Cloe
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TTZZZZZSSSSSSS.... sonaba de un lado a otro de la habitación, una habitación pequeña y oscura, repleta de mosquitos que iban de un lado a otro en aquel minúsculo habitáculo. En medio del cuarto se encontraba una cama cubierta por una tela translucida que dejaba ver el interior, donde nos encontrábamos a Cloe dando vueltas de un lado a otro sin poder dormir. Decidió desistir en sus intentos de conciliar el sueño y se sentó en la cama, mientras observaba como aquellos mosquitos, los cuales estaban deseosos por chupar su sangre, se chocaban desesperados con aquella minúscula tela. Se quedó unos largos minutos sentada, pensando si volver a la cama o dar un paseo por aquella isla tan peculiar, al final acabó por vestirse dentro de la cortina y hacer unos estiramientos para desentumecer el cuerpo. Su mano se deslizo por las sabanas en busca de un interruptor para iluminar aquella diminuta habitación, cuando recordó lo que había ocurrido cuando el dueño del lugar lo hizo, miles de mosquitos se pusieron a revolotear por todos lados y Cloe casi se tuvo que tirar de cabeza a la cama para protegerse, así pues salió de la seguridad de la cortina a oscuras y sin conocer mucho el lugar, para comenzar su aventura.
Se acercó muy despacio hasta una especie de balcón donde se observaba el pequeño poblado donde se encontraba, un lugar un poco tétrico visto desde la oscuridad. Se apreciaba algunas luces en las demás habitaciones del hostal y los alrededores, parecía que había bastante actividad nocturna en aquel lugar, aunque los únicos viajeros que desembarcaron con ella tenían más pinta de gente peligrosa y asesina. Al asomarse más al exterior del balcón encontró una escalerita que rodeaba el edificio por el exterior, se dispuso a seguir investigando por aquel lugar y en más de una ocasión tuvo que sujetarse con fuerza por miedo de caerse. La humedad del lugar era agobiante, todo tenía una capa de agua que hacía que te pringaras y te resbalaras, pero lo peor de todo era lo imposible que era tener el pelo arreglado. Por más que se lo alisara y echara fijador para que aguantara este parecía tender a curvarse a cada instante que pestañeaba, encima Cloe tenía el pelo demasiado corto para hacerse una coleta y no tener tan mala apariencia.
Al cabo de unos minutos de tensión y miedo al bajar por esas escaleras llego a tierra firme, bueno si a eso se puede llamar tierra firme, pues la superficie de la isla era arenosa de un color marrón oscuro más similar al barro, era difícil andar por allí, pero lo más peligroso era las arenas movedizas que podía formar esa maldita arena. Cloe decidió seguir su aventura por un sendero que parecía haber sido pateado mil veces, con la esperanza de no hundirse en el fango como una turista innata, según caminaba iba observando el lugar con fascinación, apreciando la enorme cantidad de flora que había por el lugar, si no había visto más de veinte especies de bambú distintas se quedaba corta. Era impresionante como la fauna y la flora se había adaptado a las impresionantes dificultades de la isla, tales ellas que estaban sumidos en lagunas y pantanos en su enormidad.
Sin darse cuenta Cloe ando por un largo periodo de una hora sin rumbo, simplemente observando el lugar y quedándose fascinada con lo que encontraba en cada rincón que miraba, cuando sintió que el sueño se apoderaba de ella y decidió darse la vuelta para volver a su cuarto. Cuando volvía por el camino de vuelta se quedó fascinada con la preciosa imagen que la regalaba el lugar, Cloe coloco los dedos como si fuera un artista e hizo una foto mental del momento, y en ese momento su pie resbalo en el desagradable fango y cayó por un tobogán de barro y manglares, que hacían más dolorosa su caída al igual que los numerosos mosquitos que se chocaban con su rostro al bajar a toda velocidad. Al final una fuerza la hizo para de golpe y cuando quiso darse cuenta estaba cubierta de arena por la cintura e iba hundiéndose poco a poco, intentó agarrarse con desesperación a los manglares y plantas que había por alrededor, pero estos se arrancaban tan solos con mirarlos. La desesperación y el miedo empezó a apoderarse del cuerpo de Cloe, sintiendo como la resultaba difícil respirar y sus pulsaciones se aceleraban descontroladamente. Después se observó sus brazos y comprobó que estaba repleta de granos de color morado, Cloe se temió lo peor, pues sabía que había una enorme cantidad de mosquitos venenosos por la zona, pero en ningún momento notó que la hubieran picado. Su mente empezó a nublarse y a sentir unas nauseas muy fuerte, parecía que el fin de la joven se acercaba sin poder hacer nada.
-¡SOCORROOOOO!- gritó con todas su fuerzas con esperanzas de que alguien la oyera en la lejanía de la noche, perdida de la civilización y casi sin fuerzas debilitada por la humedad del lugar (por eso de tener akuma).
Se acercó muy despacio hasta una especie de balcón donde se observaba el pequeño poblado donde se encontraba, un lugar un poco tétrico visto desde la oscuridad. Se apreciaba algunas luces en las demás habitaciones del hostal y los alrededores, parecía que había bastante actividad nocturna en aquel lugar, aunque los únicos viajeros que desembarcaron con ella tenían más pinta de gente peligrosa y asesina. Al asomarse más al exterior del balcón encontró una escalerita que rodeaba el edificio por el exterior, se dispuso a seguir investigando por aquel lugar y en más de una ocasión tuvo que sujetarse con fuerza por miedo de caerse. La humedad del lugar era agobiante, todo tenía una capa de agua que hacía que te pringaras y te resbalaras, pero lo peor de todo era lo imposible que era tener el pelo arreglado. Por más que se lo alisara y echara fijador para que aguantara este parecía tender a curvarse a cada instante que pestañeaba, encima Cloe tenía el pelo demasiado corto para hacerse una coleta y no tener tan mala apariencia.
Al cabo de unos minutos de tensión y miedo al bajar por esas escaleras llego a tierra firme, bueno si a eso se puede llamar tierra firme, pues la superficie de la isla era arenosa de un color marrón oscuro más similar al barro, era difícil andar por allí, pero lo más peligroso era las arenas movedizas que podía formar esa maldita arena. Cloe decidió seguir su aventura por un sendero que parecía haber sido pateado mil veces, con la esperanza de no hundirse en el fango como una turista innata, según caminaba iba observando el lugar con fascinación, apreciando la enorme cantidad de flora que había por el lugar, si no había visto más de veinte especies de bambú distintas se quedaba corta. Era impresionante como la fauna y la flora se había adaptado a las impresionantes dificultades de la isla, tales ellas que estaban sumidos en lagunas y pantanos en su enormidad.
Sin darse cuenta Cloe ando por un largo periodo de una hora sin rumbo, simplemente observando el lugar y quedándose fascinada con lo que encontraba en cada rincón que miraba, cuando sintió que el sueño se apoderaba de ella y decidió darse la vuelta para volver a su cuarto. Cuando volvía por el camino de vuelta se quedó fascinada con la preciosa imagen que la regalaba el lugar, Cloe coloco los dedos como si fuera un artista e hizo una foto mental del momento, y en ese momento su pie resbalo en el desagradable fango y cayó por un tobogán de barro y manglares, que hacían más dolorosa su caída al igual que los numerosos mosquitos que se chocaban con su rostro al bajar a toda velocidad. Al final una fuerza la hizo para de golpe y cuando quiso darse cuenta estaba cubierta de arena por la cintura e iba hundiéndose poco a poco, intentó agarrarse con desesperación a los manglares y plantas que había por alrededor, pero estos se arrancaban tan solos con mirarlos. La desesperación y el miedo empezó a apoderarse del cuerpo de Cloe, sintiendo como la resultaba difícil respirar y sus pulsaciones se aceleraban descontroladamente. Después se observó sus brazos y comprobó que estaba repleta de granos de color morado, Cloe se temió lo peor, pues sabía que había una enorme cantidad de mosquitos venenosos por la zona, pero en ningún momento notó que la hubieran picado. Su mente empezó a nublarse y a sentir unas nauseas muy fuerte, parecía que el fin de la joven se acercaba sin poder hacer nada.
-¡SOCORROOOOO!- gritó con todas su fuerzas con esperanzas de que alguien la oyera en la lejanía de la noche, perdida de la civilización y casi sin fuerzas debilitada por la humedad del lugar (por eso de tener akuma).
Sarah Foxxx
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Un paseo nocturno de vuelta barco por aquel lugar era una mala idea, y mas si no veías un burro a tres pasos, de vuelta al barco, en algún momento me pareció ver a una chica, quizás un poco perdida, no la seguía, si no que la vigilaba, puesto que podía perderse, o le podía pasar algo, yo al tener la altura que tengo podría ser fácil ayudarla si ocurría algo.
Miraba para detrás de mi, y las habitaciones se veían preciosas, eran perfectas para una foto, y mas con colores azulados y verdosos. Volví la vista a la chica, que me la encontré de ``paseo´´ por el barrizal. Hubo un momento que hasta la escuché gritar, salí corriendo en su busca, pues de dejarla así me sentiría culpable si le ocurriese algo.
-¡AGUANTA!, voy a por ti, no te rindas, -la encontré con barro hasta el cuello, le di mi mano para que se agarrase, con la fuerza que tengo, la sacaría de un tirón, debía tener cuidado si no quería romper su ya dolorido cuerpo, pobre chica, que rabia verla hasta arriba de barro. La puse en el suelo, en zona segura, agarré mi chaqueta y le limpié la cara y los brazos como pude. Miré hacía los lados, por suerte o desgracia no pasaba nadie por allí, y había una oscuridad que tampoco dejaría ver gran cosa si miraban desde las habitaciones, no quería que pensasen que la estaba robando o a saber.
-¿Estás bien?, no tienes buena cara, vamos, te llevaré dentro, -le llevé en brazos al motel, llegué junto al recepcionista, al cual le pregunté si conocía a la chica, el hombre me indicó con la cabeza que si. Le pedí que me llevase hasta su habitación. Le comenté que avisase a un médico para que la examinara, aunque me fiaba de mis propias habilidades, una segunda opinión tampoco estaba de mas. La pobre no tenía buen aspecto, pareciese que le patearon el estomago mil veces seguidas. En mis bolsillos llevaba siempre lo necesario de emergencia, saqué una pomada, y un liquido que debería beber.
-Ten, tomate esto, aliviará las nauseas, cuando la bebas ve a ducharte, luego echaremos entre las dos esta pomada, es para esos granitos que tienes, por cierto, me llamo Sarah, -le ofrecí mi mano con una sonrisa, intentando que confiase en mi, era una chica menudita, de pelo negro en media melena, muy engominado para mi gusto, pero eso ya depende de cada uno.
Cuando la chica se fue a la ducha después de beber lo que le dí, tuve un momento para fijarme en la habitación, para ella estaba bien, pero yo allí me sentía como un ratón en una caja de cerillas. Al entrar al lado derecho estaba la cama, la cual tenía una tela antimosquitos, -no me extraña que tenga el cuerpo como lo tiene, ya no solo del barro, si no de estos inmundos bichejos, -pensé mientras lanzaba mi mano al aire para cazar a esos odiosos insectos. frente a la cama había una especie de mesa alta, como una coqueta, donde había dos cuencos con flores secas, mas comúnmente llamado popurrí, un candelabro con luz, y un espejo. Estaba pensando en sacar de mi bolsa las velas antimosquitos, nos vendrían bien a ambas, pues no estaba dispuesta a estar en esa habitación con tanto bicho danzando de aquí a allá a sus anchas.
Miraba para detrás de mi, y las habitaciones se veían preciosas, eran perfectas para una foto, y mas con colores azulados y verdosos. Volví la vista a la chica, que me la encontré de ``paseo´´ por el barrizal. Hubo un momento que hasta la escuché gritar, salí corriendo en su busca, pues de dejarla así me sentiría culpable si le ocurriese algo.
-¡AGUANTA!, voy a por ti, no te rindas, -la encontré con barro hasta el cuello, le di mi mano para que se agarrase, con la fuerza que tengo, la sacaría de un tirón, debía tener cuidado si no quería romper su ya dolorido cuerpo, pobre chica, que rabia verla hasta arriba de barro. La puse en el suelo, en zona segura, agarré mi chaqueta y le limpié la cara y los brazos como pude. Miré hacía los lados, por suerte o desgracia no pasaba nadie por allí, y había una oscuridad que tampoco dejaría ver gran cosa si miraban desde las habitaciones, no quería que pensasen que la estaba robando o a saber.
-¿Estás bien?, no tienes buena cara, vamos, te llevaré dentro, -le llevé en brazos al motel, llegué junto al recepcionista, al cual le pregunté si conocía a la chica, el hombre me indicó con la cabeza que si. Le pedí que me llevase hasta su habitación. Le comenté que avisase a un médico para que la examinara, aunque me fiaba de mis propias habilidades, una segunda opinión tampoco estaba de mas. La pobre no tenía buen aspecto, pareciese que le patearon el estomago mil veces seguidas. En mis bolsillos llevaba siempre lo necesario de emergencia, saqué una pomada, y un liquido que debería beber.
-Ten, tomate esto, aliviará las nauseas, cuando la bebas ve a ducharte, luego echaremos entre las dos esta pomada, es para esos granitos que tienes, por cierto, me llamo Sarah, -le ofrecí mi mano con una sonrisa, intentando que confiase en mi, era una chica menudita, de pelo negro en media melena, muy engominado para mi gusto, pero eso ya depende de cada uno.
Cuando la chica se fue a la ducha después de beber lo que le dí, tuve un momento para fijarme en la habitación, para ella estaba bien, pero yo allí me sentía como un ratón en una caja de cerillas. Al entrar al lado derecho estaba la cama, la cual tenía una tela antimosquitos, -no me extraña que tenga el cuerpo como lo tiene, ya no solo del barro, si no de estos inmundos bichejos, -pensé mientras lanzaba mi mano al aire para cazar a esos odiosos insectos. frente a la cama había una especie de mesa alta, como una coqueta, donde había dos cuencos con flores secas, mas comúnmente llamado popurrí, un candelabro con luz, y un espejo. Estaba pensando en sacar de mi bolsa las velas antimosquitos, nos vendrían bien a ambas, pues no estaba dispuesta a estar en esa habitación con tanto bicho danzando de aquí a allá a sus anchas.
- Cambios:
- Ya hice los cambios pertinentes, y cambié algunas cosas.
Cloe
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Cloe notaba como la vista era terriblemente nublada, sin poder distinguir lo que pasaba a escasos centímetros de ella. Intentó volver a gritar pero la garganta se lo impedía, al igual que los nervios y el veneno que recorría todo su cuerpo. Hizo varios movimientos intentando librarse de aquella arena, pero lo único que consiguió fue que el cuerpo se enterraba cada vez más rápido. Al final la arena le llegaba por el cuello y sus intentos de salir con vida del lugar se iban marchitando, cuando una voz sonó entre la neblina ¿Aquella voz era real o era un simple producto de su imaginación por el veneno? Cloe no se lo pensó mucho y sacó sus últimas fuerzas extrayendo su mano de la arena, mientras su rostro se iba ocultando más y más. Cloe sintió como la arena entraba por su boca, cuando una mano aferró la suya en el exterior y tiro de ella sacándola dolorosamente de su tumba.
Al salir su cuerpo cayó desplomado contra el suelo arenoso, todo le daba vueltas y su cuerpo se encontraba terriblemente dolorido. Cloe vislumbro el rostro de una joven que la hablaba, pero se encontraba tan terriblemente agotada y enferma que apenas podía mantener los ojos abiertos, y se quedó inconsciente.
La joven que la había rescatado de la muerte la cogió en brazos y la llevo al motel donde se hospedaba Cloe. Al llegar el recepcionista se sorprendió de ver el cuerpo malherido de Cloe y fue corriendo a avisar a un médico de la zona, también entregó una llave a Sarah para que dejara a la huésped en su habitación. A cada paso que daba la semi-gigante el edificio rugía de dolor y parecía que iba a desplomarse a cada metro que iba ascendiendo hasta llegar a la habitación de Cloe.
La chica dejo el cuerpo de Cloe en la cama, y esta empezó a simular arcadas, en un intento de aguantarse y no echar toda la cena en la habitación, se despertó. No sabía muy bien donde estaba, era como tener una terrible resaca, pero alguien le hablaba y la entregaba algo. Cloe no sabía de qué se trataba, pero al final bebió un mejunje que le entrego su rescatadora y sintió un alivio en el estómago. Cloe fue recuperando un poco la visión y observo con dificultad a su alrededor, encontrando el cuerpo de una mujer algo más grande de lo normal. Se llevó la mano a la cabeza y pensando que era una alucinación por el veneno se levantó y fue tambaleándose de un lado a otro hasta llegar al cuarto de baño.
- Gracias, Sarah.- dijo Cloe antes de desaparecer por la puerta del baño. Cloe se chocó con varios objetos del lugar, sin saber muy bien que eran y se introdujo en una diminuta ducha, prendió el grifo y dejo correr el agua por su rostro. Notaba como las gotas recorrían todo su cuerpo y un terrible alivió estaba recorriendo su cuerpo. Caían tropezones de arena, formando un agua pringosa a sus pies. Una vez su mente se despejó, empezó a desnudarse, tirando la ropa mojada a un lavabo improvisado con un par de cubos y un grifo.
Dejo salir sus sentimientos y un millar de lágrimas se fueron sumidero abajo ocultando el miedo que había tenido minutos antes, pudiendo haber muerto sin que nadie lo supiera. Cerró el grifo y salió de la ducha encontrándose bastante mejor, su visión había vuelto a la normalidad y su cuerpo ya no parecía tan dolorido y cansado, se miró los brazos y observo como gran cantidad de granos habían explotado y habían expulsado el veneno, parecía que al salir de la arena prensada estos se reventaron y salvaron su vida. Su mente se desvió a una pomada que había en el suelo, sin saber cómo había llegado allí, aunque seguramente se la había entregado su salvadora. Espera, alguien la había traído al motel, de repente la mente de Cloe empezó a aclararse con pequeños flashback. Se puso un albornoz que había en la puerta y salió apresurada a ver a su salvadora, que seguramente seguía en el cuarto.
Al salir del baño lo primero que vio fue el cuerpo de una mujer ocupando todo el cuarto desde el suelo hasta el tejado. Cloe se quedó en sock y dejo caer la pomada al suelo.- ¿Tú..tú..tú me has salvado?.- dijo Cloe un poco confundida al comprobar que la imagen de una mujer gigante no era producto de los delirios del veneno. Cloe se acercó despacio a ella, como si fuera un animal asustado y se abalanzó contra la semi-gigante, abrazándola con fuerza y llorando a chorretones.- Much...aas grrraa..acias por haberrrme salvad..do..ooo la viii...da..da.- dijo Cloe entre lágrimas y mocos que recorrían todo su rostro.
Después de unos largos minutos emotivos Cloe volvió para recoger la pomada que le había entregado Sarah, y con una sonrisa en el rostro.-¿Me ayudas a expandirla? Resulta que tengo también granos en la espalda y no consigo llegar a ellos. Debo estar horrible .-dijo con la voz apagada y algo triste.
Al salir su cuerpo cayó desplomado contra el suelo arenoso, todo le daba vueltas y su cuerpo se encontraba terriblemente dolorido. Cloe vislumbro el rostro de una joven que la hablaba, pero se encontraba tan terriblemente agotada y enferma que apenas podía mantener los ojos abiertos, y se quedó inconsciente.
La joven que la había rescatado de la muerte la cogió en brazos y la llevo al motel donde se hospedaba Cloe. Al llegar el recepcionista se sorprendió de ver el cuerpo malherido de Cloe y fue corriendo a avisar a un médico de la zona, también entregó una llave a Sarah para que dejara a la huésped en su habitación. A cada paso que daba la semi-gigante el edificio rugía de dolor y parecía que iba a desplomarse a cada metro que iba ascendiendo hasta llegar a la habitación de Cloe.
La chica dejo el cuerpo de Cloe en la cama, y esta empezó a simular arcadas, en un intento de aguantarse y no echar toda la cena en la habitación, se despertó. No sabía muy bien donde estaba, era como tener una terrible resaca, pero alguien le hablaba y la entregaba algo. Cloe no sabía de qué se trataba, pero al final bebió un mejunje que le entrego su rescatadora y sintió un alivio en el estómago. Cloe fue recuperando un poco la visión y observo con dificultad a su alrededor, encontrando el cuerpo de una mujer algo más grande de lo normal. Se llevó la mano a la cabeza y pensando que era una alucinación por el veneno se levantó y fue tambaleándose de un lado a otro hasta llegar al cuarto de baño.
- Gracias, Sarah.- dijo Cloe antes de desaparecer por la puerta del baño. Cloe se chocó con varios objetos del lugar, sin saber muy bien que eran y se introdujo en una diminuta ducha, prendió el grifo y dejo correr el agua por su rostro. Notaba como las gotas recorrían todo su cuerpo y un terrible alivió estaba recorriendo su cuerpo. Caían tropezones de arena, formando un agua pringosa a sus pies. Una vez su mente se despejó, empezó a desnudarse, tirando la ropa mojada a un lavabo improvisado con un par de cubos y un grifo.
Dejo salir sus sentimientos y un millar de lágrimas se fueron sumidero abajo ocultando el miedo que había tenido minutos antes, pudiendo haber muerto sin que nadie lo supiera. Cerró el grifo y salió de la ducha encontrándose bastante mejor, su visión había vuelto a la normalidad y su cuerpo ya no parecía tan dolorido y cansado, se miró los brazos y observo como gran cantidad de granos habían explotado y habían expulsado el veneno, parecía que al salir de la arena prensada estos se reventaron y salvaron su vida. Su mente se desvió a una pomada que había en el suelo, sin saber cómo había llegado allí, aunque seguramente se la había entregado su salvadora. Espera, alguien la había traído al motel, de repente la mente de Cloe empezó a aclararse con pequeños flashback. Se puso un albornoz que había en la puerta y salió apresurada a ver a su salvadora, que seguramente seguía en el cuarto.
Al salir del baño lo primero que vio fue el cuerpo de una mujer ocupando todo el cuarto desde el suelo hasta el tejado. Cloe se quedó en sock y dejo caer la pomada al suelo.- ¿Tú..tú..tú me has salvado?.- dijo Cloe un poco confundida al comprobar que la imagen de una mujer gigante no era producto de los delirios del veneno. Cloe se acercó despacio a ella, como si fuera un animal asustado y se abalanzó contra la semi-gigante, abrazándola con fuerza y llorando a chorretones.- Much...aas grrraa..acias por haberrrme salvad..do..ooo la viii...da..da.- dijo Cloe entre lágrimas y mocos que recorrían todo su rostro.
Después de unos largos minutos emotivos Cloe volvió para recoger la pomada que le había entregado Sarah, y con una sonrisa en el rostro.-¿Me ayudas a expandirla? Resulta que tengo también granos en la espalda y no consigo llegar a ellos. Debo estar horrible .-dijo con la voz apagada y algo triste.
- Observaciones:
- Escribes muy bien, pero debo avisarte de que meta-roleas, y eso puede ser sancionado por un Staff. Intenta describir un poco más los lugares o tus acciones, pues a veces es confuso. Además con una buena descripción haces que el que rolea contigo tenga una mejor descripción de lo que estas viviendo y es más fácil a la hora de imaginarse la historia.
Un ejemplo: el hecho de no saber de donde apareces, simplemente estas pasando de la nada. Otro ejemplo es el hecho de que sabes cual es el motel y la habitación de Cloe, eso hace que tu personaje sepa cosas que no debería saber, y ahí en cuando creas metarol.
Sarah Foxxx
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Cuando vi que se acercó a mi llorando, sonreí, no pretendía reírme de ella, pues lo achaco a los nervios, no suelen agradecerme de ese modo si salvo a alguien, es mas bien un simple gracias.
-Bueno bueno, ya está, ya está, ahora ya estás a salvo, -le dije dándole un abrazo, agachándome a su altura para poder abrazarla mejor, sin hacer daño, puesto que era una chica bastante menuda, y tenía miedo de hacerla daño, y mas tal como estaba. Me senté en el suelo como si fuese una india, agarrando la pomada que me ofrecía para ayudarla a extenderla en la espalda, la tenía ciertamente perdida por los granitos, ``espero que esto no le deja marca´´, -pensé para mi al ir extendiendo poco a poco la pomada.
Me ponía una pequeña cantidad en la yema de uno de mis dedos, iba acariciando los granitos con el, no los tapaba del todo, puesto que aunque ella no lo notaría por el efecto anestesia, se le iban a ir explotando poco a poco, y debía tener una parte sin cubrir. Así podría salir todo sin problema.
-¿Que hacías tu solo en medio de la noche?, esas arenas son muy peligrosas, suerte que pasaba por allí, en realidad estaba buscando donde hospedarme, pero como no suele haber habitaciones para mi, como puedes ver, es como intentar meter una talla 38 en una persona que necesita una 42, -dije sonriendo viendo mi cuerpo apretujado en aquella minúscula habitación, -me dirigía de vuelta a mi barco, pero te vi en problemas, y no podía dejarte allí tirada, -dije mientras le pasaba la crema por su hombro derecho.
Pobre chica, desde luego, aun después de darse una ducha dejo fluir sus lagrimas, estaba bastante asustada por la situación, pero ahora eso ya es ``arena´´ pasada. Debíamos centrarnos en curarle todos esos granitos. Me quedé en el suelo detrás de ella, con las manos apoyadas en el suelo, echada hacía atrás. Miré su cuarto, no había mas que mosquitos de un lado para otro, pero yo tenía una solución para ello, a pesar de ser un cenagal, yo llevaba siempre encima unas velas que repelían a los mosquitos, y otro que los mataba, eran de larga duración, y siempre solía llevar muchos.
Sin decir nada me di la vuelta, pues no me tenía que mover gran cosa para poder llegar a ninguno de los muebles, me sentía encerrada en una caja de zapatos. Puse sobre una mesa que tenía encima unos cuencos decorativos con popurrí, un candelabro con luces, y un pequeño espejo, pequeño para mi claramente. Agarré los cuencos, y vacié en unos de los cajones el contenido de ambos cuencos. Puse en ellas las velas, una se veía medio amarillenta, que era la que los mataba, mientras que la que los ahuyentaba era de color blanquecino. Encendí ambas con una caja de cerillas que tenía la chica, estaba sobre una de la mesas, era de esas cosas de bienvenida que ponían los hoteles. Después de unos 10 minutos allí ya se podía respirar, sin tener que aspirar 10 mosquitos por la nariz sin querer.
-Bueno bueno, ya está, ya está, ahora ya estás a salvo, -le dije dándole un abrazo, agachándome a su altura para poder abrazarla mejor, sin hacer daño, puesto que era una chica bastante menuda, y tenía miedo de hacerla daño, y mas tal como estaba. Me senté en el suelo como si fuese una india, agarrando la pomada que me ofrecía para ayudarla a extenderla en la espalda, la tenía ciertamente perdida por los granitos, ``espero que esto no le deja marca´´, -pensé para mi al ir extendiendo poco a poco la pomada.
Me ponía una pequeña cantidad en la yema de uno de mis dedos, iba acariciando los granitos con el, no los tapaba del todo, puesto que aunque ella no lo notaría por el efecto anestesia, se le iban a ir explotando poco a poco, y debía tener una parte sin cubrir. Así podría salir todo sin problema.
-¿Que hacías tu solo en medio de la noche?, esas arenas son muy peligrosas, suerte que pasaba por allí, en realidad estaba buscando donde hospedarme, pero como no suele haber habitaciones para mi, como puedes ver, es como intentar meter una talla 38 en una persona que necesita una 42, -dije sonriendo viendo mi cuerpo apretujado en aquella minúscula habitación, -me dirigía de vuelta a mi barco, pero te vi en problemas, y no podía dejarte allí tirada, -dije mientras le pasaba la crema por su hombro derecho.
Pobre chica, desde luego, aun después de darse una ducha dejo fluir sus lagrimas, estaba bastante asustada por la situación, pero ahora eso ya es ``arena´´ pasada. Debíamos centrarnos en curarle todos esos granitos. Me quedé en el suelo detrás de ella, con las manos apoyadas en el suelo, echada hacía atrás. Miré su cuarto, no había mas que mosquitos de un lado para otro, pero yo tenía una solución para ello, a pesar de ser un cenagal, yo llevaba siempre encima unas velas que repelían a los mosquitos, y otro que los mataba, eran de larga duración, y siempre solía llevar muchos.
Sin decir nada me di la vuelta, pues no me tenía que mover gran cosa para poder llegar a ninguno de los muebles, me sentía encerrada en una caja de zapatos. Puse sobre una mesa que tenía encima unos cuencos decorativos con popurrí, un candelabro con luces, y un pequeño espejo, pequeño para mi claramente. Agarré los cuencos, y vacié en unos de los cajones el contenido de ambos cuencos. Puse en ellas las velas, una se veía medio amarillenta, que era la que los mataba, mientras que la que los ahuyentaba era de color blanquecino. Encendí ambas con una caja de cerillas que tenía la chica, estaba sobre una de la mesas, era de esas cosas de bienvenida que ponían los hoteles. Después de unos 10 minutos allí ya se podía respirar, sin tener que aspirar 10 mosquitos por la nariz sin querer.
Cloe
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Cloe dejó caer el albornoz sutilmente para que su nueva amiga, Sarah, extendiera la pomada por la espalda. Cloe sentía un tremendo alivió al sentir el contacto de la crema en los lugares que la habían picado, sin duda aquella crema tenía algo analgésico y eso hacía que pasara el picor que le daba ganas de arrascarse a cada segundo, pero la sutil yema de Sarah era como una mano esponjosa sin dedos, solo un muñón grande y blanco. Después escucho la historia de Sarah y a pesar de que la hizo reír comprendió lo difícil que sería vivir con un cuerpo tan grande.
- Puedes hospedarte en mi habitación.- dijo Cloe con toda la ilusión del mundo.-La habitación no es muy grande, pero creo que si movemos la cama tendrás sitio para dormir plácidamente.- después Cloe se tapó con cuidado con el albornoz, para no quitarse la crema que le había untado su amiga y después se puso a matar mosquitos con la mano mientras preparaba té, pero aquellos bichos eran más escurridizos de lo que pensaba. Entonces Sarah encendió unas velas con un aroma a naturaleza y hierbabuena que hicieron que los mosquitos se marcharan de la habitación y dejara una bonita fragancia en todo el lugar.
A los pocos minutos la puerta de la habitación sonó, Cloe se tapó con el albornoz hasta el cuello y dijo "adelante", la puerta se abrió y por ella entro el recepcionista con cara de preocupación, acompañado por otro hombre con un maletín en la mano y cara de superioridad.
-¿Cómo te encuentras? He traído al Doctor Garganta Negra a que te examine los picotazos.- dijo el hombre mientras se acercaba a Cloe.
-No se preocupe, me encuentro mejor. Mi amiga Sarah, me ha ayudado mucho.-dijo Cloe señalando a Sarah con la cabeza. El recepcionista desvió la mirada a Sarah y puso caro de pocos amigos, sin duda aquel hombre pensaba que una semi-gigante era mala para el negocio, o más bien para los cimientos. Después desvió la mirada a las velas y arrugo la nariz, sin duda aquel hombre no parecía gustarle nada de lo que hacía Sarah.
En ese momento, el medico se acercó a Cloe, después de haber estado estudiando de arriba a abajo a Sarah y poner varías caras de sádico, apartó con cuidado el albornoz de la joven y empezó a examinar las picaduras. Extrajo un pincho metálico de su maletín y lo clavó en uno de los granos, expulsando toda la pus que había en su interior. -En un par de días ellos solos se explotaran con un ducha caliente, no te preocupes, no dejan marcas. Te recomiendo que guardes reposo y que tomes estas pastillas.- el medico sacó un medicamento del maletín y se lo entrego a Cloe.- Una después de comer. Hará que expulses todo el veneno y te proporcionara las vitaminas y nutrientes que este ha consumido en tu cuerpo.- Después el tipo parecía haber concluido e hizo un gesto de afirmación al recepcionista.
-Bueno, chicas. Tener cuidado, si pasa algo grave avisarme por el den den mushi de la mesilla.- el recepcionista el medico parecían irse con una rapidez muy sospechosa. Cloe intentó no darle importancia y pregunto a Sarah:- ¿De dónde has sacado esas velas tan bonitas?
Mientras Cloe y Sarah estaban disfrutando de su estancia hablando de sus aventuras y sus secretos más íntimos, el médico y el recepcionista estaban avisando a todos los mercenarios de la zona para capturar a la semi-gigante y llevarse un buen pellizco por la información. Muchos tipos rechazaron la oferta, pero la gran mayoría acepto, encendiendo sus luces en plena noche, dando al lugar una imagen muy inusual, pues si te asomabas por el balcón verías como las luces se iban encendiendo una detrás de otra y a los pocos minutos una horda de tipos musculosos salían de los moteles cargados con hachas y espadas gigantes al motel donde se hospedaba Cloe, pero si aun así no te habías fijado en su presencia, el ruido que estos emitían al subir por las escaleras era motivo suficiente para que te dieras cuenta que algo no marcha bien.
- Puedes hospedarte en mi habitación.- dijo Cloe con toda la ilusión del mundo.-La habitación no es muy grande, pero creo que si movemos la cama tendrás sitio para dormir plácidamente.- después Cloe se tapó con cuidado con el albornoz, para no quitarse la crema que le había untado su amiga y después se puso a matar mosquitos con la mano mientras preparaba té, pero aquellos bichos eran más escurridizos de lo que pensaba. Entonces Sarah encendió unas velas con un aroma a naturaleza y hierbabuena que hicieron que los mosquitos se marcharan de la habitación y dejara una bonita fragancia en todo el lugar.
A los pocos minutos la puerta de la habitación sonó, Cloe se tapó con el albornoz hasta el cuello y dijo "adelante", la puerta se abrió y por ella entro el recepcionista con cara de preocupación, acompañado por otro hombre con un maletín en la mano y cara de superioridad.
-¿Cómo te encuentras? He traído al Doctor Garganta Negra a que te examine los picotazos.- dijo el hombre mientras se acercaba a Cloe.
-No se preocupe, me encuentro mejor. Mi amiga Sarah, me ha ayudado mucho.-dijo Cloe señalando a Sarah con la cabeza. El recepcionista desvió la mirada a Sarah y puso caro de pocos amigos, sin duda aquel hombre pensaba que una semi-gigante era mala para el negocio, o más bien para los cimientos. Después desvió la mirada a las velas y arrugo la nariz, sin duda aquel hombre no parecía gustarle nada de lo que hacía Sarah.
En ese momento, el medico se acercó a Cloe, después de haber estado estudiando de arriba a abajo a Sarah y poner varías caras de sádico, apartó con cuidado el albornoz de la joven y empezó a examinar las picaduras. Extrajo un pincho metálico de su maletín y lo clavó en uno de los granos, expulsando toda la pus que había en su interior. -En un par de días ellos solos se explotaran con un ducha caliente, no te preocupes, no dejan marcas. Te recomiendo que guardes reposo y que tomes estas pastillas.- el medico sacó un medicamento del maletín y se lo entrego a Cloe.- Una después de comer. Hará que expulses todo el veneno y te proporcionara las vitaminas y nutrientes que este ha consumido en tu cuerpo.- Después el tipo parecía haber concluido e hizo un gesto de afirmación al recepcionista.
-Bueno, chicas. Tener cuidado, si pasa algo grave avisarme por el den den mushi de la mesilla.- el recepcionista el medico parecían irse con una rapidez muy sospechosa. Cloe intentó no darle importancia y pregunto a Sarah:- ¿De dónde has sacado esas velas tan bonitas?
Mientras Cloe y Sarah estaban disfrutando de su estancia hablando de sus aventuras y sus secretos más íntimos, el médico y el recepcionista estaban avisando a todos los mercenarios de la zona para capturar a la semi-gigante y llevarse un buen pellizco por la información. Muchos tipos rechazaron la oferta, pero la gran mayoría acepto, encendiendo sus luces en plena noche, dando al lugar una imagen muy inusual, pues si te asomabas por el balcón verías como las luces se iban encendiendo una detrás de otra y a los pocos minutos una horda de tipos musculosos salían de los moteles cargados con hachas y espadas gigantes al motel donde se hospedaba Cloe, pero si aun así no te habías fijado en su presencia, el ruido que estos emitían al subir por las escaleras era motivo suficiente para que te dieras cuenta que algo no marcha bien.
Sarah Foxxx
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Cuando Cloe me ofreció quedarme en su habitación, por un momento miré a mi alrededor, me miré a mi que parecía que estaba dolorida por algún lado, me sonreí amablemente, si me quedaba no sabía muy bien como demonios nos íbamos a apañar. Es evidente que no es una habitación adecuada para mi, que sí, si separas la cama y la colocas de otra forma puede que cupiese, pero lo veo tan complicado que me estaba planteando denegar la invitación.
Aunque la vi tan ilusionada que finalmente me quedé allí, era una chica muy maja, y por una extraña razón mi conciencia me impedía dejarla sola, me daba la sensación de que debía protegerla. Finalmente, con mi fuerza moví yo misma la cama de un modo que yo me sintiera cómoda, no iba a ser como dormir en una cama de mi tamaño, pues una cama así ocuparía toda la habitación, pero me daba suficiente para estar estirada.
En cosa de minutos petaron a la puerta, yo volví a colocarme como si fuese una india, mirando a mi alrededor por si algo, a parte de la cama, estuviese fuera de su lugar. Eran el recepcionista y un médico, es evidente que yo era un poco novata, pero sabía lo que hacía, o al menos fue lo que me hizo entender el médico al irle comentando a Cloe lo que ocurriría con los granitos etcétera.
Me fijé en como me miró el recepcionista, fruncí el ceño en señal de que no me gustó como me miró, ¿quien es el para mirarme de ese modo?, y encima no una vez, si no dos. -Si, son velas antimosquitos, ¿algún problema?, -pensaba para mi, mientras mentalmente le sacaba la lengua, si, a lo mejor era un poco infantil, pero sin dudas lo hubiera hecho realidad. Ya acribillaron de sobra a la chica, no podía dejar que los mosquitos siguiesen encima de ella, y encima mio, por que también yo los sufriría si me quedaba en la habitación.
Otro que tampoco me gustó como me miró fue el médico, -¿Que demonios pasa?, ¿tan extraño es que una semigiganta ayude a una persona?, por el amor de dios, -después de pensar eso, puse los ojos en blanco, y apoyé mi cabeza en mi mano derecha, como sujetándome la frente a modo de resignación, -no pienses en ello Sarah, si no será peor, por que les querrás arrancar la cabeza a ambos, y no es buena idea, -pensé mientras me hacía la loca, mirando a otro lado.
Una vez se fueron, de una maldita vez, me pude explayar de nuevo en el suelo, como si quería empezar a hacer la croqueta por el suelo, ya no había nadie que pudiera decirme nada, solo una cosa puede impedirme hacer eso, y es nada mas y nada menos que el sitio. Cloe me preguntó por las velas.
-Las compro en una tienda de un amigo mio en Villa Syrup, naufragué hace unos cuantos años allí con mi hermano pequeño, y un hombre muy amablemente accedió a cuidarnos a ambos, por suerte era semigigante, al igual que yo, y que el chico de la tienda, somos muy buenos amigos, -contesté recordando cuando llegué a Villa Syrup, se me erizó ligeramente la piel, pareciese que tuviese frío, nada mas lejos de la realidad.
Poco a poco, mientras le contaba mi vida, y ella me contaba la suya, escuché fuera mucho barullo, odiaba oír eso cuando yo estaba cerca, por que podía significar problemas para mi. -Soy una semigigante, no una diosa. No tengo poderes sobrehumanos para poder contra varias personas, -pensé, pero me deshice de esa idea imaginando que no era por mi. Aun así me mantenía alerta, no quería bajo ningún concepto que la chica estuviese en peligro por mi culpa, si veía que la cosa se ponía fea, me despediría de la chica, y me largaría, ella ya sabe en que isla estoy..., aunque pensándolo fríamente, no se si fue buena idea contárselo.
Aunque la vi tan ilusionada que finalmente me quedé allí, era una chica muy maja, y por una extraña razón mi conciencia me impedía dejarla sola, me daba la sensación de que debía protegerla. Finalmente, con mi fuerza moví yo misma la cama de un modo que yo me sintiera cómoda, no iba a ser como dormir en una cama de mi tamaño, pues una cama así ocuparía toda la habitación, pero me daba suficiente para estar estirada.
En cosa de minutos petaron a la puerta, yo volví a colocarme como si fuese una india, mirando a mi alrededor por si algo, a parte de la cama, estuviese fuera de su lugar. Eran el recepcionista y un médico, es evidente que yo era un poco novata, pero sabía lo que hacía, o al menos fue lo que me hizo entender el médico al irle comentando a Cloe lo que ocurriría con los granitos etcétera.
Me fijé en como me miró el recepcionista, fruncí el ceño en señal de que no me gustó como me miró, ¿quien es el para mirarme de ese modo?, y encima no una vez, si no dos. -Si, son velas antimosquitos, ¿algún problema?, -pensaba para mi, mientras mentalmente le sacaba la lengua, si, a lo mejor era un poco infantil, pero sin dudas lo hubiera hecho realidad. Ya acribillaron de sobra a la chica, no podía dejar que los mosquitos siguiesen encima de ella, y encima mio, por que también yo los sufriría si me quedaba en la habitación.
Otro que tampoco me gustó como me miró fue el médico, -¿Que demonios pasa?, ¿tan extraño es que una semigiganta ayude a una persona?, por el amor de dios, -después de pensar eso, puse los ojos en blanco, y apoyé mi cabeza en mi mano derecha, como sujetándome la frente a modo de resignación, -no pienses en ello Sarah, si no será peor, por que les querrás arrancar la cabeza a ambos, y no es buena idea, -pensé mientras me hacía la loca, mirando a otro lado.
Una vez se fueron, de una maldita vez, me pude explayar de nuevo en el suelo, como si quería empezar a hacer la croqueta por el suelo, ya no había nadie que pudiera decirme nada, solo una cosa puede impedirme hacer eso, y es nada mas y nada menos que el sitio. Cloe me preguntó por las velas.
-Las compro en una tienda de un amigo mio en Villa Syrup, naufragué hace unos cuantos años allí con mi hermano pequeño, y un hombre muy amablemente accedió a cuidarnos a ambos, por suerte era semigigante, al igual que yo, y que el chico de la tienda, somos muy buenos amigos, -contesté recordando cuando llegué a Villa Syrup, se me erizó ligeramente la piel, pareciese que tuviese frío, nada mas lejos de la realidad.
Poco a poco, mientras le contaba mi vida, y ella me contaba la suya, escuché fuera mucho barullo, odiaba oír eso cuando yo estaba cerca, por que podía significar problemas para mi. -Soy una semigigante, no una diosa. No tengo poderes sobrehumanos para poder contra varias personas, -pensé, pero me deshice de esa idea imaginando que no era por mi. Aun así me mantenía alerta, no quería bajo ningún concepto que la chica estuviese en peligro por mi culpa, si veía que la cosa se ponía fea, me despediría de la chica, y me largaría, ella ya sabe en que isla estoy..., aunque pensándolo fríamente, no se si fue buena idea contárselo.
- Cambios:
- Respecto a lo que me contaste de meta-rolear, añadí algunos datos que dejarán un poco mas claro de donde aparecí y como llegué a tu habitación, lo puse de forma que cuadrase con lo que escribiste tu. Gracias por avisarme. Los añadí en el primer post.
Cloe
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Cloe escuchaba plácidamente la historia de Sarah, imaginándose a ella y a su hermano de pequeños en aquella isla, también intentó imaginarse al semi-gigante que los cuido, pero como Sarah no dijo mucho de él era difícil de saber que aspecto tenía. Después Cloe se puso a hablar de su familia, su isla, sus criados, sus minas... en fin, cosas de ricos, pero con la inocencia de Cloe. De repente, empezaron a notar como el suelo de la habitación temblaba levemente, como si cientos de hormigas estuvieran escalando el motel y se dirigieran a las plantas superiores, y en ese momento la puerta sonó, cesando por completo el ruido de pisadas y el temblor.
Cloe se quedó callada y miró la puerta extrañada, después desvió la mirada a su amiga sin comprender quien podría ser. La joven se quedó callada sin decir nada, entonces la puerta volvió a ser golpeada, mientras Cloe se sentía algo nerviosa sin saber qué hacer. Al final cuando estaba a punto de decir "Adelante", la puerta fue partida por la mitad, dejando entrar a un tipo tan grande como Sarah sentada. El tipo era realmente alto y musculoso, con un montón de cicatrices y una enorme piel de oso por encima, su cara era apenas reconocible, pues una mata de pelo y barba se juntaban mostrando unos ojos negros y marrones. Cloe se quedó boquiabierta por la acción de aquel ser y se levantó muy enfadada a golpearle en el pecho con el dedo, mientras le regañaba por haberla roto la puerta. El tipo miró con cara de pocos amigos a Cloe y la dio un revés con el brazo lanzándola contra una pared cercana al baño, Cloe cayó inconsciente y una manada de mercenarios empezaron a entrar a la habitación rodeando a la pobre Sarah, estos portaban todo tipo de armas y armaduras, además de demostrar unas amplías cicatrices de guerra.
-Hola, ser inmundo. Me parece que sabes a lo que hemos venido a hacer contigo.-dijo aquel tipo sacando un hacha enorme de su espalda.-Te prometo que si te mueves poco esto no te va a doler.-dijo alzando el hacha de forma amenazante mientras se acercaba a la semi-gigante.
Cloe se quedó callada y miró la puerta extrañada, después desvió la mirada a su amiga sin comprender quien podría ser. La joven se quedó callada sin decir nada, entonces la puerta volvió a ser golpeada, mientras Cloe se sentía algo nerviosa sin saber qué hacer. Al final cuando estaba a punto de decir "Adelante", la puerta fue partida por la mitad, dejando entrar a un tipo tan grande como Sarah sentada. El tipo era realmente alto y musculoso, con un montón de cicatrices y una enorme piel de oso por encima, su cara era apenas reconocible, pues una mata de pelo y barba se juntaban mostrando unos ojos negros y marrones. Cloe se quedó boquiabierta por la acción de aquel ser y se levantó muy enfadada a golpearle en el pecho con el dedo, mientras le regañaba por haberla roto la puerta. El tipo miró con cara de pocos amigos a Cloe y la dio un revés con el brazo lanzándola contra una pared cercana al baño, Cloe cayó inconsciente y una manada de mercenarios empezaron a entrar a la habitación rodeando a la pobre Sarah, estos portaban todo tipo de armas y armaduras, además de demostrar unas amplías cicatrices de guerra.
-Hola, ser inmundo. Me parece que sabes a lo que hemos venido a hacer contigo.-dijo aquel tipo sacando un hacha enorme de su espalda.-Te prometo que si te mueves poco esto no te va a doler.-dijo alzando el hacha de forma amenazante mientras se acercaba a la semi-gigante.
- PISTA:
- Parecen ser muchos enemigos y peligrosos, pero en verdad no son nada fuertes, deben ser cada uno nivel 10 a excepción del "oso" que es nivel 20. ;) Suerte.
Sarah Foxxx
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No me lo podía creer, habían hecho daño a la pobre Cloe, no tenía culpa de absolutamente nada, saqué de mi espalda la katana, y me dispuse a levantarme apoyándome en ella, mientras miraba a la buena de Cloe en el suelo. Necesitaba tiempo para ver que podía hacer. Me levanté con aquel hombre amenazandome con el hacha, pobre, no sabe lo que le puede venir encima.
-Si, lo se, pero a la chica no tenías que haberle hecho nada, pero bueno, -dije mientras acababa de levantarme, -estoy sumamente enfadada, y esto no se va a quedar así, -dije mientras me colocaba a modo de ataque, -ya que pretendéis matarme, ¿me cederíais al menos hacerle a la chica lo que necesite para curarse?, ¿y de paso darme un cigarrillo?, me gustaría fumar por primera y última vez, solo por probar, -dije mientras me acercaba a la chica.
Ellos lo que no sabían era que tenía mis uzis conmigo, con toda la munición, sería relativamente fácil acabar con ellos. Pero, no iba a hacerlo así, a muy pocos mataría así.
-De acuerdo nena, haz lo que quieras, pronto acabaras en el fango, -dijo sonriendo de forma muy brusca. Era evidente que quería verme muerta. Me acerqué a Cloe, la cogí en brazos y la puse en la cama, cogí una toalla del baño y la mojé en agua bien fría, y se la puse en la frente.
-Bueno, dame ese cigarrillo, y vamos a fuera, no es plan molestar a la gente del motel, -dije mientras salia por la puerta. Todos aquellos hombres venían detrás de mi apuntándome con sus armas, y otros las llevaban a los hombros. Al salir notaba como la gente se nos quedaba mirando, a muchos les asustaban estas cosas, otros miraban a través de una pequeña rendija de la puerta, y otros se escondían en sus cuartos, menos en la recepción, que el hombre se escondió detrás de la recepción. Después de salir, nos alejamos un poco de las habitaciones para no armar estruendo, no quería llamar la atención mas de lo necesario. Me puse en el medio, el grandullón vino hacía a mi, y me dio el cigarrillo.
-Ten nena, aprovéchalo bien, será el primero y el último, -dijo convencido de sus palabras, mientras se apoyaba en su arma. Yo puse el cigarrillo entre mis labios, y saqué de la bolsa algo parecido a un mechero, pero no lo era. Tiré un dial de humo blanco, escuché algunos graznidos, gruñidos, y muchos.. ``¿Donde coño está esa puta?´´, me fijé bien en todo, saqué de mi muslo el cuchillo de caza que llevaba, y comencé la matanza del Shoko.
Tirando el cigarrillo como escupiendo, comencé a matarlos, el dial iba a durar un rato así que debía ser rápida, pero cautelosa. A cada cual le iba dando puñaladas en el pecho, a otros en el estómago, a alguno lo cogía del cuello y se lo cortaba. Mientras el humo se disipaba, finalmente quedábamos el grandullón y yo.
-¿Y ahora que?, este truquito no te lo esperabas, -le dije con el cuchillo en la mano, y la katana en la otra, me fijé en su cuerpo, tenía algo de sangre en ciertas zonas, lo que no sabía es si las produje yo, o si sus compinches se pelearon con el creyendo que era yo.
-No nena, no lo esperaba, eres un zorrita muy lista, ahora solo quedamos tu y yo, -vino de golpe corriendo hacía mi, intentando darme un hachazo, cosa que falló por poco, pues me hizo una pequeña herida en el hombro, estaba claro que iría a por mi cuello.
Tiré mis armas al suelo, alejándolas de mi, pues quería proponer algo. -Si tan hombre eres, hagamos una cosa, luchemos a puño, sin armas, de ningún tipo, solo nosotros, veremos que ocurre, -dije mientras le iba rodeando.
-Bueno, como quieras, soy mejor a puños que a armas, me has facilitado tu muerte, -dijo mientras corría hacía mi para darme un puñetazo en el estomago. Me lastimó bastante pero podía aguantarlo, me tiró en un momento al suelo, y se me puso encima.
Sin que el se diera cuenta, hice como que me dolió mas de lo que debía, y cuando lo tuve sobre mi para darme el golpe de gracia, le di un puñetazo en los huevos, lo cual le hizo caerse de rodillas con un gran grito de dolor, -¡ERES UNA PUTA!, eso duele, -gritaba mientras me regocijaba riéndome de el. Apoyé mis manos en sus hombros, y di una voltereta sobre el para ponerme detrás suyo, le agarré del cuello mientras le pisaba los gemelos.
-¿Y ahora que cabrón hijo de puta?, todos están muertos, y pronto tu los acompañarás, -le susurré al oído, mientras notaba crujir todos los huesos de su cuello al rompérselo.
-Púdrete en el infierno, asqueroso, -dije mientras recogía mis armas, y volvía tambaleándome hacía el cuarto de Cloe para ver si estaba bien. Por el camino me empezó a doler el costado, y no fue hasta que me miré que tenía un cuchillo clavado en el lado derecho de mi costado. Llegué como pude a la recepción sacándome el cuchillo del costado, tapándome con un pañuelo de tela que llevaba, doblado a la mitad, intentando taponar la herida, avisé que estaba en la habitación de Cloe, por la perdida de sangre, según acabé de decir esas palabras caí desmayada. Como si estuviese en un profundo y angustioso coma.
-Si, lo se, pero a la chica no tenías que haberle hecho nada, pero bueno, -dije mientras acababa de levantarme, -estoy sumamente enfadada, y esto no se va a quedar así, -dije mientras me colocaba a modo de ataque, -ya que pretendéis matarme, ¿me cederíais al menos hacerle a la chica lo que necesite para curarse?, ¿y de paso darme un cigarrillo?, me gustaría fumar por primera y última vez, solo por probar, -dije mientras me acercaba a la chica.
Ellos lo que no sabían era que tenía mis uzis conmigo, con toda la munición, sería relativamente fácil acabar con ellos. Pero, no iba a hacerlo así, a muy pocos mataría así.
-De acuerdo nena, haz lo que quieras, pronto acabaras en el fango, -dijo sonriendo de forma muy brusca. Era evidente que quería verme muerta. Me acerqué a Cloe, la cogí en brazos y la puse en la cama, cogí una toalla del baño y la mojé en agua bien fría, y se la puse en la frente.
-Bueno, dame ese cigarrillo, y vamos a fuera, no es plan molestar a la gente del motel, -dije mientras salia por la puerta. Todos aquellos hombres venían detrás de mi apuntándome con sus armas, y otros las llevaban a los hombros. Al salir notaba como la gente se nos quedaba mirando, a muchos les asustaban estas cosas, otros miraban a través de una pequeña rendija de la puerta, y otros se escondían en sus cuartos, menos en la recepción, que el hombre se escondió detrás de la recepción. Después de salir, nos alejamos un poco de las habitaciones para no armar estruendo, no quería llamar la atención mas de lo necesario. Me puse en el medio, el grandullón vino hacía a mi, y me dio el cigarrillo.
-Ten nena, aprovéchalo bien, será el primero y el último, -dijo convencido de sus palabras, mientras se apoyaba en su arma. Yo puse el cigarrillo entre mis labios, y saqué de la bolsa algo parecido a un mechero, pero no lo era. Tiré un dial de humo blanco, escuché algunos graznidos, gruñidos, y muchos.. ``¿Donde coño está esa puta?´´, me fijé bien en todo, saqué de mi muslo el cuchillo de caza que llevaba, y comencé la matanza del Shoko.
Tirando el cigarrillo como escupiendo, comencé a matarlos, el dial iba a durar un rato así que debía ser rápida, pero cautelosa. A cada cual le iba dando puñaladas en el pecho, a otros en el estómago, a alguno lo cogía del cuello y se lo cortaba. Mientras el humo se disipaba, finalmente quedábamos el grandullón y yo.
-¿Y ahora que?, este truquito no te lo esperabas, -le dije con el cuchillo en la mano, y la katana en la otra, me fijé en su cuerpo, tenía algo de sangre en ciertas zonas, lo que no sabía es si las produje yo, o si sus compinches se pelearon con el creyendo que era yo.
-No nena, no lo esperaba, eres un zorrita muy lista, ahora solo quedamos tu y yo, -vino de golpe corriendo hacía mi, intentando darme un hachazo, cosa que falló por poco, pues me hizo una pequeña herida en el hombro, estaba claro que iría a por mi cuello.
Tiré mis armas al suelo, alejándolas de mi, pues quería proponer algo. -Si tan hombre eres, hagamos una cosa, luchemos a puño, sin armas, de ningún tipo, solo nosotros, veremos que ocurre, -dije mientras le iba rodeando.
-Bueno, como quieras, soy mejor a puños que a armas, me has facilitado tu muerte, -dijo mientras corría hacía mi para darme un puñetazo en el estomago. Me lastimó bastante pero podía aguantarlo, me tiró en un momento al suelo, y se me puso encima.
Sin que el se diera cuenta, hice como que me dolió mas de lo que debía, y cuando lo tuve sobre mi para darme el golpe de gracia, le di un puñetazo en los huevos, lo cual le hizo caerse de rodillas con un gran grito de dolor, -¡ERES UNA PUTA!, eso duele, -gritaba mientras me regocijaba riéndome de el. Apoyé mis manos en sus hombros, y di una voltereta sobre el para ponerme detrás suyo, le agarré del cuello mientras le pisaba los gemelos.
-¿Y ahora que cabrón hijo de puta?, todos están muertos, y pronto tu los acompañarás, -le susurré al oído, mientras notaba crujir todos los huesos de su cuello al rompérselo.
-Púdrete en el infierno, asqueroso, -dije mientras recogía mis armas, y volvía tambaleándome hacía el cuarto de Cloe para ver si estaba bien. Por el camino me empezó a doler el costado, y no fue hasta que me miré que tenía un cuchillo clavado en el lado derecho de mi costado. Llegué como pude a la recepción sacándome el cuchillo del costado, tapándome con un pañuelo de tela que llevaba, doblado a la mitad, intentando taponar la herida, avisé que estaba en la habitación de Cloe, por la perdida de sangre, según acabé de decir esas palabras caí desmayada. Como si estuviese en un profundo y angustioso coma.
Cloe
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Cloe empezó a sentir como su mente se iba relajando poco a poco y el desagradable dolor de cabeza que la había hecho quedarse profundamente dormida ahora era como un mal recuerdo en su mente. Pestañeó un par de veces hasta que consiguió abrir sus ojos por completos y darse cuenta que estaba tumbada sobre su cama. Agarró con fuerza la almohada y se estiró en la cama como si se acabara de despertar de un largo sueño, pero en ese momento se percató de una serie de objetos derribados por la habitación al igual que unas velas aromáticas que dejaban un agradable olor por el ambiente, estaban de forma muy desordenada. Cloe se quedó con cara de tonta sin recordar del todo de donde habían salido esas velas, pero rápidamente su mente recordó a su queridísima amiga semi-gigante y la situación que había tenido antes de quedarse inconsciente.
Cloe se levanto apresurada de la cama buscándola por todos lados y sintiendo como la latía el corazón muy deprisa, mientras buscaba con la mirada a la enorme amiga que la había salvado la vida, pero parecía que no había nadie en aquel lugar. Cloe corrió a asomarse por el balcón y vislumbro a lo lejos una nube de humo blanco que se disipaba y de la que dejaba ver un montón de cadáveres después de una brutal y sangrienta pelea. Cloe intentó distinguir a los lejos si el cuerpo de su amiga se encontraba entre los cadáveres, pero no parecía haber señales de vida en aquel desagradable campo de batalla, y menos un cuerpo enorme como el de Sarah.
Corrió todo lo deprisa que pudo por el piso y bajo a toda velocidad por las escaleras en busca de alguna pista que le dijera donde podría estar aquella semi-gigante, pues por su mente no paraba de pasar la idea de que podría haber sido secuestrada por los cazadores, o algo peor. Cuando Cloe llego a la parte baja del Motel encontró el cuerpo ensangrentado de su amiga y un serie de tipos, entre ellos el recepcionista, robandole a su amiga una serie de armas que parecía portar.
-¿Qué estáis haciendo?- dijo Cloe con un ápice de rabia en su voz y en su rostro, los allí presentes que quedaron paralizados un momento, pero al ver el cuerpo de Cloe empezaron a reírse y a seguir robando como estaban haciendo. Esto hizo que lo nervios de Cloe salieran y una rabia inusual salió dentro de ella ¿cómo podían aprovechar de una pobre chica indefensa y robarla? Cloe pensó por un segundo que era cleptómana y que en varias ocasiones robaba sin que se diera cuenta, pero era culpa de una enfermedad y no de ser un tipo desagradable y asqueroso que aprovechaba cualquier oportunidad para robar en una situación tan despreciable.
La joven al ver que los allí presente seguían sin prestarla atención decidió dar un espectáculo para que dejaran de robar a su amiga, que por desgracia parecía gravemente herida. Cloe se transformando en su forma híbrida, creando un centauro que bajaba por las escaleras, esto hizo que alguno de los presentes se quedaran algo aterrados y salieran corriendo, pero los que parecían más rufianes seguían con intenciones de seguir robandola. Cloe acabó transformándose en su forma completa y dando una poderosas coz al recepcionista que lo lanzo fuera del motel, en ese momento los que estaban robando se volvieron a quedar paralizados, dejando las cosas en el suelo y esta vez echando a correr despavoridos.
Cloe se transformo de nuevo en su forma humana y fue corriendo a atender a su amiga.- Venga, Sarah. No te mueras, sigue conmigo. Aguanta tu puedes.- Cloe colocó las manos en la herida de Sarah y empezó a emitir una serie de ruidos de dolor mientras debajo de las manos de Cloe se iluminaban como si una estrella estuviera debajo. Aquella luz ilumino toda la sala y parte del exterior, seguramente llamando la atención de los mosquitos allí presentes. Al cabo de unos minutos, Cloe empezó a sentir que sus fuerzas se marchaban y que no podía hacer nada más por su amiga, solo esperar que la herida de su costado estuviera perfectamente, después poco a poco la vista se le fue nublando y su cuerpo calló inconsciente en el de la semi-gigante, mientras su manos caía y apreciaba por última vez que la herida se había cerrado y una sonrisa de satisfacción asomaba en su rostro por haber ayudado a su amiga, ahora solo quedaba que se despertara, pues Cloe no tenía las fuerzas suficientes, por gastar tal cantidad de energía en curarla.
Cloe se levanto apresurada de la cama buscándola por todos lados y sintiendo como la latía el corazón muy deprisa, mientras buscaba con la mirada a la enorme amiga que la había salvado la vida, pero parecía que no había nadie en aquel lugar. Cloe corrió a asomarse por el balcón y vislumbro a lo lejos una nube de humo blanco que se disipaba y de la que dejaba ver un montón de cadáveres después de una brutal y sangrienta pelea. Cloe intentó distinguir a los lejos si el cuerpo de su amiga se encontraba entre los cadáveres, pero no parecía haber señales de vida en aquel desagradable campo de batalla, y menos un cuerpo enorme como el de Sarah.
Corrió todo lo deprisa que pudo por el piso y bajo a toda velocidad por las escaleras en busca de alguna pista que le dijera donde podría estar aquella semi-gigante, pues por su mente no paraba de pasar la idea de que podría haber sido secuestrada por los cazadores, o algo peor. Cuando Cloe llego a la parte baja del Motel encontró el cuerpo ensangrentado de su amiga y un serie de tipos, entre ellos el recepcionista, robandole a su amiga una serie de armas que parecía portar.
-¿Qué estáis haciendo?- dijo Cloe con un ápice de rabia en su voz y en su rostro, los allí presentes que quedaron paralizados un momento, pero al ver el cuerpo de Cloe empezaron a reírse y a seguir robando como estaban haciendo. Esto hizo que lo nervios de Cloe salieran y una rabia inusual salió dentro de ella ¿cómo podían aprovechar de una pobre chica indefensa y robarla? Cloe pensó por un segundo que era cleptómana y que en varias ocasiones robaba sin que se diera cuenta, pero era culpa de una enfermedad y no de ser un tipo desagradable y asqueroso que aprovechaba cualquier oportunidad para robar en una situación tan despreciable.
La joven al ver que los allí presente seguían sin prestarla atención decidió dar un espectáculo para que dejaran de robar a su amiga, que por desgracia parecía gravemente herida. Cloe se transformando en su forma híbrida, creando un centauro que bajaba por las escaleras, esto hizo que alguno de los presentes se quedaran algo aterrados y salieran corriendo, pero los que parecían más rufianes seguían con intenciones de seguir robandola. Cloe acabó transformándose en su forma completa y dando una poderosas coz al recepcionista que lo lanzo fuera del motel, en ese momento los que estaban robando se volvieron a quedar paralizados, dejando las cosas en el suelo y esta vez echando a correr despavoridos.
Cloe se transformo de nuevo en su forma humana y fue corriendo a atender a su amiga.- Venga, Sarah. No te mueras, sigue conmigo. Aguanta tu puedes.- Cloe colocó las manos en la herida de Sarah y empezó a emitir una serie de ruidos de dolor mientras debajo de las manos de Cloe se iluminaban como si una estrella estuviera debajo. Aquella luz ilumino toda la sala y parte del exterior, seguramente llamando la atención de los mosquitos allí presentes. Al cabo de unos minutos, Cloe empezó a sentir que sus fuerzas se marchaban y que no podía hacer nada más por su amiga, solo esperar que la herida de su costado estuviera perfectamente, después poco a poco la vista se le fue nublando y su cuerpo calló inconsciente en el de la semi-gigante, mientras su manos caía y apreciaba por última vez que la herida se había cerrado y una sonrisa de satisfacción asomaba en su rostro por haber ayudado a su amiga, ahora solo quedaba que se despertara, pues Cloe no tenía las fuerzas suficientes, por gastar tal cantidad de energía en curarla.
Sarah Foxxx
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Durante un buen rato estuve inconsciente, no recordaba casi nada, solo que después de la pelea noté que tenía el costado herido, y que empezaba a desangrarme. Sin poder hacer nada empecé a oír estruendo a mi alrededor, no sabía que ocurría, pero escuché hasta la coz de algún animal. De un momento a otro el ruido cesó.
Pocos minutos después escuché una voz que me pedía que no la dejara, no sabía si podría hacerlo. Después de unos segundos noté dos pequeñas manos en la herida del costado, que me hicieron gritar y retorcerme de dolor, noté como con ese gesto yo me empezaba a llenar de vida y de luz, sentía como mi piel se unía. Y de pronto noté que algo o alguien se caía sobre mí, con la misma me quedé dormida con la inconsciencia, al igual que la persona que se cayó sobre mí.
Después de no se ni cuantas horas, me empezaba a despertar, entreabría muy despacio mis ojos, noté a alguien sobre mí, cuando miré, era Cloe, -¿Que demonios hace ella aquí?, si la dejé en su cuarto acostada, ¿y como llegué aquí?, -dije para mi en bajo al no acabar de saber que ocurrió. Le puse mis dedos corazón y anular en su cuello, para comprobar que tenía respiración. No sabía si había luchado contra la gentuza de este lugar, o si intentó hacer algo para ayudarme y calló rendida, o que fue lo que ocurrió. Cuando por fin vi que tenía pulso, levanté mi cabeza.
Miré a mi alrededor, parecía que estaba desierto el lugar, no podía entender que ocurría. Me levanté despacio, para no tirar ni mover a Cloe, al levantarme sin dolor, levanté la camiseta para mirarme el costado, mientras me pasaba la mano, ya no había sangre, no había dolor, ni herida, simplemente se me curó la herida, sin mas. Aunque después al ver allí a Cloe intuí que debía ser cosa suya.
Me levanté muy despacio, con la pequeña Cloe en mis brazos, subiendo muy despacio las escaleras, pues tampoco estaba al 100%, estaba un poco débil. Miraba a mi alrededor, todo el mundo había desaparecido, no entiendo que ha ocurrido aquí dentro, si la lucha fue fuera. Subí a la habitación de Cloe, y la acosté en su cama, ella también debía de estar muy cansada, no se que hizo, pero me curó, y es algo que no voy a poder agradecerle lo suficiente, y mas estando al borde de la muerte.
Durante horas estuve sentada a su lado, poniendo algunos trapos de agua bien fría en su frente, suponía que así podría ayudarla a estar mejor, y mas con el calor que hacía en ese pantanoso lugar. Después de un rato, y de ver que estaba con mejor cara, aunque aun dormida, me dispuse a bajar a la cocina del hotel, para poder coger algo de desayuno, como todo estaba desierto simplemente campé a mis anchas por allí.
Al llegar a la recepción entré por la puerta que tenía al lado, era para el personal del lugar, mas adelante había algunas puertas, algunas eran para los empleados, para que pudieran cambiarse, y otra daba a la cocina, dentro la cocina estaba limpia, pero un poco desordenada. Una vez allí lavé primero mis manos, pues estaban con bastante sangré y barro, de la encarnizada lucha, después, cogí una bandeja, y puse dos vasos de leche, el mio en vez de vaso normal, cogí el vaso de una batidora sin las cuchillas, se parecería mas a un vaso en condiciones por mi tamaño, una fuente con algunos dulces, algo de mermelada de frutas y servilletas, agarré todo eso y volví a la habitación de Cloe, como la leche estaba fría no hizo falta que se despertase al momento.
Tapé los vasos y los dulces con unas cuantas servilletas, por si quedaban mosquitos, y encendí dos nuevas velas, como las que ya puse. Mientras esperaba a que se despertase, me miré por un instante al espejo, me di asco al verme llena de la sangre de aquella gente, así que antes de... lavarme como pudiese en aquel lugar, fui a revisar los cadáveres que yacían sin vida fuera del motel.
En cuanto llegué fui a por el mas grande, y último en matar, le rebusqué en los bolsillos, tenía una cartera con 300.000 berries, y agarré su hacha, hice lo mismo con los demás, entre todos recaudé los 300.000 del grandullón, y de los demás saqué en total unos 258.000 berries, los demás no llevaban armas en condiciones, así que solo cogí el dinero. Lo repartiría con Cloe cuando se despertase.
Cogí los cuerpos sin vida de toda aquella gente, y los tiré a las arenas movedizas, así se irían de una vez. Volví al cuarto de Cloe, me lavé allí como pude, lavé mi ropa, y la dejé secando en la ducha, me lavé tan bien como me fue posible. Me acerqué a Cloe tapando mi cuerpo con dos sabanas como si fuesen vestidos, ya que estaba desnuda, y me acerque a Cloe, agarrando sus manos con las mías. -En cuanto despiertes y comamos algo, nos vamos a largar de este maldito lugar, te llevaré a mi isla, si quieres venir, -le dije con una lagrima recorriendo mi mejilla, pues no podré agradecerle que me haya salvado la vida.
Pocos minutos después escuché una voz que me pedía que no la dejara, no sabía si podría hacerlo. Después de unos segundos noté dos pequeñas manos en la herida del costado, que me hicieron gritar y retorcerme de dolor, noté como con ese gesto yo me empezaba a llenar de vida y de luz, sentía como mi piel se unía. Y de pronto noté que algo o alguien se caía sobre mí, con la misma me quedé dormida con la inconsciencia, al igual que la persona que se cayó sobre mí.
Después de no se ni cuantas horas, me empezaba a despertar, entreabría muy despacio mis ojos, noté a alguien sobre mí, cuando miré, era Cloe, -¿Que demonios hace ella aquí?, si la dejé en su cuarto acostada, ¿y como llegué aquí?, -dije para mi en bajo al no acabar de saber que ocurrió. Le puse mis dedos corazón y anular en su cuello, para comprobar que tenía respiración. No sabía si había luchado contra la gentuza de este lugar, o si intentó hacer algo para ayudarme y calló rendida, o que fue lo que ocurrió. Cuando por fin vi que tenía pulso, levanté mi cabeza.
Miré a mi alrededor, parecía que estaba desierto el lugar, no podía entender que ocurría. Me levanté despacio, para no tirar ni mover a Cloe, al levantarme sin dolor, levanté la camiseta para mirarme el costado, mientras me pasaba la mano, ya no había sangre, no había dolor, ni herida, simplemente se me curó la herida, sin mas. Aunque después al ver allí a Cloe intuí que debía ser cosa suya.
Me levanté muy despacio, con la pequeña Cloe en mis brazos, subiendo muy despacio las escaleras, pues tampoco estaba al 100%, estaba un poco débil. Miraba a mi alrededor, todo el mundo había desaparecido, no entiendo que ha ocurrido aquí dentro, si la lucha fue fuera. Subí a la habitación de Cloe, y la acosté en su cama, ella también debía de estar muy cansada, no se que hizo, pero me curó, y es algo que no voy a poder agradecerle lo suficiente, y mas estando al borde de la muerte.
Durante horas estuve sentada a su lado, poniendo algunos trapos de agua bien fría en su frente, suponía que así podría ayudarla a estar mejor, y mas con el calor que hacía en ese pantanoso lugar. Después de un rato, y de ver que estaba con mejor cara, aunque aun dormida, me dispuse a bajar a la cocina del hotel, para poder coger algo de desayuno, como todo estaba desierto simplemente campé a mis anchas por allí.
Al llegar a la recepción entré por la puerta que tenía al lado, era para el personal del lugar, mas adelante había algunas puertas, algunas eran para los empleados, para que pudieran cambiarse, y otra daba a la cocina, dentro la cocina estaba limpia, pero un poco desordenada. Una vez allí lavé primero mis manos, pues estaban con bastante sangré y barro, de la encarnizada lucha, después, cogí una bandeja, y puse dos vasos de leche, el mio en vez de vaso normal, cogí el vaso de una batidora sin las cuchillas, se parecería mas a un vaso en condiciones por mi tamaño, una fuente con algunos dulces, algo de mermelada de frutas y servilletas, agarré todo eso y volví a la habitación de Cloe, como la leche estaba fría no hizo falta que se despertase al momento.
Tapé los vasos y los dulces con unas cuantas servilletas, por si quedaban mosquitos, y encendí dos nuevas velas, como las que ya puse. Mientras esperaba a que se despertase, me miré por un instante al espejo, me di asco al verme llena de la sangre de aquella gente, así que antes de... lavarme como pudiese en aquel lugar, fui a revisar los cadáveres que yacían sin vida fuera del motel.
En cuanto llegué fui a por el mas grande, y último en matar, le rebusqué en los bolsillos, tenía una cartera con 300.000 berries, y agarré su hacha, hice lo mismo con los demás, entre todos recaudé los 300.000 del grandullón, y de los demás saqué en total unos 258.000 berries, los demás no llevaban armas en condiciones, así que solo cogí el dinero. Lo repartiría con Cloe cuando se despertase.
Cogí los cuerpos sin vida de toda aquella gente, y los tiré a las arenas movedizas, así se irían de una vez. Volví al cuarto de Cloe, me lavé allí como pude, lavé mi ropa, y la dejé secando en la ducha, me lavé tan bien como me fue posible. Me acerqué a Cloe tapando mi cuerpo con dos sabanas como si fuesen vestidos, ya que estaba desnuda, y me acerque a Cloe, agarrando sus manos con las mías. -En cuanto despiertes y comamos algo, nos vamos a largar de este maldito lugar, te llevaré a mi isla, si quieres venir, -le dije con una lagrima recorriendo mi mejilla, pues no podré agradecerle que me haya salvado la vida.
Cloe
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Cloe dormía plácidamente en el torso enorme de Sarah, su piel era suave y tersa, además de estar muy blandita a pesar de no estar gorda. Cloe soñaba plácidamente y se encontraba mejor que en una cama súper mullida ahora mismo, sería difícil despertarla de su sueño provocado por el cansancio de sanar con sus poderes a su buena amiga ¿Quién iba a decir que dormir encima de una semi-gigante fuera a ser tan cómodo? Sarah parecía despertarse y comprobar que Cloe seguía con vida, pues la verdad es que cualquiera que la hubiera visto pensaría que estaba muerta.
Nada más comprobar que seguía con vida, la semi-gigante subió las escaleras hasta la habitación de Cloe y la deposito con cuidado en la cama para que durmiera tranquilamente. Sarah estuvo durante horas al lado de Cloe, esperando que despertara, mientras la iba poniendo trapos húmedos en la frente para que se refrescara por el enorme calor que había en ese lugar. De vez en cuando, Cloe gemía al sentir el trapo húmedo en la frente o al oír algún ruido fuerte, pero fugazmente se volvía a dormir.
A los pocos minutos, Cloe empezó a oler una agradable fragancia. El olor de las velas anti mosquitos y el suculento manjar que había traído Sarah de las cocinas, hacía que Cloe sonriera como una tonta en sueños, a pesar de no despertarse. Sin duda la pobre estaba muy agotada y lo que más necesitaba era descansar, aunque por el contrario su amiga no paraba de hacer cosas de un lado para otro.
Una de las veces en que apareció Sarah, volvió a la habitación con una enorme arma y una bolsa llena de berries que deposito al lado de la cama de Cloe ¿De dónde habría sacado eso?, después la semi-gigante que parecía que no podía parar de estar quieta se fue a lavar en aquel pequeño cuarto de baño. No sabría decirte si Cloe se despertó por los incesantes ruidos y golpes que provocaba su amiga en el baño o porque ya estaba harta de dormir, pero al final abrió los ojos como platos.
Nada más abrirlos se encontraba algo desorientada, pero al oler la velas y al ver a su amiga, semi-desnuda salir del baño, una sonrisa de oreja a oreja emano de su rostro. Cloe salto de la cama y la abrazó con fuerza a pesar de encontrarse aun con el cuerpo entumecido y la cara hinchada de tanto dormir. Empezó a llorar de felicidad al comprobar que su amiga estaba bien.
Cloe escuchó la sugerencia que le había propuesto su amiga, pero no la contesto al momento, primero necesitaba comer algo. Fue corriendo a la bandeja que trajo Sarah y se puso a devorar todo lo que había en ella, acabando con un gran sorbo de leche, aunque tuvo que echarse un poquito del vaso grande de Sarah, pues le sabía a poco la leche que le había traído.
-¿No sabía que tenías una isla?, pero me encantaría verla contigo. Además mi objetivo es viajar por el mundo visitando todas las islas que pueda.- dijo Cloe sonriendo a Sarah y dándola un fuerte abrazo de los suyos.
Nada más comprobar que seguía con vida, la semi-gigante subió las escaleras hasta la habitación de Cloe y la deposito con cuidado en la cama para que durmiera tranquilamente. Sarah estuvo durante horas al lado de Cloe, esperando que despertara, mientras la iba poniendo trapos húmedos en la frente para que se refrescara por el enorme calor que había en ese lugar. De vez en cuando, Cloe gemía al sentir el trapo húmedo en la frente o al oír algún ruido fuerte, pero fugazmente se volvía a dormir.
A los pocos minutos, Cloe empezó a oler una agradable fragancia. El olor de las velas anti mosquitos y el suculento manjar que había traído Sarah de las cocinas, hacía que Cloe sonriera como una tonta en sueños, a pesar de no despertarse. Sin duda la pobre estaba muy agotada y lo que más necesitaba era descansar, aunque por el contrario su amiga no paraba de hacer cosas de un lado para otro.
Una de las veces en que apareció Sarah, volvió a la habitación con una enorme arma y una bolsa llena de berries que deposito al lado de la cama de Cloe ¿De dónde habría sacado eso?, después la semi-gigante que parecía que no podía parar de estar quieta se fue a lavar en aquel pequeño cuarto de baño. No sabría decirte si Cloe se despertó por los incesantes ruidos y golpes que provocaba su amiga en el baño o porque ya estaba harta de dormir, pero al final abrió los ojos como platos.
Nada más abrirlos se encontraba algo desorientada, pero al oler la velas y al ver a su amiga, semi-desnuda salir del baño, una sonrisa de oreja a oreja emano de su rostro. Cloe salto de la cama y la abrazó con fuerza a pesar de encontrarse aun con el cuerpo entumecido y la cara hinchada de tanto dormir. Empezó a llorar de felicidad al comprobar que su amiga estaba bien.
Cloe escuchó la sugerencia que le había propuesto su amiga, pero no la contesto al momento, primero necesitaba comer algo. Fue corriendo a la bandeja que trajo Sarah y se puso a devorar todo lo que había en ella, acabando con un gran sorbo de leche, aunque tuvo que echarse un poquito del vaso grande de Sarah, pues le sabía a poco la leche que le había traído.
-¿No sabía que tenías una isla?, pero me encantaría verla contigo. Además mi objetivo es viajar por el mundo visitando todas las islas que pueda.- dijo Cloe sonriendo a Sarah y dándola un fuerte abrazo de los suyos.
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La miré completamente anonadada, no esperaba tanta gratitud, me sonreí rascándome la cabeza con los ojos cerrados. Era muy agradable ver su apetito, incluso le tuve que dar de mi leche, cosa que no me importó, no tenía muchas ganas de beber, así que le di lo que me sobraba.
-No, no es que sea mi isla, es donde naufragué cuando era pequeña, y es donde vivo, pero ser no es mía, no literalmente vamos, -me reí al ver que ya estaba mejor, y más con ese abrazo. Terminaba de tomar la poca leche que me apetecía beber.
Recogí mis cosas, el hacha del grandullón, y por supuesto las de Cloe, aun estaba un poco débil y no quería que cargase con las cosas. Apagué las velas, y me las llevé también, junto con el saco de dinero que recaudé entre todos los difuntos.
-Verás, recaudé el dinero de todos los fallecidos, había 558.000 berries, me gustaría darte la mitad, y a mayores, darte las gracias por salvarme, si no hubiera sido por ti estaría bajo tierra, -dije dejando las cosas en el suelo, agachándome para ponerme a su altura, y agarrándole las manos mientras le agradecía, después de eso, le di un abrazo muy suave, controlando la fuerza para no esmagarla.
Agarré de nuevo las cosas, y me dirigí a fuera, encaminándome al barco, si Cloe se sintiese cansada la llevaría en mi hombro, que fuese sentada. No me molestaría. Y con lo menuda que se ve, tampoco pesa gran cosa.
-Si te sientes cansada, por favor dímelo, yo te llevaré, por cierto, el dinero, son 279.000 berries para cada una, ¿te parece bien?, -le dije mientras íbamos por un camino ligeramente oscuro. Yo al ser tan alta algo aun veía, pero Cloe no se yo, incluso si sería capaz de verme a mí. Poco a poco empezó a verse luz, y vi mi barco.
-¿Ves ese barco?, ¿el de la esquina del todo?, ese es mi barco, a mi parece ya enorme teniendo mi altura, a ti te debe parecer coloso, -dije riéndome mientras me acercaba al barco.
-No, no es que sea mi isla, es donde naufragué cuando era pequeña, y es donde vivo, pero ser no es mía, no literalmente vamos, -me reí al ver que ya estaba mejor, y más con ese abrazo. Terminaba de tomar la poca leche que me apetecía beber.
Recogí mis cosas, el hacha del grandullón, y por supuesto las de Cloe, aun estaba un poco débil y no quería que cargase con las cosas. Apagué las velas, y me las llevé también, junto con el saco de dinero que recaudé entre todos los difuntos.
-Verás, recaudé el dinero de todos los fallecidos, había 558.000 berries, me gustaría darte la mitad, y a mayores, darte las gracias por salvarme, si no hubiera sido por ti estaría bajo tierra, -dije dejando las cosas en el suelo, agachándome para ponerme a su altura, y agarrándole las manos mientras le agradecía, después de eso, le di un abrazo muy suave, controlando la fuerza para no esmagarla.
Agarré de nuevo las cosas, y me dirigí a fuera, encaminándome al barco, si Cloe se sintiese cansada la llevaría en mi hombro, que fuese sentada. No me molestaría. Y con lo menuda que se ve, tampoco pesa gran cosa.
-Si te sientes cansada, por favor dímelo, yo te llevaré, por cierto, el dinero, son 279.000 berries para cada una, ¿te parece bien?, -le dije mientras íbamos por un camino ligeramente oscuro. Yo al ser tan alta algo aun veía, pero Cloe no se yo, incluso si sería capaz de verme a mí. Poco a poco empezó a verse luz, y vi mi barco.
-¿Ves ese barco?, ¿el de la esquina del todo?, ese es mi barco, a mi parece ya enorme teniendo mi altura, a ti te debe parecer coloso, -dije riéndome mientras me acercaba al barco.
Cloe
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Cloe escuchaba la historia de Sarah y la isla de donde se había criado algo embobada, después como por educación, se pusieron a recoger la habitación y a dejarla toda limpia y bien colocada, algo que sin duda no hacía falta, pero dado que por allí no aparecía ninguna chacha y los dueños parecían haberse volatilizado, decidieron que era lo mejor dado los problemas que habían dado en la isla. Sarah recogió todos los objetos y demás utensilios que había ido dejando en la habitación a lo largo de la estancia allí, alguno de los objetos eran tan grandes y pesados que Cloe los miraba con cara de alivio al no tener que cargarlos.
En el instante que estaban a punto de abandonar la habitación, Sarah empezó a contarle a Cloe lo que había hecho con los cadáveres y como había conseguido una gran cantidad de dinero con ello. En un principio fue molesto para Cloe, pero al hablarle de dinero su mente cambio por completo. Ella no era mala, no la gustaba robar ni hacer daño a los demás, pero el dinero era el dinero.
Después de aquello Sarah la abrazó fuertemente, algo que agradeció Cloe con ternura, pero sin darse cuenta en su mano tenía una jeringuilla llena de sangre. Cloe dio un pequeño gemido de pánico al ver que su cleptomanía había vuelto a hacer de las suyas, y esta vez robando la sangre de su amiga. Sin duda la llamaba demasiado la atención de tener una muestra de ADN de una semi-gigante, pero aquella reacción involuntaria era pasarse. Cloe escondió rápida la jeringuilla en su bolso y decidió no darle importancia al asunto dado que Sarah parecía no haberse dado cuenta del diminuto pinchazo.
Continuaron su viaje bajando las escaleras del motel y hablando de sus cosas, la verdad parecía que había caído una epidemia en aquel lugar, pues no se veía rastro de vida por ningún lado, a excepción de los mosquitos que seguían incordiando de vez en cuando.
Cuando iban de camino Cloe empezó a sentirse algo cansada, y Sarah parecía darse cuenta.-Creo, que si necesito que me lleves. Lo siento por no ayudarte, vas cargada como una mula y encima me tienes que ayudar.- Sarah no parecía molesta y se agachó para que Cloe se pudiera subir, lo que nadie se esperaba es que Cloe trepara como un mono por el brazo de Sarah hasta acabar sentada en el hombro de esta con suma facilidad.
Toda aquella imagen fue muy extraña, pero la verdad es que Cloe estaba ilusionada por ver el mundo desde la perspectiva de su amiga. Todo desde allí arriba se veía totalmente diferente, el mundo parecía más pequeño y la sensación de superioridad era genial, sin duda a Cloe le hubiera gustado ser tan alta como Sarah, a pesar de los enormes inconvenientes que eso tuviera.
Gracias a las enormes zancadas de Sarah, llegaron en un periquete al puerto donde se avistaba un barco colosal de medidas gigantescas. Cloe no pudo evitar hacer un "Uaaahalaaa" al ver aquel ser gigantesco sobre el mar. -¿Ese es tu barco? Es genial. Y respecto al dinero me parece bien.- dijo Cloe con una sonrisa picarona.
A los pocos minutos atravesaron el puerto y se pusieron rumbo a alta mar, aunque la verdad es que era Sarah la que hacía todo el trabajo, mientras Cloe observaba desde una escalera gigante que era más parecida a la pared de una casa o un precipicio. No podía imaginarse lo fantástico que era estar en aquel barco gigantesco, haciéndola parecer a ella una diminuta hormiga. De repente pensó que Sarah podría olvidarse de ella y la pudiera aplastar sin querer, pero rápidamente sus pensamientos se marchitaron a ver a su amiga sonreírla mientras tripulaba el timón de aquel barco.
En el instante que estaban a punto de abandonar la habitación, Sarah empezó a contarle a Cloe lo que había hecho con los cadáveres y como había conseguido una gran cantidad de dinero con ello. En un principio fue molesto para Cloe, pero al hablarle de dinero su mente cambio por completo. Ella no era mala, no la gustaba robar ni hacer daño a los demás, pero el dinero era el dinero.
Después de aquello Sarah la abrazó fuertemente, algo que agradeció Cloe con ternura, pero sin darse cuenta en su mano tenía una jeringuilla llena de sangre. Cloe dio un pequeño gemido de pánico al ver que su cleptomanía había vuelto a hacer de las suyas, y esta vez robando la sangre de su amiga. Sin duda la llamaba demasiado la atención de tener una muestra de ADN de una semi-gigante, pero aquella reacción involuntaria era pasarse. Cloe escondió rápida la jeringuilla en su bolso y decidió no darle importancia al asunto dado que Sarah parecía no haberse dado cuenta del diminuto pinchazo.
Continuaron su viaje bajando las escaleras del motel y hablando de sus cosas, la verdad parecía que había caído una epidemia en aquel lugar, pues no se veía rastro de vida por ningún lado, a excepción de los mosquitos que seguían incordiando de vez en cuando.
Cuando iban de camino Cloe empezó a sentirse algo cansada, y Sarah parecía darse cuenta.-Creo, que si necesito que me lleves. Lo siento por no ayudarte, vas cargada como una mula y encima me tienes que ayudar.- Sarah no parecía molesta y se agachó para que Cloe se pudiera subir, lo que nadie se esperaba es que Cloe trepara como un mono por el brazo de Sarah hasta acabar sentada en el hombro de esta con suma facilidad.
Toda aquella imagen fue muy extraña, pero la verdad es que Cloe estaba ilusionada por ver el mundo desde la perspectiva de su amiga. Todo desde allí arriba se veía totalmente diferente, el mundo parecía más pequeño y la sensación de superioridad era genial, sin duda a Cloe le hubiera gustado ser tan alta como Sarah, a pesar de los enormes inconvenientes que eso tuviera.
Gracias a las enormes zancadas de Sarah, llegaron en un periquete al puerto donde se avistaba un barco colosal de medidas gigantescas. Cloe no pudo evitar hacer un "Uaaahalaaa" al ver aquel ser gigantesco sobre el mar. -¿Ese es tu barco? Es genial. Y respecto al dinero me parece bien.- dijo Cloe con una sonrisa picarona.
A los pocos minutos atravesaron el puerto y se pusieron rumbo a alta mar, aunque la verdad es que era Sarah la que hacía todo el trabajo, mientras Cloe observaba desde una escalera gigante que era más parecida a la pared de una casa o un precipicio. No podía imaginarse lo fantástico que era estar en aquel barco gigantesco, haciéndola parecer a ella una diminuta hormiga. De repente pensó que Sarah podría olvidarse de ella y la pudiera aplastar sin querer, pero rápidamente sus pensamientos se marchitaron a ver a su amiga sonreírla mientras tripulaba el timón de aquel barco.
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