Una Noche No Muy Oscura. [Venom y Vilya]

El pelirrojo no podía creer que le hubiesen mandado a aquella isla en su primera misión. Él y unos doce reclutas más, debían dar caza a un simple ladrón de poca monta, valorado en tres millones. La verdad, es que el marine estaba un poco aburrido de estar corriendo siempre por el cuartel y se agradecía el cambio. Por fin se había comido aquella fruta del diablo, arriesgándose para ver si lo que le ocurría era bueno o malo. El resultado que había obtenido era bastante cómodo y no se arrepentía de haberlo hecho. Tal vez que le tocase algo relacionado con su animal favorito podía ser una señal del destino, pero eso debía verlo con el paso del tiempo. Por el momento pensaba terminar aquella misión en solitario.

Eran las once de la noche y los demás marines habían montado una especie de campamento en la playa, arriesgándose a ser atacados por los pájaros gigantes de la isla. Venom había decidido separarse de los demás y buscar a su presa en solitario. Vestía con una camiseta de mangar larga de color negro. Por encima portaba un chaleco verde acolchado y no parecía llevar ninguna arma. En su frente tenía un protector de acero con el símbolo de la marina y en sus manos unos guantes negros hechos de tela. Sus pasos le desplazaban por aquella especie de jungla, buscando alguna posible pista acerca del objetivo. Sus azulados ojos resaltaban en la oscuridad de la noche. Podía verse un poco debido a que era luna llena, una clara ventaja para él. Se relamió despacio y después continuó caminando.

- Parece que ese tipo ha estado por esta zona…

Susurró con un tono de voz serio. Junto al rio por el que avanzaba, pudo ver unas huellas en el barro. Los demás reclutas no se habían atrevido a aventurarse en la isla, por lo que supuso que debían de ser de su objetivo. Se quitó un momento la mochila y de ella sacó una botella de agua. Tras darle un par de tragos la ocultó y comenzó a caminar hacia el rastro que dejaban las huellas. Trataba de ser lo más sigiloso posible y por ello podría pillar a su presa despistada. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro al mismo tiempo que miraba al frente. Para ser su primera misión, no estaba nada nervioso.

Había tenido que contratar a unos mercaderes para poder ir hasta aquella maldita isla, el pago por la recuperación de unos objetos en manos de un chorizo era bastante suculento, demasiado como para dejarlo escapar. Los hombres que la habían transportado esperaban recibir una comisión, y la esperarían en la costa tres días, tras los cuales estaría sola allí. Con sus habilidades de rastreo no esperaba tener problemas en rastrear a un hombre entre pájaros. Su sorpresa fue enterarse que no solo pájaros vivían en aquel lugar.

Comenzó su rastreo en la desembocadura de un rio, si alguien estaba ocultándose, el rio seria su mejor opción para dar con él. Comenzó a caminar al amanecer, parando ya con la luna en su cenit. La jornada había resultado infructuosa, no encontrando una sola huella. El lugar para parar lo había elegido tras dar un par de vueltas. Si el maleante la intentaba seguir, pasaría varias veces por delante de ella, recortándose en la luna. Mientras cenaba algo de carne deshidratada, percibió movimiento, cogiendo el arco enseguida y preparándose.

-Seas quien seas, acércate despacio y con las manos en alto. Si no lo haces no dudaré en hacerte un nuevo agujero. –Le solté al desconocido que se estaba acercando. Podía ser un nativo, el ladrón o cualquiera que estuviera buscando al criminal, peor no podía arriesgarme.

Akaihebi continuaba caminando tranquilamente por la jungla, manteniendo sus ojos abiertos para evitar cualquier tipo de problema. Aquellas huellas parecían ir perdiéndose al volverse el terreno más estable. Iba a tener que aligerar su ritmo si quería encontrar a su presa antes del amanecer. No quería que el resto de marines se llevasen el mérito de lo que él pretendía hacer. El frío comenzaba a ser un problema, pero su cabello largo y las ropas que tenía, le servían bastante a la hora de darle un poco de calor. No pudo evitar soltar un poco de vapor por la boca tras unos instantes. A lo mejor debió haberse quedado en una de las hogueras que aquellos reclutas estaban haciendo, pero le tentaba demasiado la idea de eliminar o capturar a aquel tipo por su cuenta.

El joven entonces escuchó una voz que parecía dirigirse a él. Dejó de andar, quedándose totalmente quiero, para después analizar lo que le había dicho. Le estaban amenazando con un nuevo agujero si no se acercaba con las manos en alto. Pudo saber que aquella persona estaba armada, pues la amenaza tenía toda la pinta de llevar una bala incluida o un tajo. Podía ser el objetivo que buscaba, pero descartó esa opción cuando escuchó la voz. Parecía ser de una mujer. A lo mejor ese idiota tenía compañeros. El marine miró a la dirección de la que tenían aquellas palabras y entonces pudo ver aquella figura femenina. Le extrañó bastante el tono de su piel, aunque él no podía juzgarla por aquello.

- No está bien amenazar a la marina de esa forma, mujer.

Susurró el pelirrojo en un tono calmado, empezando a caminar hacia ella, pero sin levantar las manos lo más mínimo. Las llevaba en los bolsillo y no pensaba sacarlas si no era obligatorio. Sus azulados ojos se posaron en los de aquella mujer. Comenzó a mirarla bien, tratando de averiguar quién podía ser. Pudo ver que disponía de un arco y eso le hizo alzar una ceja. Usaba flechas como armas, cosa que él no. Prefería los golpes físicos desde siempre. Se relamió despacio y después de unos momentos se quedó a dos metros de la chica. La miró con toda la calma del mundo y acto seguido le habló en un tono calmado.

- ¿Formas parte del equipo del ladrón de tres millones? Espero que no sea de ese modo, o voy a tener que hacer algo malo.

Aquel joven se identificó como miembro de la marina, ese fue el único motivo por el que no se llevó un flechazo al acercarse con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Su aspecto era bastante extravagante, aunque eso solo era un detalle estético, aún no lo podía juzgar, pue no le conocía. Gracias a su vista acostumbrada a la penumbra distinguió el emblema de la cabeza, que corroboraba las palabras del chico. Sus siguientes palabras ya denotaron algo más de su carácter, propensión hacia la violencia.

-No, no forma parte de la banda de ese hombre, estoy aquí para recuperar algo que robo y su dueño quiere recuperar. Deberías aprender a hacer caso a la gente armada, solo te ha salvado que he visto ese emblema. –Le comenté mientras bajaba el arco y le quitaba la flecha.- Si tu interés está en el hombre podemos colaborar, siempre y cuando me pueda llevar lo que busco.

Era un trato justo, el marine detenía a su delincuente y yo cobraba la recompensa por la devolución del objeto. La verdad, me sorprendía que la marina mandara a alguien, esperaba que tardaran, al menos, otra semana en dar con el ladrón, a menos que lo estuvieran buscando de antes. En cuyo caso ya no era sorprendente, mientras el chico respondía usaría la capa de manta mientras volvía a recostarme en la madera del árbol.

Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de aquel marine, el cual paseó su lengua despacio por los labios. Las palabras de la joven eran divertidas, bueno, joven… Parecía ser mayor que él. De todas formas no iba a andarse con tonterías y trataría de seguir a lo suyo cuanto antes. No pudo evitar cerrar los ojos un poco, notando algo de viento mecer sus cabellos despacio. Notó una leve presión en el pecho, la cual podía ser a causa de la emoción que estaba sintiendo al tener casi a su presa cerca. Sus ojos se abrieron entonces, teniendo aquella extraña forma de reptil. Entonces dio un paso más hacia aquella chica. Estaba claro que no era alguien ordinario.

- Créeme cuando te digo que una flecha es el menor de mis problemas. Tan solo quiero terminar con mi presa de una vez, por la justicia verdadera. Veo bien la alianza, solo me interesa la vida de ese pecador.

Mencionó de forma siniestra. Por un momento, sus ojos tomaron un color rojizo intenso parecido al de ella, pero entonces volvieron al tono azulado de siempre ¿Qué era aquel marine? ¿Alguien como él era un simple recluta? Venom tenía algo que los demás no tenían a parte de una fruta que le hacía un súper hombre entre los demás. Su sangre fría y determinación eran de admirar en muchos casos. El pelirrojo entonces se quedó mirando a la chica recostada en aquella especie de tela. Pese a la diferencia de edad, no le importaba lo más mínimo y la tuteaba como si fuese un recluta también.

- Espero que no te mares viendo sangre, porque esta noche va a verterse una cantidad considerable. – Le dijo con calma.

Una vez dijo eso, el luchador se cruzó de brazos, esperando una respuesta por parte de la mujer. Ese marine recordaba a una serpiente por la forma de sus ojos, su aspecto, y la forma fría en la que se comportaba. No era un secreto que ese tío no iba a durar mucho como un recluta. Aún no había desvelado su rango, y con una simple bandana con el símbolo de la marina no iban a poder averiguarlo. Un trueno se escuchó entonces, iluminando un poco la zona y dándole un aspecto más tétrico a aquel chico de apenas dieciocho años.

Por un momento los ojos del joven cambiaron de color, la verdad, me interesaba un poco es habilidad. El interés nacía del poder que le permitía hacerlo, ¿Era natural? ¿Lo habían modificado? ¿Era consumidor de Akuma no mi? Estaba segura que en algún momento de la noche llegaría a descubrirlo debido a las palabras del joven. Y aunque el miembro de la marina parecía interesado en algo que llamaba justicia suprema, estaba por ver como la impartía. Sus ansias de sangre no me agradaban en absoluto, pero había sido ya la que había propuesto la alianza y no me tiraría para atrás ahora.

-Bien marine, acércate y descansa. Con esa lluvia que se aproxima no podremos seguir el rastro esta noche, pero mañana por la mañana será mucho más fácil dar con el cuándo salga de su escondrijo a por agua y comida. –Le dije mientras me movía hacía un lado y que se pudiera aposentar en esa zona, cubierta por espesa cobertura arbórea y algo más elevada que la zona de alrededor.- Y no, la sangre no me importa, soy cazadora desde bien joven.

Mientras esperaba la reacción del marine continúe comiendo la carne deshidratada, estaba bastante sabrosa, pero nada comparado con una buena pieza de caza recién atrapada y preparada por alguno de los cocineros de la tribu. Eso sí que era comida de reyes, lástima que no se me diera bien cocinar.

El pelirrojo continuó mirando a la chica de forma calmada, escuchando sus palabras y ladeando un poco la cabeza. No podía permitirse aquel lujo de esperar toda una noche hasta ir a cazarlo. No había dormido mucho y no creía aguantar más de unas cinco horas. Encima, si decidía dormir en aquel sitio podían ser emboscados o ella matarle en caso de ser una compañera del ladrón. Tampoco quería que los demás marines le quitasen su momento. La serpiente chasqueó un momento la lengua y después observó a la mujer de piel grisácea comer aquel alimento que parecía corteza de árbol. Se llevó la mano derecha a la mejilla y después de unos momentos le habló en un tono bastante calmado, pero sin perder la seriedad que tenía el marine.

- Me temo que no puedo esperar a mañana. Hay al menos unos once miembros de la marina más en la playa de la que vengo. Madrugaran para dar caza a ese tipo y no quiero que me quiten la presa. La lluvia no me es problema, al menos debemos intentarlo.

Dijo con su tono de voz habitual grave. Sus azulados ojos se clavaron de nuevo en los de ella. Había visto que le dejó un hueco a su lado, pero no pudo evitar mirar a otro lado. No tenía ninguna clase de contacto con los demás, ya fuese mediante tacto o conversable. Tan solo los observaba y actuaba por su cuenta. El estar hablando con una persona le estaba haciendo sentir un poco raro. Miró al cielo viendo aquellas nubes que se acercaban, tal y como había dicho aquella arquera. Venom entonces se cruzó de brazos, dirigiendo de nuevo su mirada hacia aquella mujer que tenía delante de sus ojos.

- Busquémosle ahora. Si crees que es mejor esperar al amanecer, iniciaré la búsqueda yo mismo. No hay muchas cuevas en la isla, en alguna debe estar.

Independientemente de lo que dijese aquella rubia, el pelirrojo iniciaría la caminata por su propia cuenta. Como siempre, sus manos iban metidas en los bolsillos y sus ojos entrecerrados. No pudo evitar relamerse de nuevo, al mismo tiempo que miraba hacia atrás, para darse cuenta de sí la chica había decidido seguirle más que nada. Si iba solo tampoco le iba a importar mucho, pues estaba totalmente acostumbrado a ello.

Escuché al marine, parecía ser un lobo solitario, un animal que caza solo y al margen de su manada. Eso me resultaba agradable y no. Por un lado, implicaba que tenía buenas habilidades y confianza en las mismas, pero por otro implicaba que no sabía jugar en equipo, y eso podía resultar muy mal en alianzas tan débiles como la nuestra. A pesar de las reticencias, ya había acordado ayudarle, por lo que seguiría adelante.

-Te acompañaré ya que tenemos un trato, pero no creas que va a ser tan fácil como buscar en todas las cuevas de la isla. Hay cientos de sitios que pueden servir de refugios temporales y moverse continuamente. Por ejemplo este, con unas ramas pobladas por encima y sin haberte dicho nada, no creo que me hubieras encontrado. -Me levanté acercándome a él, con las cosas listas para partir.- Espero que estés más atento a las plantas que a las huellas, ellas son las que de verdad te dirán dónde está tu presa.

Dicho aquello comencé a caminar de vuelta a la rivera, buscando hojas rotas, ramas dobladas do forma anti natural, hierva pisada y claro estaba, huellas. Al principio no avancé todo lo rápido que podía para ver si el marine podía seguirme el ritmo, de ser así, iría cada vez más rápido, quería intentar encontrar alguna pista en el suelo antes de que el agua las eliminara.

Una rastreadora, eso parecía aquella mujer. A diferencia de ella, no pensaba que aquel ladrón fuese tan listo de ocultarse en los árboles. Había serpientes peligrosas por ellos, las cuales podían vivir bajo la amenaza de los enormes pájaros y aprovechar la oscuridad para comer. Y hablando de víboras, una bien grande estaba a punto de darle caza a aquel payaso. Los ojos de Venom continuaban mirando a diversas zonas para de esa forma poder localizar a su objetivo. Era una lástima no tener muy desarrollada su fruta del diablo, de lo contrario podría detectar el calor corporal de su adversario. Se echó el flequillo a un lado y continuó con la búsqueda. Tenía claro su propio método y sería el de las huellas. Lo que dijo la chica sobre las plantas tenía sentido y por ello también le hizo caso en aquel tema. Miraba los tallos buscando torceduras y demás.

De repente, el luchador pudo ver una entrada a una especie de caverna al otro lado del rio. Había unos restos de comida, como latas de atún y algunas latas de refresco. Una gota de sudor bajó por la mejilla del chico serpiente. Había que ser gilipollas, pero también podía tratarse de una trampa. El marine se llevó la mano derecha al rostro en señal de desaprobación. Sin duda estaba frente a un paquete de tío. Lo primero que hizo fue quedarse en la entrada, mirando el interior. Sus manos salieron por fin de sus bolsillos, estando ahora fuera. Empezó a crujir los huesos de los nudillos con calma, para después estirar las piernas y los brazos. Siempre era bueno calentar antes de entrar en combate.

- ¿Qué propones ahora? Podemos entrar, o simplemente darnos la vuelta y huir.

Dijo entonces con cierto sarcasmo. En ese momento estiró su mano apuntando al suelo, mostrando una sonrisa sádica. En poco tiempo, una especie de criatura de unos quince centímetros de alto comenzó a formarse. Parecía ser una especie de diablillo, el cual era de color rosado, con orejas puntiagudas y un poco de barba. El enano llevaba un mero taparrabos cubriéndolo. El marine le miró con calma para después hacerle un gesto y que entrase en la caverna primero. Él podría informar si había una trampa o no. Entre la oscuridad y su tamaño, dudaba que lo encontrasen.

No tardamos demasiado en dar con una gruta con comida por fuera, era como si el ladrón que perseguíamos fuera tonto o no pensará que lo fueran a seguir hasta aquella zona. También cabía la posibilidad de que fuera una trampa preparada para cualquiera que lo estuviera rastreando. Mi compañero me dirigió al poco hacía la entrada de la cueva, preguntando si entrabamos o huíamos de forma sarcástica, o eso esperaba.

-Por supuesto que puedes huir a buscar a tus compañeros marine, yo entraré y te dejaré al tipo en bandeja para cuando llegues, si es que encuentras el camino hasta aquí. –No me gustaban los sarcasmos, no eran como las bromas, eran algo más oscuros y menos graciosos. Mientras hablaba le vi crear algo, un ser de pequeño tamaño que entró en la cueva.- ¿Qué narices era eso?

Ahora mismo no sabía si entrar o esperar a que el chico se dignara a comentarme el plan que tenía en mente. Al menos esperaba una respuesta clara sobre lo que había creado, invocado, o lo que fuera. Tenía el arco preparado y estaba atenta a los alrededores, peor no podía evitar fijarme mi compañero, intentado recordar alguna akuma del libro que tuviera esos poderes.

Las manos de Venom fueron a su bolsillo rápidamente. Ahora debía esperar a que su mensajero volviese. Ignoró las palabras de aquella mujer, la cual le parecía un poco sarcástica también. Su expresión continuó fría todo el tiempo. Entonces escuchó la pregunta de ella, era obvio que se trataba de un diablillo. De todas formas, era normal que no estuviese hecha a ver aquellas cosas de las leyendas. Nadie en la marina conocía bien los poderes del pelirrojo. No tardó mucho en soltar un suspiro, sacando las manos de los bolsillos y empezando a caminar en círculos. Se notaba que estaba bastante aburrido, por lo que se entretendría respondiendo a la pregunta que le había hecho aquella chica de cabellos rubios.

- Es un diablo, una criatura invocada por mí. Él se ocupará de decirnos si hay alguien aquí dentro. Mis habilidades me permiten hacer ese tipo de cosas y mucho más.

Fue entonces cuando el pequeño diablillo salió de aquella cueva, mirando a su dueño y asintiendo después con la cabeza. Una vez hizo eso, el marine chasqueó los dedos y desapareció como si nunca hubiese estado. Venom se relamió despacio, mostrando una sonrisa siniestra. Después de eso comenzó a caminar hacia el interior de la cueva. Sabía que aquella mujer le iba a seguir, por lo que no tenía problema alguno con aquello.

No tardó en llegar a una cavidad bastante espaciosa, en la que había varios hombres armados con espadas sentados alrededor de un aparato que emanaba calor. No sabía cómo coño habían conectado aquello en una isla sin electricidad, pero supuso que iba con batería o pilas. Soltó un suspiro agachándose detrás de una roca y pudo ver al ladrón subido en una enorme piedra. Parecía estar contando algunos billetes, seguramente robados. Eran un total de siete, pero para el marine no había problema. De hecho, dejaría a la chica actuar primero al tener armas a distancia. De ese modo podrían terminar con facilidad con el primero. El marine la miró a los ojos y le hizo un gesto para que comenzase. Acto seguido comenzó a frotarse los nudillos, estando preparado para salir después de su escondite.

- Esto va a ser muy divertido… – Susurró mientras se relamía.

Vaya, vaya, vaya, así que invocaba diablillos, sería interesante descubrir que más tenía aquel hombre bajo la manga. También me gustaría algún día comprobar cómo eran de fáciles de rastrear aquellas criaturas. Aunque viendo como la hizo desaparecer, seguirlas si hacía eso sería un dolor de cabeza. La criatura debió confirmar que se encontraba dentro nuestra presa, pues el marine se internó en la caverna sin decir nada.

Caminando de medio lado, y a ratos de espaldas para vigilar la entrada, llegué hasta una agrupación de piedras. Al otro lado siete hombres, entre los que debía estar el ladrón reían y comían alrededor de una fogata. Me fijé en el techo, una abertura lateral se tragaba todo el humo, así este no descubría la boca de la cueva, sino fuera por su guarrería dejando cosas fueras, era probable que no hubiéramos encontrado en bastante tiempo.

El marine me hizo un par de gestos, al parecer esperaba que yo atacara primero y luego ya se ocuparía el del combate cuerpo a cuerpo. Cargué la primera flecha en el arco, dejándolo a mi lado. Saqué la ballesta, la cargué también, y respirando hondo, apunte al tipo más alejado y finalmente solté el proyectil. Dio de lleno en la cabeza del hombre, pero la fortuna es caprichosa y al caer tiro varias tazas, haciendo la mar de ruido.

Rápidamente dejé la ballesta y cogí el arco, volví a respirar hondo mientras los hombres se reponían de lo que pasaba y tras el siguiente disparo, otro cayó al suelo. Esta vez ya no hubo confusión y los hombres comenzaron a correr hacia mí. Antes de que llegaran podría disparar otra flecha gracias a mi velocidad, pero el resto dependía del marine ahora.

El tiro impactó en la cabeza de unos de aquellos idiotas y eso provocó una sonrisa ladeada por parte de aquel marine. A continuación, la chica dejó fuera de juego a otro más. Debía admitir que su puntería era sorprendente, pero ahora tenía que ocuparse él. Quedó escondido tras la roca y esperó a que estuviese más cerca el primero. Se iban a llevar una buena sorpresa cuando el pelirrojo comenzase con el espectáculo. Se quedó totalmente callado, respirando con normalidad, pues aquellos idiotas comenzaron a hacer ruido mientras insultaban a la chica. Unos decían que la iban a rajar y cosas similares, pero sinceramente, no era algo que impresionase al luchador. El mundo estaba podrido de imbéciles y solo la justicia podía ocuparse de exterminarlos de la forma más cruel posible.

- Fin del juego…

Dijo en cuando el primero estaba a menos de dos metros de la arquera. El chico salió de la nada, impactando su pierna derecha en el centro de la cara de su oponente. El tipo cayó de espaldas y un poco de sangre salió de su boca. A continuación, impactó su puño derecho contra un hombre armado con un cuchillo. Ahora que había salido, los demás empezaron a retroceder. Tenía una fuerza considerable para ser un simple recluta y eso era a tener en cuenta. Se relamió despacio, para después tomar al anterior del cuello y de un cabezazo volverlo a tirar. Mientras tanto cubriría a la mujer para que pudiese disparar contra más de ellos. Era un buen trabajo en equipo si lo hacían de aquella forma. Él no iba a dejar que se acercasen a molestar. Entonces vio al ladrón, el cual trataba de correr hacia otro pasillo que daría hacia una posible salida.

- No dejes que escape, termina con la vida de ese desgraciado.

Dijo en un tono frío como el hielo mientras observaba a los dos hombres restantes que le miraban asustados. Sin pensárselo, avanzó hasta uno de forma tranquila. De una patada giratoria pudo tirarlo al suelo. Después se echó sobre él y de un puñetazo violento le echó los dientes abajo. La sangre bañó su pálido rostro y encima pareció haberse quedado tan pancho. A parte del ladrón que debía derribar la chica, ya solo quedaba uno. Los azulados ojos del marine se clavaron en los suyos y fue cuando aquel hombre se quitó la camiseta. Su cuerpo era musculoso y bastante grande. Al parecer era otro luchador. Iban a divertirse ambos en su propio terreno.

- No me esperaba que tuvieses semejante musculatura. Es el momento de probar que la velocidad y la inteligencia pueden vencer a la bestia.

Sin dudarlo disparé a otro de los maleantes que retrocedían, dándole en el pecho a la altura del corazón, o eso esperaba. No le gustaba hacer que sus presas sufrieran, y estas eran unas presas de buen tamaño como para fallar. La pantalla que hacia el marine era una ayuda más que considerable, y pronto di buena cuenta de otro hombre más. Acababa de soltar otra flecha cuando el marine me dijo que fuera por el jefe, que parecía intentar huir por otro túnel de la gruta.

-Hecho, pero no te hagas mucho daño con el grandullón. –Le comenté mientras saltaba las rocas arco en mano. No sin antes haber recogido la ballesta.

Recorrí el cacho que me separaba de la entrada a la siguiente entrada, y teniendo el arco listo me interné en la penumbra en busca de mi presa. Podía escuchar sus jadeos y sus pies al chocar contra la arena del suelo. Para ser un ladrón era bastante ruidoso. También podía influir que dos personas estuvieran masacrando a todo su grupo, y el miedo puede ser un adversario formidable.

Continué el túnel adelante, habíamos bajado unos cuantos metros y empezaba a preguntarme si de verdad había una salida por allí. La zona, ahora iluminada con antorchas, se dividía y bifurcaba formando un enrevesado laberinto. Por suerte, sería fácil de resolver gracias a las huellas del asustado hombrecillo. Cada vez tenía más ganas de encontrarlo, y aunque el marine había pedido su cabeza, si podía no lo mataría.

En cuanto la chica salió detrás del otro tipo, el pelirrojo alzó sus puños y mostró una sonrisa ladeada. Aquel enorme mastodonte se lanzó a por él, tratando de impactarle un codazo en el centro de la cara. El marine fue bastante más rápido y de un giro lateral, pudo evadir su ataque. A continuación, saltó con una agilidad impresionante, impactando su pierna en la cara de aquel tipo. El enorme hombre retrocedió un poco, escupiendo después un poco de sangre a un lado. Dicho tipo parecía estar mosqueado y lo que hizo a continuación, fue empezar a gruñir de forma violenta. Su cuerpo comenzó a crecer un poco, rodeándose de pelaje marrón. De su rostro surgió una nariz de cerdo y dos colmillos. Entonces fue cuando aquel hombre empezó a reír mientras avanzaba hacia el pelirrojo.

- De modo que un usuario del tipo zoan… Lo lamento mucho, pero tu muerte está a punto de llegar en estos mismo instantes…

Una vez dijo aquello, el pelirrojo comenzó a crecer hasta una altura impresionante. De sus hombres surgieron dos cabezas más, siendo estas de serpiente, al mismo tiempo su rostro tomó dicho aspecto. Todo su cuerpo se recubrió de escamas y sus dientes se afilaron. Poco a poco empezó a mostrar sonidos tenebrosos. Aquel hombre jabalí abrió los ojos como platos, tratando de retroceder y salir de allí cuanto antes. Lo único que se escuchó entonces, fue un grito de terror que llegó a todos los túneles de dicha cueva. Algo había pasado con el tipo musculoso y no había que ser un genio para saberlo.

Dos minutos después, el luchador se hallaba en su forma humana, caminando hacia donde había ido la rubia. Su boca estaba totalmente manchada de sangre y sus ojos habían tomado un color rojizo. Sus ropas tenían restos de aquel líquido rojizo también. En la zona de antes, se hallaba el otro hombre en forma humana, con el cuello destrozado y un ojo menos. La brutalidad de Venom había sido impresionante.

Continué siguiendo las huellas, parecía que había elegido ese lugar hacía mucho tiempo ya, o quizás lo había encontrado ya así. Lo más probable era el segundo, no veía a aquel tipo con la inteligencia suficiente como para hacer ese laberinto. Empecé a escuchar un ruido mecánico delante, no estaba acostumbrada a ellos, pero estaba segura que no era nada bueno. La sala donde estaba tenía varias entradas, el hombre trabaja en algo en el centro, pase la primera entrada, bordeando la sala hasta un lateral desde el que cargar el arco.

Un grito retumbo por toda la cueva, un sonido horripilante de muerte. ¿Qué habría hecho aquel marine? De cualquier forma, el grito me dio la oportunidad de asomarme y apuntar al ladrón. No pude decir mucho, el tipo se giró, intentado sacar algo de su cinturón. Ante la duda de que fuera un arma solté la flecha que se clavó en su pecho con un ruido sordo.

Con el hombre ya muerto pude fijarme mejor en la zona. Estaba llena de objetos curiosos, cuadros y otras cosas de valor. Rebusqué un poco hasta encontrar lo que me habían encargado, un relicario de plata con forma de flor. Además me fije en varias cosas curiosas que tenía por allí. Imagine que la marina querría cogerlo todo y no me apetecía enfrentarme a mi nuevo amigo, por lo que lo deje todo allí. Esperaba que dieran algo de recompensa por la ayuda. Esperaría allí al marine, con el tiempo desde el grito no creía que tardara demasiado en aparecer.

Los pasos del pelirrojo le iban conduciendo por aquel conducto que esperaba que diese a donde estaba la rubia. No tardó mucho en relamerse un poco, bebiendo de la sangre que había en sus comisuras, pero eso no bastaba para limpiarse toda la cara. Era como si hubiese devorado a aquel tipo y en parte, lo había hecho con su cuello. El muy bestia iba mirando a su alrededor, buscando algo que pudiese indicarle la posición de la arquera y aquel capullo. Tosió un poco de forma violenta, pero se le pasó al momento. A lo mejor era el momento de terminar de una vez con todo aquello y volver a la playa con su objetivo. No tardó mucho por fin en llegar a dónde se hallaba la chica.

Pudo ver al imbécil de aquel tipo con un flechazo en el pecho. Lo primero que hizo fue acercarse al cuerpo y de un tirón arrancarle la flecha de forma violenta, después colocó sus brazos alrededor del cuello del hombre. De un violento movimiento lo partió de forma brusca. Una vez hizo eso se quedó mirando a su alrededor. Todo aquello no le importaba para nada, pues su objetivo era llevarse simplemente al ladrón. Lo que sí hizo fue sacar una pequeña bolsa del bolsillo y dejarla sobre una pequeña mesa. En ella había una cantidad de 500.000 Berries. A continuación miró a la chica con una sonrisa siniestra.

- Eso es para ti. Gracias por tu ayuda. Nada de lo que hay en este sitio me importa, de modo que puedes llevarte lo que quieras.

Dicho aquello cargó el cuerpo a sus hombros, mostrando una fuerza sobrehumana al no pesarle nada. Pese a estar lleno de sangre, sus ojos azules resaltaban. Entonces le hizo un saludo a la chica y después le dio la espalda mientras caminaba de nuevo hacia la otra cavidad.

- Un placer, arquera. Espero que trabajemos juntos en otra ocasión. – Dijo finalmente antes de irse.

Vaya aquello no me lo esperaba, el marine llego con la cara manchada de sangre, sin duda su combate había sido brutal. Tampoco esperaba que le partiera el cuello al ya muerto ladrón, pero tampoco le importaba que le hiciera eso a un muerto. A continuación el marine dejo una bolsa sobre una de las mesas, diciendo que nada de lo que había allí le interesaba, marchándose a continuación con el cadáver del hombre.

-Lo mismo digo Marine. –Le dije mientras se marchaba.

Me acerque a la bolsa, contenía bastante dinero, si la marina siempre pagaba así tendría que colaborar con ellos más a menudo sin duda. Dado que todo aquello ahora estaba si dueño rebusque en busca de cosas interesantes que pudiera encontrar. Di con varios libros de historia que me guarde, cogí también joyas, principalmente con piedras preciosas y el resto lo deje allí.

Tenía pensado avisar de la localización a la marina tras salir para que fueran a buscarlo. Les pediría una parte por el chivatazo, además de vender las joyas que me llevaba y la recompensa por el relicario. Sin duda había sido una misión de lo más provechosa.