¿Conocéis a Uchio? [Taiga-Azula-Zuko] [Privado-Pasado]

La noche parecía haberse puesto bastante interesante. En aquella isla del Este, corría el rumor de que iba a pasar una especie de cometa que no volvería a hacerlo en unos setenta años. Su nombre era Vyuman o algo por el estilo. Lo que si era seguro, era la enorme cantidad de personas que se habían desplazado hasta el lugar. Había gente de todos los tipos. Desde hombres gordos con puros y joyas, hasta niños pobres que vestían con trapos de distintos tonos. Muchos deseaban poder ver el evento e incluso algunos nobles se habían desplazado a la isla con sus carrozas. Todo parecía ser muy bonito y sin duda era algo que no se iba a repetir mucho. Los fuegos artificiales se escuchan en todo el lugar y podían verse desde kilómetros de distancia. El pirotécnico sabía lo que hacía y sin duda era un experto en llamar la atención en aquel sitio tan maravilloso.

El cazador conocido como Taiga Redfield, también había ido para ver el espectáculo. Últimamente era conocido en muchos sitios por su fama de haber cazado a terribles criminales. Lo hacía para que las personas no corrieran peligro, pero tan solo se ocupaba de capturar a asesinos que ponían resistencia. Era una buena persona y nunca iba a hacerle el mal a nadie que no lo mereciera. En esos momentos echaba de menos a Ushio, no sabía nada de él desde hacía más de dos años. Tan solo esperaba que nadie lo hubiese matado ni nada por el estilo. El moreno estaba todo el día metiéndose en líos y eso no podía consentirlo. De todas formas lo primero que pensaba hacer era darle un enorme abrazo. Su mejor amigo de merecía lo mejor de lo mejor. Tal vez le invitaba a comer todo lo que desease, dinero no le faltaba en aquel momento. De hecho tenía más de la cuenta y si lo llevaba encima era para darlo a las personas que más necesitara en aquel momento. Para ello debía de llegar al centro de la isla, pues por ahora estaba en el puerto, ayudando a que algunos barcos tuviesen sitio. Una obra voluntaria.

Las antorchas dejaban ver su leve melena rubia echada hacia atrás. Sus ojos azules resaltaban un poco y su pálida piel también. Vestía con una camiseta blanca de manga larga y por encima una chaqueta negra con hombreras plateadas. Portaba un pantalón oscuro y unas botas para moverse mejor por terrenos abruptos. En la espalda llevaba consigo su palo de villar azul, el cual apreciaba bastante. Lo había obtenido en un bar en el que, junto a su amigo, había derrotado a un enemigo muy duro. Su rango cada vez subía más, incluso sin que él lo quisiera. De todas formas no le desagradaba que lo mirasen mucho. No tenía nada que ocultar y no pensaba hacerlo. En ese momento vio un barco acercarse y le hizo una señal, mostrándole un hueco libre y dedicándole una sonrisa amable. En él vio a unos hombres trajeados. No sabía si serían del gobierno o simples hombres que vestían bien. Uno de ellos le levantó el pulgar y aquello le hizo mostrar una sonrisa tranquila, se había quedado en la gloria. Siempre era bueno que le agradecieran las cosas, le hacían sentir mucho mejor.

El rubio continuaba ayudando a aquel barco de pasajeros a poder colocarse en el puerto. Una vez lo había logrado, pudo ver como un tipo de cabellos rojizos y cortos se le acercaba. Sus dorados ojos se clavaron en los azulados suyos. Aquel tipo no parecía tener malas intenciones, de hecho le dedicó una sonrisa amable. – Muchas gracias por la ayuda. – En ese momento, aquel hombre le ofreció la mano. El cazador la estrechó de buena gana, mostrándose firme y amable en todo momento. No tardaron mucho en colocar una tablilla, para que las personas comenzaran a bajar del navío. Al parecer, todos iban hacia la enorme ceremonia. Niños, niñas, incluso mascotas. Al parecer ese evento sí que era importante. Todos parecían sonreír de forma feliz. Las personas contaban chistes, reían, se abrazaban. Iba a ser una buena noche, no una de esas llenas de alcohol y violencia. Al menos, el lobo esperaba que todo fuese así. Si había problemas, debería meterse de inmediato, solucionando todo mediante las palabras. Si un asesino trataba de matar, tendría que dejarlo inconsciente a golpes. La vida de los inocentes era lo más importante.

De repente, el chico miró al cielo, admirando las estrellas en el firmamento. Se veían brillantes y preciosas. No pudo evitar sonreír de forma amable. Entonces no pudo evitar ver una silueta enorme. Un ser alado de un tamaño impresionante. Los ojos del luchador se abrieron como platos. Esperaba que no fuera una bestia dispuesta a liarla. A esa altura no podía apreciarla muy bien, pero no tenía problema en ir a comprobarlo. En su rostro se formó una sonrisa ladeada. En ese momento canalizó energía en sus extremidades, formando un leve viento que le hizo comenzar a volar hacia las alturas. Su velocidad era bastante buena. No conocía muchas técnicas, pero sin duda, la habilidad de poder volar le encantaba. Sus cabellos se mecían con el viento, debido a que iba de frente a él. Entrecerró los ojos para no sentirse molesto. No tardó mucho en estar a una distancia pequeña. Pudo admirar a aquella enorme bestia. Se trataba de un dragón. No pudo evitar mostrar una expresión amable, comenzando a volar a su lado, lo más cerca posible de la cabeza. Tal vez se trataba de un usuario de las frutas del diablo, tal y como era él. Aunque la posibilidad de que fuese uno de verdad, no le iba a molestar para nada. De hecho, se quedaría impresionado.

Sabía que aquellos seres eran listos. Tal vez ese podía hablar. Por ese motivo, sonrió de forma calmada, y le dirigió la palabra con tranquilidad. – Buenas noches, dragoncito. Dime ¿también vienes a ver el cometa? – Preguntó con toda la confianza del mundo, mientras controlaba el viento a su alrededor para así, poder mantenerse elevado. Tenía que usar su fuerza, para que de aquel modo, el batir de las alas del ser alado, no le echaran a un lado. En ese momento, su buen olfato le indicó que había alguien más. El típico olor de los humanos. No pudo evitar alejarse un poco más, mirando al lomo de la enorme bestia. – ¿Hay alguien contigo, bonito? Si quieres os puedo invitar a comer todo lo que queráis. – Dijo entonces, mostrando una sonrisa amplia, y cerrando los ojos al decirlo. A decir verdad, era su primer encuentro con un ser de esas características. Era impresionante, y estaba muy contento. Esperaba no llevarse un bocado o, una bocanada de fuego. Si era así, se alejaría sin causarle problemas, pero manteniéndolo vigilado. Todavía no sabía si podía ser peligroso para las personas de abajo.