Gera
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Habían sido momentos de mucho sufrimiento, la guerra estaba empezando a agotar a sus participantes y además, la pobre Gera estaba sufriendo unos ataques de identidad y de personalidad que la hacían parecer inestable emocionalmente.
Miró hacia el frente y vio destrucción, miró hacia un lado y vio a una especie de dragón bastante extraño, observó hacia cada lado restante y solo pudo ver cosas que no le estaban gustando...
Gera se alejó de aquel ser extraño, no sin antes pincharle en el culo con su cayado. Quería saber qué narices era y por ello, no dudó en llamar brevemente su atención. Cuando vio que no tenía cara de buenos amigos, la joven botánica se echó a correr mientras gritaba: ¡Corre plátano! Lo había escuchado en algún lugar aunque en ese momento no sabía en donde. Pero eso no le importó. Cuando llegó a su nuevo posicionamiento, un poco más alejada de aquel desastre, se agachó y comenzó a hacer fuerza, estaba cansada de ser una humana e intentó convertirse en una hormiga. La hormiga era pequeña y muy cuqui, le pareció lo más apropiado. Cuando vio que la hormiga no funcionaba, decidió intentar convertirse en una pequeña mariposa.
Mientras lo hacía, se levantó y comenzó a decir en voz alta, soy una mariposa, una pequeña y libre mariposa mientras daba vueltas sobre si misma agitando sus brazos como si intentase volar.
Cuando se cansó de ser una pequeña y linda mariposa, quiso convertirse en un bonito pájaro. Decidió que quería ser un pájaro carpintero. ¡Sería genial ser uno! Pensó en que si era un pajarillo podría volar por más lugares y eso la animó. Por ello, se volvió a agachar e hizo fuerza, con la misma se levantó y gritó: ¡Soy un pájaro carpintero! ¡Ahora podré anidar en Kodama y picotearle para que sea más feliz!
Cuando se dio cuenta de que seguía siendo humana tenía ya el dedo índice en posición de picotazo.
La guerra la había trastocado un poco.
Miró hacia el frente y vio destrucción, miró hacia un lado y vio a una especie de dragón bastante extraño, observó hacia cada lado restante y solo pudo ver cosas que no le estaban gustando...
Gera se alejó de aquel ser extraño, no sin antes pincharle en el culo con su cayado. Quería saber qué narices era y por ello, no dudó en llamar brevemente su atención. Cuando vio que no tenía cara de buenos amigos, la joven botánica se echó a correr mientras gritaba: ¡Corre plátano! Lo había escuchado en algún lugar aunque en ese momento no sabía en donde. Pero eso no le importó. Cuando llegó a su nuevo posicionamiento, un poco más alejada de aquel desastre, se agachó y comenzó a hacer fuerza, estaba cansada de ser una humana e intentó convertirse en una hormiga. La hormiga era pequeña y muy cuqui, le pareció lo más apropiado. Cuando vio que la hormiga no funcionaba, decidió intentar convertirse en una pequeña mariposa.
Mientras lo hacía, se levantó y comenzó a decir en voz alta, soy una mariposa, una pequeña y libre mariposa mientras daba vueltas sobre si misma agitando sus brazos como si intentase volar.
Cuando se cansó de ser una pequeña y linda mariposa, quiso convertirse en un bonito pájaro. Decidió que quería ser un pájaro carpintero. ¡Sería genial ser uno! Pensó en que si era un pajarillo podría volar por más lugares y eso la animó. Por ello, se volvió a agachar e hizo fuerza, con la misma se levantó y gritó: ¡Soy un pájaro carpintero! ¡Ahora podré anidar en Kodama y picotearle para que sea más feliz!
Cuando se dio cuenta de que seguía siendo humana tenía ya el dedo índice en posición de picotazo.
La guerra la había trastocado un poco.
- Balt:
- mirar a su alrededor, pinchar con el cayado al dragón, echar a correr un poco. Intentar convertirse en una hormiga, una mariposa y un pájaro carpintero mientras picotea a kodama en su tronco con su dedo índice.
Alexandra Silvercat
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De alguna forma me sentí ignorada, y eso me dolió en el orgullo.
A pesar de que mi ataque conectó, la mujer lo rechazó sin mayores problemas, como si simplemente espantara a una mosca muy pesada. Encima escuché su voz en mi cabeza de nuevo, prácticamente amenazándome con su insinuación terrorífica. Mi presión flaqueó y me vi obligada a retroceder, recuperando la forma híbrida mientras ascendía en el aire, sopesando mis opciones restantes, y casi me dieron ganas de tirarme del pelo al darme cuenta de que no me quedaba nada. Solo esperar a que se desarrollasen las cosas como Dios... perdón, la Naturaleza creyese apropiado.
"Suficiente, Alex." Dijo Azrael en mi interior de forma autoritaria. "Cesa tus hostilidades de inmediato, antes de que hagas algo de lo que arrepentirse..." Noté un deje de preocupación en su voz, pero por alguna razón no pensé que fuera por mí... Al fin y al cabo conocía perfectamente la historia de Luzbel, el primer ángel caído. No me gustaba la idea de que aquel ser que habitaba dentro de mi alma dudara por una razón tan personal como el miedo, pero podía entenderlo... Para él, el prospecto de sufrir el mismo destino debía ser tan aterrador como para un humano la muerte. El Exilio... Suspiré, alejándome hacia lo alto del aire y observando el resto de la escena llena de frustración e impotencia, dos sensaciones que se estaban repitiendo aquel día mucho más de lo que había imaginado.
Un rayo de esperanza era todo lo que me quedaba para aferrarme. La mujer había declarado que su deseo no era destruir Síderos por completo si se podía llegar a un acuerdo, y por un momento creí que realmente habría una salida pacífica a todo aquello... Hasta que Balarad alzó una espada llameante y Kodama lanzó un ataque sorpresa.
"Ahora sí que estamos jodidos... No pude evitar pensar, sacudiendo la cabeza. Sabía que no podía enfrentar a Linvana (así se llamaba la mujer de cabellos violáceos), pero tampoco quería ponerme de su parte después de todo lo que había hecho y amenazado con hacer. Incluso si la mujer emitía un aura blanca en su mayor parte, el hecho de que fuera Benigna no quería decir que tuviera razón. Su fanatismo y posible locura (según acusó Balarad) la convertían en mi enemiga, por muy Buena que fuera. "Como dicen las viejas, el camino al Infierno está pavimentado de buenas intenciones..."
Como dije, me sentí bastante ignorada. Y fue en este momento en que ocurrió, pues me dí cuenta de que prácticamente nadie de los que estaban presentes me habían prestado la más mínima atención, todos estaban demasiado centrados en el desarrollo entre Balarad, Linvana y Kodama, como si solo existieran aquellos tres en la plaza... Aunque en cierto sentido lo comprendía, hasta hace nada yo también había estado ahí en medio, justo al lado de la mujer-ángel, en una posición algo difícil de no ver... Como artista musical había desarrollado cierto deseo de fama, y que pasaran de mí me dolía un poco... bueno, bastante. Pero en fin, tampoco tuve tiempo de lamentarme demasiado por mi ego roto, porque algo mucho más llamativo entró en escena justo después.
Me quedé boquiabierta cuando apareció un dragón azul enorme, llevando a varias personas y una especie de esqueleto en su espalda. Tras partir todos ellos hacia el palacio, la criatura declaró que no pasarían los diez minutos amenazados, encarando de forma muy abierta a Linvana con su presencia. De nuevo, un rayo de esperanza. No sabía quién o qué era aquel ser alado gigante, pero su nivel de poder era abrumador, no hacía falta tener Mantra para darse cuenta. Y si estaba a favor de detener a la mujer alada... Puede que tuviéramos una oportunidad después de todo.
"Ahora bien, pregunta uno..." Pensé. "¿De qué me suena? Y pregunta dos... ¿Quiero estar aquí en medio del fuego cruzado?" La respuesta a la primera pregunta me surgiría más tarde, cuando no estuviera bajo presión, aunque la segunda me la pude responder casi al instante: "Lol nope." Pensé mientras volaba hacia el palacio yo también. Allí fuera no tenía nada más que pudiera hacer, salvo mirar y tal vez ser golpeada por una 'bala perdida', dentro del palacio parecía que se estaba cociendo algo grande, así que por lo menos podría ser testigo y tal vez hasta influir de una puñetera vez en algo que no fuera irrelevante. No sé, algo que me hiciera creer que realmente había ayudado a salvar las vidas de los supervivientes de Encuentro y los inocentes en el resto del archipiélago sideriano...
A pesar de que mi ataque conectó, la mujer lo rechazó sin mayores problemas, como si simplemente espantara a una mosca muy pesada. Encima escuché su voz en mi cabeza de nuevo, prácticamente amenazándome con su insinuación terrorífica. Mi presión flaqueó y me vi obligada a retroceder, recuperando la forma híbrida mientras ascendía en el aire, sopesando mis opciones restantes, y casi me dieron ganas de tirarme del pelo al darme cuenta de que no me quedaba nada. Solo esperar a que se desarrollasen las cosas como Dios... perdón, la Naturaleza creyese apropiado.
"Suficiente, Alex." Dijo Azrael en mi interior de forma autoritaria. "Cesa tus hostilidades de inmediato, antes de que hagas algo de lo que arrepentirse..." Noté un deje de preocupación en su voz, pero por alguna razón no pensé que fuera por mí... Al fin y al cabo conocía perfectamente la historia de Luzbel, el primer ángel caído. No me gustaba la idea de que aquel ser que habitaba dentro de mi alma dudara por una razón tan personal como el miedo, pero podía entenderlo... Para él, el prospecto de sufrir el mismo destino debía ser tan aterrador como para un humano la muerte. El Exilio... Suspiré, alejándome hacia lo alto del aire y observando el resto de la escena llena de frustración e impotencia, dos sensaciones que se estaban repitiendo aquel día mucho más de lo que había imaginado.
Un rayo de esperanza era todo lo que me quedaba para aferrarme. La mujer había declarado que su deseo no era destruir Síderos por completo si se podía llegar a un acuerdo, y por un momento creí que realmente habría una salida pacífica a todo aquello... Hasta que Balarad alzó una espada llameante y Kodama lanzó un ataque sorpresa.
"Ahora sí que estamos jodidos... No pude evitar pensar, sacudiendo la cabeza. Sabía que no podía enfrentar a Linvana (así se llamaba la mujer de cabellos violáceos), pero tampoco quería ponerme de su parte después de todo lo que había hecho y amenazado con hacer. Incluso si la mujer emitía un aura blanca en su mayor parte, el hecho de que fuera Benigna no quería decir que tuviera razón. Su fanatismo y posible locura (según acusó Balarad) la convertían en mi enemiga, por muy Buena que fuera. "Como dicen las viejas, el camino al Infierno está pavimentado de buenas intenciones..."
Como dije, me sentí bastante ignorada. Y fue en este momento en que ocurrió, pues me dí cuenta de que prácticamente nadie de los que estaban presentes me habían prestado la más mínima atención, todos estaban demasiado centrados en el desarrollo entre Balarad, Linvana y Kodama, como si solo existieran aquellos tres en la plaza... Aunque en cierto sentido lo comprendía, hasta hace nada yo también había estado ahí en medio, justo al lado de la mujer-ángel, en una posición algo difícil de no ver... Como artista musical había desarrollado cierto deseo de fama, y que pasaran de mí me dolía un poco... bueno, bastante. Pero en fin, tampoco tuve tiempo de lamentarme demasiado por mi ego roto, porque algo mucho más llamativo entró en escena justo después.
Me quedé boquiabierta cuando apareció un dragón azul enorme, llevando a varias personas y una especie de esqueleto en su espalda. Tras partir todos ellos hacia el palacio, la criatura declaró que no pasarían los diez minutos amenazados, encarando de forma muy abierta a Linvana con su presencia. De nuevo, un rayo de esperanza. No sabía quién o qué era aquel ser alado gigante, pero su nivel de poder era abrumador, no hacía falta tener Mantra para darse cuenta. Y si estaba a favor de detener a la mujer alada... Puede que tuviéramos una oportunidad después de todo.
"Ahora bien, pregunta uno..." Pensé. "¿De qué me suena? Y pregunta dos... ¿Quiero estar aquí en medio del fuego cruzado?" La respuesta a la primera pregunta me surgiría más tarde, cuando no estuviera bajo presión, aunque la segunda me la pude responder casi al instante: "Lol nope." Pensé mientras volaba hacia el palacio yo también. Allí fuera no tenía nada más que pudiera hacer, salvo mirar y tal vez ser golpeada por una 'bala perdida', dentro del palacio parecía que se estaba cociendo algo grande, así que por lo menos podría ser testigo y tal vez hasta influir de una puñetera vez en algo que no fuera irrelevante. No sé, algo que me hiciera creer que realmente había ayudado a salvar las vidas de los supervivientes de Encuentro y los inocentes en el resto del archipiélago sideriano...
- Resumen Afueras de Palacio:
- Sentirme ignorada, sentir esperanza por la llegada de Dexter (aunque no lo reconozco), darme cuenta de que allí fuera no pinto nada y dirigirme al interior del palacio a ver que se cuece.
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Me alegró comrpobar que el Zafiro también estaba preocupado por todo aquel tema del apocalipsis sideriano, y que hasta se ofreció como transporte rápido hasta la zona de influencia mayor. No tuve problemas en sujetarme como hacía el resto a su espalda (particularmente ese par de alas traseras tensadas a tal motivo), aunque casi me caigo un par de veces durante el veloz trayecto.
- ¡Agarrate fuerte Flubber! - Intenté gritarle a mi compañero, que antes de partir se metió dentro de mi chaqueta, y durante el viaje pude notarlo vibrar con alegre excitación.
Ya cuando llegamos a lo que parecía ser una plaza con mucha gente en ella (algunos peleando, otros observando), Dexter nos dijo que fuéramos al palacio, y no necesité que explicara por qué. Allí se iba a montar otra grande si las cosas no salían bien, y prefería no estar en medio cuando ocurriese, si bien me decepcionó no poder tener una forma más segura de quedarme a observar el espectáculo. Dudaba que incluso Flubber pudiera aguantar si alguno de los rayos del Dragón me alcanzaban sin querer.
Así pues, usando como ya venía siendo costumbre los Gaster Blaster como improvisado método de transporte y vuelo personal, seguí al resto de gente que vino con Black y que ya se dirigían al interior del palacio, no sin antes echar un buen vistazo al panorama allí fuera.
- Las alas están sobrevaloradas... - Murmuré al darme cuenta de cuánta gente usaba dichos apéndices como medio de vuelo. - ¡Ah! Aquella en cambio... - Dejé la frase sin terminar, sabiendo que de todas formas no había nadie cerca para escucharme. Sonreí al ver que la chica a la que me refería se dirigía también hacia nuestra posición. Volando sin alas.
Una vez dentro del palacio, la cosa no pintaba demasiado mejor. Parecían haber surgido dos bandos, aunque como llegué tarde no me enteré muy bien de qué iba el rollo. Lo que sí tenía claro era que esta gente a la que acababa de conocer parecían buenos chicos, y lo primero que habían hecho nada más llegar era preocuparse por uno de los suyos al parecer. Eso merecía mi respeto, y mi apoyo.
- Sea lo que sea que se esté montando aquí, yo estoy con ellos. - Declaré sonriendo y señalando con el pulgar al grupo de Deathstroke. - Así que... uh... eso. - Concluí mientras hacía que los Gaster Blasters apuntaran hacia el "bando contrario" y generaran un amenazador sonido de carga de energía.
- ¡Agarrate fuerte Flubber! - Intenté gritarle a mi compañero, que antes de partir se metió dentro de mi chaqueta, y durante el viaje pude notarlo vibrar con alegre excitación.
Ya cuando llegamos a lo que parecía ser una plaza con mucha gente en ella (algunos peleando, otros observando), Dexter nos dijo que fuéramos al palacio, y no necesité que explicara por qué. Allí se iba a montar otra grande si las cosas no salían bien, y prefería no estar en medio cuando ocurriese, si bien me decepcionó no poder tener una forma más segura de quedarme a observar el espectáculo. Dudaba que incluso Flubber pudiera aguantar si alguno de los rayos del Dragón me alcanzaban sin querer.
Así pues, usando como ya venía siendo costumbre los Gaster Blaster como improvisado método de transporte y vuelo personal, seguí al resto de gente que vino con Black y que ya se dirigían al interior del palacio, no sin antes echar un buen vistazo al panorama allí fuera.
- Las alas están sobrevaloradas... - Murmuré al darme cuenta de cuánta gente usaba dichos apéndices como medio de vuelo. - ¡Ah! Aquella en cambio... - Dejé la frase sin terminar, sabiendo que de todas formas no había nadie cerca para escucharme. Sonreí al ver que la chica a la que me refería se dirigía también hacia nuestra posición. Volando sin alas.
Una vez dentro del palacio, la cosa no pintaba demasiado mejor. Parecían haber surgido dos bandos, aunque como llegué tarde no me enteré muy bien de qué iba el rollo. Lo que sí tenía claro era que esta gente a la que acababa de conocer parecían buenos chicos, y lo primero que habían hecho nada más llegar era preocuparse por uno de los suyos al parecer. Eso merecía mi respeto, y mi apoyo.
- Sea lo que sea que se esté montando aquí, yo estoy con ellos. - Declaré sonriendo y señalando con el pulgar al grupo de Deathstroke. - Así que... uh... eso. - Concluí mientras hacía que los Gaster Blasters apuntaran hacia el "bando contrario" y generaran un amenazador sonido de carga de energía.
- Resumen 2 Sans ahora Dentro de Palacio:
- - Antes: Intentar adelantarme y apoderarme del libro sobre el que flota el orbe, ojear rápidamente una página aleatoria para ver de qué va su contenido más o menos, empezar a hacer caso a la voz en mi cabeza como algo serio y plantearle a Dexter mis preocupaciones.
- Ahora: Entrar en el palacio un poco más tarde que el resto (por quedarme un momento a ver qué pasaba fuera), no enterarme de nada salvo de que mis nuevos amigos están protegiendo a uno de los suyos, declarar mi postura apoyándoles y apuntar a los otros con los Gaster Blasters (Zane, Spanner, Bleyd, Grum, etc)
¿Cuánto había pasado desde que entró al castillo y decidió atacar al pretor? ¿cinco minutos? ¿Quizás más? ¿Quizás menos? No lo sabía, pues su percepción del tiempo se nublaba en la batalla. Sin embargo, antes de, tan siquiera, atacar a Grum, el palacio comenzó a llenarse de personas cuyo nivel de fuerza iguala e, incluso, superaba al del joven pirata pelirrojo. Ante eso, el suzaku antropomorfo agitó con fuerza su ala izquierda, consiguiendo hacer un elegante cambio de sentido, para después subir hacia el techo del palacio. Desde allí contempló toda la situación. Aquella enorme sala se había llenado de gente, entre los que estaba algunos piratas famosos como Kedra. Además de otros individuos que le sonaba, pero no recordaba de qué; seguramente de alguna noticia del periódico. Su entrada fue simultánea y parecía tener un propósito común: proteger al vikingo, cuyo nombre había resultado ser Worgulv.
Uno de los que acababa de entrar, cuyo aspecto no era muy amigable, usó haki de conquistador, haciendo que Zane lo mirara con sombro. –“Así que otro usuario del haki… interesante” –se dijo, mostrando una leve sonrisa.
Envainó la katana que sujetaba con su mano izquierda y agarró con esa extremidad la que tenía en la boca. El pelirrojo rápidamente descendió hasta colocarse al lado de Spanner, al tiempo que volvía a su forma humana, pero con una variación debida a su técnica del suzaku interior. Su cabello rojizo estaba sonrosado y su cuerpo estaba cubierto de un aura rojiza muy tenue, y en su espalda había un halo de energía en de forma circular. Al mismo tiempo que unas extrañas calaveras parecían rodearlos.
“A ver como sales de esto Zane. Será mejor que tu labia esté mejor que nunca o la has cagao’” –pensó, observando a todos a su alrededor, mientras se aferraba con fuerza a los mangos de sus aceros.
—Se.. se…ñores y seño..ño…riita –tartamudeó Zane por alguna razón desconocida.
“Empiezas bien, claro que sí” –se dijo el pelirrojo, golpeándose la cara con fuerza.
—Señores y señorita –dijo al fin, guiñando un ojo a Hinori, casi por instinto–. Es muy probable que ninguno de vosotros me conozca, o tal vez sí, no lo sé. Para aquellos que no déjenme presentarme: mi nombre es Zane D. Kenshin, ca.. ca..pitán pirata y amante, pero podéis llamarme Zane. Siendo sincero, no sé de qué bando está cada uno, pero llegados a este punto eso creo que no importa. Lo verdaderamente importante es parar la guerra y otorgarle un rey digno, aunque visto lo visto no creo que haya ninguno –clavé mi mirada en Deathstroke–. Per…per…sonalmente, no tengo nada en contra de vuestro amigo el vikingo, y mucho menos soy aliado de un debilucho como Bloyd, ¿o era Bleyd? Bueno, su nombre da lo mismo. Con todo esto vengo a decir, que no ganamos nada yendo unos contra otros. Todos tenemos un propósito común, que es salir de esta isla con vida. Y también parar con la tiranía de los pretores que han sometido a esta humilde tierra en un infierno. Así que os pido que no os interpongáis en mi lucha en contra del grandullón –dijo, haciendo referencia al pretor.
El pelirrojo había perdido práctica a la hora de dar discursos para intentar hacer el lío a la gente, se podría decir que estaba oxidado en ese ámbito. Sin embargo, en sus palabras había algo de verdad, no todo era mentira. ¿Qué quería salir de allí con vida? Sí, era cierto. ¿Qué le daba igual lo que le ocurriera al tullido del vikingo? También lo era. ¿Qué quería acabar con la tiranía de los pretores? Eso sí le daba igual, pues no pensaba volver a aquella isla. Él era un pirata, no un héroe justiciero. Si luchaba contra los pretores era para probarse a sí mismo y saber cómo mejorar. Lo única que esperaba era no perecer en aquella isla.
[spoiler=Interior del palacio. Kotaro, Kedra, DeathStroke..etc. LEED]
Uno de los que acababa de entrar, cuyo aspecto no era muy amigable, usó haki de conquistador, haciendo que Zane lo mirara con sombro. –“Así que otro usuario del haki… interesante” –se dijo, mostrando una leve sonrisa.
Envainó la katana que sujetaba con su mano izquierda y agarró con esa extremidad la que tenía en la boca. El pelirrojo rápidamente descendió hasta colocarse al lado de Spanner, al tiempo que volvía a su forma humana, pero con una variación debida a su técnica del suzaku interior. Su cabello rojizo estaba sonrosado y su cuerpo estaba cubierto de un aura rojiza muy tenue, y en su espalda había un halo de energía en de forma circular. Al mismo tiempo que unas extrañas calaveras parecían rodearlos.
“A ver como sales de esto Zane. Será mejor que tu labia esté mejor que nunca o la has cagao’” –pensó, observando a todos a su alrededor, mientras se aferraba con fuerza a los mangos de sus aceros.
—Se.. se…ñores y seño..ño…riita –tartamudeó Zane por alguna razón desconocida.
“Empiezas bien, claro que sí” –se dijo el pelirrojo, golpeándose la cara con fuerza.
—Señores y señorita –dijo al fin, guiñando un ojo a Hinori, casi por instinto–. Es muy probable que ninguno de vosotros me conozca, o tal vez sí, no lo sé. Para aquellos que no déjenme presentarme: mi nombre es Zane D. Kenshin, ca.. ca..pitán pirata y amante, pero podéis llamarme Zane. Siendo sincero, no sé de qué bando está cada uno, pero llegados a este punto eso creo que no importa. Lo verdaderamente importante es parar la guerra y otorgarle un rey digno, aunque visto lo visto no creo que haya ninguno –clavé mi mirada en Deathstroke–. Per…per…sonalmente, no tengo nada en contra de vuestro amigo el vikingo, y mucho menos soy aliado de un debilucho como Bloyd, ¿o era Bleyd? Bueno, su nombre da lo mismo. Con todo esto vengo a decir, que no ganamos nada yendo unos contra otros. Todos tenemos un propósito común, que es salir de esta isla con vida. Y también parar con la tiranía de los pretores que han sometido a esta humilde tierra en un infierno. Así que os pido que no os interpongáis en mi lucha en contra del grandullón –dijo, haciendo referencia al pretor.
El pelirrojo había perdido práctica a la hora de dar discursos para intentar hacer el lío a la gente, se podría decir que estaba oxidado en ese ámbito. Sin embargo, en sus palabras había algo de verdad, no todo era mentira. ¿Qué quería salir de allí con vida? Sí, era cierto. ¿Qué le daba igual lo que le ocurriera al tullido del vikingo? También lo era. ¿Qué quería acabar con la tiranía de los pretores? Eso sí le daba igual, pues no pensaba volver a aquella isla. Él era un pirata, no un héroe justiciero. Si luchaba contra los pretores era para probarse a sí mismo y saber cómo mejorar. Lo única que esperaba era no perecer en aquella isla.
[spoiler=Interior del palacio. Kotaro, Kedra, DeathStroke..etc. LEED]
- Narrar lo sucedido.
- Volver a mi forma humana, aún con el suzaku interior activado y pasar al estilo de dos espadas.
- Presentarme a todos y dejar clara mi postura de posible alianza en contra de Grum.
Hayden Ashworth
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El yonkou empezó a transformarse, estando totalmente alerta. Todo iba a ponerse feo enseguida. El sargento rechazó amablemente la oferta de subir a espaldas del dragón azul y se transformó él también, de nuevo en su forma híbrida. Siguió a Dexter en vuelo hasta lo más alto, para luego propulsarse con fuego hacia la misma dirección que este, siempre detrás. Donde aterrizaron la guerra estaba más que presente. El sargento tocó tierra con los pies justo al lado de Dexter, esperando cualquier orden que este pudiera dar. Cualquiera vería raro a un sargento siguiendo ordenes de un pirata, pero... En aquel momento Zuko no pensaba en ello. El dragón mandó a su compañero, al cual llamó Deathstroke, al interior del palacio a ayudar a alguien. Entonces se dirigió a él.
-Zuko, eres demasiado peligroso para mi amigo si luchas aquí. Pero dentro tienes un enemigo fuerte.
Zuko miró a aquel árbol. Había oído hablar de él en los cuarteles de la marina. En efecto, si luchaba allí, el árbol peligraba. El marine asintió y, de nuevo, alzó el vuelo buscando la entrada de palacio.
No pudo evitar sentir con su mantra la presencia de Azula. Estaba cerca. Pero... no podía desviarse. Sin dejar de volar, extendió su mente hasta la de su hermana y, intentando darle una sensación reconfortante a este sobre su presencia, la abrazó.
Azula -le dijo mentalmente-. Estoy cerca. No vengas por mí, es peligroso. Mantente a salvo... Nos veremos luego, ¿vale? Te quiero.
Dicho aquello, entró por fin a palacio. El lugar estaba lleno de gente, sin duda. Entre ellos estaba incluso Zane, el pirata con el que hacía poco tiempo había combatido. En el centro de toda aquella gente... Estaba la poderosa presencia a la que Dexter debía referirse. El dragón voló por encima del pretor y aterrizó con los pies justo frente a él, mirando a todo el mundo.
- Perdonad que os interrumpa... Pero -señaló al pretor-, Dexter quiere que acabemos con este señor -miró a Deathstroke, el cual parecía haberse reunido con su compañero. Al menos sabía que no estaría solo en aquel combate, si ellos apoyaban a Dexter. Además de su amigo Zane-. No importa lo que pase aquí hoy, pretor. Si Dexter te quiere fuera del mapa... -el pelo oscuro del dragón se tornó dorado y de punta, mientras que un aura de energía se hizo visible a su alrededor-. No vas a llegar muy lejos.
-Zuko, eres demasiado peligroso para mi amigo si luchas aquí. Pero dentro tienes un enemigo fuerte.
Zuko miró a aquel árbol. Había oído hablar de él en los cuarteles de la marina. En efecto, si luchaba allí, el árbol peligraba. El marine asintió y, de nuevo, alzó el vuelo buscando la entrada de palacio.
No pudo evitar sentir con su mantra la presencia de Azula. Estaba cerca. Pero... no podía desviarse. Sin dejar de volar, extendió su mente hasta la de su hermana y, intentando darle una sensación reconfortante a este sobre su presencia, la abrazó.
Azula -le dijo mentalmente-. Estoy cerca. No vengas por mí, es peligroso. Mantente a salvo... Nos veremos luego, ¿vale? Te quiero.
Dicho aquello, entró por fin a palacio. El lugar estaba lleno de gente, sin duda. Entre ellos estaba incluso Zane, el pirata con el que hacía poco tiempo había combatido. En el centro de toda aquella gente... Estaba la poderosa presencia a la que Dexter debía referirse. El dragón voló por encima del pretor y aterrizó con los pies justo frente a él, mirando a todo el mundo.
- Perdonad que os interrumpa... Pero -señaló al pretor-, Dexter quiere que acabemos con este señor -miró a Deathstroke, el cual parecía haberse reunido con su compañero. Al menos sabía que no estaría solo en aquel combate, si ellos apoyaban a Dexter. Además de su amigo Zane-. No importa lo que pase aquí hoy, pretor. Si Dexter te quiere fuera del mapa... -el pelo oscuro del dragón se tornó dorado y de punta, mientras que un aura de energía se hizo visible a su alrededor-. No vas a llegar muy lejos.
- INterior de palacio:
Hacer caso a Dexter, hablar mentalmente con Azula, decir en voz alta que Dexter quiere muerto a Grum y amenazarle
Syxel
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Apenas habíamos avanzado unos cuantos metros tras salir de aquella absurda habitación, cuando un sonoro estruendo detuvo nuestro avance. En un primero momento supuse que sería cosa de aquellos ancianos, así que tras oír lo que creí que había sido una explosión, de un salto me alejé en la dirección contraria. Quedando encarado al lugar del que provino el ruido, empuñando mi espada y con los ojos bien abiertos, me encontré con una abertura en la pared.
- ¿Qué cojones pasa ahora? - Pregunté al aire.
No obtuve respuesta, como era obvio. Pero sí alcancé a ver al sacerdote corriendo en nuestra dirección para, en cuanto estuvo a la altura de aquel agujero y sin decir palabra alguna, saltar a través del mismo y salir volando una vez al otro lado. Me habría alegrado ver que finalmente se largaba, dejándonos con algo de tranquilidad en la fortaleza, de no ser porque al saltar de alguna forma se había llevado a Noa consigo.
Me acerqué corriendo al lugar por el que había visto desaparecer a mi compañero, pero cuando traté de inclinar la cabeza para mirar en su interior una potente ráfaga de aire casi me lleva volando a mí también.
- La madre que lo…
Maldije en voz alta, mientras resignado me disponía a saltar tras él. No tenía ni idea de a dónde llevaría ese extraño túnel, ni malditas ganas de ir a donde quiera que fuese, pero tampoco podía abandonarle a su suerte. Por mucho que la idea me resultase tentadora… Aunque no tuve tiempo de decidir, pues la voz de Amaiar sonó a mi espalda justo antes de que, pillándome completamente desprevenido, me diese un empujón.
- ¿Qué cojones pasa ahora? - Pregunté al aire.
No obtuve respuesta, como era obvio. Pero sí alcancé a ver al sacerdote corriendo en nuestra dirección para, en cuanto estuvo a la altura de aquel agujero y sin decir palabra alguna, saltar a través del mismo y salir volando una vez al otro lado. Me habría alegrado ver que finalmente se largaba, dejándonos con algo de tranquilidad en la fortaleza, de no ser porque al saltar de alguna forma se había llevado a Noa consigo.
Me acerqué corriendo al lugar por el que había visto desaparecer a mi compañero, pero cuando traté de inclinar la cabeza para mirar en su interior una potente ráfaga de aire casi me lleva volando a mí también.
- La madre que lo…
Maldije en voz alta, mientras resignado me disponía a saltar tras él. No tenía ni idea de a dónde llevaría ese extraño túnel, ni malditas ganas de ir a donde quiera que fuese, pero tampoco podía abandonarle a su suerte. Por mucho que la idea me resultase tentadora… Aunque no tuve tiempo de decidir, pues la voz de Amaiar sonó a mi espalda justo antes de que, pillándome completamente desprevenido, me diese un empujón.
- El mosquetero volador:
- Durante un segundo me planteo entrar al túnel para ir a buscar a Noah o dejar que vuelva por su cuenta por liante, pero Amaiar me empuja así que a volar a dónde toque.
Silver
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Ambos vehículos, tanto el todoterreno que llevaba Krauser como la moto que yo mismo había tomado, eran sorprendentemente veloces, y eso me encantó. Además, para mi sorpresa, el revolucionario había resultado ser un extraordinario conductor. Así pues, el viaje desde la base de Zilda al sur, hasta la ciudad a la que nos dirigíamos en el centro de la isla, se convirtió en una especie de carrera. Lo cual hizo que recorriésemos la distancia en cuestión de minutos.
Cuando finalmente vimos la ciudad a lo lejos, aceleré ligeramente hasta situarme junto a ellos. Quería preguntar a Krauser cuál era el plan, pero el ruido que había, sumado al volumen de la música, impedían que me escuchase. No obstante, el hecho de que no aminorase la velocidad a medida que nos acercábamos a la muralla, y de que absolutamente todo el vehículo se volviese de ese oscuro tono tan característico del haki, me permitió hacerme una idea de lo que pretendía.
“Directo y decidido, me gusta su estilo”. Pensé satisfecho, dejándome llevar por la emoción del momento. Luego reduje ligeramente la velocidad, para situarme tras el todoterreno. Así podría seguirle a través de la muralla sin ningún problema.
Cuando finalmente vimos la ciudad a lo lejos, aceleré ligeramente hasta situarme junto a ellos. Quería preguntar a Krauser cuál era el plan, pero el ruido que había, sumado al volumen de la música, impedían que me escuchase. No obstante, el hecho de que no aminorase la velocidad a medida que nos acercábamos a la muralla, y de que absolutamente todo el vehículo se volviese de ese oscuro tono tan característico del haki, me permitió hacerme una idea de lo que pretendía.
“Directo y decidido, me gusta su estilo”. Pensé satisfecho, dejándome llevar por la emoción del momento. Luego reduje ligeramente la velocidad, para situarme tras el todoterreno. Así podría seguirle a través de la muralla sin ningún problema.
- Team Cohete-Quimera:
- Me sitúo con la moto detrás del todoterreno de Krauser para dejar que abra camino a través de la muralla.
Simo Baker
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Akuma no mi
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Fue bastante frustrante ver como un tipo recién llegado detenía mi ataque contra el vikingo. Ahora que las cosas comenzaban a tornarse un poco en mi favor llegaba él para arruinarlo todo. No parecía querer que la batalla, sin embargo había algo que me resultaba extraño en él. Tardé unos instantes en darme cuenta, pero el notar una presencia terriblemente poderosa en el exterior del palacio, sumado a que desveló el nombre del vikingo me lo dejó bien claro. El hombre con armadura que tenía ate mí era la mano derecha del mismísimo Dexter Black. Sin duda la había cagado enormemente, acababa de atacar a un miembro de la tripulación de un yonkou.
Retrocedí un par de pasos asustado por lo que me pudiera pasar y ordené que mis sinawali volviesen sin llegar a golpearles por la espalda. Tenía que pensar rápido qué hacer o podía despedirme de la vida. Me era casi imposible pensar, era como si mi cuerpo no me respondiese. Una gota de sudor frío cayó por mi frente. No iba a salir de esa por mis propios medios, pero en un último instante pensé en lo benévolo y justo que era su capitán en su nación. Era aferrarse a u clavo ardiendo, pero debía intentarlo.
-Como hombre libre y vecino de Fiordia pido parlamento.- dije en voz alta antes de acabar cayendo sometido a la presión del sub-capitán pirata.
Tal era el poder de aquel hombre que ni si quiera era capaz de reaccionar en su presencia. Me sentía como si de golpe me hubiera convertido en una estatua. Sin duda encomendarme al juicio de su superior era lo mejor que había podido hacer. Si eran justos y respetaban las leyes mínimas marinas, conseguiría aguantar vivo un poco más. Quizá lo suficiente para convencerlos de que había sido todo un malentendido causado por el descontrol de la guerra.
En medio de esta tensa situación la estancia comenzó a llenarse de gente. No me hacía ninguna gracia, la mayoría de ellos parecía ser enemigos dispuestos a aprovechar la situación. Al menos pude ver como un par de ellos estaban de mi lado, pues corrían buscando a Dranser. Me arrepentía enormemente de haber pensado que podía manejar la situación por mí mismo. Sin duda tendría que haber seguido a mis compañeros y haber dejado la venganza para un juego a largo plazo. En cualquier caso ahora estaba allí, paralizado, sin poder pedir ayuda a aquellos que creía mis aliados. No me quedaba otra que estar atento a la situación y prepararme para marchar junto a Aki una vez hubiese recuperado el control sobre mi cuerpo.
Retrocedí un par de pasos asustado por lo que me pudiera pasar y ordené que mis sinawali volviesen sin llegar a golpearles por la espalda. Tenía que pensar rápido qué hacer o podía despedirme de la vida. Me era casi imposible pensar, era como si mi cuerpo no me respondiese. Una gota de sudor frío cayó por mi frente. No iba a salir de esa por mis propios medios, pero en un último instante pensé en lo benévolo y justo que era su capitán en su nación. Era aferrarse a u clavo ardiendo, pero debía intentarlo.
-Como hombre libre y vecino de Fiordia pido parlamento.- dije en voz alta antes de acabar cayendo sometido a la presión del sub-capitán pirata.
Tal era el poder de aquel hombre que ni si quiera era capaz de reaccionar en su presencia. Me sentía como si de golpe me hubiera convertido en una estatua. Sin duda encomendarme al juicio de su superior era lo mejor que había podido hacer. Si eran justos y respetaban las leyes mínimas marinas, conseguiría aguantar vivo un poco más. Quizá lo suficiente para convencerlos de que había sido todo un malentendido causado por el descontrol de la guerra.
En medio de esta tensa situación la estancia comenzó a llenarse de gente. No me hacía ninguna gracia, la mayoría de ellos parecía ser enemigos dispuestos a aprovechar la situación. Al menos pude ver como un par de ellos estaban de mi lado, pues corrían buscando a Dranser. Me arrepentía enormemente de haber pensado que podía manejar la situación por mí mismo. Sin duda tendría que haber seguido a mis compañeros y haber dejado la venganza para un juego a largo plazo. En cualquier caso ahora estaba allí, paralizado, sin poder pedir ayuda a aquellos que creía mis aliados. No me quedaba otra que estar atento a la situación y prepararme para marchar junto a Aki una vez hubiese recuperado el control sobre mi cuerpo.
- Interior de palacio:
- Post 1:
Blablabla, gracias Bleyd, Fluffle bonico. Decidir que me conviene apoyar a Bleyd para cumplir mi venganza. Ver que mis compis de Xella no están de acuerdo. Decidir quedarme con Bleyd para intentar llevármelo al lado oscuro. Atacar a Worgulv para que los demás puedan golpear a Grum sin problemas.
Post 2:
Darme cuenta por la aparición de una presencia muy poderosa, el hombre con la armadura y el nombre del vikingo de que son la tripulación de Dexter. Cancelar el ataque de mis sinawali. Ir sucumbiendo lentamente al haki del rey. Pedir parlamento por miedo para poder sobrevivir. Ver como llega la gente. Arrepentirme de no haber seguido estrictamente los planes de Xella por intentar conseguir venganza.
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Galia continuaba corriendo a toda velocidad en su forma completa entre aquellos caminos de la zona. Sus dorados ojos estaban fijos al frente esperando a ver lo que ocurría. No tardó mucho en llegar a aquella plaza, la cual estaba repleta de hojas. Ante sus ojos estaban el mismísimo yonkou Dexter, Drake, la bestia y un tipo que parecía ser un árbol. Había bastantes personas y ella conocía a pocos. No sabía lo que debía hacer y entonces volvió a la forma humana avisando antes de que pensaba hacerlo. Soltó un pequeño suspiro y caminó hacia aquella zona sin entender nada de cómo iba la situación. Lo único que escuchó fue la enorme amenaza de aquella persona que decía romperlo todo en unos minutos.
- ¿Qué está diciendo esa loca?
Mencionó al mismo tiempo que caminaba un poco hacia la zona llena de personas. Pudo ver también a un pelirrojo, a una persona volando y a dos personas cerca del árbol. Estaba pasando algo allí y ella no tenía ni idea de los bandos. No iba a desvelar que se trataba de una usuaria de Meln y simplemente soltó un suspiro. Entonces empezó a olisquear despacio la zona y sus ojos se abrieron como platos. Ahora todo tenía sentido y salió corriendo hacia la dirección del palacio.
- ¡Ryuken! ¡Dranser está allí dentro!
Sin pensárselo entró en aquel sitio a gran velocidad y entonces vio el espectáculo que se estaba formando. Había unas cuantas personas reunidas y parecía haber un ambiente hostil. Ella tragó un poco de saliva y entonces se fijó en los que estaban allí presentes. Sin pensarlo alzó su voz de forma calmada.
- Perdonen… Hay fuera una mujer que dice destruir todo en diez minutos y bueno… ¿No sería buena idea salir de aquí? – Nada más decir aquello empezó a trotar despacio hacia el olor de Dranser.
- ¿Qué está diciendo esa loca?
Mencionó al mismo tiempo que caminaba un poco hacia la zona llena de personas. Pudo ver también a un pelirrojo, a una persona volando y a dos personas cerca del árbol. Estaba pasando algo allí y ella no tenía ni idea de los bandos. No iba a desvelar que se trataba de una usuaria de Meln y simplemente soltó un suspiro. Entonces empezó a olisquear despacio la zona y sus ojos se abrieron como platos. Ahora todo tenía sentido y salió corriendo hacia la dirección del palacio.
- ¡Ryuken! ¡Dranser está allí dentro!
Sin pensárselo entró en aquel sitio a gran velocidad y entonces vio el espectáculo que se estaba formando. Había unas cuantas personas reunidas y parecía haber un ambiente hostil. Ella tragó un poco de saliva y entonces se fijó en los que estaban allí presentes. Sin pensarlo alzó su voz de forma calmada.
- Perdonen… Hay fuera una mujer que dice destruir todo en diez minutos y bueno… ¿No sería buena idea salir de aquí? – Nada más decir aquello empezó a trotar despacio hacia el olor de Dranser.
- Interior Palacio:
- Entrar al palacio siguiendo el olor de Dranser y hablar con todos los que hay.
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De modo que aquel gusano estaba en plan triste… Era normal después de lo que había escuchado Zero, pero si le hubiese avisado no habría cometido el asesinato. El chico suspiró de forma tranquila al mismo tiempo que se llevaba la mano a la cabeza. Entonces no tardó mucho en llegar a aquella zona a las afueras del palacio. Alzó una ceja quedando confuso al ver que su padre estaba allí. No iba a desvelar nada delante de tanta gente y simplemente frunció el ceño. Esperaba que no fuese tan tonto para abrazarle o algo por el estilo. Pudo reconocer al tal Dexter y por ello mostró una sonrisa siniestra. Hacía tiempo que deseaba conocerlo, pero no parecía ser el momento apropiado y mucho menos con todo el cielo oscuro.
- Debo admitir que este sitio es algo interesante ahora que lo veo de cerca. Pero a mí no me amenaza nadie y menos una inútil con alas…
Dijo entonces iluminando sus ojos y observando a su precioso gusano. Esperaba que él se uniese a la contienda, pero por el momento simplemente se quedó alejado mirando un poco el lugar. También había una especie de hombre árbol y no solo eso, unos cuantos hombres y una mujer hermosa. Aunque la última salió corriendo hacia lo que parecía ser un palacio o algo por el estilo. El luchador soltó un suspiro y miró con seriedad la situación.
- Debo admitir que este sitio es algo interesante ahora que lo veo de cerca. Pero a mí no me amenaza nadie y menos una inútil con alas…
Dijo entonces iluminando sus ojos y observando a su precioso gusano. Esperaba que él se uniese a la contienda, pero por el momento simplemente se quedó alejado mirando un poco el lugar. También había una especie de hombre árbol y no solo eso, unos cuantos hombres y una mujer hermosa. Aunque la última salió corriendo hacia lo que parecía ser un palacio o algo por el estilo. El luchador soltó un suspiro y miró con seriedad la situación.
- Exterior Palacio:
- LLegar y mirar (?)
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- ¡Hahahahahahahaha! ¡Hahahahahahaha! ¡Hahahahaha! ¡Hahahahahahaha!
Fue lo único que salió de la boca del dragón durante los próximos segundos. A la mierda las amenazas de la guarra de arriba y todas sus gilipolleces. En los orbes del devastador se formó el símbolo del berri. Todo aquello debía de ser suyo y sin pensárselo se lanzó a toda velocidad hacia todas las monedas de oro posibles. Empezó a llenarse los bolsillos a toda velocidad. Cogía las baratijas que más valor parecían tener y acto seguido las metía en su armadura. La ilusión que tenía en ese momento era legendaria. Entonces observó un rubí en el suelo, el cual cogió enseguida. Escuchó las palabras del peliblanco y se dio cuenta de que la pieza que él tenía iba en la esfinge. Como una mala perra, lo ocultó en su puño derecho y de ahí no se iba a mover.
- ¡Viva el puto dinero! Ha merecido la pena tanto aburrimiento en esta jodida isla de locos… – Mencionó al mismo tiempo que se tronaba los huesos del cuello.
El Shichibukai no tardó mucho en mostrar la mayor sonrisa del planeta y acto seguido le dio de nuevo un ataque de risa mientras observaba todo aquello. Le daban ganas de bajarse los pantalones y empezar a hacer el helicóptero, pero no era algo decisivo. Lo primero que hizo fue mirar a su dragona con una sonrisa siniestra de oreja a oreja y después señalarla con el dedo índice.
- ¡Tú y yo aquí y ahora, preciosa! ¡Voy a enseñarte dos placeres al mismo tiempo!
Claramente se refería al oro. Ahora solo faltaban dos opciones, o que ella le diese una colleja y cogiese también dinero, o que se marcasen un polvazo épico ahí en mitad sin importarles nada. Madara soñaba demasiado, pero era legal hacerse ilusiones.
Fue lo único que salió de la boca del dragón durante los próximos segundos. A la mierda las amenazas de la guarra de arriba y todas sus gilipolleces. En los orbes del devastador se formó el símbolo del berri. Todo aquello debía de ser suyo y sin pensárselo se lanzó a toda velocidad hacia todas las monedas de oro posibles. Empezó a llenarse los bolsillos a toda velocidad. Cogía las baratijas que más valor parecían tener y acto seguido las metía en su armadura. La ilusión que tenía en ese momento era legendaria. Entonces observó un rubí en el suelo, el cual cogió enseguida. Escuchó las palabras del peliblanco y se dio cuenta de que la pieza que él tenía iba en la esfinge. Como una mala perra, lo ocultó en su puño derecho y de ahí no se iba a mover.
- ¡Viva el puto dinero! Ha merecido la pena tanto aburrimiento en esta jodida isla de locos… – Mencionó al mismo tiempo que se tronaba los huesos del cuello.
El Shichibukai no tardó mucho en mostrar la mayor sonrisa del planeta y acto seguido le dio de nuevo un ataque de risa mientras observaba todo aquello. Le daban ganas de bajarse los pantalones y empezar a hacer el helicóptero, pero no era algo decisivo. Lo primero que hizo fue mirar a su dragona con una sonrisa siniestra de oreja a oreja y después señalarla con el dedo índice.
- ¡Tú y yo aquí y ahora, preciosa! ¡Voy a enseñarte dos placeres al mismo tiempo!
Claramente se refería al oro. Ahora solo faltaban dos opciones, o que ella le diese una colleja y cogiese también dinero, o que se marcasen un polvazo épico ahí en mitad sin importarles nada. Madara soñaba demasiado, pero era legal hacerse ilusiones.
- Interior Capilla:
- DINERO DINERO, Coger el rubí que falta en el ojo y mantenerlo en mi poder sin decir nada e.e (sorry gusy, personalidad codiciosa XD) hablar con mi compi dragona y proponerle sexo (?)
Zack Suky
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Una sonrisa siniestra se formó en mi rostro cuando el trozo de metal impactó al distraído pirata en pleno cogote. Sentí como si por fin hubiese perpetrado mi venganza por todas las veces que me ignoraba. No es que fuese gran cosa, pero me sentó de maravilla. Fue tal mi nueva alegría, que ni siquiera el no haber visto nada de interés consiguió desanimarme, aunque iba acompañada de una sensación extraña cuando el pirata me tendió el saco como si nada. Su actitud quedaba lejos de su comportamiento habitual y me quedó bastante descolocado por aquella conducta casi robótica. No musitó ni una sola palabra y se encaminó hacia el exterior seguido de Sarah.
Me quedé pasmado durante un segundo, aún con aquella sonrisa en el rostro sin saber muy bien como reaccionar, pero entonces me percaté de que el saco pesaba más de lo que aparentaba por su volumen, por lo que la inquietud pasó a segundo plano superada por mi curiosidad. Decidí echar un vistazo al saco mientras mis nakamas tomaban aire, asombrándome del contenido. Agarré una de aquellas maravillosas piezas doradas, con la intención de comprobar su calidad para asegurarme de que realmente era oro y no una imitación, aunque con lo que me quedé parado fue cuando me percaté de que aquel metal tenía forma de corazón. El realismo de la pieza era impresionante y varias maquinaciones científicas recorrieron mi mente, aunque tuve que dejarlas para otro momento. Había escuchado la inequívoca voz del tuerto diciendo que alguien nos amenazaba.
No sabía de que mierdas estaba hablando, me había quedado demasiado absorto en mis cosas y casi no escuché nada de la voz del ángel, por lo que me acerqué a ellos tras recoger la pieza de metal que golpeó a Arribor en la cabeza y guardarla en el saco con el resto de cosas. Llegué justo en el momento en que el tuerto hablaba de ir a por la tipa y en el que salió Franklyn a escena. Como siempre el bicho mostró una intuición superior a su amo, mostrando claros signos de que no quería seguir al pirata a aquella locura. No podía estar más de acuerdo con aquella alimaña, pero el pirata tras mostrar su inamovible tozudez una vez más se lanzó a lo loco y en línea recta.
-¡Puto loco! - mascullé mientras lo veía alejarse y escuchaba a Sarah.
No me apetecía ir a luchar contra aquella mujer. Estaba claro que de nosotros solo el tuerto tenía un poder considerable como para poder salir indemne de allí, pero tampoco me hacía gracia que aquel kamikaze muriese. A pesar de todas sus excentricidades era mi mejor baza para conseguir mis planes de forma segura. Me proporciona la seguridad que necesito, como también me proporcionaría la fama que necesitaría en el futuro. Así que por todo eso y alguna cosa más, me sorprendí a mi mismo articulando unas palabras de las que no estaba muy convencido.
- Pues esta vez no tengamos la misma prisa que él. Sigamos sus pasos, pero de forma más pausada. Creo que lo mejor será que nos mantengamos en segunda línea observando.
Tras aquellas palabras me encendí un cigarro mientras observaba como el cielo había cambiado de color. Tenía un aspecto realmente maravilloso, aunque la sensación de que todo se iba a echar al garete deslucía la escena. Había un pequeño instinto de supervivencia que me gritaba que aún estaba a tiempo de convencer a la chica y marcharnos de esta isla del infierno, pero ya había tomado una decisión. Me eché la saca llena de al hombro y comencé a seguir el mismo camino que había cogido el tuerto con intención de quedarme en segunda línea para observarlo todo.
- Por cierto Sarah, ¿sabes por qué cojones está todo lleno de hojas?
Me quedé pasmado durante un segundo, aún con aquella sonrisa en el rostro sin saber muy bien como reaccionar, pero entonces me percaté de que el saco pesaba más de lo que aparentaba por su volumen, por lo que la inquietud pasó a segundo plano superada por mi curiosidad. Decidí echar un vistazo al saco mientras mis nakamas tomaban aire, asombrándome del contenido. Agarré una de aquellas maravillosas piezas doradas, con la intención de comprobar su calidad para asegurarme de que realmente era oro y no una imitación, aunque con lo que me quedé parado fue cuando me percaté de que aquel metal tenía forma de corazón. El realismo de la pieza era impresionante y varias maquinaciones científicas recorrieron mi mente, aunque tuve que dejarlas para otro momento. Había escuchado la inequívoca voz del tuerto diciendo que alguien nos amenazaba.
No sabía de que mierdas estaba hablando, me había quedado demasiado absorto en mis cosas y casi no escuché nada de la voz del ángel, por lo que me acerqué a ellos tras recoger la pieza de metal que golpeó a Arribor en la cabeza y guardarla en el saco con el resto de cosas. Llegué justo en el momento en que el tuerto hablaba de ir a por la tipa y en el que salió Franklyn a escena. Como siempre el bicho mostró una intuición superior a su amo, mostrando claros signos de que no quería seguir al pirata a aquella locura. No podía estar más de acuerdo con aquella alimaña, pero el pirata tras mostrar su inamovible tozudez una vez más se lanzó a lo loco y en línea recta.
-¡Puto loco! - mascullé mientras lo veía alejarse y escuchaba a Sarah.
No me apetecía ir a luchar contra aquella mujer. Estaba claro que de nosotros solo el tuerto tenía un poder considerable como para poder salir indemne de allí, pero tampoco me hacía gracia que aquel kamikaze muriese. A pesar de todas sus excentricidades era mi mejor baza para conseguir mis planes de forma segura. Me proporciona la seguridad que necesito, como también me proporcionaría la fama que necesitaría en el futuro. Así que por todo eso y alguna cosa más, me sorprendí a mi mismo articulando unas palabras de las que no estaba muy convencido.
- Pues esta vez no tengamos la misma prisa que él. Sigamos sus pasos, pero de forma más pausada. Creo que lo mejor será que nos mantengamos en segunda línea observando.
Tras aquellas palabras me encendí un cigarro mientras observaba como el cielo había cambiado de color. Tenía un aspecto realmente maravilloso, aunque la sensación de que todo se iba a echar al garete deslucía la escena. Había un pequeño instinto de supervivencia que me gritaba que aún estaba a tiempo de convencer a la chica y marcharnos de esta isla del infierno, pero ya había tomado una decisión. Me eché la saca llena de al hombro y comencé a seguir el mismo camino que había cogido el tuerto con intención de quedarme en segunda línea para observarlo todo.
- Por cierto Sarah, ¿sabes por qué cojones está todo lleno de hojas?
- Resumen:
- -Recoger los órganos de oro. Hablar con Sarah y seguir a Arribor hacia donde narices vaya, aunque manteniéndome en segunda línea.
Pero sobre todo, gracias a quien haya hecho posible el cacharrazo en la cabeza a Arribor
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Aquella jodida guerra era un no parar sin duda alguna. El rubio no tardó en llegar a la plaza junto a su jefe y el resto de miembros. Sus ojos se clavaron tranquilamente en las personas que había en aquel lugar. Silbó un poco al estar flipando por la situación y después de unos momentos empezó a ilusionarse. Tal vez podían terminar ya con aquella tontería de una vez por todas. El chico trató de saltar con fuerza hacia la plaza, pero entonces un dolor increíblemente punzante se hizo presencia en sus costillas. El marine escupió un poco de saliva y después soltó un pequeño quejido de dolor. La caída no había sido algo fácil de asumir y mucho menos desde tanta altura. Encima había continuado combatiendo todo el tiempo sin parar.
- A-aah… mi costado…
Dijo al mismo tiempo que se llevaba la mano a aquella zona y después fruncía un poco el ceño. No quería mantenerse débil delante de sus compañeros y por ello negó con la cabeza. Pensaba contener el dolor todo lo posible sin miedo alguno. Pudo ver al capitán Kodama también y eso le hizo mostrar una sonrisa amable. Le encantaba el jodido árbol. Era la clase de persona que debía de estar en el puesto de Almirante. Avanzó un poco hacia el frente y después de unos momentos dirigió su mirada hacia Al.
- ¿Qué debemos hacer, señor?
Estaba impaciente por escuchar la respuesta. Trató de colocar entonces su mano izquierda en el hombro de Misa para apoyarse un poco. Su rostro se ensombreció durante unos segundos y acto seguido chasqueó la lengua. Le quedaban pocas energías después de todo lo que había hecho. Había vencido él solo a uno de los ejércitos de Meln, era normal su estado. Trató de disimularlo un poco y acto seguido mostró una sonrisa amable, aunque con algunas gotas de sudor bajándole por la frente.
- A-aah… mi costado…
Dijo al mismo tiempo que se llevaba la mano a aquella zona y después fruncía un poco el ceño. No quería mantenerse débil delante de sus compañeros y por ello negó con la cabeza. Pensaba contener el dolor todo lo posible sin miedo alguno. Pudo ver al capitán Kodama también y eso le hizo mostrar una sonrisa amable. Le encantaba el jodido árbol. Era la clase de persona que debía de estar en el puesto de Almirante. Avanzó un poco hacia el frente y después de unos momentos dirigió su mirada hacia Al.
- ¿Qué debemos hacer, señor?
Estaba impaciente por escuchar la respuesta. Trató de colocar entonces su mano izquierda en el hombro de Misa para apoyarse un poco. Su rostro se ensombreció durante unos segundos y acto seguido chasqueó la lengua. Le quedaban pocas energías después de todo lo que había hecho. Había vencido él solo a uno de los ejércitos de Meln, era normal su estado. Trató de disimularlo un poco y acto seguido mostró una sonrisa amable, aunque con algunas gotas de sudor bajándole por la frente.
- Exterior Palacio:
- Hablar con Al, estar hecho mierda despues de tanta pelea, intentar disimularlo un poco apoyandose en Misa.
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El jefe, como era de esperar en esa situación, entró en un estado de codicia suprema. Se lanzó a por las monedas y objetos como si necesitara poseerlo todo para poder sobrevivir, o para no morir de algún misterioso ataque. Era algo normal en él, y todo aquel que lo conociera un poco podría haber supuesto que ese sería el resultado hubieran encontrado donde hubieran encontrado aquella cantidad de tesoros. Parecía que no solo el sufría aquella fiebre de avaricia, todos estaban recogiendo cosas de aquella sala, aunque muchos, como el Yonkou, eran mucho más sosegados.
La dragona en mi interior luchaba por que la liberara y comenzar a acaparar riquezas, lanzar gas a todos los presentes y casi por encima de todo, revolcarse en el oro. Era un deseo bastante fuerte, tanto que no pude resistirme a empezar a recolectar monedas y objetos. Fui capaz de controlar el resto de deseos de mi compañera, aunque me comencé a preguntar si la codicia tenía algo que ver con nuestras frutas. Y, de ser así, como sería el jefe antes de consumir la suya. Aunque claro, era probable que ya fuera de inicio y su dragón solo lo acrecentara. Madara me propuso tener sexo allí mismo, aunque la dragona lo deseaba mucho, simplemente le di una gran colleja cuando pase al lado del mercenario recogiendo el tesoro.
-Céntrate, no tendrás nada de eso con gente mirando pedazo de pervertido, a menos claro está, que sea nuestra nueva amiga. Aunque, deberías estar más atento, si ese ser nos mata, no tendrás ni sexo ni tesoro nunca más. Si yo fuera tú, iría a ocuparme de él y proteger a la chica para ya sabes… - Le hice un gesto provocativo al jefe mientras le guiñaba un ojo. Esperaba sacar de allí al dragón, para al menos tener oportunidad de recoger algo más, ya que era muy rápido recogiendo cosas y su codicia y avaricia no tenían limites aparentes.
La dragona en mi interior luchaba por que la liberara y comenzar a acaparar riquezas, lanzar gas a todos los presentes y casi por encima de todo, revolcarse en el oro. Era un deseo bastante fuerte, tanto que no pude resistirme a empezar a recolectar monedas y objetos. Fui capaz de controlar el resto de deseos de mi compañera, aunque me comencé a preguntar si la codicia tenía algo que ver con nuestras frutas. Y, de ser así, como sería el jefe antes de consumir la suya. Aunque claro, era probable que ya fuera de inicio y su dragón solo lo acrecentara. Madara me propuso tener sexo allí mismo, aunque la dragona lo deseaba mucho, simplemente le di una gran colleja cuando pase al lado del mercenario recogiendo el tesoro.
-Céntrate, no tendrás nada de eso con gente mirando pedazo de pervertido, a menos claro está, que sea nuestra nueva amiga. Aunque, deberías estar más atento, si ese ser nos mata, no tendrás ni sexo ni tesoro nunca más. Si yo fuera tú, iría a ocuparme de él y proteger a la chica para ya sabes… - Le hice un gesto provocativo al jefe mientras le guiñaba un ojo. Esperaba sacar de allí al dragón, para al menos tener oportunidad de recoger algo más, ya que era muy rápido recogiendo cosas y su codicia y avaricia no tenían limites aparentes.
- Capilla Madara lee:
- Recoger oro y objetos, intentar pinchar a Madara para que vaya a acabar con el ser y a proteger a Aki, chantajeándolo con sexo y dinero.
Tobías Thorn
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Claro que mi intención era investigar aquel lugar y echar un vistazo a que era lo que tanta aglomeración de gente atraía, pero ni mucho menos iba a echar a correr hacia allí como un loco al igual que el peliblanco, sino que mi intención era avanzar con cautela. No había necesidad de arriesgar la vida de nuestros nakamas y pensé que quizás la pérdida de su miembro le habría dado algo de sensatez. No podía ser más iluso.
Al menos Bizvan mostró parte de la serenidad que lo caracterizaba. Preguntando antes de correr como un loco.
- Vayamos a por él. Seguro que la lía y bastante ha perdido ya - dije sonriendo a mi nakama, aunque las risas duraron poco.
La voz de aquella mujer, que al principio habló de parar la guerra cuando apareció, volvió a llenar cada recoveco del lugar mientras el cielo adquiría un matiz distinto. Su voz estaba cargada con una intensidad que me hizo vibrar, pero más lo hizo el ultimátum que dio. ¿Ahora qué mierdas debíamos hacer? Por un instante la ansiedad casi pudo conmigo, pero conseguí recomponerme y no perder los nervios. Respiré profundamente un instante y dirigí a mi compañero de nuevo.
- Ahora sí que hay que ir a por él... - comencé a decir a la vez que comenzaba a andar hasta que un nuevo suceso cambió mis palabras a media frase. -¿¡Qué cojones es eso!? - exclamé al ver como un tipo se transformaba en un enorme dragón azul y un montón de gente se montaba en su grupa antes de salir volando.
Mientras corría al interior de aquella pequeña capilla pensando lo peor. Se habían subido muchas personas en aquel ser y temí que alguna de ellas fuese el marine. No hubiese sido de extrañar, pero respiré aliviado cuando lo vi subido en una extraña figura haciendo de sus monerías.
-[i] Menos mal... - pensé durante un instante, pero una vez más mi tranquilidad duró poco.
Hasta ahora no me había fijado bien en el interior del lugar y no me había percatado de todos los tesoros que allí había, ni tampoco de aquel enorme tipo que gritaba a una joven con claras intenciones. ¿Qué pasaba en esta guerra que todos sufrían momentos subidos de tono? Primero yo y mi extraña atracción por el pelirrojo, luego Gusi dándole besos a todo el mundo a pesar de haberle explotado el pene vete tu a saber por qué, y por último este grandullón que se llenaba los bolsillos a manos llenos mientras. ¿Habría algo en el aire?... No era momento de pensar esas cosas.
- ¿Se puede saber que haces subido a esa cosa? - pregunté directamente al marine pasando de la pareja. No me fuese afectado otra vez y terminase con ganas de unirme a ellos. - ¿No has escuchado a la mujer de ahí fuera? - pregunté algo más malhumorado por la falta de seriedad de su nakama. - Ya sé que fui yo quien te dijo que bajásemos, pero si no puedes luchar al menos hazte cargo de tus nakamas. Creo que algo importante se está cociendo ahí arriba y aquí no hacemos nada por mucho oro que haya. Si al final esa perra lo arrasa todo... Esto no valdrá nada - terminé sin dejar de mirarlo ni un segundo.
Quería que me escuchase y recapacitase un segundo, pero solo esperé eso antes de volver a hablar con una determinación renovada.
- Seguramente allí arriba no seré de mucha utilidad, pero no me quedaré parado cuando una maldita bastarda amenaza de muerte a todas las personas que más me importan.
Llevaba muchos años sin tener familia hasta que conocí a este grupo de gente y hablaba totalmente en serio. Sentí un pequeño alivio al soltar todo aquello de golpe, sin importarme por una vez mostrar lo que siento abiertamente. Si íbamos a morir ya daba un poco igual el recato, así que una vez dicho eso me giré rápidamente dispuesto a salir por donde había entrado. Justo en el umbral antes de salir me tropecé con un pequeño objeto de color negro que había por allí, haciendo que saliese disparado por la misma puerta que yo cogí. Al salir respiré un segundo, para calmarme una vez más, tras la charla con mi nakama, al mismo tiempo que un par de lágrimas amenazaban con recorrer mi rostro. Agaché la cabeza mientras me restregaba con la manga de mi yukata para secarme los ojos, cuando vi una pequeña piedra de color oscuro en el suelo a mis pies. Al verla me recordó un poco a mí. Simple, de carácter liso y con apariencia oscuro, pero había algo en ella que parecía llamarme. Recogí aquella piedra aferrándome a algo material por un segundo antes de realizar aquello que había decido, para acto seguido salir volando de aquel agujero con el Geppou sin mirar atrás siguiendo el rumbo que había cogido el dragón. Estaba siendo egoísta con mis nakamas yo ahora, pero no quería tener que explicar todo lo que había dicho.
Al menos Bizvan mostró parte de la serenidad que lo caracterizaba. Preguntando antes de correr como un loco.
- Vayamos a por él. Seguro que la lía y bastante ha perdido ya - dije sonriendo a mi nakama, aunque las risas duraron poco.
La voz de aquella mujer, que al principio habló de parar la guerra cuando apareció, volvió a llenar cada recoveco del lugar mientras el cielo adquiría un matiz distinto. Su voz estaba cargada con una intensidad que me hizo vibrar, pero más lo hizo el ultimátum que dio. ¿Ahora qué mierdas debíamos hacer? Por un instante la ansiedad casi pudo conmigo, pero conseguí recomponerme y no perder los nervios. Respiré profundamente un instante y dirigí a mi compañero de nuevo.
- Ahora sí que hay que ir a por él... - comencé a decir a la vez que comenzaba a andar hasta que un nuevo suceso cambió mis palabras a media frase. -¿¡Qué cojones es eso!? - exclamé al ver como un tipo se transformaba en un enorme dragón azul y un montón de gente se montaba en su grupa antes de salir volando.
Mientras corría al interior de aquella pequeña capilla pensando lo peor. Se habían subido muchas personas en aquel ser y temí que alguna de ellas fuese el marine. No hubiese sido de extrañar, pero respiré aliviado cuando lo vi subido en una extraña figura haciendo de sus monerías.
-[i] Menos mal... - pensé durante un instante, pero una vez más mi tranquilidad duró poco.
Hasta ahora no me había fijado bien en el interior del lugar y no me había percatado de todos los tesoros que allí había, ni tampoco de aquel enorme tipo que gritaba a una joven con claras intenciones. ¿Qué pasaba en esta guerra que todos sufrían momentos subidos de tono? Primero yo y mi extraña atracción por el pelirrojo, luego Gusi dándole besos a todo el mundo a pesar de haberle explotado el pene vete tu a saber por qué, y por último este grandullón que se llenaba los bolsillos a manos llenos mientras. ¿Habría algo en el aire?... No era momento de pensar esas cosas.
- ¿Se puede saber que haces subido a esa cosa? - pregunté directamente al marine pasando de la pareja. No me fuese afectado otra vez y terminase con ganas de unirme a ellos. - ¿No has escuchado a la mujer de ahí fuera? - pregunté algo más malhumorado por la falta de seriedad de su nakama. - Ya sé que fui yo quien te dijo que bajásemos, pero si no puedes luchar al menos hazte cargo de tus nakamas. Creo que algo importante se está cociendo ahí arriba y aquí no hacemos nada por mucho oro que haya. Si al final esa perra lo arrasa todo... Esto no valdrá nada - terminé sin dejar de mirarlo ni un segundo.
Quería que me escuchase y recapacitase un segundo, pero solo esperé eso antes de volver a hablar con una determinación renovada.
- Seguramente allí arriba no seré de mucha utilidad, pero no me quedaré parado cuando una maldita bastarda amenaza de muerte a todas las personas que más me importan.
Llevaba muchos años sin tener familia hasta que conocí a este grupo de gente y hablaba totalmente en serio. Sentí un pequeño alivio al soltar todo aquello de golpe, sin importarme por una vez mostrar lo que siento abiertamente. Si íbamos a morir ya daba un poco igual el recato, así que una vez dicho eso me giré rápidamente dispuesto a salir por donde había entrado. Justo en el umbral antes de salir me tropecé con un pequeño objeto de color negro que había por allí, haciendo que saliese disparado por la misma puerta que yo cogí. Al salir respiré un segundo, para calmarme una vez más, tras la charla con mi nakama, al mismo tiempo que un par de lágrimas amenazaban con recorrer mi rostro. Agaché la cabeza mientras me restregaba con la manga de mi yukata para secarme los ojos, cuando vi una pequeña piedra de color oscuro en el suelo a mis pies. Al verla me recordó un poco a mí. Simple, de carácter liso y con apariencia oscuro, pero había algo en ella que parecía llamarme. Recogí aquella piedra aferrándome a algo material por un segundo antes de realizar aquello que había decido, para acto seguido salir volando de aquel agujero con el Geppou sin mirar atrás siguiendo el rumbo que había cogido el dragón. Estaba siendo egoísta con mis nakamas yo ahora, pero no quería tener que explicar todo lo que había dicho.
- Resumen:
- - Flipar con Dexter en su forma dragón y el mensaje del ángel, pero más al oír a Madara. Haciendo que me pregunte que hay en el aire de Sideros para que estemos tan calientes, pero terminar hablando efusivamente con Gusi y terminar marchándome de allí directo al meollo. Aunque encontrándome algo que puede ser mi objeto de la lotería antes de irme(?).
Worgulv
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El hombre se mantenía firme ante todas las amenazas que se habían alzado ante su comandante, su martillo estaba alto y aun le quedaba sangre en las venas, no iba a rendirse aunque los enemigos no parecían acabar de salir de todas partes, un hombre se proclamó como nuevo candidato al trono, Worgulv lo considero un bocazas y un inconsciente, era solo un forastero con demasiada ambición, tenía que defender su honor y con él, a Grum.
Cuando el ataque del enemigo comenzó, una honda impacto al hombre, podía notar un inmenso poder de uno de los enemigos, el hombre estaba abrumado, no podía concebir una victoria en su contra, ¿cómo era eso posible? ¿desde cuándo podía sentir eso por algo o alguien? Nunca se podía rehuir de una batalla, pero contra todo pronóstico algo fuera de si le imponía ese sentimiento. Worgulv se dispuso a defenderse tanto a él como a Grum, cuando rápidamente una sombra se interpuso entre sus enemigos. El hombre lo conocía, cuando le dirigió unas palabras no puedo evitar reconocerlo `` ¿Deathstroke? ´´ casi susurro el hombre `` ¡¡Camarada!!´´ grito eufórico, intento darle un achuchón, pero el brazo cosido aún no se podía mover y en la otra extremidad cargaba el martillo, hacía mucho tiempo que no había visto a nadie de su tripulación, demasiados viajes en solitario. No contento con el reencuentro tan fortuito, su camarada le entrego unos brazales, tenían unas runas que fácilmente reconoció como el idioma de los dioses, de donde demonios los había obtenido.
Antes de darse cuenta y habiendo su camarada parado el ataque enemigo, muchas presencias se sumaron a su grupo para defenderlo, entre ellos el hombre del sombrero y Hinori, también una camarada de su tripulación que parecía muy preocupada por sus heridas y llena de rabia, el hombre no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa, al fin no se sentía solo, desde que se separó del pequeño hombre pelirrojo, lo había embargado una sensación de soledad inmensa, como si fuese el único luchando al lado de un comandante que lo ignoraba. Pero eso había llegado a su fin, el hombre se dispuso a duras penas a defender a sus camaradas y a Grum todo lo que le permitiesen sus heridas `` Los dioses me han regalado a los mejores camaradas´´
Cuando el ataque del enemigo comenzó, una honda impacto al hombre, podía notar un inmenso poder de uno de los enemigos, el hombre estaba abrumado, no podía concebir una victoria en su contra, ¿cómo era eso posible? ¿desde cuándo podía sentir eso por algo o alguien? Nunca se podía rehuir de una batalla, pero contra todo pronóstico algo fuera de si le imponía ese sentimiento. Worgulv se dispuso a defenderse tanto a él como a Grum, cuando rápidamente una sombra se interpuso entre sus enemigos. El hombre lo conocía, cuando le dirigió unas palabras no puedo evitar reconocerlo `` ¿Deathstroke? ´´ casi susurro el hombre `` ¡¡Camarada!!´´ grito eufórico, intento darle un achuchón, pero el brazo cosido aún no se podía mover y en la otra extremidad cargaba el martillo, hacía mucho tiempo que no había visto a nadie de su tripulación, demasiados viajes en solitario. No contento con el reencuentro tan fortuito, su camarada le entrego unos brazales, tenían unas runas que fácilmente reconoció como el idioma de los dioses, de donde demonios los había obtenido.
Antes de darse cuenta y habiendo su camarada parado el ataque enemigo, muchas presencias se sumaron a su grupo para defenderlo, entre ellos el hombre del sombrero y Hinori, también una camarada de su tripulación que parecía muy preocupada por sus heridas y llena de rabia, el hombre no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa, al fin no se sentía solo, desde que se separó del pequeño hombre pelirrojo, lo había embargado una sensación de soledad inmensa, como si fuese el único luchando al lado de un comandante que lo ignoraba. Pero eso había llegado a su fin, el hombre se dispuso a duras penas a defender a sus camaradas y a Grum todo lo que le permitiesen sus heridas `` Los dioses me han regalado a los mejores camaradas´´
- Sarka- interior del palacio :
- -Ser consciente de los acontecimientos
-Reencontrarme con Deathstroke
- Recibir los brazales
- Ver como poco a poco surgen aliados a mi alrededor, incluyendo el reencuentro con Hinori
Osuka Sumisu
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El Oficial Krauser intento contactar con el demonio blanco, solo quedaba esperar. Aun no comprendía porque se preocupaba tanto por el estado de Ai. Sabía bien que era un hueso duro de roer a pesar de ser una enana, pero “mala hierba nunca muere” pensaba para dentro.
La Quimera era como un buen reloj, si faltaba alguno de sus componentes, fallaría. Eso era lo que le carcomía por dentro. Que discusiones como la que habían tenido Krau y Ai separasen al resto del grupo.
Un escalofrió le paso la espalda, se giró hacia tito Krau. Estaba sonriendo y eso era que tenía una idea muy muy mala.
- Krauser, no me gusta cuando te ries.- comento asustado.- Risa tuya igual a malo.
El vehículo empezó a tomar un color azabache, comenzando a coger una velocidad vertiginosa a la vez que decía que iba usar el coche, o supuestamente usarlo, para echar abajo la muralla. Si no se estrellaban antes.
- Ay Dios, se acabó, a este hombre se le ha ido la pinza completamente, de aquí no salimos enteros.- Comento, a pesar del gran volumen por la música. Desistió a quejarse sobre las locuras del antiguo almirante y decidió hacer lo más razonable, unirse a su locura.- ¡Bueno si tenemos que morir aquí, será liándola! ¡A la carga!
De un golpe abrió la guantera del copiloto donde, sorprendentemente había una pequeña trompeta, como la que usaban los escuadrones de caballerías, y una bandera blanca con un palo retráctil. Con un rotulador de su set de herramientas de bolsillo, dibujo el símbolo de la Venganza de la Quimera. Agarrando la bandera con el palo ya extendido, uso su mano derecha libre para tocar la trompeta.
Definitivamente a Osu se le había ido ya la cabeza con tanto golpe hoy, necesitaba unas vacaciones ipso facto.
La Quimera era como un buen reloj, si faltaba alguno de sus componentes, fallaría. Eso era lo que le carcomía por dentro. Que discusiones como la que habían tenido Krau y Ai separasen al resto del grupo.
Un escalofrió le paso la espalda, se giró hacia tito Krau. Estaba sonriendo y eso era que tenía una idea muy muy mala.
- Krauser, no me gusta cuando te ries.- comento asustado.- Risa tuya igual a malo.
El vehículo empezó a tomar un color azabache, comenzando a coger una velocidad vertiginosa a la vez que decía que iba usar el coche, o supuestamente usarlo, para echar abajo la muralla. Si no se estrellaban antes.
- Ay Dios, se acabó, a este hombre se le ha ido la pinza completamente, de aquí no salimos enteros.- Comento, a pesar del gran volumen por la música. Desistió a quejarse sobre las locuras del antiguo almirante y decidió hacer lo más razonable, unirse a su locura.- ¡Bueno si tenemos que morir aquí, será liándola! ¡A la carga!
De un golpe abrió la guantera del copiloto donde, sorprendentemente había una pequeña trompeta, como la que usaban los escuadrones de caballerías, y una bandera blanca con un palo retráctil. Con un rotulador de su set de herramientas de bolsillo, dibujo el símbolo de la Venganza de la Quimera. Agarrando la bandera con el palo ya extendido, uso su mano derecha libre para tocar la trompeta.
- Spoiler:
Definitivamente a Osu se le había ido ya la cabeza con tanto golpe hoy, necesitaba unas vacaciones ipso facto.
- Quimera:
- Seguirle el rollo a Krauser
Rezar mucho y muy fuerte para no ostiarse
Gareth Silverwing
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-Hmm... Es decir que, si no hoy un monarca en diez minutos... nos va a matar a todos.
-Tiene pinta. Y no creo que sea un farol.
-Primero cinco ejércitos, luego estatuas gigantes, y ahora esto. El gobierno de esta isla está más desestructurado que la familia Markov.
Conversé con Zinogre en mi cabeza mientras nos adentrábamos en la plaza del palacio. Había bastante gente, podía reconocer a alguno de ellos como a Kodama, aunque la mayoría eran desconocidos. El cielo cambiaba constántemente de tonos y colores, pasando del verde, al rojo del atardecer al rojo fuego y al negro de las nubes de tormenta, muy bonito todo. Contemplaba todo lo que pasaba desde la silla de montar de Skarl, la verdad es que después de pasarte horas repartiendo era entretenido tomar un pequeño descanso y ver cómo otros se atizaban, además, no sabía cómo actuaría la brigada, así que hasta que me dieran órdenes recuperaría fuerzas.
También estaban los Blue Rose, la banda de Dexter Black, como no, en el centro del meollo. Dexter estaba provocando al ángel mientras el resto se adentraba en el palacio, a saber para qué, no eran una banda con mala fama por así decirlo, pero no podía confiar en los piratas, así que no sabría decir si su objetivo era bueno, malo, o simplemente se interpondría en mi camino.
- Al, digo... señor Naion. Los Blue Rose se dividen, puede que lo mejor sea que los siga para ver si traman algo. - No esperé a que diera su visto bueno para espolear a Skarl para que saliera disparado al palacio. - Gracias, me encargaré de ello.
Skarl Corrió para adentrarse en el palacio, metiéndose por un relativamente angosto agujero. Trotó por la inmensa sala en la cual se escuchaba el eco de sus pasos transformándolo en una estampida. Notaba como varias presencias chocaban tratando de imponerse, lo cual hizo que Skarl se parase en seco. Desmonté para acercarme a la escena. Un grupo bastante nutrido parecía estar luchando, debatiéndose entre atacar y defender al pretor, aunque los miembros de Blue Rose acababan de llegar. Indiqué a Skarl que se quedase en un lugar seguro y caminé hacia ellos arma en mano, estaba cansado, pero si me ofrecían un combate gustoso se lo ofrecería.
Paso a paso trataba de enfocar mi presencia más y más para no verme superado por las otras, haciendo que todos lo notaran pero que afectase sólo a aquellos que no me sonara que estuvieran en la tripulación de Dexter... o por lo menos tratando de hacerlo.
- Menudo lío tenéis montado. Casi no tengo claro quién lucha con quién ni porqué, no me importa si Grum llega al trono o no, pero veo que estáis amenazando a uno de mis amigo... y eso es algo que no pienso permitir. - Dije con tono amenazador agarrando mi arma, preparado por si tenía que hacer correr la sangre.
-Tiene pinta. Y no creo que sea un farol.
-Primero cinco ejércitos, luego estatuas gigantes, y ahora esto. El gobierno de esta isla está más desestructurado que la familia Markov.
Conversé con Zinogre en mi cabeza mientras nos adentrábamos en la plaza del palacio. Había bastante gente, podía reconocer a alguno de ellos como a Kodama, aunque la mayoría eran desconocidos. El cielo cambiaba constántemente de tonos y colores, pasando del verde, al rojo del atardecer al rojo fuego y al negro de las nubes de tormenta, muy bonito todo. Contemplaba todo lo que pasaba desde la silla de montar de Skarl, la verdad es que después de pasarte horas repartiendo era entretenido tomar un pequeño descanso y ver cómo otros se atizaban, además, no sabía cómo actuaría la brigada, así que hasta que me dieran órdenes recuperaría fuerzas.
También estaban los Blue Rose, la banda de Dexter Black, como no, en el centro del meollo. Dexter estaba provocando al ángel mientras el resto se adentraba en el palacio, a saber para qué, no eran una banda con mala fama por así decirlo, pero no podía confiar en los piratas, así que no sabría decir si su objetivo era bueno, malo, o simplemente se interpondría en mi camino.
- Al, digo... señor Naion. Los Blue Rose se dividen, puede que lo mejor sea que los siga para ver si traman algo. - No esperé a que diera su visto bueno para espolear a Skarl para que saliera disparado al palacio. - Gracias, me encargaré de ello.
Skarl Corrió para adentrarse en el palacio, metiéndose por un relativamente angosto agujero. Trotó por la inmensa sala en la cual se escuchaba el eco de sus pasos transformándolo en una estampida. Notaba como varias presencias chocaban tratando de imponerse, lo cual hizo que Skarl se parase en seco. Desmonté para acercarme a la escena. Un grupo bastante nutrido parecía estar luchando, debatiéndose entre atacar y defender al pretor, aunque los miembros de Blue Rose acababan de llegar. Indiqué a Skarl que se quedase en un lugar seguro y caminé hacia ellos arma en mano, estaba cansado, pero si me ofrecían un combate gustoso se lo ofrecería.
Paso a paso trataba de enfocar mi presencia más y más para no verme superado por las otras, haciendo que todos lo notaran pero que afectase sólo a aquellos que no me sonara que estuvieran en la tripulación de Dexter... o por lo menos tratando de hacerlo.
- Menudo lío tenéis montado. Casi no tengo claro quién lucha con quién ni porqué, no me importa si Grum llega al trono o no, pero veo que estáis amenazando a uno de mis amigo... y eso es algo que no pienso permitir. - Dije con tono amenazador agarrando mi arma, preparado por si tenía que hacer correr la sangre.
- Interior Palacio:
- Correr hacia el palacio, ver el meollo e intervenir tratando de usar haki del rey (¿por qué no, vamos a medirnos la polla?)
Ryuken Shirou
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Pese a la situación, las palabras de aquella mujer le vinieron muy bien en este momento. No por la amenaza ni por cosas de ese estilo, sino más bien porque se estaba quedando dormido en el lomo de Galia. Sus heridas y su fatiga ya le estaban pasando más de la cuenta. Abrió sus ojos y empezó a notar toda la gente que había alrededor. Cuando su mirada se posó en un árbol parlante, el joven rebelde parpadeó y se restregó sus ojos. "No, sigue allí", pensó algo atónito Ryuken. Había visto bastantes cosas bizarras y raras en su vida, pero ese sujeto se llevaba la medalla de oro. Enserio... ¿un árbol parlante? En eso escuchó como la pelirrosa dijo que iba a volver a humana, a lo que el rebelde asintió y, rápidamente, se bajó del lomo. Ahora que podía observar mejor la situación, pudo darse cuenta que había gente bastante famosa alrededor.
Cojeando, empezó a seguir a Galia mientras observaba, sin expresión alguna en su rostro, a todos los presentes del lugar. Sus heridas le estaban doliendo y pasando un poco la cuenta, pero no iba a dejar sola a su compañera ni por nada en el mundo. En eso, escuchó lo que dijo la pelirrosa acerca de su mentor. "Entonces, Sensei está adentro", pensó mientras miraba el palacio. Si no se equivocaba, ese debía ser el lugar donde se encontraba el trono de Sideros.
– Ah... mierda – pensó mientras veía como su compañera entraba allí.
Ryuken suspiró pesadamente y tensó sus músculos, sabiendo muy bien que iba a doler lo que iba hacer. Acto seguido, salió corriendo hacia donde fue la pelirrosa. Era algo gracioso de ver, un cojo intentando poder ir más allá de sus límites. Afortunadamente consiguió llegar antes que la joven se alejara demasiado. El rebelde suspiró y, luego de echarle una rápida mirada a todos los presentes, siguió a Galia. Ella era la de los super sentidos, por lo que sabría de sobra donde se encontraba Dranser.
Cojeando, empezó a seguir a Galia mientras observaba, sin expresión alguna en su rostro, a todos los presentes del lugar. Sus heridas le estaban doliendo y pasando un poco la cuenta, pero no iba a dejar sola a su compañera ni por nada en el mundo. En eso, escuchó lo que dijo la pelirrosa acerca de su mentor. "Entonces, Sensei está adentro", pensó mientras miraba el palacio. Si no se equivocaba, ese debía ser el lugar donde se encontraba el trono de Sideros.
– Ah... mierda – pensó mientras veía como su compañera entraba allí.
Ryuken suspiró pesadamente y tensó sus músculos, sabiendo muy bien que iba a doler lo que iba hacer. Acto seguido, salió corriendo hacia donde fue la pelirrosa. Era algo gracioso de ver, un cojo intentando poder ir más allá de sus límites. Afortunadamente consiguió llegar antes que la joven se alejara demasiado. El rebelde suspiró y, luego de echarle una rápida mirada a todos los presentes, siguió a Galia. Ella era la de los super sentidos, por lo que sabría de sobra donde se encontraba Dranser.
- Interior Palacio:
- Cojear como paciente, entrar al palacio junto a Galia y seguirle para buscar a Dranser
Liv L Astrid
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Mi mentor me dijo que le demostrase lo que había aprendido en todo este tiempo, supuse que para ver si era digna de poder ser alguien de su cultura, pero antes de poder hacer nada, un tipo comenzó a dar un discurso, decía ser el Yonkaikyo Bleyd un representante del gobierno, y que sería él el que se sentase en el trono para gobernar la isla después le dio un ultimátum al pretor que estaba junto a Worgulv y otro tipo. Otros se le siguieron y se pusieron de su parte preparándose para combatir. Las cosas parecían ir mal, eran muchos y parecían bastante fuertes, pero no iba a achantarme por algo así y daría la vida en combate si era necesario.
De pronto apareció un hombre con armadura, parecía querer parar el combate y proteger a mi mentor por ordenes de su capitán, no sabía quién era pero quería evitar que consiguiese la gloria del combate y no lo oba a permitir, pero me detuvo el hecho de que hablase con Worgulv de forma muy amistosa, como si lo conociese desde hacía tiempo. De pronto, noté como un escalofrío tras notar la presencia de uno de nuestros oponentes pero me mantuve firme y casi seguida de ella la del compañero de Worgulv y apenas habían pasado unos segundos y entraron en la sala más personas, y allí empezaba a haber un montón de gente y muchos vinieron a ayudar al vikingo, por mi parte no me quedaría atrás, o eso intentaría y lucharía junto a ellos por demostrar mi honor.
-Parece que tu amigo tiene muchos conocidos y buenos amigos, a ver cuando consigues unos amigos así también. Pero conociéndote no creo que lo vayas a conseguir – me dijo Trece de pronto.
-Cállate, no es momento para eso, ya lo discutiremos más adelante –le contesté mientras me coloqué en una posición defensiva preparada para compatir.
De pronto apareció un hombre con armadura, parecía querer parar el combate y proteger a mi mentor por ordenes de su capitán, no sabía quién era pero quería evitar que consiguiese la gloria del combate y no lo oba a permitir, pero me detuvo el hecho de que hablase con Worgulv de forma muy amistosa, como si lo conociese desde hacía tiempo. De pronto, noté como un escalofrío tras notar la presencia de uno de nuestros oponentes pero me mantuve firme y casi seguida de ella la del compañero de Worgulv y apenas habían pasado unos segundos y entraron en la sala más personas, y allí empezaba a haber un montón de gente y muchos vinieron a ayudar al vikingo, por mi parte no me quedaría atrás, o eso intentaría y lucharía junto a ellos por demostrar mi honor.
-Parece que tu amigo tiene muchos conocidos y buenos amigos, a ver cuando consigues unos amigos así también. Pero conociéndote no creo que lo vayas a conseguir – me dijo Trece de pronto.
-Cállate, no es momento para eso, ya lo discutiremos más adelante –le contesté mientras me coloqué en una posición defensiva preparada para compatir.
- resumen interior del palacio:
- ver la movida y como se llena todo de gente y prepararme para combatir.
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
- Moderación General:
- Resuena de nuevo en toda la isla el choque de aceros mientras el suelo ennegrece, pero es eclipsado por el sonido de los derrumbes. El suelo retumba y se levanta el polvo en la parte central de la ciudad, oscureciendo si cabe más la atmósfera, haciendo de la batalla un momento más tenso todavía. Resuena, intenso, el aullido de dolor de la guardiana en los oídos de todos, impregnando los corazones del sufrimiento que ella siente.
La herida no parece cicatrizar, no tan rápido como las demás, y mira con furia a Kodama mientras su hoja, apuntando al suelo, detiene los impactos que van por su espalda. Pero hay algo que hace a sus ojos moverse lentamente, para terminar girando por completo la cabeza. Balarad, concentrada en la batalla, posa su vista en algo.
-¿De dónde has sacado eso?- preguntan ambas mujeres a un tiempo. Mientras Linvana repele al espadachín con algo de esfuerzo, intentando no tocar de nuevo las hojas del árbol, la Pretora de cabellos rubios se acerca lentamente a lo que ha captado su atención. Con cautela, se mantiene a una distancia segura, pero extiende la mano mientras su arma, en la otra, apunta directamente a la Guardiana.
-Dame ese objeto- dice, con su voz dulce pero severa. Sin embargo, no tiene tiempo de conseguir lo que desea.
Linvana no espera un instante. Cuando siente la cercanía de eso, se lanza en una carga desesperada contra quien la lleva, a cualquier precio. Las nubes negras se abren para que un dragón de fuego emerja de ellas, lanzándose de cabeza contra el suelo, mientras se abalanza en un ataque extremadamente veloz que es casi imposible verlo, y el tajo se lanza a la vez que el dragón besa el suelo.
-Eso ha sido una advertencia. Ahora devuélvemela.
Se queda en posición desafiante, en guardia contra los nuevos enemigos que van llegando. Mientras tanto, en los alrededores de la plaza la batalla se recrudece. Los restos del ejército de Zal se reagrupan poco a poco, atacando en pequeños grupos a los batallones despistados de Balt y Sarka. Al mismo tiempo, las flechas vuelan y las espoletas son golpeadas, estallando en el aire. Los edificios caen y el caos se apodera de la ciudad mientras los batallones se reagrupan. De nuevo, caballería alada contra aviación, y los refuerzos empiezan a llegar al redoble de tambores. Ni siquiera el enorme dragón de llamas ni las amenazas de la guardiana, que aún ensordecen a muchos, logran calmar la debacle que se cierne sobre Síderos. Es hora de hacer algo, lo que sea. Quedan seis minutos.
- En la capilla:
- Gusi, hay por el suelo alguna que otra joya, pero ninguna encaja en el ojo. Bizvan, ves cómo Madara, en la lejanía, se agacha a recoger algo y cierra con fuerza el puño. Brilla rojizo por un instante, pero seguramente no será nada.
En fin, parece que además del oro, y hay alguien que parece se lo va a llevar. Tal vez debáis salir, ayudar en la guerra, robar discretamente al dragón ese… No sé, no parece que haya mucho más que hacer si no encontráis cómo ponerle ambos ojos a la efigie.
- Haru, Noah, Syxel, Amaiar:
- ¡Qué bello reencuentro totalmente casual y nada premeditado! Parece que el botón al que Haru le dio formaba raíles de velocidad que comunicaban Meln con la ciudad. Probablemente Meln los habría activado, pero traición masiva, ya sabes…
En fin, el Sacerdote frena mal y se pega la hostia de su vida, desnucándose contra una pared, y por suerte vosotros al impactar contra su cuerpo recién muerto os duele un poco, pero sobrevivís sin problema. Salvo Noah, él está como una rosa, aunque empieza a deshidratarse.
Pero bueno, dejaos de presentaciones porque se escucha la guerra casi a vuestro lado. Risas alegría y mucha diversión.
- Tobías:
- Terminas en medio de las filas de Balt, que te abren organizadamente paso. Hay pequeños contingentes de bestias y jinetes que atacan. Podrías ayudar o seguir ese dragón que cae del cielo.
- Eichi y Milena:
- No detectas nada. Sin embargo, el arbusto lanza espinas. Parece una especie endémica de Síderos, seguramente podríais hacer grandes avances científicos con ella. En fin, Milena, la decisión es tuya: Si os vais, dejáis el capítulo a salvo. De lo contrario, elegid ruta. Toda la acción está en la ciudad.
- Interior del Palacio:
- Bleyd, notas una sensación intensa y terrible. Sin embargo, más allá de ser sumamente desagradable no te afecta en absoluto. Mientras tanto, Grum se defiende sin ningún problema de los ataques que le han lanzado, y su espada motosierra comienza a brillar al rojo vivo mientras el choque de tantas presencias de ese calibre provocan que las columnas se agrieten, haciendo que el techo se hunda sobre vuestras cabezas.
Con mucho esfuerzo lo evitáis, y algunas piezas de mobiliario caen del piso de arriba, junto a algunas joyas y alhajas varias. Grum, de todos modos, parece bastante cómodo y se mueve con gran soltura pese a su tamaño, y comienza a avanzar de nuevo. Sólo que hacia la cara de Bleyd. Carga contra él intentando darle un tajo con toda su potencia, mientras esa hoja parece capaz de derretir metales. Menudo peligro, ¿Quién se atreverá a pararla? Por cierto Blue Rose, ¿No será momento de decidir si defendéis o atacáis a Grum? Parece que esto no formaba parte del plan.
- Aki, Dranser y Sans:
- Llegáis al salón del trono, atravesando una enorme puerta de madera de ébano. Comparado a la gran sala columnada que dejáis atrás es hasta pequeño, pero enorme de todos modos. En el centro de la estancia se alza un enorme trono, a unos seis metros de altura, con cuatro asientos algo más bajos, que parecen fluir en la larga estructura del Trono. Es, simplemente, grandioso. ¿Qué vais a hacer?
- Zack y Sarah:
- Camináis por encima de los escombros, y de pronto veis la plaza ante vosotros, con todo el follón montado.
- Team Quimera:
- Atravesáis las líneas de guerra con vuestros vehículos, y en un periquete os ponéis en la plaza, detrás de Dexter, justo a tiempo para ver cómo cae un dragón de llamas sobre su cabeza.
- Vinnie, Elya, Ushio:
- Seguís avanzando en medio de la guerra hasta que finalmente llegáis a un punto donde hordas de bestias atacan a un organizado ejército de blanco. Podéis ayudar o seguir la estela de ese dragón de fuego.
- Adam:
- Los soldados parecen no estar de acuerdo respecto a que seas de nuevo su líder, y se muestran reacios a escucharte o siquiera hablarte. Por otro lado, los hombres de la camioneta intentan hacer una llamada, como has pedido, pero nadie parece contestar. Ahora te toca elegir entre quedarte ahí esperando por si alguien descuelga (los tipos tampoco parecen querer del todo que lo hagan) o salir a la plaza y acoplarte a algún grupo en su lucha.
- Kodama:
- Tu ataque parece afectar al ángel, no mucho, pero lo ha sentido mientras lo desviaba con relativa facilidad, parece ser que el Kairoseki le afecta, puede que otro ataque con esas armas ahora que está a otra cosa le afecte, pero esa habilidad que tiene está a un nivel bastante alto, ándate con cuidado, por cierto creo que ese individuo del CP, aparte de otros tantos te están hablando mientras estás ocupado. Para más detalles mira la moderación general.
- Rainbow:
- Bueno, corres en línea recta, atraviesas tabiques, paredes, muros, pilares maestros y alguna que otra puerta que pillas abierta. Detrás de tí puedes escuchas el estruendo de una serie de edificios derrumbándose. Llegas a la plaza y ves todo el percal, que es gordo para que no se fijen en el escándalo que has montado, o sí. Mira la moderación general.
- Castor, Azula, Venom, Gera, la brigada y... en general todos los que se limiten a hablar y mirar:
- Bueno... se ha quedado buena la tarde, algunos seguro que disfrutan en primera fila del combate del siglo. A lo mejor un poco más cerca de lo que diríais que es seguro.
- Kaito:
- Tu ataque se pierde entre los de Kodama, siendo bloqueados con la misma facilidad que el resto, de hecho dirías que uno de los cortes ha conectado con su carne pero sin hacerle nada. A lo mejor ese ángel tiene una protección divina de verdad.
- Dreik y Dexter:
- Bueno... creo que Dexter ha llamado la atención del ángel, eso sin duda. Si recibís las llamas notaréis un calor abrasador a pesar de vuestra resistencia, y un olor parecido al incienso a la vez que vuestra piel se empiece a abrasar. El tajo del ángel, aunque rápido ha sido muy cuidadoso, como si no quisiera hacer más daño del necesario, por lo menos a Dexter (porque el arco también puede dar a Drake), está claro que era una advertencia.
Ambos notáis cómo un aura regia emerge de ella, algo que os debilita, negando cualquier Pu pasivo. Dexter, notas cómo la esfera reacciona y un brillo sale de la bolsa improvisada, la mirada del ángel se pierde en ese fulgor. Parece casi dispuesta a cualquier cosa con tal de recuperarla, al igual que Balarad. Ambas parecen ansiosas por tenerla, pero, a quién se la darás, si se la das a alguien.
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Krauser aceleró al escuchar a la pelirroja pedir más velocidad. Tenía la sexta marcha metida y aquel vehículo era una verdadera locura. Entonces escuchó las palabras de Ai por el Den den mushi. El demonio cerró los ojos lentamente y finalmente su rostro se ensombreció ¿Cómo podía decir aquella mentira cuando estaba detectándola con el haki de observación? ¿No quería volver pese a que fue ella que se fue con un marine dejándolos a ellos? Karl tenía toda la razón. Ai era una maldita traidora y se acababa de demostrar con su mentira. El ceño del asesino se frunció de forma exagerada. Su hermano, su mujer, su hija y ahora su hermana. Estaba claro todo, Krauser no podía tener familia y por ello, se terminó todo. Pudo ver la plaza de una maldita vez y localizó la presencia de Dexter también. El demonio de la niebla empezó a frenar despacio, hasta que pegó una racha violenta que casi volcó aquel vehículo.
- Todo el mundo fuera del vehículo ¡Espero no tener que repetirlo!
Dijo mirándolos de forma seria. Si alguno tenía la osadía de no bajarse, él mismo lo lanzaría con una onda de choque. Se estaba comportando como un idiota, pero su mente ya estaba demasiado rota con tanta pérdida y la mentira de Ai fue la gota que colmó el vaso. En cuanto se bajasen todos de aquel vehículo los miraría de una forma un poco distinta, como si fuese la última vez.
- Espero que podáis perdonarme algún día. Quiero que sepáis que aunque hace poco que soy vuestro líder, os quiero como a mis hijos… Ai nos ha traicionado. Osuka, me alegro de haber tenido un soldado tan fiel como tú. Edward, sé que eres joven, pero estoy seguro de que te convertirás en un gran rebelde. Yoko, te he conocido de poco, pero eres buena gente. Silver, sé que lograras tu meta. – Le diría si estaba allí. – Hasta siempre, familia…
El demonio de la niebla entonces aceleró con todo lo que aquel vehículo podía dar. Observó bien lo que estaba pasando en la zona de Drake y Dexter. Sabía de sobra que si el dragón no la había matado ya, él no iba a poder, pero en eso consistía la cosa. Antes quería sentir algo en el cuerpo que le pudiese estimular. Miró un edificio de forma seria y entonces mostró una expresión siniestra. Estampó el coche contra la pared, pero sin imbuirlo en haki armadura. Una terrible explosión se formó en la zona, levantando una increíble bola de fuego y haciendo saltar los neumáticos por los aires. Todo pareció silenciarse en aquella zona donde estuvo el ex marine.
Al despejarse la humareda pudo verse al oficial algo herido. Se había convertido en niebla para no morir, pero a la hora de la caída se dejó. Algo de sangre bajaba por su frente y se había colocado de nuevo sus vendajes. Su rostro continuaba ensombrecido y ahora que estaba “calentito” podía decirse que estaba a punto de tener su última pelea. Salió disparado convirtiendo sus piernas en niebla y trató de meterse entre aquella figura y sus dos amigos. Interpuso su enorme espadón con furia e imbuyendo su cuerpo completo en haki armadura. La velocidad de la hoja fue más rápido de lo que pensó y tan solo logró llevarse un corte en el brazo ¿Había de esa forma bloqueado el ataque a Dexter y Drake? No lo sabía, pero ahora tenía algo que hacer.
- Dexter, hazte cargo de la Quimera, por favor. Quiero que le digas a Karl, que ahora es mi turno… Drake, tienes un hijo con vida. No seas tan idiota como yo, y cuídalo. – En cuanto dijo aquello fulminó con la mirada a la mujer alada sintiendo una debilitación por alguna extraña razón. No vas a quitarme lo único que me queda ¡Hija de puta!
Krauser salió despedido hacia ella con una mirada fiera. El ex almirante trató de partirla en dos de un potente tajo mientras activaba ambos hakis al máximo. Le diese o no, se alejaría un poco y formaría en su mano derecha un enorme shuriken con cinco puntas, las cuales medían siete metros cada una. Sin pensarlo lo lanzó contra aquella figura, en cuanto estuviese cerca de ella, lo detonaría formando una terrible explosión cortante que abarcaría siete metros a la redonda. El demonio de la niebla nada más lanzarlo se quedó mirando de forma seria a la mujer de cabellos morados.
- Pon un puto dedo sobre ellos… ¡Y te juro que te corto la puta cabeza!
Gritó con ira al mismo tiempo que apretaba ambos puños. El demonio ya sabía bien lo que planeaba. Había perdido las ganas de todo con aquella traición. Tan solo esperaba que Dexter pudiese cuidar bien de sus chicos.
- Combate Plaza (Dexter Lee):
- Escuchar lo que Ai le dice por el ddm (hablado con él por skype), enfurecerse, dejar a todos fuera del coche por las buenas o por las malas, si lo hacen, reventarse contra una pared, evitar los daños graves al ser logia, intentar bloquear el tajo a Dexter y Drake con su espadón legendario. Lanzarse a por la tia angel lanzando varios ataques y amenazandola dispuesto a morir luchando.
Hakis superiores activados.
Shuriken: Nivel 51: Puede crearlos del tamaño de una casa de un piso. Puede expandir las puntas siete metros y medio. Ahora tiene cinco puntas y los cortes siguen igual que en el nivel anterior. Una vez impacta en algo el shuriken explota produciendo una explosión de siete metros a la redonda.
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Ah, que bonitos son los reencuentros. Hasta un tipo enorme de aspecto brutal y salvaje puede sonreír de esa forma mientras intenta abrazar a sus compañeros con su brazo inmovilizado. Sep, los reencuentros siempre calientan el corazoncito de uno. Lástima que no todos puedan disfrutar de esa sensación, ocupados como seguramente estarán intentando detener al hombre de la motosierra en la mano.
Afuera las cosas parecieron calentarse también, y pude sentir otra vez aquella presencia en mi cabeza, solo que en lugar de palabras lo que transmitió fue dolor. En silencio, dirigí una mirada hacia atrás y decidí confiar en que Dexter supiera lo que hacía.
De todas formas no tenía ocasión para preocuparme por los de fuera, teniendo mis propios problemas allí dentro. Por un momento el choque de voluntades en la sala se hizo evidente, hasta el punto de que incluso alguien como yo que no tiene sensibilidad alguna para esas cosas pudo sentirlo. Mayormente porque dicho choque provocó que se empezara a derrumbar el techo sobre nuestras cabezas, algo difícil de ignorar, ¿sabes? Además de aquella incómoda sensación de inferioridad, a la que sinceramente estaba algo acostumbrado ya. Tuve que hacer que los Blasters regresaran a mí y se ocultaran de nuevo en mi espalda, mientras yo me movía ágilmente hacia donde quiera que fuese que no fuera a acabar aplastado por el piso superior.
En mi casi frenética huida de los escombros y muebles que nos caían encima, acabé atravesando una puerta de madera negra enorme junto a otras dos personas que no reconocí demasiado, pero que claramente se enteraban mucho más que yo sobre lo que se había montado en la sala anterior. Sus expresiones no eran de recién llegados, eso al menos era visible. Y cuando al entrar en la nueva habitación encontramos una serie de tronos junto a uno más grande y majestuoso, solo tuve que sumar dos y dos para comenzar a entender varias cosas que aún no me habían quedado del todo claras.
Me adelanté un par de pasos para encarar a estos dos nuevos compañeros, con una sonrisa enorme en mi huesuda cara y las manos en los bolsillos de mi chaqueta.
- Bueno, aquí estamos. - Comencé a decir. - Fin del trayecto, ¿no? Last level complete. ¿Y ahora qué? - Pregunté seriamente intentando mirar a los ojos a la mujer pelirroja. Eso solía hacer que otras personas se pusieran incómodas y les resultase más difícil mentir. - ¿Tomaréis vosotros mismos el peso de este país en vuestra espalda? ¿Estáis preparados para esa responsabilidad? - Luego miré al otro hombre. - Pensadlo por un momento, porque no seré yo el que os lo impida. Pero preguntadle a vuestra consciencia: ¿Sois dignos? - Miré de nuevo a la pelirroja, si aún no me habían interrumpido. ¿Os consideráis capaces de cargar con este Destino?
Si me dejaban llegar hasta el final con mi discursito en plan "Pepito Grillo", en este punto me daría la vuelta mientras caminaba hacia los tronos. No hacia el grande, sino a los otros, que desde aquella distancia no podía observarlos bien y quería estudiarlos de cerca. Tras aquella breve pausa comentaría en voz alta:
- Lo importante no es la respuesta, sino que fuerais sinceros con vosotros mismos...
Una vez llegase a estar cerca de aquellos tronos comenzaría a observar fascinado la estructura, tratando de descubrir cómo funcionaba. ¿En serio era tan sencillo como sentar a alguien aquí para convertirlo en Rey de Síderos? Quizá hubiera algún mecanismo oculto que...
Descubriera lo que descubriera, también me tomé unos cuantos segundos en sopesar la disposición de los asientos. ¿Cuál representaría a cada facción? Porque estaba claro que si habían cinco tronos y no solo uno, era porque los otros representaban a las cuatro facciones restantes. Un gobierno de un Rey y cuatro... ¿qué? ¿Consejeros? Síderos no era una monarquía, al menos eso estaba claro. Además el propio ángel había dicho que para reinar en el archipiélago los pretores debían cooperar y colaborar, y creo que estos tronos lo confirman. Pero habiendo muerto ya tantos pretores, y parecía que los otros dos tampoco iban a salir mejor parados... ¿Quiénes los sutituirían?
Una idea pasó por mi cabeza. Absurda, por supuesto, pero increíblemente tentadora. ¿Quién sustituiría a Beros como líder de la facción tecnológica? Si otro loco ascendía al poder de aquella facción... Me temblaban los huesos solo de pensarlo. Zilda, cuando me la encontré, pensé que era una facción que apostaba por el estudio y la investigación, como Gaster. Que eran una fuerza militar puramente defensiva. Nunca imaginé que Beros pudiera tener en su mando mecanismos capaces de poner en jaque hasta a Dexter, mecanismos planeados no para la paz sino para la conquista... No, definitivamente nadie así debía alzarse de nuevo en Zilda. Y la única forma de evitarlo sería...
Decidido, intenté averiguar cuál de los tronos representaba a dicha facción, si es que algo los distinguía. Tal vez algo de color azul donde el resto tuvieran colores rojos verdes y negros, por ejemplo. O un emblema, eso suele ser visible y aún recuerdo vagamente cómo era el de Zilda, aparecía en una esquina del holograma que proyectaba su dispositivo. O yo que sé, lo mismo tenían un nombre escrito y no me había dado cuenta. aunque bien pensado... Si hubiera un trono para cada facción, ¿cuál es el punto de tener un solo trono más grande que el resto? Dudo que cambien los tronos cada vez que se alce un nuevo Rey solo para que figuren bien esos colores o emblemas o lo que sea... No, tiene más sentido pensar que todos los tronos son iguales, y que no importa dónde se siente tanto como "quién" se siente.
Así pues, miré fijamente uno de los cuatro tronos menores frente a mí, y me planteé a mí mismo las mismas preguntas que les había hecho a los otros. ¿Estaba preparado? Pero si no era yo... ¿Quién? No tenía forma de contactar con Gaster y traer su bugeado culo hasta el trono, o pedirle consejo. Y conocía a un par de personas ya, pero nadie que me pareciera precisamente un líder, al menos no de aquella isla gris y metálica. No, si alguien debe reconstruir Zilda, debe ser alguien familiarizado con el entorno, o de lo contrario simplemente la destruiría en pos de una imagen completamente distinta. Me imagino una Zilda de arcoiris y música, y por alguna razón me da un escalofrío.
Pienso duramente. Pienso en Dexter... pero ya tiene un país bajo su mando, darle otro sería mucha carga para él. Silver... tiene la voluntad, pero es demasiado ingenuo para ser un líder. "Agente Alfa"... sospecho que acabaría haciendo que se repitiese otra vez la historia de Beros. No importa a quién me imagine a la cabeza de Zilda, ninguno me convence. Yo mismo no me convenzo del todo, tengo miedo y no sé si sería capaz de llevar a las gentes de Zilda por un camino que les agrade. Sé que los guiaría hacia lo que imaginé que debía ser esa facción desde el principio. Sé que intentaría utilizar mi influencia para con los otros "pretores" para evitar que volviera a surgir un conflicto de esta escala. Y sé que disfrutaría de lo lindo entre tantos cacharros extraños y de funciones inimaginables. Pero, ¿soy un buen líder? ¿Yo? ¿El que siempre se mantiene en las sombras?
Tardé solo un momento en caer en la cuenta: Por supuesto. Precisamente por eso mejor yo que nadie. Un gobierno tranquilo y discreto, una facción dedicada al conocimiento y no a la guerra, el cimiento sobre el que sostener un Síderos estable, la "sombra" del archipiélago... Ese sería el tipo de pretor que sería yo, alguien dedicado a hacer un país grande pero no llamativo, floreciente pero no explosivo, eficiente pero no feo... Yo podría hacer de Zilda exactamente lo que debería haber sido siempre.
Y tras llegar a esa conclusión después de largos segundos que se me hicieron eternos por tantas cosas en las que pensar, senté mi huesudo trasero en el mini-trono y saqué el libro de debajo de mi chaqueta, para poder ponerme a leerlo, esta vez sí, con calma. Al parecer cuenta la historia de Síderos al completo, como sospechaba, pero antes de ponerme a buscar por el principio, quise enterarme de los sucesos más recientes, por eso comencé por el final. Y "sorpresa sorpresa", por supuesto que tenía que estar incompleto. En fin, por lo menos podría intentar averiguar si dice algo sobre Linvana que nos ayude a detener esta locura de situación por las buenas.
Afuera las cosas parecieron calentarse también, y pude sentir otra vez aquella presencia en mi cabeza, solo que en lugar de palabras lo que transmitió fue dolor. En silencio, dirigí una mirada hacia atrás y decidí confiar en que Dexter supiera lo que hacía.
De todas formas no tenía ocasión para preocuparme por los de fuera, teniendo mis propios problemas allí dentro. Por un momento el choque de voluntades en la sala se hizo evidente, hasta el punto de que incluso alguien como yo que no tiene sensibilidad alguna para esas cosas pudo sentirlo. Mayormente porque dicho choque provocó que se empezara a derrumbar el techo sobre nuestras cabezas, algo difícil de ignorar, ¿sabes? Además de aquella incómoda sensación de inferioridad, a la que sinceramente estaba algo acostumbrado ya. Tuve que hacer que los Blasters regresaran a mí y se ocultaran de nuevo en mi espalda, mientras yo me movía ágilmente hacia donde quiera que fuese que no fuera a acabar aplastado por el piso superior.
En mi casi frenética huida de los escombros y muebles que nos caían encima, acabé atravesando una puerta de madera negra enorme junto a otras dos personas que no reconocí demasiado, pero que claramente se enteraban mucho más que yo sobre lo que se había montado en la sala anterior. Sus expresiones no eran de recién llegados, eso al menos era visible. Y cuando al entrar en la nueva habitación encontramos una serie de tronos junto a uno más grande y majestuoso, solo tuve que sumar dos y dos para comenzar a entender varias cosas que aún no me habían quedado del todo claras.
Me adelanté un par de pasos para encarar a estos dos nuevos compañeros, con una sonrisa enorme en mi huesuda cara y las manos en los bolsillos de mi chaqueta.
- Bueno, aquí estamos. - Comencé a decir. - Fin del trayecto, ¿no? Last level complete. ¿Y ahora qué? - Pregunté seriamente intentando mirar a los ojos a la mujer pelirroja. Eso solía hacer que otras personas se pusieran incómodas y les resultase más difícil mentir. - ¿Tomaréis vosotros mismos el peso de este país en vuestra espalda? ¿Estáis preparados para esa responsabilidad? - Luego miré al otro hombre. - Pensadlo por un momento, porque no seré yo el que os lo impida. Pero preguntadle a vuestra consciencia: ¿Sois dignos? - Miré de nuevo a la pelirroja, si aún no me habían interrumpido. ¿Os consideráis capaces de cargar con este Destino?
Si me dejaban llegar hasta el final con mi discursito en plan "Pepito Grillo", en este punto me daría la vuelta mientras caminaba hacia los tronos. No hacia el grande, sino a los otros, que desde aquella distancia no podía observarlos bien y quería estudiarlos de cerca. Tras aquella breve pausa comentaría en voz alta:
- Lo importante no es la respuesta, sino que fuerais sinceros con vosotros mismos...
Una vez llegase a estar cerca de aquellos tronos comenzaría a observar fascinado la estructura, tratando de descubrir cómo funcionaba. ¿En serio era tan sencillo como sentar a alguien aquí para convertirlo en Rey de Síderos? Quizá hubiera algún mecanismo oculto que...
Descubriera lo que descubriera, también me tomé unos cuantos segundos en sopesar la disposición de los asientos. ¿Cuál representaría a cada facción? Porque estaba claro que si habían cinco tronos y no solo uno, era porque los otros representaban a las cuatro facciones restantes. Un gobierno de un Rey y cuatro... ¿qué? ¿Consejeros? Síderos no era una monarquía, al menos eso estaba claro. Además el propio ángel había dicho que para reinar en el archipiélago los pretores debían cooperar y colaborar, y creo que estos tronos lo confirman. Pero habiendo muerto ya tantos pretores, y parecía que los otros dos tampoco iban a salir mejor parados... ¿Quiénes los sutituirían?
Una idea pasó por mi cabeza. Absurda, por supuesto, pero increíblemente tentadora. ¿Quién sustituiría a Beros como líder de la facción tecnológica? Si otro loco ascendía al poder de aquella facción... Me temblaban los huesos solo de pensarlo. Zilda, cuando me la encontré, pensé que era una facción que apostaba por el estudio y la investigación, como Gaster. Que eran una fuerza militar puramente defensiva. Nunca imaginé que Beros pudiera tener en su mando mecanismos capaces de poner en jaque hasta a Dexter, mecanismos planeados no para la paz sino para la conquista... No, definitivamente nadie así debía alzarse de nuevo en Zilda. Y la única forma de evitarlo sería...
Decidido, intenté averiguar cuál de los tronos representaba a dicha facción, si es que algo los distinguía. Tal vez algo de color azul donde el resto tuvieran colores rojos verdes y negros, por ejemplo. O un emblema, eso suele ser visible y aún recuerdo vagamente cómo era el de Zilda, aparecía en una esquina del holograma que proyectaba su dispositivo. O yo que sé, lo mismo tenían un nombre escrito y no me había dado cuenta. aunque bien pensado... Si hubiera un trono para cada facción, ¿cuál es el punto de tener un solo trono más grande que el resto? Dudo que cambien los tronos cada vez que se alce un nuevo Rey solo para que figuren bien esos colores o emblemas o lo que sea... No, tiene más sentido pensar que todos los tronos son iguales, y que no importa dónde se siente tanto como "quién" se siente.
Así pues, miré fijamente uno de los cuatro tronos menores frente a mí, y me planteé a mí mismo las mismas preguntas que les había hecho a los otros. ¿Estaba preparado? Pero si no era yo... ¿Quién? No tenía forma de contactar con Gaster y traer su bugeado culo hasta el trono, o pedirle consejo. Y conocía a un par de personas ya, pero nadie que me pareciera precisamente un líder, al menos no de aquella isla gris y metálica. No, si alguien debe reconstruir Zilda, debe ser alguien familiarizado con el entorno, o de lo contrario simplemente la destruiría en pos de una imagen completamente distinta. Me imagino una Zilda de arcoiris y música, y por alguna razón me da un escalofrío.
Pienso duramente. Pienso en Dexter... pero ya tiene un país bajo su mando, darle otro sería mucha carga para él. Silver... tiene la voluntad, pero es demasiado ingenuo para ser un líder. "Agente Alfa"... sospecho que acabaría haciendo que se repitiese otra vez la historia de Beros. No importa a quién me imagine a la cabeza de Zilda, ninguno me convence. Yo mismo no me convenzo del todo, tengo miedo y no sé si sería capaz de llevar a las gentes de Zilda por un camino que les agrade. Sé que los guiaría hacia lo que imaginé que debía ser esa facción desde el principio. Sé que intentaría utilizar mi influencia para con los otros "pretores" para evitar que volviera a surgir un conflicto de esta escala. Y sé que disfrutaría de lo lindo entre tantos cacharros extraños y de funciones inimaginables. Pero, ¿soy un buen líder? ¿Yo? ¿El que siempre se mantiene en las sombras?
Tardé solo un momento en caer en la cuenta: Por supuesto. Precisamente por eso mejor yo que nadie. Un gobierno tranquilo y discreto, una facción dedicada al conocimiento y no a la guerra, el cimiento sobre el que sostener un Síderos estable, la "sombra" del archipiélago... Ese sería el tipo de pretor que sería yo, alguien dedicado a hacer un país grande pero no llamativo, floreciente pero no explosivo, eficiente pero no feo... Yo podría hacer de Zilda exactamente lo que debería haber sido siempre.
Y tras llegar a esa conclusión después de largos segundos que se me hicieron eternos por tantas cosas en las que pensar, senté mi huesudo trasero en el mini-trono y saqué el libro de debajo de mi chaqueta, para poder ponerme a leerlo, esta vez sí, con calma. Al parecer cuenta la historia de Síderos al completo, como sospechaba, pero antes de ponerme a buscar por el principio, quise enterarme de los sucesos más recientes, por eso comencé por el final. Y "sorpresa sorpresa", por supuesto que tenía que estar incompleto. En fin, por lo menos podría intentar averiguar si dice algo sobre Linvana que nos ayude a detener esta locura de situación por las buenas.
- Resumen Sala del Trono (leer Aki y Dranser, claro):
- Evito los trozos de techo que me caen encima, al entrar en la sala llego a un par de conclusiones, doy un discursito modo "voz de la consciencia" a Aki y Dranser, me acerco a los tronos para estudiarlos y tratar de averiguar cómo funcionan o si representan a alguna facción en particular, paso unos cuantos largos segundos pensando en muchas cosas y finalmente decido sentarme en uno de los tronos menores (el de Zilda en caso de averiguar cuál es) mientras saco mi nuevo libro y me pongo a leerlo, buscando info sobre Linvana.
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Había sido un dragón, también. Tan grande como el que descendía, pero de un viento tan feroz que casi extinguió el fuego, llegando apenas un calor sumamente desagradable. Sintió su piel quemarse, pero las costras caían casi al momento mientras piel recién nacida ocupaba su lugar. Sin máculas, sin ampollas, el dragón mudaba mientras con los ojos cerrados esquivaba mentalmente el ataque de Linvana, moviéndose por instinto para evitarlo, interponiendo a Nadia entre ambos. Pero el metal restalló dos veces.
Abrió los ojos, y entre la espada y él un herido Krauser había sacado el espadón que le daba nombre, bloqueando el movimiento de la guardiana, que silbaba su nombre mientras cortaba el aire. Veloz y agudo, sutil, y cuando impactó, resonante. No pudo evitar mirar al demonio y adivinar lo que estaba haciendo. Estaba loco si creía que se lo iba a permitir, muy loco.
-¡Alto!
Su voz tronó más que los relámpagos que cayeron sobre la ciudad. Nadie amenazaba a los suyos, pero tampoco iba a dejar que nadie muriera por él. La lluvia recorrió su rostro crispado, y los vientos huracanados levantaron en el aire las hojas que el roble había esparcido. Se sentía humano de nuevo, aunque notaba el pleno control sobre el demonio que habitaba en él. Sabía quién era la causante de aquello, y podría poner muy difícil todo lo que pretendía. Sin embargo ese día no iba a morir nadie más. Y si alguien debía morir, no sería el demonio de la niebla.
-Esta batalla no tiene sentido, Linvana- en su mente se había formado un plan. Si funcionaba podía terminar la guerra sin más derramamiento de sangre-. Sé lo que sucede.
Cayó un rayo en la vanguardia de Sarka, y otro ante la de Balt. Dentro del Palacio simplemente comenzó a formarse la ilusión. Cuando el parpadeo se desvaneció, tres copias de sí mismo estaban ante los enemigos que tenía. Perfectamente reales para cualquiera que no las tocara, infalibles ante cualquier sentido ordinario. Al unísono, mientras él se preparaba para hablar, sus copias alzaron la voz. Una voz que sonaría clara en todas partes de la ciudad.
-Ejércitos de Balt y Sarka- dijeron sus ilusiones-. La guerra ha concluido. Tenéis seis minutos para huir, pues vuestros líderes no piensan zanjar sus diferencias. Por muy venerables o justos que parezcan- Dexter clavó su mirada en la Pretora-, sólo se preocupan de una cosa: El poder. Os han enviado a morir a cambio de la efímera promesa de un trono que ninguno disfrutaréis. ¿Gloria y honor? ¿Guerra hasta la Victoria? Yo me pregunto qué gloria habrá para los miles de muertos que habéis dejado, qué honor en los inocentes que habéis matado y qué victoria en el ruinoso país que habéis dejado. Pensadlo por un momento, ¿Quién ganará hoy? Mañana los derrotados serán esclavos de defender un valor equivocado, y el odio se apoderará de vuestros corazones. Yo no vengo a declarar guerras, vengo a traeros un mensaje de esperanza. Deponed todos las armas, volved con vuestras familias. Es triste que un extranjero tenga que protegeros, una deshonra pensaréis algunos. Efectivamente, lo es. Pero para quienes no han sabido resolver este problema. Os queda poco tiempo, pensadlo deprisa...
Más rayos cayeron en los mismos lugares, y con ellos las ilusiones se desvanecieron. Sólo quedaba el silencio, interrumpido apenas por la hojarasca entrechocando y el polvo que azotaba las paredes. Miró a Balarad y a Linvana, alternativamente. Podía salvarlos a todos, sólo necesitaba que realmente aquel objeto fuera tan valioso como las mujeres hacían ver. Iba a hacer el negocio más importante de su vida, la apuesta más arriesgada y si salía mal sería la última vez que vería a Krauser. No podía consentirlo.
-No hace falta ser un genio- "que lo soy", dijo mentalmente- para entender lo que sucede aquí. Este orbe es algo muy importante para las dos, y dado que tú lo pides y a ti te ataca la vehemencia, debe ser algo que a una beneficia y a la otra perjudica. De nuevo, no hay que ser un genio para saber quién ocupa qué papel.
Arrancó la esfera del morral improvisado y lo expuso a la vista. La pluma seguía reluciente, y el brillo azul era casi hipnótico. Su mano se transformó en garra.
-Vamos a hacer un trato- apretó mínimamente la bola. Si Balarad sonreía, tendría un dato más-. Yo te devuelvo el orbe, pero me tienes que dar tres cosas. La primera de ellas, una hora. Necesito una hora antes de que hagas nada, para lo que viene a continuación. Quiero, también, que destituyas, si es tu atribución, a los pretores vivos, y la última- ésa era la más difícil. Tenía que conseguirlo-. Quiero que me des la potestad de elegir cinco nuevos pretores, y juntos elegiremos un rey.
Desató su Haki del rey, centrado en dos personas y haciendo que todos sintieran su presencia. Una de ellas, Balarad, intentando dejarla inconsciente. La otra, para saludar a un viejo amigo. Arribor había llegado, y sabía que no recordaría su cara. Pero la batalla de presencia en Punk Hazard seguro que no la habría olvidado.
-Seguro que sabes con qué intención vine aquí, Linvana. He venido a luchar por tu tierra, por Síderos. Por todos los que no han elegido o por todos los que no supieron elegir. Por los que aún quedan vivos y merecen ser salvados. Confía en mí, y si me equivoco yo cargaré con todo el peso que quieras imponer.
Abrió los ojos, y entre la espada y él un herido Krauser había sacado el espadón que le daba nombre, bloqueando el movimiento de la guardiana, que silbaba su nombre mientras cortaba el aire. Veloz y agudo, sutil, y cuando impactó, resonante. No pudo evitar mirar al demonio y adivinar lo que estaba haciendo. Estaba loco si creía que se lo iba a permitir, muy loco.
-¡Alto!
Su voz tronó más que los relámpagos que cayeron sobre la ciudad. Nadie amenazaba a los suyos, pero tampoco iba a dejar que nadie muriera por él. La lluvia recorrió su rostro crispado, y los vientos huracanados levantaron en el aire las hojas que el roble había esparcido. Se sentía humano de nuevo, aunque notaba el pleno control sobre el demonio que habitaba en él. Sabía quién era la causante de aquello, y podría poner muy difícil todo lo que pretendía. Sin embargo ese día no iba a morir nadie más. Y si alguien debía morir, no sería el demonio de la niebla.
-Esta batalla no tiene sentido, Linvana- en su mente se había formado un plan. Si funcionaba podía terminar la guerra sin más derramamiento de sangre-. Sé lo que sucede.
Cayó un rayo en la vanguardia de Sarka, y otro ante la de Balt. Dentro del Palacio simplemente comenzó a formarse la ilusión. Cuando el parpadeo se desvaneció, tres copias de sí mismo estaban ante los enemigos que tenía. Perfectamente reales para cualquiera que no las tocara, infalibles ante cualquier sentido ordinario. Al unísono, mientras él se preparaba para hablar, sus copias alzaron la voz. Una voz que sonaría clara en todas partes de la ciudad.
-Ejércitos de Balt y Sarka- dijeron sus ilusiones-. La guerra ha concluido. Tenéis seis minutos para huir, pues vuestros líderes no piensan zanjar sus diferencias. Por muy venerables o justos que parezcan- Dexter clavó su mirada en la Pretora-, sólo se preocupan de una cosa: El poder. Os han enviado a morir a cambio de la efímera promesa de un trono que ninguno disfrutaréis. ¿Gloria y honor? ¿Guerra hasta la Victoria? Yo me pregunto qué gloria habrá para los miles de muertos que habéis dejado, qué honor en los inocentes que habéis matado y qué victoria en el ruinoso país que habéis dejado. Pensadlo por un momento, ¿Quién ganará hoy? Mañana los derrotados serán esclavos de defender un valor equivocado, y el odio se apoderará de vuestros corazones. Yo no vengo a declarar guerras, vengo a traeros un mensaje de esperanza. Deponed todos las armas, volved con vuestras familias. Es triste que un extranjero tenga que protegeros, una deshonra pensaréis algunos. Efectivamente, lo es. Pero para quienes no han sabido resolver este problema. Os queda poco tiempo, pensadlo deprisa...
Más rayos cayeron en los mismos lugares, y con ellos las ilusiones se desvanecieron. Sólo quedaba el silencio, interrumpido apenas por la hojarasca entrechocando y el polvo que azotaba las paredes. Miró a Balarad y a Linvana, alternativamente. Podía salvarlos a todos, sólo necesitaba que realmente aquel objeto fuera tan valioso como las mujeres hacían ver. Iba a hacer el negocio más importante de su vida, la apuesta más arriesgada y si salía mal sería la última vez que vería a Krauser. No podía consentirlo.
-No hace falta ser un genio- "que lo soy", dijo mentalmente- para entender lo que sucede aquí. Este orbe es algo muy importante para las dos, y dado que tú lo pides y a ti te ataca la vehemencia, debe ser algo que a una beneficia y a la otra perjudica. De nuevo, no hay que ser un genio para saber quién ocupa qué papel.
Arrancó la esfera del morral improvisado y lo expuso a la vista. La pluma seguía reluciente, y el brillo azul era casi hipnótico. Su mano se transformó en garra.
-Vamos a hacer un trato- apretó mínimamente la bola. Si Balarad sonreía, tendría un dato más-. Yo te devuelvo el orbe, pero me tienes que dar tres cosas. La primera de ellas, una hora. Necesito una hora antes de que hagas nada, para lo que viene a continuación. Quiero, también, que destituyas, si es tu atribución, a los pretores vivos, y la última- ésa era la más difícil. Tenía que conseguirlo-. Quiero que me des la potestad de elegir cinco nuevos pretores, y juntos elegiremos un rey.
Desató su Haki del rey, centrado en dos personas y haciendo que todos sintieran su presencia. Una de ellas, Balarad, intentando dejarla inconsciente. La otra, para saludar a un viejo amigo. Arribor había llegado, y sabía que no recordaría su cara. Pero la batalla de presencia en Punk Hazard seguro que no la habría olvidado.
-Seguro que sabes con qué intención vine aquí, Linvana. He venido a luchar por tu tierra, por Síderos. Por todos los que no han elegido o por todos los que no supieron elegir. Por los que aún quedan vivos y merecen ser salvados. Confía en mí, y si me equivoco yo cargaré con todo el peso que quieras imponer.
- Afueras del Palacio ¡IMPORTANTE TODA LA CIUDAD!:
- Discursito a todos. Intentar negociar con Linvana.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aki respiró hondo, intentando relajarse. La pelea fuera de la sala del trono no tenía pinta de ir a acabar pronto, así que como mínimo tenía unos segundos, quizá incluso uno o dos minutos, hasta que alguien más entrara. Todavía oía el alboroto de afuera, pero se contuvo para no volver. Raghersir aún estaba en mitad de la pelea y Aki ya ni siquiera sabía en qué bando. Pero le había mostrado el anillo y la había mirado a los ojos antes de actuar; sabía lo que hacía. O eso esperaba, porque a estas alturas solo le quedaba confiar. Volver a entrometerse tan solo liaría más las cosas. Se giró y le dedicó una sonrisa cansada a Dranser. Había demostrado ser una buena elección y el pobre también merecía unas palabras de ánimo.
-Quiero decirte, ahora que tenemos un poco de calma, que te estoy muy agradecida. Eres un digno aliado y un compañero fiel, me alegra tenerte a mi lado en esta guerra. Creo que empezamos en facciones contrarias, pero ha sido providencial que nos reuniéramos. No podemos dejar que cualquiera se siente en ese trono. Eso sería...
La pelirroja se detuvo de repente. No estaban solos, había alguien más en la sala. Su aspecto era poco convencional, parecía un... ¿Esqueleto? Sin embargo, lejos de estar muerto se movía, y se dirigía hacia ella. Era bastante más bajito que Aki y no parecía ser un rival para ellos, pero aún así le sonrió y comenzó a hablar con tranquilidad. Ella le sostuvo la mirada, pendiente de cada una de sus palabras. ¿Acaso no estaba repitiendo lo que ella misma había declarado afuera, apenas unos minutos atrás? Pero en ese momento el desconocido no estaba para escucharla; su aura era nueva en el palacio y habría recordado ese... rostro.
Tras terminar su rostro, adelantó a Aki y a Dranser y se dirigió hacia los tronos. La pelirroja le siguió lentamente, cruzándose de brazos y examinándole. Todavía llevaba los sai en las manos y las alas cuidadosamente plegadas a su espalda; no había bajado la guardia ni mucho menos. No temía al recién llegado, por sus palabras era obvio que no iba a ocupar el gran trono. De hecho tras zumbar de aquí para allá se aposentó en uno de los pequeños y sacó un libro. ¿Esperaba a alguien? ¿O solo a que terminara el conflicto? Aki se acercó y posó la mano en uno de los brazos del trono del esqueleto. Mirándole desde arriba, le dijo con voz suave:
- Yo ya tengo gente a la que proteger. Si me hallo en esta sala es precisamente para que nadie se cargue un peso que no pueda sobrellevar. Los acontecimientos de hoy afectarán al mañana y no quiero que mi gente se vea en peligro. Si es posible evitar otra guerra, casi prefiero que la isla se hunda en el océano. Y hasta ahora no he visto ningún hombre, mujer o ser capaz de sentarse en ese trono.
Por supuesto, pensó esbozando una sonrisa, ella no tenía ninguna potestad para juzgar a nadie como rey o reina. Al fin y al cabo tenía su propio cupo de pecados, errores y egoísmos a la espalda. Pero quizás este no era sino el último de la isla; si le importaba tanto la elección de un monarca era simple y llanamente porque no quería que el mundo entrara en guerra. Las guerras no pueden controlarse. Y ella necesitaba la certeza de que el futuro rey sería sensato y prudente; solo así podría llegar a buenos términos con él.
Fue a hablar de nuevo al esqueleto, pero una voz la interrumpió. No era la de la guardiana, pero la reconoció al momento. Dexter Black. Escuchó todo su discurso en silencio, aguardando. Cuando terminó, distraidamente se quitó el anillo de Xella del dedo y se lo volvió a colgar al cuello, con la cadena.
-Parece que no somos los únicos con las cosas claras. Mi nombre es Aki D. Arlia, recuérdalo. Quizás algún día te sea útil, para bien o para mal. - Se calló unos segundos y luego, siguiendo una corazonada, le preguntó.- ¿Conoces a Black? No me importaría saber qué tiene en mente o si es de fiar, si es que puedes contarme algo de eso.
Algo la instaba a ser amable con el esqueleto, pero pese a no saber qué era, le hizo caso a su instinto. No solía fallar muy a menudo. Luego, regresó al lado de Dranser y mirándolo con gravedad le comentó:
-Quizás esto no te guste, pero existe la posibilidad de que quien termine en ese trono esté afiliado al gobierno. Pero te prometo que suba quien suba no lo hará sin ser merecido y vigilado. Xella tiene ojos en todas partes y esta no será la excepción. El futuro se forja en el momento, Silver... y este lo forjaremos nosotros.
-Quiero decirte, ahora que tenemos un poco de calma, que te estoy muy agradecida. Eres un digno aliado y un compañero fiel, me alegra tenerte a mi lado en esta guerra. Creo que empezamos en facciones contrarias, pero ha sido providencial que nos reuniéramos. No podemos dejar que cualquiera se siente en ese trono. Eso sería...
La pelirroja se detuvo de repente. No estaban solos, había alguien más en la sala. Su aspecto era poco convencional, parecía un... ¿Esqueleto? Sin embargo, lejos de estar muerto se movía, y se dirigía hacia ella. Era bastante más bajito que Aki y no parecía ser un rival para ellos, pero aún así le sonrió y comenzó a hablar con tranquilidad. Ella le sostuvo la mirada, pendiente de cada una de sus palabras. ¿Acaso no estaba repitiendo lo que ella misma había declarado afuera, apenas unos minutos atrás? Pero en ese momento el desconocido no estaba para escucharla; su aura era nueva en el palacio y habría recordado ese... rostro.
Tras terminar su rostro, adelantó a Aki y a Dranser y se dirigió hacia los tronos. La pelirroja le siguió lentamente, cruzándose de brazos y examinándole. Todavía llevaba los sai en las manos y las alas cuidadosamente plegadas a su espalda; no había bajado la guardia ni mucho menos. No temía al recién llegado, por sus palabras era obvio que no iba a ocupar el gran trono. De hecho tras zumbar de aquí para allá se aposentó en uno de los pequeños y sacó un libro. ¿Esperaba a alguien? ¿O solo a que terminara el conflicto? Aki se acercó y posó la mano en uno de los brazos del trono del esqueleto. Mirándole desde arriba, le dijo con voz suave:
- Yo ya tengo gente a la que proteger. Si me hallo en esta sala es precisamente para que nadie se cargue un peso que no pueda sobrellevar. Los acontecimientos de hoy afectarán al mañana y no quiero que mi gente se vea en peligro. Si es posible evitar otra guerra, casi prefiero que la isla se hunda en el océano. Y hasta ahora no he visto ningún hombre, mujer o ser capaz de sentarse en ese trono.
Por supuesto, pensó esbozando una sonrisa, ella no tenía ninguna potestad para juzgar a nadie como rey o reina. Al fin y al cabo tenía su propio cupo de pecados, errores y egoísmos a la espalda. Pero quizás este no era sino el último de la isla; si le importaba tanto la elección de un monarca era simple y llanamente porque no quería que el mundo entrara en guerra. Las guerras no pueden controlarse. Y ella necesitaba la certeza de que el futuro rey sería sensato y prudente; solo así podría llegar a buenos términos con él.
Fue a hablar de nuevo al esqueleto, pero una voz la interrumpió. No era la de la guardiana, pero la reconoció al momento. Dexter Black. Escuchó todo su discurso en silencio, aguardando. Cuando terminó, distraidamente se quitó el anillo de Xella del dedo y se lo volvió a colgar al cuello, con la cadena.
-Parece que no somos los únicos con las cosas claras. Mi nombre es Aki D. Arlia, recuérdalo. Quizás algún día te sea útil, para bien o para mal. - Se calló unos segundos y luego, siguiendo una corazonada, le preguntó.- ¿Conoces a Black? No me importaría saber qué tiene en mente o si es de fiar, si es que puedes contarme algo de eso.
Algo la instaba a ser amable con el esqueleto, pero pese a no saber qué era, le hizo caso a su instinto. No solía fallar muy a menudo. Luego, regresó al lado de Dranser y mirándolo con gravedad le comentó:
-Quizás esto no te guste, pero existe la posibilidad de que quien termine en ese trono esté afiliado al gobierno. Pero te prometo que suba quien suba no lo hará sin ser merecido y vigilado. Xella tiene ojos en todas partes y esta no será la excepción. El futuro se forja en el momento, Silver... y este lo forjaremos nosotros.
- Sala del trono:
- hablar a Dranser y a Sans mucho y muy fuerte (?)
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