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La hermosa mujer, había dicho a Castor que podía comer cosas de su nevera. El jodido loco la miraba deseando hacerla su perrita mala, allí, en aquel enorme horno mientras la azotaba y la llamaba morsa. Salió de su jodida locura mientras avanzaba, mirando de reojo como se le marcaba su cuerpo de musculosa. El pobre asesino estaba en parte un poco cachondo hablando de forma vulgar, pero es que eran muy provocadoras. Una vez estuvo en la nevera, se echó una copa de vino para él, y otra para la mujer ballena. Bebió de un solo trago el contenido, para después llevarle lo pedido a la mujer. De repente, aquella titánica ser le dio un abrazo. El castaño puso su expresión más enferma. Mostró una sonrisa que provocó que se relamiera de puro gusto. Estaba en el cielo, y no quería dejar a su amante ballena en aquel sitio. Esas lorzas prohibidas, le miraban de forma provocativa. Era la primera vez que se replantaba violar a una persona. Ya volvería a por su bombón de licor más tarde, y si no se metía en líos. De modo que el asesino tomó aquel cajón, saliendo de allí y adentrándose en el túnel. Pudo examinar bien las armas que llevaba, pensó en quedarse el cuchillo, pero por el momento era mejor no meterse en líos. Soltó un pequeño suspiro, continuando con su camino en la oscuridad.
Encontró los cadáveres de los bichos anteriores, cosa que le hizo reír un poco. Pilló uno de aquellos bocaditos que le había preparado su musculosa esposa para comer. Le dio un mordisco notando que era de atún. Encima tenía un sabor delicioso. Castor comenzó a bailar mientras avanzaba por el camino, evitando mover mucho la cabeza, pero sí el culo. En cuanto llegó a la puerta del bar, activó el haki de observación, tratando de entrar con mucho cuidado. Era el momento de terminar aquello, estaba harto de tener que hacerle recados a todo el mundo. Con un polvo con su ballena se conformaba, pero entonces se dio cuenta de que era una criminal por ayudar a las piratas. De todas formas el sexo en una celda no debía de ser malo, mucho menos mientras la llenaba de plata. Por Dios, ese tío era un jodido enfermo, nadie sabía cómo diablos llegó al CP8.
Encontró los cadáveres de los bichos anteriores, cosa que le hizo reír un poco. Pilló uno de aquellos bocaditos que le había preparado su musculosa esposa para comer. Le dio un mordisco notando que era de atún. Encima tenía un sabor delicioso. Castor comenzó a bailar mientras avanzaba por el camino, evitando mover mucho la cabeza, pero sí el culo. En cuanto llegó a la puerta del bar, activó el haki de observación, tratando de entrar con mucho cuidado. Era el momento de terminar aquello, estaba harto de tener que hacerle recados a todo el mundo. Con un polvo con su ballena se conformaba, pero entonces se dio cuenta de que era una criminal por ayudar a las piratas. De todas formas el sexo en una celda no debía de ser malo, mucho menos mientras la llenaba de plata. Por Dios, ese tío era un jodido enfermo, nadie sabía cómo diablos llegó al CP8.
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Avanzas con saltos hacia el bar por el pasadizo subterráneo, hasta llegar a las escaleras y subirlas. Dentro puedes escuchar bastante ruido, voces de mujeres que charlan entre sí. Te asomas y puedes ver quien hay allí, un montón de mujeres musculosas, algunas más que músculos tienen grasa, a Andreita y a una mujer que destaca del resto. No solo por su aspecto físico, sino porque está sola en una mesa y todas la rodean. Es una mujer de cabello largo y liso, rubia, con unos ojos brillantes y azulados, unos labios carnosos y rojos. Su cuerpo parece frágil, fino, sin un poco de musculatura, con tan sólo grasa en sus dos pechos grandes, firmes y perfectos. Su cadera es un poco ancha, perfecta, y viste con ropa interior de color negra, de encaje y con bordeado. Puedes ver que desde la parte izquierda de su vientre comienza un tatuaje rojo en forma de tribal, que baja por su costado hasta llegar a la pierna izquierda, escondiendo parte del tatuaje tras aquel culot negro. Puedes ver que porta un pañuelo negro en el cuello y unos guantes de cuero en sus finas y pequeñas manos. La mujer te mira con una media sonrisa y te hace una seña con su dedo índice de la mano izquierda, como si quisiese que te acercases.
- Trae las armas. – Dice con una voz dulce y seductora. De pronto notas una eterna atracción hacia ella, como si se tratase de un imán y tú de un metal, es como si la gravedad te empujase hacia ella, con fuerza. La mujer toma la katana y la blande con sutileza, moviéndola con velocidad y creando un sonido acústico suave, enamoradizo, como si de una flauta travesera se tratase. – Me gusta. – Dice con una voz melódica. – Soy Carly, encantada. Síguenos. - Todas las mujeres del local se levantan y comienzan a caminar, parece que el silencio inunda el lugar. Andreita agarra la gran y pesada lanza y, una mujer fina, de poco pecho y con una nariz enorme y un peinado extrovertido ya que la mitad derecha tiene una cabellera larga y rubia y la otra mitad es calva, agarra el cuchillo.
Tras una caminata llegáis a un enorme barco escondido tras unos muros y unas largas escaleras que llevan al subterráneo. Parece un puerto, pero un puerto escondido. Puedes ver que aquella grande y gigantesca masa de madera aún está en construcción, ya que mujeres trabajan con tablones para rellenar los huecos vacíos. Puedes ver también enormes cañones de metal, decenas de ellos, como si se estuviesen preparando para una guerra. Carly sube mientras te atrae con movimientos de cadera, haciendo que sus alzados glúteos se muevan de arriba abajo al compás de sus pasos. Llega a un camarote, y tan sólo estáis los dos, en aquella habitación con olor a rosas. – Y bien, cuéntame. ¿Cuál es tu objetivo? – Tras aquellas palabras se sienta tras un escritorio, abre un cajón y agarra un plátano, pelándolo para así comerlo con pequeños y lentos mordiscos. Puedes matarla, estáis a solas. ¿Lo harás?
- Trae las armas. – Dice con una voz dulce y seductora. De pronto notas una eterna atracción hacia ella, como si se tratase de un imán y tú de un metal, es como si la gravedad te empujase hacia ella, con fuerza. La mujer toma la katana y la blande con sutileza, moviéndola con velocidad y creando un sonido acústico suave, enamoradizo, como si de una flauta travesera se tratase. – Me gusta. – Dice con una voz melódica. – Soy Carly, encantada. Síguenos. - Todas las mujeres del local se levantan y comienzan a caminar, parece que el silencio inunda el lugar. Andreita agarra la gran y pesada lanza y, una mujer fina, de poco pecho y con una nariz enorme y un peinado extrovertido ya que la mitad derecha tiene una cabellera larga y rubia y la otra mitad es calva, agarra el cuchillo.
Tras una caminata llegáis a un enorme barco escondido tras unos muros y unas largas escaleras que llevan al subterráneo. Parece un puerto, pero un puerto escondido. Puedes ver que aquella grande y gigantesca masa de madera aún está en construcción, ya que mujeres trabajan con tablones para rellenar los huecos vacíos. Puedes ver también enormes cañones de metal, decenas de ellos, como si se estuviesen preparando para una guerra. Carly sube mientras te atrae con movimientos de cadera, haciendo que sus alzados glúteos se muevan de arriba abajo al compás de sus pasos. Llega a un camarote, y tan sólo estáis los dos, en aquella habitación con olor a rosas. – Y bien, cuéntame. ¿Cuál es tu objetivo? – Tras aquellas palabras se sienta tras un escritorio, abre un cajón y agarra un plátano, pelándolo para así comerlo con pequeños y lentos mordiscos. Puedes matarla, estáis a solas. ¿Lo harás?
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Impresionante. Aquel bombón de licor era lo más bonito que el jodido asesino había visto. No le molestaban las demás, pero al ver a aquella diosa, no pudo evitar contenerse las ganas de saltar sobre ella. Encima le había hecho una seña para que se acercase a ella. El destino era cruel, y se estaba viendo en aquel momento. Lo malo es que su plan era matar a Carly, pero podía hacer que aquella mujer no sufriese nada de daño. Se aceró hasta ella, observándola de forma calmada. La verdad es que era demasiado perfecta, hasta que dijo su nombre. El castaño entonces no pudo evitar mosquearse un poco. Si había un verdadero dios en los cielos, le tenía un odio impresionante. Él quería pasar momentos lujuriosos con aquella mujer, no tener que matarla. Suspiró un poco, pensando en que sobre todas las mujeres, primero estaba él, y después ellas. Tal vez por eso continuaba cumpliendo aquel tipo de misiones. Eran realmente difíciles de hacer.
El asesino no tardó en ser conducido a una sala dónde se hallaba solo la mujer. Al pasar había ido tomando detalle del sitio. Su objetivo estaba demasiado cerca de él. Podía asesinarla y terminar de una vez con la misión. Los ojos de Castor se entrecerraron, pensando bien lo que responder ante las preguntas de la hermosa chica. Debía de ser cuidadoso. Al estar demasiado feliz por la compañía de la mujer, podía perder los papeles. Trató de pensar en su puticlud favorito, al cual pensaba ir después de la misión. Allí, las chicas no sólo eran estupendas, también tenían unos precios muy buenos. Sin duda era el sitio perfecto para celebrarlo después. Aunque primero debía de salir de aquel sitio con vida. Las mujeres estarían fuera. Pero, el asesino tenía la solución a todo. Lo que pasa es que por el momento no había sido necesario usarlo del todo. Su mayor poder. La razón por la que era uno de los mejores espías de todo el gobierno mundial. Una sonrisa se formó en su femenino rostro camuflado. Era como si ya hubiese dado todo por terminado.
Cerró los ojos unos momentos, contestándole. – La caída de esos hijos de puta del gobierno. Nunca podré perdonarlos. Por eso, quise unirme a usted, Carly-sama. – Murmuró abriendo los ojos un poco llorosos, debido al teatro que estaba haciendo. Pensar en tipos peludos corriendo hacia él, siempre era motivo de llorar. En ese momento no pudo evitar activar todo su poder. – “Kenboushoku haki” – Pensó al mismo tiempo que lo desplegaba totalmente [Nivel 3]. Trató de cubrir todo el terreno posible. Quería saber el poder de la mujer, saber quién estaba cerca, y de paso intentar descubrir alguna presencia conocida. El asesino del mantra, Castor Troy, estaba empezando a entrar en su estado de seriedad. Era el momento definitivo.
El asesino no tardó en ser conducido a una sala dónde se hallaba solo la mujer. Al pasar había ido tomando detalle del sitio. Su objetivo estaba demasiado cerca de él. Podía asesinarla y terminar de una vez con la misión. Los ojos de Castor se entrecerraron, pensando bien lo que responder ante las preguntas de la hermosa chica. Debía de ser cuidadoso. Al estar demasiado feliz por la compañía de la mujer, podía perder los papeles. Trató de pensar en su puticlud favorito, al cual pensaba ir después de la misión. Allí, las chicas no sólo eran estupendas, también tenían unos precios muy buenos. Sin duda era el sitio perfecto para celebrarlo después. Aunque primero debía de salir de aquel sitio con vida. Las mujeres estarían fuera. Pero, el asesino tenía la solución a todo. Lo que pasa es que por el momento no había sido necesario usarlo del todo. Su mayor poder. La razón por la que era uno de los mejores espías de todo el gobierno mundial. Una sonrisa se formó en su femenino rostro camuflado. Era como si ya hubiese dado todo por terminado.
Cerró los ojos unos momentos, contestándole. – La caída de esos hijos de puta del gobierno. Nunca podré perdonarlos. Por eso, quise unirme a usted, Carly-sama. – Murmuró abriendo los ojos un poco llorosos, debido al teatro que estaba haciendo. Pensar en tipos peludos corriendo hacia él, siempre era motivo de llorar. En ese momento no pudo evitar activar todo su poder. – “Kenboushoku haki” – Pensó al mismo tiempo que lo desplegaba totalmente [Nivel 3]. Trató de cubrir todo el terreno posible. Quería saber el poder de la mujer, saber quién estaba cerca, y de paso intentar descubrir alguna presencia conocida. El asesino del mantra, Castor Troy, estaba empezando a entrar en su estado de seriedad. Era el momento definitivo.
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Activas el máximo poder de tu haki y puedes ver casi todo. Las mujeres fuera de aquel camarote siguen trabajando en el barco, están distraídas montando una nave de batalla perfecta. Carly, en cambio, está atenta, no puedes entrar en su mente, no sabes en qué piensa o qué quiere hacer por mucho que uses tu máximo poder. – Bien, es una buena respuesta. – Dice Carly mientras le da un pequeño bocado al plátano y lo saborea, relamiéndose los labios. Puede que sea tu momento de acabar con ella, todas están distraídas y estáis los dos a solas. Quien sabe, tal vez incluso puedas llevarte el cuerpo una vez la mates y hacer cosas ilícitas.
Carly se levanta de su asiento y se da la vuelta para así abrir un armario. Notas que la katana está apoyada en su silla, no la tiene a mano, tal vez sea el momento perfecto. – Sabes, me caes bien, así que te mostraré mi mejor plan. – Mientras rebusca en el armario y agarra unos papeles, como una especie de pergamino.
Carly se levanta de su asiento y se da la vuelta para así abrir un armario. Notas que la katana está apoyada en su silla, no la tiene a mano, tal vez sea el momento perfecto. – Sabes, me caes bien, así que te mostraré mi mejor plan. – Mientras rebusca en el armario y agarra unos papeles, como una especie de pergamino.
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El castaño observaba a la mujer de forma calmada. Sus ojos la devoraban una y otra vez debido a lo buena que estaba. Su haki no le dejaba entrar en su mente, de modo que pensó que tendría un poder considerable. Ella misma podía tener un haki de observación bueno. Ahora se puso a buscar cosas en un armario. Era su última oportunidad para cumplir su objetivo. Ella dijo que iba a mostrarle un plan, pero el asesino no podía escucharla. Su objetivo era claro. Tan sólo podía quitarse el pecador cuerpo de Carly de la mente pensando en Yoli, la peliverde con maquillaje gótico del puticlud de Arabasta. La veía bailando para él con aquella mirada lujuriosa. Era la única forma de mantenerse cuerdo con aquella hembra frente a él. Su haki indicaba que las demás continuaban a lo suyo. Era el momento final, la hora de la verdad. O moría o vivía. Aunque huir siempre era buena opción también.
De repente se puso en pie, fingiendo estirar su mano hacia una pequeña lámpara. Como si fuese a encenderla. Sin pensarlo activó el kamisori, trató de colocarse tras ella a una velocidad inhumana. Con la mano derecha, trataría de atravesar su cuello de forma que no pudiese chillar, usando el puñal de kairouseki. Al mismo tiempo con la mano izquierda, intentaría formar tres pinchos de plata desde sus nudillos, tratando de atravesarlos por su cabeza. Le diese o no, alzaría la rodilla todo lo posible, formando de esta otra púa de plata, con la que intentaría atravesarle el corazón. Todos sus ataques iban imbuidos en haki, y en su técnica cortante “Rhapsody”.
De repente se puso en pie, fingiendo estirar su mano hacia una pequeña lámpara. Como si fuese a encenderla. Sin pensarlo activó el kamisori, trató de colocarse tras ella a una velocidad inhumana. Con la mano derecha, trataría de atravesar su cuello de forma que no pudiese chillar, usando el puñal de kairouseki. Al mismo tiempo con la mano izquierda, intentaría formar tres pinchos de plata desde sus nudillos, tratando de atravesarlos por su cabeza. Le diese o no, alzaría la rodilla todo lo posible, formando de esta otra púa de plata, con la que intentaría atravesarle el corazón. Todos sus ataques iban imbuidos en haki, y en su técnica cortante “Rhapsody”.
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Te lanzas a una gran velocidad a por ella, pero parece ser que eso no es suficiente. Con aún más velocidad que tú y previendo tus movimientos, consigue agarrar la katana con la mano izquierda, sin girarse, y parando tu rodillazo. La daga simplemente la para con el pergamino imbuido en haki armadura. Al menos con tu puñetazo has conseguido atravesarle la cabeza, aunque eso es lo que parece. Tanto su cuerpo como sus armas están imbuidas en haki armadura, consiguiendo frenar tus ataques sin pestañear. – Veo que has decidido ir contra mí. Tengo una mala noticia para ti: Jamás bajo la guardia, ni con mi hija. – Dice en un tono aburrido pero dulce.
Hace fuerza al girarse para mirarte, empujándote y suelta el pergamino, que cae en el escritorio, abierto. Parece ser un plano de un barco… Pero no tienes tiempo de echarle una ojeada. – Empecemos flojo. – Dice mientras lanza un corte al aire. De pronto una onda cortante surge del filo de su katana, de unos cinco metros de ancho. Parece ir a una velocidad lenta, a unos dos metros por segundo, pero es capaz de cortar objetos de hasta 9 de dureza en la escala de Mohs. Antes de cortar la pared, se disiparía.
Hace fuerza al girarse para mirarte, empujándote y suelta el pergamino, que cae en el escritorio, abierto. Parece ser un plano de un barco… Pero no tienes tiempo de echarle una ojeada. – Empecemos flojo. – Dice mientras lanza un corte al aire. De pronto una onda cortante surge del filo de su katana, de unos cinco metros de ancho. Parece ir a una velocidad lenta, a unos dos metros por segundo, pero es capaz de cortar objetos de hasta 9 de dureza en la escala de Mohs. Antes de cortar la pared, se disiparía.
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Carly: Espadachín Duelista lv 112
Arlequín
Armador
Cartógrafo
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Impresionante, no entendía como cojones había parado kairouseki puro con un jodido trozo de papel. Ese haki armadura debía de ser muy fuerte. Pero, el asesino le había atravesado la cabeza. Eso significaba que tenía un poder especial ¿Fruta? Tan sólo tenía una oportunidad. Debía clavarle el puñal y dejarla tonta. No había otra solución. El arte del asesinato consistía en ser el más rápido de la zona. No iba a dejarse vencer por esa mujer. Ahora el CP, se quitó la peluca, pasando después la manga por el maquillaje, total, ya le habían pillado. – Si me muero, será como un tío, zorra. – Dijo mostrando una sonrisa calmada.
En ese momento, ella formó una onda cortante impresionante. Pese a ser enorme, era muy lenta. Saltó hacia atrás a toda velocidad, rodando después hacia la mesa, y tratando de recuperar los planos esos. Los tomase o no, vería la onda muy cerca. Al menos ya uno de los extremos. – ¡Kamie! – Dijo entonces haciendo que su cuerpo tomase una agilidad impresionante. Logró zafarse debido a la poca velocidad que el ataque llevaba. Pero, la cabrona enorme. Le pilló el brazo izquierdo totalmente, cortándoselo de cuajo. El castaño no sintió dolor, no llevaba haki el ataque. En ese momento se le formó de nuevo su extremidad. Sin previo aviso volvió a usar el kamisori lo más rápido posible. Su velocidad como asesino era formidable. Trató de lanzarle un cuchillo de plata para distraerla, mientras tanto intentaría pasar por su lado, y clavarle el puñal de kairouseki puro en la espalda. Era su única oportunidad.
En ese momento, ella formó una onda cortante impresionante. Pese a ser enorme, era muy lenta. Saltó hacia atrás a toda velocidad, rodando después hacia la mesa, y tratando de recuperar los planos esos. Los tomase o no, vería la onda muy cerca. Al menos ya uno de los extremos. – ¡Kamie! – Dijo entonces haciendo que su cuerpo tomase una agilidad impresionante. Logró zafarse debido a la poca velocidad que el ataque llevaba. Pero, la cabrona enorme. Le pilló el brazo izquierdo totalmente, cortándoselo de cuajo. El castaño no sintió dolor, no llevaba haki el ataque. En ese momento se le formó de nuevo su extremidad. Sin previo aviso volvió a usar el kamisori lo más rápido posible. Su velocidad como asesino era formidable. Trató de lanzarle un cuchillo de plata para distraerla, mientras tanto intentaría pasar por su lado, y clavarle el puñal de kairouseki puro en la espalda. Era su única oportunidad.
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- Con que eres logia, eh… Perfecto, lo que suponía. – Dice mientras aguanta su katana. El cuchillo de plata lo corta a la mitad con un suave y honrable corte. Te posicionas a su espalda, pero de nuevo, como si tan solo fuera un juego para ella, consigue pararlo. Mueve su katana hacia su espalda y para la hoja de tu puñal. – Eres débil, y esas técnicas… ¿CP? – Dice mientras desaparece de tu vista. A una gran velocidad, casi al instante, está en la otra punta. – Sigamos, me toca.
Blande un movimiento con el filo de su arma, de abajo arriba, lanzando una onda. Esta vez no es solo una onda a muy poca velocidad, sino que aparte de ser cortante, está imbuida en llamas a 150ºC. La onda mide cinco metros de arriba abajo, corta a 9’5 en escala de Mohs y está imbuida en fuego. Parece raro, pero no quema ni las paredes, ni el techo, como si no lo tocara.
Blande un movimiento con el filo de su arma, de abajo arriba, lanzando una onda. Esta vez no es solo una onda a muy poca velocidad, sino que aparte de ser cortante, está imbuida en llamas a 150ºC. La onda mide cinco metros de arriba abajo, corta a 9’5 en escala de Mohs y está imbuida en fuego. Parece raro, pero no quema ni las paredes, ni el techo, como si no lo tocara.
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Esa cabrona volvió a parar su ataque como si nada. El castaño entonces mostró una sonrisa calmada, pillando uno de sus cigarros, y llevándoselo a la boca. Con su mechero lo encendió en poco tiempo, soltando una calada al hacerlo. En ese momento sus ojos se clavaron en los de ella. De verdad que era hermosa. La terrible onda de cortante que formó, avanzó hacia él. Los ojos del agente se entrecerraron despacio. Lo primero que hizo fue quedarse los planos. – Si me veo en apuros los quemo, que lo sepas. – Dijo divertido mientras observaba la lenta onda.
Sin previo aviso, corrió por ella. Saltando a un lado de forma elegante cuando ya casi estaba encima. Esta vez si la había notado, sobre todo cuando se dio cuenta de que no tenía mano izquierda. Se la había cortado por encima de la muñeca unos cinco centímetros. El CP no gritó, contuvo todo el dolor mirando a aquella mujer a los ojos. – Mi nombre es Castor Troy. El peor agente del gobierno, y el capullo más cachondo que puedas conocer. – Mencionó mientras sentía el mayor de los escozores en dónde debía estar su mano. Por suerte el fuego había cauterizado la herida. Entonces, el asesino sonrió de lado colocándose en pie, mirando a la rubia a los ojos. – No soy un héroe, tampoco un criminal. Pero estoy seguro, de que en mi viaje, no encontraré a otra mujer más hermosa que tú. – Dijo de repente, soltando otra calada de humo.
El castaño miró a la mujer, con el puñal de kairouseki en su única mano. No tardó mucho en besar el escudo del gobierno que su arma poseía. – Lo lamento, Kus. Pero no podré irme de putas contigo. Esta noche voy a cenar ¡EN EL INFIERNO! – Gritó de repente mientras sonreía de lado. El agente activó el kamisori a toda velocidad, tratando de clavar su puñal en el cuello de aquella mujer, formando pinchos de plata en sus piernas, e intentando atravesarla completamente, usando el haki armadura. – ¡Estoy listo! ¡Listo para el viaje, baby! – Gritó mientras usaba toda su fuerza en su seguramente último ataque.
Sin previo aviso, corrió por ella. Saltando a un lado de forma elegante cuando ya casi estaba encima. Esta vez si la había notado, sobre todo cuando se dio cuenta de que no tenía mano izquierda. Se la había cortado por encima de la muñeca unos cinco centímetros. El CP no gritó, contuvo todo el dolor mirando a aquella mujer a los ojos. – Mi nombre es Castor Troy. El peor agente del gobierno, y el capullo más cachondo que puedas conocer. – Mencionó mientras sentía el mayor de los escozores en dónde debía estar su mano. Por suerte el fuego había cauterizado la herida. Entonces, el asesino sonrió de lado colocándose en pie, mirando a la rubia a los ojos. – No soy un héroe, tampoco un criminal. Pero estoy seguro, de que en mi viaje, no encontraré a otra mujer más hermosa que tú. – Dijo de repente, soltando otra calada de humo.
El castaño miró a la mujer, con el puñal de kairouseki en su única mano. No tardó mucho en besar el escudo del gobierno que su arma poseía. – Lo lamento, Kus. Pero no podré irme de putas contigo. Esta noche voy a cenar ¡EN EL INFIERNO! – Gritó de repente mientras sonreía de lado. El agente activó el kamisori a toda velocidad, tratando de clavar su puñal en el cuello de aquella mujer, formando pinchos de plata en sus piernas, e intentando atravesarla completamente, usando el haki armadura. – ¡Estoy listo! ¡Listo para el viaje, baby! – Gritó mientras usaba toda su fuerza en su seguramente último ataque.
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-Aún no es tu final. – Dice por un momento. De su frente surge un cuerno dorado, un aura vari color generalmente rosa la rodea por completo. De nuevo consigue parar la daga con su katana, pero los pinchos de plata consiguen atravesarla. Vuelve a desaparecer para aparecer en la otra punta. De pronto un arcoíris rosa envuelve su cuerpo, curando las heridas que posee. - ¿Sabes que hay mejor que una logia? – Pregunta retórica. – Una mitológica. – De pronto comienza a mover su katana a su alrededor, lanzando pequeñas y diminutas ondas cortantes imbuidas en haki armadura nivel 3. Son de apenas cinco centímetros, pero son muchas. No desea cortarte del todo, aún, tan sólo provocar pequeños cortes en tus extremidades y tu torso, sin llegar a atravesartes. Estas ondas son tan rápidas como una bala, y son decenas de ellas que van a puntos no vitales, pero dolorosos. – Sufre, Castor.
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La jodida rubia de nuevo esquivó al asesino, el cual quedó un poco impresionado ante sus palabras. Se dio la vuelta, mirándola de nuevo en la otra punta de la habitación. En ese instante se relamió despacio, corriendo hacia ella. Al parecer era usuaria de una fruta mitológica. El asesino entonces entrecerró los ojos. De repente, una oleada de espinas fue hacia él, hechas de energía cortante al parecer. El agente comenzó a recibirlas por todo el cuerpo, usando el tekkai, y tratando de resistir. En un último movimiento defensivo, interpuso su brazo derecho, clavándose una cantidad asombrosa en él. El loco quedó de rodillas frente a la mujer, escupiendo un poco de sangre. Sus ojos se abrieron entonces, clavándose en los de ella. – ¿Sufrir? ¡Esto es la bomba! – Dijo alzando la voz entonces. Una pequeña carcajada salió de la boca del CP.
Castor sintió que no podía mover su brazo derecho. Entonces escupió el cigarro a un lado. Todo su torso y extremidades estaban llenas de cortes. El dolor era impresionante, y el escozor completamente inhumano. Pese a todo, el asesino continuaba aguantando entre risas. – ¡Eso es una gilipollez! ¡Issei es mi amigo! – Dijo comenzando a delirar. Entonces tomó el puñal de kairouseki con la boca, por la zona del mango. Una sonrisa se formó en su rostro. Sin pensárselo corrió con el soru de la mejor forma posible hacia la mujer, tratando de atravesarle el cuello de nuevo. No pensaba rendirse. Era un tío. Era un jodido hombre con dos cojones.
Castor sintió que no podía mover su brazo derecho. Entonces escupió el cigarro a un lado. Todo su torso y extremidades estaban llenas de cortes. El dolor era impresionante, y el escozor completamente inhumano. Pese a todo, el asesino continuaba aguantando entre risas. – ¡Eso es una gilipollez! ¡Issei es mi amigo! – Dijo comenzando a delirar. Entonces tomó el puñal de kairouseki con la boca, por la zona del mango. Una sonrisa se formó en su rostro. Sin pensárselo corrió con el soru de la mejor forma posible hacia la mujer, tratando de atravesarle el cuello de nuevo. No pensaba rendirse. Era un tío. Era un jodido hombre con dos cojones.
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Estás arrodillado ante la magistral belleza de esa mujer. Tal vez, la más bella del mundo. Tu muerte, Castor, te acecha, puedes ver una sombra a tu lado, un esqueleto con capa negra y capucha, con una hoz enorme entre sus manos. Parece sonreírte y entonces te abalanzas hacia aquella Venus. Con el cuchillo, chocas contra el filo de su gran katana, entonces tu arma es cortada. – Parece que aún no has aprendido, agente. – La mujer te lanza al suelo y se acerca a ti. Posa su pie sobre tu mejilla, clavándote el tacón imbuido en haki armadura de nivel tres. – Si no fueras un hombre, serías hermoso. – Suelta mientras aprieta poco a poco.
Carly parece sonreír, enseñándote su dentadura perfecta, su sonrisa perlada. Desde ahí abajo tienes una visión perfecta, al estar pisándote y en ropa interior, de encaje, puedes ver perfectamente sus otros labios, marcados. Al menos morirás peliz. Acerca la hoja de su katana a tu cuello, apoyando el filo en tu carne. - ¿Últimas palabras? – Dice con un tono dulce, erótico. Parece estar a punto de cortarte, de separar la cabeza de tu cuerpo. – Por cierto, se me olvidaba, esto es mío. – Dice mientras se agacha y agarra el pergamino. Parece estar algo desgastado. Al agacharse, puedes verle claramente su gran escote, su voluminoso cuerpo te está llamando, pero parece que estás incapacitado. Un pequeño y ligero corte es lo que te hace en el cuello, para nada profundo, tan sólo ha cortado una fina capa de piel. Comienza tu cuerpo a entumecerse, parece que la hoja está envenenada. Pierdes la visión, no ves nada más. – Esperemos que no sufras mucho más, dentro de poco, estarás muerto.
Carly parece sonreír, enseñándote su dentadura perfecta, su sonrisa perlada. Desde ahí abajo tienes una visión perfecta, al estar pisándote y en ropa interior, de encaje, puedes ver perfectamente sus otros labios, marcados. Al menos morirás peliz. Acerca la hoja de su katana a tu cuello, apoyando el filo en tu carne. - ¿Últimas palabras? – Dice con un tono dulce, erótico. Parece estar a punto de cortarte, de separar la cabeza de tu cuerpo. – Por cierto, se me olvidaba, esto es mío. – Dice mientras se agacha y agarra el pergamino. Parece estar algo desgastado. Al agacharse, puedes verle claramente su gran escote, su voluminoso cuerpo te está llamando, pero parece que estás incapacitado. Un pequeño y ligero corte es lo que te hace en el cuello, para nada profundo, tan sólo ha cortado una fina capa de piel. Comienza tu cuerpo a entumecerse, parece que la hoja está envenenada. Pierdes la visión, no ves nada más. – Esperemos que no sufras mucho más, dentro de poco, estarás muerto.
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Akuma no mi
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¿Miedo? Ni de coña. El asesino no tardó en sentir el filo en su cuello, mientras que silbaba tranquilamente mirando la mayor de las bellezas. – ¿Últimas palabras? ¡Mor-de-¡ No mejor no. ¡Que puedo estar horas comiendo una perita! – Dice de forma siniestra mientras el tacón se le clava en la mejilla. Su mirada era totalmente siniestra, pareciendo un jodido lunático. No pensaba desistir hasta el último momento. Lo malo era el puto veneno. Pero cuando ella trató de tomar el pergamino, miró un momento su escote. El puto enfermo estaba como una cabra. Ya apenas veía nada. Su vista estaba totalmente nublada. Encima habían cortado su precioso puñal. – ¡Cuando mate al diablo, haré que te despidan! – Dijo cachondeándose. Hasta el último momento era Castor Troy.
Zombienrelleno
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Tus palabras parecen ser las últimas, tu voz ya no sale de cuerpo, parece que has gastado tu último aliento. Comienzas a escuchar un pitido en tus oídos, como si alguien hablase mal de ti. De pronto puedes escuchar una pequeña explosión, personas gritando y dejas de sentir tanto la katana, como el tacón de Carly. Puedes notar como el pergamino cae sobre tu pecho y comienzas a escuchar sonidos de espadas chocando. Un olor fuerte, fétido comienza a inundar la sala, no sientes nada, el veneno sigue afectándote y entonces, mueres.
Estás en un mundo extraño, todo está hecho de gelatina, mujeres en ropa interior corretean por aquel lugar. Son voluptuosas, sexys, preciosas. Todas se acercan a ti, comienzan a abrazarte. Estás tumbado bocabajo, semidesnudo, notas unas cálidas manos en tu espalda, masajeándote junto a un líquido viscoso y resbaladizo, brillante. Sí, estás muerto y estás en el cielo. La mujer se sienta sobre ti, te masajea los hombros, estás en un momento de éxtasis, pero…
Abres los ojos. Estás en el camarote, con las heridas cubiertas por vendas, el pergamino en tu única mano, tumbado. Ante ti está aquel marine extraño, soltando un olor repugnante. Parece ser que te ha salvado. No puedes moverte, sientes un dolor puntiagudo en cada rincón de tu cuerpo. – Al fin despertaste, CP. – Dijo serio mientras te ofrecía una especie de té. Amargo, picante, pero bueno para el cuerpo. – Carly va directa a NID, por cierto. Y gracias por recuperar este pergamino, tal vez sea más importante que la propia Carly. – Te explica. – Carly intentó emular a una de las armas legendarias y más poderosas del mundo, a Plutón. Tal vez ese pergamino no tenga los verdaderos planos de Plutón, pero el barco construido podría tener un poder sino tanto, semejante. Gracias.
As conseguido algo de vital importancia, han acabado con Carly y sus planes. Por suerte ahora el pergamino está en buenas manos. El marine te acerca un Den Den Mushi, tienes la oportunidad de ponerte en contacto con el jefe, o con algún puticlub.
Estás en un mundo extraño, todo está hecho de gelatina, mujeres en ropa interior corretean por aquel lugar. Son voluptuosas, sexys, preciosas. Todas se acercan a ti, comienzan a abrazarte. Estás tumbado bocabajo, semidesnudo, notas unas cálidas manos en tu espalda, masajeándote junto a un líquido viscoso y resbaladizo, brillante. Sí, estás muerto y estás en el cielo. La mujer se sienta sobre ti, te masajea los hombros, estás en un momento de éxtasis, pero…
Abres los ojos. Estás en el camarote, con las heridas cubiertas por vendas, el pergamino en tu única mano, tumbado. Ante ti está aquel marine extraño, soltando un olor repugnante. Parece ser que te ha salvado. No puedes moverte, sientes un dolor puntiagudo en cada rincón de tu cuerpo. – Al fin despertaste, CP. – Dijo serio mientras te ofrecía una especie de té. Amargo, picante, pero bueno para el cuerpo. – Carly va directa a NID, por cierto. Y gracias por recuperar este pergamino, tal vez sea más importante que la propia Carly. – Te explica. – Carly intentó emular a una de las armas legendarias y más poderosas del mundo, a Plutón. Tal vez ese pergamino no tenga los verdaderos planos de Plutón, pero el barco construido podría tener un poder sino tanto, semejante. Gracias.
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Entonces. – !Nos justo! !Yo ya era feliz! ¡Devolvedme al cielo cabrones! – Dijo el castaño con aquella taza de té en las manos. Miraba al marine con una sonrisa tranquila, estaba hecho mierda. De hecho, no sostenía el té con las manos, más bien con la mano derecha. Había perdido la izquierda, pero ahora se haría una mejor. El pobre asesino estaba verdaderamente hecho un asco. Sentía un enorme dolor de cabeza. De hecho, pensaba haberse librado del infierno. Estaba debatiendo entre morirse e irse con las chicas o quedarse un poco más. Aissh el puticlid de Arabasta, era precioso y por ello estaba feliz. No pudo evitar sonreír de lado.
El loco entonces tomó el den mushi. – A tomar por culo el jefe, primero al puticlud. Dijo de forma feliz marcando en realidad el número de su superior. Le iba a informar antes de nada. – ¡Viva el puto gobierno! ¡Misión cumplida! – Una vez dijo eso, colgó. Ahora si era el delicioso momento que estaba esperando. Miró al marine con una sonrisa, pero de repente vio lo de su mano. entonces decidió que era mejor irse primero a la base. Exigiría una mano nueva y mucho mejor. Había perdido su puñal, pero no pasaba nada, era feliz.
El loco entonces tomó el den mushi. – A tomar por culo el jefe, primero al puticlud. Dijo de forma feliz marcando en realidad el número de su superior. Le iba a informar antes de nada. – ¡Viva el puto gobierno! ¡Misión cumplida! – Una vez dijo eso, colgó. Ahora si era el delicioso momento que estaba esperando. Miró al marine con una sonrisa, pero de repente vio lo de su mano. entonces decidió que era mejor irse primero a la base. Exigiría una mano nueva y mucho mejor. Había perdido su puñal, pero no pasaba nada, era feliz.
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