganó el sólo toda la atención del lugar, había algo que me resultaba familiar en ése tipo pero enseguida se me pasó cuando lo ví señalar a el especie de vikingo que portaba el hacha y empezó soltarle varias chorradas y entonces fue cuando lo ví, era Gusi, un marine que había conocido un tiempo atrás, la verdad es que me caió bastante bien cuando lo conocí, quizas fuese porque vivimos una aventura juntos. No pareció fijarse en mí y el fue a la barra diciéndole varias cosas más al camamero y pasando del resto, no quise acercarme pues parecía tener una actitud bastante distinta de cuando lo conocí y no quería que se descubriese mi tapadera o yo la suya, aunque parecía algo ebrio y todavía no sabía que pensar, asique me relajé en mi asiento y esperé a ver que pasaba con mi viejo amigo.

Gusi recorrió mesa por mesa preguntando discriminadamente a cada miembro que opinaban de la justicia. Cabe destacar que todos hicieron movimientos obscenos (como si se follaran a la justicia) y palabrotas desagradables (muchas relacionadas con la pobre madre de la justicia). Gusi suspiro con pesar, pensando que allí solo había mindundis que soñaban con ser grandes piratas, pero que ya habían llegado a ser adultos y ahora eran la escoria del mundo y delincuentes de pocamonta (exacto, esos tontos que les roban el bolso a las pobres viejecitas).

Casi sin darse cuenta llego a las mesas del final y allí pareció encontrar una cara realmente familiar. Se quedó descaradamente observando a un sujeto con el pelo largo y delgaducho. Gusi se sentó en su mesa y le pregunto lo que había preguntado a todas las mesas.

-¿Qué opinas de la justicia?- dijo seriamente mientras observaba a los ojos del joven.

Vi a Gusi levantarse, e ir mesa por mesa preguntándole cosas a los rufianes del lugar, ninguno parecía contento con lo que el joven les decía, todos contestaron con palabras o gestos ofensivos, Gusi parecía inmune a sus contestaciones y iba de una mesa a otra hasta que llegó a mí.

Me miraba directamente, con esa mirada suya que parecía reírse del mundo. Se sentó en mi mesa, justo enfrente, su expresión había cambiado, ya no había burla en su rostro y muy seriamente me pregunto

-¿Qué opinas de la justicia? -dijo sin dejar de hacer contacto visual.

¿Qué que opino? -pensé, el muy maldito parece que ni se acuerda de mí y encima no puedo contestarle lo que pensaba, descubriría mi tapadera y ante todo me gustaba ser profesional, además todo el bar parecía fijo en nosotros.

-¡Jajaja!, ¿Qué que opino de la justicia? -dije socarronamente, mientras me levantaba. -Yo te enseñaré que opinamos aquí de la justicia -dije señalándolo con un dedo. Me arrimé a él para cogerlo de un hombro y le susurré -Maldito tarado, sígueme. Le agarré y hice como que lo arrastraba hacia el exterior, sabía que se estaba dejando ya que yo misma mente había probado lo hábil que era Gusi, sólo esperaba que aun me recordase y no tuviese que luchar con él. Ya estábamos saliendo del tugurio y varios en el interior gritaban dale lo suyo a ese payaso y cosas por el estilo.

Ya una vez fuera lo miré fijamente y dije. -La justicia es mi vida. Y tú deberías saberlo. -terminé sin dejar de observarlo.

Parecía que aquel joven respondió lo que todos en aquel lugar. Pero este parecía más atrevido a enfrentarse a Gusi. Gusi le siguió el rollo y acabaron yéndose al exterior del local. Los borricos del local empezaron a animarlo con alabanzas e insultos. Gusi los miro con desprecio y se dirigió al exterior. Ninguno de los allí presentes decidió salir a ver la pelea, eran demasiados cobardes hasta para eso. Al marine le hubiera gustado entrar allí y haberlos mandado a todos a prisión, pero su cometido en esa isla era otro.

El día seguía siendo soleado y esplendido. La gente paseaba feliz y alegre por cada rincón de la calle. En ese momento, aquel joven se pusó delante suya y le miro directamente a los ojos y le respondió: -La justicia es mi vida. Y tú deberías saberlo.-Al escuchar eso el marine no pudo evitar sonreír de oreja a oreja. Gusi empezó a caminar por la calle y le hizo una seña con la mano al joven para que le acompañara en lo que parecía ser un paseo.

-Me alegro que sigas pensado igual, Tobías. En estos tiempos la gente cambia mucho de parecer y se acaban yendo a los revolucionarios o directamente a la piratería.- Gusi suspiro con pesar.- Ando buscando gente fuerte que se quiera unir a nuestras filas.- el marine lo miro de arriba a abajo.- Por lo que veo sigues yendo en solitario, y pareces bastante más fuerte que la última vez.- Gusi se llevó la mano al mentón y se puso a reflexionar.- Realmente vivimos una inusual aventura. Allí demostrarte ser fuerte, listo, decidido y ser un buen compañero a pesar de apenas conocernos. ¿Te gustaría formar parte de los Crimson Wolves?

Parecía que si se acordaba de mí al fin y al cabo, sus palabras me hicieron pensar, es verdad que no soy muy sociable, pero con Gusi me sentía agusto, no sabía si era por su forma desenfada de ser o que realmente muy en el fondo esperaba encontrar verdaderos nakamas, además parecía que teníamos objetivos similares y sabía que con Gusi podría hacer buen equipo.

Tras unos minutos de darle varias vueltas al tema me decidí, no sabía si me estaba equivocando pero era lo me apetecía hacer. Miré fijamente a Gusi y le respondí.

-Si es verdad que ha pasado tiempo desde nuestro último encuentro y que las personas cambian, pero mis ideales son los mismo.HH-dije, a continuación hice una pausa un poco teatral y con mi mejor sonrisa proseguí. - Sólo espero encontrarme a la altura de mis nuevos nakamas. Y levanté mi mano para estrechar la de Gusi.-Intentaré dejar el listón bien alto.

Gusi le miró con cara de preocupación y le dijo: -¿Quieres ser miembro de los Crisom Wolves? Sabes que son las lobas carmesís, un bar de alterne con un grupo de chicas que se las llama así. No sabía que eras de esos, querido Tobías.- le apartaba avergonzado con la mano. Después no pudo evitar echarse a reír, para después mirar seriamente a Tobías y decirle.- Era broma. Ya estas dentro.-le guiño un ojo.

-Si te diriges al puerto encontraras nuestro barco. Uno grande de la marina, con la bandera de un lobo rojo. Di que eres un nuevo miembro de la manada y veras como te dejan subir.-el marine se rascó concienzudamente sus partes y dijo a Tobías.- Tengo que ir a ver a una bruja a que me cure...ejem, una cosa que me pego una amiga el otro día.- sonrió como un tonto.- Si tenemos suerte he oído que trafica con frutas del demonio. Tal vez podrías decirla que la cerramos el chiringuito si no nos da unas cuantas.- Gusi rio.- Pero eso sí, que antes me cure lo mío.

Caminaron no más de diez minutos y se quedaron parados enfrente de una casa bastante pintoresca. En la puerta había un cartel que ponía: Curandera “Remedios caseros”. Gusi entro decidido y saludo a una anciana que se encontraba sentada en una mesa redonda, con la típica bola de cristal. En el lugar había un fuerte olor a hierbas, cuero, madera y a vieja, exacto, ese olor inconfundible que tienen las personas mayores a cierta edad.

-¡Remedios! ¿Cómo está la mujer más guapa de pueblo?- dijo Gusi mientras toqueteaba todo lo que veía.

-Ya has metido tu rabo donde no debías, maldito marine. Siempre igual.- la vieja alzo la vista y observo a Tobías con sus ojos blanquecinos (parecía que era ciega).-Este es nuevo.

-Reme, sabes que yo soy un santo. Son ellas las que me seducen con sus encantos. Yo me resisto y claro al no corresponderlas me maldicen con brujería- Gusi se quedó en una puerta que estaba tapada por unas cortinas.- Además tu eres mi reina, soló dejo que me toques tú.- la vieja se levantó pesadamente y  se introdujo en la habitación donde estaba Gusi. El marine asomó la cabeza un segundo por la cortina para mirar a Tobías y hacerle un gesto sexual con las manos, mientras se mordía el labio y ponía los ojos en blanco.

-¿Vienes o qué?- gritó la vieja impacientemente.

No pude evitar sonreír ante los comentarios de Gusi, sabía que podía parecer excéntrico y muy despreocupado, pero yo había luchado a su lado y sabía que a la hora de la verdad se lo tomaba muy enserio. Me indicó donde estaba el barco y cual era nuestra bandera, lo había visto cuando paseaba por la ciudad y la verdad es que era hermoso. Me dijo que fuese a dejar mis cosas pero que antes pasásemos a ver una bruja porque había tenido problemas con una de sus amigitas y que además se decía que traficaba con frutas del diablo y así hechábamos un vistazo.

Caminamos varios minutos hasta que Gusi se paró delante de una casa peculiar en la cual se leía en un cartel "Curandera, Remedios Caseros". Gusi entró como si fuese allí semanalmente y yo lo seguí con bastante curiosidad por saber que remedios usaba.

El lugar estaba bastante cargado, parecía que no hubiese abierto las ventanas en semanas, había varias estanterías con diversos botecitos que parecían distintas clases de hherba y ungüentos, había varios libros bastante envejecidos desperdigados por varios sitios del lugar y en el centro estaba una anciana sentada en una mesita con una bola de cristal.

Gusi saludó a la anciana como si fuese una vieja conocida de la familia mientras manuseaba varios instrumentos que había por allí, la vieja le contestó mordazmente cuando de repente se fijó en mí y dijo que no me conocía. No entendía exactamemte como la anciana sabía que estaba allí puesto que todavía no había abierto la boca y parecía completamente ciega, sus ojos estaban cubierto por una especie de telilla blanca, unas catarátas muy avanzadas pensé.

Me disponía a saludarla cuando Gusi se me adelantó diciéndole - Reme, sabes que yo soy un santo. Son ellas las que me seducen con sus encantos. Yo me resisto y claro al no corresponderlas me maldicen con brujería -decía mientras se quedaba delante de una puerta tapada por una cortina. -Además tu eres mi reina, soló dejo que me toques tú. La anciana se levantó lentamente y se adentró seguida por Gusi. Iba a aprovechar para hechar un vistazo a una especie de Vademecum antigüo que me había parecido ver cuando Gusi se asomó haciendo varos gestos obscenos, iba a replicarle diciéndole que si quería que los grabase cuando la voz de la vieja me interrumpió.

-¿Vienes o qué?- dijo, parecía bastante impaciente. Le hice un corte de mangas y gestos para que se entrara, así podría hechar yo un vistazo tranquilamente.

Gusi ya había vuelto al interior diciéndole más cosas a la supuesta Reme y yo me puse a hechar un vistazo al libro que me había llamado la atención, tristemente no era un Vademecum sino un libro sobre la flora dela zona, seguí mirando por estancia viendo los botecitos que estaban tan bien distribuidos, había varias plantas curativas como Arenaria, Flor de Azahar e incluso un poco de Ginkgo Biloba que era bastante raro de encontrar por la zona, pero lo más extraño era la misma cantidad de venenos, algunos tan peligrosos como el Ricino. Esto me hizo sospechar y buscar más concienzudamente, además Gusi parecía segir entreteniendo a la vieja. No encontraba nada más raro, todo lo demás estaba igual, viejo e incluso algunas cosas corrompidas por el moho, todo parecía igual excepto una pintura detrás del lugar donde había estado sentada la anciana, desentonaba porque estaba relativamente nuevo, la pintura estaba en perfectas condiciones y el marco tenía un acabado magnífico, no era una pintura barata. Me acerqué para verlo más de cerca, la pintura representaba a una joven dama bastante hermosa, parecía el retrato de alguien, todo en el cuadro estaba perfecto a excepción de una cosa, estaba ligeramente torcido. No pude evitarlo, agarré el marco para colocar el cuadro en su sitio cuando al enderezarlo escuché un especie chasquido, parecía que había activado una especie de mecanismo, me disponía a buscar de donde había venido el ruido cuando al darme la vuelta la vieja estaba ahí plantada, me miraba fijamente y parecía muy enfada, cuando iba pronunciar algun tipo de disculpa la vieja dijo -No deberías a ver tocado eso muchacho, no deberías. No sabía que había cambiado en la anciana pero me hizo ponerme en alerta. -Ahora que has encontrado mi alijo no os podréis ir así como así. -terminó con un tono amenazante. No podía creerme que me estuviese amenazando una viejita, pero aunque no sabía el porqué, creía que lo decía enserio.

-No queremos problemas mujer, pero nos han informado que tienes un negocio "sucio" y es nuestro deber pararlo, además no me sentiría cómodo golpeando a una viejita -dije en un tono que demostraba que no la temía. No surtió el efecto que esperaba pues la vieja se puso a reirse.

-Jajaja, malditos jóvenes, cuando aprenderéis a no juzgar un libro por su aparencia. -dijo con un tono de voz escalofriante. No pude replicar pues con una velocidad que no esperaba se abalanzó golpeándome en el pecho, había recorrido cinco metros bastante rápida y más que un golpe fue un zarpazo, pues me dejó varias marcas donde me había impactado. Sentía un dolor lacerante pero eso despejó mi mente, me fijé en la anciana y su aspecto había cambiado parcialmente, sus manos terminaban en largas uñas y sus orejas habían crecido bastante, se lamía la sangre de las uñas mientras sonreía mostrando dos largos colmillos, la muy perra seguro que era usuaria de una de esas frutas con la que dijo Gusi que traficaba, esto se eestaba poniendo más serio y mi compañero sin aparecer, ¿le habría hecho algo la puta vieja?, ya lo averiguaría después puesto que la anciana parecía dispuesta a atacar.

Esta vez estaba mejor preparado, había mejorado bastante desde la última vez que había luchado con Gusi, vacié mi mente y entré en el estado del Kami-e y le lancé dos mis cuchillos para enfurecer a la vieja, los esquivó y se lanzó hacia mí como esperaba, aguanté hasta el último segundo y me agaché, esta vez había intentado un golpe más alto y me fue fácil esquivarlo, desenfundé mi daga y lancé un tajo hacia su abdomen, impacté y la vieja chilló pero ya no era una vieja, se había transformado en una especie de murciélago gigante y me golpeó con una de sus asquerosas alas, el golpe fue duró y me proyectó contra la pared, todo el aire salió de mis pulmones y dejándome sin respiro, había perdido la concentración y no creía poder esquivar el siguiente golpe con el Kami-e, sólo pude preguntarme ¿Dónde coño está Gusi?.

La vieja manoseaba concienzudamente las partes nobles de Gusi, echando un ungüento y observando en busca de síntomas. Cuando de repente, empezó a sonar un alboroto en la habitación de al lado. La anciana levanto la vista y miró con odio al marine.

-¿Qué habéis liado ahora?- dijo la vieja con aspereza.
-A mí no me mires. Ahora mismo estoy indefenso, no me la jugaría Reme.- dijo Gusi mientras se apartaba de ella y se levantaba los pantalones.
-Esta vez me has mentido. No has pillado ninguna enfermedad venérea. ¿Qué estás haciendo aquí?- la voz de la anciana sonaba realmente desagradable.
-Pfff... hemos venido a que no eches una mano.- dijo pesadamente Gusi mientras en su cabeza pasaban cientos de mentiras que podía contarla y librarse de aquella situación.

De repente sonó un estruendo de muebles y tarros rotos. La anciana y Gusi se miraron dudosamente y salieron de la sala. Al atravesar la puerta de cortinas, Gusi se quedó boquiabierto al ver a Tobías medio empotrado en la pared.

-¡Ya basta!- gritó la vieja haciendo que la bestia parara.

Gusi al ver tal situación no pudo evitar echarse a reír a carcajada limpia. Se acercó a Tobías y le ayudo a incorporarse.

-¿Qué cojones has hecho para enfurecer a Pal?- Gusi observo el enorme murciélago.- Bueno aunque yo lo recordaba cincuenta veces más pequeño, joder que rápido a crecido el pequeñín.

-¿Porque intentas robarme?-dijo con algo de dolor en la voz la anciana. Mientras caminaba despacio y se colocaba al lado de la bestia.

Gusi estaba a punto de soltar otra de sus mentiras cuando recordó que aquella vieja marine retirada nunca le había dado motivos para mentirla. Gusi suspiro pesadamente.

-No queremos robarte Reme. Solo que mi compañero es un poco inquieto y le gusta toquetear las cosas.-Gusi miraba con cara rara a Tobías, pues intentaba librarle del marrón que hubiese liado en su ausencia.- Queremos unas frutas del demonio, y sabemos que tú tienes.

-Con que es eso.- dijo la vieja algo calmada.- ¿Porque piensas que te las daría tan fácilmente?

-Porque las queremos para proteger este mundo.- Aquellas palabras sonaron tan concienzudas en la voz del marine, que aquello parecía una típica película americana cuando el protagonista suelta la frase épica del film.

-Está bien.- contestó la vieja después de casi cinco minutos de silencio.- Pero a cambio quiero que me consigáis algo…

…Tras aquello la vieja saco un par de frutas del demonio. Tendió una a cada uno y les ordeno que fueran a por una flor en un lugar peligroso de aquella isla. Acompañado de una amenaza de que si se les ocurría marcharse con los poderes sin traerle la flor, Pal iría a buscarlos y los mataría. En ese momento la bestia se irguió y empezó a metamorfosearse en varías personas diferentes. Sin duda aquel animal era usuario de alguna akuma, y si nos perseguía sería difícil detectar quien es. Gusi afirmo con la cabeza totalmente despreocupado y se introdujo la fruta entera en la boca.

Spoiler:

La cosa se estaba poniendo fea. La vieja murciélago me tenía acorralado y no lo podía creer. El golpe me había dejado sin aliento y no pude incorporarme. Por un momento creí que me había golpeado la cabeza, porque detrás de aquella bestia estaba la vieja y mi compañero riéndose de una forma exagerada.

-¿Pero qué coño? - pensé mientras Gusi se arrimaba para ayudar a levantarme y echarme la "bronca". -Encima será culpa mía.

Gusi comenzó a excusarme ante la anciana. Tuvieron una conversación que me causó un poco de trastorno, creía que habíamos venido a detener el negocio clandestino de la anciana y así aparte de detenerla conseguiríamos alguna fruta para nosotros, pero sin embargo ahora parecíamos trabajar para ella a cambio de ellas. Las razones que le dio Gusi a la mujer me parecieron correctas, aunque por un momento tras ver que la anciana no contestaba pensé que qué mierdas le importaría a esta mujer la protección del mundo siendo una traficante de algo tan peligroso, pero me equivoqué para variar.


La mujer accedió, aunque con condiciones. Nos tendía un par de frutas del demonio mientras decía que quería una extraña flor de la Isla, incluso nos amenazó con que aquella bestia nos seguiría. El maldito murciélago tras escuchar su nombre comenzó a cambiar de un aspecto a otro, me pareció verme entre ellos y escalofrío recorrió mi espalda. Ya no sólo podía buscarnos y no saber que era aquella bestia, sino que podría meternos en algún lío si usaba nuestra apariencia, aunque eso a mi compañero no parecía importarle pues aceptó y se tragó una de las frutas.

Tenía mil dudas al respecto, pero la fruta parecía llamarme. No es que tuviese un buen aspecto propiamente dicho, pues parecía que estaba demás de maduro. Tenía un color marrón extraño. El tiempo parecía echarse encima y no entendía muy bien porque íbamos a ayudar a esa mujer, pero decidí en confiar en mi compañero y coger la fruta. Nada más cogerla temí que se rompiese pues estaba extremadamente blanda y parecía que iba rebosar, pero había acabado el tiempo de las dudas y me la tragué casi sin masticar. La verdad es que fue una delicia, era extremadamente dulce y no pude evitar relamerme tras tragármela.

-Bien mujer, ahora danos más datos de la misión. - dije intentando no expresar lo mucho que me había gustado. No es que pensase cumplir su encargo sin dudar, sino que esperaría a que saliésemos del local para expresarle mis quejas y dudas a Gusi.

La anciana Reme, entrego un pergamino antiguo a Gusi. Este lo cogió con tal delicadeza como si se fuera a convertir en polvo tan solo con tocarlo. Después la anciana dio un rugido e hizo un gesto con las manos para que se marcharan. La enorme bestia que la acompañaba no quitaba la vista del joven Tobías y parecía que iba a saltar a su cuello en cualquier momento.

Al salir de la casa, o tienda, o lo que se supone que fuera ese lugar, Gusi dio un sonoro suspiro. Camino sin decir palabra hasta alejarse de la casa y saco el pergamino. Lo observo y en el interior de este encontró un mapa viejo de la isla marcado con una "X" roja. En el lateral de la hoja acompañaba una ilustración de una planta muy peculiar y estrafalaria. Después lo volvió a enrollar y se lo entrego a su acompañante para que lo observara.

-Maldita bruja. Ahora tenemos trabajo.- Gusi observo a Tobías y aprecio en su rostro que el joven estaba algo enfadado.-Vale. Puede que no te haya contado todo de Reme, pero tampoco hace falta que me mires así. Te contare lo poco que se de ella mientras caminamos a por esa planta andrajosa.- el marine empezó a caminar mientras con gestos y moviendo las manos iba narrando la historia.
- ...y entonces Reme me golpeo tan fuerte que me dejo inconsciente una semana. La verdad que el entrenamiento con ella en la academia fue duro, pero era una buena maestra y buena curandera. Podía curar cualquier enfermedad con sus remedios caseros, era alucinante. Pero después de aquello se fue a una misión y no volví a verla hasta pasados cinco años. Fue mucha casualidad encontrarla en esta ciudad, y fue gracia a Pal, su murciélago. Antes era pequeñito y siempre la acompañaba a todos lados, como el caso de tu cuervo.- Gusi señalo al cielo a un enorme pájaro que rondaba por el cielo.- Espero que el tuyo no se vuelva tan gigante. La verdad que no me imagino lo que le ha podido pasar, seguro que le sobrealimentaba. Bueno, que me voy por las ramas. Reme se convirtió en una marine exiliada y fue por algo que paso tan jodidamente grave en esa misión que decidió abandonar la marina y salvar el mundo desde su pequeña tienducha.- mientras caminaban llegaron a un claro de árboles.
-...y que no te confunda su apariencia de anciana. Si piensas que Pal es fuerte, imagínate quien lo ha entrenado. Creo que Reme puede considerarse tan fuerte como un almirante, pero es algo que realmente no quiero comprobar. Sinceramente creo que es la indicada para proteger las frutas del demonio de los maleantes, sería una desgracia que cayeran en malas manos…-siguieron caminado mientras Gusi habla y hablaba por los codos. Al final llegaron a unos acantilados puntiagudos y el marine señalo a ellos.- Creo que hemos llegado. La planta tiene que estar escondida entre esas cuchillas creadas por la naturaleza, sería una desgracia que uno de nosotros se cayera allí abajo.  

La anciana entregó una especie de pergamino a Gusi. Tenía un aspecto antiquísimo y daba miedo que con lo descuidado que parecía mi compañero no supiera tratarlo adecuadamente, pero por suerte me confundí. La mujer no parecía contenta con que estuviéramos allí, o más bien que yo estuviera allí, asique nos despidió con un gruñido mientras la bestia que tenía cómo mascota me miraba como si fuera su merienda.

Gusi andaba en silencio mientras yo lo seguía deseando decirle unas cosillas a la par que seguía paladeando el sabor de aquella extraña fruta, pero entonces sacó el pergamino y la curiosidad ganó al enfado. Era algo que me superaba.

Gusi le echó un vistazo y me lo pasó. Era un papel bastante antiguo en el cual había un mapa de la isla medianamente detallado. Estaba claro que era viejo no sólo por el papel envejecido, sino porque había algunas zonas que no cuadraban con la geografía actual del lugar. El lugar al que teníamos que ir estaba marcado con una gran X y al margen había un pequeño dibujo de la flor que debíamos buscar.

Puesto que ya había visto el pergamino y que mi compañero no pidió que se lo devolviera me guardé el mapa en uno de mis bolsillos interiores, al guardarlo me rocé la herida del pecho haciendo que ésta me escociera horrores cambiándome el gesto.

Gusi se tomó ese gesto como muestra de mi enfado y comenzó a contarme lo que etaba deseando oír mientras caminábamos. Llevábamos un rato andando mientras mi compañero hablaba sin parar. Al parecer me había confundido con la mujer mayor, o más bien Gusi había conseguido liarme, puesto que lo primero que me contó sobre el tema no tenía nada ver. La verdad que su historia me tranquilizó un poco ya que no estaba ayudando a una criminal con sus tejemanejes sino a alguien más honrada, o eso quería pensar.

El joven hizo alusión a mi pájaro y entonces me percaté de que éste rondaba a nuestro alrededor. Nada más verlo empaticé algo más con la anciana, pues sabía el cariño que se les podía coger a esos canallas, asique esperando a una de las pausas que hizo Gusi en su historia llamé al bueno de Croc.

El resto del camino lo pasé sin decir nada, estaba imaginándome a mi compañero Croc del tamaño de Pal. Me llevaría volando a los sitios y me ahorraría los viajes en barco, tenía que ser maravilloso el sentir el aire en el rostro mientras veías las cosas diminutas.

Seguía en mis ensoñaciones cuando Gusi se paró haciendo ver que estábamos cerca y haciendo un comentario sobre lo estrepitosa que sería la caída. No quise ser gafe asique no dije nada sobre el tema y me limité a señalar un pequeño desfiladero que descendía.

Gusi se empeño en encabezar la marcha y yo lo seguí. Estuvimos largo rato bajando o por lo menos intentándolo, ya que me parecía poco lo que habíamos descendido para el tiempo que habíamos usado, aunque habíamos llegado a la mitad del trayecto, pero de repente debajo de uno de mis pies el suelo desapareció.

Un desprendimiento de roca me había cogido a traspiés y por mero acto de reflejo me agarré a lo más cercano, que fue a mi compañero. Me agarré con fuerza y tiré para incorporarme. Conseguí recuperarme, pero a un coste demasiado caro. Me quedé helado viendo como mi compañero caía por el borde, no podía creer lo que estaba pasando.

Gusi sintió como iba con facilidad por aquel desfiladero seguramente a sus habilidades acróbatas de circo. Pero no se percató de que su compañero tenía algo más de dificultad. Hasta el punto que fue demasiado tarde para los dos. Tobías resbalo e hizo que Gusi cayera al vacío al intentar sujetarse en algo.

El cuerpo del marine caía con cara de desconcierto mientras veía poco a poco el cuerpo de su compañero alejarse de él. Gusi sintió como su vida pasaba ante sus ojos a una velocidad sobrenatural. Cuando su mente volvió a la realidad su mente se quedó desconcertado, se encontraba flotando a escasos metros del suelo. Después se desplomo y cayó suavemente contra el suelo.

El marine se hizo una bola con las piernas entre los brazos, con la mirada totalmente aterrorizada. Nunca había estado tan cerca de perder la vida. En ocasiones había luchado contra enemigos fuertes, pero siempre había tenido la oportunidad de escapar. Pero esta vez fue diferente, se sintió totalmente desnudo.

Paso el tiempo hasta que volvió a alzar la vista, se encontraba como en una cueva provocada por paredes puntiagudas. El marine pensó que su compañero estaría buscándole, se puso en pie para intentar encontrar una salida, pero aquel lugar parecía una puta cárcel. Intentó trepar por las paredes pero eran resbaladizas y algunas cortaban con solo mirarlas. Decidió tumbarse en el suelo y esperar que Tobías le rescatara.

-¡Hola!¡Estoy aquí!- gritaba una y otra vez esperanzado de que su compañero le encontrara.

Me quedé ojiplático viendo como mi amigo caía sin yo poder hacer nada. Estaba en una especie de shock y me mente quedó semicolapsada. No podía creer que acabase de matar a mi amigo y encima de una manera tan estúpida.

Me senté en el borde del desfiladero a punto de explotar. Mi mente no podía parar de pensar en los momentos que había pasado con aquel joven, incluso parecía escucharlo llamándome con su peculiar voz, pero yo sabía que nadie podía sobrevivir a una caída como esa. Miles de sentimientos recorrían mi alma y no paraba de escuchar la voz de Gusi que sólo hacía atormentarme más y entonces pasó algo extrañísimo.

Mi cuerpo parecía descomponerse, parecía que mi mano comenzaba a derretirse perdiendo la forma y goteando un líquido parduzco, pero de repente el graznido de Croc me sacó de mi estado de shock. Me llevé tal susto que casi caigo por el mismo lugar que el marine, pero por suerte mantuve el equilibrio y corriendo me puse en pie.

Me miré las manos en busca de algo extraño, pero todo estaba bien. No había ni rastro de eso que había visto, pero no pude inspeccionarme más ya que Croc comenzó a graznar más alto llamándome la atención. El animal volaba en círculos por donde había desparecido Gusi y entonces por debajo del ruido del cuervo lo escuché. Era Gusi y ésta vez no era en mi cabeza.

Corrí bajando por el desfiladero sin preocuparme por mi seguridad porque sólo podía pensar en que quizás el chico estuviese malherido y necesitaba ayuda. Llegué al final del desfiladero y vi como una grieta en el suelo que no hubiese visto si no fuera por mi leal compañero. La voz del marine salía del interior y no había connotación de dolor en su tono y algo me relajó.

-Gusi, ¿estás ahí? - pregunté en voz alta puesto que no veía el fondo por la negrura del agujero.

-Gusi, ¿estás ahí?- se oyó la voz de Tobías por el agujero del techo de la cueva donde Gusi estaba atrapado.

-No, estoy detrás de ti. Claro que estoy aquí.- dijo Gusi malhumorado.- ¿Por qué cojones me has tirado?- Hubo un silencio incomodo a la espera de la respuesta de su compañero.-Bueno, da igual, sácame de aquí. Estoy atrapado.

Gusi se puso a inspeccionar nuevamente la cueva, mientras Tobías buscaba una forma de sacarlo, y con sorpresa encontró una planta oculta en la oscuridad. Se acercó a ella e intento distinguir si era la que estaban buscando. Después acerco la mano para arrancarla y esta le produjo un pequeño corte que hizo que el marine se llevara la mano a la boca para chuparse la sangre.

-Puta mierda. Tobías, creo que en encontrado la jodida planta de Reme.- Gusi se agachó para observarla otra vez detenidamente, y observo que las hojas estaba repletas de afilados filamentos. El marine la agarró por el tallo y al comprobar que no se cortaba, arranco la planta del suelo.

-Toma, hija de...- el suelo empezó a temblar y del agujero donde estaba la planta empezó a desquebrajarse y salir lava despavoridamente.

-¡¡¡Aaaahh!!! Corre, Tobías, date prisa y sácame de aquí.- gritaba el marine desesperadamente.

Escuché aliviado como mi amigo respondía de mala manera. No podía recriminarle nada puesto que casi lo mato pero mantenía su tono burlón dándome a entender que estaba bien. Decía que quería salir, pero yo sólo podía pensar en como narices había sobrevivido. Tenía que ser cosa de la fruta que nos había dado la vieja y comencé a pensar en que efecto podría haber tenido en mí. ¿Podría volar?¿Podría transformarme en algo? Mil preguntas inundaban mi cabeza, pero Gusi con sus gritos penetró entre mis pensamientos haciendo que volviera a la realidad.

Decía que lo sacase de ahí con un tono de voz que nunca antes había escuchado en él. Corrí en busca de una solución. No había cuerdas ni nada que pudiese usar como tal. Ni siquiera había una triste liana que valiese para el apaño. Nada más que había tristes arbustos y retamas con las que dudaba que pudiese hacer algo.

El tiempo pasaba y del agujero salía un humo que desprendía un olor bastante asqueroso. Si no me daba prisa Gusi se ahogaría. Corrí por los alrededores desesperado hasta que vi un árbol joven que parecía prometedor. Era un joven ailanthus, una especie de árbol que crecía rápidamente aunque de madera no muy dura, pero no quedaba otra opción. Me concentré y use mi técnica Filo Perfilado [Manual Aura de Aceros] para poder cortar el joven árbol.

Corrí como alma que lleva el diablo y lancé un extremo del árbol esperando que fuese lo suficientemente largo como para que la alcanzase el marine.

- Intenta agarrarte a eso. - grité lo más alto que pude.

El marine observaba aterrado como aquella cueva se iba llenando progresivamente de lava. Miraba desesperado el agujero del techo con la esperanza de encontrar a su compañero ayudándole, pero aquello no parecía suceder.

-¡Tobías! ¿Dónde narices te has metido?- decía Gusi casi entre sollozos y gritos de desesperación.

La lava siguió avanzando y los pies del soldado cada vez tenía menos espacio en el que estar. Cuando de repente, una rama asomó por la superficie acompañada de la voz de Tobías. Gusi saltó como loco para intentar agarrarla, pues estaba a escasos centímetros de alcanzarla, pero no era capaz de llegar.

Cuando los pies de Gusi estaban a punto de ser calcinados por la lava, una fuerza invisible le hizo impulsarse hacía la rama. Gusi la agarró con fuerza, mientras miraba aterrado como aquel lugar burbujeaba con la lava candente.

-Dale para arriba, Tobías- gritaba Gusi, aun con miedo en la voz.

Al salir a la superficie, se tumbó exhausto al lado de su compañero. Se quitó el sudor del cuerpo con la manga, y miró a Tobías fijamente.

-Eres un hijo de ...-Gusi se cayó en seco y sacó de su bolsillo la flor que la vieja Reme les había encomendado. La verdad que no recordaba habérsela guardado- Saldemos nuestra deuda y vayámonos de esta maldita isla.-dijo el marine mientras le daba la mano para ayudar a levantarse a Tobías. En ese momento, cuando estaban haciendo fuerza, Gusi le soltó. Para seguramente que su compañero cayera de espaldas al suelo y con suerte se hiciera algo de daño con alguna roca puntiaguda del lugar. Una pequeña venganza por lo del barranco.

Seguía agachado con el árbol joven introducido por el agujero. Los gases que emanaban de él comenzaban a marearme y un calor horroroso hacía que el cabello se me quedara pegado en el rostro. El olor a azufre se había instalado en lo más profundo de mis fosas nasales y dudaba que aquel olor se fuera de allí en mucho tiempo.

Unos segundos amargos pasaron sin que Gusi no alcanzara lo que dejaba caer y pensé que quizás se hubiese mareado, pero de repente un tirón repentino seguido de la voz apremiante de mi compañera que me instaba a subirlo cuanto antes. Planté firmemente los pies en el suelo y comencé a tirar más lento de lo que en realidad quería ya que temía que un tirón demasiado brusco la partiera y Gusi cayera al agujero de nuevo.

Había sido un momento bastante agónico pero ya una vez tendido en el suelo con mi compañero al lado por fin respiré aliviado. Toda la tensión que tenía acumulada en el cuerpo comenzó a librarse de golpe con una especie de escalofrío que me recorrió de punta a punta dejándome como un flan. Notaba como si hubiese perdido el esqueleto y mi carne fuese a desparramarse por todo el suelo. Comencé a asustarme e incluso casi pierdo el control, pero la voz de mi compañero me devolvió a la realidad y la sensación se fue igual que vino.

Al parecer no estaba nada contento conmigo puesto que se estaba acordando de mi madre de una forma no muy amigable que digamos, pero dada la situación no lo tenía en cuenta. Yo no sé que le habría hecho a él si hubiese sido al revés. Entonces se sacó una flor del bolsillo que me resultaba familiar, pero hasta que el joven no siguió hablando no entendía que pasaba. De mi mente se había borrado momentáneamente el motivo de nuestra presencia en este lugar, pero nada más escuchar el nombre de la anciana la piel se me puso de gallina y comencé a mirar al cielo por si veía a su agradable mascota. Maldito bicho.

No vi al enorme murciélago, pero por allí rondaba Croc volando en círculos sobre nosotros. No pude evitar pensar en las frutas que nos habíamos comido y que seguramente gracias a eso Gusi seguía vivo y tal vez era el motivo de los cambios tan raros que estaba experimentando. Quizás incluso debería darles las gracias a la vieja y todo por lo de Gusi, pero esperaría a ver el resultado que había tenido conmigo. El marine se levantó y me tendió una mano amiga para ayudarme a incorporarme y sin duda la agarré para usarlo como punto apoyo sin saber lo que me tenía reservado el muchacho. Estaba ya casi arriba cuando de repente el muy maldito vengativo me soltó llevándome un susto por ver como caía de espaldas sin poder hacer nada para evitarlo. - ¡Mierda, mierda, mierda! - pensaba mientras caía. Iba a dar con la cabeza de lleno y mis intentos por agarrarme a Gusi fueron inútiles. Manoseé el aire pero no alcancé nada y golpeé de lleno contra el suelo mientras volvía a sentir de nuevo esa extraña sensación.

Grité de dolor nada más que mi cabeza impactó en el suelo y rápidamente me eché mano a agarrarme la zona golpeada. Entonces fue cuando me di cuenta de algo extrañísimo, me notaba algo viscoso de la brecha que me había hecho, pero lo más raro era que no me dolía. Me incorporé rápidamente y al mirar mi mano me di cuenta de que un líquido pegajoso y marrón cubría los dedos.

- ¿Pero qué mierdas es esto? - pregunté en voz alta tanto como para mí mismo como para el marine mientras le mostraba lo sucedido. El muy maldito estaba riéndose por mi caída y no me sacó de dudas asique comencé a olerlo. Tenía un aroma dulzón bastante empalagoso y tras dudar unos segundos lo probé. - ¿Porqué sangro sirope? - volví a preguntar algo alarmado. Había reconocido el sabor y eso sólo podía significar que era culpa de la fruta de la anciana. - ¿En qué me he convertido? - pensé mientras el marine decía algo que no escuchaba. Todo estaba siendo bastante raro, pero estaba claro que la fruta era una akuma verdadera.

- ¡Vayámonos y no miremos atrás!.

El viaje de vuelta fue bastante silencioso o por lo menos por mi parte. Estaba demasiado concentrado en todo lo que había pasado como para pensar en otra cosa u hacer caso de las monerías de Gusi. Ya una vez en la ciudad no anduve con rodeos si no que fuimos directamente a casa de Reme. La casa de la anciana seguía abrumándome por todos los olores que en ella había y me limité a mantenerme al margen mientras Gusi le daba a la mujer la extraña flor. No había tenido tiempo para fijarme siquiera en ella con todo lo que me gustaban las plantas y ahora tampoco podía hacerlo porque mis ojos sólo miraban a una extraña jovencita que estaba sentada en una silla mirándome fijamente con una mirada impropia de cualquier niño. Realmente odiaba a aquel murciélago por mucho que me gustasen los animales, pero escuché al joven marine despedirse y me alivié al saber que salíamos ya de ahí.

Ya una vez en el exterior caminé un par de calles más adelante y me paré para dirigirme a mi compañero puesto que no había casi hablado con él y sentía que debía una disculpa.

- Muy bien Gusi, lo de hoy a sido aún más locura que la vez anterior y te debo una disculpa. Siento haberte casi matado y estoy decidido en seguir siendo miembro de los CW, pero ahora necesito relajarme y pensar en que nos ha pasado.

Tras decir esas palabras me acercaría a mi compañero y le estrecharía la mano. Además no era una despedida definitiva ya que ahora éramos nakamas y estaba seguro de que muchas más aventuras viviría con él.