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Suspiré pesadamente mientras salía de la ducha con una toalla alrededor de mi cintura. La noche anterior la tuve muy ajetreada por haber llegado al cuartel en la madrugada. Al menos, no tuve que levantarme temprano este día ya que lo tenía libre. Normalmente desearía estar todos los días haciendo algo productivo, pero incluso yo necesitaba mis descansos de vez en cuando. Pese a mi alta resistencia, el cansancio y estrés se iba acumulando y necesitaba alguna manera para liberarlo. Un día sin nada que hacer era una de las opciones, aunque relajarse en una piscina y tomar algo frío igual ayudaba. ¿Qué hacer? Podría quedarme todo el día en la cama o ir a la cafetería a hacer algo... productivo con mi vida. Porque lo iba a sufrir más adelante cuando retomara el entrenamiento con Kairo. Rasqué mi cabeza y suspiré; primero debía vestirme y luego vería.
Buscó en su maleta y sacó su atuendo habitual del maletero. Llevar estas ropas tendía alejar a los demás por ser distinto a los demás marines, pero eso me agradaba. Era un lobo solitario la mayoría de las veces, y si bien no me desagradaba compañía de vez en cuando, usualmente tendía a evitarlo, salvo en contadas ocasiones. Suspiré y me puse las ropas. Me miré al espejo y luego a la cama. Me sentía cada vez más tentado por pasar el día durmiendo. Lo habría hecho... de no ser por cierta molestia que tengo metido en mi cabeza y que justo ahora tuvo que abrir su molesto hocico. No solo eso, el tono sabelotodo era... molesto, por no decirlo de otra forma.
– Vamos, Keith. No debes pasar acostado en un día lindo como este. – Cállate, jodido imbécil.
Suspiré pesadamente y salí de la habitación. No tenía otra sino quería que la lagartija siguiera jodiendo durante todo el día. De todas formas, empecé a sentirme algo hambrienta, por lo que puse marcha hasta donde se encontraba la cafetería. No tardé en llegar al lugar, y di gracias al cielo porque el cuartel fuera mucho más pequeño que Marineford. Esa cosa era colosal y, pese a ser navegante, seguía perdiéndome sino tenía un mapa o indicaciones. En fin, pedí un pan con queso y jamón, además de un vaso de jugo de naranja. Seguía siendo algo temprano, por lo que algo suave me haría bien. Con la bandeja en mano, hice una mueca al ver que la mayoría de las mesas estaba ocupadas... excepto una. Mis ojos se iluminaron y me dirigí a la mesa más recluida, y justo no había nadie. Me senté y empecé a degustar mi desayuno.
Buscó en su maleta y sacó su atuendo habitual del maletero. Llevar estas ropas tendía alejar a los demás por ser distinto a los demás marines, pero eso me agradaba. Era un lobo solitario la mayoría de las veces, y si bien no me desagradaba compañía de vez en cuando, usualmente tendía a evitarlo, salvo en contadas ocasiones. Suspiré y me puse las ropas. Me miré al espejo y luego a la cama. Me sentía cada vez más tentado por pasar el día durmiendo. Lo habría hecho... de no ser por cierta molestia que tengo metido en mi cabeza y que justo ahora tuvo que abrir su molesto hocico. No solo eso, el tono sabelotodo era... molesto, por no decirlo de otra forma.
– Vamos, Keith. No debes pasar acostado en un día lindo como este. – Cállate, jodido imbécil.
Suspiré pesadamente y salí de la habitación. No tenía otra sino quería que la lagartija siguiera jodiendo durante todo el día. De todas formas, empecé a sentirme algo hambrienta, por lo que puse marcha hasta donde se encontraba la cafetería. No tardé en llegar al lugar, y di gracias al cielo porque el cuartel fuera mucho más pequeño que Marineford. Esa cosa era colosal y, pese a ser navegante, seguía perdiéndome sino tenía un mapa o indicaciones. En fin, pedí un pan con queso y jamón, además de un vaso de jugo de naranja. Seguía siendo algo temprano, por lo que algo suave me haría bien. Con la bandeja en mano, hice una mueca al ver que la mayoría de las mesas estaba ocupadas... excepto una. Mis ojos se iluminaron y me dirigí a la mesa más recluida, y justo no había nadie. Me senté y empecé a degustar mi desayuno.
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Apenas había pasado unas horas desde que la joven había llegado por primera vez a aquella especie de cuartel donde la había dejado Hector. Se hallaba en su cuarto algo pensativa, pues al comerse el delicioso melocotón de la bolsa de aquel criminal, este se había vuelto arena dentro de su boca. El sabor había sido asqueroso y debía jurar que aquello le sonaba de algo. Había leído sobre unas frutas que otorgaban poderes interesantes a cambio de perder la capacidad de volver a nadar. Esperaba que no fuese cierto, pero ya no podía hacer nada más. Su estómago gruñó un poco y sintió la necesidad de ir a comer algo rico. La joven entonces se colocó en pie y metió sus dos nuevas armas en fundas. De esa forma podría mantenerlas alejadas de la vista de curiosos. Tenía dos maravillas en su poder gracias a Hector.
Abrió la puerta despacio y empezó a caminar por aquellas instalaciones. Llevaba un uniforme típico de los marines reclutas de aquel sitio. Su camisa blanca, las fundas a la espalda, los pantalones, las botas y una gorra blanca. La chica avanzó despacio por los pasillos hasta llegar a una especie de cafetería. Según le habían dicho, no debía pagar por lo que comiese en aquel lugar. Soltó un suspiro y pudo ver que todo estaba lleno de personas. En ese momento sus ojos se iluminaron cuando pudo ver una sección de algo raro. Eran trozos de carne metidos en panes redondos y con queso. Parecían llamarse hamburguesas y fue entonces cuando se relamió despacio. Se acercó hasta ellas y se dio cuenta de que había una especialmente grande. La cogió sin dificultad y después de unos momentos empezó a masticarla con ganas. Fue entonces cuando otro marine se quedó mirándola.
- Chiquilla, como tragas, Como seas así en todo, vaya fichaje para la marina.
Dijo riéndose y señalándola para que sus amigos se rieran también. Ella no entendía mucho a qué se refería, pues tan solo tenía hambre. Se avergonzó un poco y después empezó a caminar hasta ver una papelera. Se sentó al lado de ella, pegando su espalda a la pared y continuó comiendo con la cabeza agachada. Aquella gente no era como los demás miembros del barco o el peliblanco y estaba algo intimidada. Continuó comiendo mientras miraba a los lados por si alguien más la estaba señalando. Los tipos de aquella mesa continuaban riendo mientras miraban de vez en cuando. Empezaba a sentirse incómoda y entonces se colocó en pie, alejándose de la cafetería y dirigiéndose a los pasillos.
Abrió la puerta despacio y empezó a caminar por aquellas instalaciones. Llevaba un uniforme típico de los marines reclutas de aquel sitio. Su camisa blanca, las fundas a la espalda, los pantalones, las botas y una gorra blanca. La chica avanzó despacio por los pasillos hasta llegar a una especie de cafetería. Según le habían dicho, no debía pagar por lo que comiese en aquel lugar. Soltó un suspiro y pudo ver que todo estaba lleno de personas. En ese momento sus ojos se iluminaron cuando pudo ver una sección de algo raro. Eran trozos de carne metidos en panes redondos y con queso. Parecían llamarse hamburguesas y fue entonces cuando se relamió despacio. Se acercó hasta ellas y se dio cuenta de que había una especialmente grande. La cogió sin dificultad y después de unos momentos empezó a masticarla con ganas. Fue entonces cuando otro marine se quedó mirándola.
- Chiquilla, como tragas, Como seas así en todo, vaya fichaje para la marina.
Dijo riéndose y señalándola para que sus amigos se rieran también. Ella no entendía mucho a qué se refería, pues tan solo tenía hambre. Se avergonzó un poco y después empezó a caminar hasta ver una papelera. Se sentó al lado de ella, pegando su espalda a la pared y continuó comiendo con la cabeza agachada. Aquella gente no era como los demás miembros del barco o el peliblanco y estaba algo intimidada. Continuó comiendo mientras miraba a los lados por si alguien más la estaba señalando. Los tipos de aquella mesa continuaban riendo mientras miraban de vez en cuando. Empezaba a sentirse incómoda y entonces se colocó en pie, alejándose de la cafetería y dirigiéndose a los pasillos.
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Terminé de degustar el pan y me relajé en mi silla. Con eso mi estómago duraría hasta la hora del almuerzo, ya ahí podría dar rienda suelta a mi apetito. Desde que ingerí mi fruta, había notado que mi apetito había aumentado considerablemente. Eso podría deber que usar una fruta tan poderosa como la tenía gastaba mucha energía y necesitaba de sus calorías, o bien necesitaba comer por dos debido al ser que tenía dando vueltas por mi cabeza. Viendo que se trataba de un dragón... era normal que comiese tanto, si esa cosa era un gigante de siete metros. No imaginaba el estómago que tendría que tener para permanecer satisfecho. Sonreí divertido al imaginarme eso en mi cabeza, solo para que dicho dragón abriera la conexión mental nuevamente.
– Keith – parpadeé al escuchar el tono serio del dragón, provocando que también mi semblante se pusiera así también. – Mira lo que está pasando allá – fruncí el ceño y miré donde el reptil me estaba indicando.
Instantáneamente mis ojos se volvieron fríos como un tempano de hielo y apreté con fuerza el vaso vacío que tenía en frente. Unos marines se encontraban riéndose mientras apuntaba a una mujer que parecía como si estuviese completamente perdida. Normalmente no me interesarían esas cosas, pero habían tres cosas que me hicieron actuar. Una, se trataba de una mujer (y eso era importante). En segundo, esos marines me hacían recordar al fraude que tenía como padre, y tercero... simplemente me disgustaban cosas como esa y consideraba cobardes a las personas que hablaban cosas detrás de los demás... especialmente "esos" tipos.
Me acerqué al tipo que empezó con todo y le di un puñetazo en el rostro, provocando que el resto de sus cómplices gritaran. Antes que pudieran hacer algo, los fulminé con la mirada y comencé a descender la temperatura del lugar, notando con satisfacción como los presentes empezaron a temblar.
– Que no los vuelva a pillar, o sino será peor que un golpe en la boca – los amenacé y abandoné la cafetería.
Luego de unos minutos de búsqueda, logré encontrar a la rubia de antes. Suspiré, aún sin saber porque estaba haciendo esto, y me acerqué a la mujer para ver si se encontraba bien. Una vez que me encontraba a una distancia prudente, le toqué el hombro para llamar su atención.
– Disculpe, señorita. ¿Se encuentra bien? – le dije en uno tono desinteresado para ocultar a mi verdadero yo. No podía dejar que cualquiera lo viese.
– Keith – parpadeé al escuchar el tono serio del dragón, provocando que también mi semblante se pusiera así también. – Mira lo que está pasando allá – fruncí el ceño y miré donde el reptil me estaba indicando.
Instantáneamente mis ojos se volvieron fríos como un tempano de hielo y apreté con fuerza el vaso vacío que tenía en frente. Unos marines se encontraban riéndose mientras apuntaba a una mujer que parecía como si estuviese completamente perdida. Normalmente no me interesarían esas cosas, pero habían tres cosas que me hicieron actuar. Una, se trataba de una mujer (y eso era importante). En segundo, esos marines me hacían recordar al fraude que tenía como padre, y tercero... simplemente me disgustaban cosas como esa y consideraba cobardes a las personas que hablaban cosas detrás de los demás... especialmente "esos" tipos.
Me acerqué al tipo que empezó con todo y le di un puñetazo en el rostro, provocando que el resto de sus cómplices gritaran. Antes que pudieran hacer algo, los fulminé con la mirada y comencé a descender la temperatura del lugar, notando con satisfacción como los presentes empezaron a temblar.
– Que no los vuelva a pillar, o sino será peor que un golpe en la boca – los amenacé y abandoné la cafetería.
Luego de unos minutos de búsqueda, logré encontrar a la rubia de antes. Suspiré, aún sin saber porque estaba haciendo esto, y me acerqué a la mujer para ver si se encontraba bien. Una vez que me encontraba a una distancia prudente, le toqué el hombro para llamar su atención.
– Disculpe, señorita. ¿Se encuentra bien? – le dije en uno tono desinteresado para ocultar a mi verdadero yo. No podía dejar que cualquiera lo viese.
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La joven masticaba su comida con toda la calma del mundo. El sabor le estaba siendo un poco incómodo por lo pasado, pero supuso que debería acostumbrarse a aquel tipo de cosas. Terminó de comerse su hamburguesa y la verdad es que deseaba beber algo, pero iría a los cuartos de baño a beber del grifo. No tenía ganas de volver a aquella habitación llena de imbéciles. Su plan para formar una especie de familia con la que llevarse bien y estar junto a ellos en las misiones podía ser muy divertido y puso esa idea en marcha. Una sonrisa dulce se formó en su rostro y empezó a pensar en cómo hacerlo. En primer lugar iba a necesitar pensarlo de forma un poco más adecuada. Quería tenerlo todo arreglado para no pifiarla de ninguna de las maneras posibles. Lo estudiaría esa noche si no la enviaban a ninguna clase de sitio.
La joven notó algo tocar su hombro y en ese momento dio un pequeño salto debido al susto que había cogido. No sabía quién podía ser la persona que se había puesto a su espalda de aquella forma. Esperaba que no fuese ninguno de aquellos hombres y por ello llevó la mano derecha a la funda de su katana azulada. Aquella voz le estaba preguntando si estaba bien y por ello decidió darse la vuelta muy despacio. Era un joven más o menos de su misma estatura y aquello hizo que ella se mantuviese un poco callada. La había sacado de sus pensamientos y ahora estaba en blanco sin saber bien qué decirle. Sus ojos la atrajeron un poco, pues le gustaba mucho el color azul. Después de unos momentos le contestó algo animada al ver que no quería meterse con ella.
- Claro, es solo que llevo un par de horas alistada… Y me cuesta hacer amistades. Estaba buscando los cuartos de baño para beber un poco de agua, pero creo que estoy un poco perdida.
Dijo rascándose la cabeza un poco, pensando en dónde podían estar aquellos malditos grifos. Entonces se le ocurrió una idea. A lo mejor ese joven podía ayudarla a buscarlos y después ir a dar un vuelta juntos para conocerlo un poco mejor. Le tomó la mano sin permiso y le dedicó una sonrisa bastante dulce.
- Me llamo Hikaru ¿Tú podrías guiarme y después dar un paseo? Estoy aburrida y la verdad es que me gustaría tener algún amigo aquí dentro…
La joven notó algo tocar su hombro y en ese momento dio un pequeño salto debido al susto que había cogido. No sabía quién podía ser la persona que se había puesto a su espalda de aquella forma. Esperaba que no fuese ninguno de aquellos hombres y por ello llevó la mano derecha a la funda de su katana azulada. Aquella voz le estaba preguntando si estaba bien y por ello decidió darse la vuelta muy despacio. Era un joven más o menos de su misma estatura y aquello hizo que ella se mantuviese un poco callada. La había sacado de sus pensamientos y ahora estaba en blanco sin saber bien qué decirle. Sus ojos la atrajeron un poco, pues le gustaba mucho el color azul. Después de unos momentos le contestó algo animada al ver que no quería meterse con ella.
- Claro, es solo que llevo un par de horas alistada… Y me cuesta hacer amistades. Estaba buscando los cuartos de baño para beber un poco de agua, pero creo que estoy un poco perdida.
Dijo rascándose la cabeza un poco, pensando en dónde podían estar aquellos malditos grifos. Entonces se le ocurrió una idea. A lo mejor ese joven podía ayudarla a buscarlos y después ir a dar un vuelta juntos para conocerlo un poco mejor. Le tomó la mano sin permiso y le dedicó una sonrisa bastante dulce.
- Me llamo Hikaru ¿Tú podrías guiarme y después dar un paseo? Estoy aburrida y la verdad es que me gustaría tener algún amigo aquí dentro…
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Una sonrisa divertida se formó en mi rostro al notar que la chica pegó un pequeño salto al tocarle el hombro. Curioso, al parecer, bajo mi punto de vista, la joven estaba un poco paranoica por lo sucedido anteriormente. Se dio la vuelta lentamente y por fin pude ver su aspecto. Lo primero que llamó mi atención fue su altura, puesto que estaba casi a la par con la mía y eso no era normal en mujeres, la verdad. Lo siguiente que me atrajo fueron sus ojos y cabello, más lo primero que segundo. Si bien había visto rubios anteriormente, Leila siendo un claro ejemplo, esta era la primera vez que veía a alguien con ojos amarillos. Curioso, no creía que ese color se manifestaba en las personas, pero me equivoqué. Ya que toda mi vida había vivido atrapado, aún tenía mucho que aprender del este mundo... tanto cosas buenas como las malas.
Al escuchar las palabras de la chica, me di cuenta que la había estado observando demasiado, por lo que sacudí un poco mi cabeza. Una vez recuperado, arqueé una ceja al escuchar que solo había estado unas pocas horas alistada en la marina. Bueno, no podía decir nada ante eso. Yo mismo había sido alistado hace solo un par de meses, pero en ese tiempo no había ido a ninguna misión, por lo que seguía ostentando el rango de recluta. ¿Razón de ello? Pasé todo este tiempo entrenando para poder ponerme en forma ante los estándares de los marines. Si bien tenía un potencial innato para golpear, eso no quitaba el hecho que nada de eso funcionaría sin un estilo adecuado y la velocidad adecuada. Eran momentos como esos en los que maldecía a mi padre por limitar mi potencial de esa forma tan absurda.
En eso, la chica tomó mi mano y se presentó. No pude evitar que una leve sonrisa se formase en mi rostro al ver la actitud de la chica. Su personalidad contagiaba, aunque no lo tomé como nada malo. Era una buena variación ante todas las personas que había conocido en mi vida... bueno, la mayoría. Mi madre, Alice, Sara y el pelotón de la academia no entraban en esa categoría. Bueno, solo para aclarar que la chica fuera confiable, puse una mano en su mejilla y miré seria y fijamente a sus ojos. Podía averiguar las intenciones de la gente que desplegaba sus emociones como libro abierto, aunque no funcionaba con todos. La otra vez con Neo no lo hice por culpa del helado, el postre era más importante. Al ver lo que quería ver, sonreí satisfecho y dejé la mano a un lado. A continuación tomé su mano y besé suavemente sus nudillos. Al menos, agradecía estas enseñanzas que mi padre metió en mi cabeza y nunca creí que le agradecería por algo.
– Keith, y será un placer Hikaru – respondí mientras me inclinaba leve y cortésmente ante la chica.
Al escuchar las palabras de la chica, me di cuenta que la había estado observando demasiado, por lo que sacudí un poco mi cabeza. Una vez recuperado, arqueé una ceja al escuchar que solo había estado unas pocas horas alistada en la marina. Bueno, no podía decir nada ante eso. Yo mismo había sido alistado hace solo un par de meses, pero en ese tiempo no había ido a ninguna misión, por lo que seguía ostentando el rango de recluta. ¿Razón de ello? Pasé todo este tiempo entrenando para poder ponerme en forma ante los estándares de los marines. Si bien tenía un potencial innato para golpear, eso no quitaba el hecho que nada de eso funcionaría sin un estilo adecuado y la velocidad adecuada. Eran momentos como esos en los que maldecía a mi padre por limitar mi potencial de esa forma tan absurda.
En eso, la chica tomó mi mano y se presentó. No pude evitar que una leve sonrisa se formase en mi rostro al ver la actitud de la chica. Su personalidad contagiaba, aunque no lo tomé como nada malo. Era una buena variación ante todas las personas que había conocido en mi vida... bueno, la mayoría. Mi madre, Alice, Sara y el pelotón de la academia no entraban en esa categoría. Bueno, solo para aclarar que la chica fuera confiable, puse una mano en su mejilla y miré seria y fijamente a sus ojos. Podía averiguar las intenciones de la gente que desplegaba sus emociones como libro abierto, aunque no funcionaba con todos. La otra vez con Neo no lo hice por culpa del helado, el postre era más importante. Al ver lo que quería ver, sonreí satisfecho y dejé la mano a un lado. A continuación tomé su mano y besé suavemente sus nudillos. Al menos, agradecía estas enseñanzas que mi padre metió en mi cabeza y nunca creí que le agradecería por algo.
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La chica se quedó paralizada cuando aquel joven colocó la mano en su mejilla. No sabía cómo reaccionar a aquello, por lo que la pilló por sorpresa. Al ver que no hablaba, no entendía nada de lo que hacía y eso la hizo soltar un pequeño suspiro. A lo mejor era un brujo de aquellos que leían el futuro o algo por el estilo. Se mantuvo callada unos momentos y decidió esperar para ver lo que ocurría. Fue entonces cuando aquel chico besó su mano de forma amable y entonces ella sonrió. Era la primera persona que le daba un beso en… años quizás. No pudo evitar mostrarse amigable ante aquel hecho y más cuando él indicó que estaba de acuerdo. También le dijo su hombre y eso la hizo sonreír más aún. Mostró una expresión divertida y entonces le hizo un gesto con la mano para que fuese detrás de ella.
- Entonces vamos de una vez, Keith-kun.
Mientras caminaban por aquellos pasillos, la joven se dio cuenta de que no eran tan grandes y ese sitio no iba a resultar tan peligroso para su coordinación después de todo. Finalmente llegaron a los servicios y ella entró al de mujeres. Se inclinó en el grifo y giró la rueda azul. El agua fresca surgió entonces de aquel objeto y la rubia se agachó, posando sus labios cerca del líquido y finalmente empezando a beber despacio. Aquella sensación era deliciosa y muy agradable para ella, por lo que soltó un suspiro agradable al darse cuenta de que por fin estaba saciando su sed. Fue una especie de gemido sonoro y si Keith estaba detrás de la puerta, habría parecido otra cosa. No tardó mucho en dejar de beber, cayendo algunas gotas en su barbilla y mostrando ella una pequeña carcajada por ello.
Nada más salir del baño, se quedó mirando al joven y le dedicó una sonrisa para indicarle que todo iba bien. Entonces empezó a caminar a su lado, pero no sabía a donde podían dirigirse para estar cómodos y que nadie les molestase de ninguna forma. Lo que sí sabía la chica, eran sus planes e iba a empezar a hablar con el joven sobre ellos. Se rascó un poco la cabeza primero y lo siguiente que hizo fue colocarle la mano en el hombro.
- Quiero llegar a ser comodoro de la marina y para ello empezaré mañana mismo las misiones. Me gustaría saber en qué estilo de combate sueles centrarte, yo utilizo mis espadas.
Dijo al mismo tiempo que con la mano pasaba de su hombro a su mejilla también. La acarició despacio y le miró a los ojos. Ella también quería leer el futuro o lo que hubiese hecho el chico anteriormente, por lo que puso cara de concentración y todo.
- Entonces vamos de una vez, Keith-kun.
Mientras caminaban por aquellos pasillos, la joven se dio cuenta de que no eran tan grandes y ese sitio no iba a resultar tan peligroso para su coordinación después de todo. Finalmente llegaron a los servicios y ella entró al de mujeres. Se inclinó en el grifo y giró la rueda azul. El agua fresca surgió entonces de aquel objeto y la rubia se agachó, posando sus labios cerca del líquido y finalmente empezando a beber despacio. Aquella sensación era deliciosa y muy agradable para ella, por lo que soltó un suspiro agradable al darse cuenta de que por fin estaba saciando su sed. Fue una especie de gemido sonoro y si Keith estaba detrás de la puerta, habría parecido otra cosa. No tardó mucho en dejar de beber, cayendo algunas gotas en su barbilla y mostrando ella una pequeña carcajada por ello.
Nada más salir del baño, se quedó mirando al joven y le dedicó una sonrisa para indicarle que todo iba bien. Entonces empezó a caminar a su lado, pero no sabía a donde podían dirigirse para estar cómodos y que nadie les molestase de ninguna forma. Lo que sí sabía la chica, eran sus planes e iba a empezar a hablar con el joven sobre ellos. Se rascó un poco la cabeza primero y lo siguiente que hizo fue colocarle la mano en el hombro.
- Quiero llegar a ser comodoro de la marina y para ello empezaré mañana mismo las misiones. Me gustaría saber en qué estilo de combate sueles centrarte, yo utilizo mis espadas.
Dijo al mismo tiempo que con la mano pasaba de su hombro a su mejilla también. La acarició despacio y le miró a los ojos. Ella también quería leer el futuro o lo que hubiese hecho el chico anteriormente, por lo que puso cara de concentración y todo.
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Caminaba al lado de Hikaru mientras tenía sus manos en los bolsillos. El lugar no era muy grande, por lo que conseguimos llegar sin problemas a los servicios. Mientras la rubia iba al baño, aprovecharía para realizar mis necesidades también. Entré al baño de hombres y me acerqué al lavabo. Giré la perilla y me eché agua en la cara. Tomé una de esas típicas toallas que habían en los servicios y me limpié los restos del agua. A continuación metí la mano al grifo y acumulé líquido en mis dos palmas, como una posa. Acto seguido, activé el aura helada y congelé el agua en mis manos. Sonreí de lado y me eché el hielo en la boca. Al sentir el frío en mis labios, no pude evitar soltar un suspiro de alegría. Si. amaba mucho las cosas frías, pero no podía evitarlo. Tal vez era un efecto secundario por haber ingerido esa fruta, pero daba igual la verdad. No me disgustaba en lo más mínimo tener una manía como esa.
Desactivé el aura y salí del baño, aún con el hielo en la boca. Por el rabillo del ojo observé que la mujer salía del baño, por lo que rompí el hielo con mis dientes y me tragué el aperitivo. Una vez que se acercó hasta donde me encontraba, empezamos a caminar de nuevo, sin tener un destino claro en mente. Escuché las palabras de la rubia y no pude evitar silbar por la sorpresa. ¿Así que quería ser comodoro? Lo consideraba una buena meta, pero en mi caso aspiro a algo mucho más elevado. Iba a responder, pero en eso Hikaru puso una mano en mi mejilla y me dejó perplejo. ¿Estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo?
– Al parecer, creo que está intentado copiar lo que hiciste antes. Debes admitir que se ve mona con la cara que esta haciendo – sonreí de forma divertida y no pude evitar darle la razón a Argentum.
Reí de forma leve y quité suavemente la mano de la rubia de mi mejilla. Supongo que debía explicarle a la chica mi accionar anterior cuando nos vimos la primera vez, porque tenía la sospecha que Hikaru no sabía lo que estaba haciendo.
– Hago eso para saber las verdaderas intenciones de la gente – le expliqué a la rubia. Pausé un poco y luego me encogí de hombros; supuse que no había nada malo en contarle un poco a Hikaru. – Mi objetivo es llegar es llegar a Almirante, y mi estilo... Digamos que uso golpes aprovechando mi fuerza bruta, con fintas de por medio – le dije mientras me rascaba un poco la cabeza. Era cierto, lo único que no dije fue que usaba mi fruta de por medio.
Desactivé el aura y salí del baño, aún con el hielo en la boca. Por el rabillo del ojo observé que la mujer salía del baño, por lo que rompí el hielo con mis dientes y me tragué el aperitivo. Una vez que se acercó hasta donde me encontraba, empezamos a caminar de nuevo, sin tener un destino claro en mente. Escuché las palabras de la rubia y no pude evitar silbar por la sorpresa. ¿Así que quería ser comodoro? Lo consideraba una buena meta, pero en mi caso aspiro a algo mucho más elevado. Iba a responder, pero en eso Hikaru puso una mano en mi mejilla y me dejó perplejo. ¿Estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo?
– Al parecer, creo que está intentado copiar lo que hiciste antes. Debes admitir que se ve mona con la cara que esta haciendo – sonreí de forma divertida y no pude evitar darle la razón a Argentum.
Reí de forma leve y quité suavemente la mano de la rubia de mi mejilla. Supongo que debía explicarle a la chica mi accionar anterior cuando nos vimos la primera vez, porque tenía la sospecha que Hikaru no sabía lo que estaba haciendo.
– Hago eso para saber las verdaderas intenciones de la gente – le expliqué a la rubia. Pausé un poco y luego me encogí de hombros; supuse que no había nada malo en contarle un poco a Hikaru. – Mi objetivo es llegar es llegar a Almirante, y mi estilo... Digamos que uso golpes aprovechando mi fuerza bruta, con fintas de por medio – le dije mientras me rascaba un poco la cabeza. Era cierto, lo único que no dije fue que usaba mi fruta de por medio.
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La joven suspiró al escuchar las palabras del chico, pues ella también quería tener esa habilidad tan buena que parecía poseer. Esperaba que no la considerase una mala persona después de todo. Aquel joven parecía centrarse más en los golpes físicos que en utilizar armas y eso era todo lo contrario que la chica, pues ella empleaba dos preciosas katanas que le habían regalado. Escuchó algo de que eran Ryos wazamono o algo así, pero no le dio mucha importancia al tema y ya se ocuparía de estudiar eso más adelante para ser una gran espadachín. Mostró una sonrisa tranquila y fijó sus dorados ojos en los azulados del chico. Pudo notar que antes los miraba bastante y eso la agradó. Todo el mundo pasaba de ella menos él y eso era de agradecer. La joven entonces le dedicó una sonrisa dulce y habló en un tono bajo y calmado.
- Espero que consigas tu meta entonces, señor almirante.
Dijo sacándole la lengua despacio. Una vez hizo eso continuó caminando tranquilamente, hasta que llegaron al exterior. La chica observó impresionada que el clima estaba bastante bien y eso la hizo soltar un suspiro. Hacía calor y encima estaban aburridos. Ella se rascó un poco la cabeza y después se quedó mirando al chico tranquilamente.
- Oye Keith ¿Qué te parece si te doy un masaje? Se me da bien.
Justo entonces un disparo se escuchó en aquel sitio y algunos reclutas corrieron hacia fuera. Al parecer había un tiroteo en el muelle. La chica salió corriendo y esperó a que el joven le siguiera. Entonces pudo ver que había unos tipos luchando contra más reclutas. Parecían ser unos seis y además portaban espadas, guanteletes y hachas. Las armas de fuego fueron de la marina, pero habían sido derrotados. La joven entonces frunció el ceño. Esos tipos parecían bandidos más que nada. La recluta desenfundó su espada plateada y entonces gritó con rabia. La hoja de su katana empezó a arder con fuerza. Lo más curioso de todo fue que dicho fuego era blanco como la nieve.
- ¡Alto ahí! – Gritó con valor.
Entonces se lanzó a por uno de los espadachines y lanzó tres potentes cortes hacia él. El hombre soltó un quejido de dolor al estar tan cerca de sus llamas, que estaban a una temperatura considerable. A continuación, la chica logró cortarle en un lado de la cintura y de una potente patada lo tiró al agua. Una vez hizo eso notó al resto correr hacia ella. Chasqueó la lengua y observó a su compañero con una sonrisa agradable.
- No acapares todos…
Mencionó con una sonrisa. Por descuidada, el tipo que había caído al mar subió y logró cortar a la chica en uno de sus hombros. Hikaru gritó de dolor cayendo al suelo, pero entonces algo raro pasó. Aquel tipo sin que nadie le hiciera nada soltó un quejido también, como si el corte también le hubiese dañado. Entonces volvió a caer al mar. La rubia se puso en pie, sangrando un poco y respirando de forma un poco agitada.
- Espero que consigas tu meta entonces, señor almirante.
Dijo sacándole la lengua despacio. Una vez hizo eso continuó caminando tranquilamente, hasta que llegaron al exterior. La chica observó impresionada que el clima estaba bastante bien y eso la hizo soltar un suspiro. Hacía calor y encima estaban aburridos. Ella se rascó un poco la cabeza y después se quedó mirando al chico tranquilamente.
- Oye Keith ¿Qué te parece si te doy un masaje? Se me da bien.
Justo entonces un disparo se escuchó en aquel sitio y algunos reclutas corrieron hacia fuera. Al parecer había un tiroteo en el muelle. La chica salió corriendo y esperó a que el joven le siguiera. Entonces pudo ver que había unos tipos luchando contra más reclutas. Parecían ser unos seis y además portaban espadas, guanteletes y hachas. Las armas de fuego fueron de la marina, pero habían sido derrotados. La joven entonces frunció el ceño. Esos tipos parecían bandidos más que nada. La recluta desenfundó su espada plateada y entonces gritó con rabia. La hoja de su katana empezó a arder con fuerza. Lo más curioso de todo fue que dicho fuego era blanco como la nieve.
- ¡Alto ahí! – Gritó con valor.
Entonces se lanzó a por uno de los espadachines y lanzó tres potentes cortes hacia él. El hombre soltó un quejido de dolor al estar tan cerca de sus llamas, que estaban a una temperatura considerable. A continuación, la chica logró cortarle en un lado de la cintura y de una potente patada lo tiró al agua. Una vez hizo eso notó al resto correr hacia ella. Chasqueó la lengua y observó a su compañero con una sonrisa agradable.
- No acapares todos…
Mencionó con una sonrisa. Por descuidada, el tipo que había caído al mar subió y logró cortar a la chica en uno de sus hombros. Hikaru gritó de dolor cayendo al suelo, pero entonces algo raro pasó. Aquel tipo sin que nadie le hiciera nada soltó un quejido también, como si el corte también le hubiese dañado. Entonces volvió a caer al mar. La rubia se puso en pie, sangrando un poco y respirando de forma un poco agitada.
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Keith parpadeó al escuchar la propuesta del masaje. Lo cierto era que su cuerpo aún se encontraba algo adolorido y entumecido por el combate que tuve con Slicerin hace una semana. Pese a mi gran resistencia, debía admitir que la serpiente sabía dar sus buenos golpes. De todas formas, según lo que dijo Argentum, aquello era normal. Dijo que a medida que las frutas mitológicas se iban adaptando a su portador, sus atributos iban evolucionando y creciendo. Supuse que aquel pelirrojo había tenido experimentado con su fruta por más tiempo que yo, por lo que era normal que su adaptación fuera más alta que la mía. Si tan solo hubiéramos tenido la misma fuerza y resistencia... probablemente el resultado hubiese sido muy distinto. Sonreí de lado y miré a Hikaru. Si, un masaje no le vendría mal en este momento. Estuve apunto de aceptar la propuesta, pero en eso escuché lo que parecía ser un tiroteo que provenía del muelle. Entrecerré los ojos y, al ver su expresión en el rostro, supuse que también lo había oído.
– Hablemos más tarde, tenemos problemas – le respondí mientras me dirigía hasta el muelle.
Ambos salimos corriendo y no tardamos en llegar al lugar. Observamos que unos bandidos se encontraban luchando con algunos reclutas. Eran seis y portaban diversas armas con ellos, como espadas, guanteletes y hachas. Iba a intervenir en la pelea, pero Hikaru se me adelantó y le gritó a esas personas. Debía admitirlo, la chica tenía carácter para estas cosas. Observé sus espadas y asentí para mi mismo. Si, la rubia podía cuidarse por si sola de momento. Por otro lado, fruncí el ceño al ver que unos reclutas se encontraban heridos.
– Reclutas – le dije firmemente y con autoridad mientras apuntaba a dos marines que se encontraban allí. – Ustedes lleven a los heridos a la enfermería. Tu – apunté a otro recluta. – Avisa por interno lo que está pasando. Los demás intenten luchar lo más que puedan contra los bandidos. Rápido, ya – lo cierto era que no sabía si seguirían las órdenes de alguien con el mismo rango, pero para mi sorpresa, éstos accedieron sin rechistar.
– Vaya... el rey está despertando – las palabras de Argentum me dejaron perplejos, pero las ignoré de momento. No era el momento indicado.
En eso, un grito llamó mi atención. Mis ojos se abrieron con horror al ver que por un despiste, uno de los bandidos se coló por la espalda de la rubia y le cortó en el hombro. Era una suerte que ya había caído al mar, por alguna razón, porque de lo contrario lo hubiera partido con mis propias manos. Fulminé con la mirada a tres de los bandidos y los ataqué. Al primero le di una patada en la sien, al segundo un puñetazo en el rostro y al tercer un golpe en el tórax. Debido a mi fuerza, esos ataques fueron lo suficiente potente para dejarlos en el suelo sin poder moverse. De los otros dos restantes se encargaron los reclutas que quedaron, pero eso no importaba.
Me acerqué hacia donde se encontraba Hikaru y examiné su hombro. El corte no era muy profundo, aunque sino paraban el sangrado, era muy probable que se infectase.
– ¿Alguno de ustedes tiene agua? – le dije a uno de los reclutas.
Para mi alivio, uno de estos tenía una botella. Rápidamente arranqué una parte de mi camisa y lo empapé con agua por completo. Formé una especie de venda y lo rodeé sobre la herida. Si bien funcionaría hasta curarle de mejor forma... aún no terminaba, pero debería pedirle permiso a la chica para lo que iba hacer a continuación.
– Hikaru... la verdad no sé si esto dolerá o no, pero puede que el brazo quede inmóvil por un poco de tiempo. Así que es tu decisión– como el frío no me afectaba, era inmune a sus derivados como congelamiento, hipotermia, etcétera, por lo que no sabía lo que haría mi aura en el cuerpo de la joven. Si aceptaba, activaría el poder a dos centímetros de rango y pondría la mano en el baño, con el objetivo de congelar y enfriar el agua del paño. Si estaba en lo correcto, esto provocaría que se entumeciera el músculo del hombro y detuviera la hemorragia de momento.
– Hablemos más tarde, tenemos problemas – le respondí mientras me dirigía hasta el muelle.
Ambos salimos corriendo y no tardamos en llegar al lugar. Observamos que unos bandidos se encontraban luchando con algunos reclutas. Eran seis y portaban diversas armas con ellos, como espadas, guanteletes y hachas. Iba a intervenir en la pelea, pero Hikaru se me adelantó y le gritó a esas personas. Debía admitirlo, la chica tenía carácter para estas cosas. Observé sus espadas y asentí para mi mismo. Si, la rubia podía cuidarse por si sola de momento. Por otro lado, fruncí el ceño al ver que unos reclutas se encontraban heridos.
– Reclutas – le dije firmemente y con autoridad mientras apuntaba a dos marines que se encontraban allí. – Ustedes lleven a los heridos a la enfermería. Tu – apunté a otro recluta. – Avisa por interno lo que está pasando. Los demás intenten luchar lo más que puedan contra los bandidos. Rápido, ya – lo cierto era que no sabía si seguirían las órdenes de alguien con el mismo rango, pero para mi sorpresa, éstos accedieron sin rechistar.
– Vaya... el rey está despertando – las palabras de Argentum me dejaron perplejos, pero las ignoré de momento. No era el momento indicado.
En eso, un grito llamó mi atención. Mis ojos se abrieron con horror al ver que por un despiste, uno de los bandidos se coló por la espalda de la rubia y le cortó en el hombro. Era una suerte que ya había caído al mar, por alguna razón, porque de lo contrario lo hubiera partido con mis propias manos. Fulminé con la mirada a tres de los bandidos y los ataqué. Al primero le di una patada en la sien, al segundo un puñetazo en el rostro y al tercer un golpe en el tórax. Debido a mi fuerza, esos ataques fueron lo suficiente potente para dejarlos en el suelo sin poder moverse. De los otros dos restantes se encargaron los reclutas que quedaron, pero eso no importaba.
Me acerqué hacia donde se encontraba Hikaru y examiné su hombro. El corte no era muy profundo, aunque sino paraban el sangrado, era muy probable que se infectase.
– ¿Alguno de ustedes tiene agua? – le dije a uno de los reclutas.
Para mi alivio, uno de estos tenía una botella. Rápidamente arranqué una parte de mi camisa y lo empapé con agua por completo. Formé una especie de venda y lo rodeé sobre la herida. Si bien funcionaría hasta curarle de mejor forma... aún no terminaba, pero debería pedirle permiso a la chica para lo que iba hacer a continuación.
– Hikaru... la verdad no sé si esto dolerá o no, pero puede que el brazo quede inmóvil por un poco de tiempo. Así que es tu decisión– como el frío no me afectaba, era inmune a sus derivados como congelamiento, hipotermia, etcétera, por lo que no sabía lo que haría mi aura en el cuerpo de la joven. Si aceptaba, activaría el poder a dos centímetros de rango y pondría la mano en el baño, con el objetivo de congelar y enfriar el agua del paño. Si estaba en lo correcto, esto provocaría que se entumeciera el músculo del hombro y detuviera la hemorragia de momento.
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Los ojos de la chica se abrieron como platos cuando el joven derribó a tres de aquellos tipos con simples golpes. Debía de tener una fuerza absurdamente bruta. Los otros dos fueron derribador por el resto de reclutas y eso la hizo suspirar. Ella también quería pelear con el resto y no pudo, todo por un leve corte en el hombro que no era para tanto. Sin embargo, al joven pareció preocuparle más de la cuenta y se acercó a ella. El chico estaba en plan exagerado y comenzó a rodearle una venda de agua por el corte y eso la hizo temblar y soltar un pequeño quejido, pero más por el frío más que nada. No se esperaba aquello de repente y sin motivo. Llega a quemarse y la baña en pomada o algo así. No pudo evitar reír un poco al pensar en ella metida en una bañera así.
El joven había dicho anteriormente que quería el masaje, pero al parecer era él quien cuidaba de ella sin apenas conocerla. Eso la hizo sonreír de forma dulce. La chica entonces asintió a las palabras del joven, pero no muy convencida. No iba a hacerle gracia no poder mover el brazo por un simple corte. Eso iba a ser demasiado raro incluso para un médico. Soltó un suspiro y simplemente se dejó hacer. Cuando notó aquella sensación, no pudo evitar sonrojarse por el cambio de temperatura. Entonces se abrazó al joven de forma fuerte por el susto, quedando su boca apenas a un centímetro de su oreja.
- A-aaaaah….mmmmmm…Keith-kun….aaaaah…
Sin duda aquello parecía otra cosa y encima parecía estar gimiendo. Lo mejor de todo es que no lo estaba haciendo a posta, pero aquella sensación de dolor la tomó desprevenida. Soltó un enorme suspiro y entonces mordió la oreja del chico con algo de fuerza, pero sin pasarse. Había escuchado que para evitar el dolor había que morder algo, pero al ver que era él, no quiso hacerlo daño y se separó de inmediato. Los reclutas miraban con las caras rojas de vergüenza al ver aquello y la joven no entendía lo que pasaba. Hikaru sintió su hombro entumecido y después colocó su otra mano en el hombro del chico.
- Deberíamos volver a la base a informar o a terminar el masaje que te he prometido… – Su tono era dulce y amable.
El joven había dicho anteriormente que quería el masaje, pero al parecer era él quien cuidaba de ella sin apenas conocerla. Eso la hizo sonreír de forma dulce. La chica entonces asintió a las palabras del joven, pero no muy convencida. No iba a hacerle gracia no poder mover el brazo por un simple corte. Eso iba a ser demasiado raro incluso para un médico. Soltó un suspiro y simplemente se dejó hacer. Cuando notó aquella sensación, no pudo evitar sonrojarse por el cambio de temperatura. Entonces se abrazó al joven de forma fuerte por el susto, quedando su boca apenas a un centímetro de su oreja.
- A-aaaaah….mmmmmm…Keith-kun….aaaaah…
Sin duda aquello parecía otra cosa y encima parecía estar gimiendo. Lo mejor de todo es que no lo estaba haciendo a posta, pero aquella sensación de dolor la tomó desprevenida. Soltó un enorme suspiro y entonces mordió la oreja del chico con algo de fuerza, pero sin pasarse. Había escuchado que para evitar el dolor había que morder algo, pero al ver que era él, no quiso hacerlo daño y se separó de inmediato. Los reclutas miraban con las caras rojas de vergüenza al ver aquello y la joven no entendía lo que pasaba. Hikaru sintió su hombro entumecido y después colocó su otra mano en el hombro del chico.
- Deberíamos volver a la base a informar o a terminar el masaje que te he prometido… – Su tono era dulce y amable.
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¿Qué mierda? Mis ojos se abrieron como platos al ver la reacción de la chica. Realmente no me esperaba eso al usar el frío en contra de ella... ¿Y por qué puta también sentía un leve entumecimiento en el hombro? Intenté buscarle una explicación a eso, pero viendo en la posición en la que me encontraba... era difícil pensar. La usar el aura helada en ella, por alguna razón que apegó a mi y su boca quedó a centímetros de mi oreja. Lo peor era... que gemidos que podían malinterpretarse empezaron a salir de sus labios. No me hubiera importando mucho en otra situación, pero joder. Varios reclutas nos miraban con cara rara por el espectáculo gratis que les estábamos dando... y lo peor era que no era a posta, o eso pensaba, al menos. Al sentir como me mordía la oreja, un estremecimiento invadió mi cuerpo. Más encima, el jodido dragón no paraba de reírse de la situación en la que me encontraba. Estaba claro que me iba a recordar esto por el resto de mis días.
– Creo que dramaticé mucho, pero... No pude evitarlo – pensé mientras mi mirada se ensombrecía levemente al recordar las muertes de mi madre y Sara.
Suspiré y traté de mover el hombro. Bien, sea lo que sea que haya sido eso, ya había desaparecido la mayor parte. Fruncí el ceño y miré a la chica. ¿Acaso se trataba de una usuaria? Si era cierto, debió ingerir su fruta hace poco, puesto que por la expresión de su rostro, ni ella sabía muy bien lo que había pasado. Al escuchar las palabras de la chica, les echó una mirara rápida a los reclutas. Estos al parecer entendieron el mensaje, ya que se inmediato se pusieron rígidos.
– No se preocupen, nosotros nos encargaremos de reportar la situación – luego de decir eso, los reclutas se marcharon del lugar junto a los esposados criminales. Suspiré de forma tranquil y me dirigí hasta la rubia. – El masaje será, entonces – le dije mientras sonreía de forma leve.
Mientras caminábamos por el pasillo, medité sobre como podía preguntarle sobre ese tema a la rubia. Al final no encontré ninguna forma, por lo que solo quedaba por abordarlo de forma directa.
– Hikaru... ¿Has comido alguna fruta rara últimamente? – le pregunté directamente.
– Creo que dramaticé mucho, pero... No pude evitarlo – pensé mientras mi mirada se ensombrecía levemente al recordar las muertes de mi madre y Sara.
Suspiré y traté de mover el hombro. Bien, sea lo que sea que haya sido eso, ya había desaparecido la mayor parte. Fruncí el ceño y miré a la chica. ¿Acaso se trataba de una usuaria? Si era cierto, debió ingerir su fruta hace poco, puesto que por la expresión de su rostro, ni ella sabía muy bien lo que había pasado. Al escuchar las palabras de la chica, les echó una mirara rápida a los reclutas. Estos al parecer entendieron el mensaje, ya que se inmediato se pusieron rígidos.
– No se preocupen, nosotros nos encargaremos de reportar la situación – luego de decir eso, los reclutas se marcharon del lugar junto a los esposados criminales. Suspiré de forma tranquil y me dirigí hasta la rubia. – El masaje será, entonces – le dije mientras sonreía de forma leve.
Mientras caminábamos por el pasillo, medité sobre como podía preguntarle sobre ese tema a la rubia. Al final no encontré ninguna forma, por lo que solo quedaba por abordarlo de forma directa.
– Hikaru... ¿Has comido alguna fruta rara últimamente? – le pregunté directamente.
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La rubia sonrió cuando el chico dijo de ir a reportar también. Pudo ver las miradas de los reclutas y no entendía nada de lo que pasaba, pues sus rostros estaban algo enrojecidos. Soltó un suspiro pensando que a lo mejor estaban enamorados de Keith y ella no pudo evitar soltar una leve carcajada. Ya los ayudaría a ligarse al dragón de alguna forma cuando él no estuviera allí presente. La cosa parecía animarse en las filas de los marines y ella nunca habría imaginado algo como aquello. Lo siguiente que hizo fue llevarse la mano a la mejilla algo pensativa y después de unos momentos miró de nuevo a su compañero. Notaba por el momento su hombro entumecido y frío y no sabía si eso le gustaba o le desagradaba. La sorpresa fue lo que la hizo soltar aquellos jadeos debido a la sorpresa.
Entonces empezaron a caminar rumbo al cuartel para informar de que la situación había sido un éxito bastante bueno. Por el camino escuchó las palabras del joven, preguntándole si había comido una fruta rara. Aquello le hizo pensar en todas las que había devorado y eso le dificultó muchísimo las cosas. Entonces se dio cuenta de que sí había habido una que la hizo sentir muy rara. Recordó el jodido melocotón de sabor asqueroso que terminó de deshacerse en su boca y por ello mostró una sonrisa amable. Miró al joven con confianza y entonces le contestó en un tono calmado y tranquilo.
- Esta mañana me comí un melocotón que se convirtió en arena cuando tragué parte de él. Estaba malísimo y creo que estaba caducado o algo. Tenía unas espirales raras, pero por suerte no me duele la barriga.
Dijo de forma inocente mientras observaba a su compañero. Entonces se quedó un poco pensativa y después de unos momentos miró una de las puertas que daba al despacho de uno de los sargentos. Mostró una sonrisa amable y después pensó en informarle. No quería perderse de nuevo y por ello le indicó a su compañero el sitio donde le haría el masaje tranquilamente y sin que nadie interrumpiese.
- Yo me ocuparé de informar, puedes dirigirte mientras a la última sala a la derecha del pasillo B2, allí está mi cuarto. Está abierto.
Entonces empezaron a caminar rumbo al cuartel para informar de que la situación había sido un éxito bastante bueno. Por el camino escuchó las palabras del joven, preguntándole si había comido una fruta rara. Aquello le hizo pensar en todas las que había devorado y eso le dificultó muchísimo las cosas. Entonces se dio cuenta de que sí había habido una que la hizo sentir muy rara. Recordó el jodido melocotón de sabor asqueroso que terminó de deshacerse en su boca y por ello mostró una sonrisa amable. Miró al joven con confianza y entonces le contestó en un tono calmado y tranquilo.
- Esta mañana me comí un melocotón que se convirtió en arena cuando tragué parte de él. Estaba malísimo y creo que estaba caducado o algo. Tenía unas espirales raras, pero por suerte no me duele la barriga.
Dijo de forma inocente mientras observaba a su compañero. Entonces se quedó un poco pensativa y después de unos momentos miró una de las puertas que daba al despacho de uno de los sargentos. Mostró una sonrisa amable y después pensó en informarle. No quería perderse de nuevo y por ello le indicó a su compañero el sitio donde le haría el masaje tranquilamente y sin que nadie interrumpiese.
- Yo me ocuparé de informar, puedes dirigirte mientras a la última sala a la derecha del pasillo B2, allí está mi cuarto. Está abierto.
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Miraba curiosamente la habitación de Hikaru. A parte de ciertas cosas sin importancia, todo el cuarto era muy similar al mío. Debían ser genéricos si eso era el caso. Suspiré de forma pesada y me senté en una silla que había. Hubiese escogido la cama, pero yo no me acostaba en lugares ajenos... salvo que me diesen permiso. Fruncí el ceño al recordar la respuesta de la rubia a la pregunta que le hice. No había duda alguna, la joven inconscientemente ingirió una fruta del diablo, y ella no tenía idea de lo que hacía por lo visto. De todas formas, me podía hacer una idea bastante buena con todos los datos que había recopilado desde que le conocí.
– Esa mente tuya a veces asusta, Keith – me dijo Argentum, a lo que simplemente sonreí con suficiencia.
La mayoría de las veces me llamaban arrogante o ególatra, pero la realidad estaba muy lejos de eso. Simplemente me sentía confiado sobre mi inteligencia y capacidad de hacer planes complicados, pero efectivos. En fin, volviendo al tema anterior... Estaba casi seguro que se trataba de una Paramecia por varias razones. No parecía que hubiese recibido un bono activo en atributos, tampoco se había convertido en un elemento al ser cortada, por lo que Zoans y Logias quedaban descartadas. Mis sospechas se confirmaron al presenciar lo ocurrido en el muelle y lo sucedido después.
– Hablas de las heridas, ¿no? – no le contesté al dragón, ya que de todas formas el podía oír todos mis pensamientos.
Inconscientemente llevé mi mano al hombro y suspiré. Cuando cortaron a Hikaru en el hombro, el contrario también se quejó del dolor y se llevó la mano al mismo sector. Luego cuando entumecí su hombro, también sentí de forma leve en el mío propio. Por lo que había visto... supuse que era una fruta que trasladaba el daño del usuario a quien se lo hiciese. Una fruta así podía ser muy útil, pero... El usuario tendría que estar en continuo peligro para usarlo de forma eficaz, o tal vez no. Las paramecias y zoans eran las más versátiles después de todo. Quién sabe, tal vez la rubia pueda darle un buen uso a semejante poder.
– Esa mente tuya a veces asusta, Keith – me dijo Argentum, a lo que simplemente sonreí con suficiencia.
La mayoría de las veces me llamaban arrogante o ególatra, pero la realidad estaba muy lejos de eso. Simplemente me sentía confiado sobre mi inteligencia y capacidad de hacer planes complicados, pero efectivos. En fin, volviendo al tema anterior... Estaba casi seguro que se trataba de una Paramecia por varias razones. No parecía que hubiese recibido un bono activo en atributos, tampoco se había convertido en un elemento al ser cortada, por lo que Zoans y Logias quedaban descartadas. Mis sospechas se confirmaron al presenciar lo ocurrido en el muelle y lo sucedido después.
– Hablas de las heridas, ¿no? – no le contesté al dragón, ya que de todas formas el podía oír todos mis pensamientos.
Inconscientemente llevé mi mano al hombro y suspiré. Cuando cortaron a Hikaru en el hombro, el contrario también se quejó del dolor y se llevó la mano al mismo sector. Luego cuando entumecí su hombro, también sentí de forma leve en el mío propio. Por lo que había visto... supuse que era una fruta que trasladaba el daño del usuario a quien se lo hiciese. Una fruta así podía ser muy útil, pero... El usuario tendría que estar en continuo peligro para usarlo de forma eficaz, o tal vez no. Las paramecias y zoans eran las más versátiles después de todo. Quién sabe, tal vez la rubia pueda darle un buen uso a semejante poder.
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La joven no tardó mucho en pegar a la puerta y entrar en aquel extraño sitio. Ante sus ojos había un tipo de cabellos rojizos, cortos y de ojos rosados. Poseía una musculatura considerable y vestía con un traje blanco. La sala era pequeña y pudo ver algunas capas de marine en los percheros. Resultaba algo tétrico por su forma de mirar a la chica, era como si estuviese a punto de asesinarla o algo por el estilo. Entonces le señaló la silla para que se sentara y después se cruzó de brazos. Quería saber lo que había pasado y no pudo evitar fijarse en su hombro herido. El tipo se llevó un cigarro a la boca y después de unos momentos tomó una enorme calada. Acto seguido soltó el humo y esperó una explicación coherente a lo que la joven tenía que decir.
- Señor, unos bandidos atentaron contra la vida de unos cuantos marines en el muelle. El recluta Keith, yo y unos pocos más logramos derrotarlos. Quería reportar sobre esto y lamento las molestias.
El tipo no dijo nada, simplemente se quedó callado y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme suspiro. Entonces asintió a las palabras de la chica y escribió algo en una libreta que tenía en su mano derecha. Acto seguido se quedó mirando a la rubia y soltó otra calada. Estiró su mano y tocó el hombro herido de la joven. Pareció molestarse un poco y después de unos segundos se colocó en pie y le señaló la puerta.
- Puedes irte, pero espero que la próxima vez no seas herida. No queremos perderos bajo ninguna circunstancia. Lo mejor será que os toméis el día libre.
La joven asintió con la cabeza a las palabras del pelirrojo y entonces salió de aquel lugar. La rubia empezó a caminar despacio por el pasillo hasta llegar a su habitación. Al entrar observó al joven con una sonrisa amable. A continuación se sentó a su lado y colocó ambas manos sobre sus hombros de forma suave. Entonces tomó algo de aire y trató de relajarse. Le daría ese masaje prometido y después a lo mejor podía comer algo sin que los demás la molestasen. Al parecer, era una usuaria de una fruta del diablo. Ahora no tendría el poder de nadar.
- Señor, unos bandidos atentaron contra la vida de unos cuantos marines en el muelle. El recluta Keith, yo y unos pocos más logramos derrotarlos. Quería reportar sobre esto y lamento las molestias.
El tipo no dijo nada, simplemente se quedó callado y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme suspiro. Entonces asintió a las palabras de la chica y escribió algo en una libreta que tenía en su mano derecha. Acto seguido se quedó mirando a la rubia y soltó otra calada. Estiró su mano y tocó el hombro herido de la joven. Pareció molestarse un poco y después de unos segundos se colocó en pie y le señaló la puerta.
- Puedes irte, pero espero que la próxima vez no seas herida. No queremos perderos bajo ninguna circunstancia. Lo mejor será que os toméis el día libre.
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