Roland Oppenheimer
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Di no a la droga, somos muchos y queda poca [Privado Parkos - Oppenheimer] {Dom 12 Ene 2020 - 17:24}
Chumpigumpilandia. Una isla oculta para la mayoría de las personas. Al contrario de lo que indica su nombre, Chumpigumpilandia es una roca en mitad de la nada, con un campo magnético muy peculiar. Únicamente rastreable con Poses especiales. Rodeado de niebla y múltiples rocas saliendo de la superficie como cuchillas, no solo costaba encontrar la isla sino acceder a ella. Portentosas corrientes impedían una correcta navegación de barcos de gran calibre, hundiéndolos si se atrevían a atravesar las defensas naturales de la isla.
Cuando el Gobierno Mundial obtuvo la forma de llegar a la isla, no perdió la oportunidad, ya que la isla era conocida por ser una base revolucionaria con muchas incógnitas a su alrededor. Cuando un agente asesinó y robó uno de esos Poses especiales a un revolucionario, los altos cargos del Gobierno reaccionaron rápidamente para llegar a la isla antes de que la información llegase a sus oídos. Reclutaron a marines, agentes y cazarrecompensas, muchos desconocidos y poco talentosos, ya que debían hacerlo rápido y los mejores y más famosos estaban ocupados en sus quehaceres.
El Gobierno había facilitado un navió para trasladarlos a todos hasta las inmedianías de la isla, asignándolos por parejas y otorgándoles a cada uno de ellos una barcaza para acercarse a la isla en cuestión. Esa noche hacía luna llena, y Roland se había tapado la cabeza con su característica bufanda para que los pálidos rayos de luz no hicieran contacto con sus ojos. Afortunadamente la niebla les cubría y dificultaba que Roland mirase a la lune directamente. En circunstancias normales no hubiera aceptado la misión, pero esta vez era muy importante y de urgencia.
En el navío se le asignó con un cazador, un ser que, lejos de ser humano, causaba mucha curiosidad al mink. ¿Sería de otra especie, al igual que él, o sería por el poder de una akuma? El felino no lo sabía pero era muy extraño ver a un lagarto bípedo. Además, parecía tratar de ocultar su origen, ya que si no le mirabas directamente a la cara o las manos, el resto estaba oculto por una armadura y una capucha. Eso había hecho que, inconscientemente, Roland sintiera un poco de empatía hacia ese ser. Él se había criado entre humanos siendo discriminado, y probablemente al largarto le hubiera pasado igual.
- Soy Roland, agente del CP. Antes de que yo termine el trabajo, te dejaré un par de revolucionarios que matar. ¿Qué te parece?
El mink no era el mejor socializando, pero hizo su mejor esfuerzo. Si el lagarto le respondía de buenas formas, intentaría mantener una conversación trivial mientras se subían a la barcaza y navegaban hacia la isla.
Cuando el Gobierno Mundial obtuvo la forma de llegar a la isla, no perdió la oportunidad, ya que la isla era conocida por ser una base revolucionaria con muchas incógnitas a su alrededor. Cuando un agente asesinó y robó uno de esos Poses especiales a un revolucionario, los altos cargos del Gobierno reaccionaron rápidamente para llegar a la isla antes de que la información llegase a sus oídos. Reclutaron a marines, agentes y cazarrecompensas, muchos desconocidos y poco talentosos, ya que debían hacerlo rápido y los mejores y más famosos estaban ocupados en sus quehaceres.
El Gobierno había facilitado un navió para trasladarlos a todos hasta las inmedianías de la isla, asignándolos por parejas y otorgándoles a cada uno de ellos una barcaza para acercarse a la isla en cuestión. Esa noche hacía luna llena, y Roland se había tapado la cabeza con su característica bufanda para que los pálidos rayos de luz no hicieran contacto con sus ojos. Afortunadamente la niebla les cubría y dificultaba que Roland mirase a la lune directamente. En circunstancias normales no hubiera aceptado la misión, pero esta vez era muy importante y de urgencia.
En el navío se le asignó con un cazador, un ser que, lejos de ser humano, causaba mucha curiosidad al mink. ¿Sería de otra especie, al igual que él, o sería por el poder de una akuma? El felino no lo sabía pero era muy extraño ver a un lagarto bípedo. Además, parecía tratar de ocultar su origen, ya que si no le mirabas directamente a la cara o las manos, el resto estaba oculto por una armadura y una capucha. Eso había hecho que, inconscientemente, Roland sintiera un poco de empatía hacia ese ser. Él se había criado entre humanos siendo discriminado, y probablemente al largarto le hubiera pasado igual.
- Soy Roland, agente del CP. Antes de que yo termine el trabajo, te dejaré un par de revolucionarios que matar. ¿Qué te parece?
El mink no era el mejor socializando, pero hizo su mejor esfuerzo. Si el lagarto le respondía de buenas formas, intentaría mantener una conversación trivial mientras se subían a la barcaza y navegaban hacia la isla.
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Si en algún momento el lagarto le había caído en gracia, ese sentimiento se desvaneció en cuanto abrió la boca. Cierto, él no podía reprochar que le hiciera comentarios del mismo tipo que había hecho, pero nunca le había gustado que se los hicieran y eso no iba a cambiar ahora. Se veía obligado a trabajar con el reptil, y esperaba que fuera mínimamente competente porque si no...bueno, que le pregunten al último compañero del mink.
- No mucho -respondió el mink a la pregunta de su nuevo compañero -. En cuanto den la señal, subimos a la barcaza y llegamos remando hasta la isla. Si nos damos prisa, podemos ser los primeros en llegar y quedarnos con la gloria.
No esperaba mucho de su compañero con su actitud despreocupada. Si bien él mismo no estaba preocupado por lo que se avecinaba, sí estaba atento y preparado para cualquier situación, no echándome una siesta en el suelo. Otro punto en contra del lagarto.
No pasaron muchos minutos hasta que los grupos empezaron a montarse en las barcazas. Tres grupos a la vez. Cada 40 segundos salía un pelotón formado por tres grupos dos personas cada uno, un total de seis personas afiliadas al gobierno mundial preparadas para acabar con la amenaza revolucionaria. Roland y Yuc fueron destinados a la primera línea. Su misión era abrir una brecha entre los revolucionarios de la isla para que el resto del grupo pudieran avanzar.
- Vamos escamitas, hora de zarpar - inquirió el felino al lagarto para que se levantara y moviera el culo.
Una vez estaban los dos en la barcaza, empezaron a remar en dirección a la isla. Otros dos transportes se movían cerca de ellos, a una distancia prudencial. La niebla dificultaba el poder observar a sus compañeros además de los obstáculos en la costa de la isla, pero también les ocultaba de sus objetivos.
Por eso Roland se sorprendió cuando escuchó un ruido similar al de una explosión. Giró la cabeza y vio como el barco en el que habían llegado se encontraba cubierto de llamas. Al poco tiempo una lluvia como de meteoritos asoló el cielo cayendo en la costa, dirigido hacia las barcazas en las que se encontraban los afiliados del Gobierno. Uno de esos meteoritos se dirigía directo hacia la barcaza en la que se encontraban el mink y el lagarto. Roland apenas tuvo tiempo para escapar usando su Geppou, saltando en el aire y protegiéndose de otros posibles proyectiles usando las rocas que surgían del mar como escudos. No pudo avisar del peligro a su compañero, y aunque no le caía del todo bien, esperaba que hubiese podido sobrevivir. Se encontraban en peligro, les habían descubierto.
- No mucho -respondió el mink a la pregunta de su nuevo compañero -. En cuanto den la señal, subimos a la barcaza y llegamos remando hasta la isla. Si nos damos prisa, podemos ser los primeros en llegar y quedarnos con la gloria.
No esperaba mucho de su compañero con su actitud despreocupada. Si bien él mismo no estaba preocupado por lo que se avecinaba, sí estaba atento y preparado para cualquier situación, no echándome una siesta en el suelo. Otro punto en contra del lagarto.
No pasaron muchos minutos hasta que los grupos empezaron a montarse en las barcazas. Tres grupos a la vez. Cada 40 segundos salía un pelotón formado por tres grupos dos personas cada uno, un total de seis personas afiliadas al gobierno mundial preparadas para acabar con la amenaza revolucionaria. Roland y Yuc fueron destinados a la primera línea. Su misión era abrir una brecha entre los revolucionarios de la isla para que el resto del grupo pudieran avanzar.
- Vamos escamitas, hora de zarpar - inquirió el felino al lagarto para que se levantara y moviera el culo.
Una vez estaban los dos en la barcaza, empezaron a remar en dirección a la isla. Otros dos transportes se movían cerca de ellos, a una distancia prudencial. La niebla dificultaba el poder observar a sus compañeros además de los obstáculos en la costa de la isla, pero también les ocultaba de sus objetivos.
Por eso Roland se sorprendió cuando escuchó un ruido similar al de una explosión. Giró la cabeza y vio como el barco en el que habían llegado se encontraba cubierto de llamas. Al poco tiempo una lluvia como de meteoritos asoló el cielo cayendo en la costa, dirigido hacia las barcazas en las que se encontraban los afiliados del Gobierno. Uno de esos meteoritos se dirigía directo hacia la barcaza en la que se encontraban el mink y el lagarto. Roland apenas tuvo tiempo para escapar usando su Geppou, saltando en el aire y protegiéndose de otros posibles proyectiles usando las rocas que surgían del mar como escudos. No pudo avisar del peligro a su compañero, y aunque no le caía del todo bien, esperaba que hubiese podido sobrevivir. Se encontraban en peligro, les habían descubierto.
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Delante de él se había formado una nube de polvo y agua evaporada. Las sospechas de Roland sobre la muerte de su compañero y el resto de participantes de la misión parecían aumentar a cada segundo, pero un grito le sacudió esos pensamientos. De la nube apareció la barcaza, todavía intacta con un ileso lagarto encima. Portaba su arma entre sus brazos, con la cuál parecía haber destruido los gigantescos proyectiles que les habían lanzado.
- Shhh, no hables tan alto - le reprendió el mink susurrando al aterrizar sobre la barcaza silencioso cual gato -. Podrían oírnos.
Observó los alrededores, intentando hacer uso de su Instinto Animal, su sexto sentido, para localizar a algún superviviente que pudiera servirles de carne de cañón, pero sin resultado.
- Creo que no queda ninguno de los nuestros - comentó manteniendo el mismo tono bajo de voz - pero nuestra misión sigue siendo la misma. Además, debemos contar con que no vamos a recibir ningún apoyo y que podrían darnos por muertos a nosotros también. Nuestro otro objetivo, quizás más prioritario que la misión inicial, es localizar un Den Den Mushi que nos permita contactar con el exterior. Por otra parte, veo que eres capaz de cuidar de ti mismo, si no cometemos locuras y nos apegamos a mi plan saldremos de esta.
Dicho eso empezó a barajar sus opciones. Pensó que los remos en el agua podrían hacer ruido, y quería llegar a la isla lo antes posible, por lo que se le ocurrió una idea para así matar dos pájaros de un tiro.
- Yuc, tú mantente avizor con tu arma y ante cualquier amenaza dispara sin miramientos. Yo empujaré la barca para llegar a tierra.
Dicho eso, Roland volvió a hacer uso de su Geppou, agarrando con su brazos el borde trasero del transporte y empujándolo con la fuerza obtenida al patear el aire.
- Shhh, no hables tan alto - le reprendió el mink susurrando al aterrizar sobre la barcaza silencioso cual gato -. Podrían oírnos.
Observó los alrededores, intentando hacer uso de su Instinto Animal, su sexto sentido, para localizar a algún superviviente que pudiera servirles de carne de cañón, pero sin resultado.
- Creo que no queda ninguno de los nuestros - comentó manteniendo el mismo tono bajo de voz - pero nuestra misión sigue siendo la misma. Además, debemos contar con que no vamos a recibir ningún apoyo y que podrían darnos por muertos a nosotros también. Nuestro otro objetivo, quizás más prioritario que la misión inicial, es localizar un Den Den Mushi que nos permita contactar con el exterior. Por otra parte, veo que eres capaz de cuidar de ti mismo, si no cometemos locuras y nos apegamos a mi plan saldremos de esta.
Dicho eso empezó a barajar sus opciones. Pensó que los remos en el agua podrían hacer ruido, y quería llegar a la isla lo antes posible, por lo que se le ocurrió una idea para así matar dos pájaros de un tiro.
- Yuc, tú mantente avizor con tu arma y ante cualquier amenaza dispara sin miramientos. Yo empujaré la barca para llegar a tierra.
Dicho eso, Roland volvió a hacer uso de su Geppou, agarrando con su brazos el borde trasero del transporte y empujándolo con la fuerza obtenida al patear el aire.
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Roland había empezado a tener opiniones contradictorias sobre el lagarto. Por un lado le agradaba su forma de pensar, ya que se trataba de una muy parecida a la suya, pero su condescendencia hacia el mink dejaba que desear. Quitando eso de lado, ahora mismo se encontraban atrapados en una isla rodeados de enemigos. Incluso para alguien como Roland, salir de ese lugar completamente solo podía resultar realmente complicado, por no decir imposible. Ese era el motivo por el que debían cooperar, y afortunadamente el cazador no parecía tener problemas para ello.
Mientras Roland empujaba la barcaza cual motor de lancha, su compañero se mantenía en guardia, preparado para destruir cualquier otro proyectil que pudieran enviarles, pero en todo el trayecto no vieron aparecer ninguno. Parecía que habían dado a todos los del barco por muertos. De ser ese el caso, no se podía tratar más que de una buena noticia que Roland aceptaría con los brazos abiertos, porque eso significaba que siempre que se mantuvieran ocultos y no llamaran la atención de ninguna forma podrían cumplir su objetivo.
Tras bordear algunas rocas costeras y superar algunas olas, llegaron hasta la costa de Chumpigumpilandia, que se trataba de una playa de arena blanca bañada por la luz del sol. Era un sitio en el que podían llamar la atención con facilidad, debían moverse lo más rápido posible hacia las instalaciones revolucionarias. Él único y gran problema era que no poseían información ninguna sobre el lugar. Si bien conocían que se trataba de una base revolucionaria, era cierto que no disponían de ninguna mapa que les ayudara a orientarse, ni conocían la seguridad del lugar. Era como si tuvieran que moverse a ciegas, y eso a Roland no le gustaba. La desinformación les obligaría a actuar con mucha cautela, cosa que el mink pensaba hacer de todas formas, pero le preocupaba su compañero. Si bien tenía una buena arma y reflejos decentes, ese aspecto y esa actitud despreocupada no eran las adecuadas para su desempeño.
- Yuc, sé sigiloso y no hagas nada que llame la atención. A partir de ahora nuestras vidas pueden estar en juego, y cuanto más discretos seamos mejor.
Observó los alrededores, pero no había nada más que el mar, la playa y niebla. La única opción que se le ocurría al agente era avanzar en dirección contraria al mar hasta que encontraran alguna indicación o pista, por mínima que fuera. Le explicó la idea a su compañero y, si este no tenía ninguna mejor, se pondría en marcha dando la espalda al mar y evitando mirar hacia la luna.
Mientras Roland empujaba la barcaza cual motor de lancha, su compañero se mantenía en guardia, preparado para destruir cualquier otro proyectil que pudieran enviarles, pero en todo el trayecto no vieron aparecer ninguno. Parecía que habían dado a todos los del barco por muertos. De ser ese el caso, no se podía tratar más que de una buena noticia que Roland aceptaría con los brazos abiertos, porque eso significaba que siempre que se mantuvieran ocultos y no llamaran la atención de ninguna forma podrían cumplir su objetivo.
Tras bordear algunas rocas costeras y superar algunas olas, llegaron hasta la costa de Chumpigumpilandia, que se trataba de una playa de arena blanca bañada por la luz del sol. Era un sitio en el que podían llamar la atención con facilidad, debían moverse lo más rápido posible hacia las instalaciones revolucionarias. Él único y gran problema era que no poseían información ninguna sobre el lugar. Si bien conocían que se trataba de una base revolucionaria, era cierto que no disponían de ninguna mapa que les ayudara a orientarse, ni conocían la seguridad del lugar. Era como si tuvieran que moverse a ciegas, y eso a Roland no le gustaba. La desinformación les obligaría a actuar con mucha cautela, cosa que el mink pensaba hacer de todas formas, pero le preocupaba su compañero. Si bien tenía una buena arma y reflejos decentes, ese aspecto y esa actitud despreocupada no eran las adecuadas para su desempeño.
- Yuc, sé sigiloso y no hagas nada que llame la atención. A partir de ahora nuestras vidas pueden estar en juego, y cuanto más discretos seamos mejor.
Observó los alrededores, pero no había nada más que el mar, la playa y niebla. La única opción que se le ocurría al agente era avanzar en dirección contraria al mar hasta que encontraran alguna indicación o pista, por mínima que fuera. Le explicó la idea a su compañero y, si este no tenía ninguna mejor, se pondría en marcha dando la espalda al mar y evitando mirar hacia la luna.
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Lo cierto es que el razonamiento de su compañero podía ir bien encaminado. Cuando se encontraban en el agua, les habían lanzado proyectiles no una vez, ni dos, sino varias hasta que parecía que todos habían sido neutralizados. Quizás creyeran que no quedaba nadie con vida, lo cual les otorgaba una pequeña ventaja, pero aumentaba sus motivos para pasar desapercibidos.
Incluso si los dieran por muertos, solo un imbécil no comprobaría si había acabado con todos sus objetivos, así que debían desaparecer de la zona sin dejar rastros. Se dio media vuelta y de unos pocos puñetazos deshizo la barcaza en varios pedazos, que lanzó al agua en diferentes direcciones.
- Bien, ahora que me he desecho de las pruebas, pongámonos en marcha. Vete tu delante, Yuc.
Así, su compañero con su nueva arma se encargaría de vigilar el frente, e incluso podría usar la mira del arma como prismático para observar a grandes distancias. Roland le seguiría hacia la arboleda que en un principio se le había pasado por alto, usando su Instinto Animal para intentar localizar cualquier peligro que les rodease. Por último, bajo la premisa de ocultar su rastro, usaría el Semei Kikan sobre su cola no prénsil para intentar ocultar sus huellas y las de su compañero al andar. No estaba habituado a usar su cola, pero no podía permiterse parar a cada momento para borrar sus pisadas, así que no le quedaba otra más que improvisar. Si bien estaba siendo un poco torpe en el control de su cola, el usarla sobre la arena era sencillo, como quitar el polvo de un mueble con un plumero.
- Vigila bien - le recordó al lagarto -. No podemos permitir que nos encuentren.
Cuando llegaron a la arboleda ya se encontraba más relajado. No había indicios de nadie cerca y todo iba según sus planes. La niebla se había disipado en su mayoría, pero la espesura de los árboles impedían que se filtrara la luz de la luna. Necesitan encontrar la base de los revolucionarios lo antes posible, una vez que lo hicieran infiltrarse sería sencillo.
Incluso si los dieran por muertos, solo un imbécil no comprobaría si había acabado con todos sus objetivos, así que debían desaparecer de la zona sin dejar rastros. Se dio media vuelta y de unos pocos puñetazos deshizo la barcaza en varios pedazos, que lanzó al agua en diferentes direcciones.
- Bien, ahora que me he desecho de las pruebas, pongámonos en marcha. Vete tu delante, Yuc.
Así, su compañero con su nueva arma se encargaría de vigilar el frente, e incluso podría usar la mira del arma como prismático para observar a grandes distancias. Roland le seguiría hacia la arboleda que en un principio se le había pasado por alto, usando su Instinto Animal para intentar localizar cualquier peligro que les rodease. Por último, bajo la premisa de ocultar su rastro, usaría el Semei Kikan sobre su cola no prénsil para intentar ocultar sus huellas y las de su compañero al andar. No estaba habituado a usar su cola, pero no podía permiterse parar a cada momento para borrar sus pisadas, así que no le quedaba otra más que improvisar. Si bien estaba siendo un poco torpe en el control de su cola, el usarla sobre la arena era sencillo, como quitar el polvo de un mueble con un plumero.
- Vigila bien - le recordó al lagarto -. No podemos permitir que nos encuentren.
Cuando llegaron a la arboleda ya se encontraba más relajado. No había indicios de nadie cerca y todo iba según sus planes. La niebla se había disipado en su mayoría, pero la espesura de los árboles impedían que se filtrara la luz de la luna. Necesitan encontrar la base de los revolucionarios lo antes posible, una vez que lo hicieran infiltrarse sería sencillo.
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- De momento sigamos caminando recto - respondió al lagarto -. Sin más indicaciones, no nos queda otra que andar a ciegas hasta que encontremos su base.
Su Instinto Animal no parecía alertarle de nada, pero seguiría concentrado intentando detectar cualquier peligro. Los ataques sorpresa no debían ignorarse, y más valía ser precavido. Mientras, seguiría con el mismo movimiento de cola al andar. Hacerlo en medio de una arboleda era más complicado, debido a que el terreno era más duro que la arena y que habían más cosas en las que fijarse, como ramas, hojas o excrementos de animales. Debido al aumento de obstáculos a ocultar, Roland intentó algo que en ninguna otra situación se le hubiera ocurrido, y esto fue controlar los pelos de su cuerpo, en concreto los de su cola, para hacerla más frondosa y, a la vez que removía el terreno para borrar las huellas, recoger obstáculos que dieran pistas sobre su paso por allí.
Mantener la concentración para todas las tareas no era sencillo, así que no le quedaba otra que confiar en la vista de su compañero para localizar cualquier tipo de estructura o lugar que sirviera de base o escondite.
Su Instinto Animal no parecía alertarle de nada, pero seguiría concentrado intentando detectar cualquier peligro. Los ataques sorpresa no debían ignorarse, y más valía ser precavido. Mientras, seguiría con el mismo movimiento de cola al andar. Hacerlo en medio de una arboleda era más complicado, debido a que el terreno era más duro que la arena y que habían más cosas en las que fijarse, como ramas, hojas o excrementos de animales. Debido al aumento de obstáculos a ocultar, Roland intentó algo que en ninguna otra situación se le hubiera ocurrido, y esto fue controlar los pelos de su cuerpo, en concreto los de su cola, para hacerla más frondosa y, a la vez que removía el terreno para borrar las huellas, recoger obstáculos que dieran pistas sobre su paso por allí.
Mantener la concentración para todas las tareas no era sencillo, así que no le quedaba otra que confiar en la vista de su compañero para localizar cualquier tipo de estructura o lugar que sirviera de base o escondite.
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Continuaron atravesando el bosque, sin ningún altercado. La noche seguía ahí, casi sin moverse, con la luna alumbrando ligeramente bajo las sombras de los árboles.
Al poco rato de trayecto, el lagarto percibió a un grupo de personas que había pasado por la zona hacía poco.
- Vamos a seguirles. Les extraeré información - dijo el mink mientras crujía sus nudillos.
Acto seguido, el cazador usó un curioso aparato para subir a lo alto de un árbol. Lo que inventa la gente sin Geppou pensó Roland. Se había planteado subir él mismo con su técnica que le permitía andar en el aire, pero cuando su compañero bajó y explicó lo que había visto, desestimó la idea. No debía exponerse a la luz de la luna tan a la ligera.
- Vamos al claro. Con suerte encontraremos algo útil o podremos emboscar al grupo.
Continuaron andando la dirección del claro. Después de las.horas de camino sin ningún tropiezo con nadie, en las que Roland había permanecido alerta con su Instinto Animal y haciendo uso de su felina col para ocultar su rastro, se empezaba a entrever el claro. Cuando llegaron a él no había nada llamativo: la niebla cubría gran parte y no dejaba ver con exactitud. Roland se apresuró a recolocar la bufanda de su cabeza para que no se cayese, mientras con la mirada buscaba algo, lo que fuera. Forzando la vista vio a varias figuras que parecían humanas moverse. Sin dudarlo,se lanzó sobre ellos.
- Yuc, nos hemos encontrado con la gallina de los huevos de oro. Voy a por ellos, si vienes, no me estorbes.
Y sin esperar un segundo más corrió velozmente hacia el grupo. Lanzó un silencios Rankyaku contra el grupo, que alcanzó a dos personas desprevenidas, cayendo al suelo con un grito. Cuando los otros tres se dieron cuenta de lo que había pasado, Roland había atravesado con su dedo el estómago de uno de ellos, quedando ahora 2 enemigos.
Al poco rato de trayecto, el lagarto percibió a un grupo de personas que había pasado por la zona hacía poco.
- Vamos a seguirles. Les extraeré información - dijo el mink mientras crujía sus nudillos.
Acto seguido, el cazador usó un curioso aparato para subir a lo alto de un árbol. Lo que inventa la gente sin Geppou pensó Roland. Se había planteado subir él mismo con su técnica que le permitía andar en el aire, pero cuando su compañero bajó y explicó lo que había visto, desestimó la idea. No debía exponerse a la luz de la luna tan a la ligera.
- Vamos al claro. Con suerte encontraremos algo útil o podremos emboscar al grupo.
Continuaron andando la dirección del claro. Después de las.horas de camino sin ningún tropiezo con nadie, en las que Roland había permanecido alerta con su Instinto Animal y haciendo uso de su felina col para ocultar su rastro, se empezaba a entrever el claro. Cuando llegaron a él no había nada llamativo: la niebla cubría gran parte y no dejaba ver con exactitud. Roland se apresuró a recolocar la bufanda de su cabeza para que no se cayese, mientras con la mirada buscaba algo, lo que fuera. Forzando la vista vio a varias figuras que parecían humanas moverse. Sin dudarlo,se lanzó sobre ellos.
- Yuc, nos hemos encontrado con la gallina de los huevos de oro. Voy a por ellos, si vienes, no me estorbes.
Y sin esperar un segundo más corrió velozmente hacia el grupo. Lanzó un silencios Rankyaku contra el grupo, que alcanzó a dos personas desprevenidas, cayendo al suelo con un grito. Cuando los otros tres se dieron cuenta de lo que había pasado, Roland había atravesado con su dedo el estómago de uno de ellos, quedando ahora 2 enemigos.
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- Ahhhhhhhhhh! Para, por favor, no más - gritaba el hombre al que había apresado el lagarto.
Sus compañeros, que habían sido heridos de gravedad, se encontraban tumbados en el suelo, incapaces de hacer nada por sí mismos. Él era el único que había quedado intancto, hasta que se negó a responder las preguntas del mink. Cuando eso ocurrió, el agente no tuvo la paciencia suficiente para intentar hacer las cosas por las buenas, y tampoco tenía ganas.
Roland había cogido a hombre, lo había desnudado de cintura hacia abajo, e hizo como si sus testículos fueran pelotas antiestrés.
- Te diré todo lo que quieras - seguía alegando aunque en algunos momentos parecía que lo disfrutaba -. Por favor, ahh, detente.
Hasta que no terminó de contar todo lo que necesitaban, Roland no paró de torturarlo, y cuando paró, había destrozado tanto sus partes bajas que la mano de le había quedado.cubierta de sangre, aunque también tenía alguna mancha blanca.
Habían, descubierto que las instalaciones revolucionarias eran un complejo subterráneo, más enfocado a la investigación y desarrollo de tecnologías que a dirigir operaciones revolucionarias. En su interior debía de haber unas 40 personas, entre ellas 30 científicos distintos, 8 guardias y 2 sujetos de prueba voluntarios, que eran parte de las filas revolucionarias. También descubrieron por dónde y cómo entrar a las instalaciones. No necesitaban nada más de esos hombres, así que el agente procedió a ejecutarlos.
- Ahora que tenemos lo que queremos, voy a acabar con ellos. Espero que no te suponga problemas - le dijo al lagarto. Lo que menos quería era que el cazador le impidiera hacer su trabajo.
Procedió a acabar con la vida de todos, realizando Shigans sobre sus cuellos para hacerlo de form rápida. Cuando lo hizo sobre el que había sido capturado, se percató de que mantenía la misma cara desde que había destrozado sus genitales, una cara como de placer. Lo mató sin darle más vueltas.
Más tarde, cuando llegaron a la entrada del laboratorio, se paró en la puerta.
- Mujeres y lagartos primero - le dijo a su compañero.
Sus compañeros, que habían sido heridos de gravedad, se encontraban tumbados en el suelo, incapaces de hacer nada por sí mismos. Él era el único que había quedado intancto, hasta que se negó a responder las preguntas del mink. Cuando eso ocurrió, el agente no tuvo la paciencia suficiente para intentar hacer las cosas por las buenas, y tampoco tenía ganas.
Roland había cogido a hombre, lo había desnudado de cintura hacia abajo, e hizo como si sus testículos fueran pelotas antiestrés.
- Te diré todo lo que quieras - seguía alegando aunque en algunos momentos parecía que lo disfrutaba -. Por favor, ahh, detente.
Hasta que no terminó de contar todo lo que necesitaban, Roland no paró de torturarlo, y cuando paró, había destrozado tanto sus partes bajas que la mano de le había quedado.cubierta de sangre, aunque también tenía alguna mancha blanca.
Habían, descubierto que las instalaciones revolucionarias eran un complejo subterráneo, más enfocado a la investigación y desarrollo de tecnologías que a dirigir operaciones revolucionarias. En su interior debía de haber unas 40 personas, entre ellas 30 científicos distintos, 8 guardias y 2 sujetos de prueba voluntarios, que eran parte de las filas revolucionarias. También descubrieron por dónde y cómo entrar a las instalaciones. No necesitaban nada más de esos hombres, así que el agente procedió a ejecutarlos.
- Ahora que tenemos lo que queremos, voy a acabar con ellos. Espero que no te suponga problemas - le dijo al lagarto. Lo que menos quería era que el cazador le impidiera hacer su trabajo.
Procedió a acabar con la vida de todos, realizando Shigans sobre sus cuellos para hacerlo de form rápida. Cuando lo hizo sobre el que había sido capturado, se percató de que mantenía la misma cara desde que había destrozado sus genitales, una cara como de placer. Lo mató sin darle más vueltas.
Más tarde, cuando llegaron a la entrada del laboratorio, se paró en la puerta.
- Mujeres y lagartos primero - le dijo a su compañero.
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¿Cobarde? ¿Cobarde un mink que se había enfrentado a toda clase de rufianes, que no tenía miedo a decir lo que se le pasaba por la cabeza en ningún momento y que no le temía a nada? El hombre lagarto no sabía lo que había dicho, y no sabía que eso había hecho enojar a Roland una barbaridad. Lo único que le mantuvo con la boca cerrada, cosa difícil, fue el hecho de que debían seguir pasando desapercibido y no hacer ruido, y el hecho de estar tan cerca de la base enemiga no ayudaba.
Entró en la base enemiga detrás del bastardo con escamas y en susurros le ordenó:
- Busquemos la sala de comunicaciones.
Entró en la base enemiga detrás del bastardo con escamas y en susurros le ordenó:
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Maldición, no había nadie. Tantos problemas, tantas pistas falsas, para al final no encontrar ni a un solo revolucionario en la base.
- Maldito seas, lagarto. Me has dado mala suerte - dijo el mink, gruñendo, para alejarse de él buscando cualquier resquicio de información que pudiese quedar.
Miró por los rincones, abriendo cajones, buscando archivos, escudriñando los libros de las estanterías. Estaba furioso, había sido engañado como un memo, y eso no le gustaba.
- Joder, malditos revolucionarios - dijo, y en un acto de ira tiró varios libros de la estantería que tenía a su lado.
Al hacerlo, provocó una lluvia de hojas blancas que revolotearon a su alrededor. Sin embargo, sus ojos se fijaron en otra cosa muy distinta. Una especie de interruptor, antes oculto tras los gruesos tomos de cuero. Roland, pensando en un ataque de orgullo que había sido más inteligente que los revolucionarios, activó el mecanismo. Un clic sonó a sus espaldas, y un cajón que antes había resultado imposible de abrir, se abrió. Roland se acercó y lo inspección con poco cuidado. En su interior había una especie de plano. No, más bien una receta con dibujitos, y unos frascos a su lado. Debajo había otro documento, que detallaba la investigación cuyo resultado había resultado en aquella receta.
Se trataba de una droga estimuladora de ondas eléctricas, probada en un gyojin anguila eléctrica, pero que podría aplicarse a otras especies que generasen electricidad de forma natural, como los minks.
- Esto me vendrá de perlas . dijo mientras se lo guardaba todo para después retirarse.
- Maldito seas, lagarto. Me has dado mala suerte - dijo el mink, gruñendo, para alejarse de él buscando cualquier resquicio de información que pudiese quedar.
Miró por los rincones, abriendo cajones, buscando archivos, escudriñando los libros de las estanterías. Estaba furioso, había sido engañado como un memo, y eso no le gustaba.
- Joder, malditos revolucionarios - dijo, y en un acto de ira tiró varios libros de la estantería que tenía a su lado.
Al hacerlo, provocó una lluvia de hojas blancas que revolotearon a su alrededor. Sin embargo, sus ojos se fijaron en otra cosa muy distinta. Una especie de interruptor, antes oculto tras los gruesos tomos de cuero. Roland, pensando en un ataque de orgullo que había sido más inteligente que los revolucionarios, activó el mecanismo. Un clic sonó a sus espaldas, y un cajón que antes había resultado imposible de abrir, se abrió. Roland se acercó y lo inspección con poco cuidado. En su interior había una especie de plano. No, más bien una receta con dibujitos, y unos frascos a su lado. Debajo había otro documento, que detallaba la investigación cuyo resultado había resultado en aquella receta.
Se trataba de una droga estimuladora de ondas eléctricas, probada en un gyojin anguila eléctrica, pero que podría aplicarse a otras especies que generasen electricidad de forma natural, como los minks.
- Esto me vendrá de perlas . dijo mientras se lo guardaba todo para después retirarse.
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