La lampara maldita [Privado Cloe- Ikaruga]

Cloe se levantaba pesadamente de su cama de alto standing. Parecía que había dormido más de la cuenta y el cuerpo no parecía dar señales de vida. Se puso a dar vueltas sobre la cama hasta que consiguió desentumecer todo su cuerpo. No podía creer lo cara que era aquella ciudad y lo cutre que era todo. Hasta ahora era la ciudad más aburrida y monótona que había pisado en su vida. Pensaba encontrarse grandes monumentos de piratas, pues resulta que allí nació el pirata Ace. Pero lo único que encontrabas en aquel pueblucho de m. era una visita turística por la supuesta casa donde había nacido ese truhan.

La verdad que hizo la visita turística, por hacer algo, y comprobó que la casa no era más grande que su habitación. Era un pueblo tan humilde y soso, que hasta por tirarte un pedo podías ir a la cárcel. Cloe estaba tan aburrida que tenía pensado irse de ese pueblo pronto si no ocurría nada interesante. Se aseó y se vistió lo más despacio que pudo para que el tiempo pasara y no tener que soportar el día entero como hizo ayer. Al cabo de un par de horas salió de su habitación, la cual era una casa baja que había alquilado por un par de días y dio un paseo por el pueblo hasta encontrar la primera y única cafetería del lugar. Pidió la única bollería que había, unos bollos tostados con azúcar, y empezó a devorarlo con una taza de chocolate con leche caliente. Mientras comía observaba a la gente que pasaba y a los habitantes de aquel pequeño pueblo, el cual seguía pareciéndole tan monótono y aburrido que llegaba a dar asco.

Paz, tranquilidad y un pequeño pueblo lleno de una población bastante amable, nada mal. ¿Así que esto es Baterilla?, muy pacífico para el gusto caballero el kraken, pero incluso de vez en cuando gozar de tan deliciosa tranquilidad no hace nada de daño. En un día como cualquier otro, vistiendo su acostumbrado conjunto de camisa de color marrón en combinación con su sobretodo y pantalones negros, sin mencionar sus elegantes zapatos para hacer juego. Caminando por el pasaje con mucha tranquilidad mirando todo lo que ocurría a su alrededor. Luego de un largo rato pudo destacar un lugar que sostenía un letrero en su entrada: Cooffe is life.

El nombre del lugar le pareció algo profundo la verdad, ¿el café es vida?, obviamente no. La vida es mucha más que eso, la vida es movimiento: lucha, no te rindas, no te canses, eso es lo que somos, eso es lo que es Nagakeiboros. Aun así no vendría mal tomar un poco de café en una mañana después de una larga jornada viajando en barco como marinero común. Mientras caminaba pensaba en que hacer durante su viaje, tenía una larga lista de qué hacer y cómo hacerlo, pero sus planes tenían que cambiar debido al rumbo que han tomado las cosas durante su tiempo, al fin y al cabo la vida tiene sus variantes.  Al llegar pudo notar la presencia de una chica mucho más pequeña que el de cabello corto y negro, con su mirada carmesí se quedó mirándole profundamente por un momento. Destacó unas cuantas cosas a simple vista y al hacerlo sus ojos se abrieron un poco más, en señal de haber notado algo. Pero como todo hombre con principios él tenía que hacer algo muy importante al entrar al lugar, como toda persona educada.

- Buenos días - fueron las primeras palabras que soltó el pirata en el lugar, tomando asiento en una de las mesas que se encontraban en la esquina más alejada, colocando a un costado de el recostado sobre la pared su imponente hacha - Un café negro cargado por favor… y sin azúcar.  

Cloe sorbía su café, con leche y mucho azúcar, muy despacio. Dejando que la mañana pasase con normalidad. Sin duda, si algún día no pudiera dormir, se iría a ese maldito pueblo que le daba sueño tan solo con mirarlo. La gente era tan sosa, que hasta Cloe parecía un bufón andante con sus ropas deportivas. Iban todos vestidos como si viviéramos en el pasado, con trapos enroscados en el cuerpo y sandalias. Pero de repente, un tipo de pelo blanco, se hizo destacar entre la multitud. Y no solo por su pelo o su ropa de extranjero, sino por un enorme hacha que portaba a su espalda.

El tipo pareció quedarse mirando a Cloe por un corto periodo de tiempo, lo que hizo que la joven se sonrojase. Aunque se sentía más intimidada que otra cosa. Observó con disimulo donde se sentaba el tipo ese. Y de vez en cuando se volteaba para mirarle fijamente y analizarle. Cloe ponía cara de enfado, apretando los labios, como si de un macaco estreñido se tratara.

Al cabo de unos minutos, en los que el joven parecía disfrutar de un café tan fuerte que llegaba a la nariz de Cloe, decidió acercarse a él y saber un poco más de ese personaje tan pintoresco. Cloe cogió su taza de café medio vacía y al ponerse en pie su silla se cayó al suelo, llamando la atención de todo aquel que estuviera en la cafetería. El camarero pareció mirarla mal y Cloe hizo unos gestos de disculpa con la mano mientras volvía a poner la silla en su sitio. Después al comprobar que el joven del hacha la estaba mirando, se puso rígido y empezó a andar como si fuera grande y fuerte hacía él. Sin decir palabra se sentó en la silla que había vacía en frente del joven y lo miró fijamente sin decir nada. Creo que Cloe intentaba intimidarle, pero en el fondo ella tenía más miedo que vergüenza.

- ¿Eres un vikingo? ¿Has matado gente con esa hacha? - Cloe desvió la mirada y se puso a mirar la enorme arma. Después volvió a mirar al joven hasta que este le respondiera y crear otro silencio incómodo. - Me llamo Cloe. No tengas miedo, no soy ningún marine. Simplemente soy muy curiosa y dado que eres lo más pintoresco que veo en dos días en este pueblo he decidido que podrías alegrarme un poco el día. - dijo Cloe con su sonrisa encantadora, mientras extendía la mano para crear un lazo con aquel tipo. Pero algo extraño empezó a ocurrir, pues por las calles del pueblo empezaron a correr los ciudadanos como huyendo de algo. Cloe levanto una ceja extrañada y miro al peliblanco en busca de una respuesta.

Mirar la gente pasar era lo único que podía realizar para matar el tiempo, esperando que el café realmente valiera la pena. Distraído totalmente de todo y de todos, vaciando sus pensamientos en nuevas tácticas, buscaba respuesta a escenarios imaginarios que se ponía a sí mismo en los campos de batalla, era algo que le encantaba hacer. Pero eso no duraría mucho pues un sonido proveniente de su costado logró llamar su atención. Se trataba de la chica pelinegra que se encontraba de pie, al parecer se levantó tan fuerte de la silla que logró derribarla, esto le causo algo de gracia a este. Observó cómo se dirigía hacia su persona de una manera rígida dando pasos como si se tratase de un gigante aplastando casas, era algo bastante tierno viniendo de alguien tan pequeño.

El contempló cómo se sentaba mientras se  presentaba como Cloe,  un nombre bastante lindo la verdad. Mientras este daba un sorbo a su café se dispuso a escuchar las palabras de la señorita. ¿Qué si él era un vikingo? Por supuesto que no, ¿el asustarme por un marine? Nunca en la vida, ¿El haber matado a alguien? Más de lo que puede contar. Aunque todo cambió cuando ella sonrió para él, extendiendo su mano para estrecharla en señal de amabilidad, esto era un gesto que no se podía rechazar, una mano amiga siempre debe ser estrechada.

- Ikaruga D. Kraken - dijo este mientras acerco su mano derecha para estrechar la de ella en señal de corresponder a su gesto de amabilidad - No soy un vikingo… no soy de los que se asustan al ver a un marine… y si… he matado con esa cosa que ves en ese lugar puesta, pero solo porque era necesario.

Este pudo escuchar cómo una multitud corría, él no le dio la mínima importancia. Soltó la mano de la chica para buscar de nuevo su taza de café. Dio un largo sorbo gozando del amargo sabor del líquido oscuro, para él era una maravilla.

- La curiosidad es un “movimiento” bastante común en mucha gente, pero solo los valientes son capaces de saciar - su mirada carmesí busco los ojos de Cloe, mirándole fijamente, para él las mentiras e intentos de hacerse el valiente  no existen, ya que para él todo el mundo es un libro abierto - ¿Por qué estás asustada?... se que parezco amenazante… pero no vengo a este lugar para hacer nada malo la verdad, pero permíteme ser curioso a mi por un momento… ¿a qué te dedicas?.

Cloe se ponía cada vez más nerviosa al escuchar los pasos de los pueblerinos corriendo desesperados. Pero la mirada del peliblanco la hacía sentir más nerviosa.- No tengo miedo de nada. Tengo más miedo de no poder ayudar a una persona que está en peligro. Y me dedicó a muchas cosas, pero principalmente a viajar por el mundo a ayudar a la gente .- Cloe parecía un poco molesto por la chulería que desprendía aquel joven.

- Voy a ver que aterroriza a esas personas. Puedes quedarte ahí o venir conmigo y ayudarme con esa monstruosa hacha mata gente .- Cloe parecía plantarle cara, pero en verdad aquello era necesario, pues prefería empezar una misión con alguien de apoyo. Ya que ella no era muy buena luchando cuerpo a cuerpo, ni a distancia. Bueno, que no era buena luchando de ninguna manera. Pero el hecho de estar con alguien en peligro era motivo suficiente para dar lo mejor de ella y ayudar con su vida si hiciese falta.

Dio un golpe en la mesa al ver que el joven seguía bebiendo café y salió a la calle. Unas cuantas personas se chocaron con ella, pero al final se apaño para esquivarlos y divisar una enorme nube negra que se veía por encima de las casas. Cloe intentó preguntar a los ciudadanos que corrían, pero todos estaban demasiado alterados y corrían sin oír sus palabras. La joven decidió no darle importancia y siguió caminando hasta el humo negro.

Al llegar encontró a un toro negro, que se encontraba sorprendentemente a dos patas, al lado de una casa en llamas. Cloe dio unos pasos hacía la enorme bestia, pero aquel ser tenía los ojos inyectados en sangre y parecía que iba a destrozar a todo aquel que se acercara. Cloe extendió la mano para intentar calmarlo con sus poderes mágicos, pero la bestia estaba demasiado lejos para que le afectaran. El enorme toro se inclinó hacia delante y empezó a correr en dirección a Cloe, mientras esta intenta calmarlo con sus peculiares habilidades. Si alguien no hacía algo rápido puede que la joven salga mal parada de todo esto.

¿Ayudar a la gente del mundo? Interesante y respetable, incluso Ikaruga pensaba que era admirable. Observó cómo ella se dirigía al peligro con bastante determinación, esto llamo la tensión de este incluso mucho más, ¿ella vive como el dios de este hombre desea que viva el mundo? El pronto lo averiguaré.

Tomó su hacha colocándola en su espalda acto seguido siguiendo desde más o menos una distancia alejada de ella, podía observar como ella esquivaba a la gente con dificultad para acercarse lo que parecía ser una enorme nube de humo negro.  En cuanto a Ikaruga a él no era muy difícil acercarse, caminaba en línea recta con sus manos guardadas en sus bolsillos y todo aquel que se tropezaba con este terminaba en el suelo, la fuerza de este hombre no era normal, ya que era un hombre guiado por un ser antiguo.

Al llegar al escenario, pudo ver como la valiente señorita estaba frente a una criatura, esta estaba con su mano extendida frente a este. ¿Acaso estaba loca?, ¿que intenta?, fueron preguntas que pasaron por la mente del albino cuando de pronto se fijó cómo cargaban contra Cloe, estaba dispuesto a destrozarla de un solo testarazo y ella no lograría esquivarlo a tiempo.

Corriendo a toda velocidad se detuvo justo detrás de ella, acto seguido la tomó de su cintura con fuerza para lanzarla por los aires justo arriba de ellos, era con tanta fuerza que calculo que la habría lanzado a unos 4 metros de altura. - Estorbas - fueron las palabras que salieron de la boca del hombre dirigidas a la dama. El toro mientras tanto no detuvo su arremetida. Ikaruga flexiono sus rodillas y se preparó para recibir todo el peso del animal. Al momento de la colusión Ikaruga recibe todo el peso solo logrando mitigar un 30% del daño. Su frente mostró como una vena se marcaba con gran fuerza mientras de su boca salió una cantidad de sangre. Era demasiado peso para un testarazo a toda velocidad que logró impactar en su estómago. Aunque fue suficiente para que Ikaruga tomara por los cuernos a la bestia y poder detener sus movimientos, ambos forcejeaban, uno por liberarse y uno por detenerle.

- Si vas a hacer algo - tosió sangre mientras su fuerte mirada carmesí se fijó en los ojos del toro - que sea ahora.

Por más que Cloe se esforzaba en usar sus poderes y calmar a la bestia, estos no parecían surgir efecto. El animal iba directo a ella y parecía no tener intención de parar. Cloe observaba como su fin se acercaba, sin dejar de estirar su brazo para dar lo mejor de ella, pero de repente, algo la agarró por la cintura y la lanzó por los aires. Cloe daba vueltas según iba ascendiendo, movía los brazos como si de un pájaro se tratara para intentar coger el equilibrio en el aire, pero aquella acción parecía ser inútil, observaba como poco a poco se iba alejando más y más del suelo.

Llego un punto en el que su cuerpo dejo de ascender y las vueltas cesaron. Desde las alturas observó un precioso y apacible campo de flores amarillas, rodeadas por un césped esponjoso y reluciente, pero aquello duro apenas unos segundos, su cuerpo empezó a precipitarse de forma muy violenta hacía el suelo. Cloe dio un grito de pánico según iba cayendo. Cerró los ojos con fuerza y empezó a agitar los brazos de forma muy violenta para intentar volar. Poco a poco sentía que estaba más cerca de su fin, el cual no podía ver porque el aire era tan fuerte que apenas la dejaba abrir los ojos.

En ese momento, el viento cesó, y un extraño dolor en el trasero la hizo abrir los ojos sin saber que pasaba. Cuando abrió los ojos vio que estaba subida en una enorme cosa negra que se movía de forma muy extraña. Cloe miró a su alrededor y observó a Ika agarrando una especie de cuernos. La joven tardó unos largos minutos en darse cuenta que estaba montada encima de la bestia negra que la había atacado escasos minutos. Cloe estiró los brazos y agarró a la bestia con fuerza, en ese momento empezó a liberar su poder para que la enorme masa de músculos se tranquilizara y dejara de atacar a su nuevo amigo. No sabía si estaba dando resultados, pero Ika parecía tener más fuerza que el toro a cada segundo que pasaba.

La fuerza bruta era lo único que dominaba el momento, ambos empujando con toda su fuerza. La furia en los ojos de la bestia no secaba, mientras que en el rostro de Ikaruga se mostró un pequeño gesto de satisfacción por su parte, él estaba disfrutando de la batalla. Pero pasando el tiempo pudo notar como la fuerza de la criatura por alguna razón, ¿era el momento? ¿Una oportunidad? Su puño era quien daría la última palabra.

El pirata dio un fuerte paso al frente. Utilizó gran parte de su fuerza para jalar los cuernos del animal a un costado, generando que esta cayera de costado en el suelo. Ikaruga apretó su puño derecho con todas sus fuerzas, observando fríamente el punto a golpear de aquella bestia, que se trataba de su cien.

- All knight…- Fueron palabras salida de su boca, era el nombre del estilo de pelea que él siempre había empleado, Golpes devastadores con el único destino de matar, pero en este caso sería diferente, no tenía razón alguna para matar a aquella bestia, solo quería noquearlo. Respiro profundo una vez más, dio un último paso para ganar el suficiente impulso lanzado su puño hacia su objetivo, dando justo en el blanco. Ambos se quedaron inmóviles por unos momentos, Ikaruga cayó acostado en el suelo muy cansado, mientras que aquel toro se encontraba noqueado en el suelo. ¿Qué era de Cloe?, bueno, posiblemente haya logrado salir de la espalda de aquella cosa antes de que Ikaruga la derribara. ¿O tal vez no?

Cloe empezó a notar como el bamboleo del toro empezaba a ser más agresivo y descontrolado, sin duda Ika estaba teniendo algo de ventaja en la batalla. Cloe aprovecho la situación para ponerse en pie y saltar a una cornisa de una casa cercana, antes de que el toro cayera desplomado al suelo. Escalo por la cornisa y subió a un tejado improvisado de chapas, se sentó en el borde y observó a su compañeros terriblemente agotado en el suelo. Si no llega a ser por la aparición de Ika ahora Cloe sería parte del suelo. La joven observó a la criatura, que parecía más muerta que inconsciente, y observó como un líquido rosado salía de su boca.

Cloe saltó del tejadillo y cayó de forma un poco dolorosa al suelo, seguramente doblándose el tobillo, pero gracias a sus poderes de auto curación hizo que la cojera desapareciera al instante. Se acercó a Ika y le dio la mano para ayudarle a ponerse en pie.- Gracias, Ika. Te debo una .- dijo con una sonrisa encantadora en el rostro. Después se acercó a la bestia y la acarició dulcemente, se agachó para analizar bien el líquido que emanaba de su boca y lo removió con un palo del suelo.

- Esto lo he visto antes, es una sustancia química que hace crecer y enloquecer a los animales. Pensé que había destruido todas las pruebas, ¿Quién habrá hecho esto?- Cloe miro con cara de circunstancia a Ika y desvió la mirada mirando la casa quemada. Cloe se acercó y se introdujo dentro de ella muy despacio, pues una casa chamuscada no era el lugar más seguro del mundo. Observo como el fuego se había marchitado y un negro carbón ocupaba todos los muebles y paredes del lugar. Cloe se tapó la nariz con la mano y avanzo con cuidado entre los escombros del lugar, cuando de repente su pie chocó con algo. Se agachó a cogerlo y cuando lo alzo comprobó que era una probeta de laboratorio. ¿Quién vivía allí?¿Por qué habrían quemado aquella casas? ¿Por qué había aparatos científicos en esa casa?...miles de preguntas rondaron la cabeza de Cloe sin saber cuál era la solución más correcta.