¿Droga? ¿Que droga? Esto es leche en polvo [PRIVADO PASADO](Raghersir-Dafne)

A medida que mi barco se acercaba a la isla, no podía evitar sentir la emoción apoderarse de mí. Había pasado trabajando en el cuartel de la marina demasiado tiempo, o al menos más del que me hubiese gustado. Haber logrado obtener permiso para participar en esta misión había sido una noticia más que gratificante. Para un caza-recompensas como yo, el pasar mucho tiempo estancado en un sitio en el que nunca sucede nada fuera de lo normal es algo frustrante. Por suerte para mí el tiempo revisando vehículos se iba a compensar con una tarea de las buenas.

Al parecer la marina había obtenido del Cipher Pol información acerca de la posición de un famoso traficante de drogas. Podrían haber montado una redada ellos mismos, pero la información era poco concreta. Tan sólo se sabía que el capo frecuentaba los locales de noche del sur de la enorme ciudad de Dómica, por lo que supusieron que debía tener un piso franco en la zona. Teniendo esto en cuenta esto no es difícil saber por qué habían decidido que era la persona indicada para el trabajo. No querían arriesgar agentes del CP en una misión tan simple, pero no podían mandar a agentes normales, ya que podrían ser reconocidos fácilmente. Yo por otro lado, era una fuerza prescindible y no iba a ser reconocido en aquella ciudad.

Hasta aquí todo era perfecto: infiltración, espionaje, algo de acción cuando encontrásemos su refugio; sólo había un inconveniente…La marina aún no se fiaba del todo de mí. Eran ya bastantes las misiones en las que había colaborado, pero parecía que mi posición de mercenario les hacía creer que iba a traicionarlos en cualquier momento. No les culpo, pero obligarme a llevar a un recluta conmigo durante la misión me parecía algo molesto. Era cierto que un recluta no sería reconocido, pero no tendría la habilidad necesaria para la misión. Tener que hacer de niñera de un novato iba a ser peligroso. De todas formas no era algo opcional si quería el trabajo, sólo me quedaba esperar que no fuese un auténtico desastre con patas.

Finalmente el barco llegó al puerto, dónde en teoría debían estar esperándome el recluta, y un teniente con más detalles sobre la misión.

*Un nuevo día  y a la pobre de la Dríada la volvieron a  mandar a hacer recados. Esta vez le habían ordenado reunirse con un hombre en el puerto de la ciudad de Dómica, al que llamaban Nairb. Dafne se encontraba en la barandilla del castillo de proa esperando a que el vigía diera el aviso pertinente de avistamiento de tierra, pues la mar a pesar de que no le desagradaba, tampoco le gustaba estar lejos de tierra.*

*La joven vestía sus habituales ropas, una túnica raída por el pecho y torso,con las piernas, brazos y espalda totalmente al aire pareciéndose a una ninfa. El único rasgo distintivo que tenía aquella mujer era una gema en su frente con el símbolo de la marina de color azul claro. Su pelo era rubio y su tez blanca, su altura rozaba casi el metro noventa, y sus medidas, eran noventa, sesenta, noventa.*

-Tierra a la vista ! preparaos para echar el ancla, puerto avistado Dómica!- Dijo el vigía desde la cofia. Dafne escuchó  aquellas palabras y se dispuso ir a su camarote a recoger sus cosas. Esto se traduce por una pequeña bolsa de color marrón que ató a su cintura, seguida de una especie de látigo de zarzas enrollado y colgado de su cintura. A mayores, llevaba el mosquete reglamentario de la marina colgado de su hombro por una correa. Una vez desplegadas las rampas de acceso al puerto, se dispuso a bajar, a la espera de que  su contacto "Nairb" apareciera.

*La Dríada se quedó mirando a las gentes del puerto, buscando a alguien distintivo que le llamara la atención. A pesar de todo Dafne no había preguntado los detalles de la misión, simplemente, aceptó el encargo porque venía de un superior, aunque no de muy buena gana.*

Estuve un buen rato esperando a encontrarme con los marines en el puerto, pero como de costumbre llegaban tarde. Me sentí muy aliviado al ver el barco de la marina acercarse, aunque no me gustaba el hecho de que lo hubiesen hecho de una forma tan llamativa. No les habría costado nada venir en un barco normal, así la gente de la ciudad no sospecharía que la marina planeaba algo. En cualquier caso el daño ya estaba hecho, no iba a quejarme. Me dirigí a recibirles, estaba harto de esperar. En cuanto antes me encasquetasen al recluta y me diesen la información antes podría marcharme de allí y empezar el trabajo.

-Buenos días. Soy Nairb.- dije mientras extendía la mano hacia el teniente.

-Teniente Gyert, un placer trabajar juntos. No me andaré con rodeos, ya llevamos bastante retraso. Aquí tienes la información con los detalles de la misión. Esta de aquí es Dafne, ella realizará el trabajo contigo. En cuanto consigáis algo avisad, no hagáis nada imprudente.- dijo el teniente cortantemente antes de girarse y volver al barco.

La verdad es que agradecía que el marine hubiese acelerado los tramites, pero había sido demasiado escueto. La información me la había dado en una pequeña carpeta en lugar de explicarnos la situación. Y no hace falta mencionar el hecho de que nos había dejado a la recluta y a mi solos sin introducirnos un poco mejor. Malditos marines vagos, seguro que ahora se iba a ir a tomar el Sol a la cubierta del barco. Fuera como fuese iba a tener que hacer yo esa parte del trabajo.

-Bueno, lo dicho, soy Nairb. Parece que vamos a tener que trabajar juntos.- dije con una sonrisa que disimulaba el hecho de que me molestaba tener que llevarla conmigo.

La chica era bastante guapa, lo cual hacía la situación aún peor. Era más que obvio que iba a acabar distrayéndome. Hubiera preferido que me asignasen a un muchacho trabajador como Hana.

-He reservado una habitación en un hotel. Si te parece bien podemos ir allí a estudiar la información que tenemos y a planear como actuar.- propuse sin poder evitar que sonase raro.

Después de aquella presentación modesta, mi superior me dejó en manos de aquel personaje que respondía al nombre de Nairb .Me sentía algo nerviosa, no lo negaré , pero a pesar de todo logré mantener la compostura ante mi nuevo jefe para la misión. Se presentó ante mi y yo solamente pude responderle algo nerviosa, pues, sabía que me jugaba que pudieran dar un mal informe acerca de mi comportamiento si perdía la compostura.

-Dafne "Dríada" a su servicio señor, para lo que ordene

Dije con todo el tono respetuoso que pude, pues los nervios me  estaban comiendo viva por dentro. Intenté mantener la compostura, pero a pesar de todo, pude observar, que su sonrisa parecía algo forzada. ¿No estaría a gusto conmigo? No podía dejar de pensar en que solo podría ser un lastre para alguien como él con experiencia aparente. Me recogí  mi pelo para ponerlo por delante de mi hombre, respiré profundamente y continué escuchando a mi compañero.


La propuesta de mi nuevo compañero me parecía bastante acertada, así que ceñí mi mosquete  reglamentario a la espalda por la correa de cuero  y comencé a hablarle

-Me parece bien, así al menos me podrás dar algo más de información, ya que, mis superiores han tenido a bien el no contarme nada Dije algo molesta, pues odiaba que la consideraran una niña pequeña.

-Te seguiré entonces ¿por donde vamos a ese hotel?

No pude evitar dejar escapar la risa cuando vi que mi joven compañera me hablaba como si fuese un superior. La verdad es que me gustaba, pero no tenía ningún motivo para hacerlo. A pesar de mi experiencia en misiones ella tenía un cargo más alto que el mío, más que nada porque yo ni si quiera era parte de la marina. Tampoco tenía mucha importancia, por lo que decidí no decirle nada y seguir disfrutando un poco mientras nos dirigíamos al hotel.

-Perfecto, es por aquí, sígueme.- dije haciéndole un gesto con la mano mientras empezaba a andar.

El camino no era muy largo, pero no quería que comenzase a crearse una situación distante entre nosotros dos. Si iba a tener que confiar en ella durante nuestra labor, era mejor que ella también confiase en mí, y para eso no había nada mejor que una charla amistosa. No tenía claro cómo empezar, pero lo mejor sería empezar por lo típico, sus intereses en la marina. Así de paso sabría también que posibilidades habría de contar con ella como informadora.

-Bueno, creo que sería mejor conocernos un poco si vamos a tener que trabajar juntos. Empiezas tú, ¿qué te llevó a alistarte en la marina?- comencé mientras andaba.

La verdad es que no sabía cómo podría ser la respuesta de aquella joven, no tenía aspecto de encajar en un grupo militar. Era una pena que tampoco fuese a tener tiempo de contar una historia completa, me habría gustado escucharla, pero el hotel estaba a la vuelta de la esquina. Era un sitio deprimente y poco acogedor de uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Allí no harían preguntas sobre quiénes éramos ni nada por el estilo mientras pagásemos lo debido. No cabía duda que era el lugar perfecto para planear nuestros movimientos sin levantar sospechas.

-Bueno, hasta donde yo sé lo que debemos hacer es encontrar a un traficante de drogas que frecuenta los locales de la zona. Luego tan sólo debemos seguirlo hasta su guarida y avisar para que la marina haga una redada y lo detenga. En los informes que me ha dado tu superior debe de haber más información. Toma estos archivos y ve buscando algo que nos pueda ser útil.-dije mientras le pasaba la mitad de las hojas de la carpeta.

Acto seguido me puse a examinar yo el resto. Siendo dos sería más rápido recabar la información útil, aunque sería igualmente aburrido. En mis adentros me moría de ganas por salir a zurrar a los maleantes de la zona en busca de algún chivatazo, pero la misión debía realizarse lo más sigilosamente posible.

¿Porqué estaba tan sumamente nerviosa? Por favor, era una marine y el un ciudadano y poco más lo trato de Dios. Odiaba aquel tipo de situaciones que me hacían quedar como una auténtica tonta. A pesar de mi confusión boba, intenté despejar mis ideas de la cabeza e intentar tomar las riendas de la situación procediendo con tranquilidad y confianza.

-Bien , te sigo -dije con firmeza.

Mi compañero parecía manejar muy bien la situación, lo veía francamente tranquilo, algo que me alagaba pero a la vez me hacía cuestionarme mi propio carácter. Empezó a darme conversación, me pareció una buena idea hablar con él y ver si podía sacar alguna información de su persona. Me preguntó  el porque me había unido a la marina. Mi rostro se tornó serio, y todo aquel nerviosismo inicial, se fue como el dinero en rebajas un mes de Febrero, pero con la diferencia de que mi piel empezaba a ponerse paulatinamente azul.

-¿Has visto morir alguna vez a una flor?... Yo lamentablemente he visto morir  muchas flores, ver como los hombres matan a otros indiscriminadamente, a buena gente que sufre, que solo quiere el bien para su comunidad...y a cambio reciben muerte y dolor como mi padr... - Mis palabras se cortaron por un momento, haciendo una leve pausa, para proseguir- Me uní...porque  la naturaleza me protegió hasta que la marina me hizo ver que todos los hombres malos...reciben un castigo, y si yo puedo ser el arma de ese castigo...ser la justicia... no me temblará la mano.

Hago una pequeña pausa para proseguir mientras miro a la gente de las calles.

-Todos necesitamos protección de lo que nos pueda hacer daño ¿no crees?.

Una vez en el hotel, mi compañero me expuso información que desconocía, pero los archivos de mi superior me permitió poder ver nueva información. Aquello podía tardar horas hasta lograr una pista, por ello volví a hablar.

-¿Porque no preguntamos en la taberna indirectamente? ¿no lograríamos más que en todos estos papeles? Ciertamente debemos  ser cuidadosos, pero la información vuela cuando a uno hombres los emborrachas. ¿No crees?.

Dije aquellas palabras mientras dejaba mi mosquete reglamentario de la marina apoyado sobre la pared, me quité la gema de la marina que portaba en mi frente, quedándome solo con mi vestimenta habitual, con el objetivo de no ser relacionada con la marina y parecerme a un civil en la medida de lo posible. No se que le parecería a mi compañero aquella propuesta, pues alomejor el tenía en mente otro proceder.

Esta parte de la tarea era la que más odiaba, sin embargo era bastante necesaria. Obtener información de los informes ayudaba, en la mayoría de ocasiones, a no suicidarse entrando por descuido en la boca de lobo. Aun sabiendo esto no pude negar la proposición de la novata. Ella estaba tan aburrida como yo, y no le apetecía nada estar urgando en las carpetas. En su lugar, la joven propuso ir directamente a las tabernas a obtener información.

-Me gusta como piensas.- le respondí riendo.- Según el informe esta es en la que se le vio por última vez. No sería una mala opción.- continué enseñándole una foto.

Sabía que más adelante me arrepentiría de salir sin saber todos los detalles, pero esperaba que todo saliese bien. Al fin y al cabo lo único que debíamos hacer era localizar al traficante y dar el aviso, mientras no diésemos mucho el cante no pasaría nada.

-Dame un segundo que me prepare y salimos a buscar marcha.- dije mientras me levantaba para ir al baño a peinarme al baño a peinarme.

Tardé sólo unos instantes, pero el peinado me había quedado bastante bien. La imagen era algo importante si iba a salir a buscar fiesta por la ciudad. Los vendedores de droga no hacían negocios con vagabundos, si quería que me ofrecieran su mercancía tenía que mostrar que podía pagarla. Tras esto me acerqué a mi mochila para sacar la cartera y un par de diales que guardé en los bolsillos de mi chaqueta. No iba a tener mis sinawali para ayudarme, pero al menos tendría un arma a mano.

-Listo, cuando digas vamos a ello.- dije a la marine haciéndole un gesto con la mano.- Por cierto, ¿cuál es nuestra tapadera? Es decir, ¿qué relación se supone que tenemos? Habrá que poner alguna excusa para ir juntos ¿no?- pregunté.

El papeleo era francamente aburrido, y por mi parte, siempre se me dio mejor el trabajo de campo, por tanto creo que podríamos sacar mucha más información acerca de la persona que buscábamos en los lugares más bajos del puerto, o mejor dicho, de sus tabernas.

A pesar de que mis nervios se iban disipando, mi compañero elogió mi forma de pensar, algo que provocó que mis mejillas se sonrojaran disimuladamente, sentía cierta vergüenza. Me señaló una de las tabernas que frecuentaba nuestro hombre.

-Si...si, es una buena idea empezar por ahí.-Asintió y me dijo que le diera unos minutos para prepararse, cosa que yo también debía hacer. Así que dejé mi mosquete en la habitación, mi gema de la marina sobre la cama para evitar cualquier asociación a la marina. Revisé mi bolsa de hojitas y coloqué mi látigo de zarzas  en mi cintura y mi puñal floral lo oculté en mi cintura y busqué un espejo para peinar mi pelo y perfilar mis rizos. Mi compañero salió al poco rato y me dijo que estaba listo.

-¿Ya? bien vamos- Pero mi voluntad se vio quebrada cuando me preguntó que tapadera debíamos usar ambos para presentarnos en la tarea.

-Umm, tienes razón, sería muy cantoso que vieran llegar a dos personas juntas sin ton ni son...bueno, podemos decir que somos una pareja  y  que nos han recomendado visitar esa taberna antes de irnos al hotel ¿Que te parece?

Dije aquellas palabras mientas acabada de peinarme. Posiblemente la idea no era de las mejores, pero sin lugar a duda, nos podía ayudar en una situación de apuro.

-De aceptar habría que pensar en como nos llamaríamos el uno al otro, o al menos donde nos conocíamos ¿no crees?- Dije mientras seguía pensando- A mayores, podríamos buscar una tapadera más oscura, y decir que venimos a conocer a  nuestro hombre, que somos nuevos clientes , y que hemos oído hablarm uy bien de sus "mercancía" y estamos interesados en comprar, estoy segura, de que no rechazará la llamada al dinero.

Después de decir aquello, me levanté y me quedé de brazos cruzados mirando a mi compañero.

La respuesta de mi compañera me sorprendió bastante, no imaginaba que fuese a buscar algo tan directo. Por su apariencia habría dicho que era una chica tímida y remilgada, pero proponer algo así me mostraba que me equivocaba. Si estaba dispuesta a hacerse pasar por la mujer de un tipo que había conocido ese mismo día es que se tomaba su trabajo realmente en serio. Ahora al que le daba algo de vergüenza era a mí, había tenido bastantes amoríos, pero nunca una relación de verdad, no sabía si iba a estar a la altura para interpretar el papel. En cualquier caso era la mejor tapadera de la que podíamos disponer, no iba a dejar pasar esa oportunidad.

-Todo correcto entonces. Yo diría que somos de Baterilla, lugar en el que nos conocimos hace tres años. Nos hemos casado hace poco y estamos de luna de miel. El resto creo que podemos improvisarlo. Simplemente no dudes, di lo que se te ocurra y yo te seguiré.- le propuse sonriente.

Estaba confiado, teníamos un buen plan y sabíamos por dónde empezar a buscar, sólo era cuestión de tiempo que hallásemos al narco. Listo para meterme en la piel de joven recién casado, me acerqué a mi mujer y le ofrecí mi mano esperando a que me la cogiese.

-¿Vamos princesita?- le pregunté sonriendo.

¿Princesita? ¿Pero que se había creído?, bueno daba igual realmente, pues el papel que debíamos cumplir se debía a la misión, por lo cual, no me desagradaba en absoluto.

Cogí su mano y salimos de aquel hotel para dirigirnos a la taberna donde todo tipo de personajes pasaban a lo largo del día, y claramente, nuestro hombre podría estar allí tranquilamente, pero antes de salir d por la puerta principal del hotel le dije:

-Como intentes propasarte en algo, te juro que no respondo- Dije sonriendole y afablemente- Vamos, no hagamos esperar a nuestro amigo.


Tardamos unos 20 minutos en llegar a pie desde el hotel hasta la taberna, la cual, estaba a rebosar, y no precisamente de hombres civilizados, pues solo veía marineros borrachos, mujerzuelas, algún guardia de la ciudad en su tiempo libre y a un grupo de hombres, muy bien vestidos, fumando y jugando al póker en una mesa al fondo.

-Sentémonos cerca de la puerta, veremos mejor todo -Le susurré a mi acompañante para luego dirigirme al tabernero- Tabernero! por favor cuando pueda atiéndanos.

Tomé asiento y crucé mis piernas, pues no me encontraba cómoda en aquel sitio y no se si mi compañero sentiría lo mismo.

-Bien, pues aquí estamos...¿Por donde empezarías? -dije mirando a las demás mesas.- ¿Por los marineros tal vez o vamos directamente a preguntarle a los ricachones del fondo?

Me crucé de brazos y me acomodé en la silla, parecía que mi nerviosismo se fue junto a mis preocupaciones precedidas en le Hotel. Esperaba poder acabar cuanto antes  mi estancia en aquel hediondo lugar, pero no sabía cuanto tiempo nos depararía nuestra misión, hasta que alguien, soltara laguna información oportuna para nosotros.

Por la cara que puso, deduje que a mi compañera no le gustaba el apelativo cariñoso por el que la había llamado, pero por suerte para mí lo dejó pasar. No cabía duda de que me iba a costar mantener la tapadera, sobre todo en teniendo en cuenta que antes de salir del hotel mi “mujer” me había dejado bien claro que no me iba a dejar ser cariñoso de más. En mi cabeza iba a ser como tener una mujer de verdad sólo que sin la parte divertida. Ya estaba empezando a distraerme, sabía que lo iba a hacer desde que la vi por primera vez. Más me valía hacer lo posible por mantenerme concentrado en mi trabajo si no quería fastidiar la misión.

Comenzaba a pensar que no llegaríamos nunca cuando finalmente el bar se presentó ante nosotros. Era normal que estuviese tan apartado, aquel era uno de los lugares más asquerosos que había visto. Quizá no en un sentido de higiene, ya que se esta se asemejaba a la de cualquier taberna común, pero en cuanto a la gente que había en él era realmente horrible. Putas, borrachos, hombres con pinta de asesinos a sueldo… Me recordaba mucho al Archipiélago de los Ahogados, sólo que en este local no había el ambiente de camaradería y festejo que los piratas mantenían allí. Al menos no cabía duda que era el sitio que buscábamos.

Siguiendo la proposición de Dafne nos sentamos en una mesa cercana a la puerta, dónde a pesar de que hacía algo de corriente, teníamos el control de las personas que entraban y salían del bar. Mientras el camarero venía a atendernos mi compañera ya empezó a planear nuestro siguiente movimiento, parecía que no iba a dejarme tomar una copa antes de ponernos serios con el asunto.

-Tienes buen ojo, seguramente los del fondo son los que nos interesan. Aun así creo que deberíamos esperar un poco para no resultar muy sospechoso.- le respondí con una sonrisa pícara acercándome a ella de forma que pareciese que le estaba diciendo algo íntimo.

En ese momento el camarero llegó, por lo que me separé lentamente de ella.

-¿Qué queréis?- preguntó el rechoncho camarero con voz ronca.

Al escucharle preguntar que queríamos se me pasó una idea por la cabeza, decirle directamente lo que queríamos.

-Ponnos dos copas de vino de momento.- dije sonriendo a mi compañera.- Aunque bueno, ¿qué más tienes? Nos han dicho que este era el sitio ideal para empezar una fiesta loca.- continué con un tono que sonaba a turista ricachón estúpido.

Me acababa de presentar como un auténtico primo, sólo quedaba ver cuánto tardaban los camellos en venir a colarme su peor mercancía a un precio desorbitado. No iba a ser una forma muy digna de cumplir nuestros objetivos, pero al menos haría las cosas más rápidas. Ya me había dado cuenta de que a mi mujer postiza no le gustaba nada aquel sitio, en cuanto antes nos marchásemos menos posibilidades habría de que algo saliese mal.

Mi compañero tenía toda la razón del mundo, pues, aún era demasiado temprano como para ver si algo iba a suceder.

-Ciertamente sería conveniente esperar, pero no tenemos tiempo suficiente ¿no crees?.-Dije algo seria, pues el ambiente cada vez me asqueaba más.

Mientras mi compañero hablaba con el rechoncho tabernero pidiéndole un par de copas de vino, yo no podía quitarme de la cabeza el actuar cuanto antes, y se me había ocurrido una forma bastante rápida.

-Discúlpame, pero creo que tengo algo que hacer con esos del fondo, y aquí creo que no me puedes ayudar, si ves que la cosa se tuerce mucho, ayúdame.-Me levanté de mi sitio, acicalé un poco mi pelo, me vi en un pequeño espejo que colgaba en una de las mugrientas columnas de la taberna y me dirigí con paso tranquilo hacia aquellos "caballeros". Parecían estar jugando a las cartas. Los 4 hombres, rodeando la mesa reían y bebían mientras otros 2 estaban hablando por lo bajo.

-Buenas tardes caballeros, lamento molestarles en su tiempo de ocio, pero...soy nueva en la ciudad y apenas la conozco, y me han dicho que en esta taberna es bien recibido cualquiera que traiga dinero y una buena presencia, algo nada desdeñable -Dije dirigiéndome a dos de los que estaban jugando a la mesa.

-Así es señorita, en esta ciudad puede encontrar de todo, dinero y fortuna, buena compañía e historias de todo tipo.-Dijo uno de los hombres mientras lo otros dos que susurraban se callaron y me miraron de arriba abajo sin decir nada.

-¿Ah si? ¿Puedo encontrar de todo?- Dije irónica- Seguro que unos caballeros como ustedes pueden hacer feliz a muchas chicas en esta isla ¿me equivoco?

No se si aquello iba a funcionar, pero necesitaba ser un punto de atención y ganar tiempo suficiente, para actuar a la par de lograr información.

A diferencia de lo que pensé que pasaría en un primer momento el camarero no me contestó directamente. Tan sólo asintió y se fue a la barra a por mis bebidas, como si no hubiera hecho caso a la segunda parte de lo que le dije. Mi compañera, entre tanto, se había levantado del asiento y se había marchado a buscar información por sus propios medios. No estaba muy de acuerdo con tener que verla rebajarse para zorrear por la zona, pero tampoco podía montar una escena. De todas formas era una buena forma de obtener lo que habíamos ido a buscar, no debía importar que me agradase.

Cuando el camarero me llamo para que fuese a la barra a recoger nuestro pedido, dudé por un segundo si ir. La preocupación me impedía apartar mi vista de Dafne. Sabía que lo que estaba haciendo era arriesgado, quería estar preparado para reaccionar rápidamente ante cualquier improvisto. No obstante parecía saber desenvolverse perfectamente. De haberla visto en acción antes de conocerla jamás habría pensado que era una simple recluta. Definitivamente podría cuidarse sin mí unos instantes.

Había estado muy pendiente a lo que pasaba alrededor de la chica, pero no al resto del local, y eso acabó pasándome factura. Al acercarme a la barra dos hombres me agarraron y me pusieron un paño mojado en la boca. Este debía estar impregnado con algún tipo de sustancia química, pues me hizo perder la fuerza por unos instantes. Fue todo muy rápido y sigiloso. No tuve tiempo de hacer responder, y de cara a la gente del local parecía como si estuviesen sacando a un borracho por la parte de atrás.

Una vez allí los dos hombres me sentaron en una silla y se colocaron a mis lados. Poco a poco fui recuperando la sensibilidad en mi cuerpo, pero aún no tenía fuerza como para pelear con esos grandullones. Entonces una figura salió de las sombras.

-Señor, disculpe que le haya sacado así, pero se estaba entrometiendo donde no le llamaban.- dijo el hombre delgado que se había presentado ante mí.

Llevaba un sombrero y un traje negro, lo que sumado a su puntiagudo bigote le daba un aspecto bastante intimidante, pero no me iba a dejar amedrentar por él.

-¿Qué quieres?- le pregunté con tono duro.

Por cómo se había sucedido la escena sabía que debía de ser uno de los capos de la ciudad. Sin duda era alguien peligroso, pero no quería hacerme daño. Si se había tomado la molestia de sacarme sigilosamente y reunirse conmigo es que debía querer algo de mí.

-Parece que es bastante espabilado señor. Sígame.- dijo riendo antes de comenzar a andar hacia las puertas del almacén del local.

Tras esto sus dos gorilas me agarraron por los brazos y me levantaron de la silla. No me gustó el gesto por lo que me quité sus manos de encima bruscamente y les miré con rabia. No pareció importarles mucho, tan solo respondieron haciéndome un gesto cortés para que me siguiese a su jefe. No tenía motivos para no hacerles caso, esperaba sacar algún beneficio de ese encuentro, por lo que seguí sus indicaciones.

Parecía que no estaba logrando mucho para con aquellos canallas, así que decidí regresar a mi mesa, pero parecía ser, que mi compañero ya no estaba allí ¿Donde se habría metido?. No podía perder más tiempo en aquel lugar sin lograr ni tan siquiera un nombre que me llevara a los mafiosos, pero al fin y al cabo, mi compañero había desaparecido, y no era cuestión de dejarlo tirado allí donde estuviera-

-¿Donde se habrá metido ?- Me dirigí a la barra para hablar con el tabernero- Tabernero, ¿ha visto a mi marido cuando nos sirvió antes por aqui? He ido a hablar con unos muchachos al fondo del bar y para cuando me he despistado, ha desaparecido.

Estaba algo preocupada, pues como una tonta, dejé que mi compañero desapareciera en aquel lugar tan poco agradable ¿Estaría bien?. Posiblemente mis modos de obtener información lo habrán puesto en peligro, pues en ningún momento debía haberme separado de él.

Me dispuse a buscar por la taberna, a preguntar a todos los borrachos, marineros, y demás gentes si habían visto a mi compañero de mesa, o si por lo menos lo habían visto salir. A los pocos minutos estaba desesperada, hasta que un hombre me respondió.

-Se lo llevaron unos hombres, tu amigo parecía estar realmente borracho y han tenido que sacarlo de la taberna señorita.

-Gracias señor- Le respondí mientras salí corriendo de la taberna creyéndome la versión de aquel hombre, el cual, me pudo haber mentido tranquilamente, pero mejor era eso que dejar a mi compañero en la estacada, pues comencé a hilar lo que pudo haber pasado.

-Espero encontrarle....o sino rezo para que se salve solo.

-¿Y bien?- pregunté bastante serio.

Estábamos en una sala bastante pequeña pero increíblemente lujosa. Había una mesa de póker y una barra. Sin duda era una sala de juegos privada, aunque ahora estaba completamente vacía. Habría estado bien verla con todos los capos de las mafias de la isla, pero no podía quejarme; literalmente no podía.

-Me gusta su actitud. Directa, pero más calmada de lo que se espera en un mercenario.- dijo el caballero sonriendo. -Bueno, no me andaré por las ramas. Ambos queremos lo mismo, expulsar a la familia Denrose de las calles. Están atrayendo mucho la atención y eso nos perjudica a todos. No nos gusta tener a gente como usted por aquí. Es por eso que todo el resto de familias hemos decidido apoyarles en su campaña.- me respondió.

-¿En que se supone que nos va a ayudar? ¿Van a asesinarles o algo? ¿Por eso no quería que estuviese cerca?- pregunté desconfiado.

-No, no, no. Ni mucho menos. Eso sólo atraería aún más la atención.- dijo mientras hacía un gesto con la mano a uno de sus ayudantes.

El hombre musculoso trajo una carpeta y la dejó junto a mí, en la barra.

-El único problema aquí es la droga. El resto de negocios que llevamos aquí no son dañinos para la sociedad. A todo el mundo le gustan las prostitutas y las apuestas.- continuó mientras empujaba un poco los archivos indicándome que los leyera.

Era increíble, ahí estaba todo. Pisos francos, miembros de la familia, negocios en curso, cuentas falsificadas. Era demasiado bueno para ser cierto.

-Entonces, ¿me los vas a entregar y ya está?- pregunté con voz incrédula.

-Se podría decir que sí, pero necesito algo a cambio. Que te hayamos cogido a ti y no a un marine no es una coincidencia. Necesitamos que añadas un par de pruebas más para que parezca que ellos controlaban todo lo ilegal de la ciudad. Así nosotros podremos continuar con lo nuestro sin problemas.- respondió el hombre sonriente.

Por unos instantes me quedé callado. Según lo había explicado parecía que era mi mejor opción. El problema es que estaría fallando a mi integridad, me convertiría en un corrupto. Era una decisión difícil de tomar.

-Sé que es una decisión complicada; sin embargo tienes que darte prisa en tomarla. No podemos perder el tiempo. Si eso te ayudase podemos añadir unos cuantos billetes al trato.- añadió poniéndose un poco serio.

Parecía que no tenía más alternativa. No sólo porque era una oferta muy buena; sino porque no tenía alternativas. Si decía que no lo más seguro es que desatase una pelea. Con eso no sólo haría que nuestros objetivos se librasen; lo más seguro es que también desataría una batalla en la ciudad. No quería pensar en lo horrible que sería para las ciudadanos ver a las bandas y a los marines matándose a tiros a diario.

-Está bien, supongo que todo está aquí, ¿no? Incluidas las pruebas falsas.- acepté mientras cogía la carpeta.

-Si está todo ahí. Me alegra que haya optado por la decisión correcta.- respondió el mafioso mientras se rizaba las puntas del bigote. -Tomemos una copa para celebrarlo mientras mi ayudante le trae el dinero, ¿sí?- propuso sonriente a continuación.- Josh sírvenos.- dijo llamando al matón desocupado.- ¿Whiskey?- preguntó amablemente.

-Ginebra, si puede ser.- contesté con una sonrisa pícara propia de alguien que hacía negocios con la mafia.

No podía ocultarlo, en verdad me gustaba la situación. Quién necesita honor cuando puedes controlar lo que te rodea. Ahí estábamos los dos, bebiendo y riéndonos de la incompetencia del gobierno. Quizá si hubiese nacido en otras circunstancias habría sido un buen criminal. Habría sido una buena vida; sin embargo mi moral no me permitía ser un delincuente. Tenía que conformarme con estos pequeños momentos de maldad.

Una vez acabada la copa tomé el dinero, me despedí amablemente de mi fuente y marché en busca de mi compañera. Para mi sorpresa la encontré antes de llegar al bar dónde la había dejado. Estaba corriendo por la calle en mi busca. Supongo que esa reacción era normal, había desaparecido sin decir nada.

-Tranquila cariño, aquí estoy. Estoy bien.- le dije acercándome. -Tengo lo que buscábamos, vámonos a casa.- añadí sonriente.

Estaba cansado y algo borracho, pero aún estaba suficientemente cuerdo como para actuar como superior de la chica. La recluta no había hecho nada realmente para conseguir la información, pero no debía dejar que eso le afectase. Había mostrado tener un admirable coraje y sentido de la justicia. Sin duda la marina necesitaba más personas como ella.

-Con la experiencia aprenderás que la paciencia a menudo da más respuestas que el arrojo. Aun así has hecho un buen trabajo, me encargaré de reflejarlo en informe. Me alegra ver que aún hay reclutas tan buenos como tú en la marina, nunca te des por vencida.- le comenté intentando inspirarla. -Y ya sabes, si algún día te apetece tomar algo llámame.