Osuka Sumisu
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Los heridos iban formándose y los muertos eran acumulados, pero sin hacer una montaña de cadáveres, ya que sería una falta de respeto. Cada vez que dejaba a uno, le cubría aunque fuese la cara con cualquier cosa; ropas, manteles e incluso banderas.
Por otra parte, transportaba a los heridos con Yoko a la vez que buscaba cualquier recurso médico, aunque solo fuesen unos vendajes. Habían tenido la suerte que algunos Siderianos optaron por ayudarles en todos lo posible, haciéndolo todo más fácil.
Silver, el marine, se despido ya que los altos cargos de la Marina estaban reagrupando las tropas. Solo esperaba que no fuesen tan ruines como para ir contra él y el resto de su división. Ya había habido demasiada guerra por hoy. Osu parecía haber tomado la mejor decisión, no siempre había que pelear. A veces se olvidaba que el objetivo de ser un revolucionario era ayudar al pueblo.
Al terminar la faena, la pelirroja se le acercó con cierto nerviosismo. Cosa que se le pego al demonio plateado también. Hablar con mujeres con soltura no era su fuerte, ya que había sido más fácil durante el fragor de la batalla.
- Esto… ¡C-claro que puedes venir! - respondió con puro nerviosismo y con la cara un poco roja.- Yo solo tengo un par de rasguños. Ahora mismo hay gente que necesita más tratamiento que yo.
Mentía, en verdad le dolía todo un poco pero, habiendo terminado la batalla, podría aguantar el tipo para impresionar a Yoko.
Por otra parte, transportaba a los heridos con Yoko a la vez que buscaba cualquier recurso médico, aunque solo fuesen unos vendajes. Habían tenido la suerte que algunos Siderianos optaron por ayudarles en todos lo posible, haciéndolo todo más fácil.
Silver, el marine, se despido ya que los altos cargos de la Marina estaban reagrupando las tropas. Solo esperaba que no fuesen tan ruines como para ir contra él y el resto de su división. Ya había habido demasiada guerra por hoy. Osu parecía haber tomado la mejor decisión, no siempre había que pelear. A veces se olvidaba que el objetivo de ser un revolucionario era ayudar al pueblo.
Al terminar la faena, la pelirroja se le acercó con cierto nerviosismo. Cosa que se le pego al demonio plateado también. Hablar con mujeres con soltura no era su fuerte, ya que había sido más fácil durante el fragor de la batalla.
- Esto… ¡C-claro que puedes venir! - respondió con puro nerviosismo y con la cara un poco roja.- Yo solo tengo un par de rasguños. Ahora mismo hay gente que necesita más tratamiento que yo.
Mentía, en verdad le dolía todo un poco pero, habiendo terminado la batalla, podría aguantar el tipo para impresionar a Yoko.
- Quimera:
Hacerse el guay ante Yoko(???)
Worgulv
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La mayoría de personas que se habían reunido allí, atacaron a Grum, por suerte, el hombre no se vio obligado a hacerlo, ya que el pretor no había respondido a su camarada, para él eso era un alivio pues no tenía que romper su palabra para con Sarka.
Grum sin embargo repelió el resto de ataques y vocifero colérico, pasase lo que pasase allí era demasiado peligroso como para hacerlo en un edificio a punto de derrumbarse, no era en absoluto el lugar más seguro.
Deathstroke, toco a retirada, lo cual era la opción más acertada, dadas las circunstancias, el hombre seguiría a su camarada, cuando se fue a colocar el martillo a la espalda, las runas de su brazalete comenzaron a brillar, y el hombre fue testigo de cómo su martillo se desintegraba poco a poco, hasta que no quedo nada, el hombre horrorizado, pensó que había perdido su arma, como era posible, ¿esos brazaletes la habían destruido? ¿cómo era eso posible? ¿su camarada de siempre, Deathstroke, le daría un objeto que le arrebataría sus armas? No, eso no era posible, ¨¨ Mi martillo¨¨ cuando el hombre pensó ya con nostalgia en su arma, los brazaletes se volvieron a iluminar y este se apareció en su mano, con un leve sonido retumbante. El hombre estaba anonadado, que clase de artefacto portaba, ¿podía ocultar sus armas? ¿almacenarlas? El hombre no lo tenía claro, pues jamás había notado peso alguno de su martillo.
Pero no podía entretenerse, tenía que seguir a su camarada, cuando el hombre pensó nuevamente en guardar su arma, el proceso se repitió, el hombre comenzaba a pillarle el tranquillo. Confiando en no perder su arma de esta manera, salió volando en pos de su compañero, llevando consigo a quien no pudiese salir volando y perteneciera a su tripulación.
Grum sin embargo repelió el resto de ataques y vocifero colérico, pasase lo que pasase allí era demasiado peligroso como para hacerlo en un edificio a punto de derrumbarse, no era en absoluto el lugar más seguro.
Deathstroke, toco a retirada, lo cual era la opción más acertada, dadas las circunstancias, el hombre seguiría a su camarada, cuando se fue a colocar el martillo a la espalda, las runas de su brazalete comenzaron a brillar, y el hombre fue testigo de cómo su martillo se desintegraba poco a poco, hasta que no quedo nada, el hombre horrorizado, pensó que había perdido su arma, como era posible, ¿esos brazaletes la habían destruido? ¿cómo era eso posible? ¿su camarada de siempre, Deathstroke, le daría un objeto que le arrebataría sus armas? No, eso no era posible, ¨¨ Mi martillo¨¨ cuando el hombre pensó ya con nostalgia en su arma, los brazaletes se volvieron a iluminar y este se apareció en su mano, con un leve sonido retumbante. El hombre estaba anonadado, que clase de artefacto portaba, ¿podía ocultar sus armas? ¿almacenarlas? El hombre no lo tenía claro, pues jamás había notado peso alguno de su martillo.
Pero no podía entretenerse, tenía que seguir a su camarada, cuando el hombre pensó nuevamente en guardar su arma, el proceso se repitió, el hombre comenzaba a pillarle el tranquillo. Confiando en no perder su arma de esta manera, salió volando en pos de su compañero, llevando consigo a quien no pudiese salir volando y perteneciera a su tripulación.
- BR- Palacio :
- -Seguir a Death
- Conocer el poder de los brazaletes
- Ayudar a quien se precie a seguir a Death- Usados (por accidente) :
- Nombre del objeto: Brazales de Völundr
Descripción del objeto: Este par de brazaletes, están forjados en una aleación metálica de la mejor calidad, dándole una dureza casi indestructible, portan numerosas runas por todos los acabados, que desprender cierto resplandor azul gélido
Usos comunes: A parte de sus habilidades especiales, sirve como protección fiable.
Habilidades especiales o destacables: . Dichos brazaletes, otorgan al portador, y solo al portador original, la capacidad de hacer aparecer los objetos, tanto armas como armaduras o artilugios, que este haya almacenado anteriormente.
La aparición de dichos objetos, no pueden ocupar el lugar que ocupa en ese momento un ser vivo o inorgánico , y al invocarlos generara un fuerte ruido, provocado por el empujón de materia.
Los objetos que pueden almacenarse son limitados:
·20 objetos pequeños (pequeños artefactos o armas pequeñas, como podrían ser dagas o hachas arrojadizas)
.10 objetos medianos (artefactos de cierto calibre, partes de armaduras, armas como espadas cortas, hachas de una mano, etc)
.5 objetos grandes (en general armas a dos manos, armaduras completas, como por ejemplo martillos, hachas, etc)
.3 objetos enormes ( armas de grandes proporciones y de difícil manejo, o armaduras muy pesadas)
Para almacenar los objetos, tendrán que estar a un rango de 5 metros, estos se desintegraran, y se guardaran en los brazales. Cuando los brazales almacenan algún objeto, sus runas se iluminan gradualmente según el tamaño del objeto a almacenar.
Calidad del objeto: Genuina / fuerte
Bizvan
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- Nada de lo que busco. –se podía notar una clara decepción en mis palabras.
Removí todos los tesoros hasta llegar al suelo y no encontré nada que cumpliera con lo que quería. Miré a mí alrededor para dar un último vistazo a los objetos que había movido.- Muchas cosas brillantes… -como herrero conocía el valor aproximado que cada una de esas cosas podría tener, aunque mi habilidad no me permitiría realizar trabajos tan ornamentados como esos. Tomé un collar de oro con lo que parecía ser un colgante de diamante.- Me parece que esto es para una mujer. –por ahora no tenía a nadie para que sirviera como regalo, así que dejarlo ahí sería normal, no obstante era muy poco probable o mejor dicho imposible que se presentara la oportunidad de conseguir algo parecido.- Supongo que esto puede servir como un premio de consolación.
Me coloqué de pie y guardé el collar en el bolsillo de mi pantalón y me encaminé hasta donde se encontraba el peliblanco.- Hey Gus… -la esfinge en la que hasta hace poco se encontraba encima fue destruida de un puñetazo. Miré a mi superior con una expresión que denotaba confusión por aquella acción, aunque eso duró poco. Una extraña neblina comenzó materializarse y la voz de mi superior indicándome que corriera me provocó un escalofrió. Repentinamente fui embestido por el peliblanco y mi cuerpo impactó con fuerza en el suelo.
Durante unos segundos permanecimos en el piso pero una voz comenzó a hablar. La atención de mi nakama fue captada por aquella voz y al quitarse de encima de mí, no podía creer lo que mis ojos veían.* Yo… creo que me golpeé la cabeza hace poco. *un ser de apariencia demoniaca se encontraba frente a nosotros declarando que cumpliría un deseo a cada uno como recompensa por liberarlo.
Aunque la oferta era sumamente tentadora, las palabras no podían salir de mi boca a causa de la sorpresa (y en parte continuaba creyendo que era una alucinación causada por el golpe o el gas).
Mi camarada pareció recuperarse más rápido que yo y tras darle la bienvenida a aquella entidad realizó su deseo. No me resultó extraño que pidiera… bueno, eso. Aunque algo en aquel ser me provocaba inseguridad.
En ese momento quería obtener el poder para proteger a mis nakamas, pero… ¿Era buena idea confiar en algo que parecía un demonio? ¿Y si mi compañero había liberado algo peligroso?
Me coloqué de pie con algo de dificultad y permanecí mirando al ser de piel roja.
Removí todos los tesoros hasta llegar al suelo y no encontré nada que cumpliera con lo que quería. Miré a mí alrededor para dar un último vistazo a los objetos que había movido.- Muchas cosas brillantes… -como herrero conocía el valor aproximado que cada una de esas cosas podría tener, aunque mi habilidad no me permitiría realizar trabajos tan ornamentados como esos. Tomé un collar de oro con lo que parecía ser un colgante de diamante.- Me parece que esto es para una mujer. –por ahora no tenía a nadie para que sirviera como regalo, así que dejarlo ahí sería normal, no obstante era muy poco probable o mejor dicho imposible que se presentara la oportunidad de conseguir algo parecido.- Supongo que esto puede servir como un premio de consolación.
Me coloqué de pie y guardé el collar en el bolsillo de mi pantalón y me encaminé hasta donde se encontraba el peliblanco.- Hey Gus… -la esfinge en la que hasta hace poco se encontraba encima fue destruida de un puñetazo. Miré a mi superior con una expresión que denotaba confusión por aquella acción, aunque eso duró poco. Una extraña neblina comenzó materializarse y la voz de mi superior indicándome que corriera me provocó un escalofrió. Repentinamente fui embestido por el peliblanco y mi cuerpo impactó con fuerza en el suelo.
Durante unos segundos permanecimos en el piso pero una voz comenzó a hablar. La atención de mi nakama fue captada por aquella voz y al quitarse de encima de mí, no podía creer lo que mis ojos veían.* Yo… creo que me golpeé la cabeza hace poco. *un ser de apariencia demoniaca se encontraba frente a nosotros declarando que cumpliría un deseo a cada uno como recompensa por liberarlo.
Aunque la oferta era sumamente tentadora, las palabras no podían salir de mi boca a causa de la sorpresa (y en parte continuaba creyendo que era una alucinación causada por el golpe o el gas).
Mi camarada pareció recuperarse más rápido que yo y tras darle la bienvenida a aquella entidad realizó su deseo. No me resultó extraño que pidiera… bueno, eso. Aunque algo en aquel ser me provocaba inseguridad.
En ese momento quería obtener el poder para proteger a mis nakamas, pero… ¿Era buena idea confiar en algo que parecía un demonio? ¿Y si mi compañero había liberado algo peligroso?
Me coloqué de pie con algo de dificultad y permanecí mirando al ser de piel roja.
- Resumen Balt. Con Gusi:
- -Tomar un collar de entre los tesoros y guardarlo. -Reunirme con Gusi y presenciar la aparición del genio. -Dudar de sus palabras y decidir mirarlo.
Krieg
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La propuesta draconiana es aceptada por el ángel, no me lo esperaba…. ¿Será esta una buena opción? Dexter me ha demostrado que no es una persona totalmente útil, puede que haya tenido razón en lo de Zilda… pero me ha abandonado, a mí y a mis soldados, frente a un ejército aunque le pedí ayuda personalmente. Lo mismo puede extenderse para todos los integrantes de la que fue Zilda, nadie ha ido en mi ayuda, nadie ha querido salvaguardar la base de manera inicial… Estoy, y he estado, solo.
¿Y qué he obtenido de mis acciones? Nada. Odios, tan sólo eso. Pero yo he hecho lo que tenía que hacer, he salvado vidas cuando se diezmó el ejército de mutantes. ¿He hecho bien? Dentro de las opciones que tenía he tomado la mejor opción altruista, aunque eso no quiera decir que haya hecho bien. El bien es relativo.
- Creo que no hace falta forzar la puerta, creo que ya no hace falta hacer nada.- digo, sin forzar mi tono a una variante emotiva humana.
Sigo a la comitiva encabezada por Dexter, aunque me interesa más seguir al ángel que ha decidido, en una forja monumental de voluntad, darnos una última oportunidad. ¿Lo hubiera hecho yo? Convertirse en un mal supremo para unir a todos los demás parece un mecanismo útil, ¿pero a qué coste? ¿Le queda humanidad que gastar? ¿Me queda a mí que forjar?
Todo es mucho más fácil sin considerar la sociedad, y , a la vez, mucho más difícil después. No hay ni bien ni mal, ¿no?. Quiero descansar… pero el cansancio no se va.
Las palabras cruzan el aire mientras me debato a qué mirar, que ver entre todas las imágenes presentes y de mis recuerdos. Un señor que es capaz de materializar armas en el aire con tan sólo nombrarlas, un monstruo que se había suicidado lanzándose al vacío, un marine que pregunta a un yonkou como a un viejo amigo, personas que atienden a los heridos, el ruido de la batalla en otras cámaras, gente llorando, una broma estúpida y reprochable, un vicealmirante ignorado por la reciente paz, un esqueleto lector, un quejica de brazo de trapo, un becerro propuesto a pretor; no tan becerro, porque reparte comida que se agradece, un árbol ya de nombre conocido, un monstruo de afilados colmillos… Un ángel muy cansado, unhumano demasiado cansado…
¿Y qué he obtenido de mis acciones? Nada. Odios, tan sólo eso. Pero yo he hecho lo que tenía que hacer, he salvado vidas cuando se diezmó el ejército de mutantes. ¿He hecho bien? Dentro de las opciones que tenía he tomado la mejor opción altruista, aunque eso no quiera decir que haya hecho bien. El bien es relativo.
- Creo que no hace falta forzar la puerta, creo que ya no hace falta hacer nada.- digo, sin forzar mi tono a una variante emotiva humana.
Sigo a la comitiva encabezada por Dexter, aunque me interesa más seguir al ángel que ha decidido, en una forja monumental de voluntad, darnos una última oportunidad. ¿Lo hubiera hecho yo? Convertirse en un mal supremo para unir a todos los demás parece un mecanismo útil, ¿pero a qué coste? ¿Le queda humanidad que gastar? ¿Me queda a mí que forjar?
Todo es mucho más fácil sin considerar la sociedad, y , a la vez, mucho más difícil después. No hay ni bien ni mal, ¿no?. Quiero descansar… pero el cansancio no se va.
Las palabras cruzan el aire mientras me debato a qué mirar, que ver entre todas las imágenes presentes y de mis recuerdos. Un señor que es capaz de materializar armas en el aire con tan sólo nombrarlas, un monstruo que se había suicidado lanzándose al vacío, un marine que pregunta a un yonkou como a un viejo amigo, personas que atienden a los heridos, el ruido de la batalla en otras cámaras, gente llorando, una broma estúpida y reprochable, un vicealmirante ignorado por la reciente paz, un esqueleto lector, un quejica de brazo de trapo, un becerro propuesto a pretor; no tan becerro, porque reparte comida que se agradece, un árbol ya de nombre conocido, un monstruo de afilados colmillos… Un ángel muy cansado, un
- Agente Adam Plaza del palacio a Sala del trono:
- Escuchar discursos, pensar cosas. Simpatizar con linvanna, todo lo que Adam puede simpatizar. Discurso mental interno de tono depresivo-nihilista (todo lo que hago no se obtienen resultados) Ir apuntando mentalmente los nombres de las gentes que aparecen allí, sus caras, DATOS DATOS DATTTTAAAA
Elya Edelweiss
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Estaba de espaldas al hombre, pero todavía podía oírle. Su tono la hizo demorarse y distraerse; parecía arrepentido. Sin embargo, Elya sabía la verdad. El daño estaba hecho y repararlo no sería posible, lo había visto en los ojos de la chica. Él la había abandonado, la había dejado... sola. A ella ya su propio hijo. ¿Cómo podía ser eso? Milena era fuerte, lo había comprobado. Saldría adelante con o sin él, eso estaba claro. Y sin embargo... giró la cabeza al suelo, impotente y confusa. Pese a lo que había hecho, si quisiera cambiarlo... si tuviera la voluntad. ¿Y qué importaba? Ni ella iba a perdonarle ni era su maldito asunto. Por dios, estaba en medio de una guerra...
Una guerra.
Alzó la cabeza de repente, volviendo a la realidad. No podía quedarse ahí parada, en verdad... mientras sus pensamientos daban vueltas en su cabeza, alguien pasó a su lado. Incluso sin mirarle sabía que se trataba de aquella persona que había detenido a la guardiana. Se giró y le vio marcharse al interior del palacio. Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que ya nadie peleaba. Estaban recogiendo los heridos y haciéndose cargo de los cadáveres. ¿La guerra había terminado? No se había enterado de nada. Un poco cabizbaja bajó el arma, sopesando qué hacer a continuación. Ni había entendido los motivos ni había tomado parte en la batalla, más que ayudar a retrasar a un ejército que ahora se había retirado. Había sido realmente inútil.
Se giró hacia Ushio y con voz firme, suspiró y le dijo:
- Estaba furiosa. Y tenía motivos para estarlo. No, tu comportamiento no tiene excusa. Sobrevivirán ambos, Milena es fuerte como para protegerse a ella misma y a su criatura.
Volvió a mirar al suelo, indecisa, y al final le dijo con el ceño fruncido:
-Si tan mal te sientes, podrías hacer algo. Ese niño necesitará cosas cuando nazca y aún si ella no... es tu hijo. Haz algo.
Dicho eso, se giró y observó la plaza. Tras un par de segundos, se encaminó hacia aquellos que estaban atendiendo a los heridos. Sin hablar con nadie, comenzó a hacer lo propio alzando a aquellos que no podían levantarse y vendando a los que lo necesitaban. La medicina no era su fuerte, pero sí sabía como aplicar los primeros auxilios. Sus manos se movían con agilidad y su cuerpo con seguridad, pero su rostro estaba sombrío. Quizás el cielo volviera a ser azul, pero sus pensamientos eran negros.
Una guerra.
Alzó la cabeza de repente, volviendo a la realidad. No podía quedarse ahí parada, en verdad... mientras sus pensamientos daban vueltas en su cabeza, alguien pasó a su lado. Incluso sin mirarle sabía que se trataba de aquella persona que había detenido a la guardiana. Se giró y le vio marcharse al interior del palacio. Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que ya nadie peleaba. Estaban recogiendo los heridos y haciéndose cargo de los cadáveres. ¿La guerra había terminado? No se había enterado de nada. Un poco cabizbaja bajó el arma, sopesando qué hacer a continuación. Ni había entendido los motivos ni había tomado parte en la batalla, más que ayudar a retrasar a un ejército que ahora se había retirado. Había sido realmente inútil.
Se giró hacia Ushio y con voz firme, suspiró y le dijo:
- Estaba furiosa. Y tenía motivos para estarlo. No, tu comportamiento no tiene excusa. Sobrevivirán ambos, Milena es fuerte como para protegerse a ella misma y a su criatura.
Volvió a mirar al suelo, indecisa, y al final le dijo con el ceño fruncido:
-Si tan mal te sientes, podrías hacer algo. Ese niño necesitará cosas cuando nazca y aún si ella no... es tu hijo. Haz algo.
Dicho eso, se giró y observó la plaza. Tras un par de segundos, se encaminó hacia aquellos que estaban atendiendo a los heridos. Sin hablar con nadie, comenzó a hacer lo propio alzando a aquellos que no podían levantarse y vendando a los que lo necesitaban. La medicina no era su fuerte, pero sí sabía como aplicar los primeros auxilios. Sus manos se movían con agilidad y su cuerpo con seguridad, pero su rostro estaba sombrío. Quizás el cielo volviera a ser azul, pero sus pensamientos eran negros.
Aki D. Arlia
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La joven se giró dispuesta a contestar al esqueleto, pero en ese momento otra mujer entró en la sala. Aki se giró y la miró con curiosidad al oír de sus labios el nombre de Dranser. Los registros decían que actualmente tenía a dos protegidos y aunque nunca hubieran hablado del tema Aki tenía sus fuentes y había oído hablar de ambos. Sonrió a los recién llegados y se hizo a un lado para que se sentaran en los tronos libres. Comeenzó a caminar distraidamente frente a los tronos, echando de vez en cuando miradas furtivas a la puerta. La lucha parecía una carnicería, o quizás solo eran los sonidos que llegaban lo que le hacía exagerar la situación.
- Mi nombre es Aki, Dranser está a mis órdenes.- Dijo sonriéndole a ambos con amabilidad antes de seguir.- Entiendo que estáis cansados, pero sabed que llegará un momento en que deberéis desocupar esos tronos. De todas maneras, buen trabajo.
Acto seguido, recordó lo que iba a decir y se giró hacia el esqueleto. Pensándolo mejor, dio un par de pasos y se acomodó en las escaleras que guiaban al trono central. Era el único desocupado, pero no iba a cometer la tontería de sentarse ahí. Ella no quería reinar, mejor no buscarse problemas. Se giró hacia Sans y mirándole desde abajo le comentó con naturalidad.
- No, no había oído nunca ese nombre... y me acordaría. Pero podría conseguir la información, si tuviera tiempo y un buen motivo.- Su tono era igual de desenfadado y casual que el del esqueleto, pero en realidad estaba calculando. Era cierto que no conocía la organización, pero también lo era que podía encontrarla; Xella tenía manos en todas partes. Sería muy extraño que hubiera una laguna así en sus registros. Le gustaba el esqueleto; era calmado y tenía un juicio e ideales similares a los suyos. Quizás pudiera tirar del hilo y terminar por engancharle como aliado...o incluso miembro. Pero el tiempo diría, de todas formas.
En ese momento, apareció Raghersir y se sentó en otro rincón, un poco muerto. Aki ni siquiera se levantó, tan solo suspiró y le dijo con tono aburrido:
-No, la próxima vez quizás quieras no cambiarte tres veces de bando en la misma guerra. Sabes que no dejaré que te mueras, pero te has ganado un par de magulladuras. Cada uno cosecha lo que siembra, al fin y al cabo.
Pese a lo que decía, quedaba claro a todas luces que no estaba enfadada; quizás algo exasperada. Fue a decir algo más, pero entonces oyó la música. Se quedó callada y frunció el ceño, enderezándose en su sitio. Ella conocía esa música, la conocía demasiado bien. Era la favorita de Derian, pero Derian estaba muerto. ¿A quién se le ocurriría hacerla sonar en la cumbre de la guerra, y quién podía hacer que sonara con tanta claridad por encima del alboroto?
Pronto obtuvo su respuesta. En la puerta apareció un hombre. Sus ropas estaban hechas harapos y solo un milagro podía explicar el por qué todavía se mantenían unidas. Estaba cubierto de tierra, mugre y sangre; la primera impresión de la pelirroja fue que estaba hecho un desastre. Pero entonces notó su aura y no le quedó duda de que el espectáculo de música tétrica era cosa suya. Aún antes de identificarlo, como un autoreflejo cambió la apariencia de su aura para que equiparara la del hombre. Apenas si se dio cuenta, pero si se hubiera parado a pensarlo habría dicho que era un instinto de supervivencia. Cuanto más poderosa aparentas ser menos intentará la gente comprobar que lo eres. Sin embargo, en un segundo vistazo se dio cuenta de quien era. Dexter Black.
Confusa, le vio avanzar hacia el trono. Era muy obvio lo que pretendía y sin embargo, Aki no le detuvo. Le siguió con la mirada en todo su recorrido, sus ojos clavados en los suyos aun cuando él solo la había mirado por un instante. Su rostro estaba serio, expectante. ¿Acaso iba a repetir lo que había hecho el monarca? No iba a permitírselo. Síderos no iría a la guerra una tercera vez, antes la isla se hundiría. Y aún así había algo que no cuadraba. Recordaba lo que había dicho Dranser, Krauser confiaba en ese hombre. Y si Krauser confiaba en él... aguardó. Aguardó y enarcó una ceja al escuchar lo que dijo. ''Reclamo esta isla como mía''. Qué tenso. ¿Dónde estaban la soltura y las dotes de líder que había intuido mientras todavía estaba organizándoles contra Zilda? Paso un segundo, pasaron dos. Y antes de que nadie hiciera nada, él sonrió aclarando que todo era una broma.
Aki suspiró, exasperada. Sin preocuparse de bajar la voz ni de mirarle, apoyó la barbilla en las manos con elegancia y comentó:
- En verdad los rumores no le hacían justicia. Es mucho más idiota de lo que parecía.
La música cesó y la pelirroja se levantó cruzándose de brazos mientras le escuchaba hablar. No estaba de acuerdo con algunas elecciones, pero podía entender su punto de vista. Si quería entregar la isla al gobierno, no le quedaba más remedio. Bueno, aún se podía hacer algo. Pero antes de que dijera nada, uno de los nominados llegó tras otra persona a la que no conocía, ofreciendo comida y medicinas. Asintió lentamente y comentó:
-Dranser, Galia, Ryuken, me parece que ha llegado la hora de levantarse. Id a sentaros con Raghersir si os parece bien, al fin y al cabo a vosotros no puedo ordenaros nada. - Mientras hablaba, se dirigió al montoncito de avituallamiento dejado por Bleyd y ni corta ni perezosa cogió uno de los regeneradores celulares. Se lo lanzó a Silver mientras le decía: - Ten, utiliza esto y pásale otro a Rag. Algunas de esas heridas tienen mala pinta.
Luego, aún tratando de organizar sus pensamientos, avanzó hasta la figura en el trono central. Escogió sus palabras con cuidado, antes de decirle:
- No creo que hayan sido malas elecciones, dada tu postura. Pero si el monarca elegido representa un peligro no me quedaré de brazos cruzados. Y te sugiero que de ser el caso, dejes tu cargo y te unas a la batalla. A ninguno, ni en esta sala ni fuera de ella, nos interesa que Síderos se entrometa con el mundo. Estaba muy bien aquí aislada y me gustaría que siguiera siendo así. - Luego, pensándolo mejor, le tendió una mano y le dedicó una pequeña sonrisa.- Aki D. Arlia, creo que antes no tuve mucho tiempo para presentaciones. Un placer.
- Mi nombre es Aki, Dranser está a mis órdenes.- Dijo sonriéndole a ambos con amabilidad antes de seguir.- Entiendo que estáis cansados, pero sabed que llegará un momento en que deberéis desocupar esos tronos. De todas maneras, buen trabajo.
Acto seguido, recordó lo que iba a decir y se giró hacia el esqueleto. Pensándolo mejor, dio un par de pasos y se acomodó en las escaleras que guiaban al trono central. Era el único desocupado, pero no iba a cometer la tontería de sentarse ahí. Ella no quería reinar, mejor no buscarse problemas. Se giró hacia Sans y mirándole desde abajo le comentó con naturalidad.
- No, no había oído nunca ese nombre... y me acordaría. Pero podría conseguir la información, si tuviera tiempo y un buen motivo.- Su tono era igual de desenfadado y casual que el del esqueleto, pero en realidad estaba calculando. Era cierto que no conocía la organización, pero también lo era que podía encontrarla; Xella tenía manos en todas partes. Sería muy extraño que hubiera una laguna así en sus registros. Le gustaba el esqueleto; era calmado y tenía un juicio e ideales similares a los suyos. Quizás pudiera tirar del hilo y terminar por engancharle como aliado...o incluso miembro. Pero el tiempo diría, de todas formas.
En ese momento, apareció Raghersir y se sentó en otro rincón, un poco muerto. Aki ni siquiera se levantó, tan solo suspiró y le dijo con tono aburrido:
-No, la próxima vez quizás quieras no cambiarte tres veces de bando en la misma guerra. Sabes que no dejaré que te mueras, pero te has ganado un par de magulladuras. Cada uno cosecha lo que siembra, al fin y al cabo.
Pese a lo que decía, quedaba claro a todas luces que no estaba enfadada; quizás algo exasperada. Fue a decir algo más, pero entonces oyó la música. Se quedó callada y frunció el ceño, enderezándose en su sitio. Ella conocía esa música, la conocía demasiado bien. Era la favorita de Derian, pero Derian estaba muerto. ¿A quién se le ocurriría hacerla sonar en la cumbre de la guerra, y quién podía hacer que sonara con tanta claridad por encima del alboroto?
Pronto obtuvo su respuesta. En la puerta apareció un hombre. Sus ropas estaban hechas harapos y solo un milagro podía explicar el por qué todavía se mantenían unidas. Estaba cubierto de tierra, mugre y sangre; la primera impresión de la pelirroja fue que estaba hecho un desastre. Pero entonces notó su aura y no le quedó duda de que el espectáculo de música tétrica era cosa suya. Aún antes de identificarlo, como un autoreflejo cambió la apariencia de su aura para que equiparara la del hombre. Apenas si se dio cuenta, pero si se hubiera parado a pensarlo habría dicho que era un instinto de supervivencia. Cuanto más poderosa aparentas ser menos intentará la gente comprobar que lo eres. Sin embargo, en un segundo vistazo se dio cuenta de quien era. Dexter Black.
Confusa, le vio avanzar hacia el trono. Era muy obvio lo que pretendía y sin embargo, Aki no le detuvo. Le siguió con la mirada en todo su recorrido, sus ojos clavados en los suyos aun cuando él solo la había mirado por un instante. Su rostro estaba serio, expectante. ¿Acaso iba a repetir lo que había hecho el monarca? No iba a permitírselo. Síderos no iría a la guerra una tercera vez, antes la isla se hundiría. Y aún así había algo que no cuadraba. Recordaba lo que había dicho Dranser, Krauser confiaba en ese hombre. Y si Krauser confiaba en él... aguardó. Aguardó y enarcó una ceja al escuchar lo que dijo. ''Reclamo esta isla como mía''. Qué tenso. ¿Dónde estaban la soltura y las dotes de líder que había intuido mientras todavía estaba organizándoles contra Zilda? Paso un segundo, pasaron dos. Y antes de que nadie hiciera nada, él sonrió aclarando que todo era una broma.
Aki suspiró, exasperada. Sin preocuparse de bajar la voz ni de mirarle, apoyó la barbilla en las manos con elegancia y comentó:
- En verdad los rumores no le hacían justicia. Es mucho más idiota de lo que parecía.
La música cesó y la pelirroja se levantó cruzándose de brazos mientras le escuchaba hablar. No estaba de acuerdo con algunas elecciones, pero podía entender su punto de vista. Si quería entregar la isla al gobierno, no le quedaba más remedio. Bueno, aún se podía hacer algo. Pero antes de que dijera nada, uno de los nominados llegó tras otra persona a la que no conocía, ofreciendo comida y medicinas. Asintió lentamente y comentó:
-Dranser, Galia, Ryuken, me parece que ha llegado la hora de levantarse. Id a sentaros con Raghersir si os parece bien, al fin y al cabo a vosotros no puedo ordenaros nada. - Mientras hablaba, se dirigió al montoncito de avituallamiento dejado por Bleyd y ni corta ni perezosa cogió uno de los regeneradores celulares. Se lo lanzó a Silver mientras le decía: - Ten, utiliza esto y pásale otro a Rag. Algunas de esas heridas tienen mala pinta.
Luego, aún tratando de organizar sus pensamientos, avanzó hasta la figura en el trono central. Escogió sus palabras con cuidado, antes de decirle:
- No creo que hayan sido malas elecciones, dada tu postura. Pero si el monarca elegido representa un peligro no me quedaré de brazos cruzados. Y te sugiero que de ser el caso, dejes tu cargo y te unas a la batalla. A ninguno, ni en esta sala ni fuera de ella, nos interesa que Síderos se entrometa con el mundo. Estaba muy bien aquí aislada y me gustaría que siguiera siendo así. - Luego, pensándolo mejor, le tendió una mano y le dedicó una pequeña sonrisa.- Aki D. Arlia, creo que antes no tuve mucho tiempo para presentaciones. Un placer.
- SALA DEL TRONO:
- Hacer el que seguramente sea mi maldito post más largo. Hablar con todos y presenciar los acontecimientos. Tensarme y hacer que mi aura parezca tope powerful (?) Decirles a Dranser y company que salgan de los tronos y se curen e ir a hablarle a Dexter con su desfachatez habitual (?)
Roland von Klauswitz
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"Malditos piratas", pensó el Roble con resentimiento mientras veía como la procesión encabezada por uno de los Yonko se adentraba en el palacio real. Realmente estaba funcionando, había detenido los combates... No sabía si debía alegrarse o preocuparse. ¿Era un criminal el más adecuado para traer la paz? La respuesta, según pensaba, era que no, pero la paz era la paz al fin y al cabo. Se sentía aliviado de no tener que seguir que enfrentándose a ese ser. Aún estaba fresca en su mente la imagen de la enorme serpiente de fuego.
Pero, ¿por qué todo el mundo lo seguía? ¿Qué pensaba hacer el pirata? Kodama se dijo que mantendría la tregua y no trataría de arrestarlo. De hecho, pensó que lo mejor sería dejar las luchas. Estaba cansado y tomarse el resto del día libre no le iría nada mal. Si conseguían realmente que Síderos no terminase completamente destruido se daría por satisfecho. Así que, aun a pesar de que no terminaba de estar convencido, entró en el moribundo palacio.
El edificio parecía a punto de caerse sobre todos los que había en su interior pero no le dio importancia. No entendía el apego de los humanos por objetos tan poco duraderos como un edificio. ¿No podían construir otro si ése se derrumbaba? Por el camino se topó con multitud de gente de todo tipo, incluso con algunos a los que fingía no ver. Gente cuyas banderas mostraban una calavera, que prefería ignorar por el bien de todos.
Él no siguió al Yonko y a todos los demás inmediatamente, sino que se separó del grupo al escuchar un leve ruido al final de un pasillo. Con más curiosidad que cautela se acercó a mirar, aunque cuando descubrió su origen se quedó realmente decepcionado. No era más que un joven humano de pelo oscuro, armado con una espada del mismo color, que hurgaba en una caja fuerte de pared en una de las muchas estancias del palacio. La caja parecía vacía; solo contenía una bolsita que el chico pareció despreciar. Kodama saludó al joven, que se había llamar Elliot, con un gesto de cabeza, pero éste parecía demasiado impresionado por su aspecto como para responder. Tardó unos segundos, y le habló con tanta cortesía que el marine no entendió la mitad de lo que dijo. Aún se le escapaban algunas de las complicaciones del lenguaje formal.
Cuando el humano le enseñó que la caja no contenía más que una bolsa con semillas, Kodama se ofreció a plantarlas por él más tarde. Luego se despidieron sin más, aunque notaba la mirada del chico posada en él. Por suerte estaba acostumbrado.
Cuando llegó a donde parecía estar todo el mundo, oyó el discurso de Black. ¿Estaba nombrando nuevos pretores? ¿De dónde había sacado esa autoridad tan de repente? ¿Y por qué había una especie de pony de color rosa allí? Kodama frunció el ceño con desaprobación cuando mencionó su nombre como uno de los nuevos pretores.
-Te estás tomando demasiadas libertades, joven -exclamó en voz bien alta. Se acercó a la hilera de tronos sin gustarle un pelo que ese criminal se autonombrase pretor también. ¿Quién le garantizaba a él que no era un truco de pirata? Se aseguraría de no perderlo de vista-. Espero que seas consciente de tu estatus en el mundo, chico. No te acostumbres demasiado a dar órdenes.
- Palacio y sala del trono:
- Seguir a todo el mundo a la sala del trono a ver qué pasa - Por el camino, toparse con Ichizake (controlado por mi) para encontrar el objeto de lotería de forma un poco cogida con pinzas xD - Oír el discursito de Dexter y "marcar paquete" ante el pirata
Ichizake
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Gerald no se sentía especialmente cómodo con las amenazas de muerte, la inminencia de la destrucción total y las batallas entre luchadores cuyos poderes sobrepasaban su imaginación. De hecho, el solo contemplar cómo la Guardiana se enfrentaba con el extraño árbol parlante y los demás, para luego encararse con otro nutrido grupo de gente cuyas caras evocaban recompensas millonarias en los recuerdos del espadachín resultó ser demasiado. Se dijo que ya había visto suficiente y optó por buscar un lugar mejor donde contemplar el fin del mundo.
Entró al palacio real por una de las grietas que plagaban sus muros. Tuvo que apretarse un poco pero logró atravesar las gruesas paredes e ir a parar a una ornamentada habitación. Le repugnó solo verla; le recordaba demasiado al palacio del Rey, allá en el Reino. Deambuló por los pasillos, tratando de no acercarse demasiado al origen de aquellos ruidos tan parecidos a una batalla en la que no le convenía meterse.
Cuando encontró una caja fuerte en una pared creyó que por fin la suerte le sonreía y que tal vez hallase allí algo con lo que contentar a la divina tirana. Al fin y al cabo, sabía que necesitaba un rey para no matarlos a todos, por lo que encontrar una corona sería un buen primer paso en la tarea de la supervivencia. Mas el fragor del combate se había calmado. Ni siquiera se había dado cuenta de que todo había terminado hasta que no miró por un ventanal y vio el cielo azul de nuevo. ¿Significaba eso que había acabado todo? Por tanto, había o iba a haber un nuevo rey. Gerald contuvo un gesto de asco. Odiaba a los reyes.
Sin embargo, estaba aliviado de que la exterminadora con alas no fuese a quitarle la vida. Tanto que incluso pasó por alto el hecho de que en la caja fuerte -que, aunque abollada por las sacudidas que agrietaban los muros, opuso una férrea resistencia a ser forzada- no hubiera más que una bolsa con semillas. ¿Una especie de símbolo? ¿Una garantía para las cosechas tras la guerra? De no haber aparecido ante él el ser arbóreo de la plaza quizás se hubiese molestado en tratar de responder a esa pregunta.
La mole de madera medía más de tres metros y caminaba como una persona normal. Su cabello estaba formado por hojas y además podía hablar. Gerald estaba sin palabras. Tuvo que parpadear varias veces para comprender que lo que veía era real, y pensar durante unos largos segundos lo que iba a decirle. Se presentó como Elliot y procedió a las cortesías pertinentes cuando uno se topa con un engendro tan maravilloso como monstruoso. Y armado para más inri.
Estupefacto tras su encuentro, vagó por los pasillos hasta que se percató de la gran afluencia de gente en el palacio. El espectáculo en la sala del trono no tenía desperdicio. Realmente iba a nombrarse un nuevo rey en Síderos. Teniendo en cuenta el arsenal del que disponía aquel país, confiaba en que fuese alguien fácil de manipular.
- Palacio:
- Mirar lo que pasa y blablabla
Pyros Silver
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Con la intención de seguir a los nakamas que habían saltado hacia el interior del agujero, empecé a correr sin detenerme y me precipité al agujero, rezando para que el aterrizaje no fuera demasiado duro. Caía y caía por aquel lugar oscuro, me sentía como cierta muchacha de un libro de cuentos que saltó por un agujero persiguiendo a un extraño conejo blanco. Cuando era pequeña, mi padre me solía contar muchas historias acerca de peligrosos piratas, criaturas mágicas y sobre los héroes de la Marina de antaño. Ya incluso de pequeña, soñaba con convertirme en una marine para poder formar parte de las muchas historias como una heroína más. El fuerte viento debido a que estaba cayendo, echaba mi hermosa cabellera rubia hacia atrás y mis ojos estaban centrados en el fondo, intentando ver cuánto faltaba para tocar el suelo.
Ya el negro suelo se estaba vislumbrando y se iba acercando más y más. Tensé mi cuerpo, preparándome para recibir el impacto contra el suelo y algo me decía que no iba a sobrevivir a ello. Dejé escapar un grito agudo y cerré los ojos pero, para mi sorpresa, me encontraba levitando a unos pocos palmos del suelo y pude apoyar los pies sin ningún problema.
Los nakamas que se encontraban ahí abajo conmigo, empezaron a caminar a lo que era una especie de capilla antigua. Apresuré mi paso para no quedarme sola en tal extraño lugar y entramos en aquella edificación olvidada de la mano de Dios. Una gran cantidad de tesoros además de unas cuantas personas se encontraban en el interior, uno de los desconocidos se transformó en un gran dragón y se dirigió hacia el exterior, mi cara de sorpresa no pasó desapercibida ante tal imagen.
De los Crimson Wolves solo estábamos Gusi, Biz y yo, ya que Tobi se había ido afuera además de que parecía algo molesto. Gusi y Biz se estaban dedicando a buscar tesoros, aunque especialmente, un rubí rojo para ponerlo en la estatua de una esfinge. Yo me dispuse a intentar buscar algo de utilidad para la guerra entre tantos tesoros que había por la zona. Monedas de oro, piedras preciosas, armas decorativas… nada de utilidad para poder ayudar a acabar esta guerra. Me di la vuelta hacia mis compañeros para ver si habían encontrado algo de utilidad… habían encontrado un genio. Eso hizo que empezara a buscar con más ahínco entre el resto de tesoros que quedaban, incluso empecé a tocar las paredes en busca de algún mecanismo secreto por si las moscas.
Ya el negro suelo se estaba vislumbrando y se iba acercando más y más. Tensé mi cuerpo, preparándome para recibir el impacto contra el suelo y algo me decía que no iba a sobrevivir a ello. Dejé escapar un grito agudo y cerré los ojos pero, para mi sorpresa, me encontraba levitando a unos pocos palmos del suelo y pude apoyar los pies sin ningún problema.
Los nakamas que se encontraban ahí abajo conmigo, empezaron a caminar a lo que era una especie de capilla antigua. Apresuré mi paso para no quedarme sola en tal extraño lugar y entramos en aquella edificación olvidada de la mano de Dios. Una gran cantidad de tesoros además de unas cuantas personas se encontraban en el interior, uno de los desconocidos se transformó en un gran dragón y se dirigió hacia el exterior, mi cara de sorpresa no pasó desapercibida ante tal imagen.
De los Crimson Wolves solo estábamos Gusi, Biz y yo, ya que Tobi se había ido afuera además de que parecía algo molesto. Gusi y Biz se estaban dedicando a buscar tesoros, aunque especialmente, un rubí rojo para ponerlo en la estatua de una esfinge. Yo me dispuse a intentar buscar algo de utilidad para la guerra entre tantos tesoros que había por la zona. Monedas de oro, piedras preciosas, armas decorativas… nada de utilidad para poder ayudar a acabar esta guerra. Me di la vuelta hacia mis compañeros para ver si habían encontrado algo de utilidad… habían encontrado un genio. Eso hizo que empezara a buscar con más ahínco entre el resto de tesoros que quedaban, incluso empecé a tocar las paredes en busca de algún mecanismo secreto por si las moscas.
- Capilla - Crimson Wolves:
- Saltar al agujero, aterrizar, seguir a los compañeros que habían entrado a la capilla, alucinar con el dragón, buscar algún arma de utilidad para la batalla y algún mecanismo secreto
Ryuken Shirou
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Ryuken, en medio de su estado delirante, oyó como la pelirroja se presentaba. Curioso, él no sabía que Dranser se encontraba bajo las órdenes de otro. Pero si el espadachín confiaba en ella, supuso que podría relajarse un poco. Además... no se sentía en condiciones para desconfiar de todo el mundo. No, sus heridas y estado mental se lo impedían... Y parecía ser que él no era el único. Si no fuera porque el rebelde era un tipo serio, probablemente se hubiera dado un golpe el cara y echado a reír allí mismo. ¿Razón de ello? Una mujer de cabello morado que parecía más loca que una cabra. Revoloteaba de aquí para allá creyéndose abeja, por alguna razón. Ryuken suspiró pesadamente y se encogió de hombros. No, era mejor no preguntar. Ya suficiente problemas tenía con intentar filtrar sus recuerdos de lo sucedido.
Asintió levemente a las palabras de Aki, y simplemente cerró sus ojos. Hasta que no hubiera una decisión, se mantendría sentado en aquel trono para descansar por unos momentos. Pese a sus intentos, el dolor de cabeza persistía y sus heridas palpitaban con ardor y dolor.
- Maldito Ivan - pensó resignadamente.
Al cabo de unos minutos, la cosa se puso un poco tensa. Abrió sus ojos y vio como un tipo se acercaba al trono principal. Pese a su estado, no pudo evitar tensar sus músculos y apretar con fuerza el mango de Balmung. Nunca lo había visto en persona, pero reconocería donde fuera a ese tipo. El rumoreado Yonkou más fuerte de los cuatro: Dexter Black. Observó como el hombre se sentó el trono y reclamaba la isla como suya. Ryuken entrecerró sus ojos y negó con la cabeza ante el comentario que vino después. ¿Enserio esta era la personalidad de aquel ser tan temido? De todas formas, poco le importaba lo que sucediera en esta isla. Tan solo quería volver a casa y tratarse de mejor manera las heridas.
Suspiró con pesadez, se paró del trono y fue cojeando hacia una de las paredes. Le costó lo suyo, pero una vez allí se dejó caer como saco de patatas. Cerró sus ojos y se apoyó en la muralla, volviendo a su estado se descanso anterior.
Asintió levemente a las palabras de Aki, y simplemente cerró sus ojos. Hasta que no hubiera una decisión, se mantendría sentado en aquel trono para descansar por unos momentos. Pese a sus intentos, el dolor de cabeza persistía y sus heridas palpitaban con ardor y dolor.
- Maldito Ivan - pensó resignadamente.
Al cabo de unos minutos, la cosa se puso un poco tensa. Abrió sus ojos y vio como un tipo se acercaba al trono principal. Pese a su estado, no pudo evitar tensar sus músculos y apretar con fuerza el mango de Balmung. Nunca lo había visto en persona, pero reconocería donde fuera a ese tipo. El rumoreado Yonkou más fuerte de los cuatro: Dexter Black. Observó como el hombre se sentó el trono y reclamaba la isla como suya. Ryuken entrecerró sus ojos y negó con la cabeza ante el comentario que vino después. ¿Enserio esta era la personalidad de aquel ser tan temido? De todas formas, poco le importaba lo que sucediera en esta isla. Tan solo quería volver a casa y tratarse de mejor manera las heridas.
Suspiró con pesadez, se paró del trono y fue cojeando hacia una de las paredes. Le costó lo suyo, pero una vez allí se dejó caer como saco de patatas. Cerró sus ojos y se apoyó en la muralla, volviendo a su estado se descanso anterior.
- Sala del Trono:
- Pensamientos varios, maldecir a Ivan de nuevo, ver la llegada de Dex, salir del trono y sentarse de espalda en una de las murallas. Seguir descansando(?)
Tobías Thorn
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Me quedé perplejo cuando me percaté durante unos segundos que algunos de aquellos soldados habían escuchado mis palabras, tomando ejemplo de ellas y relajándose el poco tiempo que nos daba el ángel exterminador, aunque poco tiempo tuve para detenerme en dicho suceso. Yo mismo me había buscado un pequeño problema que requería de toda mi atención. La especie de lagarto en la que me había subido no era para nada tan dócil como esperaba. No había terminado de poner un pie en la montura cuando este comenzó a revolverse.
Tras un par de segundos bastante frenéticos intentándome sujetar a la bestia de forma inútil terminé tirado en el suelo ante la mirada de unos cuantos curiosos. Mira por donde habían encontrado un espectáculo que amenizase la tensión ante el apocalipsis de la isla. Me levanté intentando mantener toda la dignidad que me quedaba, sacudiéndome el polvo de la ropa como si no acabase de pasar nada mientras sonaba una vez más la voz del ángel. Una nueva cuenta atrás había comenzado.
Parecía que el combate había pasado a segundo plano, dejando paso a uno mucho más político, donde estaba claro que no tenía que aportar nada. Mis propios pensamientos podrían ser muy dispares del de los demás, por lo que me di cuenta que mi oportunidad para poder hacer algo había pasado. En la pelea ya pintaba poco, pero en eso mucho menos. Esperaba al menos que fuesen capaz de elegir a alguien decente y capaz. Bastante había pasado ya esta gente.
Por otro lado al verme sin poder hacer nada en lo que al futuro de Sideros deparaba, decidí intentar hacerme amigo de aquel enorme lagarto que tan temperamental se mostraba. Mi fascinación por los animales era mayor que por la de las personas y sin duda me encontraba ante un ser magnífico. Dudaba que volviese a cruzarme con una especie así en los Blues y no podía parar de imaginar la cara que pondría el peliblanco al verlo si conseguía llevármelo conmigo. Por lo tanto comencé a caminar lentamente hacia él, ajeno a mi entorno. Ahora estaba centrado en el animal, fijo en él y en cada movimiento que realizaba. Parecía que al ser no le había gustado nada mi intromisión y no estaba dispuesto a dejarme acercarme a él así como así. Notaba la tensión del reptil y opté por intentar relajarlo con algo de comida. Comencé a generar una gran bola de sirope y hice que avanzase a un metro del animal.
El lagarto sacaba su enorme lengua bípeda una y otra vez mientras miraba con curiosidad el dulce manjar. Parecía no estar seguro de si acercarse, aunque no me importaba. Yo solo quería distraerlo para mi siguiente paso. Justo en el momento en que el animal quitó su vista de mí me lancé a una tremenda velocidad para subirme a su grupa una vez más. Gracias al Soru el animal no se percató de mi presencia hasta que no estaba ya encima de él, pero no tardó en volver a revolverse intentando lanzarme por los aires una vez más. El muy tozudo casi consigue su propósito una vez más, aunque esta vez estaba preparado y conseguí mantenerme sobre él a duras penas. Había generado sirope con mis manos y pies adhiriéndolo a la piel escamosa del reptil, usando mi técnica Sutikkī para asegurarme de que no me escurría.
El traqueteo era más que terrible, consiguiendo que fuese capaz de enfocar bien lo que pasaba a mi alrededor, con la sensación de mareo amenazándome en cada giro que daba el reptil para zafarse de mí. Mi intención con aquella locura era mantenerme pegado a él hasta que se cansase, pero entonces ocurrió algo que no había previsto. El sonido de un arma descargándose sonó entre las tropas de Balt. Me hubiese encantado de saber quien se atrevía de disparar a alguien en aquel momento de extraña paz y entre una multitud tan grande, pero fuese lo que fuese lo que pasó, mi salvaje montura enfureció aún más y se puso a correr como un loco. Aún estaba mareado y no sabía hacia donde corría el reptil exactamente, aunque si estaba lo suficientemente centrado para maldecir a quien cojones hubiese disparado.
Tras un par de segundos bastante frenéticos intentándome sujetar a la bestia de forma inútil terminé tirado en el suelo ante la mirada de unos cuantos curiosos. Mira por donde habían encontrado un espectáculo que amenizase la tensión ante el apocalipsis de la isla. Me levanté intentando mantener toda la dignidad que me quedaba, sacudiéndome el polvo de la ropa como si no acabase de pasar nada mientras sonaba una vez más la voz del ángel. Una nueva cuenta atrás había comenzado.
Parecía que el combate había pasado a segundo plano, dejando paso a uno mucho más político, donde estaba claro que no tenía que aportar nada. Mis propios pensamientos podrían ser muy dispares del de los demás, por lo que me di cuenta que mi oportunidad para poder hacer algo había pasado. En la pelea ya pintaba poco, pero en eso mucho menos. Esperaba al menos que fuesen capaz de elegir a alguien decente y capaz. Bastante había pasado ya esta gente.
Por otro lado al verme sin poder hacer nada en lo que al futuro de Sideros deparaba, decidí intentar hacerme amigo de aquel enorme lagarto que tan temperamental se mostraba. Mi fascinación por los animales era mayor que por la de las personas y sin duda me encontraba ante un ser magnífico. Dudaba que volviese a cruzarme con una especie así en los Blues y no podía parar de imaginar la cara que pondría el peliblanco al verlo si conseguía llevármelo conmigo. Por lo tanto comencé a caminar lentamente hacia él, ajeno a mi entorno. Ahora estaba centrado en el animal, fijo en él y en cada movimiento que realizaba. Parecía que al ser no le había gustado nada mi intromisión y no estaba dispuesto a dejarme acercarme a él así como así. Notaba la tensión del reptil y opté por intentar relajarlo con algo de comida. Comencé a generar una gran bola de sirope y hice que avanzase a un metro del animal.
El lagarto sacaba su enorme lengua bípeda una y otra vez mientras miraba con curiosidad el dulce manjar. Parecía no estar seguro de si acercarse, aunque no me importaba. Yo solo quería distraerlo para mi siguiente paso. Justo en el momento en que el animal quitó su vista de mí me lancé a una tremenda velocidad para subirme a su grupa una vez más. Gracias al Soru el animal no se percató de mi presencia hasta que no estaba ya encima de él, pero no tardó en volver a revolverse intentando lanzarme por los aires una vez más. El muy tozudo casi consigue su propósito una vez más, aunque esta vez estaba preparado y conseguí mantenerme sobre él a duras penas. Había generado sirope con mis manos y pies adhiriéndolo a la piel escamosa del reptil, usando mi técnica Sutikkī para asegurarme de que no me escurría.
El traqueteo era más que terrible, consiguiendo que fuese capaz de enfocar bien lo que pasaba a mi alrededor, con la sensación de mareo amenazándome en cada giro que daba el reptil para zafarse de mí. Mi intención con aquella locura era mantenerme pegado a él hasta que se cansase, pero entonces ocurrió algo que no había previsto. El sonido de un arma descargándose sonó entre las tropas de Balt. Me hubiese encantado de saber quien se atrevía de disparar a alguien en aquel momento de extraña paz y entre una multitud tan grande, pero fuese lo que fuese lo que pasó, mi salvaje montura enfureció aún más y se puso a correr como un loco. Aún estaba mareado y no sabía hacia donde corría el reptil exactamente, aunque si estaba lo suficientemente centrado para maldecir a quien cojones hubiese disparado.
- Resumen Tobías:
- - Tener un pequeño encontronazo con el dulce reptil. Sorprenderme por el disparo y maldecir a quien haya sido mientras intento mantenerme pegado a mi montura mientras sale corriendo a donde vaya.
- Off:
- - No pongo que vaya a la plaza por el post de Hakuna. Dado que lo dispara con una extraña arma que no sabe que hace y por lo tanto no sabemos que pasará(?)
- Cosas usadas:
- Sutikkī :
El sirope de Tobías se vuelve extremamente pegajoso, haciendo que para poder quitarlo de una superficie haya que pegarlo en otra (No podrías simplemente sacudir el brazo y quitártelo de encima por ejemplo), al igual que le da la resistencia de aguantar una tensión de 200 kilos.
Liv L Astrid
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Estaba preparada para el combate pero no parecía que nadie fuese a atacarnos y todos se centraron en el pretor de Sharka, quien enfrentó a Bleyd usando su extraña espada, el Yonkaikyo se defendió de su ataque con un aparato raro, como unas pinzas con las que enganchó el arma del pretor, por otra parte un mapache le atacó también pero por la espalda, al igual que un tipo con la cara quemada, pero ambos dos fallaron sus ataques. El pretor tras esquivar los ataques, de pronto comenzó a gritar con una gran rabia y potencia, hecho que provocó que hizo que me tuviese que tapar los oídos por lo molesto que fue.
-Mira el cielo a cambiado – me dijo Trece señalándolo.
Este había cambiado de nuevo de color y había pasado de un color rojizo a su tono natural, sin duda había gente extremadamente poderosa que era capaz de cambiar casi a voluntad el tiempo y el color del cielo, no sabía si sobreviviría, pero si lo hacía lo haría de la forma más honorable posible. Pero luchar contra el pretor en esas condiciones de uno contra muchos no era algo que me diese mucho honor, aunque no por eso debía de dejar la defensa. El amigo de Worgulv se giró y se comenzó a marchar y a él le siguieron el mapache y mi mentor.
-¿Nos retiramos?, ¿Por qué? – le pregunté a Worgulv un poco extrañada de que este lo aceptase sin discusiones, ¿acaso el tipo cuervo con armadura era su superior y estaba obligado a hacerle caso?.
Me retiré con estos, esperando la respuesta de mi mentor, aunque según me retiré vi como alguna piedrecita se caía de las paredes, las cuales, no me había percatado, que tenían más grietas que antes y si antes se había caído el techó, posiblemente ahora se cayese la estructura entera. De pronto un tipo extraño, con un gran porte, pero con las ropas hechas una pierda entró en el palacio sin decir nada hasta llegar a la sala que había al lado de la que nos encontrábamos, luego pude escuchar como daba un discurso nombrando a varias personas, entre las cuales estaba el Yonkaikyo.
-Mira el cielo a cambiado – me dijo Trece señalándolo.
Este había cambiado de nuevo de color y había pasado de un color rojizo a su tono natural, sin duda había gente extremadamente poderosa que era capaz de cambiar casi a voluntad el tiempo y el color del cielo, no sabía si sobreviviría, pero si lo hacía lo haría de la forma más honorable posible. Pero luchar contra el pretor en esas condiciones de uno contra muchos no era algo que me diese mucho honor, aunque no por eso debía de dejar la defensa. El amigo de Worgulv se giró y se comenzó a marchar y a él le siguieron el mapache y mi mentor.
-¿Nos retiramos?, ¿Por qué? – le pregunté a Worgulv un poco extrañada de que este lo aceptase sin discusiones, ¿acaso el tipo cuervo con armadura era su superior y estaba obligado a hacerle caso?.
Me retiré con estos, esperando la respuesta de mi mentor, aunque según me retiré vi como alguna piedrecita se caía de las paredes, las cuales, no me había percatado, que tenían más grietas que antes y si antes se había caído el techó, posiblemente ahora se cayese la estructura entera. De pronto un tipo extraño, con un gran porte, pero con las ropas hechas una pierda entró en el palacio sin decir nada hasta llegar a la sala que había al lado de la que nos encontrábamos, luego pude escuchar como daba un discurso nombrando a varias personas, entre las cuales estaba el Yonkaikyo.
- resumen interior del palacio:
- ver lo que pasa, acompañar a Worgulv y su grupo
Sasaki
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El capitán de la brigada al llegar a la plaza y ver el espectáculo creó una butaca de hielo en la que se fue a sentar, pero algo llamó su atención y fue hacia lo que parecía un suicidio. Se metió en el lugar en el que el Yonkou Dexter Black, Drake, y Krauser se encontraban en lucha contra la mujer ángel, bueno estaban discutiendo sobre algo, sin dudarlo fui al lugar junto a él para ver lo que sucedía.
Al marecer no era una discusión, sino una transacción en la que el Yonkou le daba un orbe Linvana y le pedía más tiempo para algo, el capitán habló un momento con él pero no dejó de hacerlo y nos ordeno que formásemos para ser parte del plan del pirata, “En serio, unos marines aliados a un pirata, encima uno tan buscado como es el tipo este, hay que joderse, al menos espero que sea lo correcto” dije mirando hacia el lugar por el que habíamos venido. La mujer le concedió darle más tiempo para su plan, parecía que no habría más lucha, por fin se acabaría la guerra.
De pronto se escuchó un rugido proveniente del interior del palacio, fue bastante potente, pero estando a esta distancia parecía inofensivo “el enano pelirrojo estaba por allí ¿verdad?, ¿qué pasa tengo que estar atento a todos?” volví a decir al infinito. El pirata sin que me diese cuenta se había marchado al palacio, con lo grande que era y lo había perdido, parecía imbécil.
-Dan-cho, voy a vigilar que el Dexter no la prepara y ya de paso veré como está el pelirrojo – le dije a Al justo cuando puse rumbo con Rudolph hacia el palacio siguiendo a Dexter.
El interior del palacio era bastante tranquilo, la gente se marchaba de un sitio para otro, y un tipo con una espada moto-sierra se encontraba solo, quizás fuese el que había rugido por algún ataque que hubiese recibido. Por instinto y por si acaso volví a crear una lanza de azúcar endurecida al máximo flotando a mi lado, preparado por si me atacaban para defenderme. Entré en la sala contigua donde estaba el Yonkou ahora harapiento en vez de trajeado como antes lo había visto, ¿qué cojones le había pasado? Me quedé a un lado de la sala y escuché lo que decía.
Al marecer no era una discusión, sino una transacción en la que el Yonkou le daba un orbe Linvana y le pedía más tiempo para algo, el capitán habló un momento con él pero no dejó de hacerlo y nos ordeno que formásemos para ser parte del plan del pirata, “En serio, unos marines aliados a un pirata, encima uno tan buscado como es el tipo este, hay que joderse, al menos espero que sea lo correcto” dije mirando hacia el lugar por el que habíamos venido. La mujer le concedió darle más tiempo para su plan, parecía que no habría más lucha, por fin se acabaría la guerra.
De pronto se escuchó un rugido proveniente del interior del palacio, fue bastante potente, pero estando a esta distancia parecía inofensivo “el enano pelirrojo estaba por allí ¿verdad?, ¿qué pasa tengo que estar atento a todos?” volví a decir al infinito. El pirata sin que me diese cuenta se había marchado al palacio, con lo grande que era y lo había perdido, parecía imbécil.
-Dan-cho, voy a vigilar que el Dexter no la prepara y ya de paso veré como está el pelirrojo – le dije a Al justo cuando puse rumbo con Rudolph hacia el palacio siguiendo a Dexter.
El interior del palacio era bastante tranquilo, la gente se marchaba de un sitio para otro, y un tipo con una espada moto-sierra se encontraba solo, quizás fuese el que había rugido por algún ataque que hubiese recibido. Por instinto y por si acaso volví a crear una lanza de azúcar endurecida al máximo flotando a mi lado, preparado por si me atacaban para defenderme. Entré en la sala contigua donde estaba el Yonkou ahora harapiento en vez de trajeado como antes lo había visto, ¿qué cojones le había pasado? Me quedé a un lado de la sala y escuché lo que decía.
- resumen sala del trono:
- ir a la formación como ordena Al, hablar con el lector, ver lo sucede, hablar con el lector, ir a la sala del trono para ver que hace Dexter
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El revolucionario se mantuvo callado al observar tanta gente entrar en aquel sitio. Su ceja derecha se alzó y después de unos momentos estuvo alerta por lo que pudiese pasar. Flipó un poco al enterarse de que Raguersis también era un miembro de Xella, pero mejor, un aliado más. El espadachín soltó un pequeño suspiro y tomó aquellas cosas que le había pasado Aki. Al ver de donde habían venido, le pasó uno a su compañero de banda, pero el suyo lo dejó en el suelo. No pensaba usar nada que viniese de personas que ayudasen al gobierno. Prefería morir por las heridas a aquello. El oficial se colocó en pie haciéndoles una señal a sus dos alumnos y después se quedó mirando a la pelirroja con calma.
- Prefiero dejar de existir a tener que aceptar ayuda de miembros del gobierno. Lo único que aceptaría de ellos serían sus muertes. De hecho, me repugna estar en la misma sala que ellos. Cualquier cosa que necesite de mí estaré fuera.
Dijo Dranser al mismo tiempo que le hacía una reverencia respetuosa a la chica. El oficial entonces empezó a caminar al exterior con su torso lleno de heridas y con una expresión seria. Su estado no era perfecto, pero eso era algo que a él le importaba poco. Escupió a un lado y entonces salió de aquel sitio. Por el camino pudo encontrarse con Krauser, pero lejos de saludarle, simplemente clavó sus ojos en los suyos y después continuó andando. Una vez estuvo fuera no tardó nada en golpear la pared del edificio con el puño derecho. La sangre brotó de sus nudillos y fue entonces cuando apretó los dientes con rabia.
- Id preparando vuestras cosas. Nos vamos de esta isla en cuanto Aki no necesite nuestra ayuda. No quiero ni una queja. – Terminó de decir de forma seria.
- Prefiero dejar de existir a tener que aceptar ayuda de miembros del gobierno. Lo único que aceptaría de ellos serían sus muertes. De hecho, me repugna estar en la misma sala que ellos. Cualquier cosa que necesite de mí estaré fuera.
Dijo Dranser al mismo tiempo que le hacía una reverencia respetuosa a la chica. El oficial entonces empezó a caminar al exterior con su torso lleno de heridas y con una expresión seria. Su estado no era perfecto, pero eso era algo que a él le importaba poco. Escupió a un lado y entonces salió de aquel sitio. Por el camino pudo encontrarse con Krauser, pero lejos de saludarle, simplemente clavó sus ojos en los suyos y después continuó andando. Una vez estuvo fuera no tardó nada en golpear la pared del edificio con el puño derecho. La sangre brotó de sus nudillos y fue entonces cuando apretó los dientes con rabia.
- Id preparando vuestras cosas. Nos vamos de esta isla en cuanto Aki no necesite nuestra ayuda. No quiero ni una queja. – Terminó de decir de forma seria.
- Exterior Palacio:
- Rechazar toda ayuda posible e irse fuera con Galia y Ryuken.
Gareth Silverwing
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Interesante. Me habían dicho que esta habilidad era escasa y sorprendentemente poderosa, pero no me imaginaba que un choque de presencias podría resquebrajar la piedra y destruir edificios, un dato útil para el futuro. En varias ocasiones, demasiadas para mi gusto, he podido apreciar de primera mano la calidad de la roca de Síderos y el exquisito trabajo que hicieron sus artesanos al labrarla. Bueno, en esta ocasión apreciar no podía apreciar mucho... más que nada porque no se veía un carajo.
Que extraño fenómeno, primero tratas de calmar la situación de forma pacífica y un segundo más tarde te encuentras bajo un montón de escombros. Hace un rato que no se escuchaba nada cerca, así que supuse que todo el mundo había escapado, o muerto. Por suerte mi haki y mi cuerpo me salvaron de lo que podría haber sido una muerte segura, eso sí, me llevé un golpe considerable en la cabeza, creo que perdí la conciencia durante un par de minutos, no estoy seguro. La verdad es que quitando el dolor por el esfuerzo, las magulladuras, el constante olor a polvo de piedra y la presión asfixiante, no se está tan mal, sin duda el momento más tranquilo hasta ahora.
En fin, creo que era hora de salir de esta escombrera, menos mal que (gracias a mi tamaño) tenía algo de margen de movimiento. Cambié de posición para apoyarme en una esquina de ese reducido espacio y darle una patada a la piedra que juraría que tapaba una posible salida. Bingo, la luz me bañó y emergí de mi capullo de roca como... como un auténtico capullo. La verdad es que no me di cuenta hasta escucharlo quejarse, pero la piedra le había dado a Jack, dejando un montón de azúcar en el suelo. A parte de él ya no había tanta acción en la sala. Gente entrando y saliendo, muchos a su bola, me pareció escuchar que Dexter estaba en la sala del trono.
Me situé al lado de Jack y escuché la situación, al parecer él se encargaría de escoger nuevos pretores, es decir que ¿Los que quedaban habían sido destituidos o estaban muertos? Miré al cielo, las luces ya apagándose me dieron la razón. No pensaba dejar esta tarea sin un mínimo de supervisión, cierto que Kodama estaba ahí, pero aun así él sólo lo podía tener difícil.
-Deja de holgazanear recluta (era perfectamente consciente de que ya no lo era, pero me recordaba a los viejos tiempos) vamos a entrar. -Dije mientras se recomponía encima de su extraña montura, eso me recuerda. -Skarl, ven.
A mi llamada la bestia salió de entre un par de columnas, quitándose el polvo y las piedras de encima con una sacudida de su lomo. Monté en él y me dispuse a entrar en la sala del trono donde ya había bastante gente siendo testigo del momento. Llegamos justo después de que el Yonkou designara a los pretores.
- Y bien Dexter Black. ¿A quién vais a elegir? Recuerda que el destino de esta nación, por mucho que me pese está en tus manos, si haces algo para sacar provecho de ello... no podré quedarme parado sin hacer nada.- Dije cambiando la expresión a una más seria, era consciente de la situación, de que ese hombre podría acabar conmigo con sólo pensarlo... pero ¿acaso alguna vez me había detenido algo así? -Ni Jack tampoco.- Dije señalándolo. - Por cierto ¿dónde están mis modales? Soy el capitán Arthur Silverwing y, si no te importa supervisaré el nombramiento del monarca.
Que extraño fenómeno, primero tratas de calmar la situación de forma pacífica y un segundo más tarde te encuentras bajo un montón de escombros. Hace un rato que no se escuchaba nada cerca, así que supuse que todo el mundo había escapado, o muerto. Por suerte mi haki y mi cuerpo me salvaron de lo que podría haber sido una muerte segura, eso sí, me llevé un golpe considerable en la cabeza, creo que perdí la conciencia durante un par de minutos, no estoy seguro. La verdad es que quitando el dolor por el esfuerzo, las magulladuras, el constante olor a polvo de piedra y la presión asfixiante, no se está tan mal, sin duda el momento más tranquilo hasta ahora.
En fin, creo que era hora de salir de esta escombrera, menos mal que (gracias a mi tamaño) tenía algo de margen de movimiento. Cambié de posición para apoyarme en una esquina de ese reducido espacio y darle una patada a la piedra que juraría que tapaba una posible salida. Bingo, la luz me bañó y emergí de mi capullo de roca como... como un auténtico capullo. La verdad es que no me di cuenta hasta escucharlo quejarse, pero la piedra le había dado a Jack, dejando un montón de azúcar en el suelo. A parte de él ya no había tanta acción en la sala. Gente entrando y saliendo, muchos a su bola, me pareció escuchar que Dexter estaba en la sala del trono.
Me situé al lado de Jack y escuché la situación, al parecer él se encargaría de escoger nuevos pretores, es decir que ¿Los que quedaban habían sido destituidos o estaban muertos? Miré al cielo, las luces ya apagándose me dieron la razón. No pensaba dejar esta tarea sin un mínimo de supervisión, cierto que Kodama estaba ahí, pero aun así él sólo lo podía tener difícil.
-Deja de holgazanear recluta (era perfectamente consciente de que ya no lo era, pero me recordaba a los viejos tiempos) vamos a entrar. -Dije mientras se recomponía encima de su extraña montura, eso me recuerda. -Skarl, ven.
A mi llamada la bestia salió de entre un par de columnas, quitándose el polvo y las piedras de encima con una sacudida de su lomo. Monté en él y me dispuse a entrar en la sala del trono donde ya había bastante gente siendo testigo del momento. Llegamos justo después de que el Yonkou designara a los pretores.
- Y bien Dexter Black. ¿A quién vais a elegir? Recuerda que el destino de esta nación, por mucho que me pese está en tus manos, si haces algo para sacar provecho de ello... no podré quedarme parado sin hacer nada.- Dije cambiando la expresión a una más seria, era consciente de la situación, de que ese hombre podría acabar conmigo con sólo pensarlo... pero ¿acaso alguna vez me había detenido algo así? -Ni Jack tampoco.- Dije señalándolo. - Por cierto ¿dónde están mis modales? Soy el capitán Arthur Silverwing y, si no te importa supervisaré el nombramiento del monarca.
- Interior del palacio:
- Despertarme, ir a la sala del trono y amenazar con ver todo lo que está pasando (soy malo)
Zack Suky
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Me quedé embobado viendo como una enorme O de humo ascendía hasta desvanecerse por la brisa. Estaba tan embobado que incluso se me escurrió el saco de entre la piernas, produciendo un enorme ruido metálico que rompió la tranquilidad del momento y mi ensimismamiento. La verdad es que lo que prometía ser el combate del siglo, resultó ser la estafa del siglo. Todo se arregló de forma pacífica y se impuso un nuevo un margen de tiempo, dejando la pelea para más adelante si al final sucedía. No es que quisiese que todos acabásemos aniquilado ni nada por el estilo, pero una parte de mí se había quedado con ganas de más espectáculo.
Dado que toda la gente comenzó a dispersarse en varias direcciones o a adentrarse en la misma capilla donde se habían colado Arribor y Sarah instantes antes, así que decidí que lo mejor era ir a alcahuetear para saber que terminaría pasando. Me agaché para recoger el saco y parte de su contenido que se había desparramado por el suelo, cuando me percaté de que uno de los pulmones se había arañazo de forma seria. Arrugué el ceño al pensar que me había confundido con la calidad del material, pero el tono metálico de su interior me llamó la atención. Primero me acerqué mucho la pieza a la altura de los ojos para captar sus matices y brillos, luego transformé parte de mi rostro sacando mi hocico de tejón para olerlo detenidamente y por último tras volver a mi apariencia normal tocarlo para sentir su textura. Esta vez quería estar seguro de que lo que cargaba era de valor.
Tras mi nueva inspección a aquellos extraños órganos metálicos me encaminé en la misma dirección que la mayoría, encontrándome un escenario completamente ruinoso y repleto de gente. Aquí todavía se podía oler parte de la tensión de algún combate, pero ya preguntaría a Arribor más tarde. Que por suerte por allí estaría con Sarah. No debería ser difícil encontrarlos por sus peculiares rasgos, así que si era así me dirigiría a mi capitán.
- ¿Aquí dentro pasa algo interesante? Fuera ha sido todo un chasco al final - diría tras ponerme a su lado como si nada.
Dado que toda la gente comenzó a dispersarse en varias direcciones o a adentrarse en la misma capilla donde se habían colado Arribor y Sarah instantes antes, así que decidí que lo mejor era ir a alcahuetear para saber que terminaría pasando. Me agaché para recoger el saco y parte de su contenido que se había desparramado por el suelo, cuando me percaté de que uno de los pulmones se había arañazo de forma seria. Arrugué el ceño al pensar que me había confundido con la calidad del material, pero el tono metálico de su interior me llamó la atención. Primero me acerqué mucho la pieza a la altura de los ojos para captar sus matices y brillos, luego transformé parte de mi rostro sacando mi hocico de tejón para olerlo detenidamente y por último tras volver a mi apariencia normal tocarlo para sentir su textura. Esta vez quería estar seguro de que lo que cargaba era de valor.
Tras mi nueva inspección a aquellos extraños órganos metálicos me encaminé en la misma dirección que la mayoría, encontrándome un escenario completamente ruinoso y repleto de gente. Aquí todavía se podía oler parte de la tensión de algún combate, pero ya preguntaría a Arribor más tarde. Que por suerte por allí estaría con Sarah. No debería ser difícil encontrarlos por sus peculiares rasgos, así que si era así me dirigiría a mi capitán.
- ¿Aquí dentro pasa algo interesante? Fuera ha sido todo un chasco al final - diría tras ponerme a su lado como si nada.
- Resume Zack:
- Aburrirme porque al final nadie se pega en la plaza. Hacer una inspección exhaustiva a las piezas metálicas y adentrarme en pos de todo el mundo para buscar a Arribor y hablarle si lo encuentro.
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Krauser jadeaba agotado tras haber lanzado su ataque más potente, pero al parecer la situación estaba dando un giro increíble. Fue el primero en frenarse cuando el dragón gritó que parasen. Las gotas de sangre y sudor bajaban por la frente del demonio, el cual clavó una rodilla en el suelo y mantuvo su espadón en la mano mientras miraba a Linvana. Notaba un dolor intenso en el corazón, pero no tenía nada que ver con la batalla. Se sentía impotente y tan solo quería reventarse contra los enemigos de su familia. Apretó el puño despacio y después de unos momentos hizo un esfuerzo sobrehumano para no caer al suelo. Estaba bastante herido por el golpe que se dio así mismo con el coche, pero lo necesitaba. Entonces todo se relajó y él enfundó su arma en la funda correspondiente.
El asesino cayó al suelo pegando la frente en el suelo y respiró de forma agitada. No había forma de que se muriese tranquilo. Demasiada gente llorando y gritando su nombre. Le hacía gracia, pues ellos no sabían lo cruel que podía ser. Había dejado la marina y haría lo mismo con la revolución de ser necesario. Los motivos eran trágicos, pero no aguantó como un verdadero marine y decidió vivir con el odio no merecido de los demás. Recordó la mentira de Ai y su abandono y aquello le hizo reír un poco allí tirado. Apretó los dientes con fuerza y después se levantó con algo de dificultad. Escuchó las palabras del dragón y soltó un suspiro mientras le seguía. No todo podía arreglarse con palabras y algún día él mismo lo entendería. Continuó tras él con el rostro ensombrecido y en su propio mundo.
No tardaron de llegar a la sala del trono y fue cuando el dragón empezó a seleccionar los pretores que habría. Kodama fue un buen candidato, al esqueleto no lo conocía. Bleyd no le convenció nada y menos sabiendo quién estaba tras él ¿Él mismo? Cuando le nombraron pretor de Sarka no pudo evitar alzar una ceja. No lo deseaba y no quería serlo. Sabía que no merecía nada de aquello y tan solo quería terminar aquella mierda y largarse a Baltigo. Miró a Dexter confuso, pues ni siquiera le había preguntado su opinión. Entonces fue cuando se cruzó de brazos y entrecerró los ojos despacio.
- Aceptaré por haber depositado tú confianza en mí, pero alguien como yo no tiene nada que ver en esto. Ya traicioné a la marina una vez, podría hacerlo de nuevo en este caso, pero por ti me contendré, Dexter-san.
Puro teatro, pero allí había un yonkaikyo, algunos miembros del gobierno e incluso Kodama. Él quería mantener su faceta de “traidor” y por ello mantener el orgullo de Karl bien alto. Sabía que tenía el odio de media marina, tal vez de más de la mitad. Así seguiría siendo y simplemente frunció el ceño mirando a varios de los que había en la sala. Esperaba que Dexter lo entendiese. Incluso delante de sus miembros de La Quimera podría mantener su secreto a salvo. Miró a Kodama con una sonrisa siniestra y después se mantuvo callado. Sacrificó su existencia, llevándose el deshonor de todos y viviendo en el silencio con el alma rota, pero fue su decisión.
“Lo siento, árbol-san” – Pensó.
El asesino cayó al suelo pegando la frente en el suelo y respiró de forma agitada. No había forma de que se muriese tranquilo. Demasiada gente llorando y gritando su nombre. Le hacía gracia, pues ellos no sabían lo cruel que podía ser. Había dejado la marina y haría lo mismo con la revolución de ser necesario. Los motivos eran trágicos, pero no aguantó como un verdadero marine y decidió vivir con el odio no merecido de los demás. Recordó la mentira de Ai y su abandono y aquello le hizo reír un poco allí tirado. Apretó los dientes con fuerza y después se levantó con algo de dificultad. Escuchó las palabras del dragón y soltó un suspiro mientras le seguía. No todo podía arreglarse con palabras y algún día él mismo lo entendería. Continuó tras él con el rostro ensombrecido y en su propio mundo.
No tardaron de llegar a la sala del trono y fue cuando el dragón empezó a seleccionar los pretores que habría. Kodama fue un buen candidato, al esqueleto no lo conocía. Bleyd no le convenció nada y menos sabiendo quién estaba tras él ¿Él mismo? Cuando le nombraron pretor de Sarka no pudo evitar alzar una ceja. No lo deseaba y no quería serlo. Sabía que no merecía nada de aquello y tan solo quería terminar aquella mierda y largarse a Baltigo. Miró a Dexter confuso, pues ni siquiera le había preguntado su opinión. Entonces fue cuando se cruzó de brazos y entrecerró los ojos despacio.
- Aceptaré por haber depositado tú confianza en mí, pero alguien como yo no tiene nada que ver en esto. Ya traicioné a la marina una vez, podría hacerlo de nuevo en este caso, pero por ti me contendré, Dexter-san.
Puro teatro, pero allí había un yonkaikyo, algunos miembros del gobierno e incluso Kodama. Él quería mantener su faceta de “traidor” y por ello mantener el orgullo de Karl bien alto. Sabía que tenía el odio de media marina, tal vez de más de la mitad. Así seguiría siendo y simplemente frunció el ceño mirando a varios de los que había en la sala. Esperaba que Dexter lo entendiese. Incluso delante de sus miembros de La Quimera podría mantener su secreto a salvo. Miró a Kodama con una sonrisa siniestra y después se mantuvo callado. Sacrificó su existencia, llevándose el deshonor de todos y viviendo en el silencio con el alma rota, pero fue su decisión.
“Lo siento, árbol-san” – Pensó.
- Trono:
- Pensar, hablar con teatro, mas teatro, mirar a Kodama de forma siniestra (?)
Eichi Tsukasa
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Eichi suspiró de alivio al ver que consiguieron hacerse con la raíz. Luego de tantos eventos desafortunados que habían ocurrido en la isla, en verdad pensó que sería más difícil o, a lo menos, una pelea más épica. El joven suspiró y se levantó como pudo del suelo; al menos ya no quedaba nada que los atara a Sideros. Viendo que aún no recibían algún tipo de extinción, quería decir que alguien logró detener al ángel y al resto de los pretores. Aquello estaba bien, había cumplido con su deber de la mejor forma. Pese a todos los descubrimientos, el joven se mantuvo fiel a Balt hasta el final. Él no era un traicionero, incluso cuando las cosas se ponían feas. De modo que se merecía un merecido descanso... aunque primero deberían conseguir salir de esta isla.
- Larguémonos de aquí, Milena - le susurró suavemente a la pelirroja.
Ya lo suficientemente recuperado para poder caminar, tomó con suavidad la mano de una perdida científica y caminaron en dirección contraria al palacio. En verdad odiaba verla así, pero poco podía hacer en esta situación. Si bien parecía que no estaban en peligro de muerte por el momento, ese ángel en cualquier momento podía cambiar de opinión. Apretó con fuerza sus dientes, frustrado por no poder haber hecho más, pero lo hecho ya estaba. Ahora solo quedaba salir de la isla, ayudar a Milena... Y continuar con sus planes que detener los planes de su tío. Pero por el momento, se dio el lujo de maldecir a cierto idiota que la había cagado de forma monumental...
- Estúpido espadachín de cuarta - pensó amargamente el joven.
Ahora... ¿Por donde mierda estaba la salida? Bueno, el algún momento deberían encontrar un barco. Por ahora... solo habría un incómodo silencio mientras caminaban en dirección contraria al centro de Sideros.
- Larguémonos de aquí, Milena - le susurró suavemente a la pelirroja.
Ya lo suficientemente recuperado para poder caminar, tomó con suavidad la mano de una perdida científica y caminaron en dirección contraria al palacio. En verdad odiaba verla así, pero poco podía hacer en esta situación. Si bien parecía que no estaban en peligro de muerte por el momento, ese ángel en cualquier momento podía cambiar de opinión. Apretó con fuerza sus dientes, frustrado por no poder haber hecho más, pero lo hecho ya estaba. Ahora solo quedaba salir de la isla, ayudar a Milena... Y continuar con sus planes que detener los planes de su tío. Pero por el momento, se dio el lujo de maldecir a cierto idiota que la había cagado de forma monumental...
- Estúpido espadachín de cuarta - pensó amargamente el joven.
Ahora... ¿Por donde mierda estaba la salida? Bueno, el algún momento deberían encontrar un barco. Por ahora... solo habría un incómodo silencio mientras caminaban en dirección contraria al centro de Sideros.
- Balt:
- Ponerse a caminar y elegir salir del capítulo junto a Milena (tengo su aprobación).
Tenebrex
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Osuka supo guiar al desconcertado y quebrado de mente demonio amarillo. Fue una más que apropiada forma de hacerlo sentir útil, al menos por una vez en todo el tiempo que llevaban en la isla, envueltos en un estúpido conflicto que no llevaba a nada.
Intentando abstraerse al máximo de sus preocupaciones, su dolor y sus lágrimas, se concentró al máximo en la tarea de ayudar a los heridos y recuperar los cuerpos de los caídos. Realmente estaba resultando un reto, sobre todo por la repulsión que le producían los cadáveres, pero, con tal de sentirse útil, haría lo que fuera necesario.
Yoko se acercó al demonio plateado, pero Edward no tenía el ánimo para socializar ahora mismo, además, seguro que le agradaba quedarse a solas con la pelirroja. En su búsqueda de una distracción para no sufrir más, siguió a Krauser, observando cualquier detalle a su alrededor. Todo estaba destruido por completo, apenas se mantenía piedra sobre piedra. Finalmente, al oír al Yonkou Dexter "nombrar" a los cinco pretores, no pudo evitar abrir los ojos tan ampliamente como su rostro se lo permitía. Aquellos cinco individuos eran, a cada cual, más singular que el anterior. Qué decir del marine que era un árbol.
Así que Dexter había escogido a su "hermano" Krauser, el demonio de la niebla, como pretor de Sarka... Impresionante. Aunque quizás no era el mejor momento para pensar en ello, Edward estaba admirando el comportamiento del Gran Espada, manteniendo una imagen inmutable ante todos, como si fuera un hombre inalterable, impasible ante cualquier cosa. Era obvio que eso no era así, el demonio amarillo ya lo había visto sufrir, enfadarse, mostrar cariño, etc. pero aun así le causó gran impresión que supiera mantener esa fachada de una manera tan eficiente. Solo faltaba ver si los pretores eran adecuados o habría que sustituir alguno.
Intentando abstraerse al máximo de sus preocupaciones, su dolor y sus lágrimas, se concentró al máximo en la tarea de ayudar a los heridos y recuperar los cuerpos de los caídos. Realmente estaba resultando un reto, sobre todo por la repulsión que le producían los cadáveres, pero, con tal de sentirse útil, haría lo que fuera necesario.
Yoko se acercó al demonio plateado, pero Edward no tenía el ánimo para socializar ahora mismo, además, seguro que le agradaba quedarse a solas con la pelirroja. En su búsqueda de una distracción para no sufrir más, siguió a Krauser, observando cualquier detalle a su alrededor. Todo estaba destruido por completo, apenas se mantenía piedra sobre piedra. Finalmente, al oír al Yonkou Dexter "nombrar" a los cinco pretores, no pudo evitar abrir los ojos tan ampliamente como su rostro se lo permitía. Aquellos cinco individuos eran, a cada cual, más singular que el anterior. Qué decir del marine que era un árbol.
Así que Dexter había escogido a su "hermano" Krauser, el demonio de la niebla, como pretor de Sarka... Impresionante. Aunque quizás no era el mejor momento para pensar en ello, Edward estaba admirando el comportamiento del Gran Espada, manteniendo una imagen inmutable ante todos, como si fuera un hombre inalterable, impasible ante cualquier cosa. Era obvio que eso no era así, el demonio amarillo ya lo había visto sufrir, enfadarse, mostrar cariño, etc. pero aun así le causó gran impresión que supiera mantener esa fachada de una manera tan eficiente. Solo faltaba ver si los pretores eran adecuados o habría que sustituir alguno.
- Team Quimera (?):
- Concentrarme en ayudar a los heridos, dejar a Osu con Yoko a solas y entrar a la sala del trono para admirar la actitud de Krau
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
- General:
- Un relativo en incómodo silencio reina en las calles, una calma, un silencio que contrasta con la encarnizada guerra que hace apenas unos minutos se estaba librando. Todos saben lo que pasa, la señal ha sido visible en cada rincón de la isla, ningún pretor ha sido capaz de llegar al trono, aquellos que luchaban por su facción se dan cuenta de que ahora, lo mejor que pueden hacer es esperar a que un nuevo monarca salga elegido.
La nación entera está expectante de lo que va a ocurrir en el palacio, el futuro de su nación se va a decidir y, con suerte, no más sangre tendrá que ser derramada, con suerte Síderos podrá vivir tiempos de paz y, con suerte podrán disfrutar de un gobierno estable.
Con la mortecina luz del ocaso las tropas comienzan a retirarse y a evacuar a sus heridos, algunos se quedan para cubrir la retaguardia o ser testigos de la historia. Lejos, en los puertos de cada facción, o lo que quede de ellos, llegan varias barcazas preparadas para evacuar a los heridos y llevar a los que quieran huir a un lugar seguro.- Spoiler:
- Aquellos que quieran salirse del capítulo pueden poner rumbo a las barcazas que llegarán a los puertos de la ciudad. Los que lo hagan deberán aclarar que salen en un spoiler.
- Interior del palacio:
- Respiráis aliviados, unas pequeñas llamas aparecen delante de todos los nombrados por Dexter salvo de Krauser. Durante unos segundos eternos todos contienen la respiración pensando que la ira del ángel caerá sobre él... pero de pronto una llama roja se enciende, parece que nadie es de desagrado para el ángel, ninguna muerte pesará sobre su conciencia.
Ahora es el momento de decidir ¿A quién nombráis monarca? ¿Tenéis siquiera un candidato firme? El destino de esta nación está en vuestras manos, así que procurad pensar bien en vuestra decisión.
Todos los presentes vais a ser testigos de cómo se hace historia y, quien sabe, a lo mejor a alguien se le pasa por la cabeza nombraros candidato a monarca y todo.
Por otro ¿Qué ha sido de Grum? parece ser que alguien ha intentado hacerse pasar por Linvala para sacarlo del palacio. En fin Alexandra, tu idea funciona en parte, al principio te mira con escepticismo, viento a través de tu engaño. -Buen intento, pero ese maldito ángel tiene una presencia más imponente.- Dice simplemente antes de coger su arma y salir del palacio con el rostro marcado por la ira.
- Exterior del palacio:
- Todo parecía tranquilo en el exterior. Ya apenas quedaban cadáveres y todos los heridos graves estaban bien atendidos. Los civiles comenzaban a salir poco a poco de sus refugios y los soldados se organizaban en pequeños grupos para dar cuenta de las tareas esenciales. Linvana estaba en el centro de la plaza, observando todo a su alrededor sin decir nada. Ni el cielo azul ni la calma momentánea dejaban prever lo que sucedió a continuación.
Un grito casi inhumano hendió el cielo mientras el ex - pretor salía enloquecido del palacio. Tenía la cara congestionada en una mueca salvaje, rabiosa. Le temblaban las manos de furia y parecía ignorar todo lo que pasaba a sus espaldas ya su alrededor. Golpeó con el puño la pared del palacio mientras profería otro alarido; todo el lugar retumbó y pareció aguantar en pie solo por obra de algún milagro. Mirando a los ojos a la guardiana, hizo un gesto y lanzó una orden. Nadie se atrevió a desobedecerle y en cuestión de segundos el cielo se ennegreció por un momento, surcado por proyectiles que la tenían en el punto de mira. Linvana ni siquiera se movió. Le miró de arriba abajo con desaprobación y desprecio mientras a varios metros sobre su cabeza las bombas se deshacían en la nada sin llegar siquiera a rozarla. Avanzó un paso, alargó la mano. Señaló a Grum y el cielo se cubrió de nubes en un único lugar. No presagiaba nada bueno y en efecto no lo era.
-Tu cometido ha llegado a su fin. Es la hora.
De entre las nubes, una luz abrumadora descendió sobre la tierra. Una columna de llamas girando sobre sí mismas envolvió de un momento para otro al ex – pretor. En cuestión de segundos no quedaban de él ni los huesos; tan solo un recuerdo en la mente de aquellos que le habían conocido. Las llamas se evaporaron en el aire dejado tras de si unas pocas chispas. Cuando Linvana bajó la mano, el cielo volvió a despejarse.
- Gente de fuera:
- Todos los que estéis fuera, ayudando con los cadáveres/heridos u observando la acción contempláis la muerte de Grum. Si miráis directamente a la columna de llamas quedaréis cegados por un par de segundos.
- Maki:
- Raspas aterriza a tu lado unos segundos después. Queda hecho un montoncito de huesos, pero se recompone pronto. Se acerca a ti, esta vez un poco más despacio y te pone una mano huesuda en el hombro mientras contempla el espectáculo.
-Vaya vaya, le ha dejado calentito. La última vez no estaba taaan cabreada. Que yo recuerde. ¿Qué harás, amigo?
- Gusi y Bizvan:
- El genio escucha atentamente las palabras de Gusi, al principio lo mira con algo de escepticismo, luego se le escapa una risilla floja para terminar recuperando la compostura. -Normalmente me lo ponéis fácil, pero no pensaba que esta vez sería tanto. Está bien, te concedo tu... cosa. - Chasquea los dedos. Durante unos segundos eternos Gusi no nota nada, pero de pronto algo revienta la bragueta de sus pantalones (o de lo que lleve)
- Gran miembro de oro:
- Pene de oro, que al golpear algo que no sea aliada genera una minima explosion, duro suficiente para romper cuarzo, al eyacular lanza un laser blanco omnidireccional inocuo, con conciencia y voz de pito. Mide metro veinticinco, con veinte centimetros de diametro, siendo tan sensible que hasta el roce de la tela lo pone duro. Es capaz de reducir su tamaño, pero solo a una medida especifica: 7,5 centimetros en ereccion, y mientras esto dure el pene se quejara constantemente de que es el gran Dick Dickinson y no merece ser maltratado asi. Cuando vaya desnudo lo rodeara una nube de humo rosa que surge de su glande, que se detiene durante sus relaciones sexuales. Puede convertirlo en sable, pero tendras que aprender a manejarlo, pues no se mueve de tu entrepierna. Su semen sabe a col de bruselas hervida, pero ademas segrega caramelo derretido en la punta si alguien le pone la boca en el. Es indestructible, aunque pueden cortarlo desde la base. Finalmente, este pene gritara constantemente mientras no se le preste atencion
-Y tú humano, ¿Qué es lo que deseas? No tengo todo el día- Apremia el genio.
- Haru y Tobías:
- Haru, no ves exactamente lo que ha disparado la pistola, sólo sabes que ha alterado todavía más al lagarto que ahora está que se sube por las paredes... literalmente, a lo mejor no ha sido muy buena idea. Tobías, la gravedad parece cambiar de dirección constantemente mientras el lagarto forcejea y corre por las paredes de un lado a otro, dando vueltas sin rumbo fijo. Por cierto Haru cuidado que no te atropelle.
Bizvan
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Akuma no mi
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Era real, la entidad, no, el genio realmente había concedido el deseo de mi compañero. Por unos instantes no presté atención al hecho de encontrarme observando su nuevo miembro de oro.
Las palabras del genio me despertaron de mi hipnosis.- Ah, yo… -balbuceé sin llegar a formular una oración completa a causas de no ser capaz de procesar lo ocurrido. Estaba claro que esto era bastante real. Ni en mis más locos sueño habría imaginado que alguna vez me encontraría con un genio real, sin dudad sería una historia interesante para contársela a alguien.* Aunque para ser honesto, esto es lo más interesante que me ha ocurrido hoy. *esto era sin dudas algo mucho mejor que encontrar una ardilla chillona.
Miré a la entidad con claro nerviosismo en mi rostro. Tenía claro cuál sería mi deseo, pero aún continuaba dudando un poco del genio.* Me gustaría comprobar si la cosa de Gusi es justo como él la pidió o nuestro amigo agregó su toque personal… Claro que sin contar el oro *podría terminar ofendiendo al genio si preguntaba sobre eso a mí compañero y en el mejor de los casos solo terminaría quedándome sin el deseo.
Un momento de inspiración llegó a mi cabeza, tomando la empuñadura de mi vieja espada la desenvainé. La hoja maltratada podía apreciarse a simple vista.- Le pido disculpas por hacerle perder su tiempo. –con un poco de nervios aclaré mi voz, para luego hablar con seguridad.- Por favor, concédele el poder a esta espada para proteger a mis nakamas con ella. –sosteniendo el arma con ambas manos la extendí hacia el ser mientras yo me arrodillaba y agachaba mi cabeza.- Se lo imploro, ese es mi deseo. –no sabía cuál sería el resultado de haber realizado ese pedido, pero ya no había vuelta atrás y no podía imaginar qué clase de sorpresa me estaba esperando.
Ahora solo hacía falta esperar la respuesta del genio.
Las palabras del genio me despertaron de mi hipnosis.- Ah, yo… -balbuceé sin llegar a formular una oración completa a causas de no ser capaz de procesar lo ocurrido. Estaba claro que esto era bastante real. Ni en mis más locos sueño habría imaginado que alguna vez me encontraría con un genio real, sin dudad sería una historia interesante para contársela a alguien.* Aunque para ser honesto, esto es lo más interesante que me ha ocurrido hoy. *esto era sin dudas algo mucho mejor que encontrar una ardilla chillona.
Miré a la entidad con claro nerviosismo en mi rostro. Tenía claro cuál sería mi deseo, pero aún continuaba dudando un poco del genio.* Me gustaría comprobar si la cosa de Gusi es justo como él la pidió o nuestro amigo agregó su toque personal… Claro que sin contar el oro *podría terminar ofendiendo al genio si preguntaba sobre eso a mí compañero y en el mejor de los casos solo terminaría quedándome sin el deseo.
Un momento de inspiración llegó a mi cabeza, tomando la empuñadura de mi vieja espada la desenvainé. La hoja maltratada podía apreciarse a simple vista.- Le pido disculpas por hacerle perder su tiempo. –con un poco de nervios aclaré mi voz, para luego hablar con seguridad.- Por favor, concédele el poder a esta espada para proteger a mis nakamas con ella. –sosteniendo el arma con ambas manos la extendí hacia el ser mientras yo me arrodillaba y agachaba mi cabeza.- Se lo imploro, ese es mi deseo. –no sabía cuál sería el resultado de haber realizado ese pedido, pero ya no había vuelta atrás y no podía imaginar qué clase de sorpresa me estaba esperando.
Ahora solo hacía falta esperar la respuesta del genio.
- Resumen Balt. Con Gusi:
- -Mirar el falo de oro de Gusi. -Pensar algunas cosas sin importancia. -Pedir mi deseo al genio y esperar su respuesta.
Rainbow662
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No podía creer que el maldito Drake tuviera un hermano. Imaginarse a otro como él en el mundo le costaba, sobre todo si eran remotamente parecidos. ¿Sería igual de fuerte? ¿O igual de canino? Curiosamente, le advirtió sobre que tendría que luchar contra el mismo tipo por el que había apostado, a lo cual él respondió burlonamente:
-Entonces, cuando llegue ese momento no apostaré por él.
Arribor no pudo sino sentir curiosidad por el yonk... ése al que se había referido. Él mismo había ocupado ese cargo y aún así jamás había aprendido a pronunciarlo como era debido. En cualquier caso, se dijo a sí mismo que si el lobo lo quería muerto, el chico lo tenía complicado. Se preguntó por qué no habría ido a la isla con ellos. Le habría gustado ver al hombre que Arribor había visto de reojo en la plaza poco antes, uno que se le parecía bastante solo que con el pelo rojo. Pensó, divertido, que tal vez fuese Drake pero convertido en una de esas formas tan raras que podía adoptar. "Nah, eso es una tontería".
Un escándalo cercano interrumpió sus pensamientos. En una sala cercana se estaba reuniendo un auténtico maremoto de gente. ¿Repartirían algo? Fuera lo que fuera no parecía ser interesante. Ya no había ruidos de batallas y el pretor se había largado de allí dando voces como un lunático. El pirata pensó en asomarse a mirar, pues le había parecido entender algo sobre un rey, pero luego se lo pensó mejor. La gente con poder no le caía bien, y el sentimiento solía ser mutuo. Quizás sería mejor hacer caso a Sarah y dar por concluida su visita a Síderos.
-Oh justo a tiempo -dijo cuando vio que Zack había llegado también-. Supongo que estará pasando algo, pero parece aburrido. Creo que van a votar o algo así, ¿a quién le importa? ¿Y por qué sigues con esa bolsa? -añadió con una mueca de asco cuando vio que el tejón aún sujetaba la bolsa donde habían encontrado los órganos de oro-. Si piensas comerte eso, tejón, en mi cocina no lo meterás -le advirtió.
Arribor instó a sus compañeros a marcharse de allí y echó a andar, esta vez sin prisas, hacia la una salida. Aunque como no se acordaba de donde estaba la puerta, le pegó una patada a una pared y salió por ella sin más.
-Espero que nadie nos haya robado el puñetero barco -dijo.
En realidad no le preocupaba mucho. Con toda la gente que había muerto aquel día, si alguien se había llevado el navío que había reclamado para sí solo tenía que coger cualquier otro que se le pareciera. Y con suerte no habría ningún pez, esqueleto, estatua o engendro a bordo.
- Interior del palacio:
- Pirarse a ver si el barco que ha reclamado aún sigue en su sitio. Salgo del capítulo.
Maki
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Raspas le perseguía. Se había convertido en su temor más intenso, en su perseguidor más incansable. Seguro que el Hada lo había enviado para castigarle por querer salvar el mundo. Y lo peor era que aquel ser se había recompuesto después de caer desde el tejado del edificio. Él tampoco se había hecho mucho daño, pero eso de romperse y recomponerse aún se escapaba a sus capacidades. Quizás algún día...
Pero mientras no pudiera hacerlo, tenía que enfrentarse a aquel demonio como pudiera. Pero, ¿cómo? ¿Babeándole encima? No, eso no solía servir más que para enfadar a todo el mundo. ¿Y si le pegaba? Maldición, esa cosa se reconstruía como si fuese un puzzle. ¿Tirándole babas? Un momento, eso ya lo había descartado. ¿Con babas? Espera, no, era urgente ampliar su repertorio.
Así que optó por lo más valiente: atacar a la mujer despistada que controlaba a aquella cosa. O al menos eso le dictaba su curiosa lógica. Si vencía al Hada, sin duda acabaría con el hombre-espina de pescado y salvaría el mundo. Pero enseguida se lo pensó mejor. No era el único que quería luchar contra ella; otro aspirante a salvador, un novato en opinión de Maki, salió del edificio para pelear y el Hada lo calcinó como si nada. Quedó igual que un churrasco demasiado hecho, convertido en un montoncito de cenizas ordenadas que se las llevó el viento.
-Pues...
Antes de que pudiera terminar de pensar en lo que iba a decir, ya estaba corriendo. Entró al gran edificio, poniendo un tejado de por medio entre él y cualquier posible lluvia de fuego. El gyojin gritaba de forma ininteligible y corría por los pasillos sin saber a dónde iba, ciego de pavor. Al cuerno el mundo, no quería terminar cocinado. Ojalá Su Majestad estuviera allí; ella se encargaría de todo. O acabaría calcinada, todo era posible. No, eso no. Su Majestad no caería ante un truco tan bajo.
Cuando quiso darse cuenta llegó a una sala llena de gente. ¿Quiénes eran? No importaba. ¿Que hacían allí? Tampoco. Solo importaba seguir corriendo, y eso hizo. Corría y chillaba, sin ver siquiera a donde iba, ya que tenía demasiado miedo como para abrir los ojos. Casi ni se percató de que se había chocado contra una silla de piedra que parecía un trono, solía como un trono y sabía como un trono. Quizás incluso fuese un trono.
- Interior del palacio:
- Ver como el Hada chamusca a Grum - Echar a correr hacia el palacio, para que no le llueva fuego a él también - Llegar a la sala del trono, corriendo con los ojos cerrados y gritando hasta chocarse contra un trono
Roland von Klauswitz
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Kodama no supo qué pensar cuando una especie de llamita apareció frente a él. “Es el fin, me convertiré en cenizas y tizones, y me usarán para hacer jabones o algo así. Adiós, mundo cruel, me despido entre llamas y humo. Siempre supe que acabaría así”. Sus pensamientos estaban desvocados. Sabía que en cuestión de pocos segundos las llamas se extenderían por todo su cuerpo y le consumirían como siempre había temido...
Pero pasaron los segundos, un minuto, y no ocurrió nada. De hecho, más gente tenía llamas junto a ellos. Un chico de gruesa armadura, un ser que parecía estar hecho de huesos, Krauser... “¡Un momento!”
-¿Cómo estás, Krauser-san? -preguntó, una vez se hubo tranquilizado.
Aunque sabía que el ex-almirante era un desertor, no era un pecado tan grande a ojos del Roble. Al fin y al cabo, había contribuido a mantener seguros los mares. No entendía la necesidad de pedir permiso para retirarse del servicio. Humanos...
-Bueno, supongo que hay que elegir a alguien. Y desde luego, ningún pirata o criminal llevará la... la cosa esa que os ponéis los líderes humanos.
El Roble echó un buen vistazo a los allí presentes. ¿Cómo iban a elegir rey a alguien que había acudido allí para pelear por dinero u honores? No le parecía bien. Además, tampoco se fiaba de que los humanos pudieran dirigirse a sí mismos. Claro que no tenía otra opción. “¿A quién podemos elegir para que esa mujer no nos mate a todos?”.
Sabía que debía darse prisa antes de que el Yonko intentara imponerse a sí mismo como líder, o a otro pirata como él. Era su deber asegurarse de que el gobernante de Síderos fuera alguien justo o, por lo menos, que no fuese alguien malo.
Y de repente, una criatura entró corriendo y se estrelló contra uno de los tronos. El árbol lo ignoró y se concentró en su decisión. ¿Y si elegía a un marine? No, tampoco le parecía bien. Sería como haber ido a esa guerra para hacerse con el poder. No podía convertir Síderos en un estado militar colocando a un soldado al frente. Entonces, ¿a quién? No creí que ningún ser humano, después de lo que habían demostrado, fuese digno del trono. Pero no pensaba votar por ese ser esquelético y desde luego él no quería el cargo.
Y así, con los nervios a flor de corteza, se vio superado por la tensión y señaló hacia el primero que se le ocurrió. Hacia alguien que le parecía inofensivo, aunque fuera solo porque no iba armado, no tenía heridas, no parecía haber luchado siquiera y porque daba la sensación de ser idiota.
-Yo voto por ese joven -dijo mientras señalaba a la criatura que acababa de entrar de golpe. “No sé si es que no es humano, o es que es muy feo”.
- Palacio:
- Blablabla - Más blablabla - Proponer a Maki como rey
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