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La cacerola voló tan solo a unos centímetros por encima de su cabeza y fue a estrellarse contra la pared del fondo del comedor. Platos, vasos y cubiertos volaban por doquier, todos ellos de plástico, pues en un lugar como aquel las vajillas normales no duraban ni dos días. Nadie sabía cómo había empezado la bronca y en realidad a nadie le importaba. En el G-5 las guerras de comida eran algo común, aunque solían ser bastante más bestias de lo normal pues incluían lanzamiento de cubiertos, de sopa hirviendo e incluso de los propios compañeros de armas.
Y en medio de aquel insólito caos se encontraba Kodama. El Roble comía tranquilamente, más por integrarse en el grupo que por verdadera necesidad de comer, pero no lograba entender la costumbre humana de lanzarse cosas a la cabeza. ¿Acaso aquella gente no comía? Porque en los días que había pasado allí no había habido una sola comida que hubiera transcurrido de forma pacífica, y tras las trifulcas no quedaba casi nada en ninguno de los platos. Quizás se alimentasen de la comida que volaba por la sala, cazándola al vuelo con la boca. En cualquier caso, el árbol no participaba y trataba de no llamar la atención sobre sí mismo de forma innecesaria, pues el éxito de su misión radicaba en pasar desapercibido. Su trabajo consistía en encontrar a un topo, un marine que vendía información de la base la mejor postor, y para ello le habían infiltrado en el G-5.
Kodama iba vestido como cualquier otro marine de bajo rango, con una gorra con la que intentaba tapar las hojas que formaban su cabellera. Se hacía pasar por humano, lo cual no era un gran plan teniendo en cuenta que su cuerpo era de madera, pero hasta el momento nadie le había descubierto. Seguía atrayendo miradas de extrañeza pero su tapadera estaba intacta. Se hacía llamar Johny Chan, un marine que provenía del East Blue y que habían enviado al Nuevo Mundo como parte de un programa de intercambio. Para ganarse la confianza de sus nuevos compañeros había empezado a hablar tal y como hablaban los humanos, o al menos de la forma en que él lo percibía: sonriendo siempre, chillando mucho y usando solo frases cortas.
-¡Hola, soy Johny Chan! -le decía a todo el que se cruzaba para así ganarse la simpatía de la base.
De repente, un tenedor se clavó en la frente de Kodama y algunos marines se detuvieron creyendo que le habrían causado daños graves. El hombre-árbol se limitó a sonreír y sacarse el tenedor de golpe. Luego lo dejó a un lado y les hizo una seña con los pulgares hacia arriba para indicar que estaba bien.
"Si, señor", pensaba. "Esto marcha bien".
Y en medio de aquel insólito caos se encontraba Kodama. El Roble comía tranquilamente, más por integrarse en el grupo que por verdadera necesidad de comer, pero no lograba entender la costumbre humana de lanzarse cosas a la cabeza. ¿Acaso aquella gente no comía? Porque en los días que había pasado allí no había habido una sola comida que hubiera transcurrido de forma pacífica, y tras las trifulcas no quedaba casi nada en ninguno de los platos. Quizás se alimentasen de la comida que volaba por la sala, cazándola al vuelo con la boca. En cualquier caso, el árbol no participaba y trataba de no llamar la atención sobre sí mismo de forma innecesaria, pues el éxito de su misión radicaba en pasar desapercibido. Su trabajo consistía en encontrar a un topo, un marine que vendía información de la base la mejor postor, y para ello le habían infiltrado en el G-5.
Kodama iba vestido como cualquier otro marine de bajo rango, con una gorra con la que intentaba tapar las hojas que formaban su cabellera. Se hacía pasar por humano, lo cual no era un gran plan teniendo en cuenta que su cuerpo era de madera, pero hasta el momento nadie le había descubierto. Seguía atrayendo miradas de extrañeza pero su tapadera estaba intacta. Se hacía llamar Johny Chan, un marine que provenía del East Blue y que habían enviado al Nuevo Mundo como parte de un programa de intercambio. Para ganarse la confianza de sus nuevos compañeros había empezado a hablar tal y como hablaban los humanos, o al menos de la forma en que él lo percibía: sonriendo siempre, chillando mucho y usando solo frases cortas.
-¡Hola, soy Johny Chan! -le decía a todo el que se cruzaba para así ganarse la simpatía de la base.
De repente, un tenedor se clavó en la frente de Kodama y algunos marines se detuvieron creyendo que le habrían causado daños graves. El hombre-árbol se limitó a sonreír y sacarse el tenedor de golpe. Luego lo dejó a un lado y les hizo una seña con los pulgares hacia arriba para indicar que estaba bien.
"Si, señor", pensaba. "Esto marcha bien".
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Había llegado a mi destino y aunque deseaba llegar, la travesía me había dejado un humor de perros. Llevaba varios días embarcado con un grupo de marines que eran enviados al G-5. El principio del viaje fue tranquilo, incluso ameno podría decirse, pero todo se torció cuando en una tormenta se estropearon parte de las provisiones y hubo que recortar las raciones de comida y bebida. Las tensiones entre los marines crecían según pasaban los días, hasta yo estuve a punto de perder el control un par de veces pero la determinación de cumplir con éxito mi primera misión como CP6 consiguió amainar cualquier impulso que pudiese hacerme destacar entre todos ellos.
Había estado recopilando información de los que más sospechosos parecían, todos eran marines o eso decían ser, pero sus comportamientos dejaban mucho que desear cómo referentes de la ley. Mi trabajo no consistía en eso, sino en intentar identificar a unos infiltrados que ya estaban en la base e intentar identificarlos, pero había hecho la recogida de información tanto como ejercicio mental, como para entretenerme y no volverme loco en el trayecto.
Desembarcamos todo el grupo y todo el mundo parecía ansiosos por llegar. Iba vestido como un marine más y eso me hacía sentir algo incómodo. Normalmente los marines y los miembros del CP no se llevaban bien, había una especie de rivalidad interna entre la mayoría de los integrantes, incluso escuché varios chistes en el transcurso que hacían referencia a la agencia, aunque siempre había otros tipos de caso. Yo mismamente era uno de los casos, puesto que mis más cercanos eran marines y mis relaciones con otros agentes se habían desarrollado de otra manera, aunque por eso no me parecía más cómodo este estúpido uniforme.
Al pensar sobre el tema no pude evitar recordar a un compañero que tuve, que a pesar de salvarme la vida había resultado no ser de la agencia causando un revuelo interior tanto dentro del mismo CP como para mí, moralmente hablando, pero no era momento para distraerme con eso.
Estábamos entrando todos en la base para ser presentados cómo nuevos integrantes de la base, pero al parecer habíamos llegado a la hora de la comida y seguro que a nuestros nuevos “compañeros” no les haría mucha gracia que se la estropeáramos, aunque en verdad no me importaba mucho, sólo me centraba en el nuevo nombre que tenía que usar cuando se dirigieran a mí. Ahora era un marine llamado Yakato Toshi y estaba deseando unirme a las filas del G-5.
Había estado recopilando información de los que más sospechosos parecían, todos eran marines o eso decían ser, pero sus comportamientos dejaban mucho que desear cómo referentes de la ley. Mi trabajo no consistía en eso, sino en intentar identificar a unos infiltrados que ya estaban en la base e intentar identificarlos, pero había hecho la recogida de información tanto como ejercicio mental, como para entretenerme y no volverme loco en el trayecto.
Desembarcamos todo el grupo y todo el mundo parecía ansiosos por llegar. Iba vestido como un marine más y eso me hacía sentir algo incómodo. Normalmente los marines y los miembros del CP no se llevaban bien, había una especie de rivalidad interna entre la mayoría de los integrantes, incluso escuché varios chistes en el transcurso que hacían referencia a la agencia, aunque siempre había otros tipos de caso. Yo mismamente era uno de los casos, puesto que mis más cercanos eran marines y mis relaciones con otros agentes se habían desarrollado de otra manera, aunque por eso no me parecía más cómodo este estúpido uniforme.
Al pensar sobre el tema no pude evitar recordar a un compañero que tuve, que a pesar de salvarme la vida había resultado no ser de la agencia causando un revuelo interior tanto dentro del mismo CP como para mí, moralmente hablando, pero no era momento para distraerme con eso.
Estábamos entrando todos en la base para ser presentados cómo nuevos integrantes de la base, pero al parecer habíamos llegado a la hora de la comida y seguro que a nuestros nuevos “compañeros” no les haría mucha gracia que se la estropeáramos, aunque en verdad no me importaba mucho, sólo me centraba en el nuevo nombre que tenía que usar cuando se dirigieran a mí. Ahora era un marine llamado Yakato Toshi y estaba deseando unirme a las filas del G-5.
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Kodama estudió con atención a los recién llegados. Según la información de la que disponía, un agente del Cipher Pol se encontraba también infiltrado en ese grupo para ayudarle en su misión. Esa gente era bastante más experimentada que él en esas lides, así que confiaba en que le resultase de ayuda. El grupo parecía bastante normal, menos por un tipo que se estaba comiendo un trozo de salchicha del suelo, pero creía haber reconocido al agente oculto. Se levantó y se acercó a él sin levantar sospechas.
-¡Johny Chan va al baño, chicos! -exclamó. "Ni una sospecha..." pensó, contento porque parecer un humano se le daba cada vez mejor.
Se aproximó al grupo y cogió al agente por la cintura para llevárselo aparte y poder hablar sin que nadie les escuchara.
-Soy el Capitán Kodama, seré tu compañero en esta misión. Creo que estoy cerca de encontrar al objetivo pero todavía tengo dudas con varios posibles sospechosos. Necesitaré de tus habilidades para descartar a los inocentes. Intenta colarte en el despacho del oficial superior y encontrar los archivos del personal, pero solo los trapos sucios. Esa clase de cosas que no haya revelado a los altos mandos. Yo causaré una distracción para que puedas hacerlo y...
-¿Pero qué dices? -le interrumpió el marine mirándole sin entender nada-. ¿Qué dices de una misión? ¿Quién demonios eres tú?
Kodama se quedó mirándolo fijamente unos segundos. Luego recordó que le habían dado una foto del que sería su compañero, la sacó y le echó un largo vistazo. Lo cierto era que no coincidía para nada con el tipo con el que estaba hablando.
-Oh, vale olvídalo -dijo sin más. Y luego volvió a su papel-. Johny Chan solo bromeaba -exclamó sonriente.
El Roble se acercó esta vez sí al agente verdadero y se lo llevó a un lado. Pero esta vez decidió ser más precavido.
-¡Hola, soy Johny Chan! -se presentó con un tono de voz innecesariamente alto.
-¡Johny Chan va al baño, chicos! -exclamó. "Ni una sospecha..." pensó, contento porque parecer un humano se le daba cada vez mejor.
Se aproximó al grupo y cogió al agente por la cintura para llevárselo aparte y poder hablar sin que nadie les escuchara.
-Soy el Capitán Kodama, seré tu compañero en esta misión. Creo que estoy cerca de encontrar al objetivo pero todavía tengo dudas con varios posibles sospechosos. Necesitaré de tus habilidades para descartar a los inocentes. Intenta colarte en el despacho del oficial superior y encontrar los archivos del personal, pero solo los trapos sucios. Esa clase de cosas que no haya revelado a los altos mandos. Yo causaré una distracción para que puedas hacerlo y...
-¿Pero qué dices? -le interrumpió el marine mirándole sin entender nada-. ¿Qué dices de una misión? ¿Quién demonios eres tú?
Kodama se quedó mirándolo fijamente unos segundos. Luego recordó que le habían dado una foto del que sería su compañero, la sacó y le echó un largo vistazo. Lo cierto era que no coincidía para nada con el tipo con el que estaba hablando.
-Oh, vale olvídalo -dijo sin más. Y luego volvió a su papel-. Johny Chan solo bromeaba -exclamó sonriente.
El Roble se acercó esta vez sí al agente verdadero y se lo llevó a un lado. Pero esta vez decidió ser más precavido.
-¡Hola, soy Johny Chan! -se presentó con un tono de voz innecesariamente alto.
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Nos pusimos todos en fila para ser presentados ante la compañía. Había un oficial que nos iba nombrando uno a uno para que nos fuésemos cuadrando según escuchábamos nuestro nombre. Aproveché para mirar a los ya integrantes de la compañía y comencé a fijarme en ellos. Estaba buscando a alguien en concreto. Según mis papeles ya había un marine en la tarea y tenía que hacer equipo con él para completar la misión. Al parecer no tendría que tener problemas en reconocer al tipo, puesto que según mis papeles se llamaba Kodama y era un hombre alto con una piel característica, pregunté por lo de la piel y sólo conseguí un "no tiene perdida" como respuesta. La verdad es que pensaba en alguien con alguna especie de soriasis o algo así, quizás incluso alguna quemadura, pero no veía a nadie que cuadrase exactamente con la descripción.
Las prensentaciones acabaron y la gente comenzó a entremezclarse. Estuve merodeando por distintos grupos en busca de alguna pista, ya fuese de mi compañero o del topo. Tras pocos minutos observé una escena un tanto peculiar, aunque estaba a distancia sólo puder ver como un tipo grande de piel oscura se llevaba a uno de los nuevos reclutas. Al parecer no tuvieron que entenderse, porque el joven pasó a escasos metros de mí tras hablar con el tipo farfullando algo sobre que raros eran los tipos del G-5. Estuve un rato mirando más al joven dirigirse a un grupito de los nuevos integrantes cuando al girarme me encontré al tipo de piel oscura.
Nada más verlo de cerca supe que él iba a ser mi nuevo compañero, porque lo que al principio tomé como piel oscura ahora lo reconocí dándome cuenta que su piel era corteza de árbol. Me encantan las plantas y sé algo de ellas, tengo conocimientos de botánica y eso sin duda era corteza arbórea, lo que no sabía de que tipo y no pude pensar más en ello puesto que el tipo me llevó a parte.
Se presentó como un tal Johny y eso al principio me hizo dudar. Pero sabía que tenía que ser él, por muchos otros que viese seguro que nadie sería parecido.
- Encantado Kodama, soy Tobías. - dije amablemente para que supiera quien era.- Aunque aquí llámame Yakato. - terminé para que el solo atase cabos.- ¿Tienes alguna idea por dónde empezar? Todavía no conozco la base.
Las prensentaciones acabaron y la gente comenzó a entremezclarse. Estuve merodeando por distintos grupos en busca de alguna pista, ya fuese de mi compañero o del topo. Tras pocos minutos observé una escena un tanto peculiar, aunque estaba a distancia sólo puder ver como un tipo grande de piel oscura se llevaba a uno de los nuevos reclutas. Al parecer no tuvieron que entenderse, porque el joven pasó a escasos metros de mí tras hablar con el tipo farfullando algo sobre que raros eran los tipos del G-5. Estuve un rato mirando más al joven dirigirse a un grupito de los nuevos integrantes cuando al girarme me encontré al tipo de piel oscura.
Nada más verlo de cerca supe que él iba a ser mi nuevo compañero, porque lo que al principio tomé como piel oscura ahora lo reconocí dándome cuenta que su piel era corteza de árbol. Me encantan las plantas y sé algo de ellas, tengo conocimientos de botánica y eso sin duda era corteza arbórea, lo que no sabía de que tipo y no pude pensar más en ello puesto que el tipo me llevó a parte.
Se presentó como un tal Johny y eso al principio me hizo dudar. Pero sabía que tenía que ser él, por muchos otros que viese seguro que nadie sería parecido.
- Encantado Kodama, soy Tobías. - dije amablemente para que supiera quien era.- Aunque aquí llámame Yakato. - terminé para que el solo atase cabos.- ¿Tienes alguna idea por dónde empezar? Todavía no conozco la base.
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Parecía haber acertado esta vez. El agente en cuestión era muy joven, parecía casi un niño, aunque teniendo en cuenta su edad a Kodama todos los humanos le parecían jóvenes. Además le reconoció enseguida, por lo que sin duda debía de tratarse del compañero asignado. Esperaba que estuviera a la altura de las circunstancias. Lo arrastró sin compasión por un pasillo hasta un almacén vacío
-Uff, es agotador esto de fingir ser un humano -dijo Kodama cuando por fin estuvieron solos. Se quitó la gorra por primera vez desde que había llegado a la base y dejó que las hojas de su cabeza absorbieran la luz solar que entraba por la única ventana del almacén-. Encantado, muchacho. Espero que sepas lo que haces. Llevo aquí infiltrado un tiempo y me he hecho una idea de la clase de gente que trabaja y vive en la base. Gracias a una intrincada identidad falsa y totalmente humana he podido pasar desapercibido...
En ese momento alguien abrió la puerta de golpe. Se trataba de un cocinero que seguramente habría ido a buscar algo para alimentar a los nuevos marines. El hombre se quedó mirando a Kodama, y lo que vio fue a un tipo que parecía ser, y de hecho era, de madera, de tres metros de altura y con hojas en lugar de pelo. Antes de que pudiera reaccionar, Kodama se colocó de nuevo la gorra y, como si nada hubiera pasado, saludó al marine.
-¡Hola, soy Johny Chan! -dijo mientras cerraba la puerta de un manotazo, dejando fuera al perplejo cocinero-. En fin, ¿por dónde iba? -preguntó para sí mismo antes de volver a dirigirse al tal Tobías-. Ah, si, ya sé... Ahora mismo barajo tres posibles sospechosos. Eileen, apodada "la Sospechosa", Marco "el Matamarines" y Traidor "el Traidor Traicionero". Cualquiera de los tres podría ser el topo, así que debemos vigilarlos en todo momento. Además, esta gente es muy conflictiva, así que sin duda su oficial superior tendrá informes sobre ellos que no habrá querido enviar a los altos mandos. De lo contrario, seguramente habrían tomado medidas. Yo vigilaré a Eileen, mañana me toca guardia con ella; tú encárgate de observar los movimientos de los otros dos si es que puedes. Nos reuniremos otra vez mañana por la noche.
Kodama abrió la puerta y se cuidó de que no hubiese nadie fuera. Luego salió y se despidió de Tobías tras desearle buena suerte.
-Uff, es agotador esto de fingir ser un humano -dijo Kodama cuando por fin estuvieron solos. Se quitó la gorra por primera vez desde que había llegado a la base y dejó que las hojas de su cabeza absorbieran la luz solar que entraba por la única ventana del almacén-. Encantado, muchacho. Espero que sepas lo que haces. Llevo aquí infiltrado un tiempo y me he hecho una idea de la clase de gente que trabaja y vive en la base. Gracias a una intrincada identidad falsa y totalmente humana he podido pasar desapercibido...
En ese momento alguien abrió la puerta de golpe. Se trataba de un cocinero que seguramente habría ido a buscar algo para alimentar a los nuevos marines. El hombre se quedó mirando a Kodama, y lo que vio fue a un tipo que parecía ser, y de hecho era, de madera, de tres metros de altura y con hojas en lugar de pelo. Antes de que pudiera reaccionar, Kodama se colocó de nuevo la gorra y, como si nada hubiera pasado, saludó al marine.
-¡Hola, soy Johny Chan! -dijo mientras cerraba la puerta de un manotazo, dejando fuera al perplejo cocinero-. En fin, ¿por dónde iba? -preguntó para sí mismo antes de volver a dirigirse al tal Tobías-. Ah, si, ya sé... Ahora mismo barajo tres posibles sospechosos. Eileen, apodada "la Sospechosa", Marco "el Matamarines" y Traidor "el Traidor Traicionero". Cualquiera de los tres podría ser el topo, así que debemos vigilarlos en todo momento. Además, esta gente es muy conflictiva, así que sin duda su oficial superior tendrá informes sobre ellos que no habrá querido enviar a los altos mandos. De lo contrario, seguramente habrían tomado medidas. Yo vigilaré a Eileen, mañana me toca guardia con ella; tú encárgate de observar los movimientos de los otros dos si es que puedes. Nos reuniremos otra vez mañana por la noche.
Kodama abrió la puerta y se cuidó de que no hubiese nadie fuera. Luego salió y se despidió de Tobías tras desearle buena suerte.
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El hombretón me llevó por unos pasillos vacíos hasta llegar a una especie de almacén. Me fijé que parecía usado para guardar sacos de harina y otras cosas, pero de repente toda mi atención se la llevó mi compañero. Ya no era sólo por su comentario, sino que al quitarse la gorra dejó a la vista su cabeza, tenía toda la cabeza repleta de hojas. Era como mirar a un árbol con algunas facciones humanas, pero éste hablaba. Terminó de presentarse y me contó que ya llevaba tiempo infiltrado haciéndose pasar por humano y que ya tenía idea de cómo funcionaban las cosas. Yo no podía creer que nadie se hubiera percatado, pero no fui capaz de replicárselo. Tenía demasiada curiosidad por otras cosas.
Mil preguntas inundaron mi cabeza, eran tantas que no fuí capaz de formular ninguna de ellas con la suficiente rapidez, puesto que otro marine nos interrumpió. Mi compañero intentó taparse a tiempo, pero dudaba de que hubiese sido a tiempo aunque Kodama después de saludarle le cerró la puerta en las narices. - ¿De verdad nadie había descubierto que era un árbol? - pensé mientras el gigantón volvía a hablar.
El hombre-árbol, ¿o era árbol-hombre?, me informó de que había tres sospechosos de ser nuestro hombre, aunque uno de ellos era mujer. No pude evitar pensar que con dichos motes todos se merecían ser detenidos o mínimo investigados. Kodama poco más dijo antes de marcharse sin dejarme mediar palabra, sólo que él se encargaba de la mujer y a mí me tocaba los otros dos.
Desde luego el tipo era bastante peculiar y ni siquiera me dijo ninguna pista de sus apariencias o algo que ayudara a encontrarlos, pero por lo menos sabía sus nombres aunque no fuese mucho, tenía por donde empezar si decidía seguir las palabras del hombre-árbol. Al fin y al cabo éramos compañeros y no su subordinado, pero salí del almacén pensando en que hacer. Cuando llegé otra vez al grupo de personas, decidí que hacer.
Como había quedado con Kodama para la noche siguiente yo esperaría a esta noche para intentar colarme en la oficina del superior. Pensaba saltarme el paso de seguir a algunos de ellos y hice más caso a la información que dió sobre unos informes. Confiaba en mis habilidades y decidí que el día lo dedicaría a estudiar al oficial y ver alguno de sus hábitos, pero eso sí, ahora tocaba mimetizarme entre mis compañeros y no parecer un rarito solitario, asique me junté con el primer grupo de nuevos reclutas que ví.
Mil preguntas inundaron mi cabeza, eran tantas que no fuí capaz de formular ninguna de ellas con la suficiente rapidez, puesto que otro marine nos interrumpió. Mi compañero intentó taparse a tiempo, pero dudaba de que hubiese sido a tiempo aunque Kodama después de saludarle le cerró la puerta en las narices. - ¿De verdad nadie había descubierto que era un árbol? - pensé mientras el gigantón volvía a hablar.
El hombre-árbol, ¿o era árbol-hombre?, me informó de que había tres sospechosos de ser nuestro hombre, aunque uno de ellos era mujer. No pude evitar pensar que con dichos motes todos se merecían ser detenidos o mínimo investigados. Kodama poco más dijo antes de marcharse sin dejarme mediar palabra, sólo que él se encargaba de la mujer y a mí me tocaba los otros dos.
Desde luego el tipo era bastante peculiar y ni siquiera me dijo ninguna pista de sus apariencias o algo que ayudara a encontrarlos, pero por lo menos sabía sus nombres aunque no fuese mucho, tenía por donde empezar si decidía seguir las palabras del hombre-árbol. Al fin y al cabo éramos compañeros y no su subordinado, pero salí del almacén pensando en que hacer. Cuando llegé otra vez al grupo de personas, decidí que hacer.
Como había quedado con Kodama para la noche siguiente yo esperaría a esta noche para intentar colarme en la oficina del superior. Pensaba saltarme el paso de seguir a algunos de ellos y hice más caso a la información que dió sobre unos informes. Confiaba en mis habilidades y decidí que el día lo dedicaría a estudiar al oficial y ver alguno de sus hábitos, pero eso sí, ahora tocaba mimetizarme entre mis compañeros y no parecer un rarito solitario, asique me junté con el primer grupo de nuevos reclutas que ví.
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Kodama se acercó a Eileen "la Sospechosa", una mujer fuerte que le daba un poco de miedo. Tenía intimidada a la mitad de la base por culpa de su mal humor y su tendencia a disparar a la cabeza. Aquella mujer había pasado por seis bases de la Marina en diferentes mares durante su carrera, relativamente corta. Había sido siempre tan conflictiva que a sus superiores no les había quedado más remedio que trasladarla constantemente. Pero en el G-5 se sentía como en casa. Allí todos eran igual de conflictivos, era como un rincón donde se juntaba lo peor de la Marina. El motivo por el que había decidido vigilarla a ella no era solamente porque le tocara como compañera de guardia, además a los otros dos posibles sospechosos ya los había conocido al poco de llegar y no les había caído muy bien. El bueno de Johny Chan no había conseguido ganarse su confianza.
Kodama se acercó a la mujer marine, con quien tendría que vigilar la parte noreste de la base hasta el amanecer. Él no dormía jamás así que era un trabajo perfecto, pero por otra parte también se distraía con facilidad pensando en bosques y cosas así, así que se le escapaban muchas cosas. Pero Eileen siempre estaba alerta, siempre pendiente del más mínimo movimiento. Le habían apodado "la Sospechosa" porque estaba siempre tan tensa que parecía que estuviera tramando algo. Y a eso se aferraba Kodama.
-¡Hola, soy Johny Chan! -exclamó en voz muy alta al ponerse a su lado-. ¡Hoy nos toca guardia! -le dijo con una gran sonrisa. Tenía entendido que a los humanos les encandilaba una buena sonrisa, así que había decidido mostrar una en todo momento a pesar de que ya comenzase a resultarle agotador.
La mujer lo miró de arriba abajo con mucha calma, lo que teniendo en cuenta la altura del Roble le llevó un buen rato. Luego se fijó en el par de katanas que éste llevaba a la cintura y se llevó la mano a su espada instintivamente, como si esperase un ataque. No dijo nada, simplemente se limitó a saludarle con la cabeza y comenzar a hacer la ronda. Un rato después, Kodama decidió empezar a interrogarla, pero de una forma sutil, para que no pensase que sospechaba de ella.
-Qué buena noche para conspirar, ¿verdad? -dijo de repente. La mujer pareció tomárselo a mal y saltó sobre él, colocándole un cuchillo en la garganta.
-¿Qué dices? ¿Eres un traidor? ¿Porqué me dices eso? ¿Quién te envía? ¿Para quién trabajas? -exclamó, hablando tan rápido que él apenas la entendía.
-¡No soy un traidor! ¡No me envía nadie! ¡Johny Chan solo trabaja para Johny Chan! -exclamó Kodama, sin perder la sonrisa pero bastante inquieto por dentro. Esa mujer le daba pánico.
-Ah... bueno, vale -dijo Eileen sin parecer muy convencida. No dejaba de mirarle con suspicacia y se frotaba las manos mientras mascullaba cosas que no llegaba a entender. Realmente parecía que estuviese tramando algo; sin duda se había ganado el apodo a pulso.
Durante el resto de la guardia no logró sacarle una confesión y ni siquiera consiguió que le dijera nada sobre ella. Saltó sobre él otras dos veces más, cuando le preguntó por su vida personal y por lo que opinaba de los traidores a la Marina. No creía que hubiese notado nada raro en él, y estaba claro que esa Eileen tenía serios problemas de auto-control. Pero a pesa de todo Kodama no creía que fuese la culpable que buscaba, estaba convencido de ello.
"Una menos", pensó, "quedan dos".
Kodama se acercó a la mujer marine, con quien tendría que vigilar la parte noreste de la base hasta el amanecer. Él no dormía jamás así que era un trabajo perfecto, pero por otra parte también se distraía con facilidad pensando en bosques y cosas así, así que se le escapaban muchas cosas. Pero Eileen siempre estaba alerta, siempre pendiente del más mínimo movimiento. Le habían apodado "la Sospechosa" porque estaba siempre tan tensa que parecía que estuviera tramando algo. Y a eso se aferraba Kodama.
-¡Hola, soy Johny Chan! -exclamó en voz muy alta al ponerse a su lado-. ¡Hoy nos toca guardia! -le dijo con una gran sonrisa. Tenía entendido que a los humanos les encandilaba una buena sonrisa, así que había decidido mostrar una en todo momento a pesar de que ya comenzase a resultarle agotador.
La mujer lo miró de arriba abajo con mucha calma, lo que teniendo en cuenta la altura del Roble le llevó un buen rato. Luego se fijó en el par de katanas que éste llevaba a la cintura y se llevó la mano a su espada instintivamente, como si esperase un ataque. No dijo nada, simplemente se limitó a saludarle con la cabeza y comenzar a hacer la ronda. Un rato después, Kodama decidió empezar a interrogarla, pero de una forma sutil, para que no pensase que sospechaba de ella.
-Qué buena noche para conspirar, ¿verdad? -dijo de repente. La mujer pareció tomárselo a mal y saltó sobre él, colocándole un cuchillo en la garganta.
-¿Qué dices? ¿Eres un traidor? ¿Porqué me dices eso? ¿Quién te envía? ¿Para quién trabajas? -exclamó, hablando tan rápido que él apenas la entendía.
-¡No soy un traidor! ¡No me envía nadie! ¡Johny Chan solo trabaja para Johny Chan! -exclamó Kodama, sin perder la sonrisa pero bastante inquieto por dentro. Esa mujer le daba pánico.
-Ah... bueno, vale -dijo Eileen sin parecer muy convencida. No dejaba de mirarle con suspicacia y se frotaba las manos mientras mascullaba cosas que no llegaba a entender. Realmente parecía que estuviese tramando algo; sin duda se había ganado el apodo a pulso.
Durante el resto de la guardia no logró sacarle una confesión y ni siquiera consiguió que le dijera nada sobre ella. Saltó sobre él otras dos veces más, cuando le preguntó por su vida personal y por lo que opinaba de los traidores a la Marina. No creía que hubiese notado nada raro en él, y estaba claro que esa Eileen tenía serios problemas de auto-control. Pero a pesa de todo Kodama no creía que fuese la culpable que buscaba, estaba convencido de ello.
"Una menos", pensó, "quedan dos".
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Tras pasar rato entre viejos y nuevos reclutas no pude evitar pensar que no entendía como existía una compañía como aquella en la marina, estaba lleno de maleantes por todos lados y aunque la mayoría fueran gañanes del montón no dictaban para nada de dar buen ejemplo, pero no era yo quien tenía que juzgarlos. Cómo acabábamos de llegar y se notaba que no había mucha organización no tuve problemas para escabullirme y andar por ahí a placer, incluso me crucé con el supuesto Traidor "el Traidor Traicionero", pero no decidí seguirlo. Ya había estado hablando con algunos marines usando las técnicas adecuadas para que me informaran un poco de él, decían que había obtenido ese mote porque se dedicaba a engatusar a los jóvenes y nuevos reclutas engañándolos al cambiarles sus peores turnos por otros menores y cosas por el estilo, y aunque me parecía que tenía mucha cara no era problema mío, personalmente pensaba quedarme aquí lo justo y necesario.
Con el tal Marco "el Matamarines" no tuve suerte y eso que usé las mismas técnicas que antes, pero ésta vez parecía que ni las monedas ni el alcohol pudieron convencer a nadie, al parecer tenían un respeto raro hacia él, porque parecían que no hablaban más por miedo que por cariño. Tras no conseguir nada de ese sospechoso decidí intentar llevar a cabo lo que había planeado, pero del oficial no conseguí ni cruzarme con él asique tomé otra opción. Fui hacia las oficinas por donde pasaba el papeleo mientras pensaba alguna excusa para quedarme solo allí, pero no hizo falta.
Tras llamar varias veces a la puerta y ver que nadie contestaba comencé a pensar en cómo abrirla. Llevaba alguno de mis cuchillos y pensé en forzar la puerta para abrirla, aunque no sabía muy bien cómo hacerlo y seguro que dejaría marcas, pero no se me ocurría otra cosa y no sabía cuanto tiempo tardaría quien llevaba la oficina asique agarré el pomo de la puerta mientras me agachaba disimuladamente sacando uno de mis cuchillos cuando la puerta se abrió sola.
Se abrió hacia dentro con el típico chirrido de las bisagras sin aceite y entré sonriendo por no llorar. Había estado enredando pensando en cómo entrar cuando la puerta estaba abierta. El interior estaba completamente descolocado con papeles y carpetas por doquier, parecía que hacía tiempo que nadie organizaba allí. Estuve buscando durante minutos hasta que encontré lo que buscaba, era una especie de croquis de los oficiales en el cual se mostraban sus horarios más o menos indicados aunque no sabía si darle veracidad a ese documento. Estaba todo lleno de tachones y borrones donde se cambiaban las tareas y horas continuamente, daba la sensación de que allí cada uno hacía lo que quería cuando quería o por lo menos los oficiales. Busqué el horario de uno en concreto y me fijé en que ahora estaba de guardia con una tal Jasmine Douchan durante tres horas. Era el momento.
Fui andando lo más rápido que pude pero sin llamar la atención. Lo cierto es que todavía le quedaba una hora de guardia pero no conocía suficiente la base no quería tardar demasiado por si me perdía. Me llevó media hora encontrar el sitio y cuando por fin llegué creyendo que tenía tiempo de sobra me llevé una sorpresa. Estaba delante de la puerta del despacho dispuesto a comprobar si la suerte me acompañaba y la ésta estaba abierta cuando escuché unos gemidos del interior. Se escuchaba a una mujer gemir dentro del interior, era una especie de grito ahogado pero no parecía de dolor, sino más bien de todo lo contrario.
La situación torcía mi plan. Esperaba que el despacho estuviese vacío para colarme e intentar conseguir los documentos y no que estuviese ocupado como picadero. Personalmente no tendría problemas a esperar que acabase e intentarme colar cuando volviese a su cuarto, eso si volvía y no quedaba tan exhausto como para quedarse rendido, pero el caso era que yo tenía que volver dentro de una hora máximo a mis habitaciones y si no me encontraban allí podrían sospechar de mí asique tenía que idear algo y rápido.
Esperé unos minutos a estar seguro que el pasillo estuviese vacío para hacer saltar la alarma de incendios para acto seguido ocultarme en una papelera en mi estado líquido. Cualquiera que mirase sólo vería un montón de líquido de aspecto asqueroso y seguro que con la alarma puesta ni siquiera mirarían. Ahora sólo quedaba esperar y no fue demasiado porque minutos después salieron del despacho un hombre y una mujer medio desvestidos con pinta de acalorados. No entendí bien que decía el hombre porque los chillidos de la mujer los superaba aunque escuché algo parecido al patíbulo. Muchas personas pasaron gritando despavoridas mientras otras pasaban riéndose porque se habían librado de las guardias y otras tareas mientras yo comenzaba a desesperar porque no paraban de pasar gente aunque pensándolo bien ya no tenía que volver, seguro que había un protocolo para éstos casos y con el revuelo no seré el único en pasar desapercibido.
Ya una vez desierto el pasillo entré en el despacho. Estaba también muy desordenado aunque el escritorio estaba impoluto. No había ni polvo en ella, parecía como si la acabasen de limpiar. Encontré una especie de fichero en el cual había varios informes de muchos nombres, pero colocados sin ningún orden aparente. Estuve buscando lo que me parecieron horas leyendo un informe tras otro en busca de los nombres de los supuestos sospechosos hasta que los encontré y aparte me quedé un par de ellos más que me parecieron dignos de mirar más lentamente. Me iba a poner a leer el informe de Marco “El Matamarines” cuando un ruido en la puerta escuché y haciendo gala de mis reflejos y rapidez me oculté debajo del escritorio.
- Mierda, mierda, mierda. – pensé. ¿Quién podía ser si se suponía que todo el mundo tenía que estar reunido en el punto de encuentro? Desde luego me podía poner en un aprieto, aunque si me veía forzado volvería a volverme a estado líquido y rezando para que no me vieran.
Con el tal Marco "el Matamarines" no tuve suerte y eso que usé las mismas técnicas que antes, pero ésta vez parecía que ni las monedas ni el alcohol pudieron convencer a nadie, al parecer tenían un respeto raro hacia él, porque parecían que no hablaban más por miedo que por cariño. Tras no conseguir nada de ese sospechoso decidí intentar llevar a cabo lo que había planeado, pero del oficial no conseguí ni cruzarme con él asique tomé otra opción. Fui hacia las oficinas por donde pasaba el papeleo mientras pensaba alguna excusa para quedarme solo allí, pero no hizo falta.
Tras llamar varias veces a la puerta y ver que nadie contestaba comencé a pensar en cómo abrirla. Llevaba alguno de mis cuchillos y pensé en forzar la puerta para abrirla, aunque no sabía muy bien cómo hacerlo y seguro que dejaría marcas, pero no se me ocurría otra cosa y no sabía cuanto tiempo tardaría quien llevaba la oficina asique agarré el pomo de la puerta mientras me agachaba disimuladamente sacando uno de mis cuchillos cuando la puerta se abrió sola.
Se abrió hacia dentro con el típico chirrido de las bisagras sin aceite y entré sonriendo por no llorar. Había estado enredando pensando en cómo entrar cuando la puerta estaba abierta. El interior estaba completamente descolocado con papeles y carpetas por doquier, parecía que hacía tiempo que nadie organizaba allí. Estuve buscando durante minutos hasta que encontré lo que buscaba, era una especie de croquis de los oficiales en el cual se mostraban sus horarios más o menos indicados aunque no sabía si darle veracidad a ese documento. Estaba todo lleno de tachones y borrones donde se cambiaban las tareas y horas continuamente, daba la sensación de que allí cada uno hacía lo que quería cuando quería o por lo menos los oficiales. Busqué el horario de uno en concreto y me fijé en que ahora estaba de guardia con una tal Jasmine Douchan durante tres horas. Era el momento.
Fui andando lo más rápido que pude pero sin llamar la atención. Lo cierto es que todavía le quedaba una hora de guardia pero no conocía suficiente la base no quería tardar demasiado por si me perdía. Me llevó media hora encontrar el sitio y cuando por fin llegué creyendo que tenía tiempo de sobra me llevé una sorpresa. Estaba delante de la puerta del despacho dispuesto a comprobar si la suerte me acompañaba y la ésta estaba abierta cuando escuché unos gemidos del interior. Se escuchaba a una mujer gemir dentro del interior, era una especie de grito ahogado pero no parecía de dolor, sino más bien de todo lo contrario.
La situación torcía mi plan. Esperaba que el despacho estuviese vacío para colarme e intentar conseguir los documentos y no que estuviese ocupado como picadero. Personalmente no tendría problemas a esperar que acabase e intentarme colar cuando volviese a su cuarto, eso si volvía y no quedaba tan exhausto como para quedarse rendido, pero el caso era que yo tenía que volver dentro de una hora máximo a mis habitaciones y si no me encontraban allí podrían sospechar de mí asique tenía que idear algo y rápido.
Esperé unos minutos a estar seguro que el pasillo estuviese vacío para hacer saltar la alarma de incendios para acto seguido ocultarme en una papelera en mi estado líquido. Cualquiera que mirase sólo vería un montón de líquido de aspecto asqueroso y seguro que con la alarma puesta ni siquiera mirarían. Ahora sólo quedaba esperar y no fue demasiado porque minutos después salieron del despacho un hombre y una mujer medio desvestidos con pinta de acalorados. No entendí bien que decía el hombre porque los chillidos de la mujer los superaba aunque escuché algo parecido al patíbulo. Muchas personas pasaron gritando despavoridas mientras otras pasaban riéndose porque se habían librado de las guardias y otras tareas mientras yo comenzaba a desesperar porque no paraban de pasar gente aunque pensándolo bien ya no tenía que volver, seguro que había un protocolo para éstos casos y con el revuelo no seré el único en pasar desapercibido.
Ya una vez desierto el pasillo entré en el despacho. Estaba también muy desordenado aunque el escritorio estaba impoluto. No había ni polvo en ella, parecía como si la acabasen de limpiar. Encontré una especie de fichero en el cual había varios informes de muchos nombres, pero colocados sin ningún orden aparente. Estuve buscando lo que me parecieron horas leyendo un informe tras otro en busca de los nombres de los supuestos sospechosos hasta que los encontré y aparte me quedé un par de ellos más que me parecieron dignos de mirar más lentamente. Me iba a poner a leer el informe de Marco “El Matamarines” cuando un ruido en la puerta escuché y haciendo gala de mis reflejos y rapidez me oculté debajo del escritorio.
- Mierda, mierda, mierda. – pensé. ¿Quién podía ser si se suponía que todo el mundo tenía que estar reunido en el punto de encuentro? Desde luego me podía poner en un aprieto, aunque si me veía forzado volvería a volverme a estado líquido y rezando para que no me vieran.
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Kodama despertó bruscamente, alertado por un sonido agudo e insistente. Aunque "despertar" no era la palabra más adecuada. El hombre-árbol estaba sumido en una especie de trance en el que solía sumirse de vez en cuando. Era su forma de recordar los viejos tiempos, aunque a veces podía pasarse horas así. Le llevó un par de segundos en reconocerla como la alarma de incendios, aunque no le dio mucha importancia. Allí estaban preparados para repeler ataques de algunos de los piratas más peligrosos del mundo, por lo que un incendio no debería suponer un problema excesivo. Además, allí nadie se tomaba en serio esas cosas. Se imaginaba que la mayoría de los veteranos del G-5 usarían el fuego para encenderse un cigarrillo. Él, por su parte, odiaba el fuego, pero Johny Chan tenía que dar la impresión de ser un duro marine para encajar allí y no levantar sospechas. Solo esperaba que el fuego no llegase hasta donde se encontraba.
El Roble estaba en un amplio balcón donde pocas veces subía alguien. El aire era frío allí arriba pero a él le daba igual, era incluso mejor, así habría menos posibilidades de que alguien le molestase. Tenía muchas cosas en qué pensar, por ejemplo, en cuál sería su siguiente paso y en cómo manejar la situación. Cazar a un topo nunca era tarea fácil pero al tener que hacerlo él mismo resultaba aún peor. Era mucho más fácil cuando era otro quien lo hacía.
Confiaba en que su compañero estuviera teniendo más suerte que él. Si conseguía que alguno de los sospechosos confesase todo sería mucho más fácil, claro que eso era poco probable. El culpable debía saber muy bien la pena que le caería por traición, así que tendrían que pillarlo infraganti. O al menos con alguna prueba que lo implicara sin lugar a dudas, algo así como un cartel en el que pusiera "Soy el culpable" o un carné del Club de Traidores a la Marina.
Kodama volvió al interior de la base. Acudió a una de las salidas de emergencia, la cual debería ser usada en casos de incendio entre otras situaciones. Había tenido una idea prometedora. Era posible, solo posible, que el traidor siguiera el protocolo para esos casos. Al fin y al cabo, querría cumplir a rajatabla la normativa de la base para que nadie sospechase de él. Así se haría pasar por un marine ejemplar. Era una suposición arriesgada, basada más bien en su intuición y en lo poco que sabía sobre los seres humanos, pero tampoco tenía nada mejor.
Sin embargo allí no había nadie. Ni un solo marine parecí haber acudido a la salida de emergencia, a menos a esa. Solo había una señora de la limpieza pasando el mocho con cara de pocos amigos.
-Hola, soy Johny Chan -dijo Kodama, más para ocultar su decepción que por otra cosa. Confiaba en que Tobías hubiese tenido más suerte.
El Roble estaba en un amplio balcón donde pocas veces subía alguien. El aire era frío allí arriba pero a él le daba igual, era incluso mejor, así habría menos posibilidades de que alguien le molestase. Tenía muchas cosas en qué pensar, por ejemplo, en cuál sería su siguiente paso y en cómo manejar la situación. Cazar a un topo nunca era tarea fácil pero al tener que hacerlo él mismo resultaba aún peor. Era mucho más fácil cuando era otro quien lo hacía.
Confiaba en que su compañero estuviera teniendo más suerte que él. Si conseguía que alguno de los sospechosos confesase todo sería mucho más fácil, claro que eso era poco probable. El culpable debía saber muy bien la pena que le caería por traición, así que tendrían que pillarlo infraganti. O al menos con alguna prueba que lo implicara sin lugar a dudas, algo así como un cartel en el que pusiera "Soy el culpable" o un carné del Club de Traidores a la Marina.
Kodama volvió al interior de la base. Acudió a una de las salidas de emergencia, la cual debería ser usada en casos de incendio entre otras situaciones. Había tenido una idea prometedora. Era posible, solo posible, que el traidor siguiera el protocolo para esos casos. Al fin y al cabo, querría cumplir a rajatabla la normativa de la base para que nadie sospechase de él. Así se haría pasar por un marine ejemplar. Era una suposición arriesgada, basada más bien en su intuición y en lo poco que sabía sobre los seres humanos, pero tampoco tenía nada mejor.
Sin embargo allí no había nadie. Ni un solo marine parecí haber acudido a la salida de emergencia, a menos a esa. Solo había una señora de la limpieza pasando el mocho con cara de pocos amigos.
-Hola, soy Johny Chan -dijo Kodama, más para ocultar su decepción que por otra cosa. Confiaba en que Tobías hubiese tenido más suerte.
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Hubo unos de segundos de tensión que me hicieron estar bastante incómodo ahí escondido. Habían entrado al parecer dos hombres descojonándose porque era su día de suerte. Hablaban de que no tendrían mejor oportunidad que ésta para vengarse. Me tenían bastante intigrado, ya que no sabía que planeaban hacer y sí su plan haría peligrar mi misión, pero no tardé mucho en averiguarlo puesto que unos ruidos muy peculiares comenzaron a inundar el despacho.
No pude evitarlo y me asomé un poco para ver lo que estaban haciendo pueststo que no creía lo que mis oídos escuchaban. Comencé a flipar nada más ver a una pareja de marines, uno estaba mirando por la puerta hacie do de vigía mie tras el otro estaba en cuclillas y plenamente concentrado. El muy cabrón estaba cagando y los siguientes minutos fueron unos de los mas angustiosos de mí vida. Estuve a punto de vomitar tres veces, incluso creí que llegaron a escuchar como intentaba ahogaruna de las arcadas, pero tras unos quince minutos interminables el marine por fin terminó y se marcharon entre carcajadas.
Salí de mi escondite y me dispuse a seguir haciendo lo que había venido hacer lo más rápido posible para que no me cogieran con aquel "marrón", además no quería estar mucho más tiempo rodeado de ese aroma que revolvía mis tripas. Tras pocos minutos encontré lo que buscaba, nada más leer el informe de el tal Marco también lo desestimé puesto que sus males eran otros, sin embargo un informe en concreto me llamó la atención puesto que estaba encintado con una tira negra y nada más leerlo supe que habíamos encontrado a nuestro hombre, aunque según esto tenía ayuda de algún otro superior y eso complicaba las cosas.
Salí del despacho pudiendo así respirar aire limpio y sin pausa me dirijí a reunirme con mis supuestos compañeros, aunque me encontré más adelante a varios marines riéndose de la alarma y que qué suerte habían tenido para saltarse sus guardias con alarma, pero claramente nadie hacía caso de nada. Había marines por todos lados charlando amistosamente sin preocupación ninguna, pero me daba igual puesto que había encontrado algo. El informe de un tal Pedro "El Sucio", pero estaba deseando enseñarle estos papeles a Kosama para ver que opinaba. No esperaría a mañana si no que iría a buscarlo con premura y sería lo primero que le enseñaría nada más verlo.
No pude evitarlo y me asomé un poco para ver lo que estaban haciendo pueststo que no creía lo que mis oídos escuchaban. Comencé a flipar nada más ver a una pareja de marines, uno estaba mirando por la puerta hacie do de vigía mie tras el otro estaba en cuclillas y plenamente concentrado. El muy cabrón estaba cagando y los siguientes minutos fueron unos de los mas angustiosos de mí vida. Estuve a punto de vomitar tres veces, incluso creí que llegaron a escuchar como intentaba ahogaruna de las arcadas, pero tras unos quince minutos interminables el marine por fin terminó y se marcharon entre carcajadas.
Salí de mi escondite y me dispuse a seguir haciendo lo que había venido hacer lo más rápido posible para que no me cogieran con aquel "marrón", además no quería estar mucho más tiempo rodeado de ese aroma que revolvía mis tripas. Tras pocos minutos encontré lo que buscaba, nada más leer el informe de el tal Marco también lo desestimé puesto que sus males eran otros, sin embargo un informe en concreto me llamó la atención puesto que estaba encintado con una tira negra y nada más leerlo supe que habíamos encontrado a nuestro hombre, aunque según esto tenía ayuda de algún otro superior y eso complicaba las cosas.
Salí del despacho pudiendo así respirar aire limpio y sin pausa me dirijí a reunirme con mis supuestos compañeros, aunque me encontré más adelante a varios marines riéndose de la alarma y que qué suerte habían tenido para saltarse sus guardias con alarma, pero claramente nadie hacía caso de nada. Había marines por todos lados charlando amistosamente sin preocupación ninguna, pero me daba igual puesto que había encontrado algo. El informe de un tal Pedro "El Sucio", pero estaba deseando enseñarle estos papeles a Kosama para ver que opinaba. No esperaría a mañana si no que iría a buscarlo con premura y sería lo primero que le enseñaría nada más verlo.
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La señora de la limpieza le lanzó una mirada de pocos amigos que hizo que a Kodama le costase mucho mantener su fingida sonrisa. Había creído que todo el mundo confiaba y se mostraba simpático ante una franca sonrisa, pero algo debía estar haciendo mal porque no parecía que a los del G-5 les gustase. Aguantó la mirada de la limpiadora unos segundos y luego se marchó.
-¡Johny Chan se va! -exclamó.
Caminó por los pasillos en busca de Tobías. Se le había olvidado el nombre falso que el agente había elegido pero eso era lo de menos. Por suerte aún se acordaba de su cara, lo cual, teniendo en cuenta que al Roble todos los humanos le parecían iguales, era todo un logro. Mientras deambulaba por la concurrida base contemplaba los rostros de todos aquellos con los que se cruzaba. Algunos le lanzaban miradas extrañadas; otros le lanzaban insultos, también extrañados; y otros le lanzaban golpes, seguramente extrañados también. En algunos casos tuvo que acercarse mucho a la cara de algunos marines para darse cuenta de que en realidad no eran Tobías.
Cuando ya creía que jamás lo encontraría, alcanzó a verlo de reojo por ahí. De nuevo, lo cogió del brazo y lo arrastró sin piedad por los pasillos, en dirección a la habitación que compartía con otros tres soldados del G-5.
-¡Hola, soy Johny Chan! -dijo como ya era habitual, nada más acercarse a él-. ¡Johny Chan quiere enseñarte algo!
Al entrar en la habitación había allí un par de sus compañeros de cuarto, uno de ellos en la litera y otro cambiando las sábanas de su cama. Kodama los miró fijamente durante un rato, soltó a Tobías y se acercó a los dos marines. Los agarró por los brazos, primero a uno y luego a otro, y los levantó como si nada, depositándolos luego fuera de la habitación. Después cerró la puerta de un portazo y, como si nada hubiera pasado, se dirigió a Tobías.
-Bueno, Eileen ha resultado ser inocente, al menos eso creo. ¿Has tenido más suerte con los otros? Si no es ninguno de ellos, yo tengo una idea de quien puede ser el topo. La señora de la limpieza me ha mirado raro... creo que oculta algo.
-¡Johny Chan se va! -exclamó.
Caminó por los pasillos en busca de Tobías. Se le había olvidado el nombre falso que el agente había elegido pero eso era lo de menos. Por suerte aún se acordaba de su cara, lo cual, teniendo en cuenta que al Roble todos los humanos le parecían iguales, era todo un logro. Mientras deambulaba por la concurrida base contemplaba los rostros de todos aquellos con los que se cruzaba. Algunos le lanzaban miradas extrañadas; otros le lanzaban insultos, también extrañados; y otros le lanzaban golpes, seguramente extrañados también. En algunos casos tuvo que acercarse mucho a la cara de algunos marines para darse cuenta de que en realidad no eran Tobías.
Cuando ya creía que jamás lo encontraría, alcanzó a verlo de reojo por ahí. De nuevo, lo cogió del brazo y lo arrastró sin piedad por los pasillos, en dirección a la habitación que compartía con otros tres soldados del G-5.
-¡Hola, soy Johny Chan! -dijo como ya era habitual, nada más acercarse a él-. ¡Johny Chan quiere enseñarte algo!
Al entrar en la habitación había allí un par de sus compañeros de cuarto, uno de ellos en la litera y otro cambiando las sábanas de su cama. Kodama los miró fijamente durante un rato, soltó a Tobías y se acercó a los dos marines. Los agarró por los brazos, primero a uno y luego a otro, y los levantó como si nada, depositándolos luego fuera de la habitación. Después cerró la puerta de un portazo y, como si nada hubiera pasado, se dirigió a Tobías.
-Bueno, Eileen ha resultado ser inocente, al menos eso creo. ¿Has tenido más suerte con los otros? Si no es ninguno de ellos, yo tengo una idea de quien puede ser el topo. La señora de la limpieza me ha mirado raro... creo que oculta algo.
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Deambulé por todo el G-5 buscando a Kodama sin obtener resultado. Me resultaba increíble que no encontrase a un tipo tan grande y no podía evitar que mi suerte estaba acabándose, pero tras seguir buscando entre tanto marine y un par de señoras de la limpieza me paré a intentar pensar donde podría estar ya que no quería perder más tiempo, pero no pude ya que algo me lo impidió.
Noté un tirón repentino de mi brazo y al mirar allí estaba. Kodama me arrastraba como cuando nos conocimos por primera vez y la extraña sensación de dejavu me dejó mudo dejándome llevar por él.
Entramos dentro de uno de las habitaciones la cual estaba ocupada por dos marines, aunque no tardaron mucho en dejar vacía la habitación ya que Kodama los cogió a los dos a la vez y los depositó fuera del cuarto como quien hecha al gato del vecino de su jardín.
El hombre-árbol comenzó ha hablar como si lo que acababa de pasar fuera algo normal, pero yo no pude eviter pensar en que difícil sería tener a este compañero de cuarto. Tras escuchar sus palabras pensé que Kodama tenía una forma de ver las cosas de una forma muy peculiar y dudaba un poco sobre su información, quizás fuese por eso de ser un árbol pero yo que sabía. Al principio no había sido así, ya que parecía que había estado vigilando a la tal Eileen y su información parecía normal, pero tras escuchar su comentario sobre la mujer de la limpieza lo vi de otra manera, pero daba igual ya que yo creía haber encontrado a nuestro hombre.
-Bien Kodama, ¡Mira esto! - dije mientras le tendía el informe que había cogido del despacho del oficial. -Creo que los sospechosos principales no son, aunque no es que estén limpios tampoco, pero dime que opinas sobre ese tal Pedro.
Quizás Kodama lo conocía puesto que llevaba ya tiempo infiltrado y según los papeles era nuestro hombre. Se sospechaba que enviaba informes robados a el mejor postor, pero no se sabía como lo hacía. Yo pensaba que ese debería ser nuestro siguiente paso, el averiguarlo y pillarlo con las manos en la masa, pero quería ver que opinaba Kodama sobre el tema. Al fin y al cabo éramos un equipo ahora.
Si Kodama estaba conforme seguiríamos al hombre ya que teníamos todos sus horarios y demás porque salían en el informe, pero nos tendríamos que compaginar para hacerlo bien.
Noté un tirón repentino de mi brazo y al mirar allí estaba. Kodama me arrastraba como cuando nos conocimos por primera vez y la extraña sensación de dejavu me dejó mudo dejándome llevar por él.
Entramos dentro de uno de las habitaciones la cual estaba ocupada por dos marines, aunque no tardaron mucho en dejar vacía la habitación ya que Kodama los cogió a los dos a la vez y los depositó fuera del cuarto como quien hecha al gato del vecino de su jardín.
El hombre-árbol comenzó ha hablar como si lo que acababa de pasar fuera algo normal, pero yo no pude eviter pensar en que difícil sería tener a este compañero de cuarto. Tras escuchar sus palabras pensé que Kodama tenía una forma de ver las cosas de una forma muy peculiar y dudaba un poco sobre su información, quizás fuese por eso de ser un árbol pero yo que sabía. Al principio no había sido así, ya que parecía que había estado vigilando a la tal Eileen y su información parecía normal, pero tras escuchar su comentario sobre la mujer de la limpieza lo vi de otra manera, pero daba igual ya que yo creía haber encontrado a nuestro hombre.
-Bien Kodama, ¡Mira esto! - dije mientras le tendía el informe que había cogido del despacho del oficial. -Creo que los sospechosos principales no son, aunque no es que estén limpios tampoco, pero dime que opinas sobre ese tal Pedro.
Quizás Kodama lo conocía puesto que llevaba ya tiempo infiltrado y según los papeles era nuestro hombre. Se sospechaba que enviaba informes robados a el mejor postor, pero no se sabía como lo hacía. Yo pensaba que ese debería ser nuestro siguiente paso, el averiguarlo y pillarlo con las manos en la masa, pero quería ver que opinaba Kodama sobre el tema. Al fin y al cabo éramos un equipo ahora.
Si Kodama estaba conforme seguiríamos al hombre ya que teníamos todos sus horarios y demás porque salían en el informe, pero nos tendríamos que compaginar para hacerlo bien.
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"¿Quién diablos es Pedro?", pensó Kodama. No conocía ni muchos menos a todos los marines de la base, así que no era raro que no tuviera ni idea de quién le hablaba Tobías. El tal Pedro parecía haber sido investigado por vender información, pero si se hubiese podido demostrar algo sin duda estaría encerrado. Eso quería decir que tendrían que conseguir pruebas, y aparte de una improbable confesión, solo había dos formas: encontrar información en su propia habitación o pillarle robándola. Dudaba que fuese tan estúpido como para guardar nada incriminatorio en su propio cuarto, por lo que descartó rápidamente esa vía de acción. Tobías tenía razón. Iban a tener que seguirle y cazarle con las manos en la masa.
-Muy bien, tendremos que vigilarle de cerca. Si de verdad es culpable, tarde o temprano hará algo que le inculpará. ¿Oye y no tiene ningún apodo sospechoso? Siempre he creído que los criminales humanos tenían sobrenombres siniestros.
En cualquier caso eso no era importante. Conocían los horarios del tal Pedro y sabían que estaría de patrulla por la ciudad, así que ya era hora de empezar a investigar. Kodama abrió la puerta y salió al exterior, indicándole a Tobías que iba a buscar a su sospechoso y que fuese con él. Guió al agente a la puerta principal y se dirigió hacia la ciudad. Iba perfectamente disfrazado, pues había cogido sus gafas de sol de antes de salir y también llevaba una camiseta típica de humanos en la que ponía "I Love Justice" con un corazón enorme dibujado al lado. Además había dejado sus espadas en la base para no despertar sospechas.
No fue difícil encontrar al tal Pedro, al fin y al cabo los marines del G-5 eran fácilmente reconocibles por sus escandalosos métodos, así que solo tenían que buscar la zona más ruidosa de la ciudad. Kodama se ocultó tras un árbol en un alarde de irónico sentido de la ocultación y espió desde detrás de su tronco al grupo de soldados reunidos frente a un puesto de ramen.
Se preguntaba cuál de ellos sería. Tobías lo sabría, seguro. Le preguntaría, aunque en realidad ni siquiera se había fijado en si le había acompañado; lo cierto era que no solía prestar atención a los humanos a su alrededor. Aunque sí a las plantas. Eso le recordaba... ¡Estaba tras un árbol y no se había presentado! Que descortés. Esperaba que no le descubriese.
-Hola, soy Johny Chan -le dijo al árbol en voz baja, para que nadie más le oyera.
-Muy bien, tendremos que vigilarle de cerca. Si de verdad es culpable, tarde o temprano hará algo que le inculpará. ¿Oye y no tiene ningún apodo sospechoso? Siempre he creído que los criminales humanos tenían sobrenombres siniestros.
En cualquier caso eso no era importante. Conocían los horarios del tal Pedro y sabían que estaría de patrulla por la ciudad, así que ya era hora de empezar a investigar. Kodama abrió la puerta y salió al exterior, indicándole a Tobías que iba a buscar a su sospechoso y que fuese con él. Guió al agente a la puerta principal y se dirigió hacia la ciudad. Iba perfectamente disfrazado, pues había cogido sus gafas de sol de antes de salir y también llevaba una camiseta típica de humanos en la que ponía "I Love Justice" con un corazón enorme dibujado al lado. Además había dejado sus espadas en la base para no despertar sospechas.
No fue difícil encontrar al tal Pedro, al fin y al cabo los marines del G-5 eran fácilmente reconocibles por sus escandalosos métodos, así que solo tenían que buscar la zona más ruidosa de la ciudad. Kodama se ocultó tras un árbol en un alarde de irónico sentido de la ocultación y espió desde detrás de su tronco al grupo de soldados reunidos frente a un puesto de ramen.
Se preguntaba cuál de ellos sería. Tobías lo sabría, seguro. Le preguntaría, aunque en realidad ni siquiera se había fijado en si le había acompañado; lo cierto era que no solía prestar atención a los humanos a su alrededor. Aunque sí a las plantas. Eso le recordaba... ¡Estaba tras un árbol y no se había presentado! Que descortés. Esperaba que no le descubriese.
-Hola, soy Johny Chan -le dijo al árbol en voz baja, para que nadie más le oyera.
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Kodama se paró un rato pensativo. Parecía valorar las distintas opciones que se mostraba ante nosotros y tras pasar un tiempo que aunque no supe cuantificar me pareció eterno. El hombre-árbol parecía tener su propio ritmo, pero al fin reaccionó.
-Pedro "El Sucio" lo llaman. - informé a Kodama tras su pregunta.
El marine comenzó a hacerme señas tras coger unas cosas y salió del cuarto esperando que lo siguiese. Me llamó terriblemente la atención que dejase sus armas puesto que yo sin las mías me sentía desnudo. Al ver que intentaba ir de paisano hice lo mismo. Me despojé la chaqueta que llevaba puesta y la dejé con las cosas de Kodama. Llevaba una camiseta de manga corta verde debajo y tras hacerme una coleta sentí que era suficiente.
Andamos hasta que salimos de la base y comenzamos la búsqueda. Lo cierto fue que no fue complicado encontrar a un grupo perteneciente al G-5. Eran cinco y se encontraban en un banco sentados montando basta escándalo. Me fijé en que Kodama se ocultaba detrás de un árbol y tuve que reprimir una carcajada. Como mínimo era una imagen hilarante pero me aguanté y me acerqué para decirle cual era nuestro objetivo.
-Es el que lleva la camisa desabrochada. Ese que se pavonea como el gallo del corral.
Estuvimos largo rato esperando ocultos desde un punto en el que no podían vernos, pero la vigía comenzaba a ser pesada hasta que una pareja de desconocidos se acercó al grupo para ir a hablar con nuestro hombre. Tras una pequeña charla el tal Pedro se levantó marchándose con los dos nuevos sospechosos dejando al grupo con una actitud vigilante. Se acababa el tiempo y dudaba que mi compañero fuese sutil persiguiendo a alguien asique sin perder momento me dirigí a él.
-Ocúpate de distraer al grupito mientras yo sigo a nuestro amigo. A ver si lo cojo con las manos en la masa.
Esperaba que Kodama estuviese de acuerdo ya que Pedro se alejaba. Tenía que entretenerlos para que yo los siguiese sin molestias, aunque quizás Kodama había pensado algo mejor.
-Pedro "El Sucio" lo llaman. - informé a Kodama tras su pregunta.
El marine comenzó a hacerme señas tras coger unas cosas y salió del cuarto esperando que lo siguiese. Me llamó terriblemente la atención que dejase sus armas puesto que yo sin las mías me sentía desnudo. Al ver que intentaba ir de paisano hice lo mismo. Me despojé la chaqueta que llevaba puesta y la dejé con las cosas de Kodama. Llevaba una camiseta de manga corta verde debajo y tras hacerme una coleta sentí que era suficiente.
Andamos hasta que salimos de la base y comenzamos la búsqueda. Lo cierto fue que no fue complicado encontrar a un grupo perteneciente al G-5. Eran cinco y se encontraban en un banco sentados montando basta escándalo. Me fijé en que Kodama se ocultaba detrás de un árbol y tuve que reprimir una carcajada. Como mínimo era una imagen hilarante pero me aguanté y me acerqué para decirle cual era nuestro objetivo.
-Es el que lleva la camisa desabrochada. Ese que se pavonea como el gallo del corral.
Estuvimos largo rato esperando ocultos desde un punto en el que no podían vernos, pero la vigía comenzaba a ser pesada hasta que una pareja de desconocidos se acercó al grupo para ir a hablar con nuestro hombre. Tras una pequeña charla el tal Pedro se levantó marchándose con los dos nuevos sospechosos dejando al grupo con una actitud vigilante. Se acababa el tiempo y dudaba que mi compañero fuese sutil persiguiendo a alguien asique sin perder momento me dirigí a él.
-Ocúpate de distraer al grupito mientras yo sigo a nuestro amigo. A ver si lo cojo con las manos en la masa.
Esperaba que Kodama estuviese de acuerdo ya que Pedro se alejaba. Tenía que entretenerlos para que yo los siguiese sin molestias, aunque quizás Kodama había pensado algo mejor.
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-Oh, vaya. Has tenido una vida realmente movidita... Nooo, nooo, no me atrevería... Y dime, ¿son tan picaronas como dicen?... Jajaja, vaya vaya, no puedes fiarte de una enredadera.
Kodama charlaba con su nuevo amigo muy animadamente, olvidado ya todo sigilo. El árbol con el que mantenía tan interesante conversación era sin duda un espécimen singular, pues había vivido aventuras de todo tipo, algunas de ellas no aptas para oídos sensibles. Siempre era divertido encontrar a uno de sus congéneres ya que la vida entre humanos era bastante aburrida. No eran excesivamente cordiales en general y muchos se extrañaban simplemente por su aspecto. Como si no hubiese humanos raritos.
Hasta que Tobías no empezó a hablar, el Roble no se percató de que estaba descuidando su crucial misión. Clavó la mirada sobre aquel a quien su compañero había identificado como "El Sucio", un apodo bastante poco acertado por lo que podía ver ya que parecía bastante aseado, y escuchó el plan que el agente había trazado. En realidad era bastante sencillo, pero había muchas cosas que podían hacer que saliera mal. Tobías tendría que seguir a ese tipo sin que se diese cuenta y contar con que hiciera algo incriminatorio. Con suerte lo lograría; de lo contrario, él mismo podría encargarse de vigilarlo día y noche ya que no tenía necesidad de dormir. Aunque sería complicado para él no ser detectado. Quizás era buena idea que se ocupara de la distracción...
-Muy bien, los mantendré ocupados. Buena suerte. Y buenos días a ti, amigo -dijo dirigiéndose esta vez al árbol. Se despidió de la planta y el humano con un gesto de la cabeza y se metió de nuevo en su personaje al acercarse a los marines.
Kodama avanzó decidido hacia el grupo y por el camino pensó en como iba a separar al tal Pedro del resto. Supuso que la única forma de hacerlo era parecer espontáneo y confiado. "Vamos allá". Pero antes de que tuviera oportunidad de hacer o decir nada, su sospechoso se alejó de allí con dos personas más. En cualquier caso eso no importaba, tenía que continuar distrayendo a los otros marines, así que improvisó lo mejor que pudo.
-¡Hola, soy Johny Chan! -exclamó de forma totalmente realista-. Me han enviado para... para invitaros a todos al gran concurso anual de... de talentos. Se celebra en la base, vamos todos -Al ver como los marines lo miraban confusos y no le hacían ni caso, tuvo que usar su carta del triunfo-. Hay barra libre -dijo, y de inmediato todos le siguieron hacia la base del G-5.
Kodama charlaba con su nuevo amigo muy animadamente, olvidado ya todo sigilo. El árbol con el que mantenía tan interesante conversación era sin duda un espécimen singular, pues había vivido aventuras de todo tipo, algunas de ellas no aptas para oídos sensibles. Siempre era divertido encontrar a uno de sus congéneres ya que la vida entre humanos era bastante aburrida. No eran excesivamente cordiales en general y muchos se extrañaban simplemente por su aspecto. Como si no hubiese humanos raritos.
Hasta que Tobías no empezó a hablar, el Roble no se percató de que estaba descuidando su crucial misión. Clavó la mirada sobre aquel a quien su compañero había identificado como "El Sucio", un apodo bastante poco acertado por lo que podía ver ya que parecía bastante aseado, y escuchó el plan que el agente había trazado. En realidad era bastante sencillo, pero había muchas cosas que podían hacer que saliera mal. Tobías tendría que seguir a ese tipo sin que se diese cuenta y contar con que hiciera algo incriminatorio. Con suerte lo lograría; de lo contrario, él mismo podría encargarse de vigilarlo día y noche ya que no tenía necesidad de dormir. Aunque sería complicado para él no ser detectado. Quizás era buena idea que se ocupara de la distracción...
-Muy bien, los mantendré ocupados. Buena suerte. Y buenos días a ti, amigo -dijo dirigiéndose esta vez al árbol. Se despidió de la planta y el humano con un gesto de la cabeza y se metió de nuevo en su personaje al acercarse a los marines.
Kodama avanzó decidido hacia el grupo y por el camino pensó en como iba a separar al tal Pedro del resto. Supuso que la única forma de hacerlo era parecer espontáneo y confiado. "Vamos allá". Pero antes de que tuviera oportunidad de hacer o decir nada, su sospechoso se alejó de allí con dos personas más. En cualquier caso eso no importaba, tenía que continuar distrayendo a los otros marines, así que improvisó lo mejor que pudo.
-¡Hola, soy Johny Chan! -exclamó de forma totalmente realista-. Me han enviado para... para invitaros a todos al gran concurso anual de... de talentos. Se celebra en la base, vamos todos -Al ver como los marines lo miraban confusos y no le hacían ni caso, tuvo que usar su carta del triunfo-. Hay barra libre -dijo, y de inmediato todos le siguieron hacia la base del G-5.
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Cuando me acerqué a Kodama para preguntarle me fijé en que estaba hablando animadamente con el árbol tras el que se ocultaba. Me pareció súper curiosa la escena y no pude evitar preguntarme si era cierto lo que estaba viendo o si el marine estaba completamente loco, aunque si de verdad podía hablar con las plantas me parecía algo fantástico. Me encantaría poder charlar con un árbol y comprobar si sentían. Sería muy curioso descubrir si tenían preocupaciones, ideas o incluso deseos. Sentía algo de envidia de la habilidad de Kodama si de verdad era capaz de transmitirse con las plantas, pero ahora lo importante era la misión y no quería distraerme con eso, ya le preguntaría más tarde.
Vi como Kodama se acercó a los que quedaban del grupo y comenzó a hablar con ellos. El marine parecía tan natural como el helado de pescado, pero aun así consiguió llevárselos a todos. Comencé a andar tranquilamente como un viandante cualquiera y ni siquiera se fijaron en mí cuando pasé cerca de ellos.
Una vez cogí distancia apresuré el paso en pos de Pedro. Al principio creí que los había perdido tras andar unos cuantos metros y no ver rastro de ellos, pero me asomé a una especie de calleja y a mitad de ella pude ver a los tres. El sitio era tan estrecho que iban los dos encapuchados juntos y Pedro parecía ir en cabeza. Me adentré con intención de seguirlos, no quería perderles la pista puesto que no me conocía los alrededores y no sabía a donde iba a parar la calleja, por no mencionar que podrían adentrarse en cualquier momento por alguna de las puertas que se veían en algunos tramos.
Todo estaba hiendo bien y no se giraron en ningún momento por lo que no me vieron. Andaba con cuidado de no hacer ningún ruido para llamar su atención, pero no podía evitar que estaba acorralado y que me podrían ver en cualquier momento. Decidí alborotarme el pelo haciendo que me cubriese la cara para que si llegaba el caso no pudiesen verme. Sería raro que me reconocieran puesto que no había estado nunca aquí antes, pero seguro que si me pillaban espiándoles ya se acordarían de mi rostro. La treta me dificultaba la visión pero lo tomé como un mal menor.
Seguimos avanzando y lo que al principio tomé como una simple calleja terminó siendo un entramado de éstas. Era como un mini laberinto para cualquiera que acabase de llegar. Llegó un momento en el que creí que me vieron cuando torcieron en una esquina y uno de los encapuchados giró la cabeza en mi dirección. Estaba oculto en el umbral de una pequeña puerta pero miró justo cuando estaba asomado. Avancé con prisas temiendo que se me escaparan pero nada más doblar el recodo me percaté de que algo no iba bien. El camino era largo y aunque les había dejado ventaja no era tanta como para que hubiesen llegado al siguiente cruce, asique me puse en alerta y avancé lentamente. Llevaba los poderes de mi akuma activos por si recibía una emboscada y menos mal. A mitad de transcurso mientras miraba en una puerta que estaba entreabierta escuché el revuelo de una capa a mis espaldas que provenía de otra entrada. Uno de los encapuchados se lanzó con una espada en mano lanzando una estocada baja directa a clavarse en mis entrañas. Dejé que el tipo clavase su arma hasta la mitad en mi vientre y el muy iluso soltó una exclamación de júbilo puesto que pensaba que había asestado un golpe mortal.
Lo miré a los ojos y sonreí. Tenía que tener el aspecto de un demente todo despeinado y riéndome con una espada clavada. El tipo se sobresaltó un momento que yo aproveché avanzando clavándome su arma hasta el mango haciendo que así la punta saliese por la espalda. Era una sensación bastante peculiar parecida a cuando te atraviesas una pequeña porción de piel con una aguja y un hilo sintiendo el roce interior pero sin sentir daño alguno. Ya una vez posicionado tan cerca del enemigo le propiné un golpe seco en la garganta haciendo que soltara el mango del arma para echarse mano hacia donde le había golpeado. Aproveché su falta de defensa y le di una patada en el pecho lanzándolo contra la pared que tenía detrás. Me era fácil matarlo en ese momento pero no me gustaba matar por matar. Dudé unos instantes que el tipo aprovechó para gritar un simple corred. Tenía la voz bastante afónica y no le dejé decir una palabra más puesto que me saqué el arma del tipo y le asesté un golpe con el mango en la cabeza dejándolo inconsciente.
Ya era tarde puesto que el mensaje había salido y de repente dos figuras bastante más adelante de donde me encontraba salieron de distintos escondites y salieron a correr. Me hubiese sido relativamente fácil alcanzarlos usando el Soru, pero había fracasado en mi cometido. Ya no les pillaría con las manos en la masa puesto que me habían visto antes de tiempo y se separaron en el siguiente desvío una hacia cada lado, por suerte gritaron que se verían esta noche en el sitio de siempre.
No tenía ni idea de donde podría ser ese sitio pero esperaba que si no perdíamos de vista al tal Pedro podríamos tener alguna posibilidad. Había fallado en mi cometido y ahora tocaba buscar al hombre-árbol e informarle de mi fracaso, aunque se me ocurrió una idea que podía ayudar. Cogí al encapuchado y echándomelo al hombro comencé a desandar lo andado. El camino fue tortuoso y cansino, pero el tipo no daba muestras de despertarse. Todavía tenía pulso y por eso cargaba con él.
Llegué a la base minutos después y entré con el tipo con la excusa de que mi compañero se había emborrachado y había terminado desmayado después de una buena jarana. Por suerte la capucha de su capa tapaba el verdugón que le había salido con el golpe que le había dado por no mencionar que la excusa fue vacua. El marine de la entrada contestó con ¿Y a mí que más me da? Y prosiguió leyendo una revista que reposaba en su escritorio. Avancé con el tipo acuestas hasta el cuarto de Kodama que por suerte estaba vacía. Tiré al encapuchado contra la cama y comencé a maniatarlo con unas sabanas de otra cama. No quería que tuviese libertad de movimiento si despertaba mientras esperaba al marine, rezaba porque volviese y no se hubiese quedado hablando con un abedul u algo así, porque quería interrogar al tipo para ver si así conseguíamos algo de información. Seguro que el tipo se asustaba ante el porte del gigantesco hombre-árbol y eso ayudaría a que se le soltase la lengua.
Vi como Kodama se acercó a los que quedaban del grupo y comenzó a hablar con ellos. El marine parecía tan natural como el helado de pescado, pero aun así consiguió llevárselos a todos. Comencé a andar tranquilamente como un viandante cualquiera y ni siquiera se fijaron en mí cuando pasé cerca de ellos.
Una vez cogí distancia apresuré el paso en pos de Pedro. Al principio creí que los había perdido tras andar unos cuantos metros y no ver rastro de ellos, pero me asomé a una especie de calleja y a mitad de ella pude ver a los tres. El sitio era tan estrecho que iban los dos encapuchados juntos y Pedro parecía ir en cabeza. Me adentré con intención de seguirlos, no quería perderles la pista puesto que no me conocía los alrededores y no sabía a donde iba a parar la calleja, por no mencionar que podrían adentrarse en cualquier momento por alguna de las puertas que se veían en algunos tramos.
Todo estaba hiendo bien y no se giraron en ningún momento por lo que no me vieron. Andaba con cuidado de no hacer ningún ruido para llamar su atención, pero no podía evitar que estaba acorralado y que me podrían ver en cualquier momento. Decidí alborotarme el pelo haciendo que me cubriese la cara para que si llegaba el caso no pudiesen verme. Sería raro que me reconocieran puesto que no había estado nunca aquí antes, pero seguro que si me pillaban espiándoles ya se acordarían de mi rostro. La treta me dificultaba la visión pero lo tomé como un mal menor.
Seguimos avanzando y lo que al principio tomé como una simple calleja terminó siendo un entramado de éstas. Era como un mini laberinto para cualquiera que acabase de llegar. Llegó un momento en el que creí que me vieron cuando torcieron en una esquina y uno de los encapuchados giró la cabeza en mi dirección. Estaba oculto en el umbral de una pequeña puerta pero miró justo cuando estaba asomado. Avancé con prisas temiendo que se me escaparan pero nada más doblar el recodo me percaté de que algo no iba bien. El camino era largo y aunque les había dejado ventaja no era tanta como para que hubiesen llegado al siguiente cruce, asique me puse en alerta y avancé lentamente. Llevaba los poderes de mi akuma activos por si recibía una emboscada y menos mal. A mitad de transcurso mientras miraba en una puerta que estaba entreabierta escuché el revuelo de una capa a mis espaldas que provenía de otra entrada. Uno de los encapuchados se lanzó con una espada en mano lanzando una estocada baja directa a clavarse en mis entrañas. Dejé que el tipo clavase su arma hasta la mitad en mi vientre y el muy iluso soltó una exclamación de júbilo puesto que pensaba que había asestado un golpe mortal.
Lo miré a los ojos y sonreí. Tenía que tener el aspecto de un demente todo despeinado y riéndome con una espada clavada. El tipo se sobresaltó un momento que yo aproveché avanzando clavándome su arma hasta el mango haciendo que así la punta saliese por la espalda. Era una sensación bastante peculiar parecida a cuando te atraviesas una pequeña porción de piel con una aguja y un hilo sintiendo el roce interior pero sin sentir daño alguno. Ya una vez posicionado tan cerca del enemigo le propiné un golpe seco en la garganta haciendo que soltara el mango del arma para echarse mano hacia donde le había golpeado. Aproveché su falta de defensa y le di una patada en el pecho lanzándolo contra la pared que tenía detrás. Me era fácil matarlo en ese momento pero no me gustaba matar por matar. Dudé unos instantes que el tipo aprovechó para gritar un simple corred. Tenía la voz bastante afónica y no le dejé decir una palabra más puesto que me saqué el arma del tipo y le asesté un golpe con el mango en la cabeza dejándolo inconsciente.
Ya era tarde puesto que el mensaje había salido y de repente dos figuras bastante más adelante de donde me encontraba salieron de distintos escondites y salieron a correr. Me hubiese sido relativamente fácil alcanzarlos usando el Soru, pero había fracasado en mi cometido. Ya no les pillaría con las manos en la masa puesto que me habían visto antes de tiempo y se separaron en el siguiente desvío una hacia cada lado, por suerte gritaron que se verían esta noche en el sitio de siempre.
No tenía ni idea de donde podría ser ese sitio pero esperaba que si no perdíamos de vista al tal Pedro podríamos tener alguna posibilidad. Había fallado en mi cometido y ahora tocaba buscar al hombre-árbol e informarle de mi fracaso, aunque se me ocurrió una idea que podía ayudar. Cogí al encapuchado y echándomelo al hombro comencé a desandar lo andado. El camino fue tortuoso y cansino, pero el tipo no daba muestras de despertarse. Todavía tenía pulso y por eso cargaba con él.
Llegué a la base minutos después y entré con el tipo con la excusa de que mi compañero se había emborrachado y había terminado desmayado después de una buena jarana. Por suerte la capucha de su capa tapaba el verdugón que le había salido con el golpe que le había dado por no mencionar que la excusa fue vacua. El marine de la entrada contestó con ¿Y a mí que más me da? Y prosiguió leyendo una revista que reposaba en su escritorio. Avancé con el tipo acuestas hasta el cuarto de Kodama que por suerte estaba vacía. Tiré al encapuchado contra la cama y comencé a maniatarlo con unas sabanas de otra cama. No quería que tuviese libertad de movimiento si despertaba mientras esperaba al marine, rezaba porque volviese y no se hubiese quedado hablando con un abedul u algo así, porque quería interrogar al tipo para ver si así conseguíamos algo de información. Seguro que el tipo se asustaba ante el porte del gigantesco hombre-árbol y eso ayudaría a que se le soltase la lengua.
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Los platos cayeron estrepitosamente uno tras otro, rompiéndose en mil pedazos y dejando varias marcas en el escenario. Kodama soltó las baquetas, se bajó del monociclo y volvió a atar a los tejones. El número había terminado. Los abucheos no se hicieron esperar, por supuesto, y el marine se dio cuenta de que los concursos no eran lo suyo. No soportaba que le abuchearan, aunque no tenía claro si era porque no les gustaban sus malabares, su manejo del monociclo o porque simplemente los tejones les resultaban desagradables. Era cierto que habían mordido a una docena de soldados, pero eran animalitos muy monos. Excepto el que había intentado orinar en su tronco; ése era el peor de todos.
Cuando llegó a la base y el resto de marines vieron que no había ningún concurso de talentos, Kodama decidió improvisar uno. Empezó a organizarlo deprisa y corriendo y luego fue reclutando participantes. Un tipo capaz de eructar el abecedario al revés, una mujer de pelo rapado que cantaba ópera y un marine que comía balas y las disparaba a pedos fueron los primeros en apuntarse, aunque hubo varios más. Por algún extraño motivo la mitad de los marines de la base parecían capaces de hacer cosas raras y llamativas. Luego Kodama decidió montar su gran número, aunque no le había salido muy bien. En cuanto se subió al monociclo, le pisó la cola a un tejón, el cual se puso furioso y le saltó al cuello. Los platos se le cayeron, obviamente, y el espectáculo terminó.
Aún con el animal colgando de su cuello de madera, el hombre-árbol subió al escenario -improvisado con un par de mesas de comedor- y cogió un micrófono que alguien había dejado por allí casualmente. No le dio muchas vueltas a lo conveniente que resultaba eso.
-Hola, soy Johny Chan -se presentó de nuevo-. Me complace anunciar que el ganador del concurso es... Hannibal el Comedor de Ratas, por su increíble interpretación con el piano. ¿Quién iba a decir que el tío no se pondría a comer ratas?
Durante los aplausos, se escabulló sigilosamente, despidiéndose a gritos solo tres veces. Enfiló hacia su dormitorio con la esperanza de encontrar allí a Tobías. Esperaba que tuviera noticias. sobre su sospechoso y sus acciones. Le sorprendió bastante ver que tenía a un tipo atado a una cama. "¿Esto es algo normal en humanos?". Tenía entendido que algunos tenían extrañas costumbres durante sus relaciones carnales, cosa que no comprendía del todo bien, y no quería interrumpir.
Iba a irse hasta que vio que estaba encapuchado. Eso no le parecía normal, por lo que solo podía tratarse de otro sospechoso. O al menos eso esperaba; lo contrario sería muy incómodo.
-Interesante -dijo a Tobías-. Buen trabajo, muchacho. Puede que este joven nos dé información útil -Apartó la capucha de su prisionero, que se encontró de frente con el enorme portento que era Kodama, ya sin disfraces-. Hola. Sabemos que vendes información secreta a enemigos de la Marina. Serás procesado de inmediato y ejecutado mañana por la noche-. Luego se marchó de la habitación, arrastrando al joven agente con él, como ya era su costumbre.
Esperó unos segundos y volvió a entrar.
-Peeeero... puede que si nos das nombres me olvide de cerrar tus esposas y consigas marcharte libre -El Roble le guiñó un ojo en señal de complicidad, aunque no estaba acostumbrado a hacerlo y el gesto le quedó raro. Aun así consiguió resultados. El atemorizado marine decidió hablar y colaborar a cambio de lo que él creía una liberación inmediata. Claro que Kodama no tenía ninguna intención de dejarle marchar. La mentira era un mal vicio que había aprendido de los humanos.
-Pedro es el culpable. Es él quien vende información, yo solo le ayudo a encontrar compradores fiables y a manejar el dinero -Les dio algunos nombres de sus cómplices, y el árbol los fue apuntando uno a uno. Aunque aún no tenía claro cómo conseguían los archivos confidenciales con los que comerciaban. Su colaborador prisionero le ayudó con eso-. La señora de la limpieza. Ella entra en todas partes y es la que roba los archivos de los despachos.
-¡La señora de la limpieza! -exclamó Kodama-. Sabía que sus ojos rebosaban maldad. Muy bien, Tobi-chan, arrestemos a los culpables y vayamos a tomar el té.
Cuando llegó a la base y el resto de marines vieron que no había ningún concurso de talentos, Kodama decidió improvisar uno. Empezó a organizarlo deprisa y corriendo y luego fue reclutando participantes. Un tipo capaz de eructar el abecedario al revés, una mujer de pelo rapado que cantaba ópera y un marine que comía balas y las disparaba a pedos fueron los primeros en apuntarse, aunque hubo varios más. Por algún extraño motivo la mitad de los marines de la base parecían capaces de hacer cosas raras y llamativas. Luego Kodama decidió montar su gran número, aunque no le había salido muy bien. En cuanto se subió al monociclo, le pisó la cola a un tejón, el cual se puso furioso y le saltó al cuello. Los platos se le cayeron, obviamente, y el espectáculo terminó.
Aún con el animal colgando de su cuello de madera, el hombre-árbol subió al escenario -improvisado con un par de mesas de comedor- y cogió un micrófono que alguien había dejado por allí casualmente. No le dio muchas vueltas a lo conveniente que resultaba eso.
-Hola, soy Johny Chan -se presentó de nuevo-. Me complace anunciar que el ganador del concurso es... Hannibal el Comedor de Ratas, por su increíble interpretación con el piano. ¿Quién iba a decir que el tío no se pondría a comer ratas?
Durante los aplausos, se escabulló sigilosamente, despidiéndose a gritos solo tres veces. Enfiló hacia su dormitorio con la esperanza de encontrar allí a Tobías. Esperaba que tuviera noticias. sobre su sospechoso y sus acciones. Le sorprendió bastante ver que tenía a un tipo atado a una cama. "¿Esto es algo normal en humanos?". Tenía entendido que algunos tenían extrañas costumbres durante sus relaciones carnales, cosa que no comprendía del todo bien, y no quería interrumpir.
Iba a irse hasta que vio que estaba encapuchado. Eso no le parecía normal, por lo que solo podía tratarse de otro sospechoso. O al menos eso esperaba; lo contrario sería muy incómodo.
-Interesante -dijo a Tobías-. Buen trabajo, muchacho. Puede que este joven nos dé información útil -Apartó la capucha de su prisionero, que se encontró de frente con el enorme portento que era Kodama, ya sin disfraces-. Hola. Sabemos que vendes información secreta a enemigos de la Marina. Serás procesado de inmediato y ejecutado mañana por la noche-. Luego se marchó de la habitación, arrastrando al joven agente con él, como ya era su costumbre.
Esperó unos segundos y volvió a entrar.
-Peeeero... puede que si nos das nombres me olvide de cerrar tus esposas y consigas marcharte libre -El Roble le guiñó un ojo en señal de complicidad, aunque no estaba acostumbrado a hacerlo y el gesto le quedó raro. Aun así consiguió resultados. El atemorizado marine decidió hablar y colaborar a cambio de lo que él creía una liberación inmediata. Claro que Kodama no tenía ninguna intención de dejarle marchar. La mentira era un mal vicio que había aprendido de los humanos.
-Pedro es el culpable. Es él quien vende información, yo solo le ayudo a encontrar compradores fiables y a manejar el dinero -Les dio algunos nombres de sus cómplices, y el árbol los fue apuntando uno a uno. Aunque aún no tenía claro cómo conseguían los archivos confidenciales con los que comerciaban. Su colaborador prisionero le ayudó con eso-. La señora de la limpieza. Ella entra en todas partes y es la que roba los archivos de los despachos.
-¡La señora de la limpieza! -exclamó Kodama-. Sabía que sus ojos rebosaban maldad. Muy bien, Tobi-chan, arrestemos a los culpables y vayamos a tomar el té.
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Comencé a dar vueltas por la habitación con la impaciencia propia del que espera. Cada segundo que pasaba era aún más lento que el anterior y empezaba a sentirme enclaustrado en aquella pequeña habitación. El tipo no despertaba para poder ir comenzando yo con el interrogatorio mientras Kodama volvía y encima no podía arriesgarme a dejarlo a solas y que de algún modo se escapase. Me comenzaba a poner nervioso y estaba dispuesto a despertar al tipo a tortas si era necesario cuando de repente la puerta se abrió y se asomó Kodama.
El hombre-árbol se quedó demasiado tiempo ahí mirándome sin llegar a entrar. Parecía estar pensando en algo u quizás simplemente estaba distraído, pero ya estaba cansado de esperar asique me disponía a intentar hacer con él lo mismo que llevaba haciendo conmigo, arrastrarlo hacia el interior si hacía falta por mucho que me costase mover a aquel marine.
No se si llegó a sentir alguna señal extrasensorial u algo por el estilo ya que el árbol entró en la habitación el solito mientras comenzaba a felicitarme por la captura. Se acercó al encapuchado que al parecer ya había recobrado el sentido y tras descubrirse tal y como era le quitó la capucha al prisionero manteniéndose muy cerca. No sabía si Kodama respiraría como los humanos, pero desde luego si era así, el cautivo lo estaba notando bien de cerca. Lo estaba amenazando así sin más y aunque era una técnica algo tosca podría funcionar.
Lo siguiente que pasó era una costumbre que estaba adquiriendo el marine la cual no pude evitar. Intenté mantenerme firme plantando los pies en el suelo, pero fue completamente inútil dándome cuenta de lo absurdo que hubiese quedado si al final hubiese intentado arrastrarlo yo como quería. Hubiese sido como mover una pared y casi sin darme cuenta ya estaba otra vez en el exterior del cuarto viendo las espaldas de mi compañero.
- ¿Qué estará pasando por esa cabecita? - pensaba mientras seguíamos allí en silencio, aunque siendo sincero esta vez la espera fue muchísimo inferior puesto que Kodama volvió a entrar haciéndole una proposición. Lo cierto era que no estaba nada de acuerdo con dejar escapar al maleante como había dicho el marine, pero si lo decía en serio ya lo detendría yo. Al fin y al cabo yo no había dicho nada de liberarlo asique alegaría eso si se daba el caso.
El plan de Kodama había funcionado y el tipo comenzó a cantar todo lo que sabía. Al parecer el tipo no es que tuviese mucho aguante que dijésemos, pero no iba a ser algo que le reprochara yo. El prisionero con sus palabras confirmó lo que ya sabíamos y amplió la información con algunos nombre más. Tomé notas mentales de cada nombre que daba y en total fueron cinco, Pedro y cuatro mindunguis más eran los que llevaban el cotarro. Estaba deseando salir a darles caza y salir de este extraño lugar, pero Kodama hizo una pregunta bastante inteligente sacándole unas gotitas más de información y así hacerme quedar como un torpe. La mierda de la señora de limpieza era la clave y yo desestimando la idea inicial del marine. Cierto era que fue su manera de exponerlo lo que me echó hacia atrás de la idea, pero parecía que mi compañero tenía una buena intuición.
Volvimos a salir asegurándonos de que nuestro cautivo no se escapase de ninguna forma y planteé una manera de acelerar las cosas. - Nos los repartimos en tres para cada uno y quedamos donde tú digas que los podemos entregar. Y visto que estás deseando coger a la señora yo me quedo con Mario "El Punto", Mark "La i" y por último a Pedro. Quería rescindir el que se me hubiese escapado. Tras nuestras palabras y determinar los pequeños detalles me lancé a buscar a los tipos.
Ya no me importaba guardar las apariencias puesto que ya saboreaba el terminar de esta misión y comenzaba a estar harto asique ya no me andaría con remilgos y dancé por la base preguntando a todo el mundo hasta dar con lo que buscaba. Según unos reclutas que encontré en el comedor jugando a las cartas hoy les tocaba turno de guardia y se encontraban allí ahora mismo. No pude evitar sonreír de oreja a oreja y me adentré en busca de mis presas.
La estancia olía a comida rancia y todo estaba lleno de unos manchurrones de dudosa procedencia y el sonido del cacharreo amortiguaba el sonido de mis zapatos pegándose contra el suelo. Hasta para mí que mi cuerpo estaba hecho de sirope era todo demasiado viscoso, pero ahora tocaba actuar. Dentro de la cocina había tres personas. Uno de los objetivos estaba dándole vueltas a un gran puchero mientras el otro fregaba platos con un desconocido asique decidí acabar con el más cercano agarrando una sartén que por allí había golpeándole con ella en la cabeza dejando al tipo del puchero inconsciente automáticamente. Lo cierto era que agradecía no haber comido en el cuartel, puesto que acaba de verlo escupir en el guiso antes de que lo noquease produciendo un ruido estrepitoso haciendo que los otros dos se girasen de un salto.
- Sólo he venido a por Mark y a por éste. - dije pateando un poco el cuerpo del recién noqueado con sartén en mano todavía. - Si no quieres caer con ellos por obstruir mi trabajo, márchate.
No había terminado de terminar la frase cuando el tipo que sobraba salió disparado casi cayendo al suelo por el estado de éste. El marine corrupto que quedaba más que amilanarse se envalentonó y sacó del fregadero un cuchillo jamonero mientras miraba la sartén y sonreía. Desde luego se creía capaz de poder vencerme, pero ahora iba a demostrarle lo contrario. Tiré la sartén al suelo mientras le hacía señas para que avanzase a por mí y el muy estúpido había picado lanzándose cuchillo en alto. Me esperé a que estuviese a tres metros de distancia y me lancé usando el Soru con la rodilla por delante propinándole tal golpe que lo devolví contra el fregadero de nuevo haciendo que este soltase el arma. El tipo se agarraba una costilla mientras intentaba incorporarse asique tuve la educación de ayudarle acercándome a él agarrándole del pelo para volverlo a levantar. Ahora me tocaba a mí buscar información.
- ¿Donde está Pedro? - pregunté imperiosamente. No esperaba que contestase a la primera asique no esperé a la misma y le introduje la cabeza en el fregadero entre todos los cacharros. Tuve que repetir la operación tres veces más, pero al final cantó como un dulce periquito asique lo dejé ko de un golpe contra el fregadero y me fui a por el plato gordo volviendo a coger la sartén y sonriendo por la frescura de la información que todavía flotaba por mi mente.
Mi última presa al parecer estaba en su cuarto celebrando un negocio que acababa de terminar y de que había escapado de un bastardo que le perseguía, esas habían sido sus palabras según las de Mark y estaba deseando demostrar que la caza no había terminado. Anduve por los pasillos hasta que llegué a la parte de los dormitorios. Era curioso saber que estaban relativamente cerca de el de Kodama y que llevaba todo el día dando vueltas. Desde el interior salían varios gemidos de mujer, pero esta vez no iba esperar a que terminase asique lancé una patada a la puerta haciendo que esta se abriese de golpe y así entré al cuarto cortando el rollo del interior.
-¿Qué hay de nuevo viejo? - le dije al tipo que estaba bajo una joven castaña completamente desnuda y sudorosa a la par que golpeaba la palma de mi mano con el utensilio de cocina que había cogido. Pedro se sorprendió ante tal intromisión, pero tengo que reconocer que actuó rápido cogiendo una pistola que tenía en una mesita de noche adyacente al lado de unos polvos blancos dispuestos en hilera y comenzó a dispararme mientras yo andaba hacia él.
Gracias a mi poder las balas penetraron en mi pecho sin causarme daño alguno y pude arrimarme poco a poco hacia él saliendo ileso. Podría haber sido más rápido, pero quería que me temiera antes de acabar con él. La joven aprovechó y salió corriendo nada más comenzar el tiroteo y no parecía importarle nada su desnudez. Estuve tentado de seguir con la mirada a aquella preciosidad, pero los tiros permitieron distraerme. Cuando llegué a la altura de Pedro ya sonaba el cargador del arma vacío y aunque el pobre insistía una y otra vez en seguir disparando tuvo que joderse escucharme.
- Quedas detenido por tus múltiples delitos Pedro "El Sucio".
Acabé la conversación con otro sartenazo en la cabeza del marine y ya sólo quedaba reunirme con Kodama en el punto de encuentro para entregar al criminal. Dentro de su cuarto encontré varios de los informes robados que seguramente no le habría dado tiempo a venderlos y a pesar de que eran memes de los que esperaba encontrar eran suficientes para encerrarlo una temporada. Estaba deseando reencontrarme con Kodama para ver que tal le había ido y así saber si ya podía volver a casa.
El hombre-árbol se quedó demasiado tiempo ahí mirándome sin llegar a entrar. Parecía estar pensando en algo u quizás simplemente estaba distraído, pero ya estaba cansado de esperar asique me disponía a intentar hacer con él lo mismo que llevaba haciendo conmigo, arrastrarlo hacia el interior si hacía falta por mucho que me costase mover a aquel marine.
No se si llegó a sentir alguna señal extrasensorial u algo por el estilo ya que el árbol entró en la habitación el solito mientras comenzaba a felicitarme por la captura. Se acercó al encapuchado que al parecer ya había recobrado el sentido y tras descubrirse tal y como era le quitó la capucha al prisionero manteniéndose muy cerca. No sabía si Kodama respiraría como los humanos, pero desde luego si era así, el cautivo lo estaba notando bien de cerca. Lo estaba amenazando así sin más y aunque era una técnica algo tosca podría funcionar.
Lo siguiente que pasó era una costumbre que estaba adquiriendo el marine la cual no pude evitar. Intenté mantenerme firme plantando los pies en el suelo, pero fue completamente inútil dándome cuenta de lo absurdo que hubiese quedado si al final hubiese intentado arrastrarlo yo como quería. Hubiese sido como mover una pared y casi sin darme cuenta ya estaba otra vez en el exterior del cuarto viendo las espaldas de mi compañero.
- ¿Qué estará pasando por esa cabecita? - pensaba mientras seguíamos allí en silencio, aunque siendo sincero esta vez la espera fue muchísimo inferior puesto que Kodama volvió a entrar haciéndole una proposición. Lo cierto era que no estaba nada de acuerdo con dejar escapar al maleante como había dicho el marine, pero si lo decía en serio ya lo detendría yo. Al fin y al cabo yo no había dicho nada de liberarlo asique alegaría eso si se daba el caso.
El plan de Kodama había funcionado y el tipo comenzó a cantar todo lo que sabía. Al parecer el tipo no es que tuviese mucho aguante que dijésemos, pero no iba a ser algo que le reprochara yo. El prisionero con sus palabras confirmó lo que ya sabíamos y amplió la información con algunos nombre más. Tomé notas mentales de cada nombre que daba y en total fueron cinco, Pedro y cuatro mindunguis más eran los que llevaban el cotarro. Estaba deseando salir a darles caza y salir de este extraño lugar, pero Kodama hizo una pregunta bastante inteligente sacándole unas gotitas más de información y así hacerme quedar como un torpe. La mierda de la señora de limpieza era la clave y yo desestimando la idea inicial del marine. Cierto era que fue su manera de exponerlo lo que me echó hacia atrás de la idea, pero parecía que mi compañero tenía una buena intuición.
Volvimos a salir asegurándonos de que nuestro cautivo no se escapase de ninguna forma y planteé una manera de acelerar las cosas. - Nos los repartimos en tres para cada uno y quedamos donde tú digas que los podemos entregar. Y visto que estás deseando coger a la señora yo me quedo con Mario "El Punto", Mark "La i" y por último a Pedro. Quería rescindir el que se me hubiese escapado. Tras nuestras palabras y determinar los pequeños detalles me lancé a buscar a los tipos.
Ya no me importaba guardar las apariencias puesto que ya saboreaba el terminar de esta misión y comenzaba a estar harto asique ya no me andaría con remilgos y dancé por la base preguntando a todo el mundo hasta dar con lo que buscaba. Según unos reclutas que encontré en el comedor jugando a las cartas hoy les tocaba turno de guardia y se encontraban allí ahora mismo. No pude evitar sonreír de oreja a oreja y me adentré en busca de mis presas.
La estancia olía a comida rancia y todo estaba lleno de unos manchurrones de dudosa procedencia y el sonido del cacharreo amortiguaba el sonido de mis zapatos pegándose contra el suelo. Hasta para mí que mi cuerpo estaba hecho de sirope era todo demasiado viscoso, pero ahora tocaba actuar. Dentro de la cocina había tres personas. Uno de los objetivos estaba dándole vueltas a un gran puchero mientras el otro fregaba platos con un desconocido asique decidí acabar con el más cercano agarrando una sartén que por allí había golpeándole con ella en la cabeza dejando al tipo del puchero inconsciente automáticamente. Lo cierto era que agradecía no haber comido en el cuartel, puesto que acaba de verlo escupir en el guiso antes de que lo noquease produciendo un ruido estrepitoso haciendo que los otros dos se girasen de un salto.
- Sólo he venido a por Mark y a por éste. - dije pateando un poco el cuerpo del recién noqueado con sartén en mano todavía. - Si no quieres caer con ellos por obstruir mi trabajo, márchate.
No había terminado de terminar la frase cuando el tipo que sobraba salió disparado casi cayendo al suelo por el estado de éste. El marine corrupto que quedaba más que amilanarse se envalentonó y sacó del fregadero un cuchillo jamonero mientras miraba la sartén y sonreía. Desde luego se creía capaz de poder vencerme, pero ahora iba a demostrarle lo contrario. Tiré la sartén al suelo mientras le hacía señas para que avanzase a por mí y el muy estúpido había picado lanzándose cuchillo en alto. Me esperé a que estuviese a tres metros de distancia y me lancé usando el Soru con la rodilla por delante propinándole tal golpe que lo devolví contra el fregadero de nuevo haciendo que este soltase el arma. El tipo se agarraba una costilla mientras intentaba incorporarse asique tuve la educación de ayudarle acercándome a él agarrándole del pelo para volverlo a levantar. Ahora me tocaba a mí buscar información.
- ¿Donde está Pedro? - pregunté imperiosamente. No esperaba que contestase a la primera asique no esperé a la misma y le introduje la cabeza en el fregadero entre todos los cacharros. Tuve que repetir la operación tres veces más, pero al final cantó como un dulce periquito asique lo dejé ko de un golpe contra el fregadero y me fui a por el plato gordo volviendo a coger la sartén y sonriendo por la frescura de la información que todavía flotaba por mi mente.
Mi última presa al parecer estaba en su cuarto celebrando un negocio que acababa de terminar y de que había escapado de un bastardo que le perseguía, esas habían sido sus palabras según las de Mark y estaba deseando demostrar que la caza no había terminado. Anduve por los pasillos hasta que llegué a la parte de los dormitorios. Era curioso saber que estaban relativamente cerca de el de Kodama y que llevaba todo el día dando vueltas. Desde el interior salían varios gemidos de mujer, pero esta vez no iba esperar a que terminase asique lancé una patada a la puerta haciendo que esta se abriese de golpe y así entré al cuarto cortando el rollo del interior.
-¿Qué hay de nuevo viejo? - le dije al tipo que estaba bajo una joven castaña completamente desnuda y sudorosa a la par que golpeaba la palma de mi mano con el utensilio de cocina que había cogido. Pedro se sorprendió ante tal intromisión, pero tengo que reconocer que actuó rápido cogiendo una pistola que tenía en una mesita de noche adyacente al lado de unos polvos blancos dispuestos en hilera y comenzó a dispararme mientras yo andaba hacia él.
Gracias a mi poder las balas penetraron en mi pecho sin causarme daño alguno y pude arrimarme poco a poco hacia él saliendo ileso. Podría haber sido más rápido, pero quería que me temiera antes de acabar con él. La joven aprovechó y salió corriendo nada más comenzar el tiroteo y no parecía importarle nada su desnudez. Estuve tentado de seguir con la mirada a aquella preciosidad, pero los tiros permitieron distraerme. Cuando llegué a la altura de Pedro ya sonaba el cargador del arma vacío y aunque el pobre insistía una y otra vez en seguir disparando tuvo que joderse escucharme.
- Quedas detenido por tus múltiples delitos Pedro "El Sucio".
Acabé la conversación con otro sartenazo en la cabeza del marine y ya sólo quedaba reunirme con Kodama en el punto de encuentro para entregar al criminal. Dentro de su cuarto encontré varios de los informes robados que seguramente no le habría dado tiempo a venderlos y a pesar de que eran memes de los que esperaba encontrar eran suficientes para encerrarlo una temporada. Estaba deseando reencontrarme con Kodama para ver que tal le había ido y así saber si ya podía volver a casa.
Roland von Klauswitz
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Akuma no mi
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Kodama avanzaba a paso rápido por los pasillos de la base. Los marines se apartaban cuando pasaba a su lado, aunque algunos se mantenían quietos en su sitio y chocaban sus hombros a propósito en un claro signo de desafío. Kodama los saludaba con un movimiento de cabeza mientras los veía dolerse al haberse golpeado contra la madera que formaba su cuerpo. Sin embargo, la mayoría le miraba ahora con nuevos ojos, conocida ya su verdadera identidad. Entró en el despacho del oficial superior del G-5 y procedió a dar su informe final.
-La base está limpia -comunicó-. El agente Thorn y yo nos encargamos de todos los culpables, que confesaron de inmediato tras ser puestos a disposición de los juzgados. Todos excepto uno, pero el resto coincide en que es culpable de todos modos.
-Me alegro de que hayan tenido éxito, capitán. Me gustaría felicitar a su compañero pero supongo que los agentes secretos tienden a marcharse deprisa.
-Así es. El muchacho se largó en cuanto vio que todo estaba ya en orden. Y yo haré lo mismo ahora. Espero no tener que volver a hacer trabajos de este tipo; es agotador decir todo el rato lo de "Hola, soy Johny Chan". No entiendo como los humanos podéis comunicaros así.
El Roble se marchó poco después, ignorando las efusivas felicitaciones del líder del G-5. Acabar esa misión no había sido tarea fácil y estaba deseando meterse en un profundo bosque y echarse una siesta corta. Una o dos semanas como mucho. Claro que sus obligaciones no siempre le permitían hacer lo que quería, así que tendría que conformarse con la maceta que tenía en su barco. Le habían enviado uno para llevarle de vuelta a Marineford y éste contaba con sus comodidades habituales: una maceta lo bastante grande como para que él cupiera dentro, un espacio para él solo orientado al sol y suficiente agua como para pasarse el viaje tomando el té.
Detener a los tres sospechosos que le habían tocado en el reparto había sido relativamente fácil, excepto en uno de los casos. Dos de ellos habían cometido la temeridad de enfrentarse a él siendo tan débiles como eran. Los cogió desprevenidos en la lavandería, ya sin disfraz alguno que cubriera su arbóreo aspecto. Uno de ellos decidió que era buena idea atravesarle con su espada y cuando Kodama la desclavó de su cuerpo de madera como si nada palideció de inmediato. Un par de golpes con sus ramas fueron suficientes para tratar con ellos.
Pero el verdadero mal yacía en una mujer. La señora de la limpieza estaba fregando el pasillo como si nada, mascando ruidosamente un chicle. Le miró a los ojos, consciente de quién era y de qué quería de ella y de inmediato se plantó desafiante ante el Roble. Éste iba armado de nuevo, pues había cogido sus espadas de la habitación antes de salir, y alzó una de ellas hacia la limpiadora. La maldad que rezumaban sus ojos era tan profunda como el más oscuro océano.
La fregona que la mujer empuñaba voló hacia él con la velocidad de un látigo y chocó repetidamente con la hoja del marine. Su destreza con la fregona era abrumadora y su uso malicioso del agua sucia parecía darle ventaja. Pero Kodama estaba curtido en mil batallas y al final logró sobreponerse cual héroe de leyenda a la señora de la limpieza. Una gran proeza, sin duda.
Después de eso todo fue sobre ruedas. Se procesó a los detenidos y se recuperaron los informes y archivos robados; se habló largo y tendido sobre la verdadera identidad del extraño Johny Chan y su compañero y sobre el gusto que tenían en esa base por los apodos siniestros. Pero al final, la relativa normalidad a la que estaban acostumbrados los marines más beligerantes del mundo volvió a reinar, coronada con una última batalla de comida cuyos restos no quedaba nadie para limpiar.
-La base está limpia -comunicó-. El agente Thorn y yo nos encargamos de todos los culpables, que confesaron de inmediato tras ser puestos a disposición de los juzgados. Todos excepto uno, pero el resto coincide en que es culpable de todos modos.
-Me alegro de que hayan tenido éxito, capitán. Me gustaría felicitar a su compañero pero supongo que los agentes secretos tienden a marcharse deprisa.
-Así es. El muchacho se largó en cuanto vio que todo estaba ya en orden. Y yo haré lo mismo ahora. Espero no tener que volver a hacer trabajos de este tipo; es agotador decir todo el rato lo de "Hola, soy Johny Chan". No entiendo como los humanos podéis comunicaros así.
El Roble se marchó poco después, ignorando las efusivas felicitaciones del líder del G-5. Acabar esa misión no había sido tarea fácil y estaba deseando meterse en un profundo bosque y echarse una siesta corta. Una o dos semanas como mucho. Claro que sus obligaciones no siempre le permitían hacer lo que quería, así que tendría que conformarse con la maceta que tenía en su barco. Le habían enviado uno para llevarle de vuelta a Marineford y éste contaba con sus comodidades habituales: una maceta lo bastante grande como para que él cupiera dentro, un espacio para él solo orientado al sol y suficiente agua como para pasarse el viaje tomando el té.
Detener a los tres sospechosos que le habían tocado en el reparto había sido relativamente fácil, excepto en uno de los casos. Dos de ellos habían cometido la temeridad de enfrentarse a él siendo tan débiles como eran. Los cogió desprevenidos en la lavandería, ya sin disfraz alguno que cubriera su arbóreo aspecto. Uno de ellos decidió que era buena idea atravesarle con su espada y cuando Kodama la desclavó de su cuerpo de madera como si nada palideció de inmediato. Un par de golpes con sus ramas fueron suficientes para tratar con ellos.
Pero el verdadero mal yacía en una mujer. La señora de la limpieza estaba fregando el pasillo como si nada, mascando ruidosamente un chicle. Le miró a los ojos, consciente de quién era y de qué quería de ella y de inmediato se plantó desafiante ante el Roble. Éste iba armado de nuevo, pues había cogido sus espadas de la habitación antes de salir, y alzó una de ellas hacia la limpiadora. La maldad que rezumaban sus ojos era tan profunda como el más oscuro océano.
La fregona que la mujer empuñaba voló hacia él con la velocidad de un látigo y chocó repetidamente con la hoja del marine. Su destreza con la fregona era abrumadora y su uso malicioso del agua sucia parecía darle ventaja. Pero Kodama estaba curtido en mil batallas y al final logró sobreponerse cual héroe de leyenda a la señora de la limpieza. Una gran proeza, sin duda.
Después de eso todo fue sobre ruedas. Se procesó a los detenidos y se recuperaron los informes y archivos robados; se habló largo y tendido sobre la verdadera identidad del extraño Johny Chan y su compañero y sobre el gusto que tenían en esa base por los apodos siniestros. Pero al final, la relativa normalidad a la que estaban acostumbrados los marines más beligerantes del mundo volvió a reinar, coronada con una última batalla de comida cuyos restos no quedaba nadie para limpiar.
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