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A curiosa ciudad te han enviado. No sólo no haces más que sorprenderte con el extenso uso que hacen de la tecnología, con luces artificiales por todos lados, cientos de letreros de neón, vehículos motorizados por todos lados, esa clase de cosas aun raras en las mayor parte de islas (menos avanzadas), si no que además... ¡no se hace nunca de día! A medida te aproximabas al lugar atravesando la Red Line en un vehículo del Gobierno, podías ver una extraña zona cubierta de una cúpula de oscuridad, cayendo la noche en el momento en que entraste en ella pese a ser pleno mediodía. Otro dato curioso de este lugar es que la mayor parte de habitantes son mujeres, casi todo el mundo va vestido formal y los lugareños tienen unos extraños ojos más grandes de lo normal en un humano.
¿A qué te han enviado hasta aquí, una pacífica y tranquila población de la Red Line? Pues según el informe que te dieron en Ennies Lobby, se sospecha que algunos de los revolucionarios que se enfrentaron a la Marina en la larga y sangrienta reconquista de Mariejoa se han refugiado aquí tras perder sus últimas posiciones en la Tierra Sagrada. No son gente importante; que se sepa, son mayormente oficiales de bajo rango y algunos operarios de apoyo como médicos e ingenieros. Lo preocupante no es eso, si no su mera presencia en la ciudad, que amenaza con desestabilizar el régimen local (aliado desde hace largo tiempo con el Gobierno Mundial). Al parecer estos indeseables se están dedicando a ganarse el apoyo de la población local asesinando a políticos corruptos y combatiendo a las mafias de la ciudad, como paso previo a comenzar a extender sus idearios sediciosos e incitarles a la rebelión.
Te han dado carta blanca a la hora de investigar y trabajar en este caso, sobre todo por la falta de una base sólida sobre la que comenzar a trabajar. Sin embargo te han informado de que un pequeño grupo de agentes ya está en el terreno haciendo lo posible por encontrar la guarida de los revolucionarios, y que tienen órdenes específicas de colaborar contigo en todo lo que puedan siempre que sus órdenes lo permitan y compartir información relevante contigo. Esto funciona en sentido inverso; te han pedido que compartas con ellos todo dato importante que descubras. Ahora mismo estás en el distrito comercial de la ciudad, en una de las calles de locales de comida (muchos de ellos de comida rápida) y restaurantes low cost. Tienes algo de hambre. ¿Elegirás alguno de estos locales, o te sientes con ganas de gastar dinero? Por lo que has visto, había una zona más cara unas calles más atrás. Si prefieres aguantarte las ganas y empezar a trabajar ya, hay varias zonas donde te han comentado que puedes empezar a buscar: el parque, la zona industrial y los barrios del distrito norte. Estos últimos son peligrosos porque son zonas de bandas, así igual deberías pensártelo dos veces antes de ir sin prepararte bien. La última opción, a menos que tengas un plan mejor, podría ser llamar a Nate, el líder del equipo que ya está en la ciudad. Te han dado un den den mushi y su número para que contactes con él. También tienes una pequeña y manejable moto negra para moverte por la ciudad, si lo deseas. Será más rápido que ir a pie o esperar al transporte urbano. Ahora el qué haces es cosa tuya; recuerda, un buen agente es audaz pero precavido, y tiene iniciativa propia.
¿A qué te han enviado hasta aquí, una pacífica y tranquila población de la Red Line? Pues según el informe que te dieron en Ennies Lobby, se sospecha que algunos de los revolucionarios que se enfrentaron a la Marina en la larga y sangrienta reconquista de Mariejoa se han refugiado aquí tras perder sus últimas posiciones en la Tierra Sagrada. No son gente importante; que se sepa, son mayormente oficiales de bajo rango y algunos operarios de apoyo como médicos e ingenieros. Lo preocupante no es eso, si no su mera presencia en la ciudad, que amenaza con desestabilizar el régimen local (aliado desde hace largo tiempo con el Gobierno Mundial). Al parecer estos indeseables se están dedicando a ganarse el apoyo de la población local asesinando a políticos corruptos y combatiendo a las mafias de la ciudad, como paso previo a comenzar a extender sus idearios sediciosos e incitarles a la rebelión.
Te han dado carta blanca a la hora de investigar y trabajar en este caso, sobre todo por la falta de una base sólida sobre la que comenzar a trabajar. Sin embargo te han informado de que un pequeño grupo de agentes ya está en el terreno haciendo lo posible por encontrar la guarida de los revolucionarios, y que tienen órdenes específicas de colaborar contigo en todo lo que puedan siempre que sus órdenes lo permitan y compartir información relevante contigo. Esto funciona en sentido inverso; te han pedido que compartas con ellos todo dato importante que descubras. Ahora mismo estás en el distrito comercial de la ciudad, en una de las calles de locales de comida (muchos de ellos de comida rápida) y restaurantes low cost. Tienes algo de hambre. ¿Elegirás alguno de estos locales, o te sientes con ganas de gastar dinero? Por lo que has visto, había una zona más cara unas calles más atrás. Si prefieres aguantarte las ganas y empezar a trabajar ya, hay varias zonas donde te han comentado que puedes empezar a buscar: el parque, la zona industrial y los barrios del distrito norte. Estos últimos son peligrosos porque son zonas de bandas, así igual deberías pensártelo dos veces antes de ir sin prepararte bien. La última opción, a menos que tengas un plan mejor, podría ser llamar a Nate, el líder del equipo que ya está en la ciudad. Te han dado un den den mushi y su número para que contactes con él. También tienes una pequeña y manejable moto negra para moverte por la ciudad, si lo deseas. Será más rápido que ir a pie o esperar al transporte urbano. Ahora el qué haces es cosa tuya; recuerda, un buen agente es audaz pero precavido, y tiene iniciativa propia.
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El suave balanceo de la embarcación de la agencia parecía acunarme mientras observaba "La Ciudad que nunca amanece". Me habían encomendado una importante misión en la cual tenía que investigar a un grupo de revolucionarios en Dark Dome y como era normal en mí, leí todo lo que pude sobre la ciudad antes de embarcarme. Había leído el porqué de su nombre y demás, pero hasta que no estuve llegando en el transporte que me habían proporcionado no pude vivirlo por mí mismo viendo así esa extraña cúpula de oscuridad que parecía rodearlo todo. Fue un cambio bastante drástico que me trastocó un poco, no hacía apenas unos minutos el sol azotaba en todo lo alto para de repente desaparecer dejando así sólo luz artificial dándole a todo un aspecto fantasmagórico.
Antes de dejar el vehículo de la agencia me fijé en que tenía todo lo que necesitaba. Preparé mis dos pistolas cargando una de ellas con balas gomu y la otra con triples mientras me aseguraba que mis cuchillos estaban ocultos en su sitio y fijaba mi daga a su sitio para asegurarme que estuviese bien guardada, por último guardé el den-den que me habían proporcionado. No llevé a Croc conmigo por miedo a que le pasara algo, aunque sentía que seguro que le hubiese gustado este lugar, al muy maldito le encantaba la oscuridad aunque sí que me llevé mis diales ya que no quería no estar preparado para cualquier cosa.
Iba vestido con mis ropajes habituales de color negro y parecía que iba a la moda del lugar, además mi aspecto pálido mezclado con mis rasgos andróginos, que inducían a la duda en mi género también ayudaba a mimetizarme con el entorno, sólo me faltaba tener los ojos saltones y parecería natural de éste lugar. La gran mayoría de las personas con las que me crucé todas iban vestidas de oscuro por no decir que casi no vi ningún hombre. No es que fuese algo que normalmente me importase, pero no quería distraerme con tantas chicas y fallar mi misión, puesto que era lo más importante ahora para mí. Lo cierto es que me habían dado luz verde para que hiciese lo que quisiese, pero me informaron también de que ya había un grupo de la agencia en la zona trabajando en ello aunque no parecía que avanzasen mucho con la situación. La verdad es que parecía un trabajo arduo ya que los revolucionarios estaban ganándose el favor del pueblo haciendo actos que a mi parecer no eran cosa suya. A mí forma de ver muchas veces los revolucionarios se llenaban la boca de sus actos humanos, pero la realidad era que sólo lo hacían para conseguir sus propios fines a través de pequeños engaños enmascarados de heroicidad. Si los habitantes tenían algún problema que avisasen a los agentes del gobierno ya que para eso nos alistamos la mayoría, para ayudar y mantener la paz en todos los mares por mucho que los revolucionarios hicieran otra propaganda. Cierto era que en nuestras filas había malas personas también, aunque la mayoría de ellos luego resultaban ser revolucionarios, piratas e incluso mafiosos, pero no todos éramos así, otros como yo sólo deseábamos un mundo mejor para todos.
Comencé dando un paseo por lo que parecía una zona comercial repleta de pequeños establecimientos de comida rápida todos iluminados por distintos carteles luminosos de todas formas y colores. Me sentía un poco como una luciérnaga, ya que me quedé un poco ensimismado por todos esos conjuntos de colores. Tras unos minutos deambulando por el lugar mi estómago comenzó a rugir pidiéndome comida asique me decidí por un pequeño local en el que servían paninis, pero primero compré el periódico local para echarle un vistazo a las noticias.
Tras pedirme ese suculento manjar y sentarme en unos pequeños taburetes que había en el local comencé a pensar en cómo iba a llevar esta misión. Siendo sincero conmigo mismo sabía que tenía muy poca información sobre el terreno y no quería llamar al tal Nate hasta que consiguiese algo de información propia, sabía que si yo no aportaba nada de información me ocultarían algo asique tras terminarme el panini y leer las noticias me dirigí a un parque que había en la ciudad donde se llevaban montando manifestaciones contra el gobierno varios días según el periódico. Pagué a la joven que servía la comida y cogiendo una moto que me habían dejado para moverme por la ciudad me encaminé hacia mi destino. Esperaba poder encontrar algo de utilidad por allí, sino tendría que ir a la zona industrial para buscar información ya que en el barrio norte no quería adentrarme de momento porque según mis informe era el sitio más peligroso del lugar, asique dejaría lo más entretenido para lo último.
Antes de dejar el vehículo de la agencia me fijé en que tenía todo lo que necesitaba. Preparé mis dos pistolas cargando una de ellas con balas gomu y la otra con triples mientras me aseguraba que mis cuchillos estaban ocultos en su sitio y fijaba mi daga a su sitio para asegurarme que estuviese bien guardada, por último guardé el den-den que me habían proporcionado. No llevé a Croc conmigo por miedo a que le pasara algo, aunque sentía que seguro que le hubiese gustado este lugar, al muy maldito le encantaba la oscuridad aunque sí que me llevé mis diales ya que no quería no estar preparado para cualquier cosa.
Iba vestido con mis ropajes habituales de color negro y parecía que iba a la moda del lugar, además mi aspecto pálido mezclado con mis rasgos andróginos, que inducían a la duda en mi género también ayudaba a mimetizarme con el entorno, sólo me faltaba tener los ojos saltones y parecería natural de éste lugar. La gran mayoría de las personas con las que me crucé todas iban vestidas de oscuro por no decir que casi no vi ningún hombre. No es que fuese algo que normalmente me importase, pero no quería distraerme con tantas chicas y fallar mi misión, puesto que era lo más importante ahora para mí. Lo cierto es que me habían dado luz verde para que hiciese lo que quisiese, pero me informaron también de que ya había un grupo de la agencia en la zona trabajando en ello aunque no parecía que avanzasen mucho con la situación. La verdad es que parecía un trabajo arduo ya que los revolucionarios estaban ganándose el favor del pueblo haciendo actos que a mi parecer no eran cosa suya. A mí forma de ver muchas veces los revolucionarios se llenaban la boca de sus actos humanos, pero la realidad era que sólo lo hacían para conseguir sus propios fines a través de pequeños engaños enmascarados de heroicidad. Si los habitantes tenían algún problema que avisasen a los agentes del gobierno ya que para eso nos alistamos la mayoría, para ayudar y mantener la paz en todos los mares por mucho que los revolucionarios hicieran otra propaganda. Cierto era que en nuestras filas había malas personas también, aunque la mayoría de ellos luego resultaban ser revolucionarios, piratas e incluso mafiosos, pero no todos éramos así, otros como yo sólo deseábamos un mundo mejor para todos.
Comencé dando un paseo por lo que parecía una zona comercial repleta de pequeños establecimientos de comida rápida todos iluminados por distintos carteles luminosos de todas formas y colores. Me sentía un poco como una luciérnaga, ya que me quedé un poco ensimismado por todos esos conjuntos de colores. Tras unos minutos deambulando por el lugar mi estómago comenzó a rugir pidiéndome comida asique me decidí por un pequeño local en el que servían paninis, pero primero compré el periódico local para echarle un vistazo a las noticias.
Tras pedirme ese suculento manjar y sentarme en unos pequeños taburetes que había en el local comencé a pensar en cómo iba a llevar esta misión. Siendo sincero conmigo mismo sabía que tenía muy poca información sobre el terreno y no quería llamar al tal Nate hasta que consiguiese algo de información propia, sabía que si yo no aportaba nada de información me ocultarían algo asique tras terminarme el panini y leer las noticias me dirigí a un parque que había en la ciudad donde se llevaban montando manifestaciones contra el gobierno varios días según el periódico. Pagué a la joven que servía la comida y cogiendo una moto que me habían dejado para moverme por la ciudad me encaminé hacia mi destino. Esperaba poder encontrar algo de utilidad por allí, sino tendría que ir a la zona industrial para buscar información ya que en el barrio norte no quería adentrarme de momento porque según mis informe era el sitio más peligroso del lugar, asique dejaría lo más entretenido para lo último.
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Disfrutas de tus paninis mientras lees el periódico local. Aparte de algunas noticias que a ti te suenan a chino por no estar relacionado con la isla, como algún escándalo empresarial u otros temas sin importancia. Encuentras sin embargo cosas que te interesan, como una noticia que habla de la muerte de una conocida líder de la mafia acribillada a tiros en la puerta de su apartamento, y menciona de pasada que ya es la sexta muerte entre mafiosos de las últimas dos semanas. También lees sobre manifestaciones de obreras en el parque por su situación económica. ¿Habrá alguna ahora?
Decides ir a echar un ojo en tu moto. Tardas aun en llegar, pues la ciudad es grande y no la conoces, pero a base de preguntar por la calle acabas encontrándolo. Más que un parque parece directamente un bosque entero; se trata de una enorme extensión de vegetación en las afueras, con senderos, zonas de bancos y mesas de piedra, riachuelos y lagunas. En la zona donde estás no parece haber mucha gente. Puedes bordear el parque e ir a alguna zona con más gente, o internarte. Ves un sendero en el que las luces se han fundido... tal vez quieras echar un vistazo. Es un poco raro que TODAS se hayan apagado en ese camino, ¿no?
PD: En caso de que decidas ir por otro lado, tienes libertad de acción para introducir situaciones y NPCs.
Decides ir a echar un ojo en tu moto. Tardas aun en llegar, pues la ciudad es grande y no la conoces, pero a base de preguntar por la calle acabas encontrándolo. Más que un parque parece directamente un bosque entero; se trata de una enorme extensión de vegetación en las afueras, con senderos, zonas de bancos y mesas de piedra, riachuelos y lagunas. En la zona donde estás no parece haber mucha gente. Puedes bordear el parque e ir a alguna zona con más gente, o internarte. Ves un sendero en el que las luces se han fundido... tal vez quieras echar un vistazo. Es un poco raro que TODAS se hayan apagado en ese camino, ¿no?
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Recorrí la ciudad con la moto durante bastante tiempo. Mi intención no era tardar tanto en llegar a mi destino, pero varias cuestiones me habían retrasado. No era sólo el hecho de que no conocía la ciudad y que por lo tanto me perdí un par de veces, ni tampoco porque tuviera que preguntar varias veces por la dirección del parque, sino que mientras conducía veía pasar miles de luces a alta velocidad haciendo el efecto de una sola línea de luz cambiante haciéndome distraerme en varias ocasiones y así perder el rumbo. Me sentía cómo un insecto hipnotizado por tanta luz.
-¿Por qué narices no compraría también un callejero? - pensaba mientras buscaba el maldito parque.
Tras varias vueltas por la ciudad comencé a acostumbrarme a aquel baño de colores que dejaron de distraerme tanto y por fin llegué a mi destino. El parque a mi parecer tenía un aspecto peculiar, el cuál al estar sólo iluminado por varias farolas proyectaban sombras por doquier haciendo el efecto de que se movían cosas que no había allí. La verdad es que parecía un buen sitio para ocultar actos de sospechosa legalidad o cualquier otra cosa que no quisieras que viera nadie, puesto que más que un parque parecía una selva con iluminación artificial.
-¿Es qué no hay ningún jardinero en esta isla?. - pensaba mientras bajaba del vehículo y me adentraba más en su interior.
Al parecer sí que era un parque, aunque no propiamente dicho como tal, sino que más bien parecía que habían intentado domesticar esta parte de un bosque poniendo mesas de merendero y bancos por distintos lados, mientras que los caminos estaban iluminados por varios faroles intentando así civilizar la zona un poco, aunque a mí parecer no lo habían conseguido. El lugar tenía un encanto propio, o por lo menos a mi forma de ver ya que me encantaban los bosques.
Todo parecía tranquilo en el lugar. No había casi nada de gente y la mayoría de los que veía parecían ser parejas de jóvenes, ya fuese tomando algo a orillas de unos de sus varios riachuelos o lagunas, mientras que otros se limitaban de pasear deleitándose de la tranquilidad que imperaba. La verdad es que a este tipo de sitio me podría acostumbrar, incluso ya me imaginaba sentado en uno de esos bancos de piedra leyendo un libro tranquilamente mientras mi cuervo volaba con libertad haciendo de las suyas. Era una imagen magnífica, pero algo me sacó de mi "nube personal".
Había estado adentrándome poco a poco en el lugar y llegué a una zona completamente a oscuras. Había todo un sendero a oscuras e imperaba un silencio absoluto casi irreal. Dudaba de que fuese simplemente un fallo eléctrico pues sólo afectaba a una zona mientras las otras estaban completamente iluminadas. Nada más verlo sentí una curiosidad que me impulsaba a investigar el lugar, asique sin dudarlo me adentré en la zona que más oscuro estaba.
No tenía pensado adentrarme sin más en esa zona oscura sin mostrar precaución, si no que me salí del sendero haciendo gala de mis habilidades subiéndome en el árbol más cercano saltando sobre el aire como si lo pisase para así poder elevarme fácilmente con el Geppou. Me encantaba esa habilidad, era lo más cercano que había sentido a volar en su vida por no decir lo útil que podía ser. Una vez me encontrase en las alturas me adentraría a investigar usando mis facultades de callejero para minimizar el ruido y las de guardabosques para manejarme con facilidad por la vegetación.
Ya sólo quedaba esperar que no estuviese perdiendo el tiempo, ya que había la posibilidad de que la zona estuviese a oscuras para que los jóvenes hagan "cositas de mayores" usando el lugar como picadero.
-¿Por qué narices no compraría también un callejero? - pensaba mientras buscaba el maldito parque.
Tras varias vueltas por la ciudad comencé a acostumbrarme a aquel baño de colores que dejaron de distraerme tanto y por fin llegué a mi destino. El parque a mi parecer tenía un aspecto peculiar, el cuál al estar sólo iluminado por varias farolas proyectaban sombras por doquier haciendo el efecto de que se movían cosas que no había allí. La verdad es que parecía un buen sitio para ocultar actos de sospechosa legalidad o cualquier otra cosa que no quisieras que viera nadie, puesto que más que un parque parecía una selva con iluminación artificial.
-¿Es qué no hay ningún jardinero en esta isla?. - pensaba mientras bajaba del vehículo y me adentraba más en su interior.
Al parecer sí que era un parque, aunque no propiamente dicho como tal, sino que más bien parecía que habían intentado domesticar esta parte de un bosque poniendo mesas de merendero y bancos por distintos lados, mientras que los caminos estaban iluminados por varios faroles intentando así civilizar la zona un poco, aunque a mí parecer no lo habían conseguido. El lugar tenía un encanto propio, o por lo menos a mi forma de ver ya que me encantaban los bosques.
Todo parecía tranquilo en el lugar. No había casi nada de gente y la mayoría de los que veía parecían ser parejas de jóvenes, ya fuese tomando algo a orillas de unos de sus varios riachuelos o lagunas, mientras que otros se limitaban de pasear deleitándose de la tranquilidad que imperaba. La verdad es que a este tipo de sitio me podría acostumbrar, incluso ya me imaginaba sentado en uno de esos bancos de piedra leyendo un libro tranquilamente mientras mi cuervo volaba con libertad haciendo de las suyas. Era una imagen magnífica, pero algo me sacó de mi "nube personal".
Había estado adentrándome poco a poco en el lugar y llegué a una zona completamente a oscuras. Había todo un sendero a oscuras e imperaba un silencio absoluto casi irreal. Dudaba de que fuese simplemente un fallo eléctrico pues sólo afectaba a una zona mientras las otras estaban completamente iluminadas. Nada más verlo sentí una curiosidad que me impulsaba a investigar el lugar, asique sin dudarlo me adentré en la zona que más oscuro estaba.
No tenía pensado adentrarme sin más en esa zona oscura sin mostrar precaución, si no que me salí del sendero haciendo gala de mis habilidades subiéndome en el árbol más cercano saltando sobre el aire como si lo pisase para así poder elevarme fácilmente con el Geppou. Me encantaba esa habilidad, era lo más cercano que había sentido a volar en su vida por no decir lo útil que podía ser. Una vez me encontrase en las alturas me adentraría a investigar usando mis facultades de callejero para minimizar el ruido y las de guardabosques para manejarme con facilidad por la vegetación.
Ya sólo quedaba esperar que no estuviese perdiendo el tiempo, ya que había la posibilidad de que la zona estuviese a oscuras para que los jóvenes hagan "cositas de mayores" usando el lugar como picadero.
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Sigues el camino con un nivel de sigilo bastante aceptable gracias a tus habilidades de guardabosque, aunque en algunos momentos haces sin querer algo de ruido al pasar por alguna rama. Al fin y al cabo tu te especializas principalmente en aplicaciones prácticas de las plantas, y no en moverte como un mono entre árboles. Aun así logras apañarte bastante bien, y acabas llegando a una zona casi a oscuras donde hay una reunión de gente. Se ve tan poco que probablemente no los hubieras visto antes de acercarte más, pero uno de ellos es tan alto que está prácticamente a tu altura, si no más. Debe medir unos cinco metros de altura como poco. Va envuelto en una capa marrón con capucha. Le acompañan dos personas de indumentaria similar, pero de tamaño humano, y hablas con unas lugareñas vestidas de ejecutivas. Desde esta distancias apenas captas lo que dicen... tal vez deberías acercarte algo más. ¿Te arriesgarás? Lo único que escuchas es de vez en cuando palabras sueltas del semigigante, de las cuales te llaman la atención "pacto", "trato" y "armas". Es posible que hayas encontrado algo muy interesante.
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Seguí internándome más y más en el interior de aquel extraño parque mientras buscaba algo que llamase mi atención. Avancé durante unos minutos sin cruzarme con nada con lo que mereciese la pena pararse hasta que me pareció oír un extraño ruido, era una especie de siseo extraño por el cual decidí pararme.
Haciendo un esfuerzo por concentrarme más en mi sentido auditivo avancé lentamente en busca de la fuente del ruido. Según avanzaba el ruido comenzó a coger sentido y lo que al principio me había parecido un ruido animal comenzó a coger un matiz humano. Eran susurros y eso hizo ponerme en alerta.
Ya me encontraba algo más cerca y por fin pude más o menos ver quienes eran. Se encontraban en un pequeño claro y eran cinco personas, aunque una de ellas podría contarse por un par de ellas ya que mediría al menos cinco metros. Parecía una reunión entre el grandullón y sus dos amigos, que estaban
envueltos con unas capas marrones y tapados con capuchas del mismo color, mientras los otros dos eran una pareja de mujeres de la zona bien vestidas. Di por hecho que esos eran los grupos tanto por su forma de vestir como por sus posiciones, pero lo más llamativo fueron las pocas palabras que capté de ellos.
Parecía que por fin había encontrado algo interesante y ya que desde donde estaba no escuchaba bien decidí acercarme para enterarme bien de la conversación. Avancé como había venido, pero con la excepción de que ésta vez puse todo mi empeño en minimizar al máximo el ruido que hacía usando incluso el poder de mi akuma para amortiguar mejor las caídas y siempre intentando ir por los puntos ciegos de aquel extraño grupo. Esperaba que si llegaba a hacer algún ruido se lo tomaran como el de algún pájaro o cualquier otra alimaña, además normalmente a los humanos se les olvidaba mirar hacia arriba centrándose en el suelo y esperaba que estos dado el caso fuesen de esos.
Haciendo un esfuerzo por concentrarme más en mi sentido auditivo avancé lentamente en busca de la fuente del ruido. Según avanzaba el ruido comenzó a coger sentido y lo que al principio me había parecido un ruido animal comenzó a coger un matiz humano. Eran susurros y eso hizo ponerme en alerta.
Ya me encontraba algo más cerca y por fin pude más o menos ver quienes eran. Se encontraban en un pequeño claro y eran cinco personas, aunque una de ellas podría contarse por un par de ellas ya que mediría al menos cinco metros. Parecía una reunión entre el grandullón y sus dos amigos, que estaban
envueltos con unas capas marrones y tapados con capuchas del mismo color, mientras los otros dos eran una pareja de mujeres de la zona bien vestidas. Di por hecho que esos eran los grupos tanto por su forma de vestir como por sus posiciones, pero lo más llamativo fueron las pocas palabras que capté de ellos.
Parecía que por fin había encontrado algo interesante y ya que desde donde estaba no escuchaba bien decidí acercarme para enterarme bien de la conversación. Avancé como había venido, pero con la excepción de que ésta vez puse todo mi empeño en minimizar al máximo el ruido que hacía usando incluso el poder de mi akuma para amortiguar mejor las caídas y siempre intentando ir por los puntos ciegos de aquel extraño grupo. Esperaba que si llegaba a hacer algún ruido se lo tomaran como el de algún pájaro o cualquier otra alimaña, además normalmente a los humanos se les olvidaba mirar hacia arriba centrándose en el suelo y esperaba que estos dado el caso fuesen de esos.
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Te estás acercando, sin ser detectado, y llegar a oír algunas palabras. Una de las mujeres menciona algo así como que "pagarían bien por cualquier cantidad que pudieran ofrecerles", respondiendo uno de los encapuchados "podemos conseguir suficiente como para cien o doscientas personas." Parece que están en medio de algo turbio, cuanto menos. Sin embargo, hoy no es tu día de suerte. La rama sobre la que estás cruje, y el semigante se yergue, quedando su cabeza a tu altura.
- ¿Y tú quién eres? - preguntó, con una voz inocente.
Sus otros dos compañeros, más avispados, se ponen al instante a la defensiva. Uno de ellos saca una katana y comienza a correr hacia el árbol, subiendo por el tronco como si estuviera en una superficie horizontal.
- ¡No lo mates, Hiro! Captúrale con vida - dijo la tercera encapuchada. Parece que es una mujer por la voz.
En cuanto el espadachín llega a tu altura, amaga con lanzar un corte con la mano derecha, ocultando su verdadero ataque: con la izquierda te lanza a la cara una bola de tela.
- ¿Y tú quién eres? - preguntó, con una voz inocente.
Sus otros dos compañeros, más avispados, se ponen al instante a la defensiva. Uno de ellos saca una katana y comienza a correr hacia el árbol, subiendo por el tronco como si estuviera en una superficie horizontal.
- ¡No lo mates, Hiro! Captúrale con vida - dijo la tercera encapuchada. Parece que es una mujer por la voz.
En cuanto el espadachín llega a tu altura, amaga con lanzar un corte con la mano derecha, ocultando su verdadero ataque: con la izquierda te lanza a la cara una bola de tela.
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Conseguí acercarme lo suficiente como para escuchar parte de la conversación. Parecía que estaban hablando de conseguir armas, aunque cabía la posibilidad que fuera otra cosa por muy raro que pareciera todo. Los muy malditos hablaban casi en susurros y tuve que acercarme más avanzando por la rama en la que me encontraba subido para intentar oír mejor cuando un crujido bajo mis pies casi hace caerme.
Por suerte la rama no cedió del todo sino que quedó ligeramente doblada sin llegar a romperse, aunque perdí mi tapadera puesto que había quedado a la altura de la cabeza del grandullón.
- Mierda, mierda, mierda. - pensé como respuesta a la pregunta del semigigante. La había cagado y estaba en desventaja numérica, asique sólo me quedaba una cosa.
Me fijé en que uno de los tipos sacaba un arma y salió corriendo hacia mí, pero yo no esperé a ver que hacía con ella, sino que dando un pisotón al aire me elevé muy por encima quedando fuera del alcance de todos, adoraba el Geppou. No les iba a dar el gusto de machacarme asique tocaba huir.
Mientras estaba suspendido en el aire escuché la voz de la encapuchada hablando con el tipo de la katana que quería trincharme y la muy torpe había usado su nombre. El supuesto Hiro me lanzó algo, pero no pude ver que era pues me alejé usando el Geppou lo más rápido que podía huyendo de ellos. Estaba seguro de que me seguirían, pero esperaba que sólo fuese uno o dos de ellos y no las cinco personas, pues dudaba que todos pudiesen seguir mi ritmo.
Intentaría huir de la confrontación por el momento para informar al tal Nate de lo que había descubierto. La verdad es que quizás en un principio no parecía mucho, pero dudaba que un semigigante de cinco metros pudiera pasar desapercibido tan fácilmente, además también tenía el nombre del espadachín y que la tercera del grupo era mujer, por no decir que había llegado a ver a las dos autóctonas del lugar. Al fin y al cabo no era tan poco para haber empezado hace poco a investigar.
Si lograba dejarlos atrás y alcanzaba la motocicleta, arrancaría y saldría despedido de allí para buscar un sitio tranquilo para llamar a Nate e intercambiar información. Aunque si por otro lado me veía alcanzado por ellos intentaría plantarles cara hasta poder escapar o ganar.
Por suerte la rama no cedió del todo sino que quedó ligeramente doblada sin llegar a romperse, aunque perdí mi tapadera puesto que había quedado a la altura de la cabeza del grandullón.
- Mierda, mierda, mierda. - pensé como respuesta a la pregunta del semigigante. La había cagado y estaba en desventaja numérica, asique sólo me quedaba una cosa.
Me fijé en que uno de los tipos sacaba un arma y salió corriendo hacia mí, pero yo no esperé a ver que hacía con ella, sino que dando un pisotón al aire me elevé muy por encima quedando fuera del alcance de todos, adoraba el Geppou. No les iba a dar el gusto de machacarme asique tocaba huir.
Mientras estaba suspendido en el aire escuché la voz de la encapuchada hablando con el tipo de la katana que quería trincharme y la muy torpe había usado su nombre. El supuesto Hiro me lanzó algo, pero no pude ver que era pues me alejé usando el Geppou lo más rápido que podía huyendo de ellos. Estaba seguro de que me seguirían, pero esperaba que sólo fuese uno o dos de ellos y no las cinco personas, pues dudaba que todos pudiesen seguir mi ritmo.
Intentaría huir de la confrontación por el momento para informar al tal Nate de lo que había descubierto. La verdad es que quizás en un principio no parecía mucho, pero dudaba que un semigigante de cinco metros pudiera pasar desapercibido tan fácilmente, además también tenía el nombre del espadachín y que la tercera del grupo era mujer, por no decir que había llegado a ver a las dos autóctonas del lugar. Al fin y al cabo no era tan poco para haber empezado hace poco a investigar.
Si lograba dejarlos atrás y alcanzaba la motocicleta, arrancaría y saldría despedido de allí para buscar un sitio tranquilo para llamar a Nate e intercambiar información. Aunque si por otro lado me veía alcanzado por ellos intentaría plantarles cara hasta poder escapar o ganar.
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En el momento en que te alejas del objeto, lo ves explotar en una nube de gas verde. Ha sido buena idea apartarse, no tiene buena pinta. Comienzas a escapar, y al principio escuchas ruidos de persecución (principalmente el estruendo que causa el semigigante corriendo). Al cabo de un rato parece que te dejan tranquilo, y logras llegar a tu vehículo y huir a toda pastilla. Aun con el susto en el cuerpo, logras llegar a una zona tranquila donde sería discreto llamar a Nate. Aunque tal vez sería buena idea hablar en clave, por si acaso. Nunca se sabe quién podría estar escuchando. En cuanto llamas, una voz grave y con un marcado acento contesta:
- Da, ¿quién llamarrr? ¿No ves que estas no son horrras?
De repente se escucha ruido al otro lado de la línea y se escucha a otra persona. Esta vez la voz es pausada, más suave y seria:
- Buenas noches, agente Thorn. Disculpe a mi aprendiz, se suponía que debía ser yo quien contestase a las llamadas de este Den Den Mushi. Dígame, ¿algo que informar? ¿Está ya en la ciudad?
- Da, ¿quién llamarrr? ¿No ves que estas no son horrras?
De repente se escucha ruido al otro lado de la línea y se escucha a otra persona. Esta vez la voz es pausada, más suave y seria:
- Buenas noches, agente Thorn. Disculpe a mi aprendiz, se suponía que debía ser yo quien contestase a las llamadas de este Den Den Mushi. Dígame, ¿algo que informar? ¿Está ya en la ciudad?
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Mi primer impulso fue el bueno ya que lo que me había lanzado el tal Hiro explotó en una nube oscura con bastante mala pinta. Seguí corriendo de aquel grupo y sentía retumbar el suelo, seguramente fuese el gigante pero confiaba en ser más rápido.
Llegué al vehículo que me habían prestado y ni siquiera miré atrás, ya que hacía rato que no escuchaba a mis perseguidores asique arranqué y salí disparado de aquel parque para meterme otra vez en la zona de luces cambiantes que la ciudad mostraba. Avancé callejeando sin saber muy bien a donde iba hasta que encontré la zona de los establecimientos de alto standing.
Entré en uno de los lujosos locales y pedí un reservado alejado donde nadie me molestase y saqué el den den que me habían dado para llamar al contacto de la agencia que había en la ciudad. Seguramente allí podría hacer la llamada discretamente ya que nadie me molestaría por orden expresa que le di al metre.
La primera persona que cogió el teléfono arrastraba las r como si le pesaran en la boca y parecía molesto por la llamada. Por un momento miré el aparato extrañado. ¿Se habrán confundido en la agencia? Pensé a la par que pensaba que contestar, pero no pude contestar ya que una segunda persona habló como si le acabara de quitar el aparato al primero.
Me sentí aliviado puesto que conocía mi nombre y sabía para lo que llamaba.
- Buenas agente Nate. Tengo algo para ti, pero sería más discreto hablarlo en persona.
No me fiaba que la señal estuviese pinchada ya que estábamos en la ciudad de la tecnología y prefería un contacto directo para así conocer el apoyo que tenía.
- Démonos prisa, no sé cuanto tiempo tenemos.
Esperaba que no adelantasen los acuerdos por mi intromisión y me preocupaba la situación.
Llegué al vehículo que me habían prestado y ni siquiera miré atrás, ya que hacía rato que no escuchaba a mis perseguidores asique arranqué y salí disparado de aquel parque para meterme otra vez en la zona de luces cambiantes que la ciudad mostraba. Avancé callejeando sin saber muy bien a donde iba hasta que encontré la zona de los establecimientos de alto standing.
Entré en uno de los lujosos locales y pedí un reservado alejado donde nadie me molestase y saqué el den den que me habían dado para llamar al contacto de la agencia que había en la ciudad. Seguramente allí podría hacer la llamada discretamente ya que nadie me molestaría por orden expresa que le di al metre.
La primera persona que cogió el teléfono arrastraba las r como si le pesaran en la boca y parecía molesto por la llamada. Por un momento miré el aparato extrañado. ¿Se habrán confundido en la agencia? Pensé a la par que pensaba que contestar, pero no pude contestar ya que una segunda persona habló como si le acabara de quitar el aparato al primero.
Me sentí aliviado puesto que conocía mi nombre y sabía para lo que llamaba.
- Buenas agente Nate. Tengo algo para ti, pero sería más discreto hablarlo en persona.
No me fiaba que la señal estuviese pinchada ya que estábamos en la ciudad de la tecnología y prefería un contacto directo para así conocer el apoyo que tenía.
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- Por supuesto, Agente Thorn. Tan sólo salga del restaurante. y reúnase conmigo junto a la central de radio. No tiene pérdida, es el rascacielos con la enorme antena y el cartel que pone ZMM. Seré yo quién acuda a usted.
La comunicación se corta al instante. Parece que Nate no es un hombre dado a conversaciones largas. En todo caso, tal vez deberías darte prisa. Hacer esperar a tu "superior" (al menos de cara a esta misión) no es la mejor manera de lograr causar una buena impresión y que de un informe favorable sobre ti. Cuando sales del reservado, te encuentras una escena extraña: el restaurante está vacío, excepto por ti y otra persona. Un hombre encapuchado y envuelto en una capa igual a las de los hombres del parque. En un gesto elegante, aparta un lado de la capa con su brazo derecho, revelando una katana envainada, sobre la que apoya la mano. Alcanzas a ver bajo la capa que lleva un kimono azul claro y sandalias de madera.
- Kuchibue no Ken... - murmura.
Acto seguido se mueve a tal velocidad que parece desaparecer. Parece una técnica incluso más veloz que tu soru en condiciones normales... ¿tal vez le iguales con tu Suikoden?. El tipo pasa junto a tu lado, tratando de lanzarte un tajo ascendente desde tu estómago al hombro derecho, tras lo cual aparece a tu espalda envainando.
- Hageshi kaze.
PD: Tu rival va a 35 m/s
La comunicación se corta al instante. Parece que Nate no es un hombre dado a conversaciones largas. En todo caso, tal vez deberías darte prisa. Hacer esperar a tu "superior" (al menos de cara a esta misión) no es la mejor manera de lograr causar una buena impresión y que de un informe favorable sobre ti. Cuando sales del reservado, te encuentras una escena extraña: el restaurante está vacío, excepto por ti y otra persona. Un hombre encapuchado y envuelto en una capa igual a las de los hombres del parque. En un gesto elegante, aparta un lado de la capa con su brazo derecho, revelando una katana envainada, sobre la que apoya la mano. Alcanzas a ver bajo la capa que lleva un kimono azul claro y sandalias de madera.
- Kuchibue no Ken... - murmura.
Acto seguido se mueve a tal velocidad que parece desaparecer. Parece una técnica incluso más veloz que tu soru en condiciones normales... ¿tal vez le iguales con tu Suikoden?. El tipo pasa junto a tu lado, tratando de lanzarte un tajo ascendente desde tu estómago al hombro derecho, tras lo cual aparece a tu espalda envainando.
- Hageshi kaze.
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La conversación con Nate fue corta y concisa. Justo como a mí me gustaban. El agente había concertado una cita en una torre radio la cual según él no tenía perdida y lucía un gran cartel en el que salían las letras ZNM en grande. Yo no conocía el lugar, pero parecía un sitio que no me costaría encontrar. Podría haber varias repartidas por la ciudad y aunque esperaba encontrarla yo solito a las malas podía preguntar. Era algo que no solía fallar si te mostrabas amable y simpático.
Colgué el Den Den y salí del reservado con la intención de salir disparado al encuentro, pero me encontré con una escena que no esperaba. El local se había quedado completamente casi vacío y no se escuchaba ni el zumbar de una mosca. Ante mí se mostraba alguien tapado con la misma capa que los sospechosos que había estado espiando. La situación pintaba fea a priori.
-¿Cómo he podido permitir que me siguieran?. - pensé nada más verlo ahí plantado. Había tenido un fallo de novato, pero quizás pudiese sacar algo de la situación.
El encapuchado se abrió la capa con un movimiento fluido a la par que elegante. Parecía que lo tenía ensayado y siendo sincero le salía bastante bien. Pude apreciar que iba vestido con una especie de kimono azul y calzado típico japonés, podría ser un samurái aunque poco más fue en lo que me fijé, puesto que vi que portaba una katana.
Había activado los poderes de mi akuma nada más verlo, pero tenía pensado intentar sacarle algo de información antes de llegar a las armas. Quería haberle tentado hablando y demás aunque no parecía tener ganas. Automáticamente nada más ver su arma comencé a desenfundar mi daga con la presteza de quien lo ha hecho ya cien veces, pero el tipo se movió a una velocidad apabullante. Dudaba de poder haber sido más rápido que él incluso usando el Soru aunque al fin y al cabo mi estrategia no era esa.
Dejé que el tipo cortase mi pecho con su estocada ascendente mostrando como única defensa el sacar mi arma. Confiaba que el tipo al sentir su arma impactar diese por hecho que estaba acabado y así bajase la guardia. Parecía que en un principio mi plan funcionaba puesto que había vuelto a envainar su arma y se encontraba a escaso centímetros de mí.
-Ahora me toca a mí. - pensé mientras recurría a la velocidad del Soru a incluso a esa poca distancia. No quería que se me escapase asique que usando esa gran velocidad realicé un giro sobre mí mismo mientras me agachaba a la altura de su cintura para usar toda la inercia de la perfecta sintonía de mi cuerpo para así lanzarle un tajo al tendón de aquiles de su pie izquierdo. Pensaba inutilizarle esa extremidad para así reducir su velocidad como su capacidad de andar bien puesto que no podría usar ese pie.
Tras usar mi estrategia me alejaría para ver como había salido mientras mantenía una actitud defensiva y en alerta.
Colgué el Den Den y salí del reservado con la intención de salir disparado al encuentro, pero me encontré con una escena que no esperaba. El local se había quedado completamente casi vacío y no se escuchaba ni el zumbar de una mosca. Ante mí se mostraba alguien tapado con la misma capa que los sospechosos que había estado espiando. La situación pintaba fea a priori.
-¿Cómo he podido permitir que me siguieran?. - pensé nada más verlo ahí plantado. Había tenido un fallo de novato, pero quizás pudiese sacar algo de la situación.
El encapuchado se abrió la capa con un movimiento fluido a la par que elegante. Parecía que lo tenía ensayado y siendo sincero le salía bastante bien. Pude apreciar que iba vestido con una especie de kimono azul y calzado típico japonés, podría ser un samurái aunque poco más fue en lo que me fijé, puesto que vi que portaba una katana.
Había activado los poderes de mi akuma nada más verlo, pero tenía pensado intentar sacarle algo de información antes de llegar a las armas. Quería haberle tentado hablando y demás aunque no parecía tener ganas. Automáticamente nada más ver su arma comencé a desenfundar mi daga con la presteza de quien lo ha hecho ya cien veces, pero el tipo se movió a una velocidad apabullante. Dudaba de poder haber sido más rápido que él incluso usando el Soru aunque al fin y al cabo mi estrategia no era esa.
Dejé que el tipo cortase mi pecho con su estocada ascendente mostrando como única defensa el sacar mi arma. Confiaba que el tipo al sentir su arma impactar diese por hecho que estaba acabado y así bajase la guardia. Parecía que en un principio mi plan funcionaba puesto que había vuelto a envainar su arma y se encontraba a escaso centímetros de mí.
-Ahora me toca a mí. - pensé mientras recurría a la velocidad del Soru a incluso a esa poca distancia. No quería que se me escapase asique que usando esa gran velocidad realicé un giro sobre mí mismo mientras me agachaba a la altura de su cintura para usar toda la inercia de la perfecta sintonía de mi cuerpo para así lanzarle un tajo al tendón de aquiles de su pie izquierdo. Pensaba inutilizarle esa extremidad para así reducir su velocidad como su capacidad de andar bien puesto que no podría usar ese pie.
Tras usar mi estrategia me alejaría para ver como había salido mientras mantenía una actitud defensiva y en alerta.
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A la vez que realizas tu movimiento, el tipo se gira hacia ti. Tu arma se hunde en la capa y notas que cortas carne, aunque no tienes claro en dónde le has dado, pues al girarse lógicamente ya no tienes su tobillo a tiro. El tipo retrocede de un salto, trastabillando ligeramente. Parece que la herida le estorba... y la sangre de tu daga confirma que ha debido dolerle. Vuelve a desenvainar su katana, aunque no ataca aun. De repente tienes una sensación extraña, y sientes miedo. Bajo la capucha, dos ojos brillantes te observan. Por alguna razón, no puedes evitar pensar que te va a matarte. ¿Qué sentido tiene eso? Eres logia. De repente el hombre se lanza hacia ti a una velocidad endiablada, y el miedo se intensifica. Pasa a tu lado lanzándote un corte horizontal, para luego tratar de situarse entre ti y la salida.
PD: Si el golpe te da, no te hará daño, pero durante un instante creerás que te ha cortado (Luego te darás cuenta de que no es así) y el miedo aumentará. Es parte de su técnica. Si no te haces una idea de en qué consiste, recuerda cuando Zoro derrota a Monet sin usar haki. Es algo similar.
PD: Si el golpe te da, no te hará daño, pero durante un instante creerás que te ha cortado (Luego te darás cuenta de que no es así) y el miedo aumentará. Es parte de su técnica. Si no te haces una idea de en qué consiste, recuerda cuando Zoro derrota a Monet sin usar haki. Es algo similar.
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El movimiento me salió fluido y consigo notar como alcanzo a mi enemigo haciéndole un tajo pero no donde yo quería exactamente. Mi intención era inutilizarle la pierna y poder reducirlo con mayor facilidad para así intentar sacarle algo de información de primera mano, pero parecía que el corte no había surtido el efecto deseado. El encapuchado saltó hacia atrás para conseguir distancia entre nosotros y así encontrarnos separados por un trecho. La herida parecía estorbarle puesto que no apoyaba su peso en la pierna que le había atacado, pero el tipo parecía dispuesto a darlo todo ya que desenvainó de nuevo su arma.
Una sensación extraña comenzó a inundarme haciéndome dudar sobre mi ventaja. Claramente el tipo no había conseguido hacerme daño gracias a mi cuerpo de sirope y aún así tuve ganas de huir. Me sentía como el perro que había hecho algo mal y su dueño lo llamaba para castigarlo. Sabía que tenía que quedarme y afrontar este enemigo, pero había algo en él que me ponía los pelos como escarpias. Nunca antes había dudado en realizar una acción o en entablar combate y la situación era completamente nueva para mí. Había sentido pánico por mis compañeros otras veces, pero muy pocas por no decir ninguna sobre mí mismo.
Noté un resplandor debajo de la capucha del hombre que hizo saltar todas las alarmas. Esa extraña sensación intentaba ahogarme poco a poco y decidí atajar cuanto antes. Era él que hacía sentirme así y no podía seguir alargando la situación asique activé mi Suikoden adquiriendo así mi pelo unos tonos verdosos, quizás eso lo extrañase y lo distrajese un poco. El hombre se lanzó contra mí con una velocidad otra vez digna de reseñar y sentí que mi final estaría cerca. Ese tipo me iba a matar, pero no por eso iba a regalar mi vida. Había tomado una decisión, pero la duda en mí hizo que reaccionase algo más tarde de lo quería. Usando la velocidad extra que me otorgaba mi técnica sumada a la del Soru comencé a esquivar la estocada en horizontal que lanzaba el encapuchado usando una finta mientras soltaba mi daga y sacaba mis dos barettas.
Conseguí esquivar gran parte del golpe pero noté como su katana me alcanzaba a la altura de las costillas sesgando mis ropas y para mí sorpresa la carne produciéndome un dolor horrible. La cosa no tenía sentido ya que un ataque normal no podía dañar mi cuerpo y el tipo no parecía usar haki, pero aun así el dolor fue horrible. Me encontraba dolorido y con unas ganas terribles de comprobar la gravedad del corte, pero no era momento para eso. Tocaba aprovechar que el tipo seguía su trayectoria y aún estaba de espaldas para descargar tres disparos con cada una de mis pistolas. No es que fuese un francotirador consumado, pero esperaba contrarrestar ese factor con la cercanía de mi objetivo. Noté el retroceso de mis armas y eso hizo que la pistola que sujetaba en el flanco herido se desviase tras el primer disparo por el incesante dolor que me causaba el corte, aunque esperaba que los proyectiles alcanzasen el objetivo porque cada vez tenía más ganas de huir y el tipo se dirigía hacia la salida con la intención de cortarme la retirada por ahí u eso parecía. No podía quedarme enclaustrado aquí.
Una sensación extraña comenzó a inundarme haciéndome dudar sobre mi ventaja. Claramente el tipo no había conseguido hacerme daño gracias a mi cuerpo de sirope y aún así tuve ganas de huir. Me sentía como el perro que había hecho algo mal y su dueño lo llamaba para castigarlo. Sabía que tenía que quedarme y afrontar este enemigo, pero había algo en él que me ponía los pelos como escarpias. Nunca antes había dudado en realizar una acción o en entablar combate y la situación era completamente nueva para mí. Había sentido pánico por mis compañeros otras veces, pero muy pocas por no decir ninguna sobre mí mismo.
Noté un resplandor debajo de la capucha del hombre que hizo saltar todas las alarmas. Esa extraña sensación intentaba ahogarme poco a poco y decidí atajar cuanto antes. Era él que hacía sentirme así y no podía seguir alargando la situación asique activé mi Suikoden adquiriendo así mi pelo unos tonos verdosos, quizás eso lo extrañase y lo distrajese un poco. El hombre se lanzó contra mí con una velocidad otra vez digna de reseñar y sentí que mi final estaría cerca. Ese tipo me iba a matar, pero no por eso iba a regalar mi vida. Había tomado una decisión, pero la duda en mí hizo que reaccionase algo más tarde de lo quería. Usando la velocidad extra que me otorgaba mi técnica sumada a la del Soru comencé a esquivar la estocada en horizontal que lanzaba el encapuchado usando una finta mientras soltaba mi daga y sacaba mis dos barettas.
Conseguí esquivar gran parte del golpe pero noté como su katana me alcanzaba a la altura de las costillas sesgando mis ropas y para mí sorpresa la carne produciéndome un dolor horrible. La cosa no tenía sentido ya que un ataque normal no podía dañar mi cuerpo y el tipo no parecía usar haki, pero aun así el dolor fue horrible. Me encontraba dolorido y con unas ganas terribles de comprobar la gravedad del corte, pero no era momento para eso. Tocaba aprovechar que el tipo seguía su trayectoria y aún estaba de espaldas para descargar tres disparos con cada una de mis pistolas. No es que fuese un francotirador consumado, pero esperaba contrarrestar ese factor con la cercanía de mi objetivo. Noté el retroceso de mis armas y eso hizo que la pistola que sujetaba en el flanco herido se desviase tras el primer disparo por el incesante dolor que me causaba el corte, aunque esperaba que los proyectiles alcanzasen el objetivo porque cada vez tenía más ganas de huir y el tipo se dirigía hacia la salida con la intención de cortarme la retirada por ahí u eso parecía. No podía quedarme enclaustrado aquí.
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Al poco te das cuenta de que no sientes dolor alguno, y ha sido todo fruto de tu imaginación. Sin embargo, te tiemblan un poco las manos aun y sientes algo de miedo. Tal vez eso es lo que te ha causado perder precisión, y no ninguna herida, aunque no todos los tiros erran. En cierto momento ves a tu oponente tambalearse y algo de sangre mancha el suelo, aunque a causa de su oscura capa no tienes claro dónde le has dado. En vez de insistir, el tipo tira una bola al suelo que causa una humareda verde, y se lanza contra una ventana, rompiéndola y saliendo al exterior. El humor comienza a expandirse rápidamente, aunque no llega a cubrir toda la estancia. ¿Qué haces? ¿Salir tras él, llamar a refuerzos, dejarlo huir? Hagas lo que hagas, se rápido. Pronto no podrás salir del edificio por la zona delantera sin pasar por el humo, aunque seguro que hay alguna puerta trasera. ¿Tal vez en las cocinas?
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Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo mientras me fijo en el resultado de mi ataque en el encapuchado y mis pelos vuelven a la normalidad. Las manos me tiemblan levemente mientras aún mantengo mis armas en alto intentando discernir donde impactan los proyectiles+ ya que no sabía con seguridad cual de los distintos tipos de balas impactaban en el objetivo. Seguía nervioso por si no era capaz de acabar con aquel tipo que tanto pavor me provocaba, pero nada más ver como se tambaleaba y el caer de unas gotas de sangre gran parte del miedo se fue como vino dando por hecho que algún proyectil de los triples había hecho su trabajo y así comencé a notar un gran alivio donde había sido cortado de manera casi automática. Rápidamente me eché mano a la herida deslizando el dorso por la rasgadura de mi vestimenta y así pude comprobar que estaba ileso para mi sorpresa. Claramente el encapuchado tenía que tener alguna extraña cualidad con la cual había conseguido engañar mi percepción ganando así una gran ventaja, pero al parecer mis disparos lo habían herido lo suficiente como para que se desconcentrase haciendo así perder su concentración. Otra idea no se me ocurría para darle explicación a lo que acababa de ocurrir y era lo que mejor encajaba, aunque no era momento de perderse por los recovecos de mi mente ya que el espadachín hizo un movimiento que captó toda mi atención.
El tipo lanzó algo contra el suelo provocando una humareda con la misma pinta que la me había lanzado el supuesto Hiro en el parque del cual había huido y ahora que lo pensaba ese mismo tipo también llevaba una espada, de momento varias cosas acababan de encajar desde mi punto de vista personal. Seguramente no había sido todo lo cuidadoso que debería haber sido y el tipo me había seguido desde el parque, algo que de ser cierto era digno de admirar ya que yo mi viaje lo había hecho en ciclomotor. Eso daba la posibilidad de que sus compañeros estuvieran con él pero dudaba que el semigigante hubiese podido aguantar ese ritmo o incluso que era demasiado llamativo si querían guardar en secreto sus identidades, ya que llamaría la atención seguramente en esta parte más selecta de la ciudad.
Por lo que se veía el tipo optó por no seguir combatiendo ya que tras lanzar su bola de humo, el cual era de un color verde con una pinta nada saludable, se lanzó a la carrera y saltó por una de las ventanas del local sin querer seguir luchando. Tocaba decidir en segundos y mi cabeza se puso al instante en ello nada más ver el movimiento del encapuchado. Tenía claro que no debía inhalar esa extraña humareda y se me plantearon varias cuestiones que considerar. Había más ventanas que podía usar igual que mi contrincante para salir del lugar ya que la puerta principal estaba bloqueada por el humo que comenzaba a expandirse por la sala. Podía también buscar una puerta trasera que normalmente tenían este tipo de establecimiento el cual se usaba para tirar los desperdicios sin molestar a los clientes o incluso para la entrada de la plantilla y poderse cambiar. No sería raro en un establecimiento de esta categoría pero la idea no terminaba de convencerme ya que seguramente no daría a la misma parte de la calle por la que había salido el encapuchado y no quería perderlo. Otra opción era disparar a las demás ventanas creando así una manera para desahogar la estancia y encerrarme en el baño incluso a esperar a que el humo se disipase, pero eso se parecía menos factible porque así aparte de perder al sospechoso de manera casi segura, tendría que dar unas explicaciones que no me apetecían dar dadas la situación con el gobierno y los habitantes del lugar y todo eso lo pensaba mientras veía saltar al tipo.
Toda la información pasó por mi mente como un torbellino pero me decidí por una en un instante. Enfundé mis armas en su sitio y eché a correr usando la velocidad que el Soru me proporcionaba a la par que me tapaba con un brazo la boca y la nariz mientras ponía apunto mis poderes para no sufrir daños al atravesar la ventana que más cerca estaba de mí y más alejada del humo.
No quería perder la pista del encapuchado ya que me parecía alguien bastante peligroso como para dejarlo suelto y esperaba poder vislumbrar rastro de él, ya que había salido casi simultáneamente persiguiéndole.
El tipo lanzó algo contra el suelo provocando una humareda con la misma pinta que la me había lanzado el supuesto Hiro en el parque del cual había huido y ahora que lo pensaba ese mismo tipo también llevaba una espada, de momento varias cosas acababan de encajar desde mi punto de vista personal. Seguramente no había sido todo lo cuidadoso que debería haber sido y el tipo me había seguido desde el parque, algo que de ser cierto era digno de admirar ya que yo mi viaje lo había hecho en ciclomotor. Eso daba la posibilidad de que sus compañeros estuvieran con él pero dudaba que el semigigante hubiese podido aguantar ese ritmo o incluso que era demasiado llamativo si querían guardar en secreto sus identidades, ya que llamaría la atención seguramente en esta parte más selecta de la ciudad.
Por lo que se veía el tipo optó por no seguir combatiendo ya que tras lanzar su bola de humo, el cual era de un color verde con una pinta nada saludable, se lanzó a la carrera y saltó por una de las ventanas del local sin querer seguir luchando. Tocaba decidir en segundos y mi cabeza se puso al instante en ello nada más ver el movimiento del encapuchado. Tenía claro que no debía inhalar esa extraña humareda y se me plantearon varias cuestiones que considerar. Había más ventanas que podía usar igual que mi contrincante para salir del lugar ya que la puerta principal estaba bloqueada por el humo que comenzaba a expandirse por la sala. Podía también buscar una puerta trasera que normalmente tenían este tipo de establecimiento el cual se usaba para tirar los desperdicios sin molestar a los clientes o incluso para la entrada de la plantilla y poderse cambiar. No sería raro en un establecimiento de esta categoría pero la idea no terminaba de convencerme ya que seguramente no daría a la misma parte de la calle por la que había salido el encapuchado y no quería perderlo. Otra opción era disparar a las demás ventanas creando así una manera para desahogar la estancia y encerrarme en el baño incluso a esperar a que el humo se disipase, pero eso se parecía menos factible porque así aparte de perder al sospechoso de manera casi segura, tendría que dar unas explicaciones que no me apetecían dar dadas la situación con el gobierno y los habitantes del lugar y todo eso lo pensaba mientras veía saltar al tipo.
Toda la información pasó por mi mente como un torbellino pero me decidí por una en un instante. Enfundé mis armas en su sitio y eché a correr usando la velocidad que el Soru me proporcionaba a la par que me tapaba con un brazo la boca y la nariz mientras ponía apunto mis poderes para no sufrir daños al atravesar la ventana que más cerca estaba de mí y más alejada del humo.
No quería perder la pista del encapuchado ya que me parecía alguien bastante peligroso como para dejarlo suelto y esperaba poder vislumbrar rastro de él, ya que había salido casi simultáneamente persiguiéndole.
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Te preparas para cargar, y corres hacia la ventana. En un momento de lo que creías lucidez activaste tu poder para evitar hacerte daño, sin pararte a pensar en las consecuencias. Tal vez deberías empezar a pensar en lo que implica convertirse en una masa de sirope, ¿eh? Ahora eres un burruño de ese viscoso material pegado contra la ventana, incapaz de atravesarla. No te has hecho daño, por supuesto, pero la elección ha sido muy mala. Empiezas a marearte mucho y a sufrir una repentina somnolencia, y de repente pierdes la consciencia.
Despiertas. No estás con tu ropa, si no con un traje de lino grisáceo, y tienes grilletes en manos y pies, enganchados entre sí. Estás en una celda, tirado sobre el camastro. Además del mueble sobre el que estás tirado sólo hay un váter, papel higiénico, una manta y luz que viene del pasillo. Crees escuchar a alguien silbando una canción no muy lejos. ¿Qué haces?
...
Despiertas. No estás con tu ropa, si no con un traje de lino grisáceo, y tienes grilletes en manos y pies, enganchados entre sí. Estás en una celda, tirado sobre el camastro. Además del mueble sobre el que estás tirado sólo hay un váter, papel higiénico, una manta y luz que viene del pasillo. Crees escuchar a alguien silbando una canción no muy lejos. ¿Qué haces?
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Salí disparado con la intención de atravesar la ventana sin ocasionarme daño alguno usando mi poder ya que mi cuerpo es de sirope. Sería aparentemente sencillo ya que con el impulso que llevaba pensaba atravesarlo sin problemas. Ya me veía en busca de mi agresor en busca de su rastro de sangre cuando me quedé estampado contra el cristal como un manchurrón parduzco. Todo se había torcido estrepitosamente y el humo comenzaba a inundar la estancia sin darme tiempo a escapar. Una vez vuelto a mi forma normal los ojos comenzaron a escocerme y lagrimear sin que pudiera evitarlo. Los segundos se acababan demasiado deprisa y la sorpresa de lo que me acababa de pasar me había quedado hecho un lío. No podía explicarme ese fallo motriz en mi cuerpo, pero tenía que solventarlo de alguna manera asique intenté volver a desenfundar mi arma para romper el cristal con la culata, pero la vista comenzó a fallarme y la cabeza se me fue por completo mientras tosía.
. . .
Desperté sobresaltado incorporándome dispuesto a enfrentarme a lo que fuese puesto que una sensación extraña recorría mi ser de arriba a abajo. Di dos pequeños traspiés ya que al parecer estaba maniatado con sendos grilletes en pies y manos y así fue como terminé apoyado en una pared recorriendo cada centímetro de donde me encontraba mientras intentaba darle sentido a lo que me había pasado.
Seguramente el gas del encapuchado era algún tipo de somnífero que había conseguido quedarme ko. Al parecer me habían encerrado en una especie de celda en la cual sólo había un simple camastro y un váter. Ahora podía sentir la sensación de estar al otro lado. Siempre había sido yo el que encarcelaba a la gente y nunca antes al revés, y lo cierto es que no me gustaba. Me habían desprovisto de mi ropa y otros enseres aparte de mi dignidad. Me gustaba creerme inteligente y había resultado ser muy torpe. No podía quitarme la sensación de que cada vez que daba un paso parecía retroceder tres y comenzaba a fastidiarme.
- Tranquilo, tranquilo... - me repetía como un mantra mientras intentaba relajarme. Tenía que intentar darle la vuelta a la tortilla y buscar algo positivo de la situación.
Me senté en el camastro para comenzar a pensar. Por un lado era una putada haber sido cogido de esta manera cuando había comenzado a ganar ventaja contra el encapuchado, pero tendría que solucionar mis problemas. Cierto era que no poseía armas ni nada en el habitáculo que me fuese de una utilidad inmediata ya que todavía comenzaba a desengrasar mi mente, pero ya comenzaba a vislumbrar algo bueno de la situación. Ya no tenía que sacarle información al encapuchado para averiguar algo acerca de la base de estos tipos, ya que ellos mismos me habían adentrado y por suerte esos grilletes no podían retenerme. Podía habérmelos quitado con facilidad y salir de mi encarcelamiento para ver donde me encontraba, pero no me quería arriesgar a lo loco.
Me levanté tranquilamente para coger otra perspectiva y entonces decidí que los pies si me los liberaría. Prefería tener más libertad de movimiento asique transformando mis pies en sirope uno a uno me deslicé los grilletes con sumo cuidado. Decidí ocultarlos debajo de la manta para no dejarlos a la vista y decidí acercarme a los barrotes para intentar ver algo a través de ellos. Estaba cerca de los barrotes dispuesto a echar un vistazo cuando escuché una especie de melodía haciendo que me parase a medio metro de los barrotes de la celda. Significaba que tenían a alguien vigilándome y no podía arriesgar a mostrarme asique me decidí por otra opción. Comencé a silbar prosiguiendo la cancioncilla que quien fuese estaba produciendo aprovechando que conocía gran parte de ella. Seguramente al escucharme le llamaría suficientemente la atención para que se acercase y con eso no bastaba comenzaría silbar sin sentido destrozando la melodía. Tenía que ver si había uno o más vigilándome y contaba con que normalmente los carceleros eran parlanchines y les gustaba regodearse de los encarcelados.
. . .
Desperté sobresaltado incorporándome dispuesto a enfrentarme a lo que fuese puesto que una sensación extraña recorría mi ser de arriba a abajo. Di dos pequeños traspiés ya que al parecer estaba maniatado con sendos grilletes en pies y manos y así fue como terminé apoyado en una pared recorriendo cada centímetro de donde me encontraba mientras intentaba darle sentido a lo que me había pasado.
Seguramente el gas del encapuchado era algún tipo de somnífero que había conseguido quedarme ko. Al parecer me habían encerrado en una especie de celda en la cual sólo había un simple camastro y un váter. Ahora podía sentir la sensación de estar al otro lado. Siempre había sido yo el que encarcelaba a la gente y nunca antes al revés, y lo cierto es que no me gustaba. Me habían desprovisto de mi ropa y otros enseres aparte de mi dignidad. Me gustaba creerme inteligente y había resultado ser muy torpe. No podía quitarme la sensación de que cada vez que daba un paso parecía retroceder tres y comenzaba a fastidiarme.
- Tranquilo, tranquilo... - me repetía como un mantra mientras intentaba relajarme. Tenía que intentar darle la vuelta a la tortilla y buscar algo positivo de la situación.
Me senté en el camastro para comenzar a pensar. Por un lado era una putada haber sido cogido de esta manera cuando había comenzado a ganar ventaja contra el encapuchado, pero tendría que solucionar mis problemas. Cierto era que no poseía armas ni nada en el habitáculo que me fuese de una utilidad inmediata ya que todavía comenzaba a desengrasar mi mente, pero ya comenzaba a vislumbrar algo bueno de la situación. Ya no tenía que sacarle información al encapuchado para averiguar algo acerca de la base de estos tipos, ya que ellos mismos me habían adentrado y por suerte esos grilletes no podían retenerme. Podía habérmelos quitado con facilidad y salir de mi encarcelamiento para ver donde me encontraba, pero no me quería arriesgar a lo loco.
Me levanté tranquilamente para coger otra perspectiva y entonces decidí que los pies si me los liberaría. Prefería tener más libertad de movimiento asique transformando mis pies en sirope uno a uno me deslicé los grilletes con sumo cuidado. Decidí ocultarlos debajo de la manta para no dejarlos a la vista y decidí acercarme a los barrotes para intentar ver algo a través de ellos. Estaba cerca de los barrotes dispuesto a echar un vistazo cuando escuché una especie de melodía haciendo que me parase a medio metro de los barrotes de la celda. Significaba que tenían a alguien vigilándome y no podía arriesgar a mostrarme asique me decidí por otra opción. Comencé a silbar prosiguiendo la cancioncilla que quien fuese estaba produciendo aprovechando que conocía gran parte de ella. Seguramente al escucharme le llamaría suficientemente la atención para que se acercase y con eso no bastaba comenzaría silbar sin sentido destrozando la melodía. Tenía que ver si había uno o más vigilándome y contaba con que normalmente los carceleros eran parlanchines y les gustaba regodearse de los encarcelados.
Tobías Thorn
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Tras un rato destrozándome los oídos a mi mismo silbando penosamente y ver que no conseguía atraer al guardia me callé para pensar en otra cosa, aunque esperé unos segundos más por si oía algo acercarse.
-¡Mierda! - mascullé para mi mientras me daba la vuelta para sentarme en la cama.
Mi plan inicial no había funcionado y no sabía cual iba a ser mi siguiente paso. Podía esperar aquí y antes o después alguien vendría a verme, pero no me gustaba la sensación de agobio que me producía la situación, mientras que por otro lado podía zafarme de los grilletes que me quedaban y salir pasando entre los barrotes, pero no me gustaba la idea del todo. Es cierto que gracias a mi condición de logia pocas cosas podían dañarme, pero me sentía semidesnudo desarmado.
El tiempo pasaba y la cosa seguía igual, asique me decidí a echar un vistazo. No me había unido al CP para esconderme como un mísero ratón, si no para intentar cambiar al mundo haciendo de él un lugar mejor, asique llegó el momento de pillarlos desprevenidos cuando se sentían resguardados en su cubil.
Me quité los grilletes de la misma forma que los otros, aunque decidí no guardarlos, si no que saqué los otros de donde estaban y me los coloqué en las manos de tal manera a
que quedaban como unos puños americanos improvisados. No eran gran cosa, pero me sentía más confiado agarrándolos firmemente.
Levantándome de donde estaba me acerqué a los barrotes y acerqué la cara para pasar la cabeza usando mi poder. Quería echar un vistazo antes de proseguir, asique una vez me había cerciorado de que no había nadie terminé de salir de mi celda. El pasillo se dividía en dos direcciones, pero elegí seguir el camino por donde había escuchado la melodía usando todas mis cualidades de espía para avanzar minimizando el ruido que pudiese ocasionar. Tenía que averiguar que se estaba "cociendo" aquí, además debía de encontrar mis posesiones, ya que una vez que encontrase una manera de situarme debería llamar a mi enlace en la agencia, aunque por otro quizás comenzasen a moverse ellos solos al ver que no me presentaba a nuestro encuentro, pero tampoco quería hacerme ilusiones. Tenía que actuar yo.
-¡Mierda! - mascullé para mi mientras me daba la vuelta para sentarme en la cama.
Mi plan inicial no había funcionado y no sabía cual iba a ser mi siguiente paso. Podía esperar aquí y antes o después alguien vendría a verme, pero no me gustaba la sensación de agobio que me producía la situación, mientras que por otro lado podía zafarme de los grilletes que me quedaban y salir pasando entre los barrotes, pero no me gustaba la idea del todo. Es cierto que gracias a mi condición de logia pocas cosas podían dañarme, pero me sentía semidesnudo desarmado.
El tiempo pasaba y la cosa seguía igual, asique me decidí a echar un vistazo. No me había unido al CP para esconderme como un mísero ratón, si no para intentar cambiar al mundo haciendo de él un lugar mejor, asique llegó el momento de pillarlos desprevenidos cuando se sentían resguardados en su cubil.
Me quité los grilletes de la misma forma que los otros, aunque decidí no guardarlos, si no que saqué los otros de donde estaban y me los coloqué en las manos de tal manera a
que quedaban como unos puños americanos improvisados. No eran gran cosa, pero me sentía más confiado agarrándolos firmemente.
Levantándome de donde estaba me acerqué a los barrotes y acerqué la cara para pasar la cabeza usando mi poder. Quería echar un vistazo antes de proseguir, asique una vez me había cerciorado de que no había nadie terminé de salir de mi celda. El pasillo se dividía en dos direcciones, pero elegí seguir el camino por donde había escuchado la melodía usando todas mis cualidades de espía para avanzar minimizando el ruido que pudiese ocasionar. Tenía que averiguar que se estaba "cociendo" aquí, además debía de encontrar mis posesiones, ya que una vez que encontrase una manera de situarme debería llamar a mi enlace en la agencia, aunque por otro quizás comenzasen a moverse ellos solos al ver que no me presentaba a nuestro encuentro, pero tampoco quería hacerme ilusiones. Tenía que actuar yo.
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Pude zafarme de mi celda sin problemas. Ya una vez en el pasillo pude ver que había cuatro celdas en total contando a la mía, aunque ahora todas estaban igual. Vacías.
Andé sigilosa agudizando el oído mientras avanzaba por el espacioso pasillo en alerta por si escuchaba algo. Agarré firmemente los grilletes asegurándome de que no se me escurrirían si tenía que llegar a usarlos, puesto que ya estaba alcanzando la una única puerta del pasillo y no sabía que podía encontrarme tras ella. Por suerte era una de esas puertas que tienen una especie de ventana por la cual pude echar un vistazo.
-¿Pero qué...? - pensé nada más ver la insignia de la policía.
No podía creerme que hubiese sido arrestado por la autoridad. Esto cambiaba mucho las cosas. Me había confundido al pensar que había adelantado gran parte del trabajo, ahora tenía más prisas que nunca. Comencé a pensar en las posibilidades que tenía, pero todas me parecían que iba a tardar demasiado tiempo, ya que no sabía exactamente cuanto tiempo llevaba inconsciente.
Tras mirar una vez más mi entorno dándole vueltas a la cabeza vi como había unas rendijas de ventilación por las que podría pasar fácilmente, pero no sabía como era el lugar de grande ni donde podría acabar. Por otro lado podía llamar la atención del agente e intentarle explicar quien era y que necesitaba mis cosas urgentemente para llamar por el den den mushi a mi enlace para explicarme porqué no había acudido a nuestro encuentro, pero dudaba que me lo diesen así como así. Tendría que poder identificarme y no sabía como hacerlo sin tener que recurrir a llamar a Ennies Loby, idea que no me gustaba nada, aunque también podía colarme por la rendija de la puerta y salir a golpes, aunque eso también podría retrasarme demasiado al igual que buscarme varios problemas.
-Puta vida - maldecí para mis adentros mientras me decidía.
Después de tanto pensarlo me decanté por una cuarta opción. Pasé a mi estado líquido y me colé por debajo de la puerta. Mi intención era buscar la zona de pruebas donde esperaba encontrar mis cosas, aunque también aprovecharía por si veía la salida.
Andé sigilosa agudizando el oído mientras avanzaba por el espacioso pasillo en alerta por si escuchaba algo. Agarré firmemente los grilletes asegurándome de que no se me escurrirían si tenía que llegar a usarlos, puesto que ya estaba alcanzando la una única puerta del pasillo y no sabía que podía encontrarme tras ella. Por suerte era una de esas puertas que tienen una especie de ventana por la cual pude echar un vistazo.
-¿Pero qué...? - pensé nada más ver la insignia de la policía.
No podía creerme que hubiese sido arrestado por la autoridad. Esto cambiaba mucho las cosas. Me había confundido al pensar que había adelantado gran parte del trabajo, ahora tenía más prisas que nunca. Comencé a pensar en las posibilidades que tenía, pero todas me parecían que iba a tardar demasiado tiempo, ya que no sabía exactamente cuanto tiempo llevaba inconsciente.
Tras mirar una vez más mi entorno dándole vueltas a la cabeza vi como había unas rendijas de ventilación por las que podría pasar fácilmente, pero no sabía como era el lugar de grande ni donde podría acabar. Por otro lado podía llamar la atención del agente e intentarle explicar quien era y que necesitaba mis cosas urgentemente para llamar por el den den mushi a mi enlace para explicarme porqué no había acudido a nuestro encuentro, pero dudaba que me lo diesen así como así. Tendría que poder identificarme y no sabía como hacerlo sin tener que recurrir a llamar a Ennies Loby, idea que no me gustaba nada, aunque también podía colarme por la rendija de la puerta y salir a golpes, aunque eso también podría retrasarme demasiado al igual que buscarme varios problemas.
-Puta vida - maldecí para mis adentros mientras me decidía.
Después de tanto pensarlo me decanté por una cuarta opción. Pasé a mi estado líquido y me colé por debajo de la puerta. Mi intención era buscar la zona de pruebas donde esperaba encontrar mis cosas, aunque también aprovecharía por si veía la salida.
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Me colé fácilmente de nuevo por debajo de la puerta evitando ser visto por el segurata. Una vez en aquella sala, sólo tuve que fijarme en unas plaquitas que había dispuestas por todos lados señalando las distintas ubicaciones del lugar. Cuarto de baños, sala de interrogación, registros, celdas (de donde venía), salida (la cual memoricé rápidamente) y la más importante para mí ahora, la sala de pruebas.
Comencé a avanzar cuidadosamente hacia la dirección donde se encontraban las pruebas, donde me volví a encontrar con otro contratiempo nada más entrar en la sala. - ¿Es que estos vagos no tienen a nadie que detener con lo infectado de revolucionarios que está la ciudad? - pensé mientras dilucidaba mi siguiente paso.
En el interior de la sala se encontraba un mostrador vacío, el cual debía ser el puesto del vigilante, que se encontraba al lado de una puerta de malla metálica que hacia de entrada de una sala algo más pequeña repleta de estanterías dispuestas en hileras, y estas llenas de cajas. Seguramente ahí estaban mis posesiones, pero no podía entrar sin más, puesto que dentro había uno de los guardias revisando una de las muchas cajas. Eso era una complicación, aunque no la peor desde mi punto de vista, ya que un maldito dispositivo de vigilancia apuntaba directamente hacia esa misma puerta
El guardia no me daba más problemas que el que hiciese ruido y se presentasen aquí todos los dispositivos de seguridad, pero por otro lado aquel dispositivo me preocupaba más. No sabía si aquel cacharro sería capaz de emitir sonido como alguna especie de alarma, o ni siquiera donde se veían esas imágenes y quien podría verlas, pero tenía que entrar allí. Necesitaba recoger mis cosas y llamar a Nate.
Generé una bola de sirope del tamaño de una pelota de tenis e hice que esta llegara hacia el dispositivo de grabación recubriendo por completo el objetivo para que no pudiese grabarme. Paso uno realizado. Ahora comenzaba quizás la cuenta atrás, ya que no sabía si alguien vendría a ver el problema y tenía que ser rápido. Me introduje a través de la reja usando la misma táctica que las otras veces volviendo al estado físico una vez en el interior. Me hubiese gustado mirar cada una de las cajas en busca de tesoros que hayan quedado por ahí muertos del asco, pero no podía desviarme de mi misión actual, asique me centré en el guardia que se encontraba de espaldas a mi posición. Recorté la distancia que nos separaba en un santiamén recurriendo al Soru e intentaría noquearlo de un solo golpe en la cabeza con intención de quedarlo noqueado.
Comencé a avanzar cuidadosamente hacia la dirección donde se encontraban las pruebas, donde me volví a encontrar con otro contratiempo nada más entrar en la sala. - ¿Es que estos vagos no tienen a nadie que detener con lo infectado de revolucionarios que está la ciudad? - pensé mientras dilucidaba mi siguiente paso.
En el interior de la sala se encontraba un mostrador vacío, el cual debía ser el puesto del vigilante, que se encontraba al lado de una puerta de malla metálica que hacia de entrada de una sala algo más pequeña repleta de estanterías dispuestas en hileras, y estas llenas de cajas. Seguramente ahí estaban mis posesiones, pero no podía entrar sin más, puesto que dentro había uno de los guardias revisando una de las muchas cajas. Eso era una complicación, aunque no la peor desde mi punto de vista, ya que un maldito dispositivo de vigilancia apuntaba directamente hacia esa misma puerta
El guardia no me daba más problemas que el que hiciese ruido y se presentasen aquí todos los dispositivos de seguridad, pero por otro lado aquel dispositivo me preocupaba más. No sabía si aquel cacharro sería capaz de emitir sonido como alguna especie de alarma, o ni siquiera donde se veían esas imágenes y quien podría verlas, pero tenía que entrar allí. Necesitaba recoger mis cosas y llamar a Nate.
Generé una bola de sirope del tamaño de una pelota de tenis e hice que esta llegara hacia el dispositivo de grabación recubriendo por completo el objetivo para que no pudiese grabarme. Paso uno realizado. Ahora comenzaba quizás la cuenta atrás, ya que no sabía si alguien vendría a ver el problema y tenía que ser rápido. Me introduje a través de la reja usando la misma táctica que las otras veces volviendo al estado físico una vez en el interior. Me hubiese gustado mirar cada una de las cajas en busca de tesoros que hayan quedado por ahí muertos del asco, pero no podía desviarme de mi misión actual, asique me centré en el guardia que se encontraba de espaldas a mi posición. Recorté la distancia que nos separaba en un santiamén recurriendo al Soru e intentaría noquearlo de un solo golpe en la cabeza con intención de quedarlo noqueado.
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