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¿Con que esta era Sicilia?, era tal y como la habían descrito, seguramente no existía un lugar peor para vivir en todo el East Blue, pero no era únicamente por su apariencia, que por cierto era horrible. Toda la isla tenía un aspecto grisáceo y cubierto de neblina, sin mencionar que no tenía ninguna playa en la cual pudiera ir a nadar o surfear un poco, realmente me disgustaba su aspecto y la única razón por la que estaba aquí eran mis intereses, que esperaba valieran la pena. Nunca antes había venido a este lugar y lo único que sabía de él era la fama que tenía por ser una isla bastante peligrosa a la cual habitar, sentía verdadera pena por aquellos pobres desgraciados que la habitaran, de hecho, durante mi camino y las indicaciones que había pedido no paraban de aconsejarme que no viniera aquí.
Caminaba por el único lugar en toda la isla que parecía tener flora y algo de fauna, un pequeño parque ubicado en el centro de la ciudad, realmente no estaba aquí para turistear y según el gobierno estaba en una investigación de plantas venenosas, esa investigación la había hecho en mis tiempos en la universidad por lo que si me pedían resultados, bueno, ya los tenía hace mucho. Sólo una cosa me había hecho venir a Sicilia: el comercio ilegal de drogas. Era muy bien sabido por todos que pocos lugares eran tan buenos como Sicilia a la hora del comercio de mercancía ilegal de todo tipo -yo estaba más que nada interesado en la venta de drogas- y claro que era de conocimiento común, especialmente para los habitantes de la isla, que las mafias le pagaban a la Marine para que se hiciera de la vista gorda.
Gracias a mis conocimientos de química no me sería difícil crear una droga llamada "Metanfetamina", aunque nunca lo había hecho antes si sabía que el proceso no era complicado, lo difícil era realizarlo lo más correctamente posible, pues al ser una droga sintética no dependía del cultivo de alguna planta, como la marihuana, si no del químico, es decir yo. De todas formas aún no tenía pensado comenzar en este arriesgado negocio, primero que nada tenía que ver cual mafia me convenía más, no necesariamente la más poderos, si no la más "racional", tampoco quería trabajar para unos dementes.
Luego de caminar unos minutos más me senté en una de las bancas del parque.-Que horrible lugar.-Me dije observando el humo que salía de las industrias, definitivamente era un lugar en el que no me gustaría pasar mi infancia, en lugar de eso me alegraba haber podido disfrutar el mar. Pero eso no importaba, yo no estaba aquí por vacaciones, estaba aquí para ver si era el lugar indicado para comenzar mi negocio afiliandome a alguna de las mafias.
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Salió de la enorme casa de su compañero de negocios siendo acompañado por él hasta el automóvil del muchacho bien peinado. Su cabellera rubia se agitaba levemente por una tenue brisa que acompañaba la intensa niebla característica de aquella ciudad. El auto parecía una verdadera obra de arte; negro por todos lados, un color que relucía. Las butacas de cuero café crema adornaban el interior del elegante automóvil. El muchacho miró su reloj de oro que llevaba en su muñeca izquierda mientras se apresuraba en entrar al vehículo. Arrancó la bestia acorazada y se perdió entre la neblina.
Luego de conducir durante unos minutos llegó hasta otra gigante casa. Detuvo el vehículo y caminó hasta la puerta de la casa; tocó levemente y un hombre bajo y gordo apareció tras la puerta. Llevaba un elegante traje pero nunca tanto como el de Ryan. Lo miró y saludó educadamente. El pequeño hombre de barba lo dejó entrar y se sentaron en la terraza.
-Hace tiempo que no te veíamos por estos lados, ¿qué necesitas? – preguntó con ansiedad.
-Lo sé, lo sé – dijo con aburrimiento –. Vengo por nuevo material, ¿sabes? A ver si encuentro un diamante en bruto para invertir.
Le gustaban aquellos juegos en los que pulía a alguien y terminaba obteniendo una buena suma de dinero. Claro, la Revolución no sabía que él vendía drogas pero... ¿y qué si supiera? Era su vida y podía hacer todo lo que quisiera con su vida mientras no involucrara a la poderosa armada; tenía todo tipo de negocios y no podía dejarlos botados. Ambos hombres hablaron durante unos minutos más hasta que Ryan se levantó de su asiento y anunció su retirada pues iba a echar un vistazo por la vasta ciudad.
Se subió nuevamente al vehículo y dio unas vueltas en el barrio alto esperando encontrarse con algún novato pero nada de eso sucedió. Últimamente el imperio de las drogas en esa ciudad estaba decayendo súbitamente y si quería invertir en un negocio así necesitaría un inmenso diamante en bruto. Avanzó lentamente hasta llegar al parque en donde estacionó con cuidado su hermoso automóvil. Se bajó y encendió rápidamente un cigarrillo. Dio unas cuantas vueltas al parque cuando de repente un curioso hombre se sentó en la banca que daba un poco más allá.
Ryan tenía la idea de que él serviría, tenía un rostro ambicioso. Siempre quería más, o eso al menos es lo que quería representar con su cuerpo. El muchacho de cabellos rubios se acercó lentamente hasta sentarse en la banca y mantuvo el silencio durante unos cuantos minutos hasta que lo miró y decidió hablarle para empezar una potencial conversación.
-¿Quieres? – le preguntó ofreciéndole un cigarrillo.
Esperó la respuesta con ansiedad mientras el tiempo pasaba volando, las nubes se desplazaban al unísono con el poderoso viento mientras que los árboles se agitaban sutilmente. Las personas que pasaban por allí parecían ser las menos interesadas en la belleza del parque.
Luego de conducir durante unos minutos llegó hasta otra gigante casa. Detuvo el vehículo y caminó hasta la puerta de la casa; tocó levemente y un hombre bajo y gordo apareció tras la puerta. Llevaba un elegante traje pero nunca tanto como el de Ryan. Lo miró y saludó educadamente. El pequeño hombre de barba lo dejó entrar y se sentaron en la terraza.
-Hace tiempo que no te veíamos por estos lados, ¿qué necesitas? – preguntó con ansiedad.
-Lo sé, lo sé – dijo con aburrimiento –. Vengo por nuevo material, ¿sabes? A ver si encuentro un diamante en bruto para invertir.
Le gustaban aquellos juegos en los que pulía a alguien y terminaba obteniendo una buena suma de dinero. Claro, la Revolución no sabía que él vendía drogas pero... ¿y qué si supiera? Era su vida y podía hacer todo lo que quisiera con su vida mientras no involucrara a la poderosa armada; tenía todo tipo de negocios y no podía dejarlos botados. Ambos hombres hablaron durante unos minutos más hasta que Ryan se levantó de su asiento y anunció su retirada pues iba a echar un vistazo por la vasta ciudad.
Se subió nuevamente al vehículo y dio unas vueltas en el barrio alto esperando encontrarse con algún novato pero nada de eso sucedió. Últimamente el imperio de las drogas en esa ciudad estaba decayendo súbitamente y si quería invertir en un negocio así necesitaría un inmenso diamante en bruto. Avanzó lentamente hasta llegar al parque en donde estacionó con cuidado su hermoso automóvil. Se bajó y encendió rápidamente un cigarrillo. Dio unas cuantas vueltas al parque cuando de repente un curioso hombre se sentó en la banca que daba un poco más allá.
Ryan tenía la idea de que él serviría, tenía un rostro ambicioso. Siempre quería más, o eso al menos es lo que quería representar con su cuerpo. El muchacho de cabellos rubios se acercó lentamente hasta sentarse en la banca y mantuvo el silencio durante unos cuantos minutos hasta que lo miró y decidió hablarle para empezar una potencial conversación.
-¿Quieres? – le preguntó ofreciéndole un cigarrillo.
Esperó la respuesta con ansiedad mientras el tiempo pasaba volando, las nubes se desplazaban al unísono con el poderoso viento mientras que los árboles se agitaban sutilmente. Las personas que pasaban por allí parecían ser las menos interesadas en la belleza del parque.
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Post: 2.
Ubicación: Parque.
Compañía: NGC 1672.
Extra: Nada.
Ya comenzaba a cuestionarme si en realidad valía la pena los riesgos que estaba tomando, no era que me molestara "promover" los problemas de drogadicción en esta isla, era de conocimiento general que si fumabas demasiado o bebías alcohol te podía dar cáncer u otras cosas, ya ni se diga de unos cristales que son ilegales. Cada quien sabía en lo que se metía. Pero, ¿que pasaría si el gobierno me descubriese?, seguramente no sería nada bonito.
-No.-Me dije mentalmente, todo esto valdría la pena, tenía que. De momento el gobierno mundial no me daba el apoyo que necesitaba para seguir o si quiera comenzar proyectos que tenía en mente, tampoco tenía "colegas" científicos con lo que apoyarme en el proceso de estos mismos proyectos. Pero con esto no necesitaría a nadie, podría llevar a cabo mis propios experimentos y antes de que me diera cuenta estaría en la cima.-Solo piensa en todas las posibilidades.-Pensé recordándome, una vez más, toda la libertad "creativa" que tendría al no depender de nadie.
-¿Quieres?.-Una voz me sacó de mis pensamientos, me sobresalté un poco y giré mi cabeza, era un hombre de apariencia joven que vestía de una manera bastante elegante, cabellos rubios, en su mano se encontraba un cigarrillo, que claramente me ofrecía.
-No, gracias. No fumó.-Le respondí con una sonrisa, tratando de disfrazar mi disgusto hacía los cigarrillos. Había algo extraño en él, parecíamos tener más o menos la misma edad, quizá yo era como 2 o 3 años mayor, no lo sé, pero aún así no me sentía del todo cómodo. Finalmente decidí calmarme, lo mío no era pensar estresado, así que simplemente tome una gran bocanada de aire y exhalé.-¿No crees que es un bonito parque, eh?.-Comenté repentinamente.-Supongo que es un buen escape de lo urbano.-Estiré mis piernas y coloque mis manos detrás de mi nuca.
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La ciudad era peligrosa; su ambiente lleno de problemas siempre causaba inseguridad en las personas de los alrededores. Las mafias y los cárteles se reunían en aquella zona para cumplir con sus trabajos y operar la red de narcotráfico que tenían. Dentro del mundo de la mafia se anunció que uno de los grandes inversores iba a dejar su puesto durante mucho tiempo pero tras una larga espera decidió, finalmente, volver. Sin embargo las cosas ya no estaban como antes, los cárteles cada vez eran más salvajes alejando a los hombres de negocios. Muchos de ellos caían en manos de quienes amaban derramar sangre. Ryan llegó a la ciudad a buscar un diamante en bruto capaz de fabricar el producto suficiente para comenzar a cambiar las cosas.
El hombre había negado el cigarro del vampiro y había comentado cosas que ciertamente a nadie le interesaban. Era una horrible forma de comenzar una conversación, parece que era pésimo en eso. ¿Cómo le iría con las chicas? En fin, eso da igual. Necesitaba conocer las intenciones del chico, a pesar de que el ojo de Ryan no fallara le gustaba estar 101% seguro de que sería una buena inversión. Tenía que encontrar la forma de que hablara y revelara sus verdaderas intenciones. Lo miró con ojos aburridos.
-Sí, es un buen parque – dijo mientras le daba una calada a su cigarrillo –. Ven, se nota que eres nuevo en la ciudad... tu olor es distinto. Quiero que conozcas un lugar.
Ryan se subió al auto esperando al muchacho y una vez allí se dirigió al bar más cercano que estaba a tan solo tres cuadras del parque. Estacionó su lujosa bestia acorazada y entró al antro. El ambiente era normal, ni mucho ni poco; había gente bailando y otra bebiendo, cero indicios de que podría haber una pelea. Eso era bueno, por el momento lo era.
Al entrar pidió dos cervezas rubias, artesanales. Se sentó en la mesa de al fondo, esa que estaba en la esquina izquierda. Miró nuevamente su reloj para ver cuánto rato podía estar perdiendo su tiempo con alguien que ni siquiera valía la pena. Bebió de su cerveza y miró al muchacho.
-¿Qué haces en esta ciudad? – le preguntó.
Minutos después unos hombres con aspecto de matones entraron a la ciudad. El vampiro solo los miró de reojo para darse cuenta de que estaban buscando a alguien, sea quien sea a quien buscaban eso significaría problemas. Además en su momento, el bar en el que estaba sentado le pertenecía a él mismo. Aún lo podía considerar su territorio y no dejaría que unos matones de poca monta dañaran a la gente que buscaba una tranquila estadía.
El hombre había negado el cigarro del vampiro y había comentado cosas que ciertamente a nadie le interesaban. Era una horrible forma de comenzar una conversación, parece que era pésimo en eso. ¿Cómo le iría con las chicas? En fin, eso da igual. Necesitaba conocer las intenciones del chico, a pesar de que el ojo de Ryan no fallara le gustaba estar 101% seguro de que sería una buena inversión. Tenía que encontrar la forma de que hablara y revelara sus verdaderas intenciones. Lo miró con ojos aburridos.
-Sí, es un buen parque – dijo mientras le daba una calada a su cigarrillo –. Ven, se nota que eres nuevo en la ciudad... tu olor es distinto. Quiero que conozcas un lugar.
Ryan se subió al auto esperando al muchacho y una vez allí se dirigió al bar más cercano que estaba a tan solo tres cuadras del parque. Estacionó su lujosa bestia acorazada y entró al antro. El ambiente era normal, ni mucho ni poco; había gente bailando y otra bebiendo, cero indicios de que podría haber una pelea. Eso era bueno, por el momento lo era.
Al entrar pidió dos cervezas rubias, artesanales. Se sentó en la mesa de al fondo, esa que estaba en la esquina izquierda. Miró nuevamente su reloj para ver cuánto rato podía estar perdiendo su tiempo con alguien que ni siquiera valía la pena. Bebió de su cerveza y miró al muchacho.
-¿Qué haces en esta ciudad? – le preguntó.
Minutos después unos hombres con aspecto de matones entraron a la ciudad. El vampiro solo los miró de reojo para darse cuenta de que estaban buscando a alguien, sea quien sea a quien buscaban eso significaría problemas. Además en su momento, el bar en el que estaba sentado le pertenecía a él mismo. Aún lo podía considerar su territorio y no dejaría que unos matones de poca monta dañaran a la gente que buscaba una tranquila estadía.
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Post: 3.
Ubicación: Bar cercano al parque.
Compañía: NGC 1672.
Extra: Nada.
Por un pequeño instante, casi una fracción de segundo, recordé mis épocas en la Universidad y a mis compañeros, esos años donde lo más complicado que había en nuestras vidas era el estudio, entregar a tiempo los proyectos y claro, estudiar para poder aprobar los exámenes finales, a comparación de todo lo que representa la vida real eso no era más que un chiste. Al igual que antaño tenía una "fecha de entrega" pero ahora que estaba en la vida real significaba un resultado más importante, más haya de un número sobre un papel, tampoco teníamos que preocuparnos del dinero, ja, con solo sacar números bonitos en papeles te becaban.
Era casi chistoso, tres amigos míos bastante habilidosos, que se habían graduado tres años antes que yo por la diferencia de edad, hoy en día no eran más que ayudantes menores de verdaderos científicos, según ellos solo iba a ser temporal, en lo que conseguían presupuesto y renombre. Ja, nunca sucedió, y a este paso yo sufriría el mismo destino. Pero habrá una gran diferencia entre ellos y yo, no pienso esperar a que pase, haré que pase.
-Si, es un buen parque.-El joven dio una calada al cigarrillo.-Ven, se nota que eres nuevo en la ciudad...tu olor es distinto. Quiero que conozcas un lugar.-No tenía ni idea de que tenía que ver mi olor....y, en todo caso, ¡¿Cuál era mi olor?!.
El joven subió a su coche, uno bastante impresionante a mi parecer....y juraría que bastante caro también, seguramente no era un tipo cualquiera, por un momento dude entre si subir o no al auto, pero finalmente lo hice. El automóvil se dirigió a un bar cercano al parque, a solo unas tres cuadras, en poco tiempo estaciono el lujoso vehículo y se decidió a entrar al bar, yo le seguí de cerca, al menos era un lugar publico. Esperaba encontrar un bar de mala muerte, ya saben, como el de las novelas de acción, pero no era así, era un lugar...normal, algunas personas bailaban y otras bebían a más no poder, nada raro.
El joven ordenó un par de cervezas rubias y se dirigió a una mesa al fondo, yo le seguí, demonios, me sentía como un perro siguiendo a su dueño, pero algo me impulsaba a seguirla, tal vez esta sería mi gran oportunidad. Rápidamente el joven observo su reloj, seguramente era un hombre ocupado, no era un policía o del gobierno, eso era claro, por lo que solo quedaba una opción lógica...-¿Qué haces en esta ciudad?.-Preguntó directamente.
En ese preciso momento no tenía ni idea de que hacer, ¿debía contarlo todo?, él bien podía ser algún infiltrado del gobierno mundial, quizá hasta un miembro del Cipher Phol...era un gran riesgo.-Siempre habrá un riesgo.-Me recordé, ¿que estaba haciendo?, me comportaba como un niño. El simple hecho de que estuviera ahí era un gran riesgo para comenzar, no podía detenerme ahora.-Creo que no me he presentado apropiadamente, soy Alexander William Kinglake, y en circunstancias normales seguramente jamás nos hubiéramos conocido...pero, hay una sola cosa que me trajo aquí.-En eso busque en uno de los bolsillos interiores de mi bata, yo había hecho que se los pusieran, no me fiaba mucho del pequeño bolsillo en el pecho. Saque una bolsa de plástico la cual contenía 250 gramos exactos de metanfetamina.-Esto es metanfetamina, pero no es cualquier metanfetamina, esta tiene un 88.9% de pureza, es de la mejor calidad, aunque la hice con algo de prisa, pero podría hacer algo mucho mejor y en mayores cantidades.-Me apresure a aclarar.
Observe al tipo a los ojos, tratando de descifrar si se trataba de algún tipo de engaño, pero era en vano, simplemente no estaba entrenado para ese tipo de cosas, solo me quedaba esperar no haberme equivocado.-Y también debo decir que la metanfetamina es una droga completamente artificial, además es muy adictiva.-Noté que el joven desvió la mirada por unos momentos, no le presté demasiada atención, seguramente no era nada de mi incumbencia, sólo me importaba lo que sucediera a continuación. Su respuesta, no sabía que tan "importante" era este chico, pero si tenía una forma de ponerme en contacto con algún capo de la mafia, o algo por el estilo, me sería de mucha ayuda.
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Escuchó distraídamente al muchacho que se presentaba mientras sacaba una gran bolsa con drogas. Aparentemente, por el tamaño y lo del interior, calculaba que pesaba entre 200 y 250 gramos. Ryan se rio al ver tan confiado al chico. ¿Era idiota? ¿Cómo se le ocurría mostrar ese producto en aquella ciudad? Una nueva droga en la ciudad significaba quitarles terreno a los grandes narcotraficantes que con esfuerzo y sangre se habían hecho de ella. Aunque era buena idea seguirle el juego; al volver a la ciudad el muchacho de cabellos rubios se predispuso a que los verdaderos hombres de negocios dominaran la ciudad.
Dejó de prestarles atención a los matones que entraron, ante cualquier cosa no tendría ningún problema en teñir el piso de sangre. Alex dio una pequeña descripción sobre el producto pero lo más importante que mostró en su pequeño discurso fue la ambición que tenía en sus ojos. Si él tenía el producto y la receta, Ryan le conseguiría algunos... contactos para comenzar la guerra.
-Mi nombre es Ryan – dijo a secas –. Y no sé si eres un verdadero idiota por mostrar eso que tienes ahí como si fuera un dulce. ¿Sabes dónde estamos? Si lo sabes, te recomiendo que lo guardes inmediatamente.
No estaba interesado en ese tipo de drogas pero no había escuchado de la venta de metanfetamina en la ciudad. Eso era lo único que le interesaba, si resultaba ser tan buena como el chico decía, serviría. Desgraciadamente Ryan tuvo razón al creer que generaría problemas y así fue. Los matones escucharon las palabras del chico y vieron la droga, se acercaron con cara de pocos amigos hacia donde estaba sentado el par. Tenían aspectos rudos pero como la mayoría de los pobres matones de la ciudad solo eran eso: apariencia.
El más grande de ellos (se decía llamar Tuk) era un hombre moreno y de rasgados ojos cafés oscuro. Llevaba una ramera sin mangas lo suficientemente ajustada a su cuerpo para que se sobresalieran todos sus músculos, tenía un tatuaje de un ancla en su brazo derecho y el tatuaje de su “familia” en el izquierdo. Llevaba prendido un cigarro al cual le dio una calada y lanzó todo el humo en la cara de Ryan. Los otros dos no eran más que un adorno ante el incomparable Tuk, el que se creía rudo por medir casi dos metros. Él no sabía nada del mundo.
-Eso me pertenece – su voz era grave y tosca. Miró la bolsa de plástico –. No sé si son unos verdaderos idiotas, pero todo lo que está en esta ciudad me pertenece. A mí y a mi maestro.
Así comenzaban siempre las cosas, así siempre comenzaban los problemas. ¿Por qué siempre tenían que conseguir a los matones más estúpidos? Ryan lo miró enojado por haberle lanzado el humo en toda su cara, se levantó y lo encaró.
-No sé si eres un verdadero idiota, pero tienes cinco segundos para voltear tu fea cara e irte por la misma puerta que entraste.
Tuk solo se rio de las amenazas de Ryan. Tras dejar de reírse intentó golpearlo con todas sus fuerzas pero eso solo lo hacía verse ridículo: no puedes golpear de esa forma a un vampiro. El chico contraatacó clavando sus garras en el omoplato del estúpido matón. Este soltó un grito de dolor y miedo al mismo tiempo que la sangre comenzaba a salir de su cuerpo; miró aterrado a Ryan.
-Harás esto – le dijo al oído –, amigo. Irás donde está tu jefe y le dirás que Ryan ha vuelto y que tiene sed de recuperar todo lo que le quitaron en su ausencia.
El matón salió corriendo por la misma puerta que entró. El muchacho de ojos miel miró al novato que tenía a sus espaldas. Lo miró y le dijo que si quería ser alguien en la ciudad, debía jugar con inteligencia.
Dejó de prestarles atención a los matones que entraron, ante cualquier cosa no tendría ningún problema en teñir el piso de sangre. Alex dio una pequeña descripción sobre el producto pero lo más importante que mostró en su pequeño discurso fue la ambición que tenía en sus ojos. Si él tenía el producto y la receta, Ryan le conseguiría algunos... contactos para comenzar la guerra.
-Mi nombre es Ryan – dijo a secas –. Y no sé si eres un verdadero idiota por mostrar eso que tienes ahí como si fuera un dulce. ¿Sabes dónde estamos? Si lo sabes, te recomiendo que lo guardes inmediatamente.
No estaba interesado en ese tipo de drogas pero no había escuchado de la venta de metanfetamina en la ciudad. Eso era lo único que le interesaba, si resultaba ser tan buena como el chico decía, serviría. Desgraciadamente Ryan tuvo razón al creer que generaría problemas y así fue. Los matones escucharon las palabras del chico y vieron la droga, se acercaron con cara de pocos amigos hacia donde estaba sentado el par. Tenían aspectos rudos pero como la mayoría de los pobres matones de la ciudad solo eran eso: apariencia.
El más grande de ellos (se decía llamar Tuk) era un hombre moreno y de rasgados ojos cafés oscuro. Llevaba una ramera sin mangas lo suficientemente ajustada a su cuerpo para que se sobresalieran todos sus músculos, tenía un tatuaje de un ancla en su brazo derecho y el tatuaje de su “familia” en el izquierdo. Llevaba prendido un cigarro al cual le dio una calada y lanzó todo el humo en la cara de Ryan. Los otros dos no eran más que un adorno ante el incomparable Tuk, el que se creía rudo por medir casi dos metros. Él no sabía nada del mundo.
-Eso me pertenece – su voz era grave y tosca. Miró la bolsa de plástico –. No sé si son unos verdaderos idiotas, pero todo lo que está en esta ciudad me pertenece. A mí y a mi maestro.
Así comenzaban siempre las cosas, así siempre comenzaban los problemas. ¿Por qué siempre tenían que conseguir a los matones más estúpidos? Ryan lo miró enojado por haberle lanzado el humo en toda su cara, se levantó y lo encaró.
-No sé si eres un verdadero idiota, pero tienes cinco segundos para voltear tu fea cara e irte por la misma puerta que entraste.
Tuk solo se rio de las amenazas de Ryan. Tras dejar de reírse intentó golpearlo con todas sus fuerzas pero eso solo lo hacía verse ridículo: no puedes golpear de esa forma a un vampiro. El chico contraatacó clavando sus garras en el omoplato del estúpido matón. Este soltó un grito de dolor y miedo al mismo tiempo que la sangre comenzaba a salir de su cuerpo; miró aterrado a Ryan.
-Harás esto – le dijo al oído –, amigo. Irás donde está tu jefe y le dirás que Ryan ha vuelto y que tiene sed de recuperar todo lo que le quitaron en su ausencia.
El matón salió corriendo por la misma puerta que entró. El muchacho de ojos miel miró al novato que tenía a sus espaldas. Lo miró y le dijo que si quería ser alguien en la ciudad, debía jugar con inteligencia.
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Ubicación: Bar.
Compañía: NGC 1672.
Extra:
Bueno, respondiendo a tu pregunta...Sí, Alexander es idiota para este tipo de cosas xD, al menos de momento.
Creo que no es necesario que mencione lo muy incomodo, y algo nervioso, que me encontraba en este momento. Sentía que en cualquier momento me pondría a sudar como loco, especialmente durante los pocos segundos que espere por la respuesta del joven, finalmente dio a conocer su nombre, Ryan. Fruncí un poco el ceño en cuanto dijo sus siguientes palabras, prácticamente afirmaba que yo era un idiota. Mi ceño fruncido desapareció en cuanto me recordó el lugar donde estaba, era cierto.
Casi inmediatamente, me sentí tonto al tardar tanto en reaccionar, volví a colocar la bolsa con metanfetamina en el interior de mi bata, pero ya había sido demasiado tarde. Un trío de matones, ¿por que siempre serán 3?, se acercó a nuestra mesa, notándose bastante interesados en la droga.
-Eso me pertenece.-Declaró después de haber lanzado humo en la cara de Ryan, a lo que yo me mostré bastante molesto, estaba algo asustado, nunca antes había peleado con otra persona, pero no había llegado hasta aquí para que un trió de imbéciles me arrebataran lo que era mio.-No sé si son unos verdaderos idiotas, pero todo lo que está en esta ciudad me pertenece. A mí y a mi maestro.-Claramente no podríamos salir de esta por las buenas.
Para mi sorpresa Ryan no se intimido ni un poco por la presencia de esos tres bravucones, ni tampoco por la altura del que parecía ser su jefe, y por muy al contrario de mi les encaró. Al grandote pareció causarle gracia la amenaza que Ryan les había acabado de lanzar, y al terminar de reír lanzó un golpe hacía Ryan.-¡Cuida...-En eso, y aumentando mi sorpresa, Ryan no solo reacciono de forma lo suficientemente rápida como para anticipar el ataque sino que también contraataco, utilizando sus...¿garras?, seguro que era algún efecto por haber consumido alguna Fruta del Diablo, el matón grito por el dolor así como por miedo, mire como el hombre observaba con horror a Ryan.
-Harás esto.-Ryan le habló en el oído.-Irás donde está tu jefe y le dirás que Ryan ha vuelto y que tiene sed de recuperar todo lo que le quitaron en su ausencia.-Al terminar de hablar no pasó mucho tiempo cuando el matón salió corriendo y poco después fe seguido por sus secuaces.
Yo no podía estar más asombrado, pero a la vez me encontraba asustado, pero trate de tranquilizarme, era obvio que tarde o temprano tendría que derramar sangre yo también. Ryan me miró y me dijo que si quería ser alguien en esta ciudad debía jugar con inteligencia. Yo asentí aún procesando todo lo que había sucedido.-Si...fui muy estúpido...lo siento, te cause problemas.-Dije luego de haberme puesto en pie y haber hecho una pequeña reverencia.-Entonces...¿me ayudaras?.-Pregunté aún no muy seguro de que rayos era lo que acababa de suceder aquí, por sus palabras era fácil intuir que él ya había estado aquí desde hace algún tiempo y parece ser alguien importante en la ciudad.
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- Spoiler:
- Primero quiero disculparme por tardar casi una semana en responder, estoy en período de exámenes y la cosa va difícil. Segundo, la calidad del post no es la mejor... pero prometo que el próximo será muy bueno.
El novato quería ayuda y Ryan estaría dispuesto a concedérsela a cambio de algunos favores futuros. ¿A qué se refería? Entrar al mundo de las drogas era fácil, vamos... tenías algo que ofrecer y siempre habría alguien que te comprara, da lo mismo si tu producto era bueno o malo; lo realmente difícil era conservar tu “trabajo” y empezar a vender de forma más frecuente. Un gramo por allá, otro por acá, eso no es ser un buen dealer. Claro que no. Si querías estar dentro de los grandes, tenías que empezar a pensar como los grandes. Esos gramos que el muchacho tontamente puso sobre la mesa sería el primer paso para hacerlo ingresar al fabuloso mundo que para muchos resultaba ser demasiado peligroso.
-Sí, te ayudaré. Pero nos iremos 70 – 30. ¿Entiendes? Lo único que harás tú será producir, yo me encargaré de vender, hacer los contactos y conseguirte los ingredientes... así que me llevaré el 70%, si quieres negocia la balanza, mejor empieza a demostrar de lo que eres capaz.
Ryan sacó al muchacho de allí, lo subió al auto y condujo hasta un edificio que aparentemente parecía abandonado. Sin embargo el implemento que había en el subterráneo era de calidad industrial; el vampiro solo se encargaba de abastecer de cosas a sus nuevos juguetes para que le generaran dinero. El lugar era realmente hermoso para quien adorara la ciencia, poseía todo tipo de instrumentos.
Era el primer movimiento en el metafórico ajedrez del muchacho de cabellos rubios para comenzar la reconquista. Solo que esta vez... oh sí, sería completamente. Nada de división de terreno, sería todo para él. Las primeras batallas recién estaban comenzando, los primeros actores recién estaban comenzando la película y la mejor droga del mundo recién estaba comenzando a ser procesada.
-Sí, te ayudaré. Pero nos iremos 70 – 30. ¿Entiendes? Lo único que harás tú será producir, yo me encargaré de vender, hacer los contactos y conseguirte los ingredientes... así que me llevaré el 70%, si quieres negocia la balanza, mejor empieza a demostrar de lo que eres capaz.
Ryan sacó al muchacho de allí, lo subió al auto y condujo hasta un edificio que aparentemente parecía abandonado. Sin embargo el implemento que había en el subterráneo era de calidad industrial; el vampiro solo se encargaba de abastecer de cosas a sus nuevos juguetes para que le generaran dinero. El lugar era realmente hermoso para quien adorara la ciencia, poseía todo tipo de instrumentos.
Era el primer movimiento en el metafórico ajedrez del muchacho de cabellos rubios para comenzar la reconquista. Solo que esta vez... oh sí, sería completamente. Nada de división de terreno, sería todo para él. Las primeras batallas recién estaban comenzando, los primeros actores recién estaban comenzando la película y la mejor droga del mundo recién estaba comenzando a ser procesada.
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Post: 5.
Ubicación: Edificio abandonado.
Compañía: NGC1672.
Extra: Nada.
Si dijera que en estos momentos me sentía calmado estaría mintiendo deliberadamente, no sentía mi cuerpo tenso solo por la situación actual, ni tampoco era tanto por el lugar en el que estaba, si no por lo que me había llevado ahí. Si hace tan solo unos meses me hubieran dicho que comenzaría con la producción de metanfetamína para su venta, seguramente me hubiera sentido insultado. Era increíble como la vida daba tantas vueltas.-Sí, te ayudaré. Pero nos iremos 70 – 30. ¿Entiendes? Lo único que harás tú será producir, yo me encargaré de vender, hacer los contactos y conseguirte los ingredientes... así que me llevaré el 70%, si quieres negocia la balanza, mejor empieza a demostrar de lo que eres capaz.
Por un momento pensé en protestar, un 30% me parecía muy poco a comparación del 70% que el ganaría pero finalmente me lo guarde, supongo que de momento no estaba en condiciones de decir nada. Al menos de momento todo iba bien y si seguía así seguramente sería capas de llevar esto en marcha sin que el gobierno mundial me descubriera.
Casi inmediatamente después salimos del bar, era evidente que ya no había nada más que hacer en aquel lugar, volvimos al automóvil y condujo hasta un edificio abandonado.-¿Uh?.-Exclame al llegar al lugar, no sé, durante el camino me imagine muchos lugar a los cuales me podría llevar, un edificio abandonado estaba en la lista, si, pero no era exactamente mi primera opción.
No estaba realmente seguro de que era lo que sucedería después, ¿acaso me traía a este lugar para...no o sé, secuestrarme tal vez?. Inmediatamente sacudí mi cabeza desechando la ridícula idea, lo hubiera hecho hace ya un rato si quisiera. Entramos al edificio, no había mucho que ver ahí, pero el subterráneo era una historia muy distinta, el lugar estaba lleno de instrumentos y, bueno, en general me sentía como un niño en una tienda de juguetes.-¡Uau, Santa Claus llegó a la ciudad!.-Dije emocionado al ver el lugar, suponía que aquí era donde produciría la mejor metanfetamina del mundo. Esos cristales eran solo el comienzo, pronto crearía las mejores armas del mundo, de destrucción masiva, bombas, vehículos...y luego de eso, me retiraría, exploraría los océanos con mi propio submarino, el mejor de todos, solo tenía que hacer esto bien.
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Encendió el cigarrillo y miró todo a su alrededor; por lo general no gustaba de fumar en lugares cerrados pero aquella vez fue una de las tantas excepciones. Una sonrisa de satisfacción emergió de su perfecto rostro, con su mano disponible se arregló el cabello y comenzó a caminar inspeccionando que todo estuviera en orden. Lentamente el lugar comenzó a ser contaminado por el humo del cigarrillo pero eso era algo que poco le importaba. De pronto paró en seco.
-Necesitamos tener algo para que nos camufle, digo... Si tienes altos ingresos pero no tienes como justificarlos, el Gobierno te busca. Una empresa nos vendría bien, de eso me encargo yo.
Le dio otra calada a su cigarrillo justo en el momento en que escuchó un vehículo llegar; su oído era superior al de un humano. Subió por las escaleras hasta depositar su vista en una ventanilla y pudo contar hasta tres camionetas negras de las cuales descendieron varios hombres vestidos de negro. Por lo visto también iban muy bien armados; de primeras no pudo reconocer a que mafia pertenecían pero no tardaría en preguntarles. Ryan salió del laboratorio con una sonrisa de arrogancia en su rostro mirando al que parecía ser el líder de ellos. Se trataba de un hombre de baja estatura y una predominante panza que le salía por la camisa. Este dio un paso hacia delante depositando su mano en el arma de fuego que llevaba sujeta al cinturón.
El hombre encendió un puro y le tiró el humo en la cara a Ryan.
-Estás en tierras peligrosas, chico. Lastimaste a mis hombres y ahora te lastimaremos a ti; esta es mi zona y no soportaré que un idiota como tú las ensucie.
Ryan dio un paso hacia delante encarando brutamente al líder de la mafia. Estaba en clara desventaja numérica por lo que cualquier movimiento impulsivo lo dejaría más que descubierto y arriesgaba su vida.
-Tú eres el allegado aquí, no yo. Recuerda que pasa cuando los hombres intentan robarle el terreno a los demás – dijo acercando sus garras al cuello del hombre –. Te daré dos opciones: o trabajas para mí o te asesino en este preciso momento.
El hombre solo se rio y antes de sacar el arma ya fue víctima de las garras de Ryan, arrebatando otra vida más. Tomó rápidamente el cuerpo del hombre y lo usó como escudo ante la lluvia de balas que corría. Se aseguró quedando detrás de uno de los pilares y en el momento en que estuvo seguro revivió el cuerpo del capo mafioso para hacerlo luchar contra sus propios hombres. A medida que iban cayendo los hombres más aumentaba el poder del nigromante vampiro hasta que no quedó ninguno de ellos.
Se acercó hacia su compañero.
-Empieza a producir lo más rápido que puedas, estas tierras son muy peligrosas y no creo que tengamos todo el tiempo del mundo. Les tenemos que arrebatar sus tierras y hacerlas nuestras, conseguiremos a alguien que nos compre.
El sol se estaba poniendo y ya era hora de que el muchacho mostrara todo su potencial. Dibujó una sonrisa en su rostro.
-Necesitamos tener algo para que nos camufle, digo... Si tienes altos ingresos pero no tienes como justificarlos, el Gobierno te busca. Una empresa nos vendría bien, de eso me encargo yo.
Le dio otra calada a su cigarrillo justo en el momento en que escuchó un vehículo llegar; su oído era superior al de un humano. Subió por las escaleras hasta depositar su vista en una ventanilla y pudo contar hasta tres camionetas negras de las cuales descendieron varios hombres vestidos de negro. Por lo visto también iban muy bien armados; de primeras no pudo reconocer a que mafia pertenecían pero no tardaría en preguntarles. Ryan salió del laboratorio con una sonrisa de arrogancia en su rostro mirando al que parecía ser el líder de ellos. Se trataba de un hombre de baja estatura y una predominante panza que le salía por la camisa. Este dio un paso hacia delante depositando su mano en el arma de fuego que llevaba sujeta al cinturón.
El hombre encendió un puro y le tiró el humo en la cara a Ryan.
-Estás en tierras peligrosas, chico. Lastimaste a mis hombres y ahora te lastimaremos a ti; esta es mi zona y no soportaré que un idiota como tú las ensucie.
Ryan dio un paso hacia delante encarando brutamente al líder de la mafia. Estaba en clara desventaja numérica por lo que cualquier movimiento impulsivo lo dejaría más que descubierto y arriesgaba su vida.
-Tú eres el allegado aquí, no yo. Recuerda que pasa cuando los hombres intentan robarle el terreno a los demás – dijo acercando sus garras al cuello del hombre –. Te daré dos opciones: o trabajas para mí o te asesino en este preciso momento.
El hombre solo se rio y antes de sacar el arma ya fue víctima de las garras de Ryan, arrebatando otra vida más. Tomó rápidamente el cuerpo del hombre y lo usó como escudo ante la lluvia de balas que corría. Se aseguró quedando detrás de uno de los pilares y en el momento en que estuvo seguro revivió el cuerpo del capo mafioso para hacerlo luchar contra sus propios hombres. A medida que iban cayendo los hombres más aumentaba el poder del nigromante vampiro hasta que no quedó ninguno de ellos.
Se acercó hacia su compañero.
-Empieza a producir lo más rápido que puedas, estas tierras son muy peligrosas y no creo que tengamos todo el tiempo del mundo. Les tenemos que arrebatar sus tierras y hacerlas nuestras, conseguiremos a alguien que nos compre.
El sol se estaba poniendo y ya era hora de que el muchacho mostrara todo su potencial. Dibujó una sonrisa en su rostro.
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Post: 6.
Ubicación: Edificio abandonado.
Compañía: NGC 1672.
Extra: Nada.
Comencé a caminar por el lugar, observando todo el equipo que tendría a mi disposición, no era que desconfiara de su calidad o algo por el estilo, únicamente quería asegurarme de que tuviera todo lo necesario a la mano y así evitar futuros problemas, no tarde demasiado en poder observar todo lo que necesitaría para producir la metanfetamina e inclusive encontré más cosas, ya me gustaría tener todo este equipo disponible con el gobierno.--Necesitamos tener algo para que nos camufle, digo... Si tienes altos ingresos pero no tienes como justificarlos, el Gobierno te busca. Una empresa nos vendría bien, de eso me encargo yo.-La voz de Ryan capturo mi atención. Era verdad, tendría que "lavar" el dinero que ganara con todo esto, sería estúpido de mi parte si solo sacara dinero de la nada, especialmente cuando vengo de una familia no muy rica.
Por alguna razón Ryan subió por las escaleras, ¿habría sucedido algo o solo quería dar una vuelta?, no le tomé importancia alguna, él era lo suficientemente fuerte como para arreglárselas con cualquiera o eso parecía. Continué observando el equipo, tratando de memorizar donde se encontraba cada cosa, él espacio era suficiente como para preparar la meta sin problemas...excepto por una cosa, el lugar tenía algo de polvo, tendría que limpiar todo diariamente antes de comenzar a preparar la droga, supongo que esa era una de las desventajas de ser un científico "ilegal".
Repentinamente el sonido de balas me hizo ponerme en alerta, ¿acaso el Gobierno sabía que estaba aquí?, no, imposible, seguramente esos matones habían ido por refuerzos y nos habían seguido, la policía de esta isla o eran incapaces de detener la corrupción y a los criminales o eran corruptos, mucho menos serían capaces de saber todo lo que haríamos, por lo que solo podrían ser más matones.-Maldita sea.-Me dije con ira, no podía simplemente quedarme aquí escondido.
Subí las escaleras y me asome con cautela para ver que era lo que sucedía, tampoco era un guerrero, no me sorprendió el observar que Ryan se encargaba de ellos sin problemas, era alguien peligroso y más me valía no hacerle enojar. Ryan se acercó a mi.-Empieza a producir lo más rápido que puedas, estas tierras son muy peligrosas y no creo que tengamos todo el tiempo del mundo. Les tenemos que arrebatar sus tierras y hacerlas nuestras, conseguiremos a alguien que nos compre.-Me dijo con voz sería.
-Muy bien, para mañana en la mañana podre tener 10 kilos.-Le dije serio mientras entraba de vuelta al laboratorio, primero tendría que limpiar el lugar, no me tomaría mucho tiempo, por desgracia pero a la vez afortunadamente estaba acostumbrado.
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Finalmente la efímera noche tomó lugar reemplazando la cálida luz que entregaba seguridad a los hombres de la ciudad. La luna se alzaba imponente en el cielo entregando algo de luminosidad. Fuera del laboratorio se encontraba la figura que desde un principio juró limpiar las calles de la estúpida mafia. Llevaba ambas espadas en la espalda y un traje oscuro, como la misma noche. Hace poco había descubierto que la verdadera cabeza de todas las operaciones se encontraba a un par de kilómetros. Ryan aún tenía contactos en el pueblo por lo que supo que aquella noche el hombre... más bien a la mujer a quien buscaba iba de paseo al cine con su esposo.
Había memorizado la apariencia de la chica para no equivocarse. Tomó la moto que había estacionada un poco más allá y comenzó su corrida hacia el cine que se encontraba a no más de veinte minutos. El tiempo pasó rápido. Debía estar antes de las 00:00 horas para enfrentar a la mujer junto con toda su horda de matones que no suponían problema alguno para Ryan. Esperó unos cuantos minutos hasta que apareció una preciosa furgoneta y detrás de ella iba un auto negro, completamente reluciente. Allí iba la mujer a quien quería.
Una mujer se bajó del vehículo. Su piel era blanca, pálida como la mismísima luna mientras que sus ojos brillaban; llevaba un vestido carmesí ajustado a su cuerpo que dejaba a la vista su enorme busto. De la otra puerta un hombre que llevaba un traje sumamente elegante descendió del vehículo. Se trataba de su esposo, un humano gordo y barbón que delataba un aspecto débil.
–Es mi turno de actuar – dijo Ryan –.
La pareja ingresó al cine y el muchacho de cabellos rubios procuró estar pendiente de la película que entrarían a ver. Así mismo él también ingresó a la función. El voluptuoso hombre entró junto a sus guardaespaldas quienes echaron de la sala a todos los presentes quedando únicamente el muchacho perteneciente al Ejército Revolucionario quien tuvo que dejar sus espadas en la moto. Al ver que no quería salir, uno de los matones se dirigió hacia él.
–Tienes cinco segundos para mover tu culo de aquí si no quieres que una de mis balas entre por tu garganta, muchachito.
–¿No sabes quién soy? – preguntó Ryan mientras se levantaba de su asiento – Mi nombre es Ryan, Oficial del Ejército Revolucionario.
Sacó un cartel de Se busca con 340.000.000 de berries. El guardaespaldas retrocedió un paso antes de ser asesinado por las manos del Oficial; usando su transformación completa llegó directamente hacia los demás guardaespaldas quienes se vieron completamente reducidos por el poder de la bestia sangrienta. El esposo de la bella mujer cayó al suelo sin poder defenderse viendo al vampiro que se acercaba tras su cuello.
–¡¡Lo siento!! No sé lo que he hecho para molestarte... ¡Pero déjame ir! – Se levantó y tomó a su mujer del brazo – ¡Mira, mira! Te regalaré a esta mujer, es preciosa y tiene unos buenos senos.
Ryan solo sonrió.
–Así que así es como tratas a tu esposa, ¿eh? ¿Cuál es tu nombre?
–Martis...
–No el tuyo, bola de carne. El de la mujer.
En un principio se podía ver completamente aterrada pero pasado unos cuantos segundos su temor pasó a ser seguridad y respondió completamente confiada.
–Mi nombre es Michelle...
–Verás, a cambio de la vida de tu esposo te ofreceré un poder que jamás has imaginado.
La mujer, como respuesta a la actuación de su esposo aceptó sin chistar. Ryan tan solo usando su mano derecha le arrebató la vida al mafioso. Se acercó al cuello de la bella mujer, condujo sus manos hacia la cintura de ella y la apegó a su cuerpo clavando sus enormes colmillos. Michelle soltó un pequeño gemido, mezcla entre placer y dolor, para luego caer al suelo. Pasado unos minutos la criatura miró a su nuevo amo.
Ryan le indicó que debía comer. Le entregó el mismo cuerpo de su ex esposo y esta se abalanzó hacia él dejándolo completamente vacío.
–Ahora eres como yo, y cómo te he dado este regalo trabajarás para mí. Manejarás por mí este pequeño mundo de las drogas y dejarás a mi socio que trafique tranquilamente.
Una vez de vuelta en el laboratorio, el vampiro le contó a su compañero todo lo que hizo con tal de que supiera que ya estaría libre de trabajar y producir cuanto quisiese.
–Tienes el camino libre. Yo debo estar de vuelta en mi hogar, por lo que nos veremos dentro de algunos meses. Estás bajo protección de Michelle, la mujer que está a cargo de manejar este mundo.
Tras mencionar esas palabras su figura desapareció completamente.
Había memorizado la apariencia de la chica para no equivocarse. Tomó la moto que había estacionada un poco más allá y comenzó su corrida hacia el cine que se encontraba a no más de veinte minutos. El tiempo pasó rápido. Debía estar antes de las 00:00 horas para enfrentar a la mujer junto con toda su horda de matones que no suponían problema alguno para Ryan. Esperó unos cuantos minutos hasta que apareció una preciosa furgoneta y detrás de ella iba un auto negro, completamente reluciente. Allí iba la mujer a quien quería.
Una mujer se bajó del vehículo. Su piel era blanca, pálida como la mismísima luna mientras que sus ojos brillaban; llevaba un vestido carmesí ajustado a su cuerpo que dejaba a la vista su enorme busto. De la otra puerta un hombre que llevaba un traje sumamente elegante descendió del vehículo. Se trataba de su esposo, un humano gordo y barbón que delataba un aspecto débil.
–Es mi turno de actuar – dijo Ryan –.
La pareja ingresó al cine y el muchacho de cabellos rubios procuró estar pendiente de la película que entrarían a ver. Así mismo él también ingresó a la función. El voluptuoso hombre entró junto a sus guardaespaldas quienes echaron de la sala a todos los presentes quedando únicamente el muchacho perteneciente al Ejército Revolucionario quien tuvo que dejar sus espadas en la moto. Al ver que no quería salir, uno de los matones se dirigió hacia él.
–Tienes cinco segundos para mover tu culo de aquí si no quieres que una de mis balas entre por tu garganta, muchachito.
–¿No sabes quién soy? – preguntó Ryan mientras se levantaba de su asiento – Mi nombre es Ryan, Oficial del Ejército Revolucionario.
Sacó un cartel de Se busca con 340.000.000 de berries. El guardaespaldas retrocedió un paso antes de ser asesinado por las manos del Oficial; usando su transformación completa llegó directamente hacia los demás guardaespaldas quienes se vieron completamente reducidos por el poder de la bestia sangrienta. El esposo de la bella mujer cayó al suelo sin poder defenderse viendo al vampiro que se acercaba tras su cuello.
–¡¡Lo siento!! No sé lo que he hecho para molestarte... ¡Pero déjame ir! – Se levantó y tomó a su mujer del brazo – ¡Mira, mira! Te regalaré a esta mujer, es preciosa y tiene unos buenos senos.
Ryan solo sonrió.
–Así que así es como tratas a tu esposa, ¿eh? ¿Cuál es tu nombre?
–Martis...
–No el tuyo, bola de carne. El de la mujer.
En un principio se podía ver completamente aterrada pero pasado unos cuantos segundos su temor pasó a ser seguridad y respondió completamente confiada.
–Mi nombre es Michelle...
–Verás, a cambio de la vida de tu esposo te ofreceré un poder que jamás has imaginado.
La mujer, como respuesta a la actuación de su esposo aceptó sin chistar. Ryan tan solo usando su mano derecha le arrebató la vida al mafioso. Se acercó al cuello de la bella mujer, condujo sus manos hacia la cintura de ella y la apegó a su cuerpo clavando sus enormes colmillos. Michelle soltó un pequeño gemido, mezcla entre placer y dolor, para luego caer al suelo. Pasado unos minutos la criatura miró a su nuevo amo.
Ryan le indicó que debía comer. Le entregó el mismo cuerpo de su ex esposo y esta se abalanzó hacia él dejándolo completamente vacío.
–Ahora eres como yo, y cómo te he dado este regalo trabajarás para mí. Manejarás por mí este pequeño mundo de las drogas y dejarás a mi socio que trafique tranquilamente.
Una vez de vuelta en el laboratorio, el vampiro le contó a su compañero todo lo que hizo con tal de que supiera que ya estaría libre de trabajar y producir cuanto quisiese.
–Tienes el camino libre. Yo debo estar de vuelta en mi hogar, por lo que nos veremos dentro de algunos meses. Estás bajo protección de Michelle, la mujer que está a cargo de manejar este mundo.
Tras mencionar esas palabras su figura desapareció completamente.
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Ubicación: Laboratorio.
Compañía: Nadie.
Extra: Final. Siento la tardanza NGC, tuve problemas con mi compañía de internet.
Me encontraba de pie en la entrada del laboratorio, observando todo el equipo, suspiré pesadamente, aquí no iba a haber empleados que limpiaran todo el equipo por mi, ni siquiera personas que me ayudaran a hacer el trabajo.-Supongo que así es como comienzo.-Me dije.-Los más grandes también fueron pequeños.-Me dí ánimos y tome la escoba, ya tenía cierta práctica utilizándola así que no me tomaría mucho tiempo barrer el lugar, aunque de todas formas el piso no tenía demasiado polvo. Solo tarde 10 minutos en barrer.-Nada mal.-Comenté al aire observando el buen trabajo que había hecho, me dedicaría a esto..si tan solo dejara dinero.
Caminé hasta el fregadero, tome un trapo, lo enjuague para luego exprimirlo bien. Por fortuna los equipos de metal no estaban muy sucios, en su mayoría, y termine rápido con ellos, la parte más difícil fueron los recipientes de cristales. Finalmente, y luego de un total de 30 minutos de limpieza, el laboratorio estaba listo para comenzar a trabajar.-Hora de que el Chef cocine.-Me dije con ánimos.
Esta vez abroché todos los botones de mi bata, normalmente la llevaba desabrochada, pero no podía hacer eso en un laboratorio, medida de seguridad básica, se te pega...supongo. En eso llegó Ryan, ¿acompañado de una mujer?, debía admitirlo, físicamente era una mujer muy atractiva, piel pálida y además llevaba un vestido color carmesí que la hacía ver muy bien...pero igualmente había algo en ella que no dejaba de incomodarme, podía ser solo mi imaginación, pero su mirada...pareciera que no fuera humana.
Ryan me explicó que era lo que había hecho en lo que yo estaba aquí limpiando, me quede sin palabras, aunque lo disimule bien...o al menos eso creo. Ryan era definitivamente una persona a la que no me gustaría enfadar, hasta este momento había creído que le vería constantemente, pero parece que no será así, mejor, supongo; no es una persona a la que puedas acostumbrarte, simplemente no podía dejar de sentir que estaba haciendo todo lo que él quería cada momento.-Tienes el camino libre. Yo debo estar de vuelta en mi hogar, por lo que nos veremos dentro de algunos meses. Estás bajo la protección de Michelle, la muer que está a cargo de manejar este mundo.-Luego de eso desapareció, dejándome solo con la chica vampiro.
Le mire unos momentos, con el ceño levemente fruncido, pero todo era fingido, en realidad estaba más que intimidado, muy probablemente ella lo sabía.-Debo "cocinar".-Dije volviendo a lo mio.
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