El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 2:45}

05/12/2016

Ah, Skellige... una hermosa ciudad con unos fundadores no muy listos. ¡¿A quién se le ocurre poner un puerto en un acantilado?! En fin, dejando aparte la estupidez (o genialidad) de los arquitectos locales, has logrado desembarcar sin problemas. Es mediodía, tienes hambre y el ambiente está muy animado. Y ahora ve a... un momento, ¿qué te ha traído a esta isla? Porque no pertenece al Gobierno. Espero que avisaras en el cuartel de que te tomabas unos días libres y que tuvieses buenos motivos para invertir tus vacaciones en venir hasta aquí.

Tienes vía libre para plantear cómo se desarrolla tu próxima situación (por ejemplo, cómo es la tienda/taberna/local/lo que sea al que decides entrar, o demás).

18/12/2016

Qué hermosa isla... ¿Qué? No tenía más palabras para describir lo que mis ojos presenciaban. Después del largo trayecto por fin llegué a mi destino: Skellige. Había hablado con mi superior, el hombre que me alistó a la Marina –y no quiero decir que tengo “cierto” favoritismo–, para tomarme unas vacaciones improvisadas. Necesitaba tiempo para pensar y tomé la decisión de que desprenderme de todo lo que conocía, al menos temporalmente, me serviría para mi propósito. Para empezar, me encontraba en un lugar desconocido para mí. No conocía sus costumbres ni alimentos, cultura ni tradiciones, tampoco conocía su idioma ni mucho menos sus gustos.

Ya había bajado del barco y tenía que hacer mi primer movimiento. Tenía como un vacío en mi estómago, ese mismo sentimiento que te dice que comas. Mi último alimento consumido había sido la noche anterior por lo que era lógico que estuviera muriéndome de hambre. Conmigo llevaba mi libro –después de todo siempre era lo más importante–, una guadaña, una pistola oculta bajo mi capa y una pequeña mochila que contenía ropa de cambio. Iba vestida con mi típica vestimenta: un traje victoriano de color morado con líneas blancas, una capa café y unas botas. Mi primera misión era ir a comer, por lo que debía buscar algún restaurante o algo parecido. Además, tenía muy claro el por qué había llegado hasta Skellige.

A medida que caminaba me di cuenta que la cultura que conocía no era tan diferente a la de ellos. ¿Cómo se les llamaba a sus habitantes? ¿Skelligianos? No sonaba mal, después de todo. Llegué a lo que parecía ser el centro de la ciudad y mi vista se detuvo justo frente a una edificación en muy buen estado. Se trataba de un edificio de dos pisos con un inmenso cartel que tenía tallado el nombre del local. Entré impaciente, tan solo imaginar la comida que vendían me hacía salivar. Una vez dentro, descubrí que el lugar estaba increíblemente limpio, había un ambiente amistoso y todo estaba ordenado; las sillas, de madera, estaban organizadas para formar mesas de a dos, de a cuatro y hasta de seis personas. La barra era atendida por dos mujeres y un hombre, también habían unas cuantas meseras que cumplían con energía su labor. La última vez que había estado en una taberna conocí a Sarkan... Qué recuerdos.

Me acerqué a la barra con total tranquilidad para ver los precios y pedir algo de comer y beber. “¡Alza tu cerveza, cabrón!”, escuchaba animosamente los gritos de los hombres a medida que avanzaba con timidez hacia delante. Al llegar, vi los precios y resultó ser que era todo increíblemente “barato”. Hace un par de meses, con mi hermana, solo nos dedicábamos a comer arroz blanco en casa; nuestra situación económica era lamentable. Sin embargo, todo comenzó a marchar bien y ya contábamos con suficiente dinero para permitirnos algunos lujos. Hace mucho tiempo que no comía estofado de cerdo y ya me preguntaba cómo lo preparaban en ese lugar.

–Quiero estofado de cerdo –le dije enseñándole al hombre enseñándole la libreta–. También quiero un vaso de agua.

Aspecto de la taberna:

05/12/2016

- En seguida, ojou-chan - dice, con una sonrisa amable.

Ves que va a la cocina y al poco vuelve con un cuenco de madera lleno de frutos secos. Te lo deja delante y dice con jovialidad:

- Invita la casa.

Mientras esperas a tu comida, la puerta del local de abre y la gente empieza a vitorear, aplaudir y silbar. Si te giras verás que un grupo de hombres y mujeres han entrado en la taberna, todos con instrumentos de diferentes tipos: flautas, laúdes, tambores, liras... una de ellos te llama la atención porque lleva un acordeón. Algunas personas se acercan a saludarles y estrecharles la mano y al poco rato los clientes ya han apartado mesas para hacerles espacio. Vaya, qué suerte, parece que tendrás ocasión de ver un espectáculo musical. Mientras los músicos se acomodan, el tabernero vuelve con tu vaso y tu plato. Te sonríe mientras comenta:

- Que lo disfrutes. Hoy tendrás la rara oportunidad de ver al grupo de Haji en acción. Son de los mejores bardos de todo Skellige.

El cantante se aclara la voz, la arpista rasga las cuerdas y entonces las mujeres del grupo comienzan a cantar a coro. La música que le siguió ea hermosa, bella y sobre todo evocadora. En cuanto el hombre empieza a cantar, la historia que narra casi parece desarrollarse ante ti, como si la combinación de la melodía y el canto te hubiese transportado a una lejana época, una antigua marcada por la superstición y el miedo. Aún así, la canción es... extrañamente animada. Nadie en la taberna, pese a lo bulliciosa que era apenas unos minutos antes, se atreve a interrumpir a los bardos. Todos parecen sumidos en un hechizo, limitándose a escuchar o moverse al ritmo de la música. La historia narra una historia sobre unas gentes que adoraban a un dragón, alimentándolo y protegiéndolo de un caballero que pretendía darle muerte. Esto te llama la atención, pues los bardos por lo general cuentan historias locales y leyendas, así pues... ¿tendrá esta alguna base?

Así como la canción termina, por un instante el silencio se apodera de la taberna, como si un hechizo acabara de romperse. Pero al poco el público estalla en fervientes aplausos y gritos, extasiados. Ha merecido la pena, ¿verdad? Pero seguro que puedes sacar algo más de esta situación.

18/12/2016

El hombre era amable. Por un momento desapareció y volvió enseguida con un cuenco lleno de frutos secos los cuales comencé a degustar. No eran la gran cosa, pero tampoco estaban mal. Después de comer el primero, agradecí con la cabeza por la generosa invitación del hombre. Pero aún tocaba esperar la comida, sin embargo, mientras lo hacía la gente de la taberna causó un gran alboroto compuesto por aplausos y silbidos. Me volteé lentamente y averigüé de qué se trataba. Resultó ser un grupo de músicos que llevaban una gran variedad de instrumentos.

Observé que se trataba de un grupo bastante famoso y querido por la gente. Algunas personas se acercaron rebosando alegría, demostraban su afecto y luego comenzaron a hacerles un espacio. Mientras los músicos se acomodaban, fui interrumpida por las palabras del tabernero quien volvió con mi pedido.

«Bardos, ¿eh? », pensé. Si bien me agradaba el arte, ellos no me simpatizaban muchos. Tendían a exagerar las cosas y alterar la realidad a su conveniencia. No me apasionaba verlos en acción, por lo que me limité a comer. Joder, qué el hambre no se me pasaría con escuchar música. Sin embargo, por mucho que quisiera concentrarme en mi plato e ignorar la música de los bardos, comencé a sentirme hechizaba por la música que tocaban con pasión; la combinación formaba una perfecta melodía que hacía que mi mente se transportara a una lejana época.

«Hay algo raro aquí», sospeché e intenté concentrarme en mi plato. Me esforcé en no volver a caer en esa hechizante melodía, sino que guardé todas mis capacidades para enfocarme en la letra de la canción. Ciertamente había algo raro en ella, normalmente los relatos de los bardos tratan sobre caballeros cazando dragones para proteger a la princesa, pero en el que ellos cantaban pasaba todo lo contrario. Adoraban al dragón. ¿Tal vez era un culto religioso? No me sorprendería toparme con uno allí. Los fanáticos –por no decir estúpidos– te los podías encontrar en cualquier lugar del mundo.

En base a mis sospechas comencé a usar todo el conocimiento que tenía. Todo relato de esa índole tenía alguna base u origen en alguna superstición, a veces todo comenzaba de algún rumor y otras veces los bardos se fijaban en alguna leyenda para componer sus canciones. Comencé a resumir y a sintetizar mis ideas. Primero, se me hacía raro que la música que tocaban fuera tan... ¿armoniosa? Por decirlo de otra manera, se podía tratar de algún hechizo. Segundo, sobre lo que cantaban todo parecía estar invertido. ¿Un dragón siendo la víctima? ¡Por favor!

Como si la gente no se diera cuenta de nada de lo que cantaban, comenzaron a aplaudirles fervientemente. Jamás había tenido una comida tan ruidosa como esa, al principio podía tolerarlo, pero luego comenzó a molestarme. Finalmente, comenzaron todas mis dudas cuando, sonando la canción, no podía recordar el sabor de la comida. ¿Es que acaso había estado distraída? Tal vez simplemente estaba desabrida. Le di el último cucharón y pude saborearla con delicado placer y descubrí que ese estofado estaba demasiado bueno.

–Está bueno –le comenté al tabernero–. Por cierto, ¿quiénes son ellos? Si no le molesta, me gustaría saber algo. ¿Hay algún dragón como el de la melodía?

Intenté fingir entusiasmo e interés por los bardos. Estaba dudando del grupo de hombres que el pueblo amaba. Quizás simplemente se trataban de tontas dudas mías, pues, resultaba ser que yo era demasiado desconfiada. Solo quedaba esperar una buena respuesta por parte del tabernero.

05/12/2016

El tabernero empieza a reírse al escuchar tus palabras. No parece que burle de ti, más bien debe haberle hecho gracia lo que has dicho. Entonces el sonriente hombre se apoya en la barra y dice, en un tono entre divertido y ligeramente condescendiente:

- Ojou-chan, los dragones no existen, todo el mundo lo sabe.

Escuchas unos pasos tras de ti y el cantante aparece a tu lado. Es un hombre de mediana edad, vestido con ropas verdes. Lleva un laúd a la espalda, y el pelo largo y rizado.

- Vamos Jeff, no le mates la ilusión a la chica. Además, nunca se sabe cuando las viejas historias podrían ser verdad - dice, guiñándote el ojo - Nuestra canción no es una simple historia para entretener a la gente, es un relato real que nos ha llegado de tiempos remotos.

El tabernero pone los ojos en blanco, visiblemente frustrado. Dirigiéndose en parte a ti y en parte a él, responde:

- Es cierto que es una historia de nuestro pueblo, pero no es más que una leyenda. Y si alguna vez ha habido un dragón, hace siglos que debe estar muerto. Aparte, un bicho como ese comería tanto que su presencia sería evidente.

El bardo ensancha su sonrisa y levanta una mano con el índice extendido, moviéndolo a los lados. Parece como un niño a punto de abalanzarse sobre un helado de chocolate.

- Oh, pero suponiendo que hubiera un dragón, esos seres viven siglos e hibernan durante años. Bien podría haber uno suelto y no necesariamente lo notaríamos. Al fin y al cabo, ¿no hay desapariciones de ganado y a veces de personas en las colinas del norte?

- Fieras, bandidos - replicó el tabernero, encogiéndose de hombros - Hay explicaciones mucho más plausibles que un dragón.

Con esas últimas palabras se aleja replicando por lo bajo. Parece que la frustración le ha podido más que sus ganas de discutir el tema, ¿eh? El bardo, por su parte, ha sacado una jarra de cerveza de sabe dios donde y se la bebe con una sonrisa de triunfo. ¿Qué será lo próximo que hagas? Te has llevado un puñado de información interesante, pero tal vez podría haber más de donde salió.

18/12/2016

El tabernero sin duda era un hombre amable, aunque también era bastante ignorante. En un mundo como en el que vivíamos, donde hombres eran capaces de destruir montañas y criaturas abisales que habitaban el fondo del mar existían, era posible que también lo hicieran los dragones. Mi pensamiento siempre fue: «Si no puedes comprobarlo, no quiera decir que no exista. Si puedes comprobar que no existe, es porque no existe». Ese lema que tenía era, sin duda, mi impulso hacia el conocimiento.

Escuché unos pasos provenientes de mi espalda y un hombre de mediana edad, vestido como duende, apareció a mi lado. Pareció defender mi pregunta sobre la existencia de un dragón, era bueno que todos creyeran que solo era una niña ya que me veían como alguien débil, sin embargo, no podía dejar de dudar aunque quisiera mostrarse como alguien bueno. No me inspiraba confianza, aquellos hombres que se ganan con facilidad el cariño de la gente son los más peligrosos. La violencia es un arma de doble filo, en cambio ganarse el corazón de la gente es un camino directo al éxito.

A medida que el bardo hablaba con el tabernero, este último se frustraba cada vez más. ¿Qué? ¿Acaso el tabernero pensaba en ganarle a un hombre que vivió toda su vida en base a la elocuencia? Tenía el poder de la palabra y todo lo que salía de su boca parecía convincente. No quise intervenir en ningún momento, los idiotas siempre soltaban información de más. Gracias al hombre de la taberna supe que, ciertamente, los dragones eran una leyenda de su pueblo y también que estas bestias aladas vivían durante mucho tiempo. Si mi mente no me fallaba, cualquier criatura que hiberne debe despertar para volver a alimentarse. Mi teoría era que, en caso de que existiera un dragón, este debió haber despertado de su sueño.

«¿Desapariciones?», me pregunté a mí misma. Era una buena pista. Si bien era cierto que podían ser bandidos o hasta fieras bestias, también cabía la posibilidad de que una bestia alada surcaba los cielos en busca de alimento. Mi curiosidad me gritaba que fuera para las colinas del norte y comprobara qué tan real era la información. Sin embargo, necesitaba más detalles.

–¿Las colinas del norte? ¿Cómo puedo llegar hasta allí? –Pregunté mostrando mi libreta– Si es cierto lo de los bandidos, bestias o dragones, me gustaría contratar a un mercenario lo suficientemente inteligente para no traicionarme. Las amenazas no me gustan, soy de pocas palabras – dije enseñando mi pistola guardada bajo la capa –.

Si todo resultaba bien, sería capaz de llegar hasta las colinas del norte y comprobar la información conseguida en la taberna. Además, si todo resultaba ser cierto, podría conseguir un buen botín. Después de todo, siempre que había algún peligro también había una buena recompensa. Eran las leyes del destino. Mi plan no era enfrentarme al dragón de ninguna manera... En fin, al momento de partir, pensaría en todas esas cosas.

05/12/2016

El bardo sonríe ampliamente al leer tu libreta. No sabrías decir si tus palabras le han divertido, si ha visto un posible negocio o si hay otro motivo. Por otro lado, en esta ciudad parece que sea todo sonrisas y buenas palabras, ¿realmente tendría que haber un motivo?

- Veo que mi historia os ha calado, jovencita - dice, haciendo una elegante reverencia - Y sois todo un saco de sorpresas. ¿Quién hubiera dicho que una joven dama como vos fuese tan cauta?

Su tono es cortés y halagador, al tiempo que ligeramente burlón. Parece como si estuviese queriendo meterse contigo, pero al mismo tiempo estuviese en parte hablando en serio. Con esta gente nunca se sabe, ¿eh?

- Si os interesa ir a las colinas del norte... - extiende la mano hacia ti y saca de entre tu melena una tarjeta, que te tiende con una sonrisa pícara - Tan sólo id a esta dirección y preguntad por John. No encontraréis mejor guía y es un buen cazador. Sabrá manteneros a salvo... si es que realmente necesitáis protección, mi joven dama - va a irse, cuando de repente se gira y dice - Oh, no olvidéis decir que vais de parte de Haji. Os hará un descuento especial. John es un viejo amigo de mi familia.

Te guiña el ojo y vuelve a girarse. Tarareando una melodía y aparentemente de buen humor, retorna a su puesto y vuelve a coger el laúd. Nuevamente los músicos se ponen a tocar, esta vez la canción es mucho más calmada y lenta, pero mucho más profunda y bella. Es una oda a los bardos, hablando de sus canciones y de cómo estas destierran los miedos y animan los corazones. Si te quedas a escucharla entera, sentirás una sensación de serenidad y calma y te verás con mucha más fuerza para emprender tu viaje. En la tarjeta puedes ver el nombre de una herrería: Bronce y Hierro. Quien quiera que escogiese el nombre parece que no se dio cuenta que Hierro y Bronce hubiese sido algo menos cacofónico. Al parecer está situada en la Calle de los Caldereros. Si pides direcciones a cualquiera, te dirá que no estás demasiado lejos y cómo llegar. En el momento en que dejas la taberna, Haji te dedica una sonrisa y asiente con la cabeza a modo de despedida.

18/12/2016

Las provocaciones o frases entre línea poco y nada funcionaban en mí. Dentro de la Orden tuve que soportar todo tipo de humillaciones e intentos de hacerme enfadar para cometer algún error, ya estaba acostumbrada a las frases satíricas. Lo miré indiferentemente sin intención de responder a sus comentarios, solo me fijé en la información que me brindó. No me inmuté cuando, desde mi cabello plateado, sacó una tarjeta y me la entregó. Era un hombre extrañamente amable y eso no me gustaba, de hecho, provocaba un efecto contrario en mí. Cada minuto que pasaba desconfiaba más y más de aquel hombre.

«Así que John, ¿eh?», pensé mirando la tarjeta. No sabía si era una trampa o simplemente era una buena acción del bardo, pero valía la pena investigar. Después de entregarme la tarjeta se retiró y comenzó a tocar otra canción, la cual, escuché como agradecimiento por haberme brindado información. A medida que la música sonaba libremente en la taberna, un sentimiento de serenidad comenzó a sentir mi corazón; algo así jamás había sentido, al menos no en los últimos cuatro años. Mi vida, desde hace mucho, no era más que un campo de guerra en donde no sabía cuándo sería la hora de perecer.

Miré detenidamente la tarjeta y pude ver el nombre de una herrería: Bronce y Hierro. No era nada original, de hecho, era bastante normalillo para un lugar como ese. Debía conocerlo, si la información que el bardo me dio era verdadera, sacaría provecho de la situación y pediría la ayuda de aquel hombre conocido como John. Salí lentamente del edificio, miré hacia atrás esperando no volver los estúpidos guiños del músico y luego caminé hacia delante.

–Adiós –le mostraba la libreta desde fuera de la taberna procurando que la viera –. Gracias.

Primero lo primero. Debía preguntar dónde estaba la herrería que tanto buscaba y, por suerte, una mujer apareció. Escribí en mi libreta pidiéndole algunas indicaciones y descubrí que no era tan lejos como pensaba. Seguí las indicaciones de la mujer y llegué a mi destino. No diré nada, pues solo se trataba de una herrería... Vamos, era una herrería como lo eran todas. Busqué al primer hombre que vi y le mostré mi libreta.

–Hola, mi nombre es Katharina Von Steinhell y busco a un hombre llamado John – después de mostrársela añadí unas cuantas palabras más –. Vengo de parte de un bardo conocido como Haji.

Esperaba que John fuera un hombre fácil de tratar, bastante manejable y consciente de lo que una chica como yo era capaz de hacer.

05/12/2016

El herrero, un hombre bajito, corpulento y con una mata de pelo negro y desaliñado, lee tu cuaderno con cara de concentración durante alrededor de un minuto. No parece que sepa leer. Te miro con incomprensión y abre la boca un par de veces sin decir nada, avergonzado. Por suerte una persona acudió a su rescate: un hombre alto, desgarbado y con el pelo igual de largo, aunque algo más cuidado. Tras leer la hoja, dice:

- Yo me ocupo, me busca a mí - se gira hacia ti con expresión grave y dice - Yo soy John. ¿Para qué te envía Haji?

Parece un hombre bastante serio. Su tono es duro y seco, pero sin llegar a ser desagradable o borde. Dirías que es más una persona de acción que de palabras, aunque es tan solo una primera impresión. Tal vez te equivoques.

18/12/2016

«Genial... Un hombre que no sabe leer», pensé.

El hombre de cabello negro no comprendía mis palabras y no podía comunicarme con él, pensé que ya todo el mundo sabía escribir y leer, pero en una ciudad con una infraestructura y cultura como esa no debía sorprenderme que algunos no supieran leer. Intentó comprender lo que había en mi cuadernillo, pero no lo consiguió y pude ver su expresión de vergüenza. Realmente no me importaba mucho, ya sabía que ese hombre no podía ser John, ya que según lo que había entendido, el hombre al que buscaba era alguien “importante” capaz de ayudarme.

Después de unos segundos apareció una persona alto y de cabello largo. Él sí sabía leer, comprendió lo que tenía escrito en la hoja de papel y con tono serio me habló. Así que él era John, un hombre que duro y que no se andaba con rodeos; pensé que lo mejor era ser directa para no aburrirlo. Si podía ayudarme, bien. Si no lo hacía, buscaría a alguien más. Las personas duras y serias no eran amantes de las mentiras, además, siguiendo el estereotipo de herrero, me costaba trabajo creer que un hombre como él querría engañarme.

Comencé a escribir.

–Haji dijo que podías ayudarme – escribí y lo miré inexpresiva –. Iré a las colinas del norte y el bardo dijo que podías ayudarme. ¿Es cierto?

Mi intención no era faltarle el respeto ni algo por el estilo. Simplemente me dediqué a ser directa y no andarme con rodeos, no tenía que convertirme en su amiga ni ganarme su confianza. Por unos cuantos berries trabajaría para mí o conseguiría a alguien que lo hiciese.

05/12/2016

Ves cómo John frunce el ceño con expresión pensativa, observándote de arriba a abajo. No es de extrañar que se lo piense; una niña muda acaba de decirle que irá a tierras salvajes y que quiere su ayuda. Tras unos segundos de reflexión se gira y entra en la trastienda, pero no tarda más de un minuto en volver a salir, con expresión inmutable.

- Vale. Mi precio es de 20.000 berries si quieres que te guíe hasta la zona. 25.000 si además quieres que cace tu comida, y 30.000 por día si pretendes que te escolte mientras estés por la zona. Además de eso, tendrás que esperar un par de horas. Tengo que hacerme flechas nuevas. Si aceptas, en dos horas partimos, así que si sales por la ciudad no te descuides con el tiempo.

Si aceptas su trato, tendrás dos horas para hacer lo que quieras por la ciudad. O simplemente puedes esperar en la herrería mientras tanto. Por otro lado, el herrero analfabeto no es una gran compañía. En fin, tu vida, tus decisiones. ¿Qué es lo que harás?

18/12/2016

El hombre no confiaba en mí. ¿Qué me esperaba? ¿Qué un hombre como él creyera que una niña como yo tuviera suficiente dinero para contratarlo? Era cierto, no parecía que tuviera mucho, pero la verdad es que sí contaba con ello. Me gustaba prever algunas cosas, todas si era posible, y dentro de mis consideraciones era encontrar un mercenario con un precio como ese. Ahora, no perdía nada en negociar con él; se veía un hombre inteligente y si sabía lo que era bueno, le convendría hacer un trato ‘distinto’ conmigo. Primero pensé en hacerme la desinteresada y buscar por otro lado, tratar de persuadirlo para disminuir el precio en un 50%. Tenía otra idea un poco más elaborada. Lo más probable es que en el camino nos encontráramos con bandidos y si teníamos suerte, podíamos encontrar algún botín y repartirlo.

Las dos opciones pensadas eran buenas, pero tenía que analizar el porcentaje de éxito de cada una de ellas. La primera podría parecer que en realidad no tenía el dinero y hacer perder el interés de John. Por otra parte, la segunda era un poco más arriesgada ya que estaba asegurando que encontraríamos algún botín. De lo único que estaba completamente segura era que sí o sí contrataría a ese hombre. ¿Razones? Se veía profesional y el tiempo pasaba más rápido de lo que creía, quería partir cuanto antes.

Después de unos segundos analizando mis ideas, opté por la segunda. Había pensado en darle un 60% de lo que cobraba y todo el botín que pilláramos lo repartiríamos en partes iguales. Sin embargo, parecía ser un poco arriesgado así que la idea de entregarle un 70% y repartir el botín en partes iguales parecía ser un poco más sensata. Le diría el setenta, pero en realidad estaba dispuesta a pagar el ochenta. En el peor de los casos, no me molestaría pagar el 100%.

–Me parece bien –escribí en mi libreta–. Podemos arreglarlo de otra forma, si es que te interesa – lo miré indiferentemente tratando de ver a través de sus ojos –. Puedes cobrarme el 70% y repartiremos todo lo que encontremos en partes iguales. Si aceptas, el valor de tu contrario sería de 21000 berries, suponiendo que te solicitaría como escolta.

Esperaría su respuesta y añadiría lo siguiente.

–Sin embargo, debemos aclarar bien los riesgos que estás dispuesto a tomar por mí. También deberemos aclarar el pago. ¿Querrás que te pague diariamente? ¿Qué te entregue el dinero cuando hayamos llegado? Eso lo decides tú.

Cualquiera de las dos opciones me servía. Después de haber contestado todas mis preguntas, debía elegir si esperarlo en la herrería o salir a recorrer. Lo más lógico era pasar a comprar cosas esenciales para el viaje; contaba con la ropa necesaria para protegerme del frío, por lo que en ese sentido estaba bien. Lo único que necesitaríamos serían algunos alimentos y uno que otro bebestible. ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Aprovechar el tiempo o esperar y no hacer nada productivo?

Sinceramente me gustaba más la primera opción. Saldría a comprar lo básico para el viaje y regresaría pasada una hora. La primera hora sería para encontrar y comprar lo necesario, por otra parte, la segunda sería para dirigirme hacia la herrería y esperar allí lo que hiciera falta.

05/12/2016

El hombre se cruza de brazos y te dirige una mirada inescrutable, examinándote de nuevo entera, como evaluándote. Tras unos segundos, te dice, con una voz calmada y paciente:

- No estoy de acuerdo. Ni siquiera es seguro que haya botín y además tengo gastos que afrontar. Tengo equipo que reponer con cada viaje que hago, por no hablar de lo caro que está el repelente de fieras que uso. Además, por menos precio hasta me compensaría más quedar trabajando aquí. No voy a arriesgar mi vida en las tierras salvajes por menos del precio que he dicho.

Algo que te extraña es que en todo momento te ha hablado con franqueza y de manera directa. Te está hablando de igual a igual, parece importarle más bien poco que aparentes ser una niña. ¿Tal vez intuya ya que tu apariencia es engañosa? Eso o no le importa lo más mínimo tu edad mientras pagues.

- Sobre el pago, me gustaría que fuera por adelantado al menos el 50% de la paga del primer día de trabajo. Y en caso de que realmente haya un botín que considere cuantioso estaré dispuesto a repartirlo a partes iguales y descontar de la mía el 30% de mi sueldo. Yendo al grano, de base no acepto tu contraoferta, pero si resulta haber dichas riquezas estaré dispuesto a renegociar y aceptarla - comenzó a mesarse la barba - En cuanto a los riesgos... no soy un héroe. Si nos vemos en una situación límite, intentaré salvar el pellejo de ambos, pero en caso de tener que elegir entre nuestras vidas escogeré la mía. No te engañes, todo mercenario que te puedas encontrar ahí fuera haría lo mismo, simplemente yo soy lo bastante sincero como para admitirlo. Por lo demás... puedes contar con que ya sean bestias, bandidos o criminales, te protegeré de cualquiera lo bastante necio como para ponerse a distancia de tiro de mi arco.

Parece una persona razonable... ¿o tal vez tengas tu propia opinión? En fin, es tu turno de aceptar su oferta o volver a regatear.

18/12/2016

El hombre tenía razón. No era seguro que nos fuéramos a topar con algún botín o algo por el estilo, pero en caso de hacerlo, me gustaría poner las cosas claras. Él tenía gastos que cubrir y yo también, no permitiría que las cosas salieran como él quería. En caso de encontrar una buena cantidad de dinero, me gustaría quedármela y compartir parte del botín con mi hermana. Ya tenía preparada una respuesta para John.

Me gustaba que hablara con franqueza y que fuera directo. Era un hombre razonable, no arriesgaba la vida por unas cuantas monedas y yo tampoco le pediría algo como eso. El contrato estaba resultando sencillo: me defendía dentro de lo humanamente posible y yo, a cambio, le pagaba sin truco alguno. No tenía ninguna intención de estafarlo, si me pedía por adelantado el 50% de la paga del primer día se la daría. Eran solo 15000 berries... Aunque si me ponía a pensar, era la mitad de mi sueldo. También cabía la posibilidad de estafarme, pero ya vería lo que haría en tal caso.

Tanto él como yo teníamos el derecho de negarnos a nuestras propuestas. Y en mi caso, estaba completamente segura que me negaría. A ver... No iba a permitir que todo saliera como él quería. Las cosas debían mostrarse claras desde un principio y nada de renegociar a mitad de camino. Si me exigía el 100% de la paga, yo cumpliría con mi parte, pero, a cambio, me quedaría con el 100% del botín. Sin embargo, pensé que exigir el 100% del botín era una cantidad codiciosa que podía hacer dudar al hombre.

–No te pediré que arriesgues tu vida –le mostraba la libreta e iba cambiando rápidamente de páginas para enseñarle lo que quería decir–. No tengo problema en darte como adelantado el 50% de la paga del primer día, me parece razonable y lo usaremos como garantía. Si yo confío en ti, tú confías en mí –ahora debía decir lo más importante–. Y no me gusta que un contrato quede un tanto ambiguo. Si decides no aceptar mi primera oferta, lo entiendo perfectamente, pero eso no quiere decir que vaya a aceptar la tuya. Te pagaré el 100%, es decir, los 30000 berries, pero me quedaré con el 90% del botín. Después de todo, no es seguro que nos hagamos de uno –esto último quise marcarlo y escribirlo con más detalle–.

Esa era mi respuesta. Tenía la opción de ir por el camino seguro y coger el dinero correspondiente o arriesgarse un poco y tal vez ganar unas cuantas monedas más. Lo quedé mirando fijamente sin quebrantar mi postura, necesitaba mostrarme firme.

05/12/2016

Esta vez se lo piensa bastante. Con una mueca de concentración, observa el papel durante alrededor de un minuto, acariciándose el bigote con los ojos entrecerrados. Parece que le has dado un dilema, antes apenas tardaba unos segundos en decidirse.

- Has logrado despertar mi curiosidad... antes de decidirme, deseo saber qué buscas en las colinas. Normalmente no hago preguntas, pero maldita sea, este asunto ha despertado mi curiosidad. ¿Una chica tan joven viajando sola sin más compañía que un escolta a una zona alejada y hablando de obtener botines? Comprende que desee saber en qué asunto estoy metiendo las narices antes de decidirme.

Se apoya sobre el mostrador y suspira. El herrero, que ha estado mirándoos todo el rato con curiosidad, ahora observa a John con la intensidad de quien ve una obra de teatro en el momento culmen de la escena decisiva de la trama. Solo le falta que alguien le regale palomitas.

- En todo caso... tengo una contraoferta. Lo que dices es justo, si decido una cosa no voy luego a exigir otra. Así pues, pido el 20% de todo el botín que encontremos. Al fin y al cabo sin mí no podrías conseguirlo. Sin un guía que conozca bien el terreno, las colinas serían una trampa mortal para ti. Creo que mi precio es justo, un 20% es apenas nada. Considéralo... un plus por peligrosidad. Sospecho que este asunto es más turbio de lo que aparenta.

Por primera vez desde que lo has visto, sonríe. Parece que has logrado despertar su interés por este trabajo.

18/12/2016

Toda la profesionalidad de John se fue por la borda cuando comenzó a hacerme preguntas. Cuando trabajé en la Orden y debía hacer misiones sumamente peligrosas, me limita a conformarme con la información que me entregaban. No hacía preguntas de ningún tipo, entonces, ¿por qué me tenían que hacer preguntas a mí? Eso no me gustaba, pero considerando el tipo de hombre que era valía la pena responderle correctamente. Suspiré, cerré los ojos y los abrí lentamente concentrando mi mirada en John.

–¿Cómo era la frase? Ah, sí: no juzgues a un libro por su portada –le escribí rápidamente–. Estás en tu “derecho” de saber lo que deseo: información. No es nada más que eso. No busco protección en un lugar el cual ni siquiera conozco; ningún agente del Gobierno está detrás de mí y no tengo problemas con nadie.

Bueno, técnicamente tenía problemas con la Orden..., pero para el mundo, esa organización no existía y pasaban a formar parte de ese nadie. Me agradaba saber que era algo que John no tenía que saber, además, la organización trabajaba mayormente en el North Blue.

Con esa respuesta debía estar seguro de que no nos veríamos en vuelto en nada peligroso, al menos por mi parte no. Quizás él tenía enemigos y eso yo no lo sabía, de la misma forma que él dudaba de mí yo podía dudar de él. Ahora, debía dar una solución coherente para lo que me estaba planteando.

–Me parece correcto repartir el botín con esos porcentajes –ya estaba comenzando a cansarme de la negociación–. Si te limitas a cobrar el pago y exigir un 20%, no tengo nada qué decir. Aceptado. Sin embargo –escribí antes de terminar el contrato–, quiero decir que espero que confíes en tus habilidades como guía, cazador y escolta, pues de eso dependemos. Eres un hombre inteligente, pero repetiré justamente lo que debes hacer: alejarme de cualquier tipo de peligro, no llevarme a ellos.

Estaba segura de que algún problema surgiría en el camino. Comencé a pensar que algún animal nos serviría para llegar más rápido, pero ya no quería seguir gastando dinero. ¿Cuánto costaría arrendar un par de caballos? En realidad, un caballo. No es necesario que yo pague el de él, pues, si quiere cumplir bien su trabajo, que me siga el paso. Le comenté, por último, que el contrato lo debíamos hacer escrito puesto que las palabras se las lleva el viento. Ya me imaginaba encontrar un botín con un millón de berries... Lo único que resguardaba nuestro acuerdo era un contrato escrito.

05/12/2016

El hombre se encoge de hombros al leer tus respuestas, aparentemente conforme. Entonces levanta el arco y se lo enseña.

- ¿Ves esto? Con él puedo hacer blanco a un objetivo en movimiento a trescientos metros. Mi puntería es buena y llevo recorriendo estas tierras más años de los que tú llevas viva. Créeme, sé moverme por el lugar. En cuanto a lo otro... no me preocupaba tanto que estuvieras metida en algo peligroso como ilegal. No me apetecería tener la desagradable sorpresa de descubrir que te estoy guiando a un encuentro con algún criminal para algún intercambio - hace una mueca - Por desgracia ya tuve un par de experiencias así y ahora suelo preguntar la naturaleza del trabajo. No voy a indagar sobre qué clase de información necesitas... mientras no me vayas a meter en problemas con la ley, soy tu hombre. Puedo lidiar con el tema de arriesgar mi vida. ¿Poner en peligro mi cómoda estancia en esta ciudad? - negó con la cabeza.

Acto seguido va a la trastienda y vuelve con un papel, cálamo y un bote de tinta. Parece que no es la primera vez que hace algo así, pues el documento es ya un modelo de contrato. Lo rellena en un lenguaje bastante sencillo y con pocos tecnicismos, pero correcto y claro. A grandes rasgos viene a ser todo lo que habéis hablado salvo por un añadido: si estás haciendo algo ilegal, se guarda el derecho a rescindir el contrato.

- Si estás de acuerdo y firmas, iré a preparar mis flechas y haremos como te dije, en dos horas partimos.

18/12/2016

El hombre tenía una buena imaginación. No pretendía hacer nada ilegal, al menos no frente a un montón de ciudadanos. Actualmente, formaba parte de la Marina y tenía cierto derecho de atrapar a bandidos, criminales y piratas por lo que si los atacaba, no sería nada ilegal. Por otra parte, el hombre ahora sí parecía seguro de sus habilidades al mostrarme su arco y recalcar que podía darle a alguien a trescientos metros de distancia; mis conjuros no tenían ni la décima parte de su alcance, me venía bien contar con alguien así.

Seguí escuchando lo que tenía que decir, pero de repente desapareció y volvió enseguida con el contrato. Era sencillo, lo suficiente para que entendiéramos y resguardáramos la confianza. Lo leí un par de veces y me fijé en el último añadido. No pretendía hacer nada ilegal puesto que solo necesitaba recoger información, solo eso; mientras siguiera las reglas del juego, nada malo sucedería. Tomé el cálamo, lo hundí en la tinta y firmé dejando claro que había aceptado el contrato. Ahora tenía un par de horas para prepararme.

–Entonces, volveré en aproximadamente una hora –le escribí estando ya lista para salir–. Pasaré a comprar algunas cosas.

Salí del lugar y me encontraba, nuevamente, en la posición de no saber hacia dónde ir. ¿Mercado central? ¿Tiendas desparramadas por callejones? No tenía idea, tal vez la mejor opción era preguntarle a alguien, pero cabía la posibilidad de que no supieran leer. Comencé a caminar lentamente, esperando que por obra de magia apareciera frente a mí una tienda de comida.

05/12/2016

Tras una hora merodeando sin ver nada interesante salvo un par de panaderías de las que salía un olor delicioso y a unos bufones en una plaza, llegas a un mercado. En él encontrarás toda clase de objetos útiles para tu viaje: sacos de dormir, comida, petates, odres... y muchas cosas más (PD: en tu post puedes coger todos los objetos mundanos que se te ocurran sin exagerar, claro). Tras eso llegas a la herrería a tiempo y te encuentras a John ya preparado, con un petate al hombro, carcaj y arco a la espalda y una espada corta en el cinto.

- Adelante. Tenemos un camino largo por delante.

Tras salir de la ciudad, os adentráis en los llanos. A menos que le des conversación, John no te dirá nada en particular. No parece un tipo excesivamente hablador, si bien tampoco es parco en palabras ni seco. El comienzo de la travesía es casi un paseo campestre; vais recorriendo zonas de praderas y suaves laderas, con granjas ocasionales. En más de una ocasión veis a ganaderos vigilando sus rebaños, o a algún campesino sachando el campo. Sin embargo, hacia el final de la tarde vais dejando atrás las últimas casas y adentrándoos en una zona más salvaje y asilvestrada, con colinas más pronunciadas cubiertas de bosques. Aún no ha caído la noche, pero John te ordena detenerte al llegar a lo que parece el final del camino. Este termina abruptamente en un monolito de piedra extraño cubierto de petroglifos.

- No es seguro avanzar más de aquí. Más allá es tierra de nadie, y preferiría pasar allí el menor número de noches posibles. El fuego atraería a bandidos, si los hay.

Comienza a montar el campamento a un lado del camino, encendiendo una hoguera con ramas secas que ha traído en su petate, aceite de quemar y haciendo chispa con una yesca y un acero. Bien, espero que te hayas sido previsora y traído cosas para pasar la noche, o de lo contrario no será muy agradable a menos que quieras pasarla al raso.

18/12/2016

Tuve suficiente tiempo como para equiparme con cosas esenciales para el viaje. Con mucha suerte llegué al mercado en donde me pude hacer de varios objetos: un cuchillo corto, ropa medianamente impermeable y una brújula (no sabía qué tan necesaria sería). También me armé con un saco de dormir, comida de fácil preparación y una carpa. No lo encontré muy necesario, pero una pequeña almohada me venía bien. Tenía las “cosas esenciales” que estaba buscando; de ropa andaba perfectamente bien ya que contaba con una gruesa capa para protegerme del frío y unas botas de cuero para protegerme del agua. Me hice de un poco de medicina para controlar un poco las infecciones y disminuir la fiebre; era mejor andar preparada.

Pasado el tiempo llegué a la herrería y encontré a John perfectamente preparado. De armas andábamos bien, mientras tuviera mi libro podría combatir a la distancia y en caso de que las cosas salieran mal utilizaría mi guadaña. Ya era hora de avanzar y ambos lo sabíamos.

Caminamos hasta salir de la ciudad y comenzamos a recorrer los llanos. Se trataba de una vasta extensión de tierra en la que no entablé conversación con John; él no era de los hombres que hablaba mucho y yo, por mi parte, necesitaba de la libreta para comunicarme. Si no tenía algo que decir, simplemente guardaría energías para otra cosa. Mientras avanzábamos nos topamos con campesinos cumpliendo con su labor y uno que otro ganadero, las cosas parecían ser bastante sencillas. Por un minuto llegué a pensar que si todo el camino era así, no iba a necesitar la ayuda de John. Sin embargo, era una idea muy estúpida. El hombre ya me había advertido de lo peligroso que podía resultar el viaje, sabía que prontamente las cosas se complicadas.
Mientras más avanzábamos, nos encontrábamos con un paisaje más salvaje. Los llanos comenzaron a transformarse en colinas escarpadas cubiertas de bosques. Faltaba tiempo para que el día fuera reemplazado por la noche y John me ordenó detenerme. Me advirtió sobre las tierras que teníamos más adelante y, según lo que dijo, pude entender que se trataba de una zona salvaje en donde podía pasar cualquier cosa. La mejor idea era detenerse y avanzar a primera hora, con un poco más de luz, por lo que montar un campamento debía ser nuestro primer movimiento.

–Me parece bien –comenté mostrándole la libreta–. Si es posible, deberíamos hacer una fogata más discreta.

Comencé a ordenar mis cosas: saco de dormir, almohada, un poco de comida –sí, también compré un poco de pan– y la carpa que era necesaria. Mientras John hacía la fogata, yo montaba mi propio campamento usando la carpa que compré y apilando el saco de dormir y la almohada dentro de ella. No tenía problema en compartir la comida que tenía, pero era mi obligación hacer que durara lo más que pudiera. No había comprado para todo el viaje pues confiaba en las habilidades de cacería de John, además, yo era solo una niña pequeña que no necesitaba comer mucho para estar completamente satisfecha. Saqué un pan de la pequeña bolsa que andaba trayendo, lo partí por la mitad y cuando John terminara de hacer la fogata le tendería la otra mitad.

Spoiler:

05/12/2016

Cuando dices lo de la fogata, esboza una ligera sonrisa y te indica que observes. En torno a la hoguera comienza a amontonar piedras, creando un pequeño muro en torno a esta. Este era más alto y ancho en los lados en que daba hacia el bosque y las tierras despobladas, y tan bajo que era apenas inexistente en el lado que daba hacia el camino.

- Te recomiendo ponerte junto al lado abierto. De esa manera no pasarás calor. Y hecho así, las posibilidades de que alguien vea la luz en la noche serán mucho más bajas. Es más, en un rato dejaré sólo las brasas.

Mientras preparas tu tienda, John pone un pote al fuego y comienza a calentar agua, en la que prepara un caldo con vegetales y pollo. Una vez está hecho aparta este y comienza a preparar infusión en uno más pequeño.

- A partir de mañana evitaremos encender fuegos a la noche, así que posiblemente esta sea tu última cena caliente en unos días. Yo que tú aprovecharía - dice, sacando dos platos soperos de madera y sirviéndose una ración - Por cierto, ¿cuál es tu edad? Por tu rostro y aspecto diría que no tienes más de doce o trece años, pero por tu actitud general apostaría a que tienes más. No pareces precisamente una chiquilla indefensa, menos con esa cosa contigo - dice, mirando tu guadaña - Si te molesta que te haga preguntas tan solo dilo. Simplemente hasta a mí me gusta charlar un poco de vez en cuando. Será mi profesión y ciertamente estoy acostumbrado... pero hasta a mí me dan escalofríos las tierras salvajes a la noche. No son ciertamente un lugar agradable, y aunque escuche solo mi propia voz una conversación estaría bien.

Comienza a comer rápidamente el caldo a pesar de que debe estar bastante caliente. Debe tener mucha hambre, lo que tiene cierto sentido tras toda la tarde caminando.

- Haré yo la guardia a la noche, pero algo antes del amanecer te despertaré para que me dejes dormir cuatro o cinco horas. Sin embargo en caso de que te veas con fuerzas, no me importaría turnarnos las guardias a la noche. Es sólo una propuesta, de todos modos.

18/12/2016

Dediqué una mirada a la fogata que mi escolta estaba haciendo. Era un verdadero profesional con estas cosas, a mí jamás se me hubiera ocurrido hacer algo así para protegernos del frío y al mismo tiempo de los bandidos. Antes dudaba de mi compañero, ahora mi fe en él estaba aumentando. La recomendación que me dio la tomé de buena forma y asentí con la cabeza, no me molestaba pasar frío, pero si podía permanecer caliente, tomaría esa opción.

Mientras preparaba mi tienda con ciertas dificultades – no estaba acostumbrada a acampar–, miré de reojo lo que John estaba haciendo. Colocó un pote para calentar agua y en él preparaba un caldo. Se podía decir que era un hombre todo terreno, sabía bien lo que hacía y gracias a eso no tenía que preocuparme más allá de nuestra seguridad. Terminé de preparar mis cosas y John comenzó a hablar.

A medida que me explicaba lo que haríamos, por mi mente pasaban varias respuestas inmediatas. No me molestaba tener que servirme cenas sin sabor o heladas. Durante mi estadía en la Orden rara vez tuve comidas precisamente “lujosas” –y con lujo me refiero a comidas calientes–, a veces tenía que pasar días sin comer. No quería volver a esa vida infeliz, pero estar en un lugar tan desolado como aquel me hacía recordar lo que era necesario para sobrevivir. Si tuviera mejor control de mi hechizo bola de fuego, podría crear una versión lo suficientemente diminuta para evitar que la vieran y lo suficientemente caliente para calentar la comida, pero no era el caso.

–No me molesta que hagas preguntas, John-san –mencioné en mi libreta después de servirme una ración de caldo caliente–. Ciertamente parezco de 12 años, pero tengo 17–bajé un poco la mirada hacia donde estaba mi libro–. Deberías preocuparte más de lo que tengo aquí.

Probé el caldo y la verdad estaba bastante bueno. Para ser una comida un tanto improvisada tenía un buen sabor, yo no era capaz de, ni con los mejores ingredientes del mundo, preparar algo sabroso. Me detuve un momento, cogí la libreta y escribí en ella.

–Espero que me perdones por no poder hablar. Debe resultar solitario tener que escuchar solo tu voz.

Tras cada cucharada que iba directamente hacia mi boca esperaba unos cuantos segundos, tomaba otra y la soplaba suavemente para enfriarla. Mientras comía, John mencionó las guardias y la forma en la que las realizaríamos. No tenía ninguna objeción en cuanto a su forma de tomarlas. Podía pasar noche por medio cuidando el campamento y estando alerta por si algún bandido se nos acercaba y sobre despertarme unas cuantas horas antes del amanecer, me parecía perfecto para que él también descansara y tuviera energías.

–Me parece bien –comenté dando la última cucharada al caldo–. Necesitamos estar con todos nuestros sentidos al máximo y para eso no me molestará hacer la guardia noche por medio. Aprovecharé de dormir. Despiértame cuando veas que sea necesario.

Estaba completamente satisfecha con la comida, aunque perfectamente podía seguir comiendo. Entré a la carpa, acomodé el saco de dormir y la almohada, ingresé en él, cerré los ojos y me quedé dormida rápidamente.

05/12/2016

Por primera vez desde que lo conoces, John se ríe con cierta alegría y te mira con una sonrisa. En respuesta a lo que ha dicho sobre no poder hablar, te dice:

- La verdad es que un poco, pero descuida. Tener compañía es una mejora sustancial a lo que suelo hacer normalmente. Por lo general voy a las zonas salvajes a cazar o recoger hierbas medicinales, o a extraer minerales en una vieja mina. El herrero en cuya casa vivo aprovecha un metal raro que saco de allí para él en sus trabajos.

Te despiertas unas cuantas horas después... ¿cinco, tres? Quién sabe, aquí no hay relojes y es plena noche. No hay manera de decirlo. El caso es que John te ha dado un par de toques en el hombro para que despiertes, tras lo que sale de tu tienda. Cuando sales fuera alcanzas a verlo metiéndose en la suya, no sin antes decirte que lo despiertes con las primeras luces del alba. De la hoguera apenas quedan unas pocas brasas, pero dan algo de calor y resultan reconfortantes a la vista. Hay un hierro junto a estas... ¿habrá estado John manteniéndolas vivas? Tal vez quieras imitarle. En fin, pasas una noche un poco monótona, pero en pocas horas comienza a salir el sol. Han pasado tres o cuatro solo... parece que el cazador decidió dejarte dormir un poco más. Cuando lo despiertas te indica que puedes descansar un par de horas más, que de todos modos él estará preparando el desayuno y otra infusión para entrar en calor y despertar. Cuando os ponéis a desayunar (hayas aceptado descansar o no) parece de buen humor y hablador.

- Nos espera un largo día por delante, pero si somos rápidos para comienzos de la tarde espero haber llegado a las colinas. ¿Te has traído comida que puedas comer mientras caminas? De no ser así compartiré contigo. Mi intención es no tener que pararnos a preparar la comida, aunque si lo deseas lo haremos igual. De todos modos preferiría, y creo que tú también, estar allí para comienzo de la tarde. Tendremos más horas de luz para buscar lo que quiera que sea eso que te trae hasta aquí.

Tras eso os ponéis en marcha al poco rato, tras recoger el campamento. Antes de iros, John disemina las piedras de la hoguera, le echa tierra por encima a los restos y dedica un rato a ocultar huellas y marcas.

- En realidad si alguien se toma la molestia de buscarnos encontrará pruebas, pero esto engañará a un observador poco atento o que no sepa lo que busca.

El recorrido de la mañana es a través de un terreno boscoso bastante irregular, subiendo y bajando constantemente. Si hubieses venido tu sola posiblemente podrías haber llegado a creer que eso eran las colinas del norte, pero por las palabras de John es evidente que no lo son. En todo caso, durante todo este recorrido el cazador vuelve al silencio de la noche anterior y en todo momento avanza unos pasos por delante de ti, en alerta y atento al terreno. Si en algún momento te diriges a él, te contesta en voz baja y con frases cortas. Parece bastante en tensión... el lugar en el que estáis debe ser peligroso de verdad. En al menos cinco ocasiones, el hombre se detiene a inspeccionar el terreno y te hace dar un largo rodeo antes de continuar, motivo por el cual aún tardáis en llegar a las colinas aunque os detengáis a comer, pero eventualmente llegáis. Salís del final del bosque, justo para encontraros unas lomas de roca viva, empinadas y de bordes dentados. Parece de todo menos un lugar agradable.

- Aquí estamos, "madame", las colinas del norte - dice, con una sonrisa amarga - ¿Algún lugar concreto que quieras visitar? Si es que hay algo que ver en este páramo desolado.

A simple vista los únicos caminos que ves son todos naturales. Uno sube por unas pendientes menos pronunciadas y continúa por las alturas. Otro es una especie de pequeño sendero entre las colinas, que avanza por las zonas bajas internándose en ellas. Aparte de por esos dos recorridos, no se te ocurre nada que no sea tratar de subirse a una colina para otear el terreno... o tal vez quieras probar a internarte en ellas probando por alguna zona menos apta para el pie humano en lugar de ir por las sendas. Probablemente tengas que escalar un poco, pero... ¿qué es la vida sin un poco de riesgo? O tal vez tengas otra idea en mente. Es hora de comenzar a pensar y actuar sabiamente.

18/12/2016

Mis ojos se abrieron de par en par cuando sentí una mano tomándome del hombro. Volteé rápidamente, con cierta violencia, y me di cuenta que se trataba de John. ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Tal vez unas cinco horas? Era difícil saberlo, pero conociéndome sabía que si dormía unas cuatro horas tendría las suficientes energías para desempeñarme bien durante el día. Salí de la tienda y mi compañero me pidió que lo despertara con las primeras luces del alba. Inspeccioné el campamento para ver lo que había estado haciendo; primero me fijé en las brasas y un trozo de hierro que estaba cercano a ellas, supongo que con un poco de destreza podía mantenerlas vivas para no entumecerme. La capa me resultaba reconfortante, pero cualquier fuente de calor externa me ayudaría.

Resultó ser una noche acompañada con el silbido de las aves que surcaban el cielo, alguno que otro grillo que entonaba una canción y mi propia respiración. Nada especial ocurrió mientras vigilaba. Debía estar concentrada en el paisaje y en mi entorno, pero no evitaba sumergirme en mis propios pensamientos. Tal vez encontraría algún alma cerca y hacerme de ella para crear algún conjuro o usar los que ya había creado. Era una buena posibilidad. Una vez el sol comenzó a salir, desperté a mi compañero y dijo que podía descansar un par de horas más mientras él preparaba algunas cosas. ¿Sería una buena idea? No estaba cansada, pero no me haría mal dormir un par de horas. Acepté la propuesta y entré nuevamente a mi tienda.

Al despertar, John comenzó a hablarme. Si éramos rápidos, decía, podíamos llegar a las Colinas del Norte al comenzar la tarde. Por suerte había comprado suficiente comida para no tener que detenernos a prepararla; si bien no era la más nutritiva, contaba con uno que otro pan y unas cuantas frutas. Definitivamente fue buena idea ir a comprar comida antes de salir de viaje.

–No te preocupes, John-san –le mencioné en mi libreta–. Tengo suficiente comida, además soy de las que comen poco.

Antes de marchar, comenzó a borrar algunas huellas que habíamos dejado y comentó que si alguien nos buscaba, nos encontraría, pero que para ojos novatos aquel movimiento serviría. Yo no era de las personas que sabía rastrear bien y tampoco entendía mucho de qué iba el tema así que decidí dejárselo a él. Observé todo mientras el hombre trabajaba en ocultar alguna que otra marca.

A medida que avanzábamos me sentí satisfecha al haber contratado a John. De seguro sin su ayuda me hubiera perdido y quizás donde estaría en estos momentos, cada paso que daba lo daba con seguridad y se detenía a analizar e inspeccionar el terreno. Avanzábamos de forma segura; una que otra vez tuve que dar un rodeo para evitar posibles peligros. Finalmente, después de una extenuante caminata llegamos a un paisaje un tanto... desolador. Según lo que dijo mi compañero, estábamos en las Colinas del Norte; sinceramente no me esperaba que tuvieran aquella forma. En base a lo que dijo Haji, debía haber algún pueblo cercano. Era la única forma de obtener información sobre las desapariciones. Seguramente John sabría si hay alguno o no.

–John-san, antes de elegir qué camino tomar necesito saber si hay un pueblo cercano. Necesito obtener información respecto a lo que busco.

Dependiendo de la respuesta del hombre, tomaría el camino que sugeriría; el menos peligroso hacia un posible pueblo. En caso de no haber ningún pueblo cercano y tener que buscar información en otra parte, ya sea buscando pistas o algo similar, decidiría tomar el sendero. Mi primera opción, sobre todas las demás, era depender de la respuesta de John y desde allí ver bien lo que era conveniente para mí.

–Es momento de ser sincera contigo –mencioné de repente–. Estoy buscando información sobre las recientes desapariciones.

05/12/2016

John se rasca la barba, frunciendo el ceño.

- No hay ningún pueblo. Antes de que todo esto empezara, algunos pastores guiaban a sus rebaños hasta unos pastos algo al este de aquí, al borde de las colinas. Hará cosa de unos meses comenzó a haber desapariciones, primero de ovejas... luego de hombres. La gente se alarmó y dejó de frecuentar este lugar. ¿Qué opino yo? - sacudió la cabeza - Ni yo lo sé. Las colinas son peligrosas y extrañas. Hay fieras y a veces criminales, pero... hay algo más. No sabría decir el qué, pero siempre que vengo aquí me siento en tensión constante y tengo la sensación de que hay "algo" que no debe ser perturbado. Procuro acabar lo antes posible mis asuntos e irme rápido, intentando no ser visto.

Mientras habla, empieza a guiarte bordeando las colinas. Al cabo de unos veinte minutos llegáis. Es una zona de suaves elevaciones cubiertas de pasto, donde veis algo llamativo: cuatro surcos muy cortos y algo profundos en el suelo. Son paralelos entre sí, dos delante y dos detrás. John se acerca a paso rápido y comienza a examinar los alrededores.

- Sea lo que sea, aquí ha habido una cosa muy grande. ¿Ves la hierba aplastada? ¿Ves lo extenso de las zonas? Las huellas de ese ser son las más grandes que he visto.

Tú realmente no ves nada salvo un montón de césped, lo único evidente son los socavones. Pero bueno, él es el experto, ¿no? Si miras hacia las colinas verás un paso entre estas, más grande que el anterior.

- En fin, tú pagas, tú dices lo que hacer - dice, con cierta amargura - Pero te agradecería que decidieras pronto. De ser posible preferiría no estar cerca de estas lomas al anochecer.

En caso de que quieras adentrarte en las colinas aún tras ver eso, tienes ese paso, volver donde antes o intentar internarte desde aquí. Las lomas son irregulares y empinadas, pero crees que podrías subir igual... ¿pero realmente querrías arriesgarte?

El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina]

El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 2:45}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 3:17}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 4:08}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 4:45}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 5:00}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 5:21}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 5:42}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 6:06}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 6:17}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Jue 5 Ene 2017 - 20:16}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 0:00}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 4:02}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 4:38}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 5:08}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 5:27}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Vie 6 Ene 2017 - 6:11}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Dom 8 Ene 2017 - 17:40}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Dom 8 Ene 2017 - 18:10}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Dom 8 Ene 2017 - 21:22}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Dom 8 Ene 2017 - 22:05}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Mar 10 Ene 2017 - 2:48}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Mar 10 Ene 2017 - 3:27}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Mar 10 Ene 2017 - 4:20}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Mar 10 Ene 2017 - 4:51}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {Mar 10 Ene 2017 - 5:23}

Re: El templo de la noche [Moderado 4] [Katharina] {}