[Pasado]Encuentro... ¿Interesante? (Alice/Aomine/Josep)

La joven albina tarareaba por lo bajo mientras observaba curiosamente los alrededores del cuartel. ¿Por qué ella estaba en ese lugar? Sencillo. Su maestro, hace unos días atrás, le pidió que fue al cuartel que se encontraba en el North Blue, con el objetivo de recolectar algo de experiencia para cuando ella se convirtiera en agente de verdad. Alice suspiró un poco al recordar eso; cuando ella llegó a la academia, los del consejo pusieron problemas por lo de su ingreso. Simplemente decían que ella ya era mayor para ser entrenada como agente. Es por eso que Lorenz hizo un trato con ellos: si ella lograba realizar alguna hazaña en un plazo de dos años, ellos permitirían que la joven se uniera a los agentes de la Cipher Pol.

¿El problema? Los dos años pasaron rápido y, aunque ahora ella era más fuerte, faltaba poco para que el plazo se cumpliera. Si la joven albina no hacía algo para complacer a los de arriba, entonces todo lo que ella había sacrificado hasta ahora sería en vano, y eso era algo que la mujer no podía permitir. Alice, debido a su política de no violencia, no buscaría problemas que afecten al gobierno por ella misma, y eso la limitaba mucho. Los problemas tendrían que encontrarla… ¿Cuál es la probabilidad que eso le ocurra a alguien que ni siquiera pertenecía al gobierno de forma oficial?

– Literalmente, la probabilidad es menos de diez por ciento – pensó la joven mientras sentía una rara mezcla entre diversión y frustración. La albina suspiró un poco, pero al poco tiempo recobró su característica sonrisa; no valía la pena taimarse algo así. Aún le quedaban algunas semanas, después de todo.

Alice siguió caminando, pero en eso se dio cuenta de cierto detalle que había estado ignorando. El cuarte se encontraba casi vacío, cosa inusual para una organización como esa. No solo eso, los pocos marines que había en el lugar parecían alarmados por alguna razón que la joven desconocía. La chica entrecerró los ojos por algunos segundos, decidiéndose por preguntarle a alguien lo que ocurría. Espero a que un marine pasara cerca suyo, y cuando sucedió, la mujer tocó el hombro de éste de forma suave. El marine, alarmado, se giró para ver quien le había tocado. Al ver al bombón que tenía delante de sus narices, él no pudo evitar sonrojarse. La joven suspiró mentalmente al ver esa reacción. Ella no le culpaba de eso, Alice sabía perfectamente el efecto que tenía en los miembros del sexo opuesto, incluso con otras mujeres a veces.

– Disculpe, ¿me podrá explicar por qué hay tan poca gente? – preguntó la joven con una sonrisa.

El marine se ruborizó más de lo que ya estaba, pero, aun así, se las arregló para responderle a la hermosa mujer.

– Lo que sucede es que unos maleantes con recompensa atacaron una base en una isla cercana. Normalmente los hubiéramos vencido fácilmente, pero al parecer había algunos miembros de la armada revolucionaria entre ellos. Enviamos todos los miembros que podíamos, dejando algunos en el cuartel general para protegerlo. Ahora mismo los están conteniendo en la otra isla, pero algunos de ellos pudieron salir de allí y se dirigen hasta acá. La mayoría maleantes, pero hay unos pocos revolucionarios entre ellos. Estamos esperando que lleguen refuerzos, de lo contrario la tendremos difícil con los poco que quedan dentro del cuartel – concluyó el marine.

Alice se quedó en silencio por algunos segundos, y luego asintió; al parecer ese era su día de suerte. Proteger uno de los cuarteles generales, posiblemente llamaría la atención de los del consejo. La joven albina se despidió del marine y siguió caminando por los pasillos. Ella ayudaría en lo que pudiera, pero lo haría a su propia manera.

Alice se detuvo a medio camino al escuchar una nueva voz detrás de ella. La iniciada parpadeo un poco y se dio la vuelta para observar a la nueva presencia. Se trataba de un hombre alto, y su cabello era de un color negro intenso que llevaba recogido en una coleta. La joven albina no podía escuchar con claridad la conversación que el nuevo tenía con el recluta, pero la mujer dedujo que debía ser un marine de alto rango, la postura respetuosa que tenía el pobre recluta delataba al otro tipo. La adolescente levantó una ceja en señal de curiosidad, ella pensaba que en el cuartel solo había reclutas y algunos otros marines de rangos superiores, pero sin llegar a capitán. No solo eso, ese hombre se le hacía familiar a la albina, pero ésta no lograba recordar de dónde. Alice, al cabo de unos segundos, suspiró.

– Si se trata de un marine importante, debo de haberlo visto en algún periódico o algo por el estilo – pensó la joven.

Alice se quedó observando fijamente al pelinegro por algunos segundos, pero luego se dio la vuelta y siguió caminando por el pasillo. Mientras más caminaba, más se daba cuenta que la actividad marine del cuartel subía. Eso tan solo quería decir que los enemigos estaban próximos a llegar hacia ese lugar, por lo que quedaba poco para que la batalla diera inicio. La albina meditó por algunos momentos sobre lo que debía hacer. Aun debían de quedar algunos reclutas en las habitaciones personales, por lo que la joven albina decidió pasarse por esos lugares para avisar a los que aún no se enteraban.

Le tomó cinco minutos a Alice llegar a la planta donde los agentes y reclutas tenían sus habitaciones personales. La joven se tomó su tiempo para ir de puerta en puerta y, si veía que había gente dentro, avisar sobre el inminente asalto al cuartel. En eso, la joven observó cómo un hombre, que no tenía nada de pinta de marine, tocaba a una de las puertas. Desde su lugar Alice no pudo observar bien lo que sucedía, a lo que se decidió por averiguarlo. Pero, antes que ella pudiera dar un solo paso, una voz retumbó por todo el piso, quebrando algunos vidrios en el proceso. La joven, asustada, corrió hacia la habitación y abrió la puerta de golpe… Nada pudo prepararla para lo que se encontró.

Dentro se encontraban unas tres personas: el tipo de antes, que ahora se encontraba sonrojado viendo a la albina; un viejo que medía unos tres metros y un… ¿Panda? Alice, estupefacta, se quedó mirando la escena sin saber cómo reaccionar. Se rascó la nuca y soltó una risa algo nerviosa.

– Esto… Yo solo pasaba a decir que la invasión empezará pronto… – Luego de decir eso, la mujer se quedó en completo silencio. Aquello debía ser un espectáculo raro de ver…

– Bueno… Yo me voy … Ahora – sin esperar respuesta, la albina se dio media vuelta y se marchó a toda velocidad de ese cuarto. La agente ya había completado su objetivo, por lo que ya nada le impedía alistarse para la lucha. Rápidamente fue a su cuarto para vestirse. De su bolso sacó un atuendo negro, el cual se puso, y retiró sus dos tantos de los estuches donde los traía. Se su equipo de maquillaje sacó una amarra para el cabello. Alice, con cuidado, se tomó el mechón que dejaba caer sobre su frente y, usando la amarra, se tomó el cabello en una cola alta frontal. La joven albina se miró en el espejo y asintió con determinación; eso haría que el cabello no le estorbara en las peleas. La mujer tomó todo su equipo con delicadeza y los guardo dentro del bolso. Lo dejó bajo la cama y colocó sus dos tantos en su espalda baja, amarrados firmemente. Luego de realizar todo eso, salió del cuarto… Justo para cuando la llamaron por el megáfono.

La albina abrió los ojos de par en par y corrió por los pasillos; era una suerte que la sala del megáfono no estaba lejos de su habitación, por lo que no le tomó nada llegar al cuarto. En menos de diez segundos ya se encontraba allí. Al llegar, notó que había dos presencias conocidas: el pelinegro de antes y el panda con el que se encontró hace solo unos minutos atrás. La joven tomó aire y se paró seriamente frente al hombre; toda sonrisa de antes desapareció de su rostro, ahora la albina solo portaba una expresión que denotaba neutralidad. Alice podía ser una mujer alegre y sin cuidado del mundo, pero ella misma sabía que debía ser seria durante las misiones.

– Mi nombre es Alice Branwen, señor. Soy una iniciada de la Cipher Pol, por lo que aún no tengo un rango oficial – se presentó formal y seriamente la joven. Era el saludo que Lorenz le dijo que debía usar en situaciones serias como esas. En eso, la joven notó como el sonido de unas balas chocaban con los muros del cuartel. Al parecer alguno de los barcos habían llegado antes de lo previsto.

La joven agente se quedó en silencio esperando sus ordenes. Alice arqueó una ceja al escuchar lo que el pelinegro le dijo al panda, pero no hizo ningún otro gesto para mostrar su curiosidad. En alguna otra ocasión ella hubiera preguntado sobre eso; una invasión no es lo ideal para empezar a satisfacer curiosidades suyas. En eso, unos reclutas entraron, se notaba que sentían pánico debido a la expresión que portaban en su rostro. Alice escuchó en silencio lo que los reclutas decían, y tuvo que arquear una ceja cuando hablaron sobre el semigigante de tres metros. Al escuchar la orden del pelinegro, la joven solo atinó a asentir. Luchar con alguien así sería tarea difícil, pero algo que la joven no pudiera derrotar. Alice se inclinó respetuosamente ante su superior y se marchó de la habitación con el objetivo de buscar a ese inmenso semigigante. Con ese tamaño la albina dudaba que el hombre, o mujer, sea difícil de encontrar.

Caminó por los pasillos durante algunos minutos, ella no había encontrado a nadie todavía. A lo lejos la joven podía escuchar el sonido de explosiones, tanto de afuera como de dentro, por lo que ella suponía que la batalla había dado comienzo. A simple vista parecía que la joven estaba con la guardia baja, pero era todo lo contrario, la verdad. Lorenz le enseñó a como parecer natural durante un combate o alguna situación parecida. Gracias a eso, la joven podía simular bien ser inofensiva siendo que su guardia estaba alta en todo momento. Luego de caminar durante otro segundos, la joven oyó como pasos se acercaban hacia donde ella se encontraba. Alice entrecerró los ojos al ver como unos hombres con pintas de maleante aparecía en su campo de visión. La joven reconoció a esos cuatro debido a que tenían recompensa por su cabeza, aunque eran demasiado bajas para considerarlos una verdadera amenaza.

– Miren chicos, parece que hoy es nuestro día de suerte – dijo uno de los maleantes, se podía notar un tono sugerente en su voz. Los otros tres solo atinaron a reír de forma estúpida.

Alice no dijo nada, tan solo sacó sus dos tantos de la funda y se colocó en guardia. Los sujetos tan solo atinaron a seguir riendo, pero eso acabó al ver lo que sucedió después. Con gran agilidad y velocidad, la joven albina se abalanzó contra uno de los hombres y, con ambos tantos, lanzó dos tajos sucesivos. Uno fue directo al abdomen, y el otro corte fue a una de las piernas. La sangre salpicó el piso, y los otros tres tan solo miraron con estupefacción al ver como uno de los suyos caía de rodilla. La mujer miró al caído, tan solo se notaba seriedad en su rostro. Aunque, por dentro, la joven se lamentaba lo que había hecho. Ella detestaba la violencia exagerada, pero sabía que era inútil pelear contra enemigos sin que ésta los lastimara seriamente. Algunos segundos pasaron, y los maleantes por fin salieron de su estado de sorpresa. Los tres restantes fulminaron con la mirada a la joven, mientras el otro trataba de levantarse.

– Estas muerta, perra – gritó uno de los hombres, para luego abalanzarse contra la joven, siendo seguido por los otros dos.

La joven solo suspiró al ver ese ataque a lo loco, era una regla básica no enfrentar a alguien que usaba armas con filo con los puños desnudos, salvo que tuvieras alguna forma de pasar esa debilidad y, la verdad, no parecía que esos tres tuvieran eso último. Alice esquivó con facilidad el ataque de esos tres, y mientras intentaban darse la vuelta para atacar de nuevo, la joven ya empezaba con su ataque. Lazó dos cortes a cada uno de los maleantes. El primero recibió uno en la espalda baja y en uno de sus brazos, el segundo fue en ambas piernas, y al tercero le llegó en ambos brazos, aunque la albina olvidó medir la potencia de su ataque en este último y terminó casi amputando uno de sus brazos. La joven se estremeció y vio el festín sangriento que acababa de realizar. Los sujetos se arrastraban por el suelo, tratando de alguna forma de parar el sangrado. Si, definitivamente la albina nunca se iba a acostumbrar a ese gafe del oficio.

La joven albina observaba tranquilamente a los cuatro maleantes que trataban de levantarse, pero en eso, apareció su superior. La joven ni se inmutó cuando éste se colocó delante de ella, tan solo veía con curiosidad que es lo que iba a hacer. El vicealmirante se acercó hasta donde se encontraba uno de los hombres, sacando una especie de guadaña en el proceso, a lo que Alice se estremeció por algunos segundos. La chica no conocía de nada al pelinegro, pero, a lo poco que ha visto de su personalidad, le parecía alguien sin misericordia. La joven suspiró con resignación, ella iba a perdonarle a la vida a esos cuatro... Pero ahora sería imposible. Lo único que podía hacer era rezar por las almas que pronto abandonaría el mundo. La vida era injusta, y eso ella lo aprendió de la peor forma posible. Ella era alguien pasiva y amable por naturaleza (cuando no está de misión), cosa rara encontrada en un agente. Esa es una de las razones por la cual iba a ser rechazada de la academia en un principio. En eso, el vicealmirante se dio la vuelta para decir algo a la joven. Alice entrecerró los ojos al escuchar eso, sin embargo, igual se tomó la molestia de responder.

– La verdad, es que no – dijo tranquilamente la joven, además agregó otra cosa. – Pero así es como me gusta hacer las cosas, tampoco es que pueda cambiar mi forma de ser de un día para otro. – finalizó con su explicación.

El marine no dijo nada, simplemente atravesó el estómago de uno de los rebeldes, para luego decapitarle de un tajo. Una persona común se hubiera estremecido y, a lo menos, hubiera vomitado su almuerzo... Pero Alice no era exactamente alguien normal que digamos. Experimentó en carne y hueso lo que la crueldad humana podía ofrecer, ver sangre a montones o gente torturada se le hizo una costumbre. Eso no quería decir que le gustase, de hecho, la odiaba. No solo porque le recordaba su pasado en la prisión de los nobles, sino también porque, una parte minúscula de su ser, ver la sangre de personas malvadas le provocaba un éxtasis inigualable. Alice tenía asumido que, debido a todo su enojo reprimido durante su infancia, era una sádica, aunque lo tuviera oculto en lo más profundo de su ser. La joven había aprendido a reprimir ese impulso, de tal forma que era casi imposible que su sadismo saliera a la luz. La albina tenía una máscara en su personalidad, era tan buena que se convirtió en parte real de su psicología, a tal punto que ni la misma chica sabía quien era en verdad.

La orden del vicealmirante hizo que saliera de sus pensamientos. La chica suspiró pesadamente y se acercó a los otros tres rebeldes caídos, mientras, sujetaba con firmeza sus dos tantos. En menos de diez segundos, otras tres cabezas rodaron por los suelos; era la forma más rápida de matar a alguien sin que sienta dolor. Miró en silencio los cuerpos de los rebeldes, suspiró y se dio la vuelta. En otra ocasión ella no hubiera hecho aquello, pero no podía desobedecer una orden así de directa. Además, ella sabía que ese hombre era peligroso, y la joven era alguien inteligente. Alice sabía elegir bien sus batallas y, definitivamente, esa no sería una donde pudiera salir bien parada. Se acercó lentamente al pelinegro, no sin antes limpiar los tantos con las ropas de los revolucionarios. Mientras meno viera la sangre, mejor.

– Orden cumplida, señor – dijo Alice. La expresión de su rostro era blanca, nadie podía saber que es lo que pensaba o sentía en ese momento. Aquello se asemejaba mucho a un robot. La joven se rascó la nuca y siguió hablando. – Si no le molesta, debo ir a buscar al semi gigante – la joven esperaría que el mismo vicealmirante diga que pueda irse. Darle la espalda a un superior era una grosería, después de todo.

La joven albina se sobresaltó ligeramente al ver como su superior se envolvía en llamas. Solo los años de práctica fueron lo que ayudó a la chica a mantener su compostura, de lo contrario, se hubiera visto muy ridícula. Alice miró con interés como el pelinegro se alejaba a una velocidad impresionante. ¿Una akuma no mi, quizás? En alguna otra ocasión la joven se habría mostrado más interesada en saber más, pero aquella situación no era el momento indicado. Estaban en medio de una batalla por proteger el cuartel, por lo que no era el momento de pensar en cosas de su propio interés; ya tendría tiempo para hacerlo, una vez que los rebeldes fuera neutralizados. Cuando vio que el vicealmirante desaparecía completamente de su campo de visión, la joven relajó su postura y expresión y siguió por el corredor.

Caminó durante algunos largos minutos. Durante el trayecto se despachó a otros criminales, rápidamente, con sus tantos. Alice no tenía tiempo que perder, el semi gigante era la prioridad en ese momento. Eso sí, la albina se tomó su tiempo para poder interrogar a uno de los asaltantes sobre la ubicación de su objetivo. No tardó mucho en dar rienda suelta a sus palabras, la joven estaba entrenada para interrogar a personas usando métodos poco convencionales, pero que para una mujer servían. Más si es usado por alguien tan bella como Alice, ese método se amplificaba por mucho gracias a sus grandes dotes.

No tardó mucho en llegar al lugar señalado, y tuvo que pausar súbitamente al ver el espectáculo que tenía en frente. Muchos cuerpos de marines sen encontraban distribuidos por el salón, y los que quedaban aún en pie, trataban por todo los medios posibles de derribar al hombre que se encontraba en el centro de todo. Se trataba de una personar de cabello rubio, alta y musculosa, llevaba una gabardina roja sobre su enorme cuerpo y unos pantalones negros. Viendo el tamaño de aquella persona, era fácil deducir que se trataba de su objetivo. La joven vio como los marines le disparaban al hombre. Éste tan solo se burlaba de ellos y los mandaba a volar de un puñetazo. No solo el tamaño, sino que también sus músculos eran resistentes. Las balas rebotaban en su piel, por lo que esa pelea sería mucho más difícil de lo que pensaba.

– Creo que ya va siendo hora de intervenir – pensó la albina.

Tomó la pistola de uno de los marines caídos, y apuntó hasta donde estaba el semi gigante. Alice no tenía nada de experiencia usando armas de fuego, pero la distancia que había entre ambos era muy poca, además de que el tamaño de ese hombre hacía que fuera un blanco fácil. Tampoco es que tuviera intención de lastimarle con eso, tan solo quería llamar su atención. Un fuerte ruido sonó, y la joven vio como la bala rebotó en la espalda del rubio. Este, para alivio de los marines, se detuvo con su masacre y observó a la nueva presencia.

– Jo, miren que tenemos aquí. Una mujerzuela que se viene hacer la heroína – dijo el rubio mientras se reía burlonamente.

Alice no dijo nada, tan solo miró calmádamente a su víctima. Ahora que la joven veía más de cerca al hombre, pudo identificarlo. Se llamaba Axel, era un revolucionario y tenía seis millones de berries por su cabeza. La joven desvió la mirada y clavó sus ojos en el resto de los marines.

– Esta es una orden del vicealmirante, todos deben abandonar esta pelea... Yo seré el se encargue de este tipo – dijo la joven.

Los marines vieron de forma dudosa a la albina, pero si se trataba de una orden de "esa" persona, entonces no podían negarse. Los reclutas salieron del lugar, pero no sin antes llevarse a los heridos para poder tratarlos; en el salón solo quedaron Axel y Alice. Ésta última miró analíticamente al semi gigante. Al contrario de los otros reclutas, ella no iba a luchar a lo loco. Tan solo se limitaría a pensar y a estudiar a su oponente. Ella sabía que ese hombre resistiría todos los golpes normales que Alice pudiera usar, por lo que ni se molestaría en intentarlo. Su mejor carta, sería la velocidad, y viendo el tamaño de aquella bestia, puede que pudiera funcionar. Lo que pudo observar antes, el tipo solo se despachaba a sus oponentes usando su fuerza bruta. Sus movimientos eran lentos, por lo que aún tenía chances de poder ganar...

La joven miraba atentamente a rubio, intentando predecir lo que haría el semi gigante. Lo cierto era que ella tenía que evitar todos los golpes de ese mastodonte; sabía que solo uno de esos bastaría para dejarle con la mayoría de los huesos rotos. Eso sí, la joven no debería tener problemas para esquivar los golpes del rubio. Si recibía uno, eso significaba que aún tenía mucho para aprender. No iba a dejar que la arrogancia o sobre confianza le consumieran; muchas personas poderosas sucumbían su destino debido a eso.

Cierto movimiento captó la atención de la joven. Al mirar, notó que el semi gigante estaba tenso. Unos segundos más tarde, éste salió disparado hasta donde se encontraba la peliblanca. Ésta abrió los ojos como platos; el tipo era mucho más veloz que antes. Sin embargo, la sorpresa no duró mucho, por lo que Alice pudo reaccionar a tiempo al asalto del gorila. Con gran dificultad, pudo esquivar el primer golpe. Gracias a eso, pudo captar el ritmo; hubiera sido fatal si recibía ese golpe. Aquél ataque intenso duró varios minutos, la chica solo podía esquivar y resistir los golpes del revolucionario. Había guardado sus dos tantos, si ella intentaba usarlos contra la piel del rubio, era seguro que tendría que reemplazarlo por otros dos.

– Tengo que admitirlo, eres más fuerte que los idiotas de antes – dijo el semi gigante, se podía notar cierto deje de respeto en su voz. Había cesado con su asalto, de momento, para poder obtener un segundo aire.

Alice tomó una bocanada de aire y miró tranquilamente al hombre.

– Y yo debo admitir que eres mucho mas veloz y tenaz de lo que esperaba – respondió de vuelta la albina. Cerró los ojos por algunos segundos, y luego volvió a mirar al revolucionario. – Pero ya va siendo hora de que me ponga seria – finalizó la albina.

Alice tensó sus músculos y se concentró en su energía interior; el efecto fue instantáneo. Toda su piel fue cubierta de una especie de cabello blanco. Lo único que quedó libre fue su rostro, pecho y entrepierna. Acto seguido, empezó con su asalto ante el sorprendido marine. Recorrió los metros que lo separaban en menos de dos segundos, y empezó a golpear todo el cuerpo del revolucionario. Este intentaba resistir con todo, pero no importa los golpes que diera éste, todos eran esquivados por la albina. Al cabo de unos segundos, cesó su ataque y tomó una distancia prudente entre ambos.

– Como me temía, aun en esta forma, mis golpes son poco eficaces contra ti – dijo Alice. Inhaló y exhaló varias veces para poder calmar su ritmo cardíaco. Luego. clavó su vista en el enfurecido revolucionario.

– Como resolveremos esto... Mis goles no son eficaces contra ti y, a la vez, tus golpes nunca podrán alcanzarme – pensó por unos momentos, hasta que se le ocurrió una idea. Una sonrisa apareció en su rostro, mientras, seguía mirando al poderoso titán.

– Es por eso que.. Terminemos esto un choque entre nuestros mejores golpes –

La propuesta de la joven sorprendió al rubio por algunos segundos, pero luego una sonrisa confiada apareció en su rostro. Tenía claro que ,si de fuerza física se trataba, él sería el ganador. Por su parte, la albina se concentró y entro en su forma completa. La joven tenía claro que, aunque duplicara su fuerza, no tenía muchas chances contra el grandulón. Es por esa misma razón que iba a recurrir a un golpe especial... Pero para eso, tendría que usar su máxima concentración. ¿Qué técnica era? Se llamaba counter, era un puñetazo que era usado para golpear el rostro del oponente usando el doble de su propio peso e impulso. Pero, para poder usarlo, era necesario de un "timing" perfecto. De lo contrario, solo sería un golpe común y corriente.

Alice esperó hasta que el rubio empezara con su golpe. La joven vio calmadamente a su oponente y, cuando vio que llegó hasta ella y levantaba el brazo para finalizar la pelea, actuó. Al ver que el puño iba bajando, concentró todas sus fuerzas en sus piernas y saltó hasta el rostro del rubio. Éste no se esperó aquello y, debido a que puso todo el peso e impulso en un solo golpe, no pudo esquivar el último asalto de la osa. El impacto fue tal, que el rubio terminó estampado en suelo.

– No me esperaba eso – fueron los últimos pensamientos del revolucionario antes de caer inconsciente.

Alice respiraba con mucha dificultad; era la primera vez que usaba el poder de su akuma en una pelea, por lo que el gasto físico fue descomunal. No pudiendo resistir más, la joven volvió a su forma humana y cayó a los brazos de morfeo.

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Lo primero que notó la joven al abrir los ojos, fue el colo blanco. Literalmente, todo las paredes y el piso eran de ese color. La joven se levantó con dificultad de la cama en la que se encontraba y miró a su alrededor.

– Yo que tú, no intentaría hacer esfuerzo físico – una voz desconocida habló a su lado. Al girar la cabeza, vio que se trataba de una persona canosa y con bata blanca. La joven abrió los ojos de par en par, por fin se había dado cuente de donde estaba; al parecer, luego de caer inconsciente, alguna persona se tomó la molestia de llevarlo a la enfermería.

– Ya no debes hacer esfuerzo, el combate acaba de terminar. Por cierto, hay una bolsa al pie de tu cama. Es todo el dinero que ganaste debido a tus actos heroicos... Además, creo que te ganaste un ascenso, pero eso ya lo pensaran los de arriba – Alice dejó escapar un suspiro de alivio y volvió a tumbarse en la almohada. Había logrado cumplir con su objetivo en el plazo dado, ahora solo le quedaba descansar. Si, de ahora en más, todo saldrá bien para ella...

O eso esperaba, quien sabe lo que podría suceder más adelante.