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Nocturne93
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Una vez más, me hallaba en una tarea sin sentido alguno. Tan solo venir a saldar unas pequeñas riñas, imponer un orden que los propios guardias no se atreven a aclarar. Al parecer una panda de matones están causando alborotos, y la guardia principal del reino o bien no quiere o bien no se atreve a hacerse cargo de ello. Por ello era enviado a este lugar el cual desconocía y cuyo nombre jamás había escuchado. El reino de Koun.
Pero en esta ocasión, no me encontraba a solas, sino que me traje a mis camaradas de los Crimson Wolves. Eramos tres para resolver un conflicto que la marina cree que debe de lograr una sola persona, no obstante ya va siendo hora de que se nos otorgue un pequeño renombre, por ello pedí que se asignase a la flota esta tarea. Me sorprendió el hecho de que no se negaran ni por un momento, pero hasta que no llegué al lugar no le di la más menor importancia.
Desembarqué, mis camaradas no tardarían en venir conmigo seguramente. El puerto no estaba muy abarrotado, pero se podía ver la pobreza en las cortas calles del puerto. Los comerciantes trataban de vender desesperadamente sus mercancías mientras los más desdichados trataban de mendigar por un poco de ellas. Algunos obtenían cierta amabilidad, otros eran rechazados y maltratados como si no fuesen más que una sucia plaga, como si fueran escoria.
-Bueno chicos, hemos llegado. Lo primero es que tratemos de no llamar mucho la atención. Al parecer una banda de maleantes está dando problemas. Nos envían a nosotros por que la guardia no logra hacer nada. O bien están siendo sobornados, o bien el propio gobernador ha negado toda intervención por algún motivo. Sea cual sea el motivo debemos averiguarlo, y lo primero es buscar información. Intentemos pasar desapercibidos. Y si no se puede... Pues haremos lo que mejor sabemos hacer. Impartir justicia, ya sea a las buenas o las malas.
Comencé a caminar, al dar unos pasos me detuve para decirles unas últimas palabras, en esta ocasión con tono más serio.
-Recordad. Si es necesario matar, no lo dudéis. Si corre peligro vuestra vida, dadlo todo. Si no podéis con el enemigo, una retirada es mejor que perder la vida tan solo por el orgullo. Y lo más importante. Nunca luchéis a solas contra más de un enemigo poderoso.
Pero en esta ocasión, no me encontraba a solas, sino que me traje a mis camaradas de los Crimson Wolves. Eramos tres para resolver un conflicto que la marina cree que debe de lograr una sola persona, no obstante ya va siendo hora de que se nos otorgue un pequeño renombre, por ello pedí que se asignase a la flota esta tarea. Me sorprendió el hecho de que no se negaran ni por un momento, pero hasta que no llegué al lugar no le di la más menor importancia.
Desembarqué, mis camaradas no tardarían en venir conmigo seguramente. El puerto no estaba muy abarrotado, pero se podía ver la pobreza en las cortas calles del puerto. Los comerciantes trataban de vender desesperadamente sus mercancías mientras los más desdichados trataban de mendigar por un poco de ellas. Algunos obtenían cierta amabilidad, otros eran rechazados y maltratados como si no fuesen más que una sucia plaga, como si fueran escoria.
-Bueno chicos, hemos llegado. Lo primero es que tratemos de no llamar mucho la atención. Al parecer una banda de maleantes está dando problemas. Nos envían a nosotros por que la guardia no logra hacer nada. O bien están siendo sobornados, o bien el propio gobernador ha negado toda intervención por algún motivo. Sea cual sea el motivo debemos averiguarlo, y lo primero es buscar información. Intentemos pasar desapercibidos. Y si no se puede... Pues haremos lo que mejor sabemos hacer. Impartir justicia, ya sea a las buenas o las malas.
Comencé a caminar, al dar unos pasos me detuve para decirles unas últimas palabras, en esta ocasión con tono más serio.
-Recordad. Si es necesario matar, no lo dudéis. Si corre peligro vuestra vida, dadlo todo. Si no podéis con el enemigo, una retirada es mejor que perder la vida tan solo por el orgullo. Y lo más importante. Nunca luchéis a solas contra más de un enemigo poderoso.
- Spoiler:
- ¡Se abre la veda lobos carmesíes!
Bueno, lo primero es que no hay un orden prioritario de turnos, solamente no podéis volver a postear hasta que el resto de la banda no ha terminado, es decir, en este momento yo no puedo postear hasta que lo hagáis vosotros dos.
Con las acciones de mi PJ iré guiando la historia principal, pero no quiere decir que no podáis hacer e inventaros cosas vosotros. Haced lo que os plazca con NPC's, ésto es completamente libre y solamente para pasar un buen rato y rolear como banda que somos.
Dicho ésto... ¡Al lío gente!
Tobías Thorn
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Me encontraba en el puerto algo emocionado, estaba esperando con mi compañero Croc (mi cuervo) a que me recogiese mi nueva banda, hacía poco que me había unido y aún no conocía al capitán, por lo menos personalmente puesto que de su reputación si había oído. Me uní a los Crimson Wolves porque la ideología de la banda es bastante similar a la mía y aunque nunca se lo reconociese a él, mi compañero Gusi había tenido mucho que ver, me había demostrado su valía como nakama y poca gente me agradaba.
Una vez la embarcación me recogió y me dijeron donde se encontraba mi camarote me dirijí a dejar mis posesiones y a mi compañero bien atendido pregunté por Gusi y el capitán pero me dijeron que se encontraban en sus propios camarotes y no querían que les molestaran, asique volví a mi camarote y puse a leer mientras llegábamos a puerto.
Imaginé llegamos a nuestro destino puesto que la embarcación había parado, al parecer por lo que me habían dicho algún camarada íbamos al Reino de Koun, nunca había visitado esta isla y tenía curiosidad por que había en ella, además aún no sabía cual iba ser mi primera misión como lobo carmesí. Me estaba terminando de peparar cuando alguien llamó a la puerta y dijo que el capitán esperaba en el puerto, me apresuré a terminar de recoger mis cosas y una vez despidiendome de mi pequeño amigo me dirijí a puerto.
La verdad que la primera impresión de la ciudad me chocó inicialmente, nada más ver la pobreza que se respiraba en el ambiente me sentí melancólico al recordar mi pasado, no había sido una etapa fácil y ver varios niños mendigando me hizo ver mis propias raíces, pero eso era agua pasada y ahora yo tenía el timón de mi vida, además mi nuevo capitán esperaba. Mi primera impresión fue satisfactoria, se veía que a pesar de su juventud parecía curtido en batalla, además aunque había oído hablar de su heterocromía nunca había visto a nadie con distinto color de ojos y tenía un halo que demostraba dureza y confianza, me presenté ante mi superior y me fijé en que Gusi llegaba y nuestro jefe se dispuso a dar las órdenes.
Las instrucciones eran claras, teníamos que buscar a unos malhechores de la zona y recabar información o pararles utilizando los medios que fuesen necesarios, quizás así tendría oportunidad de probar mis nuevas habilidades y mostrar mi valía a mi capitán, ya sólo quedaba que Gusi diese alguna idea y nos pusiésemos manos a la obra.
Una vez la embarcación me recogió y me dijeron donde se encontraba mi camarote me dirijí a dejar mis posesiones y a mi compañero bien atendido pregunté por Gusi y el capitán pero me dijeron que se encontraban en sus propios camarotes y no querían que les molestaran, asique volví a mi camarote y puse a leer mientras llegábamos a puerto.
Imaginé llegamos a nuestro destino puesto que la embarcación había parado, al parecer por lo que me habían dicho algún camarada íbamos al Reino de Koun, nunca había visitado esta isla y tenía curiosidad por que había en ella, además aún no sabía cual iba ser mi primera misión como lobo carmesí. Me estaba terminando de peparar cuando alguien llamó a la puerta y dijo que el capitán esperaba en el puerto, me apresuré a terminar de recoger mis cosas y una vez despidiendome de mi pequeño amigo me dirijí a puerto.
La verdad que la primera impresión de la ciudad me chocó inicialmente, nada más ver la pobreza que se respiraba en el ambiente me sentí melancólico al recordar mi pasado, no había sido una etapa fácil y ver varios niños mendigando me hizo ver mis propias raíces, pero eso era agua pasada y ahora yo tenía el timón de mi vida, además mi nuevo capitán esperaba. Mi primera impresión fue satisfactoria, se veía que a pesar de su juventud parecía curtido en batalla, además aunque había oído hablar de su heterocromía nunca había visto a nadie con distinto color de ojos y tenía un halo que demostraba dureza y confianza, me presenté ante mi superior y me fijé en que Gusi llegaba y nuestro jefe se dispuso a dar las órdenes.
Las instrucciones eran claras, teníamos que buscar a unos malhechores de la zona y recabar información o pararles utilizando los medios que fuesen necesarios, quizás así tendría oportunidad de probar mis nuevas habilidades y mostrar mi valía a mi capitán, ya sólo quedaba que Gusi diese alguna idea y nos pusiésemos manos a la obra.
Gusi
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Gusi se mantenía levitando por encima de la cama, mientras jugaba distraído con una pelota roja que lanzaba una y otra vez contra el techo. No le satisfacía la idea de tener que esperar hasta llegar a su nueva misión, por lo que estar en su cuarto vagueando era la mejor opción que tenía en mente. Le gustaba jugar con su nueva habilidad a pesar de parecerle tan inútil. Solo podía levitar del suelo a un metro de altura, pero era como estar una hamaca muy mullida. Se desplazaba de un lado a otro del camarote como si no existiera la gravedad, y en ese momento la puerta sonó. Gusi se asustó y perdió la concentración cayendo de cara contra el suelo. Se levantó rápidamente para no llamar la atención y se sentó en su cama.
-Adelante.- dijo educadamente. La puerta se abrió y entro uno de los jóvenes que se encargaban del barco.
-El capitán os hace llamar en cubierta, ya hemos llegado a la isla.- el joven se quedó mirando extrañado y en silencio el rostro de Gusi, pues un moratón rojizo empezaba a manifestarse en su cara.
-Si si, ahora voy. -Dijo Gusi soportando el dolor desagradable de su cara, mientras sonreía educadamente al joven. El chaval se marchó y Gusi se empezó a acariciar la frente para que pasara el dolor. Tras eso se puso en pie y salió de su camarote en camino ante su capitán.
Al salir a cubierta se encontró a Tobías, el cual se había incorporado a la flota hacía poco. Nada más ponerse al lado de él (sin poder siquiera saludarlo), Kimura empezó a explicar la situación. Gusi le escuchaba atentamente y asentía a cada una de sus palabras como buen alumno.
-Tengo varías ideas.-dijo Gusi una vez que Kimura termino.- Podríamos infíltranos entre la gente pobre e ir poco a poco buscando información de cómo poder salir de la pobreza. Tal vez acabaríamos infiltrándonos de alguna manera en la propia banda. Otra teoría es infiltrarnos como una persona adinerada. Esto hará que los maleantes quieran robarnos y poder hacerlos una emboscada, tal vez podríamos interrogarlos si capturamos alguno. Por último, uno de nosotros tendría que hablar con los soldados de la zona o con el gobierno. ¿Me gustaría saber qué opina el capitán antes de meterme en algún papel?- dijo Gusi colocándose una barba postiza de recortes de su pelo.
-Adelante.- dijo educadamente. La puerta se abrió y entro uno de los jóvenes que se encargaban del barco.
-El capitán os hace llamar en cubierta, ya hemos llegado a la isla.- el joven se quedó mirando extrañado y en silencio el rostro de Gusi, pues un moratón rojizo empezaba a manifestarse en su cara.
-Si si, ahora voy. -Dijo Gusi soportando el dolor desagradable de su cara, mientras sonreía educadamente al joven. El chaval se marchó y Gusi se empezó a acariciar la frente para que pasara el dolor. Tras eso se puso en pie y salió de su camarote en camino ante su capitán.
Al salir a cubierta se encontró a Tobías, el cual se había incorporado a la flota hacía poco. Nada más ponerse al lado de él (sin poder siquiera saludarlo), Kimura empezó a explicar la situación. Gusi le escuchaba atentamente y asentía a cada una de sus palabras como buen alumno.
-Tengo varías ideas.-dijo Gusi una vez que Kimura termino.- Podríamos infíltranos entre la gente pobre e ir poco a poco buscando información de cómo poder salir de la pobreza. Tal vez acabaríamos infiltrándonos de alguna manera en la propia banda. Otra teoría es infiltrarnos como una persona adinerada. Esto hará que los maleantes quieran robarnos y poder hacerlos una emboscada, tal vez podríamos interrogarlos si capturamos alguno. Por último, uno de nosotros tendría que hablar con los soldados de la zona o con el gobierno. ¿Me gustaría saber qué opina el capitán antes de meterme en algún papel?- dijo Gusi colocándose una barba postiza de recortes de su pelo.
- algo asi de hermoso me veo:
Nocturne93
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Escuché las palabras de Gusi y sonreí. Si tan solo hubiera dicho eso antes de que nos vieran juntos habría sido una gran idea, pues estaba claro que llamábamos la atención. No todos los días atraca un barco de la marina, y ya nos habían visto juntos, notaba muchos ojos encima de nosotros.
-Es buena idea Gusi, solo hay un problema para infiltrarnos, y es que ya nos han visto juntos y saliendo de un barco de la marina. Si se trata de una organización bien preparada tendrán todos los frentes cubiertos. Y si estoy en lo cierto, mucha gente nos está mirando.
Avanzamos, hasta que llegó un momento que me giré bruscamente, tenía que hacerlo así. Agarré por el cuello de la camisa a Gusi y en voz baja y con cara de pocos amigos le dije:
-Hagamos como que no somos los mejores marines, seamos como aquellos que vamos a cazar, solo así podremos infiltrarnos entre los verdaderamente poderosos -entonces alcé la voz mientras le empujaba contra Tobías, que estaba seguro que también me habría escuchado-. No olvides que aquí las ordenes las doy yo. Empiezas a cansarme con tus tentativas de ser el mandamás. No olvides nunca que estoy por encima de tí.
Me di la vuelta y continué caminando. Sinceramente, ahora me mordía la lengua por hacer aquello, pero había que tratar de dar una falsa imagen de lo que no somos, ahora saben que nosotros tres somos marines, de modo que es mejor que se hagan una imagen errónea nuestra.
Caminé hacia una taberna, donde había un guardia paseando.
-Tú -el guardia se giró y me miró con cara de pocos amigos-. Dile a tu superior que el teniente que pidieron ha llegado. Y si no habéis pedido ninguno dile que quiero hablar con él. Le esperaré aquí.
Me respondió algo, pero le ignoré por completo entrando directamente a la taberna. Al poco de entrar se hizo el silencio. Fui con mis hombres a una mesa y llamé al tabernero para pedirle unas cervezas bien frías.
-No olvidéis por qué estamos aquí.
-Es buena idea Gusi, solo hay un problema para infiltrarnos, y es que ya nos han visto juntos y saliendo de un barco de la marina. Si se trata de una organización bien preparada tendrán todos los frentes cubiertos. Y si estoy en lo cierto, mucha gente nos está mirando.
Avanzamos, hasta que llegó un momento que me giré bruscamente, tenía que hacerlo así. Agarré por el cuello de la camisa a Gusi y en voz baja y con cara de pocos amigos le dije:
-Hagamos como que no somos los mejores marines, seamos como aquellos que vamos a cazar, solo así podremos infiltrarnos entre los verdaderamente poderosos -entonces alcé la voz mientras le empujaba contra Tobías, que estaba seguro que también me habría escuchado-. No olvides que aquí las ordenes las doy yo. Empiezas a cansarme con tus tentativas de ser el mandamás. No olvides nunca que estoy por encima de tí.
Me di la vuelta y continué caminando. Sinceramente, ahora me mordía la lengua por hacer aquello, pero había que tratar de dar una falsa imagen de lo que no somos, ahora saben que nosotros tres somos marines, de modo que es mejor que se hagan una imagen errónea nuestra.
Caminé hacia una taberna, donde había un guardia paseando.
-Tú -el guardia se giró y me miró con cara de pocos amigos-. Dile a tu superior que el teniente que pidieron ha llegado. Y si no habéis pedido ninguno dile que quiero hablar con él. Le esperaré aquí.
Me respondió algo, pero le ignoré por completo entrando directamente a la taberna. Al poco de entrar se hizo el silencio. Fui con mis hombres a una mesa y llamé al tabernero para pedirle unas cervezas bien frías.
-No olvidéis por qué estamos aquí.
Tobías Thorn
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Akuma no mi
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Gusi hizo un par de planteamientos interesantes mientras se ponía una barba postiza con la cual tenía una pinta bastante cómica. No sé si creía realmente que parecía un anciano, pero a mi parecer tenía pinta de venir de alguna fiesta de disfraces en la cual había ido perdiendo el resto del traje según avanzaba la noche, pero me abstuve de hacen ningún comentario puesto que el capitán comenzó a hablar.
El capitán respondió a Gusi mientras andamos un poco. Lo cierto era que sus afirmaciones concordaban con lo mismo que yo pensaba y ya no podíamos ir por separado puesto que ya había mucha gente que nos había visto bajar del barco. Comencé a pensar en alguna estratagema cuando el capitán se giró bruscamente y se lanzó contra Gusi para agarrarlo de la pechera.
El capitán en un rápido susurro nos avisó de que pretendía y mientras gritaba unas bravuconadas de típico superior que se creía Dios y sus subordinados unos mierdas empujó a Gusi hacia mí. Lo vi venir justo a tiempo para que no cayésemos los dos, pero una vez que mantuve el equilibrio volví a empujar al muchacho poniendo cara de asco.
- ¡Sucio estúpido! - grité para seguir la escenificación. - Apártate de mí o un día de estos despertarás con sólo una mano. Y encima la que te deje… será la mala, se acabaron las... - dije mientras hacía un gesto obsceno para terminar la frase.
Tras nuestra escena me puse a seguir al capitán hasta que llegamos a una taberna. Durante todo el trayecto mostré un carácter baboso e incluso maleducado que no era propio en mí, ya me había metido en mi papel y estuve lanzando picardías obscenas a varias chicas con las que nos cruzamos de las que sólo recibí varios cortes de manga.
Kimura habló con un soldado que había allí y exigió un encuentro con el superior de la base. No dejó al joven hablar que se había puesto pálido y se quedó allí clavado intentando balbucear algo mientras miraba entrar al pelirrojo en la taberna.
- Vamos perro, corre a buscar a tu amo como se te ha dicho. - dije al asustado guardia mientras entraba detrás de Kimura.
Lo primero que noté nada más pisar el interior del establecimiento era que había un olor horroroso a puro que inundaba todo el lugar. Había varios grupos de personas en distintas mesas y el capitán se había sentado en una de ellas. Estuve fijándome en varios de ellos principalmente buscando algún movimiento extraño en ellos puesto que acabábamos de entrar tres forasteros y actuábamos como los dueños del local. Una vez sentados y tras pedir tres cervezas Kimura nos recordó nuestros propósitos, los cuales no olvidaría por mucho que actuase.
•
- ¿Os habéis fijado en aquel grupo de cuatro? - susurré a mis nakamas mientras hacía un sutil gesto con la cabeza hacia el grupo. Eran tres hombres y una mujer, los cuales dos de ellos portaban espadas al cinto con una pinta sospechosa mientras que el otro y la mujer vestían ropa de la marina. Parecían un grupo peculiar.
El capitán respondió a Gusi mientras andamos un poco. Lo cierto era que sus afirmaciones concordaban con lo mismo que yo pensaba y ya no podíamos ir por separado puesto que ya había mucha gente que nos había visto bajar del barco. Comencé a pensar en alguna estratagema cuando el capitán se giró bruscamente y se lanzó contra Gusi para agarrarlo de la pechera.
El capitán en un rápido susurro nos avisó de que pretendía y mientras gritaba unas bravuconadas de típico superior que se creía Dios y sus subordinados unos mierdas empujó a Gusi hacia mí. Lo vi venir justo a tiempo para que no cayésemos los dos, pero una vez que mantuve el equilibrio volví a empujar al muchacho poniendo cara de asco.
- ¡Sucio estúpido! - grité para seguir la escenificación. - Apártate de mí o un día de estos despertarás con sólo una mano. Y encima la que te deje… será la mala, se acabaron las... - dije mientras hacía un gesto obsceno para terminar la frase.
Tras nuestra escena me puse a seguir al capitán hasta que llegamos a una taberna. Durante todo el trayecto mostré un carácter baboso e incluso maleducado que no era propio en mí, ya me había metido en mi papel y estuve lanzando picardías obscenas a varias chicas con las que nos cruzamos de las que sólo recibí varios cortes de manga.
Kimura habló con un soldado que había allí y exigió un encuentro con el superior de la base. No dejó al joven hablar que se había puesto pálido y se quedó allí clavado intentando balbucear algo mientras miraba entrar al pelirrojo en la taberna.
- Vamos perro, corre a buscar a tu amo como se te ha dicho. - dije al asustado guardia mientras entraba detrás de Kimura.
Lo primero que noté nada más pisar el interior del establecimiento era que había un olor horroroso a puro que inundaba todo el lugar. Había varios grupos de personas en distintas mesas y el capitán se había sentado en una de ellas. Estuve fijándome en varios de ellos principalmente buscando algún movimiento extraño en ellos puesto que acabábamos de entrar tres forasteros y actuábamos como los dueños del local. Una vez sentados y tras pedir tres cervezas Kimura nos recordó nuestros propósitos, los cuales no olvidaría por mucho que actuase.
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- ¿Os habéis fijado en aquel grupo de cuatro? - susurré a mis nakamas mientras hacía un sutil gesto con la cabeza hacia el grupo. Eran tres hombres y una mujer, los cuales dos de ellos portaban espadas al cinto con una pinta sospechosa mientras que el otro y la mujer vestían ropa de la marina. Parecían un grupo peculiar.
Gusi
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Gusi se dio cuenta tarde de que la había cagado y comprendió que Kimura reaccionara de aquella manera. Al impactar contra Tobías la barba postiza cayó al agua, y se sorprendió de la actuación de su compañero. Gusi sonrió en su interior y dejó seguir la actuación.
-Lo..lo...siento, señor.- balbuceo entrecortadamente.
Después de aquello los siguió como si de un pupilo asustadizo se tratara. Kimura y Tobías iban con superioridad por la ciudad mientras Gusi iba pidiendo disculpas a los ofendidos por sus palabras. No era por fardar, pero hacer de pringado se le daba realmente bien.
Al llegar a una taberna hubo un improvisto con un guardia que Kimura resolvió con soltura. Después se dirigieron a una mesa y Gusi fue a por unas cervezas en la barra como buen sirviente que parecía. Al llegar a la barra una chica robusta con unos buenos senos le hizo una inclinación con la cabeza para saber que quería.
-Hola, bu...bu...buenos días. Quiero tres cerve..cervezas, por favor.- Gusi dijo a la mujer desviando la mirada de un lado a otro como si fuera extremadamente tímido. La mujer le miro con algo de desprecio y le puso tres jarras de cerveza diminutas. Gusi la entrego unos cuantos berries con un pulso tembloroso.
-Gracias, se...se...señorita.-dijo educadamente mientras con las miradas desviadas observaba a los sujetos que había alrededor.
Gusi recorrió el establecimiento hasta la mesa de sus compañeros. Su trayecto hasta ellos fue lento, pues hacía como que le costaba un triunfo llevar aquellas tres jarras hasta la mesa, pero en realidad lo que estaba haciendo era ir despacio entre ellos para intentar escuchar alguna conversación extraña.
Al llegar a la mesa intento meterse en la conversación que tenían sus compañeros y una vez que Tobías señalo a aquel grupo, Gusi informo de lo poco que había llegado a escuchar (que decida Kimura de que se trata)
-Lo..lo...siento, señor.- balbuceo entrecortadamente.
Después de aquello los siguió como si de un pupilo asustadizo se tratara. Kimura y Tobías iban con superioridad por la ciudad mientras Gusi iba pidiendo disculpas a los ofendidos por sus palabras. No era por fardar, pero hacer de pringado se le daba realmente bien.
Al llegar a una taberna hubo un improvisto con un guardia que Kimura resolvió con soltura. Después se dirigieron a una mesa y Gusi fue a por unas cervezas en la barra como buen sirviente que parecía. Al llegar a la barra una chica robusta con unos buenos senos le hizo una inclinación con la cabeza para saber que quería.
-Hola, bu...bu...buenos días. Quiero tres cerve..cervezas, por favor.- Gusi dijo a la mujer desviando la mirada de un lado a otro como si fuera extremadamente tímido. La mujer le miro con algo de desprecio y le puso tres jarras de cerveza diminutas. Gusi la entrego unos cuantos berries con un pulso tembloroso.
-Gracias, se...se...señorita.-dijo educadamente mientras con las miradas desviadas observaba a los sujetos que había alrededor.
Gusi recorrió el establecimiento hasta la mesa de sus compañeros. Su trayecto hasta ellos fue lento, pues hacía como que le costaba un triunfo llevar aquellas tres jarras hasta la mesa, pero en realidad lo que estaba haciendo era ir despacio entre ellos para intentar escuchar alguna conversación extraña.
Al llegar a la mesa intento meterse en la conversación que tenían sus compañeros y una vez que Tobías señalo a aquel grupo, Gusi informo de lo poco que había llegado a escuchar (que decida Kimura de que se trata)
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Ambos me siguieron el juego rápidamente, Tobías se hizo pasar por el típico buscalíos, mientras que Gusi se hacía el pardillo y el tonto, el lameculos que siempre va detrás de su jefe con el rabo entre las piernas. No se cuál de los dos me hacía más gracia, pero era necesario mantener esa actuación teatral para tratar de encontrar algo.
Tobías me habló de unos tipos sentados en una mesa. Iban armados con espadas y algunos con algún revólver. Eran un total de cuatro, tres hombres y una mujer. Tenía el trabajo perfecto para Tobías, le miré y le dije.
-Nos miran de reojo, si vienen hazte el baboso con la tía esa. Gusi... Tú haz lo que quieras, sorpréndeme.
Posé los pies encima de la mesa mientras me reclinaba un poco. Ese gesto pareció ofender a esos tipos, quienes me miraron casi a la vez. Con la jarra en la mano les miré directamente mientras pegaba un trago largo, provocándoles descaradamente. Uno de ellos dio un puñetazo en la mesa mientras se levantaba. El resto le siguió, incluso esa mujer, la cual por su aspecto parecía ser una pirata, junto a otro tipo que estaba allí, ambos llevaban sombreros típicos de esta facción, nunca supe cómo se llamaban si es que tenían algún tipo de nombre que no sea "sombrero pirata"
Los otros tres hombres parecían más normales, y el que había golpeado la mesa tenía las ropas algo sucias, pero estaban como nuevas, no había ni un roto, lo cual tan solo me llevaba a decir que fuera alguien con renombre en la isla, o alguien con poder. Tal vez algún tipo de mercenario, o algún comandante de la guardia. Era un armario de tres metros por lo menos de alto y dos de ancho, puro músculo, y por lo que veo poco cerebro. Se aproximó directamente a mí.
-Oye tú. ¿Quién coño te ha dado permiso para entrar en mi establecimiento como si fueras el rey del mambo?
No le respondí, todavía tenía la jarra inclinada. Bajé el brazo y miré directamente el brazalete que tenía en mi hombro izquierdo, el cual tenía el distintivo de mi rango militar dentro de la marina. Con una sonrisita burlona simplemente le dediqué unas pocas palabras antes de volver a llevarme la jarra a la boca.
-Digamos que yo mismo.
Pegué un buen trago y dejé la jarra encima de la mesa. Entonces me fijé directamente en esa chica. Tal vez Tobías ya estaba haciendo de las suyas, pero me quise apuntar a la fiesta. Cuando más odiosos resultemos, antes podremos llegar a encontrar a nuestro objetivo. Por otro lado, el 4x4 me miraba con cara de pocos amigos.
Cambié de opinión, le dejaría esa parte del trabajo sucio al agente del gobierno. Yo me dedicaría a meterme con el grandullón, que parecía ser el que cortaba el bacalao allí.
-En cuanto a tí. ¿Quién coño te crees que eres para molestarme?
Utilicé mi técnica de control de armas a distancia, algo así como marionetista. Saqué una de las dagas Tsuinkaze de mi arnés y rápidamente la puse amenazando el cuello de ese tipo, a una distancia prudencial de medio metro.
-Dame tan solo una razón para no atravesarte ahora mismo. Y por tu bien, más te vale convencerme.
El hombre se detuvo por unos instantes, retrocedió, parecía que le había asombrado verme hacer algo así. Dos de ellos cuchichearon entre ellos, creían que podían hacer escapar de mi oído que debían de "llamar al jefe". Sonreí mirándoles.
-Adelante, llamadle. Me gustaría saber cómo ha conseguido que un comandante de la guardia de la ciudad se alíe con unos bastardos piratas.
Miré directamente al tipo del gorro, quien se mostró algo inquieto. La mujer también parecía algo incómoda por la situación, aunque tal vez eso era fruto del trabajo de Tobías. No se cómo no se había ganado ya un guantazo. Tal vez habíamos logrado asustarles, pues no se movían ni osaban decir una palabra más. Sonreí con ironía.
-Vamos. ¿A qué esperáis? Nosotros aquí estaremos, id... Eso si, la chica y el tipo rubio -era el más enclenque de todos ellos- se quedan con nosotros.
El que parecía ser el pirata se negó. Utilicé esa daga en el aire para hacerle un tajo profundo en el brazo derecho y le quité el gorro, mostrando una calvicie bastante graciosa.
-Espero que no seas diestro, sino puede que se te haya acabado el utilizar la espada. No servirás más que para fregar los platos y los suelos. Donde deberíais estar todos los de vuestra calaña. ¿Alguien más tiene algo que decir?
Todos se dieron la vuelta, salvo la chica y el rubio, a quienes les invité a sentarse junto a nosotros. Prácticamente hice a la chica sentarse entre Tobías y Gusi. El otro tipo lo hice sentarse a mi lado. Estaba muy nervioso. Clavé la daga enfrente de él, en la madera. Necesitaba descansar un poco esa técnica. Volví a coger la jarra y alcé los pies de nuevo.
Por otro lado parecía que la chica pensaba liarse a tortas en cualquier momento.
-Tobías. Por favor, sé un caballero -Entonces me reí con un deje de ironía.
Lo cierto es que era divertido hacerles esto a esa gente. Al fin y al cabo son ellos quienes han elegido el lado de la piratería y los crímenes, la traición hacia la justicia era lo que más castigaría. No me importaba lo que pudiera ocurrir. No obstante veía a la mujer demasiado nerviosa para tratarse de una pirata, tal vez más que el rubiales, quien estaba temblando como un flan. No se, algo me dice que aquí falla algo.
Tobías me habló de unos tipos sentados en una mesa. Iban armados con espadas y algunos con algún revólver. Eran un total de cuatro, tres hombres y una mujer. Tenía el trabajo perfecto para Tobías, le miré y le dije.
-Nos miran de reojo, si vienen hazte el baboso con la tía esa. Gusi... Tú haz lo que quieras, sorpréndeme.
Posé los pies encima de la mesa mientras me reclinaba un poco. Ese gesto pareció ofender a esos tipos, quienes me miraron casi a la vez. Con la jarra en la mano les miré directamente mientras pegaba un trago largo, provocándoles descaradamente. Uno de ellos dio un puñetazo en la mesa mientras se levantaba. El resto le siguió, incluso esa mujer, la cual por su aspecto parecía ser una pirata, junto a otro tipo que estaba allí, ambos llevaban sombreros típicos de esta facción, nunca supe cómo se llamaban si es que tenían algún tipo de nombre que no sea "sombrero pirata"
Los otros tres hombres parecían más normales, y el que había golpeado la mesa tenía las ropas algo sucias, pero estaban como nuevas, no había ni un roto, lo cual tan solo me llevaba a decir que fuera alguien con renombre en la isla, o alguien con poder. Tal vez algún tipo de mercenario, o algún comandante de la guardia. Era un armario de tres metros por lo menos de alto y dos de ancho, puro músculo, y por lo que veo poco cerebro. Se aproximó directamente a mí.
-Oye tú. ¿Quién coño te ha dado permiso para entrar en mi establecimiento como si fueras el rey del mambo?
No le respondí, todavía tenía la jarra inclinada. Bajé el brazo y miré directamente el brazalete que tenía en mi hombro izquierdo, el cual tenía el distintivo de mi rango militar dentro de la marina. Con una sonrisita burlona simplemente le dediqué unas pocas palabras antes de volver a llevarme la jarra a la boca.
-Digamos que yo mismo.
Pegué un buen trago y dejé la jarra encima de la mesa. Entonces me fijé directamente en esa chica. Tal vez Tobías ya estaba haciendo de las suyas, pero me quise apuntar a la fiesta. Cuando más odiosos resultemos, antes podremos llegar a encontrar a nuestro objetivo. Por otro lado, el 4x4 me miraba con cara de pocos amigos.
Cambié de opinión, le dejaría esa parte del trabajo sucio al agente del gobierno. Yo me dedicaría a meterme con el grandullón, que parecía ser el que cortaba el bacalao allí.
-En cuanto a tí. ¿Quién coño te crees que eres para molestarme?
Utilicé mi técnica de control de armas a distancia, algo así como marionetista. Saqué una de las dagas Tsuinkaze de mi arnés y rápidamente la puse amenazando el cuello de ese tipo, a una distancia prudencial de medio metro.
-Dame tan solo una razón para no atravesarte ahora mismo. Y por tu bien, más te vale convencerme.
El hombre se detuvo por unos instantes, retrocedió, parecía que le había asombrado verme hacer algo así. Dos de ellos cuchichearon entre ellos, creían que podían hacer escapar de mi oído que debían de "llamar al jefe". Sonreí mirándoles.
-Adelante, llamadle. Me gustaría saber cómo ha conseguido que un comandante de la guardia de la ciudad se alíe con unos bastardos piratas.
Miré directamente al tipo del gorro, quien se mostró algo inquieto. La mujer también parecía algo incómoda por la situación, aunque tal vez eso era fruto del trabajo de Tobías. No se cómo no se había ganado ya un guantazo. Tal vez habíamos logrado asustarles, pues no se movían ni osaban decir una palabra más. Sonreí con ironía.
-Vamos. ¿A qué esperáis? Nosotros aquí estaremos, id... Eso si, la chica y el tipo rubio -era el más enclenque de todos ellos- se quedan con nosotros.
El que parecía ser el pirata se negó. Utilicé esa daga en el aire para hacerle un tajo profundo en el brazo derecho y le quité el gorro, mostrando una calvicie bastante graciosa.
-Espero que no seas diestro, sino puede que se te haya acabado el utilizar la espada. No servirás más que para fregar los platos y los suelos. Donde deberíais estar todos los de vuestra calaña. ¿Alguien más tiene algo que decir?
Todos se dieron la vuelta, salvo la chica y el rubio, a quienes les invité a sentarse junto a nosotros. Prácticamente hice a la chica sentarse entre Tobías y Gusi. El otro tipo lo hice sentarse a mi lado. Estaba muy nervioso. Clavé la daga enfrente de él, en la madera. Necesitaba descansar un poco esa técnica. Volví a coger la jarra y alcé los pies de nuevo.
Por otro lado parecía que la chica pensaba liarse a tortas en cualquier momento.
-Tobías. Por favor, sé un caballero -Entonces me reí con un deje de ironía.
Lo cierto es que era divertido hacerles esto a esa gente. Al fin y al cabo son ellos quienes han elegido el lado de la piratería y los crímenes, la traición hacia la justicia era lo que más castigaría. No me importaba lo que pudiera ocurrir. No obstante veía a la mujer demasiado nerviosa para tratarse de una pirata, tal vez más que el rubiales, quien estaba temblando como un flan. No se, algo me dice que aquí falla algo.
Tobías Thorn
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Al parecer al capi le pareció interesante el grupito que había señalado y lo que al principio tomé como gorras marines ya una vez sentado y puesta mi atención en ellos vi que eran sombreros piratas. Había tenido un error garrafal pero por suerte no mencioné nada en alto a mis compañeros.
El capitán dijo que me tocaba encargarme de la mujer mientras se reclinaba en su silla y ponía los pies en la mesa. El cabecilla del grupo parecía irascible y se levantaron con bastante temperamento dirigiéndose a nosotros. Habían picado.
El que parecía el líder que más que un humano parecía un orangután se dirigió a Kimura de una manera bastante despectiva, pero el capitán en vez de contestar rápidamente se limitó a exprimir la paciencia del grandullón deleitándose de su bebida. Dejé de prestarle más atención al pelirrojo puesto que sospechaba que podía con la situación y comencé a centrarme en mi objetivo.
Comencé a chistar a la joven para llamar su atención. Todos estaban centrados en lo que estaba pasando en la mesa, pero conseguí hacerme notar. Uno de los tipos también comenzó a mirarme aunque de él pasé. - Preciosa ¿Quieres que juguemos un rato? - dije lo suficientemente alto para que la joven lo oyese mientras me relamía los dedos poniendo cara de depredador sexual. La joven pareció sobresaltarse por mi repentina actuación y me miraba con cara de asco. Tenía pensado seguir con algún gesto obsceno más pero lo que sucedió a mi alrededor me paró.
Algo que había visto por el rabillo del ojo casi hace que desenfundase mis armas. Comencé a ver una daga levitar. Alguien estaba usando algún tipo de técnica y al principio temí que fuese contra nosotros, pero entonces el arma se posó en el cuello del orangután mientras el pelirrojo lo amenazaba. Comencé a sonreír puesto que parecía que teníamos la situación bajo control asique alargué mi brazo y tiré de la manga de la joven para volver a llamar su atención. Debajo de aquel hortera sombrero podían vislumbrarse unos bucles castaños que enmarcaban sus ojos color miel, lo cierto es que la joven era bastante mona, pero no era momento de perderse en detalles puesto que había vuelto a ganar su atención.
-¿Quieres acompañar a papi al baño? No puedo manejar tanto peso solo y podrías ayudarme con esos labios tan lindos. - dije a la joven mientras gesticulaba un particular gesto con la mano hacia la boca usando la lengua como detalle explicativo. La castaña parecía incomodarse por todo lo que la rodeaba y eso significaba que estaba haciendo bien mi parte. De repente mi excelente oído captó parte de un pequeño cuchicheo que intercambiaron los hombres y parecían que los peces habían picado el anzuelo puesto que hablaban de buscar a alguien por encima de ellos.
El capitán los increpó dejándoles mudos por unos instantes pero no los dejó replicar. Los mandó como perritos a buscar un hueso y obligó a dos de ellos a quedarse con nosotros. Por suerte o por desgracia la joven era uno de ellos y Kimura la increpó para que se sentase a mi lado. Lo cierto es que en una situación normal no actuaría así sin un motivo, pero ahora lo tenía. Tenía que mantener un papel.
Tras un par de amenazas y un herido parecieron de acuerdo con Kimura y la joven se sentó entre Gusi y yo mientras el joven se sentaba al lado del pelirrojo a la par que este clavaba su arma en la mesa. Por un momento su arma llamó mi atención puesto que era bastante bonita, pero ya saciaría mi curiosidad más adelante pudiéndole preguntar a Kimura.
La chica parecía nerviosa asique pensé en "tranquilizarla". Alargué el brazo de nuevo pero esta vez por debajo de la mesa y posé mi mano en el muslo de la joven para acariciárselo suavemente hacia arriba y abajo. Noté la tensión de la joven en cada centímetro de su cuerpo pero no paré ahí. - ¿Quieres probar lo más dulce de tu vida? Disfrutarías de cada centímetro de mi cuerpo. - susurré a su oído.
Lo cierto es que la joven parecía a punto de explotar. Seguro que si llevase un arma me lo clavaría hasta las entrañas si pudiera, pero reaccionó moviendo la pierna bruscamente para que mi mano perdiera el contacto con su pierna. Había genio dentro de ella, pero no iba a amedrentarme una nimiedad. No había acabado todavía.
-La gatita saca las uñas. - dije mientras hacia la parodia de que arañaba el aire a la par que me carcajeaba. -No empieces algo que no puedes terminar gatita. - dije agarrándole el mentón para que me mirase a los ojos. - ¿Quién te ha dicho qué me pone que se resistan primero? - pregunté mientras acariciaba parte de su pómulo hasta la barbilla pasando por sus labios con el dedo índice mientras dejaba un rastro de sirope por donde dedo pasaba. - Soy mucho más dulce de lo que parezco bombón.
No sabía si me estaba pasando con la escenificación pero lo cierto es que estaba dando resultado con mi propósito. La chica parecía apunto de correr, pero el instinto le decía que era mejor quedarse allí como le habían dicho. No se limpió la cara siquiera y de momento lo dejé ahí. Haría algún comentario más en la misma línea mientras esperaba que llegasen los nuevos sucesos.
El capitán dijo que me tocaba encargarme de la mujer mientras se reclinaba en su silla y ponía los pies en la mesa. El cabecilla del grupo parecía irascible y se levantaron con bastante temperamento dirigiéndose a nosotros. Habían picado.
El que parecía el líder que más que un humano parecía un orangután se dirigió a Kimura de una manera bastante despectiva, pero el capitán en vez de contestar rápidamente se limitó a exprimir la paciencia del grandullón deleitándose de su bebida. Dejé de prestarle más atención al pelirrojo puesto que sospechaba que podía con la situación y comencé a centrarme en mi objetivo.
Comencé a chistar a la joven para llamar su atención. Todos estaban centrados en lo que estaba pasando en la mesa, pero conseguí hacerme notar. Uno de los tipos también comenzó a mirarme aunque de él pasé. - Preciosa ¿Quieres que juguemos un rato? - dije lo suficientemente alto para que la joven lo oyese mientras me relamía los dedos poniendo cara de depredador sexual. La joven pareció sobresaltarse por mi repentina actuación y me miraba con cara de asco. Tenía pensado seguir con algún gesto obsceno más pero lo que sucedió a mi alrededor me paró.
Algo que había visto por el rabillo del ojo casi hace que desenfundase mis armas. Comencé a ver una daga levitar. Alguien estaba usando algún tipo de técnica y al principio temí que fuese contra nosotros, pero entonces el arma se posó en el cuello del orangután mientras el pelirrojo lo amenazaba. Comencé a sonreír puesto que parecía que teníamos la situación bajo control asique alargué mi brazo y tiré de la manga de la joven para volver a llamar su atención. Debajo de aquel hortera sombrero podían vislumbrarse unos bucles castaños que enmarcaban sus ojos color miel, lo cierto es que la joven era bastante mona, pero no era momento de perderse en detalles puesto que había vuelto a ganar su atención.
-¿Quieres acompañar a papi al baño? No puedo manejar tanto peso solo y podrías ayudarme con esos labios tan lindos. - dije a la joven mientras gesticulaba un particular gesto con la mano hacia la boca usando la lengua como detalle explicativo. La castaña parecía incomodarse por todo lo que la rodeaba y eso significaba que estaba haciendo bien mi parte. De repente mi excelente oído captó parte de un pequeño cuchicheo que intercambiaron los hombres y parecían que los peces habían picado el anzuelo puesto que hablaban de buscar a alguien por encima de ellos.
El capitán los increpó dejándoles mudos por unos instantes pero no los dejó replicar. Los mandó como perritos a buscar un hueso y obligó a dos de ellos a quedarse con nosotros. Por suerte o por desgracia la joven era uno de ellos y Kimura la increpó para que se sentase a mi lado. Lo cierto es que en una situación normal no actuaría así sin un motivo, pero ahora lo tenía. Tenía que mantener un papel.
Tras un par de amenazas y un herido parecieron de acuerdo con Kimura y la joven se sentó entre Gusi y yo mientras el joven se sentaba al lado del pelirrojo a la par que este clavaba su arma en la mesa. Por un momento su arma llamó mi atención puesto que era bastante bonita, pero ya saciaría mi curiosidad más adelante pudiéndole preguntar a Kimura.
La chica parecía nerviosa asique pensé en "tranquilizarla". Alargué el brazo de nuevo pero esta vez por debajo de la mesa y posé mi mano en el muslo de la joven para acariciárselo suavemente hacia arriba y abajo. Noté la tensión de la joven en cada centímetro de su cuerpo pero no paré ahí. - ¿Quieres probar lo más dulce de tu vida? Disfrutarías de cada centímetro de mi cuerpo. - susurré a su oído.
Lo cierto es que la joven parecía a punto de explotar. Seguro que si llevase un arma me lo clavaría hasta las entrañas si pudiera, pero reaccionó moviendo la pierna bruscamente para que mi mano perdiera el contacto con su pierna. Había genio dentro de ella, pero no iba a amedrentarme una nimiedad. No había acabado todavía.
-La gatita saca las uñas. - dije mientras hacia la parodia de que arañaba el aire a la par que me carcajeaba. -No empieces algo que no puedes terminar gatita. - dije agarrándole el mentón para que me mirase a los ojos. - ¿Quién te ha dicho qué me pone que se resistan primero? - pregunté mientras acariciaba parte de su pómulo hasta la barbilla pasando por sus labios con el dedo índice mientras dejaba un rastro de sirope por donde dedo pasaba. - Soy mucho más dulce de lo que parezco bombón.
No sabía si me estaba pasando con la escenificación pero lo cierto es que estaba dando resultado con mi propósito. La chica parecía apunto de correr, pero el instinto le decía que era mejor quedarse allí como le habían dicho. No se limpió la cara siquiera y de momento lo dejé ahí. Haría algún comentario más en la misma línea mientras esperaba que llegasen los nuevos sucesos.
Gusi
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Gusi observaba en un rincón de la mesa el improvisado espectáculo que estaban formando sus compañeros. Mientras que Kimura hacía una actuación de magia y acojonaba a la mitad de la taberna con su bravuconería de marine, Tobías se deleitaba con una doncella de una forma muy estrafalaria. Todo aquello era perfecto, así el joven marine pasaba desapercibido como el pringado de la banda y nadie le hacía caso.
Cuando la joven se sentó entre Tobías y Gusi, este aprovecho para robar disimuladamente entre las pertenecías de la dama mientras era cortejada por el baboso Tobías. Era perfecto, pues mientras Tobías la tocaba la pierna, ella no se percataba de que Gusi la estaba robando el interior de su bolsa, y desabrochando ciertas partes de sus ropajes. Por si daba la ocasión en que la mujer se le ocurriera atacar a alguno de sus compañeros, a esta se le acabarían cayendo todas las armas y alguna prenda femenina que hiciera que se ruborizara.
-Voy…voy a traer algo de be…be…beber a los nuevos invitados.- dijo Gusi tartamudeando y agachando la cabeza, representando una enorme timidez.
El marine se marchó a la barra y pidió un par de jarras de cerveza. Después en un rincón, alejado de las vistas curiosas (aunque todas las miradas estaban fijas en sus compañeros), se puso a observar lo que había robado a la joven dama. Un manojo de llaves, unas cuantas monedas, unos papeles de Wanted y un par de mapas. Uno de los mapas parecía de la ciudad, mientras que el otro parecía un laberinto de túneles subterráneos, tal vez de esa misma isla o tal vez no eran ni túneles, era un mapa muy extraño.
Gusi volvió a guardase todo dentro de la ropa y cogió las dos jarras que le esperaban en la barra. Pago con las monedas que había cogido prestadas de la dama y se dispuso a recorrer de nuevo la taberna hasta su mesa. Pero por el rabillo del ojo observo como los tipos a los que había asustado Kimura venían en bandada seguramente con ganas de bronca. Y según parecían eran bastantes.
El marine acelero el paso hasta llegar a la mesa. Dejó las jarras en esta, y se acercó sutilmente a Kimura. Le deslizó los papeles bajo la manga y le susurró:
-Creo que vamos a tener problemas. Cuando des la señal vaciamos este local a golpes.- dijo tan bajo que solo pudiera percibirlo Kimura. Después de aquello la puerta se abrió de golpe y Gusi se alejó a su asiento y se hizo casi invisible como al principio. Pasando desapercibido mientras debajo de la mesa cargaba su escopeta con balas de aire explosivo.
Cuando la joven se sentó entre Tobías y Gusi, este aprovecho para robar disimuladamente entre las pertenecías de la dama mientras era cortejada por el baboso Tobías. Era perfecto, pues mientras Tobías la tocaba la pierna, ella no se percataba de que Gusi la estaba robando el interior de su bolsa, y desabrochando ciertas partes de sus ropajes. Por si daba la ocasión en que la mujer se le ocurriera atacar a alguno de sus compañeros, a esta se le acabarían cayendo todas las armas y alguna prenda femenina que hiciera que se ruborizara.
-Voy…voy a traer algo de be…be…beber a los nuevos invitados.- dijo Gusi tartamudeando y agachando la cabeza, representando una enorme timidez.
El marine se marchó a la barra y pidió un par de jarras de cerveza. Después en un rincón, alejado de las vistas curiosas (aunque todas las miradas estaban fijas en sus compañeros), se puso a observar lo que había robado a la joven dama. Un manojo de llaves, unas cuantas monedas, unos papeles de Wanted y un par de mapas. Uno de los mapas parecía de la ciudad, mientras que el otro parecía un laberinto de túneles subterráneos, tal vez de esa misma isla o tal vez no eran ni túneles, era un mapa muy extraño.
Gusi volvió a guardase todo dentro de la ropa y cogió las dos jarras que le esperaban en la barra. Pago con las monedas que había cogido prestadas de la dama y se dispuso a recorrer de nuevo la taberna hasta su mesa. Pero por el rabillo del ojo observo como los tipos a los que había asustado Kimura venían en bandada seguramente con ganas de bronca. Y según parecían eran bastantes.
El marine acelero el paso hasta llegar a la mesa. Dejó las jarras en esta, y se acercó sutilmente a Kimura. Le deslizó los papeles bajo la manga y le susurró:
-Creo que vamos a tener problemas. Cuando des la señal vaciamos este local a golpes.- dijo tan bajo que solo pudiera percibirlo Kimura. Después de aquello la puerta se abrió de golpe y Gusi se alejó a su asiento y se hizo casi invisible como al principio. Pasando desapercibido mientras debajo de la mesa cargaba su escopeta con balas de aire explosivo.
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La situación parecía ir favorable. Tobías era tan repulsivo con la mujer que sentía hasta asco, ya le felicitaría cuando todo acabara. Gusi por otra parte aprovechaba que la muchacha estaba distraída para robarle. Miré directamente al rubio, estaba viendo cómo le robaban, pero no se atrevía a abrir la boca. Sonreí y le ofrecí mi jarra en lo que el peliblanco venía con más jarras.
-¿Cómo te llamas rubio?
-Ma... Matt. -estaba acojonado perdido.
-Bien Ma-Matt. Vas a decirme ahora mismo quienes son tus amigos. Y quién es esta jovencita tan encantadora... Tobías por favor, no es un buen lugar para tirartela...
-No la conozco. Como al que le has cortado el brazo. Yo solo soy un hombre del caudillo.
-¿Quién es ese caudillo?
-Es el capitán de la guardia.
-¿Y se hace llamar así mismo caudillo?
-Todos le llaman así.
Gusi llegó con más jarras y me pasó unos papeles mientras pedía carta blanca para liarla parda. Le agarré del brazo pegandole un fuerte tirón y poniendo su oreja en mi boca.
-Cuando lo haga, que no hayan víctimas civiles. Tan solo los idiotas que vengan con ganas de fiesta.
Le solté y miré los papeles. Eran unos carteles de wanted de unos cuatro piratas. Me dispuse a mirarlo pero algo bastante cómico sucedió. La señorita acabó hasta los santísimos cojones de Tobías y le apartó la mano de un brusco golpe mientras se levantaba de un salto. Ante el asombro de todos los presentes, lo que pudimos observar era pura belleza. No se qué le haría Tobías pero cuando se levantó la mujer se le cayó la ropa... Entera. Más de uno se quedó pasmado, apuesto a que Tobías quedaría boquiabierto mientras recibía un guantazo que hacía que la mano de la pirata quedara "endulzada".
No tardó mucho en darse cuenta de que estaba completamente desnuda y se sentó corriendo mientras cogía sus ropas del suelo y se tapaba. Su cara estaba completamente enrojecida, lo cual no me inspiraba mucha confianza. ¿Porqué una puta pirata se avergonzaba de que le vieran desnuda? Seguro habría "conocido" bien a cada uno de los integrantes de su tripulación pirata. Me quedé completamente serio, aquí fallaba algo.
-Tobías. Ya está bien -esta vez no me reí lo más mínimo. Pude ver que el rubio me miraba con ojos extrañados.
De pronto la puerta del local era destrozada y las astillas se esparcían por todas partes hacia adelante. Ya era hora, habían llegado por fin. Un tipo no muy grande que tenía un puño americano en cada brazo entró gritando. Tenía un brazalete con el rango de capitán, pero ese tipo no era marine, sería el capitán de la ciudad. Justo a quien más quería ver.
-Todos el puto mundo fuera de aquí.
Parecía una estampida. Estaba claro que ese tipo era poderoso en el lugar, pero vaya formas de entrar. Yo no me inmuté en lo más mínimo, pero se le podía ver que era poderoso. Se acercó a la mesa y me miró con aires de superioridad, tal vez pensando la mejor forma de acabar conmigo. En cuanto vio mi distintivo de teniente-comandante le cambió un poco la cara, tal vez sus hombres no le han dicho que era un marine el que había llegado a dar problemas.
-Lárgate de mi isla marine.
Le ignoré durante un instante. Detrás de él había como una veintena de hombres, y algo me decía que fuera había más todavía. No es que estuviesemos en ventaja numérica, pero ahí dentro lo podemos tener sencillo en caso que se tuerzan las cosas. Pegué un largo trago como ya hice anteriormente y pasé a responderle mientras ojeaba los carteles que tenía en la mano.
-No marcharé todavía. He sido enviado aquí por un motivo, y es que tu mierda de ciudad está en problemas y la marina lo sabe. ¿Me puedes explicar eso?
-No es de tu puta incumbencia.
Pegué otro largo trago. Me levanté, eramos aproximadamente de la misma altura, él un par de centímetros más alto. Me plante frente a él y comencé a hablar con el rostro serio y en un tono bajo.
-Siempre he cumplido mi obligación, y debo de volver al cuartel con resultados. Me importa una mierda si tengo que llevarte a tí o a un puto pirata. Si tengo que meterte en una caja de pino y entregar tu sucia cabeza de bastardo a los almirantes, creeme que lo haré. Y no podrás impedirlo... Pero tal vez podamos llegar a un acuerdo.
Le mostré uno de los carteles de wanted, lo cual hizo que su culo se encogiese, su rostro aparecía junto a una suma de 40.000.000 de berries. No me replicó más.
-Con que tú eres el caudillo. Capitán pirata.
-... Qué quieres...
-Es simple. Cumplir mi tarea.
En ese momento podía haberle atacado, pero no quise arriesgarme, tenía una gran cantidad de hombres detrás de él, y nosotros tan solo eramos tres. No era un plan demasiado inteligente.
-No tienes más que darme al criminal que está causando tantos problemas que hace que el gran capitán no pueda hacer nada para remediarlo. Nos reuniremos esta noche aquí mismo. Solos tú y yo. Tus hombres y los míos fuera. Hablaremos tranquilamente o por el contrario acabaremos con todos vosotros en un momento.
En ese momento parecía que ese cabrón suspiró aliviado. Tras eso comenzó a reirse a carcajada limpia. Se dio media vuelta y dio la orden a sus hombres de atacar a la vez que desaparecía. No entendía qué diablos había ocurrido, pero mientras se alejaba y yo me ponía en guardia tan solo dijo unas palabras.
-He matado gente más poderosa que tú, teniente-comandante. ¿De donde crees que obtuve este brazalete de capitán? Muerde el polvo sucio bastardo.
Me puse en guardia. Di la orden a Gusi y Tobías de que se preparasen. Entonces la voz del rubio se escuchó justo a mi lado.
-Maldito marine. En los líos que nos metes...
Miré de reojo y pude verlo preparada para luchar... Pero no contra mí, sino a mi lado. Miré un instante hacia atrás y la mujer parecía en la misma situación. Había como veinte personas allí dentro aparte de nosotros. Matt dio un grito llamando a las armas y de pronto algunos comenzaron a luchar entre ellos. Había diez luchando entre ellos, y los otros diez venían a por nosotros. ¿Qué mierda estaba ocurriendo aquí?
-¿Cómo te llamas rubio?
-Ma... Matt. -estaba acojonado perdido.
-Bien Ma-Matt. Vas a decirme ahora mismo quienes son tus amigos. Y quién es esta jovencita tan encantadora... Tobías por favor, no es un buen lugar para tirartela...
-No la conozco. Como al que le has cortado el brazo. Yo solo soy un hombre del caudillo.
-¿Quién es ese caudillo?
-Es el capitán de la guardia.
-¿Y se hace llamar así mismo caudillo?
-Todos le llaman así.
Gusi llegó con más jarras y me pasó unos papeles mientras pedía carta blanca para liarla parda. Le agarré del brazo pegandole un fuerte tirón y poniendo su oreja en mi boca.
-Cuando lo haga, que no hayan víctimas civiles. Tan solo los idiotas que vengan con ganas de fiesta.
Le solté y miré los papeles. Eran unos carteles de wanted de unos cuatro piratas. Me dispuse a mirarlo pero algo bastante cómico sucedió. La señorita acabó hasta los santísimos cojones de Tobías y le apartó la mano de un brusco golpe mientras se levantaba de un salto. Ante el asombro de todos los presentes, lo que pudimos observar era pura belleza. No se qué le haría Tobías pero cuando se levantó la mujer se le cayó la ropa... Entera. Más de uno se quedó pasmado, apuesto a que Tobías quedaría boquiabierto mientras recibía un guantazo que hacía que la mano de la pirata quedara "endulzada".
No tardó mucho en darse cuenta de que estaba completamente desnuda y se sentó corriendo mientras cogía sus ropas del suelo y se tapaba. Su cara estaba completamente enrojecida, lo cual no me inspiraba mucha confianza. ¿Porqué una puta pirata se avergonzaba de que le vieran desnuda? Seguro habría "conocido" bien a cada uno de los integrantes de su tripulación pirata. Me quedé completamente serio, aquí fallaba algo.
-Tobías. Ya está bien -esta vez no me reí lo más mínimo. Pude ver que el rubio me miraba con ojos extrañados.
De pronto la puerta del local era destrozada y las astillas se esparcían por todas partes hacia adelante. Ya era hora, habían llegado por fin. Un tipo no muy grande que tenía un puño americano en cada brazo entró gritando. Tenía un brazalete con el rango de capitán, pero ese tipo no era marine, sería el capitán de la ciudad. Justo a quien más quería ver.
-Todos el puto mundo fuera de aquí.
Parecía una estampida. Estaba claro que ese tipo era poderoso en el lugar, pero vaya formas de entrar. Yo no me inmuté en lo más mínimo, pero se le podía ver que era poderoso. Se acercó a la mesa y me miró con aires de superioridad, tal vez pensando la mejor forma de acabar conmigo. En cuanto vio mi distintivo de teniente-comandante le cambió un poco la cara, tal vez sus hombres no le han dicho que era un marine el que había llegado a dar problemas.
-Lárgate de mi isla marine.
Le ignoré durante un instante. Detrás de él había como una veintena de hombres, y algo me decía que fuera había más todavía. No es que estuviesemos en ventaja numérica, pero ahí dentro lo podemos tener sencillo en caso que se tuerzan las cosas. Pegué un largo trago como ya hice anteriormente y pasé a responderle mientras ojeaba los carteles que tenía en la mano.
-No marcharé todavía. He sido enviado aquí por un motivo, y es que tu mierda de ciudad está en problemas y la marina lo sabe. ¿Me puedes explicar eso?
-No es de tu puta incumbencia.
Pegué otro largo trago. Me levanté, eramos aproximadamente de la misma altura, él un par de centímetros más alto. Me plante frente a él y comencé a hablar con el rostro serio y en un tono bajo.
-Siempre he cumplido mi obligación, y debo de volver al cuartel con resultados. Me importa una mierda si tengo que llevarte a tí o a un puto pirata. Si tengo que meterte en una caja de pino y entregar tu sucia cabeza de bastardo a los almirantes, creeme que lo haré. Y no podrás impedirlo... Pero tal vez podamos llegar a un acuerdo.
Le mostré uno de los carteles de wanted, lo cual hizo que su culo se encogiese, su rostro aparecía junto a una suma de 40.000.000 de berries. No me replicó más.
-Con que tú eres el caudillo. Capitán pirata.
-... Qué quieres...
-Es simple. Cumplir mi tarea.
En ese momento podía haberle atacado, pero no quise arriesgarme, tenía una gran cantidad de hombres detrás de él, y nosotros tan solo eramos tres. No era un plan demasiado inteligente.
-No tienes más que darme al criminal que está causando tantos problemas que hace que el gran capitán no pueda hacer nada para remediarlo. Nos reuniremos esta noche aquí mismo. Solos tú y yo. Tus hombres y los míos fuera. Hablaremos tranquilamente o por el contrario acabaremos con todos vosotros en un momento.
En ese momento parecía que ese cabrón suspiró aliviado. Tras eso comenzó a reirse a carcajada limpia. Se dio media vuelta y dio la orden a sus hombres de atacar a la vez que desaparecía. No entendía qué diablos había ocurrido, pero mientras se alejaba y yo me ponía en guardia tan solo dijo unas palabras.
-He matado gente más poderosa que tú, teniente-comandante. ¿De donde crees que obtuve este brazalete de capitán? Muerde el polvo sucio bastardo.
Me puse en guardia. Di la orden a Gusi y Tobías de que se preparasen. Entonces la voz del rubio se escuchó justo a mi lado.
-Maldito marine. En los líos que nos metes...
Miré de reojo y pude verlo preparada para luchar... Pero no contra mí, sino a mi lado. Miré un instante hacia atrás y la mujer parecía en la misma situación. Había como veinte personas allí dentro aparte de nosotros. Matt dio un grito llamando a las armas y de pronto algunos comenzaron a luchar entre ellos. Había diez luchando entre ellos, y los otros diez venían a por nosotros. ¿Qué mierda estaba ocurriendo aquí?
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Mientras seguíamos esperando a que los maleantes llegaran seguí entreteniendome con la joven. Parecía a punto de explotar y ya comenzaba quedarme sin ideas. No había sido tan asqueroso en la vida y me sentía un poco sucio, pero el trabajo es trabajo. Además Kimura parecía contento con mi papel puesto que hizo varias alusiones hacia nosotros que me hicieron entender eso. Gusi se fue a por más bebidas mientras el pelirrojo hablaba con el joven que se había quedado con nosotros y no pude evitar oír la palabra caudillo para referirse a alguien. Era un tipo de palabra con una connotación especial y era curioso que alguien se autonominase así, pero no quería inmiscuirme en la conversación asique seguí con lo mío.
Volví a bajar la mano al muslo con intención de seguir siendo todo lo desagradable que podía mientras prestaba atención atención a la conversación anterior hasta que llegó Gusi acercándose a Kimura entregándole unos papeles. El verlos susurrar entre ellos me había distraído de lo que estaba haciendo y sin querer había dejado la mano apoyada en el muslo de la joven en una zona que rozaba el límite. Eso tuvo que ser la gota que colmó el vaso para la joven ya que se levantó tras empujar mi brazo llevandose toda mi atención y la del resto del bar consigo. La joven al quererse alejar de mis manos se quedó enganchada con algún clavo de la silla u algo así, pero lo importante de la escena era que la joven se había quedado completamente desnuda.
La joven era todo una belleza al natural, su piel tenía un tono precioso haciendo resaltar el color rosado de sus partes íntimas. Me quedé mirándola de arriba abajo disfrutando de cada centímetro de su piel cuando de repente la joven me lanzó una bofetada. Me había distraído durante demasiado tiempo admirando las curvas de la rubia y por ende sólo fui capaz de recurrir a mi akuma para que no me dejase la cara colorada y dejándole así a la joven la mano llena de sirope.
Comencé a sonreír mientras volvía a mirarla y a relamerme la comisura del labio superior. En un principio cuando me había golpeado todavía no se había dado cuenta de su desnudez, pero eso cambió tras mi gesto. Todo el valor que había reunido para golpearme se fue de un soplido nada más verse en estado de desnudez. Comenzó a taparse rápidamente para que todos parásemos de mirarla, aunque dudaba que a cualquiera que la hubiese visto en su explendor pudiese borrar su imagen de la retina. Era el mejor momento para seguir agobiándola con mis fantochadas, pero Kimura habló con un tono completamente distinto y cortante que todas las anteriores veces. Había algo en el matiz de su voz que hizo ponerme en alerta a la misma vez que la puerta del local quedaba hecha pedazos creando más expectación que la desnudez de la muchacha.
Los siguientes momentos desde mi perspectiva pasaron bastantes tensos. El pelirrojo se encontraba encarándose contra el cabecilla increpándose amenazas mutuas. Yo opté por el silencio y cogí algo de distancia quedándome un metro atrás de ellos y comencé a preparar mis armas mientras todos miraban a los dos que portaban las marcas de la marina. La situación me olía bastante mal y me gustaba estar prevenido. Todo siguió igual por unos momentos hasta que Kimura le entregó los misteriosos papeles que Gusi que le había entregado y la tensión aumentó aún más. Podría haber sacado mi daga y cortar una rebanada de esta para servirla de acompañante de las bebidas, pero de momento prefería seguir notando el metal de mis armas.
Kimura habló de un encuentro de ellos dos a solas para negociar la menor manera de solucionar la situación, e incluso por unos instantes parecía que el tipo que se hacía llamar el caudillo iba aceptar, pero entonces dió la orden de matarnos y despareció entre la muchedumbre. - [i]¿Habrá usado el Soru? No, no puede ser... Guardamos con recelo nuestras habilidades... Tendría que ser otra cosa.. [/b]- comencé a pensar algo apenado por la posibilidad. Estaba harto de topos en la agencia, pero no podía distraerme con eso ahora que un montón de hombres nos atacaban superandonos por completo.
Escuché a Kimura llamarnos a las armas y saqué mis pistolas apuntando hacia la marabunta. Vi al supuesto Matt acercarse a Kimura por las espaldas y casi le pego un tiro nada más qur se movió, pero sus actos fueron otros a los que yo esperaba puesto que se situó al lado de nuestro capitán preparándose para luchar a nuestro lado, incluso la joven ya vestida de nuevo parecía dispuesta a ayudarnos y ya una vez posicionados el joven dio un grito y aparecieron un grupo de combatientes desde la parte trasera que comenzaron a entablar combate con los que avanzaban. Todo comenzaba a ser una locura que no podía comprender muy bien, pero no iba a quejarme de una ayuda extra asique me preparé para el embate, además al final tendría que disculparme con la preciosa joven si al final resultaba ser una aliada.
Los nuevos aliados chocaron contra la mitad del grueso de los enemigos quedándonos la mitad a los demás, así proporción era más amena para el combate, pero dejaba algo menos de emoción. Agarré una mesa adyacente volcándola para así obtener una mejor cobertura y mientras me agazapaba detrás de ella asomé mis armas y disparé dos disparos con cada una a los primeros que se separaban de la refriega principal haciendo caer a uno de ellos directamente y al otro hiriéndole en el muslo dejándole desprovisto a algún ataque de mis compañeros.
La adrenalina comenzó a recorrer mi organismos produciendome un subidón enorme, no pudiendo reprimir una sonrisa de oreja a oreja mientras descargaba mis armas.
Volví a bajar la mano al muslo con intención de seguir siendo todo lo desagradable que podía mientras prestaba atención atención a la conversación anterior hasta que llegó Gusi acercándose a Kimura entregándole unos papeles. El verlos susurrar entre ellos me había distraído de lo que estaba haciendo y sin querer había dejado la mano apoyada en el muslo de la joven en una zona que rozaba el límite. Eso tuvo que ser la gota que colmó el vaso para la joven ya que se levantó tras empujar mi brazo llevandose toda mi atención y la del resto del bar consigo. La joven al quererse alejar de mis manos se quedó enganchada con algún clavo de la silla u algo así, pero lo importante de la escena era que la joven se había quedado completamente desnuda.
La joven era todo una belleza al natural, su piel tenía un tono precioso haciendo resaltar el color rosado de sus partes íntimas. Me quedé mirándola de arriba abajo disfrutando de cada centímetro de su piel cuando de repente la joven me lanzó una bofetada. Me había distraído durante demasiado tiempo admirando las curvas de la rubia y por ende sólo fui capaz de recurrir a mi akuma para que no me dejase la cara colorada y dejándole así a la joven la mano llena de sirope.
Comencé a sonreír mientras volvía a mirarla y a relamerme la comisura del labio superior. En un principio cuando me había golpeado todavía no se había dado cuenta de su desnudez, pero eso cambió tras mi gesto. Todo el valor que había reunido para golpearme se fue de un soplido nada más verse en estado de desnudez. Comenzó a taparse rápidamente para que todos parásemos de mirarla, aunque dudaba que a cualquiera que la hubiese visto en su explendor pudiese borrar su imagen de la retina. Era el mejor momento para seguir agobiándola con mis fantochadas, pero Kimura habló con un tono completamente distinto y cortante que todas las anteriores veces. Había algo en el matiz de su voz que hizo ponerme en alerta a la misma vez que la puerta del local quedaba hecha pedazos creando más expectación que la desnudez de la muchacha.
Los siguientes momentos desde mi perspectiva pasaron bastantes tensos. El pelirrojo se encontraba encarándose contra el cabecilla increpándose amenazas mutuas. Yo opté por el silencio y cogí algo de distancia quedándome un metro atrás de ellos y comencé a preparar mis armas mientras todos miraban a los dos que portaban las marcas de la marina. La situación me olía bastante mal y me gustaba estar prevenido. Todo siguió igual por unos momentos hasta que Kimura le entregó los misteriosos papeles que Gusi que le había entregado y la tensión aumentó aún más. Podría haber sacado mi daga y cortar una rebanada de esta para servirla de acompañante de las bebidas, pero de momento prefería seguir notando el metal de mis armas.
Kimura habló de un encuentro de ellos dos a solas para negociar la menor manera de solucionar la situación, e incluso por unos instantes parecía que el tipo que se hacía llamar el caudillo iba aceptar, pero entonces dió la orden de matarnos y despareció entre la muchedumbre. - [i]¿Habrá usado el Soru? No, no puede ser... Guardamos con recelo nuestras habilidades... Tendría que ser otra cosa.. [/b]- comencé a pensar algo apenado por la posibilidad. Estaba harto de topos en la agencia, pero no podía distraerme con eso ahora que un montón de hombres nos atacaban superandonos por completo.
Escuché a Kimura llamarnos a las armas y saqué mis pistolas apuntando hacia la marabunta. Vi al supuesto Matt acercarse a Kimura por las espaldas y casi le pego un tiro nada más qur se movió, pero sus actos fueron otros a los que yo esperaba puesto que se situó al lado de nuestro capitán preparándose para luchar a nuestro lado, incluso la joven ya vestida de nuevo parecía dispuesta a ayudarnos y ya una vez posicionados el joven dio un grito y aparecieron un grupo de combatientes desde la parte trasera que comenzaron a entablar combate con los que avanzaban. Todo comenzaba a ser una locura que no podía comprender muy bien, pero no iba a quejarme de una ayuda extra asique me preparé para el embate, además al final tendría que disculparme con la preciosa joven si al final resultaba ser una aliada.
Los nuevos aliados chocaron contra la mitad del grueso de los enemigos quedándonos la mitad a los demás, así proporción era más amena para el combate, pero dejaba algo menos de emoción. Agarré una mesa adyacente volcándola para así obtener una mejor cobertura y mientras me agazapaba detrás de ella asomé mis armas y disparé dos disparos con cada una a los primeros que se separaban de la refriega principal haciendo caer a uno de ellos directamente y al otro hiriéndole en el muslo dejándole desprovisto a algún ataque de mis compañeros.
La adrenalina comenzó a recorrer mi organismos produciendome un subidón enorme, no pudiendo reprimir una sonrisa de oreja a oreja mientras descargaba mis armas.
Gusi
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Akuma no mi
Varios
Gusi pasaba desapercibido cargando tres cartuchos de aire comprimido en su escopeta por debajo de la mesa mientras esperaba que los enemigos entraran por la puerta y empezara la fiesta, aunque claro está a las órdenes de Kimura. Hubo unas escenas extrañas hasta que esto ocurrió. Parece ser que su travesura de desatar cuerdas y cinturones pusieron a la joven en una situación comprometida ante toda la taberna, algo que le produjo más remordimiento que placer, no le gustaba hacer daño a las damas.
A los pocos minutos la puerta estallo y empezó el alboroto. Kimura entablo una discusión calurosa entre un tal caudillo y él. Se notaba tensión en el ambiente, pero al final parece que a Kimura le salió el tiro por la culata y la situación se puso de malas a peor. Pero lo sorprendente de aquello es que aparecieron aliados los cuales empezaron a ayudar en el combate. Gusi refunfuño en el asiento, desde el cual no se había movido en ningún momento, al ver que no podía atacar a aliados y menos a unos cuanto civiles que se encontraban aun en la taberna. Aun así el Capitán dio vereda, pero sin herir a civiles.
Tobías se apresuró volcando la mesa y se puso a disparar con sus dos armas al estilo totalmente Western, lo cual le hizo mucha gracia a Gusi. No esperaba ver a su compañero nunca en una situación similar. De esto que una idea fugaz le paso a Gusi por la cabeza. Apunto con su escopeta al tejado de la taberna que parecía bastante resistente. Sacó la lengua repetidamente hasta estar completamente seguro de que el impacto no hiciera daño a ningún civil o aliado y disparo su carga impactando en una de las vigas lejanas a ellos.
La bala estalló en el techo provocando una potente explosión de aire que hizo que todos los que estaban combatiendo cayeran al suelo, y algunos se les quitaran hasta las armas de las manos. La explosión no hirió a ninguno, solo hizo que cayeran al suelo como si la gravedad les obligara. Mientras que en la zona donde estábamos los cinco solo notamos una brisa que hizo quedar todo “FUCKER” en la escena.
Gusi temió que el techo hubiera reventado o quebrado, pues por la explosión este se dobló hacía arriba. Pero parecía que las maderas eran de buena calidad y aguanto perfectamente la situación. Espero que esto no haya molestado al Capitán, pues un disparo en el centro de la batalla, hubiera hecho que salieran por los aires y algún inocente podría haber muerto por el impacto contra algún mueble o persona.
-Ya los tienes a tus pies Capitán. Todo tuyo.-dijo Gusi con algo de chulería en la voz.
A los pocos minutos la puerta estallo y empezó el alboroto. Kimura entablo una discusión calurosa entre un tal caudillo y él. Se notaba tensión en el ambiente, pero al final parece que a Kimura le salió el tiro por la culata y la situación se puso de malas a peor. Pero lo sorprendente de aquello es que aparecieron aliados los cuales empezaron a ayudar en el combate. Gusi refunfuño en el asiento, desde el cual no se había movido en ningún momento, al ver que no podía atacar a aliados y menos a unos cuanto civiles que se encontraban aun en la taberna. Aun así el Capitán dio vereda, pero sin herir a civiles.
Tobías se apresuró volcando la mesa y se puso a disparar con sus dos armas al estilo totalmente Western, lo cual le hizo mucha gracia a Gusi. No esperaba ver a su compañero nunca en una situación similar. De esto que una idea fugaz le paso a Gusi por la cabeza. Apunto con su escopeta al tejado de la taberna que parecía bastante resistente. Sacó la lengua repetidamente hasta estar completamente seguro de que el impacto no hiciera daño a ningún civil o aliado y disparo su carga impactando en una de las vigas lejanas a ellos.
La bala estalló en el techo provocando una potente explosión de aire que hizo que todos los que estaban combatiendo cayeran al suelo, y algunos se les quitaran hasta las armas de las manos. La explosión no hirió a ninguno, solo hizo que cayeran al suelo como si la gravedad les obligara. Mientras que en la zona donde estábamos los cinco solo notamos una brisa que hizo quedar todo “FUCKER” en la escena.
Gusi temió que el techo hubiera reventado o quebrado, pues por la explosión este se dobló hacía arriba. Pero parecía que las maderas eran de buena calidad y aguanto perfectamente la situación. Espero que esto no haya molestado al Capitán, pues un disparo en el centro de la batalla, hubiera hecho que salieran por los aires y algún inocente podría haber muerto por el impacto contra algún mueble o persona.
-Ya los tienes a tus pies Capitán. Todo tuyo.-dijo Gusi con algo de chulería en la voz.
Nocturne93
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Akuma no mi
Varios
La fiesta comenzó, venían corriendo a por nosotros, dos cayeron por disparos, venían ocho a por nosotros. Miré de reojo a Matt, estaba preparándose también para la marcha. De pronto una explosión de aire ocurrió en lo alto del tejado, me hizo encogerme un poco por la potencia de ese viento, y de los ocho que estaban allí delante, seis cayeron al suelo. era el momento perfecto, y las palabras de Gusi me dieron a entender que había sido él el causante de eso. Buena esa.
-Koto...
Desenfunde las dos dagas gemelas Tsuinkaze y canalicé mi energía eólica de ámbito viento en ellas. Con mi Koto Senmon comencé a correr hacia ellos, ignorando los que estaban de pie, a quienes tan solo les bloqueé para poder eludirlos y pasar a través de ellos. Mi objetivo era hacer un corte limpio en el cuello a todos los que estaban desequilibrados y en el suelo. No tuve mayores dificultades en lograrlo, los seis cayeron en cuestión de segundos, había uno levantándose, había sido impactado por una bala de Tobías, una pena que no lo hubiera acabado del todo. Lancé una de mis dagas directo hacia su corazón, se clavó y por poco le traspasa entero. El poder del viento es muy fuerte con estas dagas, un simple corte puede ser fatal con estas armas. Rápidamente, y utilizando mi técnica de marionetista, cogí la daga y la lancé de vuelta a mi mano. Me giré hacia atrás para los otros dos tipos que había saltado, caían al suelo, uno a manos de Matt, otro a manos de la chica. Me volví hacia el otro lado y la batalla estaba terminando, dos tipos caían a la vez. Quedaban cuatro, y tenían pinta de ser de nuestros aliados.
Aliados. ¿Porqué mierda había aliados aquí? Aunque tampoco estaba seguro de que lo fueran. Me quedé mirando a Matt directamente, no bajé la guardia por un instante, incluso activé mi haki y me quedé en posición defensiva, encarado hacia él.
-Gusi, Tobi. Manteneros alerta.
Comencé a caminar lentamente con ambas dagas en mis manos, preparado para cualquier cosa. Me quedé a escasos dos metros de Matt, mirándole fijamente. Él tampoco parecía alegrarse por lo que acababa de ocurrir. Parecía bastante tenso por la situación, tal vez más que yo.
-Quién eres. Porqué nos has ayudado. Porqué tienes gente entre los enemigos.
Parecía que estaba empezando a ponerse más y más nervioso, no respondía, y eso no me gustaba lo más mínimo.
-Contesta si no quieres sufrir la misma suerte que estas alimañas.
-Somos la revolución -dijo la mujer completamente seria.
-¡No Jess!
-¿Miembros de la revolución? ¡Lobos, alerta!
-Alto, un momento. -Matt parecía desesperado.
No hice nada, ni me moví, ni di ordenes a mis hombres de atacar. Tal vez le diera una oportunidad de explicarse, al fin y al cabo sin su ayuda ahora tal vez estaríamos acabados. Esperaba que entendiese el silencio como suficiente señal para que hablase.
-Somos infiltrados para acabar con el terror del caudillo. Antes creíamos que era un capitán de la marina que hacía lo que le daba la gana, ahora sabemos que es un sanguinario pirata que acabó con la vida de muchos marines, incluso con valiosos miembros de la revolución. Descubrió algún infiltrado, pero somos muchos, no puede con todos. Habremos cerca de una treintena infiltrados con el único propósito de acabar con su tiranía, sólo queremos que el pueblo vuelva a ser libre sin que un tirano les infunda el miedo. Yo estoy al mando de ellos, estaba tratando de llegar por mis medios hasta el traidor y acabar con su vida... Un jodido año detrás de él, infiltrado, viviendo como un cobarde y fingiendo ser quien no soy. Y ahora llegas tú y desbaratas todo este trabajo...
-Ya basta -le corté-. Si sois tantos infiltrados. ¿Cómo es que no habéis organizado un ataque contra ellos?
-Por el mero hecho de que no son más que soldados, su única culpa es seguir las órdenes de su capitán.
-Un capitán corrupto, un sucio bastardo que no merece más que una muerte lenta y dolorosa.
-... Hacía unos instantes tú no eras mejor que él, teniente-comandante.
Maldito sucio bastardo. Había conseguido hacerme hablar sin que me diera cuenta, me había destapado yo solo. No podía negar lo evidente, no me quedó más que resignarme. Suspiré, pero no dejé de amenazarle con mis dagas.
-Eso es por que pretendía infiltrarme junto a mis hombres. Cometí el error de ser demasiado arrogante con él, pero tal vez todavía pueda hacer algo.
-¿Y qué tienes en mente?
-Bueno, sois sus hombres. No creo que tomaros como rehenes haga nada, pero si puedo presentarme contigo y la mujer esposados. Me guiáis hasta su guarida, le hago ver que he acabado con todos sus hombres, le diré que el trato todavía está pendiente. Tal vez así, si continúo fingiendo ser un sucio bastardo como él, logre acercarme y acabar con él.
-No es mal plan. Pero como comprenderás no puedo fiarme de un marine.
-Tenemos un objetivo en común. Si nos ayudas podré plantearme hacer la vista gorda y hacer como que no te he visto. Eso si, una vez acabe todo, que no te vuelva a ver. Puesto que ya no habrá nada que nos haga luchar en el mismo bando. Además, al igual que tú no puedes fiarte de mí, yo no puedo hacerlo. ¿Cómo se que no harías que tus hombres me desenmascaren desde el interior?
-No lo sabes. Pero ahora más que nunca estamos muy cerca de lograrlo. ¿Qué te hace pensar que voy a echar por la borda todo un trabajo de más de un año?
-Tampoco puedo confiar en que tus palabras sean ciertas.
No confiábamos el uno en el otro, era lo normal. ¿Cómo se que esa no ha sido una estrategia suya para librarse de la muerte ahí mismo? Estaba muy nervioso hasta que la mujer habló, y ahora que lo pienso había estado callada desde ese momento. Pero de pronto saltó.
-Mira marine. No confiamos en tí y tú no confías en nosotros. Pero dadas las circunstancias nos necesitamos el uno al otro. Has venido a desbaratar nuestros planes, y encima buscas lo mismo que nosotros. Creeme que podemos con vosotros, si ahora mismo lo quisiéramos estaríais en el suelo mordiendo el polvo, pero lo que nos interesa ahora mismo es acabar con el caudillo. Así que toma una decisión. O nos ayudas, o te vas de la isla.
La mujer parecía tener más cojones que Matt. No pude evitar esbozar una sonrisa, parecía como si fuera ella quien realmente estuviera al mando, ya que el rubio ni siquiera dijo lo más mínimo. No le respondí, tan solo bajé mis brazos y me aproximé a Gusi y Tobías, rodeando a la pareja.
-Bueno. Las cosas no podían haberse complicado más chicos. Por desgracia estamos en inferioridad numérica, y jamás habría imaginado que ésto fuese algo tan grande. Ese tal "Caudillo" ha acabado con la vida de algún capitán incluso, no creo que yo solo pudiera hacerle frente, por lo que por poca gracia que me haga, nuestra única salida es aliarnos a estos revolucionarios.
Me giré para mirar a la mujer directamente a los ojos. Envainé las dagas en el arnés.
-No estoy dispuesto a fracasar una tarea como ésta. En primer lugar quisiera pedir disculpas por la maravillosa interpretación de mi camarada Tobías. Y espero lo comprendais ambos dos. Si queríamos infiltrarnos debíamos ser unos sucios bastardos. Se acabó el teatro Crimson Wolves. ¿Vosotros qué decís? Estoy deseando atrapar a ese bastardo de Caudillo.
-Koto...
Desenfunde las dos dagas gemelas Tsuinkaze y canalicé mi energía eólica de ámbito viento en ellas. Con mi Koto Senmon comencé a correr hacia ellos, ignorando los que estaban de pie, a quienes tan solo les bloqueé para poder eludirlos y pasar a través de ellos. Mi objetivo era hacer un corte limpio en el cuello a todos los que estaban desequilibrados y en el suelo. No tuve mayores dificultades en lograrlo, los seis cayeron en cuestión de segundos, había uno levantándose, había sido impactado por una bala de Tobías, una pena que no lo hubiera acabado del todo. Lancé una de mis dagas directo hacia su corazón, se clavó y por poco le traspasa entero. El poder del viento es muy fuerte con estas dagas, un simple corte puede ser fatal con estas armas. Rápidamente, y utilizando mi técnica de marionetista, cogí la daga y la lancé de vuelta a mi mano. Me giré hacia atrás para los otros dos tipos que había saltado, caían al suelo, uno a manos de Matt, otro a manos de la chica. Me volví hacia el otro lado y la batalla estaba terminando, dos tipos caían a la vez. Quedaban cuatro, y tenían pinta de ser de nuestros aliados.
Aliados. ¿Porqué mierda había aliados aquí? Aunque tampoco estaba seguro de que lo fueran. Me quedé mirando a Matt directamente, no bajé la guardia por un instante, incluso activé mi haki y me quedé en posición defensiva, encarado hacia él.
-Gusi, Tobi. Manteneros alerta.
Comencé a caminar lentamente con ambas dagas en mis manos, preparado para cualquier cosa. Me quedé a escasos dos metros de Matt, mirándole fijamente. Él tampoco parecía alegrarse por lo que acababa de ocurrir. Parecía bastante tenso por la situación, tal vez más que yo.
-Quién eres. Porqué nos has ayudado. Porqué tienes gente entre los enemigos.
Parecía que estaba empezando a ponerse más y más nervioso, no respondía, y eso no me gustaba lo más mínimo.
-Contesta si no quieres sufrir la misma suerte que estas alimañas.
-Somos la revolución -dijo la mujer completamente seria.
-¡No Jess!
-¿Miembros de la revolución? ¡Lobos, alerta!
-Alto, un momento. -Matt parecía desesperado.
No hice nada, ni me moví, ni di ordenes a mis hombres de atacar. Tal vez le diera una oportunidad de explicarse, al fin y al cabo sin su ayuda ahora tal vez estaríamos acabados. Esperaba que entendiese el silencio como suficiente señal para que hablase.
-Somos infiltrados para acabar con el terror del caudillo. Antes creíamos que era un capitán de la marina que hacía lo que le daba la gana, ahora sabemos que es un sanguinario pirata que acabó con la vida de muchos marines, incluso con valiosos miembros de la revolución. Descubrió algún infiltrado, pero somos muchos, no puede con todos. Habremos cerca de una treintena infiltrados con el único propósito de acabar con su tiranía, sólo queremos que el pueblo vuelva a ser libre sin que un tirano les infunda el miedo. Yo estoy al mando de ellos, estaba tratando de llegar por mis medios hasta el traidor y acabar con su vida... Un jodido año detrás de él, infiltrado, viviendo como un cobarde y fingiendo ser quien no soy. Y ahora llegas tú y desbaratas todo este trabajo...
-Ya basta -le corté-. Si sois tantos infiltrados. ¿Cómo es que no habéis organizado un ataque contra ellos?
-Por el mero hecho de que no son más que soldados, su única culpa es seguir las órdenes de su capitán.
-Un capitán corrupto, un sucio bastardo que no merece más que una muerte lenta y dolorosa.
-... Hacía unos instantes tú no eras mejor que él, teniente-comandante.
Maldito sucio bastardo. Había conseguido hacerme hablar sin que me diera cuenta, me había destapado yo solo. No podía negar lo evidente, no me quedó más que resignarme. Suspiré, pero no dejé de amenazarle con mis dagas.
-Eso es por que pretendía infiltrarme junto a mis hombres. Cometí el error de ser demasiado arrogante con él, pero tal vez todavía pueda hacer algo.
-¿Y qué tienes en mente?
-Bueno, sois sus hombres. No creo que tomaros como rehenes haga nada, pero si puedo presentarme contigo y la mujer esposados. Me guiáis hasta su guarida, le hago ver que he acabado con todos sus hombres, le diré que el trato todavía está pendiente. Tal vez así, si continúo fingiendo ser un sucio bastardo como él, logre acercarme y acabar con él.
-No es mal plan. Pero como comprenderás no puedo fiarme de un marine.
-Tenemos un objetivo en común. Si nos ayudas podré plantearme hacer la vista gorda y hacer como que no te he visto. Eso si, una vez acabe todo, que no te vuelva a ver. Puesto que ya no habrá nada que nos haga luchar en el mismo bando. Además, al igual que tú no puedes fiarte de mí, yo no puedo hacerlo. ¿Cómo se que no harías que tus hombres me desenmascaren desde el interior?
-No lo sabes. Pero ahora más que nunca estamos muy cerca de lograrlo. ¿Qué te hace pensar que voy a echar por la borda todo un trabajo de más de un año?
-Tampoco puedo confiar en que tus palabras sean ciertas.
No confiábamos el uno en el otro, era lo normal. ¿Cómo se que esa no ha sido una estrategia suya para librarse de la muerte ahí mismo? Estaba muy nervioso hasta que la mujer habló, y ahora que lo pienso había estado callada desde ese momento. Pero de pronto saltó.
-Mira marine. No confiamos en tí y tú no confías en nosotros. Pero dadas las circunstancias nos necesitamos el uno al otro. Has venido a desbaratar nuestros planes, y encima buscas lo mismo que nosotros. Creeme que podemos con vosotros, si ahora mismo lo quisiéramos estaríais en el suelo mordiendo el polvo, pero lo que nos interesa ahora mismo es acabar con el caudillo. Así que toma una decisión. O nos ayudas, o te vas de la isla.
La mujer parecía tener más cojones que Matt. No pude evitar esbozar una sonrisa, parecía como si fuera ella quien realmente estuviera al mando, ya que el rubio ni siquiera dijo lo más mínimo. No le respondí, tan solo bajé mis brazos y me aproximé a Gusi y Tobías, rodeando a la pareja.
-Bueno. Las cosas no podían haberse complicado más chicos. Por desgracia estamos en inferioridad numérica, y jamás habría imaginado que ésto fuese algo tan grande. Ese tal "Caudillo" ha acabado con la vida de algún capitán incluso, no creo que yo solo pudiera hacerle frente, por lo que por poca gracia que me haga, nuestra única salida es aliarnos a estos revolucionarios.
Me giré para mirar a la mujer directamente a los ojos. Envainé las dagas en el arnés.
-No estoy dispuesto a fracasar una tarea como ésta. En primer lugar quisiera pedir disculpas por la maravillosa interpretación de mi camarada Tobías. Y espero lo comprendais ambos dos. Si queríamos infiltrarnos debíamos ser unos sucios bastardos. Se acabó el teatro Crimson Wolves. ¿Vosotros qué decís? Estoy deseando atrapar a ese bastardo de Caudillo.
Tobías Thorn
Fama
Recompensa
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sucesión de acontecimientos comenzaron a pasar uno detrás de otro sin dejar cuartel. Mis tiros habían ocasionados dos bajas del enemigo causando una ligera ventaja a nuestro favor, pero de repente una explosión de aire empujó al grupo de atacantes ocasionando un chaos entre ellos haciendo incluso que algunos cayeran al suelo dejando caer sus armas al suelo. La explosión de viento en mí no tuvo más repercusión que un azote en el rostro que consiguió despeinarme, pero nada más gracias a mi cobertura y lejanía del epicentro. Giré mi cabeza buscando al causante de tal hecho y para mi sorpresa la voz de mi compañero Gusi hizo que lo mirase. Había hablado con un tono bastante chulesco y dado que tenía en las manos una escopeta bastante peculiar asumí que lo que acababa de suceder había sido cosa suya. La verdad es que había sido una gran idea que había salido bien a pesar de lo mal que podría haber salido por muchas causas, ese punto habría sido para él por su actuación, pero su chulería se lo había hecho perder automáticamente.
Me preparé para seguir descargando mis proyectiles en aquellos blancos fáciles, pero Kimura se adelantó empuñando dos preciosas dagas pasando de largo de los dos primeros atacantes y comenzó a danzar entre los caídos y desorientandos segando almas con cortes limpios y rápidos. Había decido acabar con aquellos dos sin gastar balas y emulando al capitán sacando mi propia daga, que la pobre al lado de las pelirrojo parecía un simple utensilio de cocina, pero sabía que a pesar de su aspecto también hacía un trabajo eficaz. Salí de mi cobertura esperando a los atacantes acercarse mientras Kimura terminaba con los otros, aunque de repente los dos "prisioneros" que habíamos hecho acabaron con ellos dejándome con las ganas de estirarme un poco. Me fastidió un poco no haberme lucido un poco más, pero pude fijarme como Kimura acababa con los más cercanos mientras en el fondo se podían ver a nuestros supuestos "aliados" que acaban con los pocos que quedaban. Del grupito de Matt habían sobrevivido sólo cuatro y había algo en ellos que no me gustaba. Parecían del mismo rasero que los que acababn de matar y la voz de alerta de nuestro capitán avisándonos de que nos mantuviésemos en alerta hizo que desenfudase otra vez una de mis pistolas para así mantenerme armado para cualquier situación.
El pelirrojo se acercó de forma desafiante a Matt preguntándole quienes eran, aunque no sacó nada de él. Kimura ruvo que insistir de una manera no muy agradable y entonces fue mi amiga la contestó. Somos la revolución fueron sus palabras, las cuales resonaron como un eco en mi cabeza. Automáticamente levanté mi arma quitándole el seguro y apuntando a la cabeza del tal Matt. No podía creer que el pelirrojo hubiese escuchado la palabra mágica y no nos hubiese ordenado atacar todavía y por ende la sangre comenzaba a circular por mi cuerpo a una velocidad mayor. Me sentía apunto de explotar mientras escuchaba a Kimura intercambiar palabras con aquellos perros y no podía parar de pensar a todos esos cerdos que había encerrado o matado y que sólo causaban problemas con el lema del bien común. A mí no me engañaban y por eso estaba dispuesto a apretar el gatillo a la mínima señal del pelirrojo.
El supuesto Matt, porque yo ya no me creía que ese fuese su nombre, comenzó a contarle una historia a Kimura en la cual el capitán para mi alivio le achuchó hasta sacar el máximo posible hasta que fue él el que habló de más acabando con nuestra tapadera. Les contó nuestro plan cosa que no me hizo la menor gracia, pero era él que tenía que tomar las decisiones cruciales. Tras un cruce de palabras más Kimura planteó un nuevo plan en conjunto con aquellos tipos. Seguramente el marine no estaba siendo consciente de lo que me pedía si llegábamos a colaborar con ellos en vez de matarlos o capturarlos, pero en parte entendía que su perspectiva hacia los revolucionarios al ser marine no era tan radical como la mía al ser miembro del CP. Mientras pensaba comencé a relajarme poco a poco, pero el comentario de que no podían fiarse de un marine casi hace que me parta de la risa. - ¿Somos nosotros los que indignos de confianza? - pensé. Me gustaría saber que habían hecho ellos para ayudar al pueblo en realidad. Ahí llevaban todo un año según él y no habían conseguido nada. Me era despreciable su hipocresía, pero peor fueron las palabras de la joven. Se atrevió a insinuar que podrían derrotarnos ahora mismo si quisieran. La zorra estaba mostrando todo el carácter que conmigo no se había atrevido a usar y yo no creía nada de sus palabras. Dudaba que ninguno de aquellos sarnosos fuesen capaz de usar haki para dañarme y los podría atravesar a todos ellos yo solito.
Estaban consiguiendo mosquearme, pero al capitán parecieron convencerle puesto que se acercó a Gusi y a mí lara hablarnos. Recalcaba lo de su superioridad númerica y de que necesitaríamos su ayuda para acabar con "El Caudillo" y eso hizo morderme la lengua. Había estado apunto de decirle lo que pensaba de aquellos fantoches a los que les hacía falta una dosis de humildad, pero comprendí que sin ellos nunca nos acercaríamos lo suficiente como para acabar con él, asique me limité a asentir como respuesta ya que me negaba a dar un consentimiento verbal a aquella locura.
El capitán se giró para ver si había trato y entonces pidió disculpas por mis actos. Casi reniego de aquello puesto que no lo sentía en absoluto nada más haberme enterado que la tiparraca era revolucionaria, pero era contraproducente para la misión sublevarme contra mi capitán y menos si los llamaba todo lo que estaba pensando. Me daba igual si aceptaban y se hacían pasar por amigos nuestros, ya que no iba a quitarles el ojo de encima a ninguno de ellos. No me gustaba el sentirme entre la espada y la pared, pero tenía que ser fuerte por un bien común.
Me preparé para seguir descargando mis proyectiles en aquellos blancos fáciles, pero Kimura se adelantó empuñando dos preciosas dagas pasando de largo de los dos primeros atacantes y comenzó a danzar entre los caídos y desorientandos segando almas con cortes limpios y rápidos. Había decido acabar con aquellos dos sin gastar balas y emulando al capitán sacando mi propia daga, que la pobre al lado de las pelirrojo parecía un simple utensilio de cocina, pero sabía que a pesar de su aspecto también hacía un trabajo eficaz. Salí de mi cobertura esperando a los atacantes acercarse mientras Kimura terminaba con los otros, aunque de repente los dos "prisioneros" que habíamos hecho acabaron con ellos dejándome con las ganas de estirarme un poco. Me fastidió un poco no haberme lucido un poco más, pero pude fijarme como Kimura acababa con los más cercanos mientras en el fondo se podían ver a nuestros supuestos "aliados" que acaban con los pocos que quedaban. Del grupito de Matt habían sobrevivido sólo cuatro y había algo en ellos que no me gustaba. Parecían del mismo rasero que los que acababn de matar y la voz de alerta de nuestro capitán avisándonos de que nos mantuviésemos en alerta hizo que desenfudase otra vez una de mis pistolas para así mantenerme armado para cualquier situación.
El pelirrojo se acercó de forma desafiante a Matt preguntándole quienes eran, aunque no sacó nada de él. Kimura ruvo que insistir de una manera no muy agradable y entonces fue mi amiga la contestó. Somos la revolución fueron sus palabras, las cuales resonaron como un eco en mi cabeza. Automáticamente levanté mi arma quitándole el seguro y apuntando a la cabeza del tal Matt. No podía creer que el pelirrojo hubiese escuchado la palabra mágica y no nos hubiese ordenado atacar todavía y por ende la sangre comenzaba a circular por mi cuerpo a una velocidad mayor. Me sentía apunto de explotar mientras escuchaba a Kimura intercambiar palabras con aquellos perros y no podía parar de pensar a todos esos cerdos que había encerrado o matado y que sólo causaban problemas con el lema del bien común. A mí no me engañaban y por eso estaba dispuesto a apretar el gatillo a la mínima señal del pelirrojo.
El supuesto Matt, porque yo ya no me creía que ese fuese su nombre, comenzó a contarle una historia a Kimura en la cual el capitán para mi alivio le achuchó hasta sacar el máximo posible hasta que fue él el que habló de más acabando con nuestra tapadera. Les contó nuestro plan cosa que no me hizo la menor gracia, pero era él que tenía que tomar las decisiones cruciales. Tras un cruce de palabras más Kimura planteó un nuevo plan en conjunto con aquellos tipos. Seguramente el marine no estaba siendo consciente de lo que me pedía si llegábamos a colaborar con ellos en vez de matarlos o capturarlos, pero en parte entendía que su perspectiva hacia los revolucionarios al ser marine no era tan radical como la mía al ser miembro del CP. Mientras pensaba comencé a relajarme poco a poco, pero el comentario de que no podían fiarse de un marine casi hace que me parta de la risa. - ¿Somos nosotros los que indignos de confianza? - pensé. Me gustaría saber que habían hecho ellos para ayudar al pueblo en realidad. Ahí llevaban todo un año según él y no habían conseguido nada. Me era despreciable su hipocresía, pero peor fueron las palabras de la joven. Se atrevió a insinuar que podrían derrotarnos ahora mismo si quisieran. La zorra estaba mostrando todo el carácter que conmigo no se había atrevido a usar y yo no creía nada de sus palabras. Dudaba que ninguno de aquellos sarnosos fuesen capaz de usar haki para dañarme y los podría atravesar a todos ellos yo solito.
Estaban consiguiendo mosquearme, pero al capitán parecieron convencerle puesto que se acercó a Gusi y a mí lara hablarnos. Recalcaba lo de su superioridad númerica y de que necesitaríamos su ayuda para acabar con "El Caudillo" y eso hizo morderme la lengua. Había estado apunto de decirle lo que pensaba de aquellos fantoches a los que les hacía falta una dosis de humildad, pero comprendí que sin ellos nunca nos acercaríamos lo suficiente como para acabar con él, asique me limité a asentir como respuesta ya que me negaba a dar un consentimiento verbal a aquella locura.
El capitán se giró para ver si había trato y entonces pidió disculpas por mis actos. Casi reniego de aquello puesto que no lo sentía en absoluto nada más haberme enterado que la tiparraca era revolucionaria, pero era contraproducente para la misión sublevarme contra mi capitán y menos si los llamaba todo lo que estaba pensando. Me daba igual si aceptaban y se hacían pasar por amigos nuestros, ya que no iba a quitarles el ojo de encima a ninguno de ellos. No me gustaba el sentirme entre la espada y la pared, pero tenía que ser fuerte por un bien común.
Gusi
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Gusi después de su actuación con la explosión decidió volver a sentarse en su taburete, donde se hacía invisible del mundo, y beber unos sorbos de su jarra. Bueno, aunque todas eran suyas, ya que las había pagado él. Después desvió la mirada a Kimura y se puso a pensar si las leyendas eran ciertas, decían que Kimura era rico. Gusi lo observaba con los ojos achinados mientras pensaba: Si fuera rico, ¿por qué iba vestido como Robín Hood?. Después sus pensamientos se disiparon al ver correr al Capitán a toda velocidad mientras mataba a los pocos piratas que quedaban. Los movimientos del superior eran como una danza dulce y fría de la muerte, les robaba el aliento con sus dagas mágicas, o eso pensaba Gusi. Aunque también le parecía una danza de ballet, pero eso era mejor no decírselo nunca al Capitán.
Después de liquidar a todos los que había, además de dejar una imagen muy desagradable de una taberna llena de cadáveres, Kimura se puso a discutir acaloradamente con los dos tipos que parecíamos haber cogido como rehenes, pero que en verdad debían ser aliados. Aquello le parecía tan complicado a Gusi, que decidió pasar un poco del tema y lo mucho que le gustaba discutir Kimura con todo el mundo. No llevábamos ni media hora en el bar y ya había discutidos con tres personas diferentes. Pero eso a él no le molestaba, era su Capitán, y como tal, siempre le sería fiel.
Tras unas palabras acaloradas, los dos sujetos afirmaron ser revolucionarios. A lo que Gusi pensó: Ya se ha liado Esperaba una reacción diferente de Tobías, pues le había visto en varias ocasiones matar revolucionarios con tan solo pestañear. Pero sin duda se estaba conteniendo por la presencia de Kimura, aunque poner un arma en la cabeza a alguien no sé si se puede considerar contenerse. De todas maneras, Kimura no dio la orden de disparar y la cosa se calmó un poco al hacer un pactó de la desconfianza.
Después Kimura se acercó a nosotros y nos dijo de forma sutil que necesitábamos su ayuda para acabar con "el caudillo". Gusi no rechisto ni un poquito, el siempre sería fiel a la palabra de Kimura. Pero en cambio Tobías parecía bastante molesto con la situación. En el fondo esperaba que a su compañero se le fuera la pinza y empezara a reventar cabezas de revolucionarios a diestro y siniestro, pero entonces el pobre dueño de la taberna tendría que limpiar más cadáveres además de los allí presentes, y la sangre sale fatal. Después dijo que ya que se había descubierto nuestra tapadera, ya no hacía falta seguir actuando. Así pues, todo aclarado Gusi cogió su jarra de cerveza y la alzó en alto, mientras observaba con una mirada muy peculiar a los revolucionarios. Después se la bebió entera de un trago y tiro la jarra al suelo, intentando aparentar se fuerte, aunque seguramente transmitió que estaba borracho y se le había caído la jarra.
Como parecía que todos tenían un rehén establecido menos Gusi, este fue corriendo a uno de los revolucionarios que estaba en la puerta, y le golpeo tan fuerte que el tipo cayo inconsciente al suelo. La escenita puso en tensión a los revolucionarios, pero Gusi alzó los brazos diciendo que no pasaba nada repetidamente. Agarro al tipo que estaba en el suelo y empezó a golpearle repetidamente en la cara con la palma abierta. El ruido de los guantazos retumbaba tanto en la taberna silenciosa, que te daba pena el pobre revolucionario que estaba siendo golpeado. A los poco segundo el tipo se despertó, sin saber muy bien donde estaba o como se llamaba. Gusi lo agarro por la cintura y se lo subió al hombro como si de un jamón se tratara.
-Alah, ya tengo al mío. Podemos irnos cuando querías.- dijo Gusi con una sonrisa infantil en su rostro. Mientras los revolucionarios se quedaban boquiabiertos por el repentino comportamiento del chico tímido.
Después de liquidar a todos los que había, además de dejar una imagen muy desagradable de una taberna llena de cadáveres, Kimura se puso a discutir acaloradamente con los dos tipos que parecíamos haber cogido como rehenes, pero que en verdad debían ser aliados. Aquello le parecía tan complicado a Gusi, que decidió pasar un poco del tema y lo mucho que le gustaba discutir Kimura con todo el mundo. No llevábamos ni media hora en el bar y ya había discutidos con tres personas diferentes. Pero eso a él no le molestaba, era su Capitán, y como tal, siempre le sería fiel.
Tras unas palabras acaloradas, los dos sujetos afirmaron ser revolucionarios. A lo que Gusi pensó: Ya se ha liado Esperaba una reacción diferente de Tobías, pues le había visto en varias ocasiones matar revolucionarios con tan solo pestañear. Pero sin duda se estaba conteniendo por la presencia de Kimura, aunque poner un arma en la cabeza a alguien no sé si se puede considerar contenerse. De todas maneras, Kimura no dio la orden de disparar y la cosa se calmó un poco al hacer un pactó de la desconfianza.
Después Kimura se acercó a nosotros y nos dijo de forma sutil que necesitábamos su ayuda para acabar con "el caudillo". Gusi no rechisto ni un poquito, el siempre sería fiel a la palabra de Kimura. Pero en cambio Tobías parecía bastante molesto con la situación. En el fondo esperaba que a su compañero se le fuera la pinza y empezara a reventar cabezas de revolucionarios a diestro y siniestro, pero entonces el pobre dueño de la taberna tendría que limpiar más cadáveres además de los allí presentes, y la sangre sale fatal. Después dijo que ya que se había descubierto nuestra tapadera, ya no hacía falta seguir actuando. Así pues, todo aclarado Gusi cogió su jarra de cerveza y la alzó en alto, mientras observaba con una mirada muy peculiar a los revolucionarios. Después se la bebió entera de un trago y tiro la jarra al suelo, intentando aparentar se fuerte, aunque seguramente transmitió que estaba borracho y se le había caído la jarra.
Como parecía que todos tenían un rehén establecido menos Gusi, este fue corriendo a uno de los revolucionarios que estaba en la puerta, y le golpeo tan fuerte que el tipo cayo inconsciente al suelo. La escenita puso en tensión a los revolucionarios, pero Gusi alzó los brazos diciendo que no pasaba nada repetidamente. Agarro al tipo que estaba en el suelo y empezó a golpearle repetidamente en la cara con la palma abierta. El ruido de los guantazos retumbaba tanto en la taberna silenciosa, que te daba pena el pobre revolucionario que estaba siendo golpeado. A los poco segundo el tipo se despertó, sin saber muy bien donde estaba o como se llamaba. Gusi lo agarro por la cintura y se lo subió al hombro como si de un jamón se tratara.
-Alah, ya tengo al mío. Podemos irnos cuando querías.- dijo Gusi con una sonrisa infantil en su rostro. Mientras los revolucionarios se quedaban boquiabiertos por el repentino comportamiento del chico tímido.
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La cosa no pintaba bien. Tobías estaba demasiado tenso con toda esta situación, parecía que estaba deseando meterle un tiro en la frente a Matt. No podía hacer otra cosa que esperar que no fuese capaz de hacerlo, que mantuviese la compostura. Cierto es que son miembros de la revolución, más cierto es que no podemos confiar en ellos, y no pienso hacerlo, pero si que pienso utilizarles, y si son tan idiotas se seguir ahí hasta el final, tendríamos una buena caza sin problemas, pues en la batalla final pensaba hacerme el débil y dejar que ellos acabasen en las últimas, que se destrozasen entre ellos, después recogería los restos, lograría acabar con todos ellos engañándoles de una forma muy sencilla. Hacerles creer que estás de su lado, incluyo apoyarles en momentos clave, puede ayudarte a ganar su confianza, y eso nos podría llevar a una victoria fácil sin necesidad de sufrir verdaderos peligros.
Tobías parece que se resignaba, y Gusi parecía algo ausente, más como queriendo mantenerse al margen. Respiré un poco aliviado, parecía que no iba a haber dificultades por parte de mis hombres. Ahora tan solo me quedaba esperar que se fiasen los revolucionarios. Una palabra mal pronunciada podría llevarnos a un enfrentamiento contra ellos ahora mismo, y aunque ellos parecían ser dos tan solo, y nosotros tres, no podíamos subestimarlos hasta no saber cuán poderosos pueden llegar a ser. No me gusta nada enfrentarme a un rival cuyo poder desconozco.
De quien si que sabía ya algo era del tirano, el "Caudillo", tenía el poder e influencia suficiente para lograr que la gente esté de su lado tan solo con el temor que inspira su nombre. Quién sabe qué habrá llegado a hacer en esta isla para lograr acabar con el control de toda ella tan solo infundiéndoles miedo, era algo que simplemente no quería enfrentar a solas, por ello acepté en mi propia mente hacer este pequeño "pacto" con esos revolucionarios.
Gusi se levantó y fue a acercarse a los hombres que habían ayudado en la batalla desde la retaguardia de los criminales que yacían sin vida en el suelo. No sabía qué tramaba, y eso me asustaba, el peliblanco es demasiado impulsivo, y no me gustaba en lo absoluto. Mis temores se confirmaron cuando cogió a uno de los revolucionarios y le metió tal golpe que lo dejó KO de un solo puñetazo. No pude creerme lo que estaba viendo, me habría esperado que Tobías disparase a Matt, se le veía con unas ganas tremendas, pero no que Gusi, con lo tranquilo que estaba, hiciese algo tan alocado.
El frágil hilo que ataba con pinzas la confianza entre nosotros y los revolucionarios acababa de quebrarse como un cristal tras caer desde el palo mayor de un buque de guerra. Matt y la chica se pusieron alerta, Matt desenvainó un sable y ella sacó dos pistolas, con una de ellas apuntó directamente a Tobías con la otra se mantenía alerta sin apuntar a nadie. Por más que Gusi decía que no pasaba nada, y mientras despertaba a ese hombre que él mismo había dejado inconsciente, los otros tres soldados revolucionarios que estaban cerca de él se lanzaban a la par a por su persona. La mujer disparaba directamente a la cabeza de Tobías y Matt se lanzaba enfurecido a por mí.
Apenas me dio tiempo a sacar la espada maestra y bloquearle, pero lo logré por la mínima. Podía sentir su bushoushoku haki, su espada estaba tomando un tono ennegrecido. Rápidamente activé también mi haki de armadura, así como el de observación. No pensaba dejarle que me cogiese desprevenido. Tan solo temía una cosa. Que esa tipa también lo dominase y cogiese a Tobías desprevenido, o que Gusi no se diera cuenta de que tres tipos se lanzaban directamente a por él. ¿Qué mierda acabas de hacer estúpido peliblanco?
Me hallaba chocando espadas con el revolucionario. Era una batalla por ver quién tenía más fuerza de empuje para desestabilizar al adversario. Me miró con unos ojos inyectados en sangre, estaba realmente furioso.
-Sabía que no podía fiarme de vosotros, marines. Me las pagaréis. ¡Has agotado mi paciencia, teniente-comandante!
Tenía más fuerza que yo, me hacía retroceder. No tenía una buena posición para apartarle de mí, por lo que tan solo podía hacer una cosa. Activé mi ámbito de energía de viento y lo hice recorrer el filo de la espada, me dejé ganar un poco de terreno y curvé la espada, causándole un pequeño corte en su hombro izquierdo y lo hizo retroceder un momento. Ahora ya pude mantener mi posición y prepararme para los embistes de ese hombre, quien parecía enfurecido.
Realmente era normal que estuviese así, a saber el tiempo que llevaban preparando esta misión encubierta, y ahora en un momento se encuentran con un grupo de marines que desbarata todos sus planes en un instante. Estoy seguro que ahora se arrepentiría de haberse puesto de nuestro lado, tal vez eran buenas personas si decidieron aliarse a un grupo de marines, sus archienemigos, pero ahora no había nada que hacer. Tal vez a Gusi le convendría ser derrotado por estos dos tipos antes que resultar victorioso y que le diese de hostias. No sabía que diablos había pasado por su mente, pero no le iba a permitir salir impune de esta. Tendría un castigo ejemplar pues no solo desobedeció órdenes directas atacando tan gratuítamente a ese revolucionario, sino que cometió una terrible imprudencia que podría costarnos la vida y el éxito de la misión.
Tobías parece que se resignaba, y Gusi parecía algo ausente, más como queriendo mantenerse al margen. Respiré un poco aliviado, parecía que no iba a haber dificultades por parte de mis hombres. Ahora tan solo me quedaba esperar que se fiasen los revolucionarios. Una palabra mal pronunciada podría llevarnos a un enfrentamiento contra ellos ahora mismo, y aunque ellos parecían ser dos tan solo, y nosotros tres, no podíamos subestimarlos hasta no saber cuán poderosos pueden llegar a ser. No me gusta nada enfrentarme a un rival cuyo poder desconozco.
De quien si que sabía ya algo era del tirano, el "Caudillo", tenía el poder e influencia suficiente para lograr que la gente esté de su lado tan solo con el temor que inspira su nombre. Quién sabe qué habrá llegado a hacer en esta isla para lograr acabar con el control de toda ella tan solo infundiéndoles miedo, era algo que simplemente no quería enfrentar a solas, por ello acepté en mi propia mente hacer este pequeño "pacto" con esos revolucionarios.
Gusi se levantó y fue a acercarse a los hombres que habían ayudado en la batalla desde la retaguardia de los criminales que yacían sin vida en el suelo. No sabía qué tramaba, y eso me asustaba, el peliblanco es demasiado impulsivo, y no me gustaba en lo absoluto. Mis temores se confirmaron cuando cogió a uno de los revolucionarios y le metió tal golpe que lo dejó KO de un solo puñetazo. No pude creerme lo que estaba viendo, me habría esperado que Tobías disparase a Matt, se le veía con unas ganas tremendas, pero no que Gusi, con lo tranquilo que estaba, hiciese algo tan alocado.
El frágil hilo que ataba con pinzas la confianza entre nosotros y los revolucionarios acababa de quebrarse como un cristal tras caer desde el palo mayor de un buque de guerra. Matt y la chica se pusieron alerta, Matt desenvainó un sable y ella sacó dos pistolas, con una de ellas apuntó directamente a Tobías con la otra se mantenía alerta sin apuntar a nadie. Por más que Gusi decía que no pasaba nada, y mientras despertaba a ese hombre que él mismo había dejado inconsciente, los otros tres soldados revolucionarios que estaban cerca de él se lanzaban a la par a por su persona. La mujer disparaba directamente a la cabeza de Tobías y Matt se lanzaba enfurecido a por mí.
Apenas me dio tiempo a sacar la espada maestra y bloquearle, pero lo logré por la mínima. Podía sentir su bushoushoku haki, su espada estaba tomando un tono ennegrecido. Rápidamente activé también mi haki de armadura, así como el de observación. No pensaba dejarle que me cogiese desprevenido. Tan solo temía una cosa. Que esa tipa también lo dominase y cogiese a Tobías desprevenido, o que Gusi no se diera cuenta de que tres tipos se lanzaban directamente a por él. ¿Qué mierda acabas de hacer estúpido peliblanco?
Me hallaba chocando espadas con el revolucionario. Era una batalla por ver quién tenía más fuerza de empuje para desestabilizar al adversario. Me miró con unos ojos inyectados en sangre, estaba realmente furioso.
-Sabía que no podía fiarme de vosotros, marines. Me las pagaréis. ¡Has agotado mi paciencia, teniente-comandante!
Tenía más fuerza que yo, me hacía retroceder. No tenía una buena posición para apartarle de mí, por lo que tan solo podía hacer una cosa. Activé mi ámbito de energía de viento y lo hice recorrer el filo de la espada, me dejé ganar un poco de terreno y curvé la espada, causándole un pequeño corte en su hombro izquierdo y lo hizo retroceder un momento. Ahora ya pude mantener mi posición y prepararme para los embistes de ese hombre, quien parecía enfurecido.
Realmente era normal que estuviese así, a saber el tiempo que llevaban preparando esta misión encubierta, y ahora en un momento se encuentran con un grupo de marines que desbarata todos sus planes en un instante. Estoy seguro que ahora se arrepentiría de haberse puesto de nuestro lado, tal vez eran buenas personas si decidieron aliarse a un grupo de marines, sus archienemigos, pero ahora no había nada que hacer. Tal vez a Gusi le convendría ser derrotado por estos dos tipos antes que resultar victorioso y que le diese de hostias. No sabía que diablos había pasado por su mente, pero no le iba a permitir salir impune de esta. Tendría un castigo ejemplar pues no solo desobedeció órdenes directas atacando tan gratuítamente a ese revolucionario, sino que cometió una terrible imprudencia que podría costarnos la vida y el éxito de la misión.
Tobías Thorn
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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La tensión se podía palpar a pesar de que se estuviera haciendo una tregua entre nosotros, parecía que no sólo yo no me fiaba de ellos, si no que ellos no lo hacían de nosotros. - Putos revolucionarios y sus ansías de heroicidad. - pensaba una y otra vez. Les encantaba hacer creer al pueblo que su única salvación eran ellos y que los malos éramos nosotros, se jactaban de que consumíamos las islas desde dentro imponiendo nuestras reglas por gusto. No podía evitar odiarlos ya que conseguían minar las confianzas de las personas en las instituciones cuando la mayoría de nosotros luchábamos para mejorar el mundo. A mí personalmente nunca se me vería dándome un baño de masas tras capturar a algún asesino u ladrón, mientras ellos abusaban de toda la caridad de las personas. - Joder, si quieren hacer el bien que se alisten y lo mejoren desde dentro. Siempre perderán la razón mientras siempre se mantengan al margen de la ley y sus normas. Era mi forma de pensar y de momento ninguno había conseguido hacer que cambiase de idea, aunque entendía en parte a Kimura.
Al parecer "El Caudillo" era lo suficientemente peligroso como para que necesitásemos ayuda de estos tipos de dudosa reputación e intenté relajarme para no joder la unión. No podía interponer mis sentimientos por encima de la misión, ya que a mis ojos sería hacer como ellos. Primero iba el bien común y luego mis deseos personales, pero eso no significaba que fuese a fiarme de ellos, si no que los vigilaría para verlos cometer un error y entonces ahí estaría.
Los miraba a todos detenidamente cuando me fijé en que Gusi se acercaba a los tipos con su típica forma de actuar. Andaba despreocupado como si nada o nadie le molestase, parecía que se dirigía a los revolucionarios de forma amigable, seguramente intentaría mediar con sus tonterías para que los revos aceptasen, pero entonces consiguió sorprenderme de verdad. Sin previo aviso golpeó a unos de los hombres noqueándolo de un golpe y cargándolo como un saco de patatas. - ¿Qué habrá entendido éste como alianza? - pensé sorprendido. Una sonrisa asomó a mi rostro nada más ver a mi compañero tan despreocupado como siempre con el "revo" al hombro. A veces conseguía sacarme de quicio, pero otras como ésta hacía que no me arrepintiese de ser nakamas. Había hecho lo que yo anhelaba hacer, sabía que no era lo mejor para nuestra misión y que seguramente Kimura le impondría algún castigo por desobedecer órdenes directas, pero a mí hoy me caía mejor.
Todo comenzó muy rápido tras el golpe al revolucionario distraído, aunque no me cogió desprevenido puesto que estaba preparado para un mal movimiento de parte de los tipos, asique nada más ver como la joven que había estado acosando sacaba dos pistolas use el Soru para ocultarme tras la barra haciendo que vasos y botellas salieran desperdigadas por todos lados mientras preparaba mis propias armas. Menos mal que mi instinto fue el acertado puesto que disparaba en mi dirección. Mi condición de logia me daba ventaja contra ataques normales, pero me gustaba ser precavido ya que nunca sabías quien era lo suficientemente fuerte para saber haki y menos mal... En cuanto asomé la cabeza las balas comenzaron a silbar con un tono morado que no me gustaba nada, esa perra podía matarme.
Empezaba a ver lo malo de la nueva situación. Estos revolucionarios sabían defenderse, Gusi estaba enzarzado con cuatro de los supervivientes y Kimura con Matt que se lo estaba poniendo igual de difícil que la preciosidad a mí, pero no pensaba rendirme. La tipa había optado por mi misma acción buscando cobertura detrás de la mesa que yo mismo había volcado sacando sus pistolas cada vez por un lado distintinto sin dejarme un blanco claro. La situación se estaba desmadrando y no podía arriesgarme a disparar a los contrincantes de mis amigos, ya que temía que una tiro errase y diese a alguno de ellos. Tenía que acabar con la joven que era la que no me permitía acercarme puesto que en mi cabeza ahora mismo no cabía el pensar en esperar a ser acorralado si superaban a alguno de ellos. Había que actuar.
Esperé pacientemente a que la chica gastase alguno de los cargadores para tener que recargar mientras activaba mi técnica con la que obtenía un aumento de la velocidad, además de un nuevo look ya que mis cabellos se tornaban verdosos mientras estaba activa. Salí en el momento preciso recurriendo al Soru de nuevo para acortar la distancia que nos separaba. La perra era rápida puesto que había sacado de nuevo una de las armas por el borde derecho desde mi perspectiva consiguiendo que una de las balas consiguiera darme rozando a la altura del hombro haciendo que un grito de rabia y dolor saliera por mi boca, aunque ya no había nada que me detendría puesto que ya estaba a escasos centímetros propinándole una patada con la planta del pie contra la mesa usando toda la fuerza que llevaba acumulada en mi acometida consiguiendo que la mesa golpease a la joven despidiéndola hacia atrás completamente desiquilabrada.
- ¡Quietos ahora mismo perros revolucionarios! - grité apuntando a la joven de forma amenazadora. - ¡Soltad las armas si queréis que esta perra no muera ahora mismo!
Estaría herido de un brazo, pero podía abrirle un tercer ojo si quería desde esta distancia aún con una sola mano, pero no quería desobedecer a Kimura si no era necesario. El marine quería intentar algo con ellos y había sido Gusi el que la había liado, pero las órdenes eran órdenes. Una sola palabra del pelirrojo y la perra moriría por mucho que soltase las pistolas como estaba haciendo. Mi finalidad con lo que estaba haciendo era que los demás si apreciaban la vida de la joven dejarían de atacar a mis nakamas al ver peligrar su vida haciendo así que ganásemos una gran ventaja y sin desobeceder mis órdenes, aunque sí a mis instintos. Ojalá Kimura ya no quisiera seguir aliándose con esta escoria y me dejara encerrarlos por atacarnos y autoproclamarse miembros de la revolución, además ahora si que era difícil que nadie se fiase de nadie por los actos del peliblanco.
Al parecer "El Caudillo" era lo suficientemente peligroso como para que necesitásemos ayuda de estos tipos de dudosa reputación e intenté relajarme para no joder la unión. No podía interponer mis sentimientos por encima de la misión, ya que a mis ojos sería hacer como ellos. Primero iba el bien común y luego mis deseos personales, pero eso no significaba que fuese a fiarme de ellos, si no que los vigilaría para verlos cometer un error y entonces ahí estaría.
Los miraba a todos detenidamente cuando me fijé en que Gusi se acercaba a los tipos con su típica forma de actuar. Andaba despreocupado como si nada o nadie le molestase, parecía que se dirigía a los revolucionarios de forma amigable, seguramente intentaría mediar con sus tonterías para que los revos aceptasen, pero entonces consiguió sorprenderme de verdad. Sin previo aviso golpeó a unos de los hombres noqueándolo de un golpe y cargándolo como un saco de patatas. - ¿Qué habrá entendido éste como alianza? - pensé sorprendido. Una sonrisa asomó a mi rostro nada más ver a mi compañero tan despreocupado como siempre con el "revo" al hombro. A veces conseguía sacarme de quicio, pero otras como ésta hacía que no me arrepintiese de ser nakamas. Había hecho lo que yo anhelaba hacer, sabía que no era lo mejor para nuestra misión y que seguramente Kimura le impondría algún castigo por desobedecer órdenes directas, pero a mí hoy me caía mejor.
Todo comenzó muy rápido tras el golpe al revolucionario distraído, aunque no me cogió desprevenido puesto que estaba preparado para un mal movimiento de parte de los tipos, asique nada más ver como la joven que había estado acosando sacaba dos pistolas use el Soru para ocultarme tras la barra haciendo que vasos y botellas salieran desperdigadas por todos lados mientras preparaba mis propias armas. Menos mal que mi instinto fue el acertado puesto que disparaba en mi dirección. Mi condición de logia me daba ventaja contra ataques normales, pero me gustaba ser precavido ya que nunca sabías quien era lo suficientemente fuerte para saber haki y menos mal... En cuanto asomé la cabeza las balas comenzaron a silbar con un tono morado que no me gustaba nada, esa perra podía matarme.
Empezaba a ver lo malo de la nueva situación. Estos revolucionarios sabían defenderse, Gusi estaba enzarzado con cuatro de los supervivientes y Kimura con Matt que se lo estaba poniendo igual de difícil que la preciosidad a mí, pero no pensaba rendirme. La tipa había optado por mi misma acción buscando cobertura detrás de la mesa que yo mismo había volcado sacando sus pistolas cada vez por un lado distintinto sin dejarme un blanco claro. La situación se estaba desmadrando y no podía arriesgarme a disparar a los contrincantes de mis amigos, ya que temía que una tiro errase y diese a alguno de ellos. Tenía que acabar con la joven que era la que no me permitía acercarme puesto que en mi cabeza ahora mismo no cabía el pensar en esperar a ser acorralado si superaban a alguno de ellos. Había que actuar.
Esperé pacientemente a que la chica gastase alguno de los cargadores para tener que recargar mientras activaba mi técnica con la que obtenía un aumento de la velocidad, además de un nuevo look ya que mis cabellos se tornaban verdosos mientras estaba activa. Salí en el momento preciso recurriendo al Soru de nuevo para acortar la distancia que nos separaba. La perra era rápida puesto que había sacado de nuevo una de las armas por el borde derecho desde mi perspectiva consiguiendo que una de las balas consiguiera darme rozando a la altura del hombro haciendo que un grito de rabia y dolor saliera por mi boca, aunque ya no había nada que me detendría puesto que ya estaba a escasos centímetros propinándole una patada con la planta del pie contra la mesa usando toda la fuerza que llevaba acumulada en mi acometida consiguiendo que la mesa golpease a la joven despidiéndola hacia atrás completamente desiquilabrada.
- ¡Quietos ahora mismo perros revolucionarios! - grité apuntando a la joven de forma amenazadora. - ¡Soltad las armas si queréis que esta perra no muera ahora mismo!
Estaría herido de un brazo, pero podía abrirle un tercer ojo si quería desde esta distancia aún con una sola mano, pero no quería desobedecer a Kimura si no era necesario. El marine quería intentar algo con ellos y había sido Gusi el que la había liado, pero las órdenes eran órdenes. Una sola palabra del pelirrojo y la perra moriría por mucho que soltase las pistolas como estaba haciendo. Mi finalidad con lo que estaba haciendo era que los demás si apreciaban la vida de la joven dejarían de atacar a mis nakamas al ver peligrar su vida haciendo así que ganásemos una gran ventaja y sin desobeceder mis órdenes, aunque sí a mis instintos. Ojalá Kimura ya no quisiera seguir aliándose con esta escoria y me dejara encerrarlos por atacarnos y autoproclamarse miembros de la revolución, además ahora si que era difícil que nadie se fiase de nadie por los actos del peliblanco.
Gusi
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El marine sintió como un silencio atroz rodeo todo la taberna. Al levantar la vista observo como los demás revolucionarios que estaban cerca de él empezaron a rodearle con malas caras. En ese momento empezó a oírse el ruido de espadas chocando y disparos de batalla. Cuando Gusi fue a ver qué pasaba uno de los revolucionarios le propino un puñetazo haciéndole que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas. El marine según caía activo su akuma y volvió a levantarse de forma muy rígida y terrorífica, bueno todo lo terrorífica que podía ser con un hombro semi-inconsciente en el hombro. Los revolucionarios se sorprendieron al ver lo sucedido pero rápidamente se pusieron en guardia para volver a atacar.
Gusi se agachó cubriéndose con el cuerpo que portaba en el hombro, el cual fue golpeado por sus compañeros. El tipo que estaba medio muerto emitía ruidos de dolor ante los golpes de sus compañeros los cuales intentaban golpear al escurridizo marine. Pasados unos minutos los tipos empezaron a disminuir los golpes y Gusi aprovecho para hacer girar a aquel tipo sobre su cabeza, formando un torbellino humano que golpeo a todos los revolucionarios e hizo que cayeran de culo al suelo. Después Gusi dejo el cuerpo y se acercó al tipo que le había golpeado.
-¿Eso que me has dado antes era un puñetazo?- Gusi hablaba teatralmente mientras el tipo ponía una cara de terror despampanante.-Esto es un puñetazo.-el marine le lanzó un directo en todo el rostro, que hizo que el revolucionario cayera de espaldas inconsciente. El marine nada más incorporarse fue golpeado por una silla que casi hace que se quedara KO. Al voltearse con cara de horror activo su brazalete rojo, el cual empezó a extenderse por todo el cuerpo hasta formar una armadura prodigiosa y majestuosa.
-A ver qué fuertes sois ahora. Golpear con todas vuestras fuerzas.- dijo Gusi retándolos para que la armadura fuera golpeada y se cargaran los reactores que esta portaba, mientras se ponía de pie. Los revolucionarios empezaron a golpear con sus puños, después con objetos que había cerca como sillas y mesas, pero los golpes no parecían afectar al marine. Después de unos minutos Gusi adquirió una pose de bailarina de ballet y activando un propulsor del codo empezó a dar vueltas golpeando con fuerza a los tres revolucionarios que cayeron inconscientes al suelo.
Cuando el cuerpo de Gusi iba parando por la inercia el impactó de algo en el casco le hizo girar la cabeza de forma brusca. Al mirar de qué se trataba observo como la chica revolucionaria le había disparado en la cabeza mientras a la vez se batía en duelo con Tobías, haciéndola un enemigo peligroso. El nakama parecía tener la situación controlada, pero desde la perspectiva de Gusi se podía apreciar como la joven estaba a punto de dispararle con un arma que ocultaba tras la pierna.
El marine agarró el cuerpo del tipo que tuvo en el hombro y lo lanzó al aire. Gusi levitó a un metro del suelo (aproximadamente) y antes de que cayera el cuerpo del revolucionario, Gusi libero toda la energía que le quedaba al traje en una potente patada de futbolista. El cuerpo del revolucionario fue golpeado y recorrió toda la taberna como un relámpago, impactando en el lugar donde se encontraba la joven. Gusi suspiraba dentro del traje esperando que hubiera conseguido detenerla, y entonces sonó los gemidos del tipo que había sido lanzado. Gusi arrugó la nariz sorprendido por la resistencia de aquel hombre que se había quedado inconsciente con el primer golpe, pero que ahora no era capaz ni de morirse en silencio.
Gusi se agachó cubriéndose con el cuerpo que portaba en el hombro, el cual fue golpeado por sus compañeros. El tipo que estaba medio muerto emitía ruidos de dolor ante los golpes de sus compañeros los cuales intentaban golpear al escurridizo marine. Pasados unos minutos los tipos empezaron a disminuir los golpes y Gusi aprovecho para hacer girar a aquel tipo sobre su cabeza, formando un torbellino humano que golpeo a todos los revolucionarios e hizo que cayeran de culo al suelo. Después Gusi dejo el cuerpo y se acercó al tipo que le había golpeado.
-¿Eso que me has dado antes era un puñetazo?- Gusi hablaba teatralmente mientras el tipo ponía una cara de terror despampanante.-Esto es un puñetazo.-el marine le lanzó un directo en todo el rostro, que hizo que el revolucionario cayera de espaldas inconsciente. El marine nada más incorporarse fue golpeado por una silla que casi hace que se quedara KO. Al voltearse con cara de horror activo su brazalete rojo, el cual empezó a extenderse por todo el cuerpo hasta formar una armadura prodigiosa y majestuosa.
-A ver qué fuertes sois ahora. Golpear con todas vuestras fuerzas.- dijo Gusi retándolos para que la armadura fuera golpeada y se cargaran los reactores que esta portaba, mientras se ponía de pie. Los revolucionarios empezaron a golpear con sus puños, después con objetos que había cerca como sillas y mesas, pero los golpes no parecían afectar al marine. Después de unos minutos Gusi adquirió una pose de bailarina de ballet y activando un propulsor del codo empezó a dar vueltas golpeando con fuerza a los tres revolucionarios que cayeron inconscientes al suelo.
Cuando el cuerpo de Gusi iba parando por la inercia el impactó de algo en el casco le hizo girar la cabeza de forma brusca. Al mirar de qué se trataba observo como la chica revolucionaria le había disparado en la cabeza mientras a la vez se batía en duelo con Tobías, haciéndola un enemigo peligroso. El nakama parecía tener la situación controlada, pero desde la perspectiva de Gusi se podía apreciar como la joven estaba a punto de dispararle con un arma que ocultaba tras la pierna.
El marine agarró el cuerpo del tipo que tuvo en el hombro y lo lanzó al aire. Gusi levitó a un metro del suelo (aproximadamente) y antes de que cayera el cuerpo del revolucionario, Gusi libero toda la energía que le quedaba al traje en una potente patada de futbolista. El cuerpo del revolucionario fue golpeado y recorrió toda la taberna como un relámpago, impactando en el lugar donde se encontraba la joven. Gusi suspiraba dentro del traje esperando que hubiera conseguido detenerla, y entonces sonó los gemidos del tipo que había sido lanzado. Gusi arrugó la nariz sorprendido por la resistencia de aquel hombre que se había quedado inconsciente con el primer golpe, pero que ahora no era capaz ni de morirse en silencio.
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Nuestras armas chocaban y se repelían, evadíamos por centímetros golpes del adversario. Matt era realmente un rival temible, no lograba encontrar ni una sola abertura, y si no llegase a ser por mi kenbunshoku no habría llegado ni hasta aquí luchando contra él. Los embates sonaban con un fuerte sonido metálico de las hojas metálicas al replicar la una contra la otra, generando pequeñas ondas que nos afectaban tan solo a nosotros, situados en su epicentro. Había que hacer algo para cambiar el flujo del combate, y solo se me ocurría una cosa, la cual era muy arriesgada.
Me concentré y activé mi kotto senmon a la vez que le permitía atravesar mi defensa en un movimiento muy arriesgado. Potencié mis extremidades explotando la energía acumulada en ella para lograr llegar hasta el cuerpo de ese hombre. No pensaba arriesgarme ni tan solo por un poco, por lo que utilicé mi haki armadura y fui directo al brazo que empuñaba esa espada. Si no se la segaba con la energía de viento, le dejaría el músculo tan destrozado que le estaría doliendo el resto de su jodida vida.
Su hoja me alcanzó en el costado derecho a la vez que mi espada maestra rodeado de energía de viento golpeaba directamente a su brazo. El arma se le cayó, era el momento perfecto ahora que el dolor recorría su cuerpo. Le barrí los pies y le hice caer a la vez que yo mismo caía sobre él con la rodilla oprimiendo la herida recién hecha y le amenazaba el cuello.
-Rendiros Matt. No me obligues a mataros.
En ese momento veía uno de sus hombres salir volando por encima mía, me llamó la atención. Se estrelló contra la mujer que estaba tirada en el suelo, amenazada por Tobías. Parecía que estaba consiguiendo reducirla sin demasiadas dificultades. Pero no debí haber apartado la mirada. Un golpe en la cabeza me hizo caer de lado dando una vuelta en el suelo, un fuerte golpe que me dejó aturdido un segundo, cuando volví en mí y me quise fijar en Matt, éste estaba lanzándome un puñetazo con dicha extremidad ennegrecida, no me dio tiempo a evadirlo y me golpeó en toda la cara haciendome caer de nuevo en la misma dirección.
-¡Jamás perderemos ante unos malditos marines! Que te entre en la cabeza maldito imbécil. Habéis intentado jugar con nosotros y ahora no hay vuelta atrás. Moriréis hoy.
Aquellas palabras me cabrearon más que el golpe que acababa de recibir directamente. Escuché unos disparos. La mujer parecía haber recobrado la compostura y ahora estaba arrinconando a Tobías, incluso parecía que mantenía a raya a Gusi. Esa mujer parecía ser de armas tomar. Esta situación era peor de lo que me podía imaginar. El revolucionario venía nuevamente a por mí. Lancé un corte al aire en su dirección, lanzando una onda cortante impregnada con mi haki y energía de viento, no serviría más que para permitirme volver al combate. Levantarme y seguir con aquello.
Logré ponerme en pie, comenzaba a jadear. Matt estaba con una rodilla clavada en el suelo de madera y sujetando su espada con la mano zurda, le había jodido la diestra, la cual estaba colgando y sangrando en abundancia. O eso daba a entender su camisa de tela completamente ensangrentada y el pequeño charco que se estaba formando en el suelo. A todo esto ahora parecía que tenía una pierna herida. Por mi parte estaba un poco aturdido por el golpe, por no decir que me sangraba la boca y notaba un hinchazón en la mejilla derecha. Seguramente me habría hecho algún tipo de brecha, pero no era el momento de fijarse en esas cosas.
-¡No hables de quién morirá hoy! -grité enfurecido. Me estaba sacando de mis casillas el estúpido, y mi furia no hacía más que aumentar- Si alguien va a caer hoy, vas a ser tú maldito.
Una bala perdida me rozó en el brazo derecho, la dirección de donde estaba la mujer. La miré de reojo, parecía más preocupada por Matt que por los dos que se lanzaban a por ella. No pude evitar hacer una mueca de dolor, el revolucionario con un alarido se levantó lanzándose a por mí nuevamente. Esto acabaría en el próximo embate.
Me concentré y activé mi kotto senmon a la vez que le permitía atravesar mi defensa en un movimiento muy arriesgado. Potencié mis extremidades explotando la energía acumulada en ella para lograr llegar hasta el cuerpo de ese hombre. No pensaba arriesgarme ni tan solo por un poco, por lo que utilicé mi haki armadura y fui directo al brazo que empuñaba esa espada. Si no se la segaba con la energía de viento, le dejaría el músculo tan destrozado que le estaría doliendo el resto de su jodida vida.
Su hoja me alcanzó en el costado derecho a la vez que mi espada maestra rodeado de energía de viento golpeaba directamente a su brazo. El arma se le cayó, era el momento perfecto ahora que el dolor recorría su cuerpo. Le barrí los pies y le hice caer a la vez que yo mismo caía sobre él con la rodilla oprimiendo la herida recién hecha y le amenazaba el cuello.
-Rendiros Matt. No me obligues a mataros.
En ese momento veía uno de sus hombres salir volando por encima mía, me llamó la atención. Se estrelló contra la mujer que estaba tirada en el suelo, amenazada por Tobías. Parecía que estaba consiguiendo reducirla sin demasiadas dificultades. Pero no debí haber apartado la mirada. Un golpe en la cabeza me hizo caer de lado dando una vuelta en el suelo, un fuerte golpe que me dejó aturdido un segundo, cuando volví en mí y me quise fijar en Matt, éste estaba lanzándome un puñetazo con dicha extremidad ennegrecida, no me dio tiempo a evadirlo y me golpeó en toda la cara haciendome caer de nuevo en la misma dirección.
-¡Jamás perderemos ante unos malditos marines! Que te entre en la cabeza maldito imbécil. Habéis intentado jugar con nosotros y ahora no hay vuelta atrás. Moriréis hoy.
Aquellas palabras me cabrearon más que el golpe que acababa de recibir directamente. Escuché unos disparos. La mujer parecía haber recobrado la compostura y ahora estaba arrinconando a Tobías, incluso parecía que mantenía a raya a Gusi. Esa mujer parecía ser de armas tomar. Esta situación era peor de lo que me podía imaginar. El revolucionario venía nuevamente a por mí. Lancé un corte al aire en su dirección, lanzando una onda cortante impregnada con mi haki y energía de viento, no serviría más que para permitirme volver al combate. Levantarme y seguir con aquello.
Logré ponerme en pie, comenzaba a jadear. Matt estaba con una rodilla clavada en el suelo de madera y sujetando su espada con la mano zurda, le había jodido la diestra, la cual estaba colgando y sangrando en abundancia. O eso daba a entender su camisa de tela completamente ensangrentada y el pequeño charco que se estaba formando en el suelo. A todo esto ahora parecía que tenía una pierna herida. Por mi parte estaba un poco aturdido por el golpe, por no decir que me sangraba la boca y notaba un hinchazón en la mejilla derecha. Seguramente me habría hecho algún tipo de brecha, pero no era el momento de fijarse en esas cosas.
-¡No hables de quién morirá hoy! -grité enfurecido. Me estaba sacando de mis casillas el estúpido, y mi furia no hacía más que aumentar- Si alguien va a caer hoy, vas a ser tú maldito.
Una bala perdida me rozó en el brazo derecho, la dirección de donde estaba la mujer. La miré de reojo, parecía más preocupada por Matt que por los dos que se lanzaban a por ella. No pude evitar hacer una mueca de dolor, el revolucionario con un alarido se levantó lanzándose a por mí nuevamente. Esto acabaría en el próximo embate.
Tobías Thorn
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Una sonrisa afloró a mi rostro mientras mis cabellos volvían a la normalidad, parecía que comenzábamos a controlar la situación. La chica seguía tendida en el suelo y Kimura acababa de tumbar al tal Matt manteniéndose encima de él, aunque lo que más me sorprendió fue Gusi. No sabía de donde había sacado la armadura que lo recubría y menos donde la había llevado todo este tiempo. Me distraí observándole como golpeaba y pateaba revolucionarios con pasmosa facilidad. - Esto está ganado - pensé equivocadamente.
Las cosas de repente se volvieron a torcer. Gusi había lanzado a uno de los revolucionarios contra la joven y fue cuando me di cuenta de que acababa de salvarme de un tiro traicionero, pero la joven supo sacarle provecho a la confusión que comenzó a reinar otra vez consiguiendo coger la mesa por las patas golpeandome con ella haciendo que cayera de espaldas mientras maldecía en silencio por dejarme coger desprevenido cuando la situación nos era tan favorable.
Aproveché que la joven se disponía a recuperar sus pistolas para yo resguardarme detrás de una columna adyacente buscando cobertura, y menos mal pues los tiros comenzaron a sonar de nuevo volviendo a cómo estábamos, aunque para mí algo peor puesto que una de mis pistolas se había caído durante el empellón. - Maldita zorra - farfullé para mí mismo tras comprobar la situación, incluso parecía dispararle a Gusi para mantenerlo a raya.
Disparaba de vez en cuando hacia la joven para mantenerla a cubierto de mis balas y pendiente de mí con la intención de que mi compañero ganase terreno hacia la muchacha por las espaldas. Él iba cubierto completamente con aquella extraña armadura y quizás aguantaba bien los disparos. Todo dependía de que el joven pudiese ganarle las espaldas a la muchacha para intentar noquearla, pero necesitaba tenerla más ocupada y para eso necesitaba recuperar la otra pistola para conseguirle a mi nakama los segundos necesarios con la ráfaga de disparos hacia la chica, aunque para ello tuviese que arriesgar mi cobertura exponiéndome a sus ataques. Sólo esperaba que Gusi aprovechase la oportunidad, puesto que no sabía si iba a salir muy bien parado de aquella estrategia.
Aguardé pacientemente al momento. Había cambiado el cargador y tenía otro listo para la otra pistola asique cuando la revolucionaria aprovechó que yo no la disparaba se atrevió a descubrirse un momento para a apuntar a Kimura y a Matt que seguían en su lucha personal. Aproveché el momento para salir lanzando una onda cortante hacia la joven para conseguir que tuviera que resguardarse, pero yo nada más landar la onda usé el Soru para salir disparado hacia el arma. La chica era dura de roer y sólo se cubrió unos instantes antes de salir de nuevo enfurecida apuntándome con su arma a la vez que yo acaba de cargar mis armas para intentar dispararla. Conseguí disparar tres veces con mis armas, aunque no fui el único ya que ella fue más rápida ganándome este duelo de pistolero. Dos balas me alcanzaron ocasionándome un dolor horrible haciendo que errasen mis disparos saliendo así la revolucionaria ilesa mientras que sus dos balas penetraron en mi cuerpo. Una entró a la altura del hombro mientras que la otra entró por el cuadriceps. Caí de rodillas dolorido, porque me costaba apoyar el peso sobre la pierna herida y la tiparraca tenía en el rostro una mezcla de sadismon y satisfacción, aunque de repente su rostro cambió a otro.
No sabía si debía ser la sonrisa que mostré a pesar de estar a su merced a simple vista, quizás eso la confundía, pero yo sabía algo que ella no. Mi actitud kamikaze había conseguido que la chica se olvidase de su alrededor a excepción de mí. Se notaba que se lo había hecho pasar mal cuando la estuve baboseando y por lo tanto me tenía un odio palpable, pero a pesar de mis daños había picado el anzuelo. Un manchurrón rojo se aproximaba detrás de ella a toda prisa mientras ella se regodeaba apuntándome de nuevo con su arma. Parecía disfrutarlo, aunque esperaba que mi nakama no la dejase terminar con su venganza.
Las cosas de repente se volvieron a torcer. Gusi había lanzado a uno de los revolucionarios contra la joven y fue cuando me di cuenta de que acababa de salvarme de un tiro traicionero, pero la joven supo sacarle provecho a la confusión que comenzó a reinar otra vez consiguiendo coger la mesa por las patas golpeandome con ella haciendo que cayera de espaldas mientras maldecía en silencio por dejarme coger desprevenido cuando la situación nos era tan favorable.
Aproveché que la joven se disponía a recuperar sus pistolas para yo resguardarme detrás de una columna adyacente buscando cobertura, y menos mal pues los tiros comenzaron a sonar de nuevo volviendo a cómo estábamos, aunque para mí algo peor puesto que una de mis pistolas se había caído durante el empellón. - Maldita zorra - farfullé para mí mismo tras comprobar la situación, incluso parecía dispararle a Gusi para mantenerlo a raya.
Disparaba de vez en cuando hacia la joven para mantenerla a cubierto de mis balas y pendiente de mí con la intención de que mi compañero ganase terreno hacia la muchacha por las espaldas. Él iba cubierto completamente con aquella extraña armadura y quizás aguantaba bien los disparos. Todo dependía de que el joven pudiese ganarle las espaldas a la muchacha para intentar noquearla, pero necesitaba tenerla más ocupada y para eso necesitaba recuperar la otra pistola para conseguirle a mi nakama los segundos necesarios con la ráfaga de disparos hacia la chica, aunque para ello tuviese que arriesgar mi cobertura exponiéndome a sus ataques. Sólo esperaba que Gusi aprovechase la oportunidad, puesto que no sabía si iba a salir muy bien parado de aquella estrategia.
Aguardé pacientemente al momento. Había cambiado el cargador y tenía otro listo para la otra pistola asique cuando la revolucionaria aprovechó que yo no la disparaba se atrevió a descubrirse un momento para a apuntar a Kimura y a Matt que seguían en su lucha personal. Aproveché el momento para salir lanzando una onda cortante hacia la joven para conseguir que tuviera que resguardarse, pero yo nada más landar la onda usé el Soru para salir disparado hacia el arma. La chica era dura de roer y sólo se cubrió unos instantes antes de salir de nuevo enfurecida apuntándome con su arma a la vez que yo acaba de cargar mis armas para intentar dispararla. Conseguí disparar tres veces con mis armas, aunque no fui el único ya que ella fue más rápida ganándome este duelo de pistolero. Dos balas me alcanzaron ocasionándome un dolor horrible haciendo que errasen mis disparos saliendo así la revolucionaria ilesa mientras que sus dos balas penetraron en mi cuerpo. Una entró a la altura del hombro mientras que la otra entró por el cuadriceps. Caí de rodillas dolorido, porque me costaba apoyar el peso sobre la pierna herida y la tiparraca tenía en el rostro una mezcla de sadismon y satisfacción, aunque de repente su rostro cambió a otro.
No sabía si debía ser la sonrisa que mostré a pesar de estar a su merced a simple vista, quizás eso la confundía, pero yo sabía algo que ella no. Mi actitud kamikaze había conseguido que la chica se olvidase de su alrededor a excepción de mí. Se notaba que se lo había hecho pasar mal cuando la estuve baboseando y por lo tanto me tenía un odio palpable, pero a pesar de mis daños había picado el anzuelo. Un manchurrón rojo se aproximaba detrás de ella a toda prisa mientras ella se regodeaba apuntándome de nuevo con su arma. Parecía disfrutarlo, aunque esperaba que mi nakama no la dejase terminar con su venganza.
Gusi
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Gusi observaba sorprendido como al disiparse el polvo que había provocado, al lanzar a aquel revolucionario, aparecía la figura de la mujer poniéndose en pie y apuntando con sus dos pistolas al aire. Como auto reflejo el marine se ocultó detrás de una mesa para evitar ser disparado, luego se dio unos golpecitos en el casco y se dio cuenta que iba reforzado con la armadura por todo el cuerpo y sería casi imposible que le consiguieran herir. Así pues, se puso serio y decidió ir a ayudar a sus nakamas.
Nada más asomar la mirada por encima de la mesa en la que se encontraba oculto un disparo hizo que salieran astillas por el aire. Pero el marine no se achanto y se puso en pie como un machote, mientras se dirigía hacia la tipa revolucionaria. Con cada paso que daba recibía un balazo que le hacía desequilibrase e incluso retroceder unos centímetros. Aquella mujer a pesar de ser una experta con las armas, no le hacía falta mirar a Gusi para tenerle a raya. Pero gracias a que Tobías la estaba atacando por otro franco, el marine podía avanzar muy poco a poco.
El marine se frustraba por no poder avanzar más rápido, pero es que la joven era realmente sobrenatural, haciendo que con cada disparo a Gusi le costara avanzar, emulando la sensación de estar atravesando una fuerte ventisca. Los disparos en los hombros y cabeza le hacían girar su cuerpo mientras avanzaba, pero los disparos en los pies le hacían perder el equilibrio y apenas dejarle dar un paso. Aquello era un infierno, pero en medio de la batalla ocurrió algo extraño.
Tobías lanzo una onda cortante, lo cual sorprendió a Gusi, y después corrió a toda velocidad a por una de sus armas. El marine no sabía explicar que ocurrió en aquel momento, pero su compañero acabó siendo herido. Una gran furia recorrió todo su cuerpo mientras observaba como las ropas de Tobías iban adquiriendo un color rojizo. Gusi dio un grito y libero la energía de los propulsores de sus piernas, los cuales se habían cargado por los balazos, y salió como un torpedo contra la joven revolucionaria recibiendo algunos balazos antes de impactarla.
El marine la placó por la cadera mientras ella estaba a punto de darle el golpe de gracia a Tobías. Del golpe, atravesaron la estancia hasta llegar al final, y entonces el marine empezó a golpearla con todas su rabia. Mientras Gusi la golpeaba observo que una de sus armas debía habérsela caído por el choque, pues la joven tenía una mano libre. Gusi golpeaba ferozmente puñetazo tras puñetazo, pero una vez su rabia y velocidad fue disminuyendo observo como la joven no parecía malherida y una sonrisa emanaba de su rostro. El marine al observarlo se quedó paralizado sin saber muy bien que hacer, y entonces recibió un disparo en la frente que le hizo mirar el techo de la taberna, acompañado por una patada/puñetazo en el pecho que le hizo caer de espaldas y recorrer algunos metros por el suelo.
Nada más asomar la mirada por encima de la mesa en la que se encontraba oculto un disparo hizo que salieran astillas por el aire. Pero el marine no se achanto y se puso en pie como un machote, mientras se dirigía hacia la tipa revolucionaria. Con cada paso que daba recibía un balazo que le hacía desequilibrase e incluso retroceder unos centímetros. Aquella mujer a pesar de ser una experta con las armas, no le hacía falta mirar a Gusi para tenerle a raya. Pero gracias a que Tobías la estaba atacando por otro franco, el marine podía avanzar muy poco a poco.
El marine se frustraba por no poder avanzar más rápido, pero es que la joven era realmente sobrenatural, haciendo que con cada disparo a Gusi le costara avanzar, emulando la sensación de estar atravesando una fuerte ventisca. Los disparos en los hombros y cabeza le hacían girar su cuerpo mientras avanzaba, pero los disparos en los pies le hacían perder el equilibrio y apenas dejarle dar un paso. Aquello era un infierno, pero en medio de la batalla ocurrió algo extraño.
Tobías lanzo una onda cortante, lo cual sorprendió a Gusi, y después corrió a toda velocidad a por una de sus armas. El marine no sabía explicar que ocurrió en aquel momento, pero su compañero acabó siendo herido. Una gran furia recorrió todo su cuerpo mientras observaba como las ropas de Tobías iban adquiriendo un color rojizo. Gusi dio un grito y libero la energía de los propulsores de sus piernas, los cuales se habían cargado por los balazos, y salió como un torpedo contra la joven revolucionaria recibiendo algunos balazos antes de impactarla.
El marine la placó por la cadera mientras ella estaba a punto de darle el golpe de gracia a Tobías. Del golpe, atravesaron la estancia hasta llegar al final, y entonces el marine empezó a golpearla con todas su rabia. Mientras Gusi la golpeaba observo que una de sus armas debía habérsela caído por el choque, pues la joven tenía una mano libre. Gusi golpeaba ferozmente puñetazo tras puñetazo, pero una vez su rabia y velocidad fue disminuyendo observo como la joven no parecía malherida y una sonrisa emanaba de su rostro. El marine al observarlo se quedó paralizado sin saber muy bien que hacer, y entonces recibió un disparo en la frente que le hizo mirar el techo de la taberna, acompañado por una patada/puñetazo en el pecho que le hizo caer de espaldas y recorrer algunos metros por el suelo.
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Matt me embistió con el cuerpo haciéndome caer al suelo. De una patada le aparté, haciendole caer hacia mi derecha. Me volví para tirarme encima suyo e inmovilizarlo, pero me vi obligado a soltar mi espada para bloquear su mano con las dos mías, ya que de no ser así me habría rebanado el pescuezo antes de que pudiera hacer nada. Forcejeamos mientras le aplastaba las piernas con las rodillas para que no me pudiera devolver el golpe. Por suerte su brazo derecho estaba inutilizado por mi anterior golpe.
-Matt. Rendiros. No tenéis nada que hacer.
Gusi acababa de embestir a la mujer, y éste se quedó mirando, momento que aproveché para retorcerle la muñeca y hacerle soltar el arma, acompañada de un alarido de dolor. Volvió a prestarme atención, percatándose que lo que acababa de hacer era la peor opción que podía haber tomado.
-No tienes ni idea de lo que hay ahí dentro marine. Ni puta idea de a qué te enfrentas.
-No me importa Matt. He venido con un único objetivo. Liberar la isla del crimen. Y pienso hacerlo. Y por lo que a mí respecta, un revolucionario es tan peligroso como un pirata.
No era nada cierto. Matt finalmente había sido reducido y no podía hacer más que redimirse, no podía moverse, tenía la muñeca entumecida, un brazo inmóvil y sangrando y las piernas reducidas. No tenía nada de movimiento. A mi punto de vista no me diferencio tanto de un revolucionario. Con la diferencia de que yo acato las leyes y las normas, por lo tanto ellos son tan criminales como los piratas. La única diferencia es su carácter y la forma que tienen de hacer las cosas.
-Rendiros en este momento y nadie más morirá. Tendréis un juicio como cualquiera.
Parecía que se lo estaba pensando, solamente se quedó callado, pensativo. Algo me decía que estaba logrando algún avance. Se acabaría este estúpido enfrentamiento en un momento. De pronto un duro impacto en el costado me hizo caer a mi anterior posición, donde me había hecho caer Matt en un principio. Pude oler la pólvora y sentir el quemazón de un disparo bien preciso, cuyo impacto me lanzó liberando a Matt. Esto no era bueno. Esa estúpida tiparraca estaba logrando mantener a raya a Gusi y Tobías, e incluso me había logrado golpear a mí en dos ocasiones.
Nada más caer al suelo pude escuchar el sonido del metal siendo arrastrado. Matt había vuelto a coger la espada y se lanzaba a por mí con ese arma en ristre, dispuesto a atravesarme y dejarme clavado en el suelo. Solo había una cosa que pudiera hacer, y no lo pensé ni por un instante, fue más bien un acto reflejo. Con mi brazo izquierdo alcanzaba la espada que me había visto obligado a soltar hacía unos instantes, con mi brazo derecho canalizaba mi haki armadura. Él también lo utilizaba pero no podía encontrar otra forma de bloquear eso.
Con mi brazo derecho detuve la espada a la vez que con el izquierdo imitaba si movimiento, atravesando su pecho justo por el centro y sacando la espada por el otro lado. Apreté los dientes conteniendo el dolor del brazo derecho y el mero hecho de aguantarle encima, pues su peso caía aplomo. Su rostro mostraba una expresión tan profunda de dolor que tan solo podía plasmarse con una mirada perdida a la nada. Sus ojos no tardaron en ponerse en blanco y tuve que empujar su cuerpo para que no me cayese encima. Mi brazo derecho estaba sangrando, mi costado izquierdo agujereado y en el derecho una pequeña herida que había logrado atravesar mi cota de mayas, de ese golpe que me dejé dar en un principio para anular ese brazo de Matt. Mi rostro estaba algo hinchado y sangraba por la boca y el pómulo derecho. Pero había conseguido cargarme a ese cabrón.
Me levanté costosamente sacando la espada del cuerpo sin vida del revolucionario. Observé a esa mujer, la cual parecía haber entrado en shock y furia por lo que acababa de ver. Pegó un buen grito a la vez que yo preparaba un nuevo ataque, esta vez contra ella. Dejé caer la espada y cogí mi arco estirando la cuerda y haciendo aparecer una flecha en su interior.
-No lo intentes, o acabarás como él.
Se lanzó a por mí olvidándose de Gusi que comenzaba a saltarle encima desde atrás. Por si no llegaba a tiempo yo me concentré y apunté a la parte baja de su cuerpo canalizando mi más poderosa técnica de viento. Esto no sería capaz de esquivarlo en ese estado.
-Kaze... -susurré.
Solté la flecha, la cual voló generando una corriente de viento en su dirección. La flecha le acertó en una pierna y el proyectil le atravesó, saliendo por detrás. Por desgracia ella también había abierto fuego. Ambos caíamos al suelo. Ella con un agujero en uno de sus muslos, yo con uno en mi brazo derecho, volvió a alcanzarme ahí la muy desgraciada. Clavé la rodilla y me quedé mirando a Gusi, parecía que la tenía a su merced. Desvié la mirada y pude ver a Tobías en el suelo, sangrando.
Observé a la mujer con ojos de furia. Parecía que había abandonado ya toda esperanza. Suerte para ella si su deseo era morir.
-Acaba con ella Gusi. No podemos arriesgarnos... Tú lo has empezado todo. Acábalo.
Lancé una dura mirada a mi compañero y segundo al mando. Por su culpa ahora estábamos Tobías y yo en ese estado. Más le valía a él estar en mejor estado para poder cubrir una retirada al barco en caso de ser necesaria. En lo que a mí respecta estaba bastante magullado, y Tobías parecía que estaba más agujereado que yo. Por suerte parecía que todo estaba por terminar. Solo esperaba que el Caudillo se haya marchado, confiando en que sus hombres nos acabarían.
-Matt. Rendiros. No tenéis nada que hacer.
Gusi acababa de embestir a la mujer, y éste se quedó mirando, momento que aproveché para retorcerle la muñeca y hacerle soltar el arma, acompañada de un alarido de dolor. Volvió a prestarme atención, percatándose que lo que acababa de hacer era la peor opción que podía haber tomado.
-No tienes ni idea de lo que hay ahí dentro marine. Ni puta idea de a qué te enfrentas.
-No me importa Matt. He venido con un único objetivo. Liberar la isla del crimen. Y pienso hacerlo. Y por lo que a mí respecta, un revolucionario es tan peligroso como un pirata.
No era nada cierto. Matt finalmente había sido reducido y no podía hacer más que redimirse, no podía moverse, tenía la muñeca entumecida, un brazo inmóvil y sangrando y las piernas reducidas. No tenía nada de movimiento. A mi punto de vista no me diferencio tanto de un revolucionario. Con la diferencia de que yo acato las leyes y las normas, por lo tanto ellos son tan criminales como los piratas. La única diferencia es su carácter y la forma que tienen de hacer las cosas.
-Rendiros en este momento y nadie más morirá. Tendréis un juicio como cualquiera.
Parecía que se lo estaba pensando, solamente se quedó callado, pensativo. Algo me decía que estaba logrando algún avance. Se acabaría este estúpido enfrentamiento en un momento. De pronto un duro impacto en el costado me hizo caer a mi anterior posición, donde me había hecho caer Matt en un principio. Pude oler la pólvora y sentir el quemazón de un disparo bien preciso, cuyo impacto me lanzó liberando a Matt. Esto no era bueno. Esa estúpida tiparraca estaba logrando mantener a raya a Gusi y Tobías, e incluso me había logrado golpear a mí en dos ocasiones.
Nada más caer al suelo pude escuchar el sonido del metal siendo arrastrado. Matt había vuelto a coger la espada y se lanzaba a por mí con ese arma en ristre, dispuesto a atravesarme y dejarme clavado en el suelo. Solo había una cosa que pudiera hacer, y no lo pensé ni por un instante, fue más bien un acto reflejo. Con mi brazo izquierdo alcanzaba la espada que me había visto obligado a soltar hacía unos instantes, con mi brazo derecho canalizaba mi haki armadura. Él también lo utilizaba pero no podía encontrar otra forma de bloquear eso.
Con mi brazo derecho detuve la espada a la vez que con el izquierdo imitaba si movimiento, atravesando su pecho justo por el centro y sacando la espada por el otro lado. Apreté los dientes conteniendo el dolor del brazo derecho y el mero hecho de aguantarle encima, pues su peso caía aplomo. Su rostro mostraba una expresión tan profunda de dolor que tan solo podía plasmarse con una mirada perdida a la nada. Sus ojos no tardaron en ponerse en blanco y tuve que empujar su cuerpo para que no me cayese encima. Mi brazo derecho estaba sangrando, mi costado izquierdo agujereado y en el derecho una pequeña herida que había logrado atravesar mi cota de mayas, de ese golpe que me dejé dar en un principio para anular ese brazo de Matt. Mi rostro estaba algo hinchado y sangraba por la boca y el pómulo derecho. Pero había conseguido cargarme a ese cabrón.
Me levanté costosamente sacando la espada del cuerpo sin vida del revolucionario. Observé a esa mujer, la cual parecía haber entrado en shock y furia por lo que acababa de ver. Pegó un buen grito a la vez que yo preparaba un nuevo ataque, esta vez contra ella. Dejé caer la espada y cogí mi arco estirando la cuerda y haciendo aparecer una flecha en su interior.
-No lo intentes, o acabarás como él.
Se lanzó a por mí olvidándose de Gusi que comenzaba a saltarle encima desde atrás. Por si no llegaba a tiempo yo me concentré y apunté a la parte baja de su cuerpo canalizando mi más poderosa técnica de viento. Esto no sería capaz de esquivarlo en ese estado.
-Kaze... -susurré.
Solté la flecha, la cual voló generando una corriente de viento en su dirección. La flecha le acertó en una pierna y el proyectil le atravesó, saliendo por detrás. Por desgracia ella también había abierto fuego. Ambos caíamos al suelo. Ella con un agujero en uno de sus muslos, yo con uno en mi brazo derecho, volvió a alcanzarme ahí la muy desgraciada. Clavé la rodilla y me quedé mirando a Gusi, parecía que la tenía a su merced. Desvié la mirada y pude ver a Tobías en el suelo, sangrando.
Observé a la mujer con ojos de furia. Parecía que había abandonado ya toda esperanza. Suerte para ella si su deseo era morir.
-Acaba con ella Gusi. No podemos arriesgarnos... Tú lo has empezado todo. Acábalo.
Lancé una dura mirada a mi compañero y segundo al mando. Por su culpa ahora estábamos Tobías y yo en ese estado. Más le valía a él estar en mejor estado para poder cubrir una retirada al barco en caso de ser necesaria. En lo que a mí respecta estaba bastante magullado, y Tobías parecía que estaba más agujereado que yo. Por suerte parecía que todo estaba por terminar. Solo esperaba que el Caudillo se haya marchado, confiando en que sus hombres nos acabarían.
Tobías Thorn
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La joven llevaba la muerte escrita en su rostro. Parecía gozar haciéndome sentir tan indefenso ante ella. Estaba vengándose por todo lo que hice, pero ese fue su error. Mi compañero con su brillante armadura empujó a la joven saliendo los dos volando hasta estrellarse en el fondo de la estancia. Parecía la típica escena del caballero de brillante armadura salvando a la damisela en apuros. No me gustaba tener que ser la damisela en esta historia, pero me alegraba no morir a manos de aquella perra revolucionaria. Me alivié momentáneamente al ver que Gusi comenzaba a golpear a la joven de una forma brutal y pensando que esa parte estaba despachada me arrastré hacia la mesa llena de balazos que la revolucionaria había estado usando como cobertura.
Comencé a quitarme la parte superior de mi vestimenta para comprobar el estado del primer balazo que había recibido. Tenía mala pinta, pero dudaba que cualquier herida de bala tuviese buen aspecto. No tenía conocimientos sobre como tratar este tipo de heridas, pero aún así me rasgé el pantalón a la altura del segundo para mirarlo también. - Joder, esta parece peor - pensé al ver que esa sangraba más. Sabía que tenía que intentar parar la hemorragia asique sacando mi daga rasgé la mitad de la parte de arriba de la ropa para sacar un par de cachos. Até uno de los trozos alrededor de la herida haciéndome sufrir por partida doble ya que al usar el brazo donde me habían disparado también dolía.
Una vez apañado más o menos comencé a usar una técnica curativa que había aprendido [Manual Micaiah] para mitigar el dolor y suavizar las heridas cuando escuché la voz de Kimura y un grito de la joven haciendo que me fijase en ellos. Me había abstraído de todos ellos pensando que ya todo estaba medio solucionado, pero la revolucionaria había mostrado otra vez una fuerza que no esperaba que tuviese. La siguiente escena fue bastante rápida pues en un momento Kimura había materializado una flecha en el arco que portaba consiguiendo atravesar una de sus piernas con un tiro limpio, pero la perra impía también golpeó consigiendo que el pelirrojo quedase herido de un brazo.
Me sentía inquieto. No podía hacer nada para rematar a la joven puesto que estaba completamente herido y había soltado mis pistolas en algún momento que ahora no recordaba. Las esperanzas residían todas en Gusi y un escalofrío recorrió mi cuerpo nada más pensarlo, aunque en parte era lo justo. Él la había liado y él tenía que solucionarlo.
Comencé a quitarme la parte superior de mi vestimenta para comprobar el estado del primer balazo que había recibido. Tenía mala pinta, pero dudaba que cualquier herida de bala tuviese buen aspecto. No tenía conocimientos sobre como tratar este tipo de heridas, pero aún así me rasgé el pantalón a la altura del segundo para mirarlo también. - Joder, esta parece peor - pensé al ver que esa sangraba más. Sabía que tenía que intentar parar la hemorragia asique sacando mi daga rasgé la mitad de la parte de arriba de la ropa para sacar un par de cachos. Até uno de los trozos alrededor de la herida haciéndome sufrir por partida doble ya que al usar el brazo donde me habían disparado también dolía.
Una vez apañado más o menos comencé a usar una técnica curativa que había aprendido [Manual Micaiah] para mitigar el dolor y suavizar las heridas cuando escuché la voz de Kimura y un grito de la joven haciendo que me fijase en ellos. Me había abstraído de todos ellos pensando que ya todo estaba medio solucionado, pero la revolucionaria había mostrado otra vez una fuerza que no esperaba que tuviese. La siguiente escena fue bastante rápida pues en un momento Kimura había materializado una flecha en el arco que portaba consiguiendo atravesar una de sus piernas con un tiro limpio, pero la perra impía también golpeó consigiendo que el pelirrojo quedase herido de un brazo.
Me sentía inquieto. No podía hacer nada para rematar a la joven puesto que estaba completamente herido y había soltado mis pistolas en algún momento que ahora no recordaba. Las esperanzas residían todas en Gusi y un escalofrío recorrió mi cuerpo nada más pensarlo, aunque en parte era lo justo. Él la había liado y él tenía que solucionarlo.
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Gusi observó el techo de la taberna por unos segundos, pensando en la suerte que tenía de tener aquella armadura que le había salvado de la muerte en varias ocasiones aquel día. También observó como el techo estaba un poco desquebrajado, seguramente del primer disparo que dio. Le sorprendió que aquel lugar siguiera en pie después d ela enorme batalla que estaban teniendo. Lo habría hecho algún buen arquitecto, tal vez debería contratarle para hacer su casa si algún día decidía jubilarse. El marine dio un largo suspiro dentro de su traje y se incorporó, sentándose en el suelo lo más rápido que pudo. Cuando su mirada recorrió el establecimiento observo como sus nakamas estaban malheridos y aun enfrentándose a la joven revolucionaria. Por todo lo demás estaba tal y como estaba cuando cayó de espaldas al suelo, todo destrozado y lleno de cuerpo inertes por todos lados.
Tobías parecía encontrarse alejado del combate, mientras intentaba sanar sus heridas. Kimura estaba entablando un duelo con la joven, lo cual fue algo sobrenatural. El Capitán materializo una flecha en su arco y lo lanzó fugazmente a la joven, la cual cayó de rodillas al ser atravesada por la flecha. Gusi se quedó boquiabierto por las enormes habilidades de su superior que aun daba por desconocidas, pero entonces la mirada del marine se posó en Kimura y observó como en medio del combate la joven consiguió dispararle en el brazo antes de caer al suelo. Gusi observó como Kimura estaba malherido en varias partes más y comprendió que era el peor segundo al mando del mundo, ¿cómo había permitido que su Capitán hubiera sido herido en una taberna cutre como aquella?
La rabia de Gusi se plasmó su retina, creando un destello rojizo, y este empezó a cargar sus guantes de un color rojizo oscuro, casi negro (no era haki). Se puso en pie y fue directo a la jovenzuela que aún seguía dispuesta a combatir. La joven empezó a disparar a Gusi a una velocidad sobrenatural, pero la rabia que recorría las venas del marine no le hicieron ni flaquear al dar los pasos hacía la joven. Una vez estaba relativamente cerca de ella, la joven no hizo achante de huir, simplemente se quedó allí plantada esperando a que el marine la volviera a golpear y la hiciera reír de nuevo, mientras con las pistolas le seguía disparando.
Gusi echo su brazo hacía detrás y dando un fuerte puñetazo al aire libero su “Manual de Genkidama” creando una enorme onda de choque, pero además de eso libero el poder de sus guantes los cuales tenían un color negro carbón. Creando una enorme bola de fuego que ilumino toda el lugar. La joven se quedó sorprendida al ver como aquella enorme bola de fuego estaba a escasos centímetros de golpearla, pero la sorpresa del ataque fue que aquella bola de fuego tenía un as bajo la manga. Al impactar con el cuerpo de la joven, a pesar de estar recubierto por haki, la enorme bola de fuego explotó haciendo que la joven saliera disparada dando volteretas por la taberna. Su cuerpo fue chocando con las sillas, mesas y cadáveres que había por la zona y acabando insertada en la pared haciendo que parara en seco. Alrededor de la joven se fueron creando unas enorme grietas, como si la energía cinética aun la estuviera empujando a pesar de estar incrustada en un lugar sólido y la comprimiese con una fuerte fuerza.
La atmosfera se cargó de un calor similar a una sauna con algunas ascuas que revoloteaban por el lugar. Pero los Crisom parecía que no habían sido malheridos por el ataque de Gusi. De repente, la joven alzó el brazo apuntando con su arma a Gusi haciendo que el tiempo se para por un segundo y todos los presentes la observaran con algo de respeto al haber sobrevivido a tal ataque apocalíptico. Pero la joven vacilo con el arma moviéndola de un lado a otro, para al final bajar la cabeza y el brazo de golpe. Su arma cayó al suelo, y seguramente la joven se quedó inconsciente a pesar de su enorme resistencia.
El marine al ver que la situación parecía haber terminado, se quitó su armadura, transformándose de nuevo en un brazalete rojo y corrió raudo a ayudar a su Capitán. El cual tenía una cara similar a un boxeador después de un combate. Perdón, de un combate “perdido”. Después observó a Tobías el cual parecía estar bien a pesar de tener un par de balazos.
-Señor, ¿se encuentra bien?-dijo el marine con preocupación en la voz. Mientras buscaba algún remedio para calmar y curar las heridas de sus nakamas.
Tobías parecía encontrarse alejado del combate, mientras intentaba sanar sus heridas. Kimura estaba entablando un duelo con la joven, lo cual fue algo sobrenatural. El Capitán materializo una flecha en su arco y lo lanzó fugazmente a la joven, la cual cayó de rodillas al ser atravesada por la flecha. Gusi se quedó boquiabierto por las enormes habilidades de su superior que aun daba por desconocidas, pero entonces la mirada del marine se posó en Kimura y observó como en medio del combate la joven consiguió dispararle en el brazo antes de caer al suelo. Gusi observó como Kimura estaba malherido en varias partes más y comprendió que era el peor segundo al mando del mundo, ¿cómo había permitido que su Capitán hubiera sido herido en una taberna cutre como aquella?
La rabia de Gusi se plasmó su retina, creando un destello rojizo, y este empezó a cargar sus guantes de un color rojizo oscuro, casi negro (no era haki). Se puso en pie y fue directo a la jovenzuela que aún seguía dispuesta a combatir. La joven empezó a disparar a Gusi a una velocidad sobrenatural, pero la rabia que recorría las venas del marine no le hicieron ni flaquear al dar los pasos hacía la joven. Una vez estaba relativamente cerca de ella, la joven no hizo achante de huir, simplemente se quedó allí plantada esperando a que el marine la volviera a golpear y la hiciera reír de nuevo, mientras con las pistolas le seguía disparando.
Gusi echo su brazo hacía detrás y dando un fuerte puñetazo al aire libero su “Manual de Genkidama” creando una enorme onda de choque, pero además de eso libero el poder de sus guantes los cuales tenían un color negro carbón. Creando una enorme bola de fuego que ilumino toda el lugar. La joven se quedó sorprendida al ver como aquella enorme bola de fuego estaba a escasos centímetros de golpearla, pero la sorpresa del ataque fue que aquella bola de fuego tenía un as bajo la manga. Al impactar con el cuerpo de la joven, a pesar de estar recubierto por haki, la enorme bola de fuego explotó haciendo que la joven saliera disparada dando volteretas por la taberna. Su cuerpo fue chocando con las sillas, mesas y cadáveres que había por la zona y acabando insertada en la pared haciendo que parara en seco. Alrededor de la joven se fueron creando unas enorme grietas, como si la energía cinética aun la estuviera empujando a pesar de estar incrustada en un lugar sólido y la comprimiese con una fuerte fuerza.
La atmosfera se cargó de un calor similar a una sauna con algunas ascuas que revoloteaban por el lugar. Pero los Crisom parecía que no habían sido malheridos por el ataque de Gusi. De repente, la joven alzó el brazo apuntando con su arma a Gusi haciendo que el tiempo se para por un segundo y todos los presentes la observaran con algo de respeto al haber sobrevivido a tal ataque apocalíptico. Pero la joven vacilo con el arma moviéndola de un lado a otro, para al final bajar la cabeza y el brazo de golpe. Su arma cayó al suelo, y seguramente la joven se quedó inconsciente a pesar de su enorme resistencia.
El marine al ver que la situación parecía haber terminado, se quitó su armadura, transformándose de nuevo en un brazalete rojo y corrió raudo a ayudar a su Capitán. El cual tenía una cara similar a un boxeador después de un combate. Perdón, de un combate “perdido”. Después observó a Tobías el cual parecía estar bien a pesar de tener un par de balazos.
-Señor, ¿se encuentra bien?-dijo el marine con preocupación en la voz. Mientras buscaba algún remedio para calmar y curar las heridas de sus nakamas.
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Esa tiparraca todavía parecía tener fuerzas, y más importante todavía, voluntad. No podría dar un paso, pero mis palabras la advirtieron sobre Gusi y se puso en guardia lanzando balazos hacia esa armadura andante. Un buen recurso por parte de mi compañero, lo cierto es que es bastante útil algo así. Los disparos rebotaban en su armadura y se perdían hacia otras direcciones, por suerte no me hallaba en la trayectoria de ninguno, y Tobías estaba cubierto por una mesa, donde me pareció ver que rebotó alguna bala perdida.
Gusi llegó hasta su posición y pude sentir algo especial en ese puñetazo que le lanzaba, parecía estar enrojecido y emitir calor. El golpe fue demoledor, apenas ni me dio tiempo a percibir que la mujer salió despedida con una potencia impresionante. El golpe que fue acompañado de una explosión de llamas hizo volar a la revolucionaria en mi dirección, aunque más bien hacia mi lado izquierdo. Pasó como una bala y se estrelló contra la pared del fondo, destrozando mesas y sillas que todavía quedaban a su paso.
Giré la cabeza lentamente con cara de asombro. Desconocía que Gusi tuviese ese tipo de poder, y eso en parte me alegró tanto como me tranquilizó. ¿Pero porqué no utilizó eso cuando la embistió? Con la de golpes que le dio en ese momento, su cabeza y cuerpo habrían acabado cual pegatina en el suelo de lo aplastada que se habría quedado. Allí estaba ella, con el cuerpo clavado en la pared hundida por esa calamidad de golpe. Las ropas en llamas, que pronto desaparecerían, dejando a la mujer como hacía unos momentos cuando todavía era una "presa" junto a un tímido Matt.
Escuché un crujido que no me gustó nada. Esa pequeña onda de energía y el tremendo golpe de la mujer contra el techo había hecho que la grieta del techo se agrandase. Polvo comenzaba a caer mientras el crujir de la madera confirmaba mis peores sospechas. Algo me decía que esa mujer seguía con vida. Miré a Gusi nuevamente.
-Ponte esa armadura, coge los cuerpos de estos dos malditos y salid de aquí. Esto se viene abajo.
Me acerqué a Tobías, estábamos malheridos pero entre los dos podríamos salir de allí. Cuando le estaba sujetando, y él a mí, escuché un sonido extraño, no era crujir de madera, sino más bien como un lamento. Me quedé mirando y pude ver una cabeza asomando por detrás de la barra. El maldito tabernero no se había ido de allí, había estado escondido. ¿Acaso no tiene salida trasera y se había quedado encerrado allí?
-Tobías, vete. Hay un hombre allí.
Le solté y por más que me dolían las heridas, tenía las piernas enteras y pude acelerar mi paso y aproximarme a ese hombre que se me quedó mirando con cara de miedo.
-¡Venga, no hay tiempo de asustarse por nada!
Parecía más asustado de lo que se podía percibir en él a simple vista, incluso paralizado. Le pegué un tirón con mi mano izquierda y le hice salir de la barra por encima. No sabía de donde sacaba todavía tantas fuerzas, pero eso hizo que el hombre se espabilase y comenzase a correr, más rápido que yo, hacia la salida. De camino me di cuenta que tirada en el suelo se había quedado mi espada, por lo que la cogí y la enfundé nuevamente en su vaina. Fui el último en abandonar el local, que tan solo tardó unos diez o quince segundos más en venirse abajo. Esa grieta en el techo había afectado a una viga al parecer, y el devastador golpe de la mujer contra la pared agrandó esa debilidad, lo que hizo que el techo se debilitase lo suficiente como para venirse abajo.
Ya había pasado todo ahora tan solo me quedaba hacer una cosa más. Pero no era el momento, no delante de toda la gente... No pensaba humillar a Gusi en público, al fin y al cabo por ahora había salido bien la cosa. Tan solo habían quedado allí los cuerpos del montón de aquella veintena de tipos que nos habían atacado en un principio. Por lo menos esos ya estaban muertos, y los únicos cuerpos que me interesan eran los de esos dos, Matt y la chica. Si realmente son lo que dicen, serán conocidos entre los cuarteles de la marina y nos ganaremos alguna recompensa. Que toda esta mierda no haya sido en vano.
Miré alrededor, el hombre de detrás de la barra me agradecía por haberle sacado de allí, aunque por otro lado había sido nuestra culpa que el local se haya venido abajo, por lo que no pude ni mirarle a la cara. Por otra parte una buena cantidad de mirones estaba alrededor, algunos parecían asustados al ver el cuerpo sin vida de Matt, otros reían al ver la mujer, prácticamente desnuda al haberse incendiado sus ropas. Me acerqué a ella y le tomé el pulso. Era débil pero todavía estaba allí. Seguía viva.
-Volvamos al barco. Necesitamos trazar una estrategia ahora que sabemos a quién nos enfrentamos.
Costosamente me di la vuelta, comprobé que tenía todas mis armas y comencé a caminar dirección al barco. Gusi estaba entero, que cargase él con los dos cuerpos que por algo tenía esa armadura. Hasta le protegería de mancharse de sangre.
Gusi llegó hasta su posición y pude sentir algo especial en ese puñetazo que le lanzaba, parecía estar enrojecido y emitir calor. El golpe fue demoledor, apenas ni me dio tiempo a percibir que la mujer salió despedida con una potencia impresionante. El golpe que fue acompañado de una explosión de llamas hizo volar a la revolucionaria en mi dirección, aunque más bien hacia mi lado izquierdo. Pasó como una bala y se estrelló contra la pared del fondo, destrozando mesas y sillas que todavía quedaban a su paso.
Giré la cabeza lentamente con cara de asombro. Desconocía que Gusi tuviese ese tipo de poder, y eso en parte me alegró tanto como me tranquilizó. ¿Pero porqué no utilizó eso cuando la embistió? Con la de golpes que le dio en ese momento, su cabeza y cuerpo habrían acabado cual pegatina en el suelo de lo aplastada que se habría quedado. Allí estaba ella, con el cuerpo clavado en la pared hundida por esa calamidad de golpe. Las ropas en llamas, que pronto desaparecerían, dejando a la mujer como hacía unos momentos cuando todavía era una "presa" junto a un tímido Matt.
Escuché un crujido que no me gustó nada. Esa pequeña onda de energía y el tremendo golpe de la mujer contra el techo había hecho que la grieta del techo se agrandase. Polvo comenzaba a caer mientras el crujir de la madera confirmaba mis peores sospechas. Algo me decía que esa mujer seguía con vida. Miré a Gusi nuevamente.
-Ponte esa armadura, coge los cuerpos de estos dos malditos y salid de aquí. Esto se viene abajo.
Me acerqué a Tobías, estábamos malheridos pero entre los dos podríamos salir de allí. Cuando le estaba sujetando, y él a mí, escuché un sonido extraño, no era crujir de madera, sino más bien como un lamento. Me quedé mirando y pude ver una cabeza asomando por detrás de la barra. El maldito tabernero no se había ido de allí, había estado escondido. ¿Acaso no tiene salida trasera y se había quedado encerrado allí?
-Tobías, vete. Hay un hombre allí.
Le solté y por más que me dolían las heridas, tenía las piernas enteras y pude acelerar mi paso y aproximarme a ese hombre que se me quedó mirando con cara de miedo.
-¡Venga, no hay tiempo de asustarse por nada!
Parecía más asustado de lo que se podía percibir en él a simple vista, incluso paralizado. Le pegué un tirón con mi mano izquierda y le hice salir de la barra por encima. No sabía de donde sacaba todavía tantas fuerzas, pero eso hizo que el hombre se espabilase y comenzase a correr, más rápido que yo, hacia la salida. De camino me di cuenta que tirada en el suelo se había quedado mi espada, por lo que la cogí y la enfundé nuevamente en su vaina. Fui el último en abandonar el local, que tan solo tardó unos diez o quince segundos más en venirse abajo. Esa grieta en el techo había afectado a una viga al parecer, y el devastador golpe de la mujer contra la pared agrandó esa debilidad, lo que hizo que el techo se debilitase lo suficiente como para venirse abajo.
Ya había pasado todo ahora tan solo me quedaba hacer una cosa más. Pero no era el momento, no delante de toda la gente... No pensaba humillar a Gusi en público, al fin y al cabo por ahora había salido bien la cosa. Tan solo habían quedado allí los cuerpos del montón de aquella veintena de tipos que nos habían atacado en un principio. Por lo menos esos ya estaban muertos, y los únicos cuerpos que me interesan eran los de esos dos, Matt y la chica. Si realmente son lo que dicen, serán conocidos entre los cuarteles de la marina y nos ganaremos alguna recompensa. Que toda esta mierda no haya sido en vano.
Miré alrededor, el hombre de detrás de la barra me agradecía por haberle sacado de allí, aunque por otro lado había sido nuestra culpa que el local se haya venido abajo, por lo que no pude ni mirarle a la cara. Por otra parte una buena cantidad de mirones estaba alrededor, algunos parecían asustados al ver el cuerpo sin vida de Matt, otros reían al ver la mujer, prácticamente desnuda al haberse incendiado sus ropas. Me acerqué a ella y le tomé el pulso. Era débil pero todavía estaba allí. Seguía viva.
-Volvamos al barco. Necesitamos trazar una estrategia ahora que sabemos a quién nos enfrentamos.
Costosamente me di la vuelta, comprobé que tenía todas mis armas y comencé a caminar dirección al barco. Gusi estaba entero, que cargase él con los dos cuerpos que por algo tenía esa armadura. Hasta le protegería de mancharse de sangre.
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