Danio Rerio
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Acompaño a la comitiva pensando en cómo terminará saliendo todo esto. Es una bomba de relojería potencial, y más con gente como aquella chica alocada. Atrás dejamos a Kodama con el otro marine y la niña pequeña. Mis compañeros confiaban mucho en el marine, por lo tanto, no tenía motivos para desconfiar de él. Sin embargo, Kai estaba un poco raro, y la pretora había mostrado un lado bastante siniestro, y también uno muy compasivo. No estaba seguro de cuál de los dos era el verdadero en ella. ¿Era posible que fuera una de aquellas personas que tenían dos personalidades dentro de ellas?
En cualquiera de los casos, pensando en esto habíamos llegado hasta un puente donde dos grandes estatuas de ojos azulados nos esperaban con alabardas de un tamaño descomunal. Se parecían a las pequeñas armaduras que se nos habían ido uniendo por el camino, pero ¿Qué eran esas cosas? Ante el color de los ojos de las dos grandes estatuas, claramente de otra facción, Balarad mandó dos grupos de soldados a por ellas. Había visto combatir a sus tropas antes, y sin duda, ya conocían a aquel enemigo que antaño posiblemente les hiciera de guardián. Aun así, lo más probable es que fueran a necesitar ayuda, asiqué me dirigí hacía el puente yo también.
En cuanto estuviera cerca de ellas, activaría mi mantra y haki armadura, para a continuación lanzar un puñetazo directo a la espinilla de una de ellas. Mi intención estaba clara, tratar de hacer que se callera o al menos agachara para que fuera más accesible a los soldados. Para muchos sería una locura golpear algo que incluso podía estar hecho de metal macizo, pero gracias a mis resistencia y dureza de piel, más el haki, esperaba causar daño sin sufrir demasiado. Si las cosas se torcían buscaría otra manera de hacerlos caer al suelo.
En cualquiera de los casos, pensando en esto habíamos llegado hasta un puente donde dos grandes estatuas de ojos azulados nos esperaban con alabardas de un tamaño descomunal. Se parecían a las pequeñas armaduras que se nos habían ido uniendo por el camino, pero ¿Qué eran esas cosas? Ante el color de los ojos de las dos grandes estatuas, claramente de otra facción, Balarad mandó dos grupos de soldados a por ellas. Había visto combatir a sus tropas antes, y sin duda, ya conocían a aquel enemigo que antaño posiblemente les hiciera de guardián. Aun así, lo más probable es que fueran a necesitar ayuda, asiqué me dirigí hacía el puente yo también.
En cuanto estuviera cerca de ellas, activaría mi mantra y haki armadura, para a continuación lanzar un puñetazo directo a la espinilla de una de ellas. Mi intención estaba clara, tratar de hacer que se callera o al menos agachara para que fuera más accesible a los soldados. Para muchos sería una locura golpear algo que incluso podía estar hecho de metal macizo, pero gracias a mis resistencia y dureza de piel, más el haki, esperaba causar daño sin sufrir demasiado. Si las cosas se torcían buscaría otra manera de hacerlos caer al suelo.
- Compañía de la pretora:
- Seguir la comitiva. Pensar en la pretora, kai y más cosas. Atacar a una armadura con los hakis superiores activos más la pasiva del ámbito de acero y los pu pasivos de fuerza y resistencia.
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El ceño de Taiga se frunció al darse cuenta de lo que estaban haciendo aquellas personas con el civil. El lobo estuvo a nada de lanzarle una patada en la cabeza a más de uno, pero entonces actuó el Vice-Almirante. El rubio quedó impresionado ante su forma de hacer las cosas. Debía admitir que tomó algo de esperanza en la marina gracias a él. El agente del gobierno aplaudió con una sonrisa en sus labios y después de unos momentos empezó a reír un poco en voz alta. Ahora le tenía muchísimo respeto a Al. Entonces caminó hasta quedar cerca de Kimura y el resto de personas que había en la zona, dirigiéndole una sonrisa amable.
- Creo que hoy os han dado una lección de cómo ser un buen marine. Lo lamento, pero abandono este grupo. Si hubiese seguido viendo este espectáculo habría vomitado. Recordad que representáis a la marina, no a los bárbaros.
Una vez dijo aquello, le hizo una señal a Alice para que le siguiese y salió corriendo en la misma dirección que Al. Podía deshacerse en su elemento, pero el olfato del lobo era magnifico, y si no podía por ese medio, tenía un haki de observación muy poderoso. No sabía si el marine le escucharía, pero entonces fue cuando alzó su voz esperando ser escuchado.
- Ahora entiendo la razón de que Xemnas te eligiese. Hasta que termine esta batalla, estaré a tus órdenes, Al Naión. Te has ganado mi respeto y ahora estoy tranquilo sabiendo la clase de personas que hay en la marina. Hasta que finalice esta batalla, el lobo del CP, Taiga Redfield, es tu subordinado.
Mencionó al mismo tiempo que mostraba una sonrisa amable. Aquello incluía a Alice, que seguramente iría con él debido a su buena forma de ser y pensar las cosas. Había estado un poco atontado, pero se sentía mejor de su mareo y lucharía junto a Al hasta el final del día. Estaba muy feliz y contento de poder haber visto aquello, sin duda era alguien digno de admiración.
- Creo que hoy os han dado una lección de cómo ser un buen marine. Lo lamento, pero abandono este grupo. Si hubiese seguido viendo este espectáculo habría vomitado. Recordad que representáis a la marina, no a los bárbaros.
Una vez dijo aquello, le hizo una señal a Alice para que le siguiese y salió corriendo en la misma dirección que Al. Podía deshacerse en su elemento, pero el olfato del lobo era magnifico, y si no podía por ese medio, tenía un haki de observación muy poderoso. No sabía si el marine le escucharía, pero entonces fue cuando alzó su voz esperando ser escuchado.
- Ahora entiendo la razón de que Xemnas te eligiese. Hasta que termine esta batalla, estaré a tus órdenes, Al Naión. Te has ganado mi respeto y ahora estoy tranquilo sabiendo la clase de personas que hay en la marina. Hasta que finalice esta batalla, el lobo del CP, Taiga Redfield, es tu subordinado.
Mencionó al mismo tiempo que mostraba una sonrisa amable. Aquello incluía a Alice, que seguramente iría con él debido a su buena forma de ser y pensar las cosas. Había estado un poco atontado, pero se sentía mejor de su mareo y lucharía junto a Al hasta el final del día. Estaba muy feliz y contento de poder haber visto aquello, sin duda era alguien digno de admiración.
- Balt:
- Seguir a Al y hablarle (metodo haki observación) Mostrarle lo que pienso y perder el respeto por los demás que hirieron a la otra persona.
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El ataque de Castor había logrado desviar a aquella jodida bestia de la trayectoria y eso le hizo sonreír de lado mientras apretaba el puño. El agente de plata volvía a demostrar su valía, pero ahora estaba en un pequeño problema. Notó al monstruo tirarse al agua y lo malo es que él estaba en lo alto. Se tambaleó un poco y notó su cuerpo caer hacia abajo. Abrió los ojos como platos al ver lo que pasaba y se aferró a la cabeza, sintiendo el impacto del agua en el morro del ser. Se levantó a toda prisa y entonces empezó a correr.
- ¡Hostia puta!
Gritó al mismo tiempo que aumentaba la velocidad con el soru y se movía por el cuerpo del enorme monstruo. Saltó con fuerza hacia el borde, pero no iba llegar. Pateó el suelo usando el geppou y se elevó hasta agarrarse al saliente con una mano. Entonces usó la fuerza para subir y después miró a Azula entre jadeos. Se notaba cansado por el esfuerzo, pero lo siguiente que hizo fue levantar el pulgar indicando la victoria. También se lo mostró al otro hombre. El pobre asesino caminó hasta la princesa del rayo y se quedó mirándola tranquilamente a los ojos.
- Nadie juega con el puto Castor Troy. Ahora hagamos algo más divertido, estoy de centrales hasta la coronilla y mi colega ha pasado miedo.
Dijo entonces señalándose la entrepierna con el dedo índice y comprobando sus armas. Recargó su pistola dorada y lo siguiente que hizo fue acariciar los puñales que ocultaba bajo la ropa. El sudor caía por su frente y entonces fue cuando se estiró un poco. Se relamió despacio y entonces empezó a caminar hacia el Este.
- Terminemos con esto de una maldita vez.
- ¡Hostia puta!
Gritó al mismo tiempo que aumentaba la velocidad con el soru y se movía por el cuerpo del enorme monstruo. Saltó con fuerza hacia el borde, pero no iba llegar. Pateó el suelo usando el geppou y se elevó hasta agarrarse al saliente con una mano. Entonces usó la fuerza para subir y después miró a Azula entre jadeos. Se notaba cansado por el esfuerzo, pero lo siguiente que hizo fue levantar el pulgar indicando la victoria. También se lo mostró al otro hombre. El pobre asesino caminó hasta la princesa del rayo y se quedó mirándola tranquilamente a los ojos.
- Nadie juega con el puto Castor Troy. Ahora hagamos algo más divertido, estoy de centrales hasta la coronilla y mi colega ha pasado miedo.
Dijo entonces señalándose la entrepierna con el dedo índice y comprobando sus armas. Recargó su pistola dorada y lo siguiente que hizo fue acariciar los puñales que ocultaba bajo la ropa. El sudor caía por su frente y entonces fue cuando se estiró un poco. Se relamió despacio y entonces empezó a caminar hacia el Este.
- Terminemos con esto de una maldita vez.
- Zal:
- Terminar de huir del bestia enorme que cayó al agua, hablar con mis compis e ir hacia el Oeste con la moral alta y sin tabaco.
Zack Suky
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No pude evitar fruncir el entrecejo por la actuación de aquel tipo que portaba la guadaña, aunque había que admitir que había que tener cojones para pasar de una amenaza tan clara a pesar de que estuviese camuflada con palabras tontas. Ya no eran sólo sus palabras, sino que encima atacó en dirección de Arribor. ¿Encima pretendía atacar a nuestro capitán? Eso sí que no.
No podía decirse que fuese la mejor persona ni el mejor capitán, pero era el que yo había elegido y no me gustaba que le atacasen por las espaldas. Agarré mi espada para emular al tipo y lanzar una onda cortante, aunque mi intención era buscar la espalda del tipo de las guadañas. Nunca podrían decirme que el que avisa no es traidor, pero entonces me fijé en la trayectoria de aquel ataque. Me había equivocado y también había atacado a aquel asqueroso bicho.
Seguía molesto aún con la espada en mano sin saber muy bien si atacar o no, cuando sucedió una escena de lo más inusual. No paraba de aparecer gente, si aquello que hablaba con Arribor podía denominarse... Algo, y para suerte la mía no fue él único afortunado que le tocó una charleta con aquel ser, sino que tras dedicarle unas rápidas palabras a Sarah que casi hacen que me parta de la risa, tanto al escucharlas como al ver la reacción de mi nakama, se dirigió a mí pidiéndome tabaco. Aunque aseguraba que no sabía que era, cosa que hizo que sonriera aún más. Parecía que aquella cosa tenía un carácter de lo más peculiar y ponía nervioso a mi capitán, cosa que lo hacía agradable a mis ojos, pero se me ocurrió una pequeña maldad.
- No te preocupes por él, no creo que le haga nada a tu amigo ahora que sabe que os conocéis - comencé respondiéndole usando el tono más amigable que mi facultad de embustero me permitía. -Ten cuidado con el tabaco, las primeras veces no sienta bien -seguí mientras daba un cigarro a quien intentaría que fuese mi nuevo amigo. - Soy Zack y yo también conozco al tipo parcheado, asique entre los dos podremos vigilarlo... Lo malo es el otro tipo, creo que quiere llevarse a tu amigo u algo así... He visto como usaba esa cosa que lleva contra él - terminé usando un tono cómplice.
Quizás podía conseguir una pequeña venganza hacia el tipo de las guadañas sin tener que hacer nada.
No podía decirse que fuese la mejor persona ni el mejor capitán, pero era el que yo había elegido y no me gustaba que le atacasen por las espaldas. Agarré mi espada para emular al tipo y lanzar una onda cortante, aunque mi intención era buscar la espalda del tipo de las guadañas. Nunca podrían decirme que el que avisa no es traidor, pero entonces me fijé en la trayectoria de aquel ataque. Me había equivocado y también había atacado a aquel asqueroso bicho.
Seguía molesto aún con la espada en mano sin saber muy bien si atacar o no, cuando sucedió una escena de lo más inusual. No paraba de aparecer gente, si aquello que hablaba con Arribor podía denominarse... Algo, y para suerte la mía no fue él único afortunado que le tocó una charleta con aquel ser, sino que tras dedicarle unas rápidas palabras a Sarah que casi hacen que me parta de la risa, tanto al escucharlas como al ver la reacción de mi nakama, se dirigió a mí pidiéndome tabaco. Aunque aseguraba que no sabía que era, cosa que hizo que sonriera aún más. Parecía que aquella cosa tenía un carácter de lo más peculiar y ponía nervioso a mi capitán, cosa que lo hacía agradable a mis ojos, pero se me ocurrió una pequeña maldad.
- No te preocupes por él, no creo que le haga nada a tu amigo ahora que sabe que os conocéis - comencé respondiéndole usando el tono más amigable que mi facultad de embustero me permitía. -Ten cuidado con el tabaco, las primeras veces no sienta bien -seguí mientras daba un cigarro a quien intentaría que fuese mi nuevo amigo. - Soy Zack y yo también conozco al tipo parcheado, asique entre los dos podremos vigilarlo... Lo malo es el otro tipo, creo que quiere llevarse a tu amigo u algo así... He visto como usaba esa cosa que lleva contra él - terminé usando un tono cómplice.
Quizás podía conseguir una pequeña venganza hacia el tipo de las guadañas sin tener que hacer nada.
- Resumen Sarka:
- Flipar con la escena entre Maki y Arribor, hablar con Maki y dejarle caer unas amables palabras
Ban Midou IV
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Los cortes de Ban continuaban ejecutándose a la perfección mientras mostraba una expresión siniestra. Sarka estaba por ganar la batalla y el espadachín observó a su líder lanzar un súper ataque hacia un capullo montado en un rinoceronte. Pasó de rollos y siguió a lo suyo, pues atacar entre varios a un solo objetivo le supo mal. Con el ataque explosivo al menos fueron a varios. Soltó un suspiro y siguió avanzando entre las tropas enemigas con el gesto serio, tratando de terminar a con todas usando su espada de kairouseki y su katana venenosa. Soltó una especie de rugido al mismo tiempo que encadenaba ataques.
- ¡Estilo de la serpiente! ¡Carne en salsa!
Gritó haciendo que un cañonazo de magma saliera de su boca, buscando el rostro de otro de los enemigos. Se notaba que el chico sabía usar bien sus ases y esperaba ganar aquella partida. Sus movimientos eran veloces y todos iban tratando de derrotar a sus oponentes. Esperó que la situación se pusiera mucho más a favor de Sarka al ser muchísimos tipos poderosos contra meras máquinas.
- No hay ni un solo espadachín en todo Zal que pueda hacerme frente ¿Me equivoco? ¡Venid a Jugar con Ban! – Gritó soltando una carcajada.
- ¡Estilo de la serpiente! ¡Carne en salsa!
Gritó haciendo que un cañonazo de magma saliera de su boca, buscando el rostro de otro de los enemigos. Se notaba que el chico sabía usar bien sus ases y esperaba ganar aquella partida. Sus movimientos eran veloces y todos iban tratando de derrotar a sus oponentes. Esperó que la situación se pusiera mucho más a favor de Sarka al ser muchísimos tipos poderosos contra meras máquinas.
- No hay ni un solo espadachín en todo Zal que pueda hacerme frente ¿Me equivoco? ¡Venid a Jugar con Ban! – Gritó soltando una carcajada.
- Sarka:
- Liarme a cortes y cañonazos de lava con los de Zal, desafiarlos diciendo que no tienen ni un solo espadachín capaz de echarme cara.
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
Moderaciones Generales
- General Sarka:
- -Quiero que la reduzcáis a escombros.
La voz de Grum llega a todas partes, grave y profunda, y no tardan más de un par de minutos en alinearse los cientos de cañones pesados que se encontraban en la retaguardia. Mientras un par de ingenieros trabajan sobre el pecho del pretor, se pueden escuchar una infinidad de chasquidos casi simultáneos, al tiempo que un silencio casi litúrgico impregna el ambiente. Los rayos de sol rompen la atmósfera negra de guerra e iluminan, casi de forma coreografiada, a las armas una por una.
De pronto, como en un coro, el tarareo de un himno de guerra resuena. Es potente y vivo, tempo vivaz y en crescendo. Con cada silencio, un proyectil es disparado, y cuando el ejército termina su pequeño concierto una andanada explosiva se lanza contra la muralla. Al principio vuelan cascotes de gran tamaño, que terminan en el suelo resonando con un gran impacto, haciendo que la tierra tiemble en sus proximidades. Pero poco a poco, y con cada nueva explosión, cada vez más constante, donde antes había una muralla ahora hay poco más que gravilla.
-Así me gusta más, ¡Avanzad!
Vuelve a rugir entre la multitud, sentado en un gran trono de colores dorados y anaranjados, con la mirada fija en la avalancha de piedrecitas que se avecina. Sonríe con vehemencia mientras los vehículos comienzan a ascender por la montaña de cascotes sin mayor dificultad. Tiene un plan.
- General Zilda:
- Suenan los cuernos de guerra, desde el Este y desde el Oeste. La capital se ve sitiada por varios ejércitos a la vez, los cuales toman las calles y luchan a brazo partido por establecer su supremacía o por lo menos evitar que otros tomen el ansiado trono.
Y mientras tanto Beros ha terminado sus preparativos. Alrededor de uno de los principales edificios de la ciudad, la catedral, se alzan los guardianes antiguos, ahora bajo el control del pretor. Ocho colosos de 12 metros ataviados con armaduras y armas acordes a su tamaño. Todos distintos, todos únicos, en fiel representación de los héroes que, en algún momento se ganaron un lugar en uno de los edificios más sagrados del reino.
Ahora estos han formado un perímetro, protegiendo el edificio de cualquiera que ose traspasarlo. ¿Quién sabe lo que trama Beros?
Por otro lado en la Base de Zilda reina el caos. El personal se ha sublevado ante la revelación de Dexter, y ahora lucha contra las tropas todavía fieles al pretor.
- General Meln y Balt:
- Una horda de insectos gigantes precede al ejército de Meln. Por el aire, el zumbido de las alas se escucha a varios kilómetros de distancia, molesto y estridente. Sin embargo, cuando las tropas de tierra están entrando en la ciudad, trompetas celestiales suenan tras ellas. Avanzan velozmente, y surcando los vientos caballería alada comienza a atacar el enjambre volador, al tiempo que en el suelo las filas de Meln se rompen.
-¡Por el Fuego Eterno!- se escucha, y los caballeros negros se dan la vuelta al escuchar esa voz.
-¡Por Yoai!- gritan desde la vanguardia, y los caballeros negros se lanzan contra la legión blanca llenos de furia, mientras ambos generales se miran entre ellos, impasibles. Parece que esta vez las fuerzas están igualadas, y cada uno da órdenes mientras el otro responde. Parece que se decidirá a golpe de estrategia, esperando el error de uno para tomar una ventaja letal.
Moderaciones Particulares
- Y8. Sin Jurfer:
- Delante de ti no hay nada, sólo la infinidad del océano. Si puedes cruzarlo, eres libre. Si no, sigues necesitando un barco.
- O12. Nivea, Ichizake, Galia y Ryuken:
- Tras tomar el camino de la tubería de desperdicios, termináis llegando a una amplia zona que, si me lo permitís, huele fatal. Como a popó, hablando en plata. En fin, hay unas escaleras (no de mano, de las de verdad) por las que podéis acceder a una puerta y salir por fin de las profundidades. ¿Os animáis o preferís daros un baño en el agua lodosa?
Por cierto, la puerta de repente se abre.
- N11. Zane y Spanner:
- Voláis rumbo al castillo, pero hay un problema de gran magnitud. Antes de atravesar el puente debéis enfrentaros a dos estatuas que… Ah no, si vais por el aire. Llegáis a las puertas del castillo, una enorme y decadente construcción gótica de piedra y mármol, con puertas de madera. Sin embargo, está completamente cerrado. Podéis intentar atacar a los bichos del puente o colaros en el edificio.
- T9. Haru:
- Tras avanzar por el puente llegas a unas escaleras, que tras ascenderlas te llevan hasta la central de la que partiste. Curioso, ¿De verdad seguiste ese camino? Por cierto, ya no notas ninguna presencia conocida cerca, aunque escuchas el ruido de cascos muy e cerca en dirección a la capital. ¿Lo sigues?
- V8. El trío libertario:
- Lográis adentraros en el edificio una vez la luz se apaga, y ponéis los pies sobre una madera de color violáceo, bastante clara, que cruje bajo vosotros, haciendo eco en la inmensa estancia. Parece que os tendréis que andar con ojo. Es una estancia vacía, y en la lejanía hay una luz violácea que llega de un piso inferior. ¿Exploráis u os marcháis?
Por cierto, Amaiar:- Literalmente ves esto en tu mente:
- P12. Xemnas y Misa:
- Estáis acercándoos a la puerta, cuando os encontráis con una gran escaramuza. En el cielo, enormes insectos contra jinetes alados, y en el suelo la sangre se derrama. Reconocéis al ejército de Balt, y sospecháis a quién puede pertenecer el otro. Para más info mirad la general.
- Kai, Jack, Heaten, Danio, Gera, Dafne:
- Dafne, tu sangre es… Rara. Como verduzca y oleosa, y ahora que te fijas, tu cabello empieza a tornarse anaranjado. Como zanahorio.
Mientras tanto el caramelo de Jack consigue pegar al suelo a las estatuas, que siguen lanzando barridos a diestro y siniestro, pero Danio de un golpe consigue romper la carcasa de uno con relativa facilidad. Se engancha con algunos cables, y tirando saca la mano y un pequeño tubito de plástico. Una de las unidades colapsa, pero la otra trata de atacaros a todos. De hecho, su arma llega para daros a todos.
-El trono está en palacio, como es lógico. ¿Y para qué ir, si está al otro lado del puente?- te señala una amplia plaza y un altísimo edificio que hay al fondo de ella.
- P9. Kodama y Gusi:
- Te quedan pocas heridas, Gusi, pero alguna queda y puede que estés delicado. Desde luego, por el momento duele bastante.
A cada uno de vosotros intenta embestiros un escarabajo, mientras Yoai, sin decir nada, se da la vuelta y comienza a volar sobre su montura. Se mueve muy veloz, aunque podéis alcanzarla. No obstante, igual quedar a merced de los insectos mientras la perseguís no es la mejor opción.
Por cierto, las ondas hacen pupa a los bichos, pero Yoai frena el ataque de Kodama con relativa facilidad. Eso sí, le sangran un poco los brazos al defenderse.
- P10. Joseph:
- -¡Eso!
Señala a un tejado, donde un tipo rubio parece cantar:
-Que soy un trolaso, me gusta el pedaso, lalara la lala…
Wow. Eso parece estúpido, cuanto menos. Tal vez sea hora de ayudar a la niña o largarte a dormir, aquí pasan cosas muy raras.
- O12. Ivan el trolaso:
- Abres la puerta, y empieza a apestar. Parece una especie de cloaca. Sin embargo, notas que se van acercando tres presencias hacia ti. ¿En guardia?
- L13 Arribor, Zack, Sarah, Corinna, Tsang Yue, Maki, Teravan, Yarmin, y el hijo de la tía de la vecina soltera:
- Seguís en vuestro mundo de telenovela mexicana. De repente, el hombre mantis se aleja un par de pasos ignorándoos y se hace un ovillito al lado de un árbol. Parece que tiene sueño.
- M12 Drake:
- Continúas avanzando, cada vez hay más edificios. Todo es bonito y divertido hasta que notas un pequeño e intenso dolor en el estómago. A lo mejor te has tragado un cachito del ladrillo sin querer. En cuanto lo notas, sea real o no, a tu alrededor todo cambia. Te parece que la atmósfera se oscurece y aunque no notas presencias a tu alrededor, los edificios te miran con una mezcla de asco, decepción e ira. ¿Se están inclinando hacia ti? Oyes un extraño chirrido en los oídos y sientes mucha, mucha hambre… hasta tus pies rueda una manzana podrida. Si la coges, descubrirás que no hay nada en tu mano.
- O13. Alexandra y Eichi:
- Eichi sus nombres son Aka y Tsuki.
Tras despediros de esos dos comprobáis el estado de la guerra. Al parecer ha escalado bastante rápido. La ciudad está bastante peor que antes, con los ejércitos de Balt y Meln luchando por las calles, así como explosiones, rugidos y gritos al otro lado. Los constructos parecen estar ocupados, si vais no creo que se fijen en vosotros.
- Silver The Dancer:
- No recibes respuesta inmediata y, bueno, te encuentras a un tío pelirrojo con pinta rara en la esquina de un callejón oscuro junto con una niña que está llorando. A lo mejor lo ético es intervenir.
- Team Quimera:
- No es posible. Estos dos adversarios parecen no tener dificultades a la hora de esquivar, bloquear o contrarrestar los ataques convencionales que les lanzáis. Por un momento pensáis en emplear otra táctica, pero hay algo que parece haber funcionado.
El tornado de Deathstroke impacta de lleno en su copia, la cual estaba desprevenida tras tantos ataques, enviándola por los aires hasta perderla de vista. La copia de Silver lo ha evitado por poco y se dispone a contraatacar, pero de pronto una pequeña sombra se abalanza sobre él, derribándolo. El pequeño ser encapuchado saca un escopeta y le revienta de un tiro la cabeza, esparciendo aceite y circuitos por todos lados.
-Por Síderos, rebeláos contra el traidor Beros - Grita con una vocecilla aguda que contrasta con lo que acaba de hacer.
La puerta de la base está abierta, dentro reina el caos, un tiroteo entre los pocos soldados que quedaron y el personal de la base. Poco a poco más de esas personitas salen y toman posiciones. A lo lejos podéis ver que se acercan varios drones... pero estos tienen personas encima ¿Amigos o refuerzos de Zilda?
- Adam:
- Das la orden. El soldado se te queda mirando, impasible, casi como si no le afectase. No puedes ver sus ojos a través del visor de su casco, por lo que su expresión es inescrutable. Permanecéis unos segundos de silencio tenso hasta que te das la segunda orden y sigue de pie sin hacer nada. Con una breve comprobación te das cuenta de que se ha desmayado estando de pie. El siguiente en la cadena de mando del vehículo se encarga de él y, a regañadientes da la orden. El caminante lentamente se da la vuelta mientras vosotros os subís a los drones.
Lo que encontráis es... raro. Media docena de personas, más o menos, están luchando con lo que parecen ser unos guardianes de la base. Hay un tornado que se ha llevado a uno de ellos. Creo que entre ellos puedes reconocer algunas caras bastante conocidas. Por cierto en la base suena una alarma y sale humo de algunas secciones.
- BARBAZUL DE BOTE:
- Entre otras cosas, las órdenes de Dexter son bastante claras: ‘’Reúnete conmigo en la catedral de aspecto siniestro’’. Cuando te vuelves hacia la mujer y le preguntas, esta abre mucho los ojos y le tiembla el labio. Abre la boca un par de veces para contestar, pero no parece ser capaz de decir palabra. Al final abandona su propósito y mira al suelo en silencio. Te pide perdón por no poder ayudarte en un susurro, no parece que vaya a decirte nada.
- N11 Castor Troy:
- Sales de la central y comienzas a andar. La ciudad parece abandonada y de hecho compruebas los estragos de la guerra… y no precisamente la actual. El lugar está desierto, pero pese a no sentir presencias tienes la extraña comezón de que te observan.
- K14 Venom y Liv:
- Para tu sorpresa, Liv, el tipo en cuestión se echa hacia atrás hasta casi rozar el suelo con la frente en cuestión de segundos, esquivando tu hacha. Los cortes sin embargo alcanzan a las bestias, que trastabillan y al derrumbarse le hacen perder el equilibrio. El hombre desde el suelo airado te lanza una daga que no sabes de dónde ha sacado.
-¿Es que acaso es tu primera guerra? ¡El caos es parte de ella, joder!
- O12 Raghersir:
- Vas avanzando. Poco a poco los edificios se van juntando más y el lugar comienza a tener aspecto de ciudadela. No hay civiles a la vista, sin embargo. De repente oyes gritos y ves a un grupito de gente batallando con estatuas. Qué curioso. Oh, hay una chica con el pelo naranja... -Kai, Dafne y company-
- M12 Drake:
- Continúas avanzando, cada vez hay más edificios. Todo es bonito y divertido hasta que notas un pequeño e intenso dolor en el estómago. A lo mejor te has tragado un cachito del ladrillo sin querer. En cuanto lo notas, sea real o no, a tu alrededor todo cambia. Te parece que la atmósfera se oscurece y aunque no notas presencias a tu alrededor, los edificios te miran con una mezcla de asco, decepción e ira. ¿Se están inclinando hacia ti? Oyes un extraño chirrido en los oídos y sientes mucha, mucha hambre… hasta tus pies rueda una manzana podrida. Si la coges, descubrirás que no hay nada en tu mano.
- L13 Arribor, Zack, Sarah, Corinna, Tsang Yue, Maki, Teravan y la mantis narcoléptica:
- Seguís en vuestro mundo de telenovela mexicana. De repente, el hombre mantis se aleja un par de pasos ignorándoos y se hace un ovillito al lado de un árbol. Parece que tiene sueño.
- L12 Yarmin:
- Echas a correr sin saber bien la dirección. Tus pasos son algo erráticos, pero has logrado dejar el peligro atrás. En tu carrera, te parece ver un extraño sombrero ondeando colgado en la rama de un árbol. Cuando te paras para coger aire, descubres que entre los edificios semiderruidos hay uno que conserva el aire de solemnidad que seguramente tenía antes de que la guerra lo mancillase; es una iglesia… con su correspondiente cementerio desmejorado al lado. Estatuas rotas, cruces pisoteadas… interesante vista.
- K13 Corvo, Midou :
- MidoU, tan pronto acabas la frase un tipo te lanza un martillo. Soldado al mango lleva un cable, debe ser para recuperarlo. O no. El caso es que de repente, te grita:
-¡ESO ES PORQUE NO NECESITAMOS ESPADACHINES, INÚTIL!
- K13 Rezvan:
- Cuando tratas de subirte al carro, este arranca. Worgulv y Kotaro parecen estar conversando, por lo que cuando el médico te da un codazo sin querer, no te prestan atención. Pierdes el equilibrio y antes de darte cuenta, estás en el suelo. La batalla sigue a tu alrededor y aparte de unos rasguños y un ligero cabreo, pareces ileso.
- K14 Worgulv, Kotaro:
- El médico, con una pericia que te asombra, te cose el brazo mientras el carro de combate avanza sobre los cadáveres. Apenas notas las punzadas, la adrenalina todavía te invade el cuerpo. Al terminar su tarea, te informa de que no puede hacer más de momento, pero que lo peor ha pasado. La herida tardará en abrirse de nuevo.
En el carro, observáis como Grum se recompone después de su titánica batalla y vuelve a asumir el mando. La muralla cae y los soldados se mueven a sus órdenes con la precisión de un reloj suizo. (Más información en la general).
- K14 Arthur:
- En cuestión de segundos te sitúas detrás del carro de combate de Grum. Ves como recupera el control y reorganiza a las tropas. Poco después la muralla cae y las tropas siguen penetrando en el lugar. El bicho saca una laaaaarga lengua y se lame un ojo. Igual deberías ponerle nombre.
- J12 Zero:
- Seguís batallando un rato, mostrándoos técnicas y pasándolo bien entre las tripas y la sangre. De repente, algo te golpea la mejilla. Fuerte. Auch. Te giras y ves a una hermosa mujer de al menos dos metros y medio, con una larga trenza verde y cara de malas pulgas.
-EH, ¡Vosotros! ¡Inútiles! – Os grita.
- T13. Osuka, Neo y Yoko:
- El robot termina por alcanzar su brazo, el cual se une al resto de su cuerpo y se vuelve un taladro también, reventando el golen y haciendo que una luvia de rocas y polvo cae sobre Osuka. Por otro lado, Yoko parece haberse quedado desmayada tras el golpe, aunque quizás con unas palmaditas se despierte. Parece que la situación se os va un poco de las manos.
- R13. Ushio:
- El hombre, de larga barba blanca, se queda mirándote con una sonrisa, al tiempo que se acaricia la barba y alza una mano, a modo de son de paz, para después decirte:
-No por favor, yo no peleo. Solo domo lindos pajaritos. Por favor. Amenazar a un anciano con una espada. Qué falta de educación tienen estos niños hoy en día.
Parece que sin los pájaros, e incluso con ellos, no pretende luchar contigo y no notas ninguna aura amenazante salir de él. Así que deberías ir acelerando para llegar a la ciudad.- anciano:
- O11. Crimson Wolves y Kaito:
- Unas presencias os sobrevuelan. Algunas bastante abrumadoras, pero parecéis tan concentrados en torturar al pobre hombre sin dedos en las manos que ni os enteráis. Luego que si vuestras facciones tienen mala fama. Por suerte, o no, Al pone fin a esta locura, deteniendo vuestros ataques y liberando al hombre, que se aleja al sentirse libre. Parece que no hablará, pero al menos agradece, a su forma, el ser liberado. Un leve movimiento de cabeza antes de irse en otra dirección.
Tras aquello, Al se esfuma ante vuestros ojos. ¿Qué haréis?
- O11. Al & Company:
- Al, tú te encaminas al centro y no tardas en notar varias presencias, provenientes de una catedral, que se mantiene en pie de forma casi milagrosa. ¿Pararás o seguirás tú camino?
- Q11. Elya y Milena:
- Avanzáis a paso ligero y sin más contratiempos. Al parecer, las ganas de la pelirroja por marcharse, así como el que todos estén centrados en la batalla definitiva, que se aproxima, ha hecho que qué estéis a punto de alcanzar la muralla. Podéis ver la construcción desde la lejanía, así como lo que desde lejos podría ser una pequeña abertura. Parece que la despedida está cerca. Desde ahí, podéis sentir como se os eriza la piel.
- P11. Sans y Kedra:
- Algunas de las enredaderas comienzan a arder y el esqueleto se suelta, pero parece que no ocurre lo mismo con el blaster. Por cierto, al caer, las esferitas golpean a ambos, y explotan en cadena, haciendo que el patio parezcan unos preciosos fuegos artificiales y dejando, como mínimo, vuestras ropas chamuscadas y vuestra vista cegada durante unos segundos. Tiempo suficiente para ataros de nuevo. Parece que es una mala hierba difícil de matar.
- N11. Team Dragón:
- Dirigiéndoos hacia el centro, divisáis un edificio que se mantiene en pie de forma casi asombrosa y sentís varias presencias, entre ellas la de Dexter. Puede que vayáis por buen camino. (Leed la moderación general para saber más).
- M10. Kasai Kuro:
- La persona te mira y se queda callado. Se limita a negar con la cabeza. Parece que no sabe hablar, cosa que te confirma. Lo único que hace es negar y encogerse de hombros. Mirando su aura verás que es solo un civil, ni bueno ni malo, que se ocupaba de hacer un trabajo seguramente heredado. Parece que no te es de ayuda, así que, si no te dispara más proyectiles, deberías poder avanzar.
- N2. Ai Nanasaki:
- Llegáis a la base y tras dejar a los heridos para que los traten a los heridos de la forma más rápida posible, os mandan a por armas y municiones, en fila y bajo supervisión. Bueno, te están dando armas. Basta que encuentres las formas de usarlas a tu favor cuando salgas. Os dividen en dos grupos, uno para atacar otras bases y otro para ir a la ciudad a apoyar a su pretora. Puedes unirte al que quieras. Tal vez según a donde vayas puedas escapar.
- Hinori, Dexter y Zuko:
- Vais a entrar en la catedral, las puertas se abren. La iluminación es bastante pobre, de hecho, diríais que habéis visto ventanas fuera pero ahí dentro se ve muy poca luz. Cuando vuestros ojos se acostumbran a la iluminación podéis ver que la luz interior la tapan una serie de armaduras gigantescas. Todas distintas, ninguna de menos de 12 metros de altura.
Todas ellas pasan de vosotros, como si no estuvierais y forman en el exterior preparándose para enfrentarse al verdadero enemigo... unos cuatro ejércitos más o menos.
El interior queda vacío y prácticamente en silencio, con la escasa luz de las vidrieras dibujando un delicado tapiz sobre el suelo de piedra pulida. Al fondo de la enorme estancia hay un altar, sobre el cual yacen los restos de una especie de constructo metálico junto con los cuerpos de un par de hombres cubiertos por sus túnicas. Tras el altar, una armadura del tamaño de las otras descansa bajo un arco de piedra y metal labrados. Un fulgor azulado sale de su interior. Los que usen mantra podrán detectar la presencia de Beros en su interior.
- Al fin Dexter Black... Supuse desde el principio que tratarías de intervenir en el resultado de esta guerra, que no aprobarías la cruda realidad. He de admitir que no esperaba que tus palabras tuvieran tanta influencia, en ese aspecto te he subestimado. Pero ya no cometeré ese error. Prepárate para enfrentarte a mi más poderosa creación...Desu.
La armadura comienza a caminar hacia vosotros, sus pasos retumban por toda la sala. Será mejor que os preparéis.
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Guardó su espada al escuchar las palabras de ese anciano. En cierto modo, tenía razón… Eran sus pájaros. ¿Lo atacarían por defender a su amo? Quizá, era bastante posible, no negaba ni afirmaba nada que no estuviera lejos de una posibilidad. Suspiró con calma y miró a ese pobre anciano. ¿Debería llevárselo con él? No lo podía dejar ahí tirado y menos si lo había dejado sin su protección. Supuso que era necesario e innecesario a partes iguales. Lo primero, porque ya no contaba con sus pájaros. Lo segundo, porque si estaba ahí, de forma tan confiada y seguro de sí mismo, es porque debería tener una fuerza considerable. Se encogió de hombros y le quitó importancia al asunto, debía ir a la ciudad.
Empezó a caminar mientras se estiraba. Esos pájaros, al menos, habían servido de calentamiento. Todo serviría para lo que estaba por pasar. De reojo miró al anciano y se quedó de pie a unos pocos metros de él. ¿Qué debería hacer? Su consciencia no se lo perdonaría si, al menos, no se lo preguntaba. ¿En serio quería perder más tiempo? Se rascó la cabeza con dudas y volvió a suspirar. Finalmente, empezó a caminar y pasó por su lado. Sin miedo y rumbo a la capital, debía ir cuanto antes… Ya había perdido demasiado tiempo y algo más que eso.
– ¿Vienes? Voy camino a la capital – le dijo con un tono amable. – Mi nombre es Ushio… Ushio Kasai Kodomo, perdón por lo de tus pájaros – tomó una ligera pausa. – Decide rápido, tengo prisa. – Finalizó de forma tajante.
Si su respuesta era afirmativa, empezaría a correr rumbo a la capital. Si era negativa, solo alzaría el vuelo una vez más y esperaba ser la definitiva. ¿Qué le respondería? ¿Se habría ganado a un aliado más? Todo dependía de él. No iba a esperar por mucho tiempo, solo un par de minutos, lo suficiente como para que él decidiera qué hacer.
Empezó a caminar mientras se estiraba. Esos pájaros, al menos, habían servido de calentamiento. Todo serviría para lo que estaba por pasar. De reojo miró al anciano y se quedó de pie a unos pocos metros de él. ¿Qué debería hacer? Su consciencia no se lo perdonaría si, al menos, no se lo preguntaba. ¿En serio quería perder más tiempo? Se rascó la cabeza con dudas y volvió a suspirar. Finalmente, empezó a caminar y pasó por su lado. Sin miedo y rumbo a la capital, debía ir cuanto antes… Ya había perdido demasiado tiempo y algo más que eso.
– ¿Vienes? Voy camino a la capital – le dijo con un tono amable. – Mi nombre es Ushio… Ushio Kasai Kodomo, perdón por lo de tus pájaros – tomó una ligera pausa. – Decide rápido, tengo prisa. – Finalizó de forma tajante.
Si su respuesta era afirmativa, empezaría a correr rumbo a la capital. Si era negativa, solo alzaría el vuelo una vez más y esperaba ser la definitiva. ¿Qué le respondería? ¿Se habría ganado a un aliado más? Todo dependía de él. No iba a esperar por mucho tiempo, solo un par de minutos, lo suficiente como para que él decidiera qué hacer.
- R13 Zilda:
- Hablar con el sujeto. Preguntarle si lo acompañara o no, pedir perdón por sus pájaros. Dependiendo de su respuesta: Si es afirmativa, correr rumbo a la capital. Si es negativa, volar rumbo a la capital.
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El olor podía decirse que era prácticamente insoportable. Era algo parecido a los pedos que se tiraba Ryuken en el dormitorio, o eso pensaba ella cuando entraba de vez en cuando. De todas formas, no tenía pruebas contra su compañero y a lo mejor se trataba de otra persona. Soltó un suspiro y continuó avanzando por la sombra junto a los dos. En su bolsillo derecho tenía el número de Elliot bien guardado para futuras relaciones entre la rebelión y él. O incluso entre ellos dos en el tema de las ayudas mutuas. Se quedó mirando por unos momentos al peliplateado y de repente le sacó la lengua. Ya estaban cerca de la salida, pues empezaron a subir unas escaleras y eso la hizo sonreír. Al fin estaban ascendiendo de una maldita vez. Destrozaría el techo de ser necesario para estar por fin en la maravillosa libertad. Era su premio después de todo lo pasado.
De repente la chica quedó cegada por una intensa luz que la hizo cerrar los ojos. Era como si el Sol hubiese entrado de repente en la cueva. Soltó un pequeño quejido y acto seguido trató de abrir los ojos con algo de dificultad. Pudo ver a una silueta y ladeó un poco la cabeza ¿De quién se trataba aquella persona? No se fiaba mucho, pero después de unos momentos pudo darse cuenta de quién se trataba. Mostró una sonrisa amable en todo momento y después empezó a caminar hacia él. Sin pensárselo abrió los brazos y trató de darle un enorme abrazo a aquella persona, pues ya lo conocía de sobra y sabía que la situación podía mejorar después de todo. Aunque eso no podía saberse a ciencia cierta.
- ¡Ivan-san!
Gritó con una sonrisa calmada y mientras le miraba a los ojos. Tras el abrazo se separaría un poco y después le miraría de arriba abajo para ver cuál era su estado. No se esperaba verlo en aquella guerra y mucho menos frente a ella. La última vez le ofreció una habitación y todo, pero en ese momento cayó en una cosa. Su cabeza costaba quince millones y esperaba que eso no enfadase mucho a aquella persona, pues le dijo que no cogiera precio. Al menos nadie sabía su nombre, debido a que usaba el de Galia Shirou. Tal y como había aconsejado el hombre que tenía ahora frente a ella.
- Ellos son Ryuken y Elliot. Un compañero de la rebelión y un chico amable que hemos encontrado en esta batalla. – Señaló a cada uno cuando fue diciendo los nombres. Entonces volvió a mirarle de forma amable. – ¿Qué haces tú aquí? Pensaba que estarías en tú casa. – Galia se mostraba amistosa ante todo, pero era por ser Ivan.
De repente la chica quedó cegada por una intensa luz que la hizo cerrar los ojos. Era como si el Sol hubiese entrado de repente en la cueva. Soltó un pequeño quejido y acto seguido trató de abrir los ojos con algo de dificultad. Pudo ver a una silueta y ladeó un poco la cabeza ¿De quién se trataba aquella persona? No se fiaba mucho, pero después de unos momentos pudo darse cuenta de quién se trataba. Mostró una sonrisa amable en todo momento y después empezó a caminar hacia él. Sin pensárselo abrió los brazos y trató de darle un enorme abrazo a aquella persona, pues ya lo conocía de sobra y sabía que la situación podía mejorar después de todo. Aunque eso no podía saberse a ciencia cierta.
- ¡Ivan-san!
Gritó con una sonrisa calmada y mientras le miraba a los ojos. Tras el abrazo se separaría un poco y después le miraría de arriba abajo para ver cuál era su estado. No se esperaba verlo en aquella guerra y mucho menos frente a ella. La última vez le ofreció una habitación y todo, pero en ese momento cayó en una cosa. Su cabeza costaba quince millones y esperaba que eso no enfadase mucho a aquella persona, pues le dijo que no cogiera precio. Al menos nadie sabía su nombre, debido a que usaba el de Galia Shirou. Tal y como había aconsejado el hombre que tenía ahora frente a ella.
- Ellos son Ryuken y Elliot. Un compañero de la rebelión y un chico amable que hemos encontrado en esta batalla. – Señaló a cada uno cuando fue diciendo los nombres. Entonces volvió a mirarle de forma amable. – ¿Qué haces tú aquí? Pensaba que estarías en tú casa. – Galia se mostraba amistosa ante todo, pero era por ser Ivan.
- Meln:
- Encontrarse con el trolazo y hablar con él.
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Cuando empujó levemente la madera, las puertas se abrieron de par en par, lentamente y renqueantes. Las bisagras emitían un chirrido insoportable, y los aldabones negros golpearon contra la madera cuando ésta se detuvo, emitiendo un ruido sordo. Ante ellos, y más allá de los rayos de sol que se quisieron colar por el umbral, la penumbra reinaba. Con solemnidad la oscuridad lamía cada esquina e impregnaba cada ángulo, cada objeto, la pared tras cada tapiz. Cruzó el umbral despacio y tocó la madera con la punta de sus dedos, recorriendo las vetas por un instante antes de volver a bajar la mano. La decoración era barroca, excesiva, como si temieran que entre el vacío las sombras nacieran más fuertes de lo que ya eran allí.
Las columnas, arbotantes, los arcos de ojiva y los fajones apuntados, completamente negros sobre columnas de mármol blanco. Sin duda el arquitecto había hecho una gran obra, igual que los escultores al retratar con tanta fidelidad las escenas representadas. La expulsión del Edén, con el llanto de Adán y el desconsuelo de Eva, deformados hasta parecer casi seres bestiales, era un motivo que daba paso al tema central del pórtico. Columna tallada en llamas que envolvía el dintel y se fundía con el tímpano, donde el altorrelieve de algo que reconoció enseguida observaba a los que pretendían entrar. Dos rubíes en lugar de ojos y un cuerpo descarnado, sin piel y casi por completo de huesos, seguido por una horda de bestias cada cual más desfigurada y bizarra. Criaturas viciosas en un pasto de fuego precedidas por la muerte, era el Apocalipsis. El último detalle era simplemente, gente ahogándose, y no sabía si entre la extremadamente detallada espuma se ahogaban los esclavistas del Mar Rojo o los pecadores del Diluvio... Pero algo estaba claro, no había una puerta mejor que otra.
Las palabras de Zuko llegaron, primero como un leve susurro, hasta que se acercaron a su mente como un eco lejano. Entonces cayó en la cuenta de que tenía otra cosa que hacer, algo más importante. Estaba buscando a una persona cuando entró, pero la macabra belleza del pórtico lo había absorbido. Sin embargo, ahora que estaba cerca casi podía tocarlo. Reconocía esa presencia, pero que se encontrara en ese lugar significaba que Madara había fallado... O que llegaba tarde.
-Lo encontraremos a él- su voz resonó entre las paredes, grave y potente, más segura de lo que él estaba, pero terminó por desvanecerse en el aire mientras miraba al suelo, sin comprender qué pasaba. ¿Por qué no lo había detectado desde un principio? No era una persona débil, pese a lo frágil de su apariencia, pero no había podido escuchar los gritos de su voz interna. ¿Qué estaba sucediendo?-. Ya están aquí.
La presencia de Madara no había sido pasada por alto. Sonrió por un instante, contento de que sólo hubiese llegado tarde. En aquel momento, fallar significaba morir, y aunque estaba dispuesto a dar su vida no tenía autoridad sobre el destino de otros. Cruzó el segundo umbral, adentrándose en el deambulatorio de la inmensa catedral y sin saber si disfrutaba del espectáculo o temía completamente todo lo que veía, pero lo que estaba claro era que su mirada oscilaba constantemente entre cada una de las nueve figuras que había en torno al altar. Avanzó hacia allí con presteza, rompiendo el silencio del lugar y levantando con los pies una nube de polvo a cada paso. Tenía que observar de cerca cada una de las estatuas, saber si escondían algún secreto, pero lo ignoraron.
No se trataba de estatuas, sino de Autómatas en coro alrededor de un sacrificio, donde los que al inicio del día eran sus hombres de confianza ahora eran cadáveres raquíticos envueltos en túnicas raídas. Las máquinas comenzaron a moverse con un sonido pesado, evitando a la comitiva que se había adentrado en el templo, dejando a la última de ellas sola, con la mirada perdida. De su interior emanaba una presencia, un aura que reconocía pese a las interferencias de la armadura que vestía. Porque eso no era un robot.
-Kai, rastréame y rompe el cerco. Ya lo entenderás al acercarte- dijo, antes de colgar, mientras la enorme figura se levantaba y un brillo azul la iluminaba. También en el yelmo de aquella cosa dos ojos azules se dejaron entrever, con un brillo casi cegador, y antes de dar un paso su brazo derecho tomó una espada, enorme y desproporcionada. El brazo izquierdo parecía roto, o no muy hábil, pero seguramente se tratase de un ingenio de Beros. Con el Pretor de Zilda, nada estaba fuera del plan. Salvo Dexter Black.
-Al fin, Dexter Black... Supuse desde el principio que tratarías de intervenir en el resultado de esta guerra, que no aprobarías la cruda realidad. He de admitir que no esperaba que tus palabras tuvieran tanta influencia, en ese aspecto te he subestimado. Pero ya no cometeré ese error. Prepárate para enfrentarte a mi más poderosa creación...Desu.
-Hinori, Zuko. Fuera- dijo, al tiempo que su brazo se envolvía de un material blanco y brillante-. He dicho fuera- repetiría, si no habían hecho caso. Esa vez con un tono bastante más serio. Si querían luchar había suficiente con las máquinas del exterior, y de desatar su poder muy probablemente el edificio se viniera abajo, con ellos en el interior. Tenía que controlar a Beros hasta que no hubiera peligro o hasta que mordiese el polvo. Era el momento del todo o nada.
La mano izquierda recubierta de diamante, mientras la derecha sujetaba con furia a Nadia. Estaba seguro de que, si no fuera indestructible, el mango habría comenzado a quebrarse por completo. Sin embargo, todo estaba más o menos planeado. No avisó cuando la catedral desapareció, dejando a ambos combatientes en medio de un profundo bosque, apenas estando ellos dos en medio de un claro. Era meramente ilusorio, pero las columnas ejercían el papel de árboles, y las cúpulas de cuarto formaban la parte baja de copas que en realidad no existían. Era perfectamente real, y el aroma de la naturaleza impregnó el lugar, escuchándose a lo lejos el revolotear de los pájaros y un riachuelo. Sólo al tacto dejaba de existir aquello, pero desde luego le daba una ventaja frente al devastador poder que el Pretor llevaba en sus manos. Arma de Kairoseki y cubierta de aleación hacían del rival al que pretendía batir alguien si no formidable, casi cataclísmico. No quería combatir contra él; no quería morir. Sin embargo, había hecho una promesa de liberar Síderos ese día, y si no cumplía con su palabra, ¿Por qué iba alguien a seguirlo?
-Beros...- la armadura caminaba hacia él, pero estaba preparado. Podía ser veloz, pero torpe pese a ello. Toneladas de metal movido por mecanismos, no le daría mucho tiempo a reaccionar una vez él contraatacase. Pero para ello, necesitaba que cometiera un error-, ya has cometido varios hoy- respondió finalmente-. Admitiste tu culpa, culpa que tus seguidores no sabían te pertenecía- se mantuvo firme mientras su voz avanzaba desde todas las direcciones. Era lo último que oiría. Sin dejar de sonar su voz completamente normal, su sistema respiratorio y sus cuerdas vocales adoptaron la fisionomía de su forma híbrida-. Pero ése no es el peor. Con mucha diferencia, tu mayor error ha sido ser irracional.
Si entendía algo de Beros, aquello terminaría de enfadarlo. Dominado por la ira cometería un error, y si tenía suerte tras ese fallo no habría más. Zilda habría caído, y podría saber si los demás eran dignos de controlar ese país. Tenía muy poca esperanza en eso, pero siempre quedaba un resquicio para ella, y pensaba exprimirlo. Victoria o muerte, era hora de luchar. Por todo lo bueno que se había destruido en Síderos, por todo el mal que el Pretor había causado, por toda la gente a la que había engañado.
-Deathstroke... Si me pasa algo, cuida de todos.
Se puso en guardia, y esperó el primer ataque.
- Final Battle,Sagrada Orden Templaria del Corazón Ardiente de los Felinos Justicieros:
- Echar a Zuko y a Hinori. Avisar a Kai. Enfadar (o tratar de) a Beros. Ponerme en guardia para la lucha.
Hayden Ashworth
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Zuko alzó la mirada. Enormes estatuas parecían vigilarlos, inertes, desde lo alto. El dragón tragó saliva, algo nervioso. Se acercaba algo grande y, como parecía empezar a ser costumbre, el dragón estaría en medio. Por suerte, aquella vez, no era el único dragón del lugar. La presencia de Dexter siempre era ligeramente reconfortante para el dragón. Si bien por bandos era, simplemente, su enemigo y nada más, Zuko no podía evitar sentirse a salvo cuando estaba junto al Yonkou. Su tranquila mirada y su impasible voz ante la adversidad... Y la constante sensación de que sabía más sobre Zuko que él mismo. Las estatuas empezaron a moverse. Por puro instinto, el sargento se colocó en posición de combate y cargó sus puños con llamas... pero aquellas cosas pasaron de ellos y se dirigieron a la salida. Sin embargo, el dragón no bajó su guardia. ¿Qué eran aquellas cosas? ¿Robots? El dragón siempre había odiado esas moderneces. No las entendía.
-Al fin, Dexter Black... Supuse desde el principio que tratarías de intervenir en el resultado de esta guerra, que no aprobarías la cruda realidad. He de admitir que no esperaba que tus palabras tuvieran tanta influencia, en ese aspecto te he subestimado. Pero ya no cometeré ese error. Prepárate para enfrentarte a mi más poderosa creación...Desu.
La voz se clavó en los oídos de Zuko como taladros. Miró al frente dispuesto a combatir, sin embargo...
-Hinori, Zuko. Fuera-dijo el pirata.
- Si crees que voy a marcharme y a dejar que te mates tú solo, vas l...
- He dicho fuera- repitió, con un tono serio y grave.
Zuko miró al dragón con los ojos abiertos de par en par. No podía replicarle. El dragón asintió.
- Si alguien puede con esto... eres tú. Espero no tener que sacar de los escombros tu cuerpo inconsciente, Yonkou... Aún tienes que ver lo lejos que puedo llegar -miró a la muchacha entonces-. Vamos. Tú misma lo has dicho antes, ¿no? Es el hombre más fuerte del mundo. Podrá solo.
Le dirigió a la chica una sonrisa con el intento de reconfortarla y, tras ello, se dirigió corriendo a la puerta. En cuanto llegó y la abrió, utilizó el soru para llegar hasta la espalda del robot más cercano. Entonces, con el puño cargado en haki y llamas, golpearía al robot con todas sus fuerzas.
-Al fin, Dexter Black... Supuse desde el principio que tratarías de intervenir en el resultado de esta guerra, que no aprobarías la cruda realidad. He de admitir que no esperaba que tus palabras tuvieran tanta influencia, en ese aspecto te he subestimado. Pero ya no cometeré ese error. Prepárate para enfrentarte a mi más poderosa creación...Desu.
La voz se clavó en los oídos de Zuko como taladros. Miró al frente dispuesto a combatir, sin embargo...
-Hinori, Zuko. Fuera-dijo el pirata.
- Si crees que voy a marcharme y a dejar que te mates tú solo, vas l...
- He dicho fuera- repitió, con un tono serio y grave.
Zuko miró al dragón con los ojos abiertos de par en par. No podía replicarle. El dragón asintió.
- Si alguien puede con esto... eres tú. Espero no tener que sacar de los escombros tu cuerpo inconsciente, Yonkou... Aún tienes que ver lo lejos que puedo llegar -miró a la muchacha entonces-. Vamos. Tú misma lo has dicho antes, ¿no? Es el hombre más fuerte del mundo. Podrá solo.
Le dirigió a la chica una sonrisa con el intento de reconfortarla y, tras ello, se dirigió corriendo a la puerta. En cuanto llegó y la abrió, utilizó el soru para llegar hasta la espalda del robot más cercano. Entonces, con el puño cargado en haki y llamas, golpearía al robot con todas sus fuerzas.
- Team Zafiro Hinori y Dex, leed C:
> Hacer caso a Dex y salir de allí, intentando reconfortar a Hinori
> Golpear a uno de los robots en todo el coco nada más salir.
Haki Armadura superior
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Había llegado a un campo de batalla. Las fuerzas de Meln, vestidas de negro, cargaban con furia contra un ejército blanco. ¿Balt? No importaba si eran Balt, Zal, Sarka... Lo único que importaba es que ya había encontrado diversión. Se llevó la mano al bolsillo y de su interior sacó una de las pistolas, llevándola en la mano derecha mientras que en la izquierda seguía cargando el bastón de Samedí. No tardó en mezclarse en las fuerzas de Meln y correr hacia delante, justo hacia donde cargaban sus compañeros. Este era su bando, después de todo. Uno de los soldados de blanco fue directo hacia él gritando y cargando con una lanza. El mafioso disparó al inconsciente en la frente. El soldado cayó el suelo, sin embargo no acabó allí. Un segundo soldado decidió aprovechar la distracción que provocó el primero y atacó al mafioso por la izquierda.
Maldijo al aire tras ser golpeado en el hombro con una espada, recibiendo un corte sangrante en el hombro. Por suerte, el mafioso logró apartarse a tiempo y disminuyó la profundidad del corte. Aunque aún así era doloroso. No podía estar tan al descubierto en un campo de batalla. Una sustancia negra empezó a recorrer el cuerpo de Vinnie hasta que lo cubrió por completo, formando una grotesca armadura negra y gris.
Saltó hacia delante y clavó con fuerza las garras que ahora tenía en el pecho del soldado, aprovechando su sorpresa al ver aquella grotesca transformación. Le seguía doliendo el brazo, pero al menos ahora estaba cubierto. De los cuerpos de ambos empezó a surgir una extraña aura verde que, mientras el mafioso se levantaba, empezaba a adentrarse dentro de la calavera del bastón, cuya boca se abrió y sus ojos se iluminaron, agradeciendo el alimento.
"Te alimentas de almas, ¿eh?"
Miró a su alrededor. Pudo ver a un solado de blanco combatiendo en duelo directo contra uno de Meln. Alzó el bastón apuntando a este.
"A ver si sabes hacer algo más que llamas verdes..."
De golpe, como si de una fuerza invisible se tratase, el soldado blanco empezó a flotar, como si lo estuvieran levantando. Gritaba de terror mientras el otro soldado lo observaba. Vinnie movía el bastón y el soldado se movía en el aire según sus movimientos. Una macabra sonrisa se dibujó en el rostro del mafioso, aunque bajo la armadura no pudo verse. Levantó al soldado en el aire todo lo que pudo y, con un movimiento seco, estampó su cabeza contra el suelo. El otro soldado aprovechó y lo remató, aplastando lo que quedaba de craneo con su bota. Del cuerpo de este soldado salió otra aura verde que voló hasta el interior bastón.
La diversión acababa de empezar.
Maldijo al aire tras ser golpeado en el hombro con una espada, recibiendo un corte sangrante en el hombro. Por suerte, el mafioso logró apartarse a tiempo y disminuyó la profundidad del corte. Aunque aún así era doloroso. No podía estar tan al descubierto en un campo de batalla. Una sustancia negra empezó a recorrer el cuerpo de Vinnie hasta que lo cubrió por completo, formando una grotesca armadura negra y gris.
- Armadura:
Saltó hacia delante y clavó con fuerza las garras que ahora tenía en el pecho del soldado, aprovechando su sorpresa al ver aquella grotesca transformación. Le seguía doliendo el brazo, pero al menos ahora estaba cubierto. De los cuerpos de ambos empezó a surgir una extraña aura verde que, mientras el mafioso se levantaba, empezaba a adentrarse dentro de la calavera del bastón, cuya boca se abrió y sus ojos se iluminaron, agradeciendo el alimento.
"Te alimentas de almas, ¿eh?"
Miró a su alrededor. Pudo ver a un solado de blanco combatiendo en duelo directo contra uno de Meln. Alzó el bastón apuntando a este.
"A ver si sabes hacer algo más que llamas verdes..."
De golpe, como si de una fuerza invisible se tratase, el soldado blanco empezó a flotar, como si lo estuvieran levantando. Gritaba de terror mientras el otro soldado lo observaba. Vinnie movía el bastón y el soldado se movía en el aire según sus movimientos. Una macabra sonrisa se dibujó en el rostro del mafioso, aunque bajo la armadura no pudo verse. Levantó al soldado en el aire todo lo que pudo y, con un movimiento seco, estampó su cabeza contra el suelo. El otro soldado aprovechó y lo remató, aplastando lo que quedaba de craneo con su bota. Del cuerpo de este soldado salió otra aura verde que voló hasta el interior bastón.
La diversión acababa de empezar.
- Meln:
>Llegar al campo de batalla
>Activar la armadura de la fruta
>Probar lo que hace el bastón(?)
Rocket Raccoon
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Dragones, dragones, dragones. Todo estaba lleno de dragones. Primero Dexter, luego Madara y ahora la chica esta. No importa. Al menos alguien había tenido la decencia de cogerlo y no dejarlo atrás. El mapache empezaba a sentir la presencia de Dexter cerca. Luego tendría que explicarle el rollo del exceso de dragones. Eran demasiados. Se acercaron al edificio aquel, el cual tenía pinta de catedral. Dexter estaba dentro, sin embargo...
- ¡HOHOHOHO! -rio Rocket con una sonrisa en el rostro.
¡Autómatas gigantes! ¡Colosos! ¡Centinelas robóticos! Estaban protegiendo la catedral. Cuando todo aquello acabase, tenía que pedirle a Dexter que le dejase llevarse uno al barco. Necesitaba esos materiales. Podría construir algo enorme. Tan solo necesitaba los materiales. Se agachó ligeramente, acercándose al oído de la muchacha.
- ¡Dragona! -gritó, pues no estaba seguro de si los dragones eran capaces de oír bien cuando estaban volando a toda velocidad y todo el viento pasaba por sus orejas a... eso-. ¡Coge altura! ¡Será mejor que ataquemos desde arriba mientras se encargan desde abajo!
En el caso de que la dragona decidiese seguir su idea, Rocket volvería a cargar su APHADD con una granada. Le quedaban pocas y, a este paso, se iba a quedar sin. Empezaba a arrepentirse de no haber sujetado bien la primera, la cual se cayó mientras volaban. Apuntaría desde lo alto a cualquiera de los robots y lanzaría una nueva granada, directa al coco. Sí, era lo mejor.
- ¡HOHOHOHO! -rio Rocket con una sonrisa en el rostro.
¡Autómatas gigantes! ¡Colosos! ¡Centinelas robóticos! Estaban protegiendo la catedral. Cuando todo aquello acabase, tenía que pedirle a Dexter que le dejase llevarse uno al barco. Necesitaba esos materiales. Podría construir algo enorme. Tan solo necesitaba los materiales. Se agachó ligeramente, acercándose al oído de la muchacha.
- ¡Dragona! -gritó, pues no estaba seguro de si los dragones eran capaces de oír bien cuando estaban volando a toda velocidad y todo el viento pasaba por sus orejas a... eso-. ¡Coge altura! ¡Será mejor que ataquemos desde arriba mientras se encargan desde abajo!
En el caso de que la dragona decidiese seguir su idea, Rocket volvería a cargar su APHADD con una granada. Le quedaban pocas y, a este paso, se iba a quedar sin. Empezaba a arrepentirse de no haber sujetado bien la primera, la cual se cayó mientras volaban. Apuntaría desde lo alto a cualquiera de los robots y lanzaría una nueva granada, directa al coco. Sí, era lo mejor.
- Team Dragón Dragona lee~:
>Pedirle a la dragona que coja altura
>Disparar granadas desde lo alto
Mist D. Spanner
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Spanner observó el castillo con detenimiento. Era antiguo, sin duda. Al otro lado, en un puente lejano, parecía haber dos enormes estatuas que el duo de piratas consiguió sortear a base de volar. En esas situaciones agradecía de verdad la habilidad de Zane, aunque en otras, como la de hace unos minutos, no tanto. Conocía a su capitán, y lo más probable es que al ver que el castillo estaba cerrado a cal y canto querría ir hacia atrás. Tal vez combatir contra aquellas estatuas del puente.
- Zane, olvidas algo crucial. Para mí... no existen las puertas cerradas.
Dicho aquello, el chico atravesó pared hacia el interior del castillo junto a la que estaban. Antes siquiera de fijarse en el interior, atravesaría de nuevo la pared, aunque aquella vez sería solo su brazo, esperando a que Zane tomara su mano y entrase con él. En el caso de que Zane decidiese darle la mano, debería poder tocarla. Entonces aplicaría su fruta para que el capitán también fuese intangible y, tras un tirón, meterlo dentro del castillo.
Tal vez aquello fuese una mala idea... tal vez no. Lo que tenía claro, era que no tenía ganas de combatir contra estatuas. Demasiado rígidas y bastante contrarias a su estilo. No, debía explorar el castillo y, con el tiempo, descubrir más cosas del lugar.
- Zane, olvidas algo crucial. Para mí... no existen las puertas cerradas.
Dicho aquello, el chico atravesó pared hacia el interior del castillo junto a la que estaban. Antes siquiera de fijarse en el interior, atravesaría de nuevo la pared, aunque aquella vez sería solo su brazo, esperando a que Zane tomara su mano y entrase con él. En el caso de que Zane decidiese darle la mano, debería poder tocarla. Entonces aplicaría su fruta para que el capitán también fuese intangible y, tras un tirón, meterlo dentro del castillo.
Tal vez aquello fuese una mala idea... tal vez no. Lo que tenía claro, era que no tenía ganas de combatir contra estatuas. Demasiado rígidas y bastante contrarias a su estilo. No, debía explorar el castillo y, con el tiempo, descubrir más cosas del lugar.
- Meln N11:
- Atravesar la pared del castillo y decirle a Zane que entre con él
Sasaki
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Las armaduras continuaron zarandeando sus armas sin ton ni son y a todo lo que se acercaba, no me esperé la reacción de Kai quien no entró en acción contra estas sino que se acercó a la pretora y le preguntó donde se encontraba el trono para ir allí y luchar contra Beros el líder de Zilda, para continuar mi sorpresa la pretora le contestó.
-¡Oh! Un trono en un palacio que novedad, no me lo puedo creer si no lo veo – dije mirando hacia atrás como si hubiese alguien en un tono sarcástico – aunque pensándolo en lo que acaba de decir ¿no creéis que esconde algo?, quiero decir, ¿no quiere ir al trono para gobernar el país?.
-Disculpe pretora Balarad, si no hay que ir a la sala del trono para gobernar Sideros, ¿a dónde no debemos dirigir?, no lo entiendo – dije extendiendo la mano a la armadura que quedaba y convertía en caramelo todo el azúcar que hubiese dentro de sus mecanismos para evitar que se moviese y así inmovilizarla por completo.
La armadura realizó un ataque que era potencialmente peligroso pues su arma nos podía golpear a todos debido a su tamaño, sin perder ni un solo segundo creé una gran cantidad de azúcar y retiré todo el azúcar que había en el suelo exceptuando la que impedía el movimiento de las armaduras en los pies, la moví colocándola en forma de cúpula alrededor de todos los presentes, esta cúpula tenía dos capas una líquida que se encontraba por fuera y sería lo primero que golpearía y una dura debajo con la máxima dureza que podía hacer, el caramelo líquido disiparía gran parte del ataque al ser una sustancia viscosa semilíquida y esperaba que la dura aguantase el resto del golpe, además en esta segunda capa la imbuí en haki de armadura en el lugar en el que golpearía con el arma para que aguantase mejor el impacto.
-¡Oh! Un trono en un palacio que novedad, no me lo puedo creer si no lo veo – dije mirando hacia atrás como si hubiese alguien en un tono sarcástico – aunque pensándolo en lo que acaba de decir ¿no creéis que esconde algo?, quiero decir, ¿no quiere ir al trono para gobernar el país?.
-Disculpe pretora Balarad, si no hay que ir a la sala del trono para gobernar Sideros, ¿a dónde no debemos dirigir?, no lo entiendo – dije extendiendo la mano a la armadura que quedaba y convertía en caramelo todo el azúcar que hubiese dentro de sus mecanismos para evitar que se moviese y así inmovilizarla por completo.
La armadura realizó un ataque que era potencialmente peligroso pues su arma nos podía golpear a todos debido a su tamaño, sin perder ni un solo segundo creé una gran cantidad de azúcar y retiré todo el azúcar que había en el suelo exceptuando la que impedía el movimiento de las armaduras en los pies, la moví colocándola en forma de cúpula alrededor de todos los presentes, esta cúpula tenía dos capas una líquida que se encontraba por fuera y sería lo primero que golpearía y una dura debajo con la máxima dureza que podía hacer, el caramelo líquido disiparía gran parte del ataque al ser una sustancia viscosa semilíquida y esperaba que la dura aguantase el resto del golpe, además en esta segunda capa la imbuí en haki de armadura en el lugar en el que golpearía con el arma para que aguantase mejor el impacto.
- resumen cohorte de Balarad, los que esteis con la pretora os interesa leer:
- hablar con el lector (on-rol lo digo en voz alta por lo que todo el mundo que está lo escucha es lo que es de color verde), hablar con Ballarad, hacer una cúpula de caramelo para defender a todos del ataque de la armadura
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Tras el puente comencé a ascender por lo que parecían ser escaleras de piedra, al tiempo que notaba las presencias cada vez más y más lejos.
¿Estaba yendo en dirección contraria?
Tras unos metros, la luz me cegó unos segundos y, cuando recuperé la visión, me encontré a mí misma de vuelta en... ¿la central?
¿Pero... no estaba echando un gas sospechoso? Pensé que habría explotado hacía tiempo.
De todas maneras, no me convenía quedarme allí, así que apuré el paso hacia el exterior sin detenerme.
Una vez fuera, me tomé un momento para soltar a Klaus y emitir un gruñido de frustración, mirando de nuevo a mi alrededor.
¿Estaba donde había empezado? ¿Qué clase de broma barata era aquella? ¿Cuánto tiempo había perdido dando vueltas sin sentido?
¿Para qué narices había ido a aquella isla en primer lugar? ¿Para dar vueltas como un pollo sin cabeza? Para eso me quedaba en alguna isla tranquilita tomándome un daikiri...
Y hablando de pollos, ¿dónde se habría metido Zane? No notaba presencias cerca, así que debía haberse marchado ya.
Por supuesto que se había ido. Era lo lógico. La única que había estado malgastando tiempo por causa de un estúpido viejo mal vestido era yo.
Pude oír entonces el sonido de unos cascos resonando con relativa fuerza. Quizá los escuchaba más cerca debido a mi oído mejorado, o quizá estaban realmente cerca. Fuese como fuese, parecían dirigirse hacia la Ciudad Imperial, el lugar al que yo me dirigía desde el principio.
Así que emití un nuevo gruñido y eché a correr en dirección a la ciudad, seguida de Klaus.
¿Estaba yendo en dirección contraria?
Tras unos metros, la luz me cegó unos segundos y, cuando recuperé la visión, me encontré a mí misma de vuelta en... ¿la central?
¿Pero... no estaba echando un gas sospechoso? Pensé que habría explotado hacía tiempo.
De todas maneras, no me convenía quedarme allí, así que apuré el paso hacia el exterior sin detenerme.
Una vez fuera, me tomé un momento para soltar a Klaus y emitir un gruñido de frustración, mirando de nuevo a mi alrededor.
¿Estaba donde había empezado? ¿Qué clase de broma barata era aquella? ¿Cuánto tiempo había perdido dando vueltas sin sentido?
¿Para qué narices había ido a aquella isla en primer lugar? ¿Para dar vueltas como un pollo sin cabeza? Para eso me quedaba en alguna isla tranquilita tomándome un daikiri...
Y hablando de pollos, ¿dónde se habría metido Zane? No notaba presencias cerca, así que debía haberse marchado ya.
Por supuesto que se había ido. Era lo lógico. La única que había estado malgastando tiempo por causa de un estúpido viejo mal vestido era yo.
Pude oír entonces el sonido de unos cascos resonando con relativa fuerza. Quizá los escuchaba más cerca debido a mi oído mejorado, o quizá estaban realmente cerca. Fuese como fuese, parecían dirigirse hacia la Ciudad Imperial, el lugar al que yo me dirigía desde el principio.
Así que emití un nuevo gruñido y eché a correr en dirección a la ciudad, seguida de Klaus.
- Resumen Meln:
Volver al principio, cagarse en todo, escuchar los cascos e ir hacia la ciudad.
¿En serio el viejo no tenía nada de valor? Menudo tacaño. Al menos podría haber tenido algo, después de medio cap perdido por su culpa.
Simo Baker
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Tras un buen rato de caminata finalmente parece que me acerco al centro de la ciudad, pues comienzo a sentir la presencia de varias gracias a mi mantra. La distancia no era muy grande entre yo y el grupo, por lo que no tardo en tener contacto visual de ellos. Al parecer estos estaban batallando contra unas estatuas enormes, bastante parecidas a las que había visto custodiando las puertas de la ciudad, cosa que pensaba aprovechar para acercarme sin llamar demasiado la atención.
En primer lugar activé el camuflaje de mi cubierta protectora y me mimeticé con el ambiente de la zona para acercarme más a ellos sin que me viesen. Al acercarme más al grupo, pude observar que había una cara conocida entre ellos, aunque parecía que le pasaba algo, pues su pelo se había puesto de un color muy raro. Sabía que Dafne, la recluta marine con la que había trabajado tiempo atrás, podía cambiar el tono de su piel, sin embargo lo del pelo era algo nuevo. De todas formas, aún con el pelo enrarecido, sabía que era una persona de fiar y que si estaba luchando por algún bando de esa guerra es porque los valores de este serían nobles. Por esto, y supongo que también por las ganas de hacerme el héroe que aparecían en mí cada vez que estaba en presencia de una mujer guapa, fue que cuando vi a la potente estatua atacar decidí ayudarles.
Por suerte para mí uno de los miembros del grupo se encargó de lanzar un ataque inmovilizador sobre la armadura y crear una protección en torno a sus compañeros. No tenía muy claro que era lo que estaba usando para ello, pero la verdad es que no me importaba. Mientras la inmovilización funcionase y siguiesen entreteniendo a la enorme cosa me valía. Mi plan de actuación era en esencia bastante simple, utilizar mi sigilo para colocarme a la espalda del enemigo y desde ahí buscar un punto flaco en la estructura de la armadura con mis conocimientos de ingeniería. Una vez lo hubiese encontrado, desconectaría el camuflaje de mi cubierta protectora, activaría el haki de armadura en el puño en el que llevaba mi guantelete de titanio y lo golpearía usando todas mis fuerzas. No creía poder acabar con aquella cosa de un golpe, pero al menos esperaba desequilibrarla lo suficiente como para dejarla indefensa ante los ataques de mis posibles nuevos compañeros.
Nota:Recordad que estoy en el capítulo bajo la identidad secreta de Nairb Hunt.
En primer lugar activé el camuflaje de mi cubierta protectora y me mimeticé con el ambiente de la zona para acercarme más a ellos sin que me viesen. Al acercarme más al grupo, pude observar que había una cara conocida entre ellos, aunque parecía que le pasaba algo, pues su pelo se había puesto de un color muy raro. Sabía que Dafne, la recluta marine con la que había trabajado tiempo atrás, podía cambiar el tono de su piel, sin embargo lo del pelo era algo nuevo. De todas formas, aún con el pelo enrarecido, sabía que era una persona de fiar y que si estaba luchando por algún bando de esa guerra es porque los valores de este serían nobles. Por esto, y supongo que también por las ganas de hacerme el héroe que aparecían en mí cada vez que estaba en presencia de una mujer guapa, fue que cuando vi a la potente estatua atacar decidí ayudarles.
Por suerte para mí uno de los miembros del grupo se encargó de lanzar un ataque inmovilizador sobre la armadura y crear una protección en torno a sus compañeros. No tenía muy claro que era lo que estaba usando para ello, pero la verdad es que no me importaba. Mientras la inmovilización funcionase y siguiesen entreteniendo a la enorme cosa me valía. Mi plan de actuación era en esencia bastante simple, utilizar mi sigilo para colocarme a la espalda del enemigo y desde ahí buscar un punto flaco en la estructura de la armadura con mis conocimientos de ingeniería. Una vez lo hubiese encontrado, desconectaría el camuflaje de mi cubierta protectora, activaría el haki de armadura en el puño en el que llevaba mi guantelete de titanio y lo golpearía usando todas mis fuerzas. No creía poder acabar con aquella cosa de un golpe, pero al menos esperaba desequilibrarla lo suficiente como para dejarla indefensa ante los ataques de mis posibles nuevos compañeros.
- Raghersir Cohorte de Balard leer:
- Activar mi cubierta protectora y mi mimetización para acercarme sigilosamente al grupo. Reconocer a Dafne. Decidir ayudar. Colocarme detrás de la armadura y buscar un punto débil en ella con mis conocimientos de ingeniero. Desactivar el camuflaje e intentar golpearla (guantelete de titanio+haki de armadura) en el punto aprovechando la posible inmovilización de Jack.
- Cosas usadas:
Luchador del mono lvl 56.
Ingeniero mecánico colegiado lvl 51.
Power ups físicos: sigilo x3, agilidad x3, velocidad x2, reflejos x2.
Análisis: tras observar el terreno durante un rato (1 post) se obtiene información útil sobre él, por lo que se obtiene un x1,5 en agilidad, velocidad y reflejos mientras estés en la zona.
Mimetización: otorga x5 de sigilo, pero solo puede usarse tras haber analizado la zona (durante 1 post) y se perderá si se realiza algún ataque o acción descuidada.
gadians
Haki de armadura y observación entrenados.
Nota:Recordad que estoy en el capítulo bajo la identidad secreta de Nairb Hunt.
Bizvan
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Nada, no había encontrado nada interesante (sin mencionar la maldita ardilla chillona), ni a una sola persona. Un pequeño sentimiento aventurero quería que me adentrara más en aquel lugar o que intentara ingresar en una de las casas en búsqueda de algo.* Que silencioso está esto, espera, ¿silencio? *no me había separado lo suficiente como para dejar de escuchar los gritos del cocinero, ¿entonces por qué motivo no escuchaba nada?
Poco a poco me detuve (para evitar que mi compañera chocara conmigo en caso de que me siguiera) y comencé a replantear la situación.* Hay varias opciones, fácilmente el interrogatorio ha terminado y ahora están pensando que hacer o el hombre se liberó y está dispuesto a pelear. *me concentré en afinar lo más posible mi oído, pero no escuché nada pareció a los sonidos en combates.* ¿Una emboscada? No, el número del grupo era grande, por tanto se necesitaría por lo menos aun grupo grande para que la estrategia funcionara, además de necesitar ser muy sigilosos para evitar generar ruido al desplazarse. *no llegaría a nada con solo pensar en los posibles escenarios, era mejor regresar y ver con mis propios ojos lo que sucedía.
- Creo que es hora de regresar Ciaran, no encontramos nada, bueno… Nada que merezca la pena. –en este pequeño lapso de tiempo no se presentó nada relevante, quizás si continuábamos caminado terminaríamos hallando algo interesante o de importancia, aunque para ser honesto no sabría muy qué hacer después de continuar andando por un largo tiempo.
Solté un pequeño suspiro y me di media vuelta, toqué ligeramente el brazo de mi compañera y comencé a caminar por el camino que habíamos recorrido con anterioridad. No había forma de perderme y aun que por alguna razón mi sentido de la orientación me jugara una mala pasada, tenía la vivre card del capitán para encontrar al resto.
Mientras caminaba un sentimiento de ansiedad comenzó a manifestarse, por alguna razón me sentía un poco incómodo al imaginar al capitán enojado por haberme separado del grupo.* Con suerte no habrán notado mi ausencia, ah, espera, Ciaran me acompaña, es muy probable que noten que 2 miembros faltan. *solté un suspiro de pesadez.- Me van a regañar… –me sentía como un niño dirigiéndose a su casa sabiendo que sus padres le esperaban.
Sí nada ocurría debería llegar con ellos rápido.
Poco a poco me detuve (para evitar que mi compañera chocara conmigo en caso de que me siguiera) y comencé a replantear la situación.* Hay varias opciones, fácilmente el interrogatorio ha terminado y ahora están pensando que hacer o el hombre se liberó y está dispuesto a pelear. *me concentré en afinar lo más posible mi oído, pero no escuché nada pareció a los sonidos en combates.* ¿Una emboscada? No, el número del grupo era grande, por tanto se necesitaría por lo menos aun grupo grande para que la estrategia funcionara, además de necesitar ser muy sigilosos para evitar generar ruido al desplazarse. *no llegaría a nada con solo pensar en los posibles escenarios, era mejor regresar y ver con mis propios ojos lo que sucedía.
- Creo que es hora de regresar Ciaran, no encontramos nada, bueno… Nada que merezca la pena. –en este pequeño lapso de tiempo no se presentó nada relevante, quizás si continuábamos caminado terminaríamos hallando algo interesante o de importancia, aunque para ser honesto no sabría muy qué hacer después de continuar andando por un largo tiempo.
Solté un pequeño suspiro y me di media vuelta, toqué ligeramente el brazo de mi compañera y comencé a caminar por el camino que habíamos recorrido con anterioridad. No había forma de perderme y aun que por alguna razón mi sentido de la orientación me jugara una mala pasada, tenía la vivre card del capitán para encontrar al resto.
Mientras caminaba un sentimiento de ansiedad comenzó a manifestarse, por alguna razón me sentía un poco incómodo al imaginar al capitán enojado por haberme separado del grupo.* Con suerte no habrán notado mi ausencia, ah, espera, Ciaran me acompaña, es muy probable que noten que 2 miembros faltan. *solté un suspiro de pesadez.- Me van a regañar… –me sentía como un niño dirigiéndose a su casa sabiendo que sus padres le esperaban.
Sí nada ocurría debería llegar con ellos rápido.
- Resumen Balt:
- -Pensar, Regresar con mis compañero al no encontrar nada.
Alice Branwen
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La sonrisa divertida de su rostro se esfumó como si nunca hubiera estado allí. Lentamente una mueca de desagrado apareció en su rostro al ver lo que hizo Kimura a continuación. Amenazar valía, infundir miedo también... pero si había algo que ella no podía aceptar, era la tortura contra un civil inocente. Si bien estaba más en contacto con su oscuridad interior desde su encuentro con Surfer, eso no quería decir que aceptara tortura indiscriminadamente a inocentes sin motivo alguno. Era repugnante, le hacía recordar todo lo que sufrió en esa isla de los nobles. Instintivamente, desvainó uno de sus tantos y se acercó hacia los dos idiotas con el fin de detenerlos antes que empezaran con eso, pero no hubo necesidad. Alice suspiró de alivio al ver como Al detenía a esos homicidas y sonrío débilmente. Pese a que el gobierno estaba lleno de corruptos, le alegraba en cierta forma que aún existiera gente decente que ejerciera el cargo. Misa, Xemnas, Taiga y ahora Al eran un claro ejemplo de eso.
Observó como Al se convertía en partículas de hielo y se marchaba del lugar. Ella, por su parte, no iba a quedar en el mismo lugar que dos homicidas en potencia. Al parecer, Taiga pensaba lo mismo, puesto que retó a Kimura y luego se marchó en búsqueda del vicealmirante. La albina suspiró y envainó el tanto nuevamente. Esa voz molesta que apareció luego del encuentro en Sakura, mostró su descontento por no haber atacado a Kimura y al otro, pero la joven le ignoró. No era el momento ni el lugar adecuado para cuestionar su forma de ser. La parte más niña de ella le echaba la culpa a Jin por sacar su oscuridad a flote, pero sabía que la culpa solo recaía en ella por ser tan débil y verse tentada por la venganza.
– Cosas como esta hacen que digan que el gobierno está corrupto. Una cosa es torturar y herir a criminales, pero otra muy distinta es hacerlo con un civil o un inocente. Por mi parte, también me marcho. Diría que fue un placer, pero mentiría – dijo la albina con una sonrisa mientras pasaba al lado de los dos, aun su tono era oscuro y peligroso. Antes de marcharse, se dirigió a Yoshi y le habló en un tono más suave. – Qué te vaya bien, pequeña, y siento que hayas tenido que ver eso – una vez dijo eso, desapareció usando el Soru hacia donde se dirigía Taiga.
No tardó mucho en llegar hacia donde se encontraban ambos superiores. La albina parpadeó al escuchar el juramento de Taiga y sonrío suavemente. Caminó lentamente hasta ponerse al lado de su superior mientras miraba al vicealmirante.
– Lo qué el dijo. Hasta que termine la batalla, estaré a tus órdenes – dijo mientras hacía una reverencia.
Observó como Al se convertía en partículas de hielo y se marchaba del lugar. Ella, por su parte, no iba a quedar en el mismo lugar que dos homicidas en potencia. Al parecer, Taiga pensaba lo mismo, puesto que retó a Kimura y luego se marchó en búsqueda del vicealmirante. La albina suspiró y envainó el tanto nuevamente. Esa voz molesta que apareció luego del encuentro en Sakura, mostró su descontento por no haber atacado a Kimura y al otro, pero la joven le ignoró. No era el momento ni el lugar adecuado para cuestionar su forma de ser. La parte más niña de ella le echaba la culpa a Jin por sacar su oscuridad a flote, pero sabía que la culpa solo recaía en ella por ser tan débil y verse tentada por la venganza.
– Cosas como esta hacen que digan que el gobierno está corrupto. Una cosa es torturar y herir a criminales, pero otra muy distinta es hacerlo con un civil o un inocente. Por mi parte, también me marcho. Diría que fue un placer, pero mentiría – dijo la albina con una sonrisa mientras pasaba al lado de los dos, aun su tono era oscuro y peligroso. Antes de marcharse, se dirigió a Yoshi y le habló en un tono más suave. – Qué te vaya bien, pequeña, y siento que hayas tenido que ver eso – una vez dijo eso, desapareció usando el Soru hacia donde se dirigía Taiga.
No tardó mucho en llegar hacia donde se encontraban ambos superiores. La albina parpadeó al escuchar el juramento de Taiga y sonrío suavemente. Caminó lentamente hasta ponerse al lado de su superior mientras miraba al vicealmirante.
– Lo qué el dijo. Hasta que termine la batalla, estaré a tus órdenes – dijo mientras hacía una reverencia.
- Balt:
- Decirle unas palabras a Kimura y Kaito, despedirse de Yoshi, ir hacia donde se fue Taiga usando el Soru y ponerse a las órdenes de Al de igual forma que Taiga.
Ai Nanasaki
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No tardaron en llegar a la base. Era una de sus últimas opciones para escaparse. Escuchaba, gracias a su oído mejorado, que la guerra estaba bastante cerca. Debía largarse de ahí… Cuánto antes mejor. Los siguió hasta la armería y se formó en la fila, de las últimas. Notó que a todos les daban diferentes armas y se iban dividiendo entre dos grupos. Los escuchaba hablar, uno se iría a tomar más bases y otro a apoyar a la pretora. Si quería huir, lo mejor era tomar el grupo del que fuera a apoyar a la pretora; entre medio de todo el caos, podría encontrar su ventaja y huir. Agarró una espada que uno de los que estaba repartiendo armas le dio y se concentró en ella. Esa espada era diferente… Se alejó unos metros del grupo y desenvainó para verla. Sus detalles eran hermosos y se notaba que estaba lista para entrar en batalla. Envainó y la puso, con cuidado, sobre su cintura y al lado derecho.
– En marcha – se dijo, pensando en voz alta. Miró al grupo donde estaba y no pudo evitar sonreír con tranquilidad. – Ganemos esta guerra, por la pretora, por Sideros – sabía que muchos de ellos no le prestarían atención, pero tampoco le interesaba. Ella tenía un objetivo y nada ni nadie lo iba a cambiar. Solo debía encontrar una posibilidad. – A paso firme, sin temblar, sin piedad y teniendo en mente una sola cosa – tomó una ligera pausa mientras que, por primera vez en mucho tiempo, se ganaba de las primeras. – Vencer y volver con vida para festejar a lo grande. – Finalizó.
– Solo hice el ridículo. – Susurró mientras miraba a otro lado, tratando de que no se notara como es que, lentamente, se ruborizaba. No podía hacer nada… Un impulso de valentía o idiotez, dependiendo del punto de vista, le hizo decir aquello. Suspiró con calma y se empezó a mentalizar, siguiendo al grupo rumbo a la ciudad y teniendo en mente su único plan: Huir en cuanto tuviera la oportunidad. Sabía mejor que nadie que era bastante hipócrita pensar en eso luego de decir todo aquello, pero debía tener la certeza… O un poco de confianza, de que esos tipos, al menos, dejaban sus dudas de lado tras escucharla… Si es que le habían prestado un poco de atención.
– En marcha – se dijo, pensando en voz alta. Miró al grupo donde estaba y no pudo evitar sonreír con tranquilidad. – Ganemos esta guerra, por la pretora, por Sideros – sabía que muchos de ellos no le prestarían atención, pero tampoco le interesaba. Ella tenía un objetivo y nada ni nadie lo iba a cambiar. Solo debía encontrar una posibilidad. – A paso firme, sin temblar, sin piedad y teniendo en mente una sola cosa – tomó una ligera pausa mientras que, por primera vez en mucho tiempo, se ganaba de las primeras. – Vencer y volver con vida para festejar a lo grande. – Finalizó.
– Solo hice el ridículo. – Susurró mientras miraba a otro lado, tratando de que no se notara como es que, lentamente, se ruborizaba. No podía hacer nada… Un impulso de valentía o idiotez, dependiendo del punto de vista, le hizo decir aquello. Suspiró con calma y se empezó a mentalizar, siguiendo al grupo rumbo a la ciudad y teniendo en mente su único plan: Huir en cuanto tuviera la oportunidad. Sabía mejor que nadie que era bastante hipócrita pensar en eso luego de decir todo aquello, pero debía tener la certeza… O un poco de confianza, de que esos tipos, al menos, dejaban sus dudas de lado tras escucharla… Si es que le habían prestado un poco de atención.
- Balt N2:
- Encontrar esta espada. Hacer el ridículo (según ella) al tratar de alentar a las tropas. Seguir a los tipazos que van a la ciudad.
Ivan Markov
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Frunciendo el ceño, se sacó un pañuelo y se lo llevó a la boca para evitar el mal olor. ¿Realmente debía entrar allí? Por un instante vaciló, pensando en que tal vez encontraría lugares mejores donde esconderse hasta que llegase Zero, cuando percibió tras presencias en el interior. Se puso tenso y llevó la mano a la empuñadura de Valak, alerta, cuando escuchó una voz conocida llamándolo. Se tensó, bastante sorprendio, mientras Galia en persona subió corriendo por las escaleras a abrazarlo. Reaccionó a tiempo, esbozando una de sus medias sonrisas y abrazando cariñosamente a la chica. Con la cabeza apoyada en el hombro de la chica, aprovechando que esta no podía verle, le dirigió una fría mirada a los otros dos que la acompañaban. Sabía muy bien que su querida tía era revolucionaria y si bien a ella se lo perdonaba por ser de su sangre, eso no se extendía a sus compañeros. Era mera escoria que merecía ser arrancada de la tierra como si fueran malas hierbas, pues no eran nada mucho mejor. ¿Libertad, igualdad, paz? Eran conceptos propios de las presas, veneno que infectaba a la humanidad y la impedía avanzar y mejorar. Los mejores cazadores se forjaban en ambientes que les obligasen a luchar y escalar para defender su supremacía. Él era un ejemplo, obligado a luchar contra gente mucho más experimentada y poderosa para obtener su akuma. O su mismo padre, que lo había perdido todo y se vio obligado a construir su Imperio desde una pequeña ciudad de Hallstat, llegando a abarcar casi todo el norte a base de puro poder.
- Ha pasado un largo tiempo, Galia.
Se apartó ligeramente de ella y le dio un suave beso en la mejilla, acompañado de una caricia en la mano. Le dedicó una de sus miradas seductoras, para luego comprobar disimuladamente la reacción de sus compañeros. Era una Markov, no pretendía dejar que ningún sucio revolucionario ni un plebeyo la tocaran. Si se celaban, era que merecían morir. Espera... ¿aquel rostro no le sonaba? Observó al albino con cierta curiosidad y las palabras de su tía confirmaron sus sospechas. "Ryuken Shirou, quince millones." Vaya, se había encontrado con un caramelito... contuvo una sonrisa sádica, manteniendo una expresión neutra. Ahora sólo tenía que encontrar una manera de librarse de Galia y... del otro. Un simple vistazo con su haki le bastó para percibir que el moreno sería un problema serio si intentaba intervenir. Era mucho más poderoso que cualquiera de ellos tres y no lo reconocía de ningún cartel de recompensas ni nada similar. Un momento... ¿Shirou? ¿No era ese el apellido falso que Galia estaba usando y que le ponían en los carteles de recompensa? "Así que tú eres el causante de meter a mi Galia en problemas..." Notó una furia ciega creciendo en su interior, pero la ocultó tras una sonrisa.
- Oh, el señor Shirou... veo que estoy ante una pequeña celebridad - le hizo una ligera reverencia, casi burlona - Mi nombre es Ivan Roux.
Clavó su mirada en la del albino y activó su hipnosis. Tenía que lograr llevárselo consigo fuese como fuera y de aquella manera lograría que se fiara de él. Como tenían un nivel de poder similar, esperaba poder hacerlo caer en su trampa. Sólo tenía que hacer que sus palabras sonasen lo más convincentes posible.
- Necesito que alguien me ayude en los subterráneos. Hay algo suelto, una bestia liberada por esos bárbaros de Zal. Está herida y será fácil rematarla, pero es importante capturarla antes de que pueda recuperarse y atacar a más gente. Yo puedo localizarla fácilmente, pero... creo que arriba será necesaria ayuda - miró a la chica, empleando la hipnosis también en ella - Galia, creo que tus habilidades serán más útiles arriba que en los subterráneos. Señor Shirou, ¿me acompañará? Adivino por... los carteles que ahora sois compañero de mi querida Galia. Me gustaría conoceros mejor y esta es una buena oportunidad. Así podréis demostrarme cuán bueno sois y... - se pensó bien sus palabras, evitando un comentario que pudiese evidenciar su verdadera personalidad - Podremos hablar sobre vuestra relación con ella. Es algo así como una hermana pequeña para mí y me gustaría comprobar que tiene compañeros fuertes y leales - se giró al otro - No nos conocemos, señor Elliot... pero como comprenderá, agradecería que nos deje encargarnos a mí y el señor Shirou de este asunto. Siendo dos podremos avanzar más rápido y llamaremos menos la atención, aparte de nuestros asuntos pendientes. De todos modos dudo que quiera permanecer más tiempo del necesario en este pútrido "lugar" - comentó, con cierto asco. Intentó afectarlo a él también con su hipnosis.
Si todo salía de acuerdo a sus planes, echaría a caminar por una senda al azar (exceptuando por la que habían venido ellos, claro) como si tuviera muy claro por dónde ir. ¿Por qué tomarse tantas molestias por aquel chico? Bueno, aparte de tener una buena recompensa por su cabeza, no iba a perdonar al responsable de haber puesto a Galia en peligro de ser cazada. Lo mataría, por descontado, lenta y muy dolorosamente. Le arrancaría hasta el último grito de agonía, hasta que la última gota de vida se escapase de sus venas. Casi pudo sentir a Valak vibrar sedienta en su cinto. "Pronto... muy pronto" pensó, acariciando el mango de la daga. Además tenía cierta sospecha sobre aquel hombre, sobre la que pensaba descubrir la verdad. De confirmarla, sería una terrible y hermosa ironía. Tenía cierto sentido... aunque tenía entendido que su padre era... ¿pelirrojo? Eso creía recordar.
- Ryuken Shirou... hijo del pirata Lavi Shirou - dijo, con un tono frío nada similar al de antes. Se giró hacia él con una mirada inhumanamente desprovista de emociones - ¿Sabes por qué te he traído hasta aquí?
- Ha pasado un largo tiempo, Galia.
Se apartó ligeramente de ella y le dio un suave beso en la mejilla, acompañado de una caricia en la mano. Le dedicó una de sus miradas seductoras, para luego comprobar disimuladamente la reacción de sus compañeros. Era una Markov, no pretendía dejar que ningún sucio revolucionario ni un plebeyo la tocaran. Si se celaban, era que merecían morir. Espera... ¿aquel rostro no le sonaba? Observó al albino con cierta curiosidad y las palabras de su tía confirmaron sus sospechas. "Ryuken Shirou, quince millones." Vaya, se había encontrado con un caramelito... contuvo una sonrisa sádica, manteniendo una expresión neutra. Ahora sólo tenía que encontrar una manera de librarse de Galia y... del otro. Un simple vistazo con su haki le bastó para percibir que el moreno sería un problema serio si intentaba intervenir. Era mucho más poderoso que cualquiera de ellos tres y no lo reconocía de ningún cartel de recompensas ni nada similar. Un momento... ¿Shirou? ¿No era ese el apellido falso que Galia estaba usando y que le ponían en los carteles de recompensa? "Así que tú eres el causante de meter a mi Galia en problemas..." Notó una furia ciega creciendo en su interior, pero la ocultó tras una sonrisa.
- Oh, el señor Shirou... veo que estoy ante una pequeña celebridad - le hizo una ligera reverencia, casi burlona - Mi nombre es Ivan Roux.
Clavó su mirada en la del albino y activó su hipnosis. Tenía que lograr llevárselo consigo fuese como fuera y de aquella manera lograría que se fiara de él. Como tenían un nivel de poder similar, esperaba poder hacerlo caer en su trampa. Sólo tenía que hacer que sus palabras sonasen lo más convincentes posible.
- Necesito que alguien me ayude en los subterráneos. Hay algo suelto, una bestia liberada por esos bárbaros de Zal. Está herida y será fácil rematarla, pero es importante capturarla antes de que pueda recuperarse y atacar a más gente. Yo puedo localizarla fácilmente, pero... creo que arriba será necesaria ayuda - miró a la chica, empleando la hipnosis también en ella - Galia, creo que tus habilidades serán más útiles arriba que en los subterráneos. Señor Shirou, ¿me acompañará? Adivino por... los carteles que ahora sois compañero de mi querida Galia. Me gustaría conoceros mejor y esta es una buena oportunidad. Así podréis demostrarme cuán bueno sois y... - se pensó bien sus palabras, evitando un comentario que pudiese evidenciar su verdadera personalidad - Podremos hablar sobre vuestra relación con ella. Es algo así como una hermana pequeña para mí y me gustaría comprobar que tiene compañeros fuertes y leales - se giró al otro - No nos conocemos, señor Elliot... pero como comprenderá, agradecería que nos deje encargarnos a mí y el señor Shirou de este asunto. Siendo dos podremos avanzar más rápido y llamaremos menos la atención, aparte de nuestros asuntos pendientes. De todos modos dudo que quiera permanecer más tiempo del necesario en este pútrido "lugar" - comentó, con cierto asco. Intentó afectarlo a él también con su hipnosis.
Si todo salía de acuerdo a sus planes, echaría a caminar por una senda al azar (exceptuando por la que habían venido ellos, claro) como si tuviera muy claro por dónde ir. ¿Por qué tomarse tantas molestias por aquel chico? Bueno, aparte de tener una buena recompensa por su cabeza, no iba a perdonar al responsable de haber puesto a Galia en peligro de ser cazada. Lo mataría, por descontado, lenta y muy dolorosamente. Le arrancaría hasta el último grito de agonía, hasta que la última gota de vida se escapase de sus venas. Casi pudo sentir a Valak vibrar sedienta en su cinto. "Pronto... muy pronto" pensó, acariciando el mango de la daga. Además tenía cierta sospecha sobre aquel hombre, sobre la que pensaba descubrir la verdad. De confirmarla, sería una terrible y hermosa ironía. Tenía cierto sentido... aunque tenía entendido que su padre era... ¿pelirrojo? Eso creía recordar.
- Ryuken Shirou... hijo del pirata Lavi Shirou - dijo, con un tono frío nada similar al de antes. Se giró hacia él con una mirada inhumanamente desprovista de emociones - ¿Sabes por qué te he traído hasta aquí?
- ¿Zal?:
- - Abrazar a Galia y pensamientos homicidas varios.
- Tratar de hipnotizarlos a todos y de llevarse a Ryuken consigo y convencer al resto de irse.
- De lograrlo, soltarle la frase reveladora de turno.
Ryuken Shirou
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Una vez que entraron en esa amplia zona, el joven tuvo que aguantarse las ganas de vomitar allí mismo. Olía fatal... no, esa palabra le quedaba demasiado corto al hedor que se percibía en el ambiente. Pensaba que las cagadas que dejaba ese perro callejero eran hediondas, pero esto superara lo conocido. Ni siquiera las prisiones del orfanato de Smallville olían así. Ryuken frunció el ceño, sintiéndose horriblemente disgustado por estar allí. Por suerte para los tres, se podía apreciar unas escaleras al final de esa zona. Si hubiera sido otra persona, probablemente el joven hubiera corrido con alegría hacia la superficie, pero él no era alguien normal que digamos. Simplemente suspiró de alivio al ver la puerta y corrió detrás de Galia sin detenerse. Ni siquiera se dignó a mirar a Elliot, tan solo quería salir lo más rápido de ese lugar. Era una suerte haber encontrado esa puerta... porque estuvo a punto de usar a Balmung para destruir el techo y salir de esa forma. No era la manera más digna, pero ya era frustrante estar allí. Toda la puta guerra estuvieron metidos abajo... y todo por meterse a una jodida gruta.
Al llegar casi al final de las escaleras, tuvo ligeras ganas de darse la vuelta y volver por donde vino. Galia se encontraba abrazando a un desconocido, y por su forma de actuar el joven sospechaba que se conocían de antes. Eso no quitaba el hecho que volviera a sentir ese molesto pinchazo. Se su ceño se frunció aún más (si era posible), pero no reaccionó de otra forma; su rostro seguía igual de inexpresivo de siempre. Al perder casi toda su humanidad, perdió la forma como debía reaccionar a sus constantes cambios de humor. Por esa misma razón solía guardarse todo para sí mismo y mantenía una fachada inexpresiva la mayor parte del tiempo. Solo solía botarla cuando estaba a solas con Galia y Draser, y en pocas ocasiones con los desconocidos. Estaba tan perdido en sus pensamientos, que casi no oyó lo que dijo el ahora identificado como Ivan. Ryuken miró tranquilamente al castaño, sin mostrar ningún indicio de lo que pensaba o sentía en ese momento.
– Ryuken Shirou – dijo de forma cortés mientra le devolvía la pequeña reverencia.
No era de extrañar que supiera su nombre. Sabía muy bien que se había hecho de algo de fama luego de lo sucedido en la isla del puño. Tenía quince millones por su cabeza, por lo que era de esperarse que cierta gente le conociera... En su mayoría eran personas que querían cazarlo para cobrar su recompensa. Era por eso mismo que, pese a no mostrar nada hostilidad, tenía sus músculos tensos y se encontraba preparado para desvainar Balmung ante cualquier acción sospechosa de Ivan. En eso tuvo la mala fortuna de mirarle a los ojos y perdió todo intento asesino hacia él por el momento.
El joven rebelde escuchó atentamente sus palabras mientras sentía como su mente se relajaba por alguna razón. Era como si algo estuviera obligándolo a aceptar su propuesta. Si... además estaba el plus que podría deshacerse de una criatura peligrosa. Tenía expiar sus pecados como fuese, y esa era una buena opción por donde empezar. Esa criatura podría atacar a gente inocente si se mantenía suelta, después de todo. Ryuken asintió y esperó tranquilamente a que Ivan terminara de hablar con Galia y Elliot. Una vez que terminó, el pelinegro salió de la pasado y se fue por una de las sendas. El joven salió de las cloacas y miró a Galia por algunos segundos cuando paso por su lado. Luego le dio la espalda y siguió a Ivan
Tardaron poco en llegar a un lugar aleatorio... y en eso el castaño cambió completamente de actitud. La mirada algo amigable de antes, pasó a ser una carente de emociones. ¿Cómo lo sabía? Era similar a la que recibía cuando él se miraba en el espejo, pero eso no era lo importante. No, lo que dijo Ivan hizo que sus ojos se abrieron más de lo normal, pero aparte de eso su rostro seguía desprovisto de emociones. ¿Lavi Shirou? No... debía ser un error. El apellido Shirou era bastante común, pero entonces... ¿Por qué sintió algo de familiaridad y alegría cuando escuchó ese nombre? Durante toda su vida no pensó más de la cuenta en sus padres biológicos. Pensaba que simplemente lo abandonaron a su suerte en ese infierno disfrazado de orfanato. Además, aunque quisiese buscar mas información de ellos... Se sentía indigno. No tenía derecho, no luego de haber hecho todas esas atrocidades como asesino.
– Creo que me estás confundiendo. Ese tal Lavi Shirou no es mi padre, de hecho es primera vez que oigo de él – le respondió tranquilamente al castaño, su máscara desprovista de emociones ocultaba perfectamente lo que en verdad estaba sintiendo luego de esa impactante revelación. Pese a que el joven rebelde no mostraba intento asesino u hostilidad de forma abierta, se encontraba preparado para desvainar a Balmung en caso de conflicto. – ¿No lo dijiste antes? Hablar de Galia, e imagino que no es nada bueno... Al menos para mi – luego de decir eso, observó fijamente a Ivan. ¿Una bestia andaba suelta? Al parecer eso fue un engaño, y simplemente quiso separarlo a él del resto, o mejor dicho de su compañera rebelde.
Al llegar casi al final de las escaleras, tuvo ligeras ganas de darse la vuelta y volver por donde vino. Galia se encontraba abrazando a un desconocido, y por su forma de actuar el joven sospechaba que se conocían de antes. Eso no quitaba el hecho que volviera a sentir ese molesto pinchazo. Se su ceño se frunció aún más (si era posible), pero no reaccionó de otra forma; su rostro seguía igual de inexpresivo de siempre. Al perder casi toda su humanidad, perdió la forma como debía reaccionar a sus constantes cambios de humor. Por esa misma razón solía guardarse todo para sí mismo y mantenía una fachada inexpresiva la mayor parte del tiempo. Solo solía botarla cuando estaba a solas con Galia y Draser, y en pocas ocasiones con los desconocidos. Estaba tan perdido en sus pensamientos, que casi no oyó lo que dijo el ahora identificado como Ivan. Ryuken miró tranquilamente al castaño, sin mostrar ningún indicio de lo que pensaba o sentía en ese momento.
– Ryuken Shirou – dijo de forma cortés mientra le devolvía la pequeña reverencia.
No era de extrañar que supiera su nombre. Sabía muy bien que se había hecho de algo de fama luego de lo sucedido en la isla del puño. Tenía quince millones por su cabeza, por lo que era de esperarse que cierta gente le conociera... En su mayoría eran personas que querían cazarlo para cobrar su recompensa. Era por eso mismo que, pese a no mostrar nada hostilidad, tenía sus músculos tensos y se encontraba preparado para desvainar Balmung ante cualquier acción sospechosa de Ivan. En eso tuvo la mala fortuna de mirarle a los ojos y perdió todo intento asesino hacia él por el momento.
El joven rebelde escuchó atentamente sus palabras mientras sentía como su mente se relajaba por alguna razón. Era como si algo estuviera obligándolo a aceptar su propuesta. Si... además estaba el plus que podría deshacerse de una criatura peligrosa. Tenía expiar sus pecados como fuese, y esa era una buena opción por donde empezar. Esa criatura podría atacar a gente inocente si se mantenía suelta, después de todo. Ryuken asintió y esperó tranquilamente a que Ivan terminara de hablar con Galia y Elliot. Una vez que terminó, el pelinegro salió de la pasado y se fue por una de las sendas. El joven salió de las cloacas y miró a Galia por algunos segundos cuando paso por su lado. Luego le dio la espalda y siguió a Ivan
Tardaron poco en llegar a un lugar aleatorio... y en eso el castaño cambió completamente de actitud. La mirada algo amigable de antes, pasó a ser una carente de emociones. ¿Cómo lo sabía? Era similar a la que recibía cuando él se miraba en el espejo, pero eso no era lo importante. No, lo que dijo Ivan hizo que sus ojos se abrieron más de lo normal, pero aparte de eso su rostro seguía desprovisto de emociones. ¿Lavi Shirou? No... debía ser un error. El apellido Shirou era bastante común, pero entonces... ¿Por qué sintió algo de familiaridad y alegría cuando escuchó ese nombre? Durante toda su vida no pensó más de la cuenta en sus padres biológicos. Pensaba que simplemente lo abandonaron a su suerte en ese infierno disfrazado de orfanato. Además, aunque quisiese buscar mas información de ellos... Se sentía indigno. No tenía derecho, no luego de haber hecho todas esas atrocidades como asesino.
– Creo que me estás confundiendo. Ese tal Lavi Shirou no es mi padre, de hecho es primera vez que oigo de él – le respondió tranquilamente al castaño, su máscara desprovista de emociones ocultaba perfectamente lo que en verdad estaba sintiendo luego de esa impactante revelación. Pese a que el joven rebelde no mostraba intento asesino u hostilidad de forma abierta, se encontraba preparado para desvainar a Balmung en caso de conflicto. – ¿No lo dijiste antes? Hablar de Galia, e imagino que no es nada bueno... Al menos para mi – luego de decir eso, observó fijamente a Ivan. ¿Una bestia andaba suelta? Al parecer eso fue un engaño, y simplemente quiso separarlo a él del resto, o mejor dicho de su compañera rebelde.
- Meln:
- - Salir a la superficie
- Sentir ese pinchazo de nuevo al ver a Ivan y Galia
- Ser afectado ligeramente por la hipnósis de Iván, siendo además influenciado por su intención de expiar sus pecados como fuera posible.
- Ser afectado por la revelación de Iván, pero su rostro sigue carente de emociones. Pese a no mostrar hostilidad, el rebelde se encuentra preparado para desvainar su espada.
Al se detuvo, inquieto por lo que vio repentinamente. Era una gran plaza, y frente a él una catedral bastante... Macabra era la palabra idónea para describir la megalómana construcción. Las puertas medían una decena de metros, y las torres parecían fundirse con el cielo de lo altas que eran. Casi sentía vértigo al mirarlas, pero al mismo tiempo no podía apartar la vista. Además, del interior del templo surgían cuatro presencias, a cada cual más fuerte, y dos de ellas las conocía. Una era de un tipo de Balt, fuerte pero no algo especialmente peligroso, y la otra de un viejo conocido.
Desenvainó la espada cuando comenzó a temblar el suelo. No podía percibir nada, pero del colosal umbral surgieron, una tras otra, ocho efigies metálicas, brillando con un fulgor azul, pulidas hasta la saciedad y movidas por sabe dios qué mecanismo macabro. Por un momento se congeló producto del pánico, pensando que tendría que enfrentarlas él. Sin embargo todas rodearon la catedral, estableciendo un perímetro que sería difícil traspasar.
-Mierda, ¿Qué está haciendo Dexter ahí dentro?- podía sentir el miedo del Yonkou concentrándose en él, pero era imposible. Era uno de los hombres más poderosos que había conocido, y el resto de fuerzas en el interior eran débiles comparadas con él. Fuego Helado se rodeó de una sombra negra, perfecta y mate, que humeaba. El arma que el pirata le había fabricado en esos tiempos en que aún trabajaba para el Gobierno Mundial era una obra de arte, y sin pretenderlo su Korip se posicionaba dispuesto a luchar.
Se puso en guardia cuando uno de los colosos se plantó ante él, apenas a un par de metros de distancia. Sentía casi tanto vértigo como ante la catedral, pero vio algo que lo hizo sentir reconfortado. Alas negras sobre el cielo, acercándose cada vez más a donde estaban. Madara había llegado; tenía refuerzos. Pero necesitaba más.
Metió la mano en el bolsillo y sacó un pequeño caracol de plata. En principio sólo servía para recibir llamadas del almirantazgo, pero había pedido una pequeña modificación para usarlo como un den den mushi normal. Era hora de que Kiritsu Ryodan se reuniera de nuevo. Jack, Kai, Danio, Xemnas y Arthur estaban todos en la isla, por lo que no tardarían en llegar.
-Esto es una orden para todo Kiritsu Ryodan- dijo, acercándose el animal a la boca-. Soy el Vicealmirante Al Naion, y convoco a toda mi flota. Necesito refuerzos en el centro de la isla, en la Ciudad Imperial. Estoy frente a la catedral, en una plaza amplia y se escucha la marea en las cercanías. Venid en cuanto podáis. Todos. Es una orden.
Era la primera vez que mandaba algo a uno de sus compañeros, y se sentía más raro todavía cuando se la daba a todos a la vez. Kai y Xemnas seguramente acudieran en cuanto pudiesen, ya que al fin y al cabo eran su segundo al mando y el más leal. Jack, de estar despierto, seguramente también. Danio iría, sobre todo sabiendo que su mayor arma estaba tan cerca, y Arthur se acercaría si había terminado de pelear. Al fin y al cabo era el Oficial Disciplinario, tenía una reputación que mantener. Además, aunque se llevaran mal, en el fondo se querían. Como hermanos, un poco hijos de puta, pero hermanos al fin y al cabo.
-Brazo Negro- susurró, y una sombra humeante comenzó a recorrer su brazo izquierdo. Estaba preparado.
Desenvainó la espada cuando comenzó a temblar el suelo. No podía percibir nada, pero del colosal umbral surgieron, una tras otra, ocho efigies metálicas, brillando con un fulgor azul, pulidas hasta la saciedad y movidas por sabe dios qué mecanismo macabro. Por un momento se congeló producto del pánico, pensando que tendría que enfrentarlas él. Sin embargo todas rodearon la catedral, estableciendo un perímetro que sería difícil traspasar.
-Mierda, ¿Qué está haciendo Dexter ahí dentro?- podía sentir el miedo del Yonkou concentrándose en él, pero era imposible. Era uno de los hombres más poderosos que había conocido, y el resto de fuerzas en el interior eran débiles comparadas con él. Fuego Helado se rodeó de una sombra negra, perfecta y mate, que humeaba. El arma que el pirata le había fabricado en esos tiempos en que aún trabajaba para el Gobierno Mundial era una obra de arte, y sin pretenderlo su Korip se posicionaba dispuesto a luchar.
Se puso en guardia cuando uno de los colosos se plantó ante él, apenas a un par de metros de distancia. Sentía casi tanto vértigo como ante la catedral, pero vio algo que lo hizo sentir reconfortado. Alas negras sobre el cielo, acercándose cada vez más a donde estaban. Madara había llegado; tenía refuerzos. Pero necesitaba más.
Metió la mano en el bolsillo y sacó un pequeño caracol de plata. En principio sólo servía para recibir llamadas del almirantazgo, pero había pedido una pequeña modificación para usarlo como un den den mushi normal. Era hora de que Kiritsu Ryodan se reuniera de nuevo. Jack, Kai, Danio, Xemnas y Arthur estaban todos en la isla, por lo que no tardarían en llegar.
-Esto es una orden para todo Kiritsu Ryodan- dijo, acercándose el animal a la boca-. Soy el Vicealmirante Al Naion, y convoco a toda mi flota. Necesito refuerzos en el centro de la isla, en la Ciudad Imperial. Estoy frente a la catedral, en una plaza amplia y se escucha la marea en las cercanías. Venid en cuanto podáis. Todos. Es una orden.
Era la primera vez que mandaba algo a uno de sus compañeros, y se sentía más raro todavía cuando se la daba a todos a la vez. Kai y Xemnas seguramente acudieran en cuanto pudiesen, ya que al fin y al cabo eran su segundo al mando y el más leal. Jack, de estar despierto, seguramente también. Danio iría, sobre todo sabiendo que su mayor arma estaba tan cerca, y Arthur se acercaría si había terminado de pelear. Al fin y al cabo era el Oficial Disciplinario, tenía una reputación que mantener. Además, aunque se llevaran mal, en el fondo se querían. Como hermanos, un poco hijos de puta, pero hermanos al fin y al cabo.
-Brazo Negro- susurró, y una sombra humeante comenzó a recorrer su brazo izquierdo. Estaba preparado.
- Resumen Balt. Kiritsu Ryodan, Leed:
- Ver a los Golems. Uno termina ante mí y convoco a la brigada. Me preparo para luchar.
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La estrategia había funcionado prácticamente a la perfección y el robot que era copia mía había desaparecido, sin embargo el del marine se había zafado del tornado por poco, aunque algo se abalanzó sobre él y derribándolo, para acabar dándole un tiro en la cabeza que hace que esta sea destruida, “¿un aliado? ¿De dónde ha salido?” pensé al ver la escena, el tornado parecía coger más tamaño a medida que pasaba el tiempo hasta el punto que se hizo de un tamaño que me resultaba difícil de controlar, incluso notaba como el viento se había vuelto más intenso e iba arrastrando cosas por donde iba pasando.
Las puertas de la base también se habían abierto. Dentro de esta, como en todas las guerras había un caos por todas partes con un tiroteo entre dos bandos de los cuales no sabía exactamente a cuales había que derrotar me fui acercando a la base y de pronto algo me golpeó en el brazo comencé a sentir algo de dolor en este, se había clavado algo en la armadura, me lo quité y lo tiré al suelo, el dolor se fue extendiendo hacia la parte superior de la espalda y tras unos momentos desapareció y no volví a sentir nada, ¿Qué había sido eso? Lo único que noté fue que la armadura no se sentía igual que antes, aunque no sabía por qué. Unos drones salieron por la puerta, sin pensarlo dos veces saqué los revólveres y sabiendo que producirían una pequeña explosión a los diez metros realicé un disparo a cada dron. En ese momento escuché la voz del capitán por el comunicador, me nombró y me pidió que cuidara del resto si le pasaba algo, “¿Por qué no puede pedir que vaya de una forma normal?” pensé mientras guardaba los revólveres.
-Krauser, no quiero que pienses que os dejo tirados, pero me necesitan en otra parte, supongo que no os costará controlar la base, además ahora tenéis un pequeño ejército a favor, si acabo pronto con lo que sea volveré – esperaba que el revolucionario lo entendiese.
Con un poderoso batir de las alas me elevé en el aire, ayudándome del M.I.D.O.R.I.M.A. para saber la posición del capitán me dirigí hacia allí a toda la velocidad que pude, llegando a la entrada de una catedral, dentro de la ciudad en poco tiempo, notaba la presencia de varias personas, algunas conocidas, como la de Hinori y la Dexter, otra que no supe reconocer y la de otra persona a la que no conocía. Volví a mi forma humana tras aterrizar y comencé a caminar hacia el interior el interior de la catedral donde estaban el resto.
-Moriré por ti capitán, pero no me lo pidas dos veces – dije en voz alta sin usar la telepatía y en voz bastante alta para que me escuchase bien.
Las puertas de la base también se habían abierto. Dentro de esta, como en todas las guerras había un caos por todas partes con un tiroteo entre dos bandos de los cuales no sabía exactamente a cuales había que derrotar me fui acercando a la base y de pronto algo me golpeó en el brazo comencé a sentir algo de dolor en este, se había clavado algo en la armadura, me lo quité y lo tiré al suelo, el dolor se fue extendiendo hacia la parte superior de la espalda y tras unos momentos desapareció y no volví a sentir nada, ¿Qué había sido eso? Lo único que noté fue que la armadura no se sentía igual que antes, aunque no sabía por qué. Unos drones salieron por la puerta, sin pensarlo dos veces saqué los revólveres y sabiendo que producirían una pequeña explosión a los diez metros realicé un disparo a cada dron. En ese momento escuché la voz del capitán por el comunicador, me nombró y me pidió que cuidara del resto si le pasaba algo, “¿Por qué no puede pedir que vaya de una forma normal?” pensé mientras guardaba los revólveres.
-Krauser, no quiero que pienses que os dejo tirados, pero me necesitan en otra parte, supongo que no os costará controlar la base, además ahora tenéis un pequeño ejército a favor, si acabo pronto con lo que sea volveré – esperaba que el revolucionario lo entendiese.
Con un poderoso batir de las alas me elevé en el aire, ayudándome del M.I.D.O.R.I.M.A. para saber la posición del capitán me dirigí hacia allí a toda la velocidad que pude, llegando a la entrada de una catedral, dentro de la ciudad en poco tiempo, notaba la presencia de varias personas, algunas conocidas, como la de Hinori y la Dexter, otra que no supe reconocer y la de otra persona a la que no conocía. Volví a mi forma humana tras aterrizar y comencé a caminar hacia el interior el interior de la catedral donde estaban el resto.
-Moriré por ti capitán, pero no me lo pidas dos veces – dije en voz alta sin usar la telepatía y en voz bastante alta para que me escuchase bien.
- resumen Team Quimera, Team Zafiro:
- ver que me es imposible hacer desaparecer el tornado, recibir un disparo (este disparo ha mejorado la armadura mediante unos nanorobots que no puedo rehusar para futuras mejoras, es lo que pedí en la lotería), disparar a los drones que salen de la base, volar a la catedral para ayudar a Dexter con lo que tenga enfrente.
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El hombre no reacciona ante mi orden. ¿Es esta la férrea voluntad de un soldado entrenado? Es lo que le llevará a su fin, el no pensar y sólo regularse por órdenes dadas… aunque eso le hace un buen, y prescindible, peón.
Mis hombres se mueven ante mi mandato con más eficacia, no tardan mucho en preparar los vehículos para irnos de aquel otro. El segundo responsable del vehículo mueve a su amigo, que cae como un peso muerto hacia el suelo sólo para ser rescatado por el mismo que inducía su caída. ¿Se ha desmayado? Hay gente que no aguanta la tensión de la guerra. Tras unos momentos en los que se acomoda a su amigo al hombro marcha dentro de los corredores del vehículo.
- Daré la orden- masca, informándome de su acción.
Bien. La comprometida situación de la base de Zilda queda más o menos asegurada, ahora sólo hay que ver cuál es el grado de gravedad de esta.
Antes de partir del coloso metálico tengo que dedicarles unas palabras a mis hombres. No voy a volver a repetir nada.
- Ya sabéis cual es el plan. ¡VAMOS!- me coloco el sombrero antes de agarrarme a las partes de la nave que no parecen corresponder a sus controles. Noto la agitación cuando despega del vientre del caminante mecánico que empieza a girar hacia el ejército de Zal.
La situación en la base de Zilda no parece buena. Asediada por una docena de figuras que se debaten en combate contra las escasas fuerzas aún fieles. Y lanzan tornados... Añadir Viento y Ondas a parámetros ante los que buscar resistencia. ¿ Por qué las palabras de un pirata tienen más fuerza que las mías? ¿Por qué la gente se deja llevar por el odio y el egoísmo? Es una ventaja evolutiva, supongo. Ordeno al piloto de mi nave con un movimiento de brazo que siga avanzando hacia la ciudad bordeando la comprometida situación del conflicto bélico. Lo que nos faltaría, ser derribados por el fuego cruzado. Con un poco de suerte, algo que necesitamos mucho ahora, podremos llegar a aterrizar en algún punto de la humeante ciudad.
Mis hombres se mueven ante mi mandato con más eficacia, no tardan mucho en preparar los vehículos para irnos de aquel otro. El segundo responsable del vehículo mueve a su amigo, que cae como un peso muerto hacia el suelo sólo para ser rescatado por el mismo que inducía su caída. ¿Se ha desmayado? Hay gente que no aguanta la tensión de la guerra. Tras unos momentos en los que se acomoda a su amigo al hombro marcha dentro de los corredores del vehículo.
- Daré la orden- masca, informándome de su acción.
Bien. La comprometida situación de la base de Zilda queda más o menos asegurada, ahora sólo hay que ver cuál es el grado de gravedad de esta.
Antes de partir del coloso metálico tengo que dedicarles unas palabras a mis hombres. No voy a volver a repetir nada.
- Ya sabéis cual es el plan. ¡VAMOS!- me coloco el sombrero antes de agarrarme a las partes de la nave que no parecen corresponder a sus controles. Noto la agitación cuando despega del vientre del caminante mecánico que empieza a girar hacia el ejército de Zal.
La situación en la base de Zilda no parece buena. Asediada por una docena de figuras que se debaten en combate contra las escasas fuerzas aún fieles. Y lanzan tornados... Añadir Viento y Ondas a parámetros ante los que buscar resistencia. ¿ Por qué las palabras de un pirata tienen más fuerza que las mías? ¿Por qué la gente se deja llevar por el odio y el egoísmo? Es una ventaja evolutiva, supongo. Ordeno al piloto de mi nave con un movimiento de brazo que siga avanzando hacia la ciudad bordeando la comprometida situación del conflicto bélico. Lo que nos faltaría, ser derribados por el fuego cruzado. Con un poco de suerte, algo que necesitamos mucho ahora, podremos llegar a aterrizar en algún punto de la humeante ciudad.
- Agente Alfa Zilda. Base de Zilda:
- No darme cuenta de que tengo haki del rey, que no sé ni lo que es, achacándolo al poco aguante a la tensión que tienen los soldados.Ir volando en los vehículos ,evitando el conflicto de la puerta de entrada mediante un rodeo, para aterrizar con mis soldados en la base. (No he querido continuar porque a lo mejor nos derriban o algo)
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Akuma no mi
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Aquel ligero fruncimiento de ceño cuando Galia lo abrazó... no las tenía todas consigo, pero la mera sospecha era suficiente para Ivan. ¿Cómo se atrevía aquel sucio plebeyo sin linaje a poner su mirada sobre una Markov, pariente directa de la emperatriz? Más aún, Galia era suya, no iba a permitir que un asqueroso revolucionario le pusiera las manos encima. Antes se las cortaría y se las daría de comer a los cerdos. Iba dándole vueltas a estos pensamientos, rumiando su odio y desprecio mientras avanzaban por las alcantarillas. El terrible mal olor, muy molesto para su fino olfato, contribuía a aumentar su mal humor y sus ganas de torturar y matar a aquella escoria cuanto antes. Así pues, cuando se frenó y habló a Ryuken su actitud debió ser lo bastante hostil como para romper la hipnosis, pues el joven se puso a la defensiva y evidentemente en guardia. Sus palabras lo sorprendieron ligeramente; había tenido la corazonada de estar frente al hijo de Lavi, pues el pelo no tenía nada que ver. Por lo que tenía entendido el albinismo era una condición que podía manifestarse en cualquiera, sin importar la tez o el color de pelo de tus padres. Sin embargo realmente no tenía ningún motivo para pensarlo salvo su apellido y su intuición. Parecía que se había equivocado... a menos que Ryuken tuviese un motivo para ocultarlo, ¿o que no supiera ser hijo de Lavi?
- Ryuken Shirou... - su tono fue frío como el hielo - Habéis arrastrado a una Markov al peligro y la habéis llevado a enemistarse con el Gobierno y convertirse en una prófuga. No hay palabras para describir cuán grande es el crimen que habéis cometido. El mero hecho de que un hombre sin linaje ni más oficio que la innoble y vil ocupación de soldado rebelde se relacione con una mujer de una dinastía tan antigua y elevada como la Markov es... deleznable. Pero que además dicha escoria la arrastre a esa vida impropia... - frunció el ceño y negó con la cabeza. Movido por su enfado, dejó de tratarle de vos - ¿Sabes, sucio gusano, que por tu culpa Galia no podrá poner un pie en su isla natal sin que su sobrina la reina se vea obligada a arrestarla y entregarla al Gobierno? La has condenado a una vida de exilio, lejos de toda las riquezas y comodidades que le esperaban en Hallstat por derecho de nacimiento. Por no hablar de alejarla de su propia familia.
Desenfundó a Valak, y la daga destelló bajo la luz de las antorchas, mostrando el escudo de los Markov. Aún no atacó, pero por si acaso activó su haki de observación para mantener al chico vigilado. No quería que lo sorprendiera adelantándose a sus acciones... al fin y al cabo había percibido perfectamente con su mantra que Ryuken era similar a él en poder. No podía confiarse, no con alguien como él. Su akuma lo dotaba de grandes poderes, pero desconocía los del albino y dudaba que si estaba con Galia fuese un debilucho. Así pues... debía ponerse serio desde el principio. Jugaría con su presa, por descontado, pero no podía cometer el error de no golpear con contundencia desde el primer intercambio. Siseó mientras su piel comenzaba a volverse pálida como el alabastro, su pelo de un tono blanco plateado y sus ojos pasaban del azul al dorado. Sus uñas se convirtieron en garras y los colmillos se le alargaron notoriamente. Al instante fue incluso más consciente del terrible hedor del ambiente, pero también de los latidos del corazón de Ryuken, del aroma de su sangre (ligeramente perceptible a través de aquella peste) y de cada nimio detalle de su aspecto. Ahora vea tan perfectamente como si estuvieran bajo la luz del sol.
- Habéis osado poner vuestra mirada sobre Galia-sama. Ella no es para vos, señor Shirou - dijo en un tono impersonal y peligrosamente calmado - Una Markov jamás estará con una escoria plebeya - gruñó, enseñando los dientes y pasando a un tono cargado de rabia - Galia es mía...
Sus últimas palabras estuvieron envueltas bajo el propio peso de su Voluntad. El agua fecal tembló y se agitó y suelo, paredes y techo se agrietaron mientras el mismo aire vibraba por la intensidad del haoshoku de Ivan. Clavó sus ojos en los de Ryuken y activó su segundo poder de hipnosis: sueño. Gracias a él, lo debilitaría y adormecería, reduciendo sus posibilidades de contraatacar y defenderse correctamente. Con una mirada cargada de odio, alzó la mano libre concentrando su energía en esta. Activando su haki de armadura, generó una nube de murciélagos azules que volaron velozmente hacia Ryuken. Estos iban envueltos en una tenue llama azul pálido, que en cuanto entrase en contacto con algo empezaría a extenderse y congelarlo. Además las propias alas eran en realidad ondas cortantes de poder considerable. Si no se apartaba del ataque, saldría muy mal parado... y ahí estaría preparado. Así como Ryuken se apartase del ataque, se lanzaría con su prodigiosa velocidad y pasaría a su derecha lanzándole un corte con Valak imbuida en haki a la altura de la muñeca, con intención de lisiarlo y herirlo. Acto seguido retrocedería con su prodigiosa velocidad, que era tal que apenas parecía una sombra al desplazarse.
- Ryuken Shirou... - su tono fue frío como el hielo - Habéis arrastrado a una Markov al peligro y la habéis llevado a enemistarse con el Gobierno y convertirse en una prófuga. No hay palabras para describir cuán grande es el crimen que habéis cometido. El mero hecho de que un hombre sin linaje ni más oficio que la innoble y vil ocupación de soldado rebelde se relacione con una mujer de una dinastía tan antigua y elevada como la Markov es... deleznable. Pero que además dicha escoria la arrastre a esa vida impropia... - frunció el ceño y negó con la cabeza. Movido por su enfado, dejó de tratarle de vos - ¿Sabes, sucio gusano, que por tu culpa Galia no podrá poner un pie en su isla natal sin que su sobrina la reina se vea obligada a arrestarla y entregarla al Gobierno? La has condenado a una vida de exilio, lejos de toda las riquezas y comodidades que le esperaban en Hallstat por derecho de nacimiento. Por no hablar de alejarla de su propia familia.
Desenfundó a Valak, y la daga destelló bajo la luz de las antorchas, mostrando el escudo de los Markov. Aún no atacó, pero por si acaso activó su haki de observación para mantener al chico vigilado. No quería que lo sorprendiera adelantándose a sus acciones... al fin y al cabo había percibido perfectamente con su mantra que Ryuken era similar a él en poder. No podía confiarse, no con alguien como él. Su akuma lo dotaba de grandes poderes, pero desconocía los del albino y dudaba que si estaba con Galia fuese un debilucho. Así pues... debía ponerse serio desde el principio. Jugaría con su presa, por descontado, pero no podía cometer el error de no golpear con contundencia desde el primer intercambio. Siseó mientras su piel comenzaba a volverse pálida como el alabastro, su pelo de un tono blanco plateado y sus ojos pasaban del azul al dorado. Sus uñas se convirtieron en garras y los colmillos se le alargaron notoriamente. Al instante fue incluso más consciente del terrible hedor del ambiente, pero también de los latidos del corazón de Ryuken, del aroma de su sangre (ligeramente perceptible a través de aquella peste) y de cada nimio detalle de su aspecto. Ahora vea tan perfectamente como si estuvieran bajo la luz del sol.
- Habéis osado poner vuestra mirada sobre Galia-sama. Ella no es para vos, señor Shirou - dijo en un tono impersonal y peligrosamente calmado - Una Markov jamás estará con una escoria plebeya - gruñó, enseñando los dientes y pasando a un tono cargado de rabia - Galia es mía...
Sus últimas palabras estuvieron envueltas bajo el propio peso de su Voluntad. El agua fecal tembló y se agitó y suelo, paredes y techo se agrietaron mientras el mismo aire vibraba por la intensidad del haoshoku de Ivan. Clavó sus ojos en los de Ryuken y activó su segundo poder de hipnosis: sueño. Gracias a él, lo debilitaría y adormecería, reduciendo sus posibilidades de contraatacar y defenderse correctamente. Con una mirada cargada de odio, alzó la mano libre concentrando su energía en esta. Activando su haki de armadura, generó una nube de murciélagos azules que volaron velozmente hacia Ryuken. Estos iban envueltos en una tenue llama azul pálido, que en cuanto entrase en contacto con algo empezaría a extenderse y congelarlo. Además las propias alas eran en realidad ondas cortantes de poder considerable. Si no se apartaba del ataque, saldría muy mal parado... y ahí estaría preparado. Así como Ryuken se apartase del ataque, se lanzaría con su prodigiosa velocidad y pasaría a su derecha lanzándole un corte con Valak imbuida en haki a la altura de la muñeca, con intención de lisiarlo y herirlo. Acto seguido retrocedería con su prodigiosa velocidad, que era tal que apenas parecía una sombra al desplazarse.
- Hipnosis:
- Mismo nivel que Ivan o menos: Se sentirá bastante cansado, reduciéndose sus habilidades físicas en un 25% durante tres posts.
- datos bélicos:
- - Stats por akuma: Fuerza x24, Velocidad x30, Agilidad x33, Reflejos x33 (sobre base de humano)
- Fuerza Aumentada: x2 (en total x48 sobre humano)
- Velocidad Aumentada: x2 (en total x60 sobre humano)
- Valak: Se trata de una daga de treinta centímetros con la calidad de un Ryo Wazamono. Su hoja es plateada y bastante afilada. El mango es de color negro y tiene grabado el escudo de los Markov. Cuando corta a una persona, la sangre pasa de la hoja hasta una apertura interna del mango. De esa forma la hoja siempre está limpia e impecable. Si se gira el mango hacia la izquierda con fuerza, la sangre almacenada sale por un pequeño agujero de dos centímetros de grosor situado en el propio mango.
- Haoshoku Haki
Nivel de Desarrollo: Despertado
Estadíos anulados: 1
Radio de Efecto: 16 metros.
- Busoushoku Haki
Nivel de Desarrollo: Entrenado
Asaltos de Haki Armadura: 5 (primer asalto)
Distancia máxima de la barrera: 2 metros
- Kenbunshoku Haki
Nivel de Desarrollo: Entrenado
Décimas de segundo de antelación: 1 segundo
Máximo de personas en área a prever: Una persona
Distancia Máxima de percepción: 66 metros.
- Lluvia de sangre [Manual Kuchiyose]: Con esta técnica genera un área de 1x1x2 metros llega de pequeños murciélagos con las alas imbuidas en energía azul capaz de cortar hierro. Estos no pueden dispersarse, siempre avanzan en bandada.
- Frenesí [Manual prisa]: Llevado por la furia del combate, Ivan centra sus energías en moverse más rápido para realizar una segunda acometida.
- Ámbito: Tercera Luna, Bóreas [Manual de Canalización]: Con este poder Ivan canaliza el frío de la técnica base del "Estilo de las Doce Lunas" para generar una llama fría en torno a un arma, sus manos o munición de una pistola. Esta llama está a -20º, y congela en vez de quemar. Como componente escénico, es capaz de generar una desagradable sensación de frío al tocar a alguien.
- ¿Zal?:
- - Lo del post anterior https://www.onepiece-definitiverol.com/t19302p425-el-encuentro-capitulo#188012
- Discursito de noble ególatra.
- Atacar a Ryuken a saco.
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