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Akuma no mi
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El humilde príncipe de Ávalon, que huía de su destino, consiguió echarse a la mar de incognito junto a su caballo, brisa fresca. El camino fue largo y no estaba acostumbrado a navegar, vomitó un par de veces en el transcurso del viaje hasta que su cuerpo se acostumbro. Las gentes con las que viajaba, al parecer, se dedicaba a negocios turbios, pues en la bodega de aquel colosal navío se escuchaban chillidos y llantos. ¿Qué ocurría allí? ¿Acaso me encontraba envuelto en algún tipo de secuestro? ¿Era un barco de esclavistas? En fin, no tenía ni idea, pero tampoco podía hacer nada. ¿Qué iba a hacer? ¿Enfrentarme a todos ellos y luego navegar a la deriva? Sonaba absurdo. Hice oídos sordos y seguí en la cubierta, mirando al horizonte, mientras nos acercábamos a una isla.
Entonces, se paró el barco, dejó de correr el aire.
-¿Qué ocurre, señor? –pregunté a un hombre de cabellos anaranjados que estaba sentado cerca de mi persona–. ¿Porqué hemos parado el barco?
Entonces, se paró el barco, dejó de correr el aire.
-¿Qué ocurre, señor? –pregunté a un hombre de cabellos anaranjados que estaba sentado cerca de mi persona–. ¿Porqué hemos parado el barco?
Osuka Sumisu
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A las cercanías de Rusukaina se encontraba el barco donde se encontraba un escuadron revolucionario liderados por mí, pocas veces me habían dado estas responsabilidades pero me alegraba que pusieran esas confianzas. A pesar de que era un gran navío, solo unos pocos nos adentraremos en la isla, que según las fuentes estaba deshabitada. Nuestro objetivo era buscar cazadores furtivos. Si tuviera que decir que diferencia hay al resto de islas a esta, seria que muchas de los animales podrían asomar la cabeza por la cubierta del tamaño que tenían. Esas fieras podían dar muchos problemas en todos los sentidos si eran vendidas al hombre equivocado.
Un soldado se me acercó en la cubierta mientras observa la isla desde proa.
- Sargento, el cazador que capturamos no nos quiere dar más información sobre la ubicación exacta de sus compañeros en la isla
- Normal, os he visto cómo le pegaban hasta en las fotos familiares, tanta violencia hace callar cualquiera…
- Pues cuando cantó en que isla estaban funciono...
- Entonces el pobre solo es un mandado; él se llevaba a las fieras en la costa y no hacía preguntas. Cuando nos ocupemos del resto nos los llevaremos a todos a unos de los asentamientos y ya se ocuparan los altos cargos
El navío se detuvo lo suficientemente cerca como para que pudiéramos llegar a la orilla andando, cuando una persona me pregunto el porque nos detuvimos. Al principio no sabia quien era pero me acorde que habíamos recogido a alguien a cambio de unos berries. Lo más insinuar es que me llamara señor. ¿Tan viejo me estaba haciendo la revolución?
- Tenemos algo pendiente que hacer aquí, por lo que no volveremos a desembarcar hasta que volvamos.- junto a una docena de hombres baje del barco hundiendo hasta las rodillas en el agua marina, que me dejaba algo flojo pero aguantable y nos dirigirnos a la orilla para luego adentrarse en la selva.- ¿Te quieres venir? Esperarnos en el barco puede resultar algo aburrido.
No estaba de más pedir algún par de manos de más en el grupo. Además, cosas como estas hacían que muchos civiles se motivaran a unirse a nuestra causa.
Un soldado se me acercó en la cubierta mientras observa la isla desde proa.
- Sargento, el cazador que capturamos no nos quiere dar más información sobre la ubicación exacta de sus compañeros en la isla
- Normal, os he visto cómo le pegaban hasta en las fotos familiares, tanta violencia hace callar cualquiera…
- Pues cuando cantó en que isla estaban funciono...
- Entonces el pobre solo es un mandado; él se llevaba a las fieras en la costa y no hacía preguntas. Cuando nos ocupemos del resto nos los llevaremos a todos a unos de los asentamientos y ya se ocuparan los altos cargos
El navío se detuvo lo suficientemente cerca como para que pudiéramos llegar a la orilla andando, cuando una persona me pregunto el porque nos detuvimos. Al principio no sabia quien era pero me acorde que habíamos recogido a alguien a cambio de unos berries. Lo más insinuar es que me llamara señor. ¿Tan viejo me estaba haciendo la revolución?
- Tenemos algo pendiente que hacer aquí, por lo que no volveremos a desembarcar hasta que volvamos.- junto a una docena de hombres baje del barco hundiendo hasta las rodillas en el agua marina, que me dejaba algo flojo pero aguantable y nos dirigirnos a la orilla para luego adentrarse en la selva.- ¿Te quieres venir? Esperarnos en el barco puede resultar algo aburrido.
No estaba de más pedir algún par de manos de más en el grupo. Además, cosas como estas hacían que muchos civiles se motivaran a unirse a nuestra causa.
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Aquel individuo era un hombre importante, pues le llamaron sargento. No era marines, eso seguro, sólo había que verlos; parecían pordioseros. Por ello tampoco eran mercenarios, pues muchos vivían como nobles, gracias a la gran cantidad de dinero que les daba el gobierno por tener el mar en paz. Entonces, ¿Quiénes eran?
El barco comenzó a moverse de nuevo, al parecer habían encendido unas turbinas que se encontraban bajo la parte trasera del casco, que hacía que el navío se moviera aún más rápido que antes.
“Podrían haberlo accionado desde el primer momento, no nos hubiéramos retrasado tanto” –discurrió mientras se cruzaba de brazos.
Cuando el pelirrojo se dignó a contestar al Jaiden, había pasado un buen rato. Estaban muy cerca de la isla, a un par de minutos a nado. Sin embargo, si estaba en el lugar que él creía ir nadando sería un suicidio, pues estarían rodeados de bestias marinas de todo tipo. Sólo un loco haría tal cosa.
-¿Algo importante? –pregunté–. ¿Qué clase de cometido nos desvía de nuestro rumbo si se puede saber? –inquirí.
Aquel sujeto no contestó, ¿qué secreto guardaría? ¿Tendría algo que ver con los gritos de la bodega? El príncipe cada vez tenía más preguntas y sabía que no era oportuno preguntar, lo mejor iba a ser callar, escuchar y unir cabos.
Aceptando la oferta del sargento de ir con ellos, después de que el barco se hubiera aproximado todo lo que podía a aquella isla, aparentemente salvaje por la gran cantidad de vegetación que tenía, todos bajaron del navío. El peliazul se lo pensó un par de veces, algo no le daba buena espina en la isla, pero hizo de tripas corazón y bajó. Se adentraron en la isla, llegando a una frondosa selva. Los sonidos de diversos animales se escuchaban por los alrededores, haciendo que todos estuvieran alerta. Llegaron a una extraña cueva con tres aberturas.
-Es por aquí –dijo uno de ellos, señalando la entrada de la izquierda.
El barco comenzó a moverse de nuevo, al parecer habían encendido unas turbinas que se encontraban bajo la parte trasera del casco, que hacía que el navío se moviera aún más rápido que antes.
“Podrían haberlo accionado desde el primer momento, no nos hubiéramos retrasado tanto” –discurrió mientras se cruzaba de brazos.
Cuando el pelirrojo se dignó a contestar al Jaiden, había pasado un buen rato. Estaban muy cerca de la isla, a un par de minutos a nado. Sin embargo, si estaba en el lugar que él creía ir nadando sería un suicidio, pues estarían rodeados de bestias marinas de todo tipo. Sólo un loco haría tal cosa.
-¿Algo importante? –pregunté–. ¿Qué clase de cometido nos desvía de nuestro rumbo si se puede saber? –inquirí.
Aquel sujeto no contestó, ¿qué secreto guardaría? ¿Tendría algo que ver con los gritos de la bodega? El príncipe cada vez tenía más preguntas y sabía que no era oportuno preguntar, lo mejor iba a ser callar, escuchar y unir cabos.
Aceptando la oferta del sargento de ir con ellos, después de que el barco se hubiera aproximado todo lo que podía a aquella isla, aparentemente salvaje por la gran cantidad de vegetación que tenía, todos bajaron del navío. El peliazul se lo pensó un par de veces, algo no le daba buena espina en la isla, pero hizo de tripas corazón y bajó. Se adentraron en la isla, llegando a una frondosa selva. Los sonidos de diversos animales se escuchaban por los alrededores, haciendo que todos estuvieran alerta. Llegaron a una extraña cueva con tres aberturas.
-Es por aquí –dijo uno de ellos, señalando la entrada de la izquierda.
Osuka Sumisu
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Con el chaval del pelo azul accediendo a acompañarles en la operación, aunque el demonio plateado solo iba a dejarle mirar como actuaban los profesionales. Lo ultimo que quería es que un civil cualquiera muriese y que el se comiera el el marrón, además del sentimiento de culpa, claro esta.
Llegaron a una extraña cueva de tres aperturas, donde según uno de los soldados indico que era por la entrada derecha.
- De acuerdo, que dos equipos de dos hombres vayan por los otros caminos por si acaso mientras el resto vamos por el derecho. Si no encontráis nada reuniros con nosotros lo antes posible-. indicó Osuka mientras dos soldados se iban al camino de la derecha y otros dos al del centro.
Ya dentro de la cueva, el pelo anaranjado indico con un gesto que unos de los revolucionarios sacara de una la bolsa unas cuantas bengalas y las repartiera entre algunos, incluido a aquel chaval. No era mucho, pero lo suficiente como para que estuvieran iluminados por unas tenues luces rojas de las bengalas.
- Espero que no seas claustrofóbico, porque yo no lo soy y me esta poniendo los pelos de punta este sitio-. Se giro mientras caminaba y le ofreció la mano como saludo.- Casi se me olvida, soy Osuka pero puedes llamarme Osu. No me gusta las formalidades. ¿Que te hizo venir a gastar tu dinero a nuestro barco para que te llevemos...? Esto... ¿Como te llamabas? Soy muy malos con los nombres...
Llegaron a una extraña cueva de tres aperturas, donde según uno de los soldados indico que era por la entrada derecha.
- De acuerdo, que dos equipos de dos hombres vayan por los otros caminos por si acaso mientras el resto vamos por el derecho. Si no encontráis nada reuniros con nosotros lo antes posible-. indicó Osuka mientras dos soldados se iban al camino de la derecha y otros dos al del centro.
Ya dentro de la cueva, el pelo anaranjado indico con un gesto que unos de los revolucionarios sacara de una la bolsa unas cuantas bengalas y las repartiera entre algunos, incluido a aquel chaval. No era mucho, pero lo suficiente como para que estuvieran iluminados por unas tenues luces rojas de las bengalas.
- Espero que no seas claustrofóbico, porque yo no lo soy y me esta poniendo los pelos de punta este sitio-. Se giro mientras caminaba y le ofreció la mano como saludo.- Casi se me olvida, soy Osuka pero puedes llamarme Osu. No me gusta las formalidades. ¿Que te hizo venir a gastar tu dinero a nuestro barco para que te llevemos...? Esto... ¿Como te llamabas? Soy muy malos con los nombres...
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Acabamos divididos en tres grupos, yendo uno por cada sendero. Como era de esperar, el sargento me puso en su equipo y nos adentramos por la cueva del extremo izquierdo. Todo estaba oscuro y apenas se podía haber nada, agudizando el resto de nuestros sentidos. Se podía escuchar el sonido de las ratas andando cerca de nosotros. Podía sentir el revolotear de los insectos, aunque eran un poco grandes para mi gusto. Al final, el pelinaranja tuvo la mejor idea en ese momento, por no decir que era lo más lógico, encender unas véngalas para poder ver. Era la primera vez que veía un artefacto así, en mi isla éramos más de encender antorchas, porque en el caso de encontrarnos con enemigos eran más fáciles de apagar.
La cueva era inmensa y parecía un laberinto, presentando algunas bifurcaciones en el camino. Ante esto, presenté la idea de pintar flechas en las paredes para encontrar el camino.
-Lo mejor será hacer eso, es simple y efectivo –sugerí.
Al rato llegamos a un gran llano, nos encontrábamos en el centro de la montaña. Aquí había otro ecosistema totalmente distinto, todo lleno de árboles frutales y grandes lagunas, parecía un oasis tropical.
-¡Uau! –expresé sorprendido, ante aquella maravilla.
La cueva era inmensa y parecía un laberinto, presentando algunas bifurcaciones en el camino. Ante esto, presenté la idea de pintar flechas en las paredes para encontrar el camino.
-Lo mejor será hacer eso, es simple y efectivo –sugerí.
Al rato llegamos a un gran llano, nos encontrábamos en el centro de la montaña. Aquí había otro ecosistema totalmente distinto, todo lleno de árboles frutales y grandes lagunas, parecía un oasis tropical.
-¡Uau! –expresé sorprendido, ante aquella maravilla.
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El final del túnel una luz cejadora dio paso al exterior, mientras el pelo azul iba dejando marcas de flechas en las paredes. Era una buena idea y el sargento admitía que el chico tenia actitud, aunque el añadió a los pies de las flechas una de las bengalas, para que los hombres que tenían que regresar de los otros caminos de la cueva pudieran verla en la oscuridad.
Un gran claro soleado, con ríos y bosques, haciéndolo parecer un jardín del Edén de lo hermoso que era, mientras el grupo miraba impresionados, incluido Jaiden, o al menos decían los reclutas que se llamaba, desde el centro de una montaña.
- Tengo que admitirlo, es bonito. Me recuerda a Kabushi pero con menos insectos grandotes-. dijo bromeando, pero encima de sus cabezas paso un libélula del tamaño de una avioneta.- Vale, de eso no hay allí...
Por el aviso de uno de los soldados el revolucionario alzo la vista; varios insectos y aves de tipos diferentes parecían ir hacia una dirección.
- Sea lo que sea, parece que todos están yendo al mismo sitio, es un buen sitio donde empezar.
Para bajar a los pies de aquella montaña, el demonio plateado decidió utilizar los poderes de su akuma. De un pisotón, de la montaña empezó ha salir unos escalones de piedra, ya que la abertura estaba a unos siete metros del suelo y no podía ser una caída agradable.
- Venga, ahora ya no tenéis excusas. Si os hacéis un esguince, es porque seréis torpes.
Un gran claro soleado, con ríos y bosques, haciéndolo parecer un jardín del Edén de lo hermoso que era, mientras el grupo miraba impresionados, incluido Jaiden, o al menos decían los reclutas que se llamaba, desde el centro de una montaña.
- Tengo que admitirlo, es bonito. Me recuerda a Kabushi pero con menos insectos grandotes-. dijo bromeando, pero encima de sus cabezas paso un libélula del tamaño de una avioneta.- Vale, de eso no hay allí...
Por el aviso de uno de los soldados el revolucionario alzo la vista; varios insectos y aves de tipos diferentes parecían ir hacia una dirección.
- Sea lo que sea, parece que todos están yendo al mismo sitio, es un buen sitio donde empezar.
Para bajar a los pies de aquella montaña, el demonio plateado decidió utilizar los poderes de su akuma. De un pisotón, de la montaña empezó ha salir unos escalones de piedra, ya que la abertura estaba a unos siete metros del suelo y no podía ser una caída agradable.
- Venga, ahora ya no tenéis excusas. Si os hacéis un esguince, es porque seréis torpes.
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Me mantenía ausente en mis pensamientos, aburrido por aquella expedición con aquel extraño grupo. ¿Qué estaría buscando? Aquella incógnita me tenía en vilo, sin saber si podía confiar o no en aquellos sujetos, sobre todo del que se presentó como Osuka.
Mientras observaba una extraña planta que no había visto en mi vida, morada con pequeños frutos azules y uno más grande con espirales en su cascara, un insecto de más de un metro de alto vino hacia mí tirándome al suelo, ante la risa de todos. Al levantarme, el pelinaranja dio un fuerte golpe con la pierna en el suelo y de él emergió una escalinata de piedra que se unió con una abertura del interior de la montaña, situada a muchos metros de altura.
“¿Cómo ha hecho eso?” –pensé con asombro.
Había leído sobre gente así en los libros de la biblioteca de mi padre. Personas con tales habilidades que eran capaz de invocar a los elementos, incluso convertirse en majestuosas bestias con el poder de mil hombres. Y tenía a uno frente a mí, un usuario de las frutas del diablo.
-Tiene un extraño poder usted, Osuka –le dije mientras subíamos las escaleras.
Al llegar, multitud de animales de todo tipo, sobre todo insectos, recorrían aquella cueva descendente, que era el punto de unión con otra de las aberturas que había en el exterior, uniéndonos a otro de los grupos que el sargento había formado.
Mientras observaba una extraña planta que no había visto en mi vida, morada con pequeños frutos azules y uno más grande con espirales en su cascara, un insecto de más de un metro de alto vino hacia mí tirándome al suelo, ante la risa de todos. Al levantarme, el pelinaranja dio un fuerte golpe con la pierna en el suelo y de él emergió una escalinata de piedra que se unió con una abertura del interior de la montaña, situada a muchos metros de altura.
“¿Cómo ha hecho eso?” –pensé con asombro.
Había leído sobre gente así en los libros de la biblioteca de mi padre. Personas con tales habilidades que eran capaz de invocar a los elementos, incluso convertirse en majestuosas bestias con el poder de mil hombres. Y tenía a uno frente a mí, un usuario de las frutas del diablo.
-Tiene un extraño poder usted, Osuka –le dije mientras subíamos las escaleras.
Al llegar, multitud de animales de todo tipo, sobre todo insectos, recorrían aquella cueva descendente, que era el punto de unión con otra de las aberturas que había en el exterior, uniéndonos a otro de los grupos que el sargento había formado.
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Akuma no mi
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- ¿Nunca habías visto una Akuma? Serian lo mas si no me dejara hundido como un yunque cuando me meto en el agua-. dijo el sargento revolucionario por el comentario de Jaiden sobre sus poderes
El escuadrón, después de bajar de aquella montaña, se encontró con los dos grupos que había mandado a explorar los otros caminos, en los que también habían visto a los animales agruparse en el bosque.
- ¿Oléis eso? Es un olor dulzón que viene del bosque. Puede ser el motivo de porque van todos estos bicharracos.
Al llegar al lugar, un claro en el bosque con luz por el oscuro bosque que tapaba el sol. En el centro del claro había un montón de frutas, parcialmente cortadas que emitían un buen olor. La libélula que habían visto antes aterrizó y se acerco a la dulce comida mientras el grupo revolucionario observaba desde los arbustos escondidos. Cuando de repente una red gigantesca apareció desde las sombras y atrapo al insecto. Unos hombres desconocidos armados, uno armado con el cañón que parecía haber disparado la red, aparecieron junto a un vehículo.
Arrastrando a la criatura, que aun se resistia a sus captores a pesar de estar totalmente atrapada, la amarraron encima del camión con la intención de llevársela.
- Son los que buscamos. Tenemos que seguirlos de alguna manera para que nos lleven con el resto...- dijo Osuka cuando inconscientemente un recluta rompió una rama que puso a aquellos furtivos en alerta.
- ¡¿Hay alguien ahí?! No te escondas!
Aunque quedado quieto y no hacer ruido hubiese sido una buena idea, el pelo piña se le ocurrió otra manera de poder infiltrarse donde estaban el resto de los furtivos.
- Seguidme de cerca pero que no os vean, estaré bien y no hagáis ninguna tontería-. Dijo Osu a sus hombres, aunque aquello iba mas para el peli azul.
Salio de entre los arbustos mientras esperaba que su escuadrón le hubiese hecho caso, a la vez que aquellos cazadores se percataron de la presencia del pelo piña.
- ¡Alto! ¡Te muevas ni un pelo!
- Cuidado con eso, tiene pinta de hacer daño-. Decía el demonio plateado con las manos arriba al estilo "manos de jazz" refiriéndose al fusil con el que le apuntaba.
- A ti ya te visto antes, en los carteles-. Comento el otro hombre.- Un revolucionario, Noseque Sumiso
- Sumisu, Su-mi-su. Tan poco es tan difícil. ¿Porque todos dicen lo mismo?
- ¡Callate! El jefe sabrá sacarte ese sentido del humor tuyo...-. Dijo mientras se ponía de espaldas al revolucionario y le ataban con una soga las manos y lo metían en el vehículo, listos para irse.
El escuadrón, después de bajar de aquella montaña, se encontró con los dos grupos que había mandado a explorar los otros caminos, en los que también habían visto a los animales agruparse en el bosque.
- ¿Oléis eso? Es un olor dulzón que viene del bosque. Puede ser el motivo de porque van todos estos bicharracos.
Al llegar al lugar, un claro en el bosque con luz por el oscuro bosque que tapaba el sol. En el centro del claro había un montón de frutas, parcialmente cortadas que emitían un buen olor. La libélula que habían visto antes aterrizó y se acerco a la dulce comida mientras el grupo revolucionario observaba desde los arbustos escondidos. Cuando de repente una red gigantesca apareció desde las sombras y atrapo al insecto. Unos hombres desconocidos armados, uno armado con el cañón que parecía haber disparado la red, aparecieron junto a un vehículo.
Arrastrando a la criatura, que aun se resistia a sus captores a pesar de estar totalmente atrapada, la amarraron encima del camión con la intención de llevársela.
- Son los que buscamos. Tenemos que seguirlos de alguna manera para que nos lleven con el resto...- dijo Osuka cuando inconscientemente un recluta rompió una rama que puso a aquellos furtivos en alerta.
- ¡¿Hay alguien ahí?! No te escondas!
Aunque quedado quieto y no hacer ruido hubiese sido una buena idea, el pelo piña se le ocurrió otra manera de poder infiltrarse donde estaban el resto de los furtivos.
- Seguidme de cerca pero que no os vean, estaré bien y no hagáis ninguna tontería-. Dijo Osu a sus hombres, aunque aquello iba mas para el peli azul.
Salio de entre los arbustos mientras esperaba que su escuadrón le hubiese hecho caso, a la vez que aquellos cazadores se percataron de la presencia del pelo piña.
- ¡Alto! ¡Te muevas ni un pelo!
- Cuidado con eso, tiene pinta de hacer daño-. Decía el demonio plateado con las manos arriba al estilo "manos de jazz" refiriéndose al fusil con el que le apuntaba.
- A ti ya te visto antes, en los carteles-. Comento el otro hombre.- Un revolucionario, Noseque Sumiso
- Sumisu, Su-mi-su. Tan poco es tan difícil. ¿Porque todos dicen lo mismo?
- ¡Callate! El jefe sabrá sacarte ese sentido del humor tuyo...-. Dijo mientras se ponía de espaldas al revolucionario y le ataban con una soga las manos y lo metían en el vehículo, listos para irse.
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“¿Revolucionario?” –pensé con asombrado. Mi padre me había dicho que eran de la peor calaña que había en el mundo, un grupo armado de personas muy bien organizadas que estaba poniendo en peligro el status quo, intentando acabar con el gobierno mundial. Sin embargo, aquello no era lo que yo había visto. Eran amables y estaban intentando salvar a aquellos animales. Conociendo a mi padre podría estar en un error, después de todo no parecían malas personas, pero lo mejor era que no dijera mi nombre completo y que ocultara que era un príncipe.
Osuka, quien había sido reconocido por aquellos tipejos, salió a dar la cara por todos. ¿Qué demonios estaba haciendo aquel insensato? ¿En serio estaba dejando que le apresaran esos maleantes de segunda? No estando yo.
—¿A dónde te crees que vas? –me preguntó uno de los revolucionarios, al ver que me estaba acercando.
Hice un ademán con la mano, me señalé a los ojos y les dije que miraran al frente, para que al menos estuvieran atentos si la situación empeoraba. Tras ello, me desplacé con cautela hacia donde estaba Osuka. Fue fácil, pues todos estaban ocupados con el irritante sentido del humor del sargento, algo que aproveché para embestir al que tenía el rifle, a quien se le soltó el gatillo y disparó a quien ataba al pelinaranja. Tras ello, forcejeé con él para que soltara el rifle, al no hacerlo, simplemente, aprovechando la diferencia de altura, le di un cabezazo en la cara. Por el dolor se agachó, algo que aproveché para agarrarle la cabeza y darle un rodillazo en la cara, tirándolo al suelo.
Desenfundé mi sable y me puse en guardia.
—¡Adelante caballeros! –llamé la atención de los revolucionarios–. Es hora de hacer un hito en la historia, es el momento de –un disparo que rozó mi azulada cabellera me interrumpió, a lo que me dejé de palabrería y me dispuse a atacar.
Osuka, quien había sido reconocido por aquellos tipejos, salió a dar la cara por todos. ¿Qué demonios estaba haciendo aquel insensato? ¿En serio estaba dejando que le apresaran esos maleantes de segunda? No estando yo.
—¿A dónde te crees que vas? –me preguntó uno de los revolucionarios, al ver que me estaba acercando.
Hice un ademán con la mano, me señalé a los ojos y les dije que miraran al frente, para que al menos estuvieran atentos si la situación empeoraba. Tras ello, me desplacé con cautela hacia donde estaba Osuka. Fue fácil, pues todos estaban ocupados con el irritante sentido del humor del sargento, algo que aproveché para embestir al que tenía el rifle, a quien se le soltó el gatillo y disparó a quien ataba al pelinaranja. Tras ello, forcejeé con él para que soltara el rifle, al no hacerlo, simplemente, aprovechando la diferencia de altura, le di un cabezazo en la cara. Por el dolor se agachó, algo que aproveché para agarrarle la cabeza y darle un rodillazo en la cara, tirándolo al suelo.
Desenfundé mi sable y me puse en guardia.
—¡Adelante caballeros! –llamé la atención de los revolucionarios–. Es hora de hacer un hito en la historia, es el momento de –un disparo que rozó mi azulada cabellera me interrumpió, a lo que me dejé de palabrería y me dispuse a atacar.
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Fue una acción peligrosa dejarse atrapar, pero si algo destacaba del sargento era el proteger al resto de sus compañeros. Ademas una simple soga reteniéndole las manos no iba detenerlo ya que con solo estar en contacto con un suelo rocoso se podría haber encargado de aquel grupo sólo.
El peli azul pareció haber ignorado el aviso de Osuka y antes de darse cuenta, Jaiden se estaba peleando con uno de los furtivos intentándole quitar el fusil. Por una parte quería pegarle la madre de todas las collejas por no obedecer su orden y poner su vida en peligro, por otra parte le recordaba al aun impulsivo chaval que siempre iba de kamikaze que era el.
- Me cago en la puta. Tienes cojones, no todos se arriesgan de esta manera. Serias un buen fichaje-. dijo el revolucionario intentando soltarse de las ataduras de las manos, sin mucho éxito.- Vale... Quizá no es tan fácil como esperaba quitarse esta mierda...
Los demás revolucionarios iniciaron al asalto cuando vieron que el combate era ya inevitable. Uno de los cazadores, aprovechando la desventaja del peli naranja, le pego un empujón tirándole al suelo e intentar atravesarle con la bayoneta del rifle con una oliva.- Eh! Eso es jugar sucio, maldito tramposo!-. Se quejaba Osu mientras rodaba por el suelo esquivando los bayonetazos.
Aun atadas las manos, podía usar sus poderes por lo que hizo aparecer un puño pétreo desde el suelo que le sentó al furtivo como un gancho alto, dejándolo fuera de combate.
- Tienes una cosa muy afilada. ¿Puedes cortarme esta puta soga? Estoy harto de hacer la croqueta!-. Le pidió el revolucionario a Jaiden refiriéndose a la espada que empuñaba.
El peli azul pareció haber ignorado el aviso de Osuka y antes de darse cuenta, Jaiden se estaba peleando con uno de los furtivos intentándole quitar el fusil. Por una parte quería pegarle la madre de todas las collejas por no obedecer su orden y poner su vida en peligro, por otra parte le recordaba al aun impulsivo chaval que siempre iba de kamikaze que era el.
- Me cago en la puta. Tienes cojones, no todos se arriesgan de esta manera. Serias un buen fichaje-. dijo el revolucionario intentando soltarse de las ataduras de las manos, sin mucho éxito.- Vale... Quizá no es tan fácil como esperaba quitarse esta mierda...
Los demás revolucionarios iniciaron al asalto cuando vieron que el combate era ya inevitable. Uno de los cazadores, aprovechando la desventaja del peli naranja, le pego un empujón tirándole al suelo e intentar atravesarle con la bayoneta del rifle con una oliva.- Eh! Eso es jugar sucio, maldito tramposo!-. Se quejaba Osu mientras rodaba por el suelo esquivando los bayonetazos.
Aun atadas las manos, podía usar sus poderes por lo que hizo aparecer un puño pétreo desde el suelo que le sentó al furtivo como un gancho alto, dejándolo fuera de combate.
- Tienes una cosa muy afilada. ¿Puedes cortarme esta puta soga? Estoy harto de hacer la croqueta!-. Le pidió el revolucionario a Jaiden refiriéndose a la espada que empuñaba.
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Aquellos endiablados contrabandistas no eran muy hábiles en el esencial combate cuerpo a cuerpo, pues sin un arma de fuego, como eran sus fusiles y pistolas, tenían el mismo peligro que una octogenaria. Habíamos despachado a la mitad del grupo, cuando el sargento revolucionario aún no se había podido quitar las cuerdas de la mano, insinuándome que la cortara con mi sable; algo que hice encantado.
—¿Yo? ¿Un revolucionario? –pregunté con sorna– . No es por crear discrepancias señor Osuka, pero vuestros ideales y los míos, aunque coinciden en algunos puntos, no son del todo parecidos –dije sin maldad alguna.
En unos escasos quince minutos habíamos conseguido doblegar a aquel grupo, amordazándolos con sus propias sogas y despojándole de todas sus armas. Osuka y sus ayudantes de más alto rango empezaron a hablar con ellos, preguntándole sobre un envío de armas bioquímicas que habían vendido días atrás. ¿Qué estarían persiguiendo realmente? ¿Buscaban esas armas para atacar al gobierno mundial? A saber. Lo único que yo quería era salir de allí.
—¿Yo? ¿Un revolucionario? –pregunté con sorna– . No es por crear discrepancias señor Osuka, pero vuestros ideales y los míos, aunque coinciden en algunos puntos, no son del todo parecidos –dije sin maldad alguna.
En unos escasos quince minutos habíamos conseguido doblegar a aquel grupo, amordazándolos con sus propias sogas y despojándole de todas sus armas. Osuka y sus ayudantes de más alto rango empezaron a hablar con ellos, preguntándole sobre un envío de armas bioquímicas que habían vendido días atrás. ¿Qué estarían persiguiendo realmente? ¿Buscaban esas armas para atacar al gobierno mundial? A saber. Lo único que yo quería era salir de allí.
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Después de un cuarto de hora, Osuka, que había sido liberado amablemente por el espadachín, apresaron a los contrabandistas con las cuerdas que utilizaban para cazar a aquellas criaturas de tamaño desproporcionado. Por otra parte el comentario del demonio plateado fue respondido por el peliazul con un medio rechazo a uniere a la Armada Revolucionaria. Para Osu era una lastima, pero siempre respetaba las decisiones que tomaran la gente e nunca intentaría hacerlos cambiar de pareces si no querían.
- Sargento, que hacemos con el bicho del vehículo?-. dijo uno del los soldados al sargento, refiriéndose a la libélula gigante que había sido aprisionada por los cazadores.- Podría sernos util para futuras misiones.
- Lo siento, pero no vamos a inmiscuir a una criatura que se ha visto metido en este embrollo solo por haberse acercado a la gente equivocada-. cogió prestado un cuchillo de uno de sus subordinados y corto las cuerdas de la red que apresaban al insecto, tras ello hecho a volar a toda prisa.- He vivido toda una vida rodeado de insectos de este tamaño y la mayoría son seres pacíficos, lo se por experiencias.
Se acerco a Jadien y le poso una mano en el hombro.- Parece que los únicos en el tinglado de cacería en toda la isla eran estos sinvergüenzas. Es una lastima que no quieras unirte a nosotros, hubiese sido divertido luchar juntos por la misma causa. Aunque tengo que decir que para ser un simple viajero que se marea en los barcos eres bastante diestro con la espada.
- Sargento, que hacemos con el bicho del vehículo?-. dijo uno del los soldados al sargento, refiriéndose a la libélula gigante que había sido aprisionada por los cazadores.- Podría sernos util para futuras misiones.
- Lo siento, pero no vamos a inmiscuir a una criatura que se ha visto metido en este embrollo solo por haberse acercado a la gente equivocada-. cogió prestado un cuchillo de uno de sus subordinados y corto las cuerdas de la red que apresaban al insecto, tras ello hecho a volar a toda prisa.- He vivido toda una vida rodeado de insectos de este tamaño y la mayoría son seres pacíficos, lo se por experiencias.
Se acerco a Jadien y le poso una mano en el hombro.- Parece que los únicos en el tinglado de cacería en toda la isla eran estos sinvergüenzas. Es una lastima que no quieras unirte a nosotros, hubiese sido divertido luchar juntos por la misma causa. Aunque tengo que decir que para ser un simple viajero que se marea en los barcos eres bastante diestro con la espada.
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A Osuka pareció apenarle que no quisiera alistarme en el ejército revolucionario, pero para formar parte de una fuerza militar me hubiera quedado en mi reino. Nos subimos a barco, dónde se encontraba mi querido caballo, Brisa Fresca, parecía estar aburrido; sin contar que tenía que cambiarle las herraduras y ponerle a punto para poder cabalgarlo.
Al verme preocupado por ello, el sargento se ofreció a hacerlo, como agradecimiento por haberle ayudado con los contrabandistas.
Pasaron un par de días hasta que llegamos a la siguiente isla. No tenía ni idea de cómo se llamaba, pero todo tenía un toque de colores rosas y pasteles. ¿Una isla rosa? Seguramente sería una isla repleta de mujeres, así que no dudé en bajar. Pero antes me despedí de Osuka.
—Muchas gracias, señor Osuka. Ha sido un placer navegar y combatir a su lado –le tendí la mano–. Espero que nos volvamos a ver. Tras ello, me subí en mi corcel y me alejé de allí, buscando mi próxima aventura.
Al verme preocupado por ello, el sargento se ofreció a hacerlo, como agradecimiento por haberle ayudado con los contrabandistas.
Pasaron un par de días hasta que llegamos a la siguiente isla. No tenía ni idea de cómo se llamaba, pero todo tenía un toque de colores rosas y pasteles. ¿Una isla rosa? Seguramente sería una isla repleta de mujeres, así que no dudé en bajar. Pero antes me despedí de Osuka.
—Muchas gracias, señor Osuka. Ha sido un placer navegar y combatir a su lado –le tendí la mano–. Espero que nos volvamos a ver. Tras ello, me subí en mi corcel y me alejé de allí, buscando mi próxima aventura.
Osuka Sumisu
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El sargento revolucionario, llevo al espadachín de vuelta al navío donde le esperaba un caballo suyo, que según decían los que se habían quedado en el barco, no paro de molestarlos a cambio de alguna cosa de comer. En gesto de gratitud por haberle ayudado en la misión, Osuka le llevo a la siguiente isla más cercana mientras le ponía en punto a la montura, ya que él estaba bastante experimentado con la herrería y unas herraduras no le resultaban problemas.
Atracaron días después en una isla completamente llena de peste de perfumes de mujer sobre una tierra rosa por todos lados. Mientras Jaiden se despedía subido en su corcel y Osuka le miraba desde la cubierta.
- Es un placer haberte conocido, si algún día cambias de idea sobre mi propuesta y te alistas a la revolución, di que vienes de mi parte-. Le dijo mientras sonreía y el peli azul se alejaba. No sabía cuándo, pero esperaba encontrase con aquel chaval de nuevo. Por ahora, rezaría para que el pobre saliera entero de aquella isla que tenia de todo menos mujeres.
Atracaron días después en una isla completamente llena de peste de perfumes de mujer sobre una tierra rosa por todos lados. Mientras Jaiden se despedía subido en su corcel y Osuka le miraba desde la cubierta.
- Es un placer haberte conocido, si algún día cambias de idea sobre mi propuesta y te alistas a la revolución, di que vienes de mi parte-. Le dijo mientras sonreía y el peli azul se alejaba. No sabía cuándo, pero esperaba encontrase con aquel chaval de nuevo. Por ahora, rezaría para que el pobre saliera entero de aquella isla que tenia de todo menos mujeres.
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