Qui Gon Blackheart
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Qui Gon iba de camino a Casino Island, el barco navegaba sin problemas y el mar estaba en calma. Aquel barco se lo habían prestado a cambio de un trabajillo y tenía que devolverlo entero en menos de un mes. Ya estaban llegando al puerto y las gaviotas pululaban por las velas del barco. Qui Gon acercó lentamente el barco al muelle y echó las amarras.
- ¡Ya hemos llegado! La isla del juego… Espero que no sea ilegal apostar.
El luchador estirazó sus brazos mientras bostezaba y caminó lentamente hasta la tabla para bajar a tierra. Había mucha gente subiendo y bajando de los barcos. Se veían gente de dinero y había algún que otro tenryubito escoltado por guardaespaldas. Había llegado allí para disfrutar de un día en la isla del casino. Quizás ganarían algo de dinero extra o podrían simplemente disfrutar del paisaje. Al fornido le interesaba ir al enorme edificio del casino para investigar los diferentes juegos que había. Tomarse una buena jarra de hidromiel sería perfecto mientras investiga el funcionamiento de ese lugar. Se dirigió hasta la puerta del casino pero un par de hombres trajeados le detuvieron antes de que pudiese acercase a la entrada.
- ¿A dónde crees que vas? No me fio de ti con esas pintas, te vamos a tener que cachear.
- Sin ningún problema.
Aquellos hombres cachearon al luchador buscando algo peligroso. Le dejaron pasar puesto que no llevaba nada peligroso encima salvo sus guantes. Al parecer estaban prohibidas las armas explosivas dentro del local como bombas o detonadores.
- Disculpe señor, hemos recibido un aviso de un atentado terrorista y estamos en la obligación de registrar a toda personas sospechosa. Que pase un buen día en el casino y… “¡APUESTE AL 7 DE LA SUERTE!”
El fornido entró algo confuso. ¿Qué le verían aquellos hombres de sospechoso? El bullicio era enorme; los murmullos y gritos de gente se escuchaban por todas partes y las luces parpadeantes de las máquinas tragaperras iluminaban la zona. El luchador colocó sus manos en la cadera y miró hacia todos lados. “¿Dónde debería ir primero?”
- ¡Ya hemos llegado! La isla del juego… Espero que no sea ilegal apostar.
El luchador estirazó sus brazos mientras bostezaba y caminó lentamente hasta la tabla para bajar a tierra. Había mucha gente subiendo y bajando de los barcos. Se veían gente de dinero y había algún que otro tenryubito escoltado por guardaespaldas. Había llegado allí para disfrutar de un día en la isla del casino. Quizás ganarían algo de dinero extra o podrían simplemente disfrutar del paisaje. Al fornido le interesaba ir al enorme edificio del casino para investigar los diferentes juegos que había. Tomarse una buena jarra de hidromiel sería perfecto mientras investiga el funcionamiento de ese lugar. Se dirigió hasta la puerta del casino pero un par de hombres trajeados le detuvieron antes de que pudiese acercase a la entrada.
- ¿A dónde crees que vas? No me fio de ti con esas pintas, te vamos a tener que cachear.
- Sin ningún problema.
Aquellos hombres cachearon al luchador buscando algo peligroso. Le dejaron pasar puesto que no llevaba nada peligroso encima salvo sus guantes. Al parecer estaban prohibidas las armas explosivas dentro del local como bombas o detonadores.
- Disculpe señor, hemos recibido un aviso de un atentado terrorista y estamos en la obligación de registrar a toda personas sospechosa. Que pase un buen día en el casino y… “¡APUESTE AL 7 DE LA SUERTE!”
El fornido entró algo confuso. ¿Qué le verían aquellos hombres de sospechoso? El bullicio era enorme; los murmullos y gritos de gente se escuchaban por todas partes y las luces parpadeantes de las máquinas tragaperras iluminaban la zona. El luchador colocó sus manos en la cadera y miró hacia todos lados. “¿Dónde debería ir primero?”
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La isla estaba tranquil ese día salvo por el atentado de bomba que se había dado. Algún terrorista enfermo o algún pirata podía ser el causante de ello, pero también algún idiota con ganas de dar por culo. La cosa era que la persona que se había desplazado hasta aquel lugar simplemente buscaba relajarse un poco. Últimamente se desplazaba a muchas islas para entrenar o trabajar y ya se estaba cansando bastante. Ahora se iba a tomar unas pequeñas vacaciones en aquella isla. Aquella persona se trataba de la científica del gobierno, Milena Slicerin. Una chica joven de melena pelirroja y ojos del mismo tono. Vestía con una sudadera negra y unos pantalones del mismo color. En sus pies llevaba unas sandalias de madera que dejaban ver sus pies.
Al parecer en su cintura se podía ver una vaina dónde guardaba su katana. Había seducido fácilmente a unos marineros para que le llevaran pero a la hora de darles el premio de oro se había escabullido a una velocidad considerable. Ahora llegó hasta una puerta dónde al parecer había unos guardias registrando gente y demás. Cuando se acercó se quedaron mirándola con una sonrisa tranquila y uno de ellos le pidió que dejase sus armas en las manos de ellos. – ¿Ah? Solo es para defenderme ¿Vais a quitarme en serio mi llave anti violaciones? – Dicho aquello colocó su mano derecha en la mejilla del más fornido y empezó a acariciarle con una mirada un poco pícara.
Aquel hombre accedió enseguida dejándola pasar y ella simplemente sonrió de lado haciéndolo. Cuando estaba dentro se acercó a la barra de uno de los tantos bares que había en la zona y se sentó. Miró al camarero con toda la tranquilidad del mundo y le pidió una botella de ron. Cuando se la puso comenzó a beber tranquilamente notando como el líquido le caía por la garganta haciéndola sentir una sensación agradable e incómoda al mismo tiempo. Acto seguido se quedó mirando a la gente, la cual se ponía ya a apostar a los juegos de hacer como las cartas o los dados. Miraba bien quién podía ser el más adinerado para pegarse a él y tener todas sus vacaciones pagadas. Aunque claro si estaba bueno, mejor.
Al parecer en su cintura se podía ver una vaina dónde guardaba su katana. Había seducido fácilmente a unos marineros para que le llevaran pero a la hora de darles el premio de oro se había escabullido a una velocidad considerable. Ahora llegó hasta una puerta dónde al parecer había unos guardias registrando gente y demás. Cuando se acercó se quedaron mirándola con una sonrisa tranquila y uno de ellos le pidió que dejase sus armas en las manos de ellos. – ¿Ah? Solo es para defenderme ¿Vais a quitarme en serio mi llave anti violaciones? – Dicho aquello colocó su mano derecha en la mejilla del más fornido y empezó a acariciarle con una mirada un poco pícara.
Aquel hombre accedió enseguida dejándola pasar y ella simplemente sonrió de lado haciéndolo. Cuando estaba dentro se acercó a la barra de uno de los tantos bares que había en la zona y se sentó. Miró al camarero con toda la tranquilidad del mundo y le pidió una botella de ron. Cuando se la puso comenzó a beber tranquilamente notando como el líquido le caía por la garganta haciéndola sentir una sensación agradable e incómoda al mismo tiempo. Acto seguido se quedó mirando a la gente, la cual se ponía ya a apostar a los juegos de hacer como las cartas o los dados. Miraba bien quién podía ser el más adinerado para pegarse a él y tener todas sus vacaciones pagadas. Aunque claro si estaba bueno, mejor.
Nokotori Kurodoku
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Nokotori se encontraba en el barco que había conseguido Jhon. Por lo visto iban a visitar aquella isla para un trabajo, o al menos eso le dijo su compañero. Lo cierto es que era una isla llena de juegos de azar, lujuria y muchos pecados más. El espadachín estaba deseoso de ver a qué se iba a enfrentar, puesto que en aquel lugar se encontraban muchas veces los criminales más buscados o más peligrosos. El barco paró en seco y Nokotori escuchó como el ancla bajaba y el navío no se volvía a mover. Como de costumbre, el moreno solía estar en su camarote esperando a que el barco llegase a su destino. Se colocó sus espadas en la cintura, eran tres en total. Vestía su habitual camiseta de tirantes negra, dejando sus brazos bien definidos al descubierto, unos pantalones de color negro también llenos de bolsillos y sus botas que llegaban casi hasta la rodilla. Aquel calzado era demasiado cómodo.
Una vez que estaba preparado, agarró su pañuelo de color blanco y lo metió en su bolsillo derecho del pantalón. Aquel accesorio lo solía usar para recoger su bonita media melena de color oscuro. Sus ojos rojizos se posaron en la puerta y decidió salir. Una vez que estuvo en cubierta miró hacia todos lados buscando a su compañero. Fue hacia el timón y no encontró a Jhon. Nokotori suspiró con algo de pereza. -Puto Jhon, a saber dónde coño estará.-
Dio un salto para bajar del muelle, echó un vistazo y pudo ver como una gran cantidad de personas en aquella isla. Eso podría acarrear problemas en el transcurso de su misión puesto que habría personas que podrían molestar. Vio algunos nobles por ahí y un tipo con una burbuja en la cabeza. Nokotori sonrió y casi se ríe de aquella persona, pero algo le llamó la atención. Los guardias que custodiaban el edificio más grande de aquella isla iban cacheando a todos los que entraban. El moreno chasqueó con la lengua con un tono de molestia. De todos modos se acercó a la puerta e intentó entrar como si nada.
-¡Eh! ¡Tú! Con esos pinchos no puedes entrar…- Un guardia se dirigió al moreno haciéndole saber que no podía entrar en el edificio armado. Nokotori gruñó de ira y miró a aquellos tipos. Intentó pasar como si no pasase nada pero nuevamente cortaron su paso. -Oye ¿es que no escuchas lo que te digo?- Al decir aquello el guardia puso su mano sobre el pecho de Nokotori para parar su marcha. El espadachín miró hacia abajo y sonrió de lado. -Me cago en dios, que me dejéis pasar. No tenéis los suficientes huevos para arrebatarme a mis queridas. O me dejáis pasar o encontraréis una horrible muerte.-
Nokotori estaba enfadado, nadie conseguiría quitarle sus espadas por nada del mundo. Una vez que dijo aquello fue desenvainando poco a poco su espada de color blanco. Aquellos tipos eran muy, muy pesados.
Una vez que estaba preparado, agarró su pañuelo de color blanco y lo metió en su bolsillo derecho del pantalón. Aquel accesorio lo solía usar para recoger su bonita media melena de color oscuro. Sus ojos rojizos se posaron en la puerta y decidió salir. Una vez que estuvo en cubierta miró hacia todos lados buscando a su compañero. Fue hacia el timón y no encontró a Jhon. Nokotori suspiró con algo de pereza. -Puto Jhon, a saber dónde coño estará.-
Dio un salto para bajar del muelle, echó un vistazo y pudo ver como una gran cantidad de personas en aquella isla. Eso podría acarrear problemas en el transcurso de su misión puesto que habría personas que podrían molestar. Vio algunos nobles por ahí y un tipo con una burbuja en la cabeza. Nokotori sonrió y casi se ríe de aquella persona, pero algo le llamó la atención. Los guardias que custodiaban el edificio más grande de aquella isla iban cacheando a todos los que entraban. El moreno chasqueó con la lengua con un tono de molestia. De todos modos se acercó a la puerta e intentó entrar como si nada.
-¡Eh! ¡Tú! Con esos pinchos no puedes entrar…- Un guardia se dirigió al moreno haciéndole saber que no podía entrar en el edificio armado. Nokotori gruñó de ira y miró a aquellos tipos. Intentó pasar como si no pasase nada pero nuevamente cortaron su paso. -Oye ¿es que no escuchas lo que te digo?- Al decir aquello el guardia puso su mano sobre el pecho de Nokotori para parar su marcha. El espadachín miró hacia abajo y sonrió de lado. -Me cago en dios, que me dejéis pasar. No tenéis los suficientes huevos para arrebatarme a mis queridas. O me dejáis pasar o encontraréis una horrible muerte.-
Nokotori estaba enfadado, nadie conseguiría quitarle sus espadas por nada del mundo. Una vez que dijo aquello fue desenvainando poco a poco su espada de color blanco. Aquellos tipos eran muy, muy pesados.
Qui Gon Blackheart
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Una voz sonó detrás del luchador, parecía sonarle de algo y entonces se dio cuenta, era la de su compañero Nokoyuri. Entonces se golpeó en la frente con la palma de la mano. Maldita sea… No recordaba que lo había traído. Volvió hacia atrás rápidamente y pudo ver como el espadachín se encaraba con los guardias. Se acercó hasta donde estaban e intentó convencer a aquellos trajeados.
- Señores, tienen que dejarlo pasar, somos miembros de Kyofu no yohei, banda liderada por el sichibukai Madara. Estamos aquí para ayudar y no podremos hacerlo si no tenemos nuestras armas.
Los seguratas tras debatirlo le permitieron el paso con mirada desconfiada. El fornido se dirigió hacia el espadachín e intentó agarrarlo del brazo para llevarlo a dentro lo más rápido posible. Lo lograse o no intentaría hacerlo entrar con él.
- Bueno colega, ya estamos aquí. Los guardias están algo gilipollas con un aviso de bomba. Probablemente habrá sido algún tonto dándoselas de chulo. Si tenemos suerte lo pillamos y cobraremos una buena recompensa.
Tras hablar y entrar en el local Qui Gon echó un largo vistazo y pudo divisar un bar que le parecía bastante acogedor. Le hizo una seña a su compañero para ver si quería acompañarle.
- Bueno Nokoyuri, voy a tomarme algo al bar, si quieres puedes acompañarme y luego investigamos los alrededores. Tengo sed después de estar tanto tiempo en el barco… ¿No tienes ganas de un buen plato de arroz?
Tras esto el fornido iría hasta la barra y pediría una jarra de hidromiel. Se situaría junto a una mujer de pelo largo y pelirrojo. Vestía con una sudadera negra, pantalón del mismo color y sandalias de madera.
- ¡Saludos señorita! ¿Disfrutando de un buen ron?
Después de eso le daría un sorbo a la jarra disfrutando del frescor de su bebida y la colocaría lentamente sobre el posavasos. Espero que Nokoyuri no la lie mucho, ojalá el aviso sea real y podamos atrapar a uno o dos tontos de esos.
- Señores, tienen que dejarlo pasar, somos miembros de Kyofu no yohei, banda liderada por el sichibukai Madara. Estamos aquí para ayudar y no podremos hacerlo si no tenemos nuestras armas.
Los seguratas tras debatirlo le permitieron el paso con mirada desconfiada. El fornido se dirigió hacia el espadachín e intentó agarrarlo del brazo para llevarlo a dentro lo más rápido posible. Lo lograse o no intentaría hacerlo entrar con él.
- Bueno colega, ya estamos aquí. Los guardias están algo gilipollas con un aviso de bomba. Probablemente habrá sido algún tonto dándoselas de chulo. Si tenemos suerte lo pillamos y cobraremos una buena recompensa.
Tras hablar y entrar en el local Qui Gon echó un largo vistazo y pudo divisar un bar que le parecía bastante acogedor. Le hizo una seña a su compañero para ver si quería acompañarle.
- Bueno Nokoyuri, voy a tomarme algo al bar, si quieres puedes acompañarme y luego investigamos los alrededores. Tengo sed después de estar tanto tiempo en el barco… ¿No tienes ganas de un buen plato de arroz?
Tras esto el fornido iría hasta la barra y pediría una jarra de hidromiel. Se situaría junto a una mujer de pelo largo y pelirrojo. Vestía con una sudadera negra, pantalón del mismo color y sandalias de madera.
- ¡Saludos señorita! ¿Disfrutando de un buen ron?
Después de eso le daría un sorbo a la jarra disfrutando del frescor de su bebida y la colocaría lentamente sobre el posavasos. Espero que Nokoyuri no la lie mucho, ojalá el aviso sea real y podamos atrapar a uno o dos tontos de esos.
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La pelirroja continuaba bebiendo tranquilamente mirando a su alrededor para ver quién podía tener pintas de rico o llevaba dinero a la vista. La cabrona era una maestra del engaño cuando se trataba de salir beneficiada y si debía tirarse a alguien para ello lo haría. También podía decir de realizar actos sexuales y en el último momento salir corriendo entre risas cómo ya había hecho en más de una ocasión. De hecho ya estaba pensando en algún truco para que aquella bebida que se estaba tomando le saliera gratis. No pudo evitar fijarse en que a su lado derecho había una persona de cabellos rubios y ojos azules que no paraba de mirarla. Tal vez lograba sacar tajada de ello y de paso beber algunas rondas más sin tener que pagarlas. Colocó ambos codos sobre la barra y después le miró de forma calmada.
Justo cuando iba a deslizar su mano por la de aquel hombre, otra persona se sentó a su lado y además le habló. Más le valía ser el tipo más rico del mundo por su bien o de lo contrario se iba a llevar un tajo en la cabeza. Cuando le miró se arrepintió. – “Coño, está bueno.” – Pensó al verle mientras le observaba tranquilamente. No parecía ser un noble ni nada por el estilo y quizás no tenía ni un solo duro pero al menos la había saludado. Entonces le dijo aquellas palabras y ella simplemente sonrió de lado con una expresión siniestra. – Eso parece, guaperas. Aunque no es lo único de lo que voy a disfrutar hoy. – Dicho aquello bebió de su bebida despacio para después mirarle de nuevo.
El camarero se acercó de nuevo a ella con una mirada un poco extraña y entonces ella simplemente le miró a los ojos de forma seductora. – Vaya camarero guapo ¿Me vas a cobrar por la bebida? – El hombre le sonrió de forma amable y se acercó a ella colocándole la mano en el pelo. – Soy gay. – La pelirroja notó como su orgullo caía al fondo de un pozo y pegaba la frente contra la barra. Las venitas de su frente se marcaron e hizo un esfuerzo enorme para no cortarle la cabeza. Después volvió a beber mirando al que estaba a su lado de forma calmada. – ¿Tú también sientes atracción por los hombres? – Dijo con un tono algo siniestro mientras bebía tranquila.
Justo cuando iba a deslizar su mano por la de aquel hombre, otra persona se sentó a su lado y además le habló. Más le valía ser el tipo más rico del mundo por su bien o de lo contrario se iba a llevar un tajo en la cabeza. Cuando le miró se arrepintió. – “Coño, está bueno.” – Pensó al verle mientras le observaba tranquilamente. No parecía ser un noble ni nada por el estilo y quizás no tenía ni un solo duro pero al menos la había saludado. Entonces le dijo aquellas palabras y ella simplemente sonrió de lado con una expresión siniestra. – Eso parece, guaperas. Aunque no es lo único de lo que voy a disfrutar hoy. – Dicho aquello bebió de su bebida despacio para después mirarle de nuevo.
El camarero se acercó de nuevo a ella con una mirada un poco extraña y entonces ella simplemente le miró a los ojos de forma seductora. – Vaya camarero guapo ¿Me vas a cobrar por la bebida? – El hombre le sonrió de forma amable y se acercó a ella colocándole la mano en el pelo. – Soy gay. – La pelirroja notó como su orgullo caía al fondo de un pozo y pegaba la frente contra la barra. Las venitas de su frente se marcaron e hizo un esfuerzo enorme para no cortarle la cabeza. Después volvió a beber mirando al que estaba a su lado de forma calmada. – ¿Tú también sientes atracción por los hombres? – Dijo con un tono algo siniestro mientras bebía tranquila.
Nokotori Kurodoku
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Los guardias dejaron que Nokotori entrase una vez que Jhon dijo que eran de la banda del Shichibukai Madara. Los guardias dejaron que entrase a regañadientes y el moreno mientras sonreía de manera chulesca. Aquellos dos entraron a aquel edificio, el espadachín miró a su alrededor y pudo observar cómo había de todo en aquel lugar. Casinos, bares, sitios de lujuria sin precedentes… Aquel lugar era un paraíso para ludópatas, borrachos y puteros. Qué lástima que su líder Madara no estuviese con ellos, se lo pasaría en grande en aquellas instalaciones.
Jhon avisó a Nokotori de que iba a ir al bar a tomarse algo y le ofreció ir con él. El espadachín sopesó la idea de ir o no. Es de bien sabido que en los bares y tabernas se podía conseguir información muy preciada o desvaríos de borrachos emponzoñados en licor. -Claro Jhon, vamos a ver qué nos encontramos por aquí.-
Ambos fueron hacia la barra y escuchó a su compañero pedir una jarra de hidromiel. El moreno decidió tomar algo distinto y pidió una pinta. Aquel chico no estaba acostumbrado a beber y probablemente aquello iba a pasar factura. Una vez que pidió aquello pudo ver como Jhon se acercaba a una muchacha de cabellos rojizos. -¿Qué coño? Yo a esa tía la conozco…- El camarero sirvió a Nokotori y una vez que tenía la bebida, la agarró, dio un trago y fue hacia aquellos dos.
Una vez que llegó a la posición de aquellos dos se fijó en quién era aquella mujer. Había algo raro en ella puesto que cuando la conoció era morena y no tenía el pelo de color rojo. -Cuidado Jhon, esa mujer quiere sangrarte de todas las maneras posibles y además se querrá acoplar a nuestro barco.- Se trataba de Milena y ya tuvo una pequeña experiencia con ella en una isla diabólica. Una vez que dijo aquello observó la escena del camarero gay y empezó a reír a carcajadas. Se acercó a la muchacha y se sentó a su lado y la miró posando su mirada de ojos rojos sobre ella. -¿Qué se supone que haces aquí?- Volvió a dar un trago a la bebida y suspiró. Esperaba que aquella mujer no intentase meterse en medio de su misión. La tenía en alta estima después de pelear junto a ella en la isla de Satán, pero el trabajo era el trabajo.
Jhon avisó a Nokotori de que iba a ir al bar a tomarse algo y le ofreció ir con él. El espadachín sopesó la idea de ir o no. Es de bien sabido que en los bares y tabernas se podía conseguir información muy preciada o desvaríos de borrachos emponzoñados en licor. -Claro Jhon, vamos a ver qué nos encontramos por aquí.-
Ambos fueron hacia la barra y escuchó a su compañero pedir una jarra de hidromiel. El moreno decidió tomar algo distinto y pidió una pinta. Aquel chico no estaba acostumbrado a beber y probablemente aquello iba a pasar factura. Una vez que pidió aquello pudo ver como Jhon se acercaba a una muchacha de cabellos rojizos. -¿Qué coño? Yo a esa tía la conozco…- El camarero sirvió a Nokotori y una vez que tenía la bebida, la agarró, dio un trago y fue hacia aquellos dos.
Una vez que llegó a la posición de aquellos dos se fijó en quién era aquella mujer. Había algo raro en ella puesto que cuando la conoció era morena y no tenía el pelo de color rojo. -Cuidado Jhon, esa mujer quiere sangrarte de todas las maneras posibles y además se querrá acoplar a nuestro barco.- Se trataba de Milena y ya tuvo una pequeña experiencia con ella en una isla diabólica. Una vez que dijo aquello observó la escena del camarero gay y empezó a reír a carcajadas. Se acercó a la muchacha y se sentó a su lado y la miró posando su mirada de ojos rojos sobre ella. -¿Qué se supone que haces aquí?- Volvió a dar un trago a la bebida y suspiró. Esperaba que aquella mujer no intentase meterse en medio de su misión. La tenía en alta estima después de pelear junto a ella en la isla de Satán, pero el trabajo era el trabajo.
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Aquella mujer le respondió de forma picaresca e insinuando que se lo iba a pasar en grande disfrutando de otro tipo de cosas. La mente del fornido fue inundada de miles de imágenes de esa muchacha desnuda. Eso hizo que se pusiese nervioso y mirase fijamente su jarra mientras se ponía un poco rojo y meneaba la jarra. Dio otro trago y pudo ver como aquella mujer intentaba ligar con el camarero para que la bebida le saliese gratis. Pero para sorpresa del luchador no lo logró a pesar de que era bastante guapa, daba la casualidad de que el camarero era gay y el fornido no pudo evitar soltar una carcajada por lo bajo. Entonces la chica se dirigió a él preguntándole si se sentía atraído por los hombres.
- ¿Los hombres? Yo… A mí me gustan los hombres. Digo las mujeres… Eso, preciosas como tú y con grandes pechos como los tuyos. Digo… ¡Aaaaaarrrhhhggg! Nokoyuri, ayuda tío.
El luchador se giró mirando al espadachín casi suplicando con la mirada que le sacase de esa confusión. De nuevo el navegante la había liado hablando con una mujer. Entonces pudo escuchar como el espadachín conocía a esa persona y le dijo a Qui Gon que no se fiase de ella, que iba a acoplarse a su barco.
- ¿Nuestro barco? No, no, no, no, no y no. Tengo que devolverlo enterito y nos ha costado mucho conseguirlo para venir aquí. Por cierto compañero… ¿Estas bebiendo alcohol?
El castaño se temía lo peor y esperaba que Nokoyuri no la liase mucho. Nunca lo había visto beber nada alcohólico y no se fiaba de su aguante con las bebidas alcohólicas. Qui Gon dejó de ponerse nervioso y habló más serio con la chica que estaba a su lado.
- Veo que conoces a mi amigo Nokoyuri… Mi nombre es Qui Gon, ¿y tú eres…?
- ¿Los hombres? Yo… A mí me gustan los hombres. Digo las mujeres… Eso, preciosas como tú y con grandes pechos como los tuyos. Digo… ¡Aaaaaarrrhhhggg! Nokoyuri, ayuda tío.
El luchador se giró mirando al espadachín casi suplicando con la mirada que le sacase de esa confusión. De nuevo el navegante la había liado hablando con una mujer. Entonces pudo escuchar como el espadachín conocía a esa persona y le dijo a Qui Gon que no se fiase de ella, que iba a acoplarse a su barco.
- ¿Nuestro barco? No, no, no, no, no y no. Tengo que devolverlo enterito y nos ha costado mucho conseguirlo para venir aquí. Por cierto compañero… ¿Estas bebiendo alcohol?
El castaño se temía lo peor y esperaba que Nokoyuri no la liase mucho. Nunca lo había visto beber nada alcohólico y no se fiaba de su aguante con las bebidas alcohólicas. Qui Gon dejó de ponerse nervioso y habló más serio con la chica que estaba a su lado.
- Veo que conoces a mi amigo Nokoyuri… Mi nombre es Qui Gon, ¿y tú eres…?
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La chica continuaba en forma depresiva por el comentario de aquel maldito camarero que la había humillado de aquella forma. No iba a permitirle amar a otra persona que no fuese a ella hasta la muerte. Aquello era personal y por si fuera poco su mano derecha no paraba de vibrar acariciando la funda de su espada. Debía controlarse pues al trabajar para el gobierno le convenía no tener precio por su cabeza y continuar ganando dinero del bueno. Esos pesados querían que los científicos no la liasen con los inocentes y no era justo. Aquel capullo merecía la muerte a la máxima potencia posible, una silla eléctrica se quedaba corta con lo que deseaba la chica con aquel imbécil. De hecho no podía quitárselo de la cabeza de ninguna forma debido al enfado que en ese momento tenía. Las ganas de pisarle la cabeza iban en aumento pero decidió calmarse de alguna forma.
Enseguida llegó la contestación de aquel castaño el cual estaba demasiado nervioso y eso le agradaba a ella. Entonces nombró sus pechos y las venitas de la frente se le marcaron de forma exagerada. Le gustaba claramente que la admirasen de aquella forma pero por otra razón le molestaba que fuesen así de directos. Frunció el ceño a punto de lanzar un golpe cuando apareció el espadachín. No se esperaba verlo por allí y sus comentarios además la dejaban a ella en mal lugar. Tampoco era para tanto pues solo había intentado acoplarse a su barco cuando el de ella se había ido. No tardó en sonreír de lado para después escuchar la pregunta que le había hecho a ella. Después escuchó las palabras del otro hombre y fue cuando cerró los ojos despacio y se cruzó de brazos.
No pensaba acoplarse si no era necesario pero si se liaba y no tenía embarcación lo pensaba intentar de alguna forma. – Me llamo Milena, estoy aquí para relajarme más que nada. Aunque no esperaba volver a encontrarme contigo, Nokotori… – Dicho aquello le guiñó el ojo de forma un poco juguetona para hacerle entender al castaño cosas raras. Era gracioso ver a compañeros en aquellas situaciones y esos lo parecían claramente. – Por lo oído te llamas Jhon. Es un bonito nombre pero los prefiero un poco más grandes y largos, tú ya me entiendes, cachorrito. – Dijo ahora guiñándole el ojo al fornido para después dar un largo trago a su bebida. Las cosas se estaban poniendo la mar de interesantes y ahora subieron la música bastante. El calor empezaba a ser demasiado exagerado y aquello hizo que la pelirroja se quitase la sudadera quedando solo con un sujetador celeste. Las camareras iban así de modo que no podían decirle nada. – ¿Qué hacéis vosotros aquí? No parece que os guste mucho la marcha. – Tras decir aquello se relamió despacio y colocó su pierna derecha sobre su rodilla izquierda.
Enseguida llegó la contestación de aquel castaño el cual estaba demasiado nervioso y eso le agradaba a ella. Entonces nombró sus pechos y las venitas de la frente se le marcaron de forma exagerada. Le gustaba claramente que la admirasen de aquella forma pero por otra razón le molestaba que fuesen así de directos. Frunció el ceño a punto de lanzar un golpe cuando apareció el espadachín. No se esperaba verlo por allí y sus comentarios además la dejaban a ella en mal lugar. Tampoco era para tanto pues solo había intentado acoplarse a su barco cuando el de ella se había ido. No tardó en sonreír de lado para después escuchar la pregunta que le había hecho a ella. Después escuchó las palabras del otro hombre y fue cuando cerró los ojos despacio y se cruzó de brazos.
No pensaba acoplarse si no era necesario pero si se liaba y no tenía embarcación lo pensaba intentar de alguna forma. – Me llamo Milena, estoy aquí para relajarme más que nada. Aunque no esperaba volver a encontrarme contigo, Nokotori… – Dicho aquello le guiñó el ojo de forma un poco juguetona para hacerle entender al castaño cosas raras. Era gracioso ver a compañeros en aquellas situaciones y esos lo parecían claramente. – Por lo oído te llamas Jhon. Es un bonito nombre pero los prefiero un poco más grandes y largos, tú ya me entiendes, cachorrito. – Dijo ahora guiñándole el ojo al fornido para después dar un largo trago a su bebida. Las cosas se estaban poniendo la mar de interesantes y ahora subieron la música bastante. El calor empezaba a ser demasiado exagerado y aquello hizo que la pelirroja se quitase la sudadera quedando solo con un sujetador celeste. Las camareras iban así de modo que no podían decirle nada. – ¿Qué hacéis vosotros aquí? No parece que os guste mucho la marcha. – Tras decir aquello se relamió despacio y colocó su pierna derecha sobre su rodilla izquierda.
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Jhon se puso bastante nervioso ante la presencia de Milena, el moreno pensaba que mostrarse de aquella manera ante una persona, no solo mujer, era algo de débiles. Por eso Nokotori jamás se mostraría así ante ningún ser. Hacerlo significaba dar a entender que eras pequeño y manejable, además de mente débil. Después de sentarse al lado de Jhon, éste se fijó en que el espadachín estaba bebiendo alcohol y el fornido preguntó. -¿Qué eres? ¿Mi madre?.- Claramente el alcohol había hecho un poco de efecto en el moreno, pero no era demasiado fuerte. Con poquita cosa se podría poner borracho y si lo hacía seguramente acabaría bañado en sangre. Hacía tiempo que no se descontrolaba y hacerlo sería muy peligroso.
Milena se presentó ante Jhon y ésta insinuó que hubo algo entre Nokotori y ella. -Sabía que no podrías olvidarme.- El espadachín sonrió de lado mientras miraba su bebida y daba un pequeño trago. El alcohol pasó por su gaznate aliviando la sed que tenía, estaba algo fuerte y eso hizo que el moreno tosiese levemente. Después de aquello, Milena se empezó a desnudar ya que en aquel lugar estaba haciendo bastante calor. El moreno desde luego tenía su camiseta de tirantes y estaba en la gloria. Los prominentes pechos de Milena botaron a la vez que se quitaba la sudadera. Nokotori no pudo evitar mirar, no estaba interesado en el sexo opuesto y mucho menos en el mismo, pero aquel rebote era perfecto. Miró hacia su compañero Jhon y pudo ver que seguía algo rojo. El espadachín sonrió. -¿Pudor ninguno eh? Lo cierto es que estamos en una maldita misión, por lo visto tiene que ver con algo del aviso de bomba que hay en el recinto.-
Nokotori por lo que sabía de aquella muchacha, seguramente estaría ahí para pillarse a algún ricachón y sacarle todo lo que tenía. El moreno dio un largo trago terminándose su bebida y se levantó. Movió sus hombros haciendo que los huesos de su espalda y cuello crujiesen. Miró a su compañero, después miró a milena y sonrió a ambos. -Pues yo tengo ganas de pasármelo bien… ¿Qué me decís?- Una sonrisa algo rara se dibujó en la cara del moreno.
Milena se presentó ante Jhon y ésta insinuó que hubo algo entre Nokotori y ella. -Sabía que no podrías olvidarme.- El espadachín sonrió de lado mientras miraba su bebida y daba un pequeño trago. El alcohol pasó por su gaznate aliviando la sed que tenía, estaba algo fuerte y eso hizo que el moreno tosiese levemente. Después de aquello, Milena se empezó a desnudar ya que en aquel lugar estaba haciendo bastante calor. El moreno desde luego tenía su camiseta de tirantes y estaba en la gloria. Los prominentes pechos de Milena botaron a la vez que se quitaba la sudadera. Nokotori no pudo evitar mirar, no estaba interesado en el sexo opuesto y mucho menos en el mismo, pero aquel rebote era perfecto. Miró hacia su compañero Jhon y pudo ver que seguía algo rojo. El espadachín sonrió. -¿Pudor ninguno eh? Lo cierto es que estamos en una maldita misión, por lo visto tiene que ver con algo del aviso de bomba que hay en el recinto.-
Nokotori por lo que sabía de aquella muchacha, seguramente estaría ahí para pillarse a algún ricachón y sacarle todo lo que tenía. El moreno dio un largo trago terminándose su bebida y se levantó. Movió sus hombros haciendo que los huesos de su espalda y cuello crujiesen. Miró a su compañero, después miró a milena y sonrió a ambos. -Pues yo tengo ganas de pasármelo bien… ¿Qué me decís?- Una sonrisa algo rara se dibujó en la cara del moreno.
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El fornido se terminó la jarra y pidió otra ipso facto al camarero, ya iba siendo hora de que empezase a divertirse. En el momento en el que le dio el primer sorbo la cosa empezó a ponerse caliente. Milena se quitó la sudadera y aquellas voluptuosidades rebotaron arriba y abajo. El fornido no pudo evitar fijarse y se puso algo colorado.
- ¿Misión? ¿Qué mi..? ¡Ah! ¡Sí, sí! Tenemos que atrapar a esos malhechores, sí. A ver Nokotori, como tu compañero tengo el deber de cuidarte. Así que no bebas mucho… ¡QUÉ MIERDA! ¡BÉBE TODO LO QUE QUIERAS, HOY NOS DESMADRAMOS! Y sí Milena, nos va la marcha solo que estamos demasiado ocupados últimamente.
El fornido se terminó su bebida de golpe al ver que su compañero ya había terminado la suya y quería algo de marcha. Ya iba algo perjudicado y veía todo con algo de lag. Había llegado el momento de pasárselo en grande. Así que le intentó echarle el brazo por encima a su compañero y hablarle mientras se lo llevase hablando.
- Bueno, ha llegado el momento de divertirse. Hay un sitio donde se organizan combates, podríamos entrar y apostar por nosotros, porque aceptan voluntarios. Así sacamos un dinero y nos divertiríamos. Lo mejor es que los combatientes son criminales y está permitida la ejecución de ser necesaria. Lo malo es que si la palmas te jodes. Jajajajajaja.
Comenzó a caminar lentamente mientras se tambaleaba un poco entonces se paró en seco y se quedó pensativo. “Creo que se me olvida algo… ¡Claro! ¡La putilla!”
- ¡OE! ¡MILENAAAAAA! ¿Te vienes de fiesta? ¡Nos vamos a dar de hostias con un par de tontos, si te gusta la sangre debes venir, tetasgordas! Jajajajajajaja.
Qui Gon reía a carcajadas en voz alta y hablaba con un acento muy ebrio. Le siguiera o no el luchador seguiría andando hasta “La Arena”, que era como se llamaba el ring donde combatían los contrincantes. Era un ring blanco típico de lucha libre pero el doble de grande. Se podía pelear tanto a puños como con armas pero dichos combates estaban divididos por categorías: Con armas, sin armas y en el barro para las señoritas más calentorras. Se permitían las apuestas y el premio por ser el ganador del día era de 20.000.000 por cada categoría.
- Bueno, yo voy a inscribirme en el de lucha sin armas.
El fornido fue hasta el puesto de inscripción tambaleándose levemente y se dejó caer sobre el mostrador mientras miraba a una chica rubia con una blusa blanca que atendía las inscripciones. Las inscripciones eran gratuitas y las apuestas se podían hacer en el stand de al lado.
- ¿Misión? ¿Qué mi..? ¡Ah! ¡Sí, sí! Tenemos que atrapar a esos malhechores, sí. A ver Nokotori, como tu compañero tengo el deber de cuidarte. Así que no bebas mucho… ¡QUÉ MIERDA! ¡BÉBE TODO LO QUE QUIERAS, HOY NOS DESMADRAMOS! Y sí Milena, nos va la marcha solo que estamos demasiado ocupados últimamente.
El fornido se terminó su bebida de golpe al ver que su compañero ya había terminado la suya y quería algo de marcha. Ya iba algo perjudicado y veía todo con algo de lag. Había llegado el momento de pasárselo en grande. Así que le intentó echarle el brazo por encima a su compañero y hablarle mientras se lo llevase hablando.
- Bueno, ha llegado el momento de divertirse. Hay un sitio donde se organizan combates, podríamos entrar y apostar por nosotros, porque aceptan voluntarios. Así sacamos un dinero y nos divertiríamos. Lo mejor es que los combatientes son criminales y está permitida la ejecución de ser necesaria. Lo malo es que si la palmas te jodes. Jajajajajaja.
Comenzó a caminar lentamente mientras se tambaleaba un poco entonces se paró en seco y se quedó pensativo. “Creo que se me olvida algo… ¡Claro! ¡La putilla!”
- ¡OE! ¡MILENAAAAAA! ¿Te vienes de fiesta? ¡Nos vamos a dar de hostias con un par de tontos, si te gusta la sangre debes venir, tetasgordas! Jajajajajajaja.
Qui Gon reía a carcajadas en voz alta y hablaba con un acento muy ebrio. Le siguiera o no el luchador seguiría andando hasta “La Arena”, que era como se llamaba el ring donde combatían los contrincantes. Era un ring blanco típico de lucha libre pero el doble de grande. Se podía pelear tanto a puños como con armas pero dichos combates estaban divididos por categorías: Con armas, sin armas y en el barro para las señoritas más calentorras. Se permitían las apuestas y el premio por ser el ganador del día era de 20.000.000 por cada categoría.
- Bueno, yo voy a inscribirme en el de lucha sin armas.
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La chica continuaba mirando a aquellos dos con toda la calma del mundo. Al parecer el moreno tenía un nuevo estilo de sonrisa distinto a los que ella había visto. Había parecido una especie de conejo necesitado de zanahorias en su cara en un día de tormenta oscura. Debía de dejar de pensar en aquellas enfermizas comparaciones y centrarse en lo suyo. Bebió por última vez terminándose la botella de ron y sintiéndose algo distinta pero bastante bien por el momento. No iba a dejarse tumbar por la bebida tan rápidamente. La cosa estaba bien por el momento y la verdad es que no pensaba desmadrarse mucho con aquel moreno por allí. Sabía que tenía un genio bastante impredecible y no quería liarse a cortes con él en un duelo de fuerza contra velocidad. Aunque la verdad tenía curiosidad por ver como manejaba la cuarta espada, en ese momento se fijó en que tenía tres. Igualmente quería ver la cuarta.
Lo que la dejó impresionada fue que él quisiera pasárselo bien, además habían dicho que estaban allí por lo del atentado. La cosa era ¿Eran marines o agentes? No lo pensaba pero de todas formas no iba a meterse. Volvió a suspirar y ahora acarició de nuevo la funda de su espada mirando cómo se ponían en pie. Decían algo de una pelea contra presos o eso dijo el fornido, después la llamó a ella por un apodo que la hizo apretar los puños. – ¡Lo matare! Maldito chico de compañía con cara seductora… – Susurró para sí mientras ahora veía que el camarero estaba ocupado y se escabullía sin pagar nada.
Al parecer las categorías del evento eran tres y se quedó mirándolas bien. La de cuerpo a cuerpo no iba con ella, la de las armas le gustaba pero significaba luchar con el moreno. No tenía problema en batirse contra él en un combate sangriento pero había pegas. No quería acabar muy herida o que ambos perdieran los papeles y trataran de matarse. Tampoco quería luchar en un estado casi de borrachez y menos con un hombre con varias armas. La tercera categoría parecía divertida y al ser barro podría camuflar su aura eléctrica y usar técnicas especiales sin que la pillasen. Sonrió de forma pícara y miró a los otros dos de forma calmada. – Bueno pues me voy al barro. Luchar con Nokotori sería demasiado peligroso para ambos, nuestros estilos son opuestos y podríamos emocionarnos más de la cuenta. – Sonrió diciendo aquello para después clavar sus rojizos ojos en los del mercenario. Acto seguido miró al castaño de forma seria pues se podía inscribir en el mismo sitio. – No me llames de una forma similar a la de antes o te corto el cuello. Aunque también podría violarte vivo, espero que des la talla como lo hizo Nokotori en su día, vaya semental. – Mencionó inventándose de forma siniestra.
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Ambos, Nokotori y Jhon se levantaron y dejaron a Milena atrás. Pronto la chica se unió a aquellos dos. El fornido mencionó que había una especie de campeonato con distintos tipos de lucha: con armas, a puños y en el barro. Estaba claro que el moreno iba a elegir el combate con espadas, se podía incluso dar el lujo de matar a su adversario puesto que eran escoria. También mencionó que la recompensa por ganar era de veinte millones. Si los tres ganaban en cada una de las modalidades se iban a llevar sesenta millones.
Mientras Nokotori iba andando miró varias veces a su alrededor, veía algo raro, la bebida estaba haciendo efecto pero no afectando a sus capacidades psicomotrices. Iba algo lag cuando miraba hacia otra dirección. Llegaron a una sala pudo ver como en el centro había un ring de lucha enorme, a los lados estaban las taquillas. El fornido se apoyó en el mostrador de la taquilla y se apuntó en la modalidad de sin armas, Milena optó por entrar en la categoría del barro. Nokotori sonrió. -Pues a mí apúnteme a la categoría con armas.- El espadachín sonrió enseñando los dientes. La muchacha sintió un escalofrío cuando vio a aquel muchacho sonreír de aquella manera. Parecía un guepardo disfrazado de gacela para poder aniquilarla sin ningún pudor. -Muy bien señores… Estáis todos apuntados y registrados… La modalidad de con armas empezará primero, seguido de la sin armas y la de barro para señoritas. En ése orden.-
Nokotori sonrió de lado y sonó de pronto una sirena tras el sonido se escuchó su nombre. El moreno se subió al ring tranquilamente mientras miraba a su contrincante seriamente. El hombre que subió era un tipo rapado con bastantes cicatrices. Una cruzaba toda la cara. Aquel tipo se relamió mirando al espadachín con ojos de loco. Nokotori alzó el brazo y apuntó al tipo, acto seguido hizo un gesto con la mano provocándole. El criminal desenvainó su espada bastarda y cargó contra el espadachín. -Por favor, patético.- De un rápido movimiento esquivó el tajo que intentó propinarle y desenvainó una de sus espadas clavándola en el pecho de su contrincante. A continuación el criminal cayó seco al suelo y Nokotori alzó los brazos en señal de victoria. Varias personas que estaban de espectadores empezaron a gritar de forma descontrolada vitoreando al moreno.
Mientras Nokotori iba andando miró varias veces a su alrededor, veía algo raro, la bebida estaba haciendo efecto pero no afectando a sus capacidades psicomotrices. Iba algo lag cuando miraba hacia otra dirección. Llegaron a una sala pudo ver como en el centro había un ring de lucha enorme, a los lados estaban las taquillas. El fornido se apoyó en el mostrador de la taquilla y se apuntó en la modalidad de sin armas, Milena optó por entrar en la categoría del barro. Nokotori sonrió. -Pues a mí apúnteme a la categoría con armas.- El espadachín sonrió enseñando los dientes. La muchacha sintió un escalofrío cuando vio a aquel muchacho sonreír de aquella manera. Parecía un guepardo disfrazado de gacela para poder aniquilarla sin ningún pudor. -Muy bien señores… Estáis todos apuntados y registrados… La modalidad de con armas empezará primero, seguido de la sin armas y la de barro para señoritas. En ése orden.-
Nokotori sonrió de lado y sonó de pronto una sirena tras el sonido se escuchó su nombre. El moreno se subió al ring tranquilamente mientras miraba a su contrincante seriamente. El hombre que subió era un tipo rapado con bastantes cicatrices. Una cruzaba toda la cara. Aquel tipo se relamió mirando al espadachín con ojos de loco. Nokotori alzó el brazo y apuntó al tipo, acto seguido hizo un gesto con la mano provocándole. El criminal desenvainó su espada bastarda y cargó contra el espadachín. -Por favor, patético.- De un rápido movimiento esquivó el tajo que intentó propinarle y desenvainó una de sus espadas clavándola en el pecho de su contrincante. A continuación el criminal cayó seco al suelo y Nokotori alzó los brazos en señal de victoria. Varias personas que estaban de espectadores empezaron a gritar de forma descontrolada vitoreando al moreno.
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Qui Gon logró inscribirse correctamente y esperaba en la grada a su combate. Al parecer Milena se había inscrito en la modalidad de lucha en el barro, sin duda eso iba a ser un espectáculo digno de ver. El ring alternaba combates con armas y sin armas quedando el ring libre para cada combate. Al lado estaba un terreno embarrado donde se llevaba a cabo la modalidad de barro. Nokoyuri fue el primero en pelear y no tardó mucho en derrotar a su enemigo. Alzaba los brazos en señal de victoria y el luchador lo animaba desde la grada a grito pelado y silbando. Retiraron el cuerpo del ring dejando un pequeño rastro de sangre.
Por los altavoces sonaron los siguientes contrincantes entre los que se encontraba Qui Gon. Los combates sin armas eran entre varias personas y no de dos en dos como el de con armas. Qui Gon se quitó la camiseta y se la lanzó a Milena para que se la sujetase.
- Toma guapa, guárdala. Tendré que llamarte con algo más de respeto, quiero conservar mi cuello intacto. Y no me viole señorita, no querrás que deje a Noko-chan en mal lugar. Prefiero que sepas que él es mejor que yo.
El fornido le guiñó un ojo y se subió al ring. Todos aplaudían y otros dos hombres subieron por otras esquinas. Uno era bastante fuerte y el otro era un tirillas. El tirillas era calvo y se le notaban los huesos, casi daba pena verle y parecía que se iba a ir volando con el aire; el fornido tenía media melena de color azul y era unos diez centímetros más grande que Qui Gon. Todos iban vestidos con pantalones y tenían su torso al descubierto.
El primero en atacar fue el grandullón, le dio un puñetazo al calvo en el pecho y lo dejó KO en el suelo. Apenas duró unos segundos en pie y el público ovacionaba al peliazul. Ese hombre alzó los brazos mientras gritaba al escenario. Esto hizo que el luchador se colocase en posición de ataque. Fue corriendo algo mareado debido al alcohol y le impactó con su rodilla en el estómago. Aquel hombre se agachó mientras escupía a un lado. Qui Gon alzó los brazos y gritaba: ¿QUIÉN ES LA PUTA AHORA, BICHO? Mientras el fornido lo celebraba aquel tipo se levantó y le golpeó en la espalda haciendo que cayera. El navegante se levantó lentamente mientras miraba a aquel hombre con rabia. ¡Me las pagarás! Mientras se levantaba preparó su puño e impactó con él en la barbilla de su oponente haciendo que se alzara diez centímetros en el aire. Aquel cayó al suelo echando algo de espuma por la boca y el fornido se alzó vencedor de esa ronda. ¡Sí! ¡Ese dinero es mío!
Por los altavoces sonaron los siguientes contrincantes entre los que se encontraba Qui Gon. Los combates sin armas eran entre varias personas y no de dos en dos como el de con armas. Qui Gon se quitó la camiseta y se la lanzó a Milena para que se la sujetase.
- Toma guapa, guárdala. Tendré que llamarte con algo más de respeto, quiero conservar mi cuello intacto. Y no me viole señorita, no querrás que deje a Noko-chan en mal lugar. Prefiero que sepas que él es mejor que yo.
El fornido le guiñó un ojo y se subió al ring. Todos aplaudían y otros dos hombres subieron por otras esquinas. Uno era bastante fuerte y el otro era un tirillas. El tirillas era calvo y se le notaban los huesos, casi daba pena verle y parecía que se iba a ir volando con el aire; el fornido tenía media melena de color azul y era unos diez centímetros más grande que Qui Gon. Todos iban vestidos con pantalones y tenían su torso al descubierto.
El primero en atacar fue el grandullón, le dio un puñetazo al calvo en el pecho y lo dejó KO en el suelo. Apenas duró unos segundos en pie y el público ovacionaba al peliazul. Ese hombre alzó los brazos mientras gritaba al escenario. Esto hizo que el luchador se colocase en posición de ataque. Fue corriendo algo mareado debido al alcohol y le impactó con su rodilla en el estómago. Aquel hombre se agachó mientras escupía a un lado. Qui Gon alzó los brazos y gritaba: ¿QUIÉN ES LA PUTA AHORA, BICHO? Mientras el fornido lo celebraba aquel tipo se levantó y le golpeó en la espalda haciendo que cayera. El navegante se levantó lentamente mientras miraba a aquel hombre con rabia. ¡Me las pagarás! Mientras se levantaba preparó su puño e impactó con él en la barbilla de su oponente haciendo que se alzara diez centímetros en el aire. Aquel cayó al suelo echando algo de espuma por la boca y el fornido se alzó vencedor de esa ronda. ¡Sí! ¡Ese dinero es mío!
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Al parecer los combates estaban a punto de comenzar y el primero era el de las armas. La primera persona que se metió en aquella arena de combate había sido el moreno. Iba a combatir con otro espadachín y la chica deseaba volver a verle luchar de nuevo pues tan solo lo había visto en la isla de Satán. Debían ir juntos de nuevo a aquel sitio tan bonito lleno de seres venenosos. Había sido una escena increíblemente hermosa, cuando había cortado las cabezas de aquellos idiotas solo para que el espadachín la curase. Sin duda la experiencia no la había desagradado y se había llevado encima objetos venenosos para estudiar. Los tenía todos ocultos en su base para experimentar con ellos en cuanto pudiese. Por el momento iba a continuar divirtiéndose en aquel sitio.
Enseguida el moreno acabó con su oponente y la lucha cuerpo a cuerpo iba a comenzar. Ella sonrió de lado y clavó su mirada en Nokotori cuando éste hubo acabado. – Parece que no ha sido muy digno de ti. Esperemos que el próximo te lo ponga difícil o tendré que mostrarte un poco del infierno. – Una vez dijo aquello contempló el combate del luchador y finalmente le vio finalizar para después empezar a caminar al barro de forma calmada. Pasó por el lado del castaño y se quedó mirándole a los ojos de forma sádica para después guiñarle un ojo. El espectáculo empezaba en ese momento.
Se colocó en la entrada y pudo ver a otras dos chicas allí esperándola. No especificaba si se podían usar armas pero de todas formas eran criminales y le daba lo mismo matarlas. Esperó a la señal de la campana y miró a las dos de forma siniestra. – Se acabó. Decidle adiós a vuestras esperanzas, lamentareis este día. – La chica entró con su espada en mano y de un salto se lanzó al barro, le cubría hasta la cintura y se sumergió sin pensárselo. Las otras dos se quedaron un poco impactadas al no saber dónde estaba y en ese momento apareció tras ellas con su espada en mano. Una sonrisa enfermiza se mostró en su rostro y entonces realizó un rápido movimiento mientras el filo de su arma cortaba la cabeza de una de ellas. La sangre salpicó su cara llenándola totalmente de aquel líquido carmesí. – ¡Hyahahahahaha! ¡Hyahahahaha! ¡Hyahahahaha! – Su risa era prácticamente enfermiza.
La otra mujer empezó a gritar de terror sacando una daga de su cinto. En ese momento la loca clavó su mirada en Nokotori y Jhon y les dedicó una expresión enfermiza. Acto seguido volvió a mirar a la otra chica mientras daba pasos hacia ella. El cuerpo de la otra mujer quedaba en el barro. – ¿Nunca has probado el dulce beso de la muerte? ¡El placer es excelente! – Tras aquel grito un aura verdosa empezó a rodear a la pelirroja mientras una especie de rayos la rodeaba. A una velocidad de quince metros por segundo se desplazó tras aquella mujer con una sonrisa siniestra. El cuerpo cayó degollado y ella simplemente comenzó a reír de nuevo de forma macabra. – ¡Hyahahaha! ¡Temblad ante mí! ¡La muerta ha llegado sucias zorras! – En ese momento dos guardias le pidieron que saliera al haber finalizado su ronda y ella obedeció pero no sin antes coger la cabeza de la primera muerta y lamer los restos de sangre. Después su aura desapareció y continuó riendo de forma macabra. No pudo volver con los demás y se sentó en un rincón apartada mientras sus manos temblaban de la emoción. Cuando pudo se acercó al espadachín y al luchador y los miró pero sin decir nada.
Enseguida el moreno acabó con su oponente y la lucha cuerpo a cuerpo iba a comenzar. Ella sonrió de lado y clavó su mirada en Nokotori cuando éste hubo acabado. – Parece que no ha sido muy digno de ti. Esperemos que el próximo te lo ponga difícil o tendré que mostrarte un poco del infierno. – Una vez dijo aquello contempló el combate del luchador y finalmente le vio finalizar para después empezar a caminar al barro de forma calmada. Pasó por el lado del castaño y se quedó mirándole a los ojos de forma sádica para después guiñarle un ojo. El espectáculo empezaba en ese momento.
Se colocó en la entrada y pudo ver a otras dos chicas allí esperándola. No especificaba si se podían usar armas pero de todas formas eran criminales y le daba lo mismo matarlas. Esperó a la señal de la campana y miró a las dos de forma siniestra. – Se acabó. Decidle adiós a vuestras esperanzas, lamentareis este día. – La chica entró con su espada en mano y de un salto se lanzó al barro, le cubría hasta la cintura y se sumergió sin pensárselo. Las otras dos se quedaron un poco impactadas al no saber dónde estaba y en ese momento apareció tras ellas con su espada en mano. Una sonrisa enfermiza se mostró en su rostro y entonces realizó un rápido movimiento mientras el filo de su arma cortaba la cabeza de una de ellas. La sangre salpicó su cara llenándola totalmente de aquel líquido carmesí. – ¡Hyahahahahaha! ¡Hyahahahaha! ¡Hyahahahaha! – Su risa era prácticamente enfermiza.
La otra mujer empezó a gritar de terror sacando una daga de su cinto. En ese momento la loca clavó su mirada en Nokotori y Jhon y les dedicó una expresión enfermiza. Acto seguido volvió a mirar a la otra chica mientras daba pasos hacia ella. El cuerpo de la otra mujer quedaba en el barro. – ¿Nunca has probado el dulce beso de la muerte? ¡El placer es excelente! – Tras aquel grito un aura verdosa empezó a rodear a la pelirroja mientras una especie de rayos la rodeaba. A una velocidad de quince metros por segundo se desplazó tras aquella mujer con una sonrisa siniestra. El cuerpo cayó degollado y ella simplemente comenzó a reír de nuevo de forma macabra. – ¡Hyahahaha! ¡Temblad ante mí! ¡La muerta ha llegado sucias zorras! – En ese momento dos guardias le pidieron que saliera al haber finalizado su ronda y ella obedeció pero no sin antes coger la cabeza de la primera muerta y lamer los restos de sangre. Después su aura desapareció y continuó riendo de forma macabra. No pudo volver con los demás y se sentó en un rincón apartada mientras sus manos temblaban de la emoción. Cuando pudo se acercó al espadachín y al luchador y los miró pero sin decir nada.
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Era el turno de Jhon, observó como el fornido luchaba contra aquellos dos fantoches. Como esperaba, el luchador no tardó demasiado en acabar con sus adversarios y bajó del ring. Milena se acercó a Nokotori y mencionó que el tipo al que se había enfrentado no había sido digno. No lo fue y probablemente ningún tipo de los que se iba a enfrentar sería lo suficientemente digno para él. -Esperemos que no tengas que enseñarme nada, Milena.-
Era el turno de Milena, quería qué iba a hacer. No sabía exactamente con qué iba a pelear puesto que en las reglas no se especificaba de qué modo se podía pelear. Sin duda aquella muchacha iba a hacer probablemente “trampas”, aunque no lo serían legalmente. Pronto acabó riendo como una maldita loca. Al espadachín, sin duda, le gustó el tono de aquellas carcajadas y éste sonrió también. Milena optó por rebanar la cabeza de una de sus contrincantes y acabar con la vida de la otra. La pelirroja estaba como una cabra.
Milena se acercó en cuanto pudo a aquellos dos. -Buen combate… Espero divertirme como tu en mi próximo encuentro.- La sirena volvió a sonar, estaba indicando que la modalidad de armas iba a comenzar nuevamente. -Debido a los problemas con el primer combate y la muerte del criminal, algunos de los participantes han abandonado. Se ha reducido los números a tres. Nokotori quedó algo decepcionado y orgulloso a la vez. Había acojonado a tal punto a los demás que la mayoría se había ido a su casa. El espadachín rio a carcajadas.
Aquel psicópata subió lentamente al ring. Pudo observar como su adversario se plantaba frente a él. Era un tipo robusto y calvo, tenía dos espadas en su cintura. Nokotori sonrió al ver que también tenía más de una espada. -Uhh, espero que sea interesante.- Aquel tipo se lanzó directamente a por el espadachín atacando con sus dos espadas al mismo tiempo. Nokotori desenvainó sus katanas de color morado y blanco poniéndolas en cruz para bloquear el ataque del calvo. El espadachín miró a los ojos al calvo, tenía unos ojos de color amarillos. El loco espadachín se relamió y dio una patada en el costado a aquel tipo para intentar desestabilizarlo. Cuando lo logró empezó a lanzar estocadas a diestro y siniestro. Múltiples cortes aparecían en el torso desnudo de aquel hombre petado. Éste gritaba de dolor al recibir aquellos ataques mientras que Nokotori iba riendo como un maldito loco.
Terminó de atacar por fin y el hombre estaba de rodillas en el ring sangrando por todas partes. El color blanco característico del suelo se tiñó de color carmesí y quedaba bastante guay. Colocó una mano en el suelo y se levantó, el tipo era bastante tenaz. Se levantó y mientras iba nuevamente a por el espadachín, cayó redondo al suelo haciendo un estruendo bastante sonoro. Nuevamente empezó la muchedumbre a aclamar al espadachín, sin duda era un tipo bastante famoso en aquellos combates. Bajó del ring tan tranquilo y limpió las hojas de sus espadas. Una vez hecho aquello chasqueó la lengua algo molesto y puso la mano en el hombro de Jhon. -Vamos a ganar ese puto dinero. ¡SI!-
Era el turno de Milena, quería qué iba a hacer. No sabía exactamente con qué iba a pelear puesto que en las reglas no se especificaba de qué modo se podía pelear. Sin duda aquella muchacha iba a hacer probablemente “trampas”, aunque no lo serían legalmente. Pronto acabó riendo como una maldita loca. Al espadachín, sin duda, le gustó el tono de aquellas carcajadas y éste sonrió también. Milena optó por rebanar la cabeza de una de sus contrincantes y acabar con la vida de la otra. La pelirroja estaba como una cabra.
Milena se acercó en cuanto pudo a aquellos dos. -Buen combate… Espero divertirme como tu en mi próximo encuentro.- La sirena volvió a sonar, estaba indicando que la modalidad de armas iba a comenzar nuevamente. -Debido a los problemas con el primer combate y la muerte del criminal, algunos de los participantes han abandonado. Se ha reducido los números a tres. Nokotori quedó algo decepcionado y orgulloso a la vez. Había acojonado a tal punto a los demás que la mayoría se había ido a su casa. El espadachín rio a carcajadas.
Aquel psicópata subió lentamente al ring. Pudo observar como su adversario se plantaba frente a él. Era un tipo robusto y calvo, tenía dos espadas en su cintura. Nokotori sonrió al ver que también tenía más de una espada. -Uhh, espero que sea interesante.- Aquel tipo se lanzó directamente a por el espadachín atacando con sus dos espadas al mismo tiempo. Nokotori desenvainó sus katanas de color morado y blanco poniéndolas en cruz para bloquear el ataque del calvo. El espadachín miró a los ojos al calvo, tenía unos ojos de color amarillos. El loco espadachín se relamió y dio una patada en el costado a aquel tipo para intentar desestabilizarlo. Cuando lo logró empezó a lanzar estocadas a diestro y siniestro. Múltiples cortes aparecían en el torso desnudo de aquel hombre petado. Éste gritaba de dolor al recibir aquellos ataques mientras que Nokotori iba riendo como un maldito loco.
Terminó de atacar por fin y el hombre estaba de rodillas en el ring sangrando por todas partes. El color blanco característico del suelo se tiñó de color carmesí y quedaba bastante guay. Colocó una mano en el suelo y se levantó, el tipo era bastante tenaz. Se levantó y mientras iba nuevamente a por el espadachín, cayó redondo al suelo haciendo un estruendo bastante sonoro. Nuevamente empezó la muchedumbre a aclamar al espadachín, sin duda era un tipo bastante famoso en aquellos combates. Bajó del ring tan tranquilo y limpió las hojas de sus espadas. Una vez hecho aquello chasqueó la lengua algo molesto y puso la mano en el hombro de Jhon. -Vamos a ganar ese puto dinero. ¡SI!-
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Aquellos dos eran unos monstruos. Milena había cortado la cabeza a una pobre mujer y había acuchillado a otra; por su parte el espadachín había acuchillado a un pobre hombre sin pelo dejándolo desangrarse en el suelo. Al parecer tenían todas las papeletas para ganar aquellos combates y llevarse un buen pellizco.
Ya le tocaba el turno al luchador, antes de subir le dio una palmada en el hombro a Nokoyuri “Vamos a ganar un buen pellizco, procura no decirle nada a Madara o nos pedirá comisión.” Tras decirle esas palabras al espadachín se giró para decirle unas palabras a Milena. “¡Buen trabajo! Espero que no te cueste mucho llegar a la final.” El luchador se dio la vuelta, comenzó a caminar hacia el ring y se subió agarrándose a las cuerdas. Había unos hombres limpiando la sangre que había en el suelo mientras los luchadores subían al escenario.
De nuevo el número de contrincantes eran dos pero parecía que esta vez no iba a ser tan fácil. Eran dos gemelos de pelo moreno y complexión fuerte. Estaban muy definidos y ambos parecían andar sincronizados. Parece que habrá que matarlos a la vez. Ha llegado la hora de usar eso. Una sonrisa malévola surgió de la cara del fornido. Se colocó en posición de atletismo para salir corriendo a por esos dos. Sonó la campana que daba inicio al combate y el luchador salió corriendo a por esos dos. Se movían completamente sincronizados y ambos preparaban un puñetazo hacia el pecho del castaño, pero pudo esquivarlo sin problemas debido a la lentitud de esos portentosos musculosos. Justo cuando iba a impactar con sus dos puños en sus caras dijo unas palabras en voz baja “Edge of Doom”. En las caras de esos hombres se dibujaron varias líneas rojas que sangraban mucho. Tus narices salieron despedidas y aquellos hombres cayeron al suelo entre gritos de dolor. La sangre de aquellos tipos fluía por todas partes y todo se estaba tiñendo nuevamente de rojo. La gente ovacionaba al luchador y aquellos tipos salieron de allí corriendo mientras aún gritaban.
- ¡Sí! ¡Estáis advertidos el resto! Al próximo lo mataré. Jajajajajaja.
El fornido soltó una carcajada bastante enfermiza y se notaba que ya se le estaba pasando la borrachera. Se subió a un poste y saltó para bajarse, se acercó a Milena y le dijo: “Es tu turno pelirroja, más te vale ganar o sino me decepcionarás.” El castaño le guiñó un ojo a la chica y se colocó junto al espadachín esperando a ver el espectáculo.
Ya le tocaba el turno al luchador, antes de subir le dio una palmada en el hombro a Nokoyuri “Vamos a ganar un buen pellizco, procura no decirle nada a Madara o nos pedirá comisión.” Tras decirle esas palabras al espadachín se giró para decirle unas palabras a Milena. “¡Buen trabajo! Espero que no te cueste mucho llegar a la final.” El luchador se dio la vuelta, comenzó a caminar hacia el ring y se subió agarrándose a las cuerdas. Había unos hombres limpiando la sangre que había en el suelo mientras los luchadores subían al escenario.
De nuevo el número de contrincantes eran dos pero parecía que esta vez no iba a ser tan fácil. Eran dos gemelos de pelo moreno y complexión fuerte. Estaban muy definidos y ambos parecían andar sincronizados. Parece que habrá que matarlos a la vez. Ha llegado la hora de usar eso. Una sonrisa malévola surgió de la cara del fornido. Se colocó en posición de atletismo para salir corriendo a por esos dos. Sonó la campana que daba inicio al combate y el luchador salió corriendo a por esos dos. Se movían completamente sincronizados y ambos preparaban un puñetazo hacia el pecho del castaño, pero pudo esquivarlo sin problemas debido a la lentitud de esos portentosos musculosos. Justo cuando iba a impactar con sus dos puños en sus caras dijo unas palabras en voz baja “Edge of Doom”. En las caras de esos hombres se dibujaron varias líneas rojas que sangraban mucho. Tus narices salieron despedidas y aquellos hombres cayeron al suelo entre gritos de dolor. La sangre de aquellos tipos fluía por todas partes y todo se estaba tiñendo nuevamente de rojo. La gente ovacionaba al luchador y aquellos tipos salieron de allí corriendo mientras aún gritaban.
- ¡Sí! ¡Estáis advertidos el resto! Al próximo lo mataré. Jajajajajaja.
El fornido soltó una carcajada bastante enfermiza y se notaba que ya se le estaba pasando la borrachera. Se subió a un poste y saltó para bajarse, se acercó a Milena y le dijo: “Es tu turno pelirroja, más te vale ganar o sino me decepcionarás.” El castaño le guiñó un ojo a la chica y se colocó junto al espadachín esperando a ver el espectáculo.
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Los combates continuaban en aquellas categorías tan extrañas. Nokotori como era de esperar había derrotado con toda la sangre fría de siempre a sus oponentes. Lo correcto más bien era decir oponente pues solo era uno. De todas formas había sido una pelea en condiciones y nada molesta. Una vez hubo terminado observó como la persona que se dirigía a pelear era el castaño. Los rojizos ojos de la muchacha le miraban con una calma sobrehumana y a decir verdad eso era extraño en ella. Cuando combatía disfrutaba demasiado para perder el tiempo hablando o con cualquier otra tontería. Como mucho se daba el gusto de ponerse a reír o amenazar a sus contrincantes. Ya lo había demostrado anteriormente contra ellas dos idiotas que se habían reencontrado con el diablo.
Qui Gon se preparaba para el combate contra sus dos oponentes y en poco tiempo también los había derrotado. No pudo evitar sonreír de lado cuando lo hizo y simplemente se cruzó de brazos al mismo tiempo que caminaba hacia su sitio. Durante el trayecto la chica pudo ver como el castaño simplemente se ponía a su lado y le decía unas palabras que la hicieron mirarle fijamente. – ¿Ganar? ¿Decepcionarte? Ya he acabado. – Dijo simplemente dirigiéndose a la zona barrosa. Nada más llegar pudo ver que solo le quedaba una concursante pues aquella categoría era la menos popular al haber pocas presas. La que quedaba parecía ser bastante más fuerte que las otras.
Era una mujer de unos dos metros de altura, de complexión fuerte y senos enormes. En su mano derecho portaba un enorme mazo y vestía con un sujetador rojo y una falda larga. Atuendo curioso pero nada inhumano y por ello la pelirroja ya estaba decepcionada. Cuando dieron la señal se lanzó a toda velocidad al barro. Quedó sumergida de nuevo y aquella mastodonte lanzó un golpe con el mazo. Falló levantando barro por todos lados y se quedó ella misma ciega al no cerrar los ojos, una pringada. La chica salió entonces llena de barro y de un tajo cortó el cuello de su presa. La victoria había sido demasiado fácil pero entonces del barro salió una persona distinta. Un tipo de cabellos largos y cuerpo fornido. De un corte rápido realizó una herida algo seria en la espalda de la científica.
La pelirroja al verse atacada por la espalda soltó un grito de dolor y cayó al barro notando como la sangre bajaba por su espalda. Al parecer había más de una finalista y no la había avisado de ello. Salió como pudo gruñendo de dolor y enseguida recibió otro tajo en la cintura haciéndola soltar un quejido debido al escozor que había sentido. Lanzó ella misma su propio ataque que cortó el brazo de su presa para después de un giro rápido decapitarla. La cabeza de aquel idiota cayó al barro y entonces la mujer escupió a un lado. No se esperaba que un hombre participase en aquel tipo de cosas pero ya le daba lo mismo. Había sido la ganadora y el público empezó a aclamarla de forma exagerada mientras ella pasaba de todo. Necesitaba atención médica y por ello se retiró con una expresión seria hasta la sala indicaba por los guardias. Allí se curaría las heridas de alguna forma básica pues tampoco sabía tanto.
Una vez entró pudo ver una sala de tamaño medio llena de bancos y taquillas. Se sentó en un lado pero antes cogiendo un botiquín de la pared. Tomó el alcohol y se lo echó por las heridas aguantando el dolor lo mejor posible. Tuvo que apretar los dientes y los puños para ellos. La espadachín soltó un enorme suspiro empezando a ponerse algunas vendas por el cuerpo lo mejor posible. Una vez lo hubo hecho soltó un suspiro y se dirigió a una de las duchas. Le daba lo mismo tener los vendajes, no quería tener barro por la piel y ya había finalizado. Entró en una y activó el agua caliente quedando debajo. Se quitó el sujetador y la parte de abajo empezando a ducharse con toda la calma del mundo. Cerró los ojos y miró hacia arriba notando aquella agradable sensación. Sin duda notar el líquido caliente cayendo por todo su cuerpo era una sensación magnifica. Después de aquello seguramente iba a tener que tomarse otra bebida. Le estaba dando un antojo de refresco de naranja con gas pues el alcohol no le agradaba en grandes cantidades.
Qui Gon se preparaba para el combate contra sus dos oponentes y en poco tiempo también los había derrotado. No pudo evitar sonreír de lado cuando lo hizo y simplemente se cruzó de brazos al mismo tiempo que caminaba hacia su sitio. Durante el trayecto la chica pudo ver como el castaño simplemente se ponía a su lado y le decía unas palabras que la hicieron mirarle fijamente. – ¿Ganar? ¿Decepcionarte? Ya he acabado. – Dijo simplemente dirigiéndose a la zona barrosa. Nada más llegar pudo ver que solo le quedaba una concursante pues aquella categoría era la menos popular al haber pocas presas. La que quedaba parecía ser bastante más fuerte que las otras.
Era una mujer de unos dos metros de altura, de complexión fuerte y senos enormes. En su mano derecho portaba un enorme mazo y vestía con un sujetador rojo y una falda larga. Atuendo curioso pero nada inhumano y por ello la pelirroja ya estaba decepcionada. Cuando dieron la señal se lanzó a toda velocidad al barro. Quedó sumergida de nuevo y aquella mastodonte lanzó un golpe con el mazo. Falló levantando barro por todos lados y se quedó ella misma ciega al no cerrar los ojos, una pringada. La chica salió entonces llena de barro y de un tajo cortó el cuello de su presa. La victoria había sido demasiado fácil pero entonces del barro salió una persona distinta. Un tipo de cabellos largos y cuerpo fornido. De un corte rápido realizó una herida algo seria en la espalda de la científica.
La pelirroja al verse atacada por la espalda soltó un grito de dolor y cayó al barro notando como la sangre bajaba por su espalda. Al parecer había más de una finalista y no la había avisado de ello. Salió como pudo gruñendo de dolor y enseguida recibió otro tajo en la cintura haciéndola soltar un quejido debido al escozor que había sentido. Lanzó ella misma su propio ataque que cortó el brazo de su presa para después de un giro rápido decapitarla. La cabeza de aquel idiota cayó al barro y entonces la mujer escupió a un lado. No se esperaba que un hombre participase en aquel tipo de cosas pero ya le daba lo mismo. Había sido la ganadora y el público empezó a aclamarla de forma exagerada mientras ella pasaba de todo. Necesitaba atención médica y por ello se retiró con una expresión seria hasta la sala indicaba por los guardias. Allí se curaría las heridas de alguna forma básica pues tampoco sabía tanto.
Una vez entró pudo ver una sala de tamaño medio llena de bancos y taquillas. Se sentó en un lado pero antes cogiendo un botiquín de la pared. Tomó el alcohol y se lo echó por las heridas aguantando el dolor lo mejor posible. Tuvo que apretar los dientes y los puños para ellos. La espadachín soltó un enorme suspiro empezando a ponerse algunas vendas por el cuerpo lo mejor posible. Una vez lo hubo hecho soltó un suspiro y se dirigió a una de las duchas. Le daba lo mismo tener los vendajes, no quería tener barro por la piel y ya había finalizado. Entró en una y activó el agua caliente quedando debajo. Se quitó el sujetador y la parte de abajo empezando a ducharse con toda la calma del mundo. Cerró los ojos y miró hacia arriba notando aquella agradable sensación. Sin duda notar el líquido caliente cayendo por todo su cuerpo era una sensación magnifica. Después de aquello seguramente iba a tener que tomarse otra bebida. Le estaba dando un antojo de refresco de naranja con gas pues el alcohol no le agradaba en grandes cantidades.
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Por fin había llegado a la final. No había encontrado a nadie que estuviese a su altura. Milena por lo visto había terminado ya, puesto que no era una modalidad muy popular. No obstante la chica se fue a una sala para curarse de sus heridas. Nokotori estaba pensando que si aquella muchacha no salía antes de que éste terminase, iba a ir a intentar llevarse el dinero de su modalidad. Si lo conseguía iba a tener cuarenta millones muy bonitos para él solo. Nuevamente sonó la alarma indicando que el combate final iba a comenzar. El espadachín subió al ring con una sonrisa siniestra en la cara. Cuando subió pudo observar como su contrincante estaba en las escaleras accediendo al ring. Aquel tipo era un hombre de estatura media, pelo blanco el cual le llegaba por los hombros, no tenía camiseta y tenía una bandana de color rojo en la frente. -Espero que me puedas dar algo de juego…-
Aquel muchacho miró a Nokotori impasible sin decir ninguna palabra. El espadachín miró a aquel tipo y se irritó, parecía muy seguro de sí mismo. De su cintura había dos espadas que pronto desenvainó. Estaba muy serio y se lanzó hacia Nokotori rápidamente, el espadachín reaccionó y desenvainó su espada hecha de kairouseki junto a su espada de color morado. Las cuatros espadas chocaron entre sí haciendo saltar unas chispas. Estaban muy igualados en lo que fuerza respectaba, el moreno sonrió levemente mientras se relamía. Hizo un esfuerzo para echar atrás a su contrincante consiguiéndolo. Después de hacer aquello se lanzó hacia su oponente. -Strong Snake.- Los brazos de Nokotori crecieron exageradamente, sus bíceps se marcaron más aún. Una vez que el moreno se puso frente a él saltó y con ambas espadas atacó. El criminal puso sus armas frente a él con bastante confianza y, para su mala suerte, Nokotori acabó cortando una de sus espadas y cortando por la mitad a aquel tipo. La otra espada chocó simplemente con la otra, pero ya era tarde, había muerto.
La sirena empezó a sonar. -Nokotori es el vencedor de ésta modalidad, ganando los veinte millones. Ha aniquilado completamente a sus oponentes.- Nokotori alzó los brazos en señal de victoria mientras que el tipo que había rebanado por la mitad caía al suelo creando un mar de sangre. La gente vitoreaba al moreno con bastante furor, había conseguido algunos fans. Varias mujeres gritaban al moreno algunas obscenidades. Era increíble lo enferma que estaba gente, gritando como locos por ver a personas mutiladas y partidas por la mitad. Al espadachín le daba igual aquello puesto que para él eran simples insectos y había conseguido su propósito, sus veinte millones.
Bajó del ring tranquilamente y se acercó a la taquilla para informarse sobre el premio. Se acercó a la taquilla y miró a la muchacha posando sus ojos rojizos sobre ella. Nuevamente se estremeció, ahora sabía lo que era capaz de hacer aquel tipo. -Quiero mi premio. Ahora.- La chica asintió temblorosa y le mostró una bolsa marrón llena de dinero. Nokotori sonrió forzosamente y agarró aquella bolsita. Cuando la abrió sacó todo el dinero y empezó a contarlo, estaba todo. Una vez hecho aquello se acercó a Jhon mostrándole la bolsa. -Jajajajaja ya tengo mi dinero, Jhon. Vaya pringado.- Esperaba que Jhon también terminase y pudiese ganar el dinero. Tampoco iban a decir nada a Madara por si acaso. Seguro que aquel tipo querría el dinero y probablemente iría a quitárselo, tenían que tener cuidado.
Aquel muchacho miró a Nokotori impasible sin decir ninguna palabra. El espadachín miró a aquel tipo y se irritó, parecía muy seguro de sí mismo. De su cintura había dos espadas que pronto desenvainó. Estaba muy serio y se lanzó hacia Nokotori rápidamente, el espadachín reaccionó y desenvainó su espada hecha de kairouseki junto a su espada de color morado. Las cuatros espadas chocaron entre sí haciendo saltar unas chispas. Estaban muy igualados en lo que fuerza respectaba, el moreno sonrió levemente mientras se relamía. Hizo un esfuerzo para echar atrás a su contrincante consiguiéndolo. Después de hacer aquello se lanzó hacia su oponente. -Strong Snake.- Los brazos de Nokotori crecieron exageradamente, sus bíceps se marcaron más aún. Una vez que el moreno se puso frente a él saltó y con ambas espadas atacó. El criminal puso sus armas frente a él con bastante confianza y, para su mala suerte, Nokotori acabó cortando una de sus espadas y cortando por la mitad a aquel tipo. La otra espada chocó simplemente con la otra, pero ya era tarde, había muerto.
La sirena empezó a sonar. -Nokotori es el vencedor de ésta modalidad, ganando los veinte millones. Ha aniquilado completamente a sus oponentes.- Nokotori alzó los brazos en señal de victoria mientras que el tipo que había rebanado por la mitad caía al suelo creando un mar de sangre. La gente vitoreaba al moreno con bastante furor, había conseguido algunos fans. Varias mujeres gritaban al moreno algunas obscenidades. Era increíble lo enferma que estaba gente, gritando como locos por ver a personas mutiladas y partidas por la mitad. Al espadachín le daba igual aquello puesto que para él eran simples insectos y había conseguido su propósito, sus veinte millones.
Bajó del ring tranquilamente y se acercó a la taquilla para informarse sobre el premio. Se acercó a la taquilla y miró a la muchacha posando sus ojos rojizos sobre ella. Nuevamente se estremeció, ahora sabía lo que era capaz de hacer aquel tipo. -Quiero mi premio. Ahora.- La chica asintió temblorosa y le mostró una bolsa marrón llena de dinero. Nokotori sonrió forzosamente y agarró aquella bolsita. Cuando la abrió sacó todo el dinero y empezó a contarlo, estaba todo. Una vez hecho aquello se acercó a Jhon mostrándole la bolsa. -Jajajajaja ya tengo mi dinero, Jhon. Vaya pringado.- Esperaba que Jhon también terminase y pudiese ganar el dinero. Tampoco iban a decir nada a Madara por si acaso. Seguro que aquel tipo querría el dinero y probablemente iría a quitárselo, tenían que tener cuidado.
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El luchador se apresuró a la taquilla de las apuestas antes de que comenzase la pelea en el barro. Quería apostar por la loca del pelo rojo antes de que se cargase a su oponente y la jodiera. Se abalanzó sobre el mostrador y comenzó a hablar con la muchacha de cabellos dorados y blusa blanca.
- Disculpe señorita, quiero apostar por la pelirroja, ¿cómo van las apuestas?
- Pues por ahora va siendo la favorita y como mucho duplicará su dinero…
En ese momento un hombre le realizó un corte a Milena y la grada rugía, en ese momento muchos se agolparon y los teléfonos sonaros cambiando las apuestas hacia el lado contrario. Qui Gon miró la escena y arqueó una ceja. Metió su mano en el bolsillo y sacó 200.000 berries.
- Apuesto esto a la chica del pelo rojo.
- De acuerdo pero ya has visto la escena, es posible que pierda su dinero pero allá usted. Si ganase multiplicará por veinte lo apostado.
- Sí, sí, todo a esa puta loca.
Justo cuando esa mujer agarró el dinero se escuchó un gran estruendo a su espalda. Milena había derrotado a aquel tipo y se retiraba a curarse a una sala cercana. Mientras tanto Qui Gon sonreía y miraba con cara de avaro. “Luego volveré a por mi jugoso dinero.” El fornido fue corriendo hasta el ring y se subió de un salto. Puso los brazos en alto y gritó: “¡VAMOS! QUE HAY PRISA.” De la esquina contraria subió un hombre bastante gordo y con una coleta negra muy ridícula. Vestía con un simple taparrabos y las moyas se movían mientras subía por las escaleras. Todo retumbaba a su paso y parecía que aquella mole se iba a hacer con el combate por las ovaciones de las gradas.
Qui Gon corrió hacia la mole de grasa y cuando se puso frente a él dio una finta y se colocó tras él y le impactó con los dos puños activando la técnica Edge of Doom. La espalda de aquel hombre se quedó totalmente rasgada y sangraba a borbotones. Aquel gordo le dio una coz al fornido lo que hizo que se cayera de espaldas. El coletas se dio la vuelta y pisó la pierna del luchador lo que le hizo sufrir un gran dolor. En cuanto le dio ese pisotón el luchador se levantó y golpeó con fuerza la pierna del gordo reventándosela a cortes por el efecto de Edge of Doom. El gordo cayó al suelo y el fornido se abalanzó sobre él dándole una serie de golpes en la cara con la técnica activada lo que hizo que se le desfigurase hasta el punto de acabar matándolo.
Todos gritaban y coreaban el nombre de Qui Gon a los cuatro vientos. El castaño se levantó lentamente cojeando por la pierna que le había pisado aquella mole y alzó el puño derecho en señal de victoria. Se bajó del ring como pudo y se dirigió a la taquilla a cobrar su merecido premio. Recogió los 20.000.000 que le correspondían por ganar el campeonato y los 4.000.000 de la apuesta de Milena. Le pidió a la mujer de la taquilla que le diese el dinero para Milena ya que se lo iba a llevar. La taquillera algo desconfiada pero acabó por ceder ya que había oído que era miembro de la tripulación de un sichibukai. El fornido agarró el dinero y fue a llevárselo a Milena a la sala.
- Noko-chan, iré a llevarle la pasta a la guarra esa, deséame suerte para que no me mate por el camino. Jajajajajaja.
El luchador estaba frente a la puerta y la abrió lentamente pidiendo permiso. “Disculpa Milena, aquí tengo tu premio y quisiera recuperar mi camiseta. Ya estaba dentro de la sala cuando una gran explosión sonó afuera. Diez hombres armados con metralletas y chalecos antibalas. Vestían de negro y llevaban un turbante blanco en la cabeza.
- ¡QUIETO TODO EL MUNDO! DÁDNOS TODO LO QUE TENGÁIS SI QUERÉIS SALIR DE AQUÍ CON VIDA.
Unos guardias de seguridad sacaron sus pistolas para disparar a los asaltantes pero los dejaron como coladores en pocos segundos. Todo el mundo se echó al suelo con las manos en la cabeza y quedaron a merced de los atacantes.
- Disculpe señorita, quiero apostar por la pelirroja, ¿cómo van las apuestas?
- Pues por ahora va siendo la favorita y como mucho duplicará su dinero…
En ese momento un hombre le realizó un corte a Milena y la grada rugía, en ese momento muchos se agolparon y los teléfonos sonaros cambiando las apuestas hacia el lado contrario. Qui Gon miró la escena y arqueó una ceja. Metió su mano en el bolsillo y sacó 200.000 berries.
- Apuesto esto a la chica del pelo rojo.
- De acuerdo pero ya has visto la escena, es posible que pierda su dinero pero allá usted. Si ganase multiplicará por veinte lo apostado.
- Sí, sí, todo a esa puta loca.
Justo cuando esa mujer agarró el dinero se escuchó un gran estruendo a su espalda. Milena había derrotado a aquel tipo y se retiraba a curarse a una sala cercana. Mientras tanto Qui Gon sonreía y miraba con cara de avaro. “Luego volveré a por mi jugoso dinero.” El fornido fue corriendo hasta el ring y se subió de un salto. Puso los brazos en alto y gritó: “¡VAMOS! QUE HAY PRISA.” De la esquina contraria subió un hombre bastante gordo y con una coleta negra muy ridícula. Vestía con un simple taparrabos y las moyas se movían mientras subía por las escaleras. Todo retumbaba a su paso y parecía que aquella mole se iba a hacer con el combate por las ovaciones de las gradas.
Qui Gon corrió hacia la mole de grasa y cuando se puso frente a él dio una finta y se colocó tras él y le impactó con los dos puños activando la técnica Edge of Doom. La espalda de aquel hombre se quedó totalmente rasgada y sangraba a borbotones. Aquel gordo le dio una coz al fornido lo que hizo que se cayera de espaldas. El coletas se dio la vuelta y pisó la pierna del luchador lo que le hizo sufrir un gran dolor. En cuanto le dio ese pisotón el luchador se levantó y golpeó con fuerza la pierna del gordo reventándosela a cortes por el efecto de Edge of Doom. El gordo cayó al suelo y el fornido se abalanzó sobre él dándole una serie de golpes en la cara con la técnica activada lo que hizo que se le desfigurase hasta el punto de acabar matándolo.
Todos gritaban y coreaban el nombre de Qui Gon a los cuatro vientos. El castaño se levantó lentamente cojeando por la pierna que le había pisado aquella mole y alzó el puño derecho en señal de victoria. Se bajó del ring como pudo y se dirigió a la taquilla a cobrar su merecido premio. Recogió los 20.000.000 que le correspondían por ganar el campeonato y los 4.000.000 de la apuesta de Milena. Le pidió a la mujer de la taquilla que le diese el dinero para Milena ya que se lo iba a llevar. La taquillera algo desconfiada pero acabó por ceder ya que había oído que era miembro de la tripulación de un sichibukai. El fornido agarró el dinero y fue a llevárselo a Milena a la sala.
- Noko-chan, iré a llevarle la pasta a la guarra esa, deséame suerte para que no me mate por el camino. Jajajajajaja.
El luchador estaba frente a la puerta y la abrió lentamente pidiendo permiso. “Disculpa Milena, aquí tengo tu premio y quisiera recuperar mi camiseta. Ya estaba dentro de la sala cuando una gran explosión sonó afuera. Diez hombres armados con metralletas y chalecos antibalas. Vestían de negro y llevaban un turbante blanco en la cabeza.
- ¡QUIETO TODO EL MUNDO! DÁDNOS TODO LO QUE TENGÁIS SI QUERÉIS SALIR DE AQUÍ CON VIDA.
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Milena continuaba duchándose tranquilamente en aquellas cómodas y relajantes duchas. Se estaba replanteando la opción de quedarse allí unas horas ella sola sin que la molestasen. De paso gastaba agua caliente y jodía un poco a los dueños de aquel simple casino. No le habían hecho absolutamente nada pero de todas formas debían de estar forrados y un poco de agua no les iba a matar o quizás sí. Había usado dos botes enteros de un producto especial que había al lado y se había dejado el cuerpo y el cabello impecables. Sin duda alguna adoraba estar limpia tras los combates, la sensación de la sangre por el cuerpo era perfecta pero adoraba la limpieza. Casi parecía que brillaba pero debido a que estaba tras las paredes de mármol del vestuario no se la podía ver a simple vista y eso también le gustaba. No se fiaba mucho del castaño pues parecía un poco pervertido pese a lo inocente que parecía. Ese golfo quería violarla o al menos eso empezaba a pensar la pelirroja cuando escuchó su voz dentro de aquella enorme sala.
Al parecer estaba buscando su camiseta y le traía el premio. Ella simplemente soltó un suspiro para después alzar la voz para que la escuchase. – Deja la pasta en uno de los bancos, tú camiseta está en el cercano a la papelera. – Había dejado allí la prenda de aquel chico. Cuando se hubiese ido saldría con toda la calma del mundo de la ducha. Había usado como prenda una toalla que había al lado y de esa forma quedaba totalmente tapada. Cortó el candado de una de las taquillas con toda la calma del mundo y robó la ropa cómo si fuese suya. Se puso una camiseta de tirantes roja y un pantalón largo negro, en sus pies unas sandalias de madera. Una vez cambiada tomó el dinero y salió al exterior viendo el panorama que se había formado en aquel casino. No tardó mucho en contener la risa para después analizar un poco la situación. Tenía un precioso plan en mente para salir ilesa de todo aquello pues no pensaba ser la idiota que se tragase todas las balas. Era imposible esquivar a aquellas cabronas de metal pues su velocidad era monstruosa. De hecho ni con su técnica especial podría evadirlas y mucho menos vencerlas en velocidad.
Ya era hora de realizar su pequeña estrategia y entonces en su rostro se mostró una perversa sonrisa. Enseguida empezó a caminar hacia un grupo de ellos con toda la calma del mundo. En menos de unos momentos se vio apuntada por varias armas pero entonces puso una expresión un poco pícara mientras los miraba. – Esas no son las puntas que quiero cerca de mi cuerpo. Tomadme como rehén y jugad un poco conmigo en el piso de arriba… – Puso un tono de voz algo inocente diciendo aquello y además pareció dar resultado. Cinco de aquellos hombres la tomaron en brazos entre todos empezando a reírse y a relamerse mientras se la llevaban arriba. Estaban seguros de que les había tocado la lotería, eran solo unos pobres inocentes a punto de recibir su premio. Ese premio no era un cuerpo húmedo para sus fantasías, más bien una hoja afilada. Derribaron una de las puertas tirándola a una cama y comenzaron a mirarla emocionados. En ese momento la chica sonrió de lado mientras se quitaba la camiseta quedando en sujetador. – ¿No se os escapará el dedo y dispararéis no? – Negaron tirando las armas a un lado y empezaron a quitarse la ropa a toda velocidad. En ese momento la pelirroja sonrió de lado desenfundando su arma. Era tarde para ellos y nadie iba a salvarlos de una muerta segura.
Al parecer estaba buscando su camiseta y le traía el premio. Ella simplemente soltó un suspiro para después alzar la voz para que la escuchase. – Deja la pasta en uno de los bancos, tú camiseta está en el cercano a la papelera. – Había dejado allí la prenda de aquel chico. Cuando se hubiese ido saldría con toda la calma del mundo de la ducha. Había usado como prenda una toalla que había al lado y de esa forma quedaba totalmente tapada. Cortó el candado de una de las taquillas con toda la calma del mundo y robó la ropa cómo si fuese suya. Se puso una camiseta de tirantes roja y un pantalón largo negro, en sus pies unas sandalias de madera. Una vez cambiada tomó el dinero y salió al exterior viendo el panorama que se había formado en aquel casino. No tardó mucho en contener la risa para después analizar un poco la situación. Tenía un precioso plan en mente para salir ilesa de todo aquello pues no pensaba ser la idiota que se tragase todas las balas. Era imposible esquivar a aquellas cabronas de metal pues su velocidad era monstruosa. De hecho ni con su técnica especial podría evadirlas y mucho menos vencerlas en velocidad.
Ya era hora de realizar su pequeña estrategia y entonces en su rostro se mostró una perversa sonrisa. Enseguida empezó a caminar hacia un grupo de ellos con toda la calma del mundo. En menos de unos momentos se vio apuntada por varias armas pero entonces puso una expresión un poco pícara mientras los miraba. – Esas no son las puntas que quiero cerca de mi cuerpo. Tomadme como rehén y jugad un poco conmigo en el piso de arriba… – Puso un tono de voz algo inocente diciendo aquello y además pareció dar resultado. Cinco de aquellos hombres la tomaron en brazos entre todos empezando a reírse y a relamerse mientras se la llevaban arriba. Estaban seguros de que les había tocado la lotería, eran solo unos pobres inocentes a punto de recibir su premio. Ese premio no era un cuerpo húmedo para sus fantasías, más bien una hoja afilada. Derribaron una de las puertas tirándola a una cama y comenzaron a mirarla emocionados. En ese momento la chica sonrió de lado mientras se quitaba la camiseta quedando en sujetador. – ¿No se os escapará el dedo y dispararéis no? – Negaron tirando las armas a un lado y empezaron a quitarse la ropa a toda velocidad. En ese momento la pelirroja sonrió de lado desenfundando su arma. Era tarde para ellos y nadie iba a salvarlos de una muerta segura.
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Después de todo aquello, su compañero mencionó que iba a darle el premio a Milena. Nokotori simplemente pensaba que era una excusa para poder pillarla y verla desnuda. Pobre Jhon, esa muchacha no le convenía en absoluto o eso pensaba el moreno. Cuando su compañero no estaba junto a él, Nokotori escuchó ruido proveniente de afuera. El espadachín asomó la cabeza por la puerta y observó todo lo que estaba sucediendo.
Vio como despacharon a los guardias rápidamente y el moreno empezó a reírse. Después de aquello vio a Milena llevándose a cinco de ellos hacia arriba. Estaba claro que aquellos hombres no sabían exactamente dónde se estaban metiendo. Nokotori se escabulló como pudo para no ser visto. Aquellos tipos querrían la fortuna del casino probablemente. Lo cierto es que el moreno no estaba en la obligación de pararlos, pero quedaría mejor si lo hacía.
Los cinco restantes que no se habían ido con la pelirroja no estaban contentos. Tomaron como rehenes a muchas de las personas que se encontraban ahí. La mayoría estaban asustados y en el suelo temblando. Para ser un casino tan grande, la seguridad de aquel sitio era una pedazo de mierda. Por lo visto los guardias restantes se habían largado acojonados. Otros sin embargo no habían tenido la misma suerte y habían acabado con una bala entre ceja y ceja. El moreno tenía que ser hábil en esa situación ya que la velocidad de aquellos proyectiles era absurda.
Nokotori vio como unas cuantas personas se dieron cuenta de su presencia. Se llevó un dedo a los labios en señal de silencio. Cuando vieron aquellas personas que el muchacho estaba armado entonces cayeron en la cuenta. Los iban a salvar o al menos intentar. Anduvo silenciosamente hacia la posición de aquellos idiotas y se colocó a sus espaldas. Los muy inútiles gritaban a pleno pulmón que querían el dinero del casino y que matarían a todos si no se lo daban. Varios de aquellos criminales disparaban de vez en cuando para demostrar que iban en serio. No tardaron mucho en callarse cuando Nokotori atravesó el pecho de uno de ellos. Algunos de los rehenes gritaron al ver aquello.
El moreno se había encargado de uno y sacó su espada del cuerpo inerte de aquel hombre. Los demás se quedaron mirando atónitos ya que no esperaban que alguien consiguiese aquello. Nokotori sonrió de lado y antes de que pudiesen reaccionar acabó haciendo un corte profundo en el cuello de otro. Empezó a sangrar bastante hasta caer de rodillas al suelo. Inconscientemente empezó a disparar su arma hasta que murió. El moreno se echó al suelo para evitar las balas, pero una le dio en un brazo. Aquello dolía y quemaba demasiado. Las armas de fuego eran jodidamente peligrosas. Aquellos criminales empezaron a reaccionar uno tras otro, pero a Nokotori ya le había dado tiempo para esconderse tras un pequeño muro que había ahí. Ahora una lluvia de balas empezó a pasar por encima de la cabeza del moreno. No sabía cómo salir ahora de aquella tormenta. Algún día se acabarían las balas o eso esperaba el espadachín.
Vio como despacharon a los guardias rápidamente y el moreno empezó a reírse. Después de aquello vio a Milena llevándose a cinco de ellos hacia arriba. Estaba claro que aquellos hombres no sabían exactamente dónde se estaban metiendo. Nokotori se escabulló como pudo para no ser visto. Aquellos tipos querrían la fortuna del casino probablemente. Lo cierto es que el moreno no estaba en la obligación de pararlos, pero quedaría mejor si lo hacía.
Los cinco restantes que no se habían ido con la pelirroja no estaban contentos. Tomaron como rehenes a muchas de las personas que se encontraban ahí. La mayoría estaban asustados y en el suelo temblando. Para ser un casino tan grande, la seguridad de aquel sitio era una pedazo de mierda. Por lo visto los guardias restantes se habían largado acojonados. Otros sin embargo no habían tenido la misma suerte y habían acabado con una bala entre ceja y ceja. El moreno tenía que ser hábil en esa situación ya que la velocidad de aquellos proyectiles era absurda.
Nokotori vio como unas cuantas personas se dieron cuenta de su presencia. Se llevó un dedo a los labios en señal de silencio. Cuando vieron aquellas personas que el muchacho estaba armado entonces cayeron en la cuenta. Los iban a salvar o al menos intentar. Anduvo silenciosamente hacia la posición de aquellos idiotas y se colocó a sus espaldas. Los muy inútiles gritaban a pleno pulmón que querían el dinero del casino y que matarían a todos si no se lo daban. Varios de aquellos criminales disparaban de vez en cuando para demostrar que iban en serio. No tardaron mucho en callarse cuando Nokotori atravesó el pecho de uno de ellos. Algunos de los rehenes gritaron al ver aquello.
El moreno se había encargado de uno y sacó su espada del cuerpo inerte de aquel hombre. Los demás se quedaron mirando atónitos ya que no esperaban que alguien consiguiese aquello. Nokotori sonrió de lado y antes de que pudiesen reaccionar acabó haciendo un corte profundo en el cuello de otro. Empezó a sangrar bastante hasta caer de rodillas al suelo. Inconscientemente empezó a disparar su arma hasta que murió. El moreno se echó al suelo para evitar las balas, pero una le dio en un brazo. Aquello dolía y quemaba demasiado. Las armas de fuego eran jodidamente peligrosas. Aquellos criminales empezaron a reaccionar uno tras otro, pero a Nokotori ya le había dado tiempo para esconderse tras un pequeño muro que había ahí. Ahora una lluvia de balas empezó a pasar por encima de la cabeza del moreno. No sabía cómo salir ahora de aquella tormenta. Algún día se acabarían las balas o eso esperaba el espadachín.
Qui Gon Blackheart
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Características
fuerza
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Velocidad
Agilidad
Destreza
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Agudeza
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Akuma no mi
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Qui Gon salió lentamente de la habitación tratando de no ser visto. Se puso tras uno de los pilares centrales del casino y miraba a aquellos criminales de reojo sin ser visto. La cosa estaba jodida y la seguridad del casino no había sido suficiente. Tenían rehenes y armas de fuego, no iba a ser fácil salir de esta, el luchador pensaba en irse y dejarlos ahí con su problema, pero su compañero Nokotori probablemente seguiría dentro, su sed de sangre a veces le podía y siempre buscaba la oportunidad de meterse en líos, o eso pensaba el luchador.
De pronto pudo ver cómo Milena salía y se llevaba a 5 de ellos hacia la planta superior, esto hizo que el castaño se preocupase, pero a la vez confiaba en aquella mujer, la había visto pelear y estaba tan loca como el espadachín moreno. No pasó mucho tiempo hasta que unos gritos resonaron por la sala. No eran los gritos de aquellos asaltantes, sino que los propios rehenes estaban gritando. Qui Gon se fijó en la sala y pudo ver a su compañero trinchando a uno de aquellos malhechores, el luchador no pudo evitar estarse quieto así que se fue acercando sigilosamente hasta estar lo bastante cerca de aquellos tipos. Habían pasado unos segundos hasta que otro de ellos cayó, el espadachín se cubrió rápidamente pero los tres tipos restantes no paraban de disparar hacia su posición, tenían por lo menos 3 cargadores cada uno, así que por balas no se iban a cansar. El castaño salió detrás del más atrasado de ellos y le dio un fuerte golpe en la cabeza dejándolo inconsciente, lo cogió a modo de escudo mientras se acercaba a los otros dos que seguían disparando hacia la posición del moreno. El fornido sostuvo al cadáver que llevaba sobre su cabeza y lo lanzó hacia aquellos tipos que estaban bastante juntos. Ambos cayeron al suelo y sus armas salieron disparadas por el suelo, se acercó rápidamente hacia ellos dándole a uno una fuerte patada en la cara y a otro un puñetazo en el estómago. Pero uno de ellos sacó un puñal, clavándoselo en la pierna al navegante. Esto hizo que soltase un grito de dolor y apretara los dientes, entonces cayó de rodillas frente a ese maldito bastardo y le reventó la cara de un puñetazo con la explosión de los guantes Urano. Al fornido le dolía bastante la herida y cojeaba un poco, se quitó aquel puñal y taponó la herida con uno de los turbantes de aquellos tipos.
- Noko, ve a por Milena si quieres, yo iré hacia el barco, nos vamos.
El fornido empezó a cojear a una velocidad bastante rápida para ir cojo en dirección a la salida del casino, los clientes no paraban de darles las gracias tanto a él como a Nokotori y sus caras de agradecimiento hacían sonreír al luchador. Una vez salió de allí fue directo hasta el puerto y comenzó a preparar el navío para zarpar. Esperaría a su compañero probablemente acompañado por la mujer pelirroja y cuando estuviesen los dos a bordo zarparían de aquel lugar.
De pronto pudo ver cómo Milena salía y se llevaba a 5 de ellos hacia la planta superior, esto hizo que el castaño se preocupase, pero a la vez confiaba en aquella mujer, la había visto pelear y estaba tan loca como el espadachín moreno. No pasó mucho tiempo hasta que unos gritos resonaron por la sala. No eran los gritos de aquellos asaltantes, sino que los propios rehenes estaban gritando. Qui Gon se fijó en la sala y pudo ver a su compañero trinchando a uno de aquellos malhechores, el luchador no pudo evitar estarse quieto así que se fue acercando sigilosamente hasta estar lo bastante cerca de aquellos tipos. Habían pasado unos segundos hasta que otro de ellos cayó, el espadachín se cubrió rápidamente pero los tres tipos restantes no paraban de disparar hacia su posición, tenían por lo menos 3 cargadores cada uno, así que por balas no se iban a cansar. El castaño salió detrás del más atrasado de ellos y le dio un fuerte golpe en la cabeza dejándolo inconsciente, lo cogió a modo de escudo mientras se acercaba a los otros dos que seguían disparando hacia la posición del moreno. El fornido sostuvo al cadáver que llevaba sobre su cabeza y lo lanzó hacia aquellos tipos que estaban bastante juntos. Ambos cayeron al suelo y sus armas salieron disparadas por el suelo, se acercó rápidamente hacia ellos dándole a uno una fuerte patada en la cara y a otro un puñetazo en el estómago. Pero uno de ellos sacó un puñal, clavándoselo en la pierna al navegante. Esto hizo que soltase un grito de dolor y apretara los dientes, entonces cayó de rodillas frente a ese maldito bastardo y le reventó la cara de un puñetazo con la explosión de los guantes Urano. Al fornido le dolía bastante la herida y cojeaba un poco, se quitó aquel puñal y taponó la herida con uno de los turbantes de aquellos tipos.
- Noko, ve a por Milena si quieres, yo iré hacia el barco, nos vamos.
El fornido empezó a cojear a una velocidad bastante rápida para ir cojo en dirección a la salida del casino, los clientes no paraban de darles las gracias tanto a él como a Nokotori y sus caras de agradecimiento hacían sonreír al luchador. Una vez salió de allí fue directo hasta el puerto y comenzó a preparar el navío para zarpar. Esperaría a su compañero probablemente acompañado por la mujer pelirroja y cuando estuviesen los dos a bordo zarparían de aquel lugar.
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Milena continuaba tirada en aquella cama con una sonrisa lasciva, estaba totalmente preparada para lo que iba a pasar. La idea de tirárselos no era una opción, tal vez le daba morbo que fueran muchos pero por ahora debía erradicarlos. Aquellos capullos podían tener muchas enfermedades. No iba a pillar nada que no se hubiese merecido y por ello tenía listo el siguiente plan. Uno de aquellos tipos se bajó el pantalón y caminó hacia ella con una sonrisa de felicidad. El arma de aquel capullo apuntaba hacia ella y eso le hacía dudar sobre si divertirse o no. Se mordió el labio de forma exagerada, la tentación era demasiada y tal vez estaba a punto de dejarse. Se tumbó abriendo las piernas tras tomar su decisión y sacó la lengua de forma pícara la muy capulla.
Era bueno pasarlo bien un poco, impregnada de aquel líquido de ellos, llamado sangre. Se puso en pie tras una voltereta y desenfundó su espada, cortando el cuello de aquel tipo. Una sonrisa siniestra se formó en su cara. El líquido carmesí manchaba todo su rostro y parecía estar disfrutándolo. Los otros hombres trataron de tomar sus armas pero la velocidad de la pelirroja fue mucho mayor a la de ellos. En pocos momentos había una masacre de personas allí mismo. Los cuerpos desangrados y cortados yacían tirados por el suelo. La científica entonces lanzó un corte contra la pared. El aire fue cortado dando paso a una onda cortante que hizo aquel muro caer hacia atrás. En ese momento pudo ver como el castaño corría a toda velocidad, rumbo a un barco. Seguramente era el de ellos y aquello la hizo sonreír lado, no iba a irse sola y mucho menos en un triste bote.
Milena entonces se arrodilló frente al hombre desnudo y le dio un intenso lametón en el cuello, quitándole un poco de sangre y tomándola. A continuación entrecerró los ojos y saltó a un árbol cercano. De él pasó a varias ramas y finalmente cayó al suelo. Activó su aura eléctrica y se movió a quince metros por segundo. En unos instantes llegó al puerto y de un solo salto se montó en la cubierta. Una vez allí desactivó su habilidad y se quedó mirando al chico unos momentos. – Zarpad cuando queráis. – Dijo acoplándose y un poco de sangre en las comisuras. Después pasó por el lado del luchador, mirándole de forma un poco siniestra pero lasciva al mismo tiempo. Después se fue caminando hasta el interior del barco, sin decirle nada más a nadie.
Era bueno pasarlo bien un poco, impregnada de aquel líquido de ellos, llamado sangre. Se puso en pie tras una voltereta y desenfundó su espada, cortando el cuello de aquel tipo. Una sonrisa siniestra se formó en su cara. El líquido carmesí manchaba todo su rostro y parecía estar disfrutándolo. Los otros hombres trataron de tomar sus armas pero la velocidad de la pelirroja fue mucho mayor a la de ellos. En pocos momentos había una masacre de personas allí mismo. Los cuerpos desangrados y cortados yacían tirados por el suelo. La científica entonces lanzó un corte contra la pared. El aire fue cortado dando paso a una onda cortante que hizo aquel muro caer hacia atrás. En ese momento pudo ver como el castaño corría a toda velocidad, rumbo a un barco. Seguramente era el de ellos y aquello la hizo sonreír lado, no iba a irse sola y mucho menos en un triste bote.
Milena entonces se arrodilló frente al hombre desnudo y le dio un intenso lametón en el cuello, quitándole un poco de sangre y tomándola. A continuación entrecerró los ojos y saltó a un árbol cercano. De él pasó a varias ramas y finalmente cayó al suelo. Activó su aura eléctrica y se movió a quince metros por segundo. En unos instantes llegó al puerto y de un solo salto se montó en la cubierta. Una vez allí desactivó su habilidad y se quedó mirando al chico unos momentos. – Zarpad cuando queráis. – Dijo acoplándose y un poco de sangre en las comisuras. Después pasó por el lado del luchador, mirándole de forma un poco siniestra pero lasciva al mismo tiempo. Después se fue caminando hasta el interior del barco, sin decirle nada más a nadie.
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