Hay que intentarlo [Privado/ Zack-Peste]

El sonido de la música era animado, con una sintonía bastante sencilla al igual que pegadiza. Varios niños observaban embobados como tres juglares hacían malabarismos y piruetas, mientras que de vez en cuando uno de ellos paraba y pasaba un gorro para que los padres que acompañaban a esos niños dejasen unas cuantas monedas. Yo simulaba ser un espectador más mientras apuraba un cigarrillo observando los bolso mal agarrados.

Eran toda una tentación el ver a tanta gente distrayéndose de sus monedas y si no tuviese que pasar "desapercibido" intentaría introducir mis dedos buscando más de un monedero, o incluso un tirón al bolso de una de ellas en concreto. Se notaba que poseía un nivel adquisitivo mayor que el del resto del grupo, no era sólo porque sus vestimentas eran de mejor calidad o porque echaba más monedas que nadie en aquel cochambroso gorro, si no por su actitud altiva que la hacía sobresalir de los más, aparte de que la acompañaba un criado. Su bolso pendía sutilmente de su antebrazo llamándome una y otra vez, pero recordé el porqué estaba en la Ciudad del Agua. Había decidido embarcarme en una misión.

Había estado visitando unas zonas de dudosa legalidad donde además de beber y disfrutar de la compañía de mujeres, también me enteré de un trabajo bastante llamativo. Nada más y nada menos que uno de los mismísimos Yonkou, Dexter. Quería que se le entregase un famoso carpintero residente de esta ciudad, pero ponía que tenía que ser ileso y sin ocasionar bajas inocentes. A mi parecer era una forma de complicar las cosas, aunque teniendo en cuenta la recompensa se lo entregaría haciendo el pino si hiciese falta. No era sólo por la gran suma de dinero que se ofrecía, con el que podría hacer maravillas, si no porque se entregaba un trozo de terreno en la isla que se encontraba bajo su protección. Parecía cosa del destino, ya que si conseguía llevarla a buen puerto podría comenzar a cumplir mi sueño. Podría comenzar a montar mi laboratorio y mi taller, pudiéndolo equipar así al completo, asique usaba ese deseo para mantenerme firme en lo que estaba haciendo. No quitarle ojo a aquella "señorona".

Tras un par de días investigando averigüé que era la mujer del tal Malcolm, y venía todos los viernes con su nieto a ver este espectáculo. La función se acabó y nos marchamos todos en distintas direcciones, pero yo cogí la misma que la mujer y sus acompañantes. Caminábamos por uno de los muchos canales de la ciudad, aunque mantenía una distancia prudencial mientras por mi cabecita comenzaba a discurrir un plan.

Peste nadaba con soltura por los canales de la fabulosa Water 7, un lugar sin duda de donde podría sacar mucho dinero. Hacía poco más de unas horas que había llegado al lugar, pero ya se había llenado considerablemente la cartera robando a los ingenuos turistas que se subían a las mini-embarcaciones del lugar. Peste se aferraba en la parte baja de la barca/animal y cuando más despistados estaban aparecía y les robaba sin que se dieran cuenta, bueno aunque el barquero a veces se percataba, pero con una cuantiosa cantidad del botín hacía la vista gorda.

En uno de esos momentos, en los que intentaba robar a un par de mercenarios que portaban sus bolsas de berries al descubierta, Peste escuchó algo que le llamo la atención. Los dos tipos hablaban, o más bien discutían, sobre una misión o rumor que había dicho uno de los actuales Yonkous. Peste agudizo la oreja para escuchar mejor la historia antes de robarles, parecía ser que el Yonkou buscaba a un carpintero llamado Malcolm Keaton, un tipo que tenía los cojones de rechazar la oferta de un pirata de ese prestigio, pero la misión resarcía de que no podía haber víctimas. Peste maldijo por lo bajo al oír eso, lo más fácil para él era matar sin dejar a nadie que hablara. Decidió ponerle punto final a la conversación y robo con sigilo a los dos mercenarios.

Decidió descansar a la orilla del canal, comiéndose una empanada de carne que había comprado en una cafetería, la cual estaba deliciosa. Mordisco a mordisco fue devorando la empanada mientras no paraba de darle vueltas a la historia de los mercenarios, tal vez si eran verdad esos rumores, y si hacía un favor a un Yonkou este podría deberle otro y con suerte formaría parte de su banda. A Peste le brillaron los ojos con ilusión, pues formar parte de una de las bandas más temidas era uno de los mayores sueños de cualquier pirata.

Termino la empanada y se tiró de cabeza al agua en busca de su nuevo objetivo, los astilleros. El gyojin tardó alrededor de una hora en encontrar el astillero, el lugar donde se reunían todos los carpinteros de prestigió, pero cuando dio con el lugar se quedó observando desde el canal el ritmo y el patrón que formaban los guardias que pasaban por la zona, pero algo hizo que le llamara la atención. Un tipo con una gabardina negra y un cigarro en la boca le resultaba terriblemente familiar, ¿era Zack? Aquel tipo con el que robó un banco, Peste no sabía cómo llamar su atención, así que lo dejo pasar de largo y siguió observando el lugar.

Estuve mirando varios escaparates mirando distintos artículos en los que ni siquiera me fijaba, solamente en dos ocasiones me distraje realmente. Una con un hombre bastante mayor que vendía callejeros de la ciudad, al cual compré uno por si las moscas, y la segunda con una preciosa tendera que vendía fruta y lucía una de las sonrisas más bonitas que había visto. Me hubiese quedado embobado charlando con ella puesto que se mostró simpática, diría  que jugueteando un poco incluso, pero entonces recordé lo que estaba haciendo dándome cuenta que me había quedado demasiado atrás.

-¡Serás imbécil! - pensé mientras andaba deprisa para volver a buscarlos.

Tuve que encenderme un cigarro para calmar mis ansias. No podía creerme que hubiese sido tan torpe dejando escapar a mi "presa" así de fácil. Ya no veía más allá del frente buscando un atisbo de aquella mujer y cuando pensaba que los había perdido por completo escuché una voz infantil a mis espaldas.

- ¡Yo quiero ese! - decía la voz una y otra vez.

Al girarme pude ver que la mujer, el niño y el mayordomo se encontraban en una pequeña tienda donde vendían juguetes.

Respiré aliviado por unos segundos y me senté en la terraza de un pequeño bar unos metros más adelante. Me coloqué de tal forma que estaba de espaldas al paseo, pero tenía una visión clara gracias al reflejo de la cristalera, podría ver cuando pasaran por aquí para reanudar la marcha, aunque lo haría con una cerveza fresquita que pedí al camarero que salió a atenderme. Volví a encenderme otro pitillo mientras fingía mirar el callejero.

-Como siga así voy a necesitar comprar otra cajetilla - pensé mirando lo vacía que estaba la que poseía. Estaba demasiado nervioso, nunca antes había realizado un trabajo así, personalmente prefería asaltar y saquear, pero aquí estaba yo sin llevar siquiera conmigo mi espada sintiéndome desnudo. Quería llamar lo más mínimo la atención, cosa que ya era difícil por mi azulado cabello, pero sabía que si encima iba cargado con ella sería objetivo de miradas, aunque eso no significaba que fuese desarmado. Siempre podía recurrir a los poderes de mi akuma si necesitaba defenderme.

Peste observaba el ir y el venir de los guardias, al acecho de una oportunidad para salir del agua y adentrarse en el astillero, y después de una hora esperando Peste encontró una abertura. Justamente en el momento que los guardias cambiaban sus puestos para ir a comer, había un corto periodo de diez minutos sin vigilancia.

Peste salió del agua raudo y veloz y se introdujo dentro de los astilleros por la puerta principal, después nada más atravesar la puerta se ocultó detrás de un montón de cajas de materiales e instrumental de carpintería. Peste espero unos largos minutos para comprobar que nadie le había visto, después continuo avanzando caja por caja hasta llegar a unas enormes oficinas.

El lugar era amplio y cientos de trabajadores estaban ocupados en un enorme barco a medio construir, Peste los observaba intentado identificar cuál sería su presa, aquel tipo que plantaba cara a un Yonkou, pero aquella tarea era demasiado difícil. Decidió introducirse en las instalaciones de las oficinas y buscar algo de información allí, pero la puerta del lugar parecía estar custodiada por cuatro tipos trajeados y con cara de pocos amigos.

Peste se acercó lo máximo que pudo a las oficinas y se introdujo por una de las ventanas que estaba abierta y sin vigilar, sin duda se estaba metiendo hasta el fondo en la boca del lobo, no tenía ni idea de cómo escaparía de ese lugar. Al entrar un montón de mesas y papeles de oficina llenaban la estancia de un aroma nada agradable para Peste, pero al menos en un lugar con tantas paredes y objetos sería fácil ocultarse sin ser visto. Camino con cuidado, sin hacer ruido, por los pasillos del lugar en busca de algo que ni él sabía que podía ser. Al final del pasillo consiguió encontrar alguien con vida e indefenso, una secretaria. Peste se relamió sus dientes afilados y se dispuso a atacarla, cuando en ese preciso instante entro uno de los guardias de la puerta. Peste se ocultó todo lo rápido que pudo y puso la oreja para escuchar de que hablaba la secretaria con aquel mastodonte con traje, al parecer el grandullón estaba intentando camelar a la joven y para asombro del gyojin lo estaba consiguiendo, o por lo menos la joven le seguía el rollo de forma muy estúpida. Peste decidió tomárselo con calma y se sentó oculto entre un par de cajas e informes, a la espera de que el grandullón se marchara y poder sacar la información que necesitaba a la joven.

Pasaron unos minutos más espesos que la espuma de la cerveza que estaba bebiendo. Tuve que reprimir las ganas de encenderme otro cigarrillo por la ansiedad, pero por suerte terminaron saliendo antes de sucumbiera al "mono". Pude ver claramente como salía aquel caprichoso niño con un enorme muñeco con forma de dinosaurio, aunque por lo visto no habían sido las únicas compras. El mayordomo iba completamente cargado con varias bolsas de distintos colores.

Esperé unos instantes más apurando la cerveza para darles ventaja. El resto del trayecto fue bastante similar al del principio, a excepción de que esta vez no dejé que nada me distrajese hasta que llegamos a una intersección donde al parecer se encontraron con un desvío que no esperaban, o por lo menos eso me pareció cuando vi que el niño comenzaba a tirar del abrigo de la mujer mayor mientras señalaba unos cacharros que estaban en uno de los canales. Nunca había visto artefactos así y tenía curiosidad por su funcionamiento, pero no era momento. Tenía que saber que decía aquel mocoso.

Tras acercarme a la zona donde estaban aquellos transportes tan peculiares pude escuchar su conversación mientras yo disimulaba regateando con el transportista.

Por lo que pude escuchar a el muchacho quería ir a ver a su abuelito al trabajo. Según el joven llevaba mucho tiempo sin que fuese a verlo y no aceptaba un no por respuesta, asique se embarcaron en uno de los transportes y se marcharon. Me apresuré en terminar de ajustar un precio e insistí al conductor que los siguiese, pero sin prisas. Al principio pareció escéptico, aunque unas monedas de más consiguieron convencerlo.

El paseo fue más cómodo de lo que pensé, ya que aquellos extraños aparatos eran más estables de lo que parecían a simple vista. Creí que podría marearme, pero pude disfrutar del trayecto fumándome un cigarrillo mientras observaba el callejero que había comprado con anterioridad. Me estuve fijando en cuales podrían ser los destinos por la dirección que llevábamos y parecía que íbamos al astillero. Las cosas no estaban saliendo como yo pretendía, puesto que esperaba usar la mujer como moneda de cambio, pero todo estaba torciéndose dirigiéndose a un lugar repleto de gente. Había esperado poder abordarla en su casa, pero ahora tocaba improvisar.

Aquellos individuos no parecían acabar nunca de decir palabras cursis y reírse como bobalicones, a cada segundo que pasaba a Peste le daban más y más ganas de salir de su escondite y partirles el cuello a los dos enamorados, pero en el fondo sabía que no era la mejor opción, pues si hacía eso sería más difícil salir con vida de aquel lugar. Esperó unos largos minutos observando como una araña intenta trepar por una de las cajas, pero la muy idiota parecía borracha y no paraba de caerse, en ese momento el grandullón atravesó el pasillo, haciendo retumbar el suelo con sus zapatos de cuero y poliéster. Peste sonrió sádicamente y observando que el sujeto se había marchado por completo, se acercó sigilosamente hasta la oficina de la señorita.

El gyojin era más silencioso de lo que parecía a simple vista, cada paso que daba era como el pedo de una mujer (insonoro), al cabo de unos segundos llego a la parte posterior de la mesa de la secretaria, sin que ella se diera cuenta (seguramente porque estaba soñando con las cosas que le había dicho su macho trajeado), cuando de repente Peste la agarró por detrás y la tapo la boca con su único brazo. La mujer intentó gritar y pedir auxilio, pero el gyojin apretaba con fuerza, tapando cualquier sonido que la mujer pudiera emitir. La mujer al ver que no tenía escapatoria se puso a llorar, y Peste aflojó un poco la mano del rostro, sintiendo como las lágrimas caían por sus dedos. El gyojin la tumbó contra la mesa y con su gyocon creo un brazo de agua con el que empezó a tocar a la joven de forma muy desagradable. La chica al sentir esa sustancia húmeda volvió a zarandearse y a intentar escapar, pero el gyojin la tenía bien amarrada a pesar de tener solo brazo.

-Vamos a jugar a un juego, tú me dices todo lo que sepas de Malcolm Keaton, y yo a cambio no te mató ¿qué me dices?.-dijo Peste con voz de psicópata mientras introducía su mano (de agua) por dentro de las ropas de la joven. La chica a pesar de la situación se quedó muy quieta y negó con la cabeza.

Peste ante tal gesto de rebeldía, soltó su boca y la golpeó contra el escritorio, dejando un par de papeles pegados a la frente de la joven debido a un pequeño chorretón de sangre que empezaba a emanar de su frente.- Veo que no estas contenta con mi oferta.- Peste se puso a pensar, mientras esperaba que la joven gritara y le diera un motivo para clavarla un cuchillo en la cabeza, pero otra vez la joven hizo algo de lo que el gyojin no esperaba, se quedó con el rostro encima del escritorio con la cara llena de lágrimas sin emitir ni un solo ruido.-Ya lo tengo, si me dices todo lo que sabes de ese tío, no matare a tu querido novio.- de repente la mirada de la joven fue fugaz a Peste y su rostro se levantó del escritorio, mirándole desafiante.

-No pienso decirte nada.-dijo la joven encarándose con Peste. El gyojin la miraba incrédulo sin creerse lo que estaba pasando, como era posible que aquella cría insignificante no le tuviera ni un ápice de miedo. - Vamos a ver si sigues negándote después de esto.- Peste la agarró de la boca con su mano de agua y dejo que el líquido entrara, pero una vez este estaba en la garganta lo congelo, creando una bola de hielo que impedía respirar a la joven.

La chica empezó a emitir ruidos al intentar respirar, pero lo único que conseguía era quedarse sin aire y ponerse cada vez más morada.-Bien, dime todo lo que sepas o muere de dolor, zorra.- la mujer le miraba fijamente, mientras las últimas lágrimas recorrían su rostro y sus ojos se inyectaban en sangre, al final la joven asintió. Peste la colocó la mano en la garganta y liberó una pequeña descarga (suficientemente fuerte para que el hielo se derritiera y pudiera tragarlo sin ahogarse). La joven desvió la mirada y ahora no paraba de mirar al escritorio, sin duda se sentía afectada por haber perdido contra el gyojin. Abrió un cajón y saco una carpeta, en la que ponía Malcolm Keaton, después la maldita saco un arma del cajón e intentó disparar a Peste, este esquivó la bala y Peste golpeo de nuevo a la chica contra la mesa, dejándola esta vez inconsciente.

-Maldita, casi me da.- dijo tocándose una pequeña herida que sangraba del cuello. Peste alzó la vista a la espera de un montón de guardias, pero no se iba a quedar allí esperando a comprobarlo, solo escuchó un montón de pasos en la lejanía. Salió por la ventana que daba al exterior y se dejó caer, sintiendo como caía en un montón de paja que amortiguo su caída y lo ocultaba por completo de los guardias. El gyojin miró su mano y observó que aun portaba la carpeta, después la abrió e intentó leer lo que ponía, pero como no sabía leer dijo:- Joder, ahora necesito a alguien que me lo lea.- y en ese momento, el carro de paja empezó a moverse, observando como por suerte o por desgracia salía de la zona de los astilleros.

Mis sospechas se hicieron realidad y terminamos en la zona de los astilleros, la cual estaba bastante concurrida. No era simplemente el trajín habitual de una zona de trabajo, si no que habían montado una atracción turística para hacer más dinero. Varios grupos de turistas hacían cola para ver como trabajaban los mejores carpinteros de los mares, o por lo menos así lo publicitaban.

No dudé un segundo y me adentré entre el gentío intentando entrar lo más deprisa, ya que la mujer acompañada por el niño entró por el acceso de los trabajadores sin hacer ningún tipo de cola y se me escapaba irremediablemente.

Tras pagar rápidamente la entrada y quedarme atrás de mi grupo, haciendo la típica táctica de atarse los cordones antes de torcer por uno de los callejones que llevaban a uno de los tantos talleres que había, pero yo seguí recto, tirando por donde había visto desaparecer a la mujer y al niño.
Aquella zona ya no estaba cargada del aroma a serrín que imperaba por la zona de trabajo, si no que era más limpio. No se veía a ningún turista por la zona, por lo tanto llamaba demasiado la atención al no llevar ropa de trabajo ni herramientas. Tenía que conseguir algo con lo que camuflarme, asique me encaminé furtivamente a una zona oculta por un contenedor de transporte y aguardé hasta que pasase algún operario que fuese de mi estatura.

Pasaron varias personas, aunque ninguna de la complexión adecuada. La espera sin fumar estaba haciéndose insufrible, pero no quería delatar mi posición con el humo, asique esperé mordiéndome las uñas. Algo es algo.

Cuando ya creía que mis dedos acabarían en muñones, apareció un joven con una divina urgencia. Al principio creí que me había visto porque se encaminó rápidamente hacia donde yo estaba, pero el muchacho se había acercado por otra cosa. Se desabrochó el cinturón y se puso orinar mientras soltaba una exclamación de alivio. Desde mi posición sólo podía ver el chorrito y no al joven, aunque era más que suficiente. Esperé a que soltara las últimas gotitas y salí de mi escondite dándole el susto de su vida. Había cambiado a mi forma híbrida antes de salir, buscando impresionarle más, cosa que conseguí bastante bien, pudiendo así cogerlo de un tirón adentrándolo en el hueco tras el conteiner para noquearlo con unos golpes. El chico estaba tan asustado que casi no opuso resistencia.

Até al chico con mi propia ropa tras desnudarle y vestirme con ella. Al parecer era miembro de seguridad del astillero y no pude evitar sonreír ante la pinta que tendría que tener con aquella ropa, hasta llevaba porra y todo, pero lo mejor fue que en el bolsillo de la camisa había un paquete de tabaco casi entero. "Marloro" nada menos.

Salí confiado hacia lo que parecía ser la zona de las oficinas cuando comenzaron a salir varios guardias del lugar corriendo hacia todos lados. Un par de ellos se acercaron bastante aireados gritándome. Temí lo peor al principio, pero entonces me di cuenta que estaban impartiéndome órdenes. Me apremiaron para que los siguiese mientras caminaban hacia la salida, no me quedó más remedio que seguirles a pesar de que no quería salir.

-  ¿Qué ha pasado? - pregunté al más cercano.

- Algún cabronazo ha golpeado a la señorita Miranda. No podemos dejar que escape, asique vamos a vigilar la zona de los canales por donde viajan las embarcaciones por si quiere huir por allí - dijo mientras caminábamos cada vez más deprisa a la vez que reunían a más gente.

No tenía ni idea de quien narices era la tal Miranda, pero debía ser importante para conseguir tal movilización. Desde luego no estaba siendo mi día para nada, ya que cuando me quise dar cuenta estaba en la zona de los cacharros esos acompañado de cinco guardias más.

-Me cago en "to" lo que se menea - pensé incluso con ganas de encontrar al causante del ataque. Por su culpa lo más seguro es que hubiese perdido mi pista, y con ella parte de mis sueños.

Peste empezó a escuchar cientos de pasos acercarse apresuradamente hacía su posición, el gyojin se repetía una y otra vez "maldita sea" pues sentía que le iban a descubrir en cualquier momento. Se colocó en una posición cómoda y ocultó el informe dentro de su enorme gorro, después sacó uno de sus cuchillos y esperó a que alguno de esos malditos seguratas se asomara por la paja para poder clavarle el cuchillo en el ojo y poder salir de allí con vida. Escuchaba como las botas pesadas de los sujetos estaban muy cercanas a él, pero no podría precipitarse, pues no estaba seguro de los enemigos que tenía alrededor, de repente sintió un fuerte olor a tabaco que le recordó familiar, ¿Zack?

El gyojin apartó un poco la paja para poder observar y como era de esperar allí se encontró a su amigo peli azul, esperaba que él pudiera sacarle allí. El gyojin lo observaba con sigilo y esperó que estuviera demasiado cerca para hacerle unos ruiditos para que se percatara de su presencia. "Tsk, tsk, tsk..." hacía Peste, pues parecía que su compañero pirata no conseguía adivinar que se encontraba dentro del carro de paja.-Eh, tú, capullo ¡Zack!, estoy dentro de la paja. Soy Peste, colega. Sácame de aquí, necesito tu ayuda, y sabes que me debes una por guardar tus cosas después del robo.- Peste se quedó callado al notar como otras botas se acercaba al carromato y se ponía a introducir una espada a través de la paja. Peste esquivó por los pelos un par de tajos, pero dudaba que su suerte siguiera así, en ese momento la espada se paró en seco, cuando esta estaba a punto de clavarse en su costado. El gyojin suspiró y observó como la espada se marchaba con el sonido de unas botas, después notó como el carro se ponía de nuevo en marcha y al cabo de unos minutos notó una serie de golpecitos intencionados en la madera .Peste asomó la cabeza por encima de la paja, como si se tratara de un conejo asomándose de su madriguera y al observar a su alrededor observó que estaba en un callejón libre de miradas y a su lado estaba Zack.

-Uohh, cabronazo, has conseguido salvarme el pellejo, pero resulta que aún necesito tu ayuda.- Peste se puso a rebuscar en su enorme gorro y sacó el informe.- ¿Podrías ayudarme a leer lo que pone en este informe?- dijo Peste mientras le extendía la carpeta a Zack.-Tengo que encontrar a este tio.

Una vez llegamos a la entrada nos separamos en dos grupos de dos y uno de tres, mi grupo y otro nos fuimos cada uno en una dirección rodeando el complejo, mientras que el último grupo se quedó en la zona donde paraban aquellos extraños transportes para comenzar a desalojarlo.

No llevaba ni medio cigarro de camino cuando llegamos a una zona donde había un carro del cual empecé a escuchar ruidos. Al principio creí que estaba flipando, pero tras agudizar el oído claramente escuché mi nombre y pude ver un rostro conocido, lo malo que no fui el único.  

Avanzamos los tres hacia el carro quedándome yo el último pensando en que haría aquel tipo en un sitio como este. La verdad es que no lo conocía lo suficiente como para arriesgar todos mis planes para ayudarle, pero entonces noté el peso de la bolsa que llevaba al cinto recordando quien me la había dado.

- Creo que con esto pagaré mi deuda - pensé tirando lo que me quedaba de cigarro mientras me acercaba por detrás del que más cerca estaba. Al fin y al cabo, dudaba que pudiese encontrar de nuevo a la mujer con el revuelo que se había formado.

Una vez que estuve a escasos centímetros, agarré al tipo pasando mi brazo alrededor de su cuello haciendo presión en su garganta mientras ejercía presión con la otra mano en mi codo para acelerar el proceso. En unos segundos el tipo dejó de zarandearse y cayó desmayado por la falta de oxígeno.

-¿Pero qué estoy haciendo? - pensé mientras me acercaba al tipo que quedaba.

Por suerte el chico no se había percatado de mi escenita con el otro puesto que estaba inmerso en buscar entre la paja con su espada. En parte no me importaría que el manco se llevase un pinchotazo por haberme buscado tal lío, pero entonces ya sí que sería todo una tontería. Pisé al tipo en la parte trasera de la rodilla haciendo que quedase en una postura incómoda y que su espada saliera de la paja. El joven soltó un pequeño grito, parecía más de susto que de dolor, pero no lo averiguaría nunca puesto que lo golpeé un par de veces más y cayó desmayado.

Cogí los cuerpos comprobando que aún respiraban y los dejé por allí tirados lo mejor escondidos posibles. Los até uno al otro tanto por las manos por los pies, usé los cordones de sus propias botas para la tarea y la chaqueta de uno de ellos hecha jirones para amordazarlos.- Espero que merezca la pena - pensé mientras cogía las riendas del carro a la vez que sacaba otro cigarrillo. Con tanta tensión iba a fumarme mi paquete nuevo en un rato.

El camino fue lento, pero algo de suerte tuvimos. Pasamos por delante de los tipos que estaban desalojando el embarcadero y no me hicieron mucho caso al ver que me conocían, bastó con un par de excusas rápidas y siguieron con su trabajo, asique en unos minutos más nos alejamos de los astilleros sin ningún percance, ya que como estábamos en las afueras el mayor control estaba en el interior, ahora sí que no podría entrar por un tiempo.

Conduje hasta un callejón apartado y aparqué esperando que el manco se asomara para escuchar sus palabras mientras me tendía un papel que quería que leyese.

- Para esta mierda estoy perdiendo el trabajo de mis sueños... ¡Trae aquí! - dije algo enfurruñado mientras cogía el dosier que me mostraba. Quizás después de esto me pegue un tiro...

Mis sentimientos suicidas se fueron pasando según avancé la lectura de los papeles. Eran documentos bastante detallados de Malcolm Keaton, no sabía si golpear al manco o besarlo, aunque rápidamente descarté la segunda nada más echarle un vistazo.

- Esto es oro colega, vayamos a un lugar más tranquilo - dije mientras lo señalaba para que bajase del carro.

Caminamos un trecho largo por callejones dejando el carro lo más lejos posible. Pasamos por una calle donde había ropada colgada y volví a hacer un nuevo cambio de look. Seguramente encontrarían a los tipos antes o después y buscarían a alguien vestido de miembro de seguridad del astillero. Tras las vueltas por fin llegamos hasta un pequeño bareto en la zona más pobre de la ciudad donde no llamaríamos tanto la atención.

-¡Dos jarras de cerveza! - grité al camarero una vez que nos sentamos en una zona apartada donde pude seguir leyendo los papeles.

Había varios detalles personales como su dirección, estado civil, nómina, número de contacto, etc. También había varias facturas de materiales que compraba como varias anotaciones de algunas de sus investigaciones, incluso algunas clasificadas bastante interesantes, pero vi algo que realmente me interesaba. Se encontraba la ubicación de su taller personal y cuando se encontraba allí. Mi corazón palpitaba por la emoción, era una suerte que siguiesen tan de cerca a sus empleados, pero no quería embalarme demasiado. Todavía quedaba por resolver el misterio del manco y porqué tenía esos papeles.

- Muy bien colega, dime porque que buscas a este tipo y te cuento cada detalle de que lo que hay aquí

No podía ser una casualidad que buscásemos al mismo tipo, asique seguramente quería completar el encargo del Yonkou al igual que yo. Si era así podíamos hacer equipo y repartirnos el botín como ya habíamos hecho en el pasado.

El compañero de Peste parecía sorprendido al comprobar de qué se trataba el informe, Peste arrugó la nariz al no recibir ningún tipo de información de su compañero, simplemente dijo que era oro puro y que fueran a un sitio más tranquilo. Peste aceptó con resignación, pues no quería que su compañero se molestara y al final no le dijera nada sobre el informe. Se alejaron de la zona, alejándose todo lo que pusieron del carro de paja y por el camino, Zack, se cambió de ropa, desechando su uniforme de seguridad en uno de los contenedores que había en el callejón. Al cabo de unos minutos llegaron a la zona "pobre" de la ciudad, o eso daba a entender a simple vista. El olor a orín y a sustancias nauseabunda rondaba por el aire, haciendo que el lugar fuera un sitio en el que no te gustaría ni estar. Las ratas y la suciedad abundaba a cada lado que miraras, la gente parecía querer robarte, o algo peor, cuando pasabas por su lado, pero lo peor del lugar fue el bar abaratado y extravagante en el que acabaron entrando los dos piratas. Nada más entrar pidieron unas cervezas y se fueron a hablar a una de las mesas, más íntimamente sobre el asunto.

Peste se sorprendió al comprobar que Zack parecía interesado en saber las intenciones del malvado gyojin, algo que no le agrado. -No quiero mentirte, fuiste un buen aliado en el atraco y no quiero desconfiar de ti, pero si quieres interponerte o delatarme en esta misión tendré que matarte.-dijo Peste mirando con rabia a los ojos de Zack- Llegó a mis oídos, no hace mucho, que uno de los Yonkous del nuevo mundo estaba interesado en este sujeto.- Peste golpeo con el dedo la carpeta.- Y bueno, se me ocurrió que si le conseguía este sujeto el acabaría debiéndome un favor.- una sonrisa malvada asomó en el rostro de Peste.

-Ahora dime como encontrarle y hacerle cambiar de opinión a ese carpintero de pacotilla.- Peste parecía bastante violento ante la situación.-Pues si se te ocurre mentirme sobre el informe te cortó el cuello aquí mismo.- Peste cogió su jarra de cerveza y se la bebió entera de un tragó para prestar completamente atención a las palabras de su compañero.

Peste observó a su alrededor y se percató que un tipo grande y con barba no para de mirarlo de forma desafiante.- Creo que deberíamos irnos prontos de este lugar, esos tíos me dan mala espina. – en ese momento el grandullón de barba sonrió de forma muy coqueta a Peste. El gyojin abrió mucho los ojos al comprender que se trataba la situación y le sacó el dedo corazón, haciendo que el grandullón cambiara la expresión y se sintiera terriblemente ofendido y dolido.- Putos maricones.- dijo Peste con desprecio.

El manco parecía más desagradable y loco que la última vez, aunque pensándolo bien la última vez que estuvimos juntos fue todo bastante más sangriento. Ahí es donde residía mi problema, ya que sabía que podía volverse loco y echar a perder la misión tanto para él como para mi, debía asegurarme que si me enfrascaba con él en esto no la liaría.

- Primero, ¿Porqué coño voy a delatarte si he perdido mi plan para salvar tú culo? - dije en tono serio para que viese que seguía sin amedrentarme, aún recordaba el numerito que hizo con la rata la otra vez. - Segundo, yo también voy detrás de este mismo hombre, ya que a mi me viene como anillo al dedo la recompensa - hablé hasta hacer una pausa para dar un buen trago a la cerveza antes de que se calentase aún más. - Y tercero, ¿qué te parece que unamos fuerzas una vez más? - pregunté mientras alzaba mi brazo para entrechocar la mano con Peste si aceptaba nuestra unión.

Me interesaba que el mancos se uniese a mí no sólo por su fuerza o ingenio, si no porque prefería tenerlo a mi lado e intentar pararlo si comenzaba a desmadrarse, la misión era muy clara sobre el tema de las muertes y había visto a Peste disfrutar demasiado cuando lo hacía.

-En estos papeles salen todos sus datos personales como laborales. Según esto, tiene una nave donde tiene montado su taller personal donde trabaja todas las noches en proyectos extraoficiales y personales, lo malo es que hay seguridad en lugar puesto que aquí sale reflejado el número de contacto de su jefe de seguridad. Por otro lado también sale reflejada su domicilio donde yo tenía pensado abordar a su mujer para pedir un rescate falso para luego secuestrarlo a él, pero se me escapó en la zona de los astilleros - dije mostrándole que yo también estaba buscando la manera de hacerlo sin sangre. - Pero creo que esa opción de momento queda descartada, ya que con el tumulto de hoy las cosas estarán demasiado tensas, asique pienso que lo mejor es ir al taller. No estoy seguro de si esta noche irá a él por lo ocurrido hoy, pero si no lo hará mañana ya que según esto tiene que acabar algo para dentro de tres días, asique tendrá que ir a terminar lo que sea. Mi idea es que vayamos allí a buscarlo esté o no esté. Si está buscamos la manera de llevárnoslo sin "matar" a nadie, y si no está podemos preparar alguna trampa para cuando vuelva, ¿qué opinas? - pregunté al manco.

Si el ser estaba de acuerdo no perderíamos más tiempo y nos marcharíamos en busca del taller del tal Malcolm, quizás hasta encontrase alguna herramienta o proyecto interesante que llevarme de allí. Si de verdad era tan bueno que hasta un Yonkou precisaba se sus servicios, por algo sería.

-Tú plan era una mierda, y lo sabes. Además los planes se improvisan y cuantos más mejor.- Peste sonrió a Zack, pero en ese momento puso cara extraña al oír lo de la recompensa.-¿Qué recompensa?- la verdad que Peste no estaba interesado, solo quería un favor de un Yonkou, todo lo demás se la soplaba, aunque quería saber que recompensa tenía ese hombre. Peste observó como Zack bebía su jarra, y este desvió su mirada a la suya que estaba vacía. En ese momento, el gyojin se iba a levantarse a por otra jarra llena, cuando su amigo dijo que si se aliaban de nuevo. Peste se quedó en una posé medio levantado y medio sentado observando y dándole vueltas a la pregunta en su diminuta cabeza.- Sabes que tu plan no iba a funcionar, y era claramente porque te faltaba yo.- el gyojin terminó de ponerse en pie y con una sonrisa picarona dio unos golpecitos en el hombro a Zack.- Pero no te acostumbres a esto, que al final te voy a coger cariño y todo.- después de eso el gyojin se fue a la barra raudo y veloz y volvió a su sitio con un par de jarras más (claramente una para Zack, aunque si no la quería acabaría bebiéndosela el mismo)

Nada más dar un tragó de su cerveza, su compañero, Zack se puso a hablar de nuevo. El gyojin lo escuchó atentó, sorprendiéndose en los momentos más interesante de la historia, al final del todo volvió a sonreír con sus dientes afilados, algo tan típico en él.- Ya que no podemos "matar".- dijo remarcando las comillas con sus dedos, aunque con un solo brazo era difícil distinguir las comillas.- Tengo una idea que puede molar, pero deberíamos ir saliendo ya antes de que anochezca, tengo que conseguir varias cosas por el camino y te lo voy contando.- Peste se puso en pie y se bebió la cerveza de un tragó, sintiendo como un leve entumecimiento le rodeaba la mente y la vista.-Uy, qué mareo más tonto.- se golpeó con la mano en la cara y se incorporó con normalidad para salir a la calle, mientras Zack le acompañaba.

-Primero de todo, vamos a jugar con el factor sorpresa. Seguramente ese tipo no sabe quién somos, y menos que estamos aliados. Creo que con eso tendríamos un juego interesante, seguro que esta hartó de secuestros y cosas tan típicas de piratas de poca monta, pero nosotros no somos así ¿verdad, amigo?- Peste se puso a contarlo todo de forma muy melodramático, mientras gesticulaba su cara y ponía poses de los más extrañas. Al cabo de unos minutos parecía que su mirada se desviaba y fue corriendo a una tienda que había en la calle por la que paseaban. Zack supongo que lo seguiría, ya que le había dejado a medías en la conversación.

Al entrar Peste estaba mirando varios botes de pintura y al final cogió uno bastante grande, lo llevo al mostrador y dijo.- Deme tres de estos, el peli azul lo paga todo.- dijo Peste cogiendo uno de los botes y cargándolo con su único brazo. Cuando paso por el lado de Zack dijo:- Nada de muertes, y tú sabes que rara vez pagó algo.- sonrió de oreja a oreja y salió del establecimiento esperando que Zack le siguiera con los otros dos botes, los cuales pesaban una barbaridad.

Una vez en el exterior Peste siguió caminando sin mediar palabra a Zack, parecía estar sumergido en sus pensamientos o intentaba orientarse en aquel lugar mientras la noche iba cayendo. Al final llegaron a una especie de fuente natural en la que había un par de cubos en el suelo, Peste los lleno de agua por la mitad y vertió pintura dentro de ellos, después cogió un palo y se puso a removerlo muy concienzudamente y una vez lo hizo se puso a dar unos giros con el brazo de forma muy peculiar. Sin duda parecía que la cerveza que se había tomado le había sentado mal, pero en verdad estaba ocurriendo otra cosa. El brazo de Peste empezó a girar en círculos mientras su brazo se iba definiendo a cada vuelta, pero si te fijabas detalladamente la mezcla del cubo estaba girando al ritmo del brazo de Peste.

Al cabo de unos segundo se detuvo y se apoyó en la fuente mirando a Zack y sonriéndole para explicarle el plan que tenía en mente.-Ya que no se puede matar, he pensado en emular una masacre.- Peste sonrió maléficamente.- Puedo encargarme de los guardias con mi gyocon con facilidad, y dado que el agua está bien mezclada con la pintura puedo emular que es sangre. Después cuando el "carpintero" salga a ver qué ocurre, yo iré a por el lleno de sangre y con una mirada sangrienta. El seguramente piense que es cosa del Yonkou, pero afirmare e intentaré matarle negando todo lo que diga, y en ese momento, ¡Pum! Me lo cargo.-Peste empezó a reírse de forma muy psicópata y anormal.- Es broma, y en ese momento, apareces tú y me detienes, "me das una paliza" y le convences de que si tuviera la protección de un Yonkou podría salvarse de tipos como yo. A eso sí, remarca que eres de la banda del Yonkou, sino no tendría sentido el plan.- por último Peste alzó el dedo y señalo un callejón detrás de la fuente.- Allí arriba está el taller, a menos de cinco minutos a pie.- parecía que el hecho de pasar unas horas en aquellos canales perdido le habían ayudado a formarse un mapa de la ciudad.-Cuando quieras empezamos.

El gyojin estuvo interrumpiéndome todo el rato y no me dejaba hablar. No hizo otra cosa que menospreciar mis ideas, aunque tras escuchar la palabra recompensa pareció cambiar de actitud, incluso se marchó a por un par de jarras dejándome allí de nuevo con la palabra en la boca. Tuve que encenderme un cigarro para reprimir el comerme una de las varias pastillas rojas que llevaba, esta vez me lo comería como no empezase a ser algo más sensato. Qué por suerte lo fue y pudimos seguir hablando.

- Vaya con el genio, ahora resulta que tengo una eminencia delante y no lo sabía - dije algo malhumorado porque despreciase así mi idea. Puede que la última vez consiguiésemos el botín, pero nada salió ni de lejos como el manco lo planeó, por no mencionar todas las muertes que hubo. Yo no lo recordaba exactamente bien, pero tras leer el periódico unos días después no fue difícil atar cabos.

- Y claro que hay una recompensa... Pero no es momento ni lugar - dije bajando la voz a la misma vez que el gyojin apuraba su cerveza y se levantaba con la promesa de tener un plan "molón". Comenzábamos a ser objeto de miradas y miedo me daba dejarlo solo ahora que nos habían visto juntos.

Tras varias fantochadas más que no explicaban nada fuimos avanzando por las calles. El manco hablaba de que necesitaba cosas y notaba como miraba cada tienda con la que nos cruzábamos. La verdad es que era bastante insoportable la mayoría del tiempo, pero habíamos conseguido salir indemnes la última vez y por otro lado parecía que pronto sabría algo más del dichoso plan, puesto que entramos en un una tintorería.

El olor a disolvente era realmente desagradable, conseguía introducirse en tu fosas nasales quedándose ahí retenido sin dejarte oler nada más, pero no fue lo que más me molestó, si no que tuve que hacer de nuevo acopio de paciencia y pagué los múltiples botes que el gyojin cogía poco a poco con su única extremidad. Encima me tocaba cargar más que a ninguno, ya puede tener un buen plan si no quiere que me lo coma.

Salimos de la tienda y comenzamos a andar de nuevo por las calles de la ciudad. La verdad es que llevaba poco tiempo en ella para conocerla bien, aunque por suerte el manco comenzó a ser de utilidad ya que parecía saber a donde iba, asique me limité a seguirle llevando aquellos malditos botes. ¿Más grande no los había no?

Llegamos a una zona donde por fin pude soltar los botes y coger un suspiro. Sabía que el fumar no me ayudaba para estas tareas, pero aún así me encendí otro cigarrillo mientras observaba al manco llenar unos cubos con agua de una fuente que había por allí y mezclar la pintura en ellos. - Lo que me faltaba... Ahora se pone artista - pensé esperando una explicación por su parte, puesto que ahora comenzaba a mover su brazo de una forma bastante extraña. Definitivamente está medio loco.

Tras su numerito con la pintura por fin comenzó a explicarme que tenía pensado. Me tomé unos instantes para pensar bien en sus palabras, quería pensar en los pros y en los contras de la situación. Me jugaba mucho con esta misión y no quería joderla con alguna de sus locuras.

- No es mala idea tengo que admitir, pero tienes que controlarte y dejarte de gilipoyeces - dije en un tono serio para que viese que no bromeaba. Me daba rabia que se lo tomase todo tan a la ligera, pero había una parte en especial del plan que me había gustado. Podría desatar algo de mis frustraciones con él y teniendo excusa además. Me lo estaba pidiendo. - Tienes que tener sumo cuidado de no matar a ninguno, y cuando vayas a amenazar al tipo tienes que dar voces fuertes y dar pisotones mientras te acercas. Recuérdalo porque es importante.

Se me había ocurrido una idea a mi también, pero tendría que ser lo suficientemente ruidoso.

-Tú termina tu parte, que yo me voy adelantando para posicionarme, recuerda que tras esto no nos pueden ver más juntos, asique quedamos en la isla del Yonkou - dije dando una última calada mientras avanzaba deprisa por donde el manco había señalado.

Era cierto que el taller no se encontraba muy lejos. Era una nave bastante grande que se encontraba apartada de otras edificaciones. La obsesión del carpintero por el secretismo de sus obras nos iba a ser beneficioso. Todo el recinto estaba vallado por una tela metálica que estaba seguro que no sería impedimento para Peste. Lo había visto arrancar la puerta de una cámara fuerte con su único brazo, asique me acerqué por el flanco derecho amparado por la poca vegetación que había para observar mejor el panorama. Había luz en el interior y se escuchaban los típicos ruidos de un taller que tanto que me gustaban, pero me preocupó al contar seis guardias. Esperaba que no abrumasen demasiado al manco empujándolos a que los matase, aunque yo mientras seguí calculando más o menos a cuanto estaba la entrada interior del taller. Creí que no tendría problemas con llegar bien al lugar, puesto que había una pequeña garita con dos de los guardias en su interior.

Saqué una de aquellas píldoras y me la tragué sin pensarlo más. Si seguía dándole más vueltas llegaría el gyojin y no me habría colocado, asique me transformé en mi forma "Drill Point" cambiando mi anatomía y me puse a excavar. En esta forma daba gusto hacerlo y fui avanzando hasta llegar más o menos a lo que creía que era la entrada. No veía casi nada, pero podía notar las vibraciones los guardias pasando por encima mía a uno centímetros, ahora sólo quedaba que el gyojin hiciese su aparición, cosa que no tardó en llegar puesto que varios improperios dignos de mi compañero llegaban hasta mis refinados oídos acompañado de múltiples pisadas y gritos de alarma.

No estoy muy seguro de lo que pasó ahí arriba, pero temía que el plan pendiese de un hilo por los gritos, aunque por otro lado lo sabría puesto que la risa de maníaco de mi compañero vibró por todos lados. Parecía amenazar a alguien directamente y me lo tomé como mi señal cuando escuché una voz grave que parecía provenir de la zona de la puerta contestando a Peste. Se notaba que fuese quien fuese estaba sorprendido y aterrado y comenzaba mi parte de la actuación. Me puse a escarbar hacia arriba esperando a notar los pisotones del manco a escasos centímetros de mí y aproveché emergiendo del suelo medio cuerpo escuchando gritos de sorpresa a mis espaldas y por el frente. -Entrada espectacular hecho - pensé a la vez que hacia un barrido con mis largos brazo buscando la parte posterior de las rodillas de Peste haciéndolo caer. Ahora le tocaba al manco dejarse golpear.

Salí de mi agujero pasando a mi forma humana de nuevo mientras cogía distancia con el gyojin y me acercaba a la puerta donde había un hombre fornido.

-¿Es usted Malcolm Keaton? - pregunté conociendo la respuesta. Coincidí con la foto de los documentos.

- Sí soy yo ¿Qué cojones está pasando? - dijo con cara de sorpresa mientras empuñaba un gran martillo.

- Soy Zack Suky, soy un enviado del Yonkou Dexter Black para hablar con usted. Nos enteramos que este ser quería arrastrarlo ante él ya que hiciste caso omiso a su invitaciones y el Yonkou encargó que fueses a verlo, pero sabía que a este ser no lo para nada y lo llevará hecho cachitos si cree que podrá ganar algo

- No creí que pasaría algo como esto, hasta ahora hemos podido con todos los alfeñiques que vinieron, pero esto.... - se quedó a medias mirando al manco que se reía y nos amenazaba recubierto de "sangre". La verdad es que Peste había conseguido una imagen bastante dantesca.

- Su única opción de que esto pare es que me sigas hasta el Yonkou, una vez se enteren de que has cumplido con la cita que te negaste a aceptar no te molestarán más, ni a tu familia. Nunca sabremos quien es el siguiente que vendrá ni que métodos usará - dije transformándome en forma híbrida. -Piénselo porque no vendré a buscarlo nada más que hoy.

Tras mis palabras corrí hacia Peste para entablar un cruce de golpes algo simulado. La verdad es que el gyojin era fuerte de cojones y daba gracias porque estuviese reprimiéndose. Dejé que pareciese que me estaba ganando para que el tal Malcolm se asustase más ante la posibilidad de caer en manos de Peste, pero creí que ya habíamos dado suficiente espectáculo. Tocaba la guinda, asique cambié de forma de nuevo consiguiendo que todo fuese mucho más pequeño.

Usando la "Strong Point"no sólo crecía, si no que también era más fuerte. Eché mano hacia el gyojin, cogiéndolo entre una de mis grandes manazas para alzarlo un momento antes de tirarlo como una piedra. Había usado todas mis fuerzas y apunté hacia el mar que sabía que estaba por allí.

-Sólo espero que no se reviente - pensé mientras lo veía volar.

Cambié de nuevo a mi forma normal con la ropa hecha jirones para dirigirme al tipo.

- O preparas el primer navío que tengas para salir en cinco minutos, o no volverás a tener este favor de parte del Yonkou. Ahora le debes tú vida y no creo que se gentil pasar así de él - dije bastante serio mientras recogía mis pertenencias que habían quedado por allí para encenderme un cigarro. - En sus manos está

- Siento mucho haber sido tan descortés - comenzó con la voz entrecortada. - Vayamos al puerto ahora mismo, ya mandaré un mensaje a mi familia para que se esconda hasta que vuelva. No puedo arriesgarme más

- Sabia decisión, vayámonos pues

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El hombre se adentró y cogió ropa para darme y nos dirigimos a los muelles, parecía que nuestro show había dado resultado y venía sin más resistencia. El barco del tal Malcolm estaba repleto de lujos grumetes y la travesía transcurrió sin percances. Por suerte nadie sabía que íbamos para allá y los demás estarían buscándolo de donde veníamos. Estaba deseando conocer al Yonkou, aunque aún más de coger la recompensa que repartiría con Peste una vez obtenida.

Peste no espero mucho a que su compañero se marchara, el tiempo suficiente para repartir los botes alrededor de la valla del taller. El gyojin tuvo que hacer un par de viajes para poder llevar todos los botes, pero era tiempo suficiente para que su amigo se pusiera en posición. Una vez tuvo todos los botes colocados se dispuso a saltar la valla de alambre, provocando un sonoro ruido que llamara la atención de los guardias que había por la zona. Aunque por desgracia el gyojin perdió el equilibrio al saltar, ya que saltar una valla con un brazo era más difícil de lo que parecía, cayendo sobre un montón de cubos de basura provocando un gran estruendo.

Peste se levantó algo dolorido de entre la basura maloliente, frotándose la cabeza con la mano y observó cómo unos cinco tipos trajeados se acercaban a él apuntándolo con sus armas. -Identifíquese.- dijo uno de los tipos con traje.

-Eh, lo siento. Solo soy un pobre vagabundo que buscaba algo de comida en la basura, no quiero problemas.- decía el gyojin con voz de corderito, mientras iba girando muy despacio su brazo, el cual iba acrecentándose musculosamente a cada giro.

-Lárgate de aquí, sucio gyojin.- dijo otro tipo trajeado que parecía que tenía muchas ganas de disparar a Peste.

-Sí, sí,...ya me voy, pero antes os voy a partir la cara.- la voz de Peste fue cambiando de humilde a malévola, mientras lanzaba un fuerte puñetazo al aire. Algunos de los guardias se asustaron y dispararon al gyojin, pero las balas fueron inservibles ya que un total de seis enormes chorros de color rojo salieron al otro lado de la valla lanzándose con ferocidad hacia los enemigos. Los chorros al atravesar la alambrada se dividieron en muchos chorros minúsculos haciendo que su potencia de impacto se disminuyera, dando una imagen de cientos de espaguetis rojos volando por el aire.

Los seguratas salieron por los aires al recibir los impactos, pero rápidamente se pusieron en pie. Peste aprovechando la situación, el cual estaba todo repleto de pintura roja debido a las salpicaduras de los chorros, corrió a toda velocidad golpeado a los seguratas de forma muy fría y dolorosa, dejándolos en su gran mayoría inconscientes.

Se sentía algo cansado por el majestuoso ataque que había realizado y eso hizo que las cosa se le fuera un poco de las manos. No le dio tiempo a golpear a todos los tipos trajeados cuando de repente aparecieron otra media docena más. Peste estaba rodeada e iba a recibir una oleada de balas si no hacía algo rápido pronto.

Utilizando la pintura aguada del suelo creó un escudo de hielo todo lo rápido que pudo cubriéndose de los balazos que iban a dejarle como un colador. Aquellos tipos parecían molestos por lo que acababa de ocurrir, ¿tal vez no les gustaba el rojo? Pues no dejaban de apretar el gatillo. El gyojin estuvo soportando el ataque durante unos largos minutos, mientras iba reconstruyendo el escudo para que no se terminara de romper y le atravesara. Al final una enorme nube de polvo provocada por la pólvora disparada hizo que el gyojin se ocultara en las sombras.

-¿Eso es todo lo que sabéis hacer? Vais a temerme, hijos de humanos. Soy Peste Blanca, y vais a sufrir mi odio.- Peste fue cogiendo con su gyocon (control del agua) toda la pintura aguda de la zona y empezó a crear una cosa extraña que flotaba por el aire y emitía una serie de chispazos.-A ver si podéis con mi mascota, tiburones rojos.- Aquella masa de color rojo empezó a adquirir la forma de tres tiburones que flotaban por el aire y se lanzaban a atacar ferozmente hacía los tipos trajeados.

Peste había reducido sus filos y había introducido su ámbito eléctrico dentro de ellos, para que no mataran a los tipos trajeados, sino que los dejaran inconscientes. Cuando termino el espectáculo, que duró menos de cinco minutos, Peste se puso a reír de forma muy macabra y corrió a por dos tipos que seguían en pie. En ese momento Peste estaba subidito por haber ganado a tantos enemigos a la vez. Corrió a por el primero y usando su aura de acero en su brazo le corto el brazo al tipo trajeado que empezó a gritar. Peste iba a rematarle cuando vislumbro la silueta de un tipo asustado con un mandil en la puerta del taller, y se acordó que había venido a hacer en aquel lugar.

Transformó su brazo (el que no tenía) en un brazo martillo de pintura roja y golpeo con ella a los dos tipos que quedaban en pie, deshaciendo el control provocando una imagen similar a un chorretón de sangre al impactar un martillo con un cráneo. Después fue avanzando a grande pisadas hacía el tipo, con cara de sádico, dándole una imagen macabra al estar lleno de pintura que emulaba ser sangre.

-Tú debes ser el famoso carpintero que busca el Yonkou.- Peste lo agarró del cuello y lo apretó contra una pared.-Parece que eres más cabezota que yo, y rechazas la invitación de un pirata. Tú sí que estás loco, y cuando alguien es loco e insensato me llaman a mí para convencerlo.- Peste rio escandalosamente.- Primero me te sacare un ojo y lo pisare fuerte contra el suelo.- Peste empezó a dar fuerte pisadas para avisar a su compañero de que apareciera de una vez, mientras iba acercando sus dedos al ojo del carpintero, pero por suerte Zack hizo su aparición y le salvo al tipo de que el gyojin no le dejara tuerto, porque estaba claro que si Zack no hubiera aparecido lo hubiera acabado haciendo.

-Oh, venga. ¿Quién cojones eres tú? Me he dejado uno de tus seguratas de mierda.- dijo Peste alzando el brazo mostrando al resto que estaba inconsciente por el suelo.-Venga, ven a que te parta el cuello a ti también.- Zack se abalanzó contra Peste y empezaron a pelear de forma bastante seria, pues el primer golpe que recibió el gyojin no le gustó nada, así pues lanzó un par de golpes serios a su compañero simplemente por desahogarse. Después Zack se puso gigante y musculoso y golpeo a Peste con fuerza lanzándolo muy lejos hasta acabar cayendo a uno de los numerosos canales de la ciudad.

El gyojin escupió algo de sangre por el golpe y sintió una serie de arañazos y raspones por todo el cuerpo, seguramente de las calles asfaltadas hasta llegar al agua. Una vez en el agua utilizo su técnica de curación y se curó las heridas superficiales, mientras la pintura se le iba diluyendo del cuerpo. Después de aquello simplemente siguió a su compañero hasta el puerto, y una vez allí se aferró al barco del carpintero. Mientras iban por alta mar, Peste espero a que su compañero se asomara a fumar a cubierta y le hizo un gesto, guiñándole un ojo, para corroborar que la misión había salido con éxito. Ahora solo quedaba acomodarse en la parte baja del barco y esperar hasta llegar a la isla del Yonkou.