El buitre, el rinoceronte y la luciérnaga [Moderado Rango 4]

Misa sonrió con arrogancia al ver como su enemigo caía y su extraño artefacto era destruido en el acto. Con eso él estaba en su terreno y ahora solo era cosa de acabar e ir con sus compañeros. No había recibido alguna otra información respecto a ellos y eso solo la preocupaba. ”Concéntrate en ese tipo” – se dijo a sí misma. Miró de reojo a Walter y seguía bien… No iba a permitir que aquel hombre hiriera a su nuevo amigo. Suspiró con calma y miró a su enemigo… ”Vaya…” – vio su rostro y notó que estaba desfigurado por una horrible quemadura en su rostro. Las ganas de preguntarle qué le había pasado eran enormes y de no ser por qué no correspondía, lo hubiera hecho.

– ¡Cuidado, Walter! – gritó mientras esquivaba las poderosas llamas que aumentaron la temperatura de momento. – Pero, ¿cuántas armas tiene ese maldito? Maldita sea.

Imbuyó sus dos brazos en su Busoushoku, tiró su gabardina de capitán lejos y empezó a correr rumbo a… ¿Luciérnaga? Sí, algo así era su apodo. Tenía que impedir que generara más y más llamas, aparte de que eran un tanto peligrosas, había resultado con una que otra quemadura en su cuerpo, eran muy molestas. Se detuvo a escasos metros de él… Pensando un poco mejor lo que estaba por hacer, de hecho… No tenía algún plan o algo así. Dio un salto hacia atrás y quedó en la misma posición de antes. ¿Qué es lo que debía hacer? Miró a Walter por unos segundos… No, no lo iba a involucrar en esto. Podía hacerlo perfectamente sola, lo iba a derrotar sola… No había pasado dos años entrenando por nada. No había sobrevivido a un infierno por nada. Lo iba a vencer sola.

– Bien… Tomaré el riesgo.

Hizo que sus brazos volvieran a la normalidad. Con una mirada determinada empezó a correr hacia su objetivo. Tenía una idea y era cuanto menos arriesgada en cierto punto. Imbuyó su pierna en su Busoushoku, una vez estuvo cerca de su rival, generó una explosión a su espalda y se propulsó con ella, haciendo que su velocidad se incrementara. Llegó en pocos segundos a donde estaba su rival y, con su pierna derecha imbuida en haki, trató de conectar una patada en el arma de aquel sujeto. Además, si lograba conectar a tiempo, generaría una explosión al momento de impactar. No iba a frenar ahí, usando la misma pierna trataría de aplastar sus costillas de una patada. Funcionara o no, se alejaría dando un par de saltos.

Cosas usadas:

Alice suspiró de alivio y canceló su técnica, aunque sin relajar su postura. ¿Razón? El revolucionario al fin había sucumbido a sus heridas y cayó inconsciente. Esperó durante algunos segundos para ver si se levantaba y luego dirigió su atención hacia el otro combate. Para su relajo, pudo fijarse que Xemnas terminó con su combate, por lo que solo quedaba que Misa terminase con lo suyo (si es que no lo había hecho ya). En eso, notó que su superior le lanzaba algo que parecía ser una camiseta. Arqueó una ceja y atrapó la prenda en el aire. Miró de forma cuestionable al rubio, y al escuchar su razonamiento, se limitó a asentir. Su respeto por el comodoro había subido, no cualquiera ayudaría a un enemigo (ella misma se consideraba en ese grupo).

Guardó uno de sus dos tantos y usó el otro para cortar la camiseta. Se acercó lentamente hasta donde se encontraba tirado el inmenso hombre y vendó cuidadosamente sus heridas, manteniendo su postura tensa en caso de que el rinoceronte despertase de repente. Mientras hacía eso, la albina se estremeció al ver los cortes que provocó en el cuerpo de su contrincante. Se le había pasado un poco la mano... bueno, demasiado. Si hubiera sido una persona normal, lo más probable es que hubiera muerto hace rato con el primer corte al cuello (bendito sea su enorme masa muscular que impidió un daño severo como un degollamiento).

La joven agente terminó de vendar las heridas del revolucionario y se acercó hasta donde se encontraba su superior. Estiró sus brazos y relajó su postura. El rubio ya había llamado a los marines del barco para que viniesen a recoger a los dos hombres, por lo que ya podía darse el gusto de relajarse un poco y abandonar su faceta de agente. En verdad, actuar como alguien fría y calculable no era su estilo, y prefería mucho más la faceta que usaba cuando se encontrase fuera de servicio.

¿La superaba en fuerza? ¿Quién era ese tipo? ¿De dónde había salido? Trató de zafarse de mil formas diferentes, pero le era imposible. Además, su objetivo había fallado. ¿Qué más podría hacer? Sintió la boca del lanzallamas en su clavícula y gritó del dolor. Notó como él estaba a nada de quemarla viva… Cerró sus ojos, esperando… Resignándose ante ese hecho. ”Mierda” – la quemadura le dolía horrores y eso no era para nada lo peor. Ese sujeto la estaba superando en muchos aspectos y ella, nuevamente, había pecado de confianzuda y arrogante. Fue entonces que escuchó un gritó a sus espaldas, vio una sombra pasar ante sus ojos y como este golpeaba en la sien al revolucionario. Se liberó y retrocedió dando un par de pasos.

– Gracias… – dijo mientras trataba de verse la herida. – Te debo una.

Sabía que la quemadura no podía ser tocada, así que se tuvo que controlar para no hacerlo. Ya luego vería algunas opciones, pero ahora debía estar atenta a los movimientos del encapuchado. ”Puede ser un enemigo, ¿no?” – pensó mientras se sentaba en el suelo. Miró a Walter unos segundos y lo tranquilizó con un gesto. Habían pasado muchas cosas e incluso ella estaba teniendo algunos problemas para mantener la calma. Observó llegar a Xemnas y cómo ya estaba arrestando al sujeto que la había atacado. Luego, se dirigió al encapuchado y le preguntó su nombre. Suspiró para relajarse, la situación se estaba volviendo a su favor y también ya sabía que el comodoro estaba bien, por lo tanto, Alice también lo estaba.

– No te preocupes, Walter – le dijo con una sonrisa. – El que lleva el espadón es un aliado, es Xemnas. El otro… – tomó una leve pausa mientras miraba con cierta desconfianza al de la capucha. La situación seguía siendo tensa, pero, de alguna manera, quizás ya era su victoria. – Estaremos atento a sus acciones, de todos modos, dudo que Xemnas pierda. Es invencible. – Dijo con un tono calmado y tranquilo. ”¿Qué pasará ahora?”

La joven agente se sentía fatigada luego de aquel combate. Pese a que recibió pocas heridas, por no decir ninguna, el calor le jugó una muy mala pasada. Su akuma era un jodido oso polar, criaturas que estaban acostumbradas a temperaturas bajo los cero grados. Si bien no usó su akuma en ningún momento, algunas cualidades pequeñas se traspasaban a su forma humana, el calor siendo una de estas. Esa era la razón principal por la cual siempre iba ligera de ropa (salvo que el clima pese muy extremo). La única vez donde usó algo abrigado, fue durante su encuentro con el Yonkaikyo, Kasai Kuro. Ese día era torrencial, por lo que era de esperarse que usase ropa de ese tipo en aquella situación.

La joven salió de sus pensamientos al escuchar que Xemnas le decía algo. Al parecer, Misa se encontraba en peligro, por lo que el Comodoro iría a ver lo que sucedía por allá. La orden para ella era bastante simple; debía cuidar de los presos hasta que los del barco viniesen a recogerlos.

– Entendido, Xemnas-kun –

Una vez que el rubio se fue, la joven miró atenta a los dos reos esposados, pidiendo mentalmente que no despertasen hasta que fuera llevados a un lugar herido. Pese a que ambos tenían heridas serias, eran dos contra uno. Saldría mal parada si volviese a estallar otra pelea estando ella sola.