Rojo Y Negro [Nostariel y Zero] [Pri.Pasado]

Un día bastante bonito. El Sol relucía en el cielo con fuerza, pero sin llegar a ser molesto. Eran las ocho de la mañana, y en la isla del puño mucha gente dormía. El sonido de los pájaros cantando inundaba los bosques de la zona, y por supuesto aquellos cuatro pueblos que formaban la isla. Los trabajadores ya estaban abriendo sus tiendas por doquier, y los panaderos llevaban un par de horas en pie. La vida parecía ir tranquila, y eso solía ser bastante agradable a decir verdad. Un suspiro fue lo siguiente que se escuchó en un puente que separaba un pueblo de otro. El objeto que permitía el paso era de color rojo con matices azules. Sobre él podía verse una persona caminando con toda la calma del mundo.

Poseía un peinado poco común, estando formado este por tres mechones pinchudos apuntando a la izquierda, y otros cuatro a la derecha. El tono del cabello era oscuro como la noche. Los ojos eran del mismo color, pero la piel era un podo pálida, y eso lo hacía resaltar un poco más. El chico vestía con un kimono de combate de color naranja, unos guantes azulados, y unas botas del mismo color. Se trataba del cazador conocido como Zero, el hijo de Drake. Esta información solo la conocía Krauser, y por ello nadie sabía sobre él. A parte de algunos idiotas del gobierno mundial, pero no podían arrestarle por los crímenes de su padre. Era la única cosa que el jodido Cipher Pol había hecho bien. Al menos el luchador supo apreciar aquello por parte de aquellos inútiles.

En esos momentos, el joven se dirigía hacia uno de los gimnasios de la zona. No para entrenar, más bien porque debía recaudar información sobre un criminal que llevaba tiempo persiguiendo, Hitaro. Su presa era un animal parlante, exactamente un hombre zorro. Decían que su capacidad combativa era buena, y por ello le gustaba ejercitarse en aquella isla. El cazador tenía claro que debía cazarlo, y llevar el dinero a las arcas de Nameles. Jung estaba un poco desaparecido últimamente, con lo de aquella estúpida religión o algo así. A él no le gustaba aquello, y por ello se dedicaba a lo suyo con toda la calma del mundo.

La isla del puño, escuela de luchadores, cuna de maestros y lugar con abundancia de presas agiles y fuertes. La isla acababa de pasar por una guerra, aun así, rebosaba vida y trafico mercante desde que oficialmente el imperio y el gobierno estuvieran en paz. Esa paz, fue la que hizo que me decidiera a venir a la isla, quería preservarla y según tenía entendido un animal parlante causaba algún que otro alboroto. Me había fijado en el por ser el que mayor recompensa tenia, al menos de los que había logrado identificar en aquella isla.

Había alquilado una habitación en una posada en el centro, lo que me permitía moverme con la proyección astral por casi los cuatro pueblos enteros. A pesar de ello, no había localizado al animal. Esa mañana había salido sin la proyección, necesitaba tomar el aire y estirarme. Por el camino un chico joven distrajo mi atención, su peinado y atuendos, fuera de lo común en esa isla, o en cualquiera, estaba cruzando el puente y pronto nos encontraríamos. Hice un repaso mental rápido de los carteles, él no estaba en ellos. Aunque me resultaba familiar por algún motivo.

-Disculpa, ¿Nos conocemos de antes? –Le abordé cuando llegó al final del puente. – tengo la sensación de haberte visto antes, ¿Frecuentas los tablones de recompensa?

El luchador continuaba caminando con una expresión tranquila, y calmada. En su rostro no se notaba nerviosismo ni nada por el estilo. Últimamente estaba volviéndose un poco más rebelde, y eso era debido a sus entrenamientos. No lograba derrotar a su padre, de hecho, no conseguía ni hacerle un mero rasguño. Aquello estaba provocando que su enfado lo pagase con los criminales, pero eso no era nada malo. Ellos merecían ese trato por molestar al planeta con sus osados crímenes. Era la actual forma de pensar de aquel chico, el cual caminaba cada vez más deprisa, notándose poco a poco en su rostro una sonrisa siniestra.

No tardó mucho en ver a una mujer un poco peculiar frente a sus ojos. El moreno alzó una ceja, y continuó su camino de forma calmada. De repente escuchó la voz de dicha persona. El lobo rojo se frenó de golpe, mirando entonces a la pelirroja. Se quedó analizándola unos segundos, buscando una respuesta a su pregunta. No la encontró, pues no le sonaba de nada. En ese momento pensó que a lo mejor podía haber visto el cartel de su padre, o simplemente haberle visto a él en los tablones. Solía frecuentarlos, pero no duraba más de cinco minutos en ellos. La expresión del chico cambió a una un poco más seria. Esperaba que no se tratase de una enemiga.

Zero activó su haki de observación, dejándolo expandirse por toda el área posible. En ese momento quedó asombrado, y eso hizo que pasara de la pregunta de la chica, y la mirase de forma siniestra. – Tu poder de combate es superior al mío. Debes ser una oponente formidable, pelirroja. – Poco a poco, el cazador comenzó a caminar hacia ella de forma lenta. No apartaba su mirada de los ojos de la mujer. Cuando estuvo cerca de ella, se cruzó de brazos. – Me llamo Zero Lars, cazador de recompensas. No me suenas de nada, pero estoy seguro de que no me desagradaría conocerte. – Pese a que parecía una clara intención de ligar, el moreno estaba interesado en ella por el poder que desprendía.

Al parecer el joven podía averiguar las capacidades combativas de los demás, ¿Poseería también el don de sentir? De cualquier modo, su mirada, clavada en mis ojos durante el corto espacio que nos separaba me dejó claro que era confiado y audaz, un cazador. Que después, como él mismo me comunicó, resulto ser de la misma profesión que yo, cazador de recompensas. Se presentó como Zero Lars, insinuando que no le importaría ligar conmigo después.

-Encantada Zero, mi nombre es Nostariel, cazadora de recompensas también, seguramente nos hallamos cruzado cerca de algún tablón y por eso me sonabas. ¿Estás aquí por alguna presa en particular o por los lugares de entrenamiento?

Nunca me había importado compartir una presa, pero a otros sí, por lo que cuanto antes aclarara ese punto con el chico, antes podría quitarme una preocupación de la cabeza. No parecía de los cazadores sucios, que interfieren o intentan eliminar la competencia, pero siempre es mejor prevenir que luego tener que curar.

Nota 1: Llevo las armas gemelas en el cinto y en la espalda el arma legendaria a dos manos, por si lo necesitas saber.

La pregunta de aquella pelirroja hizo al luchador mostrar una sonrisa ladeada. Al parecer tenía interés en ver si estaba por una presa, y eso solo quería decir dos cosas. O ella también lo estaba, o por el contrario quería formar parte de aquella cacería. Al joven no le desagradaba tener que compartir, pues buscaba el castigo para los criminales. Ahora conocía el nombre de aquella cazadora, y por ello podía llamarla por su nombre.

- Hitaro, el zorro. Estoy buscando a ese ser despreciable ¿Me acompañaríais en esta caza?

Dijo en un tono de nuevo siniestro mientras apretaba ambos puños, ansioso por la batalla contra aquel tipo. Ahora que pasó la pregunta, debía volver al tema principal que le interesaba, sentir aquellas armas de la mujer en su cuerpo si era necesario. No podía evitar sentirse atraído por la gente poderosa en el tema más estricto de la emoción. La miró fijamente, y después de mirar bien por todo su cuerpo (buscando más armas) decidió que se trataba de una guerrera que usaba armas blancas en lugar de puños o pistolas.

- ¿Me aconsejaría algún método de entrenamiento de los que usted use? Se le ve una guerrera impresionante, y por ello quiero aprender más sobre ti, Nosti-chan.

Dijo como apelativo cariñoso mientras la miraba esperando una respuesta.

-Me encantaría acompañarte, seguro que es interesante e instructivo para ambos combatir a un hombre tan despreciable como ese.

Mientras se lo decía podía ver como el joven me recorría con la mirada, parándose especialmente en las armas, lo que me llevó a pensar, junto con sus anteriores comentarios que estaba más interesado en ellas que en mi cuerpo, lo que le libro de ser perseguido por un Negative Hollow. Cuando terminó me hizo una pregunta, justo como había supuesto era un cazador muy interesado en mejorar y en la justicia, lo que me agradaba mucho.

-Podemos hablar mientras caminamos, no me gusta hacer esperar a los criminales. –Le comente sonriendo. – Pues veras, los bosques son buenos lugares de entrenamiento, dispones de infinidad de rutas con sus propios obstáculos que te harán mejorar. Y en la mayoría siempre hay animales peligrosos que puedes intentar cazar para que te sirvan de cena, o tu a ellos si fracasas. Tu no usas armas de filo, los arboles pueden ser excelentes para aumentar la dureza de tus puños. ¿Cómo has entrenado hasta ahora?

El moreno sonrió de lado cuando la muchacha aceptó ir con él en busca de aquel criminal. Al parecer no iba a estar solo ese día. Entonces empezó a caminar junto a ella mientras mantenía la cabeza alta, y mirando al frente en todo momento. A veces ojeaba el cabello de la muchacha, dándose cuenta del matiz rojo sangriento que poseía. Eso le hacía sentirse un poco celoso, a lo mejor debía teñirse el cabello de aquel color tan atractivo.

A continuación, la chica empezó a comentarle la ventaja de los entrenamientos en los bosques. Además de que los animales salvajes proporcionaban cena, podía usar los troncos para mejorar la dureza de sus puños. Aquello sin duda le hizo mostrar una expresión agradable. No siempre le daban consejos tan buenos. Por el momento pensaba contestar a la pregunta de la chica con la pura verdad, con los entrenamientos que su padre le sugería.

- Cien flexiones, cien abdominales, cien nominadas, correr treinta kilómetros al día. Todo eso he tenido que hacer desde que tengo catorce años, por lo que he podido desarrollar mi cuerpo todo lo posible en el tema de la musculatura.

Mencionó al mismo tiempo que mostraba una sonrisa sádica. No tardó entonces en darse cuenta que frente a ellos había un hombre tirado en el suelo. Zero ladeó un poco la cabeza, y no tardó en acercarse a él. Tenía numerosos cortes en el pecho, y un profundo tajo en la garganta, además parecía haber recibido golpes por la zona de los brazos, pues estaban llenos de moratones. El tipo estaba muerto, y aquello hizo que el luchador mirase a la pelirroja de forma un poco seria.

- Esa escoria ha tenido que pasar por aquí hace poco, aún sale sangre de la herida principal del cuello.

Mencionó entonces liberando su haki de observación en el máximo rango posible que le permitía su capacidad.

El entrenamiento que el cazador me describió era puramente físico, lo que me hizo suponer, junto a la falta de armas visible que sería algún tipo de luchador. Aunque la verdad, el entrenamiento me vendría bien para aumentar mi fuerza física y la velocidad, algo que estaba viendo que era muy necesario. Antes de poderle contestar me fije en un cuerpo tirado en el suelo, tenía diversos cortes y uno más profundo en el cuello. El arma usada debía tener buen filo y no demasiada longitud, una daga o una katana pequeña encajarían a la perfección.

-Tienes razón, y a juzgar por los cortes, tan limpios y precisos, nuestro enemigo maneja una daga a una katana de pequeño tamaño con bastante soltura. ¿Tienes algún medio para detener armas cortantes? –Pregunté curiosa y algo preocupada por su integridad física.

Mientras esperaba un respuesta generé un par de fantasmas espía para que barrieran la zona en un espiral hacía fuera. Mientras tanto active el mantra para ver si lo podía captar cerca de nuestra posición, tras lo que busque pistas por el suelo a ver si averiguaba algo y redirigía a los espías.

Zero mostró una sonrisa ladeada cuando la pelirroja le hizo aquella pregunta. Una forma de defenderse de armas con los puños y piernas no era muy buena, pero de todas formas, Zero tenía sus propios métodos para combatir y defenderse. Se quitó la mochila con calma, y de ella sacó unos nunchakus hechos de acero. Los tomó con cuidado y lo siguiente que hizo fue relamerse despacio. También se colocó en la mano derecha un guantelete eléctrico. El otro prefería mantenerlo escondido. Hizo unas cuantas filigranas con aquella arma de estilo marcial y después de eso asintió con la cabeza.

- No tengo problema con ello. Mi haki armadura hará el resto, de modo que podremos pelear sin problema alguno.

Una vez dijo aquello, le hizo una señal a la chica guiñándole el ojo, pues había detectado un par de presencias de nivel similar al suyo cerca. Su haki había encontrado a sus objetivos y seguramente estaban por atacar. Miró entonces hacia unos arbustos y de estos salieron unos cuantos dardos directos a por el moreno. De un movimiento rápido, desvió la trayectoria de ellos, emitiendo una risa siniestra. Podía percibir a dos tipos en vez de uno, y encima no parecían querer dar la cara. Aquello hizo que el guepardo apretase el puño derecho, formando unas leves chispas eléctricas.

- Será mejor que salgáis, o de lo contrario no os aseguro vuestra supervivencia de camino a la prisión del gobierno mundial.

En cuanto active el mantra detecte dos presencias tras unos arbustos, no le hice mucho al considerar que debían ser niños jugando o alguna cosa del estilo. En mi isla natal solíamos espiar a los mayores desde arbustos para ver que hacían. La cosa cambio cuando escuche hablar a mi compañero, por su tono y lo que decía debían de haberle atacado. Saqué las Dansu Furies, imbuyéndolas con dos mini hollows.

Ahora que estaba lista para atacar vi salir a dos hombres de los arbustos. Uno portaba una cerbatana y el otro una katana normal. Al parecer plantarían cara y no harían caso de las advertencias de mi nuevo compañero de pelea. Uno era el tipo que buscábamos, el otro sería su compinche, o un matón contratado como protección. En cualquiera de los casos, esto acabaría muy mal para ellos.

-¿Con cuál prefieres divertirte compañero? – Le pregunté a Zero mientras mantenía el mantra activo para no ser sorprendida.

Finalmente aquellos dos idiotas salieron de sus escondites. El criminal estaba allí, junto a un imbécil que poseía una cerbatana. Ese provocó el mosqueo del moreno. Una jodida arma a distancia y seguramente envenenada. Eso hizo que una sonrisa siniestra se formara en su rostro. Era el momento de mostrar su furia a la hora de los combates. Escuchó las palabras de la pelirroja y simplemente guardó silencio. Ella misma podría ver quién era su objetivo cuando se lanzara sin piedad por él. Se relamió despacio y soltó un leve suspiro. Era el momento de la verdadera diversión.

Sin pensárselo más, activó su aura dorada y sus cabellos tomaron una forma puntiaguda, además cambiaron a un color amarillo y sus orbes pasaron a ser verdosos. Su musculatura aumentó bastante y su poder pasó a ser bastante grande. Sin pensárselo ni un momento, se lanzó a por el tipo de la cerbatana y de un simple puñetazo en el estómago hizo que su oponente quedase con los ojos en blanco. Aquel imbécil escupió algo de saliva y después quedó tirado en el suelo totalmente inconsciente. No le había dado tiempo a reaccionar. En el rostro de Zero pudo verse una sonrisa siniestra.

- Nada puedes hacer frente a un súper guerrero…

Una vez dijo aquello, se desplazó tras el otro criminal y de una patada violenta lo tiró al suelo frente a la pelirroja. Pensaba ver aquel duelo entre los dos y no iba a dejar que el payaso escapase de ninguna forma. Ahora iba a disfrutar un poco y no tardó en relamerse despacio. Quería disfrutar de un pequeño pero intenso encuentro entre su improvisada compañera y aquel sucio criminal armado con una katana.

Zero usó algún tipo de habilidad que lo cambió físicamente, cambiándole el color del pelo y aumentando su poder y velocidad. En un abrir y cerrar de ojos dio buena cuenta del tipo de la cerbatana, derribándolo con un solo puñetazo en el estómago. Bueno, eso me dejaba al de la katana a mí. Comenzando a mover los pies, como si de una danza tribal se tratara, luego acompañe este movimiento con el de los brazos.

-Es hora de la danza, animal. – Le dije antes de avanzar, lanzándoles las dos ondas de los mini hollow en sucesión y acompasada con los movimientos del baile.

Las ondas impactaron a la vez en su arma, que se mello donde estas golpearon. La explosión consiguiente debida a los fantasmas hizo soltar un grito de dolor al tipo. Estas explosiones, aunque no fueran muy potentes, al estar tan cerca de las manos desnudas provocaron unas buenas heridas en las mismas, causando los gritos. Termine los movimientos de la danza dejando una de las armas en su cuello, mirándolo a los ojos esperando que se rindiera.

-No debiste haber matado a esa gente, ahora vas a pagar por ello, ríndete o muere. – no le gustaba matar sino era necesario, pero no le temblaría la mano si el tipo se empeñaba en seguir peleando.

Zero permaneció en silencio observando todo lo que estaba pasando. El combate parecía ser interesante y la pelirroja ejecutaba movimientos que le dejaron algo impresionado, sin duda quería saber sobre aquella mujer. Se notaba que era un amante de los combates en todo su esplendor. Ella dejó al hombre vivir y tras hacerle aquella pregunta, una carcajada salió de la boca del luchador. El rubio aumentó su aura con fuerza y tras unos leves momentos la anuló de nuevo. Su cabello volvió a ser oscuro y la forma de siempre. Se remangó un poco y comenzó a caminar despacio hacia donde estaba su objetivo. Se quedó al lado de la pelirroja y el criminal.

- Por favor, di que prefieres la muerte. No creo que merezcas continuar en el mismo mundo en el que piso yo. Aunque si te rindes, vivirás con la vergüenza de esto.

Mencionó Zero dándole un leve guantazo en la mejilla y soltando una carcajada siniestra. Acto seguido se separó un poco y esperó a ver lo que decidía la pelirroja. Aquella presa era de ella y no le correspondía a él tomar la decisión. Se quedó de brazos cruzados mientras esperaba una respuesta y simplemente se relamió despacio.

La situación le parecía realmente divertida y estaba en un modo de curiosidad increíble. Explosiones, armas rotas, fantasmas y gritos. Parecía ser un estilo más basado en lo oculto que en lo físico, pero Zero era fan de las luchas entre todos los estilos. Aunque odiaba las armas de fuego, no eran nada elegantes. Debió heredar aquello de su padre. Soltó un pequeño suspiro y permaneció atento a los movimientos de la joven.

El maleante se tiró al suelo temblando, posiblemente de miedo por los fantasmas, las explosiones de la nada y los cortes. Mi compañero parecía preferir matarlo allí, pero ya estaba indefenso y en suelo. Matarlo así sería un crimen como los que ese hombre había cometido, y no podría permitirlo. Aun así, podría lanzarle uno de los negative para que su estado fuera pésimo, pero tendríamos que aguantarlo todo el viaje así que, mejor pensado, no usarlos.

-Parece que el miedo ha podido con él, incluso puede que se lo haya hecho encima por el tufillo que llega hasta aquí ¿No crees Zero? – Le comenté al otro cazador. – Será mejor llevarlo cuanto antes al cuartel y que se encarguen los marines de limpiarlo, que pringuen un poco.

Esperaba que mi compañero estuviera de acuerdo con el plan y arrastráramos a aquel despojo humano hasta el centro de detención más cercano y cobráramos su recompensa. Cuanto menos tuviéramos que olerlo y soportarlo mejor que mejor.

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