La justicia no es solo de los hombres. [Privado Oxama-Nassor]

Con su habitual actitud desapasionada, alzó el lápiz y comenzó a trazar sobre el papel. Estaba apoyado contra una pared, ocupado con su cuaderno de dibujo. Solía realizar bocetos de cosas que le llamasen la atención en sus viajes, y Banaro no era precisamente un lugar falto de interés. Las formaciones rocosas que rodeaban la isla eran un espectáculo increíble, y Nassor nunca había visto nada igual. Aunque como de costumbre su actitud fuese fría y falta de emotividad, en el fondo se sentía emocionado y contento de haber podido encontrar un lugar como aquel. Los motivos que le habían traído eran, sin embargo, un tanto más siniestros que dibujar paisajes hermosos. Sabía que en la zona había una banda dedicada a actividades poco legales que envolvían experimentos con animales, por el soplo de un conocido. Aquello no sólo entraba en su terreno como cazador (pues había de por medio gente con recompensa), si no que se veía moralmente obligado a intervenir ante actos crueles como aquellos.

Nada en su actitud delataba sus verdaderas intenciones. La vista fija en el cuaderno, alzando la vista de vez en cuando hacia los peñascos, y aparentemente distraído. De hecho ni siquiera había llevado consigo su armadura ni su khopesh, yendo vestido con una túnica blanca con las de los habitantes del desierto. A pesar de estar a otras labores, estaba bastante pendiente de todo lo que pasaba en la calle. Todo era cuestión de fijarse en la gente sin centrar la vista en ellos, y mirarlos disimuladamente en cuanto quedaban de espaldas a él. Siempre, por supuesto, cerciorándose con cuidado de que nadie estaba pendiente de él. No esperaba localizar a alguien con recompensa a plena luz del día, pero sí tal vez a gente extraña que pudiese darle alguna pista al seguirlos de dónde podían estar los criminales.

Llevaba ya un rato largo sin ver a nadie que le llamase particularmente la atención, cuando de repente apareció un extranjero en la calle. Supo al momento que lo era por sus pintas: un traje de color blanco inmaculado y aspecto extraño, con equipaje consigo. Lo observó disimuladamente y continuó dibujando mientras le daba vueltas a la cabeza. Era difícil que acabando de llegar tuviese algo que ver con los criminales... pero no imposible. Bien podía ser un aliado de estos recién llegado a la ciudad, y de todos modos era la mejor pista que tenía por el momento. Esperó unos segundos a que el extraños se hubiese alejado, y entonces cerró su cuaderno y comenzó a caminar en su misma dirección, con naturalidad.

Cuando el moreno comenzó a acercarse hacia él se percató casi al momento. No le hacía falta mirarlo directamente; podía ver por el rabillo del ojo algo blanco aproximándose, y aunque no lo hubiese visto el sonido de pisadas acercándose era demasiado revelador. Aun así fingió continuar en su mundo, y no levantó la mirada hacia él hasta que lo tuvo a su lado. La pregunta del chico fue, cuanto menos, extraña. ¿No era evidente que él era un extranjero también? "Dar por hecho que haya un motivo oculto tras su pregunta sería un error. Aun así, no puedo descartar esa posibilidad." Cerró el libro y lo examinó como si acabara de percatarse de su presencia, antes de contestar, con una voz calmada y desapasionada:

- Todo dependerá de lo que busques.

Se separó de la pared y movió los hombros para desentumecerse. Quedarse quieto tanto rato en el mismo sitio no era agradable. Había sido un comienzo de conversación un poco desafortunado por parte de ambos pero, ¿qué iba a contestarle si no? No era como si el otro le hubiera dado pie a decir otra cosa. Realmente no sabía qué decirle; llevaba muy poco en la isla, y sabía de muy pocos sitios. Un prado en las afueras perfecto para relajarse, una taberna no demasiado cara ni muy turbia, una pequeña tienda de barrio... poco más había visitado.

- Tal vez no os hayáis percatado, pero yo también soy de fuera - dijo, en un tono fríamente educado, para luego tenderle la mano - Mi nombre es Nassor.

Definitivamente aquel tipo no debía ser uno de los criminales. O tal vez sí, y era rematadamente idiota... o un genio que intentaba que bajase la guardia haciéndose el imbécil. Nassor suspiró. ¿Construcción? ¿Y qué hacía metiéndose para ello en mitad de una isla como aquella, desprovista de industria? Si era una excusa, estaba escogiendo una realmente mala. Eso, o sólo estaba de paso y había malinterpretado sus palabras. Lo que no sería raro, viendo lo mal que se le daba relacionarse con otros, aparentemente al menos.

- No creo que hayas venido al lugar más indicado si lo que buscas es material de construcción. Aquí no hay canteras ni industria.

Desde luego Oxama no tenía precisamente pinta de empresario. Hubiese llegado a creerse más bien que era alguna clase de arquitecto o ingeniero, pero en fin, el aspecto no lo era todo. Y al fin y al cabo si era alguna de las otras cosas, nada impedía que no hubiese decidido ir el mismo a seleccionar los materiales de... lo que quiera que estuviera buscando. En fin, no tenía nada mejor que hacer, y comenzaba a tener una idea. Un hombre solo en una taberna llamaba la atención, pero en compañía no tanto. Y él ya destacaba lo suficiente con su indumentaria y su llamativo color de pelo y ojos.

- No puedo recomendarte tan bien como un lugareño, pero conozco un sitio donde preparan un café medianamente aceptable. Si lo deseas, puedo llevarte. Me apetecía tomar algo de todos modos.

- Bien. Es por aquí.

Se guardó el lápiz y el cuaderno entre las ropas y abrió la marcha, atravesando varias calles antes de llegar a un edificio de madera de dos plantas, con puertas de vaivén. El interior estaba especialmente concurrido aquel día... y el ambiente no era amistoso. Había un montón de gente de aspecto rudo, algunos de los cuales no miraron muy amistosamente a Nassor. Este los ignoró y escogió una mesa cercana a la barra, sentándose de espaldas a la pared. Así tenía una buena panorámica de la estancia y en caso de que como sospechaba, hubiese gente de los que perseguía, no lo tomarían por sorpresa. Por un lado había sido una suerte justo entrar cuando el lugar estaba tan lleno, pero por otro tal vez acabase de cometer una imprudencia.

- Tomaré una taza de café. Sin leche - indicó, en cuanto llegó la camarera.

Se acomodó en su asiento, apoyándose contra la pared, y echó un vistazo por toda la taberna desde su posición. El ambiente no era tan malo como había pensado en un principio. Había unos tipos con pinta de banda, pero parecían más un grupo de matones de pueblo que mafiosos. Sin embargo en una mesa había un par de hombres vestidos con capas típicas de viajeros y que iban demasiado tapados... el pelirrojo se llevó la mano derecha con naturalidad al costado, como si se estuviera rascando, y comprobó si tenía allí el cuchillo que había cogido aquella mañana en la cocina. Uno cuadrado y grande, de carnicero, bastante más fácil de ocultar que su enorme khopesh.

- Dime, ¿qué opinas de los animales? - dijo de repente, centrando su mirada en Oxama, esperando pillarlo con la guardia baja para poder observar su reacción.

Ante la respuesta Nassor se limitó a clavar su mirada en la de Oxama, sin pestañear. El ambiente se volvió tenso y el silencio terriblemente incómodo. El cazador siguió sosteniéndole la mirada, esperando a que la desviara, y entrecruzó las manos.

- Conque soy un animal... - dijo, con tranquilidad.

De repente empezó a reírse suavemente, dando la primera seña de emoción en todo el rato que llevaban juntos. La verdad es que lo había hecho a propósito. Compartía la opinión del chico, pero no había podido resistir a la tentación de gastarle una broma. Al fin y al cabo, se lo había dejado a huevo para ello. Sacudió la cabeza, aun riendo, y dijo:

- Sí, supongo que tienes razón. Ahora he sido yo el que no ha sabido preguntar correctamente.

Entonces llegaron la leche y el café. Nassor cogió la taza y le dio un trago, reflexionando. No parecía que Oxama tuviese nada que ver con aquella gente. Ahora la parte mala era que sin quererlo lo había metido en medio de todo aquello. Sin embargo no parecía que los tipos se hubieran fijado en él. Se llevó el café a los labios mientras los vigilaba y le dio un trago. Estaba aun algo caliente de más, pero no estaba mal. Había tenido la desgracia de probar algunos mucho peores en otros sitios. Dejó la taza en el plato y miró a Oxama, con seriedad.

- Aun no te he dicho a lo que me dedico - bajó la voz - La verdad es que soy cazarrecompensas. Lo lamento, pero te he metido en el bar donde están dos de mis objetivos sin saberlo. Si no quieres verte en medio del fuego cruzado te recomiendo irte cuanto antes.

Así que Oxama no era un simple civil... un poco de ayuda no le vendría mal para detener a aquellos tipos, pero no sabía hasta qué punto era buena idea confiar en alguien que acababa de conocer. El hecho de que se ofreciera tan libremente tan solo volvía a poner sospechas sobre él. Por otro lado, ya no creía que fuese uno de los criminales. Suspiró levemente mientras negaba para sí mismo, y decidió dejarse de darle tantas vueltas a la cabeza.

- Míralos disimuladamente. ¿Ves el grupo grande de la entrada? Pues al lado de ellos, los dos encapuchados de la mesa de su izquierda - frunció el caño y se llevó la taza de café a los labios - No tengo claro que sean mis objetivos, pero tengo una corazonada. En todo caso no voy a atacar hasta haberlo comprobado, claro... y no lo haré en este lugar.

Se acomodó y se quedó callado, fingiendo estar distraído mientras vigilaba disimuladamente a sus objetivos. La probabilidad de que fueran ellos estaba ahí, y según su punto de vista era lo bastante alta como para arriesgarse.

- La recompensa me da igual. Podemos compartirla si quieres, me llega con tener parte de ella para comer. Eso sí... a uno de los dos no lo entregaremos aun. Me lo quedaré como prisionero para que me revele todo lo que sepa del resto de su grupo. Una vez esté seguro de que me lo ha dicho todo, lo entregaré. Si me dejas una dirección, te enviaré tu parte del dinero por el segundo una vez lo haya hecho. O puedes quedarte con el dinero del primero si lo prefieres.

- Se han tomado muchas molestias en cubrir su rostro. Eso me lleva a pensar que podrían tener recompensa, especialmente porque muchos de los miembros del grupo que estoy cazando están en búsqueda y captura - le susurró.

Apuró su café antes de levantarse. Parecía que Oxama ahora tenía prisa por comenzar la cacería. ¿Por qué salir del lugar cuando sus objetivos seguían dentro? Podrían salir por una puerta trasera y los perderían. En todo caso, ahora convenía disimular, y esperarlos fuera no era tan mala idea. Así evitarían levantar sospechas al seguirlos nada más se fueran. No contestó a la pregunta de su compañero, decidiendo explicárselo una vez estuvieran fuera. Se levantó y se dirigió a la entrada tras decirle:

- Te lo agradezco. Hasta que cobre, no ando muy sobrado de dinero.

En su camino a la puerta pasó junto a la mesa de los encapuchados sin dirigirles ni una mirada, y olisqueó disimuladamente el ambiente tratando de captar su aroma. Si los perdía, podría seguirlos rastreándolos en su forma híbrida. Era irónico emplear el olfato de un ciervo para la caza, pero no había elegido su akuma. ¿Quiénes lo hacían, al fin y al cabo? Sólo unos pocos afortunados podían beneficiarse de ellas, y si conseguir una ya era complicado, más aun buscar una en concreto. Había quién lo hacía, de todos modos. Salió del lugar y esperó a al joven apoyado contra la pared de un edificio cercano.

- Son una mafia - le dijo en cuanto estuvo cerca, procurando no alzar mucho la voz - Se dedican a toda clase de actividades criminales como el narcotráfico, robos, esclavismo... y ahora parece que se han pasado al maltrato animal. No es que esto último sea considerado delito como tal, pero no soy de la clase de persona que tolera esas acciones - frunció el ceño - y dado que son criminales, nadie me echará en cara que detenga sus actividades y los arreste. Básicamente están criando animales para venderlos a laboratorios y que experimenten con ellos. Son unos salvajes...

Vio movimiento en la puerta, y miró en esa dirección con un gesto torvo. Alcanzó a ver a los tipos de antes, y concretamente el rostro de uno de ellos bajo la capucha. Desvió la mirada como quien no quiere la cosa, y murmuró:

- Son ellos. Haz como que no los has visto, y sigámoslos. En cuanto estamos en una zona más alejada... - las palabras sobraban.

Valoró sus posibilidades. Por un lado podían estar tendiéndoles una trampa y esperarles dentro armados o incluso acompañados por más gente de su banda. Por otro lado, no parecía que se hubiesen fijado en él mientras estaba en el interior del local. En otro caso hubiese preferido planear con cuidado la captura, pero en ese momento le parecía más importante actuar y capturarlos cuanto antes para evitar que pudiesen reunirse con otros y acabar fuera de su alcance. Era el momento perfecto: estaban en un callejón, donde no había testigos que pudieran alertar a sus compañeros (o más criminales que se sumaran a la reyerta). Definitivamente debían atacar ya. Hizo un gesto a Oxama y se metió en el callejón, acelerando rápidamente el paso mientras pasaba a su forma híbrida. Parte de su torso se cubrió de pelaje marrón y una poderosa cornamenta surgió de su cabeza, mientras su rostro adquiría rasgos a medio camino entre un hombre y un venado.

- Sabaku Arashi - murmuró.

Saltó por encima de los sorprendidos encapuchados, acompañado por una corriente de aire que levantó una nube de polvo, ligera pero suficiente para que entrase en los ojos de los criminales y cegarlos. Cayó flexionando las rodillas, mientras escuchaba a los mafiosos toser y maldecir, y se giró justo a tiempo para verlos sacando pistolas. Frunció el ceño y se abalanzó sobre el de su izquierda, agarrándole por la muñeca y retorciéndole el brazo para intentar desarmarlo, impidiendo que le apuntara con el arma. Acto seguido le dio un fuerte rodillazo en el estómago, proyectando todo el peso de su cuerpo en el golpe. Mientras el tipo se desplomaba boqueando, escuchó un golpe a su lado y vio al otro criminal caer inconsciente sangrando por la nariz, mientras su compañero tiraba la pistola a un lado. Vaya, parecía que Oxama era un tipo competente... aunque por otro lado no había visto la jugada. Bien podía ser que sólo se hubiese aprovechado de su polvo.

- Buen trabajo - comentó, con una voz bestializada.

Agarró por el pelo al suyo, que en ese momento estaba agarrándose el estómago y respirando con dificultad, y lo obligó a levantar la cabeza. Un cabezazo en la cara y lo envió junto a su compañero a los brazos de Morfeo. Había sido sencillo, muy sencillo... se agachó junto a ellos y comenzó a registrarlos, mientras observaba sus rostros. Uno de ellos le sonaba bastante... sacó el taco de carteles que llevaba consigo y comenzó a repasar los de la zona, pasándolos rápidamente. Entonces encontró el que buscaba: efectivamente, tenía recompensa por su cabeza. Dimitri, 3.000.000 de berries. No estaba mal la cantidad, ganaría suficiente dinero para una temporadita. Al otro lo encerraría e interrogaría sobre la banda hasta tener suficiente información sobre el tema como para librarse del resto.

PD: Como Oxama está desaparecido, he dicho lo que hacía su personaje para cerrar la trama.