La fiebre del Oro (CAPÍTULO LIGHT)

Por fin, un atisbo de esperanza. La mujer estaba bien, incluso se podría decir que se podía cuidar a sí misma. No por ello iba a abandonarla, pero a Amaiar le alivió saberlo, olvidándose por completo de sorprenderse por sus habilidades. Quizá fuera que ya había visto a suficientes usuarios de Fruta como para empezar a dejar de considerarlos algo tan raro, quizá comenzaba a acostumbrarse a la presencia de las Akumas en el mundo... Fuera como fuere, en aquel momento lo importante era la innegable utilidad del control de la marine sobre la madera.

Mientras el Capitán bajaba a por más marines que necesitaran ayuda, vio que el Gyojin y toda la gente que estaba bajo la cúpula parecían haber salido indemnes (en comparación con lo que podría haber resultado de aquella explosión), aunque también se fijó en que parecía haber menos personas presentes que cuando desembarcaron. Confuso, pues no era capaz de contar suficientes cuerpos como para explicar la repentina disminución de personal, el peliblanco pensó: "Estoy harto de esta isla y sus misterios. ¿Quién me mandaba a mí venir a involucrarme en esta locura?", y deseó irse cuanto antes de la isla. No sin antes cargar a cuantos reclutas heridos pudiera a los barcos. Ya se preocuparía del resto cuando estuvieran a salvo.

Por fin estaban en el barco, pero al parecer no iba a salir por el momento. Debían comprobar el estado de los cascos de aquellos barcos y además, todo parecía ir sobre ruedas. Una sonrisa se formó en el rostro del rubio cuando el Gyojin dijo que los que supiesen bucear fuesen directos bajo el agua a ayudar. Que un rey marine se los comiera era poco probable para alguien con un haki de observación considerable, justo como el suyo. Era el momento de terminar de una vez con aquellas tonterías y largarse a la base de la marina. El deber les esperaba en otras islas.

- Pues al agua pato…

Dijo el rubio en un tono calmado, para después tomar aire y tirarse de cabeza al mar. Su armadura pesaba, pero tenía la suficiente fuerza para poder soportar eso sin problema. Sus azulados ojos se abrieron despacio, tratando de ayudar a Danio con lo suyo. Esperaba poder terminar cuanto antes y después ir con el Vice-Almirante al barco. Cuanto antes terminaran antes podían irse, y él gracias a que no tenía una fruta del diablo, podía darse el lujo de estar allí nadando junto al superior. No iba a igualar su velocidad ni de coña, pero al menos era de utilidad pese a todo lo que había hecho ya.

- Glugluglu…

Estaban curándome la pierna cuando el hombre pez al mando repartió tareas, parecía preocupado por el estado del barco, o por si se nos hubiera colado algo. Le pedí que se diera prisa al sanitario, pues tenía intención de ir a revisar el barco junto a algún compañero. El médico, viendo todo el trabajo que tenía con tanto herido no protestó demasiado, pero si me dio varias recomendaciones para no empeorar.

En cuanto me dejó marchar, me agarré a otro marine, indicándole que fuéramos a la última cubierta a inspeccionarla, cogiendo un DDM antes de bajar para comunicar cualquier incidente. La bajada fue lenta por mi pierna, a pesar de que me hubieran dado una muleta para no apoyarla. El otro recluta no parecía muy contento conmigo, pero eso se solucionó cuando me reconoció. Ya me había visto usar la madera en la cubierta con los diversos agujeros. Ahora solo quedaba ir atentos a cualquier anomalía en el casco, o en cualquier parte de la cubierta.

Cuando llegamos al barco una bala de esas que lanzaba el navío fantasma impactó contra algo importante y lo destrozó. Era difícil poder cumplir la orden de Kasai en esas condiciones, por lo que se me ocurrió algo. Cuando estaba a punto de bajarme a los camarotes una mujer, que se identificó como científica del gobierno pidió ayuda para salir del lugar. Sin duda nos vendría bien una más para levar el barco, y más si tenía algún conocimiento en el campo. Tras un saludo con la cabeza y decirle que me llamaba Nostariel bajé a mi camarote.

Una vez en él, me tumbé en la cama y realicé el viaje astral, subiendo hasta cubierta en esa forma como si no pasara nada, salvo que no podía tocar nada físico. Esperaba que en esa forma si pudiera ver las balas de cañón, y poder contrarrestarlas con los mini Hollow, pegándolos a las mismas y haciéndolos explotar, para, al menos, desviarlas del barco y que no causaran más daño al mismo o a nosotros.

Durante unos minutos, el solo hecho de no encontrar algo que despertara mi atención para que tuviera la señal de alerta en mi hizo que suspirara con calma. Algo cansado y aún con algunas quemaduras de la situación que antes había vivido, miré a mí alrededor. Recordé al instante la misma situación que pasé años atrás en la guerra con los tritones. El campo de batalla se hundía bajo olas gigantescas y tuve que usar el poder de mi akuma para salvar a dos antiguos compañeros usando un barco flotante. Una extraña sensación recorrió mi cuerpo en ese momento.

“No creo que...”, pensé mientras observaba por uno de los soportes del barco hacia abajo y veía como el barco comenzaba a elevarse sin la necesidad de una marea. No podía creerlo. Algo dentro de mí hizo que tuviera un poco de miedo, pero rápidamente calmé mi mente con la idea de que saldría de esa situación pensando muy bien en lo que debía hacer.

La situación hiba de mal en peor, el agua no sólo no estaba apagando el magma, sino que se estaba evaporando y pronto generaría un torbellino. Dado que la zona de magma era bastante grande este sería lo suficientemente grande como para tragarse el barco entero. Le pedí al navegante que tuviera el DDM cercano, que pronto recibiría instrucciones.

-Disparar a esos árboles con los cañones, intentar que caigan todos hacia el arbustos.- Comuniqué a los hombres mientras el barco intentaba alejarse de la zona.- Señorita, podría ayudarles por favor.- Le pedí a la invitada antes de bajar hacia el motor del barco.

Al llegar a la cubierta de máquinas llame al ingeniero en jefe, quería pedirle la ubicación de los tubos de alimentación del combustible al motor y donde estaban los pistones. El hombre me lo indicó todo rápidamente, preguntándome que pasaba. Se lo conté por encima todo. El plan era sencillo, introducir hidrógeno en forma de gas junto con el combustible en los pistones, según mis investigaciones preliminares, esto reduciría el gasto en un treinta por ciento y aumentaría la potencia en un cuarenta. Si mis cálculos no fallaban, esto nos permitiría salir del apuro a toda máquina conservando combustible para la vuelta, aunque seguramente tuviéramos que cambiar el motor entero a la llegada, lo que no importaba, ya que podríamos instalar un modelo ya adaptado. Con el anexo instalado al motor, comencé a generar gas en la cámara, haciendo la seña al hombre para que pidiera toda máquina y abriera un cuarto la manivela de pasó del gas. Ya ajustaría yo los cálculos viendo el rendimiento del motor.

off:

el tiempo se nos echaba encima y parecía que la tierra se hundía bajo las aguas, por fortuna el bicharraco no parecía prestarnos ya atención, seguramente entretenido en lamer sus heridas gracias al rayo caído del cielo, pero aun así seria mejor poner agua de por medio. Los remos se fueron ya hace tiempo flotando y no podía recuperarlos, tal vez podría arrancar un cacho de cubierta y usarla como remos aunque...

Una idea maligna se me ocurrió pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Tome aire flexione mis brazos e intente acercarme por la espalda despacito y sin hacer ruido a mi compañero de bote, una vez detrás suyo intentaría cogerlo para usar su cuerpo como si fuera un improvisado remo.

Dicho y hecho puse mi plan en marcha, esperando que no se enfadara mucho después de todo él parecía demasiado alfeñique como para remar conmigo. Seguramente se enfadaría pero que se le podia hacer era eso o quedarnos quietos en el mar. ademas era solo hasta que consiguiera llegar a los remos y una vez hecho lo dejaría en paz, por otro lado si no se dejaba saltaría al agua para empujar el bote nadando hacia los remos, esperando que el bicho siguiera en l fondo y no me molestara.

Hablan, ordenan y acato. La escena se desarrolla sin ningún tipo de etiqueta. ¿Es así como se comportan entre sí los miembros del CP o sólo son estos? El único que parece tener cierta madera de líder es el tal Kusanagi, muy acertadamente elogiado por el ensangrentado.
¿O no la tiene? No dejar nadie atrás podría parecer una cualidad que necesitaría un buen líder, pero sin estar dispuesto a hacer sacrificios, como con cualquier cosa en la vida, ¿hasta dónde podrían llegar sus planes? No. Hay gente que puede, aunque no tenga que, ser sacrificada.

Pero es el azar y la fortuna la que se encarga de quitarnos el trabajo de acarrear cuerpos inconscientes, los dos agentes derrotados pasan a estar desaparecidos… y el tiempo corre, y aún más lo hace el agua.
El líquido sube ya por nuestros gemelos, impetuoso e imparable… Me tranquiliza no haber ingerido ningún tipo de akuma no mi, al menos podré nadar si la isla se hunde… siempre y cuando la caída de la propia isla sea lo suficientemente lenta como para que no genere un vacío que arrastre todo cuanto haya hacia abajo… ya vuelve la intranquilidad… pero no podemos saber nada, y de lo que no se sabe, no se debe uno preocupar demasiado.

Aunque debemos movernos con rapidez el fluido nos lo impide con su densidad, y encima están las balas… ¿Por qué no se producen los impactos en el agua? Es decir… oigo las explosiones, se pueden sentir en el aire… pero el agua no se inmuta.

Si las akumas no mi son débiles al mar… ¿es el propio mar el que es inmune a las akuma no mi? Interesante teoría, pero no estoy dispuesto a recibir una bala de cañón para comprobar su veracidad. NOTA: COMPROBAR MÁS ADELANTE.

- Las balas parecen no tener efecto bajo el agua, si en algún momento nos vemos que nos van a impactar sería conveniente desaparecer bajo las aguas… como cuando te arrolla una ola de gran magnitud, para aquellos que han vivido en zonas costeras… lo que en este mundo es casi todo el mundo.- hablo demasiado, entre demasiado ruido.

Todo parecía ir bien. Se habían reorganizado y tan solo tenían que regresar al barco del Cipher Pol aunque, como en toda buena historia, tuvieron que encontrarse con problemas. Ryuta y Shiki habían desaparecido sin dejar ningún rastro. Kus había podido sentir cómo sus presencias se desvanecían en un instante, como si hubieran dejado de existir en cuestión de décimas de segundo. No era la misma sensación de una voz apagándose hasta morir, ni siquiera cuando se trataba de una muerte rápida. No, simplemente... Se habían ido de allí. Frunció el ceño, sintiendo el impulso de dar media vuelta y salir tras ellos, pero pronto tanto Alex como Natsuki le pidieron continuar.

- No voy a... -comenzó a hablar, no llegando a terminar la frase.

Su mirada se dirigió entonces al resto del grupo, observando sus rostros, sus expresiones. Alguna mostraba temor y nerviosismo, mientras que otras, simplemente, le pedían salir de allí. La isla estaba hundiéndose y quedaba poco tiempo para tomar una decisión. ¿Cómo iba a abandonarles allí cuando acababa de decir que no dejaría a nadie atrás? Aquello no era normal, no habrían podido moverse por voluntad propia sin que él hubiera percibido sus voces alejándose, por lo que alguien o algo les había llevado a otro lugar. ¿Estarían en peligro o ese mismo ente les habría sacado de allí por su seguridad? No podía asegurar nada, y quizá aquello era lo que más miedo le daba. No iba a permitir que sus compañeros murieran, simplemente no podía hacerlo. ¿De qué servían todos sus ideales? Toda su moral, su ética, su visión del mundo... Si no daba media vuelta estaría rompiendo una parte de su propio ser. Estuvo decidido, por unos instantes, a salir corriendo en su busca, tan rápido que ninguno del grupo pudiera seguirle. Sólo, pues la responsabilidad no era de nadie más. Él era el líder, él era quien debía asegurarse de que todos volvieran sanos y salvos. Sin embargo...

- ¿Eh? -el comunicador comenzó a sonar, como respuesta a su llamada. Sin embargo, no era la voz de C.K la que respondió, sino la de Alice, una agente de su grupo. La peliverde había desaparecido también, ante lo que Kusanagi maldijo. ¿Cómo podían haberla cogido a ella también? Definitivamente, si se encontraban en el barco, no podían habérsela llevado para ponerla a salvo. Alguien se los estaba llevando por quién sabe qué razones.

Sin Catherine y sin saber nada de Noa, el único líder que les quedaba allí era él. Conocía las capacidades de la peliverde, por lo que supuso que sabría arreglárselas y, de haber sido llevada junto al resto, probablemente podría echarles una mano también. No podía dejar al resto del grupo sin dirección. A cada segundo que pasaba la situación empeoraba, pues el agua seguía ascendiendo sin pausa. Apretó los dientes y cerró el puño, temblando este levemente de rabia por la impotencia que le había invadido. No podía arriesgar la vida de todos ellos, así que dejarles solos no era una opción... Y mucho menos obligarles a ir junto a él. Dio media vuelta, dándoles la espalda, y se bajó levemente la banda de la cabeza, con la mirada gacha.

- Nos vamos -sentenció al fin, para a continuación abrir la comunicación con Alice- Volvemos al barco. No te muevas de ahí.

Cortó las comunicaciones y echó un vistazo al resto, haciendo un gesto con la mano para indicarles que siguieran. Tras esto comenzó a correr, al ritmo que sus piernas y costado le permitían, intentado no ir demasiado rápido para no dejar atrás a nadie. Las balas de cañón seguían sobrevolando la zona, aunque mientras se desplazaba pudo darse cuenta de un dato curioso: estas no alcanzaban el agua, simplemente explotaban, por lo que las cargas debían encontrarse en la tierra, probablemente. Si ese era el caso, el barco no era más que una ilusión, y la isla en sí misma alguna especie de base de operaciones con tecnología altamente avanzada. Tan solo era una hipótesis, pero parecía ser lo más razonable. Fuera lo que fuera lo que hubiera allí, no querían que nadie lo averiguara.

Poco después llegarían al barco, si no se topaban con ningún obstáculo de por medio y, una vez a bordo, organizaría a la tripulación para marcharse de allí. Más tarde debería preparar una partida de búsqueda. No desistiría hasta volver a encontrar a sus compañeros perdidos.

-Qué... Cojones... Acaba... De pasar...- diría Neo con la espada sujeta con mucho cuidado con el papel en el que ponía "desatascador".

-¡Otra vez! ¡Otra vez!- gritaría Shiro dando saltitos sobre la cabeza del pelinegro.

-¡Y UNA MIERDA!

Fueron las últimas palabras que dijo el enano mientras empezaba a moverse, haciendo que la pequeña y peluda rata se desbalanceara y cayera al suelo; planeando con sus orejas, por supuesto. Dio un par de pasos y miró a su alrededor tras haberse librado del shock; en serio, ¿qué coño le acababa de pasar? No lo recordaba del todo bien, pero creía haber visto una... ¿Montaña rusa? Pero entonces cómo diablos había llegado a...

-Logguetown.- se llevó la mano al cabello y se lo revolvió un poco, pensando -Estuve aquí poco después de lo que pasó hace unos años para investigar... ¿Cómo he cruzado un mar entero en cuestión de...? De... No entiendo nada de lo que acaba de pasar. Shiro,- la pequeña rata alzó la mirada desde el suelo al escuchar su nombre -haremos como si nada de esto hubiera pasado, ¿de acuerdo?- sentenció mientras su pequeño compañero asentía sin preguntar.

Volvió a darse la vuelta hacia el váter, que ahora estaba a unos metros de distancia y vio, justo al lado de este, un martillo que, de alguna forma u otra, le quería sonar. ¿Más cosas para "grandes problemas"? Madre mía, aquí debe de haber alguien con un trasto intestinal bastante sensible. Pero bueno, sin piratas, estas dos cosas son lo único que me puede dar algo de dinero para terminar el mes, pensó mientras cogía también el martillo -con un trozo de papel por si las moscas- y se lo enganchaba al cinturón.

-Luego voy a tener que meter todo esto en una burbuja-lavadora, dios santo.

Ya no quedaba mucho más por allí que hacer, porque no pensaba meterse de nuevo en el váter; simplemente siguió adelante buscando a alguien que le pudiera decir dónde pillar un barco o, a las malas, el límite de la isla para buscar él mismo lo que debía ser el puerto.

Ichizake:

Gusi:

Ai Nanasaki:

Bizvan:

Alexandra:

Sans:

Yoshi:

Annie:

Kenshin:

Danio:

Zuko:

Spanner:

Azula:

Zero:

Osuka:

Haruka:

Castor Troy:

Taiga:

Milena:

Kasai:

Ban Midou:

Amaiar:

Ushio:

Xemnas:

Vegeta:

Misa:

Alice:

Eichi:

Corinna:

Nostariel:

Maximilian:

Corvo:

Igor:

Adam:

Kusanagi:

Abel:

Joseph:

Neo:

Cuando os levantáis de vuestras cápsulas, una figura encapuchada, con una túnica negra, sonríe por un momento y comienza a hablar.

-Hola, amigos- su voz es como rasgada, cansada y sentida. Parece anciano y débil, pero el uso de vuestro haki de observación os advertirá que ni de lejos-. Mi nombre es Yoai, Pretor de Meln, y legítimo soberano de Síderos- a muy pocos os suena, pero los historiadores recordáis la historia del archipiélago-. Mi pueblo lleva años de guerras y fraticidio, enfrentado por las mentiras de gente que teme el amor de nuestros ciudadanos hacia mí, y buscan negarme mi derecho al trono. Pero qué maleducado soy- comenta, con un ademán muy acentuado, casi teatral, llevándose las manos a la cabeza-. Mis mejores hombres fueron enviados en busca de la gente más fuerte de los mares, hombres y mujeres que pudieran ayudarnos a restablecer la paz que tanto ansiamos. Y vosotros sois los elegidos, queridos héroes.

Da unos pasos por la estancia, sin acercarse demasiado, y las luces poco a poco comienzan a encenderse. Parece atravesar vuestra alma cuando clava su mirada en vosotros, pero se ve amable.

-La Isla del South Blue que buscabais no ha sido más que un sueño, un engaño para probar que realmente erais los elegidos y podríais poner fin a este atropello. Mi gente y yo os necesitamos; sois nuestra única esperanza para terminar con nuestros enemigos y llevar Síderos de nuevo a la paz.

Podéis notar cómo uno de sus brazos brilla de un tono negro metálico, y hace algún que otro ruido cuando aprieta el puño.

-Mi gente ha sido mutilada, vilipendiada y esclavizada durante años. Obligada a pagar por crímenes que no son suyos, pero alguien deberá pagar. Sé que estuvo mal encerraros en un sueño para probar vuestras habilidades sin consentimiento, pero debíamos llegar a vosotros antes de que los locos de Balat os matasen sin preguntar, sólo por tener contacto de nuestro clan.

Se arrodilla, y su capucha cae hacia atrás. Su piel es grisácea, y sus ojos brillan en un tono anaranjado. Junta las manos, mientras tiembla y os ruega.

-Por favor, ¡Ayudadnos!


Los Participantes obtenéis un entrenamiento de Haki (no rey. Este entrenamiento no consume intento), o una técnica de 7,5. Además, los que hayan conseguido una moneda, según descubran cómo se usa, se descubrirá su poder. Sí, la moneda la tenéis. Podéis preguntar durante el próximo evento cómo la mantuvisteis.

Las experiencias llegarán a más tardar el Fin de Semana.

Hojas actualizadas.