La hermosa cazadora y el pirata bastardo[Priv. Pasado][Yoko & Ushio]

Corría lo más rápido que podía. Las piernas empezaban a dolerme, pero no podía detenerme. Aquel hombre era aliado de los mercenarios a los que había capturado hacía meses. Seguro que ellos dos estaban estaban en contacto con él. No podía desaprovechar otra oportunidad como esta. Me detuve un momento para tomar aliento. Al mirar atrás veía como la civilización se estaba haciendo diminuta. Volví a mirar hacia delante y esta vez solo veía bosque. No quería entrometerme mucho más en él y menos sola, ¿y si aquel hombre regresaba con ellos? Me apoyé contra un árbol suspirando. Solo era cuestión de calmarse... No, no era cuestión de eso. Había sido una estúpida por venir sola y seguro que era el doble de fuerte, todavía estaba a tiempo de llegar a Lvneel y olvidar todo el asunto, pero el instinto me decía que siguiese adelante.

Deslicé la mano por la corteza del árbol y, a medida que descendía, podía sentir el rugoso tacto contra mi piel. Miré hacia arriba y las copas de los árboles no paraban de moverse, lo que ocasionaba una especie de silbido del aire. De todas formas estaba rodeada de un silencio sepulcral. Que poco me gustaba el silencio... es como tuviese un trauma con él. Me separé del árbol y me coloqué las gafas de sol bien, dado que antes las llevaba sobre la cabeza. Saqué mis dos pistolas y avancé un poco por la zona del bosque. Era sigilosa y trataba de apreciar los detalles más nimios que me rodeaban.

Tras estar un buen rato vagando por la zona desistí en la búsqueda. Había perdido a aquel hombre... Tocaba regresar a Lvneel. En la taberna que había estado varias horas antes me habían ayudado con el tema de buscar información. Aquellos tipos... agh, es como si tuviese que construir un puzzle en mi memoria para descubrir quien era la persona que estaba detrás de la atrocidad que cometió conmigo.

-Quién me mandaría a mí... - Dije en voz baja.

Unas pisadas de ramas secas me alertaron. Miré en todas direcciones. Activé mi mantra y sentí una presencia muy cercana a mí. ¿Por qué no lograba verla? No había mucha maleza en el bosque. Le escuché saltar desde detrás y me giré. Estaba apoyado en el suelo y se levantó con rapidez. Llevaba su katana desenvainada y estaba dispuesto a atacarme.

Caminaba tranquilamente por aquel bosque. Era hora de partir y juntarme con mis amigos, aunque claro, no sin antes tomar, quizás, otra pausa en mi viaje. ”Ya te tomaste una de dos años” – suspiré y sonreí con relativa calma. Quizás mis compañeros ya me daban por muerto, lo cual, si lo pensaba bien, sería una gran ventaja. Desaparecer, luego volver a revivir entre los muertos y que todos se sorprendan. ”Idiota” – reí por lo bajo y crucé mis manos sobre mi nuca. ¿Siguientes movimientos? Por ahora, solo me interesaba reunirme con ellos y dejarles saber que seguía vivo. El resto, eventualmente, iba a llegar solo y no tenía por qué preocuparme. No es que fuera tan confiado como para decir que mis planes iban a resultar, pero tampoco era tan idiota como para anticiparme. Me había hecho fuerte en estos dos años, sí…. Pero me faltaba un largo camino todavía.

– Esto apenas empieza. – Susurré al viento. ¿Preocuparme? No tanto como para perder el sueño, pero nunca tan poco como para bajar la guardia. No podía negar que estaba algo nervioso, que me sentía constantemente vigilado y que ahora confiar en alguien iba a ser más complicado, pero tampoco debía actuar desconfiado o cambiar mi personalidad. ”Es un mundo cruel, ¿no?” – pensé mientras apretaba mi puño derecho y me detuve unos segundos. Había sentido dos presencias cercanas y, por lo menos, una de ellas tenía intenciones hostiles con la otra. ”Debo darme prisa” – apuré mi paso y avancé por el bosque, en el camino, saqué mi única espada e iba cortando algunos árboles para no perder velocidad ni tiempo. ”Debo llegar a tiempo.” – No podía permitir que pasara de nuevo… Por ser tan lento, Melissa casi había muerto y nos salvamos de milagro. Definitivamente, no iba a dejar que pasara de nuevo. Salté un tronco, previamente cortado y logré llegar a tiempo para interponer mi espada en la trayectoria de aquel hombre. De reojo había visto a una hermosa joven pelirroja.

– Logré llegar a tiempo, parece – hice un poco de fuerza y aquel tipo se alejó unos cuantos pasos de nosotros. – ¿Estás bien? – no le di la espalda a aquel espadachín, pero, claramente, le preguntaba a la pelirroja. – Debes ser bastante cobarde y por la espalda, ¿no? – lo apunté con mi espada de Kairoseki, noté una sonrisa arrogante por su parte y, la verdad, él era fuerte. Claramente, me surgieron varias dudas, pero por ahora, la importancia era derrotar a aquel sujeto. Siempre y cuando, aquella joven pelirroja no tuviera problemas con aquello. – Soy Ushio, un placer. – ¿Qué iba a pasar ahora? Todo dependía de ella y si aquel sujeto era inteligente y decidía no enfrentarme.

Sabía que los mercenarios buscaban el momento idóneo para atacar, siempre estaban en alerta aunque hubiesen desaparecido. Sin embargo, el hecho de ir en busca de información me estaba causando demasiados problemas. Me encontraba con maleantes que les conocían y les defendían hasta la muerte, pero ninguno hablaba nunca. Tenía miedo de encontrarme con alguien mucho más fuerte que los anteriores, llegaría un momento en el que me arrepentiría por completo de haber recorrido este camino en busca de esos hombres, pero... agh, ¿por qué estaba siendo todo tan difícil?

El individuo no se movía así que no me quedó más remedio que apuntarle con las dos pistolas. Este sonrió y ni se inmutó. Había sido muy cobarde al escapar, pero ahora no tendría oportunidad. Mi pulso temblaba, ¿miedo a revivir lo pasado? tal vez, pero no me dejaría amedrentar contra uno solo esta vez. Él dio el primer paso con su katana y se lanzó hacia. Me había convencido de que enfrentarme a él era inminente. Sin embargo, cuando me echaba hacia atrás un hombre se interpuso parando el golpe.

Abrí los ojos como platos. Era alguien alto y con el cabello moreno, me acerqué por detrás y le miré de lado. El otro hombre se había echado también hacia atrás. Me mordí el labio inferior pensando que hacer. Su nombre era Ushio, me hubiera gustado presentarme al mismo tiempo que él, pero no era el momento, de todas formas le estaba agradecida por haber intervenido.

Le disparé varias veces, pero este las había esquivado con movimientos muy fluidos. Las balas se quedaron incrustadas en la corteza de los árboles. Aquel hombre no tenía recompensa, nunca me había encontrado con algún cartel suyo, por lo tanto hacerle daño podía ser nefasto para nosotros dos. - ¡Vete! - Le grité estando aún detrás de Ushio. - Yo no soy de las que atacan por la espalda y a traición, vete. - El hombre envainó su katana y se quedó mirándonos. Suspiré aliviada.

”Esto puede ponerse peligroso si llego a hacer un movimiento en falso” – pensaba mientras veía el lugar. No había que ser listo para darse cuenta de que una sola llama y todo el bosque ardería. ”No todo, bruto” – al menos, una buena parte. Aquel tipo, había guardado total silencio. Mantuvo su espada en alto y no parecía aflojar ni un solo segundo. Escuché como ella le pedía a ese tipo largarse y cómo le explicaba que no era de las que atacaba por la espalda. ”No debería dejar que se fuera, es un enemigo” – no era mi decisión, a final de cuentas, era su enemigo y yo solo me había metido donde no me habían metido. En frío, quizás ella podía vencerle con cierta facilidad, su poder era bastante grande y quizás no necesitaba mi ayuda.

– Déjala en paz, anda – le dije con una mirada seria. Al parecer, había entendido y envainó su espada. Suspiré aliviado e hice lo mismo que él. Me giré para ver a la chica y ver si no tenía alguna herida, no era algún médico, pero algo podía hacer si se trataban de heridas leves o de poca gravedad. – Nunca aprenden, ¿eh? – Suspiré con calma. No había desactivado mi mantra y pude saber sus intenciones, atravesarnos con su espada… A los dos. Me di vuelta e interpuse mi arma con la suya, aproveché la inercia y la desvié, con rapidez le logré hacer un tajo en su pecho. La sangre lo bañó todo de rojo carmesí y él cayó. ”No morirá con eso, pero si nos dejará de molestar un tiempo” – suspiré y guardé mi arma.  ”Debiste quedarte quieto e irte” – miré a la pelirroja, si la seguía a ella, podía tener algún motivo.

– No morirá y seguramente siga consciente – empecé a decir con calma mientras me sentaba apoyándome en un árbol cercano. – Quizás tengas algunas preguntas para hacerle, es todo tuyo – bostecé unos segundos. – En fin, ¿cómo te llamas? – Pregunté quitándole importancia a que un tipo se estaba desangrando delante de nosotros. ”Él no hizo caso y fijo su destino… Supongo” – guardé silencio y esperé a ver que hacía ella.