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Hayden Ashworth
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Os han mandado a un desierto. Vaya, no es muy agradable. Estáis los tres solos, pero según os han dicho sois suficientes para llevar a cabo esa misión. Alice os ha sido... acoplada, digamos, como una especie de prueba de fuego para que demuestre de verdad de que está hecha. Tecnicamente, está bajo la supervisión del que tenga el rango más elevado. Esperemos que no le pase nada.
La misión es sencilla. Dos revolucionarios han escapado de ID. El como lo han hecho es un misterio, pero se cree que han recibido ayuda de alguien más experto, porque no es que sean precisamente listos. Aunque son fuertes. A ambos se les ha puesto 40.000.000 más a su recompensa por escapar del nivel 3 de ID, y ahora tienen un total de... No os lo han dicho. Raro. Simplemente os han dado fotos y nombres y os han dicho que se esconden en este desierto. Se supone.
A parte de eso os han dicho que podrían ir con un tercer revolucionario que los ayuda a jugar el escondite. Acabáis de bajar del barco. ¿Cuál es vuestra estrategia?
La misión es sencilla. Dos revolucionarios han escapado de ID. El como lo han hecho es un misterio, pero se cree que han recibido ayuda de alguien más experto, porque no es que sean precisamente listos. Aunque son fuertes. A ambos se les ha puesto 40.000.000 más a su recompensa por escapar del nivel 3 de ID, y ahora tienen un total de... No os lo han dicho. Raro. Simplemente os han dado fotos y nombres y os han dicho que se esconden en este desierto. Se supone.
- Aleksei Gregovitch:
- Adrian Toomes:
A parte de eso os han dicho que podrían ir con un tercer revolucionario que los ayuda a jugar el escondite. Acabáis de bajar del barco. ¿Cuál es vuestra estrategia?
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Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del rubio cuando desembarcó del navío de la marina. El objetivo eran un par de revolucionarios fugados de la enorme prisión conocida como ID. Estaba listo para luchar contra quien hiciese falta. Lo único malo era el escenario donde tenían que combatir. El jodido desierto. El comodoro lo conocía muy bien, debido a su combate en el reino de Arabasta contra los doscientos piratas. En aquella ocasión, contó con la ayuda del dragón negro, Madara. En esta ocasión, iba con su chica, y una albina que le habían asignado. Iba a tener que cuidarla¸ y esperaba que Misa no se mosquease por ello. Su deber como marine era lo primero de todo. No todos los días podía tener un cometido importante junto a los suyos. Hacía tiempo que quería un verdadero reto, y por ello estaba emocionado. El momento de la diversión iba a comenzar.
- Pues al lío. – Dijo mostrando una sonrisa amable. Su equipo estaba listo. Vestía con un chaleco verde de manga corta, y por dentro una camiseta blanca. En sus manos portaba unos guanteletes de kairouseki puro. En los pies unas botas, y en su espalda un enorme espadón oculto en una funda oscura. En la cintura llevaba varias fundas con botellas de agua. Cualquiera que no le conociera, no podía decir que era un marine. No pensaba delatar su posición de forma fácil. Era muy listo para aquel tipo de cosas, y por ello tenía el puesto de comodoro. El rubio se estiró unos momentos, y después soltó un pequeño bostezo, presa de la pereza. Decidió dejarse de tonterías, él no era su líder, y por ello no podía hacer el flojo de aquella forma. A lo mejor el jodido espadachín se lo estaba pegando y todo.
El rubio miró a las compañeras que tenía, y entonces les dedicó una sonrisa calmada. – Alice, debo protegerte si ocurre algo malo, de modo que no te me alejes mucho. Misa, mantente alerta y ocúpate de la retaguardia. – En cuanto les dijo aquello, comenzó a caminar despacio hacia el frente ¿Por qué no llevaba toda su armadura de kairouseki? No era tan tonto de usarla en un desierto, y convertirse en un horno andante. Sus pasos eran lentos, pero extensos. Lo primero que hizo fue desplegar su haki de observación a su alrededor [Nivel 3] para de esa forma estar atento a todo lo que pudiese pasar. Miró un momento las fotos de los rebeldes, y después se las pasó a Misa. Ya ella las daría después a la albina. Entrecerró los ojos, y continuó con su camino. Tenía mucha tranquilidad, y por ello iba feliz, y totalmente tranquilo.
El problema del desierto solía ser el agua, y por ello llevaba sus botellas. En uno de los bolsillos del chaleco verde portaba un mechero rojo, y en otro un DDM por si debía contactar con los superiores. Era un hombre que se preparaba ante todo. – Mucho cuidado con los ataques de onda, o que abarquen terreno. Debemos cubrirnos entre los tres en todo momento. Por el momento es todo, estaremos callados para ahorrar energía, de modo que… ¿Alguna duda? – Una vez dijo aquello continuó su camino. Respondería, pero si no era el caso, permanecería callado por el momento.
- Pues al lío. – Dijo mostrando una sonrisa amable. Su equipo estaba listo. Vestía con un chaleco verde de manga corta, y por dentro una camiseta blanca. En sus manos portaba unos guanteletes de kairouseki puro. En los pies unas botas, y en su espalda un enorme espadón oculto en una funda oscura. En la cintura llevaba varias fundas con botellas de agua. Cualquiera que no le conociera, no podía decir que era un marine. No pensaba delatar su posición de forma fácil. Era muy listo para aquel tipo de cosas, y por ello tenía el puesto de comodoro. El rubio se estiró unos momentos, y después soltó un pequeño bostezo, presa de la pereza. Decidió dejarse de tonterías, él no era su líder, y por ello no podía hacer el flojo de aquella forma. A lo mejor el jodido espadachín se lo estaba pegando y todo.
El rubio miró a las compañeras que tenía, y entonces les dedicó una sonrisa calmada. – Alice, debo protegerte si ocurre algo malo, de modo que no te me alejes mucho. Misa, mantente alerta y ocúpate de la retaguardia. – En cuanto les dijo aquello, comenzó a caminar despacio hacia el frente ¿Por qué no llevaba toda su armadura de kairouseki? No era tan tonto de usarla en un desierto, y convertirse en un horno andante. Sus pasos eran lentos, pero extensos. Lo primero que hizo fue desplegar su haki de observación a su alrededor [Nivel 3] para de esa forma estar atento a todo lo que pudiese pasar. Miró un momento las fotos de los rebeldes, y después se las pasó a Misa. Ya ella las daría después a la albina. Entrecerró los ojos, y continuó con su camino. Tenía mucha tranquilidad, y por ello iba feliz, y totalmente tranquilo.
El problema del desierto solía ser el agua, y por ello llevaba sus botellas. En uno de los bolsillos del chaleco verde portaba un mechero rojo, y en otro un DDM por si debía contactar con los superiores. Era un hombre que se preparaba ante todo. – Mucho cuidado con los ataques de onda, o que abarquen terreno. Debemos cubrirnos entre los tres en todo momento. Por el momento es todo, estaremos callados para ahorrar energía, de modo que… ¿Alguna duda? – Una vez dijo aquello continuó su camino. Respondería, pero si no era el caso, permanecería callado por el momento.
Alice Branwen
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Un puchero se formó en el rostro de la albina mientras miraba al cielo. Aquella sería su primera misión desde que le ascendieron a CP 4 por los acontecimientos sucedidos en el cuartel del north blue. La joven creyó que su primera tarea sería emocionante (en parte, lo era), pero nunca pensó que sería en el jodido desierto, menos en la grand line. Solo eso era un presagio para lo que se pudiera venir; definitivamente los dos revolucionarios que iban cazar se encontraban a un nivel superior de los que se enfrentó anteriormente. Volviendo al caso, la mujer no le importaba mucho el calor, pero eso ya era pasarse. Debido a su akuma, se veía muy en desventaja en climas muy calurosos, aunque, pensándolo mejor, tal vez podría resistir por algunos minutos si entraba a su forma completa. Si un oso polar podía vivir en un zoológico a cuarenta grados de temperatura... ¿Por qué ella no entonces?
Por ese día se había puesto una ropa que pocas veces solía usar, pero era necesario para esa misión; no era tan idiota para ponerse ropas negras con ese calor abrasador. Levaba una blusa de color blanca sin mangas, dejando a la vista sus tonificados brazos debido al entrenamiento. Llevaba unos pantalones deportivos azules ajustados que le llegaban a las rodillas, permitiendo mucha mayor movilidad de lo normal. A su sus espaldas llevaba una mochila con todo lo que pudiera necesitar durante la misión. Diales, agua, objetos, sus dos tantos... En su bolsillo tenía una pequeña caja con todo tipo de medicinas dentro. Desde esteroides hasta rumble balls, aunque esas últimas eran distintas a las usuales amarillas, pero no iba a entrar más en detalle por el momento.
Las palabras del hombre rubio le descolocaron un poco, aunque no se demoró mucho en retomar su compostura. Le dedico una sonrisa amable al que parecía ser el líder y respondió.
– No tienes que limitarte tanto para protegerme. Puedo cuidarme sola si llegase a pasar algo, aunque gracias por la acotación de todos modos. –
Luego decir eso desvió su atención hasta su otra compañera de misión. Se acercó hasta ella, le tendió una mano y le habló con un tono alegre y amable.
– No me he presentado, mi nombre es Alice Branwen, mucho gusto – aceptase o no el estrechamiento de manos, la joven no se iba a desanimar. Ella era alguien alegre y divertida por naturaleza, costaba mucho que alguien se ganara su desagrado; para que hablar de odio. Luego de las presentaciones, Alice cambió a un semblante totalmente serio; cualquier rastro de la chica gentil de antes se lo había guardado para adentro. Siempre solía a hacer eso durante las misiones, de lo contrario no rendiría lo suficiente en combates. Al escuchar las palabras del rubio, simplemente asintió y empezó a caminar. Por si las dudas, tenía una mano en su bolsillo por si les emboscaban, además de que estaba lista para usar sus técnicas, claro está.
Por ese día se había puesto una ropa que pocas veces solía usar, pero era necesario para esa misión; no era tan idiota para ponerse ropas negras con ese calor abrasador. Levaba una blusa de color blanca sin mangas, dejando a la vista sus tonificados brazos debido al entrenamiento. Llevaba unos pantalones deportivos azules ajustados que le llegaban a las rodillas, permitiendo mucha mayor movilidad de lo normal. A su sus espaldas llevaba una mochila con todo lo que pudiera necesitar durante la misión. Diales, agua, objetos, sus dos tantos... En su bolsillo tenía una pequeña caja con todo tipo de medicinas dentro. Desde esteroides hasta rumble balls, aunque esas últimas eran distintas a las usuales amarillas, pero no iba a entrar más en detalle por el momento.
Las palabras del hombre rubio le descolocaron un poco, aunque no se demoró mucho en retomar su compostura. Le dedico una sonrisa amable al que parecía ser el líder y respondió.
– No tienes que limitarte tanto para protegerme. Puedo cuidarme sola si llegase a pasar algo, aunque gracias por la acotación de todos modos. –
Luego decir eso desvió su atención hasta su otra compañera de misión. Se acercó hasta ella, le tendió una mano y le habló con un tono alegre y amable.
– No me he presentado, mi nombre es Alice Branwen, mucho gusto – aceptase o no el estrechamiento de manos, la joven no se iba a desanimar. Ella era alguien alegre y divertida por naturaleza, costaba mucho que alguien se ganara su desagrado; para que hablar de odio. Luego de las presentaciones, Alice cambió a un semblante totalmente serio; cualquier rastro de la chica gentil de antes se lo había guardado para adentro. Siempre solía a hacer eso durante las misiones, de lo contrario no rendiría lo suficiente en combates. Al escuchar las palabras del rubio, simplemente asintió y empezó a caminar. Por si las dudas, tenía una mano en su bolsillo por si les emboscaban, además de que estaba lista para usar sus técnicas, claro está.
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Una misión junto a su chico, debería ser emocionante e incluso divertido de no ser por aquella chica peliblanca que los acompañaba. ¿Por qué? Con ellos dos bastaba y sobraba para poder acabar con esos tipos. Suspiró de forma pesada, no es que le incomodara su presencia… Bueno, sí. Temía que fuera una de las típicas chicas que buscan a un alto cargo para subir rápido en la jerarquía. ¡Era desesperante! Apretó uno de sus puños y tiró abajo la pared de su habitación de un solo golpe. Algunos marines la miraron con cierto temor y no era nada extraño, su cara era de pocos amigos. Esta vez, los celos podían con su personalidad amable y dulce de siempre. ”Debes concentrarte en la misión” – pensó tratando de calmarse, mas fue en vano.
Decidió salir de su habitación. Iba vestida para la ocasión y también llevaba, en su cintura, algunas botellas de agua. Suspiró de nuevo, estaba intranquila. Lo que había escuchado era bastante interesante y esperaba que fueran un verdadero reto. Dos sujetos habían escapado de ID y, al parecer, estaban escondidos en algún lugar de aquel basto desierto… Lugar donde mucha gente se podía perder, incluso aquella tal Alice. ”En serio, cálmate” – de un solo salto llegó a tierra, a tiempo para escuchar las palabras de su novio. Estaba dando algunas ordenes, pero le molestó el hecho de que “debía” proteger a aquella chica. No lo negaba, era bonita y su cuerpo podía ser incluso mejor que el de la capitana… Solo asintió con la cabeza mientras lanzaba miradas fulminantes a la chica nueva.
– Debería poder protegerse sola… – susurró despacio. Estaba realmente celosa e iba a descargar toda su furia contra el primer enemigo que se le cruzase en el camino. Notó que la chica nueva le respondía a su chico y, para ella en ese momento y debido a los celos, solo entendió que le estaba pidiendo a gritos que hiciera lo imposible por protegerla. ”Perra” – sus celos eran extremos y era la primera vez que los estaba experimentando. Pero… ¡Joder! Con esas ropas y esa amabilidad…. Escuchó como se presentaba, aunque no era necesario; pues ya sabía su nombre desde el inicio de la misión. Para mantener las formas, le estrechó la mano aunque le dedicó una sonrisa algo tétrica. – Capitana Amane Misa. Un placer. – Suspiró con calma y puso sus manos en la nuca y empezó a caminar un poco retrasada del resto.
Decidió salir de su habitación. Iba vestida para la ocasión y también llevaba, en su cintura, algunas botellas de agua. Suspiró de nuevo, estaba intranquila. Lo que había escuchado era bastante interesante y esperaba que fueran un verdadero reto. Dos sujetos habían escapado de ID y, al parecer, estaban escondidos en algún lugar de aquel basto desierto… Lugar donde mucha gente se podía perder, incluso aquella tal Alice. ”En serio, cálmate” – de un solo salto llegó a tierra, a tiempo para escuchar las palabras de su novio. Estaba dando algunas ordenes, pero le molestó el hecho de que “debía” proteger a aquella chica. No lo negaba, era bonita y su cuerpo podía ser incluso mejor que el de la capitana… Solo asintió con la cabeza mientras lanzaba miradas fulminantes a la chica nueva.
– Debería poder protegerse sola… – susurró despacio. Estaba realmente celosa e iba a descargar toda su furia contra el primer enemigo que se le cruzase en el camino. Notó que la chica nueva le respondía a su chico y, para ella en ese momento y debido a los celos, solo entendió que le estaba pidiendo a gritos que hiciera lo imposible por protegerla. ”Perra” – sus celos eran extremos y era la primera vez que los estaba experimentando. Pero… ¡Joder! Con esas ropas y esa amabilidad…. Escuchó como se presentaba, aunque no era necesario; pues ya sabía su nombre desde el inicio de la misión. Para mantener las formas, le estrechó la mano aunque le dedicó una sonrisa algo tétrica. – Capitana Amane Misa. Un placer. – Suspiró con calma y puso sus manos en la nuca y empezó a caminar un poco retrasada del resto.
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Conforme avanzáis por el desierto os dais cuenta de que no va a ser una experiencia agradable. La arena es una superficie incómoda por la que caminar y el calor es cada vez más sofocante. Sobre todo si lleváis cierta capa marine que cubre mucho. Muchísimo. El aire a lo lejos parece que se ondula, por el calor. Horrible. Sin embargo, a lo lejos, podéis ver dos cosas que llaman vuestra atención. Desde vuestra posición podéis ver ambas, pero en realidad están bastante lejos entre si.
Al lado derecho del horizonte podéis ver vegetación. Palmeras y plantas, en general. Al lado izquierdo un enorme templo de arenisca se alza sobre la arena. ¿A dónde vais? Ambos parecen buenos sitios para esconderse.
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Que maldito calor. Misa tomó un trago de agua mientras estaba atenta a todo lo que les rodeaba. Pero… ¡Era solo puta arena! ¿Por qué no habían elegido un mejor sitio para esconderse? Suspiró de forma pesada. Había cometido el error de ir con su capa marine, así que se la había sacado y ahora la tenía atada en su cintura. Había logrado “calmar” sus celos y ahora podía estar más enfocada en la misión. No podía dejar que algo tan infantil la dominara, pero… ¿Qué hacía ella aquí? ¿Por qué una representante del Gobierno Mundial andaba tras la búsqueda de unos simples revolucionarios? Sí, eran dos sujetos que habían escapado de Impel Down, la prisión “impenetrable”. No le dio mucha importancia, no tenía ni las ganas ni el tiempo para ello.
– Oh… – desde atrás había notado dos cosas: El maldito calor era insoportable y que aparecían dos nuevos rumbos. Maldijo por lo bajo. A su izquierda se alzaba un templo de arenisca y a la derecha; vegetación y plantas variadas. ”Pueden estar en cualquier lugar…” – se iban a tener que separar. Pero… Luchar en un ambiente tan cerrado, para ella iba a ser un problema. Aunque, tampoco quería que fuera Alice con Xemnas… ¡Maldita sea! Analizó las opciones y, no tenía otra que tragarse sus celos e ir ella en solitario. Su estilo de pelea era un problema y eso, en alguna manera, la obligaba a tener que luchar sola. Suspiró y se acercó a Xemnas. – Oye, Xemnas. Tengo algo que decirte. – Ellos eran los encargados de liderar está misión, pero era su novio el que tomaba las últimas decisiones.
– Déjame ir sola. Tú… – ”Deberías venir conmigo” – pensó en aquella forma de completar la frase, pero suspiró con calma… Tratando de ignorar lo absurdo que era su idea. – Anda con Alice. Mi estilo de pelea me impide ir al tempo, por ende; yo iría a lo que parece ser una especie de oasis – ”Perra” – su tono era bastante serio y no despegaba sus ojos de los de su chico. Sabía que no le gustaría la idea, pero… ¿Qué otra cosa podían hacer? Ella no podía luchar en el templo y, aunque Xemnas bien podría ir solo, el estilo de la capitana era peligroso para los demás. Ser una mujer bomba era bueno y malo a la vez. – Estaremos en contacto por los den den mushi. ¿Qué dices? Tú eres el que tiene la última palabra. – Finalizó. Miró de soslayo a la peliblanca y se quedó callada, esperando la respuesta del comodoro. ¿Qué diría? Y, más importante, ¿cuándo desaparecería el maldito calor? Se estaba asando viva.
– Oh… – desde atrás había notado dos cosas: El maldito calor era insoportable y que aparecían dos nuevos rumbos. Maldijo por lo bajo. A su izquierda se alzaba un templo de arenisca y a la derecha; vegetación y plantas variadas. ”Pueden estar en cualquier lugar…” – se iban a tener que separar. Pero… Luchar en un ambiente tan cerrado, para ella iba a ser un problema. Aunque, tampoco quería que fuera Alice con Xemnas… ¡Maldita sea! Analizó las opciones y, no tenía otra que tragarse sus celos e ir ella en solitario. Su estilo de pelea era un problema y eso, en alguna manera, la obligaba a tener que luchar sola. Suspiró y se acercó a Xemnas. – Oye, Xemnas. Tengo algo que decirte. – Ellos eran los encargados de liderar está misión, pero era su novio el que tomaba las últimas decisiones.
– Déjame ir sola. Tú… – ”Deberías venir conmigo” – pensó en aquella forma de completar la frase, pero suspiró con calma… Tratando de ignorar lo absurdo que era su idea. – Anda con Alice. Mi estilo de pelea me impide ir al tempo, por ende; yo iría a lo que parece ser una especie de oasis – ”Perra” – su tono era bastante serio y no despegaba sus ojos de los de su chico. Sabía que no le gustaría la idea, pero… ¿Qué otra cosa podían hacer? Ella no podía luchar en el templo y, aunque Xemnas bien podría ir solo, el estilo de la capitana era peligroso para los demás. Ser una mujer bomba era bueno y malo a la vez. – Estaremos en contacto por los den den mushi. ¿Qué dices? Tú eres el que tiene la última palabra. – Finalizó. Miró de soslayo a la peliblanca y se quedó callada, esperando la respuesta del comodoro. ¿Qué diría? Y, más importante, ¿cuándo desaparecería el maldito calor? Se estaba asando viva.
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Fue un poco gracioso escuchar a la peliblanca decir que podía cuidarse sola. Lo peor es que su aura era muy débil comparada con la suya o la de Misa, por lo que soltó un pequeño suspiro. En cuanto supo su nombre, le sonrió de vuelta. – Mi nombre es Xemnas Death, comodoro. – Mencionó de forma tranquila. Pudo ver cómo las dos se daban la mano, y eso quiso decir que se podrían llevar bien. De esa forma, el primer problema estaba resulto, y por ello podrían continuar el camino con calma. Pensaba que debido a lo que dijo la chica de poder defenderse sola, Misa iba a echarle una buena charla sobre protección y demás. Se dio cuenta de que estaba equivocado, y no pudo evitar sonreír de lado.
El jodido calor no estaba siendo un buen aliado, y él daba gracias de llevar ropa corta, y botellas. Se pasó la mano por la frente, sintiéndose un poco incómodo debido a la isla. Si él fuese un revolucionario, no hubiese elegido un sitio de esos. Sin duda, no podía acostumbrarse al jodido clima de aquel sitio. Entonces pudo ver un templo, y un poco de vegetación. Supo sobre los oasis, y no entendía por qué, pero sospechó que podía ser uno. Lo mejor era comprobarlo, y por ello dividirse. Lo mejor es que él fuese solo al templo, dónde pensó que podía estar el peligro. Ellas dos podían apoyarse, pues Misa era fuerte. De hecho, ella le dijo que quería hablar con él, y por ello la miró de forma calmada.
Se sorprendió un poco cuando la rubia dijo que quería ir sola. De todas formas, decidió aceptar. No quería que la nueva ardiese en la misión. De hecho, Misa hizo bien, pues debía empezar a tomar decisiones por ella misma. Cuando ella terminó de hablar, le dedicó una sonrisa amable, y después le pasó la mano por el pelo. – Lo veo correcto. Ten mucho cuidado tú sola. – En cuanto dijo eso, le hizo una señal a la chica para que fuese con él. Tomó el camino del templo. Era el momento de ver lo que ocurría. Continuaba con su mantra activado, para de esa forma poder estar pendiente a todo. Debía proteger todo el camino a la joven del cabello blanco, y eso haría.
- Alice-chan, cuéntame un poco sobre tu estilo de combate. – Mencionó a la joven mientras caminaba. Debía de hacerse una idea de cómo iba a pelear en caso de que los revolucionarios apareciesen de repente. Si era usuaria, debería tener cuidado, y no acercarse mucho a ella. El rubio soltó un pequeño suspiro. Era muy jodido tener que caminar por aquella arena.
El jodido calor no estaba siendo un buen aliado, y él daba gracias de llevar ropa corta, y botellas. Se pasó la mano por la frente, sintiéndose un poco incómodo debido a la isla. Si él fuese un revolucionario, no hubiese elegido un sitio de esos. Sin duda, no podía acostumbrarse al jodido clima de aquel sitio. Entonces pudo ver un templo, y un poco de vegetación. Supo sobre los oasis, y no entendía por qué, pero sospechó que podía ser uno. Lo mejor era comprobarlo, y por ello dividirse. Lo mejor es que él fuese solo al templo, dónde pensó que podía estar el peligro. Ellas dos podían apoyarse, pues Misa era fuerte. De hecho, ella le dijo que quería hablar con él, y por ello la miró de forma calmada.
Se sorprendió un poco cuando la rubia dijo que quería ir sola. De todas formas, decidió aceptar. No quería que la nueva ardiese en la misión. De hecho, Misa hizo bien, pues debía empezar a tomar decisiones por ella misma. Cuando ella terminó de hablar, le dedicó una sonrisa amable, y después le pasó la mano por el pelo. – Lo veo correcto. Ten mucho cuidado tú sola. – En cuanto dijo eso, le hizo una señal a la chica para que fuese con él. Tomó el camino del templo. Era el momento de ver lo que ocurría. Continuaba con su mantra activado, para de esa forma poder estar pendiente a todo. Debía proteger todo el camino a la joven del cabello blanco, y eso haría.
- Alice-chan, cuéntame un poco sobre tu estilo de combate. – Mencionó a la joven mientras caminaba. Debía de hacerse una idea de cómo iba a pelear en caso de que los revolucionarios apareciesen de repente. Si era usuaria, debería tener cuidado, y no acercarse mucho a ella. El rubio soltó un pequeño suspiro. Era muy jodido tener que caminar por aquella arena.
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El joven frunció el ceño un poco y miró hacia el cielo. El calor era mucho mas abrasador de lo que pensaba, además, caminar en la arena era difícil. Sería muy difícil pelear en aquellas condiciones, pero Alice suponía que se las podía apañar por algunos minutos. Suspiró de forma pesada y sacó un cole de uno de sus bolsillos. Se tomó el cabello con precisión, formando una especie de cola de caballo alta; así no tendría problemas con que su cabello le estorbara. Sacó una botella de su mochila, la destapó y tomó un enorme trago. Casi suspiró de placer al notar como aquel líquido frío bajaba por su garganta, al tiempo que volvía a maldecir internamente ese clima atroz; se estaba replanteando usar su fruta en aquella misión, aunque no podría hacer nada si la situación lo meritaba; tan solo esperaba que pudiera encontrar un lugar con sombra pronto.
En eso, llegaron a una especie de desvío. Al lado izquierdo se podía apreciar un templo gigante de arenisca que se alzaba sobre la arena, mientras que por el lado izquierdo se apreciaba vegetación; palmeras y plantas, en general. Ambos eran buenos sitios para poder esconderse, pero la albina no iría a lo loco. Esperaría lo que Xemnas tuviera que decir, antes de actuar. Suspiró de forma tranquila y miró a sus dos superiores. Notó cierta tensión entre ambos, pero no dijo nada. No era de su incumbencia las relaciones extra personales que podía tener los marines en general. Además, estaba en una misión; no era el momento para ponerse en modo chismoso.
Al escuchar el plan de Xemnas y Misa, no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Al parecer ella, junto al comodoro, tendrían que ir a investigar el templo que se alzaba en el horizonte. Eso estaba bien, podrían protegerse de ese calor abrasador, y ella podría luchar a su máximo. Una vez que el plan estaba trazada, Xemnas le hizo una ceña a la peliblanca para que le siguiera. Ésta cumplió con la orden, pero no sin despedirse.
– Buena suerte, Misa-chan – dijo la joven, una sonrisa amable y sincera se podía apreciar en su rostro.
Luego de eso, ella y el rubio emprendieron marcha hasta el templo de arenisca. Caminaron por algunos segundos en silencio, hasta que Xemnas se atrevió a romper el hielo. Al escuchar la pregunta de su superior, Alice arqueó una ceja y colocó una mano en su mentón. Realmente, ella tenía una variedad de estilos dependiendo del caso, por lo que trataría de explicar lo más posible.
– Tengo tres estilos que uso dependiendo de la situación – empezó la chica. – Pero, resumiendo, se podría decir que peleo con mis puños y los tantos que tengo a mi espalda. También soy un usuaria; mi fruta es la de oso polar. Básicamente, soy una especialista en asalto frontal. Fuera de eso, tengo conocimientos básicos de algunas técnicas del Rokushiki: Kami-E y Soru – concluyó la joven. Esperaba que no se demoraran tanto en llegar al templo; caminar en la arena la estaba matando. Mientras caminaba, la joven usaba su olfato para ver si les tendía una emboscada.
En eso, llegaron a una especie de desvío. Al lado izquierdo se podía apreciar un templo gigante de arenisca que se alzaba sobre la arena, mientras que por el lado izquierdo se apreciaba vegetación; palmeras y plantas, en general. Ambos eran buenos sitios para poder esconderse, pero la albina no iría a lo loco. Esperaría lo que Xemnas tuviera que decir, antes de actuar. Suspiró de forma tranquila y miró a sus dos superiores. Notó cierta tensión entre ambos, pero no dijo nada. No era de su incumbencia las relaciones extra personales que podía tener los marines en general. Además, estaba en una misión; no era el momento para ponerse en modo chismoso.
Al escuchar el plan de Xemnas y Misa, no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Al parecer ella, junto al comodoro, tendrían que ir a investigar el templo que se alzaba en el horizonte. Eso estaba bien, podrían protegerse de ese calor abrasador, y ella podría luchar a su máximo. Una vez que el plan estaba trazada, Xemnas le hizo una ceña a la peliblanca para que le siguiera. Ésta cumplió con la orden, pero no sin despedirse.
– Buena suerte, Misa-chan – dijo la joven, una sonrisa amable y sincera se podía apreciar en su rostro.
Luego de eso, ella y el rubio emprendieron marcha hasta el templo de arenisca. Caminaron por algunos segundos en silencio, hasta que Xemnas se atrevió a romper el hielo. Al escuchar la pregunta de su superior, Alice arqueó una ceja y colocó una mano en su mentón. Realmente, ella tenía una variedad de estilos dependiendo del caso, por lo que trataría de explicar lo más posible.
– Tengo tres estilos que uso dependiendo de la situación – empezó la chica. – Pero, resumiendo, se podría decir que peleo con mis puños y los tantos que tengo a mi espalda. También soy un usuaria; mi fruta es la de oso polar. Básicamente, soy una especialista en asalto frontal. Fuera de eso, tengo conocimientos básicos de algunas técnicas del Rokushiki: Kami-E y Soru – concluyó la joven. Esperaba que no se demoraran tanto en llegar al templo; caminar en la arena la estaba matando. Mientras caminaba, la joven usaba su olfato para ver si les tendía una emboscada.
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El sol empieza a bajar de lo más alto del cielo. Deja de ser mediodia para ser la tarde. Poco a poco, el sol da menos calor, pero sigue siendo... excesivo.
- Misa-chan:
- Caloooor, mucho calor. Muchísimo. Tal vez deberías cubrirte la cabeza, si no quieres que te una insolación... Aunque tal vez no lo necesites. Porque al llegar a la vegetación, te das cuenta de que no era un oasis... ¡Sino un río! El río avanza y avanza hasta donde alcanza tu vista. Es bastante ancho, pero poco caudaloso. A ambas orillas es donde crece la vegetación de la isla. El agua parece fresca, tal vez deberías aprovechar para hidratarte un poco.
- Xemnas y Alice:
- Después de un largo camino bajo el ardiente sol, llegáis al templo, el cual os ayuda, pues proyecta una bonita sombra sobre vosotros, lo que os hace ver que el oeste está justo tras el templo. ¿Entráis?
- templo:
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Misa tenía sus dudas, más de una vez pensó en devolverse y cambiar con Alice… Mas no era lo correcto. Tenía que ser fuerte y confiar en su novio. Por suerte, parecía ir todo bien. Si no fuera por el maldito calor que iba sintiendo en aquel momento. ¿Por qué un maldito desierto? Se seguía preguntando a medida que iba caminando. El calor era una cosa peligrosa y tenía que ir con más cuidado. Por si fuera poco, las botellas de agua que llevaba ya se habían agotado. Se sacó la capa marine de la cintura y se la puso en la cabeza, no era una de sus mejores ideas; pero le serviría para no sentir tanto calor o que su cabeza se calentara tanto.
– Cuando los encuentre… Los haré polvo de un solo puñetazo. – Susurró con un tono algo molesto. No… Molesto. Estaba molesta. Muchas cosas no estaban funcionando bien, su inseguridad ante la chica de pelo blanco, el puñetero calor y que ni siquiera ella se lograba entender. No era así… Nunca había sido celosa; aunque nunca tuvo motivos para serlo. El comodoro era la primera persona que le hacía sentir aquello y no lo quería perder por nada en el mundo. Era la única persona que le iba quedando y la única en la cual confiaba ciegamente. Suspiró y miró hacia atrás, al darse cuenta; ya se había alejado totalmente del comodoro y la agente.
– ¡Es genial! – Gritó al ver que lo que pensaba era un oasis, era en verdad un río que era lo suficientemente grande como para perderse en el horizonte. No lo dudó dos veces, se sacó los zapatos, se arremangó los pantalones hasta más o menos la rodilla y empezó a caminar por la orilla. Iba a ser un buen método para estar fresca, además; había mojado su capa marine y ahora que la tenía puesta en la cabeza era mucho mejor. Llenó sus botellas en el proceso y solo siguió caminando por la orilla. Al fin una buena noticia. Iba atenta a cada sonido que podía escuchar, caminaba con una sonrisa tranquila y su ánimo iba subiendo.
– Cuando los encuentre… Los haré polvo de un solo puñetazo. – Susurró con un tono algo molesto. No… Molesto. Estaba molesta. Muchas cosas no estaban funcionando bien, su inseguridad ante la chica de pelo blanco, el puñetero calor y que ni siquiera ella se lograba entender. No era así… Nunca había sido celosa; aunque nunca tuvo motivos para serlo. El comodoro era la primera persona que le hacía sentir aquello y no lo quería perder por nada en el mundo. Era la única persona que le iba quedando y la única en la cual confiaba ciegamente. Suspiró y miró hacia atrás, al darse cuenta; ya se había alejado totalmente del comodoro y la agente.
– ¡Es genial! – Gritó al ver que lo que pensaba era un oasis, era en verdad un río que era lo suficientemente grande como para perderse en el horizonte. No lo dudó dos veces, se sacó los zapatos, se arremangó los pantalones hasta más o menos la rodilla y empezó a caminar por la orilla. Iba a ser un buen método para estar fresca, además; había mojado su capa marine y ahora que la tenía puesta en la cabeza era mucho mejor. Llenó sus botellas en el proceso y solo siguió caminando por la orilla. Al fin una buena noticia. Iba atenta a cada sonido que podía escuchar, caminaba con una sonrisa tranquila y su ánimo iba subiendo.
Alice Branwen
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La albina bostezó y estiró sus brazos en el aire. En un principio se veía que aquel templo estaba cerca, pero al parecer se equivocó. Llevaban varios minutos caminando, y solo hasta hace poco notaron que el templo ya se encontraba cerca. La albina suspiró, tomó otro sorbo de agua y se echó un poco en cabello. Aquel jodido calor le estaba matando y, si bien estaba atardeciendo, parecía no disminuir en lo absoluto. Por lo que ella sabía acerca de los desiertos, las noches era lo opuesto; o sea, muy heladas. Aquello era perfecto, el clima frío era su territorio, y no podía esperar para que el sol cayese.
Alice y Xemnas continuaron caminando sin dirigirse la palabra, no es como si ella quisiera. Tan solo seguía las ordenes de su superior, además ella también creía que si hablaban, gastarían su energía mucho más rápido de lo normal, en especial ella que se encontraba en una situación tan desfavorable por culpa del clima. En fin, no tardaron más tiempo en llegar al lugar, y cuando lo hicieron, la albina tuvo que contener las ganas se silbar. El templo era mucho más grande de cerca, perfecto lugar para que alguien pudiera esconderse. Lo mejor era que ahí daba la sombra, aminorando un poco la sensación de calor que sentía. Alice suspiró un poco y le habló a su superior.
– ¿Entramos? Xemnas-san – era la opción mas obvia, considerando que parecía que no había más que ese templo y el bosque por donde se fue Misa. De todas formas, ella no iba actuar sin que le diesen la orden.
Alice y Xemnas continuaron caminando sin dirigirse la palabra, no es como si ella quisiera. Tan solo seguía las ordenes de su superior, además ella también creía que si hablaban, gastarían su energía mucho más rápido de lo normal, en especial ella que se encontraba en una situación tan desfavorable por culpa del clima. En fin, no tardaron más tiempo en llegar al lugar, y cuando lo hicieron, la albina tuvo que contener las ganas se silbar. El templo era mucho más grande de cerca, perfecto lugar para que alguien pudiera esconderse. Lo mejor era que ahí daba la sombra, aminorando un poco la sensación de calor que sentía. Alice suspiró un poco y le habló a su superior.
– ¿Entramos? Xemnas-san – era la opción mas obvia, considerando que parecía que no había más que ese templo y el bosque por donde se fue Misa. De todas formas, ella no iba actuar sin que le diesen la orden.
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Lo último que dijo la chica le sonó a lo que solía usar Troy para los combates. El arte ese del Cipher Pol era un poco interesante. No tardó mucho en tratar de sacar conclusiones de todo. Ella luchaba de dos formas, y encima era un oso polar. Debía de sentirse incómoda con aquel jodido calor del desierto. Pero el templo podía ser un buen sitio donde ella descansase de forma cómoda, y sin tener problemas por ello. Mientras tanto, esperaba que la rubia lo estuviese haciendo bien. Ella era una chica fuerte, pero esperaba que tuviese muchos problemas. No podía evitar sentirse un poco preocupado por ella. A lo mejor eso no era tan malo después de todo. Siendo su chica, era muy normal de hecho. En ese momento pensó en que los osos tenían un buen olfato, iban a poder hacerlo muy bien juntos. Era una ventaja después de todo, y su haki era muy bueno.
En unos minutos de silencio, pudieron llegar por fin al templo. Mostró una sonrisa calmada, y después escuchó las palabras de la joven de cabellos blancos. Tenía razón, y lo mejor de todo era entrar en el templo de una vez. En ese momento sacó una de las botellas de agua, y le dio un pequeño trago, refrescándose la garganta. Después le colocó le tapón de nuevo, y disfrutó un poco de la preciada sombra que había. Miró entonces a la chica con una sonrisa amable, como de costumbre. – Será lo mejor de todo, Alice-chan. Ve detrás de mí por si acaso. Juro que terminaras esta misión de una pieza. – En cuanto le dijo aquello, mostró una sonrisa simple, y calmada. Era un tipo demasiado feliz, y alegre. No se solía incomodar por nada del mundo, siempre que no fuera Misa, ella le hacía temblar, en los dos sentidos.
Sin previo aviso, caminó hacia el templo, entrando en él. Se concentró en su haki de observación, intentando poder detectar todo lo posible. Sus ojos estaban bien abiertos, y ante todo llevaba una postura firme, y seria. Un verdadero marine ante todas las cosas. Encima el calor se fue allí dentro, por lo que estaba como nuevo.
En unos minutos de silencio, pudieron llegar por fin al templo. Mostró una sonrisa calmada, y después escuchó las palabras de la joven de cabellos blancos. Tenía razón, y lo mejor de todo era entrar en el templo de una vez. En ese momento sacó una de las botellas de agua, y le dio un pequeño trago, refrescándose la garganta. Después le colocó le tapón de nuevo, y disfrutó un poco de la preciada sombra que había. Miró entonces a la chica con una sonrisa amable, como de costumbre. – Será lo mejor de todo, Alice-chan. Ve detrás de mí por si acaso. Juro que terminaras esta misión de una pieza. – En cuanto le dijo aquello, mostró una sonrisa simple, y calmada. Era un tipo demasiado feliz, y alegre. No se solía incomodar por nada del mundo, siempre que no fuera Misa, ella le hacía temblar, en los dos sentidos.
Sin previo aviso, caminó hacia el templo, entrando en él. Se concentró en su haki de observación, intentando poder detectar todo lo posible. Sus ojos estaban bien abiertos, y ante todo llevaba una postura firme, y seria. Un verdadero marine ante todas las cosas. Encima el calor se fue allí dentro, por lo que estaba como nuevo.
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- Misa Amane:
- Escuchas un siseo. No tardas en ver como un cocodrilo emerge y se acerca a ti por la orilla. Espera... no es solo uno. Hay otro detrás de ti. Estás rodeada de tres cocodrilos, los cuales rugen y sisean ante tu presencia. Parece que tienen hambre. Tal vez deberías hacer algo... Sin embargo, escuchas algo. Un ruido que, poco a poco, empieza a hacerse más y más fuert. Algo está saliendo del agua a toda velocidad. Entonces, lo ves. Una enorme figura humanoide salta del agua, rugiendo y gritando.
- ¡¡ALEJAOS DE ELLA!!
El ser, que parece un hombre de unos 3 metros de alto, musculado y con escamas en vez de piel, coge a uno de los cocodrilos por la boca y, a base de pura fuerza bruta, se la rompe por completo y lanza el cadáver de animal al mar. Los otros dos cocodrilos han centrado su atención en él y se le acercan, buscando vengar a su hermano. Sin embargo, el gigantesco hombre-caimán suelta un fuerte rugido. Los cocodrilos parecen entenderlo, pues se apartan y vuelven al agua. No vuelves a verlos. El hombre cocodrilo te mira. Puedes notar que en su mirada no parece haber rabia, ni deseos de matar. Da un paso hacia ti, pero parece arrepentirse en el último segundo.
- Soy Walter... -dice con una voz gutural y sobrehumana- ... Eres... eres muy guapa.- Walter:
- Xemnas y Alice:
- El suelo está hecho de arenisca. Está fría, a pesar del calor exterior. Aunque las paredes están calientes, debido a que el sol les está dando directamente todo el día. Hay un silencio sepulcral dentro del templo. Podéis ver varias columnas y, en lo más alto, un enorme tragaluz. Aunque en las paredes hay antorchas apagadas, aunque aún humean... espera. ¿Aún humean? Puede que haya alguien en el templo... Una sombra se proyecta en el suelo, a través del tragaluz. Si miráis hacia arriba, veréis a un hombre calvo y de nariz aguileña, mirando hacia vosotros con una macabra sonrisa. A su espalda tiene... ¿Alas? Son más bien alas metálicas. Parece que habéis encontrado a uno de ellos.
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La capitana iba caminando tranquilamente por la orilla del río. Estaba bastante fresca y ahora si que se sentía bien… En parte. No podía dejar de estar preocupada por el resto de sus compañeros, sobre todo; de Xemnas. Sabía que era bastante fuerte, pero… ¿Fue lo correcto dejarlo solo con una novata? A él bien le podrían estar tendiendo una trampa y los dos revolucionarios topárselos de frente. Suspiró de forma tranquila mientras se detenía a tomar un poco de agua. Estaba a nada de retomar su marcha y averiguar hacia donde carajos la llevaba seguir el curso del río. Quizás a una pequeña ciudad o pueblo, no es que les hubieran dado mucha información respecto a ello. Al intentar dar su primer paso, fue que escuchó un extraño siseo a sus espaldas; se giró y lo vio…
– Odio mi suerte – musitó mientras imbuía sus brazos en su Busoushoku, lista para defenderse del… Otro siseo la hizo percatarse de la presencia de los otros dos. – Bueno… Es malo… Chicos, no es que tenga buen sabor… – Estaba preparada para impedir que aquellos cocodrilos se la comieran. No iba a ser su cena, ni hoy ni nunca. Entonces otro ruido empezó a salir del agua. ”¿Ahora qué?” – Escuchó el atronador grito y se preparó para lo que sea que venía. Miraba de reojo a los cocodrilos que la querían comer. Entonces, una gran sombra hizo acto de presencia, no pudo evitar dar un paso hacia atrás al ver a semejante criatura. ”¿Qué es eso…?” – estaba bastante sorprendida. Estaba a nada de declararse una loca en potencia y más cuando vio lo que aquel… ¿Hombre-caimán? Hacía. Con una fuerza sobrehumana, logró romperle el hocico a uno de los reptiles y espantó a los otros. Su nombre era Walter. Misa se relajó y desactivó su Haki, haciendo que sus brazos volvieran a la normalidad. Sonrió ante el comentario de su salvador y soltó un suspiro ligero. Estaba tranquila, al menos, su mirada no representaba ningún peligro. Además, no era ni por si acaso parecido a los dos revolucionarios que tenían que encontrar.
– Gracias y tú también eres bastante guapo – dijo en un tono amable y relajado. – Soy la capitana Amane Misa. Muchas gracias por tu ayuda, Walter – en todo momento mantenía una sonrisa tranquila. Incluso, ni siquiera se notaba que estuviera con la guardia alta. – ¿Quieres acompañarme? Se ve que conoces esta isla y serías de mucha ayuda – quizás se estaba apresurando, pero… Walter no representaba un gran peligro. Eso y que poco y nada le importaba su “raza”. La había salvado y eso era suficiente como para tratarlo como un igual. – ¿Qué dices? – Si no aceptaba, tendría que volver a caminar sola y estar un poco más atenta al rio. Nunca se esperó que hubiera esa clase de animales. En cambio, si Walter aceptaba; sería una grata compañía y, ¿por qué no? Una persona que haría el viaje mucho más divertido. No le gustaba estar sola.
– Odio mi suerte – musitó mientras imbuía sus brazos en su Busoushoku, lista para defenderse del… Otro siseo la hizo percatarse de la presencia de los otros dos. – Bueno… Es malo… Chicos, no es que tenga buen sabor… – Estaba preparada para impedir que aquellos cocodrilos se la comieran. No iba a ser su cena, ni hoy ni nunca. Entonces otro ruido empezó a salir del agua. ”¿Ahora qué?” – Escuchó el atronador grito y se preparó para lo que sea que venía. Miraba de reojo a los cocodrilos que la querían comer. Entonces, una gran sombra hizo acto de presencia, no pudo evitar dar un paso hacia atrás al ver a semejante criatura. ”¿Qué es eso…?” – estaba bastante sorprendida. Estaba a nada de declararse una loca en potencia y más cuando vio lo que aquel… ¿Hombre-caimán? Hacía. Con una fuerza sobrehumana, logró romperle el hocico a uno de los reptiles y espantó a los otros. Su nombre era Walter. Misa se relajó y desactivó su Haki, haciendo que sus brazos volvieran a la normalidad. Sonrió ante el comentario de su salvador y soltó un suspiro ligero. Estaba tranquila, al menos, su mirada no representaba ningún peligro. Además, no era ni por si acaso parecido a los dos revolucionarios que tenían que encontrar.
– Gracias y tú también eres bastante guapo – dijo en un tono amable y relajado. – Soy la capitana Amane Misa. Muchas gracias por tu ayuda, Walter – en todo momento mantenía una sonrisa tranquila. Incluso, ni siquiera se notaba que estuviera con la guardia alta. – ¿Quieres acompañarme? Se ve que conoces esta isla y serías de mucha ayuda – quizás se estaba apresurando, pero… Walter no representaba un gran peligro. Eso y que poco y nada le importaba su “raza”. La había salvado y eso era suficiente como para tratarlo como un igual. – ¿Qué dices? – Si no aceptaba, tendría que volver a caminar sola y estar un poco más atenta al rio. Nunca se esperó que hubiera esa clase de animales. En cambio, si Walter aceptaba; sería una grata compañía y, ¿por qué no? Una persona que haría el viaje mucho más divertido. No le gustaba estar sola.
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Al escuchar las palabras del Comodoro, Alice tan solo sonrío y desvió su atención a otro lado; un pequeño rubor se podía notar en sus mejillas. Tan solo duro unos segundos, luego volvió a destapar la botella y tomó otro sorbo. Suspiró de forma calmada y tiró la botella vacía a un lado. Enderezó su postura, entrecerró los ojos y siguió de cerca su superior mientras se mantenía a sus espaldas. Al entrar al templo, lo primero que sintió fue una mezcla entre calor y frío. El primero se debía a la temperatura de las paredes debido a que el sol pegó directamente en estos, y lo otro provenía del piso. No era una sensación muy agradable, pero al menos era mejor que el calor abrasador de afuera.
Fuera de todo eso, se podía notar un silencio sepulcral dentro del templo. Se podían apreciar varias columnas y, en lo más alto, un enorme tragaluz. En las paredes habían antorchas que aún humeaban... Y eso era malo; eso solo podía significar que alguien ocupó el templo recientemente... Y dicha persona ahora los observaba. Alice entrecerró sus ojos al ver como se proyectaba una sombra en el suelo a través del tragaluz. Lentamente la peliblanca levantó su mirada, y se fijó que había un hombre calvo y de nariz aguileña, mirando hacia los dos con una sonrisa. A su espalda tiene... ¿Alas? Son más bien alas metálicas; al fin se toparon con uno de los revolucionarios.
Rápidamente Alice pasó a forma híbrida y activó el Kami-E en caso de algún ataque sorpresa, mientras también se preparaba para salir de allí con el Soru por si la situación se ponía crítica. En esa forma, su velocidad, fuerza y resistencia aumentaban, mismo caso sucedía con sus sentidos, especialmente el olfato. Se mantuvo detrás de Xemnas, mientras que le hablaba lo más silenciosamente posible.
– Xemnas-san... ¿Que hacemos? – Alice no apartó su mirada del hombre calvo, al tiempo de que usaba su nariz para detectar si habían mas presencias en aquel tiempo. De algo estaba segura la joven; pronto se desataría una batalla campal en medio del jodido desierto.
Fuera de todo eso, se podía notar un silencio sepulcral dentro del templo. Se podían apreciar varias columnas y, en lo más alto, un enorme tragaluz. En las paredes habían antorchas que aún humeaban... Y eso era malo; eso solo podía significar que alguien ocupó el templo recientemente... Y dicha persona ahora los observaba. Alice entrecerró sus ojos al ver como se proyectaba una sombra en el suelo a través del tragaluz. Lentamente la peliblanca levantó su mirada, y se fijó que había un hombre calvo y de nariz aguileña, mirando hacia los dos con una sonrisa. A su espalda tiene... ¿Alas? Son más bien alas metálicas; al fin se toparon con uno de los revolucionarios.
Rápidamente Alice pasó a forma híbrida y activó el Kami-E en caso de algún ataque sorpresa, mientras también se preparaba para salir de allí con el Soru por si la situación se ponía crítica. En esa forma, su velocidad, fuerza y resistencia aumentaban, mismo caso sucedía con sus sentidos, especialmente el olfato. Se mantuvo detrás de Xemnas, mientras que le hablaba lo más silenciosamente posible.
– Xemnas-san... ¿Que hacemos? – Alice no apartó su mirada del hombre calvo, al tiempo de que usaba su nariz para detectar si habían mas presencias en aquel tiempo. De algo estaba segura la joven; pronto se desataría una batalla campal en medio del jodido desierto.
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Por fin pudieron entrar en aquel templo del desierto. Los ojos del chico estaban pendientes a todo lo que pudiese haber a su alrededor. El suelo era frío, y aquello podía saberlo hasta él. Soltó un pequeño suspiro, y observó las antorchas. El joven empezó a pensar que por el momento no estaban solos. De hecho, no pudo evitar detectar una presencia sobre él. Por lo que pudo ver en el suelo, una sombra se cernía en el techo. El comodoro entonces entrecerró un momento los ojos, haciéndose el despistado en todo momento. No quería llamar la atención de ninguna forma que pudiese poner en alerta a lo que estuviese arriba. Encima no tenía pinta de ser débil ni nada por el estilo.
En ese momento la chica se convirtió en lo que debía de ser su forma híbrida. El rubio notó un leve escalofrío. Ella no debió hacerlo, pues el tipo de arriba podía tomarlo como una advertencia, y él solía hacer las cosas por las buenas. No era el típico marine que se liaba a cortes o puñetazos de repente, y sin motivo. Prefería interactuar un poco, y si era posible evadir cualquier tipo de combate por muy fácil que fuese. Decidió mirar entonces hacia arriba, viendo a un tipo de alas… Pero no podía distinguirlas desde la distancia. A lo mejor era otro usuario, pero lo que sí supo, fue que era el tío de la foto. Su nariz le daba un toque macabro, y su sonrisa no le ayudaba mucho a relajarse. No tuvo otra opción que soltar un pequeño suspiro, y después entrecerrar los ojos. Debía tomarse aquello con toda la calma, y sangre fría posible. Era un comodoro, y tenía que cumplir con sus funciones en todo momento. Una de ellas era el arresto de los tipos que había seguido hasta el desierto.
El rubio escuchó las palabras de la albina, y no pudo evitar quedar un poco paralizado. Tenía una enorme responsabilidad, y a la mínima podían matarla a ella. Tenía que defenderla como fuese posible, pero si le ordenaba solo mirar, sería cruel para ella. La chica tenía todo el derecho a participar como él. Notó unos leves nervios en su pecho, pero tomó aire, y se calmó en el último momento. Después simplemente dio un paso al frente, y miró al tipo con alas que se hallaba en las alturas. – Señor, le pido por las buenas que baje, y se entregue. Soy Xemnas Death, comodoro de la marina. Le leeré sus derechos en cuanto pise el suelo. – Dijo con un poco de seriedad, pero sin mostrar violencia en ningún momento. Pensaba decir que eran viajeros perdidos, pero con la transformación de la joven, pensó que no se lo iba a creer mucho, y por ello dijo la verdad.
Notó un poco de dolor en el estómago, y se centró en su haki de observación. Quería saber todo lo que hubiese a su alrededor. Notaba la presión de tener delante a ese criminal, y tener que proteger a la chica. Notó que el calvo tenía una mirada muy siniestra, y eso le dio a entender que no se rendiría. – Si usted no colabora, deberé arrestarle por la fuerza. – Terminó de decir mientras daba un paso atrás. Miró entonces a la joven a los ojos, tratando de sonreírle de forma dulce para que tuviese confianza, y no se pusiera nerviosa. Aunque para aquello ya estaba él allí.
En ese momento la chica se convirtió en lo que debía de ser su forma híbrida. El rubio notó un leve escalofrío. Ella no debió hacerlo, pues el tipo de arriba podía tomarlo como una advertencia, y él solía hacer las cosas por las buenas. No era el típico marine que se liaba a cortes o puñetazos de repente, y sin motivo. Prefería interactuar un poco, y si era posible evadir cualquier tipo de combate por muy fácil que fuese. Decidió mirar entonces hacia arriba, viendo a un tipo de alas… Pero no podía distinguirlas desde la distancia. A lo mejor era otro usuario, pero lo que sí supo, fue que era el tío de la foto. Su nariz le daba un toque macabro, y su sonrisa no le ayudaba mucho a relajarse. No tuvo otra opción que soltar un pequeño suspiro, y después entrecerrar los ojos. Debía tomarse aquello con toda la calma, y sangre fría posible. Era un comodoro, y tenía que cumplir con sus funciones en todo momento. Una de ellas era el arresto de los tipos que había seguido hasta el desierto.
El rubio escuchó las palabras de la albina, y no pudo evitar quedar un poco paralizado. Tenía una enorme responsabilidad, y a la mínima podían matarla a ella. Tenía que defenderla como fuese posible, pero si le ordenaba solo mirar, sería cruel para ella. La chica tenía todo el derecho a participar como él. Notó unos leves nervios en su pecho, pero tomó aire, y se calmó en el último momento. Después simplemente dio un paso al frente, y miró al tipo con alas que se hallaba en las alturas. – Señor, le pido por las buenas que baje, y se entregue. Soy Xemnas Death, comodoro de la marina. Le leeré sus derechos en cuanto pise el suelo. – Dijo con un poco de seriedad, pero sin mostrar violencia en ningún momento. Pensaba decir que eran viajeros perdidos, pero con la transformación de la joven, pensó que no se lo iba a creer mucho, y por ello dijo la verdad.
Notó un poco de dolor en el estómago, y se centró en su haki de observación. Quería saber todo lo que hubiese a su alrededor. Notaba la presión de tener delante a ese criminal, y tener que proteger a la chica. Notó que el calvo tenía una mirada muy siniestra, y eso le dio a entender que no se rendiría. – Si usted no colabora, deberé arrestarle por la fuerza. – Terminó de decir mientras daba un paso atrás. Miró entonces a la joven a los ojos, tratando de sonreírle de forma dulce para que tuviese confianza, y no se pusiera nerviosa. Aunque para aquello ya estaba él allí.
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- Misa Amane:
- Walter parece relajarse ante tu actitud calmada. No se esperaba eso, sin duda. Respira con profundidad, parece incluso que le cuesta un poco. Cada exhalación de aire que hace va a compañada de un ligero gruñido, pero no parece que te esté rugiendo para intimidarte o algo así. Más bien parece... que no puede evitarlo. Mira hacia el agua, confuso. Tras pensarlo un rato, asiente con la cabeza y acepta a ir contigo.
- Gracias... por no escapar. Gente al verme gritar con miedo. No gustar yo. Yo no siempre así. Yo antes... cuando pequeño... normal.
¿A dónde vas a ir ahora, Misa? Todo parece tranquilo a tu alrededor.
- Xemnas y Alice:
- Xemnas, notas una segunda presencia en el templo con tu mantra. Alice, tú puedes olerlo. Huele mal. El hombre da un salto y cae al suelo de pie frente a vosotros, levantando polvo del suelo. Las alas a su espalda se extienden en todo su esplendor metálico. Son enormes de punta a punta. Las recoge y quedan dobladas tras su espalda. El calvo va vestido completamente de negro y os mira. Reconocéis entonces al 100% que este es Adrian Toomes.
- Entregarme voluntariamente... No sé... ¿Tú que piensas, Aleksei?
El suelo empieza a temblar. Detrás de Adrian está la entrada a otra sala del templo, pero con la pedazo de bestia que se ha puesto en medio no podéis ver la sala. El ser, que parece ser un hombre de tres metros, se agacha y sale de la habitación con algo de dificultad debido a que casi no cabe. Es... un hombre rinoceronte. Posiblemente un zoan en su forma híbrida. Tiene la piel grisácea y los ojos pequeños, que os miran a detrás de un largo cuerno en su hocico.
Entonces atacan. Con un rápido movimiento, el buitre ha movido un ala y dos de sus "plumas" metálicas han salido disparadas hacia Xemnas, amenazando con atravesarle y cortarle.
Por su parte, el rinoceronte, agacha la cabeza y corre hacia Alice, buscando embestirla.
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Los ojos del rubio se entrecerraron cuando notó otra presencia, la cual tenía un poder inferior a la del tío parecido a un buitre. El chico entendió que la situación iba a ponerse difícil, y por ello frunció un poco el ceño. No era la primera vez que enfrentaba a varios tipos al mismo tiempo, y tampoco sería la última. El temblor de su cuerpo aumentó un poco, debido a que iba a tener que esforzarse mucho si quería proteger a la chica del pelo blanco. Iba a tener que defenderla, y encima atacar al mismo tiempo. La situación se complicaba por momentos. Solo esperaba que sus oponentes se rindiesen, y no quisieran luchar contra él. Pero empezó a pensar que eso no iba a pasar. Tomó todo el aire posible, y después lo soltó totalmente. Era el momento de concentrarse en lo que iba a pasar. Estaba entrenado para ello, y debería mostrarlo frente a la joven que debía cuidar.
El rubio miró al tipo calvo con el ceño fruncido. Su haki le alertó de sus intenciones, y por ello golpeó con el puño la primera pluma, desviándola a un lado. La otra fue directa a su hombro, pero pudo imbuirlo en haki armadura, tomando un color morado. El objeto impactó en él, provocándole un quejido de dolor, y clavándose en la piel. El marine notó un intenso escozor, pero gracias a su haki evitó un daño mayor. Con rapidez, sacó el objeto de su carne, y lo tiró al suelo, sangrando un poco por el hombro. Su respiración se alteró un poco, provocando que su mirada cambiase al terrible monstruo que corría por la chica. El comodoro entonces se colocó delante de Alice, apretando los dientes. Se imbuyó totalmente en haki, y recibió la embestida en los brazos. La presión que sintió estuvo a punto de tirarle de espaldas, pero pudo resistir. Notó un fuerte dolor en sus brazos, pero por suerte su potente haki hizo bien su trabajo.
El comodoro quedó con los ojos cerrados, pero no pudo evitar notar caer un poco de sangre desde su hombro hasta el pecho. En ese momento miró al rinoceronte de forma seria. Con la mano izquierda lanzó el DDM hacia la albina, después la miró, y le habló en un muy amable pese a todo. – Informa a Misa de todo. No te preocupes, te defenderé con mi vida. – Terminó de decir con su habitual sonrisa. Se echó un poco hacia atrás, y miró a los dos revolucionarios que tenía frente a sus ojos. No pudo evitar apretar los puños, mostrando un ligero enfado en su rostro. – Os lo pedí por las buenas, pero vosotros habéis atacado a mi subordinada en esta misión. – De repente el rubio comenzó a acumular energía en su brazo derecho. Sus cabellos incluso se movieron un poco. Retiró su chaleco, quedando con su camiseta blanca. No parecía estar de muy buen humor después de lo pasado.
La herida del hombro se le notó un poco más, siendo por ese lado su camiseta roja. – Alice, ve por el rinoceronte. – Dijo de forma amable. Era increíble que usara un tono de voz con cada persona. Decidió quedarse con el más fuerte para él. En ese momento golpeó el aire con el puño, formando un terrible dragón blanco, hecho totalmente de energía cortante. El ser tomó un color morado al recubrirse totalmente de haki. Entonces salió disparado por el buitre. Dicha onda iba con la intención de dañar al ser alado. – ¡Infierno blanco! ¡Ryushiro! – Gritó con fuerza. Independientemente del resultado, sacaría su enorme espadón, apuntando con él al buitre. – Segundo aviso, entregaos. – Se le notó serio de nuevo.
El rubio miró al tipo calvo con el ceño fruncido. Su haki le alertó de sus intenciones, y por ello golpeó con el puño la primera pluma, desviándola a un lado. La otra fue directa a su hombro, pero pudo imbuirlo en haki armadura, tomando un color morado. El objeto impactó en él, provocándole un quejido de dolor, y clavándose en la piel. El marine notó un intenso escozor, pero gracias a su haki evitó un daño mayor. Con rapidez, sacó el objeto de su carne, y lo tiró al suelo, sangrando un poco por el hombro. Su respiración se alteró un poco, provocando que su mirada cambiase al terrible monstruo que corría por la chica. El comodoro entonces se colocó delante de Alice, apretando los dientes. Se imbuyó totalmente en haki, y recibió la embestida en los brazos. La presión que sintió estuvo a punto de tirarle de espaldas, pero pudo resistir. Notó un fuerte dolor en sus brazos, pero por suerte su potente haki hizo bien su trabajo.
El comodoro quedó con los ojos cerrados, pero no pudo evitar notar caer un poco de sangre desde su hombro hasta el pecho. En ese momento miró al rinoceronte de forma seria. Con la mano izquierda lanzó el DDM hacia la albina, después la miró, y le habló en un muy amable pese a todo. – Informa a Misa de todo. No te preocupes, te defenderé con mi vida. – Terminó de decir con su habitual sonrisa. Se echó un poco hacia atrás, y miró a los dos revolucionarios que tenía frente a sus ojos. No pudo evitar apretar los puños, mostrando un ligero enfado en su rostro. – Os lo pedí por las buenas, pero vosotros habéis atacado a mi subordinada en esta misión. – De repente el rubio comenzó a acumular energía en su brazo derecho. Sus cabellos incluso se movieron un poco. Retiró su chaleco, quedando con su camiseta blanca. No parecía estar de muy buen humor después de lo pasado.
La herida del hombro se le notó un poco más, siendo por ese lado su camiseta roja. – Alice, ve por el rinoceronte. – Dijo de forma amable. Era increíble que usara un tono de voz con cada persona. Decidió quedarse con el más fuerte para él. En ese momento golpeó el aire con el puño, formando un terrible dragón blanco, hecho totalmente de energía cortante. El ser tomó un color morado al recubrirse totalmente de haki. Entonces salió disparado por el buitre. Dicha onda iba con la intención de dañar al ser alado. – ¡Infierno blanco! ¡Ryushiro! – Gritó con fuerza. Independientemente del resultado, sacaría su enorme espadón, apuntando con él al buitre. – Segundo aviso, entregaos. – Se le notó serio de nuevo.
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La albina frunció el ceño, sintiendo disgusto al notar el olor que de repente inundó la sala. En eso, el sujeto de antes bajó desde donde se encontraba, quedando justo delante de ambos. Si bien Alice ya sabía que se trataba de uno de los revolucionarios que debían apresar, era un alivio ver que sus sospechas se confirmaban. La joven tensó más sus músculos y se preparó para la inminente pelea; tenía la sospecha de que las palabras de Xemnas no iban a surgir efecto alguno. Detrás del calvo, una especie de hombre rinoceronte surgió de la sala contigua a la entrada. ¿Una fruta quizás? Fuera lo que fuese, no se podía negar que ese hombre desprendía un olor horrible. Viéndolo por el lado bueno, al menos no tendrían que buscar a los revolucionarios; ellos vinieron hacia ellos.
Ciertos movimientos alertaron a la joven, pero aun así consiguió salir ilesa gracias a la protección de Xemnas. Al parecer el hombre de las alas consiguió herirlo un poco, pero el golpe mayor fue el que se llevó del otro revolucionario. El comodoro se colocó frente a la peliblanca y resistió completamente la embestida del rinoceronte. Suspiró un poco el accionar del marine; podría perfectamente haber esquivado ese golpe por su propia cuenta. En eso, Xemnas le tiró un DDM a la joven agente, y ésta lo atrapó en pleno vuelvo. Escuchó las ordenes de su superior y simplemente se limitó a asentir. Quería ayudarle, pero era mejor que estuvieran los tres allí para poder aumentar las probabilidades de triunfar.
– Misa-chan – empezó Alice. – Xemnas me dice que te informe que... tenemos algunos problemas aquí en el templo – durante su palabrería, la peliblanca no despegaba su mirada de los dos revolucionarios. Era en momentos como aquellos que lamentaba no poseer haki de observación. – No te preocupes si tienes problemas, entre los dos podemos mantener a raya a estos dos – luego de aquello, la joven colgó y concentró tu su atención en ambos revolucionarios.
Al escuchar la orden de Xemnas, la albina se limitó a asentir y dirigió su mirada hacia el rinoceronte. Con ese físico, lo primero que se le vino a la mente era que se especializaba en fuerza bruta... Aunque puede que las apariencias engañaran. Fuese lo que fuese, la primera impresión que le dio fue que era alguien que no poseía mucha velocidad, por lo que capitalizaría aquello. Aun estando en forma híbrida, la joven sacó los dos tantos se su espalda y tiró su mochila a un rincón para que no estorbase. Alice se concentró y en un instante su cuerpo se envolvió en un aura azulada; iría con todo desde el principio.
Sin decir una palabra, uso el soru para ponerse justo detrás del hombre e iniciaría su ataque. Con el primer tanto, lanzaría un corte vertical a la parte posterior de su cuello, y con el segundo lanzaría una onda horizontal (manual excalibur) en toda la espalda del hombre. Luego retrocedería usando el soru nuevamente, pero no se quedaría quieta esperando lo que haría su oponente. No, iría trasladándose de un lugar hacia otro en toda la sala, usando las columnas para esconderse de vez en cuando.
Ciertos movimientos alertaron a la joven, pero aun así consiguió salir ilesa gracias a la protección de Xemnas. Al parecer el hombre de las alas consiguió herirlo un poco, pero el golpe mayor fue el que se llevó del otro revolucionario. El comodoro se colocó frente a la peliblanca y resistió completamente la embestida del rinoceronte. Suspiró un poco el accionar del marine; podría perfectamente haber esquivado ese golpe por su propia cuenta. En eso, Xemnas le tiró un DDM a la joven agente, y ésta lo atrapó en pleno vuelvo. Escuchó las ordenes de su superior y simplemente se limitó a asentir. Quería ayudarle, pero era mejor que estuvieran los tres allí para poder aumentar las probabilidades de triunfar.
– Misa-chan – empezó Alice. – Xemnas me dice que te informe que... tenemos algunos problemas aquí en el templo – durante su palabrería, la peliblanca no despegaba su mirada de los dos revolucionarios. Era en momentos como aquellos que lamentaba no poseer haki de observación. – No te preocupes si tienes problemas, entre los dos podemos mantener a raya a estos dos – luego de aquello, la joven colgó y concentró tu su atención en ambos revolucionarios.
Al escuchar la orden de Xemnas, la albina se limitó a asentir y dirigió su mirada hacia el rinoceronte. Con ese físico, lo primero que se le vino a la mente era que se especializaba en fuerza bruta... Aunque puede que las apariencias engañaran. Fuese lo que fuese, la primera impresión que le dio fue que era alguien que no poseía mucha velocidad, por lo que capitalizaría aquello. Aun estando en forma híbrida, la joven sacó los dos tantos se su espalda y tiró su mochila a un rincón para que no estorbase. Alice se concentró y en un instante su cuerpo se envolvió en un aura azulada; iría con todo desde el principio.
Sin decir una palabra, uso el soru para ponerse justo detrás del hombre e iniciaría su ataque. Con el primer tanto, lanzaría un corte vertical a la parte posterior de su cuello, y con el segundo lanzaría una onda horizontal (manual excalibur) en toda la espalda del hombre. Luego retrocedería usando el soru nuevamente, pero no se quedaría quieta esperando lo que haría su oponente. No, iría trasladándose de un lugar hacia otro en toda la sala, usando las columnas para esconderse de vez en cuando.
- Técnicas Usadas:
- Forma Híbrida: Su fuerza y resistencia alcanzan los 200-250 Kg aproximadamente.
Blue Force:Alice se concentra por unos instantes y deja fluir su energía por todos los rincones de su cuerpo. Sus músculos se ven potenciados y su masa muscular aumenta levemente. Como efecto escénico, su cuerpo se ve en vuelto en una aura azulada. Su fuerza se duplica en este estado, puede usarlo durante 2 post y esperar otros 2 para volver a utilizarse.
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Misa sonrió de forma amable. Al parecer, había acertado en su “primera impresión” de Walter. Lo notaba algo confuso, miraba al agua y su respiración era extraña. No sentía miedo ni nada. Por unos segundos pensó que ella le daba miedo, mas estuvo en lo correcto al escuchar sus palabras… En parte. Se dio cuenta que su lenguaje era extraño y que le costaba hilar las palabras. Se sorprendió al escuchar la última frase. ¿Experimentos? Era lo más seguro… No sería nada raro, viendo su forma y la brutal fuerza que tenía. Además, era un secreto a voces que existían esa clase de experimentos con todo tipo de personas. Soltó un suspiro calmado y se cruzó de brazos unos segundos, pensando bien en qué hacer.
– Bien, decidido – antes de poder continuar con su charla, escuchó sonar el den den mushi. Lo sacó de entre sus ropas y su mirada se puso seria. – Voy para allá – respondió tan rápido supo de la noticia. Ambos revolucionarios habían aparecido… Frente a Xemnas y Alice. Maldijo por lo bajo y luego miró a Walter. – No te tengo miedo, Walter. Tampoco escaparía o te juzgaría por ser quién eres ahora – empezó a caminar por el rio, a un paso relativamente rápido rumbo al templo. Se detuvo a los pocos pasos y se giró para mirar a su nuevo compañero. – Lo verdaderamente importante no es esencial a la vista. Lo importante está en tu corazón y cómo tratas al resto – se golpeó de forma suave su pecho y sonrió de forma tranquila. - Ahora… Vamos. Tenemos que ir a ayudar a mis amigos. No hay tiempo que perder. – No estaba segura si él la iba a seguir o no, pero esperaba que sí, y empezó a correr rumbo al templo. Debía llegar rápido.
– Xemnas… – Susurró preocupada. Si los dos eran fuertes, incluso él podría llegar a tener problemas. Es más, estaba segura que los estaba teniendo, lo conocía a la perfección y lo más seguro es que estuviera luchando con la idea de proteger a Alice. Debía llegar pronto y encargarse del otro y quitarle responsabilidades a su novio. ”No pienso perderte” – Aceleró el paso, esperando llegar en pocos minutos. No se había alejado lo suficiente como para tardar tanto, pero… Cada maldito segundo contaba.
– Bien, decidido – antes de poder continuar con su charla, escuchó sonar el den den mushi. Lo sacó de entre sus ropas y su mirada se puso seria. – Voy para allá – respondió tan rápido supo de la noticia. Ambos revolucionarios habían aparecido… Frente a Xemnas y Alice. Maldijo por lo bajo y luego miró a Walter. – No te tengo miedo, Walter. Tampoco escaparía o te juzgaría por ser quién eres ahora – empezó a caminar por el rio, a un paso relativamente rápido rumbo al templo. Se detuvo a los pocos pasos y se giró para mirar a su nuevo compañero. – Lo verdaderamente importante no es esencial a la vista. Lo importante está en tu corazón y cómo tratas al resto – se golpeó de forma suave su pecho y sonrió de forma tranquila. - Ahora… Vamos. Tenemos que ir a ayudar a mis amigos. No hay tiempo que perder. – No estaba segura si él la iba a seguir o no, pero esperaba que sí, y empezó a correr rumbo al templo. Debía llegar rápido.
– Xemnas… – Susurró preocupada. Si los dos eran fuertes, incluso él podría llegar a tener problemas. Es más, estaba segura que los estaba teniendo, lo conocía a la perfección y lo más seguro es que estuviera luchando con la idea de proteger a Alice. Debía llegar pronto y encargarse del otro y quitarle responsabilidades a su novio. ”No pienso perderte” – Aceleró el paso, esperando llegar en pocos minutos. No se había alejado lo suficiente como para tardar tanto, pero… Cada maldito segundo contaba.
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- Xemnas vs El Buitre:
- El ataque impacta contra las alas del buitre, que las ha movido frente a si para cubrirse. Pero no ha sido suficiente. El revolucionario sale disparado hacia atrás y se golpea de espaldas contra una columna, abriendo la boca y perdiendo la respiración un segundo por el impacto. Sus pies tocan el suelo y sus alas están caídas. Sigue de pie, aunque exhausto. Parece que no queda una sola pluma de metal de sus alas sin tocar. Todas están abolladas por el golpe y algunas incluso rotas. Parece que has conseguido mermar su capacidad para volar. Está enfadado. No se esperaba que ese golpe fuera tan potente. Cualquiera dudaría de su experiencia, pues se enfrentó a un dragón en su día... aunque perdió.
Estirá sus brazos y coge con las manos dos de las plumas y las arranca de su base, cogiéndolas en sus manos como cuchillos. Tal vez tengas ventaja en esto, pues sus armas están deterioradas, gracias a tu golpe. Empieza a girar las cuchillas en el aire y conforme lo hace se empiezan a rodear de electricidad. Parece que el pajarito tiene más trucos bajo el ala.
Con un movimiento amplio de brazos, las alas dejan su espalda y tocan el suelo, haciendo ruido. Eran pesadas, bastante. Eso solo puede significar que ahora el buitre es más rápido. Sus pies se mueven con velocidad y, en cosa de un segundo, ya se ha posicionado frente a ti, dirigiendo una puñalada eléctrica a tu cara. Por suerte, gracias a tu mantra fuiste capaz de sentir el ataque y por donde vendría justo cuando antes de que empezara a correr.
- Alice vs El Rinoceronte:
Tus cortes dan de lleno a la gruesa piel del rinoceronte. Le ha dolido, pero aún resiste. Tiene una resistencia sobrehumana, no hay más que verlo. Sin embargo, tu fuerza aumentada ha hecho que los cortes sean más efectivos y puedan atravesar su piel, haciendo que sangre. Tal vez así este mastodonte llegue al final de su poderosa resistencia antes.
- ¡Él me ha enfadado! ¡Soy imparable! -grita el rinoceronte - ¡Pero me conformaré con aplastarte a ti!
Dicho esto, mueve la cabeza y los ojos, siguiendo tus movimientos. Entonces haces algo que enseguida deberías arrepentirte de haber hecho. Esconderte tras una columna. El rinoceronte grita y arrastra con fuerza el pie derecho por el suelo, levantando polvo. Entonces, se dirigie a la carga, impactando contra la columna y destrozándola. El templo tiembla. No creo que hacer que tire más columnas sea buena idea.
- Misa y Walter vs ...:
No avanzáis mucho corriendo cuando una enorme columna de llamas disparada desde el cielo os corta el paso. El fuego se mueve en horizontal, creando una pared de llamas justo frente a vosotros. Es entonces cuando lo veis. Al tercer revolucionario que buscáis. La Luciérnaga.- Spoiler:
Está volando por encima de vosotros, gracias a esa mochila que porta en la espalda. Os mira. Gracias a la máscara, parece un ser desprovisto de emociones. Un ser no-humano. Las llamas se reflejan en los cristales que sirven de ojos insectoides para el revolucionario. Parece que os invita a atacar primero.
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Mientras recobraba el aliento detrás de una de las columnas, la albina veía lo que haría el hombre rinoceronte. Cierto detalle había llamado su atención en un principio, y ahora lo volvió a notar. El hombre tenía serios problemas de enfado... Por alguna razón que desconocía. De todas formas, no se iba a confiar. Algunas personas perdían el juicio al caer en el pecado capital de la ira, pero otros usaban esa emoción para impulsarse mentalmente, llegando a pelear mucho mejor que cuando se encuentran cuerdos.
En eso, vio el que el hombre se preparaba para embestir nuevamente, pero había un problema. El hombre, o era alguien que no pensaba mucho (se inclinaba más por esa opción) o simplemente no podía tenía visión túnel, por lo que no podría manejar su cuerpo como quisiese. Alice murmuró algo inaudible y, usando el Soru, se largo del sitio antes que el rinoceronte terminase su carga, aunque no tuvo tanta fortuna. Pedazos de la columna salieron despedidos cuando el hombre lo echó abajo, y algunos trozos impactaron con la peliblanca. Una mueca de dolor apareció en su rostro, pero no se detuvo. Sufrió mucho más dolor cuando se encontraba en prisión, por lo que eso no era nada.
Alice se detuvo y miró el daño hecho por el revolucionario. La opción de esconderse detrás de las columnas quedaba desechada ahora. Si el hombre tiraba más columnas, era muy probable que el templo se viniese abajo debido a los pilares. De las cuatro personas que se encontraban allí, el y el tipo de las alas tenían pocas probabilidades de sobrevivir a eso, por el físico, al menos.
La peliblanca suspiró pesadamente y observó que su aura azulada estaba a punto de desaparecer, pero aun tenía tiempo para realizar un último ataque. Sostuvo con firmeza ambos tantos y, usando el soru, intentó colarse detrás del rinoceronte nuevamente. Ambos cortes irían dirigidos hacia sus piernas. Ninguno iba con la intención de amputar (tampoco es que pudiese con esos tantos), pero si iba a intentar ralentizar los movimientos de su rival hiriendo seriamente sus piernas. Una vez hecho eso, la albina retrocedería nuevamente usando el Soru, pero esta vez se quedaría estática esperando a ver lo que hacía el rinoceronte, procurando no estar cerca de las columnas. Tenía una chance para terminar la pelea, pero requería de una concentración absoluta para predecir lo que haría el hombre.
– Vamos, Alice; tienes que concentrarte – se animó a si misma. Quedó algo cansada luego de usar el "Blue Force", y tomaría unos minutos para que pudiera utilizarlo nuevamente. No usaría el soru de momento para ahorrar fuerzas. Alice tensó los músculos de sus piernas y un aura azulada envolvió dichas extremidades. Solo quedaba confiar en su capacidad de predicción, velocidad y agilidad.
En eso, vio el que el hombre se preparaba para embestir nuevamente, pero había un problema. El hombre, o era alguien que no pensaba mucho (se inclinaba más por esa opción) o simplemente no podía tenía visión túnel, por lo que no podría manejar su cuerpo como quisiese. Alice murmuró algo inaudible y, usando el Soru, se largo del sitio antes que el rinoceronte terminase su carga, aunque no tuvo tanta fortuna. Pedazos de la columna salieron despedidos cuando el hombre lo echó abajo, y algunos trozos impactaron con la peliblanca. Una mueca de dolor apareció en su rostro, pero no se detuvo. Sufrió mucho más dolor cuando se encontraba en prisión, por lo que eso no era nada.
Alice se detuvo y miró el daño hecho por el revolucionario. La opción de esconderse detrás de las columnas quedaba desechada ahora. Si el hombre tiraba más columnas, era muy probable que el templo se viniese abajo debido a los pilares. De las cuatro personas que se encontraban allí, el y el tipo de las alas tenían pocas probabilidades de sobrevivir a eso, por el físico, al menos.
La peliblanca suspiró pesadamente y observó que su aura azulada estaba a punto de desaparecer, pero aun tenía tiempo para realizar un último ataque. Sostuvo con firmeza ambos tantos y, usando el soru, intentó colarse detrás del rinoceronte nuevamente. Ambos cortes irían dirigidos hacia sus piernas. Ninguno iba con la intención de amputar (tampoco es que pudiese con esos tantos), pero si iba a intentar ralentizar los movimientos de su rival hiriendo seriamente sus piernas. Una vez hecho eso, la albina retrocedería nuevamente usando el Soru, pero esta vez se quedaría estática esperando a ver lo que hacía el rinoceronte, procurando no estar cerca de las columnas. Tenía una chance para terminar la pelea, pero requería de una concentración absoluta para predecir lo que haría el hombre.
– Vamos, Alice; tienes que concentrarte – se animó a si misma. Quedó algo cansada luego de usar el "Blue Force", y tomaría unos minutos para que pudiera utilizarlo nuevamente. No usaría el soru de momento para ahorrar fuerzas. Alice tensó los músculos de sus piernas y un aura azulada envolvió dichas extremidades. Solo quedaba confiar en su capacidad de predicción, velocidad y agilidad.
- Técnicas:
- Blue Flash: Su velocidad se duplica por dos turnos, requiriendo de otros dos para volver a utilizarse.
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La mirada del rubio continuaba clavada en aquel tipo con aspecto de buitre. No iba a permitir ser derrotado por él, y dejar a sus compañeros a su suerte. Su ataque había logrado terminar con las alas que le hacían volar, cosa que hizo al marine agradecerle sus consejos a Madara mentalmente. La técnica que él le enseñó, había dado sus frutos de una forma espectacular. No debía descuidarse, y continuar atento a su adversario hasta que le hubiese derrotado. Lo que le molestaba era que esos tíos no iban a rendirse, e iba a tener que mostrar su máximo poder para hacerlo. El tener que matarlos le resultaba vomitivo, y no quería hacerlo de ninguna de las maneras. Ni siquiera si no le dejaban opción. Trataría de dejarlos inmóviles se hacía falta, pero todo aquello iba a ser muy complicado a decir verdad.
De repente, el haki de observación del Xemnas, le indicó lo que pretendía hacer el jodido buitre. Una visión de sí mismo siendo atravesado por la cara y electrocutado le hizo temblar un poco, pero por suerte tenía aquella ventaja de predecir los ataques. Realizó un rápido movimiento, el cual consistió en interponer el dorso de su mano izquierda en la trayectoria de aquella pluma. El objeto impactó contra el guantelete de kairouseki puro, no haciendo gran cosa, pero la corriente fue un tema distinto. El chico notó su cuerpo temblar, y una sensación horrible en su cabeza. Soltó un pequeño grito de dolor, y cayó de espaldas al suelo, notando sus manos un poco entumecidas. Continuó quejándose un poco más, e incluso notó un dolor considerable en la espalda por la caída. La velocidad del buitre era bastante buena a decir verdad, pero no iba a dejarse derrotar de ninguna de las maneras. Era un marine de los pies a la cabeza, e iba a demostrarlo.
El comodoro frunció el ceño al ver cómo el rinoceronte derribaba una de las columnas con una facilidad considerable. El rubio entonces apretó el puño derecho, colocándose en pie y tomando su enorme espadón. Estaba muy enfadado, debido a que la vida de una simple novata estaba en juego. Su corazón empezó a palpitar, sintiendo los nervios de estar en una situación complicada. El chico cerró los ojos un momento, observando al buitre con calma. Entonces pensó en un pequeño plan para dejarlo un poco malherido. Clavó su espadón en el suelo, y después de eso le imbuyó un aura rosada. Sin pensarlo, impactó su puño contra la arena. En ese momento, un puño de un metro de alto, un metro de ancho, y hecho totalmente de energía destructiva, saldría bajo los pies del ser con plumas. Su objetivo era que dicho puño pillase desprevenido a su rival, y lo dejase inconsciente debido al fuerte impacto.
De repente, el haki de observación del Xemnas, le indicó lo que pretendía hacer el jodido buitre. Una visión de sí mismo siendo atravesado por la cara y electrocutado le hizo temblar un poco, pero por suerte tenía aquella ventaja de predecir los ataques. Realizó un rápido movimiento, el cual consistió en interponer el dorso de su mano izquierda en la trayectoria de aquella pluma. El objeto impactó contra el guantelete de kairouseki puro, no haciendo gran cosa, pero la corriente fue un tema distinto. El chico notó su cuerpo temblar, y una sensación horrible en su cabeza. Soltó un pequeño grito de dolor, y cayó de espaldas al suelo, notando sus manos un poco entumecidas. Continuó quejándose un poco más, e incluso notó un dolor considerable en la espalda por la caída. La velocidad del buitre era bastante buena a decir verdad, pero no iba a dejarse derrotar de ninguna de las maneras. Era un marine de los pies a la cabeza, e iba a demostrarlo.
El comodoro frunció el ceño al ver cómo el rinoceronte derribaba una de las columnas con una facilidad considerable. El rubio entonces apretó el puño derecho, colocándose en pie y tomando su enorme espadón. Estaba muy enfadado, debido a que la vida de una simple novata estaba en juego. Su corazón empezó a palpitar, sintiendo los nervios de estar en una situación complicada. El chico cerró los ojos un momento, observando al buitre con calma. Entonces pensó en un pequeño plan para dejarlo un poco malherido. Clavó su espadón en el suelo, y después de eso le imbuyó un aura rosada. Sin pensarlo, impactó su puño contra la arena. En ese momento, un puño de un metro de alto, un metro de ancho, y hecho totalmente de energía destructiva, saldría bajo los pies del ser con plumas. Su objetivo era que dicho puño pillase desprevenido a su rival, y lo dejase inconsciente debido al fuerte impacto.
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Misa iba corriendo a gran velocidad, tratando de llegar lo antes posible con sus compañeros. Le preocupaba el hecho de que Alice no fuera lo suficientemente fuerte como para ayudar a Xemnas. Se maldijo a si misma por dar la idea de separarse… No tendría esta opresión en el pecho de no haber propuesto esto. Negó con la cabeza, de nada le iba a servir pensar en ello. Fue en eso, cuando de la nada sintió que Walter la agarraba del cuello de su camisa y la tiraba para atrás. Fue entonces que notó una gran pared de fuego que les cortaba el paso. ”Eso estuvo cerca” – se dijo a si misma mientras se giraba, buscando al culpable. No tardó mucho en hacerlo, estaba en el aire.
– Gracias, Walter – dijo mientras se adelantaba un par de pasos y miró al que los había atacado, ¿compañero de los otros? Era posible, no habría otro motivo para detener su avance. – No te interpongas en mi camino, puedo sola contra él. – Dijo con una sonrisa. El único problema era que estaba volando… Si lo bajaba y peleaba en tierra, iba a tener la victoria asegurada. Chocó sus dos puños y una pequeña explosión se generó. ”Dependiendo de cómo se den los acontecimientos, usaré mis píldoras.” – Pensó. No creía que fueran necesarias, pero nunca estaba de más tener en mente aquella posibilidad. Sacó su den den mushi y marcó al número de Xemnas.
– Me encontré con un enemigo, estaré algo ocupada. Trataré de acabar rápido para ir en su apoyo – colgó y guardó su den den mushi en su bolsillo. – No pienso perder tiempo preguntando si eres aliado o no de los tontos que atacan a mis compañeros – sin perder tiempo, fue que lanzó cinco ondas de un color rojizo a su enemigo. Una que iba directo a él, dos a la derecha e izquierda y las otras arriba y abajo. La primera, explotaría a un metro de él, mientras que las otras cuatro explotarían tan rápido él se moviera a algún lado. – Desde el momento en que me atacaste, ya eres mi enemigo. Te derrotaré e iré con mis compañeros. – Dijo, diera o no resultado elevó su guardia y estaría atenta a cada movimiento.
– Gracias, Walter – dijo mientras se adelantaba un par de pasos y miró al que los había atacado, ¿compañero de los otros? Era posible, no habría otro motivo para detener su avance. – No te interpongas en mi camino, puedo sola contra él. – Dijo con una sonrisa. El único problema era que estaba volando… Si lo bajaba y peleaba en tierra, iba a tener la victoria asegurada. Chocó sus dos puños y una pequeña explosión se generó. ”Dependiendo de cómo se den los acontecimientos, usaré mis píldoras.” – Pensó. No creía que fueran necesarias, pero nunca estaba de más tener en mente aquella posibilidad. Sacó su den den mushi y marcó al número de Xemnas.
– Me encontré con un enemigo, estaré algo ocupada. Trataré de acabar rápido para ir en su apoyo – colgó y guardó su den den mushi en su bolsillo. – No pienso perder tiempo preguntando si eres aliado o no de los tontos que atacan a mis compañeros – sin perder tiempo, fue que lanzó cinco ondas de un color rojizo a su enemigo. Una que iba directo a él, dos a la derecha e izquierda y las otras arriba y abajo. La primera, explotaría a un metro de él, mientras que las otras cuatro explotarían tan rápido él se moviera a algún lado. – Desde el momento en que me atacaste, ya eres mi enemigo. Te derrotaré e iré con mis compañeros. – Dijo, diera o no resultado elevó su guardia y estaría atenta a cada movimiento.
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- Xemnas:
- El buitre parece lamentarse por no haber conseguido derrotarte. Se aleja de ti dando un salto hacia atrás justo después de que su cuchillopluma chocase con tu protección. Hace una finta y corre en arco hacia ti para atacarte de nuevo, sin embargo...
Aquel enorme puño sale de golpe del suelo justo enfrente de él, pillándolo desprevenido. El puño lo empuja y lo golpea contra el techo. El buitre cae al suelo, con los ojos en blanco. No se mueve. Aún no tienes modo de saber si ha muerto o solo está inconsciente, pero este parece ser el momento idóneo para esposarlo. Por si acaso.
- Alice:
- El rinoceronte parece desconcertado cuando desapareces y te pones tras él. Gira la cabeza, buscándote, pero no le da tiempo a girarse y verte, pues atacas a sus piernas con ferocidad. Grita de dolor y da un paso adelante, intentando no caerse. Se gira y te observa. Respira muy profundamente. Cierra los puños. Parece que aún aguanta... En el último momento, abre la boca y sus ojos parecen perderse. Cae al suelo, haciendo que este tiemble debido a su masivo peso, mientras vuelve a su forma humana. Por lo visto, la perdida de sangre de las heridas de su espalda y ahora en sus piernas, han hecho mella en su ferrea resistencia.
- Misa:
- Se mueve a un lado, escapando de tu primera explosión, quedando de espaldas a las otras dos. Ambas golpean su cuerpo y la luciérnaga cae. Tiene el aparato de su espalda que le permite volar destrozado. Vuelve a levantarse. Se quital a máscara con agresividad, revelando un rostro desfigurado por una fuerte quemadura años atrás. Os apunta con su arma y deja escapar unas poderosas y rugientes llamas que aumentan el calor del momento. Tal vez inutilizar aquello sea la opción segura.
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