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Arribor atravesó la enésima pared de una contundente patada y un pedazo de escombro golpeó a Franklin en la cabeza, pero la morsa seguía aferrada a él insistentemente. Lo que vio tras ese último muro fue una plaza bastante amplia que por alguna razón estaba a rebosar de gente. El pirata trató de hacer una entrada triunfal, pegando un fuerte grito de guerra, preparado para enfrentarse a la amenaza que ponía en peligro toda la isla. Pero todo el mundo allí estaba ocupado con la gran cantidad de cosas raras que sucedían sin cesar.
"Aquí está pasando algo importante, seguro", dedujo. Como nadie le había hecho caso, dejó a un lado su afán de atención y se quedó callado mientras Dexter y la diosa vengativa hablaban. "Espera, ¿Dexter?". ¿Qué estaba haciendo ahí el dragón? ¿Y cómo era posible que no se hubiese enterado hasta entonces? Si lo hubiera sabido no habría perdido el tiempo con estatuas, esqueletos y otras estupideces sino que habría ido a zanjar sus cuentas de una vez. Al menos si no explotaba nada por ahí.
De repente, un chorro de fuego salió de la nada.
Uff, eso había sido peligroso. Menudo susto se había llevado; él y el pobre Franklin, que se había refugiado de nuevo tras la seguridad de su bolsillo. ¿Susto? No, eso dejó de importar en cuanto vio a Krauser. Arribor reconoció de inmediato al ex-marine, el cual le daba un miedo de muerte. Era tan siniestro, tan frío, y con un aura tan intimidante... Era la única persona en el mundo que le helaba la sangre. Por suerte no se había fijado en él, así que el pirata aprovechó para escabullirse dentro del primer edificio que vio, uno enorme y lujoso del que venían ruidos de batalla. ¿Eso era una motosierra?
Fue en ese momento cuando notó la abrumadora presencia del dragón caer sobre él como una pesada ola. Él respondió con su propio estallido de Haki a forma de peculiar saludo y se acercó a él para... Para nada. El ataque de Krauser le pilló totalmente desprevenido, y le hizo recordar el mal rollo que le daba ese hombre. Sus asuntos con el Yonko tendrían que esperar a que no estuviese por ahí el Demonio de la Niebla y su aterradora mirada.
-Uff, ha faltado un pelo -se dijo a sí mismo en voz alta tras ocultarse dentro del edificio-. Un segundo, ¿ese árbol tenía una espada? Eso me suena de algo.
No cayó en la cuenta de que se había olvidado a Zack y Sarah fuera hasta poco después, pero para entonces ya había aparecido un segundo Dexter ante sus narices. ¿A quién le estaba hablando? Bueno, eso no le importaba mucho. Decidió ignorar el discurso, que ese último día ya había soportado bastantes parrafadas, y siguió los sonidos que venían de más adelante.
-¿Pero qué...?
Ante sus ojos, y los de varios espectadores más, el pretor de Sarka peleaba contra otro tipo. ¿Qué debía hacer? Si el jefazo de Sarka le veía ahí, seguramente le preguntaría por qué aún no había matado a nadie. Aunque teniendo en cuenta las cosas que había estado oyendo últimamente, él tenía la culpa de que sus vidas pendieran de un hilo y estuvieran a merced del capricho de una especie de diosa. Sí, bien pensado era momento de anular su trato y limitarse a robar el barco.
Pero una pelea era una pelea, así que se puso al lado de los que miraban la lucha como si fuese uno más de ellos.
-Cincuenta a que gana el de los dos brazos -les dijo a los desconocidos.
- Afueras/Interior del palacio:
- Llegar a la plaza - Reconocer a Dexter y Krauser - Escabullirse de Krauser (porque a Arribor le da bastante mal rollo) metiéndose en el palacio - Llegar a donde pelean Bleyd y Grum - Ponerse al lado de todos los que miran la lucha y tratar de apostar con ellos
Yoko Littner
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La pelirroja sonrió dulcemente cuando Krauser dijo que era buena gente. Recibir comentarios con unas buenas intenciones llegaban a ser satisfactorias. Yoko memorizó los nombres de todas las personas que seguían al oficial revolucionario. Edward y Silver era a los que no conocía; la pelirroja se quedó mirándolos con cierta ingenuidad y después pasó la mano de nuevo por el hierro.
La velocidad había aumentado considerablemente, tanto que parecía preocupante. La pelirroja miró a Osuka mientras vociferaba. La cara de nuestra chica cambio repentinamente, de felicidad a miedo. "¿Pero qué..." Pensó sin llegar a terminar la frase por los gritos del oficial. Estaba obligando a todo el mundo a bajar.
Yoko no se lo pensó dos veces e hizo caso a Krauser. Rápidamente bajó del todoterreno y, una vez en el suelo, esperó a que el resto bajase. Allí estaba todo concentrado: el gran Dexter Black y un dragón de llamas sobre él. Su cara estaba perpleja, incluso parpadeó varias veces al ver aquello. Inclinó la cabeza, levemente, pensando en porqué luchaba en una guerra que no era la suya. Todo lo malo que había notado al principio ahora tenía sentido. Pateó el suelo, enfurruñada y se cruzó de brazos.
Le hubiera gustado estar allí, pelear con todos los grandes, pero ella no lo suficientemente fuerte. Un golpe podría derribarla con facilidad, o eso creía ella. Miró a los alrededores con todo lo que se estaba liando. Pasó la mano por la barbilla y mordió inconscientemente su labio inferior.
-¿Y ahora qué hacemos?
La velocidad había aumentado considerablemente, tanto que parecía preocupante. La pelirroja miró a Osuka mientras vociferaba. La cara de nuestra chica cambio repentinamente, de felicidad a miedo. "¿Pero qué..." Pensó sin llegar a terminar la frase por los gritos del oficial. Estaba obligando a todo el mundo a bajar.
Yoko no se lo pensó dos veces e hizo caso a Krauser. Rápidamente bajó del todoterreno y, una vez en el suelo, esperó a que el resto bajase. Allí estaba todo concentrado: el gran Dexter Black y un dragón de llamas sobre él. Su cara estaba perpleja, incluso parpadeó varias veces al ver aquello. Inclinó la cabeza, levemente, pensando en porqué luchaba en una guerra que no era la suya. Todo lo malo que había notado al principio ahora tenía sentido. Pateó el suelo, enfurruñada y se cruzó de brazos.
Le hubiera gustado estar allí, pelear con todos los grandes, pero ella no lo suficientemente fuerte. Un golpe podría derribarla con facilidad, o eso creía ella. Miró a los alrededores con todo lo que se estaba liando. Pasó la mano por la barbilla y mordió inconscientemente su labio inferior.
-¿Y ahora qué hacemos?
- Team Quimera:
- -Flipar un poco, fangirlear por ver a Dexter y preguntar qué hacer.
Tenebrex
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A la orden del exalmirante Edward, como seguro todos los demás, abandonaron el vehículo.
-"Krauser... Qué loco estás, tío"- Pensó Edward mientras saltaba del coche riéndose.
El joven se quedó muy extrañado al oír sobre la traición de Ai, además, había algo que no encajaba. Krauser estaba disculpándose, pidiendo perdón por algo, pero el joven no tenía la menor idea de a qué se refería. Sin embargo, su rostro cambió radicalmente cuando oyó las palabras que el demonio de la niebla les dedicó a continuación. No podía ser cierto, ha dicho hasta siempre, una cosa es estar dispuesto a morir y otra muy distinta es proponerse morir.
-¡¡¡KRAUSER!!! ¡No vayas a morir, qué demonios dices de ser un gran rebelde! ¡Si algún día lo soy, será contigo a mi lado, no nos dejes! ¡Si no mueres no tendré que perdonarte!- Gritó Edward sin poder contener las lágrimas. No sabía si el Gran Espada lo habría oído o no, pero esto no podía quedar así, este no podía ser el final.
Al parecer, pretendía que Dexter se hiciera cargo de la Quimera en su ausencia. Esto era inaceptable, Krauser no podía irse. Para Edward, Krauser es la persona más fuerte, respetable y con más experiencia, no aceptaría jamás que alguien así muriese por una estúpida guerra que, además, nada tenía que ver con ellos.
En su desesperación, se dirigió al demonio plateado.
- ¡¡¡NO, NO,NO!!! ¡Osu! ¡Haz algo! ¡Por favor! ¿Qué podemos hacer? Aaaaagggh- Gritó apretando sus puños tan fuerte como pudo- ¡Si fuera más fuerte podría ser de ayuda!- se lamentaba.
No podía dejar de llorar mientras veía a su superior aventurarse a lo desconocido, furioso y atacando con todo lo que tenía. Solo podía repetirse una y otra vez: "No mueras, Krauser, por lo que más quieras, no te vayas."
-"Krauser... Qué loco estás, tío"- Pensó Edward mientras saltaba del coche riéndose.
El joven se quedó muy extrañado al oír sobre la traición de Ai, además, había algo que no encajaba. Krauser estaba disculpándose, pidiendo perdón por algo, pero el joven no tenía la menor idea de a qué se refería. Sin embargo, su rostro cambió radicalmente cuando oyó las palabras que el demonio de la niebla les dedicó a continuación. No podía ser cierto, ha dicho hasta siempre, una cosa es estar dispuesto a morir y otra muy distinta es proponerse morir.
-¡¡¡KRAUSER!!! ¡No vayas a morir, qué demonios dices de ser un gran rebelde! ¡Si algún día lo soy, será contigo a mi lado, no nos dejes! ¡Si no mueres no tendré que perdonarte!- Gritó Edward sin poder contener las lágrimas. No sabía si el Gran Espada lo habría oído o no, pero esto no podía quedar así, este no podía ser el final.
Al parecer, pretendía que Dexter se hiciera cargo de la Quimera en su ausencia. Esto era inaceptable, Krauser no podía irse. Para Edward, Krauser es la persona más fuerte, respetable y con más experiencia, no aceptaría jamás que alguien así muriese por una estúpida guerra que, además, nada tenía que ver con ellos.
En su desesperación, se dirigió al demonio plateado.
- ¡¡¡NO, NO,NO!!! ¡Osu! ¡Haz algo! ¡Por favor! ¿Qué podemos hacer? Aaaaagggh- Gritó apretando sus puños tan fuerte como pudo- ¡Si fuera más fuerte podría ser de ayuda!- se lamentaba.
No podía dejar de llorar mientras veía a su superior aventurarse a lo desconocido, furioso y atacando con todo lo que tenía. Solo podía repetirse una y otra vez: "No mueras, Krauser, por lo que más quieras, no te vayas."
- Team Quimera (sobre todo para Krau y Osu):
- Escuchar atentamente a Krauser y gritarle que no muera, pedir ayuda a Osu y llorar deseando que no le ocurra nada.
Zane frunció el ceño e intento valorar la situación en la que se encontraba. Estaba en mitad de un grupo de personas que solo conocía de haber leído algo sobre ellos en los periódicos, los cuales no parecían tener mucho en común, salvo el odio por el yonkaikyo. El choque de las voluntades de unos pocos elegidos era muy fuerte, tanto que el techo del palacio cedió y cayó sobre ellos. La estructura se estaba debilitando y eso no era bueno. Pero era lo que pasaba cuando se metía a más de un gallo en un corral tan pequeño como aquella sala. Algunas personas más entraron en el palacio, estando entre ellos un viejo conocido y amigo del pelirrojo entró en el castillo. Esa persona no era otro que Zuko, un poderoso marine con el que tuvo el placer de combatir hacía unos pocos meses.
Mientras tanto, iba notando como el poder que le otorgaba el suzaku interior iba descendiendo conforme el tiempo pasaba. Su cabello volvía a ser de un color rojizo intenso y el aura sonrosada que le rodeaba se empezaba a disipar, al mismo tiempo que el halo de energía de su espalda se volvía más y más pequeño, hasta que desapareció por completo. Ahora le quedaban pocos ases bajo la manga, entre los que se encontraba su forma de combate, aunque no sabía si aquello sería suficiente como para enfrentar a muchos enemigos, después de todo no tenía claro ya quien era amigo o enemigo.
—Zuko, viejo amigo, me alegra volver a verte. Aunque te recordaba más moreno –le dijo Zane, saludándole, al tiempo que le guiñaba un ojo y asentía con la cabeza; haciéndole entender que estaba de su parte. Y finalmente, miró a Spanner y le puso una mano sobre el hombro
Zane miró a Spanner y posó su mano cerrada sobre su hombro.
—¿Estás bien? –le preguntó, al ver como había sido capaz de soportar las potentes presencias de todos los presentes, mostrándole la mejor de sus sonrisas y le miraba a los ojos. La verdad era que Spanner ese día tenía el atractivo que le había hecho plantearse su sexualidad desde hacía meses, pero ahora sabía que se debía a que era una mujer. No sabía si era color de piel fría unida a ese rostro tan fino y delicado, o si eran esos ojos que no eran ni azules ni grises, sino de un matiz intermedio que los hacían bellos y únicos. Lo único que sabía era que si no lo hacía en ese momento jamás lo haría. Y entonces, la besó. Pero no de forma lasciva y tosca como solía hacer con cualquier ramera de taberna barata, no. La besó con toda la delicadeza y ternura que el gañán del capitán pirata guardaba en su interior, para al terminar mirarla a los ojos fijamente durante un instante y darle la espalda, colocándose en guardia neutra por lo que pudiera suceder.
Entre tanto, otra presencia ocupó el lugar. Ésta era muy fuerte y se puso a observar a Bleyd y el pretor, siendo el yonkaikyo el primero en atacar.
—Te gusta perder el dinero, ¿eh? –bromeó Zane, aliviando la tensión del momento.
Mientras tanto, iba notando como el poder que le otorgaba el suzaku interior iba descendiendo conforme el tiempo pasaba. Su cabello volvía a ser de un color rojizo intenso y el aura sonrosada que le rodeaba se empezaba a disipar, al mismo tiempo que el halo de energía de su espalda se volvía más y más pequeño, hasta que desapareció por completo. Ahora le quedaban pocos ases bajo la manga, entre los que se encontraba su forma de combate, aunque no sabía si aquello sería suficiente como para enfrentar a muchos enemigos, después de todo no tenía claro ya quien era amigo o enemigo.
—Zuko, viejo amigo, me alegra volver a verte. Aunque te recordaba más moreno –le dijo Zane, saludándole, al tiempo que le guiñaba un ojo y asentía con la cabeza; haciéndole entender que estaba de su parte. Y finalmente, miró a Spanner y le puso una mano sobre el hombro
Zane miró a Spanner y posó su mano cerrada sobre su hombro.
—¿Estás bien? –le preguntó, al ver como había sido capaz de soportar las potentes presencias de todos los presentes, mostrándole la mejor de sus sonrisas y le miraba a los ojos. La verdad era que Spanner ese día tenía el atractivo que le había hecho plantearse su sexualidad desde hacía meses, pero ahora sabía que se debía a que era una mujer. No sabía si era color de piel fría unida a ese rostro tan fino y delicado, o si eran esos ojos que no eran ni azules ni grises, sino de un matiz intermedio que los hacían bellos y únicos. Lo único que sabía era que si no lo hacía en ese momento jamás lo haría. Y entonces, la besó. Pero no de forma lasciva y tosca como solía hacer con cualquier ramera de taberna barata, no. La besó con toda la delicadeza y ternura que el gañán del capitán pirata guardaba en su interior, para al terminar mirarla a los ojos fijamente durante un instante y darle la espalda, colocándose en guardia neutra por lo que pudiera suceder.
Entre tanto, otra presencia ocupó el lugar. Ésta era muy fuerte y se puso a observar a Bleyd y el pretor, siendo el yonkaikyo el primero en atacar.
—Te gusta perder el dinero, ¿eh? –bromeó Zane, aliviando la tensión del momento.
- Resumen Interior Palacio:
- Saludar a Zuko
- Terminar con el suzaku interior
- Shippear el Zanner para los fans (?)
- Bromear con Arribor
- Saludar a Zuko
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Akuma no mi
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La mirada de Dranser estaba fija en el esqueleto y su ceño estaba fruncido ¿Por dicha persona? No. El chico estaba enfurecido por toda la batalla y el cansancio acumulado que sentía. Había combatido con todos los enemigos posibles desde que había aterrizado en la isla, se había movido de un lado a otro a altas velocidades y no había parado ni un solo momento. Su respiración se había calmado un poco después de todo lo sucedido. Su torso (pues había perdido la camiseta) estaba lleno de desagradables cortes recientes y antiguos. Su rostro estaba algo sucio y con restos de sangre. Mantenía una postura recta en todo momento y se notaba que podía continuar dándolo todo por Xella. Había hecho una promesa de honor y había decidido cumplirla al máximo.
Escuchó las palabras de Aki y no pudo evitar inclinar la cabeza de forma respetuosa. Agradecía aquellos halagos por parte de ella. Para un espadachín como él, el honor hacia las personas que juraba fidelidad era lo más importante. Pudo ver al esqueleto sentarse en aquel pequeño trono y después de unos momentos escuchó todo lo que dijo aquella persona. Entonces la pelirroja preguntó a aquel si conocía a Black y él mismo decidió responder.
- Yo solo de vista, pero el oficial Krauser lo conoce. Según me ha dicho, nunca ha visto una persona más buena y justa en su vida, de modo que yo pienso igual si es así.
Nada más decir aquello notó un leve dolor en la zona de las costillas. Se miró despacio el costado y pudo ver un poco de sangre, procedente de una de sus heridas. En esos momentos chasqueó la lengua y después se mantuvo callado. Fue entonces cuando escuchó las palabras de la pelirroja y no pudo evitar apretar un poco los dientes. No podía permitir aquella osadía. Esos cabrones solo merecían la peor de las muertes y él sería el encargado de dárselas.
- No quiero aceptar eso… El gobierno es el cáncer del mundo, son ruines asesinos que se mofaran de tener una isla más bajo su poder. Si renunciamos ahora todo habrá sido en vano. No quiero que esta gente sea explotada, engañada y usada. Todos sabemos que es lo que pasará.
Una vez dijo aquellas palabras no pudo evitar golpear el suelo con su puño derecho, provocando un ligero agrietamiento. Fue entonces cuando al mirarlo se fijó en el corte que tenía, el cual se había hecho al prometer fidelidad a Xella. El espadachín entonces soltó un suspiro y miró a los ojos de la pelirroja. Soltó finalmente un suspiro y clavó su rodilla derecha en el suelo inclinándose ante la pelirroja y agachando la cabeza.
- Disculpe, Aki-sama. Confiaré en usted hasta el final. Necesito descansar un poco, estoy algo, reventado. – Dijo entonces mostrando una pequeña sonrisa y sentándose en otro de los tronos junto al esqueleto (Zal, si era posible).
El espadachín llevó la mano derecha hasta el costado notando la sangre en su mano y entonces se apretó un poco más el vendaje. Por fin podía descansar un poco y lo primero que hizo fue cerrar sus ojos notando aquella inmensa paz interior. El depredador mantuvo su haki de observación activado ante todo.
- Por cierto, jefa… Prometí dar mi vida por usted, y estaré en todas las guerras que haga falta. No debe agradecerme nada, es mi camino como espadachín. – Le dijo entonces mostrándole aquel corte en la mano que él mismo se hizo y sonriendo de forma amable después de estar toda la guerra serio. – Hola, señor esqueleto. – Dijo de últimas mirando al ser de su lado y tratando de darle un toque en el hombro.
Escuchó las palabras de Aki y no pudo evitar inclinar la cabeza de forma respetuosa. Agradecía aquellos halagos por parte de ella. Para un espadachín como él, el honor hacia las personas que juraba fidelidad era lo más importante. Pudo ver al esqueleto sentarse en aquel pequeño trono y después de unos momentos escuchó todo lo que dijo aquella persona. Entonces la pelirroja preguntó a aquel si conocía a Black y él mismo decidió responder.
- Yo solo de vista, pero el oficial Krauser lo conoce. Según me ha dicho, nunca ha visto una persona más buena y justa en su vida, de modo que yo pienso igual si es así.
Nada más decir aquello notó un leve dolor en la zona de las costillas. Se miró despacio el costado y pudo ver un poco de sangre, procedente de una de sus heridas. En esos momentos chasqueó la lengua y después se mantuvo callado. Fue entonces cuando escuchó las palabras de la pelirroja y no pudo evitar apretar un poco los dientes. No podía permitir aquella osadía. Esos cabrones solo merecían la peor de las muertes y él sería el encargado de dárselas.
- No quiero aceptar eso… El gobierno es el cáncer del mundo, son ruines asesinos que se mofaran de tener una isla más bajo su poder. Si renunciamos ahora todo habrá sido en vano. No quiero que esta gente sea explotada, engañada y usada. Todos sabemos que es lo que pasará.
Una vez dijo aquellas palabras no pudo evitar golpear el suelo con su puño derecho, provocando un ligero agrietamiento. Fue entonces cuando al mirarlo se fijó en el corte que tenía, el cual se había hecho al prometer fidelidad a Xella. El espadachín entonces soltó un suspiro y miró a los ojos de la pelirroja. Soltó finalmente un suspiro y clavó su rodilla derecha en el suelo inclinándose ante la pelirroja y agachando la cabeza.
- Disculpe, Aki-sama. Confiaré en usted hasta el final. Necesito descansar un poco, estoy algo, reventado. – Dijo entonces mostrando una pequeña sonrisa y sentándose en otro de los tronos junto al esqueleto (Zal, si era posible).
El espadachín llevó la mano derecha hasta el costado notando la sangre en su mano y entonces se apretó un poco más el vendaje. Por fin podía descansar un poco y lo primero que hizo fue cerrar sus ojos notando aquella inmensa paz interior. El depredador mantuvo su haki de observación activado ante todo.
- Por cierto, jefa… Prometí dar mi vida por usted, y estaré en todas las guerras que haga falta. No debe agradecerme nada, es mi camino como espadachín. – Le dijo entonces mostrándole aquel corte en la mano que él mismo se hizo y sonriendo de forma amable después de estar toda la guerra serio. – Hola, señor esqueleto. – Dijo de últimas mirando al ser de su lado y tratando de darle un toque en el hombro.
- Sala del trono:
- Hablar con Aki y sans, enfurecerse un poco por eso de que se siente un infiel en el trono (alguien del gobierno (?) ) y hablar bien de Dexter. Sentarse en uno de los tronos a descansar (Zal si es posible)
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No pude evitar soltar un pequeño bufido alegre al contener una carcajada. Las palabras de la pelirroja eran directas como nadie que hubiera conocido hasta entonces, y casi hasta me pareció gracioso el modo en que dijo más o menos lo que yo mismo pensaba. Casi, pues en el fondo el significado de tales palabras era grave y pesado, implicaban que realmente Síderos estaba en su peor declive hasta la fecha... aunque ya comprobaría si eso era confirmable en el libro más tarde.
Por otra parte, el hombre no me respondió, pero dado su aspecto era excusable. Seguramente habría pasado por muchas cosas aquel día, y habría tenido sus propias experiencias que forjarían su decisión, fuese cual fuese.
En ese momento se materializó justo frente a nosotros la figura de Dexter, y no pude evitar arquear una... ¿ceja? ¿Protuberancia huesuda cejil? Vamos, que puse cara de circunstancia mientras oía lo que aquella persona nos venía a decir. Por su modo de aparecer y su forma de hablar generalizada, supuse que no era el verdadero, aunque no entendía del todo cómo funcionaba aquello. Tras terminar su discurso, suspiré sacudiendo la cabeza. "Ahora se proclamará como Dios Único y Verdadero y hará que Síderos se convierta en un país donde todo se decide por juegos... No, espera, eso es otra historia que leí en alguna parte..." Pensé, intentando aclarar la sensación de Déjà Vu que tenía encima.
- Aki D. Arlia, ¿huh? - Repetí para asegurarme de que lo decía bien. Como no se me ocurría ningún chiste en ese momento, simplemente respondí: - Yo soy Sans, encantado. - Tras recuperar la amplia sonrisa que me caracterizaba, escuché las palabras de la pelirroja y me quedé pensando un momento. No quería decir nada que pudiera crear prejuicios, pues lo mejor siempre es conocer cara a cara a alguien para saber cómo es de verdad. El otro hombre se me adelantó mientras tanto, mencionando a Krauser y lo que había oído de él. Decidí intervenir: Técnicamente lo conozco, aunque solo a partir de hoy... es decir, de hace un rato. Ambos coincidimos en Zilda, y cuando destapó la mascarada del pretor decidí unirme a su nueva causa. - Tomé una pequeña pausa sopesando mis siguientes palabras. - Ha sido poco tiempo para llegar a conocerle a fondo, pero de momento no parece un mal tipo. - Dije simplemente mientras me encogía de hombros. - Como todo el mundo, tendrá sus razones para hacer lo que hace. Que en este caso tiene pinta de ser simplemente un stop a la guerra, así que más razones para ayudarlo en mi opinión. Aparte de eso... Siento no poder ser más específico, mejor que lo conozcas en persona. - Concluí cerrando los ojos un momento y repasando mentalmente que no hubiera dicho nada raro. Entonces caí en la cuenta de que me tocaba a mí preguntar: - Por casualidad, ¿has oído hablar de una organización llamada G.A.S.T.E.R? ¿O de un tipo cuyo nombre es igual? - Dije fingiendo poco interés, como si no esperara que supiera de qué estaba hablando.
Aquella pregunta era ciertamente críptica, pero yo tenía muy claro el porqué la hacía. No se me había escapado el gesto de la mujer con respecto a su anillo, y aunque en ese momento no caía hubiera podido jurar que me sonaba de algo. Además su nombre... Aki D. Arlia... ¿Lo había escuchado antes en alguna parte? Me sonaba de algo muy vagamente, pero no podía caer en qué. Y si me hubiese puesto a inquirir directamente y de forma indiscreta, seguramente no obtendría resultados.
Por eso decidí preguntar aquello aparentemente casual: si decía que no conocía la organización, entonces eran solo imaginaciones mías, o trataba de ocultar algo. Pero si por un casual captaba la indirecta y decía que la conocía o que incluso tenía alguna relación con mi mentor Gaster... puede que fuera ahí donde estuviera el meollo del asunto. Al fin y al cabo el científico a veces recurría a métodos un tanto clandestinos para obtener ciertos materiales e información para sus experimentos (aunque sospecho que el Gobierno lo sabe pero hace la vista gorda dada la influencia de Gaster y su importancia en el programa de I+D), no sería de extrañar que estuviera afiliado a alguna otra organización, secreta o no.
En otro orden de cosas, ella y el otro hombre parecían conocerse, y hasta actuaban como compañeros. Ella le dijo algo que no pude oír con claridad, pero él respondió de forma agresiva y hasta hizo que el suelo se agrietara al descargar su ira en un golpe... Sin embargo esa ira no iba dirigida hacia ella. Y dadas las frases que el hombre usó para referirse al Gobierno, no era muy difícil adivinar cuál era su postura respecto al WG (dudaba que se refiriera a otro tipo de "Gobierno", por su forma de hablar). Como siempre, decidí no juzgar a un libro por su tapa, él también tendría sus propias circunstancias e historia. Aunque me apunté que en su presencia tal vez debería evitar mencionar mi relación con el WG... o cualquier cosa relacionada con él. Parecía una persona pasional en ese tema, y cualquier desliz podría hacer que me creyese su enemigo antes de tiempo. Bastaba que fuera a intentar decir que "no todos en el Gobierno son iguales" para que me saltase al cuello, estaba seguro.
En cuanto se sentó a mi lado y me saludó, simplemente le sonreí y respondí:
- ¿Ola ke ase, persona con clase?
Antes de seguir rebuscando en el libro cosas de interés. Información sobre Linvana (previas apariciones, papel en la Guerra, vulnerablidades, etc), información sobre la sala del trono (funcionamiento de los tronos y del proceso de selección de nuevos pretores), e información sobre las diferentes facciones antes de que los pretores de esta generación se alzaran al poder; eso era principalmente lo que esperaba encontrar.
Por otra parte, el hombre no me respondió, pero dado su aspecto era excusable. Seguramente habría pasado por muchas cosas aquel día, y habría tenido sus propias experiencias que forjarían su decisión, fuese cual fuese.
En ese momento se materializó justo frente a nosotros la figura de Dexter, y no pude evitar arquear una... ¿ceja? ¿Protuberancia huesuda cejil? Vamos, que puse cara de circunstancia mientras oía lo que aquella persona nos venía a decir. Por su modo de aparecer y su forma de hablar generalizada, supuse que no era el verdadero, aunque no entendía del todo cómo funcionaba aquello. Tras terminar su discurso, suspiré sacudiendo la cabeza. "Ahora se proclamará como Dios Único y Verdadero y hará que Síderos se convierta en un país donde todo se decide por juegos... No, espera, eso es otra historia que leí en alguna parte..." Pensé, intentando aclarar la sensación de Déjà Vu que tenía encima.
- Aki D. Arlia, ¿huh? - Repetí para asegurarme de que lo decía bien. Como no se me ocurría ningún chiste en ese momento, simplemente respondí: - Yo soy Sans, encantado. - Tras recuperar la amplia sonrisa que me caracterizaba, escuché las palabras de la pelirroja y me quedé pensando un momento. No quería decir nada que pudiera crear prejuicios, pues lo mejor siempre es conocer cara a cara a alguien para saber cómo es de verdad. El otro hombre se me adelantó mientras tanto, mencionando a Krauser y lo que había oído de él. Decidí intervenir: Técnicamente lo conozco, aunque solo a partir de hoy... es decir, de hace un rato. Ambos coincidimos en Zilda, y cuando destapó la mascarada del pretor decidí unirme a su nueva causa. - Tomé una pequeña pausa sopesando mis siguientes palabras. - Ha sido poco tiempo para llegar a conocerle a fondo, pero de momento no parece un mal tipo. - Dije simplemente mientras me encogía de hombros. - Como todo el mundo, tendrá sus razones para hacer lo que hace. Que en este caso tiene pinta de ser simplemente un stop a la guerra, así que más razones para ayudarlo en mi opinión. Aparte de eso... Siento no poder ser más específico, mejor que lo conozcas en persona. - Concluí cerrando los ojos un momento y repasando mentalmente que no hubiera dicho nada raro. Entonces caí en la cuenta de que me tocaba a mí preguntar: - Por casualidad, ¿has oído hablar de una organización llamada G.A.S.T.E.R? ¿O de un tipo cuyo nombre es igual? - Dije fingiendo poco interés, como si no esperara que supiera de qué estaba hablando.
Aquella pregunta era ciertamente críptica, pero yo tenía muy claro el porqué la hacía. No se me había escapado el gesto de la mujer con respecto a su anillo, y aunque en ese momento no caía hubiera podido jurar que me sonaba de algo. Además su nombre... Aki D. Arlia... ¿Lo había escuchado antes en alguna parte? Me sonaba de algo muy vagamente, pero no podía caer en qué. Y si me hubiese puesto a inquirir directamente y de forma indiscreta, seguramente no obtendría resultados.
Por eso decidí preguntar aquello aparentemente casual: si decía que no conocía la organización, entonces eran solo imaginaciones mías, o trataba de ocultar algo. Pero si por un casual captaba la indirecta y decía que la conocía o que incluso tenía alguna relación con mi mentor Gaster... puede que fuera ahí donde estuviera el meollo del asunto. Al fin y al cabo el científico a veces recurría a métodos un tanto clandestinos para obtener ciertos materiales e información para sus experimentos (aunque sospecho que el Gobierno lo sabe pero hace la vista gorda dada la influencia de Gaster y su importancia en el programa de I+D), no sería de extrañar que estuviera afiliado a alguna otra organización, secreta o no.
En otro orden de cosas, ella y el otro hombre parecían conocerse, y hasta actuaban como compañeros. Ella le dijo algo que no pude oír con claridad, pero él respondió de forma agresiva y hasta hizo que el suelo se agrietara al descargar su ira en un golpe... Sin embargo esa ira no iba dirigida hacia ella. Y dadas las frases que el hombre usó para referirse al Gobierno, no era muy difícil adivinar cuál era su postura respecto al WG (dudaba que se refiriera a otro tipo de "Gobierno", por su forma de hablar). Como siempre, decidí no juzgar a un libro por su tapa, él también tendría sus propias circunstancias e historia. Aunque me apunté que en su presencia tal vez debería evitar mencionar mi relación con el WG... o cualquier cosa relacionada con él. Parecía una persona pasional en ese tema, y cualquier desliz podría hacer que me creyese su enemigo antes de tiempo. Bastaba que fuera a intentar decir que "no todos en el Gobierno son iguales" para que me saltase al cuello, estaba seguro.
En cuanto se sentó a mi lado y me saludó, simplemente le sonreí y respondí:
- ¿Ola ke ase, persona con clase?
Antes de seguir rebuscando en el libro cosas de interés. Información sobre Linvana (previas apariciones, papel en la Guerra, vulnerablidades, etc), información sobre la sala del trono (funcionamiento de los tronos y del proceso de selección de nuevos pretores), e información sobre las diferentes facciones antes de que los pretores de esta generación se alzaran al poder; eso era principalmente lo que esperaba encontrar.
- Resumen Sala del trono 2:
- - Antes: Evito los trozos de techo que me caen encima, al entrar en la sala llego a un par de conclusiones, doy un discursito modo "voz de la consciencia" a Aki y Dranser, me acerco a los tronos para estudiarlos y tratar de averiguar cómo funcionan o si representan a alguna facción en particular, paso unos cuantos largos segundos pensando en muchas cosas y finalmente decido sentarme en uno de los tronos menores (el de Zilda en caso de averiguar cuál es) mientras saco mi nuevo libro y me pongo a leerlo, buscando info sobre Linvana.
- Ahora: Respondo a Aki, pregunto a Aki, saludo a Dranser, sigo con el libro.
Krieg
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Las miradas de mis soldados vacilan, no quieren mirarme directamente. Puedo escuchar algunos chasquidos de lengua, y los brazos de algunos se cruzan. Se están cerrando en banda.
¿No han sido criados en Zilda? ¿No es esa una tierra de lógica y ciencia? Ya tengo dos pruebas en contra de mis suposiciones, mi hipótesis se está derrumbando…. Siquiera quieren plantear opciones alternativas. Todas las personas parecen ser iguales, la estadística está en mi contra.
¿Podrían re-educarse? Probablemente, pero no con el tiempo del que dispongo. Si fuera una persona normal les gritaría, y quizás debería hacerlo… Pero gritar sólo me cansaría más. No depende de mí su reacción.
¿Cuál es la justificación de la violencia? ¿De obligar a los demás a hacer una cosa que se cree correcta? Comprendo porqué Linvanna quiere quemarlos a todos, empezar de cero…
La plaza es un reducto de monstruos y dioses, que también son monstruos. Un dragón de fuego llega sin consciencia, un dragón azul llega con demasiada. Un monstruo de dientes afilados que porta una descomunal arma, una mujer desnuda cual estatua que soporta una espada en llamas. Un ángel que está cansado de todo...
El dragón habla con la tormenta que trae, y puedo determinar quién es. Dexter Black, el yonkou, es un dragón. Ya había visto otro dragón en el torneo… ¿qué es lo que justifica que haya zoans iguales? Hito-hito no mi modelo brazos largos… ¿Pero…, colores? ¿Dragones de colores? A lo mejor el cuerpo es diferente, como lo son una foca y un león marino; como lo son las variedades de yagara. (OFF ; podría haber puesto razas de perro, pero es que soy de Water 7 :D)
- Está bien, no hagáis nada. Sobrevivid, eso es lo único que cuenta- digo a los que fueron mis soldados para girarme hasta el trío de aspecto vandálico- .Habréis venido a hacer aquí que no sea suicida, espero. ¿En qué puedo ayudar?
Mi vista oscila entre la atención de la plaza y las sombras de los edificios. En cualquier momento puede aparecer un enemigo entre el ruido, debo estar preparado.
¿No han sido criados en Zilda? ¿No es esa una tierra de lógica y ciencia? Ya tengo dos pruebas en contra de mis suposiciones, mi hipótesis se está derrumbando…. Siquiera quieren plantear opciones alternativas. Todas las personas parecen ser iguales, la estadística está en mi contra.
¿Podrían re-educarse? Probablemente, pero no con el tiempo del que dispongo. Si fuera una persona normal les gritaría, y quizás debería hacerlo… Pero gritar sólo me cansaría más. No depende de mí su reacción.
¿Cuál es la justificación de la violencia? ¿De obligar a los demás a hacer una cosa que se cree correcta? Comprendo porqué Linvanna quiere quemarlos a todos, empezar de cero…
La plaza es un reducto de monstruos y dioses, que también son monstruos. Un dragón de fuego llega sin consciencia, un dragón azul llega con demasiada. Un monstruo de dientes afilados que porta una descomunal arma, una mujer desnuda cual estatua que soporta una espada en llamas. Un ángel que está cansado de todo...
El dragón habla con la tormenta que trae, y puedo determinar quién es. Dexter Black, el yonkou, es un dragón. Ya había visto otro dragón en el torneo… ¿qué es lo que justifica que haya zoans iguales? Hito-hito no mi modelo brazos largos… ¿Pero…, colores? ¿Dragones de colores? A lo mejor el cuerpo es diferente, como lo son una foca y un león marino; como lo son las variedades de yagara. (OFF ; podría haber puesto razas de perro, pero es que soy de Water 7 :D)
- Está bien, no hagáis nada. Sobrevivid, eso es lo único que cuenta- digo a los que fueron mis soldados para girarme hasta el trío de aspecto vandálico- .Habréis venido a hacer aquí que no sea suicida, espero. ¿En qué puedo ayudar?
Mi vista oscila entre la atención de la plaza y las sombras de los edificios. En cualquier momento puede aparecer un enemigo entre el ruido, debo estar preparado.
- Agente Alfa Afueras de la plaza del castillo:
- Deprimirme (de la manera especial de Adam). Simpatizar con Linvanna, mentalmente, yo en la plaza no me meto. Análisis de la plaza . Determinar que Dexter con sus pus de grandilocuencia y magnificencia es , efectivamente, el dragón. (Reconocer su presencia por comerme su haki del rey en modo “capta atención”) Consultado. Discutir mentalmente cual es la justificación de un modelo de fruta. Decirle a mis soldados que sobrevivan como despedida, porque pasa de discutir. Ir con el trío calavera que habrán venido aquí por algo, a ver en qué puedo ayudar. Permanecer atento entre plaza y alrededor daga y kogatana en mano, por si las moscas.
Gusi
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Observaba atento desde lo alto de la esfinge. Intentando buscar con la mirada el otro rubí que me faltaba, pero parecía que la suerte no estaba de mi lado. De repente, la gente empezó a marcharse de forma muy apresurada, siguiendo al Yonkou Dexter, que parecía ser una especie de dragón. Algo que nunca me hubiera imaginado. Dado que mi ilusión de encontrar el otro ojo del león se iba marchitando al observar como la gente se marchaba (los cuales sospechaba que ocultaban lo que tanto estaba buscando) decidí echar un último vistazo por los recovecos del lugar y probar suerte por última vez.
En ese momento, la voz de Tobías hizo que alzará la vista. Mi compi, parecía bastante molesto y decía cosas relacionada con una voz que todos oían. Yo, sinceramente, tenía tantas voces en mi cabeza que ya no sabía diferenciar las de verdad de las imaginarias. No le di importancia y le deje salir volando a hacer lo que fuera a hacer, el cuerpo le pedía samba y lo mejor era ir a buscarla. Suspiré al ver como unas de las personas que podrían haberme ayudado a buscar el rubí se marchaba siguiendo la estela de aquel enorme dragón. Pero, por suerte o por desgracia, apareció Bizvan por la puerta. Una sonrisa sádica se apodero de mi cara, al comprobar que al menos quedaba alguien para ayudarme a buscar.
En ese instante me fije en el rostro de Biz, el cual parecía molesto. No entendía que podía haberle pasado, cuando recordé el besazo que le había dado escasos minutos sin explicaciones. Decidí ir a charlar con él y explicárselo.
-Hola, Biz. Seré breve, lo siento si te ha molestado el beso, no era mi intención. Solo quería proporcionar a mis nakamas la habilidad de levitar y la única forma que se de activarlo es con un beso (no era necesario resaltar la lengua)- le miré con algo de arrepentimiento.- Tú me conoces mejor que nadie, deberías saber que soy impulsivo, pero nunca hago nada sin un fin mayor.- le di unos golpecitos amistosos en el hombro y le mostré el rubí rojo.- ¿No habrás visto algo como esto?- mi compañero desvió la mirada a la mano de uno de los pocos tipos que quedaban en el lugar.- Gracias.- le dije alejándome de él y acercándome al tipo melenudo que parecía extremadamente excitado.
-Hola, amable caballero. Me parece que tienes algo que ando buscando.- le dije señalando su mano.- No quiero problemas, ni enemistades. Solo me gustaría adquirir el rubí con esta forma.- saqué el otro rubí para mostrárselo (sin entregárselo)- Dado que parece algo huraño de entregármelo, ¿qué le parece si llegamos a un acuerdo? Quién sabe, tal vez esa esfinge abre un pasadizo a más tesoros.- dije al final para llamar la curiosidad de aquel extraño hombre y que aceptará mi oferta.
En ese momento, la voz de Tobías hizo que alzará la vista. Mi compi, parecía bastante molesto y decía cosas relacionada con una voz que todos oían. Yo, sinceramente, tenía tantas voces en mi cabeza que ya no sabía diferenciar las de verdad de las imaginarias. No le di importancia y le deje salir volando a hacer lo que fuera a hacer, el cuerpo le pedía samba y lo mejor era ir a buscarla. Suspiré al ver como unas de las personas que podrían haberme ayudado a buscar el rubí se marchaba siguiendo la estela de aquel enorme dragón. Pero, por suerte o por desgracia, apareció Bizvan por la puerta. Una sonrisa sádica se apodero de mi cara, al comprobar que al menos quedaba alguien para ayudarme a buscar.
En ese instante me fije en el rostro de Biz, el cual parecía molesto. No entendía que podía haberle pasado, cuando recordé el besazo que le había dado escasos minutos sin explicaciones. Decidí ir a charlar con él y explicárselo.
-Hola, Biz. Seré breve, lo siento si te ha molestado el beso, no era mi intención. Solo quería proporcionar a mis nakamas la habilidad de levitar y la única forma que se de activarlo es con un beso (no era necesario resaltar la lengua)- le miré con algo de arrepentimiento.- Tú me conoces mejor que nadie, deberías saber que soy impulsivo, pero nunca hago nada sin un fin mayor.- le di unos golpecitos amistosos en el hombro y le mostré el rubí rojo.- ¿No habrás visto algo como esto?- mi compañero desvió la mirada a la mano de uno de los pocos tipos que quedaban en el lugar.- Gracias.- le dije alejándome de él y acercándome al tipo melenudo que parecía extremadamente excitado.
-Hola, amable caballero. Me parece que tienes algo que ando buscando.- le dije señalando su mano.- No quiero problemas, ni enemistades. Solo me gustaría adquirir el rubí con esta forma.- saqué el otro rubí para mostrárselo (sin entregárselo)- Dado que parece algo huraño de entregármelo, ¿qué le parece si llegamos a un acuerdo? Quién sabe, tal vez esa esfinge abre un pasadizo a más tesoros.- dije al final para llamar la curiosidad de aquel extraño hombre y que aceptará mi oferta.
- Capilla (Leer Madara y Bizvan):
Ver como todos se marchan- Hablar con Bizvan- Intentar negociar con Madara
Hayden Ashworth
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El lugar empezaba a parecer una orgía mal organizada. Gente por todas partes, gritos y discursos. Empezaba a pensar que si Grum quería matar a alguien sería por agobio más que nada. Y lo cierto es que el dragón lo entendería. se colocó en posición de combate frente a Grum hasta que su mantra le avisó. El techo se derrumbaba. Trozos enormes de piedra empezaron a caer. Zuko saltó a un lado esquivando, golpeando... esperando que nada de aquello le cayese encima. Cuando todo terminó consiguió salir de entre los escombros. Grum estaba combatiendo contra el gigantón. Se colocó de pie enseguida y utilizó el soru para reaparecer de nuevo justo tras la espalda del pretor.
El dragón, en el aire, tenía una pierna alzada, a punto de dar un fuerte golpe a la columna vertebral de Grum. La pierna empezó a tornarse de un color negro, marcando su haki armadura. Entonces, se rodeó de fuego. Como si de un cohete se tratase, el pie golpeó la espalda del pretor siendo propulsado por un torrente de fuego. Tras el golpe, el dragón se propulsaría a si mismo para ganar altura y quedar por encima del pretor, para después intentar golpearle la cabeza con el puño imbuido en haki, con todas sus fuerzas. Si no caía ahora, no sabía cuando lo haría. El dragón ni siquiera sabía lo que estaba pasando a su alrededor. Solo tenía que acabar con aquello... Cuanto antes.
El dragón, en el aire, tenía una pierna alzada, a punto de dar un fuerte golpe a la columna vertebral de Grum. La pierna empezó a tornarse de un color negro, marcando su haki armadura. Entonces, se rodeó de fuego. Como si de un cohete se tratase, el pie golpeó la espalda del pretor siendo propulsado por un torrente de fuego. Tras el golpe, el dragón se propulsaría a si mismo para ganar altura y quedar por encima del pretor, para después intentar golpearle la cabeza con el puño imbuido en haki, con todas sus fuerzas. Si no caía ahora, no sabía cuando lo haría. El dragón ni siquiera sabía lo que estaba pasando a su alrededor. Solo tenía que acabar con aquello... Cuanto antes.
- Interior del palacio:
- Aprovechar que Grum está distraido atacando a Bleyd y golpearle en la espalda y luego la cabeza
Fuerza: x9
Resistencia: x6
Velocidad: x5
Agilidad: -
x30 en fuerza por forma híbrida
x2 en fuerza por dragón interior
30 x 9 x 2 = x540 fuerza
Mist D. Spanner
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El chico se encontraba aturdido. Por suerte había conseguido resistir las poderosas presencias que allí se encontraban, amenazando a su insignificante impotencia. El techo se derrumbó. Casi enseguida, el chico se hizo intangible. Notó las piedras pasarle sin tocarle. Salió de entre los escombros y volvió a recuperar la tangibilidad. Respiraba con profundidad. Estaba demasiado nervioso por todo lo que ocurría. Y, por si fuera poco, su capitán se acercó a él, recordándole con su preocupación que no era más que una hormiga en un mundo de dragones.
- Sí, estoy... -pero antes de que terminara de contestar, el pelirrojo hizo algo que jamás pensó que haría.
Los labios del pirata se unieron a los suyos. Aquel extraño beso casi duró demasiado. Si bien al chico no le desagradaba, aquello no estaba bien. ¿En qué demonios estaba pensando el capitán? Cuando por fin lo hubo soltado, no hizo más que darse la vuelta. El chico frunció el ceño y se pasó el puño por la boca. Se acercó a su capitán y le tocó en el hombro para darle la vuelta. Entonces le daría un puñetazo en la cara. Sabía que aquello poco le haría. De hecho, aquello hizo que la mano le doliese un poco más. No sabía dar puñetazos. Era muy probable que se hubiese roto la mano con la resistencia del pelirrojo. De todas formas, el chico no titubeó. Su voz no se quebró.
- Escucha. No sé qué demonios estabas pensando... Pero no te lo acepto. ¿Por qué has pensado que esto era necesario? ¿Es por mi secreto? ¿Crees que como "soy mujer" las cosas entre nosotros cambian? ¿Qué ahora puedes tratarme como a una de tus concubinas? No, Zane. Soy un hombre. Siempre lo he sido. He sufrido mucho por estar en un cuerpo que no me pertenece y cuando por fin pensaba que había conseguido a un amigo que apreciase lo que soy... ¿Resulta que para él no soy más que otro trozo de carne que puede besar cuando quiera? No soy tu concubina, Zane. No soy tu amante, no soy tu novia. Soy tu subcapitán, soy quien tiene que sacarte las castañas del fuego cuando la lías, soy aquel que limpia tus destrozos. Soy tu amigo, soy tu hermano. Y exijo un respeto.
Sus ojos se clavaron en los del pelirrojo. No le importaba absolutamente nada de lo que estaba pasando a su alrededor. Por primera vez, en mucho tiempo, estaba alzando la voz por si mismo.
- Sí, estoy... -pero antes de que terminara de contestar, el pelirrojo hizo algo que jamás pensó que haría.
Los labios del pirata se unieron a los suyos. Aquel extraño beso casi duró demasiado. Si bien al chico no le desagradaba, aquello no estaba bien. ¿En qué demonios estaba pensando el capitán? Cuando por fin lo hubo soltado, no hizo más que darse la vuelta. El chico frunció el ceño y se pasó el puño por la boca. Se acercó a su capitán y le tocó en el hombro para darle la vuelta. Entonces le daría un puñetazo en la cara. Sabía que aquello poco le haría. De hecho, aquello hizo que la mano le doliese un poco más. No sabía dar puñetazos. Era muy probable que se hubiese roto la mano con la resistencia del pelirrojo. De todas formas, el chico no titubeó. Su voz no se quebró.
- Escucha. No sé qué demonios estabas pensando... Pero no te lo acepto. ¿Por qué has pensado que esto era necesario? ¿Es por mi secreto? ¿Crees que como "soy mujer" las cosas entre nosotros cambian? ¿Qué ahora puedes tratarme como a una de tus concubinas? No, Zane. Soy un hombre. Siempre lo he sido. He sufrido mucho por estar en un cuerpo que no me pertenece y cuando por fin pensaba que había conseguido a un amigo que apreciase lo que soy... ¿Resulta que para él no soy más que otro trozo de carne que puede besar cuando quiera? No soy tu concubina, Zane. No soy tu amante, no soy tu novia. Soy tu subcapitán, soy quien tiene que sacarte las castañas del fuego cuando la lías, soy aquel que limpia tus destrozos. Soy tu amigo, soy tu hermano. Y exijo un respeto.
Sus ojos se clavaron en los del pelirrojo. No le importaba absolutamente nada de lo que estaba pasando a su alrededor. Por primera vez, en mucho tiempo, estaba alzando la voz por si mismo.
- Interior del palacio:
- Echarle la bronca a Zane por machirulo falocentrico opresor(?)
Rocket Raccoon
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Cuando el techo se derrumbó encima de todos ellos, el mapache saltó del hombro de Hinori. Su cuerpo se deshizo en arena y fue escondido bajo los escombros. Cuando todo hubo terminado, la arena empezó a ascender y a formar de nuevo el cuerpo del mapache encima de los escombros. El animal tosió y se llevó las manos a la espalda, cogiendo la APHADD. Giró la pequeña rueda que indicaba los modos y puso el arma en el modo Escopeta. Enseñando los dientes por la rabia buscó por el lugar. ¡Ahí estaba Grum! Estaba peleando contra el Yonkaykio y el dragón de la cara quemada había decidido atacar también. El mapache no quería ser menos. Cargó el arma y dio un salto adelante.
El viento controlado empujó al mapache hasta aterrizar justo debajo de Grum, entre sus piernas. Miró hacia arriba y apuntó con decisión, mientras una macabra sonrisa se dibujaba en su peludo rostro. Aguantando el arma con el dedo derecho en el gatillo, soltó el brazo izquierdo cyborg y lo apuntó hacia abajo. Entonces, usando las cualidades de dicho brazo, el mapache se propulsaría de golpe y el cañón del arma entraria violentamente por el ano del pretor.
En caso de acertar, el mapache no se detendría y seguiría propulsando hasta que el arma estuviese lo suficientemente profundo. Entonces, con un sonoro grito de júbilo por lo que estaba ocurriendo, apretaría el gatillo tres veces, haciendo que tres disparos de escopeta destrozasen a Grum por dentro.
El viento controlado empujó al mapache hasta aterrizar justo debajo de Grum, entre sus piernas. Miró hacia arriba y apuntó con decisión, mientras una macabra sonrisa se dibujaba en su peludo rostro. Aguantando el arma con el dedo derecho en el gatillo, soltó el brazo izquierdo cyborg y lo apuntó hacia abajo. Entonces, usando las cualidades de dicho brazo, el mapache se propulsaría de golpe y el cañón del arma entraria violentamente por el ano del pretor.
En caso de acertar, el mapache no se detendría y seguiría propulsando hasta que el arma estuviese lo suficientemente profundo. Entonces, con un sonoro grito de júbilo por lo que estaba ocurriendo, apretaría el gatillo tres veces, haciendo que tres disparos de escopeta destrozasen a Grum por dentro.
- Interior del palacio:
- Intentar meterle la APHADD a Grum por el culo y disparar :3
Propulsión del brazo:
Sistema MI2 de propulsión: En la mano izquierda de Rocket hay un propulsor frío que permite levitar indefinidamente y volar a velocidades de hasta 100 kilómetros por hora durante hasta una hora. Es un propulsor en un tiempo y pasa de 0 a 100 en 0,13 segundos. La luz liberada es rosa.
La acción pasionaria del pelirrojo no gustó a su segundo de abordo, que se tomó aquel acto como un insulto hacia su persona. El pelirrojo escuchaba todo lo que Spanner le decía y comenzó a encontrarse mal. ¿Qué era aquello que sentía? ¿Sería remordimiento? Sí, era eso. Un sentimiento de culpabilidad que le intranquilizaba y le hacía sentirse mal consigo mismo. Sin embargo, también estaba enfadado.
Zane volvió a girarse y su semblante estaba serio, y en su mirada se podía atisbar una mezcla de culpa y enfado. Sabía perfectamente que Spanner era alguien orgulloso y que eso le había molestado. En muchos meses juntos era la primera vez que le levantaba la voz de esa forma y Zane sabía lo que tenía que hacer: disculparse. Sin embargo, él jamás había pedido perdón a alguien y no sabía cómo hacerlo. ¿Qué se hacía en esas circunstancias? ¿Pedir disculpas y ya está? No, eso no era suficiente.
—Por eso mismo, Spanner –Zane clavó su mirada en la de Spanner y dio un paso hacia él, limitando la distancia que los separaba–. Si soy tu amigo, tu hermano, como tú dices, ¿no deberías haberme contando la verdad? ¿No debiste decirme que era una… -el pelirrojo calló de golpe, pues había mucha gente alrededor que podía oírle–, ya sabes. Sé que ha estado mal, pero me ha salido hacerlo así. Aquí y ahora. Tú no sabe lo mal que lo he pasado yo pensando que mi orientación era otra…. Pero si te ha molestado y para ti ha sido una deshonra adelante –el pelirrojo sacó pecho–. Haz lo que ninguna persona ha hecho todavía, hazme un corte con tu espada, y te prometo que no volverá a pasar.
Una vez Spanner tomo su decisión, fuera cual fuere, el pelirrojo volvió a girarse y se transformó en su forma híbrida, pero adoptando su forma de combate. Un híbrido de suzaku y hombre cuya musculatura era pronunciada, pero no reducía su velocidad. Y atacó contra Grum, propinándole con su diestra un corte vertical, para justo después, lanzar una onda cortante a corta distancia con su zurda, la cual obtendría un ligero brillo blanquecino que lo cegaría durante un instante.
Zane volvió a girarse y su semblante estaba serio, y en su mirada se podía atisbar una mezcla de culpa y enfado. Sabía perfectamente que Spanner era alguien orgulloso y que eso le había molestado. En muchos meses juntos era la primera vez que le levantaba la voz de esa forma y Zane sabía lo que tenía que hacer: disculparse. Sin embargo, él jamás había pedido perdón a alguien y no sabía cómo hacerlo. ¿Qué se hacía en esas circunstancias? ¿Pedir disculpas y ya está? No, eso no era suficiente.
—Por eso mismo, Spanner –Zane clavó su mirada en la de Spanner y dio un paso hacia él, limitando la distancia que los separaba–. Si soy tu amigo, tu hermano, como tú dices, ¿no deberías haberme contando la verdad? ¿No debiste decirme que era una… -el pelirrojo calló de golpe, pues había mucha gente alrededor que podía oírle–, ya sabes. Sé que ha estado mal, pero me ha salido hacerlo así. Aquí y ahora. Tú no sabe lo mal que lo he pasado yo pensando que mi orientación era otra…. Pero si te ha molestado y para ti ha sido una deshonra adelante –el pelirrojo sacó pecho–. Haz lo que ninguna persona ha hecho todavía, hazme un corte con tu espada, y te prometo que no volverá a pasar.
Una vez Spanner tomo su decisión, fuera cual fuere, el pelirrojo volvió a girarse y se transformó en su forma híbrida, pero adoptando su forma de combate. Un híbrido de suzaku y hombre cuya musculatura era pronunciada, pero no reducía su velocidad. Y atacó contra Grum, propinándole con su diestra un corte vertical, para justo después, lanzar una onda cortante a corta distancia con su zurda, la cual obtendría un ligero brillo blanquecino que lo cegaría durante un instante.
- Resumen:
- Pedir perdón a Spanner, muriendo aquí el Zanner, ofreciéndole que le realizara un corte (esta en su mano hacerlo o no).
Transformarse en su forma híbrida, concretamente su forma de combate que le otorga un x6 (500%) en fuerza durante 2 turnos y usa su ámbito llamado: No Zane, no Party, la cual aumenta su fuerza en x2,5 durante 2 turnos también.
Total de stats de Zane:- Fuerza x7 por x6(forma combate) por x2.5(técnica No Zane, no Party) = x105
- Velocidad x5 por x30 (racial de la akuma) = x150
- Resistencia x5
- Agilidad x4 por x15(racial akuma) = x60
- Reflejos x5 (racial akuma)
- Fuerza x7 por x6(forma combate) por x2.5(técnica No Zane, no Party) = x105
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Abrí la puerta para toparme con una escena un tanto extraña.
Cuatro personas se acercaban a toda velocidad. No... no se acercaban. Estaban siendo arrastradas.
Arrastradas por los raíles que podía escuchar desde el interior del edificio. Emití un suspiro de desánimo al tiempo que observaba con rostro apático cómo el primero se desnucaba contra la pared, unos metros más allá, y caía muerto con un ruido sordo; mientras los otros tres se usaban de colchones para acabar deteniéndose por la fuerza.
- Menuda forma más estúpida de morir -no pude evitar comentar, al tiempo que echaba un vistazo a los supervivientes.
Ah, a esos los conocía de algo. ¿De qué me sonaban? Ladeé la cabeza tratando de hacer memoria al tiempo que un tímido Klaus se refugiaba a mi espalda para no ser visto. ¿Eran los que se habían acoplado al principio, al llegar a Síderos? O al menos se parecían. De todas maneras, no me sabía sus nombres. Ni me había esforzado por recordar sus caras. En mis recuerdos había borrones pixelados donde debían ir sus rostros.
Pero en fin.
El sonido de la guerra estaba cada vez más cerca, y ya debíamos llevar varias horas en aquella contienda.
La voz de la mujer había cesado pero, teniendo en cuenta la cantidad de cuerpos que yacían inmóviles en el suelo, y el hecho de que el barullo procedía del centro de la ciudad, la guerra probablemente estaría a punto de terminar.
Y yo aún no había encontrado nada que me indicase la procedencia o funcionamiento de los cachivaches de Meln.
Debido a ello, sin detenerme a comprobar si estaban bien -quiero decir, ¿a quién le importa eso?- salí del laboratorio a toda prisa, me despedí de ellos con un gesto de mano y una sonrisa y eché a correr en dirección al sonido de la batalla.
Klaus emitió un gritito al verse sin lugar donde esconderse, y me siguió volando a toda prisa.
Cuatro personas se acercaban a toda velocidad. No... no se acercaban. Estaban siendo arrastradas.
Arrastradas por los raíles que podía escuchar desde el interior del edificio. Emití un suspiro de desánimo al tiempo que observaba con rostro apático cómo el primero se desnucaba contra la pared, unos metros más allá, y caía muerto con un ruido sordo; mientras los otros tres se usaban de colchones para acabar deteniéndose por la fuerza.
- Menuda forma más estúpida de morir -no pude evitar comentar, al tiempo que echaba un vistazo a los supervivientes.
Ah, a esos los conocía de algo. ¿De qué me sonaban? Ladeé la cabeza tratando de hacer memoria al tiempo que un tímido Klaus se refugiaba a mi espalda para no ser visto. ¿Eran los que se habían acoplado al principio, al llegar a Síderos? O al menos se parecían. De todas maneras, no me sabía sus nombres. Ni me había esforzado por recordar sus caras. En mis recuerdos había borrones pixelados donde debían ir sus rostros.
Pero en fin.
El sonido de la guerra estaba cada vez más cerca, y ya debíamos llevar varias horas en aquella contienda.
La voz de la mujer había cesado pero, teniendo en cuenta la cantidad de cuerpos que yacían inmóviles en el suelo, y el hecho de que el barullo procedía del centro de la ciudad, la guerra probablemente estaría a punto de terminar.
Y yo aún no había encontrado nada que me indicase la procedencia o funcionamiento de los cachivaches de Meln.
Debido a ello, sin detenerme a comprobar si estaban bien -quiero decir, ¿a quién le importa eso?- salí del laboratorio a toda prisa, me despedí de ellos con un gesto de mano y una sonrisa y eché a correr en dirección al sonido de la batalla.
Klaus emitió un gritito al verse sin lugar donde esconderse, y me siguió volando a toda prisa.
- Resumen Meln (Haru, Silver, Noah, Amaiar):
Observar el panorama, ignorar a Noah, Silver y Amaiar, despedirme de ellos con un gesto y echar a correr como alma que lleva el diablo.
Nota para Silver, Amaiar y Noah: No sé si me vais a responder algo o no, pero yo no voy a volver a postear esta ronda. Como no habéis posteado nada vosotros todavía, he decidido ignoraros.
Osuka Sumisu
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Como era obvio desde el principio, el coche avanzo por las líneas enemigas como un ariete debido a su exagerada velocidad. El Oficial, rápidamente, grito a todo el mundo que saliera del vehículo de inmediato. Sin cabrear más a Krauser de lo que estaba, por lo que salió del coche.
Las palabras del ex almirante le estaban doliendo desde el interior más recóndito de su alma. Que Ai realmente se hubiese ido de aquella manera, que traicionara y mintiera a sus compañeros de aquella manera. Por otra parte, no le gustaban las palabras de su superior. Sonaban a palabras de despedida, mejor dicho, eran palabras de despedidas. Odiaba esa situación pero tenía que acatar las órdenes.
- Me ocupare de que no les pase nada al resto. Procura no morir.- Le pidió a Krau.
Mientras iba, noto como Ed se desesperaba por la ida del oficial. A pesar de ser el novato, le tenía ya un gran aprecio a tito Krau. Le suplicaba a Osu que intentara hacer algo, pero era imposible. Él tenía más ganas que nadie ha ayudar a su jefe, pero solo sería un estorbo y su muerte solo complicaría más las cosas.
No iba a engañar a nadie en ese momento, estaba aterrado. Su mente estaba bloqueado, demasiadas cosas habían pasado hoy, y en todas había quedado como alguien inservible. Le temblaba el pulso y tragaba saliva, pero una sensación le vino a la mente. No era momento de asustarse, iba a demostrar porque era el demonio plateado con más cojones de la división.
- Muy bien chicos, Krauser y Dexter se encargará de combatir, así nosotros nos encargaremos de lo secundario.- se dirigió al resto del equipo con mirada decidida.- Adelante, nos encargaremos de evacuar a los heridos. Yoko y Valia seréis los sanitarios de los evacuados que saquemos Ed y yo. Neo se encargará de ayudar a la señoritas.
Las palabras del ex almirante le estaban doliendo desde el interior más recóndito de su alma. Que Ai realmente se hubiese ido de aquella manera, que traicionara y mintiera a sus compañeros de aquella manera. Por otra parte, no le gustaban las palabras de su superior. Sonaban a palabras de despedida, mejor dicho, eran palabras de despedidas. Odiaba esa situación pero tenía que acatar las órdenes.
- Me ocupare de que no les pase nada al resto. Procura no morir.- Le pidió a Krau.
Mientras iba, noto como Ed se desesperaba por la ida del oficial. A pesar de ser el novato, le tenía ya un gran aprecio a tito Krau. Le suplicaba a Osu que intentara hacer algo, pero era imposible. Él tenía más ganas que nadie ha ayudar a su jefe, pero solo sería un estorbo y su muerte solo complicaría más las cosas.
No iba a engañar a nadie en ese momento, estaba aterrado. Su mente estaba bloqueado, demasiadas cosas habían pasado hoy, y en todas había quedado como alguien inservible. Le temblaba el pulso y tragaba saliva, pero una sensación le vino a la mente. No era momento de asustarse, iba a demostrar porque era el demonio plateado con más cojones de la división.
- Muy bien chicos, Krauser y Dexter se encargará de combatir, así nosotros nos encargaremos de lo secundario.- se dirigió al resto del equipo con mirada decidida.- Adelante, nos encargaremos de evacuar a los heridos. Yoko y Valia seréis los sanitarios de los evacuados que saquemos Ed y yo. Neo se encargará de ayudar a la señoritas.
- Quimera:
Preocuparse por Krauser-chan
Evacuar heridos en la zona de combate de Krauser y Dex
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El dragón se miró todos los bolsillos y no podía cargar con más dinero. Estaba totalmente lleno y las palabras de su compañera le llegaron a sus oídos ¿Hablaba en serio? Se veía que no conocía al verdadero Madara. Una sonrisa un poco enfermiza se mostró en el rostro del shichibukai. Era cierto que para él las mujeres eran increíbles y muy importantes, pero había algo mucho más valioso para él. Su precioso dinero era lo primero y por ello no quería que la cosa se liase mucho más, pues ya estaba feliz. Se quedó mirando a la dragona con una apariencia simple y acto seguido empezó a hablarle al mismo tiempo que mostraba una sonrisa sádica y siniestra.
- Está claro que prefiero mil veces el dinero al sexo, compañera. Tú me interesas mucho más, pero supongo que no pasará nada por hacer acto de presencia, pero no moveré un dedo. Si algo de pasta cayese de mis bolsillos mi furia destrozaría la isla.
La situación estaba calmada, pero no tardó mucho en acercarse a él aquel tipo de cabellos blancos. Lo que dijo le hizo alzar una ceja, era imposible que le hubiese visto ¿Algún chivato en la sala? Tal vez debería tomar medidas. Se lo pensó unos momentos y debido a que el chico tuvo educación, se propuso no atacar. Lo siguiente que hizo fue mirar su puño cerrado en el cual estaba aquel rubí. Ya estaba saciado de dinero y le daba lo mismo lo que hubiese detrás de aquel sitio con forma de estatua. Si esa pieza era tan valiosa, en ese momento la deseaba mucho más y por ello decidió quedárselo para él.
- Me temo que no hay trato. Ya tengo todo lo que deseaba y este rubí encajará a la perfección en un sitio que tengo pensado. Yo entré primero a este lugar, de modo que es justo que pueda cogerlo. Ahora debo hacer unas cositas con mi amante.
Dijo señalando a la dragona para acto seguido hacer que unas alas negras surgieran de su espalda. El dragón salió volando hacia el agujero que había hecho Dexter. Al ver lo que se estaba liando fuera no tardó en alzar un poco la ceja derecha. Entonces se puso a seguir a la chica mientras mantenía una sonrisa enfermiza y su precioso rubí en su puño cerrado.
- Está claro que prefiero mil veces el dinero al sexo, compañera. Tú me interesas mucho más, pero supongo que no pasará nada por hacer acto de presencia, pero no moveré un dedo. Si algo de pasta cayese de mis bolsillos mi furia destrozaría la isla.
La situación estaba calmada, pero no tardó mucho en acercarse a él aquel tipo de cabellos blancos. Lo que dijo le hizo alzar una ceja, era imposible que le hubiese visto ¿Algún chivato en la sala? Tal vez debería tomar medidas. Se lo pensó unos momentos y debido a que el chico tuvo educación, se propuso no atacar. Lo siguiente que hizo fue mirar su puño cerrado en el cual estaba aquel rubí. Ya estaba saciado de dinero y le daba lo mismo lo que hubiese detrás de aquel sitio con forma de estatua. Si esa pieza era tan valiosa, en ese momento la deseaba mucho más y por ello decidió quedárselo para él.
- Me temo que no hay trato. Ya tengo todo lo que deseaba y este rubí encajará a la perfección en un sitio que tengo pensado. Yo entré primero a este lugar, de modo que es justo que pueda cogerlo. Ahora debo hacer unas cositas con mi amante.
Dijo señalando a la dragona para acto seguido hacer que unas alas negras surgieran de su espalda. El dragón salió volando hacia el agujero que había hecho Dexter. Al ver lo que se estaba liando fuera no tardó en alzar un poco la ceja derecha. Entonces se puso a seguir a la chica mientras mantenía una sonrisa enfermiza y su precioso rubí en su puño cerrado.
- Capilla:
- Hablar con mi compi vilya, cancelar las negociaciones con Gusi, me gusta mi rubí. Volar fuera siguiendo a la dragona.
Abby
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Mientras Castor hablaba con el marine Kodama, Azula no perdió el tiempo en observar aquel percal. Caos y destrucción por todos lados, ¿por qué pensó que aquí adquiriría poder? Qué estupidez... apenas podría obtener nada de aquí salvo de los experimentos que realizaban. La bestia contra la que habían luchado anteriormente era el ejemplo ideal, pero ahora no era momento de pensar en esas cosas. El apocalipsis estaba llegando a Síderos y las grandes figuras que pasarían a la historia estaban allí para resolverlo.
Azula pasó su mirada sobre cada uno de ellos, escuchando a Castor, y luego a la pretora. Que decadencia...
Harta de tales comportamientos, cuando iba a abrirse paso la voz de Zuko afloró en su mente. Se detuvo, con felicidad e intranquilidad a su vez por las palabras de este. La voz que tanto tiempo había tardado en escuchar la relajó por completo. Quien la viese, pensaría que estaba loca, pues en su rostro se había formado una tonta sonrisa en la que miraba a la nada.
-¡Me has tenido preocupada! - Exclamó en su mente. A pesar de no haberlo demostrado, en todo momento, nunca dejó de pensar en dónde estaría. - ¿Qué? ¿Cómo que es peligroso? Pase lo que pase, ten cuidado. Yo también te quiero.
La princesa cerró los ojos en cuanto sus mentes dejaron de estar conectadas. Si Zuko estaba cerca no podía ser otro sitio que el interior del palacio, de lo contrario, ya lo hubiese localizado allí fuera. Miró hacia la decadente pretora y apretó su puño con fuerza, de él salían pequeñas chispas de electricidad. Pateó el suelo y se acercó a Castor preocupada.
-Debemos entrar en el palacio, Zuko está allí dentro, podría necesitar ayuda - Azula miró lo que ocurría a su alrededor. Cada vez quedaba menos tiempo -. Iré sola, si quieres acompañarme sígueme, no te obligaré a venir.
Tras eso echó a correr activando su geppou para adentrarse en el palacio; sin embargo, cuando se marchó, sus ojos fueron a parar en una cara muy conocida para ella, una cara muy parecida. Su hermano pequeño estaba también en aquella guerra, ¿por qué? ¿qué asuntos le habían traído hasta aquí? Le hubiera gustado ir a meterle un buen susto, pero no era el momento.
Continuó su camino, pues esta no era su guerra, no le importaba aquella gente, en aquel momento su única preocupación era Zuko y nadie le iba a impedir ir junto a él.
Azula pasó su mirada sobre cada uno de ellos, escuchando a Castor, y luego a la pretora. Que decadencia...
Harta de tales comportamientos, cuando iba a abrirse paso la voz de Zuko afloró en su mente. Se detuvo, con felicidad e intranquilidad a su vez por las palabras de este. La voz que tanto tiempo había tardado en escuchar la relajó por completo. Quien la viese, pensaría que estaba loca, pues en su rostro se había formado una tonta sonrisa en la que miraba a la nada.
-¡Me has tenido preocupada! - Exclamó en su mente. A pesar de no haberlo demostrado, en todo momento, nunca dejó de pensar en dónde estaría. - ¿Qué? ¿Cómo que es peligroso? Pase lo que pase, ten cuidado. Yo también te quiero.
La princesa cerró los ojos en cuanto sus mentes dejaron de estar conectadas. Si Zuko estaba cerca no podía ser otro sitio que el interior del palacio, de lo contrario, ya lo hubiese localizado allí fuera. Miró hacia la decadente pretora y apretó su puño con fuerza, de él salían pequeñas chispas de electricidad. Pateó el suelo y se acercó a Castor preocupada.
-Debemos entrar en el palacio, Zuko está allí dentro, podría necesitar ayuda - Azula miró lo que ocurría a su alrededor. Cada vez quedaba menos tiempo -. Iré sola, si quieres acompañarme sígueme, no te obligaré a venir.
Tras eso echó a correr activando su geppou para adentrarse en el palacio; sin embargo, cuando se marchó, sus ojos fueron a parar en una cara muy conocida para ella, una cara muy parecida. Su hermano pequeño estaba también en aquella guerra, ¿por qué? ¿qué asuntos le habían traído hasta aquí? Le hubiera gustado ir a meterle un buen susto, pero no era el momento.
Continuó su camino, pues esta no era su guerra, no le importaba aquella gente, en aquel momento su única preocupación era Zuko y nadie le iba a impedir ir junto a él.
- Plaza:
- -Feels con Zuko (?)
-Ir al interior del palacio.
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Todo parecía haberse quedado en una meridiana calma tras la entrada que hicimos tanta gente; el hombre que había lanzado el ataque a mi camarada había caído desmayado “bueno, uno que no dará guerra durante un rato” pensé al verlo caer al suelo, me fijé en el hombre que había estado dando el discurso, me sondaba de algo, como si lo hubiese vista hacía poco tiempo, cierto era un aliado contra los pretores. El choque de las presencias provocó que el techo se hundiese rápidamente me moví para evitar que pudiesen sepultarme las rocas.
El hombre que estaba junto a Worgulv, el pretor Grum, no parecía estar demasiado preocupado por lo que acababa de pasar lo único que no podía quitar la vista del que se autoproclamaba el nuevo rey de la isla. Solté un suspiro al saber que era lo que iba a pasar, el pretor no parecía del tipo de hombre que se dejaba intimidar por un ultimátum como el que le habían lanzado, más aún si este llevaba una amenaza sobre su persona.
-Worgulv – dije mirándole directamente, estaba siendo atendido por Hinori – en qué situación estás con este hombre – dije señalando al pretor – porque el capitán quiere evitar que los pretores se sienten en el trono dado que parecen ser unos incompetentes para gobernar que solo usan a los suyos como meros peones en la guerra, lo que quiero decir es que para él eres prescindible y no dudará en traicionarte para no perder el poder que tenga. Y debo admitir, que ha dado el discursito es un aliado para lo que te acabo de decir – le comenté poniéndole al día de lo que más o menos sabíamos de los pretores, le coloqué una mano con suavidad en la herida del brazo y comencé a curarle un poco – espero que comprendas que no van a dejar que se suba al trono, pero si significa algo para ti ese hombre evitaré que lo maten, mi prioridad es mantener a la banda a salvo.
El pretor había comenzado a avanzar como me imaginé hacia el Yonkaikyo y le lanzó un corte con su espada que se encontraba al rojo vivo, lo mejor sería evitarla por si cortaba metales, Bleyd fue lo suficientemente ingenuo para hacer lo que pensé que nadie en su sano juicio haría, que cosas a situaciones desesperadas medidas desesperadas. Tras eso creé una ilusión de mí haciendo que saliese de mí como si crease una copia de mí el hice que esta avanzase hacia el pretor con el bo en la mano preparado para a tacar, luego hablé al pretor telepáticamente.
-Detrás de ti pretor.
Mientras dije esto esperando que se diese la vuelta, hice que la ilusión le atacase dándole un golpe descendente hacia la cabeza, hiciese lo que hiciese el pretor el golpe tan solo le traspasaría pero el hecho de que le atacase a lo mejor activaba su haki de observación, vamos esperaba que lo tuviese si no sería un poco de decepción, si lo intentaba bloquear era posible que le diese algo de tiempo al resto para detenerlo.
-Quiero que no le mateis, con que no pueda seguir luchando bastará, además Dexter seguro que tiene pensado que hacer para poner un nuevo gobernador en la isla – dije en voz alta para que todos me escuchasen haciendo referencia a lo que había comentado en la reunión.
El hombre que estaba junto a Worgulv, el pretor Grum, no parecía estar demasiado preocupado por lo que acababa de pasar lo único que no podía quitar la vista del que se autoproclamaba el nuevo rey de la isla. Solté un suspiro al saber que era lo que iba a pasar, el pretor no parecía del tipo de hombre que se dejaba intimidar por un ultimátum como el que le habían lanzado, más aún si este llevaba una amenaza sobre su persona.
-Worgulv – dije mirándole directamente, estaba siendo atendido por Hinori – en qué situación estás con este hombre – dije señalando al pretor – porque el capitán quiere evitar que los pretores se sienten en el trono dado que parecen ser unos incompetentes para gobernar que solo usan a los suyos como meros peones en la guerra, lo que quiero decir es que para él eres prescindible y no dudará en traicionarte para no perder el poder que tenga. Y debo admitir, que ha dado el discursito es un aliado para lo que te acabo de decir – le comenté poniéndole al día de lo que más o menos sabíamos de los pretores, le coloqué una mano con suavidad en la herida del brazo y comencé a curarle un poco – espero que comprendas que no van a dejar que se suba al trono, pero si significa algo para ti ese hombre evitaré que lo maten, mi prioridad es mantener a la banda a salvo.
El pretor había comenzado a avanzar como me imaginé hacia el Yonkaikyo y le lanzó un corte con su espada que se encontraba al rojo vivo, lo mejor sería evitarla por si cortaba metales, Bleyd fue lo suficientemente ingenuo para hacer lo que pensé que nadie en su sano juicio haría, que cosas a situaciones desesperadas medidas desesperadas. Tras eso creé una ilusión de mí haciendo que saliese de mí como si crease una copia de mí el hice que esta avanzase hacia el pretor con el bo en la mano preparado para a tacar, luego hablé al pretor telepáticamente.
-Detrás de ti pretor.
Mientras dije esto esperando que se diese la vuelta, hice que la ilusión le atacase dándole un golpe descendente hacia la cabeza, hiciese lo que hiciese el pretor el golpe tan solo le traspasaría pero el hecho de que le atacase a lo mejor activaba su haki de observación, vamos esperaba que lo tuviese si no sería un poco de decepción, si lo intentaba bloquear era posible que le diese algo de tiempo al resto para detenerlo.
-Quiero que no le mateis, con que no pueda seguir luchando bastará, además Dexter seguro que tiene pensado que hacer para poner un nuevo gobernador en la isla – dije en voz alta para que todos me escuchasen haciendo referencia a lo que había comentado en la reunión.
- resumen interior palacio:
- hablar con Worgulv para explicarle la situación, crear una ilusión y atacar con esta al pretor.
Bizvan
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- Supuse que dirías eso. –una ligera sonrisa se dibujó en mi rostro.
Por ahora el lugar donde me encontraba podría ser considerado como un sitio para apreciar el combate se llevaría a cabo. Traté de no demostrarlo, pero me sorprendí bastante al ver a alguien adquirir la forma de un lagarto gigante, no, eso era una criatura que debería pertenecer al reino de la fantasía.- Es un maldito dragón… -terminé susurrando a causa de la impresión.
Ver aquella criatura me ayudó a comprender lo insignificante que resultaba mi presencia en este lugar.
* Ya me esperaba que en este sitio se encontrara gente fuerte, pero esto simplemente… *me gustaría decir que era normal tener miedo de eso, sin embargo al ver a mi nakama comenzar a correr en dirección al dragón me hizo replantearme que tal vez solo yo era el cobarde.* No, me dije que esta vez no estaría lejos. *respiré hondamente para luego dejar escapar el aire.
Comencé a correr detrás de mi camarada, pero su velocidad fue mayor a la mía. Para cuando lo alcancé, solo conseguí verlo volar.
Sobre una esfinge se encontraba el teniente (quien veía al CP alejarse), para luego posar su atención en mí.* No me gusta para nada esa sonrisa. *en cuanto bajó de la esfinge me cubrí la boca con ambas manos, al mismo tiempo que le lanzaba una mirada de reproche al peliblanco. Escuché su explicación y ya me esperaba que la repentina habilidad para flotar fuera causada por él, pero no podía imaginarme que la activación se detonara con un beso…Mi rostro de nuevo se sonrojó al recordar la lengua de Gusi moverse.* Es mejor no decirle que mi enojo se debe a que ese fue mi primer beso, es embarazoso y estoy seguro que no me dejará olvidarlo. *suspiré resignando.- Ya no importa, pero por favor trata de advertirme la próxima vez que pienses hacer algo parecido. –era mejor hacerle pensar que aquello había dejado de ser importante, de ese modo quizás lo olvidaría más rápido.
Rápidamente el peliblanco cambió el tema (lo cual agradecí internamente) y me preguntó si había visto un rubí parecido al que sostenía. Mi mirada se desvió un poco a la pareja que se encontraba cerca. Había intentado ser respetuoso y no espiar, pero ambos no se preocupaban por nada y simplemente continuaban con lo suyo… *¿De dónde obtienen el humor para eso? *en fin, el hombre parecía tener lo que mi compañero buscaba.
Sin pensarlo 2 veces Gusi se acercó al hombre e intentó negociar con él. La respuesta fue negativa, para luego marcharse volando utilizando un par de alas de apariencia reptiliana.* ¿Eso era otro dragón? *no lo sabía y no quería averiguarlo.
Me acerqué a mi nakama y toqué su hombro.- Es seguro que encuentras un buen repuesto en este lugar. –dije mientras miraba al hombre alejarse volando… ¿Volando?- Me preocupa Tobí, deberíamos tratar de encontrarlo, pues “Todos somos una mamada. Si uno está en peligro todos vamos a ir a ayudarlo…” –expresé citando a mi superior.
Por ahora el lugar donde me encontraba podría ser considerado como un sitio para apreciar el combate se llevaría a cabo. Traté de no demostrarlo, pero me sorprendí bastante al ver a alguien adquirir la forma de un lagarto gigante, no, eso era una criatura que debería pertenecer al reino de la fantasía.- Es un maldito dragón… -terminé susurrando a causa de la impresión.
Ver aquella criatura me ayudó a comprender lo insignificante que resultaba mi presencia en este lugar.
* Ya me esperaba que en este sitio se encontrara gente fuerte, pero esto simplemente… *me gustaría decir que era normal tener miedo de eso, sin embargo al ver a mi nakama comenzar a correr en dirección al dragón me hizo replantearme que tal vez solo yo era el cobarde.* No, me dije que esta vez no estaría lejos. *respiré hondamente para luego dejar escapar el aire.
Comencé a correr detrás de mi camarada, pero su velocidad fue mayor a la mía. Para cuando lo alcancé, solo conseguí verlo volar.
Sobre una esfinge se encontraba el teniente (quien veía al CP alejarse), para luego posar su atención en mí.* No me gusta para nada esa sonrisa. *en cuanto bajó de la esfinge me cubrí la boca con ambas manos, al mismo tiempo que le lanzaba una mirada de reproche al peliblanco. Escuché su explicación y ya me esperaba que la repentina habilidad para flotar fuera causada por él, pero no podía imaginarme que la activación se detonara con un beso…Mi rostro de nuevo se sonrojó al recordar la lengua de Gusi moverse.* Es mejor no decirle que mi enojo se debe a que ese fue mi primer beso, es embarazoso y estoy seguro que no me dejará olvidarlo. *suspiré resignando.- Ya no importa, pero por favor trata de advertirme la próxima vez que pienses hacer algo parecido. –era mejor hacerle pensar que aquello había dejado de ser importante, de ese modo quizás lo olvidaría más rápido.
Rápidamente el peliblanco cambió el tema (lo cual agradecí internamente) y me preguntó si había visto un rubí parecido al que sostenía. Mi mirada se desvió un poco a la pareja que se encontraba cerca. Había intentado ser respetuoso y no espiar, pero ambos no se preocupaban por nada y simplemente continuaban con lo suyo… *¿De dónde obtienen el humor para eso? *en fin, el hombre parecía tener lo que mi compañero buscaba.
Sin pensarlo 2 veces Gusi se acercó al hombre e intentó negociar con él. La respuesta fue negativa, para luego marcharse volando utilizando un par de alas de apariencia reptiliana.* ¿Eso era otro dragón? *no lo sabía y no quería averiguarlo.
Me acerqué a mi nakama y toqué su hombro.- Es seguro que encuentras un buen repuesto en este lugar. –dije mientras miraba al hombre alejarse volando… ¿Volando?- Me preocupa Tobí, deberíamos tratar de encontrarlo, pues “Todos somos una mamada. Si uno está en peligro todos vamos a ir a ayudarlo…” –expresé citando a mi superior.
- Resumen Balt. Con Gusi.:
- Seguire a Tobí. -Pensar algunas cosas sin importancia. -Hablar con Gusi. -Sugerir a mi superior buscar a nuestro nakama.
Simo Baker
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La gente continuaba llegando a la entrada del palacio, lo que hacía que la situación pasase de ser tensa a simplemente rara. El mismísimo Dexter Black había hecho acto de presencia para dar un mensaje de paz; sin embargo, lejos de atenderle, la gente de alrededor se dedicaba a corretear, apostar y morrearse mientras el techo se nos venía abajo. Quizá la guerra los había vuelto locos. Tampoco podía juzgarles, yo tampoco me sentía como al principio de todo eso. Desde la arena de Zal había acumulado mucho odio y rabia. Me había alejado del camino del equilibrio y lo peor es que no me importaba. Sólo quería venganza, y ya no me importaba contra quién fuera.
Al menos aún parecía que había gente dispuesta a luchar, pues los ataques contra el ruin pretor de Sarka continuaban sucediéndose. No eran muchos los valientes en comparación con la gente que había en la sala, pero parecían suficientes para ponerle en apuros. Con un poco de suerte vería mi desgracia compensada. Lo único que podía frustrar mis deseos era que el subcapitán Deathstroke quería llevarse al maldito Grum con vida. No pensaba dejar que eso pasase, ese desgraciado no se iba a marchar de aquella infernal isla.
Mi cuerpo seguía paralizado, pero poco a poco notaba como iba volviendo a recuperar el control sobre él. Aún pasarían unos instantes hasta poder lanzar el ataque que ayudase al rey Bleyd y todos aquellos que querían acabar con el amenazante pretor. Mientras tanto me dediqué a analizar el terreno: muchas rocas y joyas por el suelo, una enorme multitud causando jaleo, y un buen agujero en el techo. Podía trabajar con eso, en cuanto recuperase el control lanzaría una onda cortante al techo sobre Grum para que este, al estar dañado, se le cayese encima. Además aprovechando el segundo derrumbamiento intentaría acercarme a la zona donde habían caído los escombros anteriormente para, imbuyéndome en haki, patearlos hacia su cabeza. Tras esto, tuviese efecto o no, marcharía con el resto de mis compañeros de Xella mientras cogía tantas joyas como se interpusiesen en mi camino. Me había jugado la vida, que menos que llevarme un premio digno de un cazarrecompensas como yo.
Al menos aún parecía que había gente dispuesta a luchar, pues los ataques contra el ruin pretor de Sarka continuaban sucediéndose. No eran muchos los valientes en comparación con la gente que había en la sala, pero parecían suficientes para ponerle en apuros. Con un poco de suerte vería mi desgracia compensada. Lo único que podía frustrar mis deseos era que el subcapitán Deathstroke quería llevarse al maldito Grum con vida. No pensaba dejar que eso pasase, ese desgraciado no se iba a marchar de aquella infernal isla.
Mi cuerpo seguía paralizado, pero poco a poco notaba como iba volviendo a recuperar el control sobre él. Aún pasarían unos instantes hasta poder lanzar el ataque que ayudase al rey Bleyd y todos aquellos que querían acabar con el amenazante pretor. Mientras tanto me dediqué a analizar el terreno: muchas rocas y joyas por el suelo, una enorme multitud causando jaleo, y un buen agujero en el techo. Podía trabajar con eso, en cuanto recuperase el control lanzaría una onda cortante al techo sobre Grum para que este, al estar dañado, se le cayese encima. Además aprovechando el segundo derrumbamiento intentaría acercarme a la zona donde habían caído los escombros anteriormente para, imbuyéndome en haki, patearlos hacia su cabeza. Tras esto, tuviese efecto o no, marcharía con el resto de mis compañeros de Xella mientras cogía tantas joyas como se interpusiesen en mi camino. Me había jugado la vida, que menos que llevarme un premio digno de un cazarrecompensas como yo.
- Interior palacio:
- Flipar con la locura de la gente. Blablabla estoy paralizado. Observar el terreno. Cuando acabe de hacerme efecto el haki de Deathstroke, enviar una onda cortante al techo sobre Grum intentando que este ceda y le caiga encima. Ir a la zona de los escombros que ya habían caído y usarlos para lanzarlos hacia el pretor. Marchar hacia la zona del trono mientras recojo unas cuantas de esas deliciosas joyas que me van a pagar la rehabilitación.
Alexandra Silvercat
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Al entrar en el palacio, la vista que me dio la bienvenida no fue exactamente lo que yo esperaba encontrar... Pensé que habrían señales de combate, sí, como aquellos cascotes y escombros repartidos por el suelo. Era lo normal después del ruido que hubo, audible hasta desde fuera. Y me imaginé que habrían algunas personas lidiando con el pretor perdido... Pero en algún momento debí de perder la cuenta de cuánta gente entraba a palacio, porque desde luego no pensé que fueran tantos.
Y luego estaba el propio combate... si es que se le podía llamar así. Si para mí un duelo era como un baile de salón, con su tempo fluyendo a un ritmo relativamente homogéneo... Aquella situación que se estaba dando en el interior del palacio era más bien como una rave party, con cada uno yendo a su bola y a su propio ritmo, sin orden ni estructura, solamente un puñado de gente sacudiéndose en algo que más que bailar se podría llamar tener espasmos. Y que conste ahora para que no hayan confusiones, me encantan las raves, simplemente... no me lo esperaba de esta forma. Pensé que como el enemigo era un pretor poderoso, lo intentarían detener mediante un esfuerzo conjunto, cooperando unos con otros, superándolo de forma estratégica. No mediante un "sálvese quién pueda" y superioridad numérica, al más puro estilo Marine.
Entonces, mientras me acercaba lentamente para no verme envuelta en el fuego cruzado, reconocí una figura sobre el resto. Puede que a los otros los llegase a reconocer también si hacía memoria y resultaban estar afiliados al Gobierno (o si tenían carteles de Se Busca), pero había uno en particular que al instante supe quién era.
- ... ¿Zuko? - Murmuré algo confusa para mí.
Mi ex-compañero Agente, del cual lo último que había sabido era que se había pasado a la Marina y había escalado rápidamente en su jerarquía. ¿Había venido a esta guerra de locos? Nunca se me antojó como el tipo de persona que tomaría parte en estas cosas, desde luego aquel día estaba lleno de sorpresas. ¿Estaría Azula cerca entonces? Sabía que esos dos hermanos raramente se separaban, así que no era descabellado pensar que... "¡Ah! Por ahí viene." Pensé al reconocer su aura con mi Mantra. Venía de fuera también, y parecía tener prisa dada la velocidad a la que se acercaba.
- ¡Oooooi. Azu-san! - Exclamé en su dirección con una enorme sonrisa en la cara en cuanto la tuve a la vista, sacudiendo la mano en un saludo.
Sin embargo pronto me dí cuenta de que seguramente no obtendría respuesta. La chica tenía cara de preocupación, y no había que ser un genio para saber por qué. Si los dos habían estado separados hasta ahora... Bueno, eso ya eran conjeturas mías. Por otra parte, parecía mucha casualidad que hubiera tanta gente conocida participando en la guerra, y decidí hacer un barrido más de Mantra por la zona para ver si reconocía algún otro aura... No mentiré, a estas alturas ya me esperaba hasta descubrir que tenía a Kusanagi detrás haciendo muecas burlescas y preparado para esconderse en su forma elemental. Pero no fue el caso, por suerte o por desgracia.
A pesar de esta pequeña distracción, la situación general no había cambiado. Afuera habían monstruos con los que no quería tener nada que ver, adentro había... algo sin nombre, quedaban supuestamente seis minutos hasta el apocalipsis (¿a quién le hubiera dado tiempo de evacuar una isla entera en diez minutos de todas formas?), y tenía que rezar para que todo se solucionase pacíficamente. Bueno, por el momento al menos parecía que el señor Dragón tenía la situación en la palma de su garra, si podía poner en jaque de forma tan sencilla a Linvana y Balarad al mismo tiempo (al menos eso parecía cuando dejé de verlos y me adentré en el palacio). Si había alguna oportunidad de terminar aquella guerra por las buenas, él la tomaría, de eso estaba segura, y más aún teniendo en cuenta que básicamente repitió el mismo discurso que intenté dar yo previamente afuera en la Capital. Solo que él tenía a su disposición herramientas que yo no, como el truquito ese de la ilusión (me negaba a creer que fuera otra cosa, dadas las circunstancias). ¡Así llama la atención cualquiera!
Pero entonces, ¿cuál era mi papel ahora? ¿Qué se suponía que debía hacer? Diría que ayudar en lo posible, pero ya lo he intentado todo y no he logrado casi nada... A una se le quitan las ganas de hablar con las paredes, ¿sabes?
- "Azri, ¿como haces tú para no aburrirte cuando haces de espectador de las cosas?" - Le pregunté al ángel en mi mente.
- "Fácil." - Me respondió simplemente. - "Observo con atención y trato de no perderme ni un solo detalle."
- "No sé por qué esperaba que me respondieras algo así con seriedad." - Le mencioné mientras ponía cara de no saber si reír o llorar. - "Pues nada, hasta aquí llegó nuestra aventura. Si morimos... bueno, si muero, asegúrate al menos de conseguirme un huequito especial donde quiera que me toque ir." - Medio bromeé mientras hacía exáctamente lo que me había dicho: me puse a observar con atención intentando no perderme un solo detalle, ayudada con Mantra.
Fue entonces cuando, al detenerme curiosamente sobre un tipo que había tirado en el suelo, pude sentir que no estaba tan inconsciente como parecía en un principio. Frunciendo el ceño, centré toda mi atención en él, tratando de adivinar qué estaba pensando, y en cuanto empezó a levantarse y sujetar su arma, yo ya me había puesto en movimiento. "Ese loco... ¿Quiere matarnos a todos o qué?" Si mi Haki no me fallaba, su objetivo era el techo, y hacer que cayesen más escombros no parecía gran cosa, pero si por un casual derrumbaba más de lo que tenía planeado, podía llegar a sepultarnos a todos bajo lo que queda del edificio.
Volando a gran velocidad, me interpuse en la trayectoria de su onda cortante poco después de que saliera disparada, usando una espada de Fulgor concentrado que creé entre mis manos para intentar detener, o al menos desviar de nuevo hacia el suelo, aquel ataque. En el peor de los casos y si mi espada no podía, usaría mis antebrazos cubiertos con la armadura de Fulgor, Haki de Armadura y el Tekkai activado, aunque la onda no parecía tan poderosa como para tener que llegar a eso.
Tras el resultado de mi acción, me quedé mirando fijamente a aquel insensato. "Suerte que estoy por aquí, de lo contrario..." Pensé, mientras lo veía patear unas cuantas piedras. "Mejor sigo rondando esta parte de la sala, no vaya a haber otro genio que piense que atacar el techo es buena idea..."
Y luego estaba el propio combate... si es que se le podía llamar así. Si para mí un duelo era como un baile de salón, con su tempo fluyendo a un ritmo relativamente homogéneo... Aquella situación que se estaba dando en el interior del palacio era más bien como una rave party, con cada uno yendo a su bola y a su propio ritmo, sin orden ni estructura, solamente un puñado de gente sacudiéndose en algo que más que bailar se podría llamar tener espasmos. Y que conste ahora para que no hayan confusiones, me encantan las raves, simplemente... no me lo esperaba de esta forma. Pensé que como el enemigo era un pretor poderoso, lo intentarían detener mediante un esfuerzo conjunto, cooperando unos con otros, superándolo de forma estratégica. No mediante un "sálvese quién pueda" y superioridad numérica, al más puro estilo Marine.
Entonces, mientras me acercaba lentamente para no verme envuelta en el fuego cruzado, reconocí una figura sobre el resto. Puede que a los otros los llegase a reconocer también si hacía memoria y resultaban estar afiliados al Gobierno (o si tenían carteles de Se Busca), pero había uno en particular que al instante supe quién era.
- ... ¿Zuko? - Murmuré algo confusa para mí.
Mi ex-compañero Agente, del cual lo último que había sabido era que se había pasado a la Marina y había escalado rápidamente en su jerarquía. ¿Había venido a esta guerra de locos? Nunca se me antojó como el tipo de persona que tomaría parte en estas cosas, desde luego aquel día estaba lleno de sorpresas. ¿Estaría Azula cerca entonces? Sabía que esos dos hermanos raramente se separaban, así que no era descabellado pensar que... "¡Ah! Por ahí viene." Pensé al reconocer su aura con mi Mantra. Venía de fuera también, y parecía tener prisa dada la velocidad a la que se acercaba.
- ¡Oooooi. Azu-san! - Exclamé en su dirección con una enorme sonrisa en la cara en cuanto la tuve a la vista, sacudiendo la mano en un saludo.
Sin embargo pronto me dí cuenta de que seguramente no obtendría respuesta. La chica tenía cara de preocupación, y no había que ser un genio para saber por qué. Si los dos habían estado separados hasta ahora... Bueno, eso ya eran conjeturas mías. Por otra parte, parecía mucha casualidad que hubiera tanta gente conocida participando en la guerra, y decidí hacer un barrido más de Mantra por la zona para ver si reconocía algún otro aura... No mentiré, a estas alturas ya me esperaba hasta descubrir que tenía a Kusanagi detrás haciendo muecas burlescas y preparado para esconderse en su forma elemental. Pero no fue el caso, por suerte o por desgracia.
A pesar de esta pequeña distracción, la situación general no había cambiado. Afuera habían monstruos con los que no quería tener nada que ver, adentro había... algo sin nombre, quedaban supuestamente seis minutos hasta el apocalipsis (¿a quién le hubiera dado tiempo de evacuar una isla entera en diez minutos de todas formas?), y tenía que rezar para que todo se solucionase pacíficamente. Bueno, por el momento al menos parecía que el señor Dragón tenía la situación en la palma de su garra, si podía poner en jaque de forma tan sencilla a Linvana y Balarad al mismo tiempo (al menos eso parecía cuando dejé de verlos y me adentré en el palacio). Si había alguna oportunidad de terminar aquella guerra por las buenas, él la tomaría, de eso estaba segura, y más aún teniendo en cuenta que básicamente repitió el mismo discurso que intenté dar yo previamente afuera en la Capital. Solo que él tenía a su disposición herramientas que yo no, como el truquito ese de la ilusión (me negaba a creer que fuera otra cosa, dadas las circunstancias). ¡Así llama la atención cualquiera!
Pero entonces, ¿cuál era mi papel ahora? ¿Qué se suponía que debía hacer? Diría que ayudar en lo posible, pero ya lo he intentado todo y no he logrado casi nada... A una se le quitan las ganas de hablar con las paredes, ¿sabes?
- "Azri, ¿como haces tú para no aburrirte cuando haces de espectador de las cosas?" - Le pregunté al ángel en mi mente.
- "Fácil." - Me respondió simplemente. - "Observo con atención y trato de no perderme ni un solo detalle."
- "No sé por qué esperaba que me respondieras algo así con seriedad." - Le mencioné mientras ponía cara de no saber si reír o llorar. - "Pues nada, hasta aquí llegó nuestra aventura. Si morimos... bueno, si muero, asegúrate al menos de conseguirme un huequito especial donde quiera que me toque ir." - Medio bromeé mientras hacía exáctamente lo que me había dicho: me puse a observar con atención intentando no perderme un solo detalle, ayudada con Mantra.
Fue entonces cuando, al detenerme curiosamente sobre un tipo que había tirado en el suelo, pude sentir que no estaba tan inconsciente como parecía en un principio. Frunciendo el ceño, centré toda mi atención en él, tratando de adivinar qué estaba pensando, y en cuanto empezó a levantarse y sujetar su arma, yo ya me había puesto en movimiento. "Ese loco... ¿Quiere matarnos a todos o qué?" Si mi Haki no me fallaba, su objetivo era el techo, y hacer que cayesen más escombros no parecía gran cosa, pero si por un casual derrumbaba más de lo que tenía planeado, podía llegar a sepultarnos a todos bajo lo que queda del edificio.
Volando a gran velocidad, me interpuse en la trayectoria de su onda cortante poco después de que saliera disparada, usando una espada de Fulgor concentrado que creé entre mis manos para intentar detener, o al menos desviar de nuevo hacia el suelo, aquel ataque. En el peor de los casos y si mi espada no podía, usaría mis antebrazos cubiertos con la armadura de Fulgor, Haki de Armadura y el Tekkai activado, aunque la onda no parecía tan poderosa como para tener que llegar a eso.
Tras el resultado de mi acción, me quedé mirando fijamente a aquel insensato. "Suerte que estoy por aquí, de lo contrario..." Pensé, mientras lo veía patear unas cuantas piedras. "Mejor sigo rondando esta parte de la sala, no vaya a haber otro genio que piense que atacar el techo es buena idea..."
- Resumen interior de Palacio (mención a Zuko, Azula y Raghersir:
- Divagaciones varias, reconocer a Zuko y Azula, saludar a esta última cuando se adentra a palacio y quedarme observando todo desde el aire, usando Haki de Observación para ayudarme a no perderme detalles. Detectar el ataque de Rag casi por casualidad (casi) e interponerme para detener la onda hacia el techo o al menos desviarla de nuevo hacia el suelo (como ya estaba en el aire no debería tardar en cambiar un poco mi posición), usando para ello una espada de Fulgor concentrado, si eso no es suficiente con mis antebrazos entonces. Prestar especial atención a Rag a partir de ahora, pero aun así quedarme en el aire por si tengo que intervenir de nuevo para evitar que alguien haga que el edificio entero se caiga sobre nuestras cabezas (asumo que como solo se derribó previamente el "techo" del primer piso, aún quedan más pisos por encima que podrían sepultar la sala entera si se derrumbasen también).
- Datos de interés:
- - Haki de Observación Desarrollado
- Vuelo: En su forma híbrida o completa, adquiere la capacidad de flotar en el aire a su antojo, y volar como le plazca. No necesita sus alas para esto, pues no son más que un elemento escénico y decorativo.
- Forma híbrida, nivel 40: x16 a la Velocidad respecto a la usuaria (8 en humana x2, PU de Sintonía)
Sintonía natural: Los multiplicadores de atributos por tabla Zoan se calculan con la base de la propia usuaria, en lugar de “persona normal”. Así, por ejemplo, un x2 en Fuerza significaría dos veces la fuerza de la usuaria, en lugar de dos veces la fuerza de un humano. Los atributos afectados son Fuerza, Agilidad, Velocidad y Reflejos.
- Armamento Celestial: En su forma híbrida o completa, manipula Fulgor y lo compacta, siendo capaz de crear armas benditas de energía pura. Esta, al impactar contra gente Malvada, les causará al contacto un dolor similar al de una quemadura (cuanto más malvado sea, más dolor).
A pesar de estar hechas de energía, la superficie de contacto y los golpes son tan sólidos como lo sería un arma de acero, por lo que si es necesario usarlas contra gente del eje Moral o Bueno también servirán, aunque como armas normales y corrientes.
Solo en caso de ser necesario su uso:
-Haki de Armadura Entrenado.
- Tekkai (hombre de hierro): Endurece los músculos de los usuarios al nivel del hierro, con el fin de anular el daño recibido de los ataques. Sin embargo, puede ser roto por fuertes fuerzas suficientes y no protege contra ataques elementales. (Es decir, el usuario puede quemarse, electrocutarse...) Cuando el Tekkai está activo, el usuario es incapaz de moverse.
- Forma Híbrida, Nivel 40: Resistencia x16 respecto a una persona normal (8 en humana x2). La Armadura de Fulgor alcanza 6 de dureza en la escala de MOHS.
Gusi
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No podía creer que aquel tipo melenudo se negará a mis apetitosas insinuaciones de un tesoro más grande y mejor, sin duda parecía ser familiar de Tobías, a los dos siempre les gustaba tocarme los cojones. Por no decir que parecía más agarrado que Kimura, este cogía una moneda y no la soltaba ni queriendo. Una pequeña desilusión recorrió mi cuerpo, al comprobar que lo poco que me interesaba de ese lugar volvía a marchitarse y más al ver como aquel tipo se iba volando a la superficie.
En ese momento, Bizvan me hizo recordar que Tobías se había ido como loco a una batalla estúpida. Encima el cabroncete de Biz, había usado mis mismas palabras para hacerme sentirme mal.- Tienes razón, Biz. Me gustaría que antes de marcharnos, echaras un vistazo por la capilla a ver si ves algo que te agrade, pues me parece raro que volvamos a un lugar como este. Yo tengo que hacer unas cosas y en seguida partimos.- dije corriendo al interior de la capilla y acercándome a la esfinge.
-Preciosa, es una lástima que no puedas llegar a ser mía, pero si no eres mía, no serás de nadie.- incliné mi brazo hacía detrás y lo imbuí en haki de armadura, para a continuación lanzar un fuerte puñetazo en el rostro de la bestia con intención de destrozarla en mil pedazos. Si por algún casual la esfinge más resistente de lo que parecía, solo esperaba no hacerme demasiado daño.
Si todo había salido como esperaba, volvería a la puerta de la capilla y me fijaría en un objeto algo diferente al resto, en un escudo. El cual era simple y de colores agradables, no era de oro y no parecía llevar bisutería por ningún lado, en resumen un objeto totalmente diferente en un lugar lleno de joyas y tesoros, pero si estaba ahí por algo sería. Sin pensármelo mucho, decidiría cogerlo y saldría al exterior para esperar la incursión de Bizvan y poner rumbo a la superficie. En busca de mi nakama Tobías que a saber donde se encontraba.
En ese momento, Bizvan me hizo recordar que Tobías se había ido como loco a una batalla estúpida. Encima el cabroncete de Biz, había usado mis mismas palabras para hacerme sentirme mal.- Tienes razón, Biz. Me gustaría que antes de marcharnos, echaras un vistazo por la capilla a ver si ves algo que te agrade, pues me parece raro que volvamos a un lugar como este. Yo tengo que hacer unas cosas y en seguida partimos.- dije corriendo al interior de la capilla y acercándome a la esfinge.
-Preciosa, es una lástima que no puedas llegar a ser mía, pero si no eres mía, no serás de nadie.- incliné mi brazo hacía detrás y lo imbuí en haki de armadura, para a continuación lanzar un fuerte puñetazo en el rostro de la bestia con intención de destrozarla en mil pedazos. Si por algún casual la esfinge más resistente de lo que parecía, solo esperaba no hacerme demasiado daño.
Si todo había salido como esperaba, volvería a la puerta de la capilla y me fijaría en un objeto algo diferente al resto, en un escudo. El cual era simple y de colores agradables, no era de oro y no parecía llevar bisutería por ningún lado, en resumen un objeto totalmente diferente en un lugar lleno de joyas y tesoros, pero si estaba ahí por algo sería. Sin pensármelo mucho, decidiría cogerlo y saldría al exterior para esperar la incursión de Bizvan y poner rumbo a la superficie. En busca de mi nakama Tobías que a saber donde se encontraba.
- Capilla:
Cagarme en Madara- hablar con Biz- intentar cargarme la esfinge- encontrar un escudo (no se si ya puedo coger el segundo objeto de la loteria)- esperar a Biz para buscar a Tobías.
-Haki de armadura desarrollado
-Caracteristicas del Nivel 50(camino del buey): Podría tumbar una pared de un puñetazo
Liv L Astrid
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Las presencias que había notado de los tipos que había en la sala hicieron que las paredes y el techo de la sala se agrietasen, hecho que provocó que el techo colapsase y se desplomase, por suerte tenía la marca rúnica activada y aunque con dificultad pude evitar que las rocas que caían me golpeasen. Antes de que esto pasase había podido ver como un tipo había caído desmayado debido al poder de los que habían destruido la sala, el tipo pude reconocerlo fácilmente, era el tipo que había reñido y gritado en la arena cuando todo lo de esta guerra había comenzado, un montón de recuerdos de esos momentos comenzaron a pasar por mi cabeza y mi ira fue creciendo dentro de mí.
-Deberías aprovechar ahora que está desmayado y cortarle la cabeza por lo que nos hizo – me dijo Trece mirando el cuerpo del tipo desmayado.
-Callate, no lo voy a hacer, no de momento, no sería honroso hacerlo de esa forma, he de demostrar que estoy por encima de eso, aunque todo mi ser esté pidiéndomelo – le respondí en tensión por el conflicto interno que tenía al ver el cuerpo.
De pronto el tipo con una espada extraña que se puso al rojo vivo, como aún la estuviesen forjando cargó contra el tipo que decía ser un yonkaikyo luego dijo algo de estar luchando por lo que más le convenía, que por lo que había dicho antes era ser el rey de este país en declive y posiblemente deshabitado por la cantidad de guerras que habían tenido.
-Este tipo es imbécil – me dijo Trece – ¿cómo va a ser lo que más le conviene? Si el gobierno se entera de lo que está haciendo le destituirá del puesto de Yonkaikyo y le pondrá más precio a su cabeza.
-Bleyd, ¿verdad?, si de verdad estás luchando por lo que más te interesa y conviene, ¿no crees que puede ser mejor entonces que mates a la mujer ángel que va a destruir toda vida sobre la isla? Y solo te quedan unos minutos – le dije al Yonkaikyo mientras paraba el golpe del pretor con algo extraño.
De pronto del camarada de mi mentor salió un copia de este ¿sería un usuario de akuma? Y la imagen de este que acababa de salir avanzó corriendo hacia el pretor con un bastón en la mano para luego saltar el intentar propinarle un golpe en la cabeza, un acto algo despreciable el atacar por la espalada, pero dado que había gente que usaba armas profanas, quizás eso fuese lo que menos me importase en ese momento y me mantuve en una posición de combate preparada para el combate, quería demostrar mi honor, pero tampoco era una insensata que saltaba al precipicio por ello.
-Deberías aprovechar ahora que está desmayado y cortarle la cabeza por lo que nos hizo – me dijo Trece mirando el cuerpo del tipo desmayado.
-Callate, no lo voy a hacer, no de momento, no sería honroso hacerlo de esa forma, he de demostrar que estoy por encima de eso, aunque todo mi ser esté pidiéndomelo – le respondí en tensión por el conflicto interno que tenía al ver el cuerpo.
De pronto el tipo con una espada extraña que se puso al rojo vivo, como aún la estuviesen forjando cargó contra el tipo que decía ser un yonkaikyo luego dijo algo de estar luchando por lo que más le convenía, que por lo que había dicho antes era ser el rey de este país en declive y posiblemente deshabitado por la cantidad de guerras que habían tenido.
-Este tipo es imbécil – me dijo Trece – ¿cómo va a ser lo que más le conviene? Si el gobierno se entera de lo que está haciendo le destituirá del puesto de Yonkaikyo y le pondrá más precio a su cabeza.
-Bleyd, ¿verdad?, si de verdad estás luchando por lo que más te interesa y conviene, ¿no crees que puede ser mejor entonces que mates a la mujer ángel que va a destruir toda vida sobre la isla? Y solo te quedan unos minutos – le dije al Yonkaikyo mientras paraba el golpe del pretor con algo extraño.
De pronto del camarada de mi mentor salió un copia de este ¿sería un usuario de akuma? Y la imagen de este que acababa de salir avanzó corriendo hacia el pretor con un bastón en la mano para luego saltar el intentar propinarle un golpe en la cabeza, un acto algo despreciable el atacar por la espalada, pero dado que había gente que usaba armas profanas, quizás eso fuese lo que menos me importase en ese momento y me mantuve en una posición de combate preparada para el combate, quería demostrar mi honor, pero tampoco era una insensata que saltaba al precipicio por ello.
- resumen interior del palacio:
- ver lo que sigue pasando y seguir preparada para un posible ataque o para defenderme
Sasaki
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Todo era precioso, el cielo había dejado de ser negro para pasar a ser de color rojizo, el rage de Arthur había desaparecido al marcharse esta al interior de un edificio diciendo de perseguir a los tripulantes de los Blue Roses, y en frente de nosotros, una buena película de acción con una alta calidad de efectos especiales. Si era todo perfecto, salvo por una cosa, yo estaba dentro de esa película y los efectos de esa película me podían hacer daño si no tenía cuidado.
Uno de los causantes de estos era el marine Kodama con una gran multitud de hojas, lógico que atacase con estas siendo un árbol parlante, a su lado se encontraba Balarad, pero sin su armadura y solo con un vestidito de seda que casi dejaba ver su cuerpo como si no llevase nada, de pronto algo me comenzó a golpear en la cabeza, era Jack, me había sacado de mi aturdimiento, tras ver a la mujer, la cual tenía un bonito cuerpo, quizás luego le pidiese una cita, pero primero debía de sobrevivir. En el mismo círculo en el que estaban estos había un revolucionario que recordaba de carteles de se busca, uno que había sido un gran marine pero que renunció, este estaba atacando a una joven de cabellos morados, posiblemente fuese el ángel que andábamos buscando. Finamente se podía ver a otra persona, más conocida incluso que los anteriores, ni más ni menos que el Yonkou Dexter, como había llegado antes que nosotros si la última vez que lo habíamos visto estaba en el suelo de la catedral hecho una mierda, bueno daba igual ahora estaba allí y estaba hablando con el ángel.
Miré a mis compañeros para ver que querían hacer, bueno a todos menos a Arthur que se había ido por libre a ver qué tramaban el resto de los integrantes de la banda del Yonkou, quizás debería ir alguien con ese pequeño, ¿y si le hacían daño por ser un niño?, a mi lado Xemmas parecía dolido por algo.
-Xemas extiende la mano – le dije a mi compañero – tomate un par de estas, primero una y cuando se termine la otra, tranquilo las puedes masticar – le dije mientras dejaba en su mano tres caramelos verdes con sabor a manzana y que le ayudaría a curar lo que le doliese – Bueno dan-cho, ¿qué deberíamos hacer?, ¿vamos hablar con la tía loca que intenta matar a todos, o la deberíamos defender de esos tipos?.
Uno de los causantes de estos era el marine Kodama con una gran multitud de hojas, lógico que atacase con estas siendo un árbol parlante, a su lado se encontraba Balarad, pero sin su armadura y solo con un vestidito de seda que casi dejaba ver su cuerpo como si no llevase nada, de pronto algo me comenzó a golpear en la cabeza, era Jack, me había sacado de mi aturdimiento, tras ver a la mujer, la cual tenía un bonito cuerpo, quizás luego le pidiese una cita, pero primero debía de sobrevivir. En el mismo círculo en el que estaban estos había un revolucionario que recordaba de carteles de se busca, uno que había sido un gran marine pero que renunció, este estaba atacando a una joven de cabellos morados, posiblemente fuese el ángel que andábamos buscando. Finamente se podía ver a otra persona, más conocida incluso que los anteriores, ni más ni menos que el Yonkou Dexter, como había llegado antes que nosotros si la última vez que lo habíamos visto estaba en el suelo de la catedral hecho una mierda, bueno daba igual ahora estaba allí y estaba hablando con el ángel.
Miré a mis compañeros para ver que querían hacer, bueno a todos menos a Arthur que se había ido por libre a ver qué tramaban el resto de los integrantes de la banda del Yonkou, quizás debería ir alguien con ese pequeño, ¿y si le hacían daño por ser un niño?, a mi lado Xemmas parecía dolido por algo.
-Xemas extiende la mano – le dije a mi compañero – tomate un par de estas, primero una y cuando se termine la otra, tranquilo las puedes masticar – le dije mientras dejaba en su mano tres caramelos verdes con sabor a manzana y que le ayudaría a curar lo que le doliese – Bueno dan-cho, ¿qué deberíamos hacer?, ¿vamos hablar con la tía loca que intenta matar a todos, o la deberíamos defender de esos tipos?.
- resumen plaza del palacio:
- ver los fuegos artificiales, y a la gente de la plaza, curar a Xemmas con unos caramelos y hablar con Al
Worgulv
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La situación se volvió cuanto menos caótica, el techo se derrumbó, los ataques se sucedieron, ya fueran dirigidos hacia Grum o proporcionados por él. El hombre aun sentía la congoja en su corazón sin motivo aparente, pero pudo esquivar los cascotes, en caso de no hacerlo, apartaría a Hinori para protegerla. Sus camaradas y sus nuevos aliados le rodeaban, pero no hacían nada para participar en la pelea. ¿Qué estaba pasando?
Deathstroke se colocó frente al hombre, revelo una información que desencajo al hombre. Él, que estaba cumpliendo su palabra para luchar por la causa de aquel al que había prometido ayuda, había errado en quien depositar su palabra y su honor. El hombre que ahora luchaba al rojo con su motosierra, por aquel que había sangrado, e incluso perdido su brazo, no era más que otro tirano. Después de dicha revelación Death se lanzó al combate en contra de su juramentado, el hombre había visto luchar a Grum y sabía que era fuerte, pero también se le podía vencer, un animal como Ruk casi lo hizo, el hombre no podía permitir que sus camaradas sufrieran daño, Worgulv estaba unido a un pacto de honor para con Grum, pero antes que nada y por encima de todo, estaban sus camaradas.
El hombre alzo sus alas de nuevo con una nueva determinación, se colocó los brazaletes que le había dado Deathstroke, agarro con fuerza su martillo y se lanzó todo la rápido que pudo, para ayudar a su camarada, si tenía que luchar esta vez contra Gurm a favor de sus camaradas, estaba dispuesto, el corazón de un pretor ya no latía gracias a él, podría sumar otro a la lista por su tripulación.
Deathstroke se colocó frente al hombre, revelo una información que desencajo al hombre. Él, que estaba cumpliendo su palabra para luchar por la causa de aquel al que había prometido ayuda, había errado en quien depositar su palabra y su honor. El hombre que ahora luchaba al rojo con su motosierra, por aquel que había sangrado, e incluso perdido su brazo, no era más que otro tirano. Después de dicha revelación Death se lanzó al combate en contra de su juramentado, el hombre había visto luchar a Grum y sabía que era fuerte, pero también se le podía vencer, un animal como Ruk casi lo hizo, el hombre no podía permitir que sus camaradas sufrieran daño, Worgulv estaba unido a un pacto de honor para con Grum, pero antes que nada y por encima de todo, estaban sus camaradas.
El hombre alzo sus alas de nuevo con una nueva determinación, se colocó los brazaletes que le había dado Deathstroke, agarro con fuerza su martillo y se lanzó todo la rápido que pudo, para ayudar a su camarada, si tenía que luchar esta vez contra Gurm a favor de sus camaradas, estaba dispuesto, el corazón de un pretor ya no latía gracias a él, podría sumar otro a la lista por su tripulación.
- Blue Rose-Interior palacio :
- - Esquivar cascotes y proteger a Hinori en caso de no responder ella a los mismos
- Escuchar a Death
- Prepararme para luchar contra otro pretor
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