Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi resistió las ganas de golpearse la cara. Claro, Milena era una científica, por lo que era normal que le atrajeran cosas como esas. Por otro lado, que aún pensara en su profesión luego de todo lo sucedido, hablaba muy bien de ella... Eso o simplemente estaba en modo automático para hacer todo lo que estaba haciendo. Le dolía verla así, pero poco podía hacer en esta isla. Quizá si pudiera encontrarla una vez que pasara todo este lío... Si mal no recordaba, trabajaba en Water Seven. Si, allí hablarían más tranquilos, sin tener una sentencia de muerte encima.
- No importa, de hecho... - respondió el pelirrojo para luego mirar esa cosa.
El pelirrojo entrecerró sus ojos y miró hacia esa cosa, que por alguna razón no tenía presencia en absoluto. Su brazo brilló por algunos segundos y lanzó una poderosa onda cortante (manual excalibur) en dirección hacia las raíces, justo para cuando Milena lanzó la suya propia. El príncipe suspiró pesadamente y, de repente, salió de su transformación. Eso tan solo significaba que el efecto de la pastilla se había acabado, por lo que solo quedaba pelear como estuviera... O eso era la idea.
Inmediatamente al salir de su transformación, un cansancio se apoderó de su cuerpo y una de sus rodillas cedió. Apretó con fuerzas sus puños y cerró los ojos debido a la frustración que estaba sintiendo. Lo que faltaba, su resistencia se había agotado y todo el cansancio acumulado empezaba afectar su cuerpo. Su mirada se ennegreció y se reincorporó como pudo, aunque se notaba, por su leve tambaleo, que el pelirrojo no se encontraba bien. Que dicha, fue hacia Milena para saber su situación actual, además de ayudarla, y ahora él también se había convertido en una carga. Definitivamente, este no había sido su día.
- No importa, de hecho... - respondió el pelirrojo para luego mirar esa cosa.
El pelirrojo entrecerró sus ojos y miró hacia esa cosa, que por alguna razón no tenía presencia en absoluto. Su brazo brilló por algunos segundos y lanzó una poderosa onda cortante (manual excalibur) en dirección hacia las raíces, justo para cuando Milena lanzó la suya propia. El príncipe suspiró pesadamente y, de repente, salió de su transformación. Eso tan solo significaba que el efecto de la pastilla se había acabado, por lo que solo quedaba pelear como estuviera... O eso era la idea.
Inmediatamente al salir de su transformación, un cansancio se apoderó de su cuerpo y una de sus rodillas cedió. Apretó con fuerzas sus puños y cerró los ojos debido a la frustración que estaba sintiendo. Lo que faltaba, su resistencia se había agotado y todo el cansancio acumulado empezaba afectar su cuerpo. Su mirada se ennegreció y se reincorporó como pudo, aunque se notaba, por su leve tambaleo, que el pelirrojo no se encontraba bien. Que dicha, fue hacia Milena para saber su situación actual, además de ayudarla, y ahora él también se había convertido en una carga. Definitivamente, este no había sido su día.
- Balt:
- Atacar la raíz de la plata usando el manual excalibur, terminarse el efecto de la rumble e intentar mantenerse de pie luego que todo el cansancio acumulado empezara a afectarle
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
- Moderación General:
- Un grito resuena en el silencio. Es un ruido fuerte que hiende el aire y retumba entre las paredes, que comienzan a agrietarse en el interior del palacio. En las columnas reverbera una maldición, y con el aullido el cielo rojo vuelve a ser azul. Las explosiones resuenan una última vez, y poco a poco el silbido de los arcos enmudece. En las calles las batallas cesan, y en la lejanía las torres de Sarka y Balt brillan una última vez, antes de apagarse. No explotan, esta vez no. Los aviones aterrizan sin una última andanada, y los corceles alados detienen su avance, tomando tierra alrededor de la plaza.
Las nubes se desvanecen, y el sol anaranjado brilla mientras poco a poco se pone en el horizonte, más allá de las grandes montañas del oeste. En el centro de la isla, una luz arco iris cae, iluminando la plaza exterior con los cinco colores de Síderos. Blanco, verde, rojo, negro y azul se funden en un haz que abraza la tierra, y parece serenar los corazones de los siderianos.
-Está bien- dice, tomando el orbe-. Tienes veinte minutos, y yo te supervisaré. Si no me agradan, pesará en tu conciencia- su voz, de nuevo, hace eco en la mente de todos. La esperanza se enciende entre todos los nativos, salvo en uno.
- Interior del Palacio:
- La pinza de Bleyd logra atrapar el arma de Grum, que parece enfadado por ello, aunque con mucho esfuerzo logra que el arma salga, pudiendo esquivar y haciendo que la pinza derecha del Yonkaikyo impacte contra el suelo, haciendo un ruido ensordecedor y desequilibrando a la mayoría, como a Rocket.
Cuando el arma impacta la trayectoria del mapache se desvía levemente, mientras la carga de Zuko falla al haberse movido el pretor y golpea el suelo, salvándose de una pierna rota apenas por el Haki… Pero lo del culo ya es otro cantar, como Zane, que logra abrir una leve herida en su pecho con su corte, aunque su onda cortante se pierde en la inmensidad del palacio, así como la APHADD en el ojete del Sargento. Por suerte Rocket, dándose cuenta, no ha disparado. ¿O sí? No sé, él sabrá.
Ragh, tu brazo cura poco a poco… Hasta volver a moverlo podrían pasar semanas. No ha sido buena idea intentar lanzar esa onda, duele como si te lo arrancasen de nuevo. A duras penas lo soportas, pero llegas hasta el trono.
Tras vuestros ataques, más o menos exitosos, el pretor ruge con enorme potencia, casi ensordecedora. Las paredes temblequean y se agrietan, y las columnas empiezan a despedazarse. Apenas aguantáis cerca, y al mismo tiempo suena una voz en vuestros oídos. No sabéis lo que sucede, pero no debe ser bueno. O tal vez sí, aunque que este tipo se enfade es malo. Pero que lo enfaden debe ser bueno. Pero que sea peligroso es malo. El yogurlado también está maldito.
- Sala del Trono:
- Una mujer llega zumbando a la estancia, aunque no le prestáis demasiada atención. O sí, quién sabe. Esa tía está zumbada. Vale, dejo el chiste.
Sans, en el libro puedes leer la selección de los Pretores de esta generación. Aproximadamente hace cuarenta años, por lo que ves, y es sencillo, al menos en principio. Un rey debe ser elegido por todos los pretores, que posarán su mano derecha en cada uno de los tronos. En principio no te habías fijado, o dado importancia, ya que parece meramente decorativo, pero cada asiento está esculpido de tal forma que parecen palmas desnudas. A pesar de ser metal, parecen vivas. Mirando más puedes leer que cualquier persona podría ser monarca de Síderos pero los cinco Pretores tendrían que estar de acuerdo, abdicando el en ese momento rey para que ocupe su trono. Qué sistema más raro, parece que sólo se ha utilizado en dos ocasiones en los seiscientos años que cuenta el libro (o al menos eso parece, vas muy deprisa pero no das a más). De Linvana no dice nada apenas, es como si no interviniese en la historia. Ni siquiera su aparición está datada, y eso que llega hasta el segundo exacto cuando lo cogiste.
Los tronos no tienen ningún identificativo, por cierto. Y podéis ver lo que pasa en el salón principal por el hueco de la puerta.
- Haru:
- Corres. Llegas hasta la vanguardia de Balt, donde por algún motivo se respira una calma extraña. Parecen tranquilos, pero tensos al mismo tiempo, como temerosos de que la paz termine abruptamente de un momento a otro. Si avanzas un poco más llegarás a ese extraño arco iris, y si no hay una especie de tipo intentando domar una especie de lagarto. Podrías ayudarlo.
- Madara y Vilya:
- Voláis hasta la plaza de palacio. Veis todo el follón.
- Gusi y Bizvan:
- Biz, encuentras bagatelas. Nada muy útil, aunque muchas cosas brillantes. Gusi, cuando rompes la figura sale una lámpara de bronce, que ennegrece al tocar los trozos rotos de la estatuilla. Tras eso, un genio rojo surge de ella. Sus ojos amarillos os miran y sonríe, mostrando una hilera de dientes afilados.
-Oh, mis amos. Por haberme liberado rompiendo la hornacina que me contenía, os concederé un deseo a cada uno… ¿Deseáis algo desde el fondo de vuestro corazón?
- Los tres cerditos:
- Llegáis hasta la plaza, atravesando las filas de Balt y a la chica que pasó de vosotros. Tal vez en medio del camino prefiráis retrasaros, hay un tipo preparando salchichas en una hoguera. Veinte minutos de vida y los gasta en comer. ¿O tal vez es el tipo más despreocupado del planeta? O simplemente tiene hambre, ¿Pero quién se lleva una bradgurst a la guerra? Están locos estos Siderianos.
- Tobías:
- Algunos te hacen caso, pero otros miran con duda. Al fin y al cabo la guerra no ha terminado, y si bien no tiene ningún sentido mantener la lucha, en cualquier momento podría estallar el conflicto de nuevo. Una vez te montas, cual toro mecánico intenta echarte con todas sus fuerzas, y si no lo logra tendrás un accidentado y divertido camino hasta esa preciosa luz arco iris.
- Plaza del palacio:
- Stalkers:
- Todos los que estéis observando contempláis el espectáculo. Oís el rugido y veis como el cielo se vuelve azul. En el centro de la isla brillan unos colorines preciosos que los relajan. La guardiana ha tomado el orbe y tiene toda la pinta de una madre que le da permiso para algo a su hijo justo antes de seguirle para asegurarse de que no rompe nada en el camino. No parece amedrentar a Dexter.
Pronto llega Al y convoca a los marines a su lado. Os toca intervenir, chicos. O quizás no. Ya no hay… nada contra lo que pelear. Pero podéis juntaros para una fiesta, nunca viene mal.
Krau, tienes a tu alrededor a varias personas pidiéndote que no te mueras y la situación parece controlada. ¿Qué deberías hacer?
Dexter, para tu fortuna tu plan ha tenido éxito. Ahora solo te queda escoger cinco conejillos de indias, que digo, pretores. Si además dieran comida como te dice Drake los habitantes de Síderos no podrían pedir más. Es una gran responsabilidad.- Tres mosqueteros:
- Al parecer tus cálculos eran correctos y aparecéis a las afueras del palacio, en un recodo de una calle justo a tiempo para ver a la guardiana tomar el orbe de manos de Dexter y activar el espectáculo de luces, sonidos y drogas varias.
- Adam:
- -Puedes ayudarnos a abrir esta puerta- dicen, mientras intentan encontrar un mecanismo apropiado. Aunque todo apunta a que sólo se abre desde dentro. Por otro lado, en la plaza pasa de todo y nada bueno.
- Milena y Eichi:
- Conseguís haceros con la raíz. Estáis cansados pero aún se os ve con ganas de luchar. Última oportunidad chicos, echad a caminar o salid del cap. Aclaradlo de ser el caso, por favor.
- Zack y Sarah :
- Zack, uno de los órganos está arañado. Hm, ¿Qué es eso que brilla en su interior? Parece alguna clase de metal. Vaya, quizás estas piezas sean más valiosas de lo que piensas. Tras una corta caminata, os asomáis a la plaza del palacio y veis todo el percal
- Maki :
- -Ah… hermosa vista.
El esqueleto sonríe a tu lado. Hay dragones de colorines danzando a vuestros pies y escupir desde esa altura se ve genial. Hay tanto alborozo y ruido que parece una feria, ¿Verdad? Aunque esa gente de allá abajo parece estar muy muy seria.
Rainbow662
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Ahí ahí, dale duro. ¡No, cuidado! Uhhh, eso tiene que doler. Eso es, dispárale... Pero a ése no, tío. ¿A quién se le ocurre darle un arma a un roedor?
Arribor se había puesto cómodo para ver el combate. Estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en una de las ornamentadas columnas de la amplia estancia, comentando con entusiasmo la batalla campal que se estaba desarrollando frente a sus ojos. No tenía ni idea de quién combatía, ni tampoco de si los mapaches eran roedores o no. Zack lo sabría; al fin y al cabo, él también era un roedor, ¿no?
En situaciones normales, él mismo se habría unido a la batalla. De hecho, se habría propuesto aplastar a todos los combatientes, pero parecía que los bandos se reducían a apoyar al pretor contra todos los demás o enfrentarse a él en equipo, y no le apetecía ninguna de las dos cosas. No era buen jugador de equipo y tampoco quería apoyar a ninguno de los pirados de ese país. Así que le bastaba con disfrutar del espectáculo. Aunque sería mejor si tuviese palomitas.
Junto a él había otra gente que también parecía conformarse con observar. Un chico pelirrojo se le acercó y le preguntó si quería perder dinero.
-Yo nunca pierdo -mintió Arribor. Lo que quería decir era que cuando perdía se largaba sin pagar su apuesta, pero prefirió callarse eso o nadie querría apostar-. Por cierto, ¿tienes idea de qué diablos pasa aquí? -le preguntó. No sabía si animar a uno o a otro.
El pirata continuó observando lo que pasaba, mientras le decía a Sarah que no había prisa en irse. El barco no iba a moverse de donde estaba. O al menos eso esperaba. Pero cuando quiso darse cuenta, el edificio entero se plagó de grietas y pareció peligrosamente cerca de hacerse añicos. Una grieta considerable se abrió en el techo. A través de ella podía ver el cielo, ya de su color natural, pero él lo ignoró. Estaba más concentrado en la voz que volvía a hablar desde algún lugar.
-En este sitio no pueden estar ni dos minutos sin hacer cosas de estas -se resignó el pirata. Como no tenía mucha idea de lo que iba a pasar, se limitó a seguir mirando.
- Interior de palacio:
- Básicamente no hago nada xD Solo me quedo mirando a ver si el combate sigue o no.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los dorados ojos del cadejo continuaban clavados en aquella pelea sin sentido. Sus brazos estaban cruzados y continuaba perdiendo la fe en las personas de allí. La cobardía era increíble. Tanta gente atacando a una sola persona iba en contra de sus principios y por ello decidió largarse de una buena vez o terminaría atacando a alguien. Escuchó las palabras de la morena de la tripulación de Dexter y aquello provocó que la mirase de forma fría. Esa imbécil… Decidió relajarse y pasar de ella. No era la única que pensaba así de él y no podía defenderse, pues podía tener razón en el fondo. Chasqueó un poco la lengua y acto seguido se colocó en pie mientras miraba por última vez al pretor.
- Deathstroke, si tenéis problemas avísame.
Dijo simplemente empezando a caminar hacia la salida con ambas manos en los bolsillos. No tardó en ver entonces a Arribor allí sentado. Se colocó frente a él y clavó sus dorados ojos en el suyo. Su expresión era tétrica y parecía estar serio. Junto a él había varias personas más. De modo que ese era el capitán de su hermano. El lobo negro se agachó y quedó con su rostro cerca del pirata, pero lo suficientemente alejado para que no se pensase nada raro. Entonces empezó a hablarle con un tono calmado.
- Tú debes de ser el capitán de mi hermano Drake. No es por nada, Arribor, pero el sueño de mi hermanito es terminar con la vida del yonkaikyo por el que estás apostando. De modo que es posible que en un futuro lo enfrentéis, dicho eso, cuida del cabeza loca del lobo blanco ¿Quieres?
En cuanto se llevase la respuesta saldría de aquel sitio tranquilamente hasta llegar a la enorme plaza. Dexter continuaba allí, al igual que muchísima gente. No tardó mucho en empezar a acercarse despacio hacia donde estaban todos, pues se estaba aburriendo.
- Deathstroke, si tenéis problemas avísame.
Dijo simplemente empezando a caminar hacia la salida con ambas manos en los bolsillos. No tardó en ver entonces a Arribor allí sentado. Se colocó frente a él y clavó sus dorados ojos en el suyo. Su expresión era tétrica y parecía estar serio. Junto a él había varias personas más. De modo que ese era el capitán de su hermano. El lobo negro se agachó y quedó con su rostro cerca del pirata, pero lo suficientemente alejado para que no se pensase nada raro. Entonces empezó a hablarle con un tono calmado.
- Tú debes de ser el capitán de mi hermano Drake. No es por nada, Arribor, pero el sueño de mi hermanito es terminar con la vida del yonkaikyo por el que estás apostando. De modo que es posible que en un futuro lo enfrentéis, dicho eso, cuida del cabeza loca del lobo blanco ¿Quieres?
En cuanto se llevase la respuesta saldría de aquel sitio tranquilamente hasta llegar a la enorme plaza. Dexter continuaba allí, al igual que muchísima gente. No tardó mucho en empezar a acercarse despacio hacia donde estaban todos, pues se estaba aburriendo.
- Interior Palacio / Fuera / RAINBOW Lee:
- Hablar con deaths, hablar con rainbow y salir fuera.
Deathstroke
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Muchos de los allí presentes realizaron unos ataques al pretor, el Yonkaikyo bloqueó su ataque con una especie de pinza enorme con la que sujetó el arma del pretor, este consiguió deshacerse de la pinza para liberar su arma, el mapache falló su ataque debido al impacto de la pinza contra el suelo haciendo que se desequilibrase. Con esto hubo un momento de clama interrumpido por un grito y al poco la voz del ángel se volvió a escuchar, no sabía de qué iba la conversación que esta estaba teniendo, pero parecía acceder a alguna clase de trato con alguien y le dio veinte minutos antes de la llegada del apocalipsis.
Tras esto me fijé en un tipo que al entrar había propuesto hacer una apuesta a ver quien ganaba el combate entre el pretor y Bleyd, seguía el combate con emoción por lo que parecía no sabía bien a qué bando apoyaba, pero mientras no la armase no pasaba nada. Por otra parte Hinori había respondido a alguien y señaló a Kedra tras llamarlo perro, luego se había escondido tras de mí, Kedra por su parte pareció ignorarla y salió del edificio diciéndome que si le necesitaba que le avisase para ayudarnos.
De pronto el pretor soltó un grito muy poderoso haciendo que las paredes de la sala se agrietasen más aún de lo que ya estaban “como esto siga así colapsará” pensé revisando el interior de la sala con la mirada, quizás lo mejor sería salir de allí además no parecía que los allí presentes me fuesen a hacer caso con que dejasen al pretor vivo y lo matarían en cuanto tuviesen ocasión, lo que convertía la sala en una zona de ejecución.
-Nakamas, nos vamos fuera, esto parece que se va a caer en cualquier momento, si el reto quiere quedarse y ejecutar a Grum que lo haga, pero no os pongáis en peligro por nada – dije en un tono serio mentalmente al resto de la tripulación – el capitán seguro que aguarda fuera y solo entramos a buscar a Worgulv, salgamos y descansemos un rato si os parece bien.
Esperaba que mis compañeros me hiciesen caso a lo que les acababa de decir telepáticamente, tras decirlo me giré y comencé a salir del palacio aunque atento por si alguno se quería quedar a pelear. No les iba a obligar a no luchar si querían, pero no les iba a dejar desprotegidos en caso de que necesitasen mi ayuda.
-Capitán, estamos con Worgulv y saldremos del palacio o eso creo, todos los que están aquí quieren ejecutar al pretor Grum y no van a cambiar de idea, además Quiero tratar en condiciones el brazo de Worgulv – le dije a Dexter telepáticamente.
Tras esto me fijé en un tipo que al entrar había propuesto hacer una apuesta a ver quien ganaba el combate entre el pretor y Bleyd, seguía el combate con emoción por lo que parecía no sabía bien a qué bando apoyaba, pero mientras no la armase no pasaba nada. Por otra parte Hinori había respondido a alguien y señaló a Kedra tras llamarlo perro, luego se había escondido tras de mí, Kedra por su parte pareció ignorarla y salió del edificio diciéndome que si le necesitaba que le avisase para ayudarnos.
De pronto el pretor soltó un grito muy poderoso haciendo que las paredes de la sala se agrietasen más aún de lo que ya estaban “como esto siga así colapsará” pensé revisando el interior de la sala con la mirada, quizás lo mejor sería salir de allí además no parecía que los allí presentes me fuesen a hacer caso con que dejasen al pretor vivo y lo matarían en cuanto tuviesen ocasión, lo que convertía la sala en una zona de ejecución.
-Nakamas, nos vamos fuera, esto parece que se va a caer en cualquier momento, si el reto quiere quedarse y ejecutar a Grum que lo haga, pero no os pongáis en peligro por nada – dije en un tono serio mentalmente al resto de la tripulación – el capitán seguro que aguarda fuera y solo entramos a buscar a Worgulv, salgamos y descansemos un rato si os parece bien.
Esperaba que mis compañeros me hiciesen caso a lo que les acababa de decir telepáticamente, tras decirlo me giré y comencé a salir del palacio aunque atento por si alguno se quería quedar a pelear. No les iba a obligar a no luchar si querían, pero no les iba a dejar desprotegidos en caso de que necesitasen mi ayuda.
-Capitán, estamos con Worgulv y saldremos del palacio o eso creo, todos los que están aquí quieren ejecutar al pretor Grum y no van a cambiar de idea, además Quiero tratar en condiciones el brazo de Worgulv – le dije a Dexter telepáticamente.
- resumen interior del palacio (Blue Roses leed, Dexter lee):
- Ver todos los ataques al pretor, ver como este se cabrea mucho, avisar a mis compañeros de que es mejor que salgamos del palacio, contactar con Dexter para decir que salimos a la plaza.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
– Vaya… – Susurró, con cierta sorpresa ante lo que le decía aquella chica. El otro tipo le dio igual… Si una simple herida en el hombro era suficiente como para dejarlo fuera de combate, no tendría sentido llevarlo a un lugar mucho más peligroso.
No lo negaba, las palabras de ella fueron bastante… Duras. Si lo sabía, era por una buena razón, se había encontrado con Milena y ella le había contado lo que había sucedido. ¿Qué le hubiera contado todo a su pinta? No lo negaba, pero en ninguna de las dos versiones, él podría tener alguna que otra mejor explicación o donde no se viera como alguien despreciable. ¿A quién engañaba…? Era el primero que admitía que ese acto fue cobarde, no siguió luchando… Bien pudo seguir buscándola, pero… ¿Para qué? Las cosas fueron bastante claras y ahora tendría que cargar con eso toda su vida. ”Es irónico… Mi padre me abandona y yo abandono a mi hijo” – se dijo casi tratando de… Nada. No había forma alguna de explicar todo, nada… De hecho, nada era lo que tenía que explicar.
– ¿Cómo estaba? – preguntó… – No… Olvídalo. No tengo ningún derecho en saber nada. Tienes razón, mocosa – le dijo con un tono quedo, neutro y sin emociones. Sus palabras, las de ella, fueron lo suficientemente claras como para darle la estocada final. – Tienes la maldita razón en todo lo que dices, pero… No estuviste ahí, no me conoces y tampoco es que creo que quieras. Ni yo me quisiera conocer, siendo honestos – suspiró y empezó a alejarse de ellos. El cielo había vuelto a ser el de antes y todo indicaba que Dexter había ganado. – No existen excusas, tampoco las daría, aunque las tuviera… Soy el primero que admite que… – tenía que ser fuerte para no romperse a llorar ahí mismo. No es que fuera un hombre totalmente frío, pero lograba ocultar sus emociones o eso pensaba. Quizá los dos eran capaces de leer lo que él sentía y deducir sus siguientes palabras. – Olvídalo. En fin… No pienso seguir molestando. Solo espero que sobrevivan… Esta guerra no solo ha dejado muertos. – Dijo a la par que empezaba a caminar rumbo a su capitán.
Escuchó las palabras de Slade y suspiró. Por lo que entendía, solo quedaban Grum y Ballarad con vida. El plan de su capitán había funcionado de la mejor forma y todo había sido pausado de momento. ”20 minutos…” – era el tiempo límite. Era hora de reunirse, al fin, con su capitán y el resto. Todos estaban bien y era lo que importaba, ¿no? No tardó mucho en divisar la figura de su capitán y sentir su poderosa presencia. Se mantuvo alejado… ¿En serio quería hablar con alguien ahora? Mejor dicho, ¿tenía las fuerzas suficientes para hacerlo? ¿Tenía las fuerzas para dar explicaciones? Prefería dejar que su capitán se encargara del futuro de esta isla y ya luego conversaría con él… Era lo justo, después de todo.
No lo negaba, las palabras de ella fueron bastante… Duras. Si lo sabía, era por una buena razón, se había encontrado con Milena y ella le había contado lo que había sucedido. ¿Qué le hubiera contado todo a su pinta? No lo negaba, pero en ninguna de las dos versiones, él podría tener alguna que otra mejor explicación o donde no se viera como alguien despreciable. ¿A quién engañaba…? Era el primero que admitía que ese acto fue cobarde, no siguió luchando… Bien pudo seguir buscándola, pero… ¿Para qué? Las cosas fueron bastante claras y ahora tendría que cargar con eso toda su vida. ”Es irónico… Mi padre me abandona y yo abandono a mi hijo” – se dijo casi tratando de… Nada. No había forma alguna de explicar todo, nada… De hecho, nada era lo que tenía que explicar.
– ¿Cómo estaba? – preguntó… – No… Olvídalo. No tengo ningún derecho en saber nada. Tienes razón, mocosa – le dijo con un tono quedo, neutro y sin emociones. Sus palabras, las de ella, fueron lo suficientemente claras como para darle la estocada final. – Tienes la maldita razón en todo lo que dices, pero… No estuviste ahí, no me conoces y tampoco es que creo que quieras. Ni yo me quisiera conocer, siendo honestos – suspiró y empezó a alejarse de ellos. El cielo había vuelto a ser el de antes y todo indicaba que Dexter había ganado. – No existen excusas, tampoco las daría, aunque las tuviera… Soy el primero que admite que… – tenía que ser fuerte para no romperse a llorar ahí mismo. No es que fuera un hombre totalmente frío, pero lograba ocultar sus emociones o eso pensaba. Quizá los dos eran capaces de leer lo que él sentía y deducir sus siguientes palabras. – Olvídalo. En fin… No pienso seguir molestando. Solo espero que sobrevivan… Esta guerra no solo ha dejado muertos. – Dijo a la par que empezaba a caminar rumbo a su capitán.
Escuchó las palabras de Slade y suspiró. Por lo que entendía, solo quedaban Grum y Ballarad con vida. El plan de su capitán había funcionado de la mejor forma y todo había sido pausado de momento. ”20 minutos…” – era el tiempo límite. Era hora de reunirse, al fin, con su capitán y el resto. Todos estaban bien y era lo que importaba, ¿no? No tardó mucho en divisar la figura de su capitán y sentir su poderosa presencia. Se mantuvo alejado… ¿En serio quería hablar con alguien ahora? Mejor dicho, ¿tenía las fuerzas suficientes para hacerlo? ¿Tenía las fuerzas para dar explicaciones? Prefería dejar que su capitán se encargara del futuro de esta isla y ya luego conversaría con él… Era lo justo, después de todo.
- Plaza del palacio. Elya, lee (?):
- Contestarle a Elya. Quedar alejado de Dexter y esperar a ver lo que pasa.
Anon K. Noah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Caminando por la calle, una mierda me encontré~. Como no tenía nombre, "Raza Humana" la llamé~.
Para no aburrirme por el camino, decidí canturrear un poco algunas estupideces que me parecieron divertidas. El momento "excursión infantil" contrastaba un poco con el ambiente hostil que se podía ver entre las calles: la lucha no había parado, sino que se había recrudecido incluso aún más tras el oscurecimiento del cielo y el acercamiento del Juicio Final. ¿Por qué se ponían tan nerviosos todos? Entrar en pánico no les iba a salvar, suponiendo que todo eso de exterminar Síderos fuera cierto y no un farol. Aunque bueno, en su defensa reconozco que habían factores que sustentaban la teoría de que sí, que se acercaba el apocalipsis.
Pero bueno, de todas formas... Habían venido a Encuentro dispuestos a morir igualmente, ¿no? Por su causa y todo eso, estaban dispuestos a tomar el riesgo... Yo lo estaba, al menos. Sabía que participar en este show de fatalidad me ponía en riesgo a mí también, y no era la primera vez que tenía esta clase de experiencia cercana a la muerte. Recuerdo particularmente durante mis años de entrenamiento con Durion, cuando el muy hijo de una hiena me usó como cebo viviente para pescar Reyes Marinos. Ah, perdón, me pongo nostálgico cuando recuerdo la relación de amor-odio que tenía con mi padre adoptivo.
Hablando de entrar en pánico... Syxel parecía tener prisa por llegar a algún sitio, ya que nos adelantó corriendo como si lo persiguiera el mismísimo Lucifer... Aunque eso no habría tenido tanto sentido considerando quién (o qué) era el peligris en su máxima expresión de poder. Que coño, en lo que llevamos de día nada ha tenido sentido, así que ya no sabía ni de qué me sorprendía. Si quería correr que corriera, ya lo alcanzaríamos más tarde... sobre todo porque mi aguda nariz de tritón detectó un aroma especialmente delicioso.
Y allí estaba, el tipo más tranquilo del lugar (después de mí, por supuesto), preparándose unas salchichas a la brasa como Dios manda. El olorcillo de la carne hecha al fuego natural me invadía y atraía hasta límites insospechados, hasta el punto de que noté cómo se me caía la baba. Rápidamente me la quité mientras salía del trance y planeaba lo que hacer. Podía pedir, pero ese no era mi estilo. Y podía matarlo allí mismo y quedarme tanto sus salchichas como sus pertenencias, pero Syxel se estaba alejando y no tenía tiempo que perder con tonterías. Así que al final decidí intentar hacerme un cinco-ochenta.
¿Que qué es un cinco-ochenta? Cinco los dedos de la mano con la que intenté robar una salchicha (cocinada o no, me daba igual), y ochenta los kilómetros por hora que traté de alcanzar al correr como un hijoputa alejándome de la escena. Si conseguía mi premio no tardaría nada en engullirlo y chuparme los dedos, pero de todas formas si fallaba desde luego no pensaba quedarme a mirar al tipo al que acababa de intentar robar. Lo mismo resulta que el hombre era un Samurai del País de Wano de incógnito, y me sajaba la mano con una Saijo O Wazamono. Nunca se sabe.
Al caso, que después de este desvío particular, el resto del viaje transcurrió sin incidencias. Llegamos a la Plaza, vimos un espectáculo de cojones, el cielo se puso azul otra vez, aplaudí emocionado por las luces y colores y exclamé:
- ¡Qué bonito! ¿Estamos celebrando un cumpleaños?
No es que hubiera mucha gente cerca mío particularmente, pero podía ver alguna persona que otra. Si nadie se dignaba a contestarme pues... Me quedaría mirando a ver si me enteraba de algo. Había mucha gente allí a lo lejos, parecía que estaba ocurriendo algo grande pero tenía poca información para poder llegar a algo en claro. Tenía un par de ideas, sí, pero nada por lo que poner la mano en el fuego... Eso ya lo hice con la salchicha y no es bueno hacerlo dos veces seguidas.
Para no aburrirme por el camino, decidí canturrear un poco algunas estupideces que me parecieron divertidas. El momento "excursión infantil" contrastaba un poco con el ambiente hostil que se podía ver entre las calles: la lucha no había parado, sino que se había recrudecido incluso aún más tras el oscurecimiento del cielo y el acercamiento del Juicio Final. ¿Por qué se ponían tan nerviosos todos? Entrar en pánico no les iba a salvar, suponiendo que todo eso de exterminar Síderos fuera cierto y no un farol. Aunque bueno, en su defensa reconozco que habían factores que sustentaban la teoría de que sí, que se acercaba el apocalipsis.
Pero bueno, de todas formas... Habían venido a Encuentro dispuestos a morir igualmente, ¿no? Por su causa y todo eso, estaban dispuestos a tomar el riesgo... Yo lo estaba, al menos. Sabía que participar en este show de fatalidad me ponía en riesgo a mí también, y no era la primera vez que tenía esta clase de experiencia cercana a la muerte. Recuerdo particularmente durante mis años de entrenamiento con Durion, cuando el muy hijo de una hiena me usó como cebo viviente para pescar Reyes Marinos. Ah, perdón, me pongo nostálgico cuando recuerdo la relación de amor-odio que tenía con mi padre adoptivo.
Hablando de entrar en pánico... Syxel parecía tener prisa por llegar a algún sitio, ya que nos adelantó corriendo como si lo persiguiera el mismísimo Lucifer... Aunque eso no habría tenido tanto sentido considerando quién (o qué) era el peligris en su máxima expresión de poder. Que coño, en lo que llevamos de día nada ha tenido sentido, así que ya no sabía ni de qué me sorprendía. Si quería correr que corriera, ya lo alcanzaríamos más tarde... sobre todo porque mi aguda nariz de tritón detectó un aroma especialmente delicioso.
Y allí estaba, el tipo más tranquilo del lugar (después de mí, por supuesto), preparándose unas salchichas a la brasa como Dios manda. El olorcillo de la carne hecha al fuego natural me invadía y atraía hasta límites insospechados, hasta el punto de que noté cómo se me caía la baba. Rápidamente me la quité mientras salía del trance y planeaba lo que hacer. Podía pedir, pero ese no era mi estilo. Y podía matarlo allí mismo y quedarme tanto sus salchichas como sus pertenencias, pero Syxel se estaba alejando y no tenía tiempo que perder con tonterías. Así que al final decidí intentar hacerme un cinco-ochenta.
¿Que qué es un cinco-ochenta? Cinco los dedos de la mano con la que intenté robar una salchicha (cocinada o no, me daba igual), y ochenta los kilómetros por hora que traté de alcanzar al correr como un hijoputa alejándome de la escena. Si conseguía mi premio no tardaría nada en engullirlo y chuparme los dedos, pero de todas formas si fallaba desde luego no pensaba quedarme a mirar al tipo al que acababa de intentar robar. Lo mismo resulta que el hombre era un Samurai del País de Wano de incógnito, y me sajaba la mano con una Saijo O Wazamono. Nunca se sabe.
Al caso, que después de este desvío particular, el resto del viaje transcurrió sin incidencias. Llegamos a la Plaza, vimos un espectáculo de cojones, el cielo se puso azul otra vez, aplaudí emocionado por las luces y colores y exclamé:
- ¡Qué bonito! ¿Estamos celebrando un cumpleaños?
No es que hubiera mucha gente cerca mío particularmente, pero podía ver alguna persona que otra. Si nadie se dignaba a contestarme pues... Me quedaría mirando a ver si me enteraba de algo. Había mucha gente allí a lo lejos, parecía que estaba ocurriendo algo grande pero tenía poca información para poder llegar a algo en claro. Tenía un par de ideas, sí, pero nada por lo que poner la mano en el fuego... Eso ya lo hice con la salchicha y no es bueno hacerlo dos veces seguidas.
- Resumen los Tres Cerdeteros:
- Intentar marcarme un "sinpa" con la salchicha, llegar a la plaza y flipar. Preguntar así en general por curiosidad. Intentar enterarme de algo porque es todo muy confuso.
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Maki se apartó del borde del edificio para que nadie mirase hacia arriba y descubriera que había sido él el culpable de lanzar un escupitajo hacia abajo. No pudo reprimir una risilla traviesa tras su pequeña broma pero luego se reprendió mentalmente por su sucio acto. "Muy mal, Augustus. No deberías haber hecho eso. ¿Y si le ha caído a alguien en la cara?". Se prometió a sí mismo que no volvería a hacerlo y pensó que quizás tendría que compensar a la víctima de su broma de alguna manera. Aún le quedaban varias piedras muy bonitas; seguro que con eso bastaba para que le perdonasen.
Y como si los cielos hubieran accedido a mostrarse indulgentes, el color rojo se desvaneció y las nubes se apartaron para que pudiera volver a brillar el cielo azul. Bien pensado, ¿por qué el cielo era rojo? Sin duda, Su Majestad lo habría sabido. No era la primera vez que se topaban con un cielo extraño, lo cual le hacía pensar.
-¡Oh no! -exclamó en voz alta-. ¡No se estará acabando el mundo otra vez, ¿no?!
¡Por todos los pescados! ¿Y si estaba ocurriendo realmente? Si era así estaban todos perdidos. Sin Su Majestad para detener la destrucción total, no tenían ninguna esperanza. El Hada destruiría el mundo por... bueno, por cosas de hadas. No, no. El Hada no podía ser tan mala. ¿O sí? Maki volvía a oír su voz como si la tuviese delante, así que si no era ella ¿quién? Además tenía pruebas: una vez un mosquito le picó; el mosquito tenía alas igual que el Hada; el mosquito era malo; ¡así que el Hada también era mala! Sí, todo tenía sentido.
Y de repente, un brillo colorido bajó desde los cielos inundando la plaza por completo. ¿Qué podía ser eso?
-Ya lo entiendo -musitó. El cielo necesitaba un salvador del mundo, y solo él podía hacerlo. El Comandante debía salvar el mundo de nuevo.
Maki miró hacia abajo con decisión. Iba a... bueno, a impedir el fin de todo de alguna forma que aún no se le había ocurrido. Sería el héroe que debía ser y cuando por fin se reencontrase con su Reina, estaría orgullosa de él.
-Ah… hermosa vista -dijo alguien a su lado.
Quien quiera que fuese, apareció tan súbitamente que le dio un susto de muerte el pobre pez. Maki pegó un grito de puro miedo y dio un salto para apartarse de su atacante. Y gritó aún más cuando se dio cuenta de que no había nada debajo de él. Mientras caía en dirección a la plaza vio que había sido Raspas. El maldito montón de huesos casi lo mataba del susto. Y quizás lo matase literalmente. Maki lo maldijo mientras el ligero montón de gelatina que era su cuerpo descendía en picado.
- Plaza:
- Cosas de Maki - Proponerse ser el salvador del mundo - Caer a la plaza porque el esqueleto le asusta llegando tan de repente
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No veía nada, aunque le llegaban los sonidos ahogados del exterior. Joder, menuda siestecita se había echado y qué sueños más raros había tenido... ¿o no habían sido sueños? Se encogió de hombros y de un fuerte empujón mandó a volar todos los escombros que los sepultaban, levantándose y saliendo a lo que quedaba de la plaza de la catedral. Del edificio no quedaban más que restos, igual que del ejército de armaduras. Observó extrañado lo que lo rodeaba, ignorando los cachos de piedra y metal que caían a su alrededor. Con un fuerte bostezo fue a llevarse la mano al cinto para coger un cigarro de su pitillera, pero sólo se encontró con su cuerpo desnudo. "Oh cierto, me olvidé mi ropa." Tal vez debería plantearse seriamente cubrirse las vergüenzas con algo... más aún, tras lo que había hecho para "calmarse" mientras estaba bajo los escombros no estaba dando precisamente un buen espectáculo, más aún porque no tenía nada a mano para limpiarse. Con un suspiro volvió a meterse en el lugar del que había salido y cogió una mochila metálica roja, colocándosela a la espalda.
- Iron Kai, cúbreme menos la cabeza.
La armadura se desplegó en torno a él. Ahora al menos iba algo más adecentado. "Ha llegado la hora de usar eso..." pensó con una sonrisa, mientras activaba el aire acondicionado. En una pose estúpida y pseudoépica, observó la ciudad destruida mientras disfrutaba del alivio que le causaba sentir el aire fresco en sus genitales, un tanto machacados tras todo el esfuerzo de librarse de aquella tensión que lo había dominado. Con un suspiro, se atusó la barba y dijo:
- Bien... no tengo ni idea de qué diablos está ocurriendo aquí.
Pronto el espectáculo se volvió más dantesco y extraño: haces de luz por todos lados, una especie de arcoiris cayendo sobre un punto de la ciudad, una voz que resonaba en su mente diciendo cosas sin sentido alguno para él... "Todos han desaparecido y para colmo no sé qué diablos ha sido de la guerra, pero parece que ocurra lo que esté ocurriendo, lo importante es allí." Observó el lugar bajo el arcoiris... no, le faltaba colores para ser uno, ¿y desde cuánto tenían tonos de negro? En realidad eran los colores de las cinco facciones. En fin, había un palacio y una enorme señal de "cosas chachis ocurriendo aquí", así que... adelante. Activó los propulsores de su armadura y comenzó a volar hacia el lugar, encontrándose con una escena extraña. Había un batiburrillo de diferente gente agrupada en el sitio, entre esas personas Dexter, Al y una mujer con alas. Por un instante frunció el ceño recordando los poderes de Émile, pero las de ella no eran negras. Descendió a un par de metros, rascándose la cabeza extrañado.
- ¿Qué está pasando aquí, Dexter? ¿Qué ha sido de la guerra? Me temo que llevo un rato largo fuera de combate...
Se puso serio y miró hacia el palacio, apretando el puño. Podía percibir algo proveniente del interior... era Bleyd peleándose contra alguien particularmente fuerte. Su amigo estaba en peligro, pero... ¿iba a actuar con impulsividad de nuevo? Suspiró y decidió confiar en la habilidad del yonkaikyo, esperando a que Dexter le informara sobre la situación.
- Iron Kai, cúbreme menos la cabeza.
La armadura se desplegó en torno a él. Ahora al menos iba algo más adecentado. "Ha llegado la hora de usar eso..." pensó con una sonrisa, mientras activaba el aire acondicionado. En una pose estúpida y pseudoépica, observó la ciudad destruida mientras disfrutaba del alivio que le causaba sentir el aire fresco en sus genitales, un tanto machacados tras todo el esfuerzo de librarse de aquella tensión que lo había dominado. Con un suspiro, se atusó la barba y dijo:
- Bien... no tengo ni idea de qué diablos está ocurriendo aquí.
Pronto el espectáculo se volvió más dantesco y extraño: haces de luz por todos lados, una especie de arcoiris cayendo sobre un punto de la ciudad, una voz que resonaba en su mente diciendo cosas sin sentido alguno para él... "Todos han desaparecido y para colmo no sé qué diablos ha sido de la guerra, pero parece que ocurra lo que esté ocurriendo, lo importante es allí." Observó el lugar bajo el arcoiris... no, le faltaba colores para ser uno, ¿y desde cuánto tenían tonos de negro? En realidad eran los colores de las cinco facciones. En fin, había un palacio y una enorme señal de "cosas chachis ocurriendo aquí", así que... adelante. Activó los propulsores de su armadura y comenzó a volar hacia el lugar, encontrándose con una escena extraña. Había un batiburrillo de diferente gente agrupada en el sitio, entre esas personas Dexter, Al y una mujer con alas. Por un instante frunció el ceño recordando los poderes de Émile, pero las de ella no eran negras. Descendió a un par de metros, rascándose la cabeza extrañado.
- ¿Qué está pasando aquí, Dexter? ¿Qué ha sido de la guerra? Me temo que llevo un rato largo fuera de combate...
Se puso serio y miró hacia el palacio, apretando el puño. Podía percibir algo proveniente del interior... era Bleyd peleándose contra alguien particularmente fuerte. Su amigo estaba en peligro, pero... ¿iba a actuar con impulsividad de nuevo? Suspiró y decidió confiar en la habilidad del yonkaikyo, esperando a que Dexter le informara sobre la situación.
- Orden de los gatitos desnudos, plaza del palacio:
- - Pensamientos varios, ir a la plaza del palacio y hablar con Dexter.
Gusi
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal vez me había pasado con la fuerza, pero el puñetazo fue más potente de lo esperado, haciendo que el morro de la quimera se hundiera para dentro y empezara a desquebrajarse toda la figura, para a continuación explotar en cientos de pedazos. Suspiré de alivio, al observar como nadie más podría disfrutar de esa obra de arte incompleta, cuando un brillo extraño, proveniente de los escombros, llamo mi atención. Me acerque con curiosidad y observé lo que parecía ser una lámpara (como el resto de las que había por el lugar) oculta en lo que parecía ser el interior de la estatua.
Bufe al ver que no se trataba de nada interesante y me dispuse a marcharme, pero en ese momento, el suelo y las rocas que tocaban aquella lámpara empezó a ennegrecerse, acompañado de una extraña niebla rojiza que salía de su interior.- ¡Corre, Biz!¡Es una comba (se me trabó la lengua en un intento de decir “bomba”)!- dije lanzándome al cuerpo de mi compañero, que no se encontraba muy lejos, para intentar tirarle al suelo con intención de protegerle de la explosión que nunca ocurrió. En sustitución empezó a sonar la voz de una persona, o eso creía antes de voltearme y observar a un enorme ser de color rojo y ojos amarillos.
Me senté al lado de mi compañero y escuché atento las palabras de aquel ser, quedándome extrañado al ver cómo nos llamaba "amos" y nos proponía la realización de nuestros sueños más profundos. Tragué saliva de forma muy sonora y miré a Biz con algo de terror en el rostro.-Hemos invocado al demonio (dije "hemos" a pesar de saber que la culpa era solo mía)- me puse en pie y me acerque con un poco de tembleque a aquel ser.-Bienvenido, todo poderoso ...-hice un gesto con la mano para que aquel ser nos facilitara su nombre.- Es un honor que te muestres ante nosotros.- me incliné de forma teatral, pensando en el extraño nombre que tenía para ser un demonio.
Al inclinar la cabeza al suelo, observé un extraño candelabro con forma de miembro viril y en ese momento recordé lo que tanto andaba buscando en ese extraño lugar. Algo, que por extraño que pareciera, era imposible que encontrara allí. Pero dado que ante mí se encontraba un ser que tenía intención de concederme cualquier deseo y no conocía otra posibilidad de encontrarlo, alcé la vista y sin pensarlo dos veces, dije:
-¡DESEO UN PENE MÁGICO! CON EL CUAL PUEDA PARTIR MONTAÑAS, HACER EXPLOTAR A MIS ENEMIGOS, DAR PLACER A GIGANTAS (femenino de gigante), LANZAR RAYOS LASER, ....- y mil gilipolleces más que grité con entusiasmo e ilusión. Solo cabía esperar que aquel ser hiciera realidad mis sueños y los de Bizvan.
Bufe al ver que no se trataba de nada interesante y me dispuse a marcharme, pero en ese momento, el suelo y las rocas que tocaban aquella lámpara empezó a ennegrecerse, acompañado de una extraña niebla rojiza que salía de su interior.- ¡Corre, Biz!¡Es una comba (se me trabó la lengua en un intento de decir “bomba”)!- dije lanzándome al cuerpo de mi compañero, que no se encontraba muy lejos, para intentar tirarle al suelo con intención de protegerle de la explosión que nunca ocurrió. En sustitución empezó a sonar la voz de una persona, o eso creía antes de voltearme y observar a un enorme ser de color rojo y ojos amarillos.
Me senté al lado de mi compañero y escuché atento las palabras de aquel ser, quedándome extrañado al ver cómo nos llamaba "amos" y nos proponía la realización de nuestros sueños más profundos. Tragué saliva de forma muy sonora y miré a Biz con algo de terror en el rostro.-Hemos invocado al demonio (dije "hemos" a pesar de saber que la culpa era solo mía)- me puse en pie y me acerque con un poco de tembleque a aquel ser.-Bienvenido, todo poderoso ...-hice un gesto con la mano para que aquel ser nos facilitara su nombre.- Es un honor que te muestres ante nosotros.- me incliné de forma teatral, pensando en el extraño nombre que tenía para ser un demonio.
Al inclinar la cabeza al suelo, observé un extraño candelabro con forma de miembro viril y en ese momento recordé lo que tanto andaba buscando en ese extraño lugar. Algo, que por extraño que pareciera, era imposible que encontrara allí. Pero dado que ante mí se encontraba un ser que tenía intención de concederme cualquier deseo y no conocía otra posibilidad de encontrarlo, alcé la vista y sin pensarlo dos veces, dije:
-¡DESEO UN PENE MÁGICO! CON EL CUAL PUEDA PARTIR MONTAÑAS, HACER EXPLOTAR A MIS ENEMIGOS, DAR PLACER A GIGANTAS (femenino de gigante), LANZAR RAYOS LASER, ....- y mil gilipolleces más que grité con entusiasmo e ilusión. Solo cabía esperar que aquel ser hiciera realidad mis sueños y los de Bizvan.
- Capilla :
- Romper la estatua, intentar proteger a Biz de una bomba inexistente, interactuar con el genio y pedir mi amado deseo
Kaito Kazuki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El ataque del joven cazador parece no tener un efecto considerable, al menos no parece ser diferente al intento anterior, pero se ve que la idea del hombre árbol tiene una mejor eficacia, porque a la mujer le cuesta más tiempo recuperarse. Al darse cuenta de que por mucho que se esfuerce sus intentos son infructuosos y eso causaría una frustración que no le conviene ahora mismo, el joven espadachín decide retirarse en silencio a observar como se desarrollan los acontecimientos en aquella guerra que parece no tener fin. Aquello le parece absurdo, realmente aquella guerra no lleva a la isla a ninguna parte, simplemente causa sufrimiento, muerte, destrucción en la isla y en aquellos que en ella habitan. A los invitados realmente les interesa más bien poco el estado de la isla, hablando desde un punto de vista egoísta y que tendrían muchos de los deshonrados piratas que por allí correrían en busca de poder.
|~ Maldita sea, la próxima vez traeré más armamento... ~| Dice para sí mientras mira alrededor como la guerra se calma cuando la guardiana toma de uno de los más poderosos piratas un objeto. Algunos heridos rondan la plaza y hay gente tratado de cuidarlos. El joven cazador es médico, no sabe hasta que punto necesitan ayuda pero está dispuesto a ayudar. El joven se acerca a los que están trasladando los heridos acompañado por sus mascotas, el sake que hay en la calabaza de la tortuga podría servir a modo de anestésico y desinfectante de algunos heridos. |~ Buenas, soy médico y si queréis puedo ayudar con los heridos, en la batalla hice lo que pude, pero ahora quiero seguir ayudando en lo que pueda. ~| Dice mientras se toma una copa de sake antes de ponerse a preparar lo necesario para ayudar a los heridos si es que le permitían.
|~ Maldita sea, la próxima vez traeré más armamento... ~| Dice para sí mientras mira alrededor como la guerra se calma cuando la guardiana toma de uno de los más poderosos piratas un objeto. Algunos heridos rondan la plaza y hay gente tratado de cuidarlos. El joven cazador es médico, no sabe hasta que punto necesitan ayuda pero está dispuesto a ayudar. El joven se acerca a los que están trasladando los heridos acompañado por sus mascotas, el sake que hay en la calabaza de la tortuga podría servir a modo de anestésico y desinfectante de algunos heridos. |~ Buenas, soy médico y si queréis puedo ayudar con los heridos, en la batalla hice lo que pude, pero ahora quiero seguir ayudando en lo que pueda. ~| Dice mientras se toma una copa de sake antes de ponerse a preparar lo necesario para ayudar a los heridos si es que le permitían.
- Plaza del Palacio:
- Frustrarse por no lograr mucho con sus ataques y ofrecerse para cuidar a los heridos
Gera
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pequeña abejilla correteaba sin cesar por la sala del trono, zumbando de un lado hacia otro. No se había fijado realmente en quién estaba allí, lo único que le importó fue cotillear todo aquello que podía ver en la sala.
Mientras hacía el gracioso ruido de zumbido, correteó alrededor de los tronos, tocándolos sin ningún tipo de pudor. Había como una especie de marca en cada uno de ellos, una mano parecía. Pero aún así, no estaban nombrados, no había ninguna señal de pertenencia concreta. Esto sorprendió a la muchacha que se dedicó a acercarse detenidamente a cada uno de ellos y volverlos a inspeccionar.
Tras un breve rato, la mujer abeja continuó su zumbeante camino hasta acercarse a un ser, un ser que estaba mirando un libro. ZZZZ ¿Qué estás mirando? ZZZZZ ¿Es divertido? ZZZZZ ¿Pretendes hacer algo con ese libro? ZZZZ ¿Me dejas mirar? ZZZZZ mientras asomaba su cabecita por un lado y otro del lector. Puede que le agobiase un poco, o igual no, pero no tenía intención de molestarle... simplemente sintió curiosidad por aquello que estaba leyendo.
Tras esperar la respuesta, la muchacha correteó de nuevo entre la gente que allí había hasta darse cuenta de que podía ver lo que ocurría en la otra sala. Era todo muy confuso y ella decidió tomárselo de broma, al fin y al cabo, esto estaba por terminar. Tenía curiosidad por saber quién ocuparía el trono, tanto tiempo allí y no conocía prácticamente a nadie.
Su boca se tornó en una bonita sonrisa y continuó correteando por la sala del trono esperando una señal divina que le dijese lo que debería hacer. Estaba confusa y muy inquieta, pero nadie le pudo quitar la sonrisa de la cara que tan alegremente la hizo estar.
Mientras hacía el gracioso ruido de zumbido, correteó alrededor de los tronos, tocándolos sin ningún tipo de pudor. Había como una especie de marca en cada uno de ellos, una mano parecía. Pero aún así, no estaban nombrados, no había ninguna señal de pertenencia concreta. Esto sorprendió a la muchacha que se dedicó a acercarse detenidamente a cada uno de ellos y volverlos a inspeccionar.
Tras un breve rato, la mujer abeja continuó su zumbeante camino hasta acercarse a un ser, un ser que estaba mirando un libro. ZZZZ ¿Qué estás mirando? ZZZZZ ¿Es divertido? ZZZZZ ¿Pretendes hacer algo con ese libro? ZZZZ ¿Me dejas mirar? ZZZZZ mientras asomaba su cabecita por un lado y otro del lector. Puede que le agobiase un poco, o igual no, pero no tenía intención de molestarle... simplemente sintió curiosidad por aquello que estaba leyendo.
Tras esperar la respuesta, la muchacha correteó de nuevo entre la gente que allí había hasta darse cuenta de que podía ver lo que ocurría en la otra sala. Era todo muy confuso y ella decidió tomárselo de broma, al fin y al cabo, esto estaba por terminar. Tenía curiosidad por saber quién ocuparía el trono, tanto tiempo allí y no conocía prácticamente a nadie.
Su boca se tornó en una bonita sonrisa y continuó correteando por la sala del trono esperando una señal divina que le dijese lo que debería hacer. Estaba confusa y muy inquieta, pero nadie le pudo quitar la sonrisa de la cara que tan alegremente la hizo estar.
- Balt:
- corretear por la sala del trono, acercarse al lector y hacerle muchas preguntas, zumbear, corretear y esperar una señal divina.
Amaiar Silverfang
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aunque me daba vergüenza ajena caminar tras el gyojin (particularmente por las extrañas canciones que se había puesto a entonar), decidí no alejarme mucho, no fuera a hacer algo raro. Ya había pasado suficiente tiempo con él y Syxel como para hacerme una buena idea del tipo de personas que eran, y me preocupaba un poco la forma de ser de Noah. Pero bueno, que yo recuerde no tiene cartel de Wanted, lo que significa que tampoco es tan malo o al menos sabe controlarse lo justo para no buscarse problemas serios con la sociedad... ¿No?
Hablando de Syxel, el hombre me pasó de largo sin siquiera dirigirme una mirada, lo cual me hizo sentir una punzada de culpabilidad... hasta que también pasó de largo de Noah prestándole exactamente la misma atención que a mí. Fue entonces cuando empecé a preocuparme, y quise preguntarle si le pasaba algo, pero cuando fui a echar a correr detrás suya, otro evento llamó mi atención:
El puto pez. Había robado una salchicha. De un pobre hombre que no tenía nada mejor que hacer con su vida que prepararlas allí en aquella hoguera. Que probablemente era parte de su sustento básico, de la cena que le quitaría el hambre esa noche. Entendía que Noah era alguien impulsivo y como tritón también tenía una serie de necesidades alimenticias frecuentes, pero coño no cuesta nada pedir las cosas "por favor."
- Discúlpelo, no sabe lo que hace, está loco, no lo tenga en cuenta.... - Me disculpé en nombre del tritón múltiples veces, inventando excusas sobre la marcha mientras hacía reverencias avergonzadas al hombre cuya salchicha acababa de ser robada. Luego me saqué a las prisas del bolsillo un billete sin siquiera mirar cuántos berries eran (aunque no llevo billetes grandes encima, sé que como mínimo sería suficiente para comprarse un paquete de salchichas entero nuevo). - Tome, por favor acepte esto como compensación. - Y tras entregar el dinero, antes de que el liante pudiera perderse entre las calles, salí corriendo detrás de él para decirle una cosita o dos.
Y para cuando lo encontré, se me olvidó por completo lo que quería decirle. Estaba demasiado ocupado tratando de asimilar la escena que se abría ante mí. Ya no por las luces y colores, todo eso era muy bonito, sí, pero lo que más me llamaba la atención de todo esto era el par de bestias reunidas junto a una mujer con alas.
Al escuchar las siguientes palabras en mi cabeza, supe al instante que había sido ella todo el rato la que había estado hablando dentro de mi mente. No me estaba volviendo loco, ni era un sueño, realmente aquellas palabras habían sido pronunciadas (más o menos) por aquella mujer de aspecto angelical y aura aterradora. ¿Cómo era posible que hubiera tanto poder en un cuerpo de aspecto tan frágil?
Y luego estaba el dragón. Aquel dragón azul y enorme cuya aura reconocía gracias a nuestro previo aunque breve encuentro: Dexter Black, antiguo Shichibukai y uno de los actuales Yonkous. La última vez que supe de él fue... en el Torneo del Hexódromo, cuando se enfrentó a mi compañero Silver (para desgracia del pobre Marine). ¿Qué hacía en Síderos, y por qué parecía que todo este espectáculo se revolvía a su alrededor?
Y hablando de Marines... Sí, los podía reconocer. Grandes cargos de la Marina allí reunidos, aunque no estaba seguro de si intentaban apresar a Dexter o ayudarlo en alguna tarea. Era difícil de distinguir dada la disposición que habían formado. Al verlos decidí encogerme un poco y ocultarme entre otros espectadores, pues no tenía mucho interés en que me vieran por allí y alguno me reconociera. Quería salir, ayudarlos y participar en lo que fuera que estuvieran haciendo, claro, pero ¿qué se suponía que debía decirles luego? "Hola, estaba participando en una guerra durante mis días libres porque pensé que sería buena idea ayudar a la facción que solicitó mi apoyo personal tras secuestrarme, y que luego resultó ser un bando de lunáticos y deformes adoradores de la muerte con un palacio plagado de fantasmas..." Sí, seguro que aquella declaración quedaría bien en mi expediente... Nótese la ironía. Si bien tampoco entendía muy bién que hacían ellos ahí (en especial Kai, que acababa de llegar enfundado en una especie de armadura muy chula pero que no tenía ni idea de dónde la había sacado), pero preferí no correr el riesgo.
Así que bueno... Mi situación no era la mejor del mundo. No estaba seguro de si deseaba que me encontrasen o no, había perdido a Noah de vista, y tampoco estaba seguro de dónde estaba Syxel. Me pareció verlo antes, pero no podía ser él. No creía que fuera a... Espera. ¿En serio es él? ¡¿Qué coño hace ahí?!
Hablando de Syxel, el hombre me pasó de largo sin siquiera dirigirme una mirada, lo cual me hizo sentir una punzada de culpabilidad... hasta que también pasó de largo de Noah prestándole exactamente la misma atención que a mí. Fue entonces cuando empecé a preocuparme, y quise preguntarle si le pasaba algo, pero cuando fui a echar a correr detrás suya, otro evento llamó mi atención:
El puto pez. Había robado una salchicha. De un pobre hombre que no tenía nada mejor que hacer con su vida que prepararlas allí en aquella hoguera. Que probablemente era parte de su sustento básico, de la cena que le quitaría el hambre esa noche. Entendía que Noah era alguien impulsivo y como tritón también tenía una serie de necesidades alimenticias frecuentes, pero coño no cuesta nada pedir las cosas "por favor."
- Discúlpelo, no sabe lo que hace, está loco, no lo tenga en cuenta.... - Me disculpé en nombre del tritón múltiples veces, inventando excusas sobre la marcha mientras hacía reverencias avergonzadas al hombre cuya salchicha acababa de ser robada. Luego me saqué a las prisas del bolsillo un billete sin siquiera mirar cuántos berries eran (aunque no llevo billetes grandes encima, sé que como mínimo sería suficiente para comprarse un paquete de salchichas entero nuevo). - Tome, por favor acepte esto como compensación. - Y tras entregar el dinero, antes de que el liante pudiera perderse entre las calles, salí corriendo detrás de él para decirle una cosita o dos.
Y para cuando lo encontré, se me olvidó por completo lo que quería decirle. Estaba demasiado ocupado tratando de asimilar la escena que se abría ante mí. Ya no por las luces y colores, todo eso era muy bonito, sí, pero lo que más me llamaba la atención de todo esto era el par de bestias reunidas junto a una mujer con alas.
Al escuchar las siguientes palabras en mi cabeza, supe al instante que había sido ella todo el rato la que había estado hablando dentro de mi mente. No me estaba volviendo loco, ni era un sueño, realmente aquellas palabras habían sido pronunciadas (más o menos) por aquella mujer de aspecto angelical y aura aterradora. ¿Cómo era posible que hubiera tanto poder en un cuerpo de aspecto tan frágil?
Y luego estaba el dragón. Aquel dragón azul y enorme cuya aura reconocía gracias a nuestro previo aunque breve encuentro: Dexter Black, antiguo Shichibukai y uno de los actuales Yonkous. La última vez que supe de él fue... en el Torneo del Hexódromo, cuando se enfrentó a mi compañero Silver (para desgracia del pobre Marine). ¿Qué hacía en Síderos, y por qué parecía que todo este espectáculo se revolvía a su alrededor?
Y hablando de Marines... Sí, los podía reconocer. Grandes cargos de la Marina allí reunidos, aunque no estaba seguro de si intentaban apresar a Dexter o ayudarlo en alguna tarea. Era difícil de distinguir dada la disposición que habían formado. Al verlos decidí encogerme un poco y ocultarme entre otros espectadores, pues no tenía mucho interés en que me vieran por allí y alguno me reconociera. Quería salir, ayudarlos y participar en lo que fuera que estuvieran haciendo, claro, pero ¿qué se suponía que debía decirles luego? "Hola, estaba participando en una guerra durante mis días libres porque pensé que sería buena idea ayudar a la facción que solicitó mi apoyo personal tras secuestrarme, y que luego resultó ser un bando de lunáticos y deformes adoradores de la muerte con un palacio plagado de fantasmas..." Sí, seguro que aquella declaración quedaría bien en mi expediente... Nótese la ironía. Si bien tampoco entendía muy bién que hacían ellos ahí (en especial Kai, que acababa de llegar enfundado en una especie de armadura muy chula pero que no tenía ni idea de dónde la había sacado), pero preferí no correr el riesgo.
Así que bueno... Mi situación no era la mejor del mundo. No estaba seguro de si deseaba que me encontrasen o no, había perdido a Noah de vista, y tampoco estaba seguro de dónde estaba Syxel. Me pareció verlo antes, pero no podía ser él. No creía que fuera a... Espera. ¿En serio es él? ¡¿Qué coño hace ahí?!
- Resumen Plaza Mosqueteros:
- Disculparme por Noah y tratar de compensar al hombre robado, correr detrás de él hasta llegar a la Plaza, divagaciones varias (seguro que me estoy olvidando de mencionar algo, pero cuesta un poco seguir la pista de todo al mismo tiempo), esconderme y observar.
Alexandra Silvercat
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Gracias a mi resistencia auditiva extra, el grito del hombre con la motosierra no me dejó absolutamente sorda aunque estaba bastante cerca cuando lo profirió. Tuve que taparme los oídos, claro, pero creo que si no estuviera acostumbrada a los sonidos fuertes aquello me habría destrozado el cerebro, de la misma forma que estaba destrozando el interior del palacio. Ni ondas, ni ataques, ni cosas raras... Al final lo que haría que se derrumbara todo sería el grito inhumano de aquel hombre, y yo no podía hacer nada para evitarlo.
Pero... por lo menos afuera habían tenido más suerte. Las palabras de Linvana me sacaron un suspiro de alivio, y aunque me seguía sintiendo muy a disgusto conmigo misma por no haber podido hacer más, recordé que lo importante es la intención. No me había salido bien la jugada, de acuerdo, pero no podía deprimirme por ello, debía aprender de la experiencia y madurar... Para lo cual era necesario que saliera del palacio antes de acabar sepultada, y apremiara al resto de presentes a hacer lo mismo.
El problema era ese ex-pretor. Mientras estuviera allí todos estarían también allí, y corrían peligro. ¿Podía confiar en que lo derrotaran a tiempo? No del todo, el nivel de poder de la sala estaba por las nubes si sumábamos el aura de todos los presentes, pero el ex-pretor también era alguien a tener en cuenta. Y estaba furioso...
Una idea chispeó en mi cabeza. Como poco, si salía bien lo distraería y permitiría que lo redujesen definitivamente. Y si funcionaba del todo, hasta puede que matara dos pájaros de un tiro. Si no salía bien... ¿qué acabo de decir sobre "la intención es lo que cuenta"? Sería difícil, pero había que intentarlo. Desde el aire sería fácil verme, siempre que hubiera una razón para alzar la vista... Y contaba con que no fuera ese el caso hasta que terminara mi "transformación."
Desplegué de nuevo mis alas, grandes y blancas dignas del ángel de mi fruta, y muy similares a las de Linvana. Despegué mi halo de mi cabello, haciendo que este regresara a la tonalidad Roja de mi peluca, para luego intentar lanzar sobre misma una bendición de Celeridad, lo que haría que me cubriese un aura Azul, haciendo que mi pelo se viera de color Violeta por las transparencias y mezclas de colores. E hice que mi armadura de Fulgor se desvaneciera temporalmente, revelando la ropa de tela que portaba debajo, así como el tabardo de Balt que había quedado oculto hasta entonces. Si lo había entendido bien, Balt y su religión estaban estréchamente relacionados con Linvana, además del color blanco que dicho tabardo poseía era similar a los atuendos de la mujer-angel, de nuevo si la memoria no me fallaba.
Rezaba para que en su locura, el ex-pretor no pudiera distinguir bien y me confundiera con aquella que le causaba tanta desdicha. Solo faltaba llamar su atención para terminar de provocarle... Por fín podría poner en uso la técnica aprendida en el "Manual Draven." ¿Cómo dijeron que se llamaba? Lo dijeron cuando me explicaron sobre la historia de Síderos básica que debía conocer para poder participar en la guerra. Si mi memoria no me fallaba... Amplificando mi presencia de forma que todos pudieran sentirla, como si fuera mucho más poderosa de lo que era realmente, hablé y nombré al ex-pretor:
- Cesa tu fútiles intentos, Grum. - Declaré, modulando mi propia voz para intentar hacer que se pareciera a la que escuchaba dentro de mi cabeza cuando Linvana hablaba. Como cantante, he practicado para intentar modificar mi tono y registro en múltiples ocasiones, adquiriendo la capacidad de asumir diferentes voces para diferentes canciones. Intentaría llevar el experimento un paso más allá, tratando de imitar lo más fielmente posible a Linvana. - Ya no eres pretor, no eres digno de heredar el trono. Abandona el Palacio, y abandona Síderos para no regresar jamás. - Temía que en mi nerviosismo me temblara la voz, quebrando mi falsa confianza. Tenía que sonar convincente... - ¡Por el Fuego Sagrado, yo te exilio!
Para rematar la escena, crearía una pantalla de Fuego Bendito entre el ex-pretor y yo, intentando dejarle poco margen de tiempo para que se parara a determinar si yo era realmente quien fingía ser. Conociendo mi habilidad para los disfraces (sin contar el de Alex DJ), no engañaría ni a un infante si dejaba que me mirase por mucho tiempo. Pero dado que no me estaba intentando ocultar, sino precisamente intentaba hacer lo que mejor se me daba (llamar la atención), esperaba poder aferrarme a una mínima posibilidad de éxito. Una vez formado el pequeño muro de llamas blancas, lo dejaría caer sobre Grum, por lo que dependiendo de su nivel de bondad o maldad le escocería un poco o dolería mucho en forma de ardor (añádelo a los riesgos estúpidos que estaba tomando para hacer que se lanzara a por mí).
¿Y luego? Luego volaría a gran velocidad hacia afuera, hacia la Plaza, rezando para que el ex-pretor me siguiera, y detrás de él todos los otros individuos que peligraban dentro del edificio.
Cabe destacar que si todo esto me salía mal, seguramente sería la hazmerreír de la década, aunque contaba con que al final todo quedaría en el olvido como una simple anécdota que contar a los nietos. Además, era por una buena causa.
Pero... por lo menos afuera habían tenido más suerte. Las palabras de Linvana me sacaron un suspiro de alivio, y aunque me seguía sintiendo muy a disgusto conmigo misma por no haber podido hacer más, recordé que lo importante es la intención. No me había salido bien la jugada, de acuerdo, pero no podía deprimirme por ello, debía aprender de la experiencia y madurar... Para lo cual era necesario que saliera del palacio antes de acabar sepultada, y apremiara al resto de presentes a hacer lo mismo.
El problema era ese ex-pretor. Mientras estuviera allí todos estarían también allí, y corrían peligro. ¿Podía confiar en que lo derrotaran a tiempo? No del todo, el nivel de poder de la sala estaba por las nubes si sumábamos el aura de todos los presentes, pero el ex-pretor también era alguien a tener en cuenta. Y estaba furioso...
Una idea chispeó en mi cabeza. Como poco, si salía bien lo distraería y permitiría que lo redujesen definitivamente. Y si funcionaba del todo, hasta puede que matara dos pájaros de un tiro. Si no salía bien... ¿qué acabo de decir sobre "la intención es lo que cuenta"? Sería difícil, pero había que intentarlo. Desde el aire sería fácil verme, siempre que hubiera una razón para alzar la vista... Y contaba con que no fuera ese el caso hasta que terminara mi "transformación."
Desplegué de nuevo mis alas, grandes y blancas dignas del ángel de mi fruta, y muy similares a las de Linvana. Despegué mi halo de mi cabello, haciendo que este regresara a la tonalidad Roja de mi peluca, para luego intentar lanzar sobre misma una bendición de Celeridad, lo que haría que me cubriese un aura Azul, haciendo que mi pelo se viera de color Violeta por las transparencias y mezclas de colores. E hice que mi armadura de Fulgor se desvaneciera temporalmente, revelando la ropa de tela que portaba debajo, así como el tabardo de Balt que había quedado oculto hasta entonces. Si lo había entendido bien, Balt y su religión estaban estréchamente relacionados con Linvana, además del color blanco que dicho tabardo poseía era similar a los atuendos de la mujer-angel, de nuevo si la memoria no me fallaba.
Rezaba para que en su locura, el ex-pretor no pudiera distinguir bien y me confundiera con aquella que le causaba tanta desdicha. Solo faltaba llamar su atención para terminar de provocarle... Por fín podría poner en uso la técnica aprendida en el "Manual Draven." ¿Cómo dijeron que se llamaba? Lo dijeron cuando me explicaron sobre la historia de Síderos básica que debía conocer para poder participar en la guerra. Si mi memoria no me fallaba... Amplificando mi presencia de forma que todos pudieran sentirla, como si fuera mucho más poderosa de lo que era realmente, hablé y nombré al ex-pretor:
- Cesa tu fútiles intentos, Grum. - Declaré, modulando mi propia voz para intentar hacer que se pareciera a la que escuchaba dentro de mi cabeza cuando Linvana hablaba. Como cantante, he practicado para intentar modificar mi tono y registro en múltiples ocasiones, adquiriendo la capacidad de asumir diferentes voces para diferentes canciones. Intentaría llevar el experimento un paso más allá, tratando de imitar lo más fielmente posible a Linvana. - Ya no eres pretor, no eres digno de heredar el trono. Abandona el Palacio, y abandona Síderos para no regresar jamás. - Temía que en mi nerviosismo me temblara la voz, quebrando mi falsa confianza. Tenía que sonar convincente... - ¡Por el Fuego Sagrado, yo te exilio!
Para rematar la escena, crearía una pantalla de Fuego Bendito entre el ex-pretor y yo, intentando dejarle poco margen de tiempo para que se parara a determinar si yo era realmente quien fingía ser. Conociendo mi habilidad para los disfraces (sin contar el de Alex DJ), no engañaría ni a un infante si dejaba que me mirase por mucho tiempo. Pero dado que no me estaba intentando ocultar, sino precisamente intentaba hacer lo que mejor se me daba (llamar la atención), esperaba poder aferrarme a una mínima posibilidad de éxito. Una vez formado el pequeño muro de llamas blancas, lo dejaría caer sobre Grum, por lo que dependiendo de su nivel de bondad o maldad le escocería un poco o dolería mucho en forma de ardor (añádelo a los riesgos estúpidos que estaba tomando para hacer que se lanzara a por mí).
¿Y luego? Luego volaría a gran velocidad hacia afuera, hacia la Plaza, rezando para que el ex-pretor me siguiera, y detrás de él todos los otros individuos que peligraban dentro del edificio.
Cabe destacar que si todo esto me salía mal, seguramente sería la hazmerreír de la década, aunque contaba con que al final todo quedaría en el olvido como una simple anécdota que contar a los nietos. Además, era por una buena causa.
- Interior Palacio (creo que todos los presentes deberían leer):
- Hacer varias cosas para, en la medida de lo posible, parecerme a Linvana. Tratar de imitar la voz de Linvana. Llamar la atención de Grum y todos los presentes, provocándole y haciéndole pensar que soy Linvana y lo estoy exiliando de Síderos (rezando para que en su furia no sea capaz de distinguir bien las diferencias entre ella y yo). Dejar caer sobre él una pequeña pantalla de Fuego Bendito como distracción extra y salir volando hacia la plaza a toda velocidad, rezando para que me saliera todo bien y el ex-pretor me haya seguido.
Todo esto con intención de que cuando salga Grum, el resto no encuentre razones para quedarse dentro del Palacio a medio derrumbar, y salgan también antes de que se desplome definitivamente. En el peor de los casos, al menos espero haberlo distraído lo suficiente como para que pueda ser detenido y reducido por el resto sin mayores problemas.
- datos extra:
- - Fuego Bendito: En su forma completa es capaz de canalizar Fulgor en Fuego Bendito. Recibe el nombre de “fuego” por la forma que adquiere, llamas blancas, pero no tiene un atributo claro. Las llamas se propagan mucho más rápido que el fuego normal y son inextinguibles para otras personas, pero solo las dañan según su maldad (cuanto más malvada, más quema), y se disipan solas poco después de ser invocadas (duran entre 3 y 5 segundos). Estas llamas afectan al alma, no al cuerpo, por lo que los Logia no pueden evitarlo transformándose en su elemento (es decir, la energía les causa un dolor intenso por dentro, aunque no deje quemaduras ni cicatrices en la piel)
- Forma híbrida, nivel 40: Puede crear y controlar una mayor cantidad de Fuego Bendito (en su cuerpo y a cinco metros a su alrededor).
- Bendición de Celeridad: El bendito es cubierto por un ligero aura de luz Azul, y aumenta un 50% su velocidad. (Nota: cuando intenté atacar a Linvana usando una bendición de Poder, me dijeron que cerca de ella no podía usar PUs extra ni técnicas especiales de aumento de poder. Asumo que no logré completar la bendición, y por tanto es como si no la hubiera usado. De todas formas en el post pongo que "intento" hacer la nueva bendición por si este no es el caso, entonces simplemente se interpretaría como que intento forzar el uso de la nueva bendición aunque normalmente no sería capaz)
- Manual DRAAAAAAAAAAAAAAAVEN: Este manual enseña todos los secretos para lograr llamar la atención. Usando una de las técnicas que recopila este manual, el usuario llamará la atención de toda la gente en la habitación donde se encuentre (o en un radio de 20 metros). Las utilidades que pueda tener llamar la atención no están contempladas en el manual. (técnica usada: amplificar presencia como si fuera mucho más poderosa de lo que realmente es)
Velocidad final: x16 (PU Akuma) *x1,5= x24 (PU Final) (Este dato solo es importante en caso de que Grum me persiga y deba escapar de él.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Eso ha debido de doler. ¿Estás segura de que es buena idea dejarlos atrás? ¿No deberíamos preguntarles si están bien al menos? -inquirió un nervioso Klaus, mirando hacia atrás cada dos por tres y apurando para seguirme el ritmo.
- ¿Qué eres ahora, mi conciencia? -gruñí molesta, al tiempo que asía con fuerza mi pistola nueva y examinaba con rapidez mis cercanías.
Me estaba acercando a la batalla, y ahora me encontraba rodeada de varios soldados, probablemente no de la facción con la que había llegado a la isla. Pero aquello no era de mi incumbencia, nunca me había importado la guerra lo más mínimo.
- Pues quizá debería serlo -respondió Klaus con un mohín de enfado, adelantándome para colocarse frente a mí y empezar a volar marcha atrás.
Me detuve entonces súbitamente, y miré a mi alrededor. Algo no iba bien.
Nadie se movía.
La voz de aquella mujer volvió a resonar en mi cabeza, y un arcoiris apareció en lo que debía ser la plaza.
La escuché inmóvil, al tiempo que los idiotas del porrazo contra la pared me adelantaban y continuaban su camino.
Volví a mirar a mi alrededor, tensa por algún motivo, al tiempo que los combatientes volvían a moverse.
- ¿Ves? Estaban perfectamente, nos acaban de adelantar. Te preocupas en vano -le resté importancia al asunto, al tiempo que mis ojos se fijaban en un tipo que se había subido a una especie de lagarto gigante y ahora batallaba por mantenerse encima de él, mientras el animal se encabritaba e intentaba tirarlo.
- No te cuesta nada preguntar al menos... -se enfurruñó Klaus.
Pero no le escuchaba ya.
Estaba esbozando una sonrisa maliciosa al tiempo que observaba la pistola con ojos de enamorada.
Alcé el arma y apunté con cuidado al lagarto, que seguía luchando por su libertad.
Si tenía que probar aquel arma, no hacía daño alguno probarla en algo comestible, ¿no? Aquel lagarto era un pedazo de carne, después de todo, ¿no? ¿Qué había de malo en disparar a una criatura indefensa? Quizá incluso lo ayudaba a librarse de aquel tipo insistente, si lo asustaba con el disparo. Aunque no sabía siquiera lo que hacía la pistola. Quizá ni siquiera disparaba balas. Podían ser rayos, ondas, vibraciones... Esa pistola tenía posibilidades infinitas hasta que la probase. Era como el gato de Schrödinger. Más... o menos. Hasta probarla no sería capaz de averiguar su poder, al igual que hasta abrir la caja no sabría con certeza si el gato estaba vivo o estaba muerto. Teóricamente las posibilidades de aquella pistola eran infinitas, así como teóricamente el gato estaba vivo o muerto hasta abrir la caja.
En fin.
Sin mayor dilación, efectué un disparo dirigido a una de las patas traseras del animal, procurando evitar zonas vitales y, en todo caso, provocar poco más que un rasguño. Y, si el animal seguía moviéndose así, probablemente el contenido de la pistola, fuese el que fuese, impactaría contra el suelo, a sus pies, en lugar de atinar a la criatura.
Estaba siendo buena, ¿no?
Al menos esperaba que Klaus no me echase la bronca por aquello. Porque me empezaría a caer mal.
Y mis ganas de desmontarlo aumentaban.
- ¿Qué eres ahora, mi conciencia? -gruñí molesta, al tiempo que asía con fuerza mi pistola nueva y examinaba con rapidez mis cercanías.
Me estaba acercando a la batalla, y ahora me encontraba rodeada de varios soldados, probablemente no de la facción con la que había llegado a la isla. Pero aquello no era de mi incumbencia, nunca me había importado la guerra lo más mínimo.
- Pues quizá debería serlo -respondió Klaus con un mohín de enfado, adelantándome para colocarse frente a mí y empezar a volar marcha atrás.
Me detuve entonces súbitamente, y miré a mi alrededor. Algo no iba bien.
Nadie se movía.
La voz de aquella mujer volvió a resonar en mi cabeza, y un arcoiris apareció en lo que debía ser la plaza.
La escuché inmóvil, al tiempo que los idiotas del porrazo contra la pared me adelantaban y continuaban su camino.
Volví a mirar a mi alrededor, tensa por algún motivo, al tiempo que los combatientes volvían a moverse.
- ¿Ves? Estaban perfectamente, nos acaban de adelantar. Te preocupas en vano -le resté importancia al asunto, al tiempo que mis ojos se fijaban en un tipo que se había subido a una especie de lagarto gigante y ahora batallaba por mantenerse encima de él, mientras el animal se encabritaba e intentaba tirarlo.
- No te cuesta nada preguntar al menos... -se enfurruñó Klaus.
Pero no le escuchaba ya.
Estaba esbozando una sonrisa maliciosa al tiempo que observaba la pistola con ojos de enamorada.
Alcé el arma y apunté con cuidado al lagarto, que seguía luchando por su libertad.
Si tenía que probar aquel arma, no hacía daño alguno probarla en algo comestible, ¿no? Aquel lagarto era un pedazo de carne, después de todo, ¿no? ¿Qué había de malo en disparar a una criatura indefensa? Quizá incluso lo ayudaba a librarse de aquel tipo insistente, si lo asustaba con el disparo. Aunque no sabía siquiera lo que hacía la pistola. Quizá ni siquiera disparaba balas. Podían ser rayos, ondas, vibraciones... Esa pistola tenía posibilidades infinitas hasta que la probase. Era como el gato de Schrödinger. Más... o menos. Hasta probarla no sería capaz de averiguar su poder, al igual que hasta abrir la caja no sabría con certeza si el gato estaba vivo o estaba muerto. Teóricamente las posibilidades de aquella pistola eran infinitas, así como teóricamente el gato estaba vivo o muerto hasta abrir la caja.
En fin.
Sin mayor dilación, efectué un disparo dirigido a una de las patas traseras del animal, procurando evitar zonas vitales y, en todo caso, provocar poco más que un rasguño. Y, si el animal seguía moviéndose así, probablemente el contenido de la pistola, fuese el que fuese, impactaría contra el suelo, a sus pies, en lugar de atinar a la criatura.
Estaba siendo buena, ¿no?
Al menos esperaba que Klaus no me echase la bronca por aquello. Porque me empezaría a caer mal.
Y mis ganas de desmontarlo aumentaban.
- Meln:
Escuchar a mi nueva conciencia (Klaus), ver el arcoiris y el lagarto, decidir disparar al lagarto a los pies para ver qué hacía la pistola, sin intenciones asesinas.
Dexter Black
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El cielo volvió a la normalidad, si es que se podía llamar así. Azul manchado de blanco, nuevas luces se alzaron en el firmamento rompiendo esa armonía, una por cada central que aún pertenecía a Balt y a Sarka. Ya no había facciones, tan sólo dos ejércitos que no iban a continuar en una lucha fraticida. No pudo evitar sonreír, contento de que su idea estuviera resultando, mientras una luz arco iris comenzó a bañarlo. Cayó sobre él como una cascada, y casi sintió frío. Era una sensación líquida que poco a poco se iba haciendo cálida, y cuando el rayo se desvaneció sentía en sus manos sabía qué iba a suceder a continuación.
-La guerra ha terminado- dijo, oliendo por un momento a Kai. Él no habría dicho fuera de combate, al fin y al cabo olía a cinco contra uno. La palabra indispuesto habría sido más correcta, pero se calló, dejando las bromas para sí mismo por una vez. Aún le latía el corazón a mil y necesitaba relajarse-. Tenemos un rey que elegir.
Ya no había pretores contra los que lidiar, pero Grum seguía con vida. El Marine era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo, aunque la diferencia de poder se notaba a la legua; el ex-Pretor era terriblemente poderoso y, aunque su aura poco a poco se apagaba, era consciente de la lucha en desventaja que llevaba aguantando durante un largo rato ya. Se giró hacia el palacio y escuchó el sonoro grito, tapándose los oídos por instinto y cayendo al suelo por el dolor que eso le provocaba, pero se puso de pie y avanzó hacia el interior, encontrándose por el camino a su subcapitán. Mejor dicho, Deathstroke había entrado en su mente para explicarle por qué iba a salir del Palacio. Al parecer Worgulv necesitaba atención médica. "Maldito loco".
De un salto se adentró en el edificio, contemplando la escena. Kedra saliendo tras hablar con Arribor, gente retirándose, otros luchando contra el enorme hombre... Menudo caos. Volvió a su forma humana, y mientras el cabello empezaba a caer blanco y negro en cascada por su espalda el rostro del pirata se volvió serio. Medio desnudo, apenas unos harapos cubriéndole las piernas y cortes recién cerrados por todo el cuerpo. La cicatriz que le había hecho Derian destacaba en su pecho, mucho más prominente que las demás, y la tierra y sangre seca que por todo él se repartía. Tenía un aspecto lamentable, pero sabía que nadie iba a frenarlo en su avance por aquel pasillo. No era un enemigo, y si lo fuera casi todos podrían caer con mayor o menor esfuerzo. La mayoría, por lo que sentía, en un combate abierto serían hormiguitas. Ya lo parecían en comparación al propio Grum.
"Una ilusión exclusivamente sonora", se dijo a sí mismo mientras daba el primer paso por la alfombra roja, ya no sabía si por la sangre derramada o el propio tinte, en un momento en que un silencio sepulcral se adueñaba de la escena, en ese momento entre un ataque y el siguiente. Olía el ambiente cargado, sentía casi en su piel lo que estaba pasando, y hasta lo cegó la blanca espada de ese hombre por un momento. ¿Cómo podía llevarla en la mano sin quemarse? No era su problema, simplemente avanzó. Un paso tras otro mientras la música se abría camino entre cada recoveco y él miraba los destrozos. Techos caídos, columnas destrozadas, paredes agrietadas... Síderos estaba mejor sin él.
Continuó su camino recto hasta el salón del trono, al que se adentró. Cuatro de los cinco tronos estaban ocupados, y dos mujeres orbitaban alrededor de ellos. Una, ya conocida por él, pelirroja y, ahora que se fijaba, mucho más atractiva de lo que se había permitido ver mientras estaba en tensión, estaba sentada en las escaleras. la otra, de cabellos violetas, no quiso enterarse de si era guapa o no. Estaba como una puta cabra. Zumbaba de aquí para allá, como si estuviera completamente loca. Probablemente lo estuviera.
-Reclamo esta isla como mía- dijo llanamente, sin variar el tono ni torcer el gesto.
El trono era enorme, pero no dejó que lo amedrentara. Caminó por cada peldaño solemnemente, evitando pisar la ceñida ropa de la pirata, y en los últimos escalones se permitió algo más de parsimonia mientras se preparaba para posarse en el gran asiento que marcaba la posición del monarca. Finalmente se dejó caer en él, cansado. Ya había tenido suficiente acción por un tiempo, ahora necesitaba descansar. Pero primero había cosas que debía hacer.
-¡Era broma!- gritó, sonriendo abiertamente mientras la música se apagaba abruptamente, acomodándose en el lugar que se había adjudicado. La verdad, si alguien hubiera estado en él habría estropeado por completo su numerito, pero todo había salido bien-. En fin, el Apocalipsis se ha retrasado veinte minutos y no quedan pretores, así que toca elegir cinco. Como va a pesar en mi conciencia si elijo mal, voy a intentar que le gusten al ángel exterminador. Cosas de la política, ya lo entenderéis cuando os pasen estas cosas.
Se relamió los labios. Iba a tener que hablar. Si eran dignos saldría una llama del color que le asignara en su pecho; si no lo eran... Esperaba que pudieran correr.
-¡Balt es la fe!- su voz, de nuevo, sonó en toda la ciudad-. Pero la fe ha fallado a todos los hombres y mujeres de Síderos. En estos tiempos, cuando el corazón de esta nación fue herido de muerte, alguien ha plantado la semilla de la esperanza. A riesgo de su vida, alguien ha luchado por los ideales de justicia y ley. Mientras no haya un rey en este país, Kodama debe ocupar este asiento- hizo una pausa y se preparó para decir el siguiente-. Una labor discreta en Zilda, pero un apoyo fundamental en la toma del trono. Comic Sans, tú has encontrado lo que nos ha permitido esto. Quedas seleccionado- iba a ser controvertido lo siguiente-. Decidió luchar por Meln, y su lealtad cambió prontamente. Dio la información necesaria y está en estos momentos luchando por derrotar a uno de los caudillos más crueles que he conocido. Bleyd Master, Pretor de Meln- cerró los ojos. ¿Quién más iba?-. Ha teñido de rojo con su propia sangre, y su corazón bombea por la libertad y la esperanza. Krauser Redfield debe ser el corazón de Sarka para elegir correctamente. Y... Mientras las hordas de Zal llevaron al país a la locura, modestia aparte, yo he terminado con esta locura. Para salvaguardar el país, y hasta que haya un Rey que pueda proteger a Síderos, yo ocuparé el puesto como Pretor de Zal.
Esperaba que todas las llamas se encendiesen. Mientras contemplaba su pecho con el corazón en un puño, rezaba. No sabía exactamente a qué, pero podía fallar. Esa vez no.
-La guerra ha terminado- dijo, oliendo por un momento a Kai. Él no habría dicho fuera de combate, al fin y al cabo olía a cinco contra uno. La palabra indispuesto habría sido más correcta, pero se calló, dejando las bromas para sí mismo por una vez. Aún le latía el corazón a mil y necesitaba relajarse-. Tenemos un rey que elegir.
Ya no había pretores contra los que lidiar, pero Grum seguía con vida. El Marine era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo, aunque la diferencia de poder se notaba a la legua; el ex-Pretor era terriblemente poderoso y, aunque su aura poco a poco se apagaba, era consciente de la lucha en desventaja que llevaba aguantando durante un largo rato ya. Se giró hacia el palacio y escuchó el sonoro grito, tapándose los oídos por instinto y cayendo al suelo por el dolor que eso le provocaba, pero se puso de pie y avanzó hacia el interior, encontrándose por el camino a su subcapitán. Mejor dicho, Deathstroke había entrado en su mente para explicarle por qué iba a salir del Palacio. Al parecer Worgulv necesitaba atención médica. "Maldito loco".
De un salto se adentró en el edificio, contemplando la escena. Kedra saliendo tras hablar con Arribor, gente retirándose, otros luchando contra el enorme hombre... Menudo caos. Volvió a su forma humana, y mientras el cabello empezaba a caer blanco y negro en cascada por su espalda el rostro del pirata se volvió serio. Medio desnudo, apenas unos harapos cubriéndole las piernas y cortes recién cerrados por todo el cuerpo. La cicatriz que le había hecho Derian destacaba en su pecho, mucho más prominente que las demás, y la tierra y sangre seca que por todo él se repartía. Tenía un aspecto lamentable, pero sabía que nadie iba a frenarlo en su avance por aquel pasillo. No era un enemigo, y si lo fuera casi todos podrían caer con mayor o menor esfuerzo. La mayoría, por lo que sentía, en un combate abierto serían hormiguitas. Ya lo parecían en comparación al propio Grum.
"Una ilusión exclusivamente sonora", se dijo a sí mismo mientras daba el primer paso por la alfombra roja, ya no sabía si por la sangre derramada o el propio tinte, en un momento en que un silencio sepulcral se adueñaba de la escena, en ese momento entre un ataque y el siguiente. Olía el ambiente cargado, sentía casi en su piel lo que estaba pasando, y hasta lo cegó la blanca espada de ese hombre por un momento. ¿Cómo podía llevarla en la mano sin quemarse? No era su problema, simplemente avanzó. Un paso tras otro mientras la música se abría camino entre cada recoveco y él miraba los destrozos. Techos caídos, columnas destrozadas, paredes agrietadas... Síderos estaba mejor sin él.
Continuó su camino recto hasta el salón del trono, al que se adentró. Cuatro de los cinco tronos estaban ocupados, y dos mujeres orbitaban alrededor de ellos. Una, ya conocida por él, pelirroja y, ahora que se fijaba, mucho más atractiva de lo que se había permitido ver mientras estaba en tensión, estaba sentada en las escaleras. la otra, de cabellos violetas, no quiso enterarse de si era guapa o no. Estaba como una puta cabra. Zumbaba de aquí para allá, como si estuviera completamente loca. Probablemente lo estuviera.
-Reclamo esta isla como mía- dijo llanamente, sin variar el tono ni torcer el gesto.
El trono era enorme, pero no dejó que lo amedrentara. Caminó por cada peldaño solemnemente, evitando pisar la ceñida ropa de la pirata, y en los últimos escalones se permitió algo más de parsimonia mientras se preparaba para posarse en el gran asiento que marcaba la posición del monarca. Finalmente se dejó caer en él, cansado. Ya había tenido suficiente acción por un tiempo, ahora necesitaba descansar. Pero primero había cosas que debía hacer.
-¡Era broma!- gritó, sonriendo abiertamente mientras la música se apagaba abruptamente, acomodándose en el lugar que se había adjudicado. La verdad, si alguien hubiera estado en él habría estropeado por completo su numerito, pero todo había salido bien-. En fin, el Apocalipsis se ha retrasado veinte minutos y no quedan pretores, así que toca elegir cinco. Como va a pesar en mi conciencia si elijo mal, voy a intentar que le gusten al ángel exterminador. Cosas de la política, ya lo entenderéis cuando os pasen estas cosas.
Se relamió los labios. Iba a tener que hablar. Si eran dignos saldría una llama del color que le asignara en su pecho; si no lo eran... Esperaba que pudieran correr.
-¡Balt es la fe!- su voz, de nuevo, sonó en toda la ciudad-. Pero la fe ha fallado a todos los hombres y mujeres de Síderos. En estos tiempos, cuando el corazón de esta nación fue herido de muerte, alguien ha plantado la semilla de la esperanza. A riesgo de su vida, alguien ha luchado por los ideales de justicia y ley. Mientras no haya un rey en este país, Kodama debe ocupar este asiento- hizo una pausa y se preparó para decir el siguiente-. Una labor discreta en Zilda, pero un apoyo fundamental en la toma del trono. Comic Sans, tú has encontrado lo que nos ha permitido esto. Quedas seleccionado- iba a ser controvertido lo siguiente-. Decidió luchar por Meln, y su lealtad cambió prontamente. Dio la información necesaria y está en estos momentos luchando por derrotar a uno de los caudillos más crueles que he conocido. Bleyd Master, Pretor de Meln- cerró los ojos. ¿Quién más iba?-. Ha teñido de rojo con su propia sangre, y su corazón bombea por la libertad y la esperanza. Krauser Redfield debe ser el corazón de Sarka para elegir correctamente. Y... Mientras las hordas de Zal llevaron al país a la locura, modestia aparte, yo he terminado con esta locura. Para salvaguardar el país, y hasta que haya un Rey que pueda proteger a Síderos, yo ocuparé el puesto como Pretor de Zal.
Esperaba que todas las llamas se encendiesen. Mientras contemplaba su pecho con el corazón en un puño, rezaba. No sabía exactamente a qué, pero podía fallar. Esa vez no.
- Salón del trono:
- Blablabla, discursito, blablabla
Hayden Ashworth
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El ataque del dragón había fallado. El pretor estaba recibiendo demasiados ataques por todos lados. El sargento estaba empezando a pensar un plan secundario para enfrentarse a Grum cuando, de golpe, abrió los ojos. Algo estaba invadiendo su intimidad. Algo... le estaba robando su flor. Conforme más penetraba aquello, mayores eran las estrellas que el dragón veía y mayor era el dolor que lo invadía desde lo profundo del final de su aparato digestivo. Su masculinidad... arrebatada por un monstruo metálico. El dragón notó como aquello salía y cayó al suelo de rodillas. Sus piernas temblaban mientras su voz parecía quebrarse por el dolor. Giró el cuello para ver al mapache de antes con su arma en mano. ¡Aquello era!
- Lo siento, tío. Te has puesto en medio y... -empezó a decir el animal, antes de ser interrumpido por una fuerza veloz que hizo que se deshiciese en millones de granos de arena.
El dragón estampó aquella cosa intruso contra la pared y se partió en pedazos, dejando grietas en la pared. Miró al suelo con el ceño fruncido para ver como la arena se movía y se juntaba tras él. Se dio la vuelta para ver como la arena volvía a formar al mapache, el cual parecía estar igual de cabreado.
- ¡¿Pero de qué vas?!
- ¡¿De qué vas tú?! -respondió el dragón, poniéndose a su altura-. ¡¿Es qué vas por ahí violando ojetes ajenos o qué?!
- Uuuuh, ¡Te la estás ganando, lagartija!
- ¡¡Voy a convertirte en un reloj de arena!!
- ¡Intentalo, media hostia!
El dragón maldijo al aire y se apartó, aún dolorido. ¿Es qué tenían que joderle todos los momentos de lucha o qué? Primero aquel combate en el Hexódromo en el que no pudo lucirse lo más mínimo, y ahora un puñetero mapache le había... No quería ni pensarlo. Necesitaba marcharse de allí. Ya se encargaría el resto del pretor. Esperaba que la regeneración de su fruta pudiese cesar pronto el dolor. Hasta entonces, el dragón hizo de tripas corazón y alzó el vuelo, marchándose de allí para buscar a... a Azula, para buscar a Azula. Buscó su aura con su mantra y, entonces, intentaría volver a formar una conexión mental con ella.
"¿Dónde estás?"
- Lo siento, tío. Te has puesto en medio y... -empezó a decir el animal, antes de ser interrumpido por una fuerza veloz que hizo que se deshiciese en millones de granos de arena.
El dragón estampó aquella cosa intruso contra la pared y se partió en pedazos, dejando grietas en la pared. Miró al suelo con el ceño fruncido para ver como la arena se movía y se juntaba tras él. Se dio la vuelta para ver como la arena volvía a formar al mapache, el cual parecía estar igual de cabreado.
- ¡¿Pero de qué vas?!
- ¡¿De qué vas tú?! -respondió el dragón, poniéndose a su altura-. ¡¿Es qué vas por ahí violando ojetes ajenos o qué?!
- Uuuuh, ¡Te la estás ganando, lagartija!
- ¡¡Voy a convertirte en un reloj de arena!!
- ¡Intentalo, media hostia!
El dragón maldijo al aire y se apartó, aún dolorido. ¿Es qué tenían que joderle todos los momentos de lucha o qué? Primero aquel combate en el Hexódromo en el que no pudo lucirse lo más mínimo, y ahora un puñetero mapache le había... No quería ni pensarlo. Necesitaba marcharse de allí. Ya se encargaría el resto del pretor. Esperaba que la regeneración de su fruta pudiese cesar pronto el dolor. Hasta entonces, el dragón hizo de tripas corazón y alzó el vuelo, marchándose de allí para buscar a... a Azula, para buscar a Azula. Buscó su aura con su mantra y, entonces, intentaría volver a formar una conexión mental con ella.
"¿Dónde estás?"
- Interior del palacio:
- Recibir el castigo por acción cerrada (no volverá a ocurrir u.u ), cargarme el cacharro del mapache y discutir con él, así como marcharme buscando a Azu
Nota: He controlado a Rocket y hecho cerradas con él porque es multi mía. Esto no cuenta como cerrada(?)
Rocket Raccoon
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Será posible? El puñetero lagarto, poniéndosele chulo al gran Rocketini el magnífico. No, Rockettoni. Rocketmeister el Destructor. Cualquiera que fuese el nombre que el mapache se había impuesto esa semana. El mapache saltó hasta el hombro de Deathstroke cuando este los llamó, no sin antes hacerle una señal al dragón de que lo estaba vigilando mientras se marchaba volando.
- ¡Más te vale hablar con Dexter para pagarle lo que has roto, caraquemada! -resopló.
Se había quedado sin el arma grande. Cogió, por si acaso, las dos pistolas que llevaba encima. Una de ellas tenía pintada una calavera con dos huesos, al más puro estilo bandera pirata. Aquella era la vida mejor, sin duda. Pero ya estaba echando de menos a su pequeña. El mapache se calmó y miró a los lados. Worgulv también estaba allí, y herido.
- ¿Está bien? -le preguntó a Death, con una preocupación genuina, antaño impropia del mapache.
El animal había cambiado demasiado desde que Dexter lo había acogido bajo su ala. Había cambiado para bien.
- ¡Más te vale hablar con Dexter para pagarle lo que has roto, caraquemada! -resopló.
Se había quedado sin el arma grande. Cogió, por si acaso, las dos pistolas que llevaba encima. Una de ellas tenía pintada una calavera con dos huesos, al más puro estilo bandera pirata. Aquella era la vida mejor, sin duda. Pero ya estaba echando de menos a su pequeña. El mapache se calmó y miró a los lados. Worgulv también estaba allí, y herido.
- ¿Está bien? -le preguntó a Death, con una preocupación genuina, antaño impropia del mapache.
El animal había cambiado demasiado desde que Dexter lo había acogido bajo su ala. Había cambiado para bien.
- Interior del palacio (Death lee):
Decirle a Zuko que pagará por lo que ha roto e irme con Death
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico decidió ignorar lo que estaba diciendo Zane. No había tiempo para ponerse a discutir allí. Debían marcharse cuanto antes, todo el mundo se estaba yendo y, si no le engañaban sus oídos, tan solo quedaban veinte minutos para que todo se fuese a tomar por culo. No quería arriesgarse a nada.
- Zane, tenemos que irnos. Lo único que hacemos aquí es perder el tiempo, vamos. Hay que buscar a Haru.
Dicho aquello, se dirigió a la salida. En un vano intento de encontrar a su nakama, activó su mantra. Sin embargo, sabía que su nivel de dominio de este no era suficiente como para reconocer auras conocidas. Todas eran iguales para él. Tenía que esforzarse. Si no era capaz de encontrar a Haru entre todo ese gentío... ¿Iba a morir allí? No, no podía a permitirlo. El chico se peleaba mucho con su compañera, pero nunca le deseó ningún mal. La apreciaba. Le tenía envidia, incluso. Sabía que Zane sería capaz de encontrarla con su mantra enseguida, sin embargo... ¿En qué posición le dejaba eso a él?
Nada más salir del palacio miró a todo el mundo. No podía discernir el rostro de Haru. Intentó concentrarse.
"Vamos... la conoces... has sentido su aura muchas veces, reconocela, reconocela..."
El chico intentaba concentrarse. No podía dejarla allí, no podía permitir aquello. Debía encontrarla, fuese como fuese.
- Zane, tenemos que irnos. Lo único que hacemos aquí es perder el tiempo, vamos. Hay que buscar a Haru.
Dicho aquello, se dirigió a la salida. En un vano intento de encontrar a su nakama, activó su mantra. Sin embargo, sabía que su nivel de dominio de este no era suficiente como para reconocer auras conocidas. Todas eran iguales para él. Tenía que esforzarse. Si no era capaz de encontrar a Haru entre todo ese gentío... ¿Iba a morir allí? No, no podía a permitirlo. El chico se peleaba mucho con su compañera, pero nunca le deseó ningún mal. La apreciaba. Le tenía envidia, incluso. Sabía que Zane sería capaz de encontrarla con su mantra enseguida, sin embargo... ¿En qué posición le dejaba eso a él?
Nada más salir del palacio miró a todo el mundo. No podía discernir el rostro de Haru. Intentó concentrarse.
"Vamos... la conoces... has sentido su aura muchas veces, reconocela, reconocela..."
El chico intentaba concentrarse. No podía dejarla allí, no podía permitir aquello. Debía encontrarla, fuese como fuese.
- Interior del palacio Zane lee:
Salir del palacio y buscar a Haru con mi mantra, intentando forzar este para poder discernir entre auras
Abby
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El caos empezaba a agobiar a la princesa. Dentro del edificio se escuchaba el jaleo de afuera e incluso dentro, resonaban con fuerza los gritos de guerra. La princesa se detuvo, mirando hacia atrás. Las cosas que estaban ocurriendo eran muy extrañas. Posó la mano en las paredes, viendo como estas se agrietaban poco a poco. Se echó hacia atrás, sin dejar de mirarlas. Quizás no fuera tan buena idea adentrarse al palacio, sabiendo que aquello era un marabunta... Sin embargo, Zuko estaba allí y se sentiría mal consigo misma por no haber ido.
Caminó durante un buen rato, tratando de orientarse. Estaba a la entrada de la sala del trono, pero allí no veía a quien le interesaba. Retrocedió hacia atrás un poco, no quería entrometerse entre aquellas personas ensimismadas en sus asuntos. Azula sabía que Zuko estaba cerca, tampoco era un lugar tan grande, no podía ser difícil encontrarlo.
Salió de la sala del trono y allí recibió la voz de su hermano.
-Cerca de la entrada.
Decidida a salir del palacio, miró hacia atrás y vio a Zuko. En su rostro se formó una dulce sonrisa que ni ella misma fue capaz de controlar. Activó su geppou y salió corriendo hacia donde estaba él. Se alegraba tanto de verlo...
-Tienes cara de dolido. ¿Te han hecho algo? - Inquirió quedándose frente al dragón. - Te he echado de menos - Mencionó, bajando la mirada mientras mordía su labio inferior. A quién vamos a engañar, se moría de ganas por besarlo, pero aquel no era el momento adecuado para sentimentalismos. Sus palabras denotaban una dulzura poco común en ella.
Caminó durante un buen rato, tratando de orientarse. Estaba a la entrada de la sala del trono, pero allí no veía a quien le interesaba. Retrocedió hacia atrás un poco, no quería entrometerse entre aquellas personas ensimismadas en sus asuntos. Azula sabía que Zuko estaba cerca, tampoco era un lugar tan grande, no podía ser difícil encontrarlo.
Salió de la sala del trono y allí recibió la voz de su hermano.
-Cerca de la entrada.
Decidida a salir del palacio, miró hacia atrás y vio a Zuko. En su rostro se formó una dulce sonrisa que ni ella misma fue capaz de controlar. Activó su geppou y salió corriendo hacia donde estaba él. Se alegraba tanto de verlo...
-Tienes cara de dolido. ¿Te han hecho algo? - Inquirió quedándose frente al dragón. - Te he echado de menos - Mencionó, bajando la mirada mientras mordía su labio inferior. A quién vamos a engañar, se moría de ganas por besarlo, pero aquel no era el momento adecuado para sentimentalismos. Sus palabras denotaban una dulzura poco común en ella.
- Interior de palacio:
- -Reencontrarme con Zuko.
Silver
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
En el centro de la enorme plaza frente a nosotros el espectáculo continuaba. Todo escapaba ya a mi comprensión: el número de notables allí presentes, así como la conversación que mantenían, y el festival de luces que lo iluminaba todo. Así que, aunque me hubiese gustado unirme a lo que estuviese ocurriendo, consideré que podía ser mucho más útil ayudando en la evacuación y el tratamiento de los heridos, que no eran pocos, y así lo hice. En compañía de Osuka, Edward y los otros dos que se nos habían unido, recorrimos las calles de la ciudad y los alrededores en busca de cualquiera que necesitase ayuda. Y mientras lo hacíamos, poco a poco se nos fue uniendo más gente, por lo que pronto ya habíamos puesto a salvo a cuantos encontramos.
De nuevo frente a la plaza, me dejé caer hasta apoyarme en la moto, agotado. Rebusqué en mi mochila hasta encontrar una botella de agua, y le di un trago a la misma, para luego ofrecer al resto. Me dirigí entonces a la joven pelirroja, y al moreno que la acompañaba.
- Me llamo Jack, pero todos me llaman Silver - me presenté con una sonrisa, pues con la prisa que habíamos llevado desde que salimos de la base de Zilda, ni de eso había tenido tiempo.
Seguía sin saber que estaba ocurriendo, pero todo parecía mucho más tranquilo. Así que permanecí allí, charlando con ellos durante un rato, mientras me permitía relajarme. Hasta que las palabras de uno de los hombres presentes en la improvisada reunión captaron mi atención. Fijé mi vista en él, y aunque su rostro no me sonaba lo más mínimo, se había identificado como un vice-almirante de la marina, haciendo un llamamiento a sus compañeros.
- Supongo que me toca trabajar - me despedí de ellos, y me puse en pie de un salto. Acto seguido me dirigí hasta donde se encontraba aquel marine, situándome a su lado con aire decidido, la mirada fija en el frente y una amplia sonrisa en el rostro.
De nuevo frente a la plaza, me dejé caer hasta apoyarme en la moto, agotado. Rebusqué en mi mochila hasta encontrar una botella de agua, y le di un trago a la misma, para luego ofrecer al resto. Me dirigí entonces a la joven pelirroja, y al moreno que la acompañaba.
- Me llamo Jack, pero todos me llaman Silver - me presenté con una sonrisa, pues con la prisa que habíamos llevado desde que salimos de la base de Zilda, ni de eso había tenido tiempo.
Seguía sin saber que estaba ocurriendo, pero todo parecía mucho más tranquilo. Así que permanecí allí, charlando con ellos durante un rato, mientras me permitía relajarme. Hasta que las palabras de uno de los hombres presentes en la improvisada reunión captaron mi atención. Fijé mi vista en él, y aunque su rostro no me sonaba lo más mínimo, se había identificado como un vice-almirante de la marina, haciendo un llamamiento a sus compañeros.
- Supongo que me toca trabajar - me despedí de ellos, y me puse en pie de un salto. Acto seguido me dirigí hasta donde se encontraba aquel marine, situándome a su lado con aire decidido, la mirada fija en el frente y una amplia sonrisa en el rostro.
- Aprendiendo a supportear:
- Evacúo a los heridos junto a Osu, Edward, Yoko y Neo. Luego me presento a estos dos últimos y charlo con ellos hasta que Al hace un llamamiento a los marines. Me dirijo hasta él y espero.
Syxel
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Continué corriendo a través de las filas del inactivo ejército que allí se reunía, como esperando a ver que pasaba. Sin detenerme ni un instante, sin prestar atención a nada más a mi alrededor, hasta que finalmente llegué a aquel lugar. Frente a mi, un palacio que parecía estar a punto de derrumbarse por completo, y una enorme plaza. En esta reunidos algunos de los nombres más notables de todos los mares. Personas que me alegraba ver, otras que en circunstancias normales trataría de evitar a toda costa. Pero solo uno de los allí presentes me importaba en ese momento: Dexter Black. Allí estaba el dragón azul, en el centro de lo que fuera que estuviese ocurriendo, hablando con lo que parecía ser un ángel a la que acaba de entregar algo.
- Que cojones haces aquí… - murmuré, de tal forma que tan solo yo pude oírme.
Durante unos segundos me mantuve completamente inmóvil, pensando en que debía hacer, o más bien en que le diría. Y mientras me decidía, él se dio media vuelta y se dirigió al interior del palacio. Poco después comencé a andar, esta vez con calma, guardando la distancia mientras continuaba tratando de despejar mis dudas.
Recorrí los ruinosos pasillos de aquel lugar, tratando de no perderme, hasta que finalmente estuve frente a la puerta que él acababa de atravesar. Una vez más, me quedé simplemente en pie, en silencio, y esperando. Hasta que al otro lado de la misma oí su voz, dando un extraño discurso. Al principio no entendí a qué se refería, pero no me resultó difícil asociar lo que decía con las extrañas palabras que llevaba escuchando en mi cabeza desde hacía un rato. Así que enseguida me hice una idea de lo que estaba ocurriendo. Esperé pues, a que terminase de hablar. Y fue entonces cuando abrí las puertas de un empujón y, dando un paso al frente, entré a la que resultó ser la sala del trono.
- Apostaría a que este es el último sitio en el que esperabas verme.
- Que cojones haces aquí… - murmuré, de tal forma que tan solo yo pude oírme.
Durante unos segundos me mantuve completamente inmóvil, pensando en que debía hacer, o más bien en que le diría. Y mientras me decidía, él se dio media vuelta y se dirigió al interior del palacio. Poco después comencé a andar, esta vez con calma, guardando la distancia mientras continuaba tratando de despejar mis dudas.
Recorrí los ruinosos pasillos de aquel lugar, tratando de no perderme, hasta que finalmente estuve frente a la puerta que él acababa de atravesar. Una vez más, me quedé simplemente en pie, en silencio, y esperando. Hasta que al otro lado de la misma oí su voz, dando un extraño discurso. Al principio no entendí a qué se refería, pero no me resultó difícil asociar lo que decía con las extrañas palabras que llevaba escuchando en mi cabeza desde hacía un rato. Así que enseguida me hice una idea de lo que estaba ocurriendo. Esperé pues, a que terminase de hablar. Y fue entonces cuando abrí las puertas de un empujón y, dando un paso al frente, entré a la que resultó ser la sala del trono.
- Apostaría a que este es el último sitio en el que esperabas verme.
- Ya no se ni que poner…:
- Correr por la ciudad hasta llegar a la plaza. Sigo a Dexter hasta la sala del trono y escucho su discurso (aunque supongo que con su haki sabrá que le sigo desde el principio). Finalmente trato de hacer una entrada molona y le digo la primera tontería que se me ocurre.
Yoko Littner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelirroja pasó la mano por su frente, exhalando a la vez un suspiro de agotamiento. La idea que había tenido Osuka sobre ayudar a los heridos fue muy buena y ella no tardó en unirse para contribuir. Junto a ellos, vagaron por las calles ayudando a cualquier persona herida y rescatándola. Al final si había hecho algo de provecho en Síderos. No buscaba nada importante, solo ser de utilidad. Al fin lo había conseguido.
Después de aquel duro trabajo regresaron a la plaza del palacio, en donde el caos se seguía juntando. Allí seguía Dexter y a su lado, esta vez, el marine que la pelirroja y Neo habían encontrado a la llegada de esta guerra. Yoko apoyó las manos en las rodillas, descansando un poco de largo ajetreo que tuvieron.
Al cabo de un rato, un hombre se presentó ante ellos de nuevo, pero la pelirroja ya le conocía gracias a Krauser. Silver era su nombre, él también había ayudado a evacuar a los civiles y, al parecer, era un marine.
-Yo me llamo Yoko - Se presentó alegremente. Después, al ver como el marine se despedía de ellos, esbozó una pequeña sonrisa -. ¡Hasta la vista!
Tras aquella despedida, la pelirroja se giró para ver el equipo que habían formado. Ella era la única que destacaba en esos momentos tan cruciales. Se cruzó de brazos y se acercó hasta Osuka con cierta parsimonia.
-Si no te importa, creo que seguiré con vosotros un poco más - Titubeó mientras se mordía el labio inferior-. Podría serviros de ayuda por si hay algún herido más o si os pasa algo a vosotros, puedo curaros.
En verdad, se había quedado sola en batalla y aquel grupo le había caído bien, sobre todo Osuka. Prefería quedarse con ellos más tiempo a vagar sola por aquella infernal plaza. Esperaba que le dijera que sí podía quedarse.
Después de aquel duro trabajo regresaron a la plaza del palacio, en donde el caos se seguía juntando. Allí seguía Dexter y a su lado, esta vez, el marine que la pelirroja y Neo habían encontrado a la llegada de esta guerra. Yoko apoyó las manos en las rodillas, descansando un poco de largo ajetreo que tuvieron.
Al cabo de un rato, un hombre se presentó ante ellos de nuevo, pero la pelirroja ya le conocía gracias a Krauser. Silver era su nombre, él también había ayudado a evacuar a los civiles y, al parecer, era un marine.
-Yo me llamo Yoko - Se presentó alegremente. Después, al ver como el marine se despedía de ellos, esbozó una pequeña sonrisa -. ¡Hasta la vista!
Tras aquella despedida, la pelirroja se giró para ver el equipo que habían formado. Ella era la única que destacaba en esos momentos tan cruciales. Se cruzó de brazos y se acercó hasta Osuka con cierta parsimonia.
-Si no te importa, creo que seguiré con vosotros un poco más - Titubeó mientras se mordía el labio inferior-. Podría serviros de ayuda por si hay algún herido más o si os pasa algo a vosotros, puedo curaros.
En verdad, se había quedado sola en batalla y aquel grupo le había caído bien, sobre todo Osuka. Prefería quedarse con ellos más tiempo a vagar sola por aquella infernal plaza. Esperaba que le dijera que sí podía quedarse.
- Plaza del palacio:
- -Ayudar a evacuar heridos, despedirme de Silver y hablar con Osu.
Comic Sans
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mujer pelirroja no me respondió, o tal vez lo hizo pero no me di cuenta. Estaba demasiado ocupado leyendo aquello que había encontrado, y que podía dar explicación al asunto más importante, y del cual pendía posiblemente el destino de Síderos: cómo se nombraba un nuevo rey. Dado que no había conseguido encontrar nada de Linvana previo a nuestro propio conocimiento de ella, desistí por el momento y me centré en aquella otra parte de las páginas que sí me interesaba.
Y, cuando por fin había llegado a una conclusión, me quedé paralizado. No fue una parálisis dramática, simplemente no supe lo que hacer. Mi mente recorrió miles de pensamientos y caminos, pero mi cuerpo estuvo inmóvil hasta el punto de que posiblemente podría haber pasado por un esqueleto muerto de verdad. La información iba y venía, los nombres resonaban en mi cabeza, los eventos, las escenas... todo empezaba a buscar la forma de encajar como si fuera un enorme e intrincado puzzle masivo e imposible. Pretores, tronos, facciones, pretores, Rey, nombres, pretores, Linvana, Dexter, pretores, Zilda, conspiración, PRETORES...
- ZZZZ ¿Qué estás mirando? ZZZZZ ¿Es divertido? ZZZZZ ¿Pretendes hacer algo con ese libro? ZZZZ ¿Me dejas mirar? ZZZZZ
Mi tren de pensamientos se vio interrumpido de repente por la presencia de aquella mujer que se creía una abeja y su zumbido. Para otros habría sido molesto, pero a mí me había sacado de un trance autoinducido por accidente, y solo sentía alivio. Necesitaba aquella distracción, necesitaba algo que rompiera la atmósfera seria y pesada que se había asentado a mi alrededor. Sonriendo amablemente, me dirigí a ella:
- Es un libro de historia. - Luego miré a mi alrededor, y me di cuenta que habían llegado dos personas más (aparte de esta curiosa mujer). Les dediqué un saludo simple con la cabeza y hablé de nuevo, esta vez para todos: - Cuenta la historia de Síderos, y esperaba encontrar algo en él que fuera de interés para la situación actual... Y es posible que así sea. Resulta que el Rey debe ser elegido por los pretores, no basta con imponerse por la fuerza. Tiene gracia que los últimos pretores pensaran que sí... - Luego volví a mirar a la mujer-abeja-loca y le dije en tono de disculpa: - Me temo que aún no he terminado con él, lo necesito un poco más, lo siento. - Ciertamente, lo necesitaba durante un tiempo más... Puede que indefinidamente, dependiendo de su complejidad. Al fin y al cabo aún no había desentrañado los secretos más profundos entre las frases de aquel libro, si es que había tal cosa. - De todas formas, aquí dentro no podemos hacer nada hasta que hayan cinco nuevos pretores, los tronos no funcionan sin ellos, salvo para descansar las posaderas. - Me encogí de hombros y le guiñé un ojo a la tercera mujer presente (Galia), que parecía simpática y tenía una sonrisa maravillosamente amable. - Necesito contarle todo esto al Zafiro. Creo que voy a buscar a...
No tuve tiempo de terminar la frase con "a Dexter", porque unos pasos se acercaron firmes por la sala contigua, mientras una música ominosa sonaba en mis oídos. No necesité ver su cara para saber quién se acercaba, y me quedé quieto allí en el pequeño trono esperando a ver qué ocurría. Si él había decidido entrar, es que las negociaciones habían salido o muy bien, o muy mal.
- Reclamo esta isla como mía
Con esas palabras, Dexter se aproximó al trono más grande, el único aún vacío. En mi cara se borró por completo la sonrisa, dejando tan solo una mueca plana e inexpresiva, a la par que mis ojos se quedaban vacíos por dentro. No había nada en ellos, solo sombras y una oscuridad similar a un abismo sin fondo. Mientras el hombre se planteaba finalmente sentarse en aquel asiento, un par de relámpagos recorrieron mi espina dorsal, invisibles a la vista bajo mi chaqueta, mientras los Gaster Blaster se activaban y preparaban para salir de su escondite. "Así que esa es tu verdadera naturaleza, Black..." Pensé por un instante, sopesando si podría hacerle algo al manipulador más poderoso conocido si lo pillaba de sorpresa. Que alguien así tomara el control de Síderos solo podía significar que la balanza finalmente se había torcido demasiado, y el mundo se acercaría a una verdadera guerra y consiguiente purga que haría que Linvana pareciera una niña inocente a su lado.
- ¡Era broma!
Parpadeé dos veces. Tres. Cuatro. "¿Qué?" Fue todo lo que se me pasó por la cabeza mientras toda mi hostilidad se desinflaba como un globo pinchado y mi cara recuperaba su expresión normal. Por un momento me pregunté si no sería una de esas "doble-bromas" en las que el tío decía que era broma pero en realidad no lo era, pero en cuanto Dexter se dejó caer cansadamente en el trono y continuó hablando, no pude evitar soltar un suspiro mientras cerraba el libro y trataba de darle al hombre en la cabeza con él. No esperaba que le doliese, sería más bien un gesto de reprimenda.
- Con esas cosas no se bromea hombre. - Diría seriamente, de tener éxito. - Y mira que yo soy de los que defienden que se puede bromear de casi todo, pero piensa en el momento y lugar un poco, ¿no? - Concluiría con una sonrisa ladeada y un tono más jocoso. - Si tuviera corazón, se me habría salido por la boca...
Tanto si lo lograba como si no, prestaría atención seriamente al discurso del Yonkou. De él dependía la suerte de Síderos y de cada una de las facciones, pues... Espera. ¿Yo? ¿De verdad me eligió a mí? Es decir, ya he dicho por qué pensaba que problemente soy de los mejores candidatos a elegir para dirigir Zilda, pero no me esperaba para nada que a la hora de la verdad, fuera a ser "seleccionado" como dice el Dragón. bueno, la última palabra la tiene Linvana, por supuesto, pero aquella "preliminatoria" por así llamarla era inesperada como poco. Tras dejar que terminase su discurso, me levanté del trono y declaré con voz seria:
- Nos conocemos desde hace poco, pero has decidido depositar tu confianza en mí. Es un honor y una responsabilidad que aceptaré... - Un sonidito espumoso y molesto sonó de debajo de mi chaqueta, a la par que Flubber flotaba hasta ponerse encima de mi cabeza imitando la forma de una cara enfadada. Suprimiendo la risa, concluí en un tono algo más despreocupado y propio de mí: - ... aceptaremos con gusto. - Flubber tomó la forma de una cara sonriente antes de regresar a su forma de amalgama de costumbre y posarse sobre mi cabeza cómodamente. Hice una leve reverencia en dirección al trono principal, antes de añadir: - Ah, por cierto, el Rey puede ser cualquiera. No tiene por qué ser un pretor, mientras los cinco se pongan de acuerdo y acepten a dicho monarca. - Levanté el libro hasta delante de mi pecho y le di un par de toques con la otra mano mientras mi sonrisa se ampliaba. - Aprender de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro, ¿no? Historia de Síderos, recopilada al completo. - Repetí, ya que cuando lo había dicho él no estaba presente. - Recuérdame que te lo preste cuando termine... ¡Ah! Si no está esa mujer aún interesada en algo tan aburrido. - Dije mientras buscaba a la mujer-abeja con la mirada y fingía estar sosteniendo algo realmente tedioso y cansino de leer.
Y entonces, como no podía ser de otra forma... como habían ocurrido pocas sorpresas ya, tocaba una más. Las puertas se abrieron de par en par (¿quién las había cerrado?) y entró alguien familiar.
- Apostaría a que este es el último sitio en el que esperabas verme. - Dijo Syxel.
Tras una breve pausa en la que trataba de asimilar su presencia allí, asumí que se refería a mí pues no me imaginaba que él pudiera conocer a ningún otro de los presentes, y miraba en mi dirección. Podría haber estado refiriéndose a Dexter, ya que yo estaba entre ellos dos, pero... No, no podía ser. No me los imaginaba juntos, aunque se parecieran tanto en el fondo.
- Bueno, Arabasta tampoco fue precisamente un sitio donde esperaba conocer a alguien como tú, así que dejémoslo en que empatan por el puesto. - Tras la broma, decidí hacer la pregunta que seguramente todos teníamos en mente: - ¿Qué haces aquí, S? No me estarás siguiendo, ¿no? - Bromeé de nuevo con una amplia sonrisa en el rostro.
¿Que de qué lo conozco? Os lo podría contar, pero me da pereza y es una larga historia que incluye cierto torneo en cierto coliseo de cierta isla y un montón de arena. Algún día terminaré de elaborar una buena forma de contar dicha historia...
Y, cuando por fin había llegado a una conclusión, me quedé paralizado. No fue una parálisis dramática, simplemente no supe lo que hacer. Mi mente recorrió miles de pensamientos y caminos, pero mi cuerpo estuvo inmóvil hasta el punto de que posiblemente podría haber pasado por un esqueleto muerto de verdad. La información iba y venía, los nombres resonaban en mi cabeza, los eventos, las escenas... todo empezaba a buscar la forma de encajar como si fuera un enorme e intrincado puzzle masivo e imposible. Pretores, tronos, facciones, pretores, Rey, nombres, pretores, Linvana, Dexter, pretores, Zilda, conspiración, PRETORES...
- ZZZZ ¿Qué estás mirando? ZZZZZ ¿Es divertido? ZZZZZ ¿Pretendes hacer algo con ese libro? ZZZZ ¿Me dejas mirar? ZZZZZ
Mi tren de pensamientos se vio interrumpido de repente por la presencia de aquella mujer que se creía una abeja y su zumbido. Para otros habría sido molesto, pero a mí me había sacado de un trance autoinducido por accidente, y solo sentía alivio. Necesitaba aquella distracción, necesitaba algo que rompiera la atmósfera seria y pesada que se había asentado a mi alrededor. Sonriendo amablemente, me dirigí a ella:
- Es un libro de historia. - Luego miré a mi alrededor, y me di cuenta que habían llegado dos personas más (aparte de esta curiosa mujer). Les dediqué un saludo simple con la cabeza y hablé de nuevo, esta vez para todos: - Cuenta la historia de Síderos, y esperaba encontrar algo en él que fuera de interés para la situación actual... Y es posible que así sea. Resulta que el Rey debe ser elegido por los pretores, no basta con imponerse por la fuerza. Tiene gracia que los últimos pretores pensaran que sí... - Luego volví a mirar a la mujer-abeja-loca y le dije en tono de disculpa: - Me temo que aún no he terminado con él, lo necesito un poco más, lo siento. - Ciertamente, lo necesitaba durante un tiempo más... Puede que indefinidamente, dependiendo de su complejidad. Al fin y al cabo aún no había desentrañado los secretos más profundos entre las frases de aquel libro, si es que había tal cosa. - De todas formas, aquí dentro no podemos hacer nada hasta que hayan cinco nuevos pretores, los tronos no funcionan sin ellos, salvo para descansar las posaderas. - Me encogí de hombros y le guiñé un ojo a la tercera mujer presente (Galia), que parecía simpática y tenía una sonrisa maravillosamente amable. - Necesito contarle todo esto al Zafiro. Creo que voy a buscar a...
No tuve tiempo de terminar la frase con "a Dexter", porque unos pasos se acercaron firmes por la sala contigua, mientras una música ominosa sonaba en mis oídos. No necesité ver su cara para saber quién se acercaba, y me quedé quieto allí en el pequeño trono esperando a ver qué ocurría. Si él había decidido entrar, es que las negociaciones habían salido o muy bien, o muy mal.
- Reclamo esta isla como mía
Con esas palabras, Dexter se aproximó al trono más grande, el único aún vacío. En mi cara se borró por completo la sonrisa, dejando tan solo una mueca plana e inexpresiva, a la par que mis ojos se quedaban vacíos por dentro. No había nada en ellos, solo sombras y una oscuridad similar a un abismo sin fondo. Mientras el hombre se planteaba finalmente sentarse en aquel asiento, un par de relámpagos recorrieron mi espina dorsal, invisibles a la vista bajo mi chaqueta, mientras los Gaster Blaster se activaban y preparaban para salir de su escondite. "Así que esa es tu verdadera naturaleza, Black..." Pensé por un instante, sopesando si podría hacerle algo al manipulador más poderoso conocido si lo pillaba de sorpresa. Que alguien así tomara el control de Síderos solo podía significar que la balanza finalmente se había torcido demasiado, y el mundo se acercaría a una verdadera guerra y consiguiente purga que haría que Linvana pareciera una niña inocente a su lado.
- ¡Era broma!
Parpadeé dos veces. Tres. Cuatro. "¿Qué?" Fue todo lo que se me pasó por la cabeza mientras toda mi hostilidad se desinflaba como un globo pinchado y mi cara recuperaba su expresión normal. Por un momento me pregunté si no sería una de esas "doble-bromas" en las que el tío decía que era broma pero en realidad no lo era, pero en cuanto Dexter se dejó caer cansadamente en el trono y continuó hablando, no pude evitar soltar un suspiro mientras cerraba el libro y trataba de darle al hombre en la cabeza con él. No esperaba que le doliese, sería más bien un gesto de reprimenda.
- Con esas cosas no se bromea hombre. - Diría seriamente, de tener éxito. - Y mira que yo soy de los que defienden que se puede bromear de casi todo, pero piensa en el momento y lugar un poco, ¿no? - Concluiría con una sonrisa ladeada y un tono más jocoso. - Si tuviera corazón, se me habría salido por la boca...
Tanto si lo lograba como si no, prestaría atención seriamente al discurso del Yonkou. De él dependía la suerte de Síderos y de cada una de las facciones, pues... Espera. ¿Yo? ¿De verdad me eligió a mí? Es decir, ya he dicho por qué pensaba que problemente soy de los mejores candidatos a elegir para dirigir Zilda, pero no me esperaba para nada que a la hora de la verdad, fuera a ser "seleccionado" como dice el Dragón. bueno, la última palabra la tiene Linvana, por supuesto, pero aquella "preliminatoria" por así llamarla era inesperada como poco. Tras dejar que terminase su discurso, me levanté del trono y declaré con voz seria:
- Nos conocemos desde hace poco, pero has decidido depositar tu confianza en mí. Es un honor y una responsabilidad que aceptaré... - Un sonidito espumoso y molesto sonó de debajo de mi chaqueta, a la par que Flubber flotaba hasta ponerse encima de mi cabeza imitando la forma de una cara enfadada. Suprimiendo la risa, concluí en un tono algo más despreocupado y propio de mí: - ... aceptaremos con gusto. - Flubber tomó la forma de una cara sonriente antes de regresar a su forma de amalgama de costumbre y posarse sobre mi cabeza cómodamente. Hice una leve reverencia en dirección al trono principal, antes de añadir: - Ah, por cierto, el Rey puede ser cualquiera. No tiene por qué ser un pretor, mientras los cinco se pongan de acuerdo y acepten a dicho monarca. - Levanté el libro hasta delante de mi pecho y le di un par de toques con la otra mano mientras mi sonrisa se ampliaba. - Aprender de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro, ¿no? Historia de Síderos, recopilada al completo. - Repetí, ya que cuando lo había dicho él no estaba presente. - Recuérdame que te lo preste cuando termine... ¡Ah! Si no está esa mujer aún interesada en algo tan aburrido. - Dije mientras buscaba a la mujer-abeja con la mirada y fingía estar sosteniendo algo realmente tedioso y cansino de leer.
Y entonces, como no podía ser de otra forma... como habían ocurrido pocas sorpresas ya, tocaba una más. Las puertas se abrieron de par en par (¿quién las había cerrado?) y entró alguien familiar.
- Apostaría a que este es el último sitio en el que esperabas verme. - Dijo Syxel.
Tras una breve pausa en la que trataba de asimilar su presencia allí, asumí que se refería a mí pues no me imaginaba que él pudiera conocer a ningún otro de los presentes, y miraba en mi dirección. Podría haber estado refiriéndose a Dexter, ya que yo estaba entre ellos dos, pero... No, no podía ser. No me los imaginaba juntos, aunque se parecieran tanto en el fondo.
- Bueno, Arabasta tampoco fue precisamente un sitio donde esperaba conocer a alguien como tú, así que dejémoslo en que empatan por el puesto. - Tras la broma, decidí hacer la pregunta que seguramente todos teníamos en mente: - ¿Qué haces aquí, S? No me estarás siguiendo, ¿no? - Bromeé de nuevo con una amplia sonrisa en el rostro.
¿Que de qué lo conozco? Os lo podría contar, pero me da pereza y es una larga historia que incluye cierto torneo en cierto coliseo de cierta isla y un montón de arena. Algún día terminaré de elaborar una buena forma de contar dicha historia...
- Sala del trono:
- Divagaciones, diálogos y discursos. Casi todo el post ha sido reacciones a diversos eventos cercanos (y me dejo muchos en el tintero pero no son tan relevantes para este personaje y me quedo sin tiempo ni ganas de escribir aún más). Interactúo con todos, especialmente con Gera, Dexter y Syxel.
Y sí, con Syxel tengo un rol abierto, hemos acordado que nuestros personajes se conocen de entonces. Solo que el rol está algo abandonado de momento, pero ya lo continuaremos. Algún dia. Cuando se pueda. Probablemente.
Simo Baker
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras lanzar la onda el dolor en el brazo comienza a volver hasta hacerse tan intenso como antes. Había sido una terrible idea intentar seguir peleando; sin embargo no me arrepentía. A pesar de no haber influido realmente en la batalla el haber hecho algo me hacía sentir que pagaba la deuda con el mercenario que me había curado. Además, aunque el dolor volviese, no parecía que fuese a perder el brazo otra vez. Tan sólo debía aguantar y dejar de moverme tanto.
Respirando profundamente y apretando fuerte los dientes fui capaz de llegar a la sala del trono. Allí puder ver a mis compañeros de Xella y los jóvenes que iban en busca de Silver, aunque no estaban solos. En el lugar también había un extraño hombre de aspecto similar a Error dando una clase de historia y una chica de pelo llamativo dando saltos como una loca. El conjunto de la situación era casi tan raro como el de la sala contigua, pero al menos había mucha más calma.
-La próxima vez que parezca tenerlo un plan dadme una colleja y recordadme que soy retrasado.- dije intentando reír sin conseguirlo por el dolor.
Tras esto caminé hacia el trono que quedaba libre y me recosté en él. Estaba cansado y el dolor me estaba destrozando anímicamente; sin embargo la comodidad de aquel sillón me transportaba lejos de todo aquello, lejos del sufrimiento. Abrí los ojos de golpe, no podía desmayarme allí. Era mucho que soportar, pero debía mantenerme fuerte.
-La pelea de la entrada es un auténtico caos, pero no creo que Grum sobreviva. ¿A quién se supone que vamos a apoyar?- dije levantándome para mantenerme distraído y no quedar dormido.
Estaba mareado, pero aún podía pensar correctamente y me había dado cuenta de que Aki no indicó un bando al que apoyar estando yo presente. Mientras esperaba la respuesta me puse a examinar la zona tras los tronos para ver si encontraba algo de valor. Sabía que no iba a volverme rico con un par de baratijas, pero esa pequeña búsqueda del tesoro me mantenía activo y me ayudaba a alejar la atención de dolor.
A penas acababa de empezar a buscar cuando escuché las puertas del trono abrirse completamente dando paso a una figura. Era el maldito Dexter Black. Por un segundo pensé que venía a matarme por haber intentado atacar a su compañero, pero al parecer todos habían pasado del tema. Dijo que quería quedarse con la isla, aunque al parecer estaba bromeando. No entendía como alguien podía bromear en una situación así. Quizá su poder le había dejado el cerebro como el de la chica de pelo morado. Tras esto pareció ponerse un poco más serio y comenzó a nombrar nuevos pretores. La verdad es que no me encontraba bien y no capté bien lo que quería decir.
-Haced lo que os dé la gana, pero dejadme en paz de una vez. He sido secuestrado, forzado a pelear en una arena, amenazado de muerte por una babosa, atacado por un basilisco y me han cortado un brazo jodido brazo.- dije con osadía sin poder evitar que se me cayese una lagrima al decir esto último.- Creo que merezco un poco de paz.- acabé mostrando el rostro más serio que me permitía el dolor.
Tras estas palabras continué mi búsqueda de tesoros en la sala. Era lo único que evitaba que el dolor pudiese conmigo. Aún en esta situación mantuve mi oído atento por si Aki decía algo. Era mi jefa, mi líder. Si ella me pedía algo lo haría, por muy mal que estuviese.
Respirando profundamente y apretando fuerte los dientes fui capaz de llegar a la sala del trono. Allí puder ver a mis compañeros de Xella y los jóvenes que iban en busca de Silver, aunque no estaban solos. En el lugar también había un extraño hombre de aspecto similar a Error dando una clase de historia y una chica de pelo llamativo dando saltos como una loca. El conjunto de la situación era casi tan raro como el de la sala contigua, pero al menos había mucha más calma.
-La próxima vez que parezca tenerlo un plan dadme una colleja y recordadme que soy retrasado.- dije intentando reír sin conseguirlo por el dolor.
Tras esto caminé hacia el trono que quedaba libre y me recosté en él. Estaba cansado y el dolor me estaba destrozando anímicamente; sin embargo la comodidad de aquel sillón me transportaba lejos de todo aquello, lejos del sufrimiento. Abrí los ojos de golpe, no podía desmayarme allí. Era mucho que soportar, pero debía mantenerme fuerte.
-La pelea de la entrada es un auténtico caos, pero no creo que Grum sobreviva. ¿A quién se supone que vamos a apoyar?- dije levantándome para mantenerme distraído y no quedar dormido.
Estaba mareado, pero aún podía pensar correctamente y me había dado cuenta de que Aki no indicó un bando al que apoyar estando yo presente. Mientras esperaba la respuesta me puse a examinar la zona tras los tronos para ver si encontraba algo de valor. Sabía que no iba a volverme rico con un par de baratijas, pero esa pequeña búsqueda del tesoro me mantenía activo y me ayudaba a alejar la atención de dolor.
A penas acababa de empezar a buscar cuando escuché las puertas del trono abrirse completamente dando paso a una figura. Era el maldito Dexter Black. Por un segundo pensé que venía a matarme por haber intentado atacar a su compañero, pero al parecer todos habían pasado del tema. Dijo que quería quedarse con la isla, aunque al parecer estaba bromeando. No entendía como alguien podía bromear en una situación así. Quizá su poder le había dejado el cerebro como el de la chica de pelo morado. Tras esto pareció ponerse un poco más serio y comenzó a nombrar nuevos pretores. La verdad es que no me encontraba bien y no capté bien lo que quería decir.
-Haced lo que os dé la gana, pero dejadme en paz de una vez. He sido secuestrado, forzado a pelear en una arena, amenazado de muerte por una babosa, atacado por un basilisco y me han cortado un brazo jodido brazo.- dije con osadía sin poder evitar que se me cayese una lagrima al decir esto último.- Creo que merezco un poco de paz.- acabé mostrando el rostro más serio que me permitía el dolor.
Tras estas palabras continué mi búsqueda de tesoros en la sala. Era lo único que evitaba que el dolor pudiese conmigo. Aún en esta situación mantuve mi oído atento por si Aki decía algo. Era mi jefa, mi líder. Si ella me pedía algo lo haría, por muy mal que estuviese.
- Trono:
- Blablabla, dolor y llegar a la sala. Sentarme en el trono libre a descansar un poco.Darme cuenta que estoy perdiendo la conciencia. Hablar con mis compis. Intentar distraerme buscando algo de valor. Ver como Dexter entra haciendo bromitas. No enterarme bien de lo que dice porque habla mucho y el dolor no me deja concentrarme. Minidiscurso victimista en respuesta a Dexter. Seguir buscando cosas mientras espero a ver si Aki dice algo.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.