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-Diez años ya...
Las alas se plegaron sobre su espalda, y con los pies tocó los montones de basura de Grey Terminal que había allá donde llegara su mirada. Bajo los desechos, ceniza, y sobre la chatarra, polvo. No era un lugar que uno quisiera visitar habitualmente, pero después de catorce años viajando, merecía la pena parar un rato a escuchar de nuevo las olas como sólo en Dawn se escuchaban. Era agradable, y el resonar de las aguas contra los restos desperdigados por la costa llegaba a ser relajante, mientras pasear por entre los montones de desperdicios siempre había un descubrimiento pendiente, a veces un anciano con su entrañable sonrisa o una joven de indudable belleza. Era lo que se llamaba una flor entre las malas hierbas, una rosa entre las zarzas... ¿Tal vez una rosa azul? Mucho estaba pidiendo ya, aunque quién sabe...
Su cuerpo volvió a ser completamente humano, y sus pasos firmes resonaron entre los esqueletos metálicos de carros y tiovivos mientras él avanzaba. El paisaje no era prometedor, y el olor a óxido y sal acumulada se hacía desagradable en la nariz del dragón, pero los recuerdos se acompasaban de tal forma que, a pesar de todo, disfrutaba caminando por donde paseó con aquella revolucionaria que se encontró allí, e incluso no pudo evitar sonreír cuando vio, en un lugar apartado, bajo placas de aluminio y listones de madera rotos, el sofá desvencijado donde pasaron un rato sin que nadie los molestase. Él pudo olvidar durante un rato lo que era, un pirata, y ella se relajó de sus largas misiones sin importar el después. "Pirata y Revolucionaria", dijo en su mente sin detenerse, mientras cavilaba. La situación se repetía, pero no se podía comparar el revuelo en su estómago al pensar en Alice con el simple morbo de la otra mujer. Y, en cualquier caso, no era lo más importante de su reflexión. En su cabeza acechaba la palabra pirata, esperando con paciencia para recordarle que daba igual todo, él era un criminal. Siempre lo fue, desde que liberó a quien no debía hasta su incursión en la ciudad de su madre... Daba igual lo que hiciera, y por mucho que se considerase mejor que otros, no lo era. Como todos los demás con precio sobre su cabeza, era un delincuente. "Y por mucho que lo justifique, también soy un asesino".
¿Cómo había llegado a deprimirse? Pensar en el pasado siempre dolía, y el decaimiento trató de apoderarse de él. Sin embargo, no podía dejar que aquellos pensamientos lo derribasen; no antes de pasar a la acción. Siguió caminando por el lugar, tratando de pensar cómo actuar de ahí en adelante ahora que ya no era Shichibukai. Se habían acabado las sutilezas.
Las alas se plegaron sobre su espalda, y con los pies tocó los montones de basura de Grey Terminal que había allá donde llegara su mirada. Bajo los desechos, ceniza, y sobre la chatarra, polvo. No era un lugar que uno quisiera visitar habitualmente, pero después de catorce años viajando, merecía la pena parar un rato a escuchar de nuevo las olas como sólo en Dawn se escuchaban. Era agradable, y el resonar de las aguas contra los restos desperdigados por la costa llegaba a ser relajante, mientras pasear por entre los montones de desperdicios siempre había un descubrimiento pendiente, a veces un anciano con su entrañable sonrisa o una joven de indudable belleza. Era lo que se llamaba una flor entre las malas hierbas, una rosa entre las zarzas... ¿Tal vez una rosa azul? Mucho estaba pidiendo ya, aunque quién sabe...
Su cuerpo volvió a ser completamente humano, y sus pasos firmes resonaron entre los esqueletos metálicos de carros y tiovivos mientras él avanzaba. El paisaje no era prometedor, y el olor a óxido y sal acumulada se hacía desagradable en la nariz del dragón, pero los recuerdos se acompasaban de tal forma que, a pesar de todo, disfrutaba caminando por donde paseó con aquella revolucionaria que se encontró allí, e incluso no pudo evitar sonreír cuando vio, en un lugar apartado, bajo placas de aluminio y listones de madera rotos, el sofá desvencijado donde pasaron un rato sin que nadie los molestase. Él pudo olvidar durante un rato lo que era, un pirata, y ella se relajó de sus largas misiones sin importar el después. "Pirata y Revolucionaria", dijo en su mente sin detenerse, mientras cavilaba. La situación se repetía, pero no se podía comparar el revuelo en su estómago al pensar en Alice con el simple morbo de la otra mujer. Y, en cualquier caso, no era lo más importante de su reflexión. En su cabeza acechaba la palabra pirata, esperando con paciencia para recordarle que daba igual todo, él era un criminal. Siempre lo fue, desde que liberó a quien no debía hasta su incursión en la ciudad de su madre... Daba igual lo que hiciera, y por mucho que se considerase mejor que otros, no lo era. Como todos los demás con precio sobre su cabeza, era un delincuente. "Y por mucho que lo justifique, también soy un asesino".
¿Cómo había llegado a deprimirse? Pensar en el pasado siempre dolía, y el decaimiento trató de apoderarse de él. Sin embargo, no podía dejar que aquellos pensamientos lo derribasen; no antes de pasar a la acción. Siguió caminando por el lugar, tratando de pensar cómo actuar de ahí en adelante ahora que ya no era Shichibukai. Se habían acabado las sutilezas.
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"Un, dos, tres...Un, dos...¿Qué es eso?" Una abrumadora presencia pasó sobrevolando el lugar en el que se encontraba la chica de cabellos anaranjados, causando que interrumpiera sus juegos, consistentes en saltar de una plancha de metal a otra. Un juego típico de los niños que vivían ahí y que por lo visto no sabían quien era ella, o eso pensaba. ¿Acaso alguien había reconocido su rostro en algún periódico viejo, y había decidido traicionarla? Si es que se puede llamar a aquello traición. Mura sabía que ese no era su lugar y que solo causaría problemas por estar ahí, por mucho que aquello solo fuera un vertedero. -Puede que el haber querido tomar un descanso y estirar las piernas me vaya a costar caro...- Murmuró para si misma, antes de plantearse las opciones que tenía. O huía de aquel lugar, o bien iba a ver de quien era aquella enorme figura que acababa de sobrevolarla. -Algún día la curiosidad va a acabar matándome...Bueno, no sería la primera vez.- Se dijo antes de encaminarse hacia el lugar donde aquella criatura había descendido.
Cabe decir que eso no era lo que esperaba la chica al dejar el barco "sin nombre" durante unas horas, cosa que le había costado una bronca con la mitad de la tripulación y el cargarse la puerta de su habitación, de un portazo, antes de escaparse volando con Sumire. Esta iba a ir al mercado de la ciudad cercana para conseguirnos víveres, así que no le costó mucho llevarla consigo y dejarla en aquel lugar que solo parecía servir para amontonar chatarra y otros objetos que la gente de la ciudad no quería, pero que eran muy valiosos para los pobre, "expulsados" de la civilización. Durante toda la mañana, la chica había estado jugando con algunos niños de aquel barrio bajo, pero estos ya se habían marchado, dejando a la felina un tanto aburrida, así que...Digamos que esa era la razón por la que había decidido arriesgarse. Solo esperaba que aquel sujeto no se hubiera adentrado mucho en aquel lugar. Su olfato era muy sensible y, sin duda, aquello causaría problemas a Mura de tener que escapar.
Apenas pasó un cuatro de hora, sino menos, antes de que la chica vislumbrara la figura de aquella persona, de espaldas a ella. Era un hombre mucho más alto que ella, con el cabello de dos colores, un lado negro y otro blanco, que le resultaba bastante familiar, casi tanto como su aroma, aunque este se veía distorsionado por el olor a metal y a sal. Mura se acercó lentamente al chico, con cautela. Creía saber quien era, pero si se equivocaba tendría problemas...Así que mejor mantener su mantra despierto en todo momento.
Cabe decir que eso no era lo que esperaba la chica al dejar el barco "sin nombre" durante unas horas, cosa que le había costado una bronca con la mitad de la tripulación y el cargarse la puerta de su habitación, de un portazo, antes de escaparse volando con Sumire. Esta iba a ir al mercado de la ciudad cercana para conseguirnos víveres, así que no le costó mucho llevarla consigo y dejarla en aquel lugar que solo parecía servir para amontonar chatarra y otros objetos que la gente de la ciudad no quería, pero que eran muy valiosos para los pobre, "expulsados" de la civilización. Durante toda la mañana, la chica había estado jugando con algunos niños de aquel barrio bajo, pero estos ya se habían marchado, dejando a la felina un tanto aburrida, así que...Digamos que esa era la razón por la que había decidido arriesgarse. Solo esperaba que aquel sujeto no se hubiera adentrado mucho en aquel lugar. Su olfato era muy sensible y, sin duda, aquello causaría problemas a Mura de tener que escapar.
Apenas pasó un cuatro de hora, sino menos, antes de que la chica vislumbrara la figura de aquella persona, de espaldas a ella. Era un hombre mucho más alto que ella, con el cabello de dos colores, un lado negro y otro blanco, que le resultaba bastante familiar, casi tanto como su aroma, aunque este se veía distorsionado por el olor a metal y a sal. Mura se acercó lentamente al chico, con cautela. Creía saber quien era, pero si se equivocaba tendría problemas...Así que mejor mantener su mantra despierto en todo momento.
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Arrugó la nariz por un momento. Aquel olor le resultaba familiar... Aunque, tras todo ese tiempo, era muy difícil recordar a quién podía pertenecer. "Pero es una mujer", pensó, notando el aroma suave que desprendía, bastante distinto a los cargados olores de hombre, que incluso él, con todo lo que se aseaba, desprendía. No es que apestara, sino que olía fuerte; no desagradable, pero intenso. Al contrario que él, de aquella conocida consumida en el velo del olvido emanaba una fragancia sutil. Era curioso cómo la naturaleza jugueteaba con eso, las mujeres delicadas hasta en eso y los varones destinados a llevar la brutalidad derramándose por los poros... Pero eso no era lo importante, sino los rayos de sol en el atardecer que llevaba como cabellos ella cuando giró el rostro para observarla.
-Llevas dos amatistas por ojos, ¿Sabes?- dijo, ya consciente de quién tenía delante. Era la chica de Jaya, otra flor entre las malas hierbas, la compañera de Akagami. ¿Qué la habría llevado a un lugar tan alejado del mundo como la Grey Terminal? ¿Sabría a qué estaba destinado ese cementerio de chatarra? Aquellas preguntas tenían respuesta, seguramente, pero no podía resolver la ecuación sin el valor de un par de variables, y la curiosidad impulsaba a acercarse a ella.
Un paso, dos, y hasta cinco dio hasta estar lo suficientemente cerca como para ver perfectamente su rostro. No tenía ningún defecto visual, pero la distancia y el calor jugaban un papel fundamental impidiendo apreciar las imperfecciones más sutiles, como arrugas en la comisura de los labios o alguna línea de expresión, aunque no tenía muchas. Estaba cambiada, eso sí, pero no dejaba de ser la misma chiquilla preciosa que se coló en la liberación de Jaya. "Y además son de verdad". No había lentillas, desde cerca podía apreciar que ningún aro de color natural se ocultaba bajo el morado de aquellos iris enormes.
-¿Qué te trae por aquí, Akane?- tendió la mano hacia delante, a modo de saludo, esperando que la tomara. No tenía la mano recta, sino ligeramente engarfiada, esperando que ella conociera aquel saludo, algo menos formal. Tras el agarrón, un leve tirón mutuo y un par de palmadas en la espalda. ¿Tal vez dos besos, como cortesía a la dama? Ya habría tiempo de pensarlo, sólo esperaba que reconociese el saludo y no huyera como un corderito asustado. Aunque si no recordaba mal tenía zarpas, y los gatitos saben arañar-. ¿Qué tal Akagami? Desde Jaya no nos hemos cruzado...
-Llevas dos amatistas por ojos, ¿Sabes?- dijo, ya consciente de quién tenía delante. Era la chica de Jaya, otra flor entre las malas hierbas, la compañera de Akagami. ¿Qué la habría llevado a un lugar tan alejado del mundo como la Grey Terminal? ¿Sabría a qué estaba destinado ese cementerio de chatarra? Aquellas preguntas tenían respuesta, seguramente, pero no podía resolver la ecuación sin el valor de un par de variables, y la curiosidad impulsaba a acercarse a ella.
Un paso, dos, y hasta cinco dio hasta estar lo suficientemente cerca como para ver perfectamente su rostro. No tenía ningún defecto visual, pero la distancia y el calor jugaban un papel fundamental impidiendo apreciar las imperfecciones más sutiles, como arrugas en la comisura de los labios o alguna línea de expresión, aunque no tenía muchas. Estaba cambiada, eso sí, pero no dejaba de ser la misma chiquilla preciosa que se coló en la liberación de Jaya. "Y además son de verdad". No había lentillas, desde cerca podía apreciar que ningún aro de color natural se ocultaba bajo el morado de aquellos iris enormes.
-¿Qué te trae por aquí, Akane?- tendió la mano hacia delante, a modo de saludo, esperando que la tomara. No tenía la mano recta, sino ligeramente engarfiada, esperando que ella conociera aquel saludo, algo menos formal. Tras el agarrón, un leve tirón mutuo y un par de palmadas en la espalda. ¿Tal vez dos besos, como cortesía a la dama? Ya habría tiempo de pensarlo, sólo esperaba que reconociese el saludo y no huyera como un corderito asustado. Aunque si no recordaba mal tenía zarpas, y los gatitos saben arañar-. ¿Qué tal Akagami? Desde Jaya no nos hemos cruzado...
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"Lo sabía", pensó Mura cuando el chico volteó a mirarla, permitiendole ver su rostro. Dexter, el hombre al que conoció en Jaya, cuando aún era una chiquilla inocente. No pudo evitar que un suspiro de alivio escapara de sus labios al ver que no corría peligro, aunque lo disimuló con una sonrisa. -Ha pasado tiempo, Dexter.- Comentó ella al notar que se acercaba, sin comentar nada sobre sus ojos. Demasiados problemas le habían traído ya. Al ponerse a su altura, el chico le tendió la mano y ella hizo lo propio, dándole un apretón amistoso, mientras le inspeccionaba con la mirada. Por alguna razón, le parecía algo más serio que la otra vez. ¿Le habría pasado algo a él también? ¿Y qué hacía en aquel lugar? Preguntas de ese estilo merodeaban la cabeza de la chica, quien no sabía nada sobre lo sucedido con el ex-Shichibukai. Cosas de no leer los periódicos. Aunque el tampoco parecía saber que ahora la "pequeña" Akane tenía una recompensa de más de cien millones sobre su cabeza, así que no podría echárselo en cara.
Tras aquel formal saludo y un abrazo, el cual vino por parte de la chica quien prácticamente se abalanzó sobre el contrario sin previo aviso (hay cosas que no cambian), comenzaron las preguntas y, el chico había tocado un tema delicado para ella. Su expresión se tornó melancólica durante un momento. -La verdad es que llevo tiempo sin saber nada de él...Dos años. Nos separamos por uno u otro motivo y no he vuelto a contactar con él, aún.- La chica hizo una pausa, tomando aire y parpadeando un par de veces. Obviamente, no iba a llorar. Con una sonrisa amarga siguió. -Además...El debe pensar que estoy muerta. Aunque nos reencontremos, no creo que sepa quien soy o que quiera creérselo, ni si me perdonara. Respecto a que hago aquí...Estaba de paso y quería estirar las piernas un rato. Esto de que no me dejen salir casi nunca del barco por miedo a que me pase algo es molesto. Ni que fuera a aparecer un alto cargo de la marina en una isla como esta.- Añadió, diciendo esto último con un tono más alegre, como si así suavizara lo anterior. -¿ Y qué te ha traído a ti a este lugar, Dexter? No esperé encontrarme con nadie conocido aquí.
Tras aquel formal saludo y un abrazo, el cual vino por parte de la chica quien prácticamente se abalanzó sobre el contrario sin previo aviso (hay cosas que no cambian), comenzaron las preguntas y, el chico había tocado un tema delicado para ella. Su expresión se tornó melancólica durante un momento. -La verdad es que llevo tiempo sin saber nada de él...Dos años. Nos separamos por uno u otro motivo y no he vuelto a contactar con él, aún.- La chica hizo una pausa, tomando aire y parpadeando un par de veces. Obviamente, no iba a llorar. Con una sonrisa amarga siguió. -Además...El debe pensar que estoy muerta. Aunque nos reencontremos, no creo que sepa quien soy o que quiera creérselo, ni si me perdonara. Respecto a que hago aquí...Estaba de paso y quería estirar las piernas un rato. Esto de que no me dejen salir casi nunca del barco por miedo a que me pase algo es molesto. Ni que fuera a aparecer un alto cargo de la marina en una isla como esta.- Añadió, diciendo esto último con un tono más alegre, como si así suavizara lo anterior. -¿ Y qué te ha traído a ti a este lugar, Dexter? No esperé encontrarme con nadie conocido aquí.
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Algo había cambiado. No tenía claro el qué, pero pese a seguir siendo la misma chica, despedía una imagen totalmente distinta. De una niña relajada en Jaya a una casi mujer con aire depresivo en el rostro. Tras tanto tiempo parecía que el peso de sus acciones también iba sobre ella, pero al fin y al cabo era el precio que se pagaba por la libertad. El poder de elegir siempre dejaba la amargura de no haber escogido mejor...
"Vaya, esta efusividad no la esperaba", pensó mientras lentamente llevaba sus brazos a la espalda de Mura, casi en un acto reflejo. Todas las últimas veces que lo habían abrazado había sido ella, y aunque no estuviera era difícil atajar la costumbre. Incluso se descubrió aferrando el cuerpo de la muchacha y apretando su ropa con los puños, antes de darse cuenta de quién se había lanzado sobre él. Por suerte, aquella vez no había lágrimas, pero por desgracia quien debía llorar allí se había esfumado del mundo. ¿Dónde estaría ahora la chica invisible?
-Recordar...
El tono solemne de sus palabras llegó interrumpido por un ligero respingo al tiempo que dejaba de aferrar a la pelirroja, y tras ello la melancolía invadió los ojos de la chiquilla mientras le explicaba, de forma más o menos vaga, que se había separado del dragón dorado y probablemente no le perdonara algo que sucedió. ¿En serio podía hacer ella que el siempre moralmente superior Akagami no pudiera perdonar? Por favor, tan grave no debía ser...
-Hace diez años pisé por primera vez este lugar. Acababa de obtener mi primera recompensa y todavía buscaba una forma de hacer las paces con el Gobierno, pero necesitaba un lugar donde refugiarme hasta que se olvidaran de mi "crimen"- acentuó la palabra, dándole un sonido terriblemente forzado e irónico-. Fue un tiempo bastante convulso, a decir verdad, y siempre está bien recordar los viejos tiempos. Ahora que parece que mis problemas con Mariejoa son irreconciliables, era un buen sitio para visitar otra vez...
Dejó que el silencio los embargase un instante, y escuchó cómo las gaviotas picoteaban entre la chatarra. Debía haber algo de carroña entre las máquinas allí tiradas o algo así.
-De todas formas, ¿Cómo es que cree que estás muerta? Si parecíais los dos bastante vivos la última vez que nos cruzamos, y bastante amigos- tomó aire, y acercó sus labios al oído de la pequeña-. Además, ¿Por qué os separasteis?
"Vaya, esta efusividad no la esperaba", pensó mientras lentamente llevaba sus brazos a la espalda de Mura, casi en un acto reflejo. Todas las últimas veces que lo habían abrazado había sido ella, y aunque no estuviera era difícil atajar la costumbre. Incluso se descubrió aferrando el cuerpo de la muchacha y apretando su ropa con los puños, antes de darse cuenta de quién se había lanzado sobre él. Por suerte, aquella vez no había lágrimas, pero por desgracia quien debía llorar allí se había esfumado del mundo. ¿Dónde estaría ahora la chica invisible?
-Recordar...
El tono solemne de sus palabras llegó interrumpido por un ligero respingo al tiempo que dejaba de aferrar a la pelirroja, y tras ello la melancolía invadió los ojos de la chiquilla mientras le explicaba, de forma más o menos vaga, que se había separado del dragón dorado y probablemente no le perdonara algo que sucedió. ¿En serio podía hacer ella que el siempre moralmente superior Akagami no pudiera perdonar? Por favor, tan grave no debía ser...
-Hace diez años pisé por primera vez este lugar. Acababa de obtener mi primera recompensa y todavía buscaba una forma de hacer las paces con el Gobierno, pero necesitaba un lugar donde refugiarme hasta que se olvidaran de mi "crimen"- acentuó la palabra, dándole un sonido terriblemente forzado e irónico-. Fue un tiempo bastante convulso, a decir verdad, y siempre está bien recordar los viejos tiempos. Ahora que parece que mis problemas con Mariejoa son irreconciliables, era un buen sitio para visitar otra vez...
Dejó que el silencio los embargase un instante, y escuchó cómo las gaviotas picoteaban entre la chatarra. Debía haber algo de carroña entre las máquinas allí tiradas o algo así.
-De todas formas, ¿Cómo es que cree que estás muerta? Si parecíais los dos bastante vivos la última vez que nos cruzamos, y bastante amigos- tomó aire, y acercó sus labios al oído de la pequeña-. Además, ¿Por qué os separasteis?
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La chica se apartó un poco y alzó la mirada al cielo, pensativa. ¿Acaso se lo podía contar a alguien ajeno a su "banda sin nombre" o a Akagami? Bueno, a sus acompañantes no les había dicho mucho tampoco, la única que conocía todo era Sumire, y a Aka... Pretendía reencontrarse con él, pero no sabía si lo lograría. Bueno, al menos dudaba de que el chico la arrestaría o algo por el estilo. -¡Paso después de la guerra del norte, que por cierto fue un verdadero desastre!- Exclamó más animada, recordando sus batallitas. No habían ganado nada con aquella estúpida guerra, aunque si que había estirado un poco las patas. -Solo fuimos aquella lagartija con alas y yo, los demás estaban desaparecidos y lo único que logramos fue ver a un par de lagartos como él y pegarnos con un grupo de marines. A mí me tocó un cuatro ojos que tenía una sonrisa siniestra. ¡Ese sujeto sonreía al ser golpeado! Parecía estar loco.- Añadió, gesticulando muchísimo al hacerlo. -Pero bueno... al final todo acabo...¡Con un rayo!- Dijo señalando al cielo. -Tiempo después de aquello...Descubrimos que dos miembros de nuestra tripulación habían muerto...- La chica bajó la mirada al suelo, el cual pateó, levantando parte del polvo que descansaba sobre una plancha metálica que estaba pisando. -Nosotros nos empezamos a separar entonces, la tripulación, quiero decir...y hubo una discusión durante el funeral... Yo dije algunas cosas que sonaron como crueles en ese momento, aunque yo pensaba que estaba diciendo solo la verdad. "No fue culpa de Aka que ellos hubieran muerto. Es lo que pasa cuando no se es lo suficientemente fuerte". Y no creo que me equivocara del todo...Aunque quizá no fue lo más acertado... Eso llevó a otras cosas... y supongo que huí. No se que sucedió con el resto de la banda. Solo subí a lomos de Sumire y nos fuimos sin ningún rumbo.- La chica hizo una pausa, lo había explicado tan rápido que se había quedado sin aire.
Tras un par de bocanadas y observar las reacciones que aquello había tenido en el joven de cabello bicolor, continuó explicando el porque de que el pelirrojo debiera pensar que ella estaba muerta. -pasado un mes, más o menos, de aquello...llegué a cierta isla. No se su nombre ni como llegué hasta ahí, pero ese fue el lugar donde comenzó mi viaje. "El laboratorio". Fue una instalación del gobierno en la que experimentaron con niños para crear supersoldados. La típica historia. ¿Cuántas veces lo habrán hecho ya? Yo fui uno de esos experimentos, pero escapé...El caso es que en ese lugar pasaron muchas cosas. Por lo visto no estaba abandonado, como pensaba. Ahí es donde morí, pero por alguna razón reviví. Aka guardaba una Vivre card que me pertenecía, así que es lógico creer que piensa que estoy muerta...o eso pienso.- Dijo, antes de fijar sus ojos otra vez en los de el joven, como si esperara que le dijera algo.
Tras un par de bocanadas y observar las reacciones que aquello había tenido en el joven de cabello bicolor, continuó explicando el porque de que el pelirrojo debiera pensar que ella estaba muerta. -pasado un mes, más o menos, de aquello...llegué a cierta isla. No se su nombre ni como llegué hasta ahí, pero ese fue el lugar donde comenzó mi viaje. "El laboratorio". Fue una instalación del gobierno en la que experimentaron con niños para crear supersoldados. La típica historia. ¿Cuántas veces lo habrán hecho ya? Yo fui uno de esos experimentos, pero escapé...El caso es que en ese lugar pasaron muchas cosas. Por lo visto no estaba abandonado, como pensaba. Ahí es donde morí, pero por alguna razón reviví. Aka guardaba una Vivre card que me pertenecía, así que es lógico creer que piensa que estoy muerta...o eso pienso.- Dijo, antes de fijar sus ojos otra vez en los de el joven, como si esperara que le dijera algo.
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El polvo se levantó mientras la voz de la chiquillla caía en un hilo difícilmente audible. La historia que contaba era trágica, aunque había cosas que no terminaban de encajar del todo. ¿Por qué huir sin su capitán? Sumire, si mal no recordaba, era un dragón, y Akagami podría haberlo detectado sin demasiado problema, además de que con la Vivre card podía saber su posición. ¿Por qué no la había buscado? O tal vez, ¿Por qué no se había dejado encontrar ella? Lógicamente, si aquello era cierto Suoh sólo habría tenido un mes de margen para localizarla, pero habiendo partido del mismo lugar era difícil que el rastreo no lo hubiese llevado hasta ella... ¿Cómo podía confiar en lo que la chica le contaba?
-Te creo- respondió, más para convencerse a sí mismo que para ella. No estaba seguro, pero no tenía ningún motivo para dudar de su palabra y, aunque el hecho de que dijera haber muerto lo escamaba, Byakuro era también muy dado a aquello-. Tal vez deberías haber sido un poco más benévola con ellos, al fin y al cabo sólo el tiempo puede hacerte fuerte, y ellos no lo tuvieron. De todas formas hace mucho tiempo que no me cruzo con nadie y eres la primera cara amiga que veo desde hace meses. ¿Por qué todo el mundo ha desaparecido estos últimos años?
La pregunta sobraba por completo. Slade, Worgulv y Hinori habrían tomado un merecido descanso de su capitán después de que los abandonara, y Alice y Krauser habrían estado preparando a la revolución mientras el cuerpo de Byakuro se iba pudriendo poco a poco en una fosa de Hallstat... "Un destino horrible para una persona bellísima" fue el pensamiento que pasó por su mente, y no pudo evitar dar un respingo. ¿Cómo relacionaba de aquella manera los conceptos? El cazador había estado lejos de su memoria dos años, y ahora no podía dejar de pensar en ello. La vuelta al mundo tenía consecuencias, al fin y al cabo...
-Bueno, vamos a dar un paseo y me cuentas más acerca de esas instalaciones del Gobierno... Tal vez me pueda dar un paseo y convertirlas en mi nuevo laboratorio. Sería divertido, ¿No crees? El Laboratorio de Dexter...
Entonces un cañonazo sonó, y una bala rebotó entre la chatarra, posándose a su lado.
-Bueno, esto parece más interesante que una vuelta- comentó. ¿Marines? ¿Piratas? La Grey Terminal era víctima habitual del pillaje, y si la Marina lo había seguido... Esperaba que fueran piratas o debería huir lo más rápido posible.
-Te creo- respondió, más para convencerse a sí mismo que para ella. No estaba seguro, pero no tenía ningún motivo para dudar de su palabra y, aunque el hecho de que dijera haber muerto lo escamaba, Byakuro era también muy dado a aquello-. Tal vez deberías haber sido un poco más benévola con ellos, al fin y al cabo sólo el tiempo puede hacerte fuerte, y ellos no lo tuvieron. De todas formas hace mucho tiempo que no me cruzo con nadie y eres la primera cara amiga que veo desde hace meses. ¿Por qué todo el mundo ha desaparecido estos últimos años?
La pregunta sobraba por completo. Slade, Worgulv y Hinori habrían tomado un merecido descanso de su capitán después de que los abandonara, y Alice y Krauser habrían estado preparando a la revolución mientras el cuerpo de Byakuro se iba pudriendo poco a poco en una fosa de Hallstat... "Un destino horrible para una persona bellísima" fue el pensamiento que pasó por su mente, y no pudo evitar dar un respingo. ¿Cómo relacionaba de aquella manera los conceptos? El cazador había estado lejos de su memoria dos años, y ahora no podía dejar de pensar en ello. La vuelta al mundo tenía consecuencias, al fin y al cabo...
-Bueno, vamos a dar un paseo y me cuentas más acerca de esas instalaciones del Gobierno... Tal vez me pueda dar un paseo y convertirlas en mi nuevo laboratorio. Sería divertido, ¿No crees? El Laboratorio de Dexter...
Entonces un cañonazo sonó, y una bala rebotó entre la chatarra, posándose a su lado.
-Bueno, esto parece más interesante que una vuelta- comentó. ¿Marines? ¿Piratas? La Grey Terminal era víctima habitual del pillaje, y si la Marina lo había seguido... Esperaba que fueran piratas o debería huir lo más rápido posible.
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La chica esbozó una sonrisa ante la respuesta del chico que, en cierto modo, le había resultado graciosa ya que ni ella se lo hubiera podido creer en la época en la que era inocente...De hecho, quería seguir sin creerse que todo aquello había sucedido de verdad. -No hace falta que te fuerces a creerme si no quieres, aunque no tengo porque mentirte.- Comentó encogiéndose de hombros. -Aunque después de lo sucedido en aquel lugar, creo que al menos pude comprender como se sintieron ellos al morir sus amigos...No es que no fueran los míos también, pero no eran tan cercanos a mí como lo eran con ellos...Aunque es un poco tarde para disculparme...Cuando me fui, es igual, no quiero aburrirte con esas cosas.- Dijo antes de comenzar a caminar a su lado. -Sí, dar un paseo estaría bien, llevaba semanas sin bajar del barco...Y no sabría decirte como llegar a ese lugar, lo encontré por casualidad...Solo sé que a simple vista parece una isla desierta con un gran edificio en ruinas cerca de un acantilado.-
Apenas dieron un par de pasos, el sonido de un disparo y de la chatarra del suelo siendo golpeada cerca de sus pies por una bala, hicieron que su tranquilo paseo se detuviera. ¿Marines? Vamos hombre, ¿cuántas probabilidades había de que decidieran inspeccionar ese basurero justo el día que ella decide salir? Eso fue lo primero que se pasó por su mente, aunque bien podrían ser un simple puad de bandidos cuya base estuviera cerca o algo por el estilo. Como fuese, les habían atacado y eso no podía acabar bien... Los ojos de la chica se tornaron en los de un felino, al tiempo que sus orejas y cola de puma aparecían. -Sí, seguramente sea divertido.- Dijo antes de llevar una mano a uno de sus bolsillos, agarrando sus dagas para, después echar una ojeada a sus alrededores, con su mantra activado, buscando al dueño de la bala.
Apenas dieron un par de pasos, el sonido de un disparo y de la chatarra del suelo siendo golpeada cerca de sus pies por una bala, hicieron que su tranquilo paseo se detuviera. ¿Marines? Vamos hombre, ¿cuántas probabilidades había de que decidieran inspeccionar ese basurero justo el día que ella decide salir? Eso fue lo primero que se pasó por su mente, aunque bien podrían ser un simple puad de bandidos cuya base estuviera cerca o algo por el estilo. Como fuese, les habían atacado y eso no podía acabar bien... Los ojos de la chica se tornaron en los de un felino, al tiempo que sus orejas y cola de puma aparecían. -Sí, seguramente sea divertido.- Dijo antes de llevar una mano a uno de sus bolsillos, agarrando sus dagas para, después echar una ojeada a sus alrededores, con su mantra activado, buscando al dueño de la bala.
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Las alas surgieron a su espalda, y en un par de segundos avistó a su enemigo en medio del aire. "Piratas", pensó. Los barcos sin bandera, bombardeando el lugar sin ningún tipo de piedad. ¿Y si había niños? ¿Y si había enfermos? No les importaba, pero la pregunta era por qué demonios estarían alertando de esa forma de su llegada en lugar de saquear primero y disparar después. Era como si... "Ellos tenían que ser". Reconoció la bandera; un sombrero, calavera y dos sables en la espalda mostraban la Jolly Roger de Legim. La primera pregunta era qué demonios hacían lejos del Nuevo Mundo, la segunda por qué bombardeaba y la tercera... Bueno, siendo Legim ya sobraba la segunda, así que a saber.
-Hay que hacer algo- dijo en voz alta, antes de comenzar a volar en círculos, tratando de parar las balas que detectaba. Una tras otra, dos, tres, cuatro... Contó treinta y tres, hasta que finalmente lanzaron dos a la vez y una lo estampó contra una chatarra cercana. ¿Qué demonios? Tenía que resistir aquellos impactos, pero la segunda bala era de Kairoseki. ¿De dónde lo habría sacado? Ahora no importaba, pero se había roto un par de costillas. Tardaría un par de días en recuperarse. ¿Qué podía hacer?
-¡Mura! ¡Ten cuidado, usan balas de Kairoseki!- definitivamente aquello no era una situación normal. Legim en el East Blue, casualmente en la isla que él visitaba y con Kairoseki. Había algo detrás de todo aquello, y pensaba averiguar lo que era. ¿Qué iba a hacer Mura ahora?
"De momento lo primordial es poder moverme", se dijo a sí mismo sin separar la mano del costillar herido, tratando de cambiar su postura lo menos posible, y con una mano alcanzó un poco de chapa. "Revestido de tela", se dijo mientras hacía jirones su parte superior para hacer una venda que, bien apretada, evitase que su tronco se moviera. Iba a ser doloroso e incómodo, pero era necesario. Luego rompió con dificultad el metal y se lo enrolló también. Era rudimentario, tosco y molesto, pero al menos evitaría que se hiciese peor. ¿Qué demonios pasaba para dejarse dar por una bala de cañón? Era idiota. Aunque podría ser peor.
-Hay que hacer algo- dijo en voz alta, antes de comenzar a volar en círculos, tratando de parar las balas que detectaba. Una tras otra, dos, tres, cuatro... Contó treinta y tres, hasta que finalmente lanzaron dos a la vez y una lo estampó contra una chatarra cercana. ¿Qué demonios? Tenía que resistir aquellos impactos, pero la segunda bala era de Kairoseki. ¿De dónde lo habría sacado? Ahora no importaba, pero se había roto un par de costillas. Tardaría un par de días en recuperarse. ¿Qué podía hacer?
-¡Mura! ¡Ten cuidado, usan balas de Kairoseki!- definitivamente aquello no era una situación normal. Legim en el East Blue, casualmente en la isla que él visitaba y con Kairoseki. Había algo detrás de todo aquello, y pensaba averiguar lo que era. ¿Qué iba a hacer Mura ahora?
"De momento lo primordial es poder moverme", se dijo a sí mismo sin separar la mano del costillar herido, tratando de cambiar su postura lo menos posible, y con una mano alcanzó un poco de chapa. "Revestido de tela", se dijo mientras hacía jirones su parte superior para hacer una venda que, bien apretada, evitase que su tronco se moviera. Iba a ser doloroso e incómodo, pero era necesario. Luego rompió con dificultad el metal y se lo enrolló también. Era rudimentario, tosco y molesto, pero al menos evitaría que se hiciese peor. ¿Qué demonios pasaba para dejarse dar por una bala de cañón? Era idiota. Aunque podría ser peor.
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Bien, todo iba de maravilla. Salía a estirar una vez. Una maldita vez después de semanas encerrada en su cuarto, en el barco con el ue viajaba y, para una vez que salía, teniendo que convencer a regañadientes a Sumire para que la llevase, sucedía eso. Era demasiado bueno el pensar que se reencontraría con un viejo amigo y que podrían pasarse un rato tranquilos. Pero noooo. Tenían que empezar a disparar cañonazos contra ellos sin motivo aparente. "Al menos podrías decirme que estás viendo, en lugar de simplemente decir que debíamos hacer algo y ponerte a detener balas". La chica alzó los ojos al cielo al tiempo que soltaba un bufido. ¿Acaso todos los usuarios de Zoan tipo dragón eran estúpidos? -¿Se puede saber qué está pasado?- Preguntó Akane, molesta, al tiempo que comenzaba a saltar, tratando de tomar una posición elevada, entre la chatarra, para poder visualizar al enemigo, e intentar ayudar a detener las balas, usando su sombrilla a modo de bate. Si eran de una aleación normal, estas no deberían ser ningún problema. Una, dos,... Diez... Su ritmo no era tan bueno, en comparación al del dragón azul, quién parecía estar llevándose todos los golpes. Pero al menos la chica lo intentaba.
Doce... Y se detuvo, o más bien, sintió el impulso de hacerlo al ver como su amigo era alcanzado con una de esas esferas. Por un momento, en su cabeza se dibujó la figura de Aka. Se acordó de como le abandonó y como pudo haber sido él quien hubiera caído de esa forma, herido y sin nadie que le ayudara. Mura apretó los puños alrededor de su arma, con tal fuerza y rabia que sus nudillos se volvieron blancos, al tiempo que un aura ardiente rodeaba su cuerpo. No iba a volver a fallar nunca más a alguien que le importase, por fuerte que fuera. Iba a defender a Dexter, a Sumire y sus pequeños amigos, a sus compañeros de travesía, y a Akagami, cuando le encontrara. Los ojos de la chica se tornaron como la sangre, al tiempo que lo que parecía un rugido escapaba de sus labios, antes de saltar desde su posición, dirigiéndose directamente hacia otra bala que amenazaba con caer demasiado cerca de un lastimado Dexter. Poniendo todo su espíritu y su enfado en el arma, cubrió esta, junto a su cuerpo, con el Haki de armadura, y golpeó la bala con fuerza, haciendo que una onda cortante saliera del objeto al mismo tiempo que realizaba el bateo.
Tras aquello, se dejó caer en el suelo de rodillas, respirando de forma un poco forzada. Tardó un par de segundos en alzarse, antes de abrir la sombrilla, para ocultarles y que sirviera de escudo durante unos segundos. Se giró al chico, mirándole con el ceño fruncido y notorio enfado. -¿ACASO TE HAS VUELTO LOCO? ¿CÓMO PUEDES SER TAN IRRESPONSABLE? ¿TODOS LOS DRAGONES OS CREÉIS TAN PODEROSOS COMO PARA QUE UN GOLPE SOLO SEA UNA PICADURA DE MOSQUITO?- Estaba gritando, mucho y sabía que eso estaba mal, que gritar a alguien herido no se debía hacer. Pero el ver como se había dejado golpear sin más había hecho que algo en ella estallara y necesitaba dejarlo salir. -¿Acaso no pensáis en las personas qué os rodean?... ¡Sois unos estúpidos! Tanto tú, como Bakagami...- Siguió, ignorando las gotas que se había formado en sus parpados. -En fin, no es momento de hablar de esto... ¿Puedes moverte o necesitas ayuda?- Añadió, cambiando el tema con quién no quiere la cosa.
Doce... Y se detuvo, o más bien, sintió el impulso de hacerlo al ver como su amigo era alcanzado con una de esas esferas. Por un momento, en su cabeza se dibujó la figura de Aka. Se acordó de como le abandonó y como pudo haber sido él quien hubiera caído de esa forma, herido y sin nadie que le ayudara. Mura apretó los puños alrededor de su arma, con tal fuerza y rabia que sus nudillos se volvieron blancos, al tiempo que un aura ardiente rodeaba su cuerpo. No iba a volver a fallar nunca más a alguien que le importase, por fuerte que fuera. Iba a defender a Dexter, a Sumire y sus pequeños amigos, a sus compañeros de travesía, y a Akagami, cuando le encontrara. Los ojos de la chica se tornaron como la sangre, al tiempo que lo que parecía un rugido escapaba de sus labios, antes de saltar desde su posición, dirigiéndose directamente hacia otra bala que amenazaba con caer demasiado cerca de un lastimado Dexter. Poniendo todo su espíritu y su enfado en el arma, cubrió esta, junto a su cuerpo, con el Haki de armadura, y golpeó la bala con fuerza, haciendo que una onda cortante saliera del objeto al mismo tiempo que realizaba el bateo.
Tras aquello, se dejó caer en el suelo de rodillas, respirando de forma un poco forzada. Tardó un par de segundos en alzarse, antes de abrir la sombrilla, para ocultarles y que sirviera de escudo durante unos segundos. Se giró al chico, mirándole con el ceño fruncido y notorio enfado. -¿ACASO TE HAS VUELTO LOCO? ¿CÓMO PUEDES SER TAN IRRESPONSABLE? ¿TODOS LOS DRAGONES OS CREÉIS TAN PODEROSOS COMO PARA QUE UN GOLPE SOLO SEA UNA PICADURA DE MOSQUITO?- Estaba gritando, mucho y sabía que eso estaba mal, que gritar a alguien herido no se debía hacer. Pero el ver como se había dejado golpear sin más había hecho que algo en ella estallara y necesitaba dejarlo salir. -¿Acaso no pensáis en las personas qué os rodean?... ¡Sois unos estúpidos! Tanto tú, como Bakagami...- Siguió, ignorando las gotas que se había formado en sus parpados. -En fin, no es momento de hablar de esto... ¿Puedes moverte o necesitas ayuda?- Añadió, cambiando el tema con quién no quiere la cosa.
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Para más colmo, mientras trataba de colocarse su muy tosco corsé, la chica del cabello naranja empezó a gritarle. ¿No veía que estaba haciendo algo muy delicado? Dolía, ¿Por qué era tan insensible? Bla bla bla Loco, bla bla bla irresponsable, bla bla bla... Y la besó. Agarró su nuca acercándole la cara a la suya, rápido pero suavemente, y cuando tuvo sus labios al alcance hizo que se fundieran en uno por un instante. Sólo por unos segundos, lo suficiente para que ese parloteo terminase por un rato. Si tenía la lengua ocupada en otras cosas no gritaba, y además tampoco se resistió.
-Disculpa, era eso o la Cat-Apulta. Y no tenía la Cat-Apulta a mano- dijo, con una sonrisa, mientras se levantaba.
Dio unos pasos, ajustando con los puños la chapa hasta que la cobertura fue, dentro de lo que cabe, levemente cómoda. Tanto oro y tanto poder para al final tener que hacerse primeros auxilios en Grey Terminal. ¿Qué coño estaba pasando en cu vida? Intentó desplegar las alas, pero rozaban por la parte baja, y simplemente dejó que volvieran a su cuerpo.
Las balas seguían llegando, pero cada vez con menos frecuencia y llegó un punto en el que se detuvieron, quedando simplemente los barcos de Legim ahí, mirando hacia la costa, acercándose cada vez más. ¿Eran de Legim? ¿Qué hacía ese hombre allí? Dexter empezó a caminar cara a ellos.
-Pienso en cada persona que me rodea, Akane- dijo, volviendo la cabeza. No era tan épico como parecía en su mente, pero de cara al futuro recordaría hacerlo durante una puesta de sol a contraluz y moviéndose muy despacio-. Nunca dejo de hacerlo.
Apretó el metal contra sus costillas, y empezó a trotar a buen ritmo. Pronto llegaría hasta la costa y podría enterarse de qué estaba sucediendo.
-Disculpa, era eso o la Cat-Apulta. Y no tenía la Cat-Apulta a mano- dijo, con una sonrisa, mientras se levantaba.
Dio unos pasos, ajustando con los puños la chapa hasta que la cobertura fue, dentro de lo que cabe, levemente cómoda. Tanto oro y tanto poder para al final tener que hacerse primeros auxilios en Grey Terminal. ¿Qué coño estaba pasando en cu vida? Intentó desplegar las alas, pero rozaban por la parte baja, y simplemente dejó que volvieran a su cuerpo.
Las balas seguían llegando, pero cada vez con menos frecuencia y llegó un punto en el que se detuvieron, quedando simplemente los barcos de Legim ahí, mirando hacia la costa, acercándose cada vez más. ¿Eran de Legim? ¿Qué hacía ese hombre allí? Dexter empezó a caminar cara a ellos.
-Pienso en cada persona que me rodea, Akane- dijo, volviendo la cabeza. No era tan épico como parecía en su mente, pero de cara al futuro recordaría hacerlo durante una puesta de sol a contraluz y moviéndose muy despacio-. Nunca dejo de hacerlo.
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La cara de Mura debía de ser un verdadero cuadro, con los ojos abiertos como platos y de un tono más vivido que el de su pelo, si cabía. Si lo que quería era que se callase, lo había logrado, al menos durante los segundos en que la chica trataba de asimilar lo que acababa de pasar. Vale, estaba regañando a Dexter por descuidado, aunque no era el momento, cosa por la que seguramente iba a disculparse después. Y de repente... Notó que jalaban de ella para besarla. ¿Por qué? Ya se estaba callando. NO había necesidad de hacer eso. "Calmate, niña. ¿No ves que no es momento para tus problemas de humano?" Oyó que le recriminaba Kouga.
-No había necesidad de llegar a esos extremos.- Se quejó, pasando su mano por encima de sus labios, como si haciendo eso borrase lo que acababa de pasar. Mientras le seguía, mirando con preocupación la herida del dragón. -Oye, ¿estás seguro de que no necesitas ayuda? para caminar?- Preguntó cuando observó como este se se volteaba, diciéndole que pensaba en todo aquel que le rodeaba. Arqueó una ceja ante esa acción. No porque hubiese dicho nada extraño, sino por la forma de hacerlo. " ¿Acaso intentaba parecer...? No quiero saberlo, dejemos las cosas tal cual". Se dijo a sí misma, acercándose con intención de servirle de apoyo.
No tardaron mucho más en llegar a la playa, desde la que se podían observar varios navíos, con una bandera que no recordaba haber visto antes, hondeando en lo más alto de sus mástiles. -Así que... ¿Conoces a la persona que dirige ese barco? ¿Sabes que razón tendría para atacar este lugar?- Preguntó la chica, oteando el horizonte, con las orejas en alto. Esperaba percibir si volvían a atacar o sí alguien más se dirigía a la playa.
-No había necesidad de llegar a esos extremos.- Se quejó, pasando su mano por encima de sus labios, como si haciendo eso borrase lo que acababa de pasar. Mientras le seguía, mirando con preocupación la herida del dragón. -Oye, ¿estás seguro de que no necesitas ayuda? para caminar?- Preguntó cuando observó como este se se volteaba, diciéndole que pensaba en todo aquel que le rodeaba. Arqueó una ceja ante esa acción. No porque hubiese dicho nada extraño, sino por la forma de hacerlo. " ¿Acaso intentaba parecer...? No quiero saberlo, dejemos las cosas tal cual". Se dijo a sí misma, acercándose con intención de servirle de apoyo.
No tardaron mucho más en llegar a la playa, desde la que se podían observar varios navíos, con una bandera que no recordaba haber visto antes, hondeando en lo más alto de sus mástiles. -Así que... ¿Conoces a la persona que dirige ese barco? ¿Sabes que razón tendría para atacar este lugar?- Preguntó la chica, oteando el horizonte, con las orejas en alto. Esperaba percibir si volvían a atacar o sí alguien más se dirigía a la playa.
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-¿Estás segura de que no hacía falta?- preguntó. Le gustaba besar, el silencio y a veces hasta los momentos incómodos. Efectivamente, era necesario. Tal vez no vital, pero sí que hacía cualquier cosa mejorar en si no uno varios grados. Al fin y al cabo, un beso era el broche de oro a cualquier historia de amor, mafias o violaciones. Y estando Legim en la costa, la tarde podía terminar de cualquiera de esas tres maneras.
Poco a poco su cuerpo se iba recuperando con cada paso que daba. Era normal que Akane se preocupase por él, pero no tenía motivo real para hacerlo. Al fin y al cabo, las pocas heridas que podían penetrar sus defensas terminaban curando al poco tiempo. Dexter arrancó de cuajo el metal, que había servido finalmente para poco más que hacerse el numerito de niño enfermo, y lanzó los desperdicios contra las velas del barco más cercano. Con suerte el palo quebraría, aunque tampoco puso todo su empeño en ello. Estaba algo dolorido a pesar de que las heridas curasen, por lo que debía tener cuidado.
-La bandera de esa flota pertenece a Legan Legim, uno de los cuatro Emperadores del Nuevo Mundo- dijo, sin dejar de avanzar, pero caminando algo más despacio para que la muchacha se pusiera a su altura-. Hace cinco años nos conocimos muy cerca de aquí, pero nunca escuché que tuviese un cariño especial por este mar. Seguramente sea un imitador. ¿Subes?
Desplegó las alas, invitándola a montar en su espalda. Lo hiciese o no, él subiría abordo de la nave más cercana, intentando encontrar cualquier rastro del pirata o un motivo para creer que él estaría detrás de tanto alboroto. ¿Por qué iba Legan Legim a disparar contra un vertedero? Ni siquiera estaba probando un arma, ni algo especial. Por puro aburrimiento el borracho no haría eso. Al menos, quería creer que no lo haría.
Poco a poco su cuerpo se iba recuperando con cada paso que daba. Era normal que Akane se preocupase por él, pero no tenía motivo real para hacerlo. Al fin y al cabo, las pocas heridas que podían penetrar sus defensas terminaban curando al poco tiempo. Dexter arrancó de cuajo el metal, que había servido finalmente para poco más que hacerse el numerito de niño enfermo, y lanzó los desperdicios contra las velas del barco más cercano. Con suerte el palo quebraría, aunque tampoco puso todo su empeño en ello. Estaba algo dolorido a pesar de que las heridas curasen, por lo que debía tener cuidado.
-La bandera de esa flota pertenece a Legan Legim, uno de los cuatro Emperadores del Nuevo Mundo- dijo, sin dejar de avanzar, pero caminando algo más despacio para que la muchacha se pusiera a su altura-. Hace cinco años nos conocimos muy cerca de aquí, pero nunca escuché que tuviese un cariño especial por este mar. Seguramente sea un imitador. ¿Subes?
Desplegó las alas, invitándola a montar en su espalda. Lo hiciese o no, él subiría abordo de la nave más cercana, intentando encontrar cualquier rastro del pirata o un motivo para creer que él estaría detrás de tanto alboroto. ¿Por qué iba Legan Legim a disparar contra un vertedero? Ni siquiera estaba probando un arma, ni algo especial. Por puro aburrimiento el borracho no haría eso. Al menos, quería creer que no lo haría.
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"Estoy segura de que no hacía falta". Se dijo para si misma, aún molesta por lo sucedido minutos atrás, mientras avanzaba escuchando la explicación de por qué conocía a quien les acababa de bombardear de forma indiscriminada. ¿Acaso se habían vuelto enemigos en aquel encuentro del que acababa de hablar y por eso les habían atacado? ¿Y a qué se refería con que era un imitador? Bueno, ya lo preguntaría en otro momento. Ahora tocaba volar.
No le costó mucho decidirse, una vez hubo visto como Dexter se quitaba la placa de metal y la lanzaba. ¿Acaso era un monstruo? Bueno, si, era un dragón y esas cosas. Como fuese, la chica asintió a su invitación, saltando a la espalda del otro, ya que este no se había agachado para que pudiera subir de otra forma, para agarrarse con sus brazos a los hombros del chico y rodear su cintura lo más fuerte que pudo, con las piernas; asegurándose así de no caerse. Por mucho que odiase que la llamasen "Gato", tenía en común con ellos que no quería tener que zambullirse si podía evitarlo, por eso de que caería como una roca hasta el fondo del mar y se ahogaría.
Así, en apenas unos segundos habían pasado de estar en el suelo a volar, cortando la distancia entre los navíos y ellos. Al acercarse, la pelinarranja pudo observar como el simple lanzamiento realizado por Dexter antes había causado que el metal se clavase en uno de los palos mayores del barco más cercano a la costa, atravesándolo casi por completo en un corte limpio que provocó que este cediera. sobre inclinada hacia el estribor del barco. Sin embargo, nadie parecía haber salido herido por ello. -Bien, ya has llamado su atención y estamos encima de sus barcos. ¿Y ahora?- Preguntó alzando la voz, para hacerse escuchar. No sabía que tan bien pudiese entenderse con Dexter estando este batiendo las alas para mantenerse suspendido, debido al ruido. "Imagino que tocara bajar" Pensó mirando la cubierta del barco.
No le costó mucho decidirse, una vez hubo visto como Dexter se quitaba la placa de metal y la lanzaba. ¿Acaso era un monstruo? Bueno, si, era un dragón y esas cosas. Como fuese, la chica asintió a su invitación, saltando a la espalda del otro, ya que este no se había agachado para que pudiera subir de otra forma, para agarrarse con sus brazos a los hombros del chico y rodear su cintura lo más fuerte que pudo, con las piernas; asegurándose así de no caerse. Por mucho que odiase que la llamasen "Gato", tenía en común con ellos que no quería tener que zambullirse si podía evitarlo, por eso de que caería como una roca hasta el fondo del mar y se ahogaría.
Así, en apenas unos segundos habían pasado de estar en el suelo a volar, cortando la distancia entre los navíos y ellos. Al acercarse, la pelinarranja pudo observar como el simple lanzamiento realizado por Dexter antes había causado que el metal se clavase en uno de los palos mayores del barco más cercano a la costa, atravesándolo casi por completo en un corte limpio que provocó que este cediera. sobre inclinada hacia el estribor del barco. Sin embargo, nadie parecía haber salido herido por ello. -Bien, ya has llamado su atención y estamos encima de sus barcos. ¿Y ahora?- Preguntó alzando la voz, para hacerse escuchar. No sabía que tan bien pudiese entenderse con Dexter estando este batiendo las alas para mantenerse suspendido, debido al ruido. "Imagino que tocara bajar" Pensó mirando la cubierta del barco.
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-Ahora bajamos- dijo, aterrizando en cubierta de sopetón.
Definitivamente, si aquellos eran los barcos de Legim, estaban muy hechos polvo. Tablones mal apostillados, terminaciones toscas, maderas de distintos árboles nada maduras... Algunas hasta húmedas cuando se hizo el castillo de proa, y ahora se desencajaban de la estructura como si con el tiempo hubieran menguado. ¡Y claro que habían menguado! La madera necesitaba secar antes de que cualquiera se plantease siquiera hacer un mueble de oficina. Un barco ya merecía negativa más rotunda.
-Definitivamente, son imitadores- sentenció, mirando a su alrededor.
Los cañones oxidados, los tripulantes sobrios, sin mujeres despendoladas por todas partes... Allí no podía estar Legan Legim, no había nada que lo representase más allá de una bandera que cualquiera podría calcar. Aquello no era su puto problema.
-En fin, chicos, no es por ser descortés- comentó con un aire casual-, pero atacar estercoleros no es propio de un caballero como Legim.
Hundió el puño en el barco, cuyo mascarón cuatro metros más abajo estalló por la presión. El interior de la estancia empezó a inundarse, y muchos de los truhanes ahí reunidos pusieron cara de pánico al verse atrapados por el mar embravecido bajo sus pies.
-No te bajes, Mura- dijo, finalmente, y alzó el vuelo de nuevo, alejándose.
Planeó por las costas de la isla hasta finalmente aterrizar en una calle relativamente concurrida, transitada mayormente por ancianos y con algún que otro bar de aspecto tranquilo. Se respiraba calma, y pocos repararon en que un hombre con alas azules acababa de caer del cielo.
-Venga, te invito a tomar algo.
Definitivamente, si aquellos eran los barcos de Legim, estaban muy hechos polvo. Tablones mal apostillados, terminaciones toscas, maderas de distintos árboles nada maduras... Algunas hasta húmedas cuando se hizo el castillo de proa, y ahora se desencajaban de la estructura como si con el tiempo hubieran menguado. ¡Y claro que habían menguado! La madera necesitaba secar antes de que cualquiera se plantease siquiera hacer un mueble de oficina. Un barco ya merecía negativa más rotunda.
-Definitivamente, son imitadores- sentenció, mirando a su alrededor.
Los cañones oxidados, los tripulantes sobrios, sin mujeres despendoladas por todas partes... Allí no podía estar Legan Legim, no había nada que lo representase más allá de una bandera que cualquiera podría calcar. Aquello no era su puto problema.
-En fin, chicos, no es por ser descortés- comentó con un aire casual-, pero atacar estercoleros no es propio de un caballero como Legim.
Hundió el puño en el barco, cuyo mascarón cuatro metros más abajo estalló por la presión. El interior de la estancia empezó a inundarse, y muchos de los truhanes ahí reunidos pusieron cara de pánico al verse atrapados por el mar embravecido bajo sus pies.
-No te bajes, Mura- dijo, finalmente, y alzó el vuelo de nuevo, alejándose.
Planeó por las costas de la isla hasta finalmente aterrizar en una calle relativamente concurrida, transitada mayormente por ancianos y con algún que otro bar de aspecto tranquilo. Se respiraba calma, y pocos repararon en que un hombre con alas azules acababa de caer del cielo.
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-Bien... Eso ha sido rápido.- Fue lo único que fue capaz de decir la pelinaranja al ver lo rápido que se había solucionado el problema. Aunque le hubiera gustado saber cosas sobre lo que acababa de suceder. ¿Quién era Legim? ¿Por qué esa gente tenía balas de Kairo pero un barco tan deplorable? En fin... No era su problema, y no era la única que pensaba así. Kouga acababa de soltar un bufido ante aquella situación tan... ¿Cutre? ¿Estúpida?. Sí, esa sería una buena forma de definirlo. -La próxima vez invítame sin cañonazos e imitadores de por medio.- Bromeó, mientras observaba el horizonte.
En la orilla de la isla se encontraba una figura infantil, de cabellos plateados y ojos azul pálido. Llevaba un vestido de color azul mar y miraba a los dos que se encontraban acercándose volando, con el ceño fruncido y los brazos en cruz. Aparentemente debía tener unos trece años. A sus pies se encontraban varias bolsas con víveres, demasiadas como para que las hubiera podido cargar ella sola y, sin embargo, así había sido.
-Te parecerá divertido desaparecer así e irte volando.- Fue lo primero que dijo la niña una vez que ambos piratas hubiesen posado los pies en el suelo, obviamente refiriéndose a la felina, pues Dexter si se acordaba de ella lo debía de hacer con la forma de dragona, su verdadera forma.
"Parece que te has metido en un lío. Espero que lo pases bien de vuelta al barco, humana". Comentó burlón Kouga en su cabeza, justo antes de "esfumarse", haciendo que Mura se distrajese de la conversación, soltándole en su cabeza cuatro cosas al intento de puma que llevaba dentro.
-¡Aka-nee!- Gritó al final Sumire, haciendo que pegase un brinco.
-Sí, sí... Ya sé que prometí no meterme en líos, pero es que me encontré con un amigo y unos piratas de poca monta nos atacaron... o más bien se pusieron a lanzar balazos sin motivo y fuimos a ver. Pero mira, estamos bien y no me ha visto ningún marine.- Se apuró a excusarse, antes de darse cuenta de que Dexter no tenía ni puta idea de quien era esa cría. -Por cierto, Dex, no sé si te acuerdas de mi "pequeña" amiga, Sumire.- Dijo volteándose para mirarle con una sonrisa en el rostro.
-Seguro que se acuerda de la supuesta "zoan de dragón plateado". Espero que sepa señor que soy una dragona de verdad. No una imitación.- Dijo la niña, mirándole con aire de superioridad. Aún se sentía molesta por el comentario que soltó cuando se conocieron.
-¡Sumire! Perdón... Últimamente está un poco arisca... Y sobreprotectora... Bueno.- Se volvió a la niña. -¿Acabaste de comprar? Si es así creo que tenemos un poco de tiempo para ir a tomar algo los tres antes de que nos vayamos.- Sentenció, tomando dos de las bolsas que traía la albina.
En la orilla de la isla se encontraba una figura infantil, de cabellos plateados y ojos azul pálido. Llevaba un vestido de color azul mar y miraba a los dos que se encontraban acercándose volando, con el ceño fruncido y los brazos en cruz. Aparentemente debía tener unos trece años. A sus pies se encontraban varias bolsas con víveres, demasiadas como para que las hubiera podido cargar ella sola y, sin embargo, así había sido.
-Te parecerá divertido desaparecer así e irte volando.- Fue lo primero que dijo la niña una vez que ambos piratas hubiesen posado los pies en el suelo, obviamente refiriéndose a la felina, pues Dexter si se acordaba de ella lo debía de hacer con la forma de dragona, su verdadera forma.
"Parece que te has metido en un lío. Espero que lo pases bien de vuelta al barco, humana". Comentó burlón Kouga en su cabeza, justo antes de "esfumarse", haciendo que Mura se distrajese de la conversación, soltándole en su cabeza cuatro cosas al intento de puma que llevaba dentro.
-¡Aka-nee!- Gritó al final Sumire, haciendo que pegase un brinco.
-Sí, sí... Ya sé que prometí no meterme en líos, pero es que me encontré con un amigo y unos piratas de poca monta nos atacaron... o más bien se pusieron a lanzar balazos sin motivo y fuimos a ver. Pero mira, estamos bien y no me ha visto ningún marine.- Se apuró a excusarse, antes de darse cuenta de que Dexter no tenía ni puta idea de quien era esa cría. -Por cierto, Dex, no sé si te acuerdas de mi "pequeña" amiga, Sumire.- Dijo volteándose para mirarle con una sonrisa en el rostro.
-Seguro que se acuerda de la supuesta "zoan de dragón plateado". Espero que sepa señor que soy una dragona de verdad. No una imitación.- Dijo la niña, mirándole con aire de superioridad. Aún se sentía molesta por el comentario que soltó cuando se conocieron.
-¡Sumire! Perdón... Últimamente está un poco arisca... Y sobreprotectora... Bueno.- Se volvió a la niña. -¿Acabaste de comprar? Si es así creo que tenemos un poco de tiempo para ir a tomar algo los tres antes de que nos vayamos.- Sentenció, tomando dos de las bolsas que traía la albina.
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A Mura la esperaba una niña que se comportaba como su madre. De hecho, llevaba varias bolsas de la compra, esperaba con los brazos cruzados y mantenía una cara de entre decepción y reproche. ¡Y tenía reproches para él también! La tarde empezaba divertida si una niña le gritaba que no era una imitación. ¿El mundo se había vuelto loco?
Mura se disculpaba con ella, ella le reprochaba que no era una imitación, Mura le sonreía, Sumire se cruzaba de brazos, Mura proponía de nuevo tomar algo, Sumire seguía ofendida... Al final todas las mascotas se parecían a sus dueños, aunque eso le llevaba a otra pregunta: ¿Quién era mascota de quién? ¿La humana de la dragona o la dragona de la humana? ¿Se podía llamar mascota a un ser racional, fuera cual fuese? Aunque si tenía que apostar, la que se disfrazaba de niña era, como mínimo, la sumisa de la relación. Por mucho que se comportase como una madre enfadada.
-Llamarlo imitación es muy tránsfobo, ¿No te parece?- respondió, conteniéndose la risa-. Si una persona no se siente a gusto con su raza, o si simplememte siente que pertenece a otra, ¿No crees que tiene derecho a poder serlo? Es decir, imagínate que Mura no hubiese podido transformarse en gato como llevaba toda su vida deseando. ¿Cómo habría luchado contra la disforia de raza que a tantos psicólogos preocupa? Debes tener más cuidado con lo que dices, porque los felinos trans podrían ofenderse.
Tras aquello entró en el bar más cercano y mantuvo un momento la puerta abierta para que lo siguiesen. Era una cervecería bastante cuidada de nombre "Greenhill y Theron", famosa por su cerveza artesanal de cosecha propia, o eso decía en letras bastante legibles de su rótulo.
Su interior era acogedor y modesto, aunque mantenía bancos acolchados en las paredes, y algunos sillones salpicados por toda la estancia. Dexter se acomodó en uno una vez se adentró, y esperó pacientemente a las chicas. Una vez entrasen y se sentaran frente a él, empezaría a hablar:
-Hace tiempo que no veo a Chanclagami, aunque tengo entendido que lleva un tiempo queriendo hablar conmigo. Si me lo cruzo... ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
Mura se disculpaba con ella, ella le reprochaba que no era una imitación, Mura le sonreía, Sumire se cruzaba de brazos, Mura proponía de nuevo tomar algo, Sumire seguía ofendida... Al final todas las mascotas se parecían a sus dueños, aunque eso le llevaba a otra pregunta: ¿Quién era mascota de quién? ¿La humana de la dragona o la dragona de la humana? ¿Se podía llamar mascota a un ser racional, fuera cual fuese? Aunque si tenía que apostar, la que se disfrazaba de niña era, como mínimo, la sumisa de la relación. Por mucho que se comportase como una madre enfadada.
-Llamarlo imitación es muy tránsfobo, ¿No te parece?- respondió, conteniéndose la risa-. Si una persona no se siente a gusto con su raza, o si simplememte siente que pertenece a otra, ¿No crees que tiene derecho a poder serlo? Es decir, imagínate que Mura no hubiese podido transformarse en gato como llevaba toda su vida deseando. ¿Cómo habría luchado contra la disforia de raza que a tantos psicólogos preocupa? Debes tener más cuidado con lo que dices, porque los felinos trans podrían ofenderse.
Tras aquello entró en el bar más cercano y mantuvo un momento la puerta abierta para que lo siguiesen. Era una cervecería bastante cuidada de nombre "Greenhill y Theron", famosa por su cerveza artesanal de cosecha propia, o eso decía en letras bastante legibles de su rótulo.
Su interior era acogedor y modesto, aunque mantenía bancos acolchados en las paredes, y algunos sillones salpicados por toda la estancia. Dexter se acomodó en uno una vez se adentró, y esperó pacientemente a las chicas. Una vez entrasen y se sentaran frente a él, empezaría a hablar:
-Hace tiempo que no veo a Chanclagami, aunque tengo entendido que lleva un tiempo queriendo hablar conmigo. Si me lo cruzo... ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
Maze
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Ambas ladearon la cabeza ante el monologo que el hombre de cabellos bicolores estaba soltando, por motivos varios. El primero era que ninguna de las dos había escuchado ese termino en su vida, y no de otra cosa quizás no pudieran alardear la felina y su dragona, pero de ver mundo sí. Aunque una cosa era ver y la otra era socializar con las personas que habitaban este. Como fuera. La conversación terminaría antes de que a ninguna de las dos les diera por cuestionar lo que estaba diciendo el mayor.
-Yo nunca quise poder convertirme en gato.- Dijo Akane con total naturalidad. La verdad era que ya le daba igual. No lo de que la llamasen gato, pues Kouga era un Puma y había una "pequeña" diferencia entre lo uno y lo otro. Sino el tema de sus poderes. Cuando descubrió que era un monstruo, que no era una humana normal, la versión de once años de la pelirroja acabó realmente mal. Pero aquello era agua pasada, así que no le dio más vueltas. Tomando dos de las bolsas que traía la dragona, siguió al zafiro hasta el bar, Acomodándose en uno de los asientos que se enfrentaban al que había escogido Dexter tras dejar las bolsas en el suelo. Sumire se sentó a su lado.
-La verdad...- La chica se vio interrumpida por una de las camareras, que venían a tomar nota de lo que querían. -Un refresco para la pequeña y para mí.- Contestó, esperando que el Dragón pidiese también para que la camarera tomase nota y se marchase, dejándoles de nuevo a solas. -La verdad es que no se me ocurre nada que puedas decirle de mi parte ahora mismo.- Prosiguió. -"¿Oye, no te preocupes, estoy viva?"- Dijo con tono de burla, antes de que se le encendiese la bombilla.-Aunque... Si que podrías hacerme un favor si le encuentras. Ahora mismo no tengo forma de contactar con él, pero... - Tomó una de las servilletas del surtidor que había en la mesa. -¿Tienes algo para escribir? Bueno, si no puedo esperar a que venga la camarera y pedirle a ella que me deje su lápiz.- Dijo, acelerando el ritmo de la conversación. -Si no te molesta darme que intercambiemos números de DDM, me vendría bien que me contactases si te cruzas con él, no le digas que me has visto, por favor. Si puedes darme una forma de contactar con él sería más que suficiente para mí.-
-Yo nunca quise poder convertirme en gato.- Dijo Akane con total naturalidad. La verdad era que ya le daba igual. No lo de que la llamasen gato, pues Kouga era un Puma y había una "pequeña" diferencia entre lo uno y lo otro. Sino el tema de sus poderes. Cuando descubrió que era un monstruo, que no era una humana normal, la versión de once años de la pelirroja acabó realmente mal. Pero aquello era agua pasada, así que no le dio más vueltas. Tomando dos de las bolsas que traía la dragona, siguió al zafiro hasta el bar, Acomodándose en uno de los asientos que se enfrentaban al que había escogido Dexter tras dejar las bolsas en el suelo. Sumire se sentó a su lado.
-La verdad...- La chica se vio interrumpida por una de las camareras, que venían a tomar nota de lo que querían. -Un refresco para la pequeña y para mí.- Contestó, esperando que el Dragón pidiese también para que la camarera tomase nota y se marchase, dejándoles de nuevo a solas. -La verdad es que no se me ocurre nada que puedas decirle de mi parte ahora mismo.- Prosiguió. -"¿Oye, no te preocupes, estoy viva?"- Dijo con tono de burla, antes de que se le encendiese la bombilla.-Aunque... Si que podrías hacerme un favor si le encuentras. Ahora mismo no tengo forma de contactar con él, pero... - Tomó una de las servilletas del surtidor que había en la mesa. -¿Tienes algo para escribir? Bueno, si no puedo esperar a que venga la camarera y pedirle a ella que me deje su lápiz.- Dijo, acelerando el ritmo de la conversación. -Si no te molesta darme que intercambiemos números de DDM, me vendría bien que me contactases si te cruzas con él, no le digas que me has visto, por favor. Si puedes darme una forma de contactar con él sería más que suficiente para mí.-
Dexter Black
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Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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-Bourbon- dijo, señalando una botella casi llena que había en un estante tras la barra-. Dos hielos, y culo ancho.
Era una gran suerte que no se lo tomase como un insulto aunque, sinceramente, era de las mujeres más delgadas que jamás había visto. Si de verdad se hubiese ofendido por ello habría tratado de ingresarla en un centro contra la anorexia. Por suerte, en lugar de distraerse pensando en el raquítico trasero de la camarera atendió a lo que Mura iba diciendo. ¿Por qué no quería reencontrarse con Akagami? O, como mínimo que éste tuviese noticias suyas. Resultaba extraño pensar que alguien podía dar por terminada una amistad de manera tan abrupta.
-No sé, yo si fuese Akagami estaría bastante preocupado- respondió, quitando algo de hierro al asunto-. Es decir, dos años sin veros, separados de forma abrupta... Creo que se merece saber que estás bien. Por mucho que sea un cabeza bolo.
Se recostó perezosamente sobre el sillón por un instante, mirando hacia la puerta. Entró un Marine en el local, pero no pareció reconocerlo. Lógicamente, lo más probable era que ni se molestasen en trasladar al East Blue carteles de búsqueda de piratas del Nuevo Mundo. Al fin y al cabo, ¿Qué podrían hacer contra ellos? Poca cosa, si es que podían hacer alguna.
Lo siguió con la mirada y vio cómo se pedía un carajillo, retrasando la llegada de su bebida a la mesa. Estuvo a punto de protestar, pero se serenó todo lo que pudo, porque total, ¿De qué habría servido? Muchos Marines ejercían su autoridad mediante prácticas poco ortodoxas, y si recibir trato de favor en un bar era lo máximo que ese hombre tenía... No podía quejarse.
-Te prometo que si lo veo tendrás una forma de contactarlo- terminó por decir, devolviendo la cabeza a la conversación-. Además, va a ser mi navegante. Él aún no lo sabe, pero va a ser mi navegante.
Las bebidas llegaron apenas un par de minutos tras el carajillo, pero se habían hecho eternos. Estaba allí para tomar algo, no para ver la vida pasar. No era un mero espectador, y eso miso era la principal razón por la que iba a conseguir que el dragón dorado se uniese a su banda.
-Tengo un plan en mente, y para llevarlo a cabo necesito tener a los mejores conmigo. Ya he encontrado algunos, pero van a hacer falta muchos más si quiero tener éxito. Y tú también me vas a ayudar, porque, ¿Qué sería de la salamandra sin ti?
Tenía gracia haberlo referenciado como anfibio cuando no podía nadar.
Era una gran suerte que no se lo tomase como un insulto aunque, sinceramente, era de las mujeres más delgadas que jamás había visto. Si de verdad se hubiese ofendido por ello habría tratado de ingresarla en un centro contra la anorexia. Por suerte, en lugar de distraerse pensando en el raquítico trasero de la camarera atendió a lo que Mura iba diciendo. ¿Por qué no quería reencontrarse con Akagami? O, como mínimo que éste tuviese noticias suyas. Resultaba extraño pensar que alguien podía dar por terminada una amistad de manera tan abrupta.
-No sé, yo si fuese Akagami estaría bastante preocupado- respondió, quitando algo de hierro al asunto-. Es decir, dos años sin veros, separados de forma abrupta... Creo que se merece saber que estás bien. Por mucho que sea un cabeza bolo.
Se recostó perezosamente sobre el sillón por un instante, mirando hacia la puerta. Entró un Marine en el local, pero no pareció reconocerlo. Lógicamente, lo más probable era que ni se molestasen en trasladar al East Blue carteles de búsqueda de piratas del Nuevo Mundo. Al fin y al cabo, ¿Qué podrían hacer contra ellos? Poca cosa, si es que podían hacer alguna.
Lo siguió con la mirada y vio cómo se pedía un carajillo, retrasando la llegada de su bebida a la mesa. Estuvo a punto de protestar, pero se serenó todo lo que pudo, porque total, ¿De qué habría servido? Muchos Marines ejercían su autoridad mediante prácticas poco ortodoxas, y si recibir trato de favor en un bar era lo máximo que ese hombre tenía... No podía quejarse.
-Te prometo que si lo veo tendrás una forma de contactarlo- terminó por decir, devolviendo la cabeza a la conversación-. Además, va a ser mi navegante. Él aún no lo sabe, pero va a ser mi navegante.
Las bebidas llegaron apenas un par de minutos tras el carajillo, pero se habían hecho eternos. Estaba allí para tomar algo, no para ver la vida pasar. No era un mero espectador, y eso miso era la principal razón por la que iba a conseguir que el dragón dorado se uniese a su banda.
-Tengo un plan en mente, y para llevarlo a cabo necesito tener a los mejores conmigo. Ya he encontrado algunos, pero van a hacer falta muchos más si quiero tener éxito. Y tú también me vas a ayudar, porque, ¿Qué sería de la salamandra sin ti?
Tenía gracia haberlo referenciado como anfibio cuando no podía nadar.
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