¿Y porqué no cambias de forma?[Privado/Pasado. Zack-Callum]

Un terrible zumbido atenazó mi cabeza nada más abrí un ojo y noté el sol dándome en pleno rostro. Un regustillo a alcohol y vómito inundaba mi paladar desconcertándome mientras intentaba pensar donde estaba. Con cada imagen que acudía a mí de la noche anterior conseguía que mi jaqueca aumentara, aunque cuando recordé que estuve con un par de hermanas con mucha marcha una sonrisa pícara se formó en mi rostro. Ellas sí que consiguieron hacerme pasar un buen rato, pero las muy malditas tenían un saque inigualable y consiguieron tumbarme.

Aún tenía varias lagunas de la noche anterior y no sabía exactamente donde estaba, aunque creía recordar que había viajado para conocer a un distribuidor de los bajos fondos para intentar conseguir un contacto nuevo, pero ahora no sabía ni donde estaba.

Me había levantado en una zona de playa que no reconocía de nada y a mis espaldas había un pequeño bote encallado en la arena de aspecto familiar. Al asomarme en él pude ver que ahí estaban todas mis cosas, aunque no recordaba haber montado siquiera en él.

-¡Bah! Ya averiguaré que me ha pasado... - pensé mientras cogía todas mis cosas y me ponía la gabardina negra que siempre me acompañaba.

No sabía donde estaba ni a donde me dirigía, pero aún así una vez ya equipado me adentré en una zona boscosa con intención de buscar algún ser vivo para preguntarle donde estaba.

Había oído de muchos mercaderes que en alguna parte del East Blue se encontraba una isla llamada "Isla de los Animales Raros" y según una antigua historia, un hombre que quedó atrapado en un cofre al caerse desde una roca vivía con estos animales e incluso llegó a entenderlos. Toda esa historia era de hace muchísimo tiempo... Sentía curiosidad por aquellos animales y por como era la isla. En dirección a aquella isla iba, con un pequeño bote y el mar en calma, sentado y esperando a divisar la isla.

Tras quince minutos navegando, divisé la isla y me preparé para desembarcar en ella...
Agarré las pocas pertenencias que tenía conmigo y una vez el bote tocó la arena de la playa, bajé y saqué el bote del agua, dejándolo encallado contra la arena.

Era hora de explorar la isla y de ver si la historia del hombre-cofre era cierta. Me propuse subir a lo alto de la isla, ir al bosque a encontrarme con aquellos animales "raros" que era como los llamaban todos. Estaba en una isla con mucha naturaleza, vegetacion y fauna abundante. Amaba todo esto y si algún animal de esta isla necesitaba ayuda, yo estaba aquí para prestarle la mía.

El maldito zumbido que me acompañaba desde que me había levantado comenzaba a remitir según mis músculos se estiraban y mis sentidos se despertaban. Gracias a ese alivio varias imágenes más iban apareciendo en mi mente, adquiriendo más retazos de lo sucedido la noche anterior. Recordaba mucho alcohol, mujeres, una pelea, más alcohol y más mujeres, pero no había manera de que recordase como mierdas había llegado aquí ni el motivo de mi viaje. Aún mi mente era un chaos y estaba sumido en mis propios problemas, por lo tanto no me percaté de varios animalejos de lo más variopintos que por allí rondaban hasta que una parte más de mi cuerpo volvió a reaccionar, haciendo que tuviera que hacer un alto.

Una vez la presión de mi vejiga se vio aliviada, otras necesidades fisiológicas emergieron. Juraría que el rugir de mi estómago se podría haber escuchado por media isla. Se había despertado el hambre que había tenido mitigado hasta ahora y para colmo aún no había encontrado rastro de civilización alguna. Sólo había vegetación por todos lados y encima cada vez que avanzaba iba haciéndose más espesa. Lo único que veía a mi alrededor que no fuese de color verde era un gran terreno montañoso en el centro, al cual me dirigí esperando encontrarme con algo que no andase a cuatro patas.

Para irme abriendo paso por las zonas más espesas utilizaba mi espada cuando mis garras no funcionaban y así fui avanzando asustando a todo animalejo que no dejaban que me acercase lo suficiente como para darles caza, aunque siendo realista conmigo mismo sabía que aún así no sabría cocinar lo que atrapase. Por una vez echaba de menos al maldito loco de mi capitán y su inherente mano para la cocina.

Me había metido en lo más profundo de la isla, en el bosque de esta. Todos los animales se quedaban mirándome fijamente. Yo tenía alguna fruta que había traído en mi viaje hasta aquí. Me encontré con un Cuervonejo, un animal mitad cuervo mitad conejo. Se me acercó y se quedó mirando a la manzana que tenía yo en la mano. Supuse que tenía hambre, así que me agaché y le di mi manzana para que se la comiera.
Mientras la comía le acariciaba su cabeza de conejo y lo miraba sonriente.

Me encantaba dar de comer a la fauna de cualquier isla. Aunque también, tenía que explorar la isla para encontrar plantas exóticas y que me sirvieran para mi aventura.

Mientras daba de comer al animalillo, otros vinieron corriendo despavoridos. ¿Acaso ocurría algo? Tenía que estar alerta por si acaso alguien quería hacer daño a los animales de esta isla. Me escondería detrás de un árbol para esperar a quien quiera que fuese. No podía consentir que los animales de esta isla fueran cazados.

Llegó un momento en la que frustración terminó apoderándose de mí. Ya estaba harto de tanta vegetación y de animales huidizos, por no mencionar que estaba hambriento. Tenía los pies doloridos y mojados, llegando a rozar el límite de mi paciencia por todo, además la jodida resaca aún daba guerra cuando menos lo esperaba, asique por todo eso no me extrañó cuando me encontré soltando un grito de ira y frustración hasta ahora reprimida, mientras guardaba la espada en su vaina y cambiaba a mi forma híbrida, y salía corriendo tras una especie de cerdo con plumas. Si era necesario me lo comería crudo o churruscado, pero quería comer.

Comencé a correr tras él a cuatro patas una vez que el muy maldito me cogió algo de distancia, aunque gracias al aumento de mi oído y olfato podía saber su posición. Aquel animal chillaba sin parar, como si ya conociese que su final iba a ser en mi estómago. Di un potente salto desenvainando mi espada y lancé una onda cortante [Manual Escalibur] hacia aquella pequeña bestia.

Observaba con el ansia del hambre reflejada en mi rostro mientras veía la trayectoria de mi ataque.

Estaba escondido detras de un árbol observando todo a mi alrededor. Vi como una especie de cerdo con plumas venía corriendo como si no hubiera un mañana y detrás una persona corriendo tras él y pude observar como realizó una técnica cortante con su espada.
Tenía que evitar a toda cosa que esa técnica cortante le alcanzara así que cuando estuvo a escasos metros del árbol donde yo estaba escondido me abalancé sobre el cerdo con plumas, agarrándolo para llevarlo hacia el otro lado. La onda cortante me pasó rozando. Por suerte todavía no se había acercado lo suficiente como para haberme dado, por eso pude esquivarlo.
Tras eso, vi como la onda cortante impactó en un árbol cercano, cortándolo y derribandolo.

Después de esa escena, me levanté y me puse de nuevo mirando a la dirección de donde venía la onda cortante y vi a un humano. En seguida, le hablé enfurecido:

- ¿Quién eres y que haces aquí? Soy el guardián de esta isla y por tanto el protector de estos animales. Está totalmente prohibido cazar en esta isla. Si solo has venido a eso, date media vuelta y lárgate.

Me quedé mirándole fijamente, completamente inmóvil y sin ningún gesto o mueca de miedo.

Ya podía saborear casi la carne de aquel extraño bicho, cuando de repente mi ilusión se esfumó como el humo de un cigarro en un día de viento. Otro estúpido animal que estaba por ahí agazapado se había abalanzado sobre mi presa, salvándola de mi técnica. Pensé que sería cualquier bestia autóctona con el mismo hambre que yo, la cual tenía pensado matar y comerme también por tal intromisión, pero entonces aquel bicho dio una voltereta y se puso de pie.

Sí, una jodida voltereta. Estaba claro que debía de empezar a medir cuanto bebía, porque aún debía de estar borracho. Aquel ser, similar a un lobo, no sólo había demostrado un despliegue de agilidad, sino que me miraba y hablaba. Juraría que anoche no mezclé nada con el alcohol y en otra ocasión pasaría del subidón de lo que fuese que había tomado, pero aquella maldita bestia parlante fuese una alucinación o no me estaba amenazando a la vez que sólo decía sandeces.

- No sé de que estúpido infierno te habrás escapado, pero me dais igual tú y ese maldito bicho, sólo quiero comer y no me importa quien sea el plato principal - respondí a aquel ser que me privaba de mi almuerzo. - Asique tienes dos opciones, dame de comer o sé mi comida si te empeñas en seguir jodiéndome de esta manera - terminé clavando mi mirada en él a la vez que lo señalaba con mi nodachi, dando énfasis a mis palabras, y volviendo a mi forma humana. No me fuese a confundir con otro bicho como él y me quisiese hacer cosas perturbadoras.

En realidad una parte de mi mente se sentía estúpida por si resultaba ser una maldita alucinación y en cualquier momento aquel ser desaparecía ante mis ojos, pero otra parte me decía que mis sentidos se encontraban bien, dejando de lado el dolor de cabeza con el que me había levantado.

-He dicho que nadie va a tocar a estos animales. Si quieres comer yo te prepararé algo, pero has de prometer que no tocarás a estos animales ni que les harás daño. Si no lo cumples te las tendrás que ver conmigo.

Por suerte me traje una mochila conmigo, bastante grande donde me cabía una cocina portátil. La saqué y la monté en un santiamén. Tenía unos filetes en uno de los bolsillos de la mochila. Los saqué y me puse a freírlos. No tardé nada en hacerlo y tras ponerlos en un plato se lo ofrecí a ese hombre. - Ten, come. -le dije mientras esperaba que cogiera el plato. - No es mucho como para llenarte, pero te saciará algo el hambre. -finalicé.

Esperaba mientras le miraba fijamente a los ojos, sin desviar la mirada.

La mueca de perplejidad no se quitaba de mi rostro ni a tiros. Aún no sabía si descartar si todo esto estaban siendo imaginaciones mías, puesto que aquel lobo bípedo sacó utensilios de cocina. Desde luego en mi mente ya solo cabían dos opciones. O era una alucinación o quizás era un usuario Zoan como yo. Ya había conocido a otros antes, pero no entendía por que no cambiaba a su forma humana. ¿No llenaría de pelos mi comida sino? Eso sí, primero aquellos filetes con ese aspecto tan apetecible tenían que ser reales. La verdad es que olían bastante bien y mis tripas rugían como si hubiese un pequeño tejón en mi interior. ¿Las alucinaciones huelen a algo? No podía evitar seguir dándole vueltas a la cosa.

- Acepto tu oferta, pero espero que no estén llenos de pelos - dije acercándome a coger la comida que me ofrecía.

Mantuve una actitud en alerta por si al final todo se trataba de un "mal viaje", pero rápidamente me relajé nada más noté el gusto de la carne en mi paladar. El primer mordisco me paré a degustarlo bien, degustando la grasilla del filete, pero no tardé en sucumbir a mi hambre atroz y terminar de devorar lo que quedaba. Me sentó bastante bien y así lo plasmé con un sonoro eructo que hizo que varias aves alzaran el vuelo, aunque aún notaba algo de vacío.

- Hay que admitir que estaban sabrosos, ¿pero por qué narices mantienes el pelaje? ¿Eres algún usuario de akuma o algo así? - pregunté tras descartar que era una alucinación. El sabor de la carne era bastante real y eso me hizo decantarme.

Tras mis palabras transformé mi mano en zarpa y comencé a hurgarme entre los dientes con la uña. Un maldito trozo de ternilla se había colado en mi dentadura y comenzaba a molestarme.

Vi que el sujeto disfrutaba de lo que le había preparado. Se lo había comido a toda velocidad y se pudo notar que le gustó por el eructo que se había escuchado de su boca. -"Que maleducado" -Pensé. Pero dejando eso a un lado, el sujeto me dijo unas palabras que me extrañaron bastante.

-¿Pero por qué narices mantienes el pelaje? ¿Eres algún usuario de akuma o algo así?

Yo sonreí, y tras dejar que el animal que había rescatado se fuera, miré al tipo y le respondí:

-No, no soy ningún usuario de Akuma. Y mi pelaje siempre es así porque soy un valeroso guerrero de la tribu Mink. Soy un Mink lobo proveniente de Zou. ¿Y tu eres?

Dije mientras le miraba fijamente y esperaba su respuesta.

La desilusión acudió a mi rostro cuando vi que aquel ser soltaba al animal que tenía pensado bautizar como merienda, pero rápidamente este cambió a otro de perplejidad cuando oí las palabras de mi nuevo peludo amigo.

- Nunca antes había visto a uno como tú. Siempre creí que los Mink eran invenciones de viejas... - dije sorprendido por tal hallazgo más para mí mismo que otra cosa. - Yo soy Zack Suky y me he despertado en esta isla del demonio sin saber donde estoy, pero dime compañero peludo ¿Tienes un nombre u algo por estilo? - dije presentándome.

Era curioso como una vez más las historias infantiles se hacían realidad. Primero me pasó cuando conocí al gyojin, con el que me he cruzado un par de veces durante mis viajes, y ahora con este peculiar ser. No parecía ser tan peligroso como las historias lo contaban, ya que siempre eran reflejado como seres influenciados bajo su faceta animal sin ningún control, pero este de momento me ha hecho de comer y todo... También podría ser que solo estuviese engordándome porque le pareciese escuálido, aunque también era poco probable.

- Y dime, ¿vives aquí tras haberte venido de Zou o solo estás de paso como yo? - proseguí una vez me hubiese contestado o no mientras me encendía un cigarrillo tras enfundar mi espada.

- Nunca antes había visto a uno como tú. Siempre creí que los Mink eran invenciones de viejas... - Prosiguió. - Yo soy Zack Suky y me he despertado en esta isla del demonio sin saber donde estoy, pero dime compañero peludo ¿Tienes un nombre u algo por estilo?

Yo, mirandole le respondí:

- Me llamo Callum Lynch. Y no, los Minks no son invenciones de viejas.

Mientras hablábamos, vi una planta bastante interesante. Me agaché y la inspeccioné.

- Y dime, ¿vives aquí tras haberte venido de Zou o solo estás de paso como yo? - Volvió a preguntarme a lo que yo respondí mientras observaba la planta.

- No, no vivo aquí. Solo estoy de paso. Me encanta la naturaleza y aquí hay muchísima. Siempre que he podido venir, he dado de comer a los animales e inspeccionado la vegetación de esta isla. Para los animales de aquí, soy como un guardián que los protege en caso de peligro. - A todo esto, me vino a la cabeza que Zack Suky, también era un animal antes y después se convirtió en humano. Sentía curiosidad así que le pregunté. - Veo que eres un usuario Zoan. ¿Que se supone que eras, un mapache?

Me quedé agachado, inspeccionando a la planta por si sería venenosa o no y para ver si me podía ser de utilidad.

- En realidad me transformo en un tejón. Es similar a un mapache, pero olemos mejor y somos más fuertes - contesté tras soltar una carcajada por su comentario.

Me fue inevitable recordar al tuerto al oír sus palabras. El pirata siempre estaba con tonterías de mapaches y tejones y por un momento casi lo hecho de menos, bueno, más bien sus platos.

- ¿Pues que te parece si te acompaño? No tengo nada que hacer y voy a necesitar ayuda para salir de aquí - me ofrecí al mink.

Habíamos empezado con mal pie, la verdad. La culpa quizás hubiese sido que pensase que era una alucinación o que creía que quería comerme, pero de momento era mi mejor opción. Seguramente no fuese capaz de volver sobre mis pasos y encontrar el bote donde me había despertado. La que sabía orientarse era Sarah y yo la seguía o simplemente me veía arrastrado por Arribor y una de sus locuras.

-¿Qué te parece la idea?

- Bien. Vayamos a donde nos llevé el mar, pues no tengo a donde ir. Eso si, seguiré siendo el guardián de esta isla, vayamos donde vayamos. Tu puedes ser el mapache Real, como una especie de Rey Mapache de la isla, ¿de acuerdo?.

E hice una mueca de risa, mientras esperaba a que me siguiera para salir de la isla.

La verdad, este tipo me caía bien. Al principio fue un poco hostil, pero luego cambió totalmente cuando probó mi comida.

Quería saber cuan fuerte era, así que mientras ponía rumbo a la playa para salir de la isla, le pregunté:

- Así que eres fuerte, ¿no? ¿Podríamos algún día, echar un combate para que yo vea lo fuerte que eres? No te lo tomes como un simple combate, piensa que podría ser como... un entrenamiento para los dos. Tras una breve pausa, proseguí. - Vamos, sígueme. Salgamos de la isla.

Hice caso omiso al asunto de que me llamase mapache de nuevo, puesto que me hizo gracia que me otorgase el título de Rey. Desde luego el mink no parecía muy inteligente, pero al menos era gracioso.

- Me parece que no me has oído bien lobito. Soy un tejón y no un mapache, aunque la parte de Rey no me importa que la uses - contesté de forma amigable mientras seguía al lobo humanoide por la espesura.

La verdad es que me daba igual como me llamase si conseguía sacarme de esta isla del demonio, por lo que seguí al animal con energías renovadas por haber comido algo. No había conseguido recordar nada al final de lo sucedido, pero bueno, tampoco me importaba mucho. Mis obligaciones se resumían a las que yo quisiese ponerme, así que si de estas no me acordaba... No tendrían que ser muy importantes.

Seguimos caminando un rato por la espesura en un tranquilo silencio, hasta que llegamos a una zona donde el terreno era más arenoso el ambiente estaba cargado del olor de la salinidad. La playa no debía estar muy lejos y por fin saldríamos de aquí. Estaba dispuesto a agradecer a mi peludo amigo su ayuda, cuando fue el mink el que se me adelanto con un ofrecimiento de lo más peculiar. Era la primera vez que alguien me ofrecía algo así.

- Digamos que soy del montón guerrero - contesté mientras lucía mi característica sonrisa y pasaba una mano por mi larga melena azulada. - Pero estaré encantado de luchar contigo cuando quieras. Será una manera de averiguar más de ti y de los tu raza.

Me gustaba una buena pelea como a cualquiera, pero sí que era cierto que la parte científica que había en mí quería saber más sobre los mink. Además de que si quería mejorar algún día con el manejo de la espada tendría que ponerme a entrenar, cosa que el tuerto no parecía dispuesto a hacer conmigo.