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Erin Reeve
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Iba a comenzar a caminar al lado de aquel hombre justo cuando la tierra tembló y, poco después, se agrietó y fragmentó. El calor que desprendía el abrasador magma hizo que diese un paso atrás, como queriendo alejarse de él. También era porque sentía algo de sequedad en sus ojos, por no mencionar que el resplandor repentino casi la ciega por unos momentos. - ¿Qué...? También hay diamantes... - Pensó. - Qué curioso... Quizá, en alguna época, hubiese un volcán aquí. No sería lo más sorprendente que he visto, menos aún tras observar cómo este lugar aparecía de la nada... - Colocó uno de sus dedos en su mentón, parándose a cavilar sobre aquello durante unos segundos. No era una experta en esos temas, ni tampoco sabía cómo se creaban esas piedras preciosas. Algo había leído alguna vez acerca de ello... Salió de aquel estado cuando la sensación de agua en sus pies consiguió que volviese a la realidad. - ¿Eh? - Bajó su mirada hacia el suelo para comprobarlo. - ¿Agua? Oh, no... ¿¡La isla se está volviendo a hundir!? - Eso alertó a la muchacha. No era para nada bueno, no siendo una usuaria de fruta. Por otro lado, el contacto del líquido con el ardor del magma hizo que una gran cortina de vapor se alzase y nublase su visión.
Buscó árboles a los que subirse e ir moviéndose hasta encontrar una embarcación, pero la propuesta de Corvo de volver al barco se anticipó. Sin duda alguna, aceptó. No podía quedarse mucho rato allí. Por el momento, el agua no era suficiente para afectarle. Era como un charco y no cubría ni su planta, pero si seguía subiendo habría consecuencias. Por lo demás, se limitó a observar cómo el científico ordenaba a los demás y la forma en la que planificaba algo, tal vez para poder conseguir algún diamante o algo de su interés. No sabía qué era lo que él quería hacer, sobretodo porque no estaba muy metida en el mundo científico ni lo conocía a él desde hace tiempo como para predecir sus acciones.
- Debemos irnos ya. - Fue lo que dijo una vez él hubo terminado de informar a los científicos del campamento y poner en marcha aquel robot. No quería ahogarse, desde luego.
Escuchó cómo mandaba aumentar la defensa del barco y sacar torretas, ¿por qué? ¿Tal vez habría algo ofensivo de lo que defenderse que ella no fue capaz de ver? Quizá se trataba de mera precaución, cosa para nada negativa, pero le alarmaba un poco el que ocurriese aquello. Se sentía perdida en un lugar caótico y desordenado de acciones que no comprendía y tecnología que jamás en su vida había visto. Permaneció un poco apartada. Le echaba para atrás el hecho de no poder ser de ayuda y si a eso le sumamos todo lo que no entendía, había un cóctel perfecto.
Buscó árboles a los que subirse e ir moviéndose hasta encontrar una embarcación, pero la propuesta de Corvo de volver al barco se anticipó. Sin duda alguna, aceptó. No podía quedarse mucho rato allí. Por el momento, el agua no era suficiente para afectarle. Era como un charco y no cubría ni su planta, pero si seguía subiendo habría consecuencias. Por lo demás, se limitó a observar cómo el científico ordenaba a los demás y la forma en la que planificaba algo, tal vez para poder conseguir algún diamante o algo de su interés. No sabía qué era lo que él quería hacer, sobretodo porque no estaba muy metida en el mundo científico ni lo conocía a él desde hace tiempo como para predecir sus acciones.
- Debemos irnos ya. - Fue lo que dijo una vez él hubo terminado de informar a los científicos del campamento y poner en marcha aquel robot. No quería ahogarse, desde luego.
Escuchó cómo mandaba aumentar la defensa del barco y sacar torretas, ¿por qué? ¿Tal vez habría algo ofensivo de lo que defenderse que ella no fue capaz de ver? Quizá se trataba de mera precaución, cosa para nada negativa, pero le alarmaba un poco el que ocurriese aquello. Se sentía perdida en un lugar caótico y desordenado de acciones que no comprendía y tecnología que jamás en su vida había visto. Permaneció un poco apartada. Le echaba para atrás el hecho de no poder ser de ayuda y si a eso le sumamos todo lo que no entendía, había un cóctel perfecto.
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Las voces de todos los superiores indicando la retirada a los barcos se escuchó por todas partes. No podía comprender nada de lo ocurrido.- ¿Que diablos sucede con esta isla? -no tenía sentido el pararme a cuestionar lo que estaba ocurriendo, ahora mismo tenía que seguir las ordenes y llegar hasta uno de los barcos.
Sin pensarlo 2 veces comencé a correr a toda velocidad tratando de evitar las zonas de impacto. Esto parecía una zona de guerra y lo de peor de todo era el no poder hacer algo devolverle el ataque a los enemigos.
Un marine tirado en el suelo captó mi atención. Me acerqué a donde se encontraba y sin detenerme a revisar si se encontraba vivo o muerto, lo levante del suelo y lo coloqué sobre mi hombro como si de un saco se tratara. Pesaba más de lo que imaginaba, causando que mi velocidad se redujera considerablemente.- Ya falta poco, el barco está justo enfrente. -me repetía de manera constante a modo de motivación.
Si todo salía bien debería de ser capaz de llegar a uno de los barcos tal y como se nos había ordenado. No presté importancia a si era el mismo barco en el cual había llegado a este maldito lugar o si era otro, solo corrí en su dirección mientras continuaba escuchando las voces indicando que subiéramos a cualquiera de los navíos.
Sin pensarlo 2 veces comencé a correr a toda velocidad tratando de evitar las zonas de impacto. Esto parecía una zona de guerra y lo de peor de todo era el no poder hacer algo devolverle el ataque a los enemigos.
Un marine tirado en el suelo captó mi atención. Me acerqué a donde se encontraba y sin detenerme a revisar si se encontraba vivo o muerto, lo levante del suelo y lo coloqué sobre mi hombro como si de un saco se tratara. Pesaba más de lo que imaginaba, causando que mi velocidad se redujera considerablemente.- Ya falta poco, el barco está justo enfrente. -me repetía de manera constante a modo de motivación.
Si todo salía bien debería de ser capaz de llegar a uno de los barcos tal y como se nos había ordenado. No presté importancia a si era el mismo barco en el cual había llegado a este maldito lugar o si era otro, solo corrí en su dirección mientras continuaba escuchando las voces indicando que subiéramos a cualquiera de los navíos.
Pasa el primer minuto, y vuestros gemelos empiezan a mojarse. Parece que esto acelera demasiado. Además, la risa cada vez es más estridente, y desde tierra podéis ver cómo, si os fijáis bien, ha desaparecido un montón de gente. ¿Qué demonios? Será mejor largarse rápido de aquí.
- Zero y Eichi:
- Comenzáis a marchar. Con el Mantra detectas muchas presencias, y todas parecen agitadas. Lo mejor será volver al barco, y… ¿Eso son presencias desvaneciéndose? No apagándose, desapareciendo. Una pena que no haya tiempo para investigar… ¿O sí?
- DANIO RERIO, XEMNAS DEATH, JOSEPH LETO, AMANE MISA, ABEL Y BIZVAN, AMAIAR Y CORINNA:
- Termináis por subir a los barcos, pero aún queda un buen rato para que cale. ¿Estáis seguros de que es la mejor opción? Aseguraos de que estáis a salvo.
- Kuskus, Alexandra, Castor, Natsuki y Adam:
- Comenzáis a caminar alegremente, y poco a poco el suelo se va encharcando. Las balas no dejan de caer, pero los que tengáis cierta pericia os daréis cuenta de que nada impacta en el agua, sólo explota. ¿Una bala fantasmal? ¿Una mina? ¿Vais a molestaros en descubrirlo en vez de largaros?
- Neo:
Cuando pisas de Nuevo el suelo te encuentras algo mareado, pero ha merecido la pena. Estás delante de un váter… Bueno, delante… Has salido por él, como escupido, en medio de una ciudad en ruinas. Hay un cartel gigante que pone “Reconstrucción de Loguetown” y un extraño Martillo justo al lado del retrete. Te resulta familiar… ¿PERO QUÉ COÑO HACES EN LOGUETOWN?
- Zane, Spanner y Ban:
- Parece que Spanner no está muy seguro. ¿Vais a hacer algo? Las balas siguen explotando, pero en el suelo muy lejos de vosotros. ¿Cómo estarán haciendo?
- Zuko y Azula:
- Atravesáis el barco cuando intentáis hacer pie. De hecho, se mueve a vuestro alrededor. Por cierto, ¿No notáis un destello? Como de un foco de luz, o algo. Viene de una montaña cercana. ¿Qué será?
PD: Recordad que la isla se hunde, igual queréis largaros.
- Sans:
- ¿Has apretado la moneda demasiado? No hay más en el suelo, pero te fijas que te ha quedado una mancha dorada en la palma de la mano… En los huesos. Te puedes fijar fácilmente en que se extiende por tus dedos, y poco a poco se forma una especie de guante. Con un botón en la muñequera. ¿Qué demonios?
Por cierto, los pigmeos te miran con aviesa hostilidad, piensa deprisa.
- Kasai y Nostariel:
- Termináis llegando al barco. Estáis a salvo… ¿O no? Una bala revienta el timón del barco (la tabla de detrás, no el timón volante). ¿Qué vais a hacer? Si no lo solucionáis estaréis a la deriva en el South Blue.
- Taiga:
- Cristopher ha desaparecido repentinamente… ¿Qué demonios? Ushio también se ha ido, y te has quedado solo. ¿Vas a hacer algo?
- Gusi:
- Tobías y Kimura han desaparecido. En el barco no hay más gente. Aquí están sucediendo cosas muy raras.
Y una voz suena en tu cabeza…
-Ahora eres mío. ¡Jajaajajjajajaja!
- Haruka:
- Los cables van a dar a una pared. Tienen un conducto tubular, y cuando golpeas te das cuenta de que está hueco. ¿Vas a intentar romperlo? Parece buena idea. Ah, espera. Eso de ahí es un gigantesco botón rojo. ¿Quieres jugar?
- Corvo y erin:
- Seguís en la nave, y tras un momento TESLA vuelve. Sólo un problema. La lava no se está solidificando con el agua, sino que la está evaporando. ¿Sabéis lo que significa? Si no se os ocurre algo rápido acabaréis en un remolino. Y no queréis terminar en un remolino. Genios, a discurrir.
- Milena:
- Los sigues, pero no parecen percatarse de tu presencia. ¿Vas a hablarles? (Kasai y Nostariel).
- Alice:
- CK desaparece, y tus compañeros llegan al barco. Mira su Spoiler y decide junto a ellos qué hacer.
- Ichizake:
- Te adentras en la cueva y comienzas a descender. Está tan oscuro que ves muy poquito, y según bajas te das cuenta de que tienes que descender agachado. ¿Es eso una ratonera gigante? Tal vez quieras descender más…
- Annie:
- Te subes al barco. Según tocas cada pieza, se transforma en simple cobre. Moneda a moneda se van deshaciendo, pero entre todo eso hay una extraña moneda. Era la única de plata, y brilla de forma inusitada. ¿Qué será?
En otro orden de cosas, ¿Te buscas otro lugar o te vas en ese mismo barco al subir la Marea?
- Barbazul y Gamzee:
- ¡Es un nido de cangrejos! https://www.onepiece-definitiverol.com/t18738-es-un-nido-de-cangrejos#180476
- Max:
- El barco empieza a elevarse, cosa rara ya que no hay marea. ¿Qué demonios está pasando?
- Ushio:
- Hay un pequeño bote cerca del faro. Podrías subirte a él y cuando veas buques por ahí abordar alguno. O seguir buscando, también es buena opción.
- Osuka y Ai:
- Parece que al no hacer ruido os habéis librado, pues el enorme ser pasa de vosotros. A lo mejor está ahí por el mismo motivo que el agua empieza a subir. Yo que vosotros saldría corriendo pero ya. Si no lo hacéis, no solo vais a ser comida de esa cosa. No tendrá que preocuparse por mataros él mismo, el mar lo hará.
- Syxel y Noah:
- Os vais volando, sin incidentes. Sois libres.
- Yoshi:
- Isaac desaprece. ¿Por qué? El caso es que algo malo pasa, y tienes el agua rozándote los gemelos. Tienes que conseguir salir de ahí de alguna forma, o estamos en un peliro serio. Tú con ahogarte, yo con Kimura.
¡Sálvese quien pueda!
- Todos los que han sido saltados:
- Os despertáis en medio de una celda, con un traje de rayas. Las chicas, además, tienen un triste sostén. Hace frío y está húmedo, y estáis encerrados. Amanecéis con alguna gente, y no sabéis dónde estáis. Fin del capítulo.
Para huir, debéis realizar un rol de islas de mínimo diez posts con un escape coherente.
Ichizake
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Por si no bastase con tener que moverse por una cueva completamente a oscuras, un nuevo peligro hizo que Gerald se plantease seriamente largarse de allí a toda prisa. El agua comenzó a mojar sus zapatos al mismo tiempo que la gruta comenzaba a descender y la altura del techo se reducía gradualmente hasta el punto de que tenía que agacharse cada vez más. Y mientras tanto, el agua subía. Cada uno de sus pasos chapoteaba y reverberaba en el eco de aquel oscuro espacio.
"Maldición, a este paso solo conseguiré ahogarme", pensó. Y por mucho que tratara de convencerse de que le daría tiempo a encontrar el oro, realmente no se lo creía.
Al final, antes de que el agua siguiera subiendo, decidió marcharse. Echó a correr por la oscura cueva, guiándose por la creciente luz que entraba desde la abertura. El agua en la cueva se acumulaba debido a que ésta descendía, por lo que varias veces tuvo que apoyarse en las rocas para no caer. Al salir, comprendió con horror que la isla estaba inundándose. Se estaba hundiendo, tal y como había salido flotando a la superficie, solo que esa vez él estaba a punto de hundirse con ella.
Sin plantearse cómo era posible o por qué ocurría tan rápido que ni siquiera había podido reaccionar, emprendió el camino de vuelta a toda la velocidad que sus piernas le permitían. Dejaba atrás los siniestros árboles y los monos chillones, notando la fatiga que el agua producía en su cuerpo por culpa de su habilidad. Se sentía como si hubiese corrido durante una hora por culpa del mar, pero no se habría detenido aunque se le hubiesen roto las piernas.
Cuando vio el barco negro comenzó a gritar órdenes; confiaba en que Gibbs le escuchara. Por suerte, aunque era un borracho, tenía un instinto curtido tras una vida en el mar, por lo que cuando vio que la tierra era tragada literalmente por el mar bajó en un bote a socorrer a su líder. Cuando llegó hasta él, Gerald estaba tan débil por culpa del agua que casi no podía moverse. Comenzaba a hundirse cuando su robusto timonel le sacó y le subió al bote sin miramientos ni delicadeza.
Gerald no le dirigió la palabra cuando le preguntó por el oro, ni siquiera se sentía con ánimo como para dar explicaciones sobre lo sucedido. Se limitó a aguantar el discurso de su compañero sobre por qué las islas mágicas eran de mal fario y a pensar en que ya tendría otra oportunidad mejor que aquella.
"Maldición, a este paso solo conseguiré ahogarme", pensó. Y por mucho que tratara de convencerse de que le daría tiempo a encontrar el oro, realmente no se lo creía.
Al final, antes de que el agua siguiera subiendo, decidió marcharse. Echó a correr por la oscura cueva, guiándose por la creciente luz que entraba desde la abertura. El agua en la cueva se acumulaba debido a que ésta descendía, por lo que varias veces tuvo que apoyarse en las rocas para no caer. Al salir, comprendió con horror que la isla estaba inundándose. Se estaba hundiendo, tal y como había salido flotando a la superficie, solo que esa vez él estaba a punto de hundirse con ella.
Sin plantearse cómo era posible o por qué ocurría tan rápido que ni siquiera había podido reaccionar, emprendió el camino de vuelta a toda la velocidad que sus piernas le permitían. Dejaba atrás los siniestros árboles y los monos chillones, notando la fatiga que el agua producía en su cuerpo por culpa de su habilidad. Se sentía como si hubiese corrido durante una hora por culpa del mar, pero no se habría detenido aunque se le hubiesen roto las piernas.
Cuando vio el barco negro comenzó a gritar órdenes; confiaba en que Gibbs le escuchara. Por suerte, aunque era un borracho, tenía un instinto curtido tras una vida en el mar, por lo que cuando vio que la tierra era tragada literalmente por el mar bajó en un bote a socorrer a su líder. Cuando llegó hasta él, Gerald estaba tan débil por culpa del agua que casi no podía moverse. Comenzaba a hundirse cuando su robusto timonel le sacó y le subió al bote sin miramientos ni delicadeza.
Gerald no le dirigió la palabra cuando le preguntó por el oro, ni siquiera se sentía con ánimo como para dar explicaciones sobre lo sucedido. Se limitó a aguantar el discurso de su compañero sobre por qué las islas mágicas eran de mal fario y a pensar en que ya tendría otra oportunidad mejor que aquella.
Gusi
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Akuma no mi
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A cada paso que daba, las tablas del suelo chirriaban o producían un crujido peculiar, dando una escena de tensión y peligro. Iba de una habitación a otra en busca de mis reclutas desaparecidos, por no llamarlos despistados, pero cuando estaba a punto de entrar en la última habitación, una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo. Cuando abrí la puerta, allí encontré lo mismo que había encontrado en el resto de las habitación, nada.
-¿Donde cojones se han metido?- dije al aire, mientras buscaba con la mirada alguna pista que me indicara donde estaban los malditos reclutas que se habían perdido. Me acerque a un escritorio y me puse a rebuscar unos informes que había encima de este.-¿Qué es esto? ¿Archivos revolucionarios?- dije mientras cogía las carpetas y en ellas estaba estampada el símbolo del gobierno dentro de un círculo rojo tachado. Me guarde un par de informes dentro de la chaqueta y rebusque entre los cajones del escritorio. Allí por suerte me encontré un … (a elección del staff), lo cogí y me dispuse a salir a cubierta en busca de mis reclutas estúpidos, con la esperanza de que hubieran subido por algún otro lado sin cruzarse conmigo y estos ya estuvieran arriba esperándome.
Cuando iba subiendo las escaleras, para ya salir a la cubierta, una voz extraña resonó en mi cabeza. -Ahora eres mío. ¡Jajaajajjajajaja!- dijo aquella voz que no pude identificar. Miré de un lado a otro sin comprender que había pasado, en busca del sujeto que hubiera dicho eso.
-Como no seas una mujer con la voz grave dudo que sea tuyo.-dije burlándome de la voz que me había hablado.-¿De qué te escondes? ¿Por qué no te muestras?- dije esperando unos segundos a que el sujeto que había hablado saliera de las sombras y se mostrara, pero pasaban los segundos y no parecía tener intenciones de mostrarse.
Termine de salir al exterior y para mi asombro comprobé que me había quedado jodidamente solo en el barco. Miré de un lado a otro de la cubierta en busca de los reclutas, pero parecían haberse ido sin mí.- Serán hijos de...- antes de terminar la frase vislumbre la barca en la que habíamos llegado. Esta seguía en el sitio donde la habíamos dejado, eso indicaba que los reclutas seguían en el barco o se había tirado al mar. Afine la vista y mire a lo lejos el barco de la marina, en la cual salía la gaviota gigante volando por el aire. Para mi sorpresa, en la cubierta del barco no se veía ni rastro de movimiento o vida.- ¿Qué está pasando?-dije preocupándome un poco por la situación que estaba viviendo.
-¿Donde cojones se han metido?- dije al aire, mientras buscaba con la mirada alguna pista que me indicara donde estaban los malditos reclutas que se habían perdido. Me acerque a un escritorio y me puse a rebuscar unos informes que había encima de este.-¿Qué es esto? ¿Archivos revolucionarios?- dije mientras cogía las carpetas y en ellas estaba estampada el símbolo del gobierno dentro de un círculo rojo tachado. Me guarde un par de informes dentro de la chaqueta y rebusque entre los cajones del escritorio. Allí por suerte me encontré un … (a elección del staff), lo cogí y me dispuse a salir a cubierta en busca de mis reclutas estúpidos, con la esperanza de que hubieran subido por algún otro lado sin cruzarse conmigo y estos ya estuvieran arriba esperándome.
Cuando iba subiendo las escaleras, para ya salir a la cubierta, una voz extraña resonó en mi cabeza. -Ahora eres mío. ¡Jajaajajjajajaja!- dijo aquella voz que no pude identificar. Miré de un lado a otro sin comprender que había pasado, en busca del sujeto que hubiera dicho eso.
-Como no seas una mujer con la voz grave dudo que sea tuyo.-dije burlándome de la voz que me había hablado.-¿De qué te escondes? ¿Por qué no te muestras?- dije esperando unos segundos a que el sujeto que había hablado saliera de las sombras y se mostrara, pero pasaban los segundos y no parecía tener intenciones de mostrarse.
Termine de salir al exterior y para mi asombro comprobé que me había quedado jodidamente solo en el barco. Miré de un lado a otro de la cubierta en busca de los reclutas, pero parecían haberse ido sin mí.- Serán hijos de...- antes de terminar la frase vislumbre la barca en la que habíamos llegado. Esta seguía en el sitio donde la habíamos dejado, eso indicaba que los reclutas seguían en el barco o se había tirado al mar. Afine la vista y mire a lo lejos el barco de la marina, en la cual salía la gaviota gigante volando por el aire. Para mi sorpresa, en la cubierta del barco no se veía ni rastro de movimiento o vida.- ¿Qué está pasando?-dije preocupándome un poco por la situación que estaba viviendo.
Ai Nanasaki
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Esa cosa parecía no querer comérselos. ”No podemos perder más tiempo” – suspiró con calma y miró a Osuka. Iba a tener que sacarlo de ahí e iba a ser más rápido que con cualquier otro método. ”Y yo que no quería usar mi fruta…” – no le agradaba la idea de usarla para ello. Pero, no veía otro camino. Tenían que salir de ahí. ”Aquí voy…” – su cuerpo empezó a cambiar y lentamente adoptaba el cuerpo de un tigre blanco con rayas negras y unas flamas celestes. No iban a luchar, pero si con esa forma, podrían correr mucho más rápido y moverse más ágilmente. Nunca había llevado a alguien con ella, pero creía poder hacerlo y no tener que forzarse demasiado.
– Osuka, vamos. Sube – se puso a un lado de él, mirando el camino que iban a seguir. – Iré muy rápido, tus indicaciones tendrán que ser muy precisas – su voz no había cambiado tanto, pese a ser un byakko de casi unos tres o cuatro metros. – ¿Quieres morir comido o ahogado? Yo no quiero morir, así que nos largamos.
Lo iba a esperar por solo unos pocos segundos. Si se subía, solo tendría que seguir sus indicaciones… Pero… ¿Y si no las sabía? Ya iba a pensar algo sobre la marcha. Si no se subía, solo tendría que improvisar y saber buscar un mapa. El ser usuaria de las frutas, le estaba jugando en contra. Una vez se subiera o no, empezaría a correr a toda velocidad.
– Osuka, vamos. Sube – se puso a un lado de él, mirando el camino que iban a seguir. – Iré muy rápido, tus indicaciones tendrán que ser muy precisas – su voz no había cambiado tanto, pese a ser un byakko de casi unos tres o cuatro metros. – ¿Quieres morir comido o ahogado? Yo no quiero morir, así que nos largamos.
Lo iba a esperar por solo unos pocos segundos. Si se subía, solo tendría que seguir sus indicaciones… Pero… ¿Y si no las sabía? Ya iba a pensar algo sobre la marcha. Si no se subía, solo tendría que improvisar y saber buscar un mapa. El ser usuaria de las frutas, le estaba jugando en contra. Una vez se subiera o no, empezaría a correr a toda velocidad.
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Tras asegurarme de que el marine continuaba con vida lo coloqué en un lugar donde resultara más difícil que algún impacto le provocara daños a cuerpo. No poseía los conocimientos necesarios para hacer algo mayor a desinfectar y vendar una herida común y corriente, por lo cual solo me encargué de la pequeña herida en su frente.- Perdón, esto lo que puedo hacer por ti actualmente. -me disculpé con él al sentirme poco útil.
El pequeño cangrejo que todo este tiempo había estado aferrado a mi gorra decidió que era tiempo de soltarse y buscar un mejor refugio. Avanzó por la cubierta tan rápido como podía. Durante su trayecto casi es pisado en más de una ocasión a causa de los hombres, por fortuna para él consiguió entrar por una puerta que lo llevarían hasta la bodega del barco.
Mientras miraba al pequeño animal moverse noté algo peculiar. El resto de los marines que se encontraban siguiendo las ordenes de los superiores, aunque algo parecía raro.* ¿Es mi imaginación o hay menos personas? *quizás a causa del ataque del barco volador, gran parte de los marines habían subido a los otros 2 barcos.* Da igual, es mejor que ayude con lo que pueda. *no le di más importancia a la poca cantidad de aliados y comencé a seguir las indicaciones de un hombre que parecía tener un mayor rango.
El pequeño cangrejo que todo este tiempo había estado aferrado a mi gorra decidió que era tiempo de soltarse y buscar un mejor refugio. Avanzó por la cubierta tan rápido como podía. Durante su trayecto casi es pisado en más de una ocasión a causa de los hombres, por fortuna para él consiguió entrar por una puerta que lo llevarían hasta la bodega del barco.
Mientras miraba al pequeño animal moverse noté algo peculiar. El resto de los marines que se encontraban siguiendo las ordenes de los superiores, aunque algo parecía raro.* ¿Es mi imaginación o hay menos personas? *quizás a causa del ataque del barco volador, gran parte de los marines habían subido a los otros 2 barcos.* Da igual, es mejor que ayude con lo que pueda. *no le di más importancia a la poca cantidad de aliados y comencé a seguir las indicaciones de un hombre que parecía tener un mayor rango.
Alexandra Silvercat
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Un rubor se extendió por mis mejillas al recibir el elogio de Kusanagi. En aquel momento, en aquel lugar, pensé que no necesitaba nada más para ser feliz. Solo pude sonreír de vuelta al pelirrojo, orgullosa de poder haber hecho algo útil y "demostrar mi valía." Caí en la cuenta de que nuestra división no contaba con nadie en el papel específico de Apoyo, y me planteé seriamente comenzar a centrarme en desarrollar el potencial que ofrecía mi Akuma para ayudar a otros antes que a mí misma.
El momento me duró poco, sin embargo. Muy pronto tuve que regresar de las nubes en mi cabeza para atender problemas serios, como el hecho de que el nivel del agua nos llegara ya por los gemelos, o que las explosiones no se detenían. Tardé un rato en darme cuenta de que las "balas" que disparaba el barco no alteraban la superficie del líquido al impactar, pero no tenía tiempo para preocuparme específicamente por aquel detalle, más allá de la curiosidad que sentía por ello. Tal vez hubiera una explicación lógica, tal vez fueran realmente fantasmas. En aquel mundo de locos donde un hombre podía convertirse en Sonido puro, una ya no sabía dónde estaba la línea que separa realidad de ficción.
Entonces caí en la cuenta de que faltaba algo. Algo importante. Kusanagi había dicho que debíamos volver todos o ninguno, y que debíamos escoltar a Ryuta y Shiki de vuelta al barco... ¿Pero dónde estaban? La sangre se me heló en las venas al darme cuenta de que habían desaparecido. Ni siquiera cuando me transformé para sobrevolar un poco el terreno, pude verlos desde mi punto de vista aéreo. Se habían esfumado sin dejar rastro, y la isla no pensaba perdonarnos por perder allí el tiempo. O volvíamos ya, o realmente no volveríamos ninguno.
- ¡Kus! - Llamé la atención del pelirrojo mientras aterrizaba jadeando ligeramente. - Kus, tenemos que irnos. - No estaba segura de que pudiera hacerle entrar en razón, y no quería tener que llevarmelo a la fuerza. Ni siquiera creía ser capaz de tal hazaña. - No están, se han ido. No veo sus cuerpos, así que tienen que estar en algún lado, ¿verdad? Seguramente se habrán ido por su cuenta, y nosotros deberíamos hacer lo mismo. Si se los ha llevado alguien los rescataremos, pero para eso tenemos que irnos YA. - Haciendo énfasis en la última palabra, le di al pelirrojo un pequeño empujón en la espalda.
Sabía que las convicciones morales de mi superior eran muy fuertes, y que no abandonaría fácilmente la idea de rescatar a nuestros compañeros, pero realmente esperaba que por esta vez fuera razonable. La impotencia me frustraba hasta a mí, pero como dijo alguien sabio: "Vive hoy para poder salvar a alguien mañana." Tendríamos más posibilidades de ayudar a los desaparecidos si escapábamos sanos y salvos, que muriendo inútilmente por una causa perdida. Esperaba que mi compañero entendiese eso.
El momento me duró poco, sin embargo. Muy pronto tuve que regresar de las nubes en mi cabeza para atender problemas serios, como el hecho de que el nivel del agua nos llegara ya por los gemelos, o que las explosiones no se detenían. Tardé un rato en darme cuenta de que las "balas" que disparaba el barco no alteraban la superficie del líquido al impactar, pero no tenía tiempo para preocuparme específicamente por aquel detalle, más allá de la curiosidad que sentía por ello. Tal vez hubiera una explicación lógica, tal vez fueran realmente fantasmas. En aquel mundo de locos donde un hombre podía convertirse en Sonido puro, una ya no sabía dónde estaba la línea que separa realidad de ficción.
Entonces caí en la cuenta de que faltaba algo. Algo importante. Kusanagi había dicho que debíamos volver todos o ninguno, y que debíamos escoltar a Ryuta y Shiki de vuelta al barco... ¿Pero dónde estaban? La sangre se me heló en las venas al darme cuenta de que habían desaparecido. Ni siquiera cuando me transformé para sobrevolar un poco el terreno, pude verlos desde mi punto de vista aéreo. Se habían esfumado sin dejar rastro, y la isla no pensaba perdonarnos por perder allí el tiempo. O volvíamos ya, o realmente no volveríamos ninguno.
- ¡Kus! - Llamé la atención del pelirrojo mientras aterrizaba jadeando ligeramente. - Kus, tenemos que irnos. - No estaba segura de que pudiera hacerle entrar en razón, y no quería tener que llevarmelo a la fuerza. Ni siquiera creía ser capaz de tal hazaña. - No están, se han ido. No veo sus cuerpos, así que tienen que estar en algún lado, ¿verdad? Seguramente se habrán ido por su cuenta, y nosotros deberíamos hacer lo mismo. Si se los ha llevado alguien los rescataremos, pero para eso tenemos que irnos YA. - Haciendo énfasis en la última palabra, le di al pelirrojo un pequeño empujón en la espalda.
Sabía que las convicciones morales de mi superior eran muy fuertes, y que no abandonaría fácilmente la idea de rescatar a nuestros compañeros, pero realmente esperaba que por esta vez fuera razonable. La impotencia me frustraba hasta a mí, pero como dijo alguien sabio: "Vive hoy para poder salvar a alguien mañana." Tendríamos más posibilidades de ayudar a los desaparecidos si escapábamos sanos y salvos, que muriendo inútilmente por una causa perdida. Esperaba que mi compañero entendiese eso.
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"¿Pero qué...?" Antes de que pudiera darse cuenta, Sans se encontraba mirando fascinado el proceso de extensión del tinte dorado. Se había pegado a sus huesos como el chocolate a la ropa, creciendo cual virus a través del organismo hasta formar una especie de guante en su mano. Anonadado por las circunstancias, casi se olvida de que un grupo de seres pequeños y actualmente rabiosos le miraban con abierta hostilidad. Puede que no entendiese su idioma nativo, pero podía entender lo suficiente su idioma corporal como para darse cuenta de aquel primitivo y puro sentimiento, que hacía sonar todas las alarmas de su propia cabeza.
El esqueleto estaba seguro de que podría asustarlos si usaba los gaster blasters, pero no entraba dentro de sus planes abusar de la violencia contra aquellos seres que no le habían hecho nada malo aún. Es más, Sans entendía que desde el punto de vista de los pequeños, seguramente él fuera el villano, profanando alguna especie de tesoro sagrado o similar. Lleno de culpabilidad, el agente no podía pensar en hacer llover fuego y destrucción sobre ellos, le parecía injusto e innecesario. No obstante, tenía que hacer algo, y rápido.
- Ahora es cuando repetimos la escena de Spack Jarrow en "Piratas del West Blue 2", ¿verdad? - Preguntó en voz alta, no esperando realmente respuesta de nadie.
Antes de que nadie pudiera decir "esta moneda es mía", Sans puso pies en polvorosa huyendo en dirección contraria a los pigmeos. Creía que si se dedicaba a moverse en línea recta, llegaría al mar tarde o temprano, y allí seguramente encontraría algún barco. Con suerte sería el suyo propio, ya que prácticamente estaba desandando el camino hecho previamente.
No tuvo tiempo a girarse para mirar si los mini-gyojins le seguían, pues cayó en la cuenta de que cuanto más descendía hacia la costa, más agua comenzaba a cubrirle los pies. Alarmado, quiso acelerar pero se dio cuenta de que ya iba a su máxima velocidad posible, y la caja torácica le recordó amablemente (mediante un fuerte dolor) que se estaba quedando sin fuelle.
Por si no fueran suficientes problemas unos encima de otros, el tinte dorado seguía extendiéndose por su brazo poco a poco. En otras circunstancias, tal vez se lo hubiera arrancado sin pensar, pero por muy infeccioso que fuera aquel mal (si realmente lo era), necesitaba ese mismo brazo para huir con éxito. O al menos eso creía. Alguien tendría que manejar el timón del barco, ¿no? De hecho, al pensar en esto, Sans intentó abrir y cerrar la mano para comprobar que no había perdido movilidad en ella.
Se le acababan las opciones. Dejando de lado si podía o no usar su brazo (en cuyo caso negativo, tal vez fuera más fácil decidir si cortárselo ya mismo), tenía que encontrar un navío pronto o no importaría lo que pasase con el guante. Sans podía nadar, una de las ventajas de no tener Akuma no Mi, pero dudaba que fuera a hacerlo mejor y más rápido que los pigmeos de antes, en caso de que le siguieran. La ventaja que hubiera obtenido corriendo por tierra (si había obtenido alguna) la perdería al instante.
Se había fijado en que el recubrimiento dorado tenía un botón, y el esqueleto aguantó la tentación de pulsarlo. Tal vez fuera su salvación, o su perdición, pero no pensaba arriesgarse aún. Lo haría como último recurso. De momento, su prioridad era encontrar una forma segura de abandonar la isla endemoniada aquella.
El esqueleto estaba seguro de que podría asustarlos si usaba los gaster blasters, pero no entraba dentro de sus planes abusar de la violencia contra aquellos seres que no le habían hecho nada malo aún. Es más, Sans entendía que desde el punto de vista de los pequeños, seguramente él fuera el villano, profanando alguna especie de tesoro sagrado o similar. Lleno de culpabilidad, el agente no podía pensar en hacer llover fuego y destrucción sobre ellos, le parecía injusto e innecesario. No obstante, tenía que hacer algo, y rápido.
- Ahora es cuando repetimos la escena de Spack Jarrow en "Piratas del West Blue 2", ¿verdad? - Preguntó en voz alta, no esperando realmente respuesta de nadie.
Antes de que nadie pudiera decir "esta moneda es mía", Sans puso pies en polvorosa huyendo en dirección contraria a los pigmeos. Creía que si se dedicaba a moverse en línea recta, llegaría al mar tarde o temprano, y allí seguramente encontraría algún barco. Con suerte sería el suyo propio, ya que prácticamente estaba desandando el camino hecho previamente.
No tuvo tiempo a girarse para mirar si los mini-gyojins le seguían, pues cayó en la cuenta de que cuanto más descendía hacia la costa, más agua comenzaba a cubrirle los pies. Alarmado, quiso acelerar pero se dio cuenta de que ya iba a su máxima velocidad posible, y la caja torácica le recordó amablemente (mediante un fuerte dolor) que se estaba quedando sin fuelle.
Por si no fueran suficientes problemas unos encima de otros, el tinte dorado seguía extendiéndose por su brazo poco a poco. En otras circunstancias, tal vez se lo hubiera arrancado sin pensar, pero por muy infeccioso que fuera aquel mal (si realmente lo era), necesitaba ese mismo brazo para huir con éxito. O al menos eso creía. Alguien tendría que manejar el timón del barco, ¿no? De hecho, al pensar en esto, Sans intentó abrir y cerrar la mano para comprobar que no había perdido movilidad en ella.
Se le acababan las opciones. Dejando de lado si podía o no usar su brazo (en cuyo caso negativo, tal vez fuera más fácil decidir si cortárselo ya mismo), tenía que encontrar un navío pronto o no importaría lo que pasase con el guante. Sans podía nadar, una de las ventajas de no tener Akuma no Mi, pero dudaba que fuera a hacerlo mejor y más rápido que los pigmeos de antes, en caso de que le siguieran. La ventaja que hubiera obtenido corriendo por tierra (si había obtenido alguna) la perdería al instante.
Se había fijado en que el recubrimiento dorado tenía un botón, y el esqueleto aguantó la tentación de pulsarlo. Tal vez fuera su salvación, o su perdición, pero no pensaba arriesgarse aún. Lo haría como último recurso. De momento, su prioridad era encontrar una forma segura de abandonar la isla endemoniada aquella.
Yoshi
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El ser poililla no contestó ni a mis preguntas ni a mi desafío pero no volvió a atacar, simplemente sonrió en una mueca que me puso los pelos de punta y se marchó por donde había venido. Me incorporé dispuesta a gitarle o a seguirle pero antes me giré hacia Isaac para preguntarle si estaba bien, ni si quiera me hizo falta preguntarle estaba en el suelo incosciente y comprobe con horror como todos los ataques que no me habían dado a mi le habian dado a él. Dejé atras mis pensamientos de gritar al ser polilla o de explorar más a fondo esa cueva, por muchas ganas que tuviera no podía abandonar al chico a su suerte lo primero sería salir de allí y una vez fuera de la cueva intentaria curarle aunque no sabía muy bien como lo iba a hacer
Arrastrandolo por el suelo logré sacarlo de la cueva a duras penas, mientras abanzaba por la cueva hacia el exterior la tierra estaba humedeciendose, la mayoria ya era solo barro, aquello no estaba así cuando habíamos bajado, era todo bastante extraño.
Al llegar a la salida de la cueva solté el cuerpo inconsciente de Isaac y vi con horror como todo había quedado completamente anegado de agua todas las plantas y todo lo que había por allí, el suelo ya ni siquiera se veía. Bajé la vista para recoger el cuerpo del chico pero no lo encontré, "¿Como narices he perdido a un chico inconsciente?" Aquello era un nuevo nivel de torpe y desvistada. Busqué y le llamé durante un rato pero parecía que efectivamente se había evaporado del lugar.
Tuve que dejar la tarea de buscar a mi herido compañero, no había rastro de él y el agua subia rápida y peligrosamente llegandome ya por los gemelos, tenía que buscar un refugio antes de que me quedara sin fuerzas y me ahogase solo esperaba que al menos el pelinegro se encontrase bien. Al principio intente ir corriendo abriendome paso tras el agua en busca de algun alto o pequeña embarcación pero no pude encontrar nada por lo que decidí cambiar de estrategia. Encontré un gran árbol con bastantes ramas, era bastante fácil llegar hasta su cima así que sin pensarmelo dos veces escalé por el con relativa facilidad, una vez en la cima miré a mi alrededor, al parecer toda la isla se estaba hundiendo, el agua estaba entrando en ella y no veía ni rastro de mi bote. Por suerte para mi aunque no encontre la pequeña embarcación donde había venido si visualicé un barco no muy lejos de donde yo estaba con suerte llegaría en menos de diez minutos a aquel lugar.
Como el suelo se había convertido en un lugar nada seguro para alguien como yo decidí ir al barco de árbol en árbol saltando de uno a otro como si fuese un mono, de aquella manera tardaría un poco más en llegar pero era mucho más seguro que estar en tierra, al menos allí arriba el agua tardaría en llegar. En poco más de lo que había planeado por fin me encontraba a salvo del agua en aquel barco que había encontrado.
Arrastrandolo por el suelo logré sacarlo de la cueva a duras penas, mientras abanzaba por la cueva hacia el exterior la tierra estaba humedeciendose, la mayoria ya era solo barro, aquello no estaba así cuando habíamos bajado, era todo bastante extraño.
Al llegar a la salida de la cueva solté el cuerpo inconsciente de Isaac y vi con horror como todo había quedado completamente anegado de agua todas las plantas y todo lo que había por allí, el suelo ya ni siquiera se veía. Bajé la vista para recoger el cuerpo del chico pero no lo encontré, "¿Como narices he perdido a un chico inconsciente?" Aquello era un nuevo nivel de torpe y desvistada. Busqué y le llamé durante un rato pero parecía que efectivamente se había evaporado del lugar.
Tuve que dejar la tarea de buscar a mi herido compañero, no había rastro de él y el agua subia rápida y peligrosamente llegandome ya por los gemelos, tenía que buscar un refugio antes de que me quedara sin fuerzas y me ahogase solo esperaba que al menos el pelinegro se encontrase bien. Al principio intente ir corriendo abriendome paso tras el agua en busca de algun alto o pequeña embarcación pero no pude encontrar nada por lo que decidí cambiar de estrategia. Encontré un gran árbol con bastantes ramas, era bastante fácil llegar hasta su cima así que sin pensarmelo dos veces escalé por el con relativa facilidad, una vez en la cima miré a mi alrededor, al parecer toda la isla se estaba hundiendo, el agua estaba entrando en ella y no veía ni rastro de mi bote. Por suerte para mi aunque no encontre la pequeña embarcación donde había venido si visualicé un barco no muy lejos de donde yo estaba con suerte llegaría en menos de diez minutos a aquel lugar.
Como el suelo se había convertido en un lugar nada seguro para alguien como yo decidí ir al barco de árbol en árbol saltando de uno a otro como si fuese un mono, de aquella manera tardaría un poco más en llegar pero era mucho más seguro que estar en tierra, al menos allí arriba el agua tardaría en llegar. En poco más de lo que había planeado por fin me encontraba a salvo del agua en aquel barco que había encontrado.
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Nunca había visto tantas riquezas antes... ¡Todas para mí! ¡Todas! Me daba igual ser una ambiciosa en estos momentos. Aquí podía haber tanto oro que sería más rica que mis antiguos amos. Podría hacerles la vida imposible. Todo era perfecto. El destino estaba de mi parte por una vez.
Me acerqué a la barandilla. ¿Cómo podía haber subido tanto la marea en tan poco tiempo? No me gustaba nada, esperaba poder salir de aquí a salvo con el barco. Es más, no me vendría mal quedármelo como transporte. Con unos arreglillos podía estar bien, y ser incluso acogedor. Al menos tendría un techo donde dormir.
Miré en cada bolsa de oro. Cogí un puñado de monedas. Brillaban tan bien; sin embargo, comenzaron a transformarse en cobre. ¿Qué? ¡No! Mi oro. Cada vez que tocaba una nueva esta se iba transformando... ¿Por qué? ¿Quién hace esta clase de maldad? Ahora a ver a quién le vendo todo este cobre.
-M-mi oro - Tartamudeé tristemente.
Una moneda llamó mi atención, era de plata y brillaba con fuerza. ¿Esta también se convertiría en cobre? Dudé en si cogerla o no, pero final lo hice. La tuve en la palma de la mano un rato, observándola. No tenía nada extraño y su forma no cambiaba. Interesante. Miré a mi alrededor y apreté los puños con fuerza, clavándome la moneda en el interior. Todo estaba desapareciendo. Era el momento de irse de aquí, fui hasta el timón. Había que zarpar.
Me acerqué a la barandilla. ¿Cómo podía haber subido tanto la marea en tan poco tiempo? No me gustaba nada, esperaba poder salir de aquí a salvo con el barco. Es más, no me vendría mal quedármelo como transporte. Con unos arreglillos podía estar bien, y ser incluso acogedor. Al menos tendría un techo donde dormir.
Miré en cada bolsa de oro. Cogí un puñado de monedas. Brillaban tan bien; sin embargo, comenzaron a transformarse en cobre. ¿Qué? ¡No! Mi oro. Cada vez que tocaba una nueva esta se iba transformando... ¿Por qué? ¿Quién hace esta clase de maldad? Ahora a ver a quién le vendo todo este cobre.
-M-mi oro - Tartamudeé tristemente.
Una moneda llamó mi atención, era de plata y brillaba con fuerza. ¿Esta también se convertiría en cobre? Dudé en si cogerla o no, pero final lo hice. La tuve en la palma de la mano un rato, observándola. No tenía nada extraño y su forma no cambiaba. Interesante. Miré a mi alrededor y apreté los puños con fuerza, clavándome la moneda en el interior. Todo estaba desapareciendo. Era el momento de irse de aquí, fui hasta el timón. Había que zarpar.
Pese a estar bajo el casco de aquel barco las explosiones parecían estar cada vez más cerca. El barco descendía y me obligaba a acercarme cada vez más al agua. Spanner, por su parte, no estaba conforme con aquella situación, así que, para prevenir males mayores, alcé mi vuelo hasta llegar a las nubes, lejos de las explosiones del barco.
—Creo que nuestra aventura acaba aquí… -dije con desdén, al no haber podido encontrar el tesoro.
Fui descendiendo con mi visión mejorada, mientras me deslizaba con suavidad por las corrientes de aire, en busca de nuestro barco. Al encontrarlo, me convertí en forma humana, lo pusimos a punto y nos alejamos de allí lo más rápido que pudimos.
—Creo que nuestra aventura acaba aquí… -dije con desdén, al no haber podido encontrar el tesoro.
Fui descendiendo con mi visión mejorada, mientras me deslizaba con suavidad por las corrientes de aire, en busca de nuestro barco. Al encontrarlo, me convertí en forma humana, lo pusimos a punto y nos alejamos de allí lo más rápido que pudimos.
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Los hombres terminaron de subirse a los barcos, la mayoría de ellos ilesos. Aunque si es verdad que vi si subir varios heridos a algún barco, incluso una chica que parecía tener la pierna dentro de un bloque de madera. Me subí al barco más cercano, la joven con la pierna cubierta de madera que vi antes, ahora mostraba una fea herida, pero fuera de estar parada esperando que la curaran parecía estar reparando la cubierta con madera que ella misma creaba. Los usuarios de Akuma no mi eran raros, pero esta parecía esforzada y su habilidad la mar de útil. Me informaron que no podríamos partir hasta pasado un rato, pues no había suficiente profundidad, lo que era raro pues al llegar no había pasado eso.
-Quiero inspecciones de todas las cubiertas en todos los barcos, esta isla y sus aguas son muy raras y peligrosas. Ir en parejas e informar cada quince minutos. Prestar especial atención en las cubiertas más inferiores. Si alguno es especialista en buceo que compruebe el estado del casco por fuera en los otros buques, yo me ocupo de este. El resto atentos, no quiero más heridos por balas fantasmales.
Dicho lo cual baje hasta la playa desde la que me encamine hacia el mar a inspeccionar las partes sumergidas de los navíos. Mantendría el mantra activo, atento a cualquier peligro potencial. Además estaría atento a corrientes y movimientos del barco, para no terminar arrastrado por alguna o aplastado por un movimiento repentino de los barcos. Comprobaría también el resto de barcos y el estado de los buzos, si alguno se había atrevido a bajar.
-Quiero inspecciones de todas las cubiertas en todos los barcos, esta isla y sus aguas son muy raras y peligrosas. Ir en parejas e informar cada quince minutos. Prestar especial atención en las cubiertas más inferiores. Si alguno es especialista en buceo que compruebe el estado del casco por fuera en los otros buques, yo me ocupo de este. El resto atentos, no quiero más heridos por balas fantasmales.
Dicho lo cual baje hasta la playa desde la que me encamine hacia el mar a inspeccionar las partes sumergidas de los navíos. Mantendría el mantra activo, atento a cualquier peligro potencial. Además estaría atento a corrientes y movimientos del barco, para no terminar arrastrado por alguna o aplastado por un movimiento repentino de los barcos. Comprobaría también el resto de barcos y el estado de los buzos, si alguno se había atrevido a bajar.
Hayden Ashworth
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Sus pies atravesaron el suelo. Por acto reflejo, usó el geppou y se mantuvo pateando el aire. Miró hacia arriba, viendo el barco intangible, y esperando que su hermana también se mantuviese en el aire. Miró a su alrededor y, aún en forma híbrida, se dio cuenta de que a lo lejos, en una montaña, un haz de luz iba hacia ellos. ¿Estaría allí el responsable? Maldijo al aire, pues a varios metros bajo sus pies la isla seguía hundiéndose. Sin embargo, no podía dejar aquello sin descubrir. Si pasaba algo, siempre podía salir volando.
- ¡Azula! ¡Vuelve al barco! -gritó, esperando que lo oyera.
Entonces, usando el Geppou, dio un salto pateando el aire dirección a la montaña. Entonces, agitando sus alas, empezó a volar hacia la montaña, ayudándose a ir más rápido propulsándose con llamas expulsadas por los pies y manos. Necesitaba saber que estaba ocurriendo allí y tal vez en aquella luz estuviese la respuesta.
- ¡Azula! ¡Vuelve al barco! -gritó, esperando que lo oyera.
Entonces, usando el Geppou, dio un salto pateando el aire dirección a la montaña. Entonces, agitando sus alas, empezó a volar hacia la montaña, ayudándose a ir más rápido propulsándose con llamas expulsadas por los pies y manos. Necesitaba saber que estaba ocurriendo allí y tal vez en aquella luz estuviese la respuesta.
Mist D. Spanner
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La cosa ya estaba demasiado complicada. El chico asintió mentalmente ante la observación de Zane y se agarró firmemente al cálido plumaje del Suzaku. Su capitán los llevó hasta el barco y, nada más aterrizar, pasó a su forma humana y empezó a moverse para largarnos de allí lo más rápido posible. Spanner miraba en la distancia como la isla empezaba a desaparecer en el mar. Maldijo al aire, pues no había conseguido descubrir de donde venían aquellas historias de fantasmas, tan solo un encuentro con una de las criaturas más horribles del planeta.
Icarus, el pequeño búho, llegó volando hasta el hombro de su amo, contento por su llegada. Spanner suspiró y se giró, buscando ayudar a su capitán a prepararlo todo.
Icarus, el pequeño búho, llegó volando hasta el hombro de su amo, contento por su llegada. Spanner suspiró y se giró, buscando ayudar a su capitán a prepararlo todo.
Abby
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¿Qué? ¿Cómo había podido ser eso? ¿Cómo pudimos atravesar un barco? Usé el geppou y permanecí en el aire. Acabé un poco más abajo de Zuko. Miré hacia arriba, creo que se sentía como yo al habernos ocurrido eso. Pateé el aire hasta quedarme a su altura. La isla bajo nosotros se estaba hundiendo. En ese momento me acordé de Kusanagi y nuestros compañeros de Reiseina. No solía decir esto, pero... pero... esperaba que estuviesen bien. En fin, yo deseando algo así.
Una luz llamó mi atención. ¿Provenía de una montaña? Parece ser que sí. Miré al barco y luego a la luz. Es como si parpadease. Era extraño. A lo mejor tenía que ver con este suceso. Quizás investig-
Zuko gritando me sacó de mi mente. ¿Al barco? Y una mierda, él no se iba sin mí. Era mucho más veloz, pero no tardaría en alcanzarlo. Salté con más geppou y después emití llamas de la palma de mis manos y de los pies, para propulsarme con más velocidad. Iba más adelantado que yo, pero por lo menos no le perdía de vista.
-¡Zuko! ¡La isla se hunde! - Le grité con todas mis fuerzas. - ¡Tenemos que irnos!
Sentía el viento chocar contra mi cara. Cuanto más cerca estábamos más precisa era la luz. ¿Qué sería aquello?
-¿Cómo se te ocurre dejarme allí? ¡Puede ser algo peligroso y encima te vienes tú solo! - Le dije enfadada. Ahora quería saber a qué se debía esa luz y largarnos lo antes posible. No cuanto más aguantaría esto.
Una luz llamó mi atención. ¿Provenía de una montaña? Parece ser que sí. Miré al barco y luego a la luz. Es como si parpadease. Era extraño. A lo mejor tenía que ver con este suceso. Quizás investig-
Zuko gritando me sacó de mi mente. ¿Al barco? Y una mierda, él no se iba sin mí. Era mucho más veloz, pero no tardaría en alcanzarlo. Salté con más geppou y después emití llamas de la palma de mis manos y de los pies, para propulsarme con más velocidad. Iba más adelantado que yo, pero por lo menos no le perdía de vista.
-¡Zuko! ¡La isla se hunde! - Le grité con todas mis fuerzas. - ¡Tenemos que irnos!
Sentía el viento chocar contra mi cara. Cuanto más cerca estábamos más precisa era la luz. ¿Qué sería aquello?
-¿Cómo se te ocurre dejarme allí? ¡Puede ser algo peligroso y encima te vienes tú solo! - Le dije enfadada. Ahora quería saber a qué se debía esa luz y largarnos lo antes posible. No cuanto más aguantaría esto.
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- ¡Maldita sea! ¡El puto mar no para de subir!
Gritó el guepardo mientras corría con el pelirrojo a su lomo. El nivel del agua no paraba de subir y ya sentía su velocidad reducida debido a que las cuatro patas estaban sumergidas. Si no se hubiese cargado el barco podía haber huido, aunque con el agujero que tenía, se habría hundido a la mínima. Era increíble que no encontrasen a nadie en su camino. Los ojos del felino se entrecerraron al mismo tiempo que las venas de su frente se marcaban. No había forma de escapar e iba a tener que cambiar de forma si querían aguantar más tiempo. Él por su parte se estaba matando a correr y no pensaba parar hasta encontrar un jodido vehículo. Estaban en una situación de muerte, y apenas podía reaccionar.
El animal entonces cambió su cuerpo pasando a la forma híbrida, siendo un enorme hombre guepardo de unos tres metros y medio. El pelirrojo quedó en sus hombros, y él continuó corriendo a toda velocidad. La bestia iba arrollando los árboles a su alrededor, mientras las presencias iban desvaneciéndose. Lo siguiente que hizo fue saltar al tronco de un árbol y después impulsarse hacia arriba, tratando de ver barcos o personas. El ser lanzó un terrible rugido con toda su fuerza, le daba lo mismo hacerse pedazos la garganta.
- ¡¿Hay alguien en la isla?!
Maldito Eichi, si no podía volar todo iba a ser una putada para ellos. El hombre guepardo continuaba avanzando lo más rápido que podía, buscando alguna posible solución. Algo que pudiese flotar al menos para arrancarlo y poder estar sobre él hasta que el pelirrojo pudiese volar, cualquier cosa le servía.
Gritó el guepardo mientras corría con el pelirrojo a su lomo. El nivel del agua no paraba de subir y ya sentía su velocidad reducida debido a que las cuatro patas estaban sumergidas. Si no se hubiese cargado el barco podía haber huido, aunque con el agujero que tenía, se habría hundido a la mínima. Era increíble que no encontrasen a nadie en su camino. Los ojos del felino se entrecerraron al mismo tiempo que las venas de su frente se marcaban. No había forma de escapar e iba a tener que cambiar de forma si querían aguantar más tiempo. Él por su parte se estaba matando a correr y no pensaba parar hasta encontrar un jodido vehículo. Estaban en una situación de muerte, y apenas podía reaccionar.
El animal entonces cambió su cuerpo pasando a la forma híbrida, siendo un enorme hombre guepardo de unos tres metros y medio. El pelirrojo quedó en sus hombros, y él continuó corriendo a toda velocidad. La bestia iba arrollando los árboles a su alrededor, mientras las presencias iban desvaneciéndose. Lo siguiente que hizo fue saltar al tronco de un árbol y después impulsarse hacia arriba, tratando de ver barcos o personas. El ser lanzó un terrible rugido con toda su fuerza, le daba lo mismo hacerse pedazos la garganta.
- ¡¿Hay alguien en la isla?!
Maldito Eichi, si no podía volar todo iba a ser una putada para ellos. El hombre guepardo continuaba avanzando lo más rápido que podía, buscando alguna posible solución. Algo que pudiese flotar al menos para arrancarlo y poder estar sobre él hasta que el pelirrojo pudiese volar, cualquier cosa le servía.
Osuka Sumisu
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El revolucionario estaba atacado de los nervios, tanto Esme como el novato habían desaparecido, cosa que al oficial Krauser no le iba gustar, pero él no pudo hacer nada haciendo que la culpabilidad le pasase por todo el cuerpo. No podía perder el tiempo, al menos Ai seguía con él y el gran monstruo parecía haberlos ignorado, aunque no serviría de mucho si los dos acababan ahogados.
Ai, para por suerte, utilizo el poder de su akuma, para convertirse en un intimidante tigre blanco gigantesco a la vez que le pedía que se subiese y le indicase. Osu sabía que su compañera era una zoan aunque nunca la había visto. Aunque sabía bien, por la primera observación que una mitológica, la del tigre del oeste Byakko. El demonio plateado era muy fanático de las bestias mitológicas de todo tipo, y que su compañera se pudiera transformar en un animal que representase el viento y el rayo, mejoraba el asunto de tener que ir rápido.
- Muy bien Ai-. Asintió Osu a la vez que se subía sobre Ai e intentaba localizar donde se encontraban los dos, tras unos segundos localizo lo que buscaba y lo señalo con el dedo a la elevación montañosa en la que había brillado como una luciérnaga, que se veía a lo lejos. Sabía muy bien que era esa, era la única que coincidía, ya que otras doblaban el tamaño o median la mitad.- ¿No te suena esa colina? Si el barco sigue en su sitio, estará en la playa tras esta. Confió en ti.
Ai, para por suerte, utilizo el poder de su akuma, para convertirse en un intimidante tigre blanco gigantesco a la vez que le pedía que se subiese y le indicase. Osu sabía que su compañera era una zoan aunque nunca la había visto. Aunque sabía bien, por la primera observación que una mitológica, la del tigre del oeste Byakko. El demonio plateado era muy fanático de las bestias mitológicas de todo tipo, y que su compañera se pudiera transformar en un animal que representase el viento y el rayo, mejoraba el asunto de tener que ir rápido.
- Muy bien Ai-. Asintió Osu a la vez que se subía sobre Ai e intentaba localizar donde se encontraban los dos, tras unos segundos localizo lo que buscaba y lo señalo con el dedo a la elevación montañosa en la que había brillado como una luciérnaga, que se veía a lo lejos. Sabía muy bien que era esa, era la única que coincidía, ya que otras doblaban el tamaño o median la mitad.- ¿No te suena esa colina? Si el barco sigue en su sitio, estará en la playa tras esta. Confió en ti.
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Caminé con cuidado de no tropezar siguiendo la dirección de los cables y estos me llevaron hasta una pared.
Incrustado en la pared se encontraba un conducto tubular sospechoso. ¿Por qué hace un conducto en una cueva húmeda? ¿Tanto se calentaba el mecanismo que necesitaba disponer de uno?
Golpeé ligeramente la estructura con mis nudillos con la intención de comprobar si estaba bien sujeto, y pude escuchar que el sonido de mis golpes resonaba ligeramente.
¿Estaba hueco?
Noté entonces que el agua me mojaba las piernas y me di cuenta de que había sobrepasado el límite de mis botas. Me estaba quedando sin tiempo.
Pero, ¿para qué servía la moneda de oro?
Me metí la mano en el bolsillo para cogerla y la apreté con fuerza en un gesto de frustración, al tiempo que chasqueaba la lengua y miraba a mi alrededor, pensando en lo que hacer a continuación. ¿Debía dejarlo estar y huir por mi vida? Si la cueva se llenaba de agua, me moriría allí como una idiota.
Me fijé entonces en un gran botón rojo a mi izquierda. ¿Cómo no había visto eso antes? La mano que todavía sujetaba con firmeza la moneda se alargó hacia el botón inconscientemente, y tuve que detenerla con la otra.
- No, Mirai, contrólate. No sabes lo que hace ese botón. Ya lo pulsarás luego si tienes tiempo y una ruta de escape segura. –me dije a mí misma, al tiempo que bajaba la mano. Con la libre decidí dar un fuerte puñetazo al conducto, para ver si cedía ante mi fuerza y comprobar si efectivamente estaba hueco o habían sido imaginaciones mías.
Incrustado en la pared se encontraba un conducto tubular sospechoso. ¿Por qué hace un conducto en una cueva húmeda? ¿Tanto se calentaba el mecanismo que necesitaba disponer de uno?
Golpeé ligeramente la estructura con mis nudillos con la intención de comprobar si estaba bien sujeto, y pude escuchar que el sonido de mis golpes resonaba ligeramente.
¿Estaba hueco?
Noté entonces que el agua me mojaba las piernas y me di cuenta de que había sobrepasado el límite de mis botas. Me estaba quedando sin tiempo.
Pero, ¿para qué servía la moneda de oro?
Me metí la mano en el bolsillo para cogerla y la apreté con fuerza en un gesto de frustración, al tiempo que chasqueaba la lengua y miraba a mi alrededor, pensando en lo que hacer a continuación. ¿Debía dejarlo estar y huir por mi vida? Si la cueva se llenaba de agua, me moriría allí como una idiota.
Me fijé entonces en un gran botón rojo a mi izquierda. ¿Cómo no había visto eso antes? La mano que todavía sujetaba con firmeza la moneda se alargó hacia el botón inconscientemente, y tuve que detenerla con la otra.
- No, Mirai, contrólate. No sabes lo que hace ese botón. Ya lo pulsarás luego si tienes tiempo y una ruta de escape segura. –me dije a mí misma, al tiempo que bajaba la mano. Con la libre decidí dar un fuerte puñetazo al conducto, para ver si cedía ante mi fuerza y comprobar si efectivamente estaba hueco o habían sido imaginaciones mías.
- Multiplicadores:
Entré al cap con nivel 20, así que los multiplicadores son los siguientes: Fuerza x10, resistencia x5, velocidad x3.
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Castor asintió ante las palabras del jefe. Él no estaba cualificado para llevar mucho peso, pues su forma física no era profesional. Él se limitaba a dar tiros, cuchillazos, y pensar en planes para derrotar a sus enemigos de forma cabrona. Al parecer, iban a tener que ir a por los dos, y el tipo que Troy creyó ideal para ello, era el pelo pincho. Tenía unos brazos musculosos y seguramente podría confiar en él para llevar a los demás. Su mirada no le gustaba un pelo, parecía el típico hombre que no le gustaba irse de putas. Además no se sabía su nombre, como siempre. El puto agente tenía la jodida manía de irse a las misiones sin saber el nombre de la gente. Solo conocía el de su jefe y porque le caía de puta madre. Los otros dos agentes los supo de milagro, muy raro era que no se hubiese olvidado.
- Creo que las palabras del jefe son correctas y os lo dice el futuro líder del Cipher Pol. Ahora creo que deberíamos seleccionar a un portento físico que llevase a esos dos bellos durmientes de ahí atrás.
Castor sonrió de lado al mismo tiempo que se acercaba al pelo pincho musculoso. Se quedó frente a él y le miró de forma siniestra. Kus les había advertido al moreno y al tipo que parecía un inspector de la luz con un “¿Comprendido?” al parecer esos dos debían ser un poco problemáticos. Los azulados ojos del agente del gobierno miraron entonces los del tipo musculoso y sin suavidad en sus palabras le habló como si lo conociese de toda la vida.
- Manolo, tu pareces un machaca de esos de gimnasio ¿Podrías llevar tú a esos dos? No creo que te cueste mucho. Además, Shiki tiene un buen culo.
Una vez dijo aquello, se pondría a caminar con el grupo con toda la calma del mundo. Continuaba sintiendo los disparos, pero no fijó en nada, pues en ese momento solo pensaba en comerse un buen solomillo a la pimienta. Su haki de observación estaba activado para de esa forma poder ayudar a los suyos si surgía algún problema.
- Creo que las palabras del jefe son correctas y os lo dice el futuro líder del Cipher Pol. Ahora creo que deberíamos seleccionar a un portento físico que llevase a esos dos bellos durmientes de ahí atrás.
Castor sonrió de lado al mismo tiempo que se acercaba al pelo pincho musculoso. Se quedó frente a él y le miró de forma siniestra. Kus les había advertido al moreno y al tipo que parecía un inspector de la luz con un “¿Comprendido?” al parecer esos dos debían ser un poco problemáticos. Los azulados ojos del agente del gobierno miraron entonces los del tipo musculoso y sin suavidad en sus palabras le habló como si lo conociese de toda la vida.
- Manolo, tu pareces un machaca de esos de gimnasio ¿Podrías llevar tú a esos dos? No creo que te cueste mucho. Además, Shiki tiene un buen culo.
Una vez dijo aquello, se pondría a caminar con el grupo con toda la calma del mundo. Continuaba sintiendo los disparos, pero no fijó en nada, pues en ese momento solo pensaba en comerse un buen solomillo a la pimienta. Su haki de observación estaba activado para de esa forma poder ayudar a los suyos si surgía algún problema.
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No había nada útil detrás de la puerta al parecer y encima, se había quedado solo. No detectaba la presencia del tío de ojos blancos, pero sí la del moreno. No tendía lo que ocurría, pero lo que si era seguro, es que tenía que salir de allí. Se llevó la mano al rostro un poco decepcionado por no haber podido llevarse nada útil. Después de todo iba a tener que dar su próximo sueldo para mejorar la situación de algunas personas sin hogar. Miró unos momentos a su alrededor tratando de oler algo fuera de lo común, pero tampoco fue así. Apretó el puño derecho y se concentró al máximo. Definitivamente no pintaba nada más allí. Salió corriendo por donde había venido, usando el geppou para no pisar las baldosas. Subió las escaleras a toda velocidad y salió al exterior.
El rubio pudo ver entonces al moreno. Alzó una ceja y después se aseguró de que no había nadie en las inmediaciones. No se iba a librar de la bronca que le esperaba, pero entonces pudo ver un bote cercano al faro. Esa podía ser la salvación, pero no pensaba dejarlo allí y robárselo. De hecho, trató de colocarse frente al espadachín y mostrarle una sonrisa amable. Debía de fingir delante del otro tipo para poder salvar aquella relación amistosa que tenía con el ahora miembro de un Yonkou.
- Bueno, creo que deberíamos irnos de la isla, Ushio-kun. Cojamos ese bote y larguémonos de aquí, tenemos que hablar después…
Una vez dijo aquello, empezaría a trotar hacia el bote a un ritmo tranquilo, pues el principal objetivo era salir de allí de una vez. Usando su método infalible de remar, no tardarían mucho en alejarse. Ahora todo dependía de lo que el destino decidiese. Por su parte, no iba a quedarse allí para morir ahogado.
El rubio pudo ver entonces al moreno. Alzó una ceja y después se aseguró de que no había nadie en las inmediaciones. No se iba a librar de la bronca que le esperaba, pero entonces pudo ver un bote cercano al faro. Esa podía ser la salvación, pero no pensaba dejarlo allí y robárselo. De hecho, trató de colocarse frente al espadachín y mostrarle una sonrisa amable. Debía de fingir delante del otro tipo para poder salvar aquella relación amistosa que tenía con el ahora miembro de un Yonkou.
- Bueno, creo que deberíamos irnos de la isla, Ushio-kun. Cojamos ese bote y larguémonos de aquí, tenemos que hablar después…
Una vez dijo aquello, empezaría a trotar hacia el bote a un ritmo tranquilo, pues el principal objetivo era salir de allí de una vez. Usando su método infalible de remar, no tardarían mucho en alejarse. Ahora todo dependía de lo que el destino decidiese. Por su parte, no iba a quedarse allí para morir ahogado.
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La chica continuaba corriendo, aumentando la velocidad lo máximo que pudo. Le costaba muchísimo debido al agua y por ello frunció un poco el ceño. Aquel sitio era el mismísimo infierno y no podía quedarse allí para comprobar como era. Sus ojos se entrecerraron mientras continuaba detrás de aquellas dos personas. Por suerte, llegaron a un barco y vio cómo se montaban en él. Entonces se fijó mejor en aquel tipo. Había visto a ese capullo antes en algún informe. Se trataba de un miembro del Saigo. Uno de los mejores de hecho, Kasai Kuro. Entonces sonrió de lado. Al parecer iba a librarse de morir ahogada. O al menos aquello pensaba.
- ¡Científica del gobierno mundial! Estaba investigando esto cuando todo ha empezado a hundirse ¿Podría llevarme, señor?
Dijo con un tono bastante serio mientras observaba a aquellos sujetos. Si no funcionaba como tenía planeado, se cargaría el barco a espadazos para que ellos le hicieran compañía. Tenía bastante mala leche para aquellas cosas.
- ¡Científica del gobierno mundial! Estaba investigando esto cuando todo ha empezado a hundirse ¿Podría llevarme, señor?
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Por fin pudo ver el barco. El cazador mostró una sonrisa amplia para después subir de un impresionante salto. En cuanto lo hiciera su compañera, podrían irse de aquel maldito sitio. El rubio estaba a punto de tomar el timón, cuando de repente la tabla explotó. Sus ojos se abrieron como platos, aunque eso no pudo notarse debido a sus gafas de Sol. El tirador apretó el puño con rabia, dándose cuenta de que eso había sido provocado por el maldito barco que sobrevolaba sobre ellos. Que no pudiera tocarlo le hizo sentirse un poco impotente. Esperaba también que Taiga hubiese podido salir de aquel lugar. Era un sitio horrible y tan solo volvería cuando la isla volviese a emerger. El tesoro iba a tener que esperar y por ese motivo, el rubio se quedó mirando a la pelirroja.
- Nostariel… trata de cubrirnos mientras me ocupo de esto…
En ese momento, otra chica apareció, diciendo ser miembro del gobierno mundial como parte del cuerpo científico. El pistolero la miró con calma para después de unos momentos suspirar. No iba a dejar que nadie muriese allí, y entonces le hizo un gesto para que subiera. Kasai disparó contra partes del barco sin importancia, y trató de reunir algunos materiales en el interior. Después se sentaría al lado del timón y trataría de arreglarlo. Era un ingeniero bastante bueno, catalogado en las ramas de ciborg, mecánica y explosiones. Trataría de arreglarlo y si lo conseguía, saldrían de allí en cuanto pudieran.
- ¡Esto no es nada!
- Nostariel… trata de cubrirnos mientras me ocupo de esto…
En ese momento, otra chica apareció, diciendo ser miembro del gobierno mundial como parte del cuerpo científico. El pistolero la miró con calma para después de unos momentos suspirar. No iba a dejar que nadie muriese allí, y entonces le hizo un gesto para que subiera. Kasai disparó contra partes del barco sin importancia, y trató de reunir algunos materiales en el interior. Después se sentaría al lado del timón y trataría de arreglarlo. Era un ingeniero bastante bueno, catalogado en las ramas de ciborg, mecánica y explosiones. Trataría de arreglarlo y si lo conseguía, saldrían de allí en cuanto pudieran.
- ¡Esto no es nada!
Ban Midou IV
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El mafioso aterrizó en el barco de aquellos hombres con tranquilidad. Lo primero que hizo fue acercarse un poco a la borda para de aquella forma mirar la isla con el ceño fruncido. El cabrón del tío del barco parecía ser intocable y eso era algo que no le gustaba mucho. No tardó en soltar un suspiro y dejar sus fundas a un lado. Quería tener menos peso. Lo siguiente que hizo fue caminar hacia donde estaban los otros dos.
- Gracias por el viaje, dejadme echaros una mano.
Dijo al mismo tiempo que se remangaba y se disponía a ayudar a esos dos con el barco. A decir verdad, había descubierto dos nuevos socios, pues le habían caído genial. Ahora tan solo debían salir de aquel maldito sitio de una vez por todas.
- Chicos, ha sido un placer haber trabajado con vosotros. Ahora os daré mi número y podréis llamarme cuando queráis.
Dijo de forma amable mientras soltaba un último suspiro.
- Gracias por el viaje, dejadme echaros una mano.
Dijo al mismo tiempo que se remangaba y se disponía a ayudar a esos dos con el barco. A decir verdad, había descubierto dos nuevos socios, pues le habían caído genial. Ahora tan solo debían salir de aquel maldito sitio de una vez por todas.
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