Entre el público [Rol Libre]

Era la primera vez que asistía a un torneo de este estilo. Estaba muy emocionada, nunca había tenido oportunidad de ver luchar en directo. Reconozco que también me hubiese gustado participar, pero me enteré tarde... por suerte podía asistir a verlo así que sería casi lo mismo. Me había reencontrado con Theo desde hacía un par de días así que no estaría sola. Antes de entrar al edificio en donde se realizarían los combates compré una bolsa de palomitas.

Me relamía los labios pensando en su salado sabor mientras deleitaba la vista viendo como unos a otros se pegaban. Era un buen plan. Fui hasta la zona de la entrada y en ella había un hombre bastante alto que tenía la mirada seria. Antes de pasar pasó un brazo delante de mí impidiéndome avanzar. Luego me señaló un cartel con las normas y una de ellas bien remarcada era: Prohibido traer comida de fuera.

-P-pero... - Apenas pude decir algo más. El hombre negó con la cabeza y se cruzó de brazos. - ¡Solo son palomitas y quiero comerlas ahí dentro! - La gente me miró por gritar.

-Prohibido. - El hombre extendió su brazo y abrió la palma de su mano para que posase la bolsa de palomitas en ella. Las dejé de mala gana y luego nos dejó pasar.

Tsk... Me alejé refunfuñando de él. Fui de brazos cruzados y con los mofletes hinchados hasta las gradas. Allí una vez sentada se me pasó el enfado al ver tal cantidad de gente animando el ambiente.

El griterío que causaba la multitud estuvo a punto de dejarme sorda y todo era por culpa de aquel pelirrojo que estaba luchando, sin duda lo hacía muy bien aunque hubo más gente impresionante. Tenía muchas ganas de saber quién sería el ganador. Escuché un ruido junto con un olor. Eran palomitas... Miré de reojo y vi a un... ¿esqueleto? Me sobresalté un poco al verlo. Nunca había visto uno. Abrí los ojos y luego volví a mirar al frente.

¿Cómo podía un esqueleto...? Mejor ignorar ese tema. Un comentario suyo hizo que le mirase otra vez. Ya no me sobresalté como la primera vez, es más, ahora hasta me hacía algo de gracia. Lo que dijo me hizo refunfuñar por lo bajo. Eché una mirada hacia el guardia que me había quitado las palomitas.

-¡Pues que le aprovechen! - Dije de manera impulsiva. - Y que se le atraganten... - Susurré mirando hacia el campo de combate. Lo que había dicho apenas se podría escuchar con el griterío que había. Miré al pequeño esqueleto, luego a sus palomitas, las cuales deberían estar super ricas y yo empezaba a tener hambre. Por último, le dediqué una sonrisa. No iba con intenciones sobre sus palomitas ni nada... Creo.

Sin rumbo fijo, vagabundeó por el recinto echándole un vistazo a las enormes pantallas. Muchos combates no duraron demasiado más que el suyo. Aquel año se habían apuntado una gran cantidad de novatos y gente débil, animados por el increíble espectáculo de la edición anterior. La verdad, no entendía por qué tanto interés por una competición tan sencilla en la que hasta el retaco de Arthur y el vago de Al podían llegar a la final. Aquello estaba tirado; hasta conteniéndose podía ganar. Por favor, si ni siquiera había necesitado recurrir a su akuma, y estaba muy seguro de que de no haber usado el Midori Ryuuken hubiese tumbado igual a Fiore. Se acercó a un puesto de comida basura y se compró la hamburguesa más grande, grasienta y sobrecargada de ingrediente que pudo comprar. Una vez la tuvo la sobrecargó aun más con insanas cantidades de sala de tomate y mayonesa, pidió suficientes patatas fritas como para alimentar a un regimiento y una botella de agua, y se fue a las gradas. Necesitaba recobrar fuerzas para la siguiente ronda.

En cuanto encontró tres asientos vacíos seguidos, dejó sus ingentes cantidades de comida en uno y se sentó en el otro, cruzando una pierna sobre la otra y apoyando los brazos en los respaldos. Entonces sacó la pitillera, y vio que le quedaban pocos cigarrillos, sólo seis. "Mierda. En la próxima ronda intentaré acabar pronto y liaré unos cuanto más." Se llevó uno a la boca y se guardó la caja, observando a su alrededor. Notaba con su mantra que algunas de las presencias entre el público no eran de personas normales. Era normal hasta cierto punto que otros combatientes quisieran asistir. Al fin y al cabo, era la ocasión perfecta para ver estilos de combate de todo el mundo, y las habilidades de algunos de los grandes nombres del Grand Line. Era cierto que ni Yonkous ni otros personajes verdaderamente importantes lo frec... en ese momento vio uno de los letreros de las pantallas, y de la impresión abrió la boca, cayéndosele el cigarro.


- Hijo de... así que has venido.

A la mierda todo, ¿cómo iban a ganar si Dexter se presentaba al combate? Recordó su encuentro con él en el Ojo, dos años atrás, y frunció el ceño. Con un suspiro, se colocó bien las gafas de sol y comenzó a comerse la hamburguesa, echando un vistazo a los combates. No había nada interesante, en principio; tanto Jack como Arthur ya habían acabado, como era de espera. Vio otro nombre conocido, el de Bleyd, y sonrió para sí. Conocía a aquel mercenario de un encargo en el East Blue en el que habían trabajado juntos, algo antes de unirse a la Marina. Así que el viejo diablo seguía en activo. Su combate ya había terminado, y en victoria para él. "Tal vez nos veamos en alguna de las próximas rondas... aunque no le deseo tal destino" pensó, devorando ávidamente su comida.

La verdad es que el olor de las palomitas era... se me hacía la boca agua solo de mirarlas. El esqueleto había sido realmente amable al ofrecerme de su bolsa de palomitas. Cogí un par de ellas y las metí en la boca. Le dediqué una agradable sonrisa en señal de agradecimiento. Escuché una campana, era la señal para indicar que había terminado el combate. ¡Qué poco había durado!

-Mi nombre es Yoko. - Dije mirando al pequeño esqueleto. - ¿Y el tuyo?

Hubo un gran revuelo de gente vagando por las gradas debido a que había terminado, pero pronto comenzaría otro. Una voz conocida de una mujer me llamó. Busqué entre la gente y me fijé en Nostariel, una compañera del gremio de cazadores. Me alegré mucho de verla y levanté la mano para saludarla.

-¡Nostariel! No te has perdido mucho, por ahora los combates no duran nada, seguro que más adelante son más interesantes. - Al ver que me ofrecía unas pocas chuches que había comprado decidí coger un par de regalices. -Oh gracias. - Respondí amablemente. Luego me giré hacia el esqueleto y le extendí una regaliz mientras entrecerraba los ojos con una sonrisa. - Ten, esto por invitarme. - Estaba siendo un gran día, conocía a gente nueva y me reencontraba con viejos amigos ¿me esperaría algo más por aquí?

Qué cómodo estaba en su asiento empachándose a patatas, descansando, a punto de ver los próximos combates... espera, algo fallaba. Sí, eso era. ¡Se había olvidado el ketchup en el puesto de comida! "Maldita sea mi suerte..." pensó, bebiendo de su botella mientras veía los emparejamientos de la siguiente ronda en una de las pantallas. Oh, le iba a tocar enfrentarse a un tal Amaiar Silverfang. ¿Quién sería? Quitando una letra a su nombre pasaba a ser Silverfag. Le entró una risa tonta al pensarlo, y siguió comiendo patatas, atento a ver si empezaba el combate y veía a su rival. "Espera... pero si el ring está allá abajo y yo aquí arriba..."

-¡MIERDA!

Cogió su bolsa de patatas y comenzó a correr por las gradas en dirección a las escaleras. Si se apuraba, aun le daba tiempo a llegar al combate.