Eichi Tsukasa
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Un bostezo escapó de los labios el joven príncipe mientras se dejaba caer en el sillón de la sala de espera de donde se hospedaba. Últimamente se encontraba más cansado de lo normal, y se notaba con sus constantes cambios de horarios. Sinceramente, había pasado un tiempo desde la última vez que había tenido un día normal, y con eso quería decir dormir por las noches y vivir por las tardes, repitiéndose el ciclo todos los días del año. ¿Ahora? Se dejaba caer cuando quisiese, ya fuera mañana, tarde o noche. Ese mismo día se había dejado caer en la mañana y había dormir durante todo el día y, siendo de madrugada ahora, se encontraba muy activo. El joven empezó a actuar así desde la muerte de Tristan.
Eichi suspiró y empezó a pensar en cosas, más concretamente en cierta llamada que había recibido hace poco. Por como sonaba Milena durante el mensaje, podía notar que se encontraba... ¿Enojada? ¿Frustrada? O algo similar a eso, y podía apostar todo su dinero a saber de que se trataba. La última vez que se vieron las caras, tuvo que consolarla por culpa de cierto idiota que le había dejado mal. ¿Se habían reconciliado acaso? Esperaba que no, porque la pelirroja en verdad necesitaba a alguien mejor que ese intento de espadachín. No sabía porqué, pero luego de ver a semejante persona en tal estado deplorable, adquirió un disgusto instantáneo contra el pelinegro.
– Creo que necesito un trago – murmuró el joven.
Se levantó con dificultad y se dirigió hasta el bar del hotel. Recién había caído en que ese lugar era lujoso, pero francamente no se había dado cuenta. Simplemente se dejó caer en el primer hospedaje que vio. Al pasar por un vidrio, se quedó por unos momentos para apreciar su figura. Había crecido más de lo esperado, llegando a medir 1,85 metros. Se había cortado un poco el cabello, pero ese flequillo que caía sobre su frente nadie se lo iba a quitar. Era su atuendo lo más curioso. Llevaba una camisa gris, pantalones negros y terno del mismo color. Pasaría como atuendo formal... si no fuera por lo desarreglado que estaba. Últimamente llevaba atuendos de ese tipo, como para reflejar su estado anímico. Para terminar, llevaba unos aros en sus orejas, último recuerdo de Tristan.
Suspiró y se dirigió hasta el bar. Al llegar, esquivó la barra y las mesas, dirigiéndose hasta uno de esos cómodos sillones negros. Se sentó y se fijó en el lugar. No había mucha gente, y se consideraba normal viendo la hora. Se acomodó lo más que pudo y esperó para que vinieran a tomar su orden.
Eichi suspiró y empezó a pensar en cosas, más concretamente en cierta llamada que había recibido hace poco. Por como sonaba Milena durante el mensaje, podía notar que se encontraba... ¿Enojada? ¿Frustrada? O algo similar a eso, y podía apostar todo su dinero a saber de que se trataba. La última vez que se vieron las caras, tuvo que consolarla por culpa de cierto idiota que le había dejado mal. ¿Se habían reconciliado acaso? Esperaba que no, porque la pelirroja en verdad necesitaba a alguien mejor que ese intento de espadachín. No sabía porqué, pero luego de ver a semejante persona en tal estado deplorable, adquirió un disgusto instantáneo contra el pelinegro.
– Creo que necesito un trago – murmuró el joven.
Se levantó con dificultad y se dirigió hasta el bar del hotel. Recién había caído en que ese lugar era lujoso, pero francamente no se había dado cuenta. Simplemente se dejó caer en el primer hospedaje que vio. Al pasar por un vidrio, se quedó por unos momentos para apreciar su figura. Había crecido más de lo esperado, llegando a medir 1,85 metros. Se había cortado un poco el cabello, pero ese flequillo que caía sobre su frente nadie se lo iba a quitar. Era su atuendo lo más curioso. Llevaba una camisa gris, pantalones negros y terno del mismo color. Pasaría como atuendo formal... si no fuera por lo desarreglado que estaba. Últimamente llevaba atuendos de ese tipo, como para reflejar su estado anímico. Para terminar, llevaba unos aros en sus orejas, último recuerdo de Tristan.
- Apariencia de Eichi (Con cabello rojo):
Suspiró y se dirigió hasta el bar. Al llegar, esquivó la barra y las mesas, dirigiéndose hasta uno de esos cómodos sillones negros. Se sentó y se fijó en el lugar. No había mucha gente, y se consideraba normal viendo la hora. Se acomodó lo más que pudo y esperó para que vinieran a tomar su orden.
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La pelirroja caminaba por el bar de aquel hotel con la cabeza bien alta. Su cabello pelirrojo estaba recogido en una cola alta. Sus rojizos ojos continuaban mirando a los clientes con el mayor cuidado posible para no cagarla. Había tenido muchísima suerte de haber sido contratada un par de meses en aquel local. Con su sueldo de científica de campo no le daba para viajar hasta su isla y los laboratorios. Encima tenía que pagar materiales y no tenía ninguna ayuda para ello. Esperaba poder sacarse unos cuantos berries con aquel curro que había cogido. A la noche debía salir corriendo a trabajar con el resto de científicos, por lo que solo tenía dos horas de descanso en la tarde. La joven estaba a punto de terminar su turno y ya solo le quedaban unos diez minutos en aquel sitio. Por suerte para ella, no había idiotas cerca de la isla judicial.
Llevaba una camisa de color negra, la cual llevaba bastante cerrada para no dejar ver su pecho. Aunque le gustase provocar, no quería tener líos con el encargado o algún cliente más baboso de la cuenta. También poseía unos pantalones del mismo tono y unos zapatos elegantes. La chica entonces continuó con su trabajo hasta que vio la última mesa que le tocaba. No pudo evitar quedar impresionada al ver que se trataba de Eichi. Ella misma le había dejado un mensaje y olvidó avisarle de que ya no era necesario. Sintió algo de vergüenza ver allí a la persona que consideraba su hermanito. Soltó un pequeño suspiro y se dio cuenta de que estaba bastante cambiado y además a mejor. Trató de no involucrar lo personal con el trabajo y por ello caminó hacia aquel chico con una sonrisa en sus labios. Se le notaban unas ojeras considerables debido a lo poco que dormía por tanto trabajo.
- Buenos días, caballero ¿Qué desea tomar?
Le dijo con un tono de voz calmado y esperando una respuesta. Esperaba que no le dijese nada de hablar en ese momento o ella iba a recibir una buena bronca. Entonces el encargado pasó de cerca, asegurándose de que todo estuviese bien. Era un hombre de cabellera plateada, ojos dorados y cuerpo delgado. Milena se quedó en silencio mientras pasaba y simplemente continuó mirando a los ojos de aquella persona que tenía frente a ella. En su mano derecha tenía una pequeña libreta y en la izquierda un lápiz para atender mejor a las personas del local.
Llevaba una camisa de color negra, la cual llevaba bastante cerrada para no dejar ver su pecho. Aunque le gustase provocar, no quería tener líos con el encargado o algún cliente más baboso de la cuenta. También poseía unos pantalones del mismo tono y unos zapatos elegantes. La chica entonces continuó con su trabajo hasta que vio la última mesa que le tocaba. No pudo evitar quedar impresionada al ver que se trataba de Eichi. Ella misma le había dejado un mensaje y olvidó avisarle de que ya no era necesario. Sintió algo de vergüenza ver allí a la persona que consideraba su hermanito. Soltó un pequeño suspiro y se dio cuenta de que estaba bastante cambiado y además a mejor. Trató de no involucrar lo personal con el trabajo y por ello caminó hacia aquel chico con una sonrisa en sus labios. Se le notaban unas ojeras considerables debido a lo poco que dormía por tanto trabajo.
- Buenos días, caballero ¿Qué desea tomar?
Le dijo con un tono de voz calmado y esperando una respuesta. Esperaba que no le dijese nada de hablar en ese momento o ella iba a recibir una buena bronca. Entonces el encargado pasó de cerca, asegurándose de que todo estuviese bien. Era un hombre de cabellera plateada, ojos dorados y cuerpo delgado. Milena se quedó en silencio mientras pasaba y simplemente continuó mirando a los ojos de aquella persona que tenía frente a ella. En su mano derecha tenía una pequeña libreta y en la izquierda un lápiz para atender mejor a las personas del local.
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Eichi suspiró e intentó acomodare más en el sillón mientras esperaba que vinieran a tomar su orden. Pensaba en que podría tomar a esas alturas. Recién se había fijado en la hora; estaban a punto de tocar las seis de la madrugada. Nunca creyó que dormiría tanto en un solo día. Si mal no recordaba (y su memoria no debía fallar por razones obvias), se había ido a sobar exactamente a las una de la tarde del día anterior, por lo que durmió exactamente entre dieciséis y diecisiete horas. Si, últimamente el joven no tenía ganas de hacer nada, y se demostraba con su comportamiento habitual de hoy en día. Posiblemente también fuera por su aburrida vida solitaria; viajar solo con una voz en la cabeza era malo para la salud, mucho y, ahora que recordaba, podrían ser los primeros signos de locura... Vale, sus pensamientos ya eran aleatorios. Dejaría de pensar en cosas así... de momento.
En eso, una voz familiar le distrajo. Arqueó una ceja, y se sorprendió al ver a la camarera que le iba atender. Llevaba de una camisa de color negra y unos pantalones del mismo tono, además de unos zapatos elegantes. Esa larga cabellera rojiza y esos ojos rojizos eran fáciles de recordar. Aunque no tuviera memoria eidética, era muy difícil olvidar a una mujer como Milena Slicerin. Mostró preocupación al ver tales ojeras, pero no mencionó nada al respecto. Entendía muy bien en la situación en la que se encontraba, aunque parte de él quería preguntarle por aquel trabajo de moza. Por lo que sabía, ella era una mujer que pertenecía al cuerpo científico del gobierno, por lo que le extrañaba verla por estos lugares. Eichi suspiró y le dedicó una pequeña sonrisa, ya habría tiempo de hablar cuando terminase su turno.
– Un tequila sunrise, por favor – dijo amablemente el joven.
No le habló con mas familiaridad por sencillas razones. Ahora mismo se encontraba trabajando, y sabía muy bien lo que podría pasar si el encargado le descubría holgazaneando en el trabajo. Una vez que terminase su turno, le hablaría, pero de momento no. Además, eso hacía que pensara mejor lo que podría hablarle. El encuentro le tomó por sorpresa, por lo que no sabía muy bien que decir, especialmente considerando el último mensaje dejado por la pelirroja.
En eso, una voz familiar le distrajo. Arqueó una ceja, y se sorprendió al ver a la camarera que le iba atender. Llevaba de una camisa de color negra y unos pantalones del mismo tono, además de unos zapatos elegantes. Esa larga cabellera rojiza y esos ojos rojizos eran fáciles de recordar. Aunque no tuviera memoria eidética, era muy difícil olvidar a una mujer como Milena Slicerin. Mostró preocupación al ver tales ojeras, pero no mencionó nada al respecto. Entendía muy bien en la situación en la que se encontraba, aunque parte de él quería preguntarle por aquel trabajo de moza. Por lo que sabía, ella era una mujer que pertenecía al cuerpo científico del gobierno, por lo que le extrañaba verla por estos lugares. Eichi suspiró y le dedicó una pequeña sonrisa, ya habría tiempo de hablar cuando terminase su turno.
– Un tequila sunrise, por favor – dijo amablemente el joven.
No le habló con mas familiaridad por sencillas razones. Ahora mismo se encontraba trabajando, y sabía muy bien lo que podría pasar si el encargado le descubría holgazaneando en el trabajo. Una vez que terminase su turno, le hablaría, pero de momento no. Además, eso hacía que pensara mejor lo que podría hablarle. El encuentro le tomó por sorpresa, por lo que no sabía muy bien que decir, especialmente considerando el último mensaje dejado por la pelirroja.
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La chica asintió a las palabras del pelirrojo y no tardó en dirigirse a la barra con calma. Una vez estuvo allí se dio cuenta de que el camarero que debía estar no se hallaba en su puesto. Echó una leve ojeada por la ventana y lo vio fumando tranquilamente. Aquello hizo que soltara un suspiro y después de unos momentos ella misma se aproximó al interior. Buscó la botella del alcohol pedido por Eichi y después de apenas medio minuto, ya estaba caminando hacia el pelirrojo. Por el camino iba algo nerviosa y la bebida se le cayó de la mano, resbalándose entre sus dedos. La chica abrió los ojos como platos al saber que iban a echarle la bronca. Entonces entrecerró los ojos y la botella quedó suspendida en el aire a unos doce centímetros del piso. Sonrió de lado y la elevó de nuevo hasta su mano como si no hubiese pasado nada.
- Aquí tiene su bebida, señor.
Dijo colocándola en la mesa del chico con una sonrisa calmada. Justo entonces el encargado se acercó a ella y le mencionó que ya era el cambio de turno. La joven soltó un pequeño suspiro sabiendo que tenía unas horas libres y lo primero que hizo fue soltar las cosas en la barra. Se dirigió hacia una habitación que había solo para los trabajadores y abrió su taquilla. Cogió la funda de su espada y la ató a su cintura. Acto seguido salió de allí, pero aun vestida de aquella forma que la incomodaba un poco. A continuación trató de buscar con la mirada al pelirrojo hasta que finalmente lo vio. Se acercó a paso calmado y después de unos momentos se sentó a su lado. Ella misma se pidió un refresco de naranja con gas sabiendo que no le iban a cobrar por ser ella. Un maldito vaso de vodka la podía ayudar un poco, pero no iba a beber hasta haber terminado su trabajo del todo.
- Esto… olvidé avisarte por lo de la llamada. Solucioné el problema y debido a tanto trabajo no pude volver a llamarte, disculpa.
Dijo en un tono serio mientras suspiraba. Después de unos momentos trató de abrazar a su “hermano pequeño” con cariño. Estaba siendo un día demasiado duro y necesitaba el dinero para continuar con la investigación sobre los venenos y la relación del tipo de sangre. Los efectos y todas esas cosas. Cerró los ojos por un momento, pero después agitó la cabeza para no dormirse, sonriéndole de forma amable.
- ¿Qué te trae por aquí?
- Aquí tiene su bebida, señor.
Dijo colocándola en la mesa del chico con una sonrisa calmada. Justo entonces el encargado se acercó a ella y le mencionó que ya era el cambio de turno. La joven soltó un pequeño suspiro sabiendo que tenía unas horas libres y lo primero que hizo fue soltar las cosas en la barra. Se dirigió hacia una habitación que había solo para los trabajadores y abrió su taquilla. Cogió la funda de su espada y la ató a su cintura. Acto seguido salió de allí, pero aun vestida de aquella forma que la incomodaba un poco. A continuación trató de buscar con la mirada al pelirrojo hasta que finalmente lo vio. Se acercó a paso calmado y después de unos momentos se sentó a su lado. Ella misma se pidió un refresco de naranja con gas sabiendo que no le iban a cobrar por ser ella. Un maldito vaso de vodka la podía ayudar un poco, pero no iba a beber hasta haber terminado su trabajo del todo.
- Esto… olvidé avisarte por lo de la llamada. Solucioné el problema y debido a tanto trabajo no pude volver a llamarte, disculpa.
Dijo en un tono serio mientras suspiraba. Después de unos momentos trató de abrazar a su “hermano pequeño” con cariño. Estaba siendo un día demasiado duro y necesitaba el dinero para continuar con la investigación sobre los venenos y la relación del tipo de sangre. Los efectos y todas esas cosas. Cerró los ojos por un momento, pero después agitó la cabeza para no dormirse, sonriéndole de forma amable.
- ¿Qué te trae por aquí?
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Mientras esperaba a que Milena volviese con su trago, el joven nuevamente pensó en el pasado. La muerte de Tristan le había golpeado muy fuerte, sobre todo a alguien con una personalidad tan frágil como la suya propia. Durante la mayor parte de su vida, el y Tristan nunca se llevaron tan bien que digamos. El rubio era el caballero de honor de Akashi, y cada vez que su gemelo no se encontraba cerca, le molestaba, al igual que casi todo los miembros de su familia. Luego de la muerte de su hermano... todo cambió. El rubio le había jurado lealtad y su relación paso para mejor. Incluso le consideró su mejor amigo cuando ya tuvo que abandonar su isla natal. Si, su muerte le afectó mucho, pero no iba a dejar que eso lo hundiera más de lo que ya estaba. Solo esperaba que se hubiese llevado a Tsubasa con él, de lo contrario el mismo lo buscaría para cobrar venganza.
Al escuchar que Milena había vuelto con la bebida, simplemente le agradeció y le dio una pequeña sonrisa. Esperó que la pelirroja se fuese y depositó parte del líquido en un vaso. Lo tomó y se bebió todo de una, disfrutando la sensación de aquel brebaje en su garganta. Si, era justo lo que necesitaba. No solo la muerte de Tristan le había afectado, sino que también lo sucedido en Péndragon lo tenía algo descolocado. En fin, aún no era tiempo de tomar una decisión. Quería ayudar, pero... no se sentía capaz. El no era un líder, dudaba poder liderar una rebelión en contra de su tío.
En eso, observó como Milena se acercaba y se sentó en el sillón junto a él. Al escuchar sus palabras, el joven hizo un ademán con la mano, restando importancia al asunto.
– Esta bien, Mile, el mensaje solo lo escuché hace poco. No pude antes porque me encontraba ocupado. Debo admitir que me preocupé por la llamada y quería llamarte para ver si estabas bien – dijo el joven mientras jugaba con su vació vaso. Sintió que la pelirroja le abrazaba, pero no hizo nada para resistirse; simplemente le abrazó de vuelta. – Nada importante, tan solo estoy de visita, pero – apartó un poco su cara para ver directamente a los ojos de Milena. – Tu... ¿Te encuentras bien? – preguntó con preocupación el joven.
Al escuchar que Milena había vuelto con la bebida, simplemente le agradeció y le dio una pequeña sonrisa. Esperó que la pelirroja se fuese y depositó parte del líquido en un vaso. Lo tomó y se bebió todo de una, disfrutando la sensación de aquel brebaje en su garganta. Si, era justo lo que necesitaba. No solo la muerte de Tristan le había afectado, sino que también lo sucedido en Péndragon lo tenía algo descolocado. En fin, aún no era tiempo de tomar una decisión. Quería ayudar, pero... no se sentía capaz. El no era un líder, dudaba poder liderar una rebelión en contra de su tío.
En eso, observó como Milena se acercaba y se sentó en el sillón junto a él. Al escuchar sus palabras, el joven hizo un ademán con la mano, restando importancia al asunto.
– Esta bien, Mile, el mensaje solo lo escuché hace poco. No pude antes porque me encontraba ocupado. Debo admitir que me preocupé por la llamada y quería llamarte para ver si estabas bien – dijo el joven mientras jugaba con su vació vaso. Sintió que la pelirroja le abrazaba, pero no hizo nada para resistirse; simplemente le abrazó de vuelta. – Nada importante, tan solo estoy de visita, pero – apartó un poco su cara para ver directamente a los ojos de Milena. – Tu... ¿Te encuentras bien? – preguntó con preocupación el joven.
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El pelirrojo estaba solo de visita al parecer, por lo que la alegró bastante. No le había hecho perder su tiempo con algo insignificante y por ello soltó un pequeño suspiro. Se relajó bastante en aquel abrazo y por unos momentos volvió a cerrar los ojos de repente. Pudo reaccionar a sus palabras sonriendo de lado y abriendo los ojos todo lo que pudo. Le costaba bastante estar de pie y eso no era un secreto. Ya se le había caído la bebida incluso por falta de reflejos debido al cansancio acumulado. Pensó unos momentos en qué responderla al joven que parecía un poco preocupado. No quería que se sintiese de aquella forma y por ello la chica se pasó la mano por los cabellos, soltándose la cola y dejándose el cabello caer sobre sus hombros de nuevo. No podía negar que estaba demasiado cansada.
- Claro, de hecho me alegro que nos hayamos visto. Hacía tiempo que no coincidíamos desde que…
Se cayó recordando aquella noche pasional que ambos tuvieron y entonces silbó disimuladamente mientras se fijaba en que le traían su bebida. La tomó con cuidado y empezó a bebérsela de golpe. El gas en su garganta quemaba un poco al beber sin parar, pero eso la haría sentir mucho mejor a la hora de continuar despierta. Terminó de beberse aquel brebaje en un tiempo record y entonces pidió otro se sabor limón lo más rápido posible. La joven sacó de su bolsillo un papel, el cual abrió con calma. Le daba lo mismo que Eichi mirase, ella no ocultaba nada. Había muchos horarios y eso la hizo soltar un enorme suspiro.
“16:00: Poner rumbo al laboratorio 64
18:00: Iniciar el trabajo con Corvo
23:00: Salir rumbo a casa
4:00: Volver a Water seven”
La chica negó un par de veces y después chasqueó la lengua. Era obvio que tenía demasiadas cosas acumuladas y las ganas de gritar la invadieron. Pudo contenerse entonces y después de unos momentos volvió a tomar aquella bebida con gas y a beber de ella con ganas.
- Es curioso que un masaje nos uniese tanto, Oni-chan. Si necesitas algo puedes pedírmelo si quieres, en dos semanas cobraré algo de dinero.
Dijo al mismo tiempo que sus ojos se cerraban y después los abría de golpe.
- Claro, de hecho me alegro que nos hayamos visto. Hacía tiempo que no coincidíamos desde que…
Se cayó recordando aquella noche pasional que ambos tuvieron y entonces silbó disimuladamente mientras se fijaba en que le traían su bebida. La tomó con cuidado y empezó a bebérsela de golpe. El gas en su garganta quemaba un poco al beber sin parar, pero eso la haría sentir mucho mejor a la hora de continuar despierta. Terminó de beberse aquel brebaje en un tiempo record y entonces pidió otro se sabor limón lo más rápido posible. La joven sacó de su bolsillo un papel, el cual abrió con calma. Le daba lo mismo que Eichi mirase, ella no ocultaba nada. Había muchos horarios y eso la hizo soltar un enorme suspiro.
“16:00: Poner rumbo al laboratorio 64
18:00: Iniciar el trabajo con Corvo
23:00: Salir rumbo a casa
4:00: Volver a Water seven”
La chica negó un par de veces y después chasqueó la lengua. Era obvio que tenía demasiadas cosas acumuladas y las ganas de gritar la invadieron. Pudo contenerse entonces y después de unos momentos volvió a tomar aquella bebida con gas y a beber de ella con ganas.
- Es curioso que un masaje nos uniese tanto, Oni-chan. Si necesitas algo puedes pedírmelo si quieres, en dos semanas cobraré algo de dinero.
Dijo al mismo tiempo que sus ojos se cerraban y después los abría de golpe.
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Al escuchar las palabras de la pelirroja, el joven se sonrojó un poco y desvió la mirada hacia el otro lado. Si, recordaba muy bien lo que había sucedido la última vez que se vieron las caras, con lujo de detalles, de hecho. Su memoria eidético hizo muy bien su trabajo esa noche. Gracias a eso, podía recordar al más mínimo detalle de lo acontecido en ese entonces, incluso las... sensaciones experimentadas en aquel entonces. Puede que el joven hubiera perdido gran parte de su timidez durante los últimos meses, especialmente con gente conocida, pero mencionabas algo relacionado con temas vergonzosos y tenías a parte del antiguo Eichi. No era que se quejase, de todas formas. Cualquier cosa que disminuyera la influencia de Akashi era bienvenida, especialmente si eran cosas que su parte Eichi apreciaba.
Volviendo al comentario anterior, el pelirrojo uso su bebida para mantener las apariencias. Se sirvió un poco del tequila y bebió tranquilamente de éste, disfrutando como este quemaba su garganta de forma placentera. Al terminárselo, dejó la botella y vaso en la mesa que tenía enfrente, y simplemente se dejó estar. Vio, por el rabillo del ojos, que Milena sacaba algo de su bolsillo, pero no hizo nada cotillear. El respetaba la privacidad de las personas, por lo que no haría algo tan bajo para ver lo que ese papel decía, por mucha curiosidad que sintiese. Al escuchar las palabras de la pelirroja, simplemente silbó y le miró.
– No necesito nada, Mile-nee, gracias de todas formas – le dijo con una sonrisa. En eso, cierto pensamiento cruzó por su cabeza. Dudó por algunos segundos si preguntar o no, pero luego se decidió. Era de lo único que podían hablar sin sacar los otros dos... temas, pero suponía que era un buen comienzo. – Técnicamente somos "hermanos", pero no sabemos nada del uno al otro. Así que... ¿Qué puedes contarme de ti? Por supuesto también diré algo sobre mí, es lo justo– dijo con curiosidad el príncipe de Péndragon mientras veía a Milena. No lo negaba; desde lo sucedido en los dos encuentros anteriores que sentía curiosidad sobre la pelirroja, por lo que supuso que ese era un buen momento para conocerse mejor.
Volviendo al comentario anterior, el pelirrojo uso su bebida para mantener las apariencias. Se sirvió un poco del tequila y bebió tranquilamente de éste, disfrutando como este quemaba su garganta de forma placentera. Al terminárselo, dejó la botella y vaso en la mesa que tenía enfrente, y simplemente se dejó estar. Vio, por el rabillo del ojos, que Milena sacaba algo de su bolsillo, pero no hizo nada cotillear. El respetaba la privacidad de las personas, por lo que no haría algo tan bajo para ver lo que ese papel decía, por mucha curiosidad que sintiese. Al escuchar las palabras de la pelirroja, simplemente silbó y le miró.
– No necesito nada, Mile-nee, gracias de todas formas – le dijo con una sonrisa. En eso, cierto pensamiento cruzó por su cabeza. Dudó por algunos segundos si preguntar o no, pero luego se decidió. Era de lo único que podían hablar sin sacar los otros dos... temas, pero suponía que era un buen comienzo. – Técnicamente somos "hermanos", pero no sabemos nada del uno al otro. Así que... ¿Qué puedes contarme de ti? Por supuesto también diré algo sobre mí, es lo justo– dijo con curiosidad el príncipe de Péndragon mientras veía a Milena. No lo negaba; desde lo sucedido en los dos encuentros anteriores que sentía curiosidad sobre la pelirroja, por lo que supuso que ese era un buen momento para conocerse mejor.
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La joven comenzó a pensar su respuesta a lo que le había dicho el pelirrojo. No sabía bien qué decirle sobre ella. Llevaba demasiado tiempo sin tener vida después de su trabajo. Se tiraba los días investigando y tratando de sobrevivir. Apenas tenía tiempo para ella salvo algunos fines de semana. De hecho, la última vez que pudo, peleó contra Ushio para ayudarle a mejorar sus habilidades en el combate de la espada, pero el moreno solo se dedicó a lanzarle fuego. Tenía muchísimas quemaduras por el cuerpo, pero las ocultaba con la ropa. En ese momento recordó tratar de jugar con él un poco, pero no picó el anzuelo y por eso quizás estaba un poco molesta. Se rascó un momento la barbilla y cerró los ojos. No sabía qué decir y se puso a pensar sin tratar de dormirse.
- Esto…
Susurró despacio al mismo tiempo que suspiraba. Se quedó en blanco durante unos momentos, pues no tenía ni idea de nada que pudiera interesar al pelirrojo. Él no parecía el tipo hombre interesado en los manejos de la espada o de los cosas de los científicos. Ponerse a hablarle de elementos y de pociones no era un buen tema de conversación. Sus sueños eran demasiado imposibles para ser tomados en serio y ya apenas sabía qué hacer con su vida. El doctor Cooper no daba señales de vida y apenas tenía misiones fuera de su base de operaciones. Finalmente decidió contarle algo mismo y esperar no aburrirle con ello, pues era su forma de pensar últimamente.
- Ya sabes que soy científica del gobierno… trabajo durante más de quince horas, viajo otras cinco y duermo cuatro. Suelo descansar un poco más los fines de semana. Vivo en una pequeña isla del Sur, la cual está deshabitada y bueno… Últimamente no tengo tiempo para nada. Mi vida se ha vuelto un no parar… Volvió con aquel chico que te comenté, pero… No sé… solo entrenamos o hablamos. Ya ni provocándole o mostrándole juguetes se pone juguetón.
Una vez dijo aquello negó un poco con la cabeza y se acomodó en aquella especie de sillón negro. Pidió entonces su tercera bebida gaseosa para tratar de mantenerse despierta y por ello soltó un pequeño suspiro. Le estaba costando ya demasiado.
- Quiero comprarle una buena armadura para que no sufra tantos daños… Por eso estoy trabajando tanto, además de poder pagar los viajes ¿Cómo te va a ti?
Dijo la muchacha con una media sonrisa en el rostro, esperando a que el pelirrojo también le contase cosas sobre él, pues también sabía bastante poco. De hecho, sabía demasiado poco de todo el mundo. Milena… ¿Tenía amigos? No, tan solo Corvo podía considerarse lo más cercano a uno sin contar a Eichi.
- Esto…
Susurró despacio al mismo tiempo que suspiraba. Se quedó en blanco durante unos momentos, pues no tenía ni idea de nada que pudiera interesar al pelirrojo. Él no parecía el tipo hombre interesado en los manejos de la espada o de los cosas de los científicos. Ponerse a hablarle de elementos y de pociones no era un buen tema de conversación. Sus sueños eran demasiado imposibles para ser tomados en serio y ya apenas sabía qué hacer con su vida. El doctor Cooper no daba señales de vida y apenas tenía misiones fuera de su base de operaciones. Finalmente decidió contarle algo mismo y esperar no aburrirle con ello, pues era su forma de pensar últimamente.
- Ya sabes que soy científica del gobierno… trabajo durante más de quince horas, viajo otras cinco y duermo cuatro. Suelo descansar un poco más los fines de semana. Vivo en una pequeña isla del Sur, la cual está deshabitada y bueno… Últimamente no tengo tiempo para nada. Mi vida se ha vuelto un no parar… Volvió con aquel chico que te comenté, pero… No sé… solo entrenamos o hablamos. Ya ni provocándole o mostrándole juguetes se pone juguetón.
Una vez dijo aquello negó un poco con la cabeza y se acomodó en aquella especie de sillón negro. Pidió entonces su tercera bebida gaseosa para tratar de mantenerse despierta y por ello soltó un pequeño suspiro. Le estaba costando ya demasiado.
- Quiero comprarle una buena armadura para que no sufra tantos daños… Por eso estoy trabajando tanto, además de poder pagar los viajes ¿Cómo te va a ti?
Dijo la muchacha con una media sonrisa en el rostro, esperando a que el pelirrojo también le contase cosas sobre él, pues también sabía bastante poco. De hecho, sabía demasiado poco de todo el mundo. Milena… ¿Tenía amigos? No, tan solo Corvo podía considerarse lo más cercano a uno sin contar a Eichi.
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El joven pelirrojo miró con curiosidad como Milena intentaba responder a su pregunta. Se preocupó durante algunos segundos, pero se relajó cuando ésta empezó a hablar... en un principio. Eichi frunció el ceño mientras escuchar atentamente a las palabras de la pelirroja. Sabía que ella era una científica del gobierno, pero nunca esperó que el trabajo fuera tan demandante. No es que el fuera mejor, de todas formas. Siguió escuchando las palabras de Milena, y dio gracias a dios que su máscara estaba en pie. De lo contrario abría roto algo cuando le contó que volvió con ese intento de espadachín, aunque se sonrojó ante lo último que dijo... pero solo aminoró poco su estado de frustración. En silencio tomó su vaso y depositó nuevamente el brebaje en este. Esta vez, se tomó el último tequila de golpe, sin siquiera saborearlo. Suspiró y, cuando la joven terminó de hablar, pensó en lo que podía decir.
– Diría que – empezó el pelirrojo – debieras pensar un poco más en ti, pero viendo mi situación últimamente, debo ser la persona menos indicada para recriminar algo así. Mis horarios son un caos – dejó el vaso en la mesita y suspiró; era el último trago del día, incluso alguien como él sabía sus límites. Antes de seguir, le pidió un vaso con agua a un camarero que pasaba cerca de allí. En menos de un minuto, ya tenía el nuevo refrigerio en su mano. Desde la botella tomó un sorbo, suspirando de alivio al sentir como aquel líquido refrescante invadía su garganta.
– En primer lugar... ese tipo es un poco.. ¿Idiota? Digo, tiene a semejante mujer frente a él... ¿y ni siquiera hace nada? O es un poco lento, o... – dejó eso último en el aire, aunque tampoco era el más indicado para recriminarle al pelinegro acerca de eso último. Su yo alterno influía incluso en sus preferencias sexuales, y eso llegaba a molestar. Por suerte, Eichi era quien tenía la mayor influencia. Antes muerto que dejar que ese aspecto de Akashi se traspasase a su psicología.
– Ya te conté acerca de mis padres y lo sucedido con mi hermano, ¿no? – empezó a contar el pelirrojo. – Digamos que el pasado finalmente me alcanzó y me dio un buen golpe en el rostro. Cuento corto, estoy entre la espada y la pared – suspiró y bebió otro sorbo de su agua. – Mi isla está en problemas, pero... ¿Soy lo suficientemente bueno para ir a ayudarle a unas personas que repudiaron mi existencia durante tanto tiempo? Es la pregunta que me hago desde ese entonces, y francamente no tengo idea de lo que tengo que hacer – finalizó con su relato. Su pasado de príncipe se lo tenía muy guardado, no por desconfianza, en todo caso. Simplemente porque no quería que las personas pensaran menos de él por poseer tal estatus social.
– Diría que – empezó el pelirrojo – debieras pensar un poco más en ti, pero viendo mi situación últimamente, debo ser la persona menos indicada para recriminar algo así. Mis horarios son un caos – dejó el vaso en la mesita y suspiró; era el último trago del día, incluso alguien como él sabía sus límites. Antes de seguir, le pidió un vaso con agua a un camarero que pasaba cerca de allí. En menos de un minuto, ya tenía el nuevo refrigerio en su mano. Desde la botella tomó un sorbo, suspirando de alivio al sentir como aquel líquido refrescante invadía su garganta.
– En primer lugar... ese tipo es un poco.. ¿Idiota? Digo, tiene a semejante mujer frente a él... ¿y ni siquiera hace nada? O es un poco lento, o... – dejó eso último en el aire, aunque tampoco era el más indicado para recriminarle al pelinegro acerca de eso último. Su yo alterno influía incluso en sus preferencias sexuales, y eso llegaba a molestar. Por suerte, Eichi era quien tenía la mayor influencia. Antes muerto que dejar que ese aspecto de Akashi se traspasase a su psicología.
– Ya te conté acerca de mis padres y lo sucedido con mi hermano, ¿no? – empezó a contar el pelirrojo. – Digamos que el pasado finalmente me alcanzó y me dio un buen golpe en el rostro. Cuento corto, estoy entre la espada y la pared – suspiró y bebió otro sorbo de su agua. – Mi isla está en problemas, pero... ¿Soy lo suficientemente bueno para ir a ayudarle a unas personas que repudiaron mi existencia durante tanto tiempo? Es la pregunta que me hago desde ese entonces, y francamente no tengo idea de lo que tengo que hacer – finalizó con su relato. Su pasado de príncipe se lo tenía muy guardado, no por desconfianza, en todo caso. Simplemente porque no quería que las personas pensaran menos de él por poseer tal estatus social.
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La espadachín no pudo evitar sonrojarse un poco cuando dijo lo de semejante mujer. Era cierto que su cuerpo era impresionante para los hombres del mundo y algunas mujeres, pero siendo sinceros no esperaba que el pelirrojo le dijese aquello. Miró a otro lado tratando de ocultar su rostro ruborizado y entonces escuchó lo siguiente. Tal vez era posible que ¿Ushio prefería hombres? Ella no tenía nada en contra de eso, pero si lo tenía que no lo supiese y estuviera con ella por algo raro. También estuvo sospechando si había encontrado a otra pirata en la banda en la que estaba y eso la hizo soltar un enorme suspiro. Se llevó la mano derecha al rostro y después de unos momentos pensó en qué decir o hacer. Por suerte, el joven continuó hablando y esta vez le tocaba a echa escuchar, por lo que fue un verdadero alivio para la científica.
- Deberías hacer caso a lo que tu corazón te diga. Si te trataron mal, deja que se pudran, pero si quieres ayudarlos, deberías ir. Yo puedo ir a ayudarte si lo deseas. Aunque sea una camarera y loca de los experimentos, soy la mejor espadachín del cuerpo científico.
Respondió guiñándole un ojo y sonriéndole de forma ladeada. No tenía problema en ir con él y ayudarle en cualquier cosa que pudiese pedir y que estuviese en su mano. Ella no temía enfrentarse a nadie siempre que pudiese mantener su puesto en el gobierno mundial. Era la única condición que ponía. Ahora le tocaba a ella y no sabía muy bien qué decir. Se quedó pensativa unos momentos y tomó un sorbo de su refresco. Incluso llegó a cruzarse de brazos un momento mientras pensaba. Volvió al tema del moreno y después de unos momentos le habló a su pequeño hermano de forma calmada y tranquila.
- Ushio se ha unido a la tripulación de un Yonkou… solo espero que no esté viéndose con otra chica o por lo que estás diciendo, otro chico. Además, es posible que ya no le atraiga por estar haciéndome vieja.
No tenía ni veintidós años, pero bueno, algo tenía que decir la chica. Soltó un pequeño bostezo y entonces se quedó mirando al pelirrojo tranquilamente. Alzó la mano y pidió la cuenta, pues podrían seguir hablando en otro sitio. Estaba empezando a sentirse un poco incómoda en ese sitio y a decir verdad, le dolía un poco la espalda después de tantas horas de trabajo.
- Oe ¿Vamos a otro sitio? Me vendría bien sentarme en un sofá o hasta tumbarme. En unas horas debo salir rumbo a un laboratorio y…
De repente pegó la frente al hombro del chico, pero rápidamente se incorporó con los ojos abiertos. Realmente se estaba muriendo de sueño y eso podía ser bastante malo para ella. No podía darse el lujo de quedarse dormida en mitad de los experimentos. Esperaba que al chico no le importase descansar con ella y después poder estar unas horas más en la habitación hablando de forma tranquila.
- Deberías hacer caso a lo que tu corazón te diga. Si te trataron mal, deja que se pudran, pero si quieres ayudarlos, deberías ir. Yo puedo ir a ayudarte si lo deseas. Aunque sea una camarera y loca de los experimentos, soy la mejor espadachín del cuerpo científico.
Respondió guiñándole un ojo y sonriéndole de forma ladeada. No tenía problema en ir con él y ayudarle en cualquier cosa que pudiese pedir y que estuviese en su mano. Ella no temía enfrentarse a nadie siempre que pudiese mantener su puesto en el gobierno mundial. Era la única condición que ponía. Ahora le tocaba a ella y no sabía muy bien qué decir. Se quedó pensativa unos momentos y tomó un sorbo de su refresco. Incluso llegó a cruzarse de brazos un momento mientras pensaba. Volvió al tema del moreno y después de unos momentos le habló a su pequeño hermano de forma calmada y tranquila.
- Ushio se ha unido a la tripulación de un Yonkou… solo espero que no esté viéndose con otra chica o por lo que estás diciendo, otro chico. Además, es posible que ya no le atraiga por estar haciéndome vieja.
No tenía ni veintidós años, pero bueno, algo tenía que decir la chica. Soltó un pequeño bostezo y entonces se quedó mirando al pelirrojo tranquilamente. Alzó la mano y pidió la cuenta, pues podrían seguir hablando en otro sitio. Estaba empezando a sentirse un poco incómoda en ese sitio y a decir verdad, le dolía un poco la espalda después de tantas horas de trabajo.
- Oe ¿Vamos a otro sitio? Me vendría bien sentarme en un sofá o hasta tumbarme. En unas horas debo salir rumbo a un laboratorio y…
De repente pegó la frente al hombro del chico, pero rápidamente se incorporó con los ojos abiertos. Realmente se estaba muriendo de sueño y eso podía ser bastante malo para ella. No podía darse el lujo de quedarse dormida en mitad de los experimentos. Esperaba que al chico no le importase descansar con ella y después poder estar unas horas más en la habitación hablando de forma tranquila.
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Eichi meditó sobre las palabras de Milena. Eran ciertas... en parte. Si bien era cierto que la mayoría de la familia real y de los nobles lo repudiaron, los civiles eran una cosa muy distinta. Ellos no tenían porque sufrir las consecuencias de una guerra civil si es que estallase, ya bastante tenían con toda la pobreza. No, no podía abandonar a toda esa gente que nada tenía que ver. Su consciencia no le dejaría tranquilo si es que no ayudaba a los indefensos. Además, Hector y Mónica eran parte de la rebelión, y no podía dejar a esos dos solos para combatir contra la nobleza y los demás caballeros de la mesa. Les debía mucho a esos dos, y no dejaría que ninguno muriese bajo su mirada.
– Tranquilo, Eichi. Aún tienes tiempo de sobra para pensar en que hacer – se recordó mentalmente hacia si mismo.
Al fin tenía un nombre para el intento de espadachín y... ¿Miembro de la banda de un Yonkou? No lo parecía, sinceramente que no... pero, ¿a que banda pertenecía? Dudaba que alguien como él fuera a parar en la banda de alguien como Emily, por lo que solo quedaban otras tres opciones... y tenía un presentimiento de quien se trataba.
– Le preguntaré a Hinori la próxima vez que la vea – pensó el pelirrojo.
Milena alzó la mano para pedir la cuenta, a lo que el joven negó con la cabeza. Sacó su billetera de su bolsillo y pagó completo. La joven, al parecer, estaba corta de dinero, por lo que no dejaría que pagase por él. Vio como Milena pegaba su cabeza en su hombre, para luego alejarse. Eichi frunció el ceño; la pelirroja debía estar más casada de lo que había imaginado. El joven príncipe se levantó del asiento y le tendió la mano a la mujer.
– Podemos seguir hablando en mi habitación; vamos, te ayudaré a llegar y podrás descansar allí – una vez que Milena se pusiera de pie, intentaría jalearla con suavidad hacia la salida, aunque no sin antes dejar al aire una última cosa al aire. – Y no creo que sea eso. Vieja, cosa que no eres, o no, seguirás siendo hermosa a mis ojos, Mile-nee – el joven giró la cabeza para que no viese su rubor. Tal vez había sido un poco directo con todo eso.
– Tranquilo, Eichi. Aún tienes tiempo de sobra para pensar en que hacer – se recordó mentalmente hacia si mismo.
Al fin tenía un nombre para el intento de espadachín y... ¿Miembro de la banda de un Yonkou? No lo parecía, sinceramente que no... pero, ¿a que banda pertenecía? Dudaba que alguien como él fuera a parar en la banda de alguien como Emily, por lo que solo quedaban otras tres opciones... y tenía un presentimiento de quien se trataba.
– Le preguntaré a Hinori la próxima vez que la vea – pensó el pelirrojo.
Milena alzó la mano para pedir la cuenta, a lo que el joven negó con la cabeza. Sacó su billetera de su bolsillo y pagó completo. La joven, al parecer, estaba corta de dinero, por lo que no dejaría que pagase por él. Vio como Milena pegaba su cabeza en su hombre, para luego alejarse. Eichi frunció el ceño; la pelirroja debía estar más casada de lo que había imaginado. El joven príncipe se levantó del asiento y le tendió la mano a la mujer.
– Podemos seguir hablando en mi habitación; vamos, te ayudaré a llegar y podrás descansar allí – una vez que Milena se pusiera de pie, intentaría jalearla con suavidad hacia la salida, aunque no sin antes dejar al aire una última cosa al aire. – Y no creo que sea eso. Vieja, cosa que no eres, o no, seguirás siendo hermosa a mis ojos, Mile-nee – el joven giró la cabeza para que no viese su rubor. Tal vez había sido un poco directo con todo eso.
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La pelirroja no se esperaba que el pelirrojo pagase, aunque tendría el descuento en las bebidas de ella al ser parte de los camareros. Le sentó un poco mal, pero debido al poco dinero que tenía, era lo que sucedía. Él propuso continuar hablando en su habitación y eso la hizo asentir con la cabeza. Tenía la suerte de que el chico ya tuviese una y así no tendrían que pagar otra. Estaba teniendo muchísima suerte, aunque le sabía un poco mal. El pelirrojo tiró de ella y simplemente le siguió lentamente. No pudo evitar darle un toque en la cabeza cuando dijo aquellas palabras hacia ella. Maldito Eichi y su forma de soltar comentarios ruborizadores, de hecho ¿existía la expresión ruborizadores? Para Milena si, pues tenía la habilidad de ponerle nombre a las cosas así de gratis.
No tardaron mucho en llegar en aquella habitación enorme. Se notaba que estaban en un hotel bastante bueno y eso hizo a la chica sonreír de lado. No estaba acostumbrada al lujo después de vivir en una cabaña en mitad de una isla. Entonces la joven dejó la vaina de su espada en la entrada de forma que no molestase y después se dejó caer en uno de los sofás. Sintió una alivio enorme recorrer su cuerpo y por un momento no quiso levantarse nunca más de él. A continuación se quitó la incómoda camisa y se quedó con un sujetador de color negro. Ahora estaba un poco más cómoda y eso la hacía sentir mejor. Justo entonces se colocó en pie con un esfuerzo sobrehumano y se acercó al pelirrojo, mirándole después a los ojos y dedicándole una sonrisa ladeada.
- Necesito dormir unas horas. Me levantaré después y continuaremos hablando ¿Está bien? O si lo prefieres duerme a mi lado.
Dijo con un tono calmado. Entonces se dirigió al cuarto con toda la calma del mundo y se quitó los zapatos y el molesto pantalón, quedando con ropa interior del mismo color que la superior. Soltó un suspiro y se tumbó en la cama, cerrando los ojos y dejando hueco por sí su hermanito quería tumbarse a su lado. Fue entonces cuando se relajó del todo, sintiéndose muy cómoda de aquella forma y notando una relajación inmensa. Estaba a punto de decir que estaba enferma y pasar de ir al laboratorio, pero era su deber después de todo, por lo que decidió no hacer aquello. Se llevó la mano derecha al pelo y se lo ajustó para que no cayese de forma pesada en su rostro y la molestase de aquella forma.
La científica se quedó mirando los adornos de aquella habitación, fijándose en las cortinas, paredes y ventanas. Realmente era un sitio genial y encima en una isla como Water Seven. El problema de Milena, era que no aguantaba estar en sitios poblados por mucho tiempo. Terminaba estresándose con tanta gente y por ello estaba cómoda en su isla. Al menos a nivel emocional, porque físico la estaba reventando. El dolor de espalda que tenía en ese momento era prueba de ello. Abrió un momento sus ojos para ver si el joven estaba a su lado o por lo contrario había preferido hacer otra cosa. Tenía ya demasiada confianza con él como para importarle aquel tipo de cosas. Sintió un leve escalofrío por el cuerpo y se tapó con una manta que había en aquella cómoda cama.
- Hasta ahora…
Mencionó en un tono relajante para después cerrar los ojos y empezar a dormir, quedando en una postura en la que estaba bocabajo pero mirando al chico con los ojos cerrados. Quedó con la boca entreabierta, pues respirar con ella cerrada era algo que la incomodaba por alguna razón. Se notaba que por fin estaba descansando como era debido después de mucho tiempo.
No tardaron mucho en llegar en aquella habitación enorme. Se notaba que estaban en un hotel bastante bueno y eso hizo a la chica sonreír de lado. No estaba acostumbrada al lujo después de vivir en una cabaña en mitad de una isla. Entonces la joven dejó la vaina de su espada en la entrada de forma que no molestase y después se dejó caer en uno de los sofás. Sintió una alivio enorme recorrer su cuerpo y por un momento no quiso levantarse nunca más de él. A continuación se quitó la incómoda camisa y se quedó con un sujetador de color negro. Ahora estaba un poco más cómoda y eso la hacía sentir mejor. Justo entonces se colocó en pie con un esfuerzo sobrehumano y se acercó al pelirrojo, mirándole después a los ojos y dedicándole una sonrisa ladeada.
- Necesito dormir unas horas. Me levantaré después y continuaremos hablando ¿Está bien? O si lo prefieres duerme a mi lado.
Dijo con un tono calmado. Entonces se dirigió al cuarto con toda la calma del mundo y se quitó los zapatos y el molesto pantalón, quedando con ropa interior del mismo color que la superior. Soltó un suspiro y se tumbó en la cama, cerrando los ojos y dejando hueco por sí su hermanito quería tumbarse a su lado. Fue entonces cuando se relajó del todo, sintiéndose muy cómoda de aquella forma y notando una relajación inmensa. Estaba a punto de decir que estaba enferma y pasar de ir al laboratorio, pero era su deber después de todo, por lo que decidió no hacer aquello. Se llevó la mano derecha al pelo y se lo ajustó para que no cayese de forma pesada en su rostro y la molestase de aquella forma.
La científica se quedó mirando los adornos de aquella habitación, fijándose en las cortinas, paredes y ventanas. Realmente era un sitio genial y encima en una isla como Water Seven. El problema de Milena, era que no aguantaba estar en sitios poblados por mucho tiempo. Terminaba estresándose con tanta gente y por ello estaba cómoda en su isla. Al menos a nivel emocional, porque físico la estaba reventando. El dolor de espalda que tenía en ese momento era prueba de ello. Abrió un momento sus ojos para ver si el joven estaba a su lado o por lo contrario había preferido hacer otra cosa. Tenía ya demasiada confianza con él como para importarle aquel tipo de cosas. Sintió un leve escalofrío por el cuerpo y se tapó con una manta que había en aquella cómoda cama.
- Hasta ahora…
Mencionó en un tono relajante para después cerrar los ojos y empezar a dormir, quedando en una postura en la que estaba bocabajo pero mirando al chico con los ojos cerrados. Quedó con la boca entreabierta, pues respirar con ella cerrada era algo que la incomodaba por alguna razón. Se notaba que por fin estaba descansando como era debido después de mucho tiempo.
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No tardaron mucho en llegar a la enorme habitación. Lo cierto era que no se había dado cuenta de lo espacioso que era cuando llegó. Simplemente había pagado, llegó a la alcoba y se dejó caer en la suave cama, quedando en los brazos de morfeo casi al instante... cosa que hizo exactamente Milena en este momento. Se río ligeramente, aunque duró poco al ver lo que hizo a continuación. De un movimiento, la chica se sacó su camisa negra, quedando solamente con un sujetador negro. Eichi se sonrojó un poco, pero no desvió la mirada. Técnicamente el cuerpo de la pelirroja no era nuevo para él, pero, en su defensa, lo que sucedió ese día fue durante pleno bosque en medio de la noche, por lo que no pudo apreciar mucho que digamos. Milena se levantó del sillón y se dirigió hasta el pelirrojo, diciéndole que iría a dormir por unas cuantas horas, y que era bienvenido por si quería echarse junto a ella.
Eichi se puso incómodo un poco, pero siguió a la pelirroja a la habitación donde dormirían. Su rubor aumento al ver que la mujer ahora se encontraba en ropa interior negra. Verdaderamente Milena no tenía pudor alguno. Divertido, el joven negó con la cabeza y empezó a desvestirse; tal vez unas cuantas horas más de sueño le harían bien, a lo mejor hasta podría recuperar su horario habitual. Se sacó el terno, los zapatos, el pantalón y la camisa, quedando solamente en boxers negros. El joven se hizo una nota mental para usar colores mas vivos nuevamente; ya tuvo suficiente de su estado emo por la muerte de Tristán. En silencio, se metió a la cama, suspirando contento al sentir el cómodo colchón y las sabanas. Miró durante algunos segundos, luego río un poco y cerró los ojos.
– Descansa, Mile. Te lo mereces – luego de decir eso, cayó en los brazos de morfeo.
Eichi abrió lentamente los ojos. Bostezó ligeramente, se paró y puso en marcha en dirección al baño, olvidando cierto detalle. No podían culparle del todo. Su memoria eidética funcionaba casi todas las veces... excepto cuando se encontraba recién despertando. Era normal, considerando que a cualquier persona le pasaría eso. Al llegar al baño, se metió a la ducha y prendió el agua tibia. El pelirrojo somnoliento entró y suspiró contento al sentir el agua en su cuerpo. Que bien se sentía ducharse luego de varias horas de sueño.
Eichi se puso incómodo un poco, pero siguió a la pelirroja a la habitación donde dormirían. Su rubor aumento al ver que la mujer ahora se encontraba en ropa interior negra. Verdaderamente Milena no tenía pudor alguno. Divertido, el joven negó con la cabeza y empezó a desvestirse; tal vez unas cuantas horas más de sueño le harían bien, a lo mejor hasta podría recuperar su horario habitual. Se sacó el terno, los zapatos, el pantalón y la camisa, quedando solamente en boxers negros. El joven se hizo una nota mental para usar colores mas vivos nuevamente; ya tuvo suficiente de su estado emo por la muerte de Tristán. En silencio, se metió a la cama, suspirando contento al sentir el cómodo colchón y las sabanas. Miró durante algunos segundos, luego río un poco y cerró los ojos.
– Descansa, Mile. Te lo mereces – luego de decir eso, cayó en los brazos de morfeo.
Seis horas y media después...
Eichi abrió lentamente los ojos. Bostezó ligeramente, se paró y puso en marcha en dirección al baño, olvidando cierto detalle. No podían culparle del todo. Su memoria eidética funcionaba casi todas las veces... excepto cuando se encontraba recién despertando. Era normal, considerando que a cualquier persona le pasaría eso. Al llegar al baño, se metió a la ducha y prendió el agua tibia. El pelirrojo somnoliento entró y suspiró contento al sentir el agua en su cuerpo. Que bien se sentía ducharse luego de varias horas de sueño.
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La chica abrió los ojos lentamente, dándose cuenta de que se escuchaba un sonido parecido al agua. Se estiró unos momentos y soltó un pequeño suspiro. Había descansado lo justo, pues tenía que salir en un par de horas. Al menos tendría tiempo de estar con el chico un rato más. El muy capullo se había ido a dar una ducha calentita y sin avisarla, eso la hizo inflar los mofletes. Se levantó como pudo y soltó un pequeño suspiro. Fue entonces cuando soltó un quejido al rozarse con la sabana en una quemadura de la rodilla. Se miró un momento aquella zona y recordó el combate que había tenido con Ushio. Era repetitiva, pero continuaba sin entender cómo un espadachín luchaba sin emplear la espada. Eso siempre se escapaba a su forma de ver la lógica del mundo. Ella amaba pelear a espadazo limpio, aunque ahora que tenía el poder de la gravedad, lo explotaba claramente.
La joven empezó a caminar despacio hacia la puerta del baño y escuchó el agua caes con más fuerza, por lo que ya no era un secreto. Bajó el pomo y se dio cuenta de que el pestillo no estaba puesto, por lo que sonrió de lado. Entró con toda la confianza del mundo y tras quitarse aquellas prendas entró en la ducha como si fuese lo más normal del mundo. Allí pudo ver al chico ducharse también y lo primero que hizo fue darle un toque en el hombro. Después le dio la espalda para que no la viese por vergüenza y cogió un bote de gel. Notar el agua recorrer su cuerpo la hizo soltar un suspiro de calma y tranquilidad. Realmente era genial poder ducharse con agua caliente, pues en su isla debía hacerlo con agua fría la mayoría de las veces.
- Buenos días, Oni. Podrías haber avisado, hombre.
Mencionó con calma para después empezar a lavarse tranquilamente. Su cuerpo entero ahora podía verse a la perfección, lleno de quemaduras en varias zonas como hombros, espalda e incluso piernas. Empezó a silbar tranquilamente pese a la situación y después soltó un pequeño bostezo. Iba a poder trabajar esa noche bastante bien, por lo que se hallaba bastante cómoda en ese momento. Una vez se aclaró el pelo, se giró en plena ducha sin importarle nada y miró al pelirrojo a los ojos con calma.
- No me había dado cuenta de que habías crecido.
Mencionó con tono de voz calmado y una mirada simple. Justo entonces soltó un pequeño quejido y acaricia la zona de su brazo derecho, una de las quemaduras más intensas se hallaban allí. Maldito Ushio y su manía de usar el fuego como elemento… De todas formas estaba acostumbrada al dolor debido a varias cosas, pero eso no importaba. Entonces se fijó en el torso del pelirrojo y se sorprendió, pero enseguida desvió la mirada. Claro, como Ushio la tenía a pan y agua, pues era lo que sucedía.
La joven empezó a caminar despacio hacia la puerta del baño y escuchó el agua caes con más fuerza, por lo que ya no era un secreto. Bajó el pomo y se dio cuenta de que el pestillo no estaba puesto, por lo que sonrió de lado. Entró con toda la confianza del mundo y tras quitarse aquellas prendas entró en la ducha como si fuese lo más normal del mundo. Allí pudo ver al chico ducharse también y lo primero que hizo fue darle un toque en el hombro. Después le dio la espalda para que no la viese por vergüenza y cogió un bote de gel. Notar el agua recorrer su cuerpo la hizo soltar un suspiro de calma y tranquilidad. Realmente era genial poder ducharse con agua caliente, pues en su isla debía hacerlo con agua fría la mayoría de las veces.
- Buenos días, Oni. Podrías haber avisado, hombre.
Mencionó con calma para después empezar a lavarse tranquilamente. Su cuerpo entero ahora podía verse a la perfección, lleno de quemaduras en varias zonas como hombros, espalda e incluso piernas. Empezó a silbar tranquilamente pese a la situación y después soltó un pequeño bostezo. Iba a poder trabajar esa noche bastante bien, por lo que se hallaba bastante cómoda en ese momento. Una vez se aclaró el pelo, se giró en plena ducha sin importarle nada y miró al pelirrojo a los ojos con calma.
- No me había dado cuenta de que habías crecido.
Mencionó con tono de voz calmado y una mirada simple. Justo entonces soltó un pequeño quejido y acaricia la zona de su brazo derecho, una de las quemaduras más intensas se hallaban allí. Maldito Ushio y su manía de usar el fuego como elemento… De todas formas estaba acostumbrada al dolor debido a varias cosas, pero eso no importaba. Entonces se fijó en el torso del pelirrojo y se sorprendió, pero enseguida desvió la mirada. Claro, como Ushio la tenía a pan y agua, pues era lo que sucedía.
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Eichi suspiró con tranquilidad al sentir el agua tibia en su piel. La verdad, el pelirrojo pocas veces podía bañarse de aquella forma. Viendo que el príncipe practicaba nomadismo, era claro que, la mayoría de las veces, solía bañarse en ríos o lagunas. Comodidades como esas eran raras, pero que disfrutaba de vez en cuando, en especial cuando se encontraba en islas grandes o cuando se dejaba caer en hoteles. No tenía problemas como esos en Péndragon, pero yo no había forma de lamentarse. Abandonó todo lo que tuviera que ver con su ex isla... entonces, ¿por qué dudaba? Juró que no volvería nunca a ese lugar, pero parte de él quería luchar junto a sus aliados en la rebelión, además para pagarle el favor a Tristan. Su corazón y cerebro estaban en guerra continua, pero ninguna de las dos conseguía ganar de momento.
En eso, sintió que alguien le tocaba el hombro. Alarmado, se giró para ver de quien se trataba... y toda la sangre se le subió a las mejillas. Inmediatamente, recuerdos de los sucedido siete horas atrás invadieron su mente. Era un imbécil; debido a su estado de somnolencia, había olvidado que cierta persona le acompañaba por ese día. Lo dijo en su momento y ahora lo vuelve a decir: Milena no tenía ningún pudor. Eichi tosió un poco y desvió ligeramente la mirada hacia un lado. Puede que ya lo haya visto en una ocasión, pero eso no quitaba la vergüenza que sentía en este momento.
– Un día de estos me dará un paro cardíaco... cosa que ya me pasó una vez – pensó un avergonzado príncipe.
Intentando aparentar normalidad, el joven siguió lavándose el cuerpo, pese a la situación en la que se encontraba. Fue en ese momento en el que la pelirroja se decidió por darse la vuelta, dándole un completo vistazo de su cuerpo al pelirrojo. Éste volvió a ruborizarse y giró la mirada hacia el otro lado. Al escuchar el comentario de la mujer, arqueó una ceja, pero no dijo nada. El sabía muy bien que había crecido de ese enano que abandonó su isla natal. Lo que más le importaba fue que había crecido en tamaño. Hace dos años sentía vergüenza que, incluso, hubieran algunas mujeres que le superaran en porte.
– Supongo que para bien, ¿no? – dijo el pelirrojo. Por el rabillo del ojo, observó cierto detalle en el cuerpo de Milena que había ignorado debido a su vergüenza. – Por cierto... ¿Por qué tienes tantas quemaduras? – pregunto con curiosidad y preocupación.
En eso, sintió que alguien le tocaba el hombro. Alarmado, se giró para ver de quien se trataba... y toda la sangre se le subió a las mejillas. Inmediatamente, recuerdos de los sucedido siete horas atrás invadieron su mente. Era un imbécil; debido a su estado de somnolencia, había olvidado que cierta persona le acompañaba por ese día. Lo dijo en su momento y ahora lo vuelve a decir: Milena no tenía ningún pudor. Eichi tosió un poco y desvió ligeramente la mirada hacia un lado. Puede que ya lo haya visto en una ocasión, pero eso no quitaba la vergüenza que sentía en este momento.
– Un día de estos me dará un paro cardíaco... cosa que ya me pasó una vez – pensó un avergonzado príncipe.
Intentando aparentar normalidad, el joven siguió lavándose el cuerpo, pese a la situación en la que se encontraba. Fue en ese momento en el que la pelirroja se decidió por darse la vuelta, dándole un completo vistazo de su cuerpo al pelirrojo. Éste volvió a ruborizarse y giró la mirada hacia el otro lado. Al escuchar el comentario de la mujer, arqueó una ceja, pero no dijo nada. El sabía muy bien que había crecido de ese enano que abandonó su isla natal. Lo que más le importaba fue que había crecido en tamaño. Hace dos años sentía vergüenza que, incluso, hubieran algunas mujeres que le superaran en porte.
– Supongo que para bien, ¿no? – dijo el pelirrojo. Por el rabillo del ojo, observó cierto detalle en el cuerpo de Milena que había ignorado debido a su vergüenza. – Por cierto... ¿Por qué tienes tantas quemaduras? – pregunto con curiosidad y preocupación.
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La pelirroja asintió con la cabeza a las palabras de aquel chico. Sin duda había cambiado a mejor, pues ahora parecía por fin un verdadero hombre y no crío de colegio. Había pasado de un tipo pequeño y con cara de pasar del mundo a una persona fuerte y con convicciones. Ella continuaba mirándole tranquilamente dentro de la ducha, notando el agua caer por su cuerpo despacio. Su larga melena ahora reposaba sobre sus senos, tapándolos de alguna forma mientras su expresión era calmada. Cuando escuchó la pregunta que le hizo no dudó en soltar un pequeño suspiro y darse de nuevo la vuelta. Cerró los ojos unos momentos y se pasó las manos por las quemaduras de la piel. Debía admitir que dolía, pero parte de la culpa había sido suya, por lo que no se quejaba de ello.
- Decidí entrenar a Ushio un poco para que aguantase más en los combates, pero en lugar de usa la espada se dedicó a usar técnicas de fuego todo el tiempo. Es por eso que después del combate yo tengo marcas. Pero es lo que tiene entrenar.
Una vez dijo eso, se dio la vuelta y echó algo de champú sobre sus cabellos. Empezó a rascarse la cabeza y a lavarse bien y después se llenó de gel todo el cuerpo. Notaba el agua caer sobre su cuerpo y soltó un suspiro de alivio. Era una sensación demasiado maravillosa. Empezó a aclararse después el pelo, haciendo que el agua lo limpiase a la perfección. Fue entonces cuando se le ocurrió una pequeña broma para hacer al pelirrojo dar un salto enorme. Sonrió de lado y dejó de darle la espalda, mirándole a los ojos. Sin pensárselo mucho le abrazó sonriente y por último pensó para ella “Aguanta…”. Con su mano libre activó el agua helada y cerró los ojos aguantando el cambio de temperatura. Esperaba que al tenerlo abrazado no pudiera huir y chillase del frío.
- Técnica secreta de la hermana mayor ¡Frío en la ducha!
- Decidí entrenar a Ushio un poco para que aguantase más en los combates, pero en lugar de usa la espada se dedicó a usar técnicas de fuego todo el tiempo. Es por eso que después del combate yo tengo marcas. Pero es lo que tiene entrenar.
Una vez dijo eso, se dio la vuelta y echó algo de champú sobre sus cabellos. Empezó a rascarse la cabeza y a lavarse bien y después se llenó de gel todo el cuerpo. Notaba el agua caer sobre su cuerpo y soltó un suspiro de alivio. Era una sensación demasiado maravillosa. Empezó a aclararse después el pelo, haciendo que el agua lo limpiase a la perfección. Fue entonces cuando se le ocurrió una pequeña broma para hacer al pelirrojo dar un salto enorme. Sonrió de lado y dejó de darle la espalda, mirándole a los ojos. Sin pensárselo mucho le abrazó sonriente y por último pensó para ella “Aguanta…”. Con su mano libre activó el agua helada y cerró los ojos aguantando el cambio de temperatura. Esperaba que al tenerlo abrazado no pudiera huir y chillase del frío.
- Técnica secreta de la hermana mayor ¡Frío en la ducha!
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Eichi asintió despacio ante las palabras de la pelirroja. Vagamente recordaba algo similar sucedido en Baterilla. En aquella ocasión, el intento de espadachín había utilizado una especie de técnica de fuego, el cual fue a parar en el bar donde conoció a Milena. ¿Para que hizo aquello? Simplemente para intentar matar a un simple pistolero. Sacrificó algunas vidas por una estupidez, y eso hacía que su opinión acerca del pelinegro fuera mucho menor que antes. El joven suspiró y se echó shampoo al cabello con la intención de lavárselo. Estuvo masajeando durante algunos segundos su cuero cabelludo. En eso, ocurrió algo que no se lo esperaba.
– ¿Que carajos? – pensó un sorprendido príncipe.
De la nada, Milena le abrazó. Arqueó una ceja e intentó preguntarle del porqué de eso, pero no hubo necesidad. Por el rabillo del ojo, observó como la pelirroja iba a por la palanca del agua fría. Abrió los ojos lo más que pudo e intento soltarse del agarre, pero fue en vano. No lo parecía, pero la científica era más fuerte de lo que aparentaba. Resignado ante su destino, el joven de cabellos rojizos se preparó para lo que vendría... el cambio fue instantáneo. Eichi apretó los dientes al sentir el agua fría en su piel. Normalmente, no le molestaría eso. Estaba acostumbrado, después de todo. La cosa era que como estuvo bañándose con agua tibia hace tan solo unos segundos atrás, el agua fría parecía sacada del mismo polo, o sea, congelante.
– Milena... apágalo por favor – suplicó en voz baja el pelirrojo. Parecía como si le estuvieran clavando agujas en el cuerpo con todo ese frío.
– ¿Que carajos? – pensó un sorprendido príncipe.
De la nada, Milena le abrazó. Arqueó una ceja e intentó preguntarle del porqué de eso, pero no hubo necesidad. Por el rabillo del ojo, observó como la pelirroja iba a por la palanca del agua fría. Abrió los ojos lo más que pudo e intento soltarse del agarre, pero fue en vano. No lo parecía, pero la científica era más fuerte de lo que aparentaba. Resignado ante su destino, el joven de cabellos rojizos se preparó para lo que vendría... el cambio fue instantáneo. Eichi apretó los dientes al sentir el agua fría en su piel. Normalmente, no le molestaría eso. Estaba acostumbrado, después de todo. La cosa era que como estuvo bañándose con agua tibia hace tan solo unos segundos atrás, el agua fría parecía sacada del mismo polo, o sea, congelante.
– Milena... apágalo por favor – suplicó en voz baja el pelirrojo. Parecía como si le estuvieran clavando agujas en el cuerpo con todo ese frío.
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La pelirroja aguantó el frío de la mejor forma posible pese a todo. Ella tenía una resistencia fuera de lo común para aquellas cosas. A escuchar las palabras de aquel chico no pudo evitar sonreír de lado. Un hombre tan fornido y rudo temblaba ante ella. Sintió una satisfacción enorme con aquellas palabras y entonces asintió con la cabeza. Cambió la temperatura a caliente y lo siguiente que hizo fue lanzarle un gemido en la oreja a su hermanito, amaba provocar. Se retiró entonces y notó el vapor surgir de su cuerpo debido al cambio brusco de frío a caliente. Se terminó de limpiar todas las zonas de su cuerpo y después de eso le sonrió de forma amable al pelirrojo tras haberle dejado aquel gemido en la oreja.
- Saldré ya, ha sido una ducha muy caliente…
En cuanto estuvo fuera comenzó a secarse con la toalla tranquilamente, manteniendo los ojos cerrados en todo momento. Debía esperar una hora más antes de irse y podía dedicarla estando sentada mirando el techo o haciendo cualquier otra cosa. Una vez se hubo secado se colocó la ropa de camarera pues no tenía otra allí. Caminó despacio hasta la habitación y se tiró de nuevo a la cama, mirando el techo con los ojos entrecerrados. Metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón y soltó un pequeño suspiro. Estaba algo confusa respecto a todo. Tanto trabajo la estaba alterando y necesitaba desconectar un rato. Chasqueó unos momentos la lengua y alzó la voz.
- Maldito Ushio, mira que no violarme la otra noche… te lo puse a huevo…
Mencionó frunciendo el ceño y aumentando la gravedad de la sala, lo que hizo que algunos jarrones cayeran al suelo de forma violenta y se hicieran polvo. Aquello hizo que la chica le bajase una gota de sudor por la mejilla. Llevaba la camisa abierta, tan provocativa como siempre y la verdad, es que en esos momentos no quería moverse de allí. No sabía si el pelirrojo había salido ya de la ducha y por ello soltó un enorme suspiro.
- El hermanito poniéndose bueno y yo aquí castigada. Acabaré tirándome a Corvo, maldita sea el puto llamitas. Lo voy a reventar cuando duerma. Se va a cagar.
- Saldré ya, ha sido una ducha muy caliente…
En cuanto estuvo fuera comenzó a secarse con la toalla tranquilamente, manteniendo los ojos cerrados en todo momento. Debía esperar una hora más antes de irse y podía dedicarla estando sentada mirando el techo o haciendo cualquier otra cosa. Una vez se hubo secado se colocó la ropa de camarera pues no tenía otra allí. Caminó despacio hasta la habitación y se tiró de nuevo a la cama, mirando el techo con los ojos entrecerrados. Metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón y soltó un pequeño suspiro. Estaba algo confusa respecto a todo. Tanto trabajo la estaba alterando y necesitaba desconectar un rato. Chasqueó unos momentos la lengua y alzó la voz.
- Maldito Ushio, mira que no violarme la otra noche… te lo puse a huevo…
Mencionó frunciendo el ceño y aumentando la gravedad de la sala, lo que hizo que algunos jarrones cayeran al suelo de forma violenta y se hicieran polvo. Aquello hizo que la chica le bajase una gota de sudor por la mejilla. Llevaba la camisa abierta, tan provocativa como siempre y la verdad, es que en esos momentos no quería moverse de allí. No sabía si el pelirrojo había salido ya de la ducha y por ello soltó un enorme suspiro.
- El hermanito poniéndose bueno y yo aquí castigada. Acabaré tirándome a Corvo, maldita sea el puto llamitas. Lo voy a reventar cuando duerma. Se va a cagar.
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Eichi se estremeció al sentir aquel gemido en su oreja y se movió algo incómodo dentro de la ducha. Al escuchar que se iba a salir, el joven suspiró de alivio. No le importaba mucho situaciones como esas... pero poco más y llagaba a su límite, cosa que no quería que volviese a pasarle... de nuevo. Una vez que Milena se retiró, el joven volvió a poner el agua caliente. Se limpió lo más rápido que pudo, apagó el agua y se retiró el también. Tomó una toalla blanca que se encontraba allí y empezó a secarse. Era una suerte que trajo sus ropas antes de ducharse, de lo contrario hubiera tenido que salir desnudo frente a Milena... y eso podía ser malo o bueno. Eichi suspiró y se colocó sus ropas, pero sin el terno y dejo su camisa gris desabrochada; hacía mucho calor para ponerse más abrigado de lo que ya estaba, sobre todo si consideramos que llevaba ropa oscura encima.
– Si... definitivamente, tendré que ir de compras – musitó el pelirrojo con desgano.
Salió del cuarto de baño y parpadeó al ver semejante espectáculo que tenía enfrente. Algunos jarrones que habían caído y se hicieron polvo, y tenía la vaga sospecha que la pelirroja que se encontraba echada tuvo algo que ver en eso. Hablando de ella... tuvo que morderse la lengua para no decirle que no le tentara de esa forma. Enserio, ¿acaso sabía el auto control que debía ejercer sobre sí mismo para no saltar encima de ella? Al parecer, por la camisa abierta que llevaba, la respuesta era un no. Suspiró, se llevó una mano a su rojiza cabellera y, una vez que había alejado esos pensamientos inapropiados de su mente, le habló a su "hermana".
– Ne, Mile. ¿Quieres algo de comer? – le preguntó el pelirrojo. Cocinar una comida rápida a estas horas no le suponía ningún problema.
– Si... definitivamente, tendré que ir de compras – musitó el pelirrojo con desgano.
Salió del cuarto de baño y parpadeó al ver semejante espectáculo que tenía enfrente. Algunos jarrones que habían caído y se hicieron polvo, y tenía la vaga sospecha que la pelirroja que se encontraba echada tuvo algo que ver en eso. Hablando de ella... tuvo que morderse la lengua para no decirle que no le tentara de esa forma. Enserio, ¿acaso sabía el auto control que debía ejercer sobre sí mismo para no saltar encima de ella? Al parecer, por la camisa abierta que llevaba, la respuesta era un no. Suspiró, se llevó una mano a su rojiza cabellera y, una vez que había alejado esos pensamientos inapropiados de su mente, le habló a su "hermana".
– Ne, Mile. ¿Quieres algo de comer? – le preguntó el pelirrojo. Cocinar una comida rápida a estas horas no le suponía ningún problema.
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La chica continuaba allí tumbada cuando de repente apareció el pelirrojo con la camisa abierta. No pudo evitar alzar una ceja al ver aquello y acto seguido soltó un enorme suspiro. Eso era trampa sin duda alguna. Ese maldito pelirrojo la estaba provocando o quizás su mente empezaba a pensar cosas que no eran. Justo entonces una visión llegó a su cabeza. El trabajo de esa noche más la convocación para lo sucedido en la isla de la niebla y después de aquello si es que vivía dos meses en… DIOS. No podía ser. La chica iba a estallar e iba a estar toda la jodida guerra nerviosa. No podía pensar en aquella mala suerte que estaba teniendo. Fue entonces cuando el chico dijo aquellas palabras que la hicieron alzar una ceja.
- Ya lo creo que quiero algo de comer, llevo comiendo pan y agua meses…
Dijo de forma indirecta y con un tono irónico para que el pelirrojo lo pillase. La verdad es que estaba un poco harta de todo y de nuevo se puso a hacer levitar algunos jarrones de la sala. Soltó un suspiro y después de unos momentos soltó un gruñido similar al de un jodido tigre. Miró a su pequeño “hermano” y le señaló con el dedo índice.
- ¿Sabes lo que es que el puto de Ushio no me de sexo? No voy a verlo en unos meses más y estoy que me subo por las paredes.
Dijo entonces con aquella mirada acusadora. Era como si tuviese a su novio delante de ella y le estuviese echando la bronca. No podía creer su maldita mala suerte en aquel tema. La teoría del amante del moreno empezó a crecer mucho más según su punto de vista y eso la enfurecía muchísimo. Se quedó mirando de nuevo al luchador y después de unos momentos se tumbó bocarriba con los ojos cerrados, soltando el mayor de los suspiros.
- Encima tienes la maldita manía de ir enseñando carne… ¡Vístete o te violo! Le exigió sin sentido alguno. Aunque ya lo estuviese, no podía evitar decir aquello por los nervios que tenía encima. – Que jodida impotencia. – Terminó de susurrar.
- Ya lo creo que quiero algo de comer, llevo comiendo pan y agua meses…
Dijo de forma indirecta y con un tono irónico para que el pelirrojo lo pillase. La verdad es que estaba un poco harta de todo y de nuevo se puso a hacer levitar algunos jarrones de la sala. Soltó un suspiro y después de unos momentos soltó un gruñido similar al de un jodido tigre. Miró a su pequeño “hermano” y le señaló con el dedo índice.
- ¿Sabes lo que es que el puto de Ushio no me de sexo? No voy a verlo en unos meses más y estoy que me subo por las paredes.
Dijo entonces con aquella mirada acusadora. Era como si tuviese a su novio delante de ella y le estuviese echando la bronca. No podía creer su maldita mala suerte en aquel tema. La teoría del amante del moreno empezó a crecer mucho más según su punto de vista y eso la enfurecía muchísimo. Se quedó mirando de nuevo al luchador y después de unos momentos se tumbó bocarriba con los ojos cerrados, soltando el mayor de los suspiros.
- Encima tienes la maldita manía de ir enseñando carne… ¡Vístete o te violo! Le exigió sin sentido alguno. Aunque ya lo estuviese, no podía evitar decir aquello por los nervios que tenía encima. – Que jodida impotencia. – Terminó de susurrar.
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Su ceja tembló involuntariamente y un rubor apareció en su rostro. Puede que el joven haya sido un príncipe y no conocía mucho acerca de las relaciones entre personas, pero incluso él había pillado la indirecta. Sus sospechas se hicieron realidad al escuchar las siguientes palabras de Milena. No pudo nada más que escuchar las quejas de la pelirroja, mientras, interiormente, maldecía al intento de espadachín por haberla dejado en ese estado. Al escuchar que le iba a violar si no se vestía adecuadamente, dio un paso atrás y una gota de sudo resbaló de su nuca. No solo no tenía pudor, sino que además tenía una muy bonita lengua afilada. Si... nuevamente maldijo a ese idiota pelinegro por dejar a la pelirroja.
– No se de que te quejas... Ella me agrada, y no le digo eso a cualquiera – por un demonio, su día ya se estaba yendo al carajo. No le bastaba con tener que lidiar con una pelirroja casi en celo, sino que además debía soportarlo a él.
– De todos los días que puedes aparecerte... ¿Tenía que se justo hoy? – le cuestionó a su contraparte.
– Ah, no me digas así. En el fondo me quieres... Pero ya, volviendo al tema... ¿Acaso eres idiota? Enserio, tienes a semejante mujer frente a ti y no haces nada – le preguntó incrédulo Akashi.
– Sabes muy bien como me pongo con estos temas – se quejó Eichi, recordando sus dos experiencias anteriores. – Además... ¿Qué mierda te importa? – preguntó con confusión.
– No lo hace, en verdad, pero tu vida es un entretenimiento para mi... Así que, con permiso – Sin nada más que decir, Akashi aprovecho el momento de debilidad de su contrario para mejorar su personalidad. No necesariamente iba a tomar el control, pero con ver a un Eichi más atrevido, le bastaba. Éste se quiso quejar, pero ya era demasiado tarde; había sido influenciado nuevamente. El príncipe de Péndragon miró atentamente a su atrevida "hermana" por algunos segundos, pero luego una sonrisa ladeada se hizo presente en tu rostro.
– ¿Qué te detiene de hacerlo, Mile-chan? Quizás... – su sonrisa se hizo más traviesa y prosiguió. – ¿El tabú de cometer incesto? No es que eso nos haya detenido la otra vez. – concluyó de forma "inocente" el joven de ojos bicolores. Haber que era lo que sucedería ahora que tenían a una pelirroja cachonda y a un pelirrojo inestable y travieso.
– No se de que te quejas... Ella me agrada, y no le digo eso a cualquiera – por un demonio, su día ya se estaba yendo al carajo. No le bastaba con tener que lidiar con una pelirroja casi en celo, sino que además debía soportarlo a él.
– De todos los días que puedes aparecerte... ¿Tenía que se justo hoy? – le cuestionó a su contraparte.
– Ah, no me digas así. En el fondo me quieres... Pero ya, volviendo al tema... ¿Acaso eres idiota? Enserio, tienes a semejante mujer frente a ti y no haces nada – le preguntó incrédulo Akashi.
– Sabes muy bien como me pongo con estos temas – se quejó Eichi, recordando sus dos experiencias anteriores. – Además... ¿Qué mierda te importa? – preguntó con confusión.
– No lo hace, en verdad, pero tu vida es un entretenimiento para mi... Así que, con permiso – Sin nada más que decir, Akashi aprovecho el momento de debilidad de su contrario para mejorar su personalidad. No necesariamente iba a tomar el control, pero con ver a un Eichi más atrevido, le bastaba. Éste se quiso quejar, pero ya era demasiado tarde; había sido influenciado nuevamente. El príncipe de Péndragon miró atentamente a su atrevida "hermana" por algunos segundos, pero luego una sonrisa ladeada se hizo presente en tu rostro.
– ¿Qué te detiene de hacerlo, Mile-chan? Quizás... – su sonrisa se hizo más traviesa y prosiguió. – ¿El tabú de cometer incesto? No es que eso nos haya detenido la otra vez. – concluyó de forma "inocente" el joven de ojos bicolores. Haber que era lo que sucedería ahora que tenían a una pelirroja cachonda y a un pelirrojo inestable y travieso.
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Las palabras del pelirrojo hicieron a la científica alzar una ceja de forma exagerada. Ese maldito traidor a la realidad estaba usando provocaciones ya de forma directa. El ceño de la pelirroja se frunció de forma exagerada y después de unos momentos soltó un enorme suspiro. No podía contener los deseos de saltar sobre él y hacerlo pedazos en el suelo de aquella habitación de hotel. Además disponía de la gravedad para sodomizarlo si le daba la gana. La chica entonces se colocó en pie y miró al pelirrojo con una mirada siniestra en todo momento. Metió ambas manos en los bolsillos de los pantalones y después de unos momentos soltó un suspiro. Su pequeño hermano se había condenado a ser su presa durante aquella noche. No iba a contenerse lo más mínimo y por ello sonrió de lado.
- No compartimos sangre, de modo que te voy a destrozar…
Dijo al mismo tiempo que se acercaba a él despacio. Cuando estuvo cerca no dudó ni un momento y le quitó la camisa despacio, tirándola al suelo para después abrazarle despacio. No tardó mucho en clavar sus dientes lentamente en la oreja del pelirrojo para acto seguido darle un lametón. Chasqueó los dedos y aumentó la gravedad en la sala. La potencia no fue la máxima para no matarlo, pero trató de hacer lo justo para que apenas pudiese moverse. Una vez hizo aquello se separó y lo miró a los ojos de forma siniestra. Se relamió despacio y mostró una sonrisa ladeada. Ahora ella tenía el control de la situación y si el chico activaba algún poder especial, aumentaría la gravedad de nuevo. Tenía un límite de 7g* para hacerlo. Se quedó pensativa unos momentos y finalmente le miró.
- La otra vez lo pasemos muy bien, pero la cosa estuvo más igualada. Creo que ahora mando yo y no puedes escaparte ¿Lo entiendes?
Mencionó al mismo tiempo que le miraba con superioridad. Si había logrado dejarlo en el suelo con el poder de su fruta, se sentaría en su abdomen con toda la calma del mundo y le miraría a los ojos de forma pícara. Podía ser divertido tenerlo en una situación en la que no pudiese moverse ni un momento. Entonces metería el dedo índice en la boca del pelirrojo y le hablaría en un tono siniestro.
- Vamos, suplica un poco, Eichi-chan…
- No compartimos sangre, de modo que te voy a destrozar…
Dijo al mismo tiempo que se acercaba a él despacio. Cuando estuvo cerca no dudó ni un momento y le quitó la camisa despacio, tirándola al suelo para después abrazarle despacio. No tardó mucho en clavar sus dientes lentamente en la oreja del pelirrojo para acto seguido darle un lametón. Chasqueó los dedos y aumentó la gravedad en la sala. La potencia no fue la máxima para no matarlo, pero trató de hacer lo justo para que apenas pudiese moverse. Una vez hizo aquello se separó y lo miró a los ojos de forma siniestra. Se relamió despacio y mostró una sonrisa ladeada. Ahora ella tenía el control de la situación y si el chico activaba algún poder especial, aumentaría la gravedad de nuevo. Tenía un límite de 7g* para hacerlo. Se quedó pensativa unos momentos y finalmente le miró.
- La otra vez lo pasemos muy bien, pero la cosa estuvo más igualada. Creo que ahora mando yo y no puedes escaparte ¿Lo entiendes?
Mencionó al mismo tiempo que le miraba con superioridad. Si había logrado dejarlo en el suelo con el poder de su fruta, se sentaría en su abdomen con toda la calma del mundo y le miraría a los ojos de forma pícara. Podía ser divertido tenerlo en una situación en la que no pudiese moverse ni un momento. Entonces metería el dedo índice en la boca del pelirrojo y le hablaría en un tono siniestro.
- Vamos, suplica un poco, Eichi-chan…
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Parecía que había metido las patas... ¿y era normal que no le molestase? Aquella mirada que le estaba dando la pelirroja, en su momento, podría haberle intimidado, pero ahora... Bueno, digamos que en su estado actual no veía todo en blanco y negro. Era, más bien, un grisáceo y, francamente, no le molestaba en lo más mínimo; podrías hasta acostumbrarse a la sensación de no sentir ninguna obligación hacia el bien o el mal. Se encontraba en zona neutral... y eso le agradaba demasiado. Al escuchar las palabras de Milena, no pudo evitar que una sonrisa algo maliciosa se cruzaba por su rostro. No hizo nada para detenerla al ver que se acercaba hasta donde se encontraba, tampoco impidió que le quitara la camisa y que luego le abrazara, sintiendo "esos" chocar con su pecho. Luego de que la mujer le dio un mordisco en su oreja... las cosas se pusieron algo raras.
Eichi abrió sus ojos, atónito al darse cuenta que algo estaba ocasionando que su peso fuera hacia abajo. Algo... ¿Una akuma, quizás? La cosa era que a penas podía moverse en ese sector por culpa de la pelirroja, lo que ocasionaba que se encontrase en clara desventaja en aquel juego. Clavó una pierna en su rodilla. De hecho, el joven tenía la vaga idea que solo su fuerza de voluntad impedía que se fuera contra el piso. Rechinó los dientes y, finalmente, sus piernas cedieron, aunque se las arreglo para quedar sentado en vez de tumbado. Suspiró con fuerza mientras intentaba aguantar todo el peso en contra. Vio como la pelirroja le dijo que suplicara, a lo que el joven príncipe suspiró. No tenía otra alternativa... sino quería quedar con un dolor que duraría hasta el próximo mes, claro está.
– Puedes... levantar lo que sea que estés haciendo... por favor. No quiero quedar destrozado antes de lo que haré en un par de días – suplicó el pelirrojo, tragándose su orgullo por esa vez. Si... con todo lo sucedido, había olvidado que pronto iba a unirse a una guerra. Las cosas que debía hacer para proteger a cierta albina... Aunque no podía decírselo a la cara, claro está.
Eichi abrió sus ojos, atónito al darse cuenta que algo estaba ocasionando que su peso fuera hacia abajo. Algo... ¿Una akuma, quizás? La cosa era que a penas podía moverse en ese sector por culpa de la pelirroja, lo que ocasionaba que se encontrase en clara desventaja en aquel juego. Clavó una pierna en su rodilla. De hecho, el joven tenía la vaga idea que solo su fuerza de voluntad impedía que se fuera contra el piso. Rechinó los dientes y, finalmente, sus piernas cedieron, aunque se las arreglo para quedar sentado en vez de tumbado. Suspiró con fuerza mientras intentaba aguantar todo el peso en contra. Vio como la pelirroja le dijo que suplicara, a lo que el joven príncipe suspiró. No tenía otra alternativa... sino quería quedar con un dolor que duraría hasta el próximo mes, claro está.
– Puedes... levantar lo que sea que estés haciendo... por favor. No quiero quedar destrozado antes de lo que haré en un par de días – suplicó el pelirrojo, tragándose su orgullo por esa vez. Si... con todo lo sucedido, había olvidado que pronto iba a unirse a una guerra. Las cosas que debía hacer para proteger a cierta albina... Aunque no podía decírselo a la cara, claro está.
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La chica no tardó mucho en sonreír de lado al escucharle suplicar de aquella forma. Había vencido en el juego, pero el pelirrojo tampoco parecía mucho por la labor. No solo no parecía estar cómodo con la situación, sino que además no había cogido la idea. Ella no le estaba diciendo que suplicase por lo del peso, más bien para que le hiciera pasarlo bien. Nadie entendía a la pelirroja o más bien, ella empezaba a pensar en otras cosas. Soltó un pequeño suspiro y se acercó a él todo lo posible. Entonces a su mente acudió la mirada del espadachín. Negó un par de veces y entonces fue cuando se levantó, pero no anuló la gravedad. Se dirigió hacia la cama y se abrochó la camisa. Se quedó callada unos momentos y entonces se estiró despacio mientras bostezaba.
No quería ir a trabajar con el peso en su consciencia después de pensarlo. Se llevó la mano al rostro y después de unos momentos se pegó un pequeño cabezazo con la pared. Tal vez debía replantearse hacerse asexual como Aomine aconsejaba siempre. Aunque eso no lo decidía ella. Malditos hombres sin morbo, tímidos y maldita vida aburrida. Culpa de Ushio, culpa de su hermano y ahora culpa de ella. En el fondo, no podía hacerlo, pues pensaba en el moreno. Cogió sus cosas y después de unos momentos miró al chico a los ojos. Negó con la cabeza un poco y entonces se agachó un poco.
- Has crecido en cuerpo, pero aun te queda por crecer en pensamiento, Onii-chan. Discúlpame, tengo cosas qué hacer. Supongo que eres un hermano para mí después de todo.
En cuanto le dijo aquello soltó un suspiro y acto seguido salió de la habitación. No pensaba anular la gravedad por si el chico la seguía. Cuando estuvo fuera del hotel la anuló y después salió de allí dando un suspiro. Realmente estaba muy confusa y ni siquiera el pelirrojo la había hecho sentir mejor en el otro tema.
No quería ir a trabajar con el peso en su consciencia después de pensarlo. Se llevó la mano al rostro y después de unos momentos se pegó un pequeño cabezazo con la pared. Tal vez debía replantearse hacerse asexual como Aomine aconsejaba siempre. Aunque eso no lo decidía ella. Malditos hombres sin morbo, tímidos y maldita vida aburrida. Culpa de Ushio, culpa de su hermano y ahora culpa de ella. En el fondo, no podía hacerlo, pues pensaba en el moreno. Cogió sus cosas y después de unos momentos miró al chico a los ojos. Negó con la cabeza un poco y entonces se agachó un poco.
- Has crecido en cuerpo, pero aun te queda por crecer en pensamiento, Onii-chan. Discúlpame, tengo cosas qué hacer. Supongo que eres un hermano para mí después de todo.
En cuanto le dijo aquello soltó un suspiro y acto seguido salió de la habitación. No pensaba anular la gravedad por si el chico la seguía. Cuando estuvo fuera del hotel la anuló y después salió de allí dando un suspiro. Realmente estaba muy confusa y ni siquiera el pelirrojo la había hecho sentir mejor en el otro tema.
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