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Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] - Página 2 Empty Re: Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] {Vie 9 Dic 2016 - 6:31}

La voz de alguien comenzó a despertarme. No comprendí que estaba ocurriendo, me encontraba encadenado y al parecer estaba mojado. Mis recuerdos llegaron de golpe y comencé a moverme de manera agresiva intentando liberarme de las cadenas que me retenían, aunque fue en vano y solo conseguí lastimarme.

Tras escuchar la voz de Gusi logré tranquilizarme un poco. El solo saber que se encontraba bien fue suficiente para disminuir el deseo que sentía por matar algo.- Estoy bien, solo estoy un poco alterado. Alguien entró en el cuartel, no fui capaz de verlo. –tan solo recordar eso provocó que la ira de nuevo se manifestara.- Sí, creo…

Una puerta se abrió y dejando entrar una luz que me obligó a cerrar los ojos. Escuché a tres personas entrar en la habitación, seguido de una voz que comenzó hablar mierda. Abrí mis ojos para ver al dueño de la voz. Mi atención se enfocó en el hombre que se acercaba a mí, mostré indiferencia ante sus palabras y solo lo miré sin emoción alguna en mi rostro. Al ver su brazo prepararse para lazar un golpe tensé mi cuerpo. Su puñetazo impactó contra mi estómago, moviéndome como un saco de boxeo. Ni un solo sonido fue emitido por mi parte, no tenía intención de darle ese gusto, aunque en verdad fue un buen golpe.*Ya veras hijo de puta, cuando baje aquí me rogaras para que te mate. *mi expresión daba a entender lo que pensaba en ese momento, sin embargo traté de tranquilizarme al notar la expresión de Gusi.

Pensé que su amenaza estaba dirigida a mí, pero cuando noté que uno de sus subordinados se acercaba a mi nakama con su espada en mano, perdí el control.- ¡Más te vale no hacerle nada o de lo contrario te arrancaré las bolas y te obligaré a comértelas. –obviamente el hombre ignoró mi amenaza y realizó un corte en el pecho de Gusi. Comencé a gritar maldiciones y amenazas cada vez peores contra el trio. En ese momento me encontraba poseído por la furia y no me percaté de la sonrisa en el rostro del peliblanco, lo único que quería hacer era matar a ese bastardo y ahora no había nada que me haría cambiar de opinión.

El líder comenzó reír al ver a mi compañero quedar inconsciente, para luego marcharse y dejar a sus 2 subordinados a cargo de nosotros.

El sujeto delgado se colocó en mi espalda sujetándome, mientras el otro me golpeaba. A diferencia de mi actitud indiferente inicial, ahora no paraba de repetir la frase “Los mataré” una y otra y otra vez. Había solo una cosa que me provocaba actuar de esa manera y era el que mis amigos resultaran heridos. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que deseé matar a alguien.

Mi nueva resistencia y odio que sentía hacia ellos me ayudó a soportar los golpes iniciales, no obstante con el paso del tiempo comencé a mostrar signos de dolor. Podía parecer un loco por no parar de amenazarlos con matarlos, mas si me detenía terminaría expresando más dolor del que en verdad dejaba verles.

La voz del teniente llamó la atención de los 3. Mi sonrisa natural se dibujó en mi rostro al notar que se encontraba bien. En especial cuando lo vi recibir la enorme cantidad de tajos y no verlo sangrar ni una sola vez. Comprendí de inmediato la razón de esto, pero al ver su abdomen negro no me quedaron dudas de lo que ocurría.

- Estos chupa bolas no tienen idea de lo obstinado que puedo ser. –había conseguido tranquilizarme un poco.

El hombre con el puño americano pareció enfadarse con mis palabras y continuó golpeándome, aunque esta vez activé mi busoshoku para protegerme de los ataques. Tras el primer impacto la expresión en el rostro del calvo cambió al notar la diferencia en mi piel.

La razón por la cual no activé mi haki antes se debía a que en ese momento no pensaba con claridad a causa de la ira. Ahora que mis pensamientos se encontraban en orden podía darme el lujo de utilizar esa maldita sonrisa que me tenía tan acomplejado mientras protegía mi cuerpo con haki.

El hombre pareció sufrir de un escalofrió al verme e incluso detuvo su golpe.* Supongo que algunas veces sirve de algo. *tras agitar un poco su cabeza reanudo con sus ataques.

Las horas pasaron y mi cuerpo comenzaba sentirse cansado. La armadura comenzaba desaparecer si perdía la concentración, por suerte, el torturador también parecía encontrarse cansado de pasar 2 horas completas utilizándome como un saco para golpear.* No puedo rendirme solo por unos cuantos golpes. *mi compañero resistía los cortes sin parar realizados por el sujeto delgado y no parecía haber señal de que fuera a rendirse.* En comparación, unos cuantos golpes no son nada. *me concentré en crear una capa de energía con mayor consistencia para formar una armadura que en teoría debería ser más densa de lo normal. No solo eso la cantidad de energía a suministrar tendría que ser mayor para continuar manteniendo la armadura activada por más tiempo.* Sin presión, pero si desapareces la armadura es posible que mueras. *no corría tanto peligro como Gusi, pero el hombre había estado lanzando golpes más fuertes cuando notó mi nueva resistencia ante el dolor. Sin duda uno de esos puñetazos podría llegar a causarme un daño considerable si dejaba de materializar la capa de energía sobre mi piel.* Debo sobrepasar mi limite tal y como lo hace el peliblanco. *no cedería, la única forma en la cual disiparía el haki era si perdía el conocimiento y no tenía intención de que eso llegara a ocurrir.
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Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] - Página 2 Empty Re: Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] {Vie 9 Dic 2016 - 12:17}

No sabía cuánto tiempo estuvimos aguantando más los golpes, pues estaba tan concentrado en canalizar mi haki, que no me daba cuenta ni de lo que pasaba a mi alrededor. De repente, el sonido de la puerta abriéndose de nuevo hizo que abriera los ojos, observando como el tipo del abrigo entraba muy malhumorado regañando a sus hombres. Aproveche la situación, y dado que los "torturadores" estaban despistados, para mirar el estado de mi compañero. Para mi asombro este parecía seguir concentrado en el haki de armadura, pero lo que más me llamo la atención fue los chorretones de sangre que le salían de la nariz. ¿Yo también tendría sangre en el rostro? No podía corroborarlo, pero unas gotas sospechosas en el suelo intuían que estaba en lo correcto. Me había sobrepasado, y por desgracia me había llevado a mi nakama por delante.

-Tzk, Biz, compañero. Despierta. Es hora de darle su merecido a estos tipos.- creía que era el momento adecuado para poner fin a ese "secuestro", o lo que quiera que sea, pero aquel maldito viejo del abrigo se me adelanto.

-¿Cómo es posible que aun no hayáis acabado con ellos? Lleváis dos malditos días encerrados aquí y…- aquel tipo parecía molesto. Sacó del interior de su abrigo una pistola, la cual parecía bastante antigua, y la imbuyo en haki de armadura, apuntando con fiereza la cabeza de Bizvan. Mis cojones se me pusieron de corbata, esperaba que mi nakama tuviera fuerza suficiente para bloquear la bala o por lo menos los reflejos para esquivarla. No podía hacer nada en la posición que me encontraba, estaba demasiado lejos para impedir el dispara, además de que si lanzaba una daga eléctrica podría electrocutarme o, peor aún, a mi compañero. Decidí confiar en él con todas mis fuerzas y me puse manos a la obra para ir acabando con los grandullones.

-No creo que le hagas nada con esa pistola de juguete. Seguramente la bala revote y te acabes matando tu mismo, además de que esa arma parece bastante vieja, seguro que te explota en la mano.- empecé a reír de una forma desagradable para poner de los nervios a nuestros secuestradores. Eso fue una mala idea, pues aquel tipo disparo sin represalias.

-Nazo, Shor, hacer que se calle.- ordenó el tipo del abrigo, mientras los grandullones sonreían y se acercaban a mí, sin darme tiempo a comprobar que mi nakama estaba bien.

El calvito fue el primero en atacar con un potente puñetazo en mi pecho, haciendo que me balanceara tan fuerte, que mi cuerpo chocara contra el techo. Noté un poco de dolor, pues mi haki ya estaba en las últimas, y no esperaba que aguantara mucho más en uso. Mientras caía, me quede levitando en el aire, dejando el cuerpo a cuarenta y cinco grados sobre el aire. El tipo de la espada parecía asustarse por mi habilidad y me lanzó un corte en todos los ojos. Por suerte me dio tiempo a cerrarlos y cubrirme con el haki.

-No vais a salir vivos de esta, malditos.- me balanceé hasta el tipo de la espada y le agarré el cuello con las piernas, mientras poco a poco iba levitando para que se separara del suelo y acabara ahogándose. Al cabo de unos minutos, el cuerpo de aquel tipo dejo de moverse, y cuando lo solté este cayó desplomado contra el suelo.

Aprovechando que estaba en el aire, di una voltereta hacía detrás y conseguí liberarme de las cadenas que me apresaban. Caí al suelo con una pose de héroe y mire desafiante al tipo calvo que parecía tener intenciones de escapar por la puerta. Cogí con fuerza las cadenas que seguían incrustadas en mis muñecas, y con un suave giro de muñeca, lancé la cadena para que el grandullón cayera al suelo sin escapatoria. Sin duda una escena muy pintoresca si la veías desde otra perspectiva.

Sonreí por la suerte que había demostrado al lanzar la cadena y comprobé, con asombro, que Bizvan estaba a mi lado ¿Cuando había pasado eso? ¿Cómo se había liberado? La verdad que no me importaba mucho, solo me alegraba de que siguiera vivo.

-Me alegro que sigas conmigo.- le choque los puños y me dispuse a cerrar la puerta, de lo que parecía un almacén, para dar su merecido a esos secuestradores de pacotilla.

Las escenas siguientes están censuradas por motivos obligatorios, solo tendré que deciros que aquellos tipos no volverían a secuestrar a nadie en mucho tiempo. Yo acabe quedándome con el puño americano, el cual tenía pequeños pinchos en los extremos; Biz pareció cogerle cariño a la espada del grandullón, sin duda era tan grande como la otra, pero más afilada y bonita; el último objeto que recordareis seguramente sea la pistola, la cual decidimos no quedarnos, pues acabó en un lugar nada agradable para el tipo del abrigo.

Cuando terminamos de satisfacer nuestros fetiches de torturadores, decidimos volver al cuartel, el cual, para nuestro asombro se encontraba jodidamente cerca. No podía creer como la gente del lugar, a pesar de oírnos gritar y los disparos, no se les ocurrió ayudarnos. Sin duda parecía que el miedo reinaba en ese pueblo.

Para mi asombro, cuando llegamos al cuartel, todo estaba tal y como lo habíamos dejado. Lo primero que hice fue ir a la cocina y preparar todo lo que se me ocurriera para comer. Devorándolo con ansia, al igual que mi compañero el cual no paraba de mirar una sartén chamuscada con lo que parecía ser un pescado, toda la comida que había en los platos. Después de aquello nos fuimos a dormir a nuestras respectivas habitaciones, y esta vez eche el cerrojo por si las moscas, teniendo algo más de seguridad con aquel pequeño trozo de hierro que sujetaba la puerta, me quede profundamente dormido.

Cuando me desperté tenía un hambre feroz, pues no sabía cuánto tiempo había dormido, parecían días. Para mi asombro había una enorme fuente de comida en la cocina, sin pensármelo mucho y sin saber de dónde había salido, me puse a comer como un cerdo, además me percaté de que las ventanas del cuartel estaban arregladas y todo estaba más limpio de lo que lo había dejado. Todo era tan sospechoso, decidí darme una ducha para despejarme y quitarme toda la sangre y ropa sucia que tenía aun puesta. Una vez termine de ponerme hermoso, me dirigí al cuarto de Biz y me encontré a este terriblemente dormido en el suelo, concretamente debajo de su cama. No entendía nada de lo que estaba pasando. Si no había sido él el que había arreglado todo el cuartel y había preparado la comida ¿Quien habría sido?

Decidí salir al exterior en busca de más pistas y para mi sorpresa, me encontré a una multitud de personas esperándome en la puerta. Sinceramente me lo pensé durante unos largos minutos si era buena idea salir al exterior o no, pero al final le eche huevos. Nada más poner un pie en la calle, la gente se puso a vitorear, como su salvador y héroe. Yo los seguía el rollo y alzaba los brazos, dejándome bañar por sus palabras y halagos. Parecía que habíamos salvado al pueblo en algún momento, por desgracia no sabía cuando había pasado. Mis ojos se acabaron fijando en unas jovencitas de edad avanzada (no penséis que eran niñas) y estas se sonrojaron cuando las mire coquetamente. Las hice un gesto para que me siguiera, y en fin, ya podéis imaginar lo que hice con ellas en mi habitación. Exacto, aumentar mi club de fans. Algún día estas chicas me serían útiles para propagar el mundo si este se extinguiera por completo.


Última edición por Gusi el Sáb 10 Dic 2016 - 12:04, editado 1 vez
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Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] - Página 2 Empty Re: Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] {Sáb 10 Dic 2016 - 10:08}

Me sentía cansado y lo único que me servía de motivación era el peliblanco que se encontraba conmigo.

Ya habíamos pasado 2 días encadenados y sirviendo como sacos para golpear. La rutina de nuestros captores era bastante sencilla. Llegaban al cuarto y nos arrojaban un balde de agua de mar para evitar que formara las dagas. Posteriormente comenzaban con sus ataques.

Buscando causar daños significativos, los instrumentos utilizados fueron varios. Desde  una simple tubería de metal, hasta cosas más intimidantes como espadas y cuchillos.

No tenía intención de rendirme y cada vez que comenzaban a golpearme, activaba mi haki de armadura para ofrecer resistencia. Era una tarea agotadora, en especial por realizar el esfuerzo de mantener un flujo constante de energía que poco a poco se agotaba. Se tenía que buscar fuerzas de donde fuera para mantener la concentración, mientras esos 2 bastardos se divertían torturándonos.

Después de horas los hombres apagaban la bombilla y se marchaban agotados. Dejándonos en ese pequeño cuarto oscuro. Tenía agradecer que el cuarto se encontrara en penumbras, de lo contrario mi compañero podría ver todas mis expresiones y lágrimas de dolor que mantenía reprimidas durante la sesión de golpes.

Me pregunté muchas veces la razón por la cual simplemente no acababan con nuestras vidas mientras nos encontrábamos dormidos. Quizás ellos querían conocer cuál era nuestro límite, quebrar nuestro espíritu para luego solo matarnos.

Las noches eran frías a causa de tener la ropa húmeda por el agua e incluso llegué a orinarme al no poder soportar más la necesidad.* Los mataré. *era mi objetivo y no me rendiría hasta alcanzarlo.

Dormir era la única forma de recuperar un poco de energía, aunque la mayor parte del tiempo no conseguía conciliar el sueño hasta ya muy tarde. Durante mis horas de insomnio comencé a intentar hacer que el soporte donde se encontraba las cadenas colgándome cediera, aunque no parecía que lograra hacer mucho. Reflexionar sobre la situación en la que me encontraba era otra forma de evitar ser dominado por la frustración de no poder hacer nada para escapar.

Por alguna razón sentía que merecía esto. Desde mi entrada en la marina me había vuelto bastante descuidado, el antiguo yo no se habría dejado capturar por estar concentrado en preparar un puto pez. ¿Me volví blando? No, creo que la respuesta correcta era seguridad, había comenzado a sentirme seguro… Puede que un poco más de lo que debería.

Opté por dejar de pensar en eso e intenté dormir para recuperar la valiosa energía que necesitaría para sobrevivir.


Un golpe en mi rostro me balanceó un poco. De mi nariz comenzó a salir sangre.* Ignóralo, solo mantén la concentración. *otro golpe me movió de la misma forma y más sangre comenzó a salir. Eso era señal de haber comenzado a perder el control sobre la armadura, por más que lo intentaba esta no se formaba para protegerme. Mi energía debería encontrarse por los suelos y no era de extrañar, pues los 2 días que pasamos en ese maldito lugar me obligaron a llevar mi haki hasta el límite.

* Debo mantenerlo… activado *el odio servía como combustible de emergencia, pero justo ahora me sentía muy agotado como para recurrir a eso.

Creo haber escuchado la voz de Gusi, abrí el ojo que no tenía hinchado y justo en ese momento pude observar al líder entrar por la puerta. Había pasado un pequeño tiempo desde la última vez que lo vi. La ira comenzó a manifestarse. Él era el culpable de encontrarme en esta situación y sería el que más pagaría por eso.

El maldito sacó una pistola y me apuntó con ella. Pude notar como el sujeto impregnaba haki, era obvio que quería dar por terminado esto ahora mismo. Gusi comenzó a hablar, aunque para ser honesto había dejado de escuchar sus palabras. El hecho de saber que mi vida se encontraba al borde de la muerte causó que mi cuerpo se comenzara a llenar de adrenalina.- Jala ese puto gatillo y ruega porque muera. –mi cuerpo temblaba a causa del repentino golpe de energía al cual me encontraba sometido.  

Al ver el martillo del arma moverse liberé toda la energía que podía de golpe y en enormes cantidades creando una armadura más resistente en comparación de los días anteriores. La bala salió del cañón del arma e impactó contra mi frente haciéndome dar un par de vueltas. De mi frente comenzó a salir un pequeño hilo de sangre causado por la impacto, pero fue el único daño recibido.

El líder pareció fijar su atención en Gusi, lo cual me permitió realizar un último esfuerzo por intentar hacer ceder el soporte y tras un fuerte tirón (ayudándome de la adrenalina y el haki) conseguí liberarme. El sonido de ese pedazo de metal al romperse fue el más hermoso de toda mi vida.

Al notar que ambos habíamos conseguido liberarnos, el hombre intentó huir, pero el peliblanco frustró su escape. Solo conseguí levantar un poco el puño para responder el saludo de mi compañero. No entendía de donde sacaba tanta fuerza. Creo que podría aprender un poco sobre él en cuanto a eso.

Tomé la espada del sujeto delgado y tras acercarme hasta donde se encontraba el líder la enterré en su pierna sin dañar un solo hueso y dejando el arma muy dentro de su piel, incluso atravesó el suelo.- ¿Recuerdas con qué le dije a tu subordinado que lo alimentaría? –no estaba bromeando, por algo me hice cirujano… Una verdadera lástima que él no fuera ese hombre, aunque serviría para desahogarme.

Horas más tarde por fin conseguimos regresar al cuartel. Me dirigí a la cocina y comencé a comer lo que fuera, no me importó que se encontrara crudo, solo quería alimentarme ya. Por el contrario el teniente mostró una voluntad más fuerte y comenzó a cocinar algo. Noté que la sartén con el pescado se encontraba en el mismo lugar.* Ya lo decidí, una parte del antiguo yo regresará. *no permitiría que un enemigo me tomara con la guardia baja de nuevo.

Dejé al marine la cocina y fui a tomar un baño, apestaba y ni siquiera yo soportaba mi propio olor.

Estando en mi habitación coloqué la espada que había tomado de mi enemigo y la coloqué sobre la cama, mañana le daría una inspección más a fondo.

Posteriormente me fui a dormir, aunque por extraño que pareciera, dormí bajo la cama mientras abrazaba mi vieja espada con fuerza.

No despertaría hasta después de mucho tiempo.


Última edición por Bizvan el Sáb 10 Dic 2016 - 16:49, editado 1 vez
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Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] - Página 2 Empty Re: Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] {Sáb 10 Dic 2016 - 13:19}

Golpeaba, acariciaba, besaba,...a todas esas jóvenes, las cuales hacían sentirme como un hombre nuevo, pero todo lo bueno dura poco. No pode evitar sorprenderme al ver algo de sangre en la nalga de una joven, intenté decírselo, pero otra joven se me abalanzó a besarme y perdí el interés. Al cabo de un rato, volví a ver sangre, pero esta vez en el pecho de otra de las chicas. Mis ojos mostraban nerviosismo y las chicas parecían darse cuenta al ver cómo me encontraba paralizado. Señale a una de las chicas que tenía sangre, y rápidamente todas se separon al verlo. Di un suspiro de satisfacción al comprobar que no estaba loco y empezaba a tener paranoias por el secuestro. Todas las chicas empezaron a buscar cual era la causante del problema, pues asimilaron que era sangre del periodo, algo que me dio algo de morbo al pensarlo, pero al final todas las miradas acabaron sobre mí. Sin comprender que miraban, baje la vista para observar mi cuerpo y entonces descubrí que las heridas que no había conseguido bloquear con el haki de armadura estaban sangrando de forma constante.

Hubo un momento de silencio y tensión incomoda, hasta que una de las jóvenes se lanzó hacía mi a proporcionarme primeros auxilios. Los cuales fueron muy eficaces y satisfactorios, hasta el punto de que entre en un estado de relajación bastante extraño. No sabía si era producto de las dulces manos de las jóvenes que me estaban atendiendo o por la enorme falta de sangre que había perdido sin darme cuenta.

Cuando ya terminaron de vendarme y limpiar mis heridas, me trajeron un grato desayuno, lleno de enormes cantidades de azúcar para que no me bajara la tensión. Se lo agradecí con otra ronda de... bueno, ya sabéis a que me refiero, pero esta vez más suave debido a las heridas. Cuando termine de satisfacer a todas, o por lo menos a las que se atrevieron, decidí compartir un poco de mi suerte con mi nakama.

-Chicas, necesito pediros un favor.- las jóvenes parecían impacientes por saber mis deseos.- Quiero que tratéis a mi nakama tan bien como me habéis tratado a mi.- las chicas parecían un poco confusas por mi petición, pero las más "avispadas" estaban impacientes por conocerle.-Debéis tener cuidado con él, ha sufrido mucho estos días y puede que este algo nervioso.- acaricie el rostro de una joven y la coloque mi brazalete(el cual me devolvió días posteriores).- Quiero que le despiertes con cuidado y para evitar que te haga algún daño, activa este brazalete para que te proteja.-la joven asintió como si fuera un soldado y salió de la habitación al igual que un grupo de jóvenes. Esperaba que Biz no se lo tomara a mal, pero necesitaba primeros auxilios y una buena sesión de relajación, solo esperaba que el cabrón no fuera mejor que yo en la cama. Por unos segundos pensé que mi club de fans acabaría yéndose con él, pero rápidamente una rubia suculenta me hizo cambiar de opinión.

Cuando me encontraba algo mejor, informe al cuartel para que nos mandara a algún marine que se ocupara del cuartel para poder seguir nosotros con el viaje. Por suerte o por desgracia, no conseguirían traer a un marine hasta pasados tres meses. Parecía que todos estaban ocupados o teníamos falta de personal. Decidí tomarme aquellos tres meses como unas vacaciones, mientras de vez en cuando continuaba entrenando con Biz.

Pasado el primer mes, en el cual no hicimos nada, solo recuperar nuestras heridas y comer como cerdos, volvimos a nuestros entrenamientos para no perder la forma. Sin duda estábamos algo más rellenitos y altos. ¿Habría pegado un estirón? Todo era posible, incluso Biz parecía más grande.

Decidí entrenar con lo básico, carreras con lastre (unos chalecos pesados que nos había proporcionado el herrero del pueblo) tal y como nos hacía entrenar la marina en los cuarteles para aumentar nuestra velocidad. Esto nos llevaba toda la mañana, haciendo que en pocos días perdiéramos los kilos que habíamos ganado. Después por la tarde, y con ayuda de todo el pueblo, se me ocurrió una forma peculiar de aumentar el rango de nuestro mantra.

El entrenamiento consistía en que uno de los dos nos colocábamos en una cabaña pequeña en el centro de una llanura, la cual estaba rodeada por francotiradores. Nuestro objetivo, bloquear el balazo (el cual no sabíamos la dirección) con un enorme bloque de acero que pesaba más que tres Bizvan juntos. Aquel entrenamiento requería mucha fuerza y concentración en el mantra, pues a pesar de ser capaz de localizar a los francotiradores, tenías también que ser capaces de predecir cuál era el que iba a disparar. Una tarea que pareció muy complicada los primeros días, pero que al final acabo siendo como un juego de niños. Por suerte, y para evitar daños mayores, mientras nos concentrábamos en nuestro haki de observación, también recubríamos nuestro cuerpo con el haki de armadura, para evitar los balazos que no éramos capaces de predecir y evitar.

Para terminar, el último mes de estancia en aquel lugar, decidí probar otro método de entrenamiento, sobre todo para Biz. Consideraba que si Biz podía dominar el control de la espada que estaba a punto de pedirle, se convertiría en uno de los mejores espadachines del mundo, pero claro está, todo dependía de él. La prueba consistía en que con el haki de observación activado, tenía que cortar solo y únicamente, las alas de los insectos que había por la zona volando. Sin duda aquel objetivo era muy difícil y complicado, dado que la espada de Biz era tan grande que se llevaba a más de cincuenta mosquitos con tan solo una estocada. Si conseguía dominar aquella prueba, conseguiría un manejo de la espada sobrenatural, haciendo que a pesar de tener una espada tosca, consiguiera ser capaz de ser delicado y preciso.

Yo por mi parte seguí mejorando mis técnicas de electricidad, siendo capaz de crear objetos como una espada relativamente solida y un látigo de electricidad, el cual podía llegar a medir más de dos metros, aunque eso era relativo, ya que a más distancia menos consistencia solida tenía. También conseguí crear una nueva técnica que no llegue a mencionar a nadie, pues me parecía peligrosa incluso a mí y no quería volver a usarla en el caso de que fuera necesaria. Esta técnica consistía en la liberación de una enorme cantidad de electricidad con mis dos manos, la cual generaba una enorme bola de electricidad que podría destruir un poblado si lo impactara. Cuando realice esta técnica, literalmente me cagué en los pantalones, pues me costó más contenerla y hacer que desapareciera, que el simple hecho de crearla.

Al final de los tres meses, me alegre de irme de aquella isla. No penséis mal de mí, la gente del lugar era maja y me caían muy bien, pero el hecho de ver como algunas jovencitas con las que había estado les crecían unas pronunciadas tripitas, me hizo tener miedo de tener alguna obligación paternal inesperada. Así pues, cuando llego el barco, me subí a hurtadillas en él y le entregue las llaves del cuartel al nuevo encargado del lugar. Por suerte, el joven recluta fue tan amable de encargarse de subir los secuestradores al barco y así no tenerme que cruzar con alguna de mis fans. Nada más subir Biz al barco (el cual parecía comportarse de forma rara), nos pusimos manos a la obra, marchándonos de nuevo a alta mar. Para mi asombro, Biz parecía haber entablado una relación seria con una de las jóvenes y se encontraba leyendo de forma emotiva una carta llena de corazones.
-Jajaja parece que alguien te ha robado el corazón, eh grandullón.- dije golpeándole el hombro y haciendo que se avergonzara un poco.- Nos vamos hechos unos hombres de esta isla.-por un momento, una imagen fugaz pasó por mi cabeza, recordando el terrible estado en el que se encontraba Biz tras el secuestro. Había cometido el error de hacer que otro sobrepasara sus límites a costa de su seguridad y a pesar de que este había conseguido superarlos, siempre me sentiría terriblemente avergonzado por lo sucedido. Fruncí el ceño y me quede en silencio observando el vasto mar.
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Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] - Página 2 Empty Re: Los Crimson se hacen fuertes [Entrenamiento Gusi-Bizvan] {Sáb 10 Dic 2016 - 21:10}

Desperté y salí de abajo de la cama. Noté una pocas manchas de sangre secas en mi camisa- No quiero que se infecten. –me quité la camisa y tomé mi equipo médico para comenzar a tratar las heridas. Tras desinfectar comencé con la sutura, para luego proceder a vendar mi cuerpo.

El sonido de pasos dirigiéndose a mi habitación de manera rápida me alertó. Tomé a Lanka y me coloqué a un costado de la puerta esperando con el arma desenvainada.

Una figura portando una armadura de color rojo entró en la habitación. Sin ningún aviso lancé un corte horizontal con intención de partirlo a la mitad. La armadura no sufrió ni un rasguño ante mi ataque y lo único que conseguí fue empujar al dueño haciéndolo caer. Un grito seguido de muchos más se escuchó por todo el cuartel. Confundido me acerqué a la entrada para ver qué estaba pasando. Un grupo de jóvenes esperaban en el pasillo, sus piernas temblaban y sus rostros expresaban terror.

- ¿Qué diablos quieren aquí? -pregunté con una hostilidad evidente.

La persona de la armadura resultó ser otra chica, la cual comenzó a explicarme lo ocurrido y el favor que Gusi les había pedido.

- No quiero, déjenme sólo. –no me encontraba de humor para “eso”.

No parecía que la joven esperara esa respuesta por mi parte, e intentó hacerme cambiar de opinión. Otras 2 jóvenes comenzaron a presionar, argumentando que debía relajarme o por lo menos dejar que atendieran mis heridas.

Me negué de igual forma.

Al final se marcharon un poco enojadas a causa de mi actitud.

La razón de eso era desconfianza, mi personalidad había cambiado un poco y a partir de ahora me mostraría más desconfiado ante los extraños, no importando si trataba de una hermosa joven o anciano de aspecto frágil, todos (menos mis conocidos) serían ahora potenciales enemigos.

Ese día no salí de mi habitación y tampoco dejé entrar a nadie que no fuera Gusi (aunque este nunca se presentó, podía escuchar que tenía algo entre manos). Terminé de atender mis heridas y nuevamente regresé debajo de la cama a dormir.

Días más tarde me enteré que pasaríamos más tiempo en este lugar.

Se decidió que el entrenamiento se interrumpiría hasta recuperarnos de las heridas. Comprendía los peligros de no dejar sanar una herida por completo, por lo cual no objeté.

Un mes fue el tiempo utilizado como reposo. No realicé esfuerzos que se consideraran entrenamientos, solo algunas repeticiones con la espada todas las mañanas en una zona apartada del pueblo. Durante esos días también me dediqué a practicar el mantra por medio de la meditación. Estaba decido a dominar ese poder aunque sea solo de manera básica.

Todos los días cuando Gusi se “divertía” (o eso pensaba yo) yo salía del cuartel y me alejaba del pueblo para meditar con total tranquilidad. Una tarde al intentar activar el mantra sin la necesidad de meditación me percaté de una presencia bastante cerca de donde me encontraba.

Desenvainé mi espada y exigí que se mostrara o de lo contrario lo consideraría un enemigo. Una chica salió de entre la espesura de la vegetación. Parecía estar apenada por algo. Traté de tranquilizarme y utilizando un tono un poco menos hostil le pregunté la razón de encontrarse en este lugar. Con una voz entrecortada comenzó a explicar que llevaba un tiempo viéndome entrenar, al principio solo lo hacía a petición de Gusi, pues el teniente notó mi ausencia.

No parecía mentir así que dejé de darle importancia y continué con mi entrenamiento.

Días posteriores noté que la misma chica parecía seguirme y ocultarse. Decidí fingir no percatarme y utilizarla para entrenar el mantra e intentar descubrir donde se ocultaba cada día. Poco a poco comencé a ser capaz de notar su presencia de manera más rápida y sin la necesidad de la concentración absoluta.  

El segundo mes llegó y era hora de regresar a la entrenamiento físico.* Muh, creo que gané algo de peso. *no era de extrañar, utilizar el mantra todo el día me provocaba un hambre extrema y al no realizar el suficiente ejercicio para quemar esas calorías era obvio que subiría de peso. Suspiré decepcionado de mí mismo.* Adiós todo ese entrenamiento.

Para colocarnos en forma de nuevo comenzamos a ejercitarnos utilizando prendas especiales creadas por un herrero. Era bastante pesada, pero serviría para regresarnos nuestra condición o incluso aumentarla un poco más.

Mientras realizábamos el entrenamiento para colocarnos en forma de nuevo, un pensamiento relacionado con mi posición dentro de la marina surgió en mi mente. Mi posición actual era gracias al capitán, pero hora que lo pensaba Gusi también podría escribir una carta de recomendación para ayudarme. Compartí ese pensamiento con mi naka y este afirmó de manera positiva que se encargaría de ayudarme cuando fuera necesario e incluso se esforzaría por sobrepasar al pelirojo (seguramente para evitar reprimendas por su parte). Agradecí el apoyo de mi compañero, ahora el resto corría por mi parte, era mi deber responder la bondad de Gusi con esfuerzo para aumentar el poder de la manda. Me aseguraría que cuando utilizara su recomendación mi fuerza sería la necesaria para apoyarlos incluso a costa de mi vida.

Cuando el régimen de emergencia terminó (después de días de sudar como cerdo), el teniente había preparado un entrenamiento especial para el mantra. Consistía en  ser el blanco de un grupo de francotiradores. Nuestro trabajo era encontrar su presencia y descubrir cuál de ellos dispararía para bloquearlo utilizando un bloque de acero sumamente pesado. Practicar detectando la ubicación de la chica fue de gran ayuda, pero esta vez se trataba de más de una persona. Mi dominio del haki no era tan bueno como desearía, dando como resultado que solo me resultara posible detectar a uno solo de ellos y tener que depender de mi audición para intentar predecir de dónde provenía el disparo de los otros.

Cuando ese entrenamiento terminaba me retiraba a mi zona de meditación a continuar con mi propia sesión. Imbuyendo ambos brazos de haki de armadura comencé a golpear el árbol más grueso que encontré. Después de horas haciendo eso mis puños terminaban cubiertos en su totalidad por mi sangre, y el árbol solo presentaba ligeros impactos.

Todos los días de ese segundo mes me la pasaba practicando mantra con los francotiradores, obligándome a generar un mayor flujo de energía  intentado encontrar la posición de todos para detectar cuál de ellos atacaría. Cuando terminaba con eso continuaba con mi método para intentar aumentar la resistencia de mi armadura. Con el paso del tiempo conseguí partir mi primer árbol solo con los puños, me sentía exhausto por toda la energía utilizada para conseguir mantener activada la armadura por largos periodos de tiempo. Solté un grito de emoción al ver caer el enorme árbol. Para mi sorpresa no me encontraba solo, pues la chica pareció sobresaltarse a causa de mi grito y salió de su escondite.* Ya veo, el mantra solo me indica las posiciones de las personas cuando lo activo. *era bueno saberlo.

La joven intentó huir, pero al pedirle que esperara, se detuvo y me miró con timidez. Le expliqué que siempre supe que ella se ocultaba a los alrededores y que gracias a eso podía practicar todos esos días. El hecho de nunca notar hostilidad por su parte me hizo confiar en ella poco a poco.

Al notar que mis puños sangraban se acercó para revisarlos, parecía un poco triste, pero no comprendía a que se debía eso. De una pequeña bolsa que colgaba de su hombro sacó un par de vendajes e intentó colocármelos. Noté que no tenía idea de cómo hacer eso, sin embargo le permití continuar hasta terminar.- Te lo agradezco. –utilicé mi sonrisa falsa, hace mucho que no tenía que recurrir a ella.- Ahora tengo que continuar entrenando. –derribar el árbol no era suficiente, tenía que buscar algo más resistente.

Los últimos 10 días de ese mes fueron un poco más tranquilos en cuanto a las prácticas de mantra. Había conseguido percibir la pequeña luz de cada uno de los francotiradores, pero me resultaba imposible predecir los movimientos de todos al mismo tiempo, por ende tenía que estar constantemente cambiando mi atención para encontrar al atacante.

En cuanto a la armadura, había comenzado a golpear una enorme roca. Mis puños dejaron de sangrar, pero no conseguía causar un daño considerable a la enorme piedra, tendría que entrenar mucho más.

La chica había dejado de ocultarse y ahora esperaba sentada a que yo decidiera tomar un descanso. Cuando eso ocurría, ella tenía preparado unos bocadillos y se cercioraba si tenía alguna herida en el cuerpo. Por cierto, su nombre era Mayra, una chica bastante tímida que no tubo del valor de seguir al resto de las jóvenes al cuarto del peliblanco… O por lo menos eso mencionó…

El tercer mes llegó y mi nakama tenía un nuevo entrenamiento esperándome. No pude evitar mostrar un asombro cuando mencionó que debía cortar las alas de un mosquito.

Pasaron 15 días y aunque podía notar la presencia del mosquito, cada vez que atacaba, este terminaba aplastado contra la hoja de mi arma. La concentración y respiración jugaban un papel importante en este reto. Tenía que ser capaz de realizar un corte milimétrico y con una precisión asombrosa para no matar al insecto en el acto.

Había pedido a Mayra que ese mes no se acercara a mí cuando entrenara, ya que me encontraría empuñando un arma, no quería perder el control y terminar causándole daño  o algo peor. Al estar solo dejé que la inmersión del Kai se llevara por completo. Todo desapareció a mí alrededor, los únicos sonidos que podía escuchar eran los zumbidos y mi propia respiración. Ese el mayor grado de concentración al que podía acceder por ahora.

El tiempo pasó y mi dominio de la espada había incrementado un poco, de hecho estaba seguro que incluso había conseguido dominar un poco más el Kai, pues ahora podía permanecer empuñando mi espada más de tiempo sin sufrir una pérdida de control. En cuanto a los mosquitos, bueno… Cortar sus alas seguía fuera de mi rango, aunque podía causar un ligero corte en una de ellas que les impedía continuar volando, claro que esto solo sucedía 2 de cada 6 intentos que realizaba.

Interrumpí el entrenamiento y alcé mi vista al cielo.- En 2 días este mes llegará a su final. –miré mis manos llenas de callos y heridas por estar continuamente golpeando la roca.- Que decepción, no conseguí partir esa cosa a la mitad. –a lo largo de los días siempre me imaginé logrando partir esa roca con alguno de los golpes, pero eso nunca sucedió, solo conseguí destruir una pequeña parte de ella.- Eh cambiado. –no solo físicamente era un poco más alto, también había adquirido masa muscular. En cuanto a mi personalidad, había decidido solo ser alguien más cuidadoso y no confiarme en ningún tipo de situación. Debería agradecerle esto a la chica, pues fue gracias a ella que noté lo mucho que detestaba estar sólo.

El día de nuestra partida por fin llegó. Antes de subir al barco fui a visitar a Mayra, pero esta solo me entregó una carta para luego salir corriendo tan rápido como ella podía. Esbocé una ligera sonrisa y me di media vuelta para dirigirme al barco.

Ya estando en el me recargué sobre la borda del navío para ver la carta. A la mitad de la lectura la voz de Gusi seguida de un golpe causó que guardara la carta de manera inmediata y a modo de reflejo.- Bueno, esto, yo… -no supe como contestar a sus primeras palabras.- Hombres… Sí, supongo que la experiencia de ser secuestrado es una buena forma de poner a prueba el temple de uno. –comprendí a que se refería, pero preferí fingir haber mal interpretado su comentario.-Gusi… Gracias por haberme traído a este viaje, me ayudó a ver mis debilidades. –fue lo último que le dije antes de marcharme a uno de las habitaciones del barco. marine
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