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Jack Gargaroth
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Akuma no mi
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Se sentía ofuscado y algo ansioso, encendiéndose un nuevo cigarro le dió varias caladas fuertes, calentándolo bastante y expulsando una enorme bocanada de humo por nariz y boca mientras la miraba, realmente no tenía muy buena cara... Se sentía tremendamente impotente de no poder hacer nada y de no tener el poder suficiente para derrotar a quien él quisiera, estaba tremendamente limitado por las circunstancias y por sus propios límites... Aunque le costara aceptarlo los tenía y no era sencillo romperlos.
-Toma, pídela tu, yo te espero fuera fumando -Dijo posándola en el suelo y dandole una bolsa con algo de dinero, lo justo para dos jarras proporcionadas al tamaño de cada uno -Y pidete algo de comer si quieres -Completó dandole un par de monedas más -Es todo el dinero que me queda hasta nuevo aviso, así que aprovechalo bien -Se sentó en el suelo y comenzó a respirar hondo para relajarse.
Comenzó a mirar la pantalla más cercana, intentando distraerse de la anterior situacion y concentrarse en la pelea que retransmitian desde uno de los exágonos. Realmente eran combatientes muy potentes y, definitivamente, iba a aprender mucho de ellos simplemente observado sus movimientos y estratagemas. Apretando los puños y los dientes inhaló una fuerte bocanada de aire para soltarla poco a poco... Respirando hondo para calmar sus inútiles e inentendibles nervios, no había razón para estar así, pero su cabeza no funcionaba de la forma adecuada y le estaba jugando una mala pasada. No podía parar de pensar en el doctor chiflado y lo que podría llegar a hacer en un lugar como aquel...
-Toma, pídela tu, yo te espero fuera fumando -Dijo posándola en el suelo y dandole una bolsa con algo de dinero, lo justo para dos jarras proporcionadas al tamaño de cada uno -Y pidete algo de comer si quieres -Completó dandole un par de monedas más -Es todo el dinero que me queda hasta nuevo aviso, así que aprovechalo bien -Se sentó en el suelo y comenzó a respirar hondo para relajarse.
Comenzó a mirar la pantalla más cercana, intentando distraerse de la anterior situacion y concentrarse en la pelea que retransmitian desde uno de los exágonos. Realmente eran combatientes muy potentes y, definitivamente, iba a aprender mucho de ellos simplemente observado sus movimientos y estratagemas. Apretando los puños y los dientes inhaló una fuerte bocanada de aire para soltarla poco a poco... Respirando hondo para calmar sus inútiles e inentendibles nervios, no había razón para estar así, pero su cabeza no funcionaba de la forma adecuada y le estaba jugando una mala pasada. No podía parar de pensar en el doctor chiflado y lo que podría llegar a hacer en un lugar como aquel...
Max D Dexer
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Akuma no mi
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La cantidad de gente en el lugar hacia bastante difícil el encontrar un maldito vendedor de comida, los cuales supuestamente estarían dispersados por todo el Hexódromo. Ya empezaba a temer que me quitasen mi asiento, y aunque hubiera preferido que el lobo se quedara a vigilar; con su alma aventurera era algo muy peligroso en lugares tan petados. “Tener que buscar a alguien en concreto debe ser una pesadilla” pensamientos como esos cruzaban mi mente deseando que no me sucediese. Sin embargo una de mis mayores preocupaciones eran los inminentes combates que se estaban por realizar, al fin y al cabo no quería perderme ningún detalle. Por suerte Kuroten, el can con problemas energéticos, pudo encontrar un pequeño puesto de comida con su buen olfato, así que y sin más demora ordene unas cuantas patas de pollo que servían.
Volví con algo de apuro a los asientos hasta que aliviado pude notar que estaban aun libres, y que la próxima vez el lobo se tendrá que aguantar el hambre. Una de las cuantas batallas que se estaban iniciando era de un tal “Kai” y “Amaiar”, el cual entre los dos el primero me sonaba más, muy probablemente ya habría escuchado su nombre con anterioridad pero no lograba recordad en donde o algunas características más de esa persona aparte de aquello. Poco tiempo después deje de intentar lo imposible, ya en la gran pantalla podría ver los rasgos de ambos combatientes y poder apreciar sus formas de pelea.
-Me pregunto quién será el ganador. (Murmure para mí mientras lentamente disfrutaba mis patas de pollo)
Fue buena idea no dejar que el lobo comiese encima de los asientos, no quería ni imaginar el desastre que haría…bueno el mismo que está haciendo en el suelo pero es más fácil de limpiar y no me terminaría molestando tanto. Lo que si me sorprendió fue que el adorable can se había quedado satisfecho, con ganas de solo molestarme y acostarse en mi regazo. Pesaba lo suyo el desgraciado pero al menos era calentito, como un abrigo viviente, hasta incluso podía sentir sus latidos. Sin más que contar, esperaba ansioso los resultados de aquellos combates.
Nostariel
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Akuma no mi
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Estaba mirando que combate era el siguiente que podríamos ver en frente de nosotras cuando el tipo que estaba al lado de Yoko, el que parecía un esqueleto, se presentó con Sans tendiéndome la mano. Sería amigo de mi compañera o sólo otro más que lo único que quiere es ligar con las chicas del público. Tras unos instantes de duda, decidí darle una oportunidad.
-Nostariel.-Le dije mientras le apretaba la mano, justo en ese momento sonó una pedorreta enorme, y extrañada mire a Yoko, ya que yo no había sido.
Mientras el ambiente estaba algo cortado por lo que acababa de sonar me pareció ver una sonrisa en la cara del esqueleto, acaso habría sido él y yo le había recriminado con la mirada a la chica. No estaba segura, y no me parecía la mejor manera de iniciar una conversación con alguien acusarlo de hacer eso en público.
-¿Qué combate crees que nos tocara ver ahora Yoko?
-Nostariel.-Le dije mientras le apretaba la mano, justo en ese momento sonó una pedorreta enorme, y extrañada mire a Yoko, ya que yo no había sido.
Mientras el ambiente estaba algo cortado por lo que acababa de sonar me pareció ver una sonrisa en la cara del esqueleto, acaso habría sido él y yo le había recriminado con la mirada a la chica. No estaba segura, y no me parecía la mejor manera de iniciar una conversación con alguien acusarlo de hacer eso en público.
-¿Qué combate crees que nos tocara ver ahora Yoko?
Reiko
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Akuma no mi
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Reiko se arrepentía muchísimo de no haber podido participar en aquel torneo. Tenía muy buena memoria para recordar los asuntos pendientes. Sin embargo esta vez le falló. Su solicitud de inscripción se había quedado en la isla en donde vivían sus padres. Hace días atrás tenía un permiso de unos cuantos días en los que aprovechó para visitarlos y, luego, al enterarse del torneo decidió viajar hasta Hexos, el lugar donde se celebraría. Por desgracia se quedó sin papel y ha llegado tarde para ver el inicio de los combates. Estaba siendo un día productivo, nótese la ironía.
El barco logró llegar a su destino. Atracó y la hermosa recluta desembarcó. La verdad es que era un buen día tan solo por la calidez que había en el ambiente. La muchacha abandonó el puerto y caminó por las calles desoladas. La mayoría de la gente debía estar en el edificio donde se realizaba el torneo. Reiko no se detuvo en su trayecto, ya que no podría usar su espada con alguien al menos disfrutaría viendo como otros se peleaban, aunque no estaba muy de acuerdo en el hecho de hacerse daño para divertirse, manías suyas.
En cuanto llegó al edificio vio un montón de personas a su alrededor. Algunas estaban comiendo y charlando, otras criticando lo que había pasado. Reiko no se fijó mucho en esos detalles, no era alguien especialmente interesada en saberlo todo. Entró y recorrió unos pasillos, un tanto estrechos para su gusto, pues estaban plagados de gente y era difícil caminar sin chocar. Finalmente llegó a las gradas.
Un juego de gritos se originó en todo el estadio. La joven rubia pasó una mano por su oreja, en consecuencia del ruido, y luego la tapó con el cabello. Esta vez llevaba su cabello completamente suelto junto con unos ropajes extravagantes y las brisas provocaban que se pusiese delante de su cara. Antes de seguir avanzando se quedó de pie unos segundos para buscar asiento, y lo encontró. Una vez allí se sentó y pasó una pierna sobre la otra cruzándose de brazos. En su rostro se podía detectar una sonrisa de satisfacción al ver el combate.
El barco logró llegar a su destino. Atracó y la hermosa recluta desembarcó. La verdad es que era un buen día tan solo por la calidez que había en el ambiente. La muchacha abandonó el puerto y caminó por las calles desoladas. La mayoría de la gente debía estar en el edificio donde se realizaba el torneo. Reiko no se detuvo en su trayecto, ya que no podría usar su espada con alguien al menos disfrutaría viendo como otros se peleaban, aunque no estaba muy de acuerdo en el hecho de hacerse daño para divertirse, manías suyas.
En cuanto llegó al edificio vio un montón de personas a su alrededor. Algunas estaban comiendo y charlando, otras criticando lo que había pasado. Reiko no se fijó mucho en esos detalles, no era alguien especialmente interesada en saberlo todo. Entró y recorrió unos pasillos, un tanto estrechos para su gusto, pues estaban plagados de gente y era difícil caminar sin chocar. Finalmente llegó a las gradas.
Un juego de gritos se originó en todo el estadio. La joven rubia pasó una mano por su oreja, en consecuencia del ruido, y luego la tapó con el cabello. Esta vez llevaba su cabello completamente suelto junto con unos ropajes extravagantes y las brisas provocaban que se pusiese delante de su cara. Antes de seguir avanzando se quedó de pie unos segundos para buscar asiento, y lo encontró. Una vez allí se sentó y pasó una pierna sobre la otra cruzándose de brazos. En su rostro se podía detectar una sonrisa de satisfacción al ver el combate.
Yoko Littner
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Akuma no mi
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La cosa se estaba poniendo realmente entretenida. Me alegraba de encontrarme con Nostariel de nuevo, habían pasado dos años desde que no la veía. Que rápido pasaba el tiempo... Suspiré y miré hacia el frente. No era momento de ponerse nostálgica. Sans, el esqueleto y Nostariel se conocieron delante de mí. Ambos se estrecharon la mano tapándome la vista con lo cual levantaba la cabeza y la bajaba para ver. Cuando me di por vencida esperando a que terminasen se escuchó un ruido proveniente de ellos. Miré a Sans sonriendo y luego a la mano.
-¿Cómo has hecho lo de la mano? - Pregunté emocionada.
No estaba muy adentrada en el tema de bromas o cualquier cosa, pero a simple vista se notaba que lo había hecho con la mano. ¿Algún mecanismo, tal vez? Sans empezaba a caerme realmente bien, era gracioso y eso me gustaba.
-¡Oh! Seguro que vemos en el que anuncian un tal... Kai y Amaiar. - Dije dubitativa a modo de respuesta para Nostariel, pues los altavoces no se escuchaban muy bien con el ruido. - Me gustaría conocer a alguno de los participantes, me haría tanta ilusión. - La verdad es que parecía un poco hiperactiva ya que daba saltos en mi propio asiento asombrada por tales golpes.
-¿Cómo has hecho lo de la mano? - Pregunté emocionada.
No estaba muy adentrada en el tema de bromas o cualquier cosa, pero a simple vista se notaba que lo había hecho con la mano. ¿Algún mecanismo, tal vez? Sans empezaba a caerme realmente bien, era gracioso y eso me gustaba.
-¡Oh! Seguro que vemos en el que anuncian un tal... Kai y Amaiar. - Dije dubitativa a modo de respuesta para Nostariel, pues los altavoces no se escuchaban muy bien con el ruido. - Me gustaría conocer a alguno de los participantes, me haría tanta ilusión. - La verdad es que parecía un poco hiperactiva ya que daba saltos en mi propio asiento asombrada por tales golpes.
Comic Sans
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Akuma no mi
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El esqueleto empezó a reír a carcajada limpia mientras le salían lágrimas por las cuencas. Realmente no se esperaba que fuera a funcionar, pero había dado en el clavo. Ante la pregunta de Yoko, se señaló la muñeca mientras arremangaba un poco la sudadera, haciendo visible un pequeño trozo de plástico con forma de boquilla que asomaba entre sus huesos.
- El viejo truco del cojín pedorreta en la mano. Sigue siendo gracioso tras todos estos años. - Masculló entre sollozos y risas.
Tras un pequeño rato, y las miradas acusatorias de Nostariel, las chicas dijeron de ir a ver uno de los siguientes combates. Parecía que la pelirroja tenía interés en un tal 'Kai y Amaiar', y al escuchar el nombre, el esqueleto se sorprendió un poco. "¿El marine participa? No le veía como el tipo de persona que disfrutase con estas cosas, pero solamente lo conocí una vez hace mucho, puede que haya cambiado..." Pensó Sans.
- Me parece buena idea, creo que es una oportunidad de oro para ver un combate estiloso e interesante. - Dijo sonriendo de forma sincera, tras lo que miró a la otra chica. - Decidid vosotras, que parece que estáis más emocionadas por esto de las peleas. A ver si hay suerte y dura un poco más que... 'los otros'. - Terminó Sans encogiéndose de hombros
- El viejo truco del cojín pedorreta en la mano. Sigue siendo gracioso tras todos estos años. - Masculló entre sollozos y risas.
Tras un pequeño rato, y las miradas acusatorias de Nostariel, las chicas dijeron de ir a ver uno de los siguientes combates. Parecía que la pelirroja tenía interés en un tal 'Kai y Amaiar', y al escuchar el nombre, el esqueleto se sorprendió un poco. "¿El marine participa? No le veía como el tipo de persona que disfrutase con estas cosas, pero solamente lo conocí una vez hace mucho, puede que haya cambiado..." Pensó Sans.
- Me parece buena idea, creo que es una oportunidad de oro para ver un combate estiloso e interesante. - Dijo sonriendo de forma sincera, tras lo que miró a la otra chica. - Decidid vosotras, que parece que estáis más emocionadas por esto de las peleas. A ver si hay suerte y dura un poco más que... 'los otros'. - Terminó Sans encogiéndose de hombros
Marla Deetz
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Akuma no mi
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Cogí el dinero de Jack y mientras iba a buscar la cerveza y mi desayuno me di cuenta de que entre tanta gente iba a ser muy difícil encontrar donde comprar esas cosas, además mi cerveza y eso bien pero, ¿cómo iba a cargar con la cerveza del Sr. Señor Grande? Esto de ser una "medio metro" a veces es una caca. Salí corriendo detrás de Jack porque no podía hacer otra cosa, al menos a el si es facil encontrarle, un señor enorme que va dejando siempre una estela de humo de tabaco tras de si.
Me entretuve un poco cotilleando en conversaciones ajenas y de paso mirando a ver si veia a quien vendiera comida, pero no hubo suerte. No he perdido a Jack de vista en ningún momento asique corro hacia el esquivando a la gente como puedo y chocandome contra ellos. -Ui, perdón, perdón, lo siento... -Voy diciendo a unos y a otros...
Llegé a donde estaba Jack concentradisimo en una pantalla y empecé a intentar trepar por una de sus piernas. -Jack, Jack, Jack, Jack... -Le decia con esperanza de que me mirara no era facil escalar por el, debería ponerme a dieta... JÁ. -¿Cómo piensas que voy a sacarte tu cerveza? Creo que necesito ayuda. -El Sr. Señor Grande no tiene muy buena cara, ¿tendrá tambien resaca?
En la pantalla hay gente pegandose, parece divertido. Y la gente solo ha venido a ver eso, no regalan nada... ¿Se podrán hacer apuestas entonces? Seguro que es por eso.
Me entretuve un poco cotilleando en conversaciones ajenas y de paso mirando a ver si veia a quien vendiera comida, pero no hubo suerte. No he perdido a Jack de vista en ningún momento asique corro hacia el esquivando a la gente como puedo y chocandome contra ellos. -Ui, perdón, perdón, lo siento... -Voy diciendo a unos y a otros...
Llegé a donde estaba Jack concentradisimo en una pantalla y empecé a intentar trepar por una de sus piernas. -Jack, Jack, Jack, Jack... -Le decia con esperanza de que me mirara no era facil escalar por el, debería ponerme a dieta... JÁ. -¿Cómo piensas que voy a sacarte tu cerveza? Creo que necesito ayuda. -El Sr. Señor Grande no tiene muy buena cara, ¿tendrá tambien resaca?
En la pantalla hay gente pegandose, parece divertido. Y la gente solo ha venido a ver eso, no regalan nada... ¿Se podrán hacer apuestas entonces? Seguro que es por eso.
Jack Gargaroth
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Akuma no mi
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Ensimismado en sus pensamientos, vió como Marla intentaba trepar por sus brazos mientras repetía su nombre una y otra vez. Claro, había olvidado que ella no podía traerle la cerveza, era demasiado grande para ella... Maldita sea, ¿no podía relajarse a gusto? Se mordió la lengua para no sonar demasiado mordaz y desagradable -Esperame aqui y dame el dinero, ya voy yo, déjalo... -Dijo en tono serio poniendo la mano para que le diera las cosas, una vez con ellas en la mano simplemente tuvo que caminar un par de metros hacia las gradas para encontrar a un vendedor de bocadillos -Uno vegetal por favor -Dijo pagandolo con unas monedas.
Volvió hacia ella y le dió el bocadillo con calma mientras se encendía otro cigarro -Toma, cojete una cerveza para ti si quieres, yo ya no tengo ganas -En tono amargo tendiendola lo justo para cojerse un botellín en la barra del bar que tenían justo detrás.
Echó sus manos a la entrepierna, por suerte se había traído un poco de hierba para fumar, estaba algo nervioso y eso le ayudaría y mucho, sacó un cogollo enorme, como la palma de su mano y empezó a desmenuzarlo con sus enormes dedos junto con un cigarro mirando a todas partes, por si acaso aparecía algún marine y le decía algo. Había conseguido algo bueno a pesar de estar siempre viajando y no poder fidelizarse a ningún vendedor, pero de todos modos, siempre había tenido muy buen ojo para la maría.
Volvió hacia ella y le dió el bocadillo con calma mientras se encendía otro cigarro -Toma, cojete una cerveza para ti si quieres, yo ya no tengo ganas -En tono amargo tendiendola lo justo para cojerse un botellín en la barra del bar que tenían justo detrás.
Echó sus manos a la entrepierna, por suerte se había traído un poco de hierba para fumar, estaba algo nervioso y eso le ayudaría y mucho, sacó un cogollo enorme, como la palma de su mano y empezó a desmenuzarlo con sus enormes dedos junto con un cigarro mirando a todas partes, por si acaso aparecía algún marine y le decía algo. Había conseguido algo bueno a pesar de estar siempre viajando y no poder fidelizarse a ningún vendedor, pero de todos modos, siempre había tenido muy buen ojo para la maría.
Medusa Fleckeri
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Akuma no mi
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El combate entre Aomine y Murasaki ya había comenzado, el rival del marine no era ni más ni menos que una mujer de cabellos rojizos, esto hizo que la rubia mostrase una mirada interesante sobre la chica. “Así que una mujer, ¿eh?” pensó la joven.
El primero en atacar fue el moreno que movía su guadaña con una elegancia digna de un asesino, pero se veía a la legua que no iba en serio. Medusa había visto a aquel tipo esforzarse más en los combates y este parecía como si se lo tomase a broma o como si se estuviese reservando. La polvareda apenas dejaba ver algo a la marine que entrecerraba sus ojos para poder discernir algo, solo unos leves tonos rojizos se podían ver moverse entre las partículas de polvo pero poco más. Entonces unas dagas se dirigieron hacia Aomine y este pudo apartar una de su camino, sin embargo otra le alcanzó haciéndole una herida por la que sangraba. Medusa lanzó una mirada de desprecio hacia el vice-almirante: “Patético.” La chica se había sentido algo decepcionada porque su superior no se estaba empleando a fondo así que no pudo evitar volver a intervenir sobre los gritos atronadores de los hinchas.
- ¡Cuidado, estúpido! Si te matan o te dejan discapacitado… Me pido tu puesto. Jajaja.
Una risa malévola resonaba por toda la grada, las mujeres y los hombres miraban raro a la chica, como si les infundiese algo de miedo aquella risa enfermiza que gritaba la rubia por su megáfono improvisado. La chica no pudo evitar fijarse sobre ellos mostrando una mirada asesina de desaprobación.
- ¿Qué pasa, tengo monos en la cara? dijo sin apartar el megáfono de su boca.
El primero en atacar fue el moreno que movía su guadaña con una elegancia digna de un asesino, pero se veía a la legua que no iba en serio. Medusa había visto a aquel tipo esforzarse más en los combates y este parecía como si se lo tomase a broma o como si se estuviese reservando. La polvareda apenas dejaba ver algo a la marine que entrecerraba sus ojos para poder discernir algo, solo unos leves tonos rojizos se podían ver moverse entre las partículas de polvo pero poco más. Entonces unas dagas se dirigieron hacia Aomine y este pudo apartar una de su camino, sin embargo otra le alcanzó haciéndole una herida por la que sangraba. Medusa lanzó una mirada de desprecio hacia el vice-almirante: “Patético.” La chica se había sentido algo decepcionada porque su superior no se estaba empleando a fondo así que no pudo evitar volver a intervenir sobre los gritos atronadores de los hinchas.
- ¡Cuidado, estúpido! Si te matan o te dejan discapacitado… Me pido tu puesto. Jajaja.
Una risa malévola resonaba por toda la grada, las mujeres y los hombres miraban raro a la chica, como si les infundiese algo de miedo aquella risa enfermiza que gritaba la rubia por su megáfono improvisado. La chica no pudo evitar fijarse sobre ellos mostrando una mirada asesina de desaprobación.
- ¿Qué pasa, tengo monos en la cara? dijo sin apartar el megáfono de su boca.
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Akuma no mi
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La chica sonrió ante las palabras del Doctor, al parecer le venía bien la alianza. Sin embargo parecía estar buscando algo. Esperaba que de aquello saliese algo productivo para ambos, pues a diferencia de los demás científicos, ese hombre parecía serio. Ella estaba harta de los típicos idiotas que se dedicaban a hablar de química y de tontería. Esperaba que aquel tipo le diese opciones más divertidas y macabras si hacía falta. Si su cabeza era buscada en el Norte, por algo debía ser.
Se dio cuenta de que su búsqueda cada vez estaba más empeñada en algo. No tardaron en llegar a una especie de puerta y entonces él dijo algo. Nadie le respondió y entonces la pelirroja mostró una sonrisa un poco siniestra. – ¿Entramos de una vez? – Dijo para después entrar con calma. Iba a seguir a aquel tipo para ver si había algo interesante en el lugar. Tal vez podían jugar un poco con algún guardia o combatir de alguna forma. Siempre era bueno hacer argucias a escondidas.
Se dio cuenta de que su búsqueda cada vez estaba más empeñada en algo. No tardaron en llegar a una especie de puerta y entonces él dijo algo. Nadie le respondió y entonces la pelirroja mostró una sonrisa un poco siniestra. – ¿Entramos de una vez? – Dijo para después entrar con calma. Iba a seguir a aquel tipo para ver si había algo interesante en el lugar. Tal vez podían jugar un poco con algún guardia o combatir de alguna forma. Siempre era bueno hacer argucias a escondidas.
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Akuma no mi
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¿Fuego saliendo de su cuerpo? Aquella batalla que estaba viendo podría ser bastante interesante, más aun con un usuario de lo que parecía ser una akuma logia de fuego, ya había escuchado sobre ella pero jamás tuve el lujo de verla en vivo. Sin embargo aunque esos ataques sean sublimes su contrincante no lo hacía nada mal, esto se ponía cada vez más emocionante, sin duda haber ido hasta ese lugar fue una buena idea. Tenía entendido que otros combates también habían dado comienzo, pero el que más me llamaba la atención era la de ese chico “Kai” y “Amaiar”. “Vaya molestia” pensaba mientras suspiraba levemente y me rascaba la cabeza, con tanto griterío no se podía disfrutar tanto el espectáculo, al menos no como quisiera.
Normalmente no me molesta, pero esto es excesivo. (Dije al ver a todos los lados, viendo como toda la gente hacían escándalo)
Quitando a la gran multitud normal podía jurar haber visto a muchas personas un poco extrañas, con vestimenta llamativa o cosas por el estilo, los luchadores no eran los únicos raritos en el hexódromo. También debía de contarme a mí, pues llevar a un lobo de mascota y vestir como yo iba no era algo del todo normal. Así que no tendría el derecho de juzgar a nadie, tan solo debía de disfrutar de aquellos espectáculos que estaban volviéndose menos aburridos. Muchos aclamaban a Kai, con esos movimientos y técnicas la mayoría pensaba que esta batalla la ganaría de nuevo con facilidad, por eso mismo muchos lo abucheaban…pero no podía estar seguro, recién empezaba la batalla y estaría atento a cualquier acontecimiento importante.
¿Ante tal situación que haría Amaiar? Con un usuario de fruta del diablo de contrincante se debía de ser demasiado cuidadoso. Me moría de ganas de ver lo que tenía pensado hacer, que clase de estrategias; ya sean simples o complejas, para intentar ganarle a su duro enemigo. No podía decir que era la mejor batalla que había visto, pero si la más emocionante.
S.S
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Akuma no mi
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Lo más apresurada posible que pude me dirigí hacia los puestos de perritos calientes que se hallaban cercanos a la entrada de participantes. “Que ganas de zamparme una de esas salchichas tan rica que según los rumores son una delicatesen”-pensaba mientras corría lo más rápido posible. No tenía tiempo que perder, por lo que empleando la mayor velocidad que pude intente llegar al puesto y pedir mi pedido.
No tardé más de cinco minutos en hallar el sitio. El puesto estaba vacío para mi suerte, con lo que solo tuve que acercarme, solicitar mi rico y jugoso….perrito y esperar a que me lo sirviesen. Por suerte los empleados del sitio son muy eficientes y al momento ya tenía mi comida. Miré hacia los alrededores mientras le daba un mordisco leve a la puntilla para saborearla y observar como unos tipos extraños andaban murmurando en la entrada de participantes. ¿Serán concursantes también? Bueno. No estoy de servicio, así que no es asunto mío. Lo único que tenía que preocuparme era en disfrutar de este manjar bien calentito y volver hacia las gradas antes de que se iniciase la batalla.
Volviendo tras mis pasos conseguí llegar a las gradas, pero para la suerte que tengo mi sitio había sido cogido por un extraño monje de escasez pelaje- “Maldito seas. Esta me…..-, por lo que únicamente pude recoger mi cartel lo más educadamente posible y buscarme otro sitio, siendo el único cercano a la chica/o de extraños pelajes con su lobo de mascota-No me fastidies. ¿En serio? ¿Qué he hecho hoy para merecerme esto?-. Sin ponerle más importancia al asunto me senté y observe el combate que estaba dando a lugar, siendo entre el peliblanco y un alto rango de la marina: Kai…Kai..no se qué. Parece que el marine tenía las de ganar. Estaba claro que su poder ofensivo era muy bueno, y ya solamente empleando su akuma no mi consiguió descuadrar los planes del rival en un momento- “Vamos. No te dejes humillar. Sé que no vas a ganar, pero ánimo. Sé que tú puedes dar mucho más. Lo sé.”-. Sin dudarlo volvió a repetir el proceso que hizo antes con el “tejón”. Saqué un permanente negro nuevamente y sin levantarme esta vez del sitio alce el cartel esperando que se viese y poder animar al otro marine en un intento de ver un combate más largo que el anterior.
No tardé más de cinco minutos en hallar el sitio. El puesto estaba vacío para mi suerte, con lo que solo tuve que acercarme, solicitar mi rico y jugoso….perrito y esperar a que me lo sirviesen. Por suerte los empleados del sitio son muy eficientes y al momento ya tenía mi comida. Miré hacia los alrededores mientras le daba un mordisco leve a la puntilla para saborearla y observar como unos tipos extraños andaban murmurando en la entrada de participantes. ¿Serán concursantes también? Bueno. No estoy de servicio, así que no es asunto mío. Lo único que tenía que preocuparme era en disfrutar de este manjar bien calentito y volver hacia las gradas antes de que se iniciase la batalla.
Volviendo tras mis pasos conseguí llegar a las gradas, pero para la suerte que tengo mi sitio había sido cogido por un extraño monje de escasez pelaje- “Maldito seas. Esta me…..-, por lo que únicamente pude recoger mi cartel lo más educadamente posible y buscarme otro sitio, siendo el único cercano a la chica/o de extraños pelajes con su lobo de mascota-No me fastidies. ¿En serio? ¿Qué he hecho hoy para merecerme esto?-. Sin ponerle más importancia al asunto me senté y observe el combate que estaba dando a lugar, siendo entre el peliblanco y un alto rango de la marina: Kai…Kai..no se qué. Parece que el marine tenía las de ganar. Estaba claro que su poder ofensivo era muy bueno, y ya solamente empleando su akuma no mi consiguió descuadrar los planes del rival en un momento- “Vamos. No te dejes humillar. Sé que no vas a ganar, pero ánimo. Sé que tú puedes dar mucho más. Lo sé.”-. Sin dudarlo volvió a repetir el proceso que hizo antes con el “tejón”. Saqué un permanente negro nuevamente y sin levantarme esta vez del sitio alce el cartel esperando que se viese y poder animar al otro marine en un intento de ver un combate más largo que el anterior.
- Mi magnífico cartel:
Medusa Fleckeri
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El combate se empezaba a poner interesante y aquella mujer no paraba de esquivar los ataques del vice-almirante. Tenía una agilidad casi felina, entonces el moreno comenzó a tomarse el combate más en serio. El marine se transformó en ifrit, un monstruo gigante con forma de perro cornudo. La rubia mostró una mirada de sorpresa, no esperaba que usara esa forma tan rápido, deshizo su megáfono y guardó sus tentáculos haciendo que desaparecieran dentro de su vestido negro. “Se ha acabado…” dijo en voz baja mientras miraba al ring con una mirada de asombro.
El asesino realizó un ataque y logró darle un zarpazo en la pierna a la chica, soltó un grito ensordecedor, la marine apenas podía escuchar algo y supuso que su superior tampoco podría hacerlo. Casi parecía que aquel grito fuese un ataque, la chica aún no había terminado así que le lanzó una daga a Daiki clavándosela en el hombro. Este no pudo evitar caer sobre una rodilla y ahí estaba, arrodillado frente a aquella pobre ¿presa? La mujer se había transformado, tenía rasgos felinos y esto hizo que la joven arqueara una ceja mientras observaba pacientemente el combate. Ya se había calmado, la euforia del comienzo y los hinchas de las gradas habían hecho que hiciese una pequeña actuación, pero ya era suficiente. El vice-almirante no se estuvo quieto y utilizó una especie de técnica para atraer objetos, como si de un torbellino se tratase, logrando obtener una de las dagas que había en el suelo. Tras eso se dirigió hacia su oponente utilizando sus llamas, debido a su tamaño la escapatoria iba a ser difícil. La chica no quitaría un ojo del combate por si se perdiese algo importante en un simple parpadeo.
El asesino realizó un ataque y logró darle un zarpazo en la pierna a la chica, soltó un grito ensordecedor, la marine apenas podía escuchar algo y supuso que su superior tampoco podría hacerlo. Casi parecía que aquel grito fuese un ataque, la chica aún no había terminado así que le lanzó una daga a Daiki clavándosela en el hombro. Este no pudo evitar caer sobre una rodilla y ahí estaba, arrodillado frente a aquella pobre ¿presa? La mujer se había transformado, tenía rasgos felinos y esto hizo que la joven arqueara una ceja mientras observaba pacientemente el combate. Ya se había calmado, la euforia del comienzo y los hinchas de las gradas habían hecho que hiciese una pequeña actuación, pero ya era suficiente. El vice-almirante no se estuvo quieto y utilizó una especie de técnica para atraer objetos, como si de un torbellino se tratase, logrando obtener una de las dagas que había en el suelo. Tras eso se dirigió hacia su oponente utilizando sus llamas, debido a su tamaño la escapatoria iba a ser difícil. La chica no quitaría un ojo del combate por si se perdiese algo importante en un simple parpadeo.
Max D Dexer
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Akuma no mi
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Podía notar que la en la mayoría de los participantes empezaban a aparecer usuarios de akumas, asiendo las batallas más interesantes e impredecibles ya que no se sabe que habilidades bajo la manga podría tener el poseedor de la fruta del diablo. Aunque me impresionaron bastante las técnicas de ese tal Amaiar, sería un verdadero dolor de cabeza luchar contra él. Pero hablando mas de mi experiencia en las gradas, era sincero al decir que me estaba divirtiendo bastante y que seguramente vaya a volver en la siguiente. Quién sabe, hasta incluso podría inscribirme pero nada estaba seguro, al menos no hasta llegar al momento preciso.
De repente, en medio de los combates y griteríos de la gente, una mujer con cabellos negros se había sentado en el asiento que antes estaba Kuroten, el cual por suerte no tenía tantos pelos. “Ahora no se bajara de mis piernas, diablos” era lo que pasaba por mi cabeza al ver a la muchacha de reojo, pero el lobo iba a lo directo, sin disimular vio directamente a la pelinegra con esa mirada “sombría” que tenia; algo que hacía con todas las personas hasta saber si eran “amigos” o “enemigos”. No podría decir que en ese momento me encontraba tranquilo, el can a veces no tenía moderación en sus actos y temía que hiciera otra de sus jugarretas o que empezara a ser meloso con personas incorrectas. Algo que no esperaba era ese letrero que había hecho la mujer de forma improvisada para alentar a un luchador en particular, una acción inesperada de alguien con esa expresión en su rostro.
Después de echarme unas risitas por el cartel de la muchacha seguí viendo los combates que estaban volviéndose fugaces, mucho más los que tenían a usuarios con la determinación de utilizar sus habilidades al máximo, presentando un espectáculo increíble.
AlexEmpanadilla
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El doctor se encogió de hombros ante la falta de seguridad. Mejor para él, no le apetecía llamar la atención más de lo necesario. Y con su nueva acompañante, aquello iba a ser complicado.
- Bueno, bueno, bueno... me pregunto dónde estarán los aparatos médicos en este lugar. El hombre empezó a recorrer los pasillos laberínticos que recorrían toda la zona subterránea del hexódromo, al tiempo que agudizaba el oído para escuchar los ruidos ahogados del exterior. Los aplausos del público resonaban a lo lejos.
De pronto su mantra detectó algo: una presencia encabezando a lo que parecía ser una enorme comitiva de personas corriendo tras él. El médico enfocó la vista y vio a una especie de ninja vestido con una armadura muy ornamentada, corriendo a toda velocidad mientras trataba de evadir a un cuerpo de guardias. El doctor se hizo a un lado, dejando pasar a la comitiva a su lado, preguntándose qué demonios habría pasado.
- Mmmm... -tras un par de minutos más recorriendo aquellos túneles llegaron a una zona de descanso, donde algunos de los luchadores que habían sido eliminados descansaban y se reponían de sus heridas. El doctor observó a algunos de ellos con detenimiento. Se acercó con cuidado a un hombre de grandes músculos inflados como balones y dijo-. Perdona... ¿dónde está la enfermería? -una sonrisa ancha y obviamente malvada surgió en su rostro.
- Por ahí... -dijo el hombre con tono triste, señalando una puerta con un cartel, unos cinco metros más allá.
- Oh... muy amable. -el doctor se preguntó qué le pasaría a aquel tipo para estar de aquel humor. Esperaba alguna dificultad mayor, la verdad.
- Bueno, bueno, bueno... me pregunto dónde estarán los aparatos médicos en este lugar. El hombre empezó a recorrer los pasillos laberínticos que recorrían toda la zona subterránea del hexódromo, al tiempo que agudizaba el oído para escuchar los ruidos ahogados del exterior. Los aplausos del público resonaban a lo lejos.
De pronto su mantra detectó algo: una presencia encabezando a lo que parecía ser una enorme comitiva de personas corriendo tras él. El médico enfocó la vista y vio a una especie de ninja vestido con una armadura muy ornamentada, corriendo a toda velocidad mientras trataba de evadir a un cuerpo de guardias. El doctor se hizo a un lado, dejando pasar a la comitiva a su lado, preguntándose qué demonios habría pasado.
- Mmmm... -tras un par de minutos más recorriendo aquellos túneles llegaron a una zona de descanso, donde algunos de los luchadores que habían sido eliminados descansaban y se reponían de sus heridas. El doctor observó a algunos de ellos con detenimiento. Se acercó con cuidado a un hombre de grandes músculos inflados como balones y dijo-. Perdona... ¿dónde está la enfermería? -una sonrisa ancha y obviamente malvada surgió en su rostro.
- Por ahí... -dijo el hombre con tono triste, señalando una puerta con un cartel, unos cinco metros más allá.
- Oh... muy amable. -el doctor se preguntó qué le pasaría a aquel tipo para estar de aquel humor. Esperaba alguna dificultad mayor, la verdad.
Igor kronk
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Fluffle se encontraba en el estadio animando.
La gente a su alrededor estaba mas extasiada con el pequeño pony peludo que con el combate que se ejecutaba delante de ellos.
Por supuesto Fluffle estaba mas que encantado de ser el centro de atención, pero eso no le impedía animar a su compañero Bleyd en la arena donde peleaba contra un enorme golem de piedra.
El pequeño bicho despedía un embriagador aroma a algodón de azúcar, y las chicas y los niños casi se pegaban por poder acariciar a la pequeña mascota.
Incluso un desafortunado vendedor de dulces había caído bajo el influjo de Fluffle y se encontraba adorando la suavidad de su pelo mientras este se zampaba a dos carillos toda su mercancía de chocolate y dulces.
Fluffle Se levanto del asiento en dos patitas
y comenzó una ola que sus acompañantes siguieron, después del tercer intento todo el estadio creaba una ola animando a Bleyd sin saberlo.
El pequeño bicho puso música y comenzó a bailar,
la gente cercana solto un gran ¡OHHHHH! Y todos se pusieron a disfrutar de su bailecito. Este pequeño es único dando la nota y el espectáculo.
La gente a su alrededor estaba mas extasiada con el pequeño pony peludo que con el combate que se ejecutaba delante de ellos.
Por supuesto Fluffle estaba mas que encantado de ser el centro de atención, pero eso no le impedía animar a su compañero Bleyd en la arena donde peleaba contra un enorme golem de piedra.
El pequeño bicho despedía un embriagador aroma a algodón de azúcar, y las chicas y los niños casi se pegaban por poder acariciar a la pequeña mascota.
Incluso un desafortunado vendedor de dulces había caído bajo el influjo de Fluffle y se encontraba adorando la suavidad de su pelo mientras este se zampaba a dos carillos toda su mercancía de chocolate y dulces.
Fluffle Se levanto del asiento en dos patitas
y comenzó una ola que sus acompañantes siguieron, después del tercer intento todo el estadio creaba una ola animando a Bleyd sin saberlo.
El pequeño bicho puso música y comenzó a bailar,
la gente cercana solto un gran ¡OHHHHH! Y todos se pusieron a disfrutar de su bailecito. Este pequeño es único dando la nota y el espectáculo.
S.S
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Sin perder de vista en ningún momento aquel combate tan emocionante tuve el honor de comprobar como los combatientes estaban dando lo mejor de cada uno, provocando una escena que no olvidaría en mucho tiempo. Aquel marine de contextura dudosa se abalanzó a atacarle con una serie de combos bastante calculados, pero debido a la experiencia y reflejos de su enemigo éste pudo esquivar la mayoría, pero aun así le provocó daños severos, a lo que me quede bastante fascinada de ese poder tan especial de crear armas en las superficies cercanas y a los alrededores- “Ya sabía yo que ibas a demostrar de lo que eras capaz. Para mí, tú has sido el ganador. Le has hecho frente a un vicealmirante y lo has dañado. Con eso ya te llevas tu parte de reconocimiento”- Tras esos pensamientos pude observar una escena un tanto alarmante. El combate se frenó de golpe por la rendición del peli blanco, para momentos después presenciar como su cuerpo caía al suelo, como si todo el cansancio acumulado y el daño que hubiese recibido le hubieran llegado de golpe.
No me lo podía creer. Esa escena marcaría un hito en estos combates. Soltando el cartel como si no me importase nada comencé a aplaudir mientras me disponía a ponerme de pies, procurando mostrarle como me llegó aquella escena al corazón, sin perder la compostura en ningún momento. No sé si me oiría, ya que no disponía de otro medio que no fuesen mis manos para comunicarme, pero quería expresarle lo bien que lo había hecho. Ahora mismo, lo único que se me pasaba por la cabeza era aquel acto de superación que había mostrado y como pudo luchar por unos instantes ante su rival- “Ojala algún día me demuestres ese poder. Quiero sentirlo en mi propia carne y aprender de esa valentía que tuviste “Señor” peli blanco…”-.
No me lo podía creer. Esa escena marcaría un hito en estos combates. Soltando el cartel como si no me importase nada comencé a aplaudir mientras me disponía a ponerme de pies, procurando mostrarle como me llegó aquella escena al corazón, sin perder la compostura en ningún momento. No sé si me oiría, ya que no disponía de otro medio que no fuesen mis manos para comunicarme, pero quería expresarle lo bien que lo había hecho. Ahora mismo, lo único que se me pasaba por la cabeza era aquel acto de superación que había mostrado y como pudo luchar por unos instantes ante su rival- “Ojala algún día me demuestres ese poder. Quiero sentirlo en mi propia carne y aprender de esa valentía que tuviste “Señor” peli blanco…”-.
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Milena continuaba caminando tras el doctor. Escuchaba bien los aplausos del público pero trataba de hacer oídos sordos. En ese momento le daba lo mismo lo que pasara y por ello estaba centrada en lo que fueran a hacer. Le daba igual si les pillaban o algo similar, siempre podría librarse haciendo de las suyas. Los pasos cada vez eran más rápidos pues tenía curiosidad por saber que iba a haber allí dentro. Esperaba un poco de diversión y de aquel modo poder lucirse con su espada. Había estado entrenando para luchar de la forma más violenta posible, además su haki era bastante bueno. La experiencia que había pasado en aquella isla helada había merecido la pena sin duda alguna.
En ese momento escuchó unos pasos detrás y al darse la vuelta pudo ver a un tipo vestido de forma extraña. Corría rápidamente mientras era perseguido por los guardias. Mantuvo la calma y llevó la mano derecha a la funda de su espada. Iba a sacarla si recibía algún tipo de ataque o algo por el estilo. Después de que pasaran simplemente soltó un pequeño suspiro mientras miraba a su compañero. Aquel sitio era un jodido laberinto lleno de pasillos que lo recorrían. Allí era muy fácil perderse y de hecho ella esperaba no hacerlo de ninguna forma. No pensaba separarse de aquel tipo por el momento. Cooper parecía un tipo sensato por ahora, tal vez luego podía darle la sorpresa.
No tardaron mucho en lugar a un sitio lleno de luchadores y uno de ellos le indicó al doctor la enfermería. Continuó andando con su acompañante de forma calmada. – ¿Qué buscas en ese sitio? No creo que quieras curar a ningún herido… – Dijo en un tono siniestro mientras permanecía a unos centímetros de distancia. La verdad es que aquello podía ponerse realmente divertido.
En ese momento escuchó unos pasos detrás y al darse la vuelta pudo ver a un tipo vestido de forma extraña. Corría rápidamente mientras era perseguido por los guardias. Mantuvo la calma y llevó la mano derecha a la funda de su espada. Iba a sacarla si recibía algún tipo de ataque o algo por el estilo. Después de que pasaran simplemente soltó un pequeño suspiro mientras miraba a su compañero. Aquel sitio era un jodido laberinto lleno de pasillos que lo recorrían. Allí era muy fácil perderse y de hecho ella esperaba no hacerlo de ninguna forma. No pensaba separarse de aquel tipo por el momento. Cooper parecía un tipo sensato por ahora, tal vez luego podía darle la sorpresa.
No tardaron mucho en lugar a un sitio lleno de luchadores y uno de ellos le indicó al doctor la enfermería. Continuó andando con su acompañante de forma calmada. – ¿Qué buscas en ese sitio? No creo que quieras curar a ningún herido… – Dijo en un tono siniestro mientras permanecía a unos centímetros de distancia. La verdad es que aquello podía ponerse realmente divertido.
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Akuma no mi
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Las peleas cada vez estaban más cerca de sus finales y no podía resistir la emoción de poder descubrir quienes serán los ganadores de cada contienda. Sin embargo y como era de esperarse, estaba más concentrado en la batalla del peli-blanco contra Kai, cuyo enfrentamiento no era del todo transcendental o algo parecido, pero sin dudas tenia emoción y algo de diversión también. Me lo estaba pasando como un niño en dulcería en aquel lugar, cada vez me daban más ganas de participar en el siguiente torneo del próximo año; aunque no podía saber que podría suceder antes de eso. Sinceramente el hexodromo fue el mejor lugar al que podría haber ido en estos días de relajación que, aunque no era del todo relajante, si podía sentir la emoción; y sin olvidarnos de esa diversión en intentar adivinar el ganador.
Desde la mitad de la pelea estaba casi claro quién sería el vencedor, lamentablemente los contrincantes habían sido puestos una vez más con niveles de peleas un poco desparejos. Pero hubo otros combates en los cuales alucine con tantos movimientos originales y hechos no precisamente para dar cariño, y como, me pareció bastante impresionante que más de dos combatientes fueran usuarios de frutas del diablo. En un momento determinado había visto el nombre de todos los contrincantes que estaban participando en el torneo, y varios además del de Kai me parecían conocidos, al principio dude un poco pero ahora que le daba otro buen vistazo pude notar lo que no esperaba ver. “Dexter Black”, como no conocer el nombre de un Yonkou, mucho más si se parece al mío. Aun así nunca hubiera pensado poder ver al “Zafiro Negro” en acción sin tener la necesidad de escapar. Aquello iba a ser interesante, para mí pero para Dexter tal vez no pues suponía que les ganaría a todos.
-Ya veremos si alguien logra darle frente. (Murmure con una leve sonrisa mientras seguía con las acaricias al lobo Kuroten con la esperanza de que no me molesta)
Pero de pronto, aunque era casi evidente, Amaiar se termino rindiendo; dándole la victoria a Kai. Un final predecible, pero eso sin dudas no le quietaba lo increíble que fue ver la voluntad de aquel peli-blanco para poder frenar a alguien no solo con una apariencia más fuerte que él, sino que también con un usuario de la mismísima Akuma no mi de fuego.
Osuka Sumisu
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- Señor, tendría que reposar en enfermería, se le podrían abrir las heridas…
- Qué heridas, ni que leches? Estoy bien, maldita sea...
Había terminado el segundo combate y había salido ganador el loco ese de la moto, por lo cual estaba fuera de la competición. Era una lástima pero era lo que había. Los organizadores del torneo me obligaron a ir a la enfermería donde me curarian las heridas. En aquella gran sala pude ver ya a un montón de personas malheridas debido a los combates, incluido algunos de mis compañeros revolucionarios, como Shiro que aún seguía en cama después de ser derrotado por aquella agente del CP
- Escúcheme, como sanitario que soy le recomiendo descansar. - me dijo uno de los enfermeros. Había bastantes personas con conocimientos médicos curando a los heridos, pero a mi no me hacía falta tanto remedio. Solo estaba cansado, no al borde de la muerte.
- Ya descansaré en las gradas. Ve a ese chico de cabellos dorados? - le dije señalando donde estaba Shiro descansando - Procurar que no le falte de nada. Toda asistencia médica que me tendriais que dar, se la administran a él, es un amigo.
Tras ello, deje una nota al lado del rubio que seguía durmiendo diciéndole dónde estaría, por si le apetecería ver la final con compañía.
Realmente se estaba montando un buen barullo, con tanto combate la gente gritaba como loca de la emoción. Casi no me podía oír los pensamientos. El estadio estaba abarrotado pero para mi suerte parecía que una especie de pompón con patas había entretenido al público y algunos se iban de los asientos para sentarse más cerca de aquel bicho rosado. Aproveche y me senté al lado de una chica de cabellos negros que parecía bastante mona, la cual, al contrario que el resto del público no decía ni gritaba nada, aunque parecía emocionada igual por los combates.
Los últimos combates de la segunda ronda ya estaban terminando y tenía ganas de ver como serian los combates de la próxima. Realmente fue alivio retirarse a tiempo, aunque hubiera ganado aquella ronda, no podría haber movido ni un músculo contra el siguiente rival.
- Qué heridas, ni que leches? Estoy bien, maldita sea...
Había terminado el segundo combate y había salido ganador el loco ese de la moto, por lo cual estaba fuera de la competición. Era una lástima pero era lo que había. Los organizadores del torneo me obligaron a ir a la enfermería donde me curarian las heridas. En aquella gran sala pude ver ya a un montón de personas malheridas debido a los combates, incluido algunos de mis compañeros revolucionarios, como Shiro que aún seguía en cama después de ser derrotado por aquella agente del CP
- Escúcheme, como sanitario que soy le recomiendo descansar. - me dijo uno de los enfermeros. Había bastantes personas con conocimientos médicos curando a los heridos, pero a mi no me hacía falta tanto remedio. Solo estaba cansado, no al borde de la muerte.
- Ya descansaré en las gradas. Ve a ese chico de cabellos dorados? - le dije señalando donde estaba Shiro descansando - Procurar que no le falte de nada. Toda asistencia médica que me tendriais que dar, se la administran a él, es un amigo.
Tras ello, deje una nota al lado del rubio que seguía durmiendo diciéndole dónde estaría, por si le apetecería ver la final con compañía.
Realmente se estaba montando un buen barullo, con tanto combate la gente gritaba como loca de la emoción. Casi no me podía oír los pensamientos. El estadio estaba abarrotado pero para mi suerte parecía que una especie de pompón con patas había entretenido al público y algunos se iban de los asientos para sentarse más cerca de aquel bicho rosado. Aproveche y me senté al lado de una chica de cabellos negros que parecía bastante mona, la cual, al contrario que el resto del público no decía ni gritaba nada, aunque parecía emocionada igual por los combates.
Los últimos combates de la segunda ronda ya estaban terminando y tenía ganas de ver como serian los combates de la próxima. Realmente fue alivio retirarse a tiempo, aunque hubiera ganado aquella ronda, no podría haber movido ni un músculo contra el siguiente rival.
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Una extraña niebla comenzó a invadir los cielos de aquel coliseo. La cantidad que se había formado era impresionante, como si alguien tratase de indicar algo. En ese momento empezó a disiparse despacio, dejando caer en mitad de las gradas a una extraña figura. Un tipo de unos dos metros de altura, cabellos cortos y castaños. Llevaba la boca y la nariz vendadas y portaba una camiseta negra de manga corta. Llevaba unos pantalones grises y unas sandalias de madera. A su espalda un enorme espadón metido en una funda, en la cintura un par de machetes y en la rodilla una pistola dentro de una cartuchera. Dentro del bolsillo derecho, ocultaba un hilo de piano y un den den mushi. Estaba armado y por el momento solo había llevado la mitad de su arsenal.
Se trataba del oficial de la rebelión, Krauser K Redfield. La gente al ver de quién se trataba no pudo evitar abrir los ojos como platos. No pensaba ocultarse de nadie y allí estaba, preparado para partir en dos a cualquiera que tratase de atacarle. Se había dado el lujo de aparecer allí para ver los combates de sus hombres y el de Dexter. Sus ojos buscaban al dragón en todo momento, parecía muy relajado. Le importaba una mierda la marina y el gobierno, pobre de aquel que osara tratar de hacerle algo. Su haki de observación estaba activado en todo momento y su mirada estaba clavada en los distintos escenarios. El asesino se había colocado en un sitio bastante fácil de localizar, además de ser uno de los pocos en pie en vez de sentados.
Se trataba del oficial de la rebelión, Krauser K Redfield. La gente al ver de quién se trataba no pudo evitar abrir los ojos como platos. No pensaba ocultarse de nadie y allí estaba, preparado para partir en dos a cualquiera que tratase de atacarle. Se había dado el lujo de aparecer allí para ver los combates de sus hombres y el de Dexter. Sus ojos buscaban al dragón en todo momento, parecía muy relajado. Le importaba una mierda la marina y el gobierno, pobre de aquel que osara tratar de hacerle algo. Su haki de observación estaba activado en todo momento y su mirada estaba clavada en los distintos escenarios. El asesino se había colocado en un sitio bastante fácil de localizar, además de ser uno de los pocos en pie en vez de sentados.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit abrió los ojos. Estaba tendido en una cama. observando un techo de piedra.
- ¿Qué ha pasado? -dijo, mientras se incorporaba. Estaba algo dolorido, no por las heridas, que habían sido tratadas, sino por el esfuerzo que había realizado contra Arthur. Suspiró y se incorporó en el catre. Parecía estar en la enfermería. Le habían quitado su ropa, que estaba perfectamente doblada a su lado, en una silla, y le habían puesto un holgado camisón. Se vio el brazo, al que llegaba una vía de suero. Lo movió ligeramente y sintió la aguja clavada a la altura de la sangría.
- Mmmm... bueno. Al menos estoy cómodo. -murmuró, mientras observaba una pantalla frente a él, donde se repetían las imágenes de varios de los combates más interesantes, así como breves apariciones de personalidades importantes entre el público. El pelirrojo pudo observar a Krauser, y una sonrisa divertida apareció en su rostro. El oficial no se había preocupado por pasar desapercibido.
- Mmmm... vaya. Qué lástima que no vaya a poder verme. -suspiró. En ese momento, la pantalla se apagó y apareció una especie de árbol de clasificaciones. El chico buscó el nombre de Arthur para saber contra quien se enfrentaría el marine. Sin embargo, no estaba entre los nombres. "Que extraño" pensó, justo cuando sus ojos se detuvieron en otro nombre: el suyo-. ¿Qué? -exclamó, sorprendido. ¿Había pasado él y no el marine? Se quedó completamente impactado ante aquella noticia.
Tras unos segundos, tragó saliva y examinó su estado. Aún sentía una molestia en el pecho, pero por lo demás podía pelear. Tendría que recargar las pistolas, también. Sin embargo, había logrado llegar más lejos de lo esperado. Aquello era una sorpresa, hasta para él. Con cuidado, se levantó de la cama, comprobando que las piernas le respondiesen correctamente, y tras quitarse la aguja de suero, agarró su ropa y empezó a caminar hacia la zona de espera.
- ¿Qué ha pasado? -dijo, mientras se incorporaba. Estaba algo dolorido, no por las heridas, que habían sido tratadas, sino por el esfuerzo que había realizado contra Arthur. Suspiró y se incorporó en el catre. Parecía estar en la enfermería. Le habían quitado su ropa, que estaba perfectamente doblada a su lado, en una silla, y le habían puesto un holgado camisón. Se vio el brazo, al que llegaba una vía de suero. Lo movió ligeramente y sintió la aguja clavada a la altura de la sangría.
- Mmmm... bueno. Al menos estoy cómodo. -murmuró, mientras observaba una pantalla frente a él, donde se repetían las imágenes de varios de los combates más interesantes, así como breves apariciones de personalidades importantes entre el público. El pelirrojo pudo observar a Krauser, y una sonrisa divertida apareció en su rostro. El oficial no se había preocupado por pasar desapercibido.
- Mmmm... vaya. Qué lástima que no vaya a poder verme. -suspiró. En ese momento, la pantalla se apagó y apareció una especie de árbol de clasificaciones. El chico buscó el nombre de Arthur para saber contra quien se enfrentaría el marine. Sin embargo, no estaba entre los nombres. "Que extraño" pensó, justo cuando sus ojos se detuvieron en otro nombre: el suyo-. ¿Qué? -exclamó, sorprendido. ¿Había pasado él y no el marine? Se quedó completamente impactado ante aquella noticia.
Tras unos segundos, tragó saliva y examinó su estado. Aún sentía una molestia en el pecho, pero por lo demás podía pelear. Tendría que recargar las pistolas, también. Sin embargo, había logrado llegar más lejos de lo esperado. Aquello era una sorpresa, hasta para él. Con cuidado, se levantó de la cama, comprobando que las piernas le respondiesen correctamente, y tras quitarse la aguja de suero, agarró su ropa y empezó a caminar hacia la zona de espera.
Medusa Fleckeri
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El combate ya había terminado y el vice-almirante se había alzado con la victoria, los hombres que vitoreaban a Murasaki estaban bastante callados y maldecían al árbitro por darle la victoria al marine. La verdad es que el moreno había dominado el combate de últimas y su contrincante tenía pocas posibilidades de escapar de aquella estrategia. La rubia sonrió al ver el resultado y se marchó de las gradas a comprar un refresco, tanto gritar le había secado algo la garganta y quería algo para aclarársela. Las chicas siguieron gritando y animando a Aomine, se les escuchaba desde donde Medusa estaba comprando el refresco. Fue hasta un puesto de comida donde había varios camareros y camareras sirviendo en una barra enorme, la marine se acercó hasta la barra y llamó a uno de los camareros.
- Hola guapo, ¿me podrías poner un refresco y una bolsa grande de palomitas?
¡Oy! ¡Claro que sí, preciosa!
La intención de la rubia era hacer gala de sus dotes persuasivas para que le saliesen los productos gratis, pero aquel hombre había respondido de una manera muy afeminada y parecía ser homosexual. Cuando volvió con lo que había pedido la chica sacó el dinero y le pagó sin siquiera mirarle a la cara, su plan había fallado y se sentía algo frustrada. “Maldito gay… Mira que no invitarme." Tras eso se fue malhumorada hasta el siguiente ring donde iba a tomar el lugar el próximo combate. Tomó asiento y comenzó a comer palomitas mientras daba unos sorbos a su refresco, pudo ver como Aomine caminaba y entraba en la nueva arena, al poco tiempo de entrar otro hombre bastante musculoso entró por la parte contraria. El ring era distinto, esta vez estaba rodeado de zarzas y tenía un remolino de arena en su interior que dificultaba mucho la visibilidad. Esto hizo que la marine chasqueara la lengua, probablemente se iba a perder las mejores cosas del combate por culpa de ese maldito remolino.
Entonces sonó un locutor habló por los altavoces dando comienzo al combate, presentó a los luchadores e inició la contienda. La rubia no podía creer lo que había escuchado, hasta había escupido un poco de refresco sobre un espectador que había delante el cual gritaba a la marine enfurecido. Pero la chica no lo escuchaba, ella solo pensaba en lo que acababa de oír. “Qui Gon… Blackheart… ¿Qué haces tú aquí?” La chica no podía creerlo, su hermanastro estaba presente en aquel combate y esto hizo que las palabras de su padre resonasen en su cabeza. La rubia permaneció boquiabierta unos segundos más y después se fijó en el tipo que se había puesto de pie frente a ella, medía como medio metro más que la chica y tenía una complexión bastante fuerte. La marine lo miró cerrando la boca y poniendo una mirada de odio que haría temblar a cualquier persona.
- ¿Te sientas, por favor? Estoy intentando ver el combate.
El hombre, aterrorizado, se sentó calmadamente y se puso a ver el combate. La mujer de negro agarró sus palomitas y comenzó a comérselas a puñados como si no hubiese un mañana. Dio un gran trago a su refresco y soltó un grito por su megáfono improvisado con tentáculos.
- ¡Ánimo y buena suerte!
- Hola guapo, ¿me podrías poner un refresco y una bolsa grande de palomitas?
¡Oy! ¡Claro que sí, preciosa!
La intención de la rubia era hacer gala de sus dotes persuasivas para que le saliesen los productos gratis, pero aquel hombre había respondido de una manera muy afeminada y parecía ser homosexual. Cuando volvió con lo que había pedido la chica sacó el dinero y le pagó sin siquiera mirarle a la cara, su plan había fallado y se sentía algo frustrada. “Maldito gay… Mira que no invitarme." Tras eso se fue malhumorada hasta el siguiente ring donde iba a tomar el lugar el próximo combate. Tomó asiento y comenzó a comer palomitas mientras daba unos sorbos a su refresco, pudo ver como Aomine caminaba y entraba en la nueva arena, al poco tiempo de entrar otro hombre bastante musculoso entró por la parte contraria. El ring era distinto, esta vez estaba rodeado de zarzas y tenía un remolino de arena en su interior que dificultaba mucho la visibilidad. Esto hizo que la marine chasqueara la lengua, probablemente se iba a perder las mejores cosas del combate por culpa de ese maldito remolino.
Entonces sonó un locutor habló por los altavoces dando comienzo al combate, presentó a los luchadores e inició la contienda. La rubia no podía creer lo que había escuchado, hasta había escupido un poco de refresco sobre un espectador que había delante el cual gritaba a la marine enfurecido. Pero la chica no lo escuchaba, ella solo pensaba en lo que acababa de oír. “Qui Gon… Blackheart… ¿Qué haces tú aquí?” La chica no podía creerlo, su hermanastro estaba presente en aquel combate y esto hizo que las palabras de su padre resonasen en su cabeza. La rubia permaneció boquiabierta unos segundos más y después se fijó en el tipo que se había puesto de pie frente a ella, medía como medio metro más que la chica y tenía una complexión bastante fuerte. La marine lo miró cerrando la boca y poniendo una mirada de odio que haría temblar a cualquier persona.
- ¿Te sientas, por favor? Estoy intentando ver el combate.
El hombre, aterrorizado, se sentó calmadamente y se puso a ver el combate. La mujer de negro agarró sus palomitas y comenzó a comérselas a puñados como si no hubiese un mañana. Dio un gran trago a su refresco y soltó un grito por su megáfono improvisado con tentáculos.
- ¡Ánimo y buena suerte!
AlexEmpanadilla
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- Curar a los heridos no entra en mis planes, efectivamente... -murmuró el doctor mientras entraba en la enfermería. Algunos heridos de los combates yacían allí. El doctor dejó de emitir cloro para así llamar algo menos la atención. Tras eso se acercó a las camas, llenas de gladiadores. Observó con una ancha sonrisa sádica a aquellos hombres, y tras unos momentos su atención se dirigió a un enorme armario al fondo de la sala.
Con pasos ligeros, el hombre se acercó hasta aquel mueble que tenía pinta de ser un enorme botiquín. Nada más alcanzar el armario, se crujió los dedos y, con una gran sonrisa, giró el picaporte de la puerta. Sin embargo no se abrió. El hombre tiró y empujó, pero la puerta permanecía completamente estática.
- Maldita sea... -gruñó el doctor, mientras se llevaba la mano a la sien, frotándosela con lentitud, analizando la situación-. Aquí debe estar lo que busco... -murmuró, mientras golpeaba con rabia el mueble. ¿Por qué el mundo se empeñaba en obstaculizar su trabajo? El hombre se giró hacia Milena y dijo-. Vale, tú cúbreme... esto tal vez lleve un rato. -dijo, mientras empezaba a generar cloro en su mano, concentrándolo y creando una hoja de unos veinte centímetros de largo, fina y afilada. Tras eso, la introdujo en la rendija entre el marco y la puerta del armario.
"Mira que tener que degradarme a abrir armarios..." pensó, mientras forcejeaba con la hoja. Esperaba oír un click en algún momento, pero por ahora no había éxito.
Con pasos ligeros, el hombre se acercó hasta aquel mueble que tenía pinta de ser un enorme botiquín. Nada más alcanzar el armario, se crujió los dedos y, con una gran sonrisa, giró el picaporte de la puerta. Sin embargo no se abrió. El hombre tiró y empujó, pero la puerta permanecía completamente estática.
- Maldita sea... -gruñó el doctor, mientras se llevaba la mano a la sien, frotándosela con lentitud, analizando la situación-. Aquí debe estar lo que busco... -murmuró, mientras golpeaba con rabia el mueble. ¿Por qué el mundo se empeñaba en obstaculizar su trabajo? El hombre se giró hacia Milena y dijo-. Vale, tú cúbreme... esto tal vez lleve un rato. -dijo, mientras empezaba a generar cloro en su mano, concentrándolo y creando una hoja de unos veinte centímetros de largo, fina y afilada. Tras eso, la introdujo en la rendija entre el marco y la puerta del armario.
"Mira que tener que degradarme a abrir armarios..." pensó, mientras forcejeaba con la hoja. Esperaba oír un click en algún momento, pero por ahora no había éxito.
Amaiar Silverfang
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Mientras miraba la pantalla atentamente, esperando que apareciera algún combate de gente que le sonase, Amaiar se fijó en que a su lado estaba otro de los participantes. Esmejit, que posiblemente había hecho gala de un espectáculo mayor incluso que el de los Marines, parecía algo alicaído. Silverfang pensó que era normal, tras haber perdido el combate, a pesar de los esfuerzos hechos, y que podía entender su situación. Pero, para sorpresa de ambos, a la siguiente ronda no había pasado Arthur, superior del chico, sino el aparentemente capaz mago allí en la enfermería.
Tan rápido salió corriendo Esmejit, y tan confundido estaba Amaiar también, que se le olvidó por completo saludarle o desearle ánimos, y para cuando quiso hacerlo, las pisadas se alejaban por el pasillo hasta perderse por completo. En silencio, el marine sonrió y levantó su puño deseándole lo mejor en su siguiente combate. Normalmente no cogería confianza con alguien tan rápido, pero había algo en el otro luchador que le hacía sentirse identificado, una sensación desconocida e inexplicable. ¿Instinto, quizá?
"En fin." Pensó para sí Amaiar. "Me encantaría pasar aquí todo el día haciendo el vago y mirando combates, pero sabiendo contra quién se enfrentará Silver ahora, no creo que la ronda vaya a durar mucho tampoco."
Cabe destacar, que Amaiar no dudaba de la capacidad de Silver para desenvolverse en combate, tal como había demostrado hasta ahora. Pero él mismo había tenido un breve encuentro con Dexter en el pasado, y la impresión que le dejó al marine fue suficiente para entender la clase de poder que podría desatar el actual Yonkou si quisiera. "Dudo que haya venido para perder, así que lo máximo a lo que puedes aspirar, amigo mío, es a durar todo lo que puedas y dar un espectáculo ejemplar. Poco más que a lo que tuve que enfrentarme yo mismo." Terminó de pensar de forma ácida y con una sonrisa vacía.
Silverfang comprobó por última vez que estaba recuperado, antes de levantarse. Por suerte, no había sufrido grandes daños durante el combate contra Kai, solamente se había fatigado demasiado. Y fuera lo que fuera que le dieron los doctores, habían hecho desaparecer el cansancio, tan rápido como Silver hace desaparecer una tableta de chocolate. El chico se disponía a salir de la sala, cuando a lo lejos vio algo que le escamaba. Pudo haber sido solo su imaginación, pero decidió arriesgarse y acercarse a confirmarlo. Mirando alrededor no tardó en localizar a Kanshou y Bakuya descansando en un escritorio, al lado de su camilla. Estaban envueltas en tela, y al sacarlas Amaiar pudo comprobar con pesar que se habían derretido ligeramente. Suspirando, imbuyó de energía su mano y la transmitió a las espadas, revirtiendo el proceso que las había desafilado y "reparándolas" hasta su estado original. Le costó un poco, puede que aún no estuviera del todo recuperado. Guardándolas en las fundas a su espalda, caminó.
Un poco más allá se encontraba otra de las salas de la enfermería, llena de gladiadores recuperándose de heridas menores. Parecía una sala de descanso, más que de sanación. Y un par de figuras se movían con cautela entre los mismos, dirigiéndose en dirección contraria al estadio. "¿Qué estarán haciendo los guardias?" Frunciendo el ceño, Amaiar se planteó ir a avisar a alguno, pero pensó que si perdía de vista a los sospechosos no sería capaz de encontrarlos de nuevo, por lo que decidió ignorar por un momento las reglas y afrontar la realidad. Al fin y al cabo, ellos seguro que también estaban violando o pensando en violar algunas normas. "Una cosa es ignorar los delitos cometidos fuera del estadio, ya que aquí somos todos participantes o público. Pero nadie dijo nada de ignorar a maleantes que hicieran lo suyo dentro del estadio."
Sus sospechas se confirmaron cuando, al fondo de la sala, la figura mayor se puso a trastear con una puerta de botiquín, haciendo bastante ruido, mientras la otra, una chica pelirroja, parecía estar a punto de ponerse a hacer guardia. Amaiar quiso acercarse, pero cuantos más pasos daba, peor olía el aire. Era algo rancio y fuerte, penetrando sus fosas nasales, y haciendo que se detuviese a varios metros antes de alcanzar a las figuras. Cubriéndose la boca y nariz con el antebrazo izquierdo, el marine gruñó. "De nuevo mi vista privilegiada demuestra fallar pocas veces. Este efecto tiene que ser, sin duda alguna, cosa de esas personas. Y si atamos cabos creo que puedo afirmar al ochenta por ciento de seguridad que se trata de Alex Cooper, científico buscado y muy peligroso. No creo poder enfrentarle actualmente, pero tampoco puedo dejar que campe a sus anchas haciendo lo que quiera. Al menos... ¡debo distraerlo!"
- ¡Eh, tú! - Gritó a través de la tela de la manga de su chaqueta. Esperaba que pudieran oírle aun así. - ¡Si no puedes abrir esa caja, lo mismo es que no estas autorizado a ello! ¡Te pido que desistas o me veré obligado a avisar a los guardias!
Tan rápido salió corriendo Esmejit, y tan confundido estaba Amaiar también, que se le olvidó por completo saludarle o desearle ánimos, y para cuando quiso hacerlo, las pisadas se alejaban por el pasillo hasta perderse por completo. En silencio, el marine sonrió y levantó su puño deseándole lo mejor en su siguiente combate. Normalmente no cogería confianza con alguien tan rápido, pero había algo en el otro luchador que le hacía sentirse identificado, una sensación desconocida e inexplicable. ¿Instinto, quizá?
"En fin." Pensó para sí Amaiar. "Me encantaría pasar aquí todo el día haciendo el vago y mirando combates, pero sabiendo contra quién se enfrentará Silver ahora, no creo que la ronda vaya a durar mucho tampoco."
Cabe destacar, que Amaiar no dudaba de la capacidad de Silver para desenvolverse en combate, tal como había demostrado hasta ahora. Pero él mismo había tenido un breve encuentro con Dexter en el pasado, y la impresión que le dejó al marine fue suficiente para entender la clase de poder que podría desatar el actual Yonkou si quisiera. "Dudo que haya venido para perder, así que lo máximo a lo que puedes aspirar, amigo mío, es a durar todo lo que puedas y dar un espectáculo ejemplar. Poco más que a lo que tuve que enfrentarme yo mismo." Terminó de pensar de forma ácida y con una sonrisa vacía.
Silverfang comprobó por última vez que estaba recuperado, antes de levantarse. Por suerte, no había sufrido grandes daños durante el combate contra Kai, solamente se había fatigado demasiado. Y fuera lo que fuera que le dieron los doctores, habían hecho desaparecer el cansancio, tan rápido como Silver hace desaparecer una tableta de chocolate. El chico se disponía a salir de la sala, cuando a lo lejos vio algo que le escamaba. Pudo haber sido solo su imaginación, pero decidió arriesgarse y acercarse a confirmarlo. Mirando alrededor no tardó en localizar a Kanshou y Bakuya descansando en un escritorio, al lado de su camilla. Estaban envueltas en tela, y al sacarlas Amaiar pudo comprobar con pesar que se habían derretido ligeramente. Suspirando, imbuyó de energía su mano y la transmitió a las espadas, revirtiendo el proceso que las había desafilado y "reparándolas" hasta su estado original. Le costó un poco, puede que aún no estuviera del todo recuperado. Guardándolas en las fundas a su espalda, caminó.
Un poco más allá se encontraba otra de las salas de la enfermería, llena de gladiadores recuperándose de heridas menores. Parecía una sala de descanso, más que de sanación. Y un par de figuras se movían con cautela entre los mismos, dirigiéndose en dirección contraria al estadio. "¿Qué estarán haciendo los guardias?" Frunciendo el ceño, Amaiar se planteó ir a avisar a alguno, pero pensó que si perdía de vista a los sospechosos no sería capaz de encontrarlos de nuevo, por lo que decidió ignorar por un momento las reglas y afrontar la realidad. Al fin y al cabo, ellos seguro que también estaban violando o pensando en violar algunas normas. "Una cosa es ignorar los delitos cometidos fuera del estadio, ya que aquí somos todos participantes o público. Pero nadie dijo nada de ignorar a maleantes que hicieran lo suyo dentro del estadio."
Sus sospechas se confirmaron cuando, al fondo de la sala, la figura mayor se puso a trastear con una puerta de botiquín, haciendo bastante ruido, mientras la otra, una chica pelirroja, parecía estar a punto de ponerse a hacer guardia. Amaiar quiso acercarse, pero cuantos más pasos daba, peor olía el aire. Era algo rancio y fuerte, penetrando sus fosas nasales, y haciendo que se detuviese a varios metros antes de alcanzar a las figuras. Cubriéndose la boca y nariz con el antebrazo izquierdo, el marine gruñó. "De nuevo mi vista privilegiada demuestra fallar pocas veces. Este efecto tiene que ser, sin duda alguna, cosa de esas personas. Y si atamos cabos creo que puedo afirmar al ochenta por ciento de seguridad que se trata de Alex Cooper, científico buscado y muy peligroso. No creo poder enfrentarle actualmente, pero tampoco puedo dejar que campe a sus anchas haciendo lo que quiera. Al menos... ¡debo distraerlo!"
- ¡Eh, tú! - Gritó a través de la tela de la manga de su chaqueta. Esperaba que pudieran oírle aun así. - ¡Si no puedes abrir esa caja, lo mismo es que no estas autorizado a ello! ¡Te pido que desistas o me veré obligado a avisar a los guardias!
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