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Llegó una carta al Cuartel General de la Armada. Allí se encontraba Ryan junto a sus compañeros, incluido su mejor amigo Garragelish. Un niño de cabello rosado y lentes redondos corrió hacia el vampiro completamente agitado. Le informó que había llegado una carta exclusivamente para él. Lo sorprendió. Tenía puesto el sello de la universidad en la que se formó Levi. La abrió y mantuvo la expresión seria.
-¿Qué dice? – Preguntó Garra.
-Es una invitación a asistir a una asamblea que realizará el Profesor Hunt. Debe ser importante, partiré de inmediato.
Garra lo miró perplejo.
-Ten cuidado. Puede ser una trampa.
Pasados unos cuantos días, Ryan llegó a la universidad. Había pasado mucho tiempo desde que pisaba una. Recordó viejos tiempos en donde era conocido como un respetado profesor y no como un criminal buscado por asesinar a un tenryuubito. El recinto era inmenso; en el centro tenía un enorme parque rectangular acompañado de elevados árboles de hojas verdes, amarillas y rojizas. En el centro de este había una gran fuente con la figura del director de la universidad. Paralelamente al parque se encontraban las salas de clases.
Las universitarias nunca dejaban de sorprenderlo. Era verano y, por ende, hacía mucho calor lo que permitía que las chicas vistieran con cortas faldas y pronunciados escotes. No era un depravado ni mucho menos pero jamás hacía mal mirar a una universitaria. Bueno, eso pensaba él. Caminó entre medio del parque hasta llegar al gran salón en donde se reunió mucha gente. Allí estaba el famoso profesor. Era un hombre sencillo; delgado y bien afeitado, cabello corto y peinado hacia atrás. Sus ojos celestes observaban a todos los presentes.
-Bien – dijo –. A los presentes, bienvenidos sean. Seré breve pues, su tiempo es valioso.
Comenzó a dar una charla muy interesante sobre las Frutas del Diablo hasta llegar a lo elemental. Sacó un mapa y, con su bolígrafo, marcó una zona.
-Hace dos semanas un grupo de exploradores se perdió en el bosque. Uno de ellos contaba con información valiosa sobre un pergamino que, según mi información, revela datos importantísimos sobre las Frutas del Diablo. Espero contar con su apoyo. He reclutado a los mejores. Los más inteligentes y aptos – miró a Ryan –... e incluso a algunos peligrosos.
Ryan lo miró seriamente. En una ocasión tuvo la oportunidad de ser su alumno y la verdad es que el hombre era un verdadero sabio. Escuchó con atención lo que tuvo que decir y al finalizar pudo observar un poco a sus posibles compañeros. No se veían la gran cosa.
-¿Qué dice? – Preguntó Garra.
-Es una invitación a asistir a una asamblea que realizará el Profesor Hunt. Debe ser importante, partiré de inmediato.
Garra lo miró perplejo.
-Ten cuidado. Puede ser una trampa.
Pasados unos cuantos días, Ryan llegó a la universidad. Había pasado mucho tiempo desde que pisaba una. Recordó viejos tiempos en donde era conocido como un respetado profesor y no como un criminal buscado por asesinar a un tenryuubito. El recinto era inmenso; en el centro tenía un enorme parque rectangular acompañado de elevados árboles de hojas verdes, amarillas y rojizas. En el centro de este había una gran fuente con la figura del director de la universidad. Paralelamente al parque se encontraban las salas de clases.
Las universitarias nunca dejaban de sorprenderlo. Era verano y, por ende, hacía mucho calor lo que permitía que las chicas vistieran con cortas faldas y pronunciados escotes. No era un depravado ni mucho menos pero jamás hacía mal mirar a una universitaria. Bueno, eso pensaba él. Caminó entre medio del parque hasta llegar al gran salón en donde se reunió mucha gente. Allí estaba el famoso profesor. Era un hombre sencillo; delgado y bien afeitado, cabello corto y peinado hacia atrás. Sus ojos celestes observaban a todos los presentes.
-Bien – dijo –. A los presentes, bienvenidos sean. Seré breve pues, su tiempo es valioso.
Comenzó a dar una charla muy interesante sobre las Frutas del Diablo hasta llegar a lo elemental. Sacó un mapa y, con su bolígrafo, marcó una zona.
-Hace dos semanas un grupo de exploradores se perdió en el bosque. Uno de ellos contaba con información valiosa sobre un pergamino que, según mi información, revela datos importantísimos sobre las Frutas del Diablo. Espero contar con su apoyo. He reclutado a los mejores. Los más inteligentes y aptos – miró a Ryan –... e incluso a algunos peligrosos.
Ryan lo miró seriamente. En una ocasión tuvo la oportunidad de ser su alumno y la verdad es que el hombre era un verdadero sabio. Escuchó con atención lo que tuvo que decir y al finalizar pudo observar un poco a sus posibles compañeros. No se veían la gran cosa.
Kei
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Esa mañana era bastante calurosa, pero aun así corría una ligera brisa que hacia mas llevadero el calor, de todas formas no era suficiente pues entre los nervios y el calor la muchacha se había desvelado. Se levantó de un salto de la cama y se arregló rápidamente para el desayuno que seguramente ya estaba preparado y listo para servir, bajo las escaleras tan rápido que poco más y se cae por ellas. Emili, la sirvienta que en ese momento pasaba por allí se acercó a ella con precaución, pues no estaba segura con qué humor se había levantado hoy la señorita.
Ya está preparado el desayuno, Emili?- preguntó la muchacha con una leve sonrisa mientras se dirigía al comedor y se sentaba en la mesa. La estancia era enorme y la mesa que presidía el centro de la sala no era menos, en una de las paredes había una gran chimenea y un par de sillones delante de esta con una mesa para el té, del techo colgaba una gran lámpara de araña que iluminaba la gran estancia por las noches.
Si ahora mismo se lo sirvo, señorita- No tardó en volver con el desayuno y dejarlo delante de Kei, un café con leche y un par de tostadas- Por cierto señorita la carta que ha estado esperando desde hace unos días ha llegado- sacó el sobre y se lo entregó a la muchacha quien derramó el café por el suelo del comedor dado al sobresalto al agarrar la carta, al fin había llegado su tan esperado momento.
Emili pide que preparen todo para el viaje y recoge este estropicio- Sin más salió de la estancia hacia su dormitorio para recoger unas cuantas cosas y partir lo antes posible a la Asamblea.
Tras algunos días de viaje por fin se encontraba allí escuchando al famoso profesor Hunt y lo que más le interesaba en ese momento, las Akumas. Por lo que dijo el profesor, tras marcar un punto de la isla en un mapa, unos exploradores que se perdieron en el bosque habían encontrado un pergamino con información valiosa sobre las Frutas del diablo.
Kei estaba realmente emocionada y un poco ansiosa por saber qué secretos esconderá ese pergamino y si en él llegaría a encontrar lo que buscaba. - Entonces lo único que tenemos que hacer es encontrar a esos exploradores perdidos y de paso el pergamino, no es así? -preguntó la muchacha un poco seria mientras observaba al profesor.
A grandes rasgos sí, pero no se impaciente señorita, por ahora vayan formando grupos de dos o tres personas para cubrir más terreno.
Kei observo a los allí presentes, ninguno parecía sobre salir demasiado así que se acerco al que mas cerca tenia, un muchacho rubio con el pelo peinado hacia atrás, así como el profesor Hunt, y unos ojos verdosos. -Buenas, me harías el favor de formar pareja conmigo durante la expedición?- (casi parecía que le estuviera pidiendo un baile a una mujer)-dijo un poco cortada, dado que le costaba relacionarse con gente ajena a su "entorno", esperando una respuesta del muchacho.
Ya está preparado el desayuno, Emili?- preguntó la muchacha con una leve sonrisa mientras se dirigía al comedor y se sentaba en la mesa. La estancia era enorme y la mesa que presidía el centro de la sala no era menos, en una de las paredes había una gran chimenea y un par de sillones delante de esta con una mesa para el té, del techo colgaba una gran lámpara de araña que iluminaba la gran estancia por las noches.
Si ahora mismo se lo sirvo, señorita- No tardó en volver con el desayuno y dejarlo delante de Kei, un café con leche y un par de tostadas- Por cierto señorita la carta que ha estado esperando desde hace unos días ha llegado- sacó el sobre y se lo entregó a la muchacha quien derramó el café por el suelo del comedor dado al sobresalto al agarrar la carta, al fin había llegado su tan esperado momento.
Emili pide que preparen todo para el viaje y recoge este estropicio- Sin más salió de la estancia hacia su dormitorio para recoger unas cuantas cosas y partir lo antes posible a la Asamblea.
Tras algunos días de viaje por fin se encontraba allí escuchando al famoso profesor Hunt y lo que más le interesaba en ese momento, las Akumas. Por lo que dijo el profesor, tras marcar un punto de la isla en un mapa, unos exploradores que se perdieron en el bosque habían encontrado un pergamino con información valiosa sobre las Frutas del diablo.
Kei estaba realmente emocionada y un poco ansiosa por saber qué secretos esconderá ese pergamino y si en él llegaría a encontrar lo que buscaba. - Entonces lo único que tenemos que hacer es encontrar a esos exploradores perdidos y de paso el pergamino, no es así? -preguntó la muchacha un poco seria mientras observaba al profesor.
A grandes rasgos sí, pero no se impaciente señorita, por ahora vayan formando grupos de dos o tres personas para cubrir más terreno.
Kei observo a los allí presentes, ninguno parecía sobre salir demasiado así que se acerco al que mas cerca tenia, un muchacho rubio con el pelo peinado hacia atrás, así como el profesor Hunt, y unos ojos verdosos. -Buenas, me harías el favor de formar pareja conmigo durante la expedición?- (casi parecía que le estuviera pidiendo un baile a una mujer)-dijo un poco cortada, dado que le costaba relacionarse con gente ajena a su "entorno", esperando una respuesta del muchacho.
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La charla se largó por unos cuantos minutos más. El hombre a cargo dio unas instrucciones precisas sobre la formación de equipos, radio de investigación y exploración. Después de haber sido seleccionados solo unos pocos cuantos se quedaron, apenas alcanzaban a ser trece personajes. Entre ellos había alguien que destacaba sobre los demás; una chica de increíble belleza y un notable cuerpo. Se acercó a Ryan y este le sonrió.
-Entiendo. Ya lo tengo, está bien. Seamos equipo – dijo entre carcajadas –. Dame un momento.
Se alejó de la chica y salió del grupo para fumar un poco de lo que él llamaba el regalo de los dioses. Primeramente sacó un papel orgánico de su bolsillo izquierdo, luego, del derecho, un sobrecito con un poco de hierba verde y la enroló con delicadeza y destreza en el papel. Encendió el misterioso cigarrillo y sintió como el humo bajaba por su garganta hasta depositarse tibiamente en sus pulmones para luego ser exhalado con elegancia y estilo. Repitió el proceso sin prisa hasta que el cigarrillo misterioso se terminó.
-Esto sí es lo que necesitaba – dijo completamente relajado –. Veamos…
Del mismo bolsillo del que sacó el papel buscó una cajetilla. Era sencilla y sin nada especial; de adentro sacó un cigarrillo, esta vez de tabaco, y lo encendió. Era su ritual antes de empezar una tarea difícil y sabía que lo sería. ¿Por qué? Todo lo que se relacionaba con akumas no mi era peligroso. El segundo cigarrillo se terminó y entró a la sala. Pudo verse en el espejo y vio sus ojos enrojados y sonrió. Se acercó a la chica.
-Bien – le habló –, ahora sí estamos. Primero que todo quiero saber por qué quieres hacer equipo conmigo… verás, a veces soy un poco paranoico – la miró –. Aparte no estoy acostumbrado a que chicas tan guapas como tú se acerquen a mí – sonrió –. ¡Bah! ¿Qué estoy diciendo? Estoy drogado, ven. Me llamo Ryan pero me puedes decir R. Como quieras.
Se acercó al profesor.
-Siento mucho lo de su esposa – le comentó mientras le ponía la mano en el hombro –. La conocí, era una gran mujer.
El hombre no dijo absolutamente nada, solo se limitó a hacer un gesto de agradecimiento.
Pasaron la noche en un campamento a la entrada del bosque. Cuando amaneció se hizo tiempo de emprender el viaje y comenzar a trabajar. El hombre guía entregó unas cuantas instrucciones sencillas. Era calvo y de piel morena, con una barba negra con forma de candado.
-El bosque tiene muchos peligros. No coman nada que brille nada y en caso de encontrar algo de valor, déjenlo donde está. Nadie sabe exactamente a lo que nos enfrentaremos. Hemos reunido a los mejores en cada disciplina – comenzó a presentar a cada uno –.
Rob era un chico de apenas veinte años experto en botánica y fauna desconocida. Tenía el cabello café y hacía equipo con Lucía, una mujer de unos cuarenta que había protegido al ex rey de un antiguo imperio. Sebastian estaba a cargo de un grupo de tres personas y era un cartógrafo único; estaba acompañado de Martín, experto en cacería, y de Romina quien era una importante decodificadora de extraños dialectos y letras perdidas. Finalmente quedaba el otro equipo de tres: Faucio, el guía, la francotiradora Lenda y el genio matemático James.
Ryan quedó mirando a todos sin parecer sorprendido. Lo único que no sabía era a que se dedicaba su compañera, no tenía idea. ¿Qué hacía ella allí? Le susurró algo en el oído.
-Verás… he trabajado antes con nuestro Profesor. Soy experto en algunas áreas… me gustaría saber exactamente a qué te dedicas.
El tiempo de las charlas había terminado y por fin el trabajo comenzó.
-Entiendo. Ya lo tengo, está bien. Seamos equipo – dijo entre carcajadas –. Dame un momento.
Se alejó de la chica y salió del grupo para fumar un poco de lo que él llamaba el regalo de los dioses. Primeramente sacó un papel orgánico de su bolsillo izquierdo, luego, del derecho, un sobrecito con un poco de hierba verde y la enroló con delicadeza y destreza en el papel. Encendió el misterioso cigarrillo y sintió como el humo bajaba por su garganta hasta depositarse tibiamente en sus pulmones para luego ser exhalado con elegancia y estilo. Repitió el proceso sin prisa hasta que el cigarrillo misterioso se terminó.
-Esto sí es lo que necesitaba – dijo completamente relajado –. Veamos…
Del mismo bolsillo del que sacó el papel buscó una cajetilla. Era sencilla y sin nada especial; de adentro sacó un cigarrillo, esta vez de tabaco, y lo encendió. Era su ritual antes de empezar una tarea difícil y sabía que lo sería. ¿Por qué? Todo lo que se relacionaba con akumas no mi era peligroso. El segundo cigarrillo se terminó y entró a la sala. Pudo verse en el espejo y vio sus ojos enrojados y sonrió. Se acercó a la chica.
-Bien – le habló –, ahora sí estamos. Primero que todo quiero saber por qué quieres hacer equipo conmigo… verás, a veces soy un poco paranoico – la miró –. Aparte no estoy acostumbrado a que chicas tan guapas como tú se acerquen a mí – sonrió –. ¡Bah! ¿Qué estoy diciendo? Estoy drogado, ven. Me llamo Ryan pero me puedes decir R. Como quieras.
Se acercó al profesor.
-Siento mucho lo de su esposa – le comentó mientras le ponía la mano en el hombro –. La conocí, era una gran mujer.
El hombre no dijo absolutamente nada, solo se limitó a hacer un gesto de agradecimiento.
Pasaron la noche en un campamento a la entrada del bosque. Cuando amaneció se hizo tiempo de emprender el viaje y comenzar a trabajar. El hombre guía entregó unas cuantas instrucciones sencillas. Era calvo y de piel morena, con una barba negra con forma de candado.
-El bosque tiene muchos peligros. No coman nada que brille nada y en caso de encontrar algo de valor, déjenlo donde está. Nadie sabe exactamente a lo que nos enfrentaremos. Hemos reunido a los mejores en cada disciplina – comenzó a presentar a cada uno –.
Rob era un chico de apenas veinte años experto en botánica y fauna desconocida. Tenía el cabello café y hacía equipo con Lucía, una mujer de unos cuarenta que había protegido al ex rey de un antiguo imperio. Sebastian estaba a cargo de un grupo de tres personas y era un cartógrafo único; estaba acompañado de Martín, experto en cacería, y de Romina quien era una importante decodificadora de extraños dialectos y letras perdidas. Finalmente quedaba el otro equipo de tres: Faucio, el guía, la francotiradora Lenda y el genio matemático James.
Ryan quedó mirando a todos sin parecer sorprendido. Lo único que no sabía era a que se dedicaba su compañera, no tenía idea. ¿Qué hacía ella allí? Le susurró algo en el oído.
-Verás… he trabajado antes con nuestro Profesor. Soy experto en algunas áreas… me gustaría saber exactamente a qué te dedicas.
El tiempo de las charlas había terminado y por fin el trabajo comenzó.
Kei
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El muchacho no tardó en darle una respuesta satisfactoria, aunque no entendía porque se reía tanto o qué era lo que le hacía tanta gracia. El rubio, al cual aun no le había preguntado su nombre, se alejó del grupo unos minutos “Es un poco raro” pensó siguiendole con la mirada unos segundos antes de dirigir la vista al resto de los allí presentes que ya empezaban a formar parejas. Era un grupo reducido de 13 personas pero aun así bastante pintoresco, había gente de todas las edades y géneros(?). Los grupos se dividían de la siguiente manera: dos grupos de 2 personas, y tres grupos de 3 personas.
Mientras esperaba al muchacho se sentó en una mesa y sacó un cuaderno donde tenía varias anotaciones sobre lo que había estudiado hasta ahora de las frutas del diablo. Esperaba ser la primera en llegar a los pergaminos y poder ver lo que contenían aunque claramente no sería una tarea sencilla.
Aún estaba sumida en sus pensamientos cuando el rubio volvía a acercarse a ella, se sobresalto un poco ante el “bien” que soltó antes de lanzarse a hablar de nuevo, apenas le dejó pronunciar una sola palabra cuando ya le estaba diciendo el nombre, Ryan o R. Le parecia que habia algo extraño en él y mientras este hablaba ella le miraba atentamente, sus ojos verdosos estaban algo rojos (una pena, pues eran muy bonitos) y se posaban ella, incluso parecía que hablaba más rápido de lo que debería. Antes de que se diera cuenta la conversación había terminado y Ryan se dirigía hacia el profesor Hunt, lo interceptó antes de que esto pasara agarrándole del brazo.
En primer lugar, te elegí como compañero porque creo que así tendré más posibilidades de hacerme primero con el pergamino y saber lo que pone sobre las Akumas.-le miro un poco seria- Segundo, creo que se te han acercado muchas bellezas y como bien dices, estás bajo los efectos de la droga.- Le soltó el brazo- y por ultimo, me llamo Kei.-Tras la pequeña charla R se fue a junto el profesor mientras Kei siguió con su cuaderno.
La noche en el campamento se había hecho bastante larga para Kei, pues no estaba acostumbrada a dormir fuera de su casa, por suerte se había llevado una almohada que le hizo la experiencia algo más llevadera. Al amanecer daba comienzo el viaje y la “carrera” por hacerse primero con el pergamino. El guía dio las instrucciones, a la muchacha le costó un poco morderse la lengua pero aguanto sin decir nada, encontrar ese pergamino era más importante que llevarle la contraria a un insignificante guía, y presentó a los grupos.
Sin duda era un equipo bastante completo y había para todos los gustos, Kei miró fijamente y con algo de desprecio al ladrón, seguramente ese sería el que le diera más problemas en caso de que se hiciera con el pergamino antes que ella. Sonrió levemente “No pienso perder la “carrera”” .
Pronto salió de su ensimismamiento al sentir que le hablaban al oído y dio un respingo, miró a su lado y hay estaba Ryan preguntándole qué era lo que hacía aquí- No es bueno acercarse tanto cuando alguien está distraído- suspiro- Soy médica, aunque aún tengo mucho que aprender, y estoy aquí porque me interesa el tema de las Frutas del Diablo, quiero saber todo lo que pueda sobre ellas.- No le dio tiempo a preguntarle qué era lo que hacía él allí, pues era hora de la “carrera” pero no pasaba nada, ya tendría oportunidad más tarde. Acabadas las presentaciones era hora de ponerse a trabajar, los grupos tenían asignadas diferentes áreas del mapa, dentro del perímetro establecido por el profesor Hunt.
El área que les había tocado a ellos era algo pantanosa, por suerte se había puesto unos pantalones y unas botas, lo suficientemente altas para evitar que se le encharcaran de agua, cómodas para el largo trabajo que les esperaba, y había bastante vegetación. No le gustaba demasiado el ambiente húmedo y caluroso pues hacía que la ropa se le pegara al cuerpo y tampoco estaba demasiado acostumbrada a aquellos lugares, a pesar de todo había algo que la motivaba bastante y como se suele decir “sarna con gusto no pica”.
Mientras andaban Kei miró de reojo a R, quizás ahora sí podría preguntarle- Y que se supone que haces tu aquí? También tienes interés por el pergamino?- Sonrió levemente- De ser así te advierto que seré la primera en leerlo
Mientras esperaba al muchacho se sentó en una mesa y sacó un cuaderno donde tenía varias anotaciones sobre lo que había estudiado hasta ahora de las frutas del diablo. Esperaba ser la primera en llegar a los pergaminos y poder ver lo que contenían aunque claramente no sería una tarea sencilla.
Aún estaba sumida en sus pensamientos cuando el rubio volvía a acercarse a ella, se sobresalto un poco ante el “bien” que soltó antes de lanzarse a hablar de nuevo, apenas le dejó pronunciar una sola palabra cuando ya le estaba diciendo el nombre, Ryan o R. Le parecia que habia algo extraño en él y mientras este hablaba ella le miraba atentamente, sus ojos verdosos estaban algo rojos (una pena, pues eran muy bonitos) y se posaban ella, incluso parecía que hablaba más rápido de lo que debería. Antes de que se diera cuenta la conversación había terminado y Ryan se dirigía hacia el profesor Hunt, lo interceptó antes de que esto pasara agarrándole del brazo.
En primer lugar, te elegí como compañero porque creo que así tendré más posibilidades de hacerme primero con el pergamino y saber lo que pone sobre las Akumas.-le miro un poco seria- Segundo, creo que se te han acercado muchas bellezas y como bien dices, estás bajo los efectos de la droga.- Le soltó el brazo- y por ultimo, me llamo Kei.-Tras la pequeña charla R se fue a junto el profesor mientras Kei siguió con su cuaderno.
La noche en el campamento se había hecho bastante larga para Kei, pues no estaba acostumbrada a dormir fuera de su casa, por suerte se había llevado una almohada que le hizo la experiencia algo más llevadera. Al amanecer daba comienzo el viaje y la “carrera” por hacerse primero con el pergamino. El guía dio las instrucciones, a la muchacha le costó un poco morderse la lengua pero aguanto sin decir nada, encontrar ese pergamino era más importante que llevarle la contraria a un insignificante guía, y presentó a los grupos.
El último grupo estaba compuesto por Evaristo, quien lideraba el grupo y era un experto espadachín; Luz, una mink elefanta especializada en farmacia y primeros auxilios y por último Severiano, quien era un ladrón reconocido.Rob era un chico de apenas veinte años experto en botánica y fauna desconocida. Tenía el cabello café y hacía equipo con Lucía, una mujer de unos cuarenta que había protegido al ex rey de un antiguo imperio. Sebastian estaba a cargo de un grupo de tres personas y era un cartógrafo único; estaba acompañado de Martín, experto en cacería, y de Romina quien era una importante decodificadora de extraños dialectos y letras perdidas. Finalmente quedaba el otro equipo de tres: Faucio, el guía, la francotiradora Lenda y el genio matemático James.
Sin duda era un equipo bastante completo y había para todos los gustos, Kei miró fijamente y con algo de desprecio al ladrón, seguramente ese sería el que le diera más problemas en caso de que se hiciera con el pergamino antes que ella. Sonrió levemente “No pienso perder la “carrera”” .
Pronto salió de su ensimismamiento al sentir que le hablaban al oído y dio un respingo, miró a su lado y hay estaba Ryan preguntándole qué era lo que hacía aquí- No es bueno acercarse tanto cuando alguien está distraído- suspiro- Soy médica, aunque aún tengo mucho que aprender, y estoy aquí porque me interesa el tema de las Frutas del Diablo, quiero saber todo lo que pueda sobre ellas.- No le dio tiempo a preguntarle qué era lo que hacía él allí, pues era hora de la “carrera” pero no pasaba nada, ya tendría oportunidad más tarde. Acabadas las presentaciones era hora de ponerse a trabajar, los grupos tenían asignadas diferentes áreas del mapa, dentro del perímetro establecido por el profesor Hunt.
El área que les había tocado a ellos era algo pantanosa, por suerte se había puesto unos pantalones y unas botas, lo suficientemente altas para evitar que se le encharcaran de agua, cómodas para el largo trabajo que les esperaba, y había bastante vegetación. No le gustaba demasiado el ambiente húmedo y caluroso pues hacía que la ropa se le pegara al cuerpo y tampoco estaba demasiado acostumbrada a aquellos lugares, a pesar de todo había algo que la motivaba bastante y como se suele decir “sarna con gusto no pica”.
Mientras andaban Kei miró de reojo a R, quizás ahora sí podría preguntarle- Y que se supone que haces tu aquí? También tienes interés por el pergamino?- Sonrió levemente- De ser así te advierto que seré la primera en leerlo
NGC 1672
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fuerza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Ryan no tenía ningún interés verdadero en el pergamino, más bien aceptó el trabajo por el respeto que le tenía al honorable profesor. No así como lo tenía su compañera que realmente parecía estar fascinada con todo lo que tenía que ver con las frutas del diablo, algo que a nuestro querido revolucionario no le llamaba mucho la atención. Caminaron juntos, sin mucha prisa, hacia el pantano. El hombre de cabellos rubios iba vestido con una camisa suelta, unos pantalones largos y unas botas; realmente le daba lo mismo ensuciarse. Sin embargo, lo que más valorable que llevaba encima era una enorme mochila color café tierra en donde guardaba muchas cosas, entre ellas muchas provisiones. ¿Para él? Pues claro que no, podía estar mucho tiempo sin comer. Recordemos que es una creación artificial y está primariamente fabricado para soportar extremas condiciones.
Finalmente se había enterado de que trabajaba la chica, ¿no? ¿Una médica? Siempre son bienvenidos pero la verdad no entendía cómo consiguió un cupo en tal importante expedición. Si no era la mejor, algo debía tener que la hiciera importante y era algo que estaba matando a Ryan. Es alguien cuya curiosidad solo es superada por sus actos despreciables. Encontraba a su compañera muy interesante e inclusive le recordaba muchas cosas de su mejor vida. Mientras más la miraba, más recordaba su vida anterior en donde la felicidad la rozó con la punta de sus dedos; la conoció en casi las mismas circunstancias que a su difunta novia. Pero no tenía tiempo ni ganas de permitir que emociones bien enterradas salieran a flote, ni que mucho menos emociones por la chica nublaran su juicio. Vamos, que Ryan no es de los tíos buenos que se enamoran a la primera.
-¿Qué hago yo aquí? Fui alumno del Profesor hace un tiempo atrás, tuve una clase con él. Sabe de lo que soy capaz para conseguir las cosas y la verdad se sobre otras que nadie se imagina – dijo mirando sus manos –. En un principio me especialicé en antropología, psicología y filosofía. Luego sucedieron ciertos... acontecimientos y me dediqué a la ingeniería y a la bioingeniería.
Tomó un poco de agua para seguir hablando. El efecto de la droga ya había terminado en su cuerpo.
-Y la verdad es que no, no tengo ningún interés en el pergamino. Así que por mí, te lo puedes llevar – sonrió – ¿Quieres un poco? – Le preguntó mientras le ofrecía algo de lo que fumó anteriormente – Siempre es mejor para relajarse.
Encendió el segundo cigarrillo, que por costumbre siempre prendía dos en una misión por lo que no prendería otro, y comenzó a fumar. Nuevamente, después de unos cuantos minutos, el efecto llegó a sus venas. Las cosas son muy distintas cuando se ve desde los mismos ojos pero con otra perspectiva.
La pareja siguió incursionando, investigando la zona. Había todo tipo de insectos a los cuales nuestro hombre no quería acercarse para caer envenenado ni mucho menos. El agua parecía peligrosa pero no lo era la verdad, simplemente daba ese aspecto por el color que tenía y por la viscosidad de ella.
Se detuvo en seco.
-La verdad me impresiona que una chica – la miró fijamente a los ojos – como tú esté tan interesada en algo... que solo causa muerte. ¿Cuál es tu historia?
Después de su pregunta escuchó un extraño silbido, quizás un rugido; entre un silbido y un rugido había mucha diferencia, quizás sonaban ambos al mismo tiempo. Se acercó lentamente hacia lo que parecía ser un “lugar limpio” –carente de vegetación– y encontró un extraño cuerno. Al mirarlo lo reconoció enseguida: un cuerno de un humanoide. Hace un tiempo había tenido un curso, en antropología, sobre el comportamiento de los humanoides y criaturas similares; inspeccionó un tanto su anatomía y podía reconocer ese tipo de cuerno en cualquier estado... ya que no pudo caminar durante dos meses por una cornada de aquella criatura. Simplemente se trataba de lo que se denominaba en ese entonces un goblin; criaturas de más de dos metros, sumamente codiciosas y violentas que se adjudicaban todo lo que brillaba.
-Hay que tener cuidado, ¿sabes? Esto es un cuerno de goblin – dijo mientras se lo mostraba –. Todo lo que brilla piensan que es de ellos – miró a la chica – y parece que te llevarán a ti por todo lo que brillas – sonrió –. En fin, son criaturas feroces. Te recomiendo que te mantengas alejada de sus colmillos.
Siguieron avanzando hasta encontrar al par de exploradores que habían enviado hace un tiempo. Era una buena noticia: los encontraron. Pero la verdad es que ya no lo era tanto cuando se acercaron a ver... estaban completamente muertos. Sin vida. Despedazados de pie a cabeza sin ningún objeto de valor encima de ellos. Ryan alzó la vista y pudo ver un “nido”. Soltó un “oh-oh” de peligro.
-¿Kei? Te recomiendo que nos larguemos de aquí... lenta y cuidadosamente.
Mientras el chico retrocedía pisó una rama provocando un sonido que, en esos momentos, parecía un verdadero chirrido. Sintió como miles de ojos se depositaban en él. Decidió no moverse esperando que era lo que lo acechaba.
Finalmente se había enterado de que trabajaba la chica, ¿no? ¿Una médica? Siempre son bienvenidos pero la verdad no entendía cómo consiguió un cupo en tal importante expedición. Si no era la mejor, algo debía tener que la hiciera importante y era algo que estaba matando a Ryan. Es alguien cuya curiosidad solo es superada por sus actos despreciables. Encontraba a su compañera muy interesante e inclusive le recordaba muchas cosas de su mejor vida. Mientras más la miraba, más recordaba su vida anterior en donde la felicidad la rozó con la punta de sus dedos; la conoció en casi las mismas circunstancias que a su difunta novia. Pero no tenía tiempo ni ganas de permitir que emociones bien enterradas salieran a flote, ni que mucho menos emociones por la chica nublaran su juicio. Vamos, que Ryan no es de los tíos buenos que se enamoran a la primera.
-¿Qué hago yo aquí? Fui alumno del Profesor hace un tiempo atrás, tuve una clase con él. Sabe de lo que soy capaz para conseguir las cosas y la verdad se sobre otras que nadie se imagina – dijo mirando sus manos –. En un principio me especialicé en antropología, psicología y filosofía. Luego sucedieron ciertos... acontecimientos y me dediqué a la ingeniería y a la bioingeniería.
Tomó un poco de agua para seguir hablando. El efecto de la droga ya había terminado en su cuerpo.
-Y la verdad es que no, no tengo ningún interés en el pergamino. Así que por mí, te lo puedes llevar – sonrió – ¿Quieres un poco? – Le preguntó mientras le ofrecía algo de lo que fumó anteriormente – Siempre es mejor para relajarse.
Encendió el segundo cigarrillo, que por costumbre siempre prendía dos en una misión por lo que no prendería otro, y comenzó a fumar. Nuevamente, después de unos cuantos minutos, el efecto llegó a sus venas. Las cosas son muy distintas cuando se ve desde los mismos ojos pero con otra perspectiva.
La pareja siguió incursionando, investigando la zona. Había todo tipo de insectos a los cuales nuestro hombre no quería acercarse para caer envenenado ni mucho menos. El agua parecía peligrosa pero no lo era la verdad, simplemente daba ese aspecto por el color que tenía y por la viscosidad de ella.
Se detuvo en seco.
-La verdad me impresiona que una chica – la miró fijamente a los ojos – como tú esté tan interesada en algo... que solo causa muerte. ¿Cuál es tu historia?
Después de su pregunta escuchó un extraño silbido, quizás un rugido; entre un silbido y un rugido había mucha diferencia, quizás sonaban ambos al mismo tiempo. Se acercó lentamente hacia lo que parecía ser un “lugar limpio” –carente de vegetación– y encontró un extraño cuerno. Al mirarlo lo reconoció enseguida: un cuerno de un humanoide. Hace un tiempo había tenido un curso, en antropología, sobre el comportamiento de los humanoides y criaturas similares; inspeccionó un tanto su anatomía y podía reconocer ese tipo de cuerno en cualquier estado... ya que no pudo caminar durante dos meses por una cornada de aquella criatura. Simplemente se trataba de lo que se denominaba en ese entonces un goblin; criaturas de más de dos metros, sumamente codiciosas y violentas que se adjudicaban todo lo que brillaba.
-Hay que tener cuidado, ¿sabes? Esto es un cuerno de goblin – dijo mientras se lo mostraba –. Todo lo que brilla piensan que es de ellos – miró a la chica – y parece que te llevarán a ti por todo lo que brillas – sonrió –. En fin, son criaturas feroces. Te recomiendo que te mantengas alejada de sus colmillos.
Siguieron avanzando hasta encontrar al par de exploradores que habían enviado hace un tiempo. Era una buena noticia: los encontraron. Pero la verdad es que ya no lo era tanto cuando se acercaron a ver... estaban completamente muertos. Sin vida. Despedazados de pie a cabeza sin ningún objeto de valor encima de ellos. Ryan alzó la vista y pudo ver un “nido”. Soltó un “oh-oh” de peligro.
-¿Kei? Te recomiendo que nos larguemos de aquí... lenta y cuidadosamente.
Mientras el chico retrocedía pisó una rama provocando un sonido que, en esos momentos, parecía un verdadero chirrido. Sintió como miles de ojos se depositaban en él. Decidió no moverse esperando que era lo que lo acechaba.
Kei
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Al parecer Ryan conocía al profesor hacia algún tiempo dado que asistió a sus clases y este lo había llamado para la expedición, suponía que por ser uno de los mejores en su campo, lo que le extrañó un poco a Kei fue lo que dijo R “Sabe de lo que soy capaz para conseguir las cosas y la verdad se sobre otras que nadie se imagina”. A que se estaría refiriendo exactamente con eso ¿Que podría saber que nadie imaginara? Mientras su cabeza se inundaba con algunas preguntas R prosiguió hablando. Al menos no estaba interesado en el pergamino, eso ya era un punto a su favor. Unos segundos más y con una sonrisa le ofreció lo que parecía un cigarro, a pesar de que no olía como el tabaco normal- Te lo agradezco, pero creo que mejor lo dejare para mas tarde, ahora prefiero estar en plenas facultades- dijo con una leve sonrisa.
Kei siguió andando, observando bien la zona, le llamaba un poco la atención aquel lugar, era entre mágico y siniestro a partes iguales. A una parte de su ser le encantaba estar allí rodeada de tanta naturaleza y animales, algunos de ellos venenosos, pero por otro lado no sentía más que asco, mas que nada porque le incomodaba la ropa y se le hacía algo difícil andar, miro a Ryan unos segundos preguntándose cómo no parecía afectarle nada. En ese momento R se paró en seco y la miró fijamente, mientras le decía que no sabía porque alguien como ella podría estar interesada en algo que solo trae muerte. Ella no estaba muy de acuerdo con eso afirmación, pero para ser sinceros su entusiasmo se debía a que quería ayudar a Sam, su mejor amigo, quien desde pequeño ya tenía una ligera obsesión por conocer todo sobre las frutas del Diablo y Kei que lo admiraba un poco se ofreció a ayudarlo, aunque no solo lo hacia por Sam.
Creo que no tengo historia que cont….-Antes de que pudiera acabar la frase se escuchó un ruido extraño, entre un silbido y un rugido que no parecía estar muy lejos. Ryan se acercó a una explanada seguido por Kei y en el suelo había una especie de cuerno dorado, casi parecía una pieza de oro enorme y si había algún codicioso en el grupo y encontraba eso podría hacerse de oro de la noche ala mañana, pero como suelen decir “no es oro todo lo que reluce”, R le mostró el cuerno y le explico que pertenecía a unas criaturas llamadas goblins, ella no sabía lo que eran realmente ni lo feroces que podían llegar a ser, por lo que aunque estaba un poco asustada no lo reconocería. - Por suerte para mi no soy de oro-
Conforme avanzaban Kei se ponía un poco más nerviosa, respiro profundamente y dejó salir el aire para ver si así conseguía mantener la mente despejada y concentrarse en la expedición, cosa que había conseguido hasta que se encontraron con los cadáveres de los exploradores hechos trizas literalmente. Se llevó una mano a la boca intentando no vomitar por las nauseas que le estaban dando, a pesar de estar estudiando medicina era la primera vez que veía un cuerpo en esas condiciones.
Si, Sera lo mejor- dijo intentando mantener la calma, mientras retrocedían se oyó la rama del suelo que R había pisado y miles de ojos se posaron sobre ellos “mierda….” pensó agarrando el antebrazo de R sin darse cuenta y apretándolo un poco. Estaban quietos, cualquiera diría que eran estatuas, el viento soplaba levemente rozado la piel, pero esa falsa calma no duró demasiado, uno de los goblins salto delante de ellos y los olfateó un poco, Kei intentó contener la respiración apretando cada vez más el brazo de Ryan.
Cuando el goblin abrió la boca para gritar en sus caras llenándolos un poco de babas, sus colmillos salieron a relucir, eran enormes casi parecían cuchillas afiladas que de clavarse en la piel te podrían hacer una buena herida. Justo en ese momento los nervios de la muchacha la traicionaron, soltó el brazo de R y agarró la espada, que siempre llevaba consigo, con las dos manos para intentar atacar al bicho que tenían delante. Embistió lo más rápido que pudo contra él, llevando la empuñadura de la espada pegado al costado y la cuchilla apuntando al abdomen del goblin, la retiro y vio como la herida empezaba a sangrar, pero el efecto no fue el esperado pues lo único que hizo fue enfurecer más a aquel ser que comenzó a gritar de nuevo, esta vez mucho mas fuerte.
Hora de irse- dijo mientras observaba como el grito del furioso bicho había provocado que más de esas cosas apareciesen ante ellos.
Kei siguió andando, observando bien la zona, le llamaba un poco la atención aquel lugar, era entre mágico y siniestro a partes iguales. A una parte de su ser le encantaba estar allí rodeada de tanta naturaleza y animales, algunos de ellos venenosos, pero por otro lado no sentía más que asco, mas que nada porque le incomodaba la ropa y se le hacía algo difícil andar, miro a Ryan unos segundos preguntándose cómo no parecía afectarle nada. En ese momento R se paró en seco y la miró fijamente, mientras le decía que no sabía porque alguien como ella podría estar interesada en algo que solo trae muerte. Ella no estaba muy de acuerdo con eso afirmación, pero para ser sinceros su entusiasmo se debía a que quería ayudar a Sam, su mejor amigo, quien desde pequeño ya tenía una ligera obsesión por conocer todo sobre las frutas del Diablo y Kei que lo admiraba un poco se ofreció a ayudarlo, aunque no solo lo hacia por Sam.
Creo que no tengo historia que cont….-Antes de que pudiera acabar la frase se escuchó un ruido extraño, entre un silbido y un rugido que no parecía estar muy lejos. Ryan se acercó a una explanada seguido por Kei y en el suelo había una especie de cuerno dorado, casi parecía una pieza de oro enorme y si había algún codicioso en el grupo y encontraba eso podría hacerse de oro de la noche ala mañana, pero como suelen decir “no es oro todo lo que reluce”, R le mostró el cuerno y le explico que pertenecía a unas criaturas llamadas goblins, ella no sabía lo que eran realmente ni lo feroces que podían llegar a ser, por lo que aunque estaba un poco asustada no lo reconocería. - Por suerte para mi no soy de oro-
Conforme avanzaban Kei se ponía un poco más nerviosa, respiro profundamente y dejó salir el aire para ver si así conseguía mantener la mente despejada y concentrarse en la expedición, cosa que había conseguido hasta que se encontraron con los cadáveres de los exploradores hechos trizas literalmente. Se llevó una mano a la boca intentando no vomitar por las nauseas que le estaban dando, a pesar de estar estudiando medicina era la primera vez que veía un cuerpo en esas condiciones.
Si, Sera lo mejor- dijo intentando mantener la calma, mientras retrocedían se oyó la rama del suelo que R había pisado y miles de ojos se posaron sobre ellos “mierda….” pensó agarrando el antebrazo de R sin darse cuenta y apretándolo un poco. Estaban quietos, cualquiera diría que eran estatuas, el viento soplaba levemente rozado la piel, pero esa falsa calma no duró demasiado, uno de los goblins salto delante de ellos y los olfateó un poco, Kei intentó contener la respiración apretando cada vez más el brazo de Ryan.
Cuando el goblin abrió la boca para gritar en sus caras llenándolos un poco de babas, sus colmillos salieron a relucir, eran enormes casi parecían cuchillas afiladas que de clavarse en la piel te podrían hacer una buena herida. Justo en ese momento los nervios de la muchacha la traicionaron, soltó el brazo de R y agarró la espada, que siempre llevaba consigo, con las dos manos para intentar atacar al bicho que tenían delante. Embistió lo más rápido que pudo contra él, llevando la empuñadura de la espada pegado al costado y la cuchilla apuntando al abdomen del goblin, la retiro y vio como la herida empezaba a sangrar, pero el efecto no fue el esperado pues lo único que hizo fue enfurecer más a aquel ser que comenzó a gritar de nuevo, esta vez mucho mas fuerte.
Hora de irse- dijo mientras observaba como el grito del furioso bicho había provocado que más de esas cosas apareciesen ante ellos.
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La había liado la chica al atreverse a atacar a una bestia como esa. Estaban en su territorio y osó atacar a uno de ellos, ¿qué pasaba por su cabeza? Les tocaba luchar y no sería una pelea sencilla considerando que el muchacho no tenía armas. Los goblins eran seres fuertes y guerreros por naturaleza. Ryan no quería terminar como aquellos humanos descuartizados en la árida tierra. ¡Debía pensar en algo! Pero, ¿en qué? ¿Qué es lo que tenía a su disposición? Podía huir y dejar a la chica allí pues ella fue la que provocó la pelea pero no era la mejor opción; abandonar a un compañero no es algo que le enorgullezca pero ya lo ha hecho con tal de salvar su trasero. Solo que ese caso era distinto, a donde corriese los feroces goblins lo seguirían y solo conseguiría algo de tiempo en dejar que se devoraran a la muchacha.
Analizó el terreno en donde se efectuaría la lucha. Había muchos árboles lo que jugaba en desventaja; el suelo era pantanoso y muy peligroso por lo que no podrían moverse con libertad sin arriesgarse mucho. Por otro lado había una horda de unos doce goblins fuertemente armados, algunos con lanzas y otros sin nada pero fuera lo que fuera que tuvieran en sus manos no dejaban de ser peligrosos. ¿Qué haría? ¡¿Qué podía hacer en tal situación?! Recordó algo. Hace un tiempo estaba jugando en el laboratorio de la armada en donde pudo crear un misterioso polvo que dañaba los neurotransmisores ralentizando la sinapsis. Vamos, era algo difícil de conseguir pero con tiempo cualquiera podía hacerlo.
El muchacho buscó en su mochila y tenía, efectivamente, algunos polvos misteriosos. Tenía cerca de tres bolsitas. Eran de un color gris y en el momento en el que se agitaban explotaban, mientras mayor sea el impacto que tuvieran con “algo” –en ese caso la tierra– mayor sería la explosión. Primero lanzó uno en donde había dos bestias que se le acercaban lentamente; la explosión no alcanzó a superar un metro de diámetro pero fue lo suficiente para atontarlas. Después de eso el muchacho tacleó a una y con el mismo cuerno de oro que anteriormente había tomado se lo enterró en el pecho de esta. En ese mismo momento la otra bestia estaba intentando atacarle pero sus movimientos eran torpes y muy descoordinados por lo que ningún golpe funcionó contra Ryan; tomó la lanza de la criatura sin vida y a la otra le dio una dura estocada en el cuello dejándola sin vida.
Comenzó a contar y notó que iban quedando menos pero aun así era una cantidad alarmante. Una criatura golpeó al muchacho por detrás lanzándolo a volar unos cuantos metros; sin tener tiempo para recuperarse del golpe otra de las bestias le clava el cuerno a la altura del muslo y lo manda despedido por los aires. Cuando cayó se lastimó el brazo derecho pero no fue obstáculo para seguir peleando. Tomó más de los polvos y se los lanzó a sus agresores, acto seguido, con la misma lanza, empala a uno contra un grueso árbol arrebatándole la vida con furia. Ryan tenía la cabeza sangrando y sus movimientos eran lentos. Con fuerza de voluntad no dejó que la herida lo perturbara y embistió contra la otra criatura.
-¡Vámonos! – le gritó a la muchacha – Si seguimos en esto, jamás saldremos con vida.
Ryan, a la máxima velocidad que sus piernas se lo permitían, corrió en dirección a lo que aparentaba ser el norte. ¿Por qué hacia allá? Sabía que las bestias tenían una zona de caza y su territorio era sagrado por lo que no saldrían de allí. Ellos caminaron del este hacia el oeste por lo que el norte era la mejor opción para salir del territorio de caza. ¿Por qué no el sur? Hacia el sur habían cosas aún peores que el instinto de Ryan le indicaba no ir hacia allá.
Después de un momento finalmente salió del territorio de caza llevándose la cabeza de unas cuantas criaturas (no literalmente). Se recostó apoyando su espalda en un árbol mientras examinaba su herida, parecía ser profunda. Tenía que saturarla de alguna forma pues no quería que se infectara. ¿Con qué lo haría? Ya sabía. Primero reunió unos cuantos trozos de rama seca y las juntó, luego con su encendedor prendió la leña. Esperó un tiempo.
-Supongo que esto no lo enseñan en el Colegio de Médicos, ¿verdad? – dijo con sarcasmo simulando una sonrisa.
Tomó la lanza que había cogido del mismo goblin que asesinó y la puso en el fuego. Rompió su pantalón en donde tenía la herida y la vio nuevamente. Sin pensarlo más colocó la punta caliente de la lanza sobre la zona afectada del muslo. Dio un desgarrador grito al mismo tiempo que parecía salir vapor de la herida. Pasado unos minutos sintió que perdía el conocimiento pero no lo hizo.
-Si quieres sigue tú, estaré tendido unos cuantos minutos acá.
Sacó un cigarrillo de su pantalón y se lo echó a la boca. Por lo menos eso le relajaría un tanto.
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Habían comenzado una pelea que tenían muy pocas posibilidades de ganar, principalmente por el número de atacantes, Kei se había precipitado demasiado, tal vez si se hubiera quedado quieta como le dijo Ryan desde un principio los siguientes acontecimientos no hubieran tenido lugar. A parte de un pequeño claro donde se encontraba el nido de los goblins lo demás era pantanoso y lleno de vegetación.
A pesar de que se encontraban en una clara desventaja Ryan fue rápido y sacó una especie de bolsitas que al lanzarlas explotaron y aturdieron parcialmente a los goblins haciendo que la pelea contra algunos se le facilitara un poco. Kei se quedó unos segundos observando cómo el muchacho peleaba sin descanso y lo daba todo, por unos segundos se le pasó por la cabeza dejarlo ahí y que se las apañara el solo con todas esas bestias, pero había dos fallos en esa pequeña acción, el primero era que lo necesitaba para conseguir el pergamino pues no podría sola y el segundo, pero no más importante, estaban en esa situación por su negligencia.
Sin darse cuenta por estar en babia una vez más, una de las bestias se abalanzaba sobre ella de un salto, haciendo que la muchacha intentando escapar se tropezara y cayera de espaldas en el suelo, en un intento de no morir a manos del goblin cogió la espada y la puso con la punta hacia arriba, cuando la bestia cayó sobre ella se clavó la espada en el abdomen dejando a Kei medio enterrada bajo su peso. La bestia no estaba muerta del todo pero si bastante herida y perdía mucha sangre, a Kei le empezaba a costar respirar por el peso del goblin quien estaba intentando librarse de la espada, se levantó de un salto liberando a la muchacha pero llevando aun la espada incrustada en el abdomen. “mierda... ”
Sus ojos estaban cerrados, sentía un poco de rabia y la adrenalina corría por todo su cuerpo. La bestia volvió a la carga pero esta vez no estaba despistada, corrió hacia él y golpeó la espada con una patada haciendo que le rajara más, a continuación agarró de nuevo la espada y tiro para sacarla rajándole la mitad de la barriga hacia el costado.
Mientras ella apenas había conseguido deshacerse de uno, Ryan había acabado con unos cuantos mas, pero aun así seguían superándolos en número. R le grito para avisar de que tenían que salir de hay o acabarían siendo comida de Goblins, la verdad no se equivocaba demasiado. Corrieron un buen, la muchacha no sabía exactamente hacia donde simplemente siguió a R quien parecía estar algo herido.
Cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos Ryan se recostó en un árbol, Kei se sentó a su lado y vio la herida que tenía en la pierna, tenía que desinfectarla y cerrarla lo antes posible o podría infectarse o algo peor. A penas le dejo hacer nada cuando él ya lo tenía todo preparado para quemar la herida. Le miro seriamente- Quizás no nos enseñan a quemar la herida en la misma clase pero sí sabemos que existen estos métodos para suturar una herida, no soy tan tonta como te debes de pensar- Estaba bastante cabreada pero aun así haría algo antes de que ese insensato cerrarse la herida sin haberla desinfectado antes. Agarró su mochila y sacó una pequeña petaca con alcohol -Al menos si vas a hacer eso deberías desinfectar la herida antes- dijo antes de verter el contenido en la herida, seguidamente R procedió a suturar con la lanza y el fuego. Era increíble cómo aguantaba, cualquier otra persona se hubiera desmayado por el dolor, pero él seguía ahí como si tal cosa, aunque si se le veía un poco cansado.
Esperare a que te recuperes, además creo que aprovecharé para descansar un poco también antes de seguir.- Le dio un trago a la petaca- Sobre lo de hace un rato… lo siento, no era mi intención pelear ni que salieras herido- Suspiro y cerró los ojos unos segundos antes de levantarse. Le había parecido escuchar un ruido hace un rato pero no estaba segura, quizás solo había sido su imaginación, de todas formas era mejor comprobar por si acaso- Ahora vengo, no te muevas de aquí.
Se dirigió hacia la zona donde había escuchado el ruido y comprobó que allí no había nada, su mente le estaba jugando una mala pasada, pero de todas formas comprobaría la zona alrededor por si acaso “más vale prevenir”. La zona estaba llena de árboles y vegetación, si realmente había algo o alguien podía esconderse con bastante facilidad. Tras un rato comprobando el lugar encontró restos de comida y algunas zonas de vegetación que indican que allí había estado alguien, pero como no era nada del otro mundo lo dejo pasar y volvió junto a R.
A pesar de que se encontraban en una clara desventaja Ryan fue rápido y sacó una especie de bolsitas que al lanzarlas explotaron y aturdieron parcialmente a los goblins haciendo que la pelea contra algunos se le facilitara un poco. Kei se quedó unos segundos observando cómo el muchacho peleaba sin descanso y lo daba todo, por unos segundos se le pasó por la cabeza dejarlo ahí y que se las apañara el solo con todas esas bestias, pero había dos fallos en esa pequeña acción, el primero era que lo necesitaba para conseguir el pergamino pues no podría sola y el segundo, pero no más importante, estaban en esa situación por su negligencia.
Sin darse cuenta por estar en babia una vez más, una de las bestias se abalanzaba sobre ella de un salto, haciendo que la muchacha intentando escapar se tropezara y cayera de espaldas en el suelo, en un intento de no morir a manos del goblin cogió la espada y la puso con la punta hacia arriba, cuando la bestia cayó sobre ella se clavó la espada en el abdomen dejando a Kei medio enterrada bajo su peso. La bestia no estaba muerta del todo pero si bastante herida y perdía mucha sangre, a Kei le empezaba a costar respirar por el peso del goblin quien estaba intentando librarse de la espada, se levantó de un salto liberando a la muchacha pero llevando aun la espada incrustada en el abdomen. “mierda... ”
Sus ojos estaban cerrados, sentía un poco de rabia y la adrenalina corría por todo su cuerpo. La bestia volvió a la carga pero esta vez no estaba despistada, corrió hacia él y golpeó la espada con una patada haciendo que le rajara más, a continuación agarró de nuevo la espada y tiro para sacarla rajándole la mitad de la barriga hacia el costado.
Mientras ella apenas había conseguido deshacerse de uno, Ryan había acabado con unos cuantos mas, pero aun así seguían superándolos en número. R le grito para avisar de que tenían que salir de hay o acabarían siendo comida de Goblins, la verdad no se equivocaba demasiado. Corrieron un buen, la muchacha no sabía exactamente hacia donde simplemente siguió a R quien parecía estar algo herido.
Cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos Ryan se recostó en un árbol, Kei se sentó a su lado y vio la herida que tenía en la pierna, tenía que desinfectarla y cerrarla lo antes posible o podría infectarse o algo peor. A penas le dejo hacer nada cuando él ya lo tenía todo preparado para quemar la herida. Le miro seriamente- Quizás no nos enseñan a quemar la herida en la misma clase pero sí sabemos que existen estos métodos para suturar una herida, no soy tan tonta como te debes de pensar- Estaba bastante cabreada pero aun así haría algo antes de que ese insensato cerrarse la herida sin haberla desinfectado antes. Agarró su mochila y sacó una pequeña petaca con alcohol -Al menos si vas a hacer eso deberías desinfectar la herida antes- dijo antes de verter el contenido en la herida, seguidamente R procedió a suturar con la lanza y el fuego. Era increíble cómo aguantaba, cualquier otra persona se hubiera desmayado por el dolor, pero él seguía ahí como si tal cosa, aunque si se le veía un poco cansado.
Esperare a que te recuperes, además creo que aprovecharé para descansar un poco también antes de seguir.- Le dio un trago a la petaca- Sobre lo de hace un rato… lo siento, no era mi intención pelear ni que salieras herido- Suspiro y cerró los ojos unos segundos antes de levantarse. Le había parecido escuchar un ruido hace un rato pero no estaba segura, quizás solo había sido su imaginación, de todas formas era mejor comprobar por si acaso- Ahora vengo, no te muevas de aquí.
Se dirigió hacia la zona donde había escuchado el ruido y comprobó que allí no había nada, su mente le estaba jugando una mala pasada, pero de todas formas comprobaría la zona alrededor por si acaso “más vale prevenir”. La zona estaba llena de árboles y vegetación, si realmente había algo o alguien podía esconderse con bastante facilidad. Tras un rato comprobando el lugar encontró restos de comida y algunas zonas de vegetación que indican que allí había estado alguien, pero como no era nada del otro mundo lo dejo pasar y volvió junto a R.
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La chica bañó en alcohol la herida y sintió el ardor pero no tanto como lo que hizo después. A pesar de lo que intentaba demostrar su compañera era bastante dulce, con todos sus gestos. Por suerte Ryan tenía muchas formas de recuperarse rápidamente para seguir con la caminata pero aparentemente la muchacha sí quería descansar. La batalla anterior terminó no tan mal como pudo haber terminado además se dio cuenta de que su compañera no era una experta en batallas; vamos, que cerrar los ojos durante un combate no es lo más aconsejable. No si quieres seguir con vida claro está.
Kei se disculpó por su impulsiva actitud que los llevó a inminentes peligros pero que más daba, si ya estaba hecho. Ryan solo le convidó una sonrisa despreocupada mientras le pegaba una fumada a su cigarrillo.
-No te preocupes – le dijo –. Estamos a salvo y esto – miró su herida – no es nada más que un rasmillón.
La chica desapareció durante un minuto, probablemente fue a ver si sucedía algo; los sentidos de Ryan también habían advertido algo pero nada del otro mundo. Quizás un roedor que pasaba por allí o quizás otra criatura esperando caer en manos del androide. Mientras la chica volvía unos cuantos lúgubres pensamientos se adueñaron de su cabeza, hace un tiempo ya que no consumía sangre y debía hacerlo para abastecerse y sanar rápidamente su herida. Por lo que estaba a punto de hacer se metería en problemas pero estaba dispuesto a todo para seguir con vida. ¡Vamos, que exagerado! Ni que una herida de ese tamaño le mataría pero era una buena excusa para hacer lo que iba a hacer.
Al volver la chica, Ryan se levantó rápidamente y se acercó a ella. Le colocó su índice derecho en los labios y pronunció unas palabras.
-Siento lo que haré – dijo mirando los ojos de la muchacha –, pero ya no resisto más.
Acercó a la muchacha a sus brazos y clavó sus enormes colmillos en el cuello de la chica succionando lentamente la sangre de su víctima. Intentando contenerse lo más que pudo, después de unos pocos segundos se desprendió del cuello de Kei mientras corría un finito hilo de sangre por sus labios. Luego de eso esparció un poco de su sangre en el cuello de la muchacha para regenerar la herida. La miró casi sintiendo culpa por lo que hizo.
-Quiero que esto sea nuestro secreto – le dijo con una voz casi hipnotizadora.
Luego de eso sintió como recuperaba todas sus fuerzas. Si hubiese consumido sangre anteriormente, los goblins no habrían sido ningún problema para él. Sería una noche fría, todo indicaba que sí lo sería; partió a buscar un poco de madera seca para quemarla. Él no necesitaba de calor para sobrevivir pero la chica humana sí que lo necesitaba y la temperatura comenzó a descender súbitamente. Además de madera consiguió un poco de comida para ella. Actuaba con suma naturalidad tras lo que hizo.
Pasado unos minutos volvió con madera e hizo una fogata y comenzó a asar el par de aves que consiguió. Ni idea porqué la temperatura había descendido tanto pero sí que lo había hecho; se quitó la chaqueta y se la entregó a la chica. Él la usaba por mero estilo pero para ella sería una gran frazada para la noche. Quedó mirando atentamente el fuego.
-Haré guardia toda la noche – dijo él –. Tú puedes dormir tranquilamente, no te preocupes.
Tras pronunciar aquellas palabras quiso dejar sola a la muchacha pero lo cierto era que no quería desprenderse de ella. Le gustaba su compañía, era una muchacha agradable y de alguna forma sentía que se preocupaba por él. Después de avanzar unos cuantos metros decidió devolverse y pasar la noche con la chica, al menos cuidarla desde cerca por si alguna osada criatura pensaba que podía pasar por allí. Le convidó una dulce sonrisa a la muchacha mientras no dejaba de mirarla con sus maliciosos ojos que siempre pedían más.
Kei se disculpó por su impulsiva actitud que los llevó a inminentes peligros pero que más daba, si ya estaba hecho. Ryan solo le convidó una sonrisa despreocupada mientras le pegaba una fumada a su cigarrillo.
-No te preocupes – le dijo –. Estamos a salvo y esto – miró su herida – no es nada más que un rasmillón.
La chica desapareció durante un minuto, probablemente fue a ver si sucedía algo; los sentidos de Ryan también habían advertido algo pero nada del otro mundo. Quizás un roedor que pasaba por allí o quizás otra criatura esperando caer en manos del androide. Mientras la chica volvía unos cuantos lúgubres pensamientos se adueñaron de su cabeza, hace un tiempo ya que no consumía sangre y debía hacerlo para abastecerse y sanar rápidamente su herida. Por lo que estaba a punto de hacer se metería en problemas pero estaba dispuesto a todo para seguir con vida. ¡Vamos, que exagerado! Ni que una herida de ese tamaño le mataría pero era una buena excusa para hacer lo que iba a hacer.
Al volver la chica, Ryan se levantó rápidamente y se acercó a ella. Le colocó su índice derecho en los labios y pronunció unas palabras.
-Siento lo que haré – dijo mirando los ojos de la muchacha –, pero ya no resisto más.
Acercó a la muchacha a sus brazos y clavó sus enormes colmillos en el cuello de la chica succionando lentamente la sangre de su víctima. Intentando contenerse lo más que pudo, después de unos pocos segundos se desprendió del cuello de Kei mientras corría un finito hilo de sangre por sus labios. Luego de eso esparció un poco de su sangre en el cuello de la muchacha para regenerar la herida. La miró casi sintiendo culpa por lo que hizo.
-Quiero que esto sea nuestro secreto – le dijo con una voz casi hipnotizadora.
Luego de eso sintió como recuperaba todas sus fuerzas. Si hubiese consumido sangre anteriormente, los goblins no habrían sido ningún problema para él. Sería una noche fría, todo indicaba que sí lo sería; partió a buscar un poco de madera seca para quemarla. Él no necesitaba de calor para sobrevivir pero la chica humana sí que lo necesitaba y la temperatura comenzó a descender súbitamente. Además de madera consiguió un poco de comida para ella. Actuaba con suma naturalidad tras lo que hizo.
Pasado unos minutos volvió con madera e hizo una fogata y comenzó a asar el par de aves que consiguió. Ni idea porqué la temperatura había descendido tanto pero sí que lo había hecho; se quitó la chaqueta y se la entregó a la chica. Él la usaba por mero estilo pero para ella sería una gran frazada para la noche. Quedó mirando atentamente el fuego.
-Haré guardia toda la noche – dijo él –. Tú puedes dormir tranquilamente, no te preocupes.
Tras pronunciar aquellas palabras quiso dejar sola a la muchacha pero lo cierto era que no quería desprenderse de ella. Le gustaba su compañía, era una muchacha agradable y de alguna forma sentía que se preocupaba por él. Después de avanzar unos cuantos metros decidió devolverse y pasar la noche con la chica, al menos cuidarla desde cerca por si alguna osada criatura pensaba que podía pasar por allí. Le convidó una dulce sonrisa a la muchacha mientras no dejaba de mirarla con sus maliciosos ojos que siempre pedían más.
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Ya casi había llegado de nuevo a junto Ryan, se paró unos minutos y contemplo el atardecer, las nubes tenían tonos anaranjados y rosados mientras el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte y los pocos rayos de luz que quedaban se colaban entre los árboles bañando solo algunas zonas del bosque, por un momento sintió nostalgia, de aquellas tardes que se pasaba con Sam de niños mirando el mar y contemplando como el cielo se perdía con el mar confundiendo uno con otro. Ese tiempo ahora quedaba tan atrás que casi parecía un sueño lejano.
Cuando ya estaba a unos pocos pasos, R se levantó tan ráìdo que apenas lo vio llegar hasta ella- Qué ocurre?- dijo casi en un susurro apenas audible mientras el pasaba su dedo índice por los labios de Kei, en ese momento su respiración ya se había agitado un poco aunque no entendía muy bien el porqué, apenas conocía a aquella persona y no sabía con exactitud cuáles eran sus intenciones. Él la miraba fijamente, con aquellos ojos verdosos que quizás podrían confundirse con un pequeño bosque privado, mientras le pedia perdon por algo que ella no llegaba a comprender aún.
Sus cuerpos se pegaron más, si es que aún quedaba espacio entre ellos y sin apenas darse cuenta algo se clavó en su cuello, un leve pinchazo parecido al de una aguja cuando te quitan sangre, incluso la sensación era parecida. No duró más de unos minutos antes de sentir de nuevo una leve caricia con el dedo sobre el cuello. La respiración seguía agitada y la confusión pronto dio paso al enfado. “Que esto sea nuestro secreto” fue todo lo que él pudo articular después de haberla “confundido” con alimento, quizás lo que más le cabreaba fueran que se esperaba otra cosa o simplemente que se tomará libertades que no tenía con ella.
Su mano pronto colisionó con la cara de Ryan produciendo un gran estruendo y dejándole la mejilla colorada como un tomate- No vuelvas a tomarte esas confianzas, apenas nos conocemos y ya me usas de alimento, quien te crees que soy? Además qué era eso, eres un vampiro?- dijo mientras se agitaba la mano con la que le había golpeado dado que al pegarle se había hecho un poco de daño. Sin decir una palabra más se marchó dejando solo al muchacho, y fue a andar sin rumbo por los alrededores.
Aun estaba algo nerviosa y cabreada “Quien se cree que es?” suspiro “la culpa es mía, no debo bajar la guardia” golpeó un árbol que tenía cerca con el dorso de la mano “mierda…”. Acabó sentándose y apoyando la espalda en el árbol unos minutos hasta que se tranquilizó y volvió de nuevo al pequeño “campamento” que habían montado, para cuando llego R ya tenía hecha una hoguera para calentarse y estaba preparando la cena. Kei decidió no darle mayor importancia a lo que había pasado y comportarse con naturalidad, se sentó junto a la hoguera, aunque hasta ese momento no se había dado cuenta de que la temperatura había bajado considerablemente, tal vez a causa del enfado.
Tras la cena Ryan le entregó su chaqueta, al principio dudo si cogerla o no pero viendo que hacia bastante frió no le haría ningún feo -Gracias- dijo en un susurro sin dejar de mirar la hoguera. - En un rato despiertame para que puedas descansar tu también- Dijo antes de que él la dejara sola. Agarró la mochila y la puso a modo de almohada mientras se tapaba con la chaqueta, el leve olor que desprendía la chaqueta le recordó a lo que había pasado un rato antes, cerró los ojos y se tapó hasta la cabeza intentando olvidarlo. No tardó demasiado en quedarse dormida, estaba algo cansada pero no lo había notado hasta entonces.
Había pasado un rato, no sabia cuanto con exactitud, pero ya no podía dormir, tenia las piernas algo entumecidas por el frío y sentía, a pesar de tener la chaqueta a modo de manta que estaba algo mojada por la humedad, se incorporó buscando un poco de agua en su mochila y miro alrededor, la hoguera se había apagado, pego las piernas a su estómago y se las frotó con las manos mientras se tapaba con la chaqueta. Miró a su lado y vio que Ryan estaba allí, no se había percatado de eso desde que se había despertado a pesar de que estaba justo a su lado-Buenos días(?)- dijo con un leve tono de duda - Que hora es? ya me toca hacer guardia?- se frotó los ojos intentando ubicarse. Todavía era de noche, madrugada para ser mas exactos, aun quedaban un par de horas para que amaneciera.
Cuando ya estaba a unos pocos pasos, R se levantó tan ráìdo que apenas lo vio llegar hasta ella- Qué ocurre?- dijo casi en un susurro apenas audible mientras el pasaba su dedo índice por los labios de Kei, en ese momento su respiración ya se había agitado un poco aunque no entendía muy bien el porqué, apenas conocía a aquella persona y no sabía con exactitud cuáles eran sus intenciones. Él la miraba fijamente, con aquellos ojos verdosos que quizás podrían confundirse con un pequeño bosque privado, mientras le pedia perdon por algo que ella no llegaba a comprender aún.
Sus cuerpos se pegaron más, si es que aún quedaba espacio entre ellos y sin apenas darse cuenta algo se clavó en su cuello, un leve pinchazo parecido al de una aguja cuando te quitan sangre, incluso la sensación era parecida. No duró más de unos minutos antes de sentir de nuevo una leve caricia con el dedo sobre el cuello. La respiración seguía agitada y la confusión pronto dio paso al enfado. “Que esto sea nuestro secreto” fue todo lo que él pudo articular después de haberla “confundido” con alimento, quizás lo que más le cabreaba fueran que se esperaba otra cosa o simplemente que se tomará libertades que no tenía con ella.
Su mano pronto colisionó con la cara de Ryan produciendo un gran estruendo y dejándole la mejilla colorada como un tomate- No vuelvas a tomarte esas confianzas, apenas nos conocemos y ya me usas de alimento, quien te crees que soy? Además qué era eso, eres un vampiro?- dijo mientras se agitaba la mano con la que le había golpeado dado que al pegarle se había hecho un poco de daño. Sin decir una palabra más se marchó dejando solo al muchacho, y fue a andar sin rumbo por los alrededores.
Aun estaba algo nerviosa y cabreada “Quien se cree que es?” suspiro “la culpa es mía, no debo bajar la guardia” golpeó un árbol que tenía cerca con el dorso de la mano “mierda…”. Acabó sentándose y apoyando la espalda en el árbol unos minutos hasta que se tranquilizó y volvió de nuevo al pequeño “campamento” que habían montado, para cuando llego R ya tenía hecha una hoguera para calentarse y estaba preparando la cena. Kei decidió no darle mayor importancia a lo que había pasado y comportarse con naturalidad, se sentó junto a la hoguera, aunque hasta ese momento no se había dado cuenta de que la temperatura había bajado considerablemente, tal vez a causa del enfado.
Tras la cena Ryan le entregó su chaqueta, al principio dudo si cogerla o no pero viendo que hacia bastante frió no le haría ningún feo -Gracias- dijo en un susurro sin dejar de mirar la hoguera. - En un rato despiertame para que puedas descansar tu también- Dijo antes de que él la dejara sola. Agarró la mochila y la puso a modo de almohada mientras se tapaba con la chaqueta, el leve olor que desprendía la chaqueta le recordó a lo que había pasado un rato antes, cerró los ojos y se tapó hasta la cabeza intentando olvidarlo. No tardó demasiado en quedarse dormida, estaba algo cansada pero no lo había notado hasta entonces.
Había pasado un rato, no sabia cuanto con exactitud, pero ya no podía dormir, tenia las piernas algo entumecidas por el frío y sentía, a pesar de tener la chaqueta a modo de manta que estaba algo mojada por la humedad, se incorporó buscando un poco de agua en su mochila y miro alrededor, la hoguera se había apagado, pego las piernas a su estómago y se las frotó con las manos mientras se tapaba con la chaqueta. Miró a su lado y vio que Ryan estaba allí, no se había percatado de eso desde que se había despertado a pesar de que estaba justo a su lado-Buenos días(?)- dijo con un leve tono de duda - Que hora es? ya me toca hacer guardia?- se frotó los ojos intentando ubicarse. Todavía era de noche, madrugada para ser mas exactos, aun quedaban un par de horas para que amaneciera.
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Resultado obvio: chica molesta. Era evidente que tras una mordedura tan seductora y extraña como esa su compañera se molestaría y respondería con un bofetón en toda la cara. No le dio mayor importancia a lo que sucedió aquella noche y tampoco andaba deseoso de responder las miradas ni las preguntas de Kei. ¿Para qué? No llegaría a nada con responder las curiosidades de ella, había dejado en evidencia su naturaleza y ya no podía dejar ir a la chica así como así. Quizás estaba exagerando, jamás le preocupó su poder puesto que es algo que jamás quiso y él solo lo ve como una maldición.
Hizo la guardia toda la noche procurando que ninguna criatura osara entrar en el perímetro de vigilancia del muchacho. Las primeras horas fueron aburridas pero al menos pasó el tiempo fumando un poco de tabaco rubio enrolado en papelillo orgánico; sin embargo uno de esos no te dura más de diez minutos. ¿Qué hizo el resto de la noche? Tampoco tenía mucho que leer y era peligroso ir de caza por ahí mientras dejaba sola a su compañera. ¿Qué podía hacer? La verdad solo dejó pasar el tiempo intentando meditar sobre sus acciones en el pasado. Quiso beber pero no tenía nada en su bolso y tampoco le apetecía fumar un cigarrillo mágico.
Comenzó a cuestionarse el por qué todos querían saber sobre el origen de las frutas, como funcionan y que son realmente. Ese afán que tienen todos los seres humanos en intentar saberlo todo, comprender y entender toda la naturaleza era algo que no comprendía; ¿tanta era la curiosidad? ¿A qué iban a llegar una vez supieran que eran realmente? Si vivir es buscar respuestas, te pasarás la vida encontrando nada más que preguntas y más preguntas.
Finalmente la chica despertó con un aire angelical mientras se frotaba los ojos y se mostraba algo desorientada. Aún era de madrugada y faltaría tiempo para amanecer pero ya era buena idea comenzar a moverse para encontrar el pergamino; habían encontrado a los hombres muertos en territorio goblin lo que significaba que estaban cerca de encontrar su objetivo. Ryan se levantó sin mirar a la chica procurando mostrar una actitud indiferente referente a lo ocurrido la noche anterior; le importaba solo un poco lo sucedido anteriormente pero no lo suficiente como para dejar que eso interfiriera en su misión. Decidió mostrarse indiferente frente al tema y no volver a tocarlo. Fue una noche extraña y no había sido la primera persona en atacar, y no sería la última. Últimamente su ansia de sangre cada vez aumentaba más y más.
Tomó la chaqueta que le había prestado a la chica y se la colocó al mismo tiempo que encendía un cigarrillo. Avanzó sin esperar a la muchacha perdiéndose en la espesura del pantano mientras sus pasos eran ligeros y silenciosos. Ya sabía a donde se dirigiría pero sería un enorme problema enfrentarse nuevamente a los malditos goblins por lo que lo mejor era rodearlo. Ya salió lastimado por culpa de la impulsividad de la chica, no quería tener una herida mortal en su artificial cuerpo. Tras caminar durante vario tiempo llegó a un lugar en donde se podía ver una enorme estructura de color café claro.
-¿Qué mierda es eso? – preguntó sabiendo ya la respuesta.
Se trataba de una enorme pirámide pero no era de aquellas pirámides con forma puntiaguda, no señor. Su cúspide era una base cuadrada y la pirámide tenía muchos, pero muchos escalones invadidos por la vegetación del pantano. ¿Cómo llegó esa cosa hasta allí? Era complicado construir sobre el pantano debido a que la capa rocosa que se encontraba bajo no era lo suficientemente resistente ni dura. Siguió avanzando con cautela esperando no encontrarse con enemigos indeseados.
Miró a su compañera y no pudo evitar sonreírle.
-Tenemos que entrar – dijo con confianza –. Dentro debe estar lo que buscamos.
Encendió un par de antorchas pues aún era oscuro y dentro lo sería más. Buscó una entrada y en la pared sur encontró una puerta entreabierta lo que significaba que probablemente alguien ya hubiese llegado. Avanzó a paso lento mientras se dedicaba a estar atento al ambiente ante posibles ataques o trampas. En sus cursos de arqueología supo que las pirámides contaban con primitivos pero muy eficaces sistemas de trampas los cuales eran usados para alejar a las almas intrusas de lugares que no les correspondía estar.
Dentro fluía una pequeña corriente de aire que silbaba con delicadeza y tras el segundo silbido Ryan pudo sentir una extraña presencia acompañada de un olor bestial. Sí, se trataba de otro enemigo con el que tendrían que lidiar. Las antorchas se apagaron causa del aliento putrefacto de la enorme criatura y la vista de Ryan se adaptó enseguida pudiendo ver sin ninguna dificultad a la bestia. Se trataba de un gigantesco hombre lleno de cabello denso y cuernos, algo así como un toro; había escuchado en diversas mitologías la existencia de criaturas mitad hombre y mitad toro. No quiso atacar pues decidió esperar los movimientos del minotauro para comenzar a bailar.
Hizo la guardia toda la noche procurando que ninguna criatura osara entrar en el perímetro de vigilancia del muchacho. Las primeras horas fueron aburridas pero al menos pasó el tiempo fumando un poco de tabaco rubio enrolado en papelillo orgánico; sin embargo uno de esos no te dura más de diez minutos. ¿Qué hizo el resto de la noche? Tampoco tenía mucho que leer y era peligroso ir de caza por ahí mientras dejaba sola a su compañera. ¿Qué podía hacer? La verdad solo dejó pasar el tiempo intentando meditar sobre sus acciones en el pasado. Quiso beber pero no tenía nada en su bolso y tampoco le apetecía fumar un cigarrillo mágico.
Comenzó a cuestionarse el por qué todos querían saber sobre el origen de las frutas, como funcionan y que son realmente. Ese afán que tienen todos los seres humanos en intentar saberlo todo, comprender y entender toda la naturaleza era algo que no comprendía; ¿tanta era la curiosidad? ¿A qué iban a llegar una vez supieran que eran realmente? Si vivir es buscar respuestas, te pasarás la vida encontrando nada más que preguntas y más preguntas.
Finalmente la chica despertó con un aire angelical mientras se frotaba los ojos y se mostraba algo desorientada. Aún era de madrugada y faltaría tiempo para amanecer pero ya era buena idea comenzar a moverse para encontrar el pergamino; habían encontrado a los hombres muertos en territorio goblin lo que significaba que estaban cerca de encontrar su objetivo. Ryan se levantó sin mirar a la chica procurando mostrar una actitud indiferente referente a lo ocurrido la noche anterior; le importaba solo un poco lo sucedido anteriormente pero no lo suficiente como para dejar que eso interfiriera en su misión. Decidió mostrarse indiferente frente al tema y no volver a tocarlo. Fue una noche extraña y no había sido la primera persona en atacar, y no sería la última. Últimamente su ansia de sangre cada vez aumentaba más y más.
Tomó la chaqueta que le había prestado a la chica y se la colocó al mismo tiempo que encendía un cigarrillo. Avanzó sin esperar a la muchacha perdiéndose en la espesura del pantano mientras sus pasos eran ligeros y silenciosos. Ya sabía a donde se dirigiría pero sería un enorme problema enfrentarse nuevamente a los malditos goblins por lo que lo mejor era rodearlo. Ya salió lastimado por culpa de la impulsividad de la chica, no quería tener una herida mortal en su artificial cuerpo. Tras caminar durante vario tiempo llegó a un lugar en donde se podía ver una enorme estructura de color café claro.
-¿Qué mierda es eso? – preguntó sabiendo ya la respuesta.
Se trataba de una enorme pirámide pero no era de aquellas pirámides con forma puntiaguda, no señor. Su cúspide era una base cuadrada y la pirámide tenía muchos, pero muchos escalones invadidos por la vegetación del pantano. ¿Cómo llegó esa cosa hasta allí? Era complicado construir sobre el pantano debido a que la capa rocosa que se encontraba bajo no era lo suficientemente resistente ni dura. Siguió avanzando con cautela esperando no encontrarse con enemigos indeseados.
Miró a su compañera y no pudo evitar sonreírle.
-Tenemos que entrar – dijo con confianza –. Dentro debe estar lo que buscamos.
Encendió un par de antorchas pues aún era oscuro y dentro lo sería más. Buscó una entrada y en la pared sur encontró una puerta entreabierta lo que significaba que probablemente alguien ya hubiese llegado. Avanzó a paso lento mientras se dedicaba a estar atento al ambiente ante posibles ataques o trampas. En sus cursos de arqueología supo que las pirámides contaban con primitivos pero muy eficaces sistemas de trampas los cuales eran usados para alejar a las almas intrusas de lugares que no les correspondía estar.
Dentro fluía una pequeña corriente de aire que silbaba con delicadeza y tras el segundo silbido Ryan pudo sentir una extraña presencia acompañada de un olor bestial. Sí, se trataba de otro enemigo con el que tendrían que lidiar. Las antorchas se apagaron causa del aliento putrefacto de la enorme criatura y la vista de Ryan se adaptó enseguida pudiendo ver sin ninguna dificultad a la bestia. Se trataba de un gigantesco hombre lleno de cabello denso y cuernos, algo así como un toro; había escuchado en diversas mitologías la existencia de criaturas mitad hombre y mitad toro. No quiso atacar pues decidió esperar los movimientos del minotauro para comenzar a bailar.
Kei
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Las preguntas de la muchacha fueron respondidas con un silencio sepulcral, se quedó sentada unos minutos más mientras Ryan se levantaba como si las preguntas no fueran para él, tampoco le había despertado para el cambio de guardia y aunque por una parte se lo agradecía por otra no le hacía demasiada gracia. Kei no acababa de entender su comportamiento pero no iba a darle mayor importancia, a ese juego podían jugar dos. Le devolvió la chaqueta y este se la puso, encendió un cigarrillo y emprendió camino sin decir nada.
“Hombres...no hay quien los entienda” Suspiró y cogió una botella de agua que llevaba en la mochila para beber un poco antes de seguir a Ryan, quien llevaba un poco de delantera. Por algún motivo ella seguía con esa extraña sensación de que los vigilaban, como si hubiera alguien pisándole los talones, tal vez solo fuera una paranoia suya o quizás los ojos de los animales que se clavaban en sus cogotes. Sin prestarle mucha más atención a eso fue lo más rápido que pudo a junto Ryan -Ahora te entra la prisa?- dijo cuando ya casi lo había alcanzado. En ese momento Ryan se había detenido, Kei no entendió muy bien el porqué hasta que miro en la misma dirección que él y vio un edificio similar a una pirámide, aunque con algunas diferencias. Era bastante impresionante como ese edificio se mantenía en pie en medio de un pantano y a pesar del tiempo que se veía había pasado por el seguía ahí.
El la miro con una sonrisa asegurando que dentro de esa especie de pirámide estaba lo que buscaban, el tan ansiado pergamino. Kei no pudo evitar sonreír también, parecía que habían llegado los primeros y la “carrera” la ganaría ella. - Adelante entonces- Cogió una de las antorchas que había encendido Ryan y lo ayudó a buscar una entrada, él fue quien acabó encontrando la entrada en la zona sur de la pirámide por lo que ella no se dio cuenta de que ya había alguien que les había ganado en la “carrera”.
Una vez dentro la muchacha miraba a casi todas partes por eso de no pisar ninguna trampa y acabar mal parada, había leído que en todas las pirámides se podía entrar, pero casi nunca salir por las miles de trampas que escondían para proteger sus tesoros, a pesar de que eran como laberintos. No transcurrió demasiado tiempo desde que entraron hasta que se les apagaron las antorchas, algo raro pues solo corría una leve brisa y era demasiado floja como para apagar el fuego. Todo estaba demasiado oscuro y a Kei le costó algo más acostumbrarse, también había un olor nauseabundo, parecido al de unas cloacas. “pero que…?” pensó hasta que su vista se acabó acostumbrando y vio la mole que se cernía ante sus narices- Era demasiado fácil…-suspiro.
El minotauro resoplo por sus grandes narices “pringandolo” todo un poco -Puaj...Que asquerosidad- dijo al sentir un líquido encima, se limpió la cara con la mano quitándose parte del pringue, acto seguido dio un paso con tan mala pata que se resbaló y apoyo en la pared para evitar caer. Sin darse cuenta había activado una de las trampas, de una de las paredes que tenían a su derecha salieron un par de flechas, un par de ellas pasaron rozando por delante de la cara de Kei mientras que otra se le clavó en el culo al minotauro haciendo que este se volviese un poco loco.
El tiempo de calma había terminado y otra vez ella había sido la causante de una confrontación. Sin pensarlo dos veces el minotauro embistió hacia delante llevando todo lo que estuviera a su paso, y kei estaba en medio. Un empujón y se encontraba con sus huesos contra la pared, un dolor de cabeza y sintiendo que le faltaba el aire, aunque por suerte no parecía que tuviera nada roto todavía.
“Hombres...no hay quien los entienda” Suspiró y cogió una botella de agua que llevaba en la mochila para beber un poco antes de seguir a Ryan, quien llevaba un poco de delantera. Por algún motivo ella seguía con esa extraña sensación de que los vigilaban, como si hubiera alguien pisándole los talones, tal vez solo fuera una paranoia suya o quizás los ojos de los animales que se clavaban en sus cogotes. Sin prestarle mucha más atención a eso fue lo más rápido que pudo a junto Ryan -Ahora te entra la prisa?- dijo cuando ya casi lo había alcanzado. En ese momento Ryan se había detenido, Kei no entendió muy bien el porqué hasta que miro en la misma dirección que él y vio un edificio similar a una pirámide, aunque con algunas diferencias. Era bastante impresionante como ese edificio se mantenía en pie en medio de un pantano y a pesar del tiempo que se veía había pasado por el seguía ahí.
El la miro con una sonrisa asegurando que dentro de esa especie de pirámide estaba lo que buscaban, el tan ansiado pergamino. Kei no pudo evitar sonreír también, parecía que habían llegado los primeros y la “carrera” la ganaría ella. - Adelante entonces- Cogió una de las antorchas que había encendido Ryan y lo ayudó a buscar una entrada, él fue quien acabó encontrando la entrada en la zona sur de la pirámide por lo que ella no se dio cuenta de que ya había alguien que les había ganado en la “carrera”.
Una vez dentro la muchacha miraba a casi todas partes por eso de no pisar ninguna trampa y acabar mal parada, había leído que en todas las pirámides se podía entrar, pero casi nunca salir por las miles de trampas que escondían para proteger sus tesoros, a pesar de que eran como laberintos. No transcurrió demasiado tiempo desde que entraron hasta que se les apagaron las antorchas, algo raro pues solo corría una leve brisa y era demasiado floja como para apagar el fuego. Todo estaba demasiado oscuro y a Kei le costó algo más acostumbrarse, también había un olor nauseabundo, parecido al de unas cloacas. “pero que…?” pensó hasta que su vista se acabó acostumbrando y vio la mole que se cernía ante sus narices- Era demasiado fácil…-suspiro.
El minotauro resoplo por sus grandes narices “pringandolo” todo un poco -Puaj...Que asquerosidad- dijo al sentir un líquido encima, se limpió la cara con la mano quitándose parte del pringue, acto seguido dio un paso con tan mala pata que se resbaló y apoyo en la pared para evitar caer. Sin darse cuenta había activado una de las trampas, de una de las paredes que tenían a su derecha salieron un par de flechas, un par de ellas pasaron rozando por delante de la cara de Kei mientras que otra se le clavó en el culo al minotauro haciendo que este se volviese un poco loco.
El tiempo de calma había terminado y otra vez ella había sido la causante de una confrontación. Sin pensarlo dos veces el minotauro embistió hacia delante llevando todo lo que estuviera a su paso, y kei estaba en medio. Un empujón y se encontraba con sus huesos contra la pared, un dolor de cabeza y sintiendo que le faltaba el aire, aunque por suerte no parecía que tuviera nada roto todavía.
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Finalmente la batalla comenzó. El minotauro se alzaba gloriosamente, con ese aire de ser superior a los efímeros humanos que, con vigor, enfrentaban la voluntad de la bestia; esta, cubierta de grueso pelaje, llevaba una enorme maza en su mano derecha. Miraba a ambos con furia, sus carmesís ojos no dejaban de señalar a la muchacha quien había sido víctima del placer de Ryan. ¡Oh! Si tan solo no se hubiese apresurado en moverse. Las cosas, nuevamente, no salieron como lo tenía pronosticado en su mente; todo un plan fue destruido solo por el mal accionar de su compañera quien hizo del toro un verdadero demonio. ¿Clavarle flechas en el culo? Vamos, eso no es muy bueno.
Por muy fuerte que fuera el vampiro no se podría comparar con la violencia y brutalidad del ser mitológico. La criatura peluda preparó su embestida pareciendo que pulía sus pezuñas con el frío suelo de la edificación. Tras soltar un vozarrón de furia arremetió contra todo lo que tenía a su paso amenazando con enterrar aquellos gruesos y enormes cuernos. Ryan lo esquivó con facilidad; notó que a pesar del aspecto intimidador, no era muy inteligente. El pelaje dorado era un verdadero escudo para la bestia pues Ryan alcanzó a notar que realmente las flechas no le hicieron nada. Es como si fueran nada más que agujas para él.
El movimiento brutal del minotauro no terminó ahí. Preparó nuevamente su ataque embistiendo desenfrenadamente hacia el muchacho a quien había fijado como objetivo; la mente de Ryan comenzó a analizar la situación. La primera opción, y más interesante, era esquivar el movimiento de la bestia e intentar buscar algún punto débil repitiendo el ciclo. La otra, mucho más osada que la elocuente primera opción, era enfrentar en un duelo de fuerzas a la enorme bestia pero estaba claro que el perdedor ya estaba asegurado. No, no era una opción. ¿La tercera? Un ataque combinado con la muchacha que no parecía estar en serias condiciones para luchar contra la bestia.
Se podía notar claramente que ella, la compañera de Ryan, no era una experta luchadora pero le ponía empeño y alcanzaba a sobresalir sobre el promedio humano. Pero en ese momento toda ayuda servía para luchar contra la criatura. Intentaría descubrir el punto débil pues era la opción con mayor probabilidad de éxito; claro, la más agotadora pero menos peligrosa. Una, dos y hasta tres cargas tuvo que esquivar de la bestia hasta notar que no tenía puntos débiles y que solo se basaría en una pelea de quien tenía más fuerza. ¿Trampas? No, no había ninguna que podía serle útil. ¿Algún químico que tuviera en su poder? No, ninguno. ¿Crees que los mismos polvos que usó antes le servirían? No confundamos: un goblin no se compara en nada a un minotauro. La bestia mitológica arremetió contra el muchacho golpeando con los cuernos los cuales fueron detenidos por las manos desnudas de Ryan. Para su impresión la criatura no tenía tanta fuerza como esperaba, quizás era vieja o no estaba mostrando el 100% de su poder. Fuera lo que fuera, aprovechó ese momento para contraatacar mientras que la bestia estaba detenida por su propia furia.
-Kei, necesitaré toda tu ayuda. ¿Sabes usar Haki? – le preguntó mientras soltaba los enormes cuernos de la bestia.
Sin esperar la respuesta sus pasos fueron ligeros y veloces; depositó su liviano cuerpo detrás de la criatura para intentar clavar sus garras y lograr algún tipo de daño pero no lo consiguió. A penas pudo sentir que sus garras rozaban la piel tras tal duro pelaje dorado. ¿Qué opciones le quedaban? Atacarlo directamente era una opción fallida, ya demostrada. Encontrar un punto débil también parecía ser una tarea imposible. Bien, pelearía a lo vieja escuela: puños y resistencia. Sin poseer las Hojas Gemelas tomó la misma postura como si las tuviera en sus manos, de esa forma su cuerpo actuaba rápido y conforme a los pasos de la bestia. El minotauro cargó nuevamente pero fue esquivado con facilidad y dañado por debajo del mentón; claro, ahí la piel no estaba protegida por el denso cabello de la bestia sino que estaba desnuda. El daño fue mínimo pero mucho más aceptable que intento de dañar la espalda.
Dio un salto, dos saltos y tres saltos para ponerse en distancia prudente. La mecánica, una vez que la pillabas, era bastante simple; esperabas que cargara, esquivabas y dañabas. Claro, pero los jefes finales siempre tienen aquella... manía de romper sus propios patrones tras recibir cierto daño. El minotauro miró el arma que tenía en sus manos y pareciendo esbozar una sonrisa cargó, esta vez, más rápidamente contra el vampiro. Por suerte sus sentidos y reflejos le permitieron esquivar la carga pero no el inmenso y brutal golpe con la maza que mandó a volar al muchacho hundiéndolo en la pared. Ryan soltó un leve grito mezclado con furia y dolor, se levantó quejosamente y enfrentó nuevamente a la criatura. Sus miradas se cruzaron e intentó leer lo que pasaba por la mente de ella, pero nada. Estaba vacío. No era nada más que una masa que seguía solo sus instintos.
-Kei, es tu turno. Es hora de que ataquemos juntos, dale con lo que más puedas.
Ryan hizo un ataque giratorio, característico si tuviera las Hojas Gemelas en su poder. Giró como un rombo dando algunas vueltas sobre su mismo eje para luego salir disparado hacia la bestia pareciendo que formara un verdadero tornado direccionado. Al impactar de lleno logró hacer retroceder a la bestia y dañándola levemente. Lo que continuaba era turno de la muchacha, Ryan no sabía las oportunidades que tendría pero no estaba de más pedirle su ayuda en un momento tan crucial como ese.
Por muy fuerte que fuera el vampiro no se podría comparar con la violencia y brutalidad del ser mitológico. La criatura peluda preparó su embestida pareciendo que pulía sus pezuñas con el frío suelo de la edificación. Tras soltar un vozarrón de furia arremetió contra todo lo que tenía a su paso amenazando con enterrar aquellos gruesos y enormes cuernos. Ryan lo esquivó con facilidad; notó que a pesar del aspecto intimidador, no era muy inteligente. El pelaje dorado era un verdadero escudo para la bestia pues Ryan alcanzó a notar que realmente las flechas no le hicieron nada. Es como si fueran nada más que agujas para él.
El movimiento brutal del minotauro no terminó ahí. Preparó nuevamente su ataque embistiendo desenfrenadamente hacia el muchacho a quien había fijado como objetivo; la mente de Ryan comenzó a analizar la situación. La primera opción, y más interesante, era esquivar el movimiento de la bestia e intentar buscar algún punto débil repitiendo el ciclo. La otra, mucho más osada que la elocuente primera opción, era enfrentar en un duelo de fuerzas a la enorme bestia pero estaba claro que el perdedor ya estaba asegurado. No, no era una opción. ¿La tercera? Un ataque combinado con la muchacha que no parecía estar en serias condiciones para luchar contra la bestia.
Se podía notar claramente que ella, la compañera de Ryan, no era una experta luchadora pero le ponía empeño y alcanzaba a sobresalir sobre el promedio humano. Pero en ese momento toda ayuda servía para luchar contra la criatura. Intentaría descubrir el punto débil pues era la opción con mayor probabilidad de éxito; claro, la más agotadora pero menos peligrosa. Una, dos y hasta tres cargas tuvo que esquivar de la bestia hasta notar que no tenía puntos débiles y que solo se basaría en una pelea de quien tenía más fuerza. ¿Trampas? No, no había ninguna que podía serle útil. ¿Algún químico que tuviera en su poder? No, ninguno. ¿Crees que los mismos polvos que usó antes le servirían? No confundamos: un goblin no se compara en nada a un minotauro. La bestia mitológica arremetió contra el muchacho golpeando con los cuernos los cuales fueron detenidos por las manos desnudas de Ryan. Para su impresión la criatura no tenía tanta fuerza como esperaba, quizás era vieja o no estaba mostrando el 100% de su poder. Fuera lo que fuera, aprovechó ese momento para contraatacar mientras que la bestia estaba detenida por su propia furia.
-Kei, necesitaré toda tu ayuda. ¿Sabes usar Haki? – le preguntó mientras soltaba los enormes cuernos de la bestia.
Sin esperar la respuesta sus pasos fueron ligeros y veloces; depositó su liviano cuerpo detrás de la criatura para intentar clavar sus garras y lograr algún tipo de daño pero no lo consiguió. A penas pudo sentir que sus garras rozaban la piel tras tal duro pelaje dorado. ¿Qué opciones le quedaban? Atacarlo directamente era una opción fallida, ya demostrada. Encontrar un punto débil también parecía ser una tarea imposible. Bien, pelearía a lo vieja escuela: puños y resistencia. Sin poseer las Hojas Gemelas tomó la misma postura como si las tuviera en sus manos, de esa forma su cuerpo actuaba rápido y conforme a los pasos de la bestia. El minotauro cargó nuevamente pero fue esquivado con facilidad y dañado por debajo del mentón; claro, ahí la piel no estaba protegida por el denso cabello de la bestia sino que estaba desnuda. El daño fue mínimo pero mucho más aceptable que intento de dañar la espalda.
Dio un salto, dos saltos y tres saltos para ponerse en distancia prudente. La mecánica, una vez que la pillabas, era bastante simple; esperabas que cargara, esquivabas y dañabas. Claro, pero los jefes finales siempre tienen aquella... manía de romper sus propios patrones tras recibir cierto daño. El minotauro miró el arma que tenía en sus manos y pareciendo esbozar una sonrisa cargó, esta vez, más rápidamente contra el vampiro. Por suerte sus sentidos y reflejos le permitieron esquivar la carga pero no el inmenso y brutal golpe con la maza que mandó a volar al muchacho hundiéndolo en la pared. Ryan soltó un leve grito mezclado con furia y dolor, se levantó quejosamente y enfrentó nuevamente a la criatura. Sus miradas se cruzaron e intentó leer lo que pasaba por la mente de ella, pero nada. Estaba vacío. No era nada más que una masa que seguía solo sus instintos.
-Kei, es tu turno. Es hora de que ataquemos juntos, dale con lo que más puedas.
Ryan hizo un ataque giratorio, característico si tuviera las Hojas Gemelas en su poder. Giró como un rombo dando algunas vueltas sobre su mismo eje para luego salir disparado hacia la bestia pareciendo que formara un verdadero tornado direccionado. Al impactar de lleno logró hacer retroceder a la bestia y dañándola levemente. Lo que continuaba era turno de la muchacha, Ryan no sabía las oportunidades que tendría pero no estaba de más pedirle su ayuda en un momento tan crucial como ese.
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Mientras Kei intentaba recuperarse del golpe recibido, Ryan había comenzado a luchar contra aquella mole peluda conocida como minotauro. La muchacha se frotó un poco la cabeza y cuando se tocó el cogote noto un pequeño bulto, un chichón “ay!!” exclamó para sus adentros notando algo húmedo en la mano, cuando la miro era un poco de sangre que brotaba del chichón. “Genial” pensó “No sólo no se pelear...si no que soy más una carga que una ayuda, si hubiera estado sola quizas ya me hubieran matado”
Ryan continuaba en una encarnizada batalla con la bestia y le pregunto algo a la muchacha, la cual no prestó demasiada atención a la pregunta que por otra parte era más que obvia con solo mirar a la muchacha, así que siguió probando suerte haber si le encontraba algún punto débil a la bestia. Cuando ya se había recuperado un poco observó la batalla que se estaba llevando a cabo, casi casi y solo le faltaba una buena silla y algo para picar, pero observando la pelea pudo comprobar que si tenía un pequeño punto débil debajo del mentón. ¿Pero cómo iban a cargarse a ese pedazo bicho? habría que ser muy precisos, quizás clavando algo puntiagudo en ese punto exacto del cuello. “Es una locura pero quizás funcione” pensó mientras buscaba la antorcha que había caído no muy lejos de ella, o eso pensaba.
Tanteó el suelo a gatas y no tardó en dar con ella, al menos el bicho estaba entretenido, agarro la petaca de la mochila y empapo en alcohol un pedazo de tela que se había arrancado de la camiseta, lo enrollo al palo y le prendió fuego para poder ver el terreno un poco mejor, dejo la antorcha colgada de una anilla en la pared. “Es hora de usar "eso"” no estaba muy convencida y tampoco le hacía mucha gracia pero la situación se había vuelto insostenible y si quería conseguir el pergamino y salir de allí con vida no le quedaba de otra que romper la promesa.
El cuerpo de Kei fue cambiando poco a poco, su piel mudo en escamas de un tono verde amarronado, su nariz y boca se fueron transformando en lo que parecía un hocico alargado y sus dientes cambian de tamaño y se pusieron algo más puntiagudos, sus manos ahora eran algo más parecido a unas garras y tenía cola, incluso su tamaño había incrementado considerablemente, alcanzando casi los 3 metros y medio de altura. La ropa estaba un poco, demasiado rota, pero era normal pues no estaba hecha para tallas tan grandes.
Ryan le había dado el relevo a Kei y ahora era cuando tendría que poner su plan en marcha. -Viendo como peleabas y encontrado el punto débil...- dijo mientras embestía al minotauro, el cual ahora no parecía tan temible y mucho menos enorme, haciendo que este retrocediera un poco- si coges una flecha, y se la clavas en el punto exacto debajo de la barbilla podría desangrarse, mientras tanto yo me ocuparé de tenerlo entretenido, no se si funcionara pero no se me ocurre otra cosa para quitarnos de una vez por todas a esta bola de pelo de encima.
Estaba mano a mano con el minotauro que era bastante fuerte, tenía que desestabilizarlo y tumbarlo, pero ¿Como? esa era la pregunta. Lo único que se le pasó por la cabeza fue darle un puñetazo ascendente desde la barbilla que seguramente le dolió más a ella que al propio minotauro, o esa fue su sensación, seguidamente giro sobre si misma haciendo que la cola impactara en el punto exacto entre el muslo y la rodilla haciendo que este se desestabilizara, no dejó pasar la oportunidad y acabo de tirarlo al suelo llevando su peso encima de el con una última embestida. En esa posición los movimientos del minotauro era un poco torpes, no mucho pero si lo suficiente para un rápido movimiento quizás- Ahora!! -dijo casi en un grito pero por alguna razón se estaba impacientando y quería acabar cuanto antes así que no espero a que Ryan cogiera la flecha, acabo por pegarle un mordisco en la yugular haciendo que se desangrara en cuestión de minutos. Muerto el perro se acabó la rabia- escupió la sangre que le quedaba en la boca y se paso la mano para limpiarse, luego volvió a la normalidad, aunque apenas tenía ropa- Te importaría dejarme la chaqueta, por favor- le preguntó al muchacho mientras se dirigía a por la antorcha que había dejado un rato antes.
No tardó en ponerse en marcha de nuevo- y lo se, tengo que fijarme mas por donde piso, estos sitios son peligrosos y más sin luz-no hizo falta que R dijera nada, aunque tampoco es que lo fuera a decir, ya se decía ella misma los fallos. El camino continuo sin mucho percance mas, la prueba más difícil que había sido el minotauro estaba superada, ahora lo que quedaba era alguna que otra trampa, pero el premio estaba demasiado cerca y ella no pensaba cometer el mismo error dos veces.
Ryan continuaba en una encarnizada batalla con la bestia y le pregunto algo a la muchacha, la cual no prestó demasiada atención a la pregunta que por otra parte era más que obvia con solo mirar a la muchacha, así que siguió probando suerte haber si le encontraba algún punto débil a la bestia. Cuando ya se había recuperado un poco observó la batalla que se estaba llevando a cabo, casi casi y solo le faltaba una buena silla y algo para picar, pero observando la pelea pudo comprobar que si tenía un pequeño punto débil debajo del mentón. ¿Pero cómo iban a cargarse a ese pedazo bicho? habría que ser muy precisos, quizás clavando algo puntiagudo en ese punto exacto del cuello. “Es una locura pero quizás funcione” pensó mientras buscaba la antorcha que había caído no muy lejos de ella, o eso pensaba.
Tanteó el suelo a gatas y no tardó en dar con ella, al menos el bicho estaba entretenido, agarro la petaca de la mochila y empapo en alcohol un pedazo de tela que se había arrancado de la camiseta, lo enrollo al palo y le prendió fuego para poder ver el terreno un poco mejor, dejo la antorcha colgada de una anilla en la pared. “Es hora de usar "eso"” no estaba muy convencida y tampoco le hacía mucha gracia pero la situación se había vuelto insostenible y si quería conseguir el pergamino y salir de allí con vida no le quedaba de otra que romper la promesa.
El cuerpo de Kei fue cambiando poco a poco, su piel mudo en escamas de un tono verde amarronado, su nariz y boca se fueron transformando en lo que parecía un hocico alargado y sus dientes cambian de tamaño y se pusieron algo más puntiagudos, sus manos ahora eran algo más parecido a unas garras y tenía cola, incluso su tamaño había incrementado considerablemente, alcanzando casi los 3 metros y medio de altura. La ropa estaba un poco, demasiado rota, pero era normal pues no estaba hecha para tallas tan grandes.
Ryan le había dado el relevo a Kei y ahora era cuando tendría que poner su plan en marcha. -Viendo como peleabas y encontrado el punto débil...- dijo mientras embestía al minotauro, el cual ahora no parecía tan temible y mucho menos enorme, haciendo que este retrocediera un poco- si coges una flecha, y se la clavas en el punto exacto debajo de la barbilla podría desangrarse, mientras tanto yo me ocuparé de tenerlo entretenido, no se si funcionara pero no se me ocurre otra cosa para quitarnos de una vez por todas a esta bola de pelo de encima.
Estaba mano a mano con el minotauro que era bastante fuerte, tenía que desestabilizarlo y tumbarlo, pero ¿Como? esa era la pregunta. Lo único que se le pasó por la cabeza fue darle un puñetazo ascendente desde la barbilla que seguramente le dolió más a ella que al propio minotauro, o esa fue su sensación, seguidamente giro sobre si misma haciendo que la cola impactara en el punto exacto entre el muslo y la rodilla haciendo que este se desestabilizara, no dejó pasar la oportunidad y acabo de tirarlo al suelo llevando su peso encima de el con una última embestida. En esa posición los movimientos del minotauro era un poco torpes, no mucho pero si lo suficiente para un rápido movimiento quizás- Ahora!! -dijo casi en un grito pero por alguna razón se estaba impacientando y quería acabar cuanto antes así que no espero a que Ryan cogiera la flecha, acabo por pegarle un mordisco en la yugular haciendo que se desangrara en cuestión de minutos. Muerto el perro se acabó la rabia- escupió la sangre que le quedaba en la boca y se paso la mano para limpiarse, luego volvió a la normalidad, aunque apenas tenía ropa- Te importaría dejarme la chaqueta, por favor- le preguntó al muchacho mientras se dirigía a por la antorcha que había dejado un rato antes.
No tardó en ponerse en marcha de nuevo- y lo se, tengo que fijarme mas por donde piso, estos sitios son peligrosos y más sin luz-no hizo falta que R dijera nada, aunque tampoco es que lo fuera a decir, ya se decía ella misma los fallos. El camino continuo sin mucho percance mas, la prueba más difícil que había sido el minotauro estaba superada, ahora lo que quedaba era alguna que otra trampa, pero el premio estaba demasiado cerca y ella no pensaba cometer el mismo error dos veces.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los ojos del muchacho se pasearon por el campo de batalla mientras que sus oídos alcanzaban las palabras de su compañera de cabello rojizo. Ella tenía un plan y lo concretó de buena forma; aunque lo que vio no se lo esperaba en lo absoluto. La muchacha tenía un poder que había ocultado durante todo el camino, algo que probablemente era buena idea saberlo puesto que conociendo a tu compañero puedes idear mejor una estrategia. Su cuerpo se transformó y ante los ojos del vampiro, la singular belleza de Kei pasó a ser algo más... relativo. No estaba para nada disconforme con la actuación de su compañera, en lo absoluto.
Soltó una mueca de asombro y luego soltó un tenue silbido. La batalla fue realmente corta y mucho más sencilla de lo esperado; Kei resultó tener unas “armas” realmente útiles. No le costó nada derrotar por completo al minotauro y arrancarle parte de su garganta. Lo sucedido próximamente fue lo que más impresionó al joven de cabellos rubios. Debido al enorme tamaño que adquirió la mujer, sus ropas se destruyeron completamente por lo que al recuperar su forma humana su prodigio y esculpido cuerpo quedó a la superficie. No todos los días se veía a una mujer así por lo que los ojos del muchacho se depositaron inmediatamente en ella, pudiendo ver casi todo su cuerpo desnudo.
La pelirroja le pidió la chaqueta.
-¿Y no contemplar tal figura? – le respondió sonriendo coquetamente – Vale, te la prestaré. Pero me tendrás que prometer que podré volver a ver tal... arte.
Le entregó la chaqueta y luego, soltando una sonrisa, salió de ese lugar. La caminata era lenta pero segura, se preocuparon de no pisar trampas para no volver a pelear contra una enorme criatura. Por la cabeza del muchacho pasaron diversas conclusiones; un minotauro sencillamente habría podido con ambos usuarios. Era una criatura extremadamente poderosa y única, algo no encajaba en su poder. ¿Debilitarla así nada más? Algo había que descubrir.
Mientras caminaba un extraño aroma llegó a su nariz. Llegaron al final del túnel y se encontraron con un cofre; Ryan observó todo el espacio para asegurarse de que no hubiese ninguna trampa. Avanzó lentamente hasta abrirlo y dentro encontró una gran cantidad de monedas y sobre ellas un extraño pergamino sellado. Era normal, como lo es cualquier pergamino; de colores un tanto desteñidos y el mismo aroma que las hojas viejas de un libro. Lo alcanzó con su mano hasta tocarlo. Era áspero y sumamente liviano. Como no estaba interesado en leerlo no lo abrió, simplemente se limitó a esperar que algo malo sucediera. Siempre las cosas eran así.
-Sabía que las cosas nunca eran tan fáciles.
Un montón de gente llegó al lugar. Iban completamente armados y vestidos de negro; a medida que el grupo rodeaba el lugar una figura femenina y anciana aparecía por entre medio de ellos. Ese aspecto y las típicas ropas de siempre, solo podían indicar una cosa. Ryan se sorprendió, jamás esperó encontrarse con aquella persona. La esposa del profesor supuestamente había muerto, esa misma fue la razón por la que se acercó a él antes de comenzar todo. No pudo negar que un sentimiento de traición y enojo recorrió su cuerpo.
La mujer dio un paso hacia delante y cargó el arma que tenía en sus manos. Disparó inmediatamente por lo que una bala impactó en el hombro del chico de cabellos rubios. Soltó un grito de dolor y luego se recompuso. Se arrancó la bala él mismo y la herida fue regenerada completamente. No era profunda por lo que sus poderes de vampiro le ayudaron.
-No quiero juegos, muchachito – dijo ella con tono severo –. Te he disparado para que sepas de lo que soy capaz. Quiero el pergamino o sino todos mis hombres arremeterán contra ustedes. Quizás tú te puedas regenerar, pero por lo que veo... ella no.
La anciana tenía razón. No podía pelear contra tantos enemigos al mismo tiempo mientras dejaba indefensa a su compañera. Por mucho que poseyera una fruta, no sería rival para tantos enemigos juntos. Sin rechistar le entregó el pergamino a la mujer. Por cada paso que daba intentaba crear una estrategia que les permitiera salir con vida de allí. Porque sabía que después de todo ellos serían asesinados de igual manera. No hay necesidad de explicar el por qué, simplemente eso es lo que sucedería.
Al momento de entregarle el pergamino la anciana lo agradeció y salió rápidamente de ahí mientras se llevaba a algunos de sus hombres consigo. A los otros les ordenó que salieran después de cinco minutos, hizo un gesto con su mano y se retiró.
-Kei – le dijo Ryan en el oído a la chica –, es mejor que empieces a transformarte. Esto se pondrá duro.
Soltó una mueca de asombro y luego soltó un tenue silbido. La batalla fue realmente corta y mucho más sencilla de lo esperado; Kei resultó tener unas “armas” realmente útiles. No le costó nada derrotar por completo al minotauro y arrancarle parte de su garganta. Lo sucedido próximamente fue lo que más impresionó al joven de cabellos rubios. Debido al enorme tamaño que adquirió la mujer, sus ropas se destruyeron completamente por lo que al recuperar su forma humana su prodigio y esculpido cuerpo quedó a la superficie. No todos los días se veía a una mujer así por lo que los ojos del muchacho se depositaron inmediatamente en ella, pudiendo ver casi todo su cuerpo desnudo.
La pelirroja le pidió la chaqueta.
-¿Y no contemplar tal figura? – le respondió sonriendo coquetamente – Vale, te la prestaré. Pero me tendrás que prometer que podré volver a ver tal... arte.
Le entregó la chaqueta y luego, soltando una sonrisa, salió de ese lugar. La caminata era lenta pero segura, se preocuparon de no pisar trampas para no volver a pelear contra una enorme criatura. Por la cabeza del muchacho pasaron diversas conclusiones; un minotauro sencillamente habría podido con ambos usuarios. Era una criatura extremadamente poderosa y única, algo no encajaba en su poder. ¿Debilitarla así nada más? Algo había que descubrir.
Mientras caminaba un extraño aroma llegó a su nariz. Llegaron al final del túnel y se encontraron con un cofre; Ryan observó todo el espacio para asegurarse de que no hubiese ninguna trampa. Avanzó lentamente hasta abrirlo y dentro encontró una gran cantidad de monedas y sobre ellas un extraño pergamino sellado. Era normal, como lo es cualquier pergamino; de colores un tanto desteñidos y el mismo aroma que las hojas viejas de un libro. Lo alcanzó con su mano hasta tocarlo. Era áspero y sumamente liviano. Como no estaba interesado en leerlo no lo abrió, simplemente se limitó a esperar que algo malo sucediera. Siempre las cosas eran así.
-Sabía que las cosas nunca eran tan fáciles.
Un montón de gente llegó al lugar. Iban completamente armados y vestidos de negro; a medida que el grupo rodeaba el lugar una figura femenina y anciana aparecía por entre medio de ellos. Ese aspecto y las típicas ropas de siempre, solo podían indicar una cosa. Ryan se sorprendió, jamás esperó encontrarse con aquella persona. La esposa del profesor supuestamente había muerto, esa misma fue la razón por la que se acercó a él antes de comenzar todo. No pudo negar que un sentimiento de traición y enojo recorrió su cuerpo.
La mujer dio un paso hacia delante y cargó el arma que tenía en sus manos. Disparó inmediatamente por lo que una bala impactó en el hombro del chico de cabellos rubios. Soltó un grito de dolor y luego se recompuso. Se arrancó la bala él mismo y la herida fue regenerada completamente. No era profunda por lo que sus poderes de vampiro le ayudaron.
-No quiero juegos, muchachito – dijo ella con tono severo –. Te he disparado para que sepas de lo que soy capaz. Quiero el pergamino o sino todos mis hombres arremeterán contra ustedes. Quizás tú te puedas regenerar, pero por lo que veo... ella no.
La anciana tenía razón. No podía pelear contra tantos enemigos al mismo tiempo mientras dejaba indefensa a su compañera. Por mucho que poseyera una fruta, no sería rival para tantos enemigos juntos. Sin rechistar le entregó el pergamino a la mujer. Por cada paso que daba intentaba crear una estrategia que les permitiera salir con vida de allí. Porque sabía que después de todo ellos serían asesinados de igual manera. No hay necesidad de explicar el por qué, simplemente eso es lo que sucedería.
Al momento de entregarle el pergamino la anciana lo agradeció y salió rápidamente de ahí mientras se llevaba a algunos de sus hombres consigo. A los otros les ordenó que salieran después de cinco minutos, hizo un gesto con su mano y se retiró.
-Kei – le dijo Ryan en el oído a la chica –, es mejor que empieces a transformarte. Esto se pondrá duro.
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