NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La última vez me lo había pasado muy bien en esta ciudad y reconocí que me gustaría volver a verla. El lugar era increíblemente emocionante, lleno de diversiones y lo mejor de todo es que siempre estaba oscuro: siempre era de noche. Avanzaba con mi vehículo negro y brillante escuchando un poco de música a todo volumen mientras pasaba por el túnel que unía dos zonas completamente distintas. Oh, la mera perfección al poder apreciar nuevamente la resplandeciente ciudad en donde los enormes mastodontes de concreto se iluminaban con un centenar de diversas luces.
Tras dejar atrás el túnel un sentimiento de libertad recorrió todo mi cuerpo, en ese lugar era totalmente libre. Estaba ajeno a las obligaciones de la Revolución, no necesitaba preocuparme por la aparición de los marines, simplemente mi única obligación era pasarla bien. Aún tenía el departamento que había comprado hace un par de meses por lo que me serviría para pasar las noches en tal ciudad; recordaba que era un lugar muy cómodo y acogedor para las invitadas. Sonreí maliciosamente y apreté el acelerador mientras escuchaba el rugir del motor de mi auto.
Al llegar pude notar que nada había cambiado, todo estaba exactamente igual a como lo había dejado. Lo único que pude notar es que estaba increíblemente limpio, pero por lo demás todo estaba perfecto. Incluso las botellas de alcohol estaban exactamente hasta donde las dejé. Llamé a la conserjería para pedir que subieran las maletas que eché a mi automóvil. Mientras los hombres llegaban me saqué la chaqueta café que llevaba puesta, saqué un vaso del bar y me serví un whiskey con dos hielos. Un exquisito ejemplar de más de cuarenta y cinco años de añejado.
-¡Cómo extrañaba estos momentos!
Sonreí para mí mismo y cuando los hombres dejaron todas mis maletas en el salón de mi departamento bajé hasta el vestíbulo para salir y caminar hasta el parque. Era un lugar realmente hermoso para caminar, siempre estaba oscuro y las experiencias nocturnas son de las mejores. Mientras caminaba en dirección al parque encendí un cigarrillo para calmar mis ansias de pasarla bien, aún tenía suficiente tiempo para disfrutar mi semana de descanso. Mi paso era lento y apreciaba cada segundo que pasaba allí.
Por un momento pensé en que cuando me liberara de mis responsabilidades como Revolucionario podría ser dueño de una ciudad como esta. Si entiendes lo que digo, es que será una ciudad de abundante fiesta. Como sea, no era una mala idea pero lo veía como un sueño bastante lejano.
Esa noche tenía que hacer muchas cosas que había anotado en mi agenda mental y entre una de ellas estaba tener una cita a ciegas. A veces cuando estaba completamente aburrido me dedicaba a hacer esas cosas, además siempre podía disfrutar un poco más y convertir a alguien en vampiro. No creas las cosas que la gente te pide en momentos íntimos, en fin... ya quisieras saber eso. ¿Qué estaba contando? Cierto. Aunque ese no era mi único objetivo, era uno de los más graciosos ya que siempre podías pasarla bien conociendo a alguien.
Me senté frente a la cafetería que se encontraba entre medio del parque y pedí un whiskey con algo para comer mientras esperaba que algo grandioso sucediera. A veces los milagros llegan a las personas menos esperadas.
Tras dejar atrás el túnel un sentimiento de libertad recorrió todo mi cuerpo, en ese lugar era totalmente libre. Estaba ajeno a las obligaciones de la Revolución, no necesitaba preocuparme por la aparición de los marines, simplemente mi única obligación era pasarla bien. Aún tenía el departamento que había comprado hace un par de meses por lo que me serviría para pasar las noches en tal ciudad; recordaba que era un lugar muy cómodo y acogedor para las invitadas. Sonreí maliciosamente y apreté el acelerador mientras escuchaba el rugir del motor de mi auto.
Al llegar pude notar que nada había cambiado, todo estaba exactamente igual a como lo había dejado. Lo único que pude notar es que estaba increíblemente limpio, pero por lo demás todo estaba perfecto. Incluso las botellas de alcohol estaban exactamente hasta donde las dejé. Llamé a la conserjería para pedir que subieran las maletas que eché a mi automóvil. Mientras los hombres llegaban me saqué la chaqueta café que llevaba puesta, saqué un vaso del bar y me serví un whiskey con dos hielos. Un exquisito ejemplar de más de cuarenta y cinco años de añejado.
-¡Cómo extrañaba estos momentos!
Sonreí para mí mismo y cuando los hombres dejaron todas mis maletas en el salón de mi departamento bajé hasta el vestíbulo para salir y caminar hasta el parque. Era un lugar realmente hermoso para caminar, siempre estaba oscuro y las experiencias nocturnas son de las mejores. Mientras caminaba en dirección al parque encendí un cigarrillo para calmar mis ansias de pasarla bien, aún tenía suficiente tiempo para disfrutar mi semana de descanso. Mi paso era lento y apreciaba cada segundo que pasaba allí.
Por un momento pensé en que cuando me liberara de mis responsabilidades como Revolucionario podría ser dueño de una ciudad como esta. Si entiendes lo que digo, es que será una ciudad de abundante fiesta. Como sea, no era una mala idea pero lo veía como un sueño bastante lejano.
Esa noche tenía que hacer muchas cosas que había anotado en mi agenda mental y entre una de ellas estaba tener una cita a ciegas. A veces cuando estaba completamente aburrido me dedicaba a hacer esas cosas, además siempre podía disfrutar un poco más y convertir a alguien en vampiro. No creas las cosas que la gente te pide en momentos íntimos, en fin... ya quisieras saber eso. ¿Qué estaba contando? Cierto. Aunque ese no era mi único objetivo, era uno de los más graciosos ya que siempre podías pasarla bien conociendo a alguien.
Me senté frente a la cafetería que se encontraba entre medio del parque y pedí un whiskey con algo para comer mientras esperaba que algo grandioso sucediera. A veces los milagros llegan a las personas menos esperadas.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una bonita ciudad. La noche la invadía totalmente, y eso podía ser bueno. Milena adoraba la noche, y por ello se estaba paseando por el sitio. Ya había oído rumores de que era una isla increíble, y no era la primera vez que la impresionaban con aquellos rumores. En el islote del casino, descubrió un mundo fantástico, al que dijo de volver algún día. Lo pasó realmente bien, y el poder eliminar a dos piratas lo mejoró muchísimo. Ella solía reprimir sus enfados a los criminales, a los que cortaba de forma violenta con su espada. No tenía miramientos en aquellas cosas, y encima adoraba el poder de su fruta del diablo. Poder usarla contra sus oponentes la divertía mucho. El problema es que, ya no sonreía ni siquiera en sus peleas. Solía ser una mujer seria y de poca confianza. Se dedicaba a trabajar en sus cosas, y casi siempre se molestaba por nada.
La culpa de aquello la tenía Ushio. Ese idiota la humilló delante de toda Baterilla, o al menos de muchas personas. Aun le dolía la herida del intento de suicidio, y el corte violento que ella misma se dio en el hombro derecho, en el cual había una enorme cicatriz. No pensaba olvidarse hasta que el moreno le trajese la cabeza del pistolero que la insultó, y que él encima defendió. En esos momentos, ella caminaba por un pequeño parque de la isla. Su mirada indicaba que no estaba de buenas. Llevaba el pelo suelto, y dos mechones enormes bajaban por sus hombros hacia el pecho. Poseía un flequillo un poco largo. Vestía con un hakama blanco, el cual llevaba abierto, dejando sus pechos cubiertos por unos gruesos vendajes. Tenía poco de calor. Los pantalones eran blancos también, y en sus pies había unas sandalias de madera.
La joven portaba como única arma, su preciosa katana. La llevaba metida en una funda de color ocre, la cual llevaba atada a la cintura. Sus pasos la llevaron a una especie de cafetería. Justo cuando ella entraba, pudo ver a un tipo rubio pedir un vaso de alcohol. Se quedó mirándolo unos momentos, como si le sonase de algo. – Déjalo, son imaginaciones tuyas. – Se dijo así misma mientras soltaba un suspiro. Miró un poco a su alrededor entonces. Pudo ver muchos sitios ocupados, en ese momento soltó un suspiro, y se quedó mirando al hombre de cabellos rubios de antes. Frunció el ceño sintiendo un poco de vergüenza al tener que pedírselo, pero no le quedaba otra opción que decirlo. Soltó un suspiro, cerró los ojos y trató de relajarse. Se notaba demasiado que estaba de muy mal humor, y no quería tener que armar un escándalo.
Caminó hacia él de forma lenta, y después se sentó justo en frente. Sus rojizos ojos se clavaron en los de él, y después de ello le habló en un tono tranquilo. – Todo está ocupado ¿Te importa que me siente aquí? O ¿Esperas a un amigo? – Si iba a resultar una molestia, ella misma se iría a otro local. En ese momento, sin esperar respuesta, pidió una botella de ron. Se estiró un poco, y dejó su mochila a un lado de la mesa. Por suerte, era pequeña y no abarcaba mucho espacio. Milena entrecerró los ojos, mirando al rubio, y esperando una respuesta. Ella parecía muy seria, y no era para menos después de lo que había tenido que soportar. No estaba hecha a aquel tipo de situaciones por así decirlo. Soltó un enorme suspiro, moviendo un poco el flequillo de esa forma debido al leve viento.
La culpa de aquello la tenía Ushio. Ese idiota la humilló delante de toda Baterilla, o al menos de muchas personas. Aun le dolía la herida del intento de suicidio, y el corte violento que ella misma se dio en el hombro derecho, en el cual había una enorme cicatriz. No pensaba olvidarse hasta que el moreno le trajese la cabeza del pistolero que la insultó, y que él encima defendió. En esos momentos, ella caminaba por un pequeño parque de la isla. Su mirada indicaba que no estaba de buenas. Llevaba el pelo suelto, y dos mechones enormes bajaban por sus hombros hacia el pecho. Poseía un flequillo un poco largo. Vestía con un hakama blanco, el cual llevaba abierto, dejando sus pechos cubiertos por unos gruesos vendajes. Tenía poco de calor. Los pantalones eran blancos también, y en sus pies había unas sandalias de madera.
La joven portaba como única arma, su preciosa katana. La llevaba metida en una funda de color ocre, la cual llevaba atada a la cintura. Sus pasos la llevaron a una especie de cafetería. Justo cuando ella entraba, pudo ver a un tipo rubio pedir un vaso de alcohol. Se quedó mirándolo unos momentos, como si le sonase de algo. – Déjalo, son imaginaciones tuyas. – Se dijo así misma mientras soltaba un suspiro. Miró un poco a su alrededor entonces. Pudo ver muchos sitios ocupados, en ese momento soltó un suspiro, y se quedó mirando al hombre de cabellos rubios de antes. Frunció el ceño sintiendo un poco de vergüenza al tener que pedírselo, pero no le quedaba otra opción que decirlo. Soltó un suspiro, cerró los ojos y trató de relajarse. Se notaba demasiado que estaba de muy mal humor, y no quería tener que armar un escándalo.
Caminó hacia él de forma lenta, y después se sentó justo en frente. Sus rojizos ojos se clavaron en los de él, y después de ello le habló en un tono tranquilo. – Todo está ocupado ¿Te importa que me siente aquí? O ¿Esperas a un amigo? – Si iba a resultar una molestia, ella misma se iría a otro local. En ese momento, sin esperar respuesta, pidió una botella de ron. Se estiró un poco, y dejó su mochila a un lado de la mesa. Por suerte, era pequeña y no abarcaba mucho espacio. Milena entrecerró los ojos, mirando al rubio, y esperando una respuesta. Ella parecía muy seria, y no era para menos después de lo que había tenido que soportar. No estaba hecha a aquel tipo de situaciones por así decirlo. Soltó un enorme suspiro, moviendo un poco el flequillo de esa forma debido al leve viento.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Habían pasado unos cuantos minutos cuando encendí otro cigarrillo, esta vez era un poco más especial que el de antes. Tenía un increíble sabor a caramelo, fue enrolado por mí mismo con mis habilidades manuales por lo que quedó ligeramente diferente a aquellos que compras en una tabaquería. Mientras leía un libro que hace mucho no cogía le daba una calada al cigarrillo; hace mucho tiempo había abandonado el hábito de leer porque su puesto de Oficial me lo exigía, siempre debía estar en muchos lugares a la vez y a veces tenía que cuidar de compañeros tan torpes que el tiempo no me alcanzaba.
El libro era sumamente interesante, como la noche que se imponía frente a mí. Miré al cielo esperando una respuesta, algo que me sacara de mis pensamientos y como si una respuesta se tomara ante a mi petición, apareció una chica de cabellos rojos. Misteriosamente tenía un aspecto que recordaba... sí, exacto. Se parecía mucho a la chica que conocí en una misión que me encargó un estimado profesor que conocí hace mucho tiempo; pero aquella mujer era completamente distinta, su aura y esencia era diferente. Quizás... solo era el parecido físico y no se trataba de nada más. Aunque Kei jamás mencionó que tenía una hermana gemela, en todo el tiempo que viajamos juntos.
Me pidió el puesto que tenía en frente de mí. Ciertamente no esperaba a nadie, por lo que como si el destino quisiera juntar a dos personas, ella tomó el asiento de enfrente. ¿Qué posibilidad había en un mundo tan grande que dos personas se juntaran justo cuando todas las demás mesas estaban ocupadas? Daba mucho para pensar y por alguna razón sentí que esa noche lo pasaría increíblemente bien.
-Estamos en un mundo ciertamente libre – le respondí mientras cerraba el libro de física cuántica que leía por trigésima vez –. Claro que puedes tomar asiento.
Mi vaso de whiskey estaba vacío de un momento a otro por lo que cuando el mesero llegó con una botella de ron que yo no pedí, aproveché para comprar una del whiskey de mi antojo. Tenía mucho dinero y jamás me había preocupado por comprar lo más caro; los lujos eran algo que se me daba bien, no era para nada un ser altruista ni considerado con el resto de la raza humana. Generalmente me importaban más los años de añejado que la marca del mismo, pero en esa ocasión pedí uno cuyos orígenes se remontaban a un lugar muy lejano de Dark Dome. ¿Cómo llegó hasta allí? Con mucha suerte y ayuda de los mismos reyes marinos, pensaba yo.
Le pasé el dinero por la compra y unas cuantas monedas más para la propina. El sitio estaba realmente acogedor mientras observaba a la chica sin saber aún si entablar conversación con ella. Establecer contacto era una condición humana típica la cual adopté sin ningún resentimiento, de hecho casi todo lo que hacía eran acciones de los humanos; desde escuchar una canción hasta pensar solo en mí mismo. Sonreí enseñando mis colmillos, no pude evitar hacerlo tras tener un pensamiento como ese.
Me tomó unos veinticuatro segundos entender que las casualidades significaban algo y que ese algo dependía de uno mismo considerarlo digno o no de tomarlo. Por suerte ese día andaba con mucho ánimo y sabía que no me arrepentiría hacerlo. Después de todo, cada persona es un mundo distinto, ¿no? Y como científico que era necesitaba saber un poco más de todo.
-Por cierto, mi nombre es Ryan Mïller – mentí, como siempre –. ¿Qué buscas en una ciudad tan distinguida como esta?
Mi voz era elegante y armónica, la había trabajado lo suficiente para encuentros así. El carisma y el encanto eran actitudes que todo líder debía fortalecer, y por suerte a mí se me daban bien. ¿Por qué escogí ese nombre? Últimamente me proclamo a mí mismo como Ryan, pero el apellido Mïller me recordaba épocas en donde lo único que me preocupaba era saber un poco más de todo. Había una gran cantidad de preguntas que le podía formular, pero creí que en ese momento esa era la más acertada.
El libro era sumamente interesante, como la noche que se imponía frente a mí. Miré al cielo esperando una respuesta, algo que me sacara de mis pensamientos y como si una respuesta se tomara ante a mi petición, apareció una chica de cabellos rojos. Misteriosamente tenía un aspecto que recordaba... sí, exacto. Se parecía mucho a la chica que conocí en una misión que me encargó un estimado profesor que conocí hace mucho tiempo; pero aquella mujer era completamente distinta, su aura y esencia era diferente. Quizás... solo era el parecido físico y no se trataba de nada más. Aunque Kei jamás mencionó que tenía una hermana gemela, en todo el tiempo que viajamos juntos.
Me pidió el puesto que tenía en frente de mí. Ciertamente no esperaba a nadie, por lo que como si el destino quisiera juntar a dos personas, ella tomó el asiento de enfrente. ¿Qué posibilidad había en un mundo tan grande que dos personas se juntaran justo cuando todas las demás mesas estaban ocupadas? Daba mucho para pensar y por alguna razón sentí que esa noche lo pasaría increíblemente bien.
-Estamos en un mundo ciertamente libre – le respondí mientras cerraba el libro de física cuántica que leía por trigésima vez –. Claro que puedes tomar asiento.
Mi vaso de whiskey estaba vacío de un momento a otro por lo que cuando el mesero llegó con una botella de ron que yo no pedí, aproveché para comprar una del whiskey de mi antojo. Tenía mucho dinero y jamás me había preocupado por comprar lo más caro; los lujos eran algo que se me daba bien, no era para nada un ser altruista ni considerado con el resto de la raza humana. Generalmente me importaban más los años de añejado que la marca del mismo, pero en esa ocasión pedí uno cuyos orígenes se remontaban a un lugar muy lejano de Dark Dome. ¿Cómo llegó hasta allí? Con mucha suerte y ayuda de los mismos reyes marinos, pensaba yo.
Le pasé el dinero por la compra y unas cuantas monedas más para la propina. El sitio estaba realmente acogedor mientras observaba a la chica sin saber aún si entablar conversación con ella. Establecer contacto era una condición humana típica la cual adopté sin ningún resentimiento, de hecho casi todo lo que hacía eran acciones de los humanos; desde escuchar una canción hasta pensar solo en mí mismo. Sonreí enseñando mis colmillos, no pude evitar hacerlo tras tener un pensamiento como ese.
Me tomó unos veinticuatro segundos entender que las casualidades significaban algo y que ese algo dependía de uno mismo considerarlo digno o no de tomarlo. Por suerte ese día andaba con mucho ánimo y sabía que no me arrepentiría hacerlo. Después de todo, cada persona es un mundo distinto, ¿no? Y como científico que era necesitaba saber un poco más de todo.
-Por cierto, mi nombre es Ryan Mïller – mentí, como siempre –. ¿Qué buscas en una ciudad tan distinguida como esta?
Mi voz era elegante y armónica, la había trabajado lo suficiente para encuentros así. El carisma y el encanto eran actitudes que todo líder debía fortalecer, y por suerte a mí se me daban bien. ¿Por qué escogí ese nombre? Últimamente me proclamo a mí mismo como Ryan, pero el apellido Mïller me recordaba épocas en donde lo único que me preocupaba era saber un poco más de todo. Había una gran cantidad de preguntas que le podía formular, pero creí que en ese momento esa era la más acertada.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
L a pelirroja no tardó mucho en sonreír de lado cuando escuchó que podía estar en la mesa. La verdad es que la científica no tenía muchas ganas de tener que patearse la ciudad entera. La pereza y ella no solían ir cogidas de la mano, pero en aquella ocasión era un claro sí. Soltó un pequeño suspiro, echándole el pelo a un lado para que no le estorbase mucho. Solía perder la vista, y quedar con una visión llena de cabellos rojos por culpa del pelo. No era un problema enorme, pero en un combate podía ser motivo de perder la vida en poco tiempo. Ella tenía unos reflejos muy buenos, pero quería conservar partes de su cuerpo. Perder un brazo, pierna o cualquier zona que le sirviera, no era una opción. Sobre todo los ojos, los cuales usaba para poder leer sus documentos y demás. Era su forma de ver las cosas.
En poco tiempo apareció el camarero con su preciosa botella de ron. Ella la tomó con calma, y con toda la tranquilidad del mundo, la abrió despacio. Notó el fuerte olor recorrer sus fosas nasales entonces, pero le daba lo mismo, estaba acostumbrada. Desde el primer día que pisó Jaya, hasta ese momento. Unos dos años y medio desde que la pelirroja se había metido en el mundo de beber alcohol. No era nada malo, podía controlarse bien. Al menos ella pensaba de esa forma. Sin pensarlo, le dio un enorme trago a la botella. Notó el líquido recorrer su garganta, y quemarla un poco, pero le daba lo mismo. Después soltó un enorme suspiro, y dejó el objeto a un lado. No iba a terminarla en un momento, y tenía noche de sobra. De hecho, siempre estaba oscuro en la isla, por lo que su tiempo era infinito en ese sitio.
En ese momento pudo ver los colmillos del rubio. Eso lo había visto en usuarios del tipo zoan, pero en ningún sitio más, de modo que sospechó por su teoría. Escuchó sus palabras, y por ello no pudo evitar sonreír de lado. La pregunta la dejó un poco descolocada, pero era de respuesta rápida. – Me la recomendaron, y ahora que la veo me parece impresionante. – Dijo en un tono normal. Después volvió a beber de su botella con calma. El sabor de nuevo la hizo abrir un poco la boca, pero nada serio. Después de todo, el alcohol era así. Se rascó un momento la frente, y después miró la mochila. La abrió con cuidado, y de ella sacó lo que pareció ser, una pequeña libreta, y un lápiz de color verde. El plan era apuntar unos datos sobre las plantas que había podido ver, antes de que se le olvidaran.
Una vez lo hizo, se quedó mirando unos momentos lo que había escrito. Todo era común, y no había hierbas con dientes ni nada parecido. La científica suspiró unos momentos, y cerró la libreta, metiéndola después en la mochila. En cuanto lo hizo, volvió a mirar al chico rubio que tenía frente a él. – Por cierto ¿Eres un usuario Zoan? He visto dientes así antes. – Preguntó clavando sus rojizos ojos en los de aquel hombre. A continuación volvió a beber con mucha tranquilidad. Llevaba casi media botella, y por el momento podía aguantar. – Me llamo Milena Slicerin, científica. – Dijo con toda la calma del mundo. No desvelaría que trabajaba para el departamento del gobierno mundial, eso era cosa de ella. Simplemente diría que trabajaba para sí misma. Era una chica que no confiaba mucho en los desconocidos, y de ahí el carácter que tenía.
En poco tiempo apareció el camarero con su preciosa botella de ron. Ella la tomó con calma, y con toda la tranquilidad del mundo, la abrió despacio. Notó el fuerte olor recorrer sus fosas nasales entonces, pero le daba lo mismo, estaba acostumbrada. Desde el primer día que pisó Jaya, hasta ese momento. Unos dos años y medio desde que la pelirroja se había metido en el mundo de beber alcohol. No era nada malo, podía controlarse bien. Al menos ella pensaba de esa forma. Sin pensarlo, le dio un enorme trago a la botella. Notó el líquido recorrer su garganta, y quemarla un poco, pero le daba lo mismo. Después soltó un enorme suspiro, y dejó el objeto a un lado. No iba a terminarla en un momento, y tenía noche de sobra. De hecho, siempre estaba oscuro en la isla, por lo que su tiempo era infinito en ese sitio.
En ese momento pudo ver los colmillos del rubio. Eso lo había visto en usuarios del tipo zoan, pero en ningún sitio más, de modo que sospechó por su teoría. Escuchó sus palabras, y por ello no pudo evitar sonreír de lado. La pregunta la dejó un poco descolocada, pero era de respuesta rápida. – Me la recomendaron, y ahora que la veo me parece impresionante. – Dijo en un tono normal. Después volvió a beber de su botella con calma. El sabor de nuevo la hizo abrir un poco la boca, pero nada serio. Después de todo, el alcohol era así. Se rascó un momento la frente, y después miró la mochila. La abrió con cuidado, y de ella sacó lo que pareció ser, una pequeña libreta, y un lápiz de color verde. El plan era apuntar unos datos sobre las plantas que había podido ver, antes de que se le olvidaran.
Una vez lo hizo, se quedó mirando unos momentos lo que había escrito. Todo era común, y no había hierbas con dientes ni nada parecido. La científica suspiró unos momentos, y cerró la libreta, metiéndola después en la mochila. En cuanto lo hizo, volvió a mirar al chico rubio que tenía frente a él. – Por cierto ¿Eres un usuario Zoan? He visto dientes así antes. – Preguntó clavando sus rojizos ojos en los de aquel hombre. A continuación volvió a beber con mucha tranquilidad. Llevaba casi media botella, y por el momento podía aguantar. – Me llamo Milena Slicerin, científica. – Dijo con toda la calma del mundo. No desvelaría que trabajaba para el departamento del gobierno mundial, eso era cosa de ella. Simplemente diría que trabajaba para sí misma. Era una chica que no confiaba mucho en los desconocidos, y de ahí el carácter que tenía.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mi origen me permitía entender muchas cosas pero por sobre todo el comportamiento humano. Mi habilidad para escanear a las personas casi nunca fallaba, podía saber una que otra cosa con mi primera mirada puesta en ella; ya con la segunda obtenía información más precisa. Con la certera podía obtener cosas que ni ellos mismos se esperaban, pero cuando no podía hacerlo con alguien eso despertaba en mí un aura de curiosidad inexplicable. Cuando alguien se resistía a mi escáner, eso significaba que la persona era bastante especial.
Justo fue lo que ocurrió con la pelirroja que tenía frente a mis ojos. Podía notar solamente ciertas cosas en ella que eran de carácter común y de un análisis muy pobre y básico. Primero que todo no cualquier persona bebe ron; el elegir un tipo de bebida en tal noche podía significar una cosa, y que esperaba descubrir pronto. Quizás para recordar algún acontecimiento aunque no podía destacar la idea de que fuera por mero gusto. Mis ojos se pasearon por todo el cuerpo de la chica; era apuesta, oh sí que lo era. Pero era algo mucho más que un cuerpo bien trabajado. Su ánimo por la bebida alcohólica podía evidenciar una cosa.
Su nombre era bello, un verdadero sonido que gustaba a mis oídos. Sin embargo el solo decir su nombre indicaba que no quería hablar mucho más de ella; quizás cosas superficiales, nada más serio. Pero me gustaban los juegos, claro que sí. Me gustaba jugar con las personas y obtener información sobre ella. El conocer a alguien sin que esa misma persona se estuviera dando cuenta era uno de los mejores caprichos de mi mundo.
-Interesante, ¿no? – comenté – Muy interesante resulta ser esta ciudad, la diversión es algo que las personas eruditas... no comprenden del todo.
Su vista era aguda pero no lo suficiente para notar que mi sonrisa mostrando mis colmillos fue meramente intencional. Mis movimientos debían ser calculados; dejé muy claro que era poseedor de una fruta del diablo y la chica intuyó bien al reconocer que pertenecía a las de tipo Zoan. Si hubiese sido otro tipo de ambiente, le habría aplaudido en el rostro para felicitarla por el gran descubrimiento que acababa de lograr en apenas unos pocos minutos de conocer a alguien como yo. ¿Qué otros secretos me sorprenderían? ¡Pero aún no terminamos! Claro que no. Sus palabras eran como una bala de cañón, simplemente las lanzaba sin mucho cuidado.
La miré y no evité sonreír nuevamente, esta vez mirando el cielo y luego descendiendo la mirada. Coloqué mi mano derecha sobre la botella del whiskey que pedí y me serví un vaso el cual llevé a mi boca para saborear ese exquisito gusto a madera. Después encendí otro cigarrillo, esta vez era de vainilla. Le di una calada de una forma elegante y natural, como si se tratara de un movimiento tan bien hecho que parecía mecánico.
-Soy muchas cosas, Milena – mencioné su nombre con cierto gusto –. Se podría decir que sí, que soy usuario de una fruta del tipo Zoan.
Debía obtener información de ella y comenzar los juegos para pasar una buena noche. Siempre era mejor pasar una noche acompañado, además con una mujer tan guapa como ella las cosas se pondrían aún más interesantes.
-Oh, acabo de revelar información muy importante sobre mí, ¿no? Supongo que mereceré saber algo de ti, algo mucho más allá de que tengas un nombre tan.... llamativo.
Los comentarios tan directos no eran de mi estilo. Me gustaba la sutileza para abarcar a una mujer; si se tratase de una pelea, muchos me considerarían que tenía el perfil justo y necesario para ser asesino. Pero no me apetecía luchar de esa forma, no los encontraba de mi agrado. Además, ¿asesinar gente sin distinción alguna? Hombre, que yo a veces puedo llegar a ser cruel, pero eso sí que es inhumano. Sonreí maliciosamente mientras esperaba la respuesta de la mujer.
Justo fue lo que ocurrió con la pelirroja que tenía frente a mis ojos. Podía notar solamente ciertas cosas en ella que eran de carácter común y de un análisis muy pobre y básico. Primero que todo no cualquier persona bebe ron; el elegir un tipo de bebida en tal noche podía significar una cosa, y que esperaba descubrir pronto. Quizás para recordar algún acontecimiento aunque no podía destacar la idea de que fuera por mero gusto. Mis ojos se pasearon por todo el cuerpo de la chica; era apuesta, oh sí que lo era. Pero era algo mucho más que un cuerpo bien trabajado. Su ánimo por la bebida alcohólica podía evidenciar una cosa.
Su nombre era bello, un verdadero sonido que gustaba a mis oídos. Sin embargo el solo decir su nombre indicaba que no quería hablar mucho más de ella; quizás cosas superficiales, nada más serio. Pero me gustaban los juegos, claro que sí. Me gustaba jugar con las personas y obtener información sobre ella. El conocer a alguien sin que esa misma persona se estuviera dando cuenta era uno de los mejores caprichos de mi mundo.
-Interesante, ¿no? – comenté – Muy interesante resulta ser esta ciudad, la diversión es algo que las personas eruditas... no comprenden del todo.
Su vista era aguda pero no lo suficiente para notar que mi sonrisa mostrando mis colmillos fue meramente intencional. Mis movimientos debían ser calculados; dejé muy claro que era poseedor de una fruta del diablo y la chica intuyó bien al reconocer que pertenecía a las de tipo Zoan. Si hubiese sido otro tipo de ambiente, le habría aplaudido en el rostro para felicitarla por el gran descubrimiento que acababa de lograr en apenas unos pocos minutos de conocer a alguien como yo. ¿Qué otros secretos me sorprenderían? ¡Pero aún no terminamos! Claro que no. Sus palabras eran como una bala de cañón, simplemente las lanzaba sin mucho cuidado.
La miré y no evité sonreír nuevamente, esta vez mirando el cielo y luego descendiendo la mirada. Coloqué mi mano derecha sobre la botella del whiskey que pedí y me serví un vaso el cual llevé a mi boca para saborear ese exquisito gusto a madera. Después encendí otro cigarrillo, esta vez era de vainilla. Le di una calada de una forma elegante y natural, como si se tratara de un movimiento tan bien hecho que parecía mecánico.
-Soy muchas cosas, Milena – mencioné su nombre con cierto gusto –. Se podría decir que sí, que soy usuario de una fruta del tipo Zoan.
Debía obtener información de ella y comenzar los juegos para pasar una buena noche. Siempre era mejor pasar una noche acompañado, además con una mujer tan guapa como ella las cosas se pondrían aún más interesantes.
-Oh, acabo de revelar información muy importante sobre mí, ¿no? Supongo que mereceré saber algo de ti, algo mucho más allá de que tengas un nombre tan.... llamativo.
Los comentarios tan directos no eran de mi estilo. Me gustaba la sutileza para abarcar a una mujer; si se tratase de una pelea, muchos me considerarían que tenía el perfil justo y necesario para ser asesino. Pero no me apetecía luchar de esa forma, no los encontraba de mi agrado. Además, ¿asesinar gente sin distinción alguna? Hombre, que yo a veces puedo llegar a ser cruel, pero eso sí que es inhumano. Sonreí maliciosamente mientras esperaba la respuesta de la mujer.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Milena sonrió de lado, mostrando una sonrisa un poco siniestra a decir verdad. El cabreo poco a poco se le iba pasando, y quedaba su parte engreída por así decirla. Sus ojos rojos como la sangre observaban despacio al chico rubio que tenía frente a sus ojos. No le agradaba el hecho de que estuviese fumando. El puto tabaco terminaba con los pulmones de las personas, y por ello le daba mucho asco. En su trabajo, había aprendido que aquellas sustancias jodían el cuerpo hasta un extremo impresionante. Pese a todo, su rostro no cambio lo más mínimo. Era una chica que ocultaba bien sus emociones, y pensamientos a todo el planeta. Si no hubiese sido de aquella forma, la habrían pillado cuando mató a los inocentes en la isla de Satán. El encuentro que tuvo con Nokotori aquel día fue un poco loco, debido a todo lo que tuvieron que pasar contra los demonios.
Decidió olvidar el tema del trabajo, pues aquel viaje fue el principio de todo. Pronto ella subiría muy alto en el departamento, y todo por el veneno que pudo sacar de aquella isla tan terrible. No muchos podían salir vivos del Nuevo Mundo, pero ella era así. La espadachín entonces tomó un nuevo trago de la botella de ron, y después de aquello suspiró un momento. En esos momentos, Ushio debía de estar buscando al tirador por los mares, para cortarle la cabeza. Pobre de él si no lo podía hacer. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de la mujer. Acertó con su intuición de que aquel hombre era un usuario de las frutas del diablo, justo como ella. No iba a desvelar su poder por el momento. No quería que todo el mundo supiese cuáles eran sus habilidades, y menos con una taberna llena de personas.
La chica entonces escuchó las palabras de aquel hombre. Dijo que lo de su fruta era un dato muy importante para él. Dijo merecer saber algo sobre ella, y aquello provocó que la pelirroja mantuviese su mirada fija en él. “De modo que ser un usuario era importante, creo que me toca” Pensó mientras entrecerraba los ojos. Entonces decidió acomodarse del todo en aquel sitio, y después de unos momentos llamó al camarero. El tipo acudió a toda prisa sin pensárselo, y entonces la pelirroja le habló en un tono serio, y un poco alto. – Quiero una ración de pulpo a la gallega, y unos mejillones con mayonesa. – El tipo se quedó mirándola con una sonrisa, y después de unos momentos se retiró. La chica entonces mantuvo un enorme silencio, esperando a que la comida viniera. Su mirada estaba clavada en el rubio, y de repente se relamió un poco.
Por fin llegaron los pedidos, y ella suspiró. – Lamento la espera, pero debía mostrar el poder de mi fruta de esta forma. – Ella en ese momento cerró los ojos, concentrándose unos momentos. Uno de los mejillones se puso a levitar entonces, y al cabo de unos momentos cayó de nuevo sobre el plato. Ella entonces soltó un pequeño suspiro, y volvió a mirar al tipo que estaba con ella. – Mi fruta me permite hacer levitar seres marines pequeños. Es un poco ridículo, y raro, ya que los seres marinos provienen del mar. Ya sabes cómo está el tema del mar y los usuarios. Pero llevo muchos años tratando de descubrir mejores cosas, pero no poseo más. Mi espada diría yo que es mi mejor arte. – Mintió, ocultando entonces el verdadero poder de su fruta. Total, no había pruebas que dijesen lo contrario, y no pensaba mostrarlo. – ¿Qué opinas del puto gobierno? – Mencionó mirándole con calma. No es que ella apreciase mucho a esos capullos que mandaban sobre todo.
Decidió olvidar el tema del trabajo, pues aquel viaje fue el principio de todo. Pronto ella subiría muy alto en el departamento, y todo por el veneno que pudo sacar de aquella isla tan terrible. No muchos podían salir vivos del Nuevo Mundo, pero ella era así. La espadachín entonces tomó un nuevo trago de la botella de ron, y después de aquello suspiró un momento. En esos momentos, Ushio debía de estar buscando al tirador por los mares, para cortarle la cabeza. Pobre de él si no lo podía hacer. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de la mujer. Acertó con su intuición de que aquel hombre era un usuario de las frutas del diablo, justo como ella. No iba a desvelar su poder por el momento. No quería que todo el mundo supiese cuáles eran sus habilidades, y menos con una taberna llena de personas.
La chica entonces escuchó las palabras de aquel hombre. Dijo que lo de su fruta era un dato muy importante para él. Dijo merecer saber algo sobre ella, y aquello provocó que la pelirroja mantuviese su mirada fija en él. “De modo que ser un usuario era importante, creo que me toca” Pensó mientras entrecerraba los ojos. Entonces decidió acomodarse del todo en aquel sitio, y después de unos momentos llamó al camarero. El tipo acudió a toda prisa sin pensárselo, y entonces la pelirroja le habló en un tono serio, y un poco alto. – Quiero una ración de pulpo a la gallega, y unos mejillones con mayonesa. – El tipo se quedó mirándola con una sonrisa, y después de unos momentos se retiró. La chica entonces mantuvo un enorme silencio, esperando a que la comida viniera. Su mirada estaba clavada en el rubio, y de repente se relamió un poco.
Por fin llegaron los pedidos, y ella suspiró. – Lamento la espera, pero debía mostrar el poder de mi fruta de esta forma. – Ella en ese momento cerró los ojos, concentrándose unos momentos. Uno de los mejillones se puso a levitar entonces, y al cabo de unos momentos cayó de nuevo sobre el plato. Ella entonces soltó un pequeño suspiro, y volvió a mirar al tipo que estaba con ella. – Mi fruta me permite hacer levitar seres marines pequeños. Es un poco ridículo, y raro, ya que los seres marinos provienen del mar. Ya sabes cómo está el tema del mar y los usuarios. Pero llevo muchos años tratando de descubrir mejores cosas, pero no poseo más. Mi espada diría yo que es mi mejor arte. – Mintió, ocultando entonces el verdadero poder de su fruta. Total, no había pruebas que dijesen lo contrario, y no pensaba mostrarlo. – ¿Qué opinas del puto gobierno? – Mencionó mirándole con calma. No es que ella apreciase mucho a esos capullos que mandaban sobre todo.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mujer que tenía en frente resultó ser muy inteligente. Ya no quedaba duda de ello, quería jugar un poco conmigo. O al menos eso creía yo. Aunque hablar de los poderes de cada uno no era algo que me fascinara, yo jamás pedí lo que me “obsequiaron”; de ninguna forma. De hecho si tuviera la posibilidad de viajar al pasado y eliminar ese momento de mi vida, lo haría sin pensar. Hay frutas que te entregan un gran poder, en cambio hay otras como la mía que te convierten en un monstruo sediento de sangre. Pero no podía apelar ante eso: era un monstruo de todas formas.
Las personas que me hicieron me instauraron una especie de “chip” en donde horribles pensamientos daban lugar en mi cabeza. El hombre es un ser cruel por naturaleza, y esa naturaleza es la que intenté evitar de todas formas con lectura y meditación pero no lo conseguía. A veces pensaba que mi único fin en este mundo distorsionado era destruir. Solamente destruir, y se me daba lo suficientemente bien. ¡En fin! Volviendo a la realidad quiero asimilar lo que vi, no... Lo que la chica me mostró.
¿El poder para hacer levitar a los animales del mar? Eso no me parecía para nada raro. Pero dentro de todo lo que he visto, escuchado y leído me parece que había algo mucho más allá de eso. Digamos que era mi instinto artificial que me indicaba que podía saber muchas más cosas sobre ella. Sin embargo, si ese era su verdadero poder, tendría que explicarle muchas cosas. Dentro de mis estudios pude entender varias cosas.
-Los antiguos afirman que realmente no es el agua lo que debilita a los usuarios y los poderes de las frutas. Se ha entendido que la sal es un... ¿cómo decirlo? Purificador. Me gustaría hacer realmente una prueba para demostrar qué es lo que debilita a los usuarios, si seguimos la línea de que la sal es realmente lo que afecta a los usuarios, no deberías tener ningún problema en hacer levitar a los pequeños animales. A menos que tu poder sea otra cosa y no te has dado cuenta.
Tras soltar la última oración esbocé una pequeña sonrisa de malicia, siempre quería saber más y más cosas sobre las personas que me rodeaban. No tenía hambre, ciertamente no, pero no podía dejar comiendo a la dulce mujer que tenía frente a mis ojos. ¿Gustaba de comidas del mar? Hice llamar al mesero y pedí tarta de cangrejo, plato de fondo langosta acompañada con ensalada Cesar y patatas rojas. Para beber me bastaba el whiskey que había pedido anteriormente. Para una persona como yo, la mejor parte de pedir algo era pagar. A veces se piensa que uno tiene tanto dinero que no sabe en qué gastarlo, pero no era ese el caso para mí: siempre sabía en qué gastarlo.
Bebí un poco del vaso que había llenado antes y apagué el cigarrillo. Mis pulmones se regeneraban inmediatamente por lo que el constante consumo de cigarro no me afectaba en lo más mínimo, lo contrario de todas las personas con las que me relacionaba. Justo cuando llegó el hombre de la comida la pelirroja mencionó una pregunta la cuál debía responder con cautela. No podía llegar y decir: “Soy un puto Oficial de la Revolución, los odio, los odio y jamás dejaré de odiarlos. Me quitaron todo lo que quería en el mundo.” Claro que no. ¿Qué podía responder?
Suspiré y la miré con una vista aguda y maliciosa.
-Es una pregunta un tanto complicada, ¿no? – comenté antes de responder con seriedad – Si obligas a un elefante a escalar un árbol, jamás dará resultados. Lo mismo pasa con el Gobierno. Simplemente no me gusta que los más incompetentes estén en posición de decirnos qué hacer y qué no. Como contra respuesta existen muchas organizaciones que se desligan del Gobierno a pesar de encadenarse a una vida de constante fuga.
Todo lo que mencioné en mi respuesta era cierto. Sin embargo lo dije con un grado de complejidad que un tarado no entendería. Pero como ya demostró Milena, sí que lo entendería. Ahora era mi turno de conjurar una pregunta, pero la verdad es que era la más sencilla de todas. Hasta un bebé con el cerebro de un primate podría formularla.
-¿Y tú? ¿Qué piensas del Gobierno?
Cada palabra que diría sería una pieza más del puzzle para terminar sabiendo más y más de esa persona. Por lo general a las personas más inteligentes les desagrada el hecho de que alguien estuviera jugando con ellas simplemente para irrumpir en su tranquilidad y descubrir sus peores secretos. Sonreí y la miré con cierto gusto. No podía evitar sentir un poco de deseo por Milena.
Las personas que me hicieron me instauraron una especie de “chip” en donde horribles pensamientos daban lugar en mi cabeza. El hombre es un ser cruel por naturaleza, y esa naturaleza es la que intenté evitar de todas formas con lectura y meditación pero no lo conseguía. A veces pensaba que mi único fin en este mundo distorsionado era destruir. Solamente destruir, y se me daba lo suficientemente bien. ¡En fin! Volviendo a la realidad quiero asimilar lo que vi, no... Lo que la chica me mostró.
¿El poder para hacer levitar a los animales del mar? Eso no me parecía para nada raro. Pero dentro de todo lo que he visto, escuchado y leído me parece que había algo mucho más allá de eso. Digamos que era mi instinto artificial que me indicaba que podía saber muchas más cosas sobre ella. Sin embargo, si ese era su verdadero poder, tendría que explicarle muchas cosas. Dentro de mis estudios pude entender varias cosas.
-Los antiguos afirman que realmente no es el agua lo que debilita a los usuarios y los poderes de las frutas. Se ha entendido que la sal es un... ¿cómo decirlo? Purificador. Me gustaría hacer realmente una prueba para demostrar qué es lo que debilita a los usuarios, si seguimos la línea de que la sal es realmente lo que afecta a los usuarios, no deberías tener ningún problema en hacer levitar a los pequeños animales. A menos que tu poder sea otra cosa y no te has dado cuenta.
Tras soltar la última oración esbocé una pequeña sonrisa de malicia, siempre quería saber más y más cosas sobre las personas que me rodeaban. No tenía hambre, ciertamente no, pero no podía dejar comiendo a la dulce mujer que tenía frente a mis ojos. ¿Gustaba de comidas del mar? Hice llamar al mesero y pedí tarta de cangrejo, plato de fondo langosta acompañada con ensalada Cesar y patatas rojas. Para beber me bastaba el whiskey que había pedido anteriormente. Para una persona como yo, la mejor parte de pedir algo era pagar. A veces se piensa que uno tiene tanto dinero que no sabe en qué gastarlo, pero no era ese el caso para mí: siempre sabía en qué gastarlo.
Bebí un poco del vaso que había llenado antes y apagué el cigarrillo. Mis pulmones se regeneraban inmediatamente por lo que el constante consumo de cigarro no me afectaba en lo más mínimo, lo contrario de todas las personas con las que me relacionaba. Justo cuando llegó el hombre de la comida la pelirroja mencionó una pregunta la cuál debía responder con cautela. No podía llegar y decir: “Soy un puto Oficial de la Revolución, los odio, los odio y jamás dejaré de odiarlos. Me quitaron todo lo que quería en el mundo.” Claro que no. ¿Qué podía responder?
Suspiré y la miré con una vista aguda y maliciosa.
-Es una pregunta un tanto complicada, ¿no? – comenté antes de responder con seriedad – Si obligas a un elefante a escalar un árbol, jamás dará resultados. Lo mismo pasa con el Gobierno. Simplemente no me gusta que los más incompetentes estén en posición de decirnos qué hacer y qué no. Como contra respuesta existen muchas organizaciones que se desligan del Gobierno a pesar de encadenarse a una vida de constante fuga.
Todo lo que mencioné en mi respuesta era cierto. Sin embargo lo dije con un grado de complejidad que un tarado no entendería. Pero como ya demostró Milena, sí que lo entendería. Ahora era mi turno de conjurar una pregunta, pero la verdad es que era la más sencilla de todas. Hasta un bebé con el cerebro de un primate podría formularla.
-¿Y tú? ¿Qué piensas del Gobierno?
Cada palabra que diría sería una pieza más del puzzle para terminar sabiendo más y más de esa persona. Por lo general a las personas más inteligentes les desagrada el hecho de que alguien estuviera jugando con ellas simplemente para irrumpir en su tranquilidad y descubrir sus peores secretos. Sonreí y la miré con cierto gusto. No podía evitar sentir un poco de deseo por Milena.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelirroja no tardó en sonreír de lado. Si la sal fuese la culpable, no se sentiría debilitada en agua dulce. Cosa que le pasaba en los ríos, y demás, pero con mucha menos potencia que en el mar. De modo que ella misma tenía su teoría, y pensaba que era a causa del agua. Un líquido muy misterioso. La tierra estaba hecha de él, y además era necesario para poder vivir. Todo era un lío, pero era el mundo donde le había tocado vivir, y por el momento ella no se quejaba. Cierto era que consideraba el planeta un poco aburrido. Pero era mucho mejor a que no hubiese nada directamente. Por suerte eso no era así, y podía divertirse cortando enemigos o investigando cosas interesantes. La pelirroja tenía un modo raro de ver la vida. Ella por lo menos, no se consideraba buena dentro de lo que cabía.
La espadachín en ese momento bebió un poco del refresco, y después se comió un mejillón con toda la calma del mundo. Presenció el pedido del rubio, el cual consistía también en marisco. Lo que dijo sobre que a lo mejor desconocía su poder, le provocó una maliciosa sonrisa interna. No podía evitar pensar que con un chasquido de dedos, podía mandar a volar todas las mesas del local, pero no era momento de eso. Con aquello solo ganaba dejarse en evidencia, y no era propio de una científica como ella dejar pruebas. Por el momento pensó en continuar con aquella conversación de forma simple. Sus rojizos ojos se clavaron en los del chico frente a ella. Se veía una mujer demasiado siniestra muchas veces. Aunque tal vez era su desconfianza, y frialdad interna lo que la hacía verse de esa forma. Era una pensadora de primera clase, pues siempre estaba maquinando algo.
La respuesta del rubio hizo a la pelirroja saber enseguida que ese hombre no estaba a favor de la supuesta justicia. Por ello, Milena se limitó a sonreír de lado. No podía saber si era un pirata o algo por el estilo. De hecho, ella pensaba de forma similar. Pero prefería vivir con las comodidades que el gobierno le ofrecía por cumplir con su trabajo. No todos eran buenos científicos, y por ello era injusto. De hecho, ella misma pensó en haberse dedicado a la piratería si no hubiese tenido su posición. De repente el tipo le preguntó a ella lo mismo, y no pudo evitar mirarle de forma calmada. – Tú mismo has contestado por los dos. De modo que si quieres saber lo que pienso de ellos, es tarde, pues lo supiste en cuanto dijiste esas palabras. – Mencionó con toda la calma del mundo.
En ese momento hizo levitar un trozo de pulpo, y con el tenedor lo pinchó en el aire. Lo llevó a su boca, y después lo masticó despacio. Notó el rico sabor que le dejó en la garganta, y después bebió de nuevo de su refresco. La noche no estaba resultando ser nada mala, de hecho, se lo estaba pasando muy bien. – Si piensas de esa forma ¿Por qué no te unes a una de esas organizaciones? Yo lo estuve pensando, pero por el momento necesito un poco de tiempo, y terminar unos asuntos. – Dijo en un tono un poco tranquilo. A continuación entrecerró los ojos, sintiendo el agradable ambiente a su alrededor. Entonces decidió estirarse un poco. Pudo ver un tipo mirándola entonces, de hecho, babeaba. Un escalofrío la recorrió, pero entonces sacó su espada, señalando al hombre con ella, y mostrando una mirada siniestra. – Me molestan tus ojos… – El tipo no tardó ni un momento en mirar a otro lado. Entonces ella ocultó su arma, y continuó mirando al tipo rubio.
La espadachín en ese momento bebió un poco del refresco, y después se comió un mejillón con toda la calma del mundo. Presenció el pedido del rubio, el cual consistía también en marisco. Lo que dijo sobre que a lo mejor desconocía su poder, le provocó una maliciosa sonrisa interna. No podía evitar pensar que con un chasquido de dedos, podía mandar a volar todas las mesas del local, pero no era momento de eso. Con aquello solo ganaba dejarse en evidencia, y no era propio de una científica como ella dejar pruebas. Por el momento pensó en continuar con aquella conversación de forma simple. Sus rojizos ojos se clavaron en los del chico frente a ella. Se veía una mujer demasiado siniestra muchas veces. Aunque tal vez era su desconfianza, y frialdad interna lo que la hacía verse de esa forma. Era una pensadora de primera clase, pues siempre estaba maquinando algo.
La respuesta del rubio hizo a la pelirroja saber enseguida que ese hombre no estaba a favor de la supuesta justicia. Por ello, Milena se limitó a sonreír de lado. No podía saber si era un pirata o algo por el estilo. De hecho, ella pensaba de forma similar. Pero prefería vivir con las comodidades que el gobierno le ofrecía por cumplir con su trabajo. No todos eran buenos científicos, y por ello era injusto. De hecho, ella misma pensó en haberse dedicado a la piratería si no hubiese tenido su posición. De repente el tipo le preguntó a ella lo mismo, y no pudo evitar mirarle de forma calmada. – Tú mismo has contestado por los dos. De modo que si quieres saber lo que pienso de ellos, es tarde, pues lo supiste en cuanto dijiste esas palabras. – Mencionó con toda la calma del mundo.
En ese momento hizo levitar un trozo de pulpo, y con el tenedor lo pinchó en el aire. Lo llevó a su boca, y después lo masticó despacio. Notó el rico sabor que le dejó en la garganta, y después bebió de nuevo de su refresco. La noche no estaba resultando ser nada mala, de hecho, se lo estaba pasando muy bien. – Si piensas de esa forma ¿Por qué no te unes a una de esas organizaciones? Yo lo estuve pensando, pero por el momento necesito un poco de tiempo, y terminar unos asuntos. – Dijo en un tono un poco tranquilo. A continuación entrecerró los ojos, sintiendo el agradable ambiente a su alrededor. Entonces decidió estirarse un poco. Pudo ver un tipo mirándola entonces, de hecho, babeaba. Un escalofrío la recorrió, pero entonces sacó su espada, señalando al hombre con ella, y mostrando una mirada siniestra. – Me molestan tus ojos… – El tipo no tardó ni un momento en mirar a otro lado. Entonces ella ocultó su arma, y continuó mirando al tipo rubio.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mis respuestas fueron justamente como las quería responder. No abarqué mucha información de mí, nada más que hiciera pensar a la chica que tenía en frente de que no estaba a favor del Gobierno. Eso era verdad, simplemente me ahorré los comentarios de que estaba trabajando para verlo absolutamente destruido, sin ninguno de los actuales gobernantes con vida. Sonreí y miré por un segundo a la chica y me di cuenta de que ella también pensaba como yo, no al cien por ciento... pero sí había algo en ella que me indicaba de que sería una gran persona para conocer.
La chica tenía un aire tranquilo pero su mirada era fulminante en momentos específicos. No solo lo era su mirada, sino toda su esencia; descubrí que un hombre, de aspecto “repugnante”, la quedó mirando de forma grosera y pervertida. El babeo daba indicios de ser completamente un ser despojado de su capacidad de pensamiento y razonamiento, un completo idiota que solo se vale por sus meros instintos primarios. ¿Cómo es que alguien podía ser así? El tiempo había avanzado rápidamente, y esperaba de todo corazón que las personas así se fueran extinguiendo.
Quedé pensándome un poco en su pregunta. No podía decirle que formaba parte de los Revolucionarios, ni mucho menos que había una recompensa por mi cabeza. ¿Qué acaso quería pelear ese día? Claro que no. Aborrezco la violencia injustificada, no se me da muy bien eso de andar buscando peleas. En fin, la miré directamente a los ojos intentando ver si podía encontrar algo en ellos... pero no encontré nada más que un mar de ocultos sentimientos en su ser.
-Menuda forma de ser, ¿eh? – comenté con tono agradable – Me gustan las personas así.
Di un sorbo a mi bebida y seguí hablado.
-Sencillamente algunos no tenemos la fuerza para poder luchar – mentí –. No me gusta la violencia, pero lamentablemente con puño y letra, en un mundo tan salvaje y sádico como este, no servirá de mucho.
Lo último que comenté era cierto. El mundo en el que lamentablemente me tocó vivir no tenía consciencia de lo violento que era; esa idea de que todo se podía conseguir por medio de la fuerza, la destrucción y las armas no me agradaba en lo absoluto. Hice una mueca de disgusto al pensar que tenía que vivir involucrado en todo aquello, en sangre y más sangre.
Terminé de comer mi comida relajadamente mientras vaciaba el vaso que en su momento debí haber tenido hasta la mitad. El ambiente comenzó a cambiar y era tiempo de moverse de ahí, comenzar a reexplorar la ciudad para encontrar sus atracciones más exóticas. Me gustaba la idea de pasarla bien en la ciudad donde podía usar todo mi potencial sin riesgo a ser quemado por el sol. Lo bueno de ese lugar es que la gente no buscaba problemas con los demás, podías divertirte sin necesidad de estar preocupándote por ser apuñalado o algo por el estilo.
Mandé a pedir la cuenta y pagué, respectivamente, la cantidad dada. Luego limpié mis bigotes y miré a Milena.
-¿Te importaría pasar esta noche conmigo? – le pregunté amablemente – Quiero divertirme, y siempre es mejor hacerlo acompañado. La última vez que estuve aquí... lo pasé excepcionalmente bien.
Esperé la respuesta de la pelirroja. En caso de que me dijera que no, simplemente me levantaría de allí e iría a divertirme por mi cuenta. No me gusta depender de las demás personas para encontrar la verdadera diversión.
La chica tenía un aire tranquilo pero su mirada era fulminante en momentos específicos. No solo lo era su mirada, sino toda su esencia; descubrí que un hombre, de aspecto “repugnante”, la quedó mirando de forma grosera y pervertida. El babeo daba indicios de ser completamente un ser despojado de su capacidad de pensamiento y razonamiento, un completo idiota que solo se vale por sus meros instintos primarios. ¿Cómo es que alguien podía ser así? El tiempo había avanzado rápidamente, y esperaba de todo corazón que las personas así se fueran extinguiendo.
Quedé pensándome un poco en su pregunta. No podía decirle que formaba parte de los Revolucionarios, ni mucho menos que había una recompensa por mi cabeza. ¿Qué acaso quería pelear ese día? Claro que no. Aborrezco la violencia injustificada, no se me da muy bien eso de andar buscando peleas. En fin, la miré directamente a los ojos intentando ver si podía encontrar algo en ellos... pero no encontré nada más que un mar de ocultos sentimientos en su ser.
-Menuda forma de ser, ¿eh? – comenté con tono agradable – Me gustan las personas así.
Di un sorbo a mi bebida y seguí hablado.
-Sencillamente algunos no tenemos la fuerza para poder luchar – mentí –. No me gusta la violencia, pero lamentablemente con puño y letra, en un mundo tan salvaje y sádico como este, no servirá de mucho.
Lo último que comenté era cierto. El mundo en el que lamentablemente me tocó vivir no tenía consciencia de lo violento que era; esa idea de que todo se podía conseguir por medio de la fuerza, la destrucción y las armas no me agradaba en lo absoluto. Hice una mueca de disgusto al pensar que tenía que vivir involucrado en todo aquello, en sangre y más sangre.
Terminé de comer mi comida relajadamente mientras vaciaba el vaso que en su momento debí haber tenido hasta la mitad. El ambiente comenzó a cambiar y era tiempo de moverse de ahí, comenzar a reexplorar la ciudad para encontrar sus atracciones más exóticas. Me gustaba la idea de pasarla bien en la ciudad donde podía usar todo mi potencial sin riesgo a ser quemado por el sol. Lo bueno de ese lugar es que la gente no buscaba problemas con los demás, podías divertirte sin necesidad de estar preocupándote por ser apuñalado o algo por el estilo.
Mandé a pedir la cuenta y pagué, respectivamente, la cantidad dada. Luego limpié mis bigotes y miré a Milena.
-¿Te importaría pasar esta noche conmigo? – le pregunté amablemente – Quiero divertirme, y siempre es mejor hacerlo acompañado. La última vez que estuve aquí... lo pasé excepcionalmente bien.
Esperé la respuesta de la pelirroja. En caso de que me dijera que no, simplemente me levantaría de allí e iría a divertirme por mi cuenta. No me gusta depender de las demás personas para encontrar la verdadera diversión.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando dijo que aborrecía la violencia, la pelirroja no pudo evitar sonreír de lado, pues ella adoraba los combates. Pensó que a lo mejor le tomaba el pelo, pero con la pinta de filósofo que tenía, podía ser la pura verdad. Soltó un pequeño suspiro, y después continuó observándole. Después del incidente con el tipo de al lado, se había puesto un poco a la defensiva, pero no se arrepentía de ello. El mundo estaba lleno de imbéciles, y en aquella isla también parecía haberlos, y de muchos tipos distintos. Incluso empezó a pensar mal del camarero también, pues tenía pinta de idiota. Debían agradecer que no se liara a cortes con todo el mundo. De hecho pensó en ponerse a lanzar cosas con su gravedad, pero lo mejor era no liarla mucho en aquel sitio, y mucho menos desvelar su poder. Tenía la suficiente cabeza como para no hacer la idiota en aquel sitio.
Lo mismo que el rubio, ella terminó con lo suyo, y también pidió la cuenta, pero con un tono un poco frío, y demasiado siniestro. El payaso del lado izquierdo la había mosqueado. Le tipo asintió con un poco de miedo en el cuerpo. La chica era de armas tomar, y con un mínimo movimiento podía partir en dos medio local. Entonces soltó un pequeño suspiro, y puso el dinero sobre la mesa. Después metió sus cosas en la mochila, y se pasó la mano por la frente. No pudo evitar mirar un poco a su alrededor, por si la miraban o algo por el estilo. Pobre del que estuviese haciéndolo, podía estar alegrándose la vista por última vez en su vida. Últimamente Milena estaba un poco violenta, y debía hacérselo mirar mejor. No podía permitirse el lujo de ser así en el departamento científico del gobierno. Mucho peligro corría por allí si pillaban su verdadera forma de ser. Por no decir que incluso podían echarla por tener una conducta mala.
En ese momento, el rubio le hizo una pregunta que provocó una sonrisa muy enfermiza por parte de la pelirroja. Se quedó callada unos momentos, y después soltó un pequeño suspiro. Tenía respuesta para él, y de hecho le iba a responder ya. – Creo que lo haré, de modo que piensa en cómo podríamos divertirnos. – Mencionó colocándose su mochila, y mirándole un poco más tranquila. No tardó mucho en guiñarle el ojo de forma un poco provocativa, no podía evitar ser así. Entonces se cruzó de brazos, y esperó a ver que le decía el chico de cabellos rubios. Tenía pinta de ser un fiestero nato, y terminar al amanecer, pero a lo mejor se estaba equivocando. Tendría que comprobarlo por ella misma, y por el momento lo único que haría sería seguirle despacio a dónde la llevase. No pudo evitar pensar mal, y por ello alzó la ceja un momento, pero después volvió en sí. – Impresióname… – Terminó de decir con una sonrisa ladeada.
Lo mismo que el rubio, ella terminó con lo suyo, y también pidió la cuenta, pero con un tono un poco frío, y demasiado siniestro. El payaso del lado izquierdo la había mosqueado. Le tipo asintió con un poco de miedo en el cuerpo. La chica era de armas tomar, y con un mínimo movimiento podía partir en dos medio local. Entonces soltó un pequeño suspiro, y puso el dinero sobre la mesa. Después metió sus cosas en la mochila, y se pasó la mano por la frente. No pudo evitar mirar un poco a su alrededor, por si la miraban o algo por el estilo. Pobre del que estuviese haciéndolo, podía estar alegrándose la vista por última vez en su vida. Últimamente Milena estaba un poco violenta, y debía hacérselo mirar mejor. No podía permitirse el lujo de ser así en el departamento científico del gobierno. Mucho peligro corría por allí si pillaban su verdadera forma de ser. Por no decir que incluso podían echarla por tener una conducta mala.
En ese momento, el rubio le hizo una pregunta que provocó una sonrisa muy enfermiza por parte de la pelirroja. Se quedó callada unos momentos, y después soltó un pequeño suspiro. Tenía respuesta para él, y de hecho le iba a responder ya. – Creo que lo haré, de modo que piensa en cómo podríamos divertirnos. – Mencionó colocándose su mochila, y mirándole un poco más tranquila. No tardó mucho en guiñarle el ojo de forma un poco provocativa, no podía evitar ser así. Entonces se cruzó de brazos, y esperó a ver que le decía el chico de cabellos rubios. Tenía pinta de ser un fiestero nato, y terminar al amanecer, pero a lo mejor se estaba equivocando. Tendría que comprobarlo por ella misma, y por el momento lo único que haría sería seguirle despacio a dónde la llevase. No pudo evitar pensar mal, y por ello alzó la ceja un momento, pero después volvió en sí. – Impresióname… – Terminó de decir con una sonrisa ladeada.
NGC 1672
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Spoiler:
- Siento mucho la tardanza. Cambié el estilo de escritura. De primera persona pasé a tercera persona, espero que no moleste.
La música despertó el corazón y mente del muchacho. Había viajado durante horas para llegar a ese lugar y pasarla bien. Además, sabía exactamente donde podía pasar un buen rato. Hay un evento muy conocido a nivel mundial que se realiza en diferentes lugares. Por suerte para aquellas dos almas, el evento tenía lugar en Dark Dome. Música en vivo, mucho alcohol y sustancias de sospechosa procedencia. Gracias al nivel económico del vampiro, no le costaría para nada conseguir dos entradas al evento.
Antes de levantarse, la pelirroja le guiñó de forma provocativa a lo que Ryan solo sonrió ofreciendo una sonrisa coqueta que dejaría loca a cualquier mujer. Sabía exactamente lo que debían hacer. Bebió por última vez del vaso que tenía en la mesa y luego le pidió a la chica que por favor lo esperase unos minutos. Entró al local y fue directamente a los baños. Se miró en el espejo procurando tener una buena apariencia; verse bien era lo esencial para una persona del tipo de Ryan. Tomó un poco de agua para ver si podía pasar un poco el olor del alcohol y luego salió del baño manteniendo una postura solemne.
Volvió tras unos pocos minutos y puso la mano derecha sobre el hombro de la chica pelirroja. Había aparecido tras su espalda y aquel gesto lo hizo para que ella se volteara y pudiera verle de frente.
–He vuelto – sonrió –. Conozco un lugar donde podríamos ir. Lo pasaremos realmente bien.
Debían atravesar toda la ciudad para llegar hasta el lugar del evento. Necesitaría su vehículo, por suerte solo estaba a unos cuantos minutos de su departamento. Del bolsillo sacó el artilugio para llamar al chofer del edificio para que le llevase el carro. Esperó unos minutos con total paciencia.
–Gracias por traerme el carro. Ten – dijo sacando dinero de su billetera –. Gracias.
Era un hermoso vehículo negro, descapotable y una elegante fachada. Le abrió la puerta a su acompañante y Ryan tomó asiento en el lugar del piloto. Poseer un carro de ese calibre indicaba la situación económica del vampiro. Arrancó y avanzó por las calles de la ciudad de la eterna noche. El lugar era realmente hermoso y muy colorido; había luces de todos los colores, desde rojas hasta amarillas. Pasó por una enorme fuente que daba un aspecto futurista.
El chico, antes de seguir, detuvo el vehículo.
–Iremos a uno de los festivales más connotados del mundo entero. Habrá música en vivo, todo tipo de alcoholes y drogas. Lo pasaremos increíblemente bien – le sonrió a la chica –. Por cierto, ¿quieres conducir?
Antes de levantarse, la pelirroja le guiñó de forma provocativa a lo que Ryan solo sonrió ofreciendo una sonrisa coqueta que dejaría loca a cualquier mujer. Sabía exactamente lo que debían hacer. Bebió por última vez del vaso que tenía en la mesa y luego le pidió a la chica que por favor lo esperase unos minutos. Entró al local y fue directamente a los baños. Se miró en el espejo procurando tener una buena apariencia; verse bien era lo esencial para una persona del tipo de Ryan. Tomó un poco de agua para ver si podía pasar un poco el olor del alcohol y luego salió del baño manteniendo una postura solemne.
Volvió tras unos pocos minutos y puso la mano derecha sobre el hombro de la chica pelirroja. Había aparecido tras su espalda y aquel gesto lo hizo para que ella se volteara y pudiera verle de frente.
–He vuelto – sonrió –. Conozco un lugar donde podríamos ir. Lo pasaremos realmente bien.
Debían atravesar toda la ciudad para llegar hasta el lugar del evento. Necesitaría su vehículo, por suerte solo estaba a unos cuantos minutos de su departamento. Del bolsillo sacó el artilugio para llamar al chofer del edificio para que le llevase el carro. Esperó unos minutos con total paciencia.
–Gracias por traerme el carro. Ten – dijo sacando dinero de su billetera –. Gracias.
Era un hermoso vehículo negro, descapotable y una elegante fachada. Le abrió la puerta a su acompañante y Ryan tomó asiento en el lugar del piloto. Poseer un carro de ese calibre indicaba la situación económica del vampiro. Arrancó y avanzó por las calles de la ciudad de la eterna noche. El lugar era realmente hermoso y muy colorido; había luces de todos los colores, desde rojas hasta amarillas. Pasó por una enorme fuente que daba un aspecto futurista.
El chico, antes de seguir, detuvo el vehículo.
–Iremos a uno de los festivales más connotados del mundo entero. Habrá música en vivo, todo tipo de alcoholes y drogas. Lo pasaremos increíblemente bien – le sonrió a la chica –. Por cierto, ¿quieres conducir?
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Díganme Heisenberg || Privado con NGC 1672
- Un crimen desorganizado. ¿O tal vez no? [Privado: NGC 1672 | Sarah Foxxx]
- La Puerta al Nuevo Mundo [Pasado-Privado... Zaheera-NGC 1672]
- Un pueblo enloquecido, un simpático marine y una hermosa cazadora [Privado][Slicerin D. Venom - Yumiko Mei]
- !EH¡ Ese laboratorio es mio (Privado Milena-Corvo)
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.