Eron
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- Por supuesto que estoy seguro, Difter, hago esto constantemente. - Afirmó el mayor, frunciendo ligeramente el ceño. ¿En qué momento había terminado haciendo de niñero de aquél muchacho? Pero no importaba lo más mínimo, sabía que el boxeador era bastante buen luchador, dentro de lo que cabe... Y por otro lado los gritos del verdadero dueño del barco aún se escuchaban en la lejanía. Que se desgarrase la voz si lo desease, no conseguiría que regresasen. De hecho, ¿quién creería que, con únicamente alzar la voz, le devolverían su barco? Es realmente estúpido. Una vez estuvieron en alta mar dejó el timón y se sentó en el suelo, queriendo descansar un poco. No tenía ni idea de lo que hacía, aunque alguna vez lo había hecho... Realmente no era consciente de lo que estaba haciendo.
Tuvieron mucha suerte de conseguir un barco tan lujoso y que no estuviese vigilado. Sí, suerte... Sea como fuere ya se habían alejado bastante de la costa y una niebla rodeó el barco. Eron se dio cuenta, pero no dijo nada al respecto. Decidió mantener silencio estar tranquilo, esperando que Difter estuviese pendiente de ello. Era siniestra la situación en la que se encontraban, propia de una de esas leyendas de piratas en las que hay barcos piratas y esas cosas. También había un faro, una luz parpadeante a lo lejos... Tal vez deberían dirigirse hacia allí.
- No soy un navega-...- Antes de que pudiese quejarse, Difter ya se había ido. Eron se levantó del suelo entre gruñidos. Fue hacia el timón, una vez más. La maldita niebla no les permitía ver absolutamente nada. Era realmente molesto. - ¿Va a estar así todo el día? - Murmuró. Definitivamente no le agradaba. Trató de dirigir el barco hacia el faro, la única luz que había. Aún así aquello no le gustaba, sentía como si en cualquier momento fuesen a atacarlos o tenderles una emboscada.
Tuvieron mucha suerte de conseguir un barco tan lujoso y que no estuviese vigilado. Sí, suerte... Sea como fuere ya se habían alejado bastante de la costa y una niebla rodeó el barco. Eron se dio cuenta, pero no dijo nada al respecto. Decidió mantener silencio estar tranquilo, esperando que Difter estuviese pendiente de ello. Era siniestra la situación en la que se encontraban, propia de una de esas leyendas de piratas en las que hay barcos piratas y esas cosas. También había un faro, una luz parpadeante a lo lejos... Tal vez deberían dirigirse hacia allí.
- No soy un navega-...- Antes de que pudiese quejarse, Difter ya se había ido. Eron se levantó del suelo entre gruñidos. Fue hacia el timón, una vez más. La maldita niebla no les permitía ver absolutamente nada. Era realmente molesto. - ¿Va a estar así todo el día? - Murmuró. Definitivamente no le agradaba. Trató de dirigir el barco hacia el faro, la única luz que había. Aún así aquello no le gustaba, sentía como si en cualquier momento fuesen a atacarlos o tenderles una emboscada.
Énra Kelter
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Akuma no mi
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Habíamos zarpado desde Hallstat, yo iba acompañando a la emperatriz en su barco, mientras que el resto de miembros de la hermandad lo hacían en otro de los barcos del imperio. Hacía poco nos habíamos metido de lleno en un banco de niebla, donde se suponía que debía estar la isla que aparece y desaparece. Si las leyendas eran ciertas nuestra suerte era mala, pues justo nos encontrábamos en la fase de “desaparecida”. Iliana llegado cierto momento comentó algo acerca de la formación de esas nieblas en el mar, a lo que no preste mucha atención dado que sonaron unos disparos de un poco más adelante. No eran de cañón o armas potentes, pero si ya se había iniciado una lucha sería prudente prepararnos como justo a continuación comento su majestad.
-Mi señora, no creo conveniente ni oportuno alejarme entre esta densa niebla en busca de una pelea que ya podría estar acaba pues no se escuchan más disparos, aunque sí que veo oportuno y necesario que nuestros hombres se preparen para cualquier cosa.- Aprovechando que Iliana daba su ordenes yo me volé al barco de al lado para hablar con Fenrir, el miembro de más graduación en el mismo.- Creo que esto podría convertirse en un baño de sangre, lo que puede venirnos bien para completar algunos contratos, prepara a los hombres para que estén listos para la batalla de inmediato, aunque sería algo aburrido si al final no hay tal batalla.- Esperaría la respuesta y volvería al barco de la reina, esperando a ver que contestaba a mi afirmación anterior.
Toda la situación era un tanto peculiar, pero ese entorno era nuestra mejor baza para completar diversas asignaciones contra piratas, marines, revolucionarios y cazadores que seguramente fueran hacia el tesoro como polillas a la luz, hablando de la cual al fondo se empezó a ver una que posiblemente fuera de un faro.
-Mi señora, no creo conveniente ni oportuno alejarme entre esta densa niebla en busca de una pelea que ya podría estar acaba pues no se escuchan más disparos, aunque sí que veo oportuno y necesario que nuestros hombres se preparen para cualquier cosa.- Aprovechando que Iliana daba su ordenes yo me volé al barco de al lado para hablar con Fenrir, el miembro de más graduación en el mismo.- Creo que esto podría convertirse en un baño de sangre, lo que puede venirnos bien para completar algunos contratos, prepara a los hombres para que estén listos para la batalla de inmediato, aunque sería algo aburrido si al final no hay tal batalla.- Esperaría la respuesta y volvería al barco de la reina, esperando a ver que contestaba a mi afirmación anterior.
Toda la situación era un tanto peculiar, pero ese entorno era nuestra mejor baza para completar diversas asignaciones contra piratas, marines, revolucionarios y cazadores que seguramente fueran hacia el tesoro como polillas a la luz, hablando de la cual al fondo se empezó a ver una que posiblemente fuera de un faro.
barbazul
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Akuma no mi
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Era divertido volver a estar acompañado, y más cuando tu compañero es un represente de una tradición bastante antigua, y para un cronista como yo, poder conocer a un sirviente de los dioses era algo bastante emocionante. No le había acosado a preguntas pues no era el momento adecuado, pero lo haría, de permitírmelo él, cuando todo esto hubiera pasado. De momento las suaves corrientes nos llevaban a gran velocidad, cosa que necesitaríamos corregir por que con tanta niebla cualquier cosa era posible. De hecho, al fondo me pareció ver un barco hundiéndose cuyos colores y acabados me sonaban, no podía ser………”Rose que has hecho….”
-Barco hundiéndose ahí delante, repliega velas, tenemos que frenarnos………Hay un barril, ayúdame tenemos que subirlo pueden ser supervivientes, y de serlo tengo muchas para ellos o ellas, por ejemplo de donde han sacado el barco de enfrente si es que era suyo.
Rápidamente me dirigí hacia el lateral del barco cogiendo un cabo, tenía que conseguir engancharlo con ayuda del resto o no, necesitaba saber si Rose o alguno de Sons estaba dentro, si no había nadie, al menos tendríamos vino, cerveza o algún otra cosa que podría ser interesante.
-Barco hundiéndose ahí delante, repliega velas, tenemos que frenarnos………Hay un barril, ayúdame tenemos que subirlo pueden ser supervivientes, y de serlo tengo muchas para ellos o ellas, por ejemplo de donde han sacado el barco de enfrente si es que era suyo.
Rápidamente me dirigí hacia el lateral del barco cogiendo un cabo, tenía que conseguir engancharlo con ayuda del resto o no, necesitaba saber si Rose o alguno de Sons estaba dentro, si no había nadie, al menos tendríamos vino, cerveza o algún otra cosa que podría ser interesante.
Osuka Sumisu
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Akuma no mi
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El demonio plateado se había quedado dormido fuera de los camarotes lo cual hizo que se resfriara levemente por el frío de la noche y se despertó de un estornudo.- Achís! Eing? Me he quedado dormido fuera? Anda que me avisaron…- al abrir los ojos simplemente no veía nada debido a la espesa niebla aunque le costó comprender-lo ya que recién despierto sus neuronas aun no funcionaban completamente.- Oh dios mío, estoy ciego…! Ay leñe, pero si solo es niebla, que susto me he pegado…- dijo el golem mientras se levantaba a ver si faltaba mucho para el destino. El pelo anaranjado estaba en un escuadrón formado por varios miembros de la división de Krau para encontrar aquella misteriosa isla fantasma con un tesoro de gran valor.
Se acercó hacia la zona delantera del navío para preguntar al resto de sus compañeros cuanto tiempo les faltaría para llegar. Ahí se encontró con tres personas; Esmejit, Ai y una tercera persona, nueva en la división que él no conocía.- Buenos despertares a todos. Esme, Ai. Eh… nuevo amigo…? Mi nombre es Osu. Ya que ahora formas parte del equipo puedo saber tu nombre?- se presentó mientras le ofrecía la mano de manera amistosa.
Aceptase decirle su nombre y el apretón de manos o no, se sentó cerca de Ai que estaba cuidando de sus espadas y se puso a arreglarse el pelo despeinado que tenía de estar recién levantado.- Y decirme, sabemos cuánto más va a durar mucho esta niebla?
Se acercó hacia la zona delantera del navío para preguntar al resto de sus compañeros cuanto tiempo les faltaría para llegar. Ahí se encontró con tres personas; Esmejit, Ai y una tercera persona, nueva en la división que él no conocía.- Buenos despertares a todos. Esme, Ai. Eh… nuevo amigo…? Mi nombre es Osu. Ya que ahora formas parte del equipo puedo saber tu nombre?- se presentó mientras le ofrecía la mano de manera amistosa.
Aceptase decirle su nombre y el apretón de manos o no, se sentó cerca de Ai que estaba cuidando de sus espadas y se puso a arreglarse el pelo despeinado que tenía de estar recién levantado.- Y decirme, sabemos cuánto más va a durar mucho esta niebla?
Aetiel
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Akuma no mi
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Tanto el pelinegro como sus "compañeros" habían partido en uno de los barcos pertenecientes a la emperatriz Iliana, a quién todavía no conocía Aetiel aunque no estaba muy interesado en hacerlo. Al parecer para el hombre murciélago esta era una misión importante y requería de toda la ayuda que pudieran ofrecerle los miembros de la organización. Sino había entendido mal al momento de partir, se dirigían hacia una extraña isla que desaparecía y aparecía, dónde un gran faro marcaba la ubicación exacta del lugar.
- Estaré descansando por aquí un rato hasta que lleguemos... - Aetiel vagueaba por la cubierta del barco mientras esperaba nuevas instrucciones, había montado un sofá improvisado en uno de los extremos de la cubierta principal y allí se había asentado desde el momento de la partida. Ambas embarcaciones avanzaban de manera simultánea atravesando un espeso banco de niebla que había aparecido de la nada.
Mientras esperaba el pelinegro se había encendido un cigarrillo a la vez que se esforzaba por ver algo a su alrededor que no fuera la cubierta del barco, pero esa niebla era bastante molesta y apenas permitía ver la silueta de la otra embarcación. En uno de sus vistazos random se percató de que algo había cruzado de un barco a otro y rápidamente ser incorporó para ver que pasada.
- Oído... - El hombre murciélago había llegado para informarles de que estuvieran listos para entrar pronto en batalla. No era nada nuevo para el pelinegro que siempre marchaba con su pistola listo para afrontar cualquier situación.
- Estaré descansando por aquí un rato hasta que lleguemos... - Aetiel vagueaba por la cubierta del barco mientras esperaba nuevas instrucciones, había montado un sofá improvisado en uno de los extremos de la cubierta principal y allí se había asentado desde el momento de la partida. Ambas embarcaciones avanzaban de manera simultánea atravesando un espeso banco de niebla que había aparecido de la nada.
Mientras esperaba el pelinegro se había encendido un cigarrillo a la vez que se esforzaba por ver algo a su alrededor que no fuera la cubierta del barco, pero esa niebla era bastante molesta y apenas permitía ver la silueta de la otra embarcación. En uno de sus vistazos random se percató de que algo había cruzado de un barco a otro y rápidamente ser incorporó para ver que pasada.
- Oído... - El hombre murciélago había llegado para informarles de que estuvieran listos para entrar pronto en batalla. No era nada nuevo para el pelinegro que siempre marchaba con su pistola listo para afrontar cualquier situación.
Zombienrelleno
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Akuma no mi
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”Catorce días han pasado ya en busca de las riquezas. Hasta ahora, tan sólo agua nos hemos encontrado. ¿Qué nos deparará el futuro, Vhudiia? Señor, sigo tu mandato desde hace relativamente poco, y a día de hoy no me he encontrado con ningún tesoro. Sé que no debería cuestionarte, pero espero que en la isla misteriosa haya algo más que oro.”
Jung-Su rezaba a su Dios, de rodillas frente a la litera. No juntaba sus manos como otros creyentes, sino que parecía estar meditando, con el dedo pulgar e índice tocándose. Esa era la postura que todo elegido del gran Vhudiia debía usar. Se encontraba en una pequeña habitación, por así decirlo, ya que justo al lado estaba la cocina y tras una pequeña puerta y cimientos, un lavabo si así se le podía llamar. Tal vez no era grande, pero sí acogedor. Al menos quedaba comida de sobras, en la nevera, debajo del colchón del pelinaranja y en los diminutos armarios. Entonces algo interrumpió con su velada, ya estaba llegando a la parte donde el joven le pedía mujeres a su deidad. Zero parecía estar cabreado, agarró la nevera con ambas manos y, tras un tirón soltando el cable, la sacó del sitio. Salió con ella a cubierta, pero decidió ignorar aquello, debía acabar de hablar con su señor.
”Y por favor, ayúdame a aguantar a esta panda de locos. Sé que me irá bien tenerlos a mi lado, podrían ayudarme a conseguir tu divinidad; oro, mujeres, poder… Pero ver a Zero tan alborotado comienza a estresarme. Y por si fuera poco, Eichi cambia más que un camaleón. Parece una mujer, ¿verdad? Puede estar triste, como puede estar feliz, su humor varía demasiado. Intento no estresarme o cabrearme para tratar de olvidar en dónde estoy metido. Una vez más, no te cuestiono, simplemente necesito obtener respuestas.”
Y las obtuvo. Zero gritaba algo de que su balón había caído al agua mientras que Eichi trataba de calmarlo. Jung-Su fue hacia el microondas, abrió la puerta y agarró una bolsa de palomitas que había dejado dentro haciéndose. Comenzó a comer y salió a cubierta. El moreno amenazaba con lanzar la nevera por la borda si alguien no hacía algo para que volviese a tener su pelota. El joven se acercó a él mientras seguía comiendo, dejó la bolsa en el suelo y abrió la puerta del pequeño frigorífico mientras Zero lo sostenía. Al hacerlo, varios productos cayeron al suelo ya que estaba un poco inclinada, en especial los botes de cristal que se rompieron, esparciendo sus jugos. Agarró un pequeño melón de unos veinte centímetros de diámetro, con forma esférica. Acto seguido cerró la puerta mientras ambos compañeros le miraban. Entonces se la ofreció al moreno.
- Ten. Sé que no es una pelota, pero es lo más parecido que tenemos ahora mismo. Cuando consigamos el tesoro, juro comprarte el balón de baloncesto que quieras, firmado por tu jugador favorito. – Lógicamente era mentira, aquello debía valer demasiado como para gastar tanto, pero parecía serio y convencido. Dejó el melón en el suelo y se fijó en sus palomitas. Cristales, pepinillos y algo de mayonesa había dentro; no era apetecible. Se dio la vuelta y comenzó a caminar, subiendo por unas pequeñas escaleras que daba a la sala de mandos. Comenzaba a estar cabreado, una vena se estaba hinchando por su cuello debido a la aceleración de la sangre por las emociones repentinas. Volvió a posar sus rodillas en el suelo y a juntar sus dedos índice y pulgar.
”Vhudiia, juro que intento mantener la calma, pero cada vez se me hace más difícil. Tengo ganas de gritar, llorar, patalear… No puedo dormir, me cuesta demasiado por mucho que lo intente. Algunos de los dos se mueve demasiado por las noches, y eso hace que yo, que duermo en la cama más alta, me tambalee. Al principio parecía genial, como estar en un sofá de auto masajes, pero a medida que pasaban los días, aquello hacía que me costara más dormir. Y por cierto, esta niebla densa que nos rodea hace que me cabree aún más. Está bien eso de estar un poco fresco, y tal, pero el no ver nada es totalmente deprimente. Quiero llegar a la isla, cada vez me frustro más, y este yate va demasiado despacio.”
Entonces, mientras seguía hablando con su señor, miró hacia un lugar. Justo al lado del asiento, en el suelo, había una especie de palanca. Había unos números marcados, desde cero hasta cinco, y se dio cuenta de que estaba marcando el número dos. Posó su mano derecha y estiró de ella, haciendo que marcara el número cinco, pero entonces partió aquello. Era el marcador de velocidad, y ahora no había forma de reducirla. Se levantó del suelo, se limpió las rodillas y comenzó a caminar bajando por las escaleras. Notó que la velocidad ahora había aumentado, el motor sonaba más. Bajó y miró a sus compañeros. Estaba con una extraña mueca de felicidad, pero no era nada más que una sonrisa sarcástica.
- Bien, tengo una buena y a la vez una mala noticia. – Parecía un soldado, firme. – La buena es que llegaremos antes a la isla, creo. – Entonces paró y señaló a la cabina de mandos. – Por cierto. ¿Alguien sabe cómo frenar esto?
Jung-Su rezaba a su Dios, de rodillas frente a la litera. No juntaba sus manos como otros creyentes, sino que parecía estar meditando, con el dedo pulgar e índice tocándose. Esa era la postura que todo elegido del gran Vhudiia debía usar. Se encontraba en una pequeña habitación, por así decirlo, ya que justo al lado estaba la cocina y tras una pequeña puerta y cimientos, un lavabo si así se le podía llamar. Tal vez no era grande, pero sí acogedor. Al menos quedaba comida de sobras, en la nevera, debajo del colchón del pelinaranja y en los diminutos armarios. Entonces algo interrumpió con su velada, ya estaba llegando a la parte donde el joven le pedía mujeres a su deidad. Zero parecía estar cabreado, agarró la nevera con ambas manos y, tras un tirón soltando el cable, la sacó del sitio. Salió con ella a cubierta, pero decidió ignorar aquello, debía acabar de hablar con su señor.
”Y por favor, ayúdame a aguantar a esta panda de locos. Sé que me irá bien tenerlos a mi lado, podrían ayudarme a conseguir tu divinidad; oro, mujeres, poder… Pero ver a Zero tan alborotado comienza a estresarme. Y por si fuera poco, Eichi cambia más que un camaleón. Parece una mujer, ¿verdad? Puede estar triste, como puede estar feliz, su humor varía demasiado. Intento no estresarme o cabrearme para tratar de olvidar en dónde estoy metido. Una vez más, no te cuestiono, simplemente necesito obtener respuestas.”
Y las obtuvo. Zero gritaba algo de que su balón había caído al agua mientras que Eichi trataba de calmarlo. Jung-Su fue hacia el microondas, abrió la puerta y agarró una bolsa de palomitas que había dejado dentro haciéndose. Comenzó a comer y salió a cubierta. El moreno amenazaba con lanzar la nevera por la borda si alguien no hacía algo para que volviese a tener su pelota. El joven se acercó a él mientras seguía comiendo, dejó la bolsa en el suelo y abrió la puerta del pequeño frigorífico mientras Zero lo sostenía. Al hacerlo, varios productos cayeron al suelo ya que estaba un poco inclinada, en especial los botes de cristal que se rompieron, esparciendo sus jugos. Agarró un pequeño melón de unos veinte centímetros de diámetro, con forma esférica. Acto seguido cerró la puerta mientras ambos compañeros le miraban. Entonces se la ofreció al moreno.
- Ten. Sé que no es una pelota, pero es lo más parecido que tenemos ahora mismo. Cuando consigamos el tesoro, juro comprarte el balón de baloncesto que quieras, firmado por tu jugador favorito. – Lógicamente era mentira, aquello debía valer demasiado como para gastar tanto, pero parecía serio y convencido. Dejó el melón en el suelo y se fijó en sus palomitas. Cristales, pepinillos y algo de mayonesa había dentro; no era apetecible. Se dio la vuelta y comenzó a caminar, subiendo por unas pequeñas escaleras que daba a la sala de mandos. Comenzaba a estar cabreado, una vena se estaba hinchando por su cuello debido a la aceleración de la sangre por las emociones repentinas. Volvió a posar sus rodillas en el suelo y a juntar sus dedos índice y pulgar.
”Vhudiia, juro que intento mantener la calma, pero cada vez se me hace más difícil. Tengo ganas de gritar, llorar, patalear… No puedo dormir, me cuesta demasiado por mucho que lo intente. Algunos de los dos se mueve demasiado por las noches, y eso hace que yo, que duermo en la cama más alta, me tambalee. Al principio parecía genial, como estar en un sofá de auto masajes, pero a medida que pasaban los días, aquello hacía que me costara más dormir. Y por cierto, esta niebla densa que nos rodea hace que me cabree aún más. Está bien eso de estar un poco fresco, y tal, pero el no ver nada es totalmente deprimente. Quiero llegar a la isla, cada vez me frustro más, y este yate va demasiado despacio.”
Entonces, mientras seguía hablando con su señor, miró hacia un lugar. Justo al lado del asiento, en el suelo, había una especie de palanca. Había unos números marcados, desde cero hasta cinco, y se dio cuenta de que estaba marcando el número dos. Posó su mano derecha y estiró de ella, haciendo que marcara el número cinco, pero entonces partió aquello. Era el marcador de velocidad, y ahora no había forma de reducirla. Se levantó del suelo, se limpió las rodillas y comenzó a caminar bajando por las escaleras. Notó que la velocidad ahora había aumentado, el motor sonaba más. Bajó y miró a sus compañeros. Estaba con una extraña mueca de felicidad, pero no era nada más que una sonrisa sarcástica.
- Bien, tengo una buena y a la vez una mala noticia. – Parecía un soldado, firme. – La buena es que llegaremos antes a la isla, creo. – Entonces paró y señaló a la cabina de mandos. – Por cierto. ¿Alguien sabe cómo frenar esto?
Con ayuda del padre de Spanner conseguimos un transporte decente para poder desplazarnos desde el grand line hasta el mar del sur. Hacía años que no pasaba por allí, pero parecía que hubiera sido ayer. Ese clima tropical húmedo con altas temperaturas, haciendo que sintieras un bochorno tan grande que solo deseabas darte una buena ducha de agua fría.
“Me estoy arrepintiendo de este viaje” –pensé, todo sudoroso.
Ya apenas tenía ropa que quitarme, tan solo llevaba puesto unos pantalones cortos porque mi compañero no me dejaba quedarme desnudo, algo que me mosqueaba.
—No seas rancio, deja que me quite los pantalones –insistí de nuevo, recibiendo una mirada de desagrado antes de estancarnos contra un arrecife.
Rápidamente, gracias a los conocimientos de Spanner conseguimos arreglar, parcialmente, los pequeños daños que había recibido el casco, que eran pocos. Y continuamos con el viaje.
A medida que nos acercábamos a nuestro destino, el aire se enturbiaba. Una espesa niebla se abría paso ante nosotros, por lo que aminoré la velocidad del barco recogiendo los velámenes secundarios. No se veía nada más allá de mis narices. Utilizando el poder de mi akuma, intenté divisar algo. Al principio no contemplé nada, pero haciendo un gran esfuerzo, hasta el punto que me dolían los ojos, pude distinguir una pequeña luz que giraba de un lado a otro. ¿Sería el faro? Esperaba que sí, así que giré el timón dos grados a babor y continué en línea recta.
“Me estoy arrepintiendo de este viaje” –pensé, todo sudoroso.
Ya apenas tenía ropa que quitarme, tan solo llevaba puesto unos pantalones cortos porque mi compañero no me dejaba quedarme desnudo, algo que me mosqueaba.
—No seas rancio, deja que me quite los pantalones –insistí de nuevo, recibiendo una mirada de desagrado antes de estancarnos contra un arrecife.
Rápidamente, gracias a los conocimientos de Spanner conseguimos arreglar, parcialmente, los pequeños daños que había recibido el casco, que eran pocos. Y continuamos con el viaje.
A medida que nos acercábamos a nuestro destino, el aire se enturbiaba. Una espesa niebla se abría paso ante nosotros, por lo que aminoré la velocidad del barco recogiendo los velámenes secundarios. No se veía nada más allá de mis narices. Utilizando el poder de mi akuma, intenté divisar algo. Al principio no contemplé nada, pero haciendo un gran esfuerzo, hasta el punto que me dolían los ojos, pude distinguir una pequeña luz que giraba de un lado a otro. ¿Sería el faro? Esperaba que sí, así que giré el timón dos grados a babor y continué en línea recta.
Gamzee
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Gamzee abrió un ojo, con curiosidad. Escuchaba un ruido extraño fuera del barril. Con una sonrisa bobalicona, el chico se asomó, primero los cuernos, luego la cabeza, y posteriormente medio cuerpo, fuera de su improvisado bote cilíndrico. Observó expectante alrededor, pero una niebla espesa y blanca lo invadía todo, como si una cortina nívea se hubiera cernido sobre el mar. El joven miró alrededor, y buscó el origen del ruido extraño. Tardó un par de segundos en ver el enorme navío que se les venía encima a su hermano y a él.
- Oh, bro... -dijo, con un hilo de voz, mientras se agachaba y tocaba la cabeza de Eezmag con el dedo índice repetidas veces-. Bro... creo que vamos a morir... y esas cosas.
- ¿Uh? -Eezmag entreabrió sus ojos blancos y se medio incorporó en el estrecho espacio, mirando al exterior-. Mierda. -dijo únicamente, mientras la proa del barco pasaba a medio metro de ellos y casi los hacía volcar y hundirse. El buque se detuvo, y una cuerda cayó de arriba.
- ¡Un milagro! ¡Genial! -exclamó, sonriendo, el menor.
- Sube, hermano, pero ten cuidado.
Un minuto después ambos habían trepado por la cuerda como monos de feria, y agarraron el borde de la barandilla de cubierta. De un impulso, ambos se subieron, y Gamzee adoptó una postura de luchador de kung-fu, mientras Eezmag simplemente se cruzaba de brazos y torcía levemente la cabeza hacia un lado. El mayor de los hermanos murmuró algo parecido a un "uh" al ver al hombre de extraño pelo azul.
- ¡Hola! - gritó Gamzee a pleno pulmón, haciendo que su voz resonase en todo el navío y un poco más allá. Inmediatamente después se fijó en los restos de un barco hundiéndose a lo lejos, ignorando a los presentes-. ¡Mira, bro! ¡Un barco roto! -señaló entusiasmado.
- Oh, bro... -dijo, con un hilo de voz, mientras se agachaba y tocaba la cabeza de Eezmag con el dedo índice repetidas veces-. Bro... creo que vamos a morir... y esas cosas.
- ¿Uh? -Eezmag entreabrió sus ojos blancos y se medio incorporó en el estrecho espacio, mirando al exterior-. Mierda. -dijo únicamente, mientras la proa del barco pasaba a medio metro de ellos y casi los hacía volcar y hundirse. El buque se detuvo, y una cuerda cayó de arriba.
- ¡Un milagro! ¡Genial! -exclamó, sonriendo, el menor.
- Sube, hermano, pero ten cuidado.
Un minuto después ambos habían trepado por la cuerda como monos de feria, y agarraron el borde de la barandilla de cubierta. De un impulso, ambos se subieron, y Gamzee adoptó una postura de luchador de kung-fu, mientras Eezmag simplemente se cruzaba de brazos y torcía levemente la cabeza hacia un lado. El mayor de los hermanos murmuró algo parecido a un "uh" al ver al hombre de extraño pelo azul.
- ¡Hola! - gritó Gamzee a pleno pulmón, haciendo que su voz resonase en todo el navío y un poco más allá. Inmediatamente después se fijó en los restos de un barco hundiéndose a lo lejos, ignorando a los presentes-. ¡Mira, bro! ¡Un barco roto! -señaló entusiasmado.
Dharkel Asrai Nymraif
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- Ah… - susurré mientras me llevaba la mano a la dolorida cabeza. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Por más que lo intentase no conseguía recordar nada de lo acaecido en los días anteriores. ¿O habían sido horas? No podía afirmarlo con seguridad. Tan solo sabía que no estaba solo. El ruido proveniente de una superficie superior así lo delataba.
Prendí la pequeña llama de uno de los fósforos de madera y me puse en pie, mas no tardé en recostarme sobre unas cajas apiladas debido al oscilante movimiento. Segundos más tarde vomité, extinguiendo la única fuente de luz visible. ¿Estaría en un barco? Eso explicaría el mareante movimiento y el ajetreo de la tripulación. Odiaba viajar en barco y odiaba el mar. El estómago no tardó en rugir. Pero de nada me serviría alimentarme. Antes o después lo acabaría expulsando tal y como había hecho con los jugos gástricos.
“¿Cuál sería la mejor jugada? ¿Esperar o hacerme pasar por un miembro de la tripulación? Claro que… ¿a quién pertenece la tripulación?” - Me cuestionaba a mí mismo.
De repente la luz se coló al abrir una trampilla que daba al piso superior. Levanté la cabeza y avisté a un hombre joven, ataviado con una camisa sin mangas y dejando entre ver su torso. Lo más característico eran unas entradas bastantes pronunciadas en su cabeza. Sin duda no tardaría en quedarse calvo. Éste prendió un farolillo situado junto a las escaleras y se internó en la estancia.
- ¿Qué haces aquí vagueando, novato? ¡Sube inmediatamente a ayudar! - Exigió nada más verme.
- Disculpe, es que estaba un poco mareado - respondí mientras me levantaba. Acto seguido, me dirigí a duras penas hacia las escaleras. Ya no podía jugar la baza de esperar y ocultarme. Tan solo me quedaba jugar lo más sabiamente posible la carta de la infiltración.
Prendí la pequeña llama de uno de los fósforos de madera y me puse en pie, mas no tardé en recostarme sobre unas cajas apiladas debido al oscilante movimiento. Segundos más tarde vomité, extinguiendo la única fuente de luz visible. ¿Estaría en un barco? Eso explicaría el mareante movimiento y el ajetreo de la tripulación. Odiaba viajar en barco y odiaba el mar. El estómago no tardó en rugir. Pero de nada me serviría alimentarme. Antes o después lo acabaría expulsando tal y como había hecho con los jugos gástricos.
“¿Cuál sería la mejor jugada? ¿Esperar o hacerme pasar por un miembro de la tripulación? Claro que… ¿a quién pertenece la tripulación?” - Me cuestionaba a mí mismo.
De repente la luz se coló al abrir una trampilla que daba al piso superior. Levanté la cabeza y avisté a un hombre joven, ataviado con una camisa sin mangas y dejando entre ver su torso. Lo más característico eran unas entradas bastantes pronunciadas en su cabeza. Sin duda no tardaría en quedarse calvo. Éste prendió un farolillo situado junto a las escaleras y se internó en la estancia.
- ¿Qué haces aquí vagueando, novato? ¡Sube inmediatamente a ayudar! - Exigió nada más verme.
- Disculpe, es que estaba un poco mareado - respondí mientras me levantaba. Acto seguido, me dirigí a duras penas hacia las escaleras. Ya no podía jugar la baza de esperar y ocultarme. Tan solo me quedaba jugar lo más sabiamente posible la carta de la infiltración.
- Aclaración:
- No tenía del todo claro lo que podía o no podía hacer. En el caso de que no pudiese introducir un npc por mi cuenta, no contar a partir de “De repente la luz se coló”.
Fenrir
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Fenrir abrió los ojos. Llevaba meditando un buen rato en su camarote, tratando de evitar las náuseas que sentía por el viaje, y la verdad es que se le había dado bastante bien. Sobre todo desde que no comía nada de nada, dado que no había nada que vomitar. Suspiró y se levantó de la cama, que ni siquiera había utilizado y cuya ropa tan solo estaba algo arrugada por sus ejercicios de meditación sobre ella. Se dirigió a la puerta, donde tenía apoyada la espada, enfundada en su vaina roja y negra, y tras agarrarla salió a cubierta.
Una niebla espesa, que ocupaba el aire a su alrededor y le impedía ver con claridad nada que no estuviera en cubierta era el fondo de una escena que se había tornado normal en los últimos días. Las pocas veces que había salido de su cuarto se había encontrado a otros miembros del gremio de asesinos en el que se había visto introducido, medio a regañadientes. Al menos no habían intentado darle órdenes por el momento, lo cual, si bien no le alegraba, al menos le apetecía que siguiese así. La última vez que había salido, un segundo barco se les había unido, y allí seguía, navegando a estribor. El murciélago se encontraba en aquel otro navío, mientras él era el encargado de éste otro. Suspiró, aburrido, y vio cómo Enra llegaba volando y le daba unas breves indicaciones de que preparase a los hombres para una batalla. El hombre no pudo sino gruñir con desprecio: con aquella niebla no podían encontrar enemigos ni aunque quisieran.
- No prometo que estos hombres sobrevivan si entran en batalla conmigo a su lado... -dijo, a media voz, con un tono tan gélido que habría helado a una persona normal-. ¡Tú! -dijo señalando a aquel moreno que, según recordaba, se llamaba Aetiel-. Más te vale estar listo para cuando empiece el combate.
Enra regresó al otro barco volando con sus extrañas alas. El pelirrojo suspiró y metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando una petaca metálica y llena a rebosar de licor. Dio un rápido sorbo al dulce y ardiente contenido, que se deslizó por su garganta y cayó, hueco, en su estómago vacío. Tras eso, guardó la petaca y observó la luz del faro, que aparecía a ratos entre la niebla.
- ¿Dónde mierdas está la isla? -se dijo con un mal humor creciente.
Una niebla espesa, que ocupaba el aire a su alrededor y le impedía ver con claridad nada que no estuviera en cubierta era el fondo de una escena que se había tornado normal en los últimos días. Las pocas veces que había salido de su cuarto se había encontrado a otros miembros del gremio de asesinos en el que se había visto introducido, medio a regañadientes. Al menos no habían intentado darle órdenes por el momento, lo cual, si bien no le alegraba, al menos le apetecía que siguiese así. La última vez que había salido, un segundo barco se les había unido, y allí seguía, navegando a estribor. El murciélago se encontraba en aquel otro navío, mientras él era el encargado de éste otro. Suspiró, aburrido, y vio cómo Enra llegaba volando y le daba unas breves indicaciones de que preparase a los hombres para una batalla. El hombre no pudo sino gruñir con desprecio: con aquella niebla no podían encontrar enemigos ni aunque quisieran.
- No prometo que estos hombres sobrevivan si entran en batalla conmigo a su lado... -dijo, a media voz, con un tono tan gélido que habría helado a una persona normal-. ¡Tú! -dijo señalando a aquel moreno que, según recordaba, se llamaba Aetiel-. Más te vale estar listo para cuando empiece el combate.
Enra regresó al otro barco volando con sus extrañas alas. El pelirrojo suspiró y metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando una petaca metálica y llena a rebosar de licor. Dio un rápido sorbo al dulce y ardiente contenido, que se deslizó por su garganta y cayó, hueco, en su estómago vacío. Tras eso, guardó la petaca y observó la luz del faro, que aparecía a ratos entre la niebla.
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Aoi Sasaki
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Me encontraba en mi camarote esperando a que en algún momento llegáramos a tierra. En la habitación me estaba preparando para salir en cualquier momento metiendo algunas de mis armas en una mochila de cuero negra en la que llevaba mis garras de acero y el Roy Eye, que tendría que mejorar para que este en su máximo potencial. Llevaba puesta una sudadera roja; que me quedaba un poco grande, unos vaqueros y unas bailarinas negras, era algo sencillo y cómodo. En la cama descansaba mi bate mientras miraba por una pequeña ventana por la que no se podía ver nada por culpa de la niebla.
Al parecer me encontraba en uno de los barcos de Iliana Markov que se encontraba en un navío cercano al nuestro. En este había integrantes del gremio que no había podido conocer ya que no tenía tiempo, pero deberían de ser fuertes para estar aliados a una emperatriz.
Cuando termine de hacerme una pequeña coleta agarre mi bate y me marche de la habitación con la mochila puesta. Me dirigí a la cubierta para tomar un poco el aire y ver que sucedía por allí. Habían dos hombres, uno de pelo negro y al otro casi no lo podía ver por la niebla. Mientras miraba una luz, lo que parecía ser un faro, una especie de murciélago había saltado hacia nuestro barco para decir que estemos listos por si pasaba cualquier cosa.
Empecé a dar vueltas por la cubierta mientras giraba mi bate como un molino mientras esperaba que la isla no estuviese desaparecida, por lo que había escuchado en uno de los pueblos podía aparecer y desaparecer fácilmente.
Al parecer me encontraba en uno de los barcos de Iliana Markov que se encontraba en un navío cercano al nuestro. En este había integrantes del gremio que no había podido conocer ya que no tenía tiempo, pero deberían de ser fuertes para estar aliados a una emperatriz.
Cuando termine de hacerme una pequeña coleta agarre mi bate y me marche de la habitación con la mochila puesta. Me dirigí a la cubierta para tomar un poco el aire y ver que sucedía por allí. Habían dos hombres, uno de pelo negro y al otro casi no lo podía ver por la niebla. Mientras miraba una luz, lo que parecía ser un faro, una especie de murciélago había saltado hacia nuestro barco para decir que estemos listos por si pasaba cualquier cosa.
Empecé a dar vueltas por la cubierta mientras giraba mi bate como un molino mientras esperaba que la isla no estuviese desaparecida, por lo que había escuchado en uno de los pueblos podía aparecer y desaparecer fácilmente.
Worgulv
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La misión era sencilla encontrar y recuperar un tesoro, después de la decepción de los acontecimientos pasados, el hombre no estaba en el mejor de sus humores, no era algo que se pasara con el néctar de los dioses, era una herida profunda en su orgullo.
Esta vez no navegaba solo, un hombre quería convertirse en uno de sus camaradas, parecía fuerte, o eso le decía el don de heimdall, intentaría ser todo lo amable que le permitiese la situación. Todo el terreno estaba cubierto de niebla, lo cual dificultaba bastante la visión, a la velocidad que iban podría ser un problema, pero eso no importaba al hombre, quería acabar cuanto antes esta búsqueda.
Una sombra se empezó a dibujar a lo lejos, parecía un barco hundiéndose, quizás un arrecife o un ataque, sea como fuere, su hacha ya estaba en su mano derecha, un barril se acercaba al barco… ¿pólvora? ¿suministros? ¿supervivientes? Podría ser cualquier cosa. De pronto su acompañante le insto a replegar el velamen para reducir velocidad, que motivos lo impulsaban, ¿sería un humanitario? Quería saber la procedencia del barco, quizás era conocido, también quería recuperar el barril, al ser lo más cercano, es lo que corría mas peligro dada la velocidad de la nave, y la trayectoria de colisión.
Worgulv dio por sentado que su compañero podía recoger las velas él solo, si no le ayudaría rápidamente. El poder de los dioses comenzó a fluir mientras el hombre corría hacia la proa del barco, saltó cuando sus alas ya estaban desplegadas, en dirección al barril, éste trataría de cogerlo y llevarlo volando a cubierta, si era demasiado pesado, solamente lo arrastraría hasta el lateral de estribor.
Esta vez no navegaba solo, un hombre quería convertirse en uno de sus camaradas, parecía fuerte, o eso le decía el don de heimdall, intentaría ser todo lo amable que le permitiese la situación. Todo el terreno estaba cubierto de niebla, lo cual dificultaba bastante la visión, a la velocidad que iban podría ser un problema, pero eso no importaba al hombre, quería acabar cuanto antes esta búsqueda.
Una sombra se empezó a dibujar a lo lejos, parecía un barco hundiéndose, quizás un arrecife o un ataque, sea como fuere, su hacha ya estaba en su mano derecha, un barril se acercaba al barco… ¿pólvora? ¿suministros? ¿supervivientes? Podría ser cualquier cosa. De pronto su acompañante le insto a replegar el velamen para reducir velocidad, que motivos lo impulsaban, ¿sería un humanitario? Quería saber la procedencia del barco, quizás era conocido, también quería recuperar el barril, al ser lo más cercano, es lo que corría mas peligro dada la velocidad de la nave, y la trayectoria de colisión.
Worgulv dio por sentado que su compañero podía recoger las velas él solo, si no le ayudaría rápidamente. El poder de los dioses comenzó a fluir mientras el hombre corría hacia la proa del barco, saltó cuando sus alas ya estaban desplegadas, en dirección al barril, éste trataría de cogerlo y llevarlo volando a cubierta, si era demasiado pesado, solamente lo arrastraría hasta el lateral de estribor.
Lykanrock94
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Llevaba dos semanas navegando con un hombre desconocido en un barco pequeño, bajo la misma bandera y unas pocas botellas de ron. La verdad es que ya me había fijado en él, aunque más concretamente en sus dos katanas. Una me resultaba familiar, seguramente de alguna de las historias que me contaba mi abuelo cuando y era pequeño Según las descrpciones que me hacía mi abuelo de esa katana, podía identificar que era esa misma exactamente. La otra Katana, a simple vista, se podía ver que no era una katana común. Lo que no podía saber a ciencia cierta era la clasificación de su calidad. Podría ser una Wazamono, O Wazamono, Ryo Wazamono o una Saijo O Wazamono.
En todo caso, lo que debía de hacer primero era presentarme como es debido. Fui hacia su posición y al llegar le ofrecí mi mano, presentadome y alegándole algo acerca de sus katanas.
- Mi nombre es Atem y como podrás comprobar soy Espadachín como tú. Me he estado fijando en tus dos katanas y no hace falta ser un gran espadachín para saber que no son un par de katanas comunes. Una me suena de una historia que me contaba mi abuelo cuando era pequeño. La otra no consigo identificar su calidad, pero se puede ver que no es una katana común como las mías. Me temo que nos ha tocado ir juntos en este viaje y perdona si me he emocionado demasiado con tus katanas, pero es que en cuanto veo katanas que me parecen fuertes me emociono demasiado.
Le dije todo eso mientras esperaba a ver si me estrechaba la mano o si me la rechazaba. Si era lo segundo, pues me tocaría ir solo, en cambio, si aceptaba mi mano, le propondría ir juntos a donde nos lleve este pequeño barco.
En todo caso, lo que debía de hacer primero era presentarme como es debido. Fui hacia su posición y al llegar le ofrecí mi mano, presentadome y alegándole algo acerca de sus katanas.
- Mi nombre es Atem y como podrás comprobar soy Espadachín como tú. Me he estado fijando en tus dos katanas y no hace falta ser un gran espadachín para saber que no son un par de katanas comunes. Una me suena de una historia que me contaba mi abuelo cuando era pequeño. La otra no consigo identificar su calidad, pero se puede ver que no es una katana común como las mías. Me temo que nos ha tocado ir juntos en este viaje y perdona si me he emocionado demasiado con tus katanas, pero es que en cuanto veo katanas que me parecen fuertes me emociono demasiado.
Le dije todo eso mientras esperaba a ver si me estrechaba la mano o si me la rechazaba. Si era lo segundo, pues me tocaría ir solo, en cambio, si aceptaba mi mano, le propondría ir juntos a donde nos lleve este pequeño barco.
C. K.
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Akuma no mi
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La mujer peliverde suspira, apoyada en el mástil mayor del barco. Está vestida con su traje de agente, negro como el carbón, y sus cabellos resaltan en contraste con éste. Cruzada de brazos como está, observa la gente que hay en cubierta. Hay algo de movimiento, pero la gente parece bastante disciplinada. Le han encargado hacerse responsable de aquellos agentes y evitar que pase nada malo en esa misión de recolecta, tanto de oro como de criminales.
Mirando hacia arriba, la chica observa el dragón que planea pesadamente sobre el barco. Cree distinguir a algunas personas sobre él, y un frío helador le recorre el espinazo al ver entre ellos a Castor Troy y a Kusanagi. La presencia del primero de ellos la incomoda, le hace recordar la embarazosa carta que le había enviado un tiempo atrás. Su rostro se vuelve rojo, al rememorar la vergüenza sufrida. El pelirrojo, sin embargo, le transmite más una sensación de indiferencia. Tal vez ahora pueda ver si se toma su trabajo en serio y cumple la promesa que le dijo cuando intentó que se uniera a su escuadrón. En cualquier caso, ahora que ha comprobado que en ese grupo se encuentra el pervertido acosador, las probabilidades de que se una han caído en picado, y todas ellas incluyen una orden de alejamiento.
El reptil alado y sus pasajeros descendieron sobre el barco, cada a uno a su manera, y Catherine se hace a un lado, manteniendo las distancias con los recién llegados. No le importa compartir el barco con ellos, pero la presencia de aquel hombre de mente enfermiza la pone de mal humor. Mientras no se acerque a menos de dos metros, todo irá bien.
La mujer suspira, dirigiendo su atención entonces a uno de los agentes a su cargo: Teravan Zallen. A la CP le han dejado las fichas de todos los presentes, tras un horrible papeleo, pero al menos sabe que ese hombre no es un baboso. Al menos en su expediente no dice nada de eso. Con paso firme, se acerca a él y extiende la mano:
- Agente, no es momento de tomar el té -dice, con voz firme-, pero creo que necesito un trago. En cuanto hayas acabado, por favor, guarda las tazas y ponte en guardia, no sabemos qué nos espera en este lugar. -la mujer bebe el té a sorbos rápidos y cortos, dejando la taza vacía en la bandejita a continuación. Está nerviosa, y no solo por la presencia de un elemento disruptor como es Castor, sino porque esas son las coordenadas de la isla, y ahí no se ve nada.
Mirando hacia arriba, la chica observa el dragón que planea pesadamente sobre el barco. Cree distinguir a algunas personas sobre él, y un frío helador le recorre el espinazo al ver entre ellos a Castor Troy y a Kusanagi. La presencia del primero de ellos la incomoda, le hace recordar la embarazosa carta que le había enviado un tiempo atrás. Su rostro se vuelve rojo, al rememorar la vergüenza sufrida. El pelirrojo, sin embargo, le transmite más una sensación de indiferencia. Tal vez ahora pueda ver si se toma su trabajo en serio y cumple la promesa que le dijo cuando intentó que se uniera a su escuadrón. En cualquier caso, ahora que ha comprobado que en ese grupo se encuentra el pervertido acosador, las probabilidades de que se una han caído en picado, y todas ellas incluyen una orden de alejamiento.
El reptil alado y sus pasajeros descendieron sobre el barco, cada a uno a su manera, y Catherine se hace a un lado, manteniendo las distancias con los recién llegados. No le importa compartir el barco con ellos, pero la presencia de aquel hombre de mente enfermiza la pone de mal humor. Mientras no se acerque a menos de dos metros, todo irá bien.
La mujer suspira, dirigiendo su atención entonces a uno de los agentes a su cargo: Teravan Zallen. A la CP le han dejado las fichas de todos los presentes, tras un horrible papeleo, pero al menos sabe que ese hombre no es un baboso. Al menos en su expediente no dice nada de eso. Con paso firme, se acerca a él y extiende la mano:
- Agente, no es momento de tomar el té -dice, con voz firme-, pero creo que necesito un trago. En cuanto hayas acabado, por favor, guarda las tazas y ponte en guardia, no sabemos qué nos espera en este lugar. -la mujer bebe el té a sorbos rápidos y cortos, dejando la taza vacía en la bandejita a continuación. Está nerviosa, y no solo por la presencia de un elemento disruptor como es Castor, sino porque esas son las coordenadas de la isla, y ahí no se ve nada.
Krieg
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Akuma no mi
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Niebla espesa, imposible ver barcos adyacentes. Sólo el batir de las alas de la inmensa criatura permite verla de vez en cuando, en su lomo porta a un grupo de personas. Color y tamaño coincidentes con Zuko “forma dragón”. Debe de ser el grupo experto que nos acompaña… se rumoreaba por el cuartel la fuerza de su división. Bien.
La misión era poco concreta. Debíamos evitar que el tesoro cayera en manos de los enemigos del gobierno, además de apresar y detener a cuantos pudiéramos… lo que indica que no éramos los únicos que sabíamos de la localización del faro.
“¿Cuántos navíos estarán navegando en éstas aguas? ¿Qué tenemos para apresarles?”
Nuestro grupo de seis sería liderado por una pareja, sus nombres CK y Kasan… breves descripciones de sus aspectos fueron otorgadas para una rápida identificación de los superiores. Tomar a dos personas como líderes creará un mal flujo del poder, siempre y cuando sus personalidades no sean compatibles. Alguno delegará sobre el otro.
Me encontraba en el trinquete del fino navío que se desplazaba ligero como un cuchillo afilado sobre la piel desnuda, abriendo con finas estelas un tajo que el mar se daba prisa en cerrar. Éramos polillas… acercándonos al fuego.
En la cubierta tras de mí alguien habla. Será mejor socializar con el grupo.
Retorno a la seguridad de las tablas lisas cambiando las cuclillas por el estado erguido, me acomodo mi rojo sobretodo y mi sombrero de copa… debajo el acostumbrado traje negro con camisa interior de un azul medianoche y la corbata blanca. Pasos lentos e introductorios que resuenan sobre la madera.
“No olvides sonreír” Pequeña mueca.
La densa atmósfera me obliga a acercarme más de lo prudencial.
- Hola a todos- aún falta gente. Esperaré.- Oh… té. Maravilloso para esperar.- me acerco a la pequeña preparación… delicada, y sobretodo cara. Tomo una taza para saborearla con cuidado. Sin azúcar, la marca corresponde a sitios de alto valor adquisitivo… debe apreciar mucho ésta costumbre. Para mí representa sólo una excusa para entablar conversaciones a media tarde.
El veterano escuadrón baja a la cubierta, el último en hacerlo es el reptil que ha de volver a su quemada forma. "¿Sabrán que fui yo el comentarista?"
-Agente, no es momento de tomar el té pero creo que necesito un trago. En cuanto hayas acabado, por favor, guarda las tazas y ponte en guardia, no sabemos qué nos espera en este lugar.- Demasiadas palabras y órdenes…se puede apreciar el nerviosismo en la peliverde, inquieta quizás por la tremenda tranquilidad del amable anfitrión que nos ha obsequiado con las bebidas… aun así la despacha de cortos tragos que impiden que se abrase… demasiado rápido para siquiera disfrutarlos.
- Creo que tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos señora. Por ejemplo ¿quién navega éste navío? ¿Sabemos algo del terreno al que navegamos? ¿No sería más prudente esperar a una evaluación adelantada del terreno con una pequeña barca tripulada para evitar daños innecesarios y posiblemente incapacitantes a nuestra nave?- bebo para aguar la garganta.- O si preferís preocupaciones del tipo social… ¿Quién es cada uno? ¿Cuáles son sus habilidades? ¿Qué demonios hago yo, refiriéndome a usted, liderando un escuadrón? ¿Por qué hay dos líderes? ¿Por qué no nos han metido en una misión antes de algo tan importante para que nos conozcamos? Aunque la respuesta es probable que sea porque sólo somos un pequeño contingente que distraiga mientras allí los de rango superior se encargan de todo… somos los marines que tripulan los barcos en los que vamos a hacer misiones, somos… morralla.
"Quizás me he pasado."
- Aunque claro siempre podemos demostrar lo contrario haciendo un buen trabajo.- sorbito.- Por ejemplo capturando suficientes enemigos del gobierno, aunque habría que comprobar las estancias del barco… las esposas… si disponemos de kairoseki… además de coordinar el grupo por algún sistema den-den… aunque dudo mucho que se nos haya proporcionado algo de esto por parte del gobierno mundial.- sorbo- No es que lo cuestione… pero yo hubiera apostado mi dinero sobre el grupo con más probabilidades de supervivencia- es probable que alguno muramos. – séase aquel.
Último sorbo.
- Y sí, hablo mucho.
La misión era poco concreta. Debíamos evitar que el tesoro cayera en manos de los enemigos del gobierno, además de apresar y detener a cuantos pudiéramos… lo que indica que no éramos los únicos que sabíamos de la localización del faro.
“¿Cuántos navíos estarán navegando en éstas aguas? ¿Qué tenemos para apresarles?”
Nuestro grupo de seis sería liderado por una pareja, sus nombres CK y Kasan… breves descripciones de sus aspectos fueron otorgadas para una rápida identificación de los superiores. Tomar a dos personas como líderes creará un mal flujo del poder, siempre y cuando sus personalidades no sean compatibles. Alguno delegará sobre el otro.
Me encontraba en el trinquete del fino navío que se desplazaba ligero como un cuchillo afilado sobre la piel desnuda, abriendo con finas estelas un tajo que el mar se daba prisa en cerrar. Éramos polillas… acercándonos al fuego.
En la cubierta tras de mí alguien habla. Será mejor socializar con el grupo.
Retorno a la seguridad de las tablas lisas cambiando las cuclillas por el estado erguido, me acomodo mi rojo sobretodo y mi sombrero de copa… debajo el acostumbrado traje negro con camisa interior de un azul medianoche y la corbata blanca. Pasos lentos e introductorios que resuenan sobre la madera.
“No olvides sonreír” Pequeña mueca.
La densa atmósfera me obliga a acercarme más de lo prudencial.
- Hola a todos- aún falta gente. Esperaré.- Oh… té. Maravilloso para esperar.- me acerco a la pequeña preparación… delicada, y sobretodo cara. Tomo una taza para saborearla con cuidado. Sin azúcar, la marca corresponde a sitios de alto valor adquisitivo… debe apreciar mucho ésta costumbre. Para mí representa sólo una excusa para entablar conversaciones a media tarde.
El veterano escuadrón baja a la cubierta, el último en hacerlo es el reptil que ha de volver a su quemada forma. "¿Sabrán que fui yo el comentarista?"
-Agente, no es momento de tomar el té pero creo que necesito un trago. En cuanto hayas acabado, por favor, guarda las tazas y ponte en guardia, no sabemos qué nos espera en este lugar.- Demasiadas palabras y órdenes…se puede apreciar el nerviosismo en la peliverde, inquieta quizás por la tremenda tranquilidad del amable anfitrión que nos ha obsequiado con las bebidas… aun así la despacha de cortos tragos que impiden que se abrase… demasiado rápido para siquiera disfrutarlos.
- Creo que tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos señora. Por ejemplo ¿quién navega éste navío? ¿Sabemos algo del terreno al que navegamos? ¿No sería más prudente esperar a una evaluación adelantada del terreno con una pequeña barca tripulada para evitar daños innecesarios y posiblemente incapacitantes a nuestra nave?- bebo para aguar la garganta.- O si preferís preocupaciones del tipo social… ¿Quién es cada uno? ¿Cuáles son sus habilidades? ¿Qué demonios hago yo, refiriéndome a usted, liderando un escuadrón? ¿Por qué hay dos líderes? ¿Por qué no nos han metido en una misión antes de algo tan importante para que nos conozcamos? Aunque la respuesta es probable que sea porque sólo somos un pequeño contingente que distraiga mientras allí los de rango superior se encargan de todo… somos los marines que tripulan los barcos en los que vamos a hacer misiones, somos… morralla.
"Quizás me he pasado."
- Aunque claro siempre podemos demostrar lo contrario haciendo un buen trabajo.- sorbito.- Por ejemplo capturando suficientes enemigos del gobierno, aunque habría que comprobar las estancias del barco… las esposas… si disponemos de kairoseki… además de coordinar el grupo por algún sistema den-den… aunque dudo mucho que se nos haya proporcionado algo de esto por parte del gobierno mundial.- sorbo- No es que lo cuestione… pero yo hubiera apostado mi dinero sobre el grupo con más probabilidades de supervivencia- es probable que alguno muramos. – séase aquel.
Último sorbo.
- Y sí, hablo mucho.
Yoshi
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Cuando cogí mi pequeño bote para ir en busca de un Tesoro legendarío pensé en que me pasarían un montón de aventuras peligrosas y cosas extraordinarias, lo que no me esperaba es que sucedieran tan pronto, antes incluso de llegar a la isla donde estaba el tesoro.
Lo primero que pensé al ver a un polizón en mi barco fue tirarle por la borda, aunque dado que ibamos al mismo sitio y tenía hueco de sobra finalmente decidí que se podía quedar en el bote, al menos así el viaje sería más entretenido. O eso pensaba pues nos quedamos dormidos como a los diez minutos del suceso.
Ya no podía pasar nada más antes de llegar a la isla, claro que en eso tambien me equivocaba pues me encontré despierta a media noche con un gran susto en el cuerpo ayudando a otro polizonte que habia estado tapado con un saco de patatas, hasta que me dijo su nombre -Isaac- para mi fue el polizonte patata.
Ahora ya con los dos intrusos a bordo nos habiamos acercado cada vez más a la isla a la cual nos dirigiamos los tres "Parece que habrá más gente de la que creía espero que esto no cause ningún problema" de momento no habían ocurrido muchos problemas en la travesía excepto los hechos ya antes mencionados y la extraña niebla en la que habíamos acabado que al final había aprendido a ignorar. Pasaba mi tiempo escribiendo en mi diario, practicando con el arco o simplemente fumando y mirando a la niebla. En este caso me encontraba así, en cubierta fumando sin hacer caso a nadie cuando oí un murmullo que procedía de Isaac. -Chicos, creo que ahí delante pasa algo.- Extrañada me levante y me acerqué a su lado para ver que ocurría. Se oía una especie de quejido viejo como de madera rompiendose.
-Tienes razón ahí a pasado algo, a lo mejor esta allí la isla, o alguien a encayado y necesita ayuda, será mejor que vayamos en esa dirección.- Propusé y aunque sonaba muy obvio que donde estaba el faro estaba la isla yo ya había empezado a pensar que aquel faro era solo un simple faro en medio del océano sin nada nuevo que ofrecernos.
Lo primero que pensé al ver a un polizón en mi barco fue tirarle por la borda, aunque dado que ibamos al mismo sitio y tenía hueco de sobra finalmente decidí que se podía quedar en el bote, al menos así el viaje sería más entretenido. O eso pensaba pues nos quedamos dormidos como a los diez minutos del suceso.
Ya no podía pasar nada más antes de llegar a la isla, claro que en eso tambien me equivocaba pues me encontré despierta a media noche con un gran susto en el cuerpo ayudando a otro polizonte que habia estado tapado con un saco de patatas, hasta que me dijo su nombre -Isaac- para mi fue el polizonte patata.
Ahora ya con los dos intrusos a bordo nos habiamos acercado cada vez más a la isla a la cual nos dirigiamos los tres "Parece que habrá más gente de la que creía espero que esto no cause ningún problema" de momento no habían ocurrido muchos problemas en la travesía excepto los hechos ya antes mencionados y la extraña niebla en la que habíamos acabado que al final había aprendido a ignorar. Pasaba mi tiempo escribiendo en mi diario, practicando con el arco o simplemente fumando y mirando a la niebla. En este caso me encontraba así, en cubierta fumando sin hacer caso a nadie cuando oí un murmullo que procedía de Isaac. -Chicos, creo que ahí delante pasa algo.- Extrañada me levante y me acerqué a su lado para ver que ocurría. Se oía una especie de quejido viejo como de madera rompiendose.
-Tienes razón ahí a pasado algo, a lo mejor esta allí la isla, o alguien a encayado y necesita ayuda, será mejor que vayamos en esa dirección.- Propusé y aunque sonaba muy obvio que donde estaba el faro estaba la isla yo ya había empezado a pensar que aquel faro era solo un simple faro en medio del océano sin nada nuevo que ofrecernos.
Shiki Fiamma
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Los rayos del sol bañaban mi cuerpo, el cual se encontraba envuelto en tan solo las dos pequeñas piezas que conformaban mi bikini azul. O por lo menos lo hacían antes de que entráramos en lo que parecía el maldito principio de una película de miedo en la que todos moríamos nada más llegar a nuestro destino. Suspiré resignada y me levanté alzando los brazos, estirando todos los músculos. Ya ni siquiera me acordaba que había estado tomando el sol en la espalda de un dragón. Qué mono era Zuko en su forma completa.
Con un gesto de la mano el bikini empezó a deshacerse en pequeños pétalos de energía a la par que se iba materializando mi conjunto habitual de pantalón, túnica abierta de combate, azules ambos, y mis espinilleras, brazales y guantes. Por unos segundos y mientras se producía el cambio estuve totalmente desnuda, pero teniendo el grupo que teníamos tampoco es que me importara demasiado; la mayoría eran hombres y las otras dos féminas no estaba segura de que quisieran meterse en la cama conmigo.
-Pues... Nada. Un placer haber viajado en aerolíneas Charmander- solté con una sonrisa, sin maldita idea de lo que acababa de decir, para justo después dar un suave salto hacia atrás dejándome caer al vacío.
Aunque a ver, tampoco es que fuera un vacío demasiado grande. ¿Tres? ¿Cuatro metros como mucho? Y caería sobre agua, mi elemento. Al aterrizar creé una partícula sobre el agua haciéndola parecer una colchoneta. Ni me hice daño ni me mojé. Ninguna me hubiera molestado, de todas formas. ¿Deslizarme? Quizá sea la forma más adecuada de describir cómo me desplazaba por el mar. Me dirigí directamente a la proa del barco y, asegurándome de estar siempre un par de metros por delante de este y de seguir su rumbo, abrí lo máximo que pude un camino en la niebla. No eran mucho más de cuatro o cinco metros, pero ayudaban algo. Así por lo menos me daría el tiempo suficiente de avisar por si nos fuéramos a estampar contra una piedra o la propia isla.
-Jé... Charmander...- dije en un leve susurro mientras esbozaba una pequeña e imperceptible sonrisa.
Con un gesto de la mano el bikini empezó a deshacerse en pequeños pétalos de energía a la par que se iba materializando mi conjunto habitual de pantalón, túnica abierta de combate, azules ambos, y mis espinilleras, brazales y guantes. Por unos segundos y mientras se producía el cambio estuve totalmente desnuda, pero teniendo el grupo que teníamos tampoco es que me importara demasiado; la mayoría eran hombres y las otras dos féminas no estaba segura de que quisieran meterse en la cama conmigo.
-Pues... Nada. Un placer haber viajado en aerolíneas Charmander- solté con una sonrisa, sin maldita idea de lo que acababa de decir, para justo después dar un suave salto hacia atrás dejándome caer al vacío.
Aunque a ver, tampoco es que fuera un vacío demasiado grande. ¿Tres? ¿Cuatro metros como mucho? Y caería sobre agua, mi elemento. Al aterrizar creé una partícula sobre el agua haciéndola parecer una colchoneta. Ni me hice daño ni me mojé. Ninguna me hubiera molestado, de todas formas. ¿Deslizarme? Quizá sea la forma más adecuada de describir cómo me desplazaba por el mar. Me dirigí directamente a la proa del barco y, asegurándome de estar siempre un par de metros por delante de este y de seguir su rumbo, abrí lo máximo que pude un camino en la niebla. No eran mucho más de cuatro o cinco metros, pero ayudaban algo. Así por lo menos me daría el tiempo suficiente de avisar por si nos fuéramos a estampar contra una piedra o la propia isla.
-Jé... Charmander...- dije en un leve susurro mientras esbozaba una pequeña e imperceptible sonrisa.
- Aclaración:
- Doy por echo que puedo controlar la niebla por ser humedad y que hay agua debajo al saltar. En caso de que no pueda la primera, rectificaré en el próximo post. En caso de que hubiera suelo en vez de mar(?), soy suficientemente resistente como para no hacerme daño. Así que no, no necesito tirar acrobacias. Aunque he tirado y he sacado un 18 en dado.(?)
Mist D. Spanner
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- No. Ya tengo suficiente con tener que tragarme este viaje como para tener que verte desnudo -dijo apartando la mirada, tal vez intentando disimular que lo que quería ocultar era su cara ruborizándose al verle como dios lo trajo al mundo.
No tardamos en conseguir poner el barco en marcha de nuevo. Sin embargo, entramos enseguida dentro de una zona llena de niebla bastante densa. Spanner no podía ver absolutamente nada, pero parecía que su compañero si había conseguido divisar algo, pues empezó a virar el barco con decisión. El chico suspiró y se metió en la habitación que había elegido como camarote en aquel pequeño barco que su padre les había dado. Lo cierto es que allí estaba mucho mejor. Lejos de la humedad de la niebla.
Abrió el pequeño baúl que tenía y sacó uno de sus libros, que trataba sobre todas las subespecies de mariposas y polillas. Se metió en aquel libro que ya había leído unas catorce veces, leyendo los nombres de las mariposas que ya conocía una y otra vez, así como una descripción de como diferenciarlas y donde encontrarlas.
No tardamos en conseguir poner el barco en marcha de nuevo. Sin embargo, entramos enseguida dentro de una zona llena de niebla bastante densa. Spanner no podía ver absolutamente nada, pero parecía que su compañero si había conseguido divisar algo, pues empezó a virar el barco con decisión. El chico suspiró y se metió en la habitación que había elegido como camarote en aquel pequeño barco que su padre les había dado. Lo cierto es que allí estaba mucho mejor. Lejos de la humedad de la niebla.
Abrió el pequeño baúl que tenía y sacó uno de sus libros, que trataba sobre todas las subespecies de mariposas y polillas. Se metió en aquel libro que ya había leído unas catorce veces, leyendo los nombres de las mariposas que ya conocía una y otra vez, así como una descripción de como diferenciarlas y donde encontrarlas.
Shieng Long
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Akuma no mi
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Tan cerca y a la vez tan lejos. Se había embarcado en este viaje para estar con su hermano y tenerle un ojo encima, sin embargo, aún no había hablado con él. Se limitaba simplemente a seguirle. Estaba segura de que él sabía que estaba allí, debía haber visto el barco seguro. Y aún así, no había querido hablar con ella. ¿Estaba enfadada? Sí. ¿Triste? También.
Suspiró. Corinna la sacó de su ensimismamiento con una pregunta. Lara la miró con sus brillantes ojos azules y una expresión de duda, aún procesando lo que le había preguntado. Se pasó una mano por el flequillo, apartándolo de delante de su ojo derecho y miró al horizonte. La niebla no dejaba ver nada, sin embargo podía escuchar gaviotas y divisar la luz de un faro a lo lejos.
- El faro podría estar en un islote... Sin embargo, no tendría utilidad ninguna si no hay islas o peñascos por aquí. Si que es extraño, sí...
Dicho aquello, se acercó a Misa. La capitana parecía ensimismada, mirando a la niebla con los brazos cruzados, tal vez pensando en sus cosas. La teniente le puso una mano en el hombro para llamar su atención.
- Misa, deberíamos tener cuidado. No me gusta nada esto. Mantén los ojos abiertos, ¿quieres?
Normalmente, la chica habría hablado con el tono alto y con tal vez algo de humor, dentro de su preocupación. Pero no aquella vez. Su cabeza estaba puesta en su hermano y en como este la ignoraba. ¿Qué demonios le estaba pasando por la mente al vice-almirante?
Suspiró. Corinna la sacó de su ensimismamiento con una pregunta. Lara la miró con sus brillantes ojos azules y una expresión de duda, aún procesando lo que le había preguntado. Se pasó una mano por el flequillo, apartándolo de delante de su ojo derecho y miró al horizonte. La niebla no dejaba ver nada, sin embargo podía escuchar gaviotas y divisar la luz de un faro a lo lejos.
- El faro podría estar en un islote... Sin embargo, no tendría utilidad ninguna si no hay islas o peñascos por aquí. Si que es extraño, sí...
Dicho aquello, se acercó a Misa. La capitana parecía ensimismada, mirando a la niebla con los brazos cruzados, tal vez pensando en sus cosas. La teniente le puso una mano en el hombro para llamar su atención.
- Misa, deberíamos tener cuidado. No me gusta nada esto. Mantén los ojos abiertos, ¿quieres?
Normalmente, la chica habría hablado con el tono alto y con tal vez algo de humor, dentro de su preocupación. Pero no aquella vez. Su cabeza estaba puesta en su hermano y en como este la ignoraba. ¿Qué demonios le estaba pasando por la mente al vice-almirante?
Joan D. Lluquer
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La niebla era tan densa que la habría podido cortar con mi katana, y, aunque el mar estaba relativamente calmado, mis problemas iban en aumento. Para llegar aquí tuve que "tomar prestado" un bote y unas provisiones de un barco en el que me infiltré. Ya llevaba un tiempo navegando, así que mis provisiones se iban reduciendo poco a poco. Menos mal que al menos podía aguantar un poco sin agua y comida. Aún así, sino conseguía salir de ahí rápidamente, moriría como un Don Nadie en mitad del South Blue. Y eso sería muy cutre.
Inspiré profundamente y cerré los ojos. Necesitaba orientarme, pero aquella niebla me impedía ver a mas de cinco metros de la pequeña embarcación en la que me hallaba. Yo sabia que estaba relativamente cerca de la isla, ya que la había visto desde el barco en el que me había colado justo antes de robar el bote y las conservas. Como no había mucha corriente, me era fácil mantener el rumbo de la barca estable, así que decidí seguir remando en la misma dirección.
Tras remar durante un rato, decidí hacer una pausa para beber agua y hacer un pequeño inventario de las cosas que tenía, así que me pusemanos a la obra.
Primero de todo, saqué dos botellas pequeñas de agua de mi mochila ( una de las cuales me bebí ) y dos latas de albóndigas. Eso era todo lo que tenía, así que me tenía que apresurar para llegar a la isla. Así que me mentalicé y seguí remando a un ritmo constante pero no demasiado acelerado para no gastar demasiada energía.
Tras navegar durante lo que calculé fueron dos horas, oí el sonido de las olas al chocarse contra las rocas. En mi cara se dibujó una amplia sonrisa: me estaba acercando a la playa. Pero ahora tenía otro problema: las rocas. Si me chocaba y me caía al mar, estaba perdido, así que navegué con precaución hasta llegar a una pequeña playa de roca. Saqué todas mis cosas del bote, el cual dejé entre dos rocas con la esperanza de que no se moviera de ahí.
En la islana niebla era mucho menos densa, así que la visibilidad era mucho mejor. Tomé una profunda inspiración y sentí mariposas en el estómago a la vez que sonreía: La aventura había empezado.
Inspiré profundamente y cerré los ojos. Necesitaba orientarme, pero aquella niebla me impedía ver a mas de cinco metros de la pequeña embarcación en la que me hallaba. Yo sabia que estaba relativamente cerca de la isla, ya que la había visto desde el barco en el que me había colado justo antes de robar el bote y las conservas. Como no había mucha corriente, me era fácil mantener el rumbo de la barca estable, así que decidí seguir remando en la misma dirección.
Tras remar durante un rato, decidí hacer una pausa para beber agua y hacer un pequeño inventario de las cosas que tenía, así que me pusemanos a la obra.
Primero de todo, saqué dos botellas pequeñas de agua de mi mochila ( una de las cuales me bebí ) y dos latas de albóndigas. Eso era todo lo que tenía, así que me tenía que apresurar para llegar a la isla. Así que me mentalicé y seguí remando a un ritmo constante pero no demasiado acelerado para no gastar demasiada energía.
Tras navegar durante lo que calculé fueron dos horas, oí el sonido de las olas al chocarse contra las rocas. En mi cara se dibujó una amplia sonrisa: me estaba acercando a la playa. Pero ahora tenía otro problema: las rocas. Si me chocaba y me caía al mar, estaba perdido, así que navegué con precaución hasta llegar a una pequeña playa de roca. Saqué todas mis cosas del bote, el cual dejé entre dos rocas con la esperanza de que no se moviera de ahí.
En la islana niebla era mucho menos densa, así que la visibilidad era mucho mejor. Tomé una profunda inspiración y sentí mariposas en el estómago a la vez que sonreía: La aventura había empezado.
Tsang Yue
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Una misión poco habitual, la búsqueda de una isla de la cual se desconoce el paradero, eso complica la misión, pero al joven pelinegro poco le importa eso, se encuentra en la cubierta observando todo a su alrededor, bueno, todo lo que puede ver en la espesa niebla que los rodea. El blanco contrasta fuertemente con todos los viajeros de la embarcación, pues todos visten con trajes negros, como si fuesen una especie de equipo. Ese traje le resulta molesto e incómodo al joven Tsang, quien tira de la parte superior del cuello de su camisa, como si le costara respirar. En su espalda se ven dos enormes guadañas dobles unidas por una cadena, su arma habitual.
Junto a él viajan más agentes del gobierno y un hombre de aspecto serio hablando por un den den mushi en un tono tan suave que le resulta imposible distinguir la conversación. El joven aprovecha para sacar un cuaderno en blanco y un bolígrafo con el cual retrata lo que ve, hasta que a lo lejos percibe algo que antes no estaba, un barco que se acerca. Se aleja bastante de lo que buscan ellos pero al menos es algo. -"Señor, se acerca un barco en la niebla."- Dice el joven para alertar a su superior de lo que podía darles una pista de su búsqueda.
Junto a él viajan más agentes del gobierno y un hombre de aspecto serio hablando por un den den mushi en un tono tan suave que le resulta imposible distinguir la conversación. El joven aprovecha para sacar un cuaderno en blanco y un bolígrafo con el cual retrata lo que ve, hasta que a lo lejos percibe algo que antes no estaba, un barco que se acerca. Se aleja bastante de lo que buscan ellos pero al menos es algo. -"Señor, se acerca un barco en la niebla."- Dice el joven para alertar a su superior de lo que podía darles una pista de su búsqueda.
Kei
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Por algún motivo que aún no había acabado de comprender se encontraba viajando con un grupo de mercenarios. Al principio pensaba que sería buena idea buscar a alguien que la llevara a su siguiente destino pero lo que no había esperado en ninguno de los casos era aquella situación a la que no le quedaría más remedio que acostumbrarse y por algún motivo, llámalo “sexto sentido” o X estaba convencida de que aquella panda de mercenarios acabarían cobrando el favor de una forma o de otra.
Salió a cubierta para despejar un poco la mente mientras se comía una manzana que llevaba en una bolsa a la espalda, ese cielo azul y el buen tiempo hacía rato que había quedado atrás dejando paso a una densa niebla que no dejaba ver nada, si te descuidas apenas veías a quien tuvieras a tu alrededor. Los mercenarios andaban algo crispados a causa de la niebla que les impedía ver su tan ansiado destino, y estaban poniendo todo en movimiento, todos estaban trabajando y su tiempo de descanso se había acabado...
Salió a cubierta para despejar un poco la mente mientras se comía una manzana que llevaba en una bolsa a la espalda, ese cielo azul y el buen tiempo hacía rato que había quedado atrás dejando paso a una densa niebla que no dejaba ver nada, si te descuidas apenas veías a quien tuvieras a tu alrededor. Los mercenarios andaban algo crispados a causa de la niebla que les impedía ver su tan ansiado destino, y estaban poniendo todo en movimiento, todos estaban trabajando y su tiempo de descanso se había acabado...
Josep Lluis Carles Ignasi
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¡Azúcar, huevos, harina! ¡Y un poco de nutella! Todo eso es lo que hace falta para hacer unas buenas crepes dulces con crema de cacao. ¿Y dónde estaba Josep, nuestro panda favorito? Pues cómo no, en la cocina, haciendo este delicioso postre. Estaba viajando en busca de una isla, con uno de sus jefes y un par de personas más con las cuales no había tenido contacto, de momento. Iban tras una misión importante, buscando una isla perdida en el South Blue. Poco sabía de dicha misión, pero algo estaba claro y era que el olor a berries estaba cerca. Josep era como un buscaobjetos, podía oler las riquezas a kilometros o, por lo menos, se las inventaba. Tras preparar una decena de crepes con crema de cacao, salió mientras comía, portando también un par para cada compañero y las mejores para su jefe. Era un buen cocinero, nadie se podría resistir a dicha tentación, o al menos él.
Se acercó al que sería su jefe en aquella misión, un hombre que parecía estar hablando por un Den Den Mushi de bolsillo, pero el panda no prestó atención. Prefería pensar en cuánto le podía subir el sueldo al ofrecerle las crepes, si le hacía la pelota… Era muy posible que el pago por la misión fuera mayor. Esperó a que acabase de hablar y entonces se acercó a él, ofreciéndole las crepes.
- Ten, jefe, debes estar hambriento. – Le dijo con una sonrisa picarona. – Seguro que sí, esta niebla da hambre.
Estaban rodeados por niebla casi en su totalidad, densa como si de nubes se tratasen. Intentó morder el aire, para ver si sabía a algodón de azúcar, pero nada ocurrió. Comenzó a ver una silueta extraña a lo lejos. ¿Tal vez un barco, un avión? ¿O podría ser Superman? Poco a poco se acercaba hasta que pudo darse cuenta de qué era: Efectivamente un barco. No distinguía mucho, si era pirata o del gobierno, o tan sólo un barco mercante. Intentó oler el aire, como su olfato era mejor que el de un humano debido a que era un mink, tal vez pudiese distinguir olores. ¿Pólvora, pescado, fruta, animales? Si algo tenía claro es que si era un Zoo flotante, iría a pedirle los papeles.
Se acercó al que sería su jefe en aquella misión, un hombre que parecía estar hablando por un Den Den Mushi de bolsillo, pero el panda no prestó atención. Prefería pensar en cuánto le podía subir el sueldo al ofrecerle las crepes, si le hacía la pelota… Era muy posible que el pago por la misión fuera mayor. Esperó a que acabase de hablar y entonces se acercó a él, ofreciéndole las crepes.
- Ten, jefe, debes estar hambriento. – Le dijo con una sonrisa picarona. – Seguro que sí, esta niebla da hambre.
Estaban rodeados por niebla casi en su totalidad, densa como si de nubes se tratasen. Intentó morder el aire, para ver si sabía a algodón de azúcar, pero nada ocurrió. Comenzó a ver una silueta extraña a lo lejos. ¿Tal vez un barco, un avión? ¿O podría ser Superman? Poco a poco se acercaba hasta que pudo darse cuenta de qué era: Efectivamente un barco. No distinguía mucho, si era pirata o del gobierno, o tan sólo un barco mercante. Intentó oler el aire, como su olfato era mejor que el de un humano debido a que era un mink, tal vez pudiese distinguir olores. ¿Pólvora, pescado, fruta, animales? Si algo tenía claro es que si era un Zoo flotante, iría a pedirle los papeles.
Joseph Leto
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Me encontraba en el carajo del buque marine de Al Naion, el cual era el líder de la flota marine a la que me había unido mientras el mismo se dirigía al lugar donde se supone aparecería una isla repleta de tesoros, lo cual seguramente atraería a todos los piratas y criminales que buscan enriquecerse. Mi mente se encontraba bajo una de sus muchas guerras internas entre las personalidades que existen en mi interior sin saber cuál saldría. Mientras yo simplemente descansaba y esperaba un nuevo aviso al parecer el resto miraba a todos lados intentando ver algo en la niebla que nos rodeaba, algo que yo pensaba era un esfuerzo fútil.
Junto a mi estaba mi fiel Cruz Pacificadora, sobre mi cabeza entre mis cabellos se veían mis gafas rastreadoras y en el interior de mi abrigo negro se encontraban un par de yoyos y en mi brazo derecho se encontraba un pequeño brazalete que me podría ser útil en el futuro. De pronto en mi mente se decide la guerra y la ganadora es una personalidad totalmente desequilibrada que no piensa en las consecuencias de sus actos, simplemente actúa. Por el momento permanecí quieto mientras el barco avanzaba sin más, mientras esperaba las órdenes de mi jefe.
Junto a mi estaba mi fiel Cruz Pacificadora, sobre mi cabeza entre mis cabellos se veían mis gafas rastreadoras y en el interior de mi abrigo negro se encontraban un par de yoyos y en mi brazo derecho se encontraba un pequeño brazalete que me podría ser útil en el futuro. De pronto en mi mente se decide la guerra y la ganadora es una personalidad totalmente desequilibrada que no piensa en las consecuencias de sus actos, simplemente actúa. Por el momento permanecí quieto mientras el barco avanzaba sin más, mientras esperaba las órdenes de mi jefe.
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