¿Tu quien eres? (Privado - Pasado) (Narahí Collins - Zack Suky)

Esta es una mañana como cualquier otra, igual de aburrida. Levantarse, vestirse, comer, y poco más respecto a la mañana. ``Espero que la tarde sea más divertida´´ -me dije para mía mientras recogía mi plato de la mesa, pensando en donde podía estar mi hermano en ese preciso instante.

Según terminaba de limpiar lo que había manchado, agarré mis armas, y me fui a dar una vuelta, con la idea de ver si me encontraba con alguien nuevo. Me gusta hacer amistades nuevas, y suelo ser muy divertida, aunque si me asustan la primera reacción suele ser sacar mi cuchillo de la funda.

Un día caluroso, por ese motivo llevaba un pantalón vaquero corto, y una camiseta de color beis, con mi bötana y el cuchillo en un muslo. Solía llevar siempre mi cerbatana, por si me cuadraba de poder cazar algún animal. No soy muy buena en ello, pero siempre podía mejorar con la práctica. Los vecinos me saludaban alegremente, pues me conocían bien, y yo los conocía bien a ellos.

El sol me acariciaba, calentándome lo necesario, haciendo que la gabardina que solía llevar puesta reposase sobre mi hombro. La suave brisa revolvía los bajos de mis pantalones anchos y oscuros al igual que mi melena azulada, mientras que en la parte superior llevaba una camiseta de tirantas de color ocre. El tintineo de mi acero a mis espaldas me acompañaba, al igual que el ruido de la piedra de mi mechero cada vez que lo encendía. Parecía un día espléndido para cualquiera, pero para mí estaba siendo diferente.

Acababa de llegar y aún no sabía muy bien porque había decidido hacerlo. Me había subido días atrás en un barco mercante, del cual no me tardaron en echar nada más se dieron cuenta que estaba haciendo trampas con las cartas. Por suerte había sido al lado de puerto y al verme transformado decidieron que era mejor que desembarcara pacíficamente. Por mí los hubiese tirado a todos al agua y quedarme su embarcación, seguramente a mi nakama Sarah la gustaría como regalo, pero sin ella para manejarlo hubiese terminado perdido a la deriva, asique ahí estaba yo. En una isla que no conocía de nada y sin saber como mierdas iba a salir de allí, asique deambulando por el lugar terminé el la típica terraza de la primera taberna que vi.

Me atendió un joven bastante amable, el cual no tardó en ponerme una jarra de cerveza bien fresquita con algo para picar. Di un largo trago a mi bebida y me encendí un cigarro con pasmosa tranquilidad mientras observaba a la gente del lugar. Me sorprendió no ver ningún marine y el aburrimiento hacía que sólo pensase en cosas "malas".

Pasaba con una gran sonrisa por al lado de una taberna, vi a un chico de pelo azul sentarse en una mesa, me llamaba la atención aquel chico. Me senté en un banco que había cercano, y me quedé observándole. No quería llamar demasiado su atención, pues no le conocía.

``¿Quien será ese chico?, lo observaré un ratito´´ -pensé para mí, sentada casí enfrente a el, pero del otro lado de la calle, con los brazos extendidos a lo largo de la espaldera del banco, y mis piernas cruzadas, derecha sobre izquierda.

Le miraba con una sonrisa, y más cuando me fijé en mi escote, pues al ponerme en esa posición, tipo Jesucristo cruzificado, los pechos se me juntaron haciendo un gran escote. No creía que fuese a molestarle, así que no le presté atención.

Mi mirada se quedó clavada en una cosa con una forma bastante sinuosa. Tenía un brillo especial y sus curvas prometían grandes promesas. Me era inevitable fijarme en un bolso color verde, bastante abultado, y mal sujeto que llevaba una mujer entrada ya en años. La señora iba bien vestida y parecía distraída en sus cosas, pero de repente en eso que seguía aquel bolso con la mirada, algo de un tono azul y blanco hizo que mi vista se desviara. Era una joven morena bastante aparente, con unos andares deliciosos y llena de jovialidad. No dudé un segundo en pasar de mis pensamientos de ladronzuelo y me centré en otro de mis sentidos más primarios.

Durante todo el estúpido trayecto no había tenido el placer de tener la compañía de una mujer y mis instintos de depredador se activaron cuando observé como la joven se sentaba en un banco no muy lejos de donde yo me encontraba adoptando una postura cargada de sensualidad mientras me miraba. Quizás sólo fuesen ensoñaciones mías por culpa de la tensión sexual que llevaba acumulada, pero aún así me envalentoné y pedí dos cervezas al camarero.

Cogí mi espada, el abrigo y las cervezas, y recorrí el trayecto que nos separaba mie tras clavaba mi mirada carmesí en la de la joven.

- Buenas preciosa, soy nuevo en lugar y no sé donde encontrar "algo" con lo que entretenerme, pero no me importaría encontrar un buen guía que me lleve por el "buen camino" - dije mientras lucía una de mis mejores sonrisas. Con la otra mano estaba ofreciéndole la cerveza con intención de entretenerla un rato. - Puedo asegurarte que puedo ser muy buena compañía.

Sentada tranquilamente en el banco, mirando a aquel chico, me fijaba como pedía dos bebidas, desde donde estaba sentada parecían dos cervezas. En ese momento me recorrió un pequeño escalofrío. Puede ser que estuviese esperando a alguien, o que ya estubiera con alguien. Saqué de mi mente esas opciones cuando le vi levantarse con las cervezas, su chaqueta en un brazo y su espada, y se dirigió a donde yo me hallaba.

Le vi acercarse con paso decidido, y una vez frente a mi, me entregó una de las cervezas. En ese momento mi corazón empezó a latir fuertemente, pues no esperaba que el chico viniese hacía mi.

-Hola, así que eres nuevo, me llamo Narahí, pero me suelen llamar Nara o Naí, llamame como prefieras, gracias por la cerveza -le dije dandole una mano para estrecharla, mientras con la otra bebía de la cerveza.

-¿Viniste por algo en concreto?, si te has perdido o necesitas un guía, aquí me tienes, por cierto, tienes una sonrisa preciosa -dije mientras le dejaba sitio para sentarse a mi lado, con mis piernas aun cruzadas, se veían muy morenas, pues siempre llevaba ropa corta.

Al parecer había acertado con que la chica se había fijado en mí y no tardó en presentarse. Lo joven era bastante bonita y de momento no había salido corriendo, asique no dudé en tomar asiento adoptando una postura relajada mientras daba un sorbo a mi cerveza.

- Encantado Naí, soy Zack - respondí ensanchando aún más la sonrisa que en mi rostro se dibujaba. - La verdad es que ni siquiera sé donde estamos exactamente. Simplemente me han dejado aquí y no tengo nada que hacer, asique si estás dispuesta y te apetece... Soy todo tuyo - dije amigablemente tras limpiarme el "bigote" que la espuma había formado en mi boca. - Quizás puedas sorprenderme con algo.

En cierto sentido no estaba mintiendo a la morena, ya que la vida pirata dejaba bastante tiempo libre y hasta que no consiguiese asentarme en mi casa de El Ojo no podría montar mi taller, además de que teniendo a Arribor como capitán no demandaba demasiado tiempo. La mayor parte del tiempo estaba sumido en sus cosas en compañía de aquel empalagoso animal y no le importaba lo más mínimo en que empleábamos nuestro tiempo.

Así que lo dejaron aquí, tal cual si fuera un chorizo. Me hizo gracia cuando comentó eso. Le di un trago a mi cerveza, mientras le miraba de reojo. Cuando le volví a mirar a los ojos, noté un brillo en ellos, comosi hubiera querido decir algo más cuando dijo eso de ``todo tuyo´´. Retumbó en mi cabeza aquella frase, tanto como para malpensar.

-Así que todo mio, ¿puedo hacerte lo que quiera? -dije con falsa picardía en mis ojos, acercandome a él muy despacio. Pues no pretendía, al menos de momento, hacer nada con él. Pues no le conocía suficiente. Pero quizás al final de este día, o en unos cuantos días, podía ser que surgiera algo entre nosotros.

Fue curioso comprobar como la zagala no salía corriendo ante mis tonterías, sino que pareció divertirse con el tonteo. Incluso se inclinó hacia delante mientras me contestaba, obteniendo así una dulces vistas de sus carnosos labios.

- Prometido - dije manteniendo aquella distancia tan próxima, para segundos después volver a adoptar una postura más relajada. - Como ya te he dicho no tengo a nadie esperándome en ningún lado

Cuando quise darme cuenta me había quedado ensimismado mirando el cielo tras decir mis últimas palabras e intenté disimular sonriendo mientras pasaba una mano de forma descuidada por mi melena azulada.

- Asique de momento soy tuyo - dije guiñándole un ojo tras refrescarme el gaznate con otro sorbito.

Después de ver su actitud, me sonreí, y me heche hacía un lado, no quería incomodarlo por si acaso, no fuese a ser que creyese otras intenciones. Después de decirme esto último, se paso la mano por el pelo, y me fijé que miraba al cielo. Me hizo tanta gracia que le copié.

-Que interesante es el cielo, ¿verdad? -dije mirándole de reojo, sonriéndo como una tonta. Mientras le veía sonréis, decía algo más.

-Ya que eres mio, si te parece bien, vamos a dar una vueltecita -dije bebiendo, a la vez que él, levantandome, y a la vez colocando el pantalón corto, puesto que notaba media cacha al aire.

-¿Vamos entonces? -le dije mirándole, mientras saboreaba otro sorbo de la cerveza, colocando a mi espalda el bö, que hasta hace un rato estaba apoyado sobre el banco.

Una sonrisa traviesa acudió a mi rostro nada más ver como la chica me imitaba antes de seguir hablando.

- De momento la cosa promete - dije manteniendo la sonrisa al observar el culo respingón de mi acompañante. "Chachi".

Di un largo trago a la cerveza, refrescando mi calenturienta mente, para dejarlo vacío y quedarlo por allí, comenzando a recoger mis cosas al igual que hacía ella. Entonces fue cuando me di cuenta que aquel especie de palo que había por allí tirado, era en realidad un bastón de combate.

- Por lo que veo tienes pensado algo movidito... - dije mientras señalaba con un cabeceo el extremo de su arma, el cual sobresalía por encima de uno sus hombros. Estuve tentado de hacer algún chiste sobre el tema de tamaños y resistencia, pero tras abstenerme de la gracia fácil me conformé con decirle. -Esto se pone más interesante de lo que pensaba.

Coloqué mi espada en su sitio, la gabardina al hombro y me dispuse a seguir a la joven a donde quisiese. Uno nunca sabía que podía pasar y quizás lo que había comenzado como un día desastroso y bastante soso, acabase siendo algo más entretenido.

Cuando Zack comentó eso al colocar a mi espalda el bö, me sonreí sin que el se diera cuenta, y con gran rapidez, me lo saqué de la espalda, y en un abrir y cerrar de ojos, desenrosqué ambas katanas del bö.

-¿Te parece lo suficientemente movidíto? -dije sonriendo, mirando sus ojos rojos como rubies. No era un ataque, ni pretendía dañarlo, simplemente impresionarle, pues seguramente pensaba que era un misero palo.

-No te preocupes, no te haré daño, es solo para que veas que no es un simple palo -dije enroscando de nuevo, y poniendolo de nuevo a mis espaldas. De la misma manera, me convertí delante de él en mi forma completa de tucán, y salí volando hacía el cielo. Buscaba unas buenas vistas, algo que dejara boquiabierto a aquel peliazul. Una vez encontradas las vistas, bajé en picado hacía Zack.

-Agarrate a mi, quiero enseñarte algo -dije haciendo que se subiese a mi espalda, y alzando el vuelo hacia donde pensaba llevarlo.

No habíamos dado ni un paso aún después de mis palabras, cuando de repente la joven reaccionó desenfundando su arma, el cual tras un movimiento de manos de la chica dejaron ver que no todo es lo que parece. En aquel bö había ocultas dos espadas, no parecían nada del otro mundo, pero su escenita consiguió que enarcase un ceja mientras mi cuerpo adoptaba una postura chulesca. Me encantan las mujeres con espada.

Si quería pelea... Se la daría. De la lucha a la cama a veces hay un solo paso, aunque este parecía no ser el día. No pude evitar que algo de desilusión se reflejase en mi rostro cuando guardó de nuevo sus armas, pero consiguió despertar algo de mi curiosidad cuando comenzó a transformarse y echó a volar. Era una usuaria Zoan al igual que yo, aunque no supe reconocer que animal era. Claramente era algún tipo de ave por el rollo de las plumas, el pico y esas cosas, pero nunca antes había visto un ejemplar igual.

- Sorpréndeme entonces... Pero que conste que antes ibas muy bien - contesté burlonamente mientras me colocaba como podía sobre ella. -Me parece que antes deberíamos cenar u algo antes de intimar tanto, pero no seré yo quien se oponga - dije siguiendo con el mismo tono burlón que llevábamos usando los dos todo el rato.

En parte estaba bastante emocionado por volar. La única vez que había experimentado una sensación similar no fue muy grata, aunque la verdad es que esto pintaba de otra manera. La muchacha seguro que era mejor compañía que mi capitán, que fue él, el maldito, el que me hizo volar.

Después de guardar de nuevo las espadas, noté algo extraño en su rostro, no parecía que le hubiese gustado que guardase las espadas, pero me daba igual, no era luchar lo que buscaba con él. En cuanto le dije que se me subiera encima, empezó a burlarse de mí, de forma irónica. Volé a los cielos, y ya sobre el mar, empecé a dar vueltas, a ver si así el listillo se callaba un poco, por el miedo al agua.

-¿Algo que añadir querido? -dije bromeando, con un tono de satisfacción en mis ojos. Después de ese numerito, fui a lo alto de donde había visto las vistas principales. Me posé sobre una explanada cubierta de pasto y flores, a su horizonte dejaba ver unas vistas de mar, barcos, y pequeñas nubes esponjosas, dejando entrever rayos de sol, no sin un cielo azul y anaranjado por la puesta del sol. Esperaba que le gustase aquella estampa paisajistica.

-Esto era lo que quería enseñarte -dije al llegar lugar y el mientras se bajaba, volvía a mi forma normal, sentandome en el pasto, viendo aquellas preciosas vistas.

-Aquí venía de pequeña cuando estaba preocupada, o cuando un chico me gustaba pero no me correspondía, también traje alguna vez a mi hermano, mientras comiamos algo, solíamos merendar por aquí -dije recordando aquellos momentos de niñez, cosas que ahora con mi hermano ya no ocurren, y deberían, una lagrima recorre mi mejilla.

El ascenso fue impresionante. Al principio un leve mareo acompañado de una sensación bastante peculiar en el estómago se atenazó sobre mí, pero una vez comencé a disfrutar del subidón de adrenalina todo adquirió un tono más vivo. Notaba el corazón palpitándome aún más fuerte que cuando entablaba batalla, llevándome a una euforia que me hizo soltar dos grandes gritos de júbilos como si de un muchachito me tratase, incluso cuando la chica pájaro se puso a dar piruetas lo disfruté más, por lo no que pude evitar que en mi voz se notase un matiz de emoción cuando contesté a la pregunta que me hizo cuando estabilizó el vuelo.

- Que no me has defraudado... Estaría dispuesto a saltarme la cena y todo - dije observando todo a mi alrededor.

En parte me daba envidia que ella pudiese sentir aquello cada vez que quisiese, incluso estuve tentado de decírselo cuando aterrizamos en un sitio bastante hermoso, pero entonces me fijé en la lágrima que recorría su rostros tras sus últimas palabras.

Me acerqué a su lado, sentándome y encendiéndome un cigarrillo, mientras pensaba en cuales podrían ser mis siguientes palabras. La situación acababa de dar un giro bastante inesperado y no sabía muy bien como reaccionar. Los sentimentalismos no son lo mío.

- No sé que te angustia precisamente preciosa, pero si se te ocurre algo que te anime me apunto. No borres esa linda sonrisa de tu cara.

Rápidamente me sequé la lagrima con mis dedo pulgar, mirando a otro lado, no quería que me viese así. Se preocupó al punto de preguntarme que me ocurría.

-De pequeña venía aquí con mi hermano, pero como ahora siempre está embarcado, ya no venímos aquí, y eso me pone triste -dije empezando a lagrimear, secando de nuevo las nuevas lagrimas.

-Bueno, yo ahora soy tuya, ¿que quieres hacer? -le digo bromeando, estirandome en el prado para mirar las nubes, eso hace que se me levante un poco la camiseta, y deje ver un poco de mis pechos.

La verdad es que me quedé sin saber muy bien por donde seguir... Sabía tratar con personas enfadadas, borrachas o incluso con algún loco me había cruzado, pero no sabía muy bien como reaccionar con esta chica que acababa de conocer. La tristeza era algo nuevo para mí, por lo que simplemente me quedé observándola mientras me contaba su historia y el por qué de que estuviese tan triste.

Varias palabras de consuelo se atragantaron en mi boca, sin saber muy bien como plasmar ninguna... Aunque por suerte ella misma pareció auto animarse y me ahorré aquella situación que me incomodaba un poco. Ya no sabía muy bien como reaccionar ante la impredecible chica... Asique opté por actuar de la única forma que sabía ante sus últimas palabras.

- Soy un joven de gustos básicos y se me ocurren un par de cosas interesantes.... ¡Pero no me hagas el lío! Dijimos que harías tú lo que quisieses conmigo - dije con mi sonrisa imperturbable al mismo tiempo que yo también me tumbaba mirando al cielo.

En mi mente tejonil ya había pasado el mal trago de la zagala y ya volvía a pensar de cuantas formas podríamos pasárnoslo bien juntos. Había varias formas de quitarse las penas... ¿Y por qué no probar alguna?

- Entonces preciosa... ¿Qué más tienes planeado? -dije mientras recorría su bonito cuerpo con mi mirada carmesí hasta llegar a sus ojos.

Después de decirme que es un chico de gustos básicos, me sonreí, no esperaba esa respuesta por su parte, le miré a los ojos, intentado averiguar que era lo que pensaba.

Cuando dijo que no le hiciera el lio, lo mire de nuevo.

-No, no te voy a hacer ningún lio -dije acercándome a el, sonriendo de forma seductora. Poniendo mi mano en su pecho jugueteando con su ropa. Acto seguido, le di un beso en la comisura de los labios, mirandole después por si le hubiera molestado aquello.

-Me gustas -le susurré al oído, no sin antes mordisquearlo, y darle otro pequeño mordisco en el cuello.

La castaña se tomó bastante bien mis palabras, incluso diría que demasiado bien, ya que en un abrir y cerrar de ojos su actitud había vuelto a cambiar radicalmente. Esta chica parecía una montaña rusa emocional y ahora parecía encontrarse en lo más alto.

Pude leer el juego que traía en su mirada antes siquiera de que llegase a arrimarse tanto a mí, con el deseo y las ganas de jugar plasmándose en cada movimiento o gesto que realizaba. Al notarla tan cerca comencé a azorarme un poco mientras dejaba que me besase en la comisura de los labios. No hubiese dudado en abalanzarme sobre ella y besar aquellos labios tan gruesos, pero una vez más fue más rápida y se lanzó a mordisquearme. Desde luego su actitud me estaba quedando perplejo, pero como me encantaba dejarme querer cuando quise darme cuenta mis manos se dirigían una a su cintura y la otra a su rostro correspondiendo así a sus caricias.

- Veo que querías abusar de mí - diría en tono juguetón tras darla un beso si me dejaba, aunque no en la comisura como ella, sino en aquellos labios que parecían gritarme a voces que los probara. - Esto me pasa por ser tan confiado... - terminé con un tono de lo más inocente.

Al ver que no le molestó que le diera el beso en la comisura, seguí jugueteando con su ropa, sintiendo un ligero calor recorriendo mi cuerpo, como si una llama fuese, no noté que me sonrojara, pues no era demasiado vergonzosa. Lejos de incomodarle, comenzó el también a juguetear, sintiendo una mano en mi cintura, y la otra en mi rostro, sintiendo que me acercaba a él con ella.

-Tu ya no tienes nada de inocente, y en caso de que lo tengas, no vas a serlo más -dije mirándole apasionadamente a los ojos, sintiendo como se clavaban en los míos, finalmente me besó, yo me dejé, pues justo era lo que buscaba. Me levanté, acariciando su cara mientras le besaba, con la mano libre, lo abrazaba por el cuello para acercarlo más a mí.

-Ojalá no te moleste esto -le susurré en los labios, para después pasar al lóbulo de su oreja, y comenzar a morderlo, e igual con su cuello, que combinaba mordiscos con lametones largos y húmedos, me sabía su piel como un helado de dulzura salvaje e inocencia a la vez.