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Suspiró con calma mientras notaba que el barco estaba por llegar a la isla. Era cerca de medianoche y el cielo estaba hermoso. Las estrellas y la luna casi parecía que brillaban con más fuerza que nunca. Había escuchado acerca de esa isla y, aprovechando el camino de regreso, preguntó si podían hacer una pequeña parada en ella. Estaba apoyada en la baranda del barco, mirando las constelaciones e ignorando todo el ruido de la cubierta, solo le interesaban dos cosas: Mirar el cielo y escuchar el sonido del mar. ”Cuando todo acabe, me vengo a vivir aquí” – no se aguantó las ganas y pasó a su forma híbrida, iba a llegar mucho más rápido que esperando a que el barco llegara. Alzó el vuelo y no tardó ni cinco minutos en llegar al puerto, antes de aterrizar, volvió a su forma humana y se arregló un poco el pelo.
– Supongo que deberé buscar alojo y, también, un lugar donde comer – susurró mientras, de paso, contaba sus berries. Le debería alcanzar para poder comprar comida y buscar aquel lugar donde se iba a quedar. – Sería mejor si tuviera un poco de compañía, pero está bien. – Guardó su monedero en su pantalón largo de un tono rojizo. Se arregló su camiseta de mangas largas a juego con el pantalón y también, de paso, su chaqueta negra. La usaba abierta y así dejaba ver su collar.
Empezó a caminar por las calles de aquella isla. Si tenía suerte, encontraría en el hostal un lugar para comer. No quería tentar mucho al destino, pero si tenía una ventana que diera al cielo, sería más que perfecto. Con la mirada buscando aquel idílico lugar y sus manos en los bolsillos, solo siguió caminando. ¿Encontraría alguien quién la acompañara? Esperaba que sí, esperaba que sí. ”Si no… solo tengo que apañármelas sola.” – no era mucha novedad, desde los catorce años que ella era independiente y andaba sola por el mundo. Negó con la cabeza, no era momento para pensar en esas cosas.
– Supongo que deberé buscar alojo y, también, un lugar donde comer – susurró mientras, de paso, contaba sus berries. Le debería alcanzar para poder comprar comida y buscar aquel lugar donde se iba a quedar. – Sería mejor si tuviera un poco de compañía, pero está bien. – Guardó su monedero en su pantalón largo de un tono rojizo. Se arregló su camiseta de mangas largas a juego con el pantalón y también, de paso, su chaqueta negra. La usaba abierta y así dejaba ver su collar.
Empezó a caminar por las calles de aquella isla. Si tenía suerte, encontraría en el hostal un lugar para comer. No quería tentar mucho al destino, pero si tenía una ventana que diera al cielo, sería más que perfecto. Con la mirada buscando aquel idílico lugar y sus manos en los bolsillos, solo siguió caminando. ¿Encontraría alguien quién la acompañara? Esperaba que sí, esperaba que sí. ”Si no… solo tengo que apañármelas sola.” – no era mucha novedad, desde los catorce años que ella era independiente y andaba sola por el mundo. Negó con la cabeza, no era momento para pensar en esas cosas.
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Al fin una buena cama en la que dormir. La joven sargento se encontraba en una habitación con un enorme futón en el suelo. Iba vestida con una especie de kimono de color negro con símbolos de flores blancas, el cual dejaba un escote considerable. La chica no podía ocultar aquellos enormes senos que tenía. En los pies unos calcetines morados y en su rostro una sonrisa bastante dulce. Sus dorados ojos estaban abiertos de par en par, analizando la habitación, en la cual había una mochila allí tirada. Soltó un pequeño suspiro y entonces se dirigió hacia aquel objeto, pues era suyo. Se aseguró de que tenía allí todo y salió de la habitación. Era una especie de hostal con baños y buffet libre. Habían terminado una misión en aquel sitio y estaban relajándose. Ella y sus hombres, pero Keith había preferido darse una vuelta por ahí.
La joven rubia era la única mujer, pues su compañera de cabellos blancos estaba en el Norte realizando una pequeña misión de espionaje. Hikaru sin duda estaba un poco aburrida, pero tampoco era para tanto. A cada lado de la cintura poseía una especie de vaina. En ellas llevaba sus queridas espadas con actitudes especiales. No tardó en llegar mucho al patio, el cual conectaba con la calle. Se sentó en un pequeño banco y se puso a mirar al cielo. El sonido de un gruñido llegó hasta ella y no tardó en darse cuenta de que se trataba de su estómago. Mostró una sonrisa entonces, pues era la mejor hora del mundo. Tenía hambre y quería comer como un dragón. Se relamió despacio y mostró una sonrisa bastante amplia.
- ¡Es hora de darse un atracón!
Gritó con ilusión al mismo tiempo que sus ojos dorados brillaban de forma intensa en mitad de la noche. Eran como dos portentosos focos que irradiaban felicidad. La joven comprobó que tenía el pase en su bolsillo y además pudo ver el de la chica que había faltado. Katharina ya no iba a poder llegar antes del cierre, por lo que tenía una entrada de más para mujeres. Se quedó pensativa unos momentos y se puso a hablar en voz alta, pues ella siempre solía hacerlo. Pensar las cosas en vez de decirlas le daba demasiada pereza.
- ¿Qué hago yo ahora con este boleto? Va a caducar en diez minutos… – Su mirada era algo extraña, pues parecía molesta y todo.
La joven rubia era la única mujer, pues su compañera de cabellos blancos estaba en el Norte realizando una pequeña misión de espionaje. Hikaru sin duda estaba un poco aburrida, pero tampoco era para tanto. A cada lado de la cintura poseía una especie de vaina. En ellas llevaba sus queridas espadas con actitudes especiales. No tardó en llegar mucho al patio, el cual conectaba con la calle. Se sentó en un pequeño banco y se puso a mirar al cielo. El sonido de un gruñido llegó hasta ella y no tardó en darse cuenta de que se trataba de su estómago. Mostró una sonrisa entonces, pues era la mejor hora del mundo. Tenía hambre y quería comer como un dragón. Se relamió despacio y mostró una sonrisa bastante amplia.
- ¡Es hora de darse un atracón!
Gritó con ilusión al mismo tiempo que sus ojos dorados brillaban de forma intensa en mitad de la noche. Eran como dos portentosos focos que irradiaban felicidad. La joven comprobó que tenía el pase en su bolsillo y además pudo ver el de la chica que había faltado. Katharina ya no iba a poder llegar antes del cierre, por lo que tenía una entrada de más para mujeres. Se quedó pensativa unos momentos y se puso a hablar en voz alta, pues ella siempre solía hacerlo. Pensar las cosas en vez de decirlas le daba demasiada pereza.
- ¿Qué hago yo ahora con este boleto? Va a caducar en diez minutos… – Su mirada era algo extraña, pues parecía molesta y todo.
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¿Qué debería comer? ¿Cómo sabría que el lugar que buscaba era el correcto? Quizá sus instintos le dirían aquellas cosas, pero no lo negaba, se estaba muriendo de hambre. Su última comida había sido hace un buen par de horas atrás y eso solo la estaba molestando. Por más que viera lugares interesantes, no encontraba nada que le fuera especialmente grato a la vista. ¿No quería entrar a ningún sola? Era posible. Siempre era más divertido comer junto a alguien que sola, además, quizá de esa forma se evitaba a los típicos hombres molestos que rondaban esos lugares. Se detuvo en medio de la calle y sonrió de forma tranquila. Sus oídos detectaron algunas palabras de interés y la persona que las había dicho estaba un par de pasos más adelante. Era su maldita oportunidad de conseguir algo de comida y, por lo que veía, buena compañía.
– Etto… – se acercó a ella y se ganó frente a ella. No pudo evitar fijarse en los enormes pechos que llevaba aquella mujer rubia. Su cuerpo era envidiable. – Perdón, pero te escuché y me preguntaba si podrías compartir ese boleto conmigo – no tenía idea de qué era el boleto, pero tampoco le interesaba. De primeras instancias, no se veía mala persona y su juicio, casi nunca le había fallado antes. – Cierto, soy Kaori Nanami. – Se presentó. Su tono fue bastante alegre y una sonrisa dulce invadió su rostro.
Sus ojos no se apartaban de su cuerpo e incluso sintió un poco de envidia al verla. No lo podía negar, ella quería tener unos atributos como los de ella. Además, el kimono negro solo hacía resaltar mucho más su enorme escote y resaltaba más su figura. ¿Se debería vestir de esa forma? Nunca lo había visto necesario, pero tampoco lo descartaba del todo.
– Es hermosa… – Susurró, casi sin darse cuenta de la distancia entre ellas. ¿La habría escuchado? Esperaba que no, un leve sonrojo se formó en su rostro y tuvo que mirar a otro lado para evitar que ella lo notara. Guardó silencio y una vez sintió que el sonrojo abandonaba su rostro, volvió a mirarla, esperando su respuesta.
– Etto… – se acercó a ella y se ganó frente a ella. No pudo evitar fijarse en los enormes pechos que llevaba aquella mujer rubia. Su cuerpo era envidiable. – Perdón, pero te escuché y me preguntaba si podrías compartir ese boleto conmigo – no tenía idea de qué era el boleto, pero tampoco le interesaba. De primeras instancias, no se veía mala persona y su juicio, casi nunca le había fallado antes. – Cierto, soy Kaori Nanami. – Se presentó. Su tono fue bastante alegre y una sonrisa dulce invadió su rostro.
Sus ojos no se apartaban de su cuerpo e incluso sintió un poco de envidia al verla. No lo podía negar, ella quería tener unos atributos como los de ella. Además, el kimono negro solo hacía resaltar mucho más su enorme escote y resaltaba más su figura. ¿Se debería vestir de esa forma? Nunca lo había visto necesario, pero tampoco lo descartaba del todo.
– Es hermosa… – Susurró, casi sin darse cuenta de la distancia entre ellas. ¿La habría escuchado? Esperaba que no, un leve sonrojo se formó en su rostro y tuvo que mirar a otro lado para evitar que ella lo notara. Guardó silencio y una vez sintió que el sonrojo abandonaba su rostro, volvió a mirarla, esperando su respuesta.
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Hikaru continuaba observando aquel billete con una expresión calmada. No sabía qué hacer y el tiempo se le estaba acabando. En ese momento apareció de la nada una joven de cabellos oscuros. La marine se quedó mirándola con una expresión calmada. A lo mejor era otra clienta que había ido a buscar comida por la zona o algo por el estilo. Entonces fue cuando pidió que compartiese el billete con ella. Aquello la pilló por sorpresa, pues la gente no solía ser de aquella forma. Enarcó una ceja y después de unos segundos escuchó su nombre. De modo que se llamaba Kaori. Ciertamente era bonito y su apellido también. Ella mostró entonces una dulce sonrisa y después alzó el puño entusiasmada, como si estuviese muy contenta.
- ¡Claro que sí! No quiero que caduque y se gaste en vano. Puedes cogerlo y disfrutar en lugar de mi segunda al mando. – Terminó de decir extendiéndolo hacia ella. – No soy para tanto, tú también eres linda. – Mencionó después guiñándole el ojo.
Sin permiso alguno, trataría de tomarle la mano y correr con energía hacia el interior de aquel edificio. No tardó mucho en llegar a recepción y allí pudo ver al dueño jugar a las cartas con su mujer, ambos mayores. El tipo de cabellos blancos y larga barba del mismo tono se quedó mirándolas con calma. La sargento le dio el boleto y señaló a la joven morena de forma amigable. El hombre asintió y le hizo un gesto levantando el pulgar, indicando que todo estaba correcto. En ese momento la rubia se quedó mirando a Kaori con una expresión amable en su rostro y después le habló en un tono tranquilo.
- Justo iba a comer al buffet libre. Mis hombres deben estar de fiesta en la sala de karaoke, de modo que tendremos el triple de comida.
Cuando llegaron, la sala estaba vacía, con dos cocineros y todo lo demás lleno de jugosa comida. Los ojos de Hikaru se pusieron en forma de corazón y ella entonces corrió a toda velocidad hacia los estantes. Tomó un plato y empezó a llenarlo de todo, sobretodo carne. La carne asada era algo que la hacía ser muy feliz.
- ¡Kaori-chan, coge todo lo que desees! – Le dijo con un tono bastante risueño y divertido. Se notaba que la chica era muy feliz.
- ¡Claro que sí! No quiero que caduque y se gaste en vano. Puedes cogerlo y disfrutar en lugar de mi segunda al mando. – Terminó de decir extendiéndolo hacia ella. – No soy para tanto, tú también eres linda. – Mencionó después guiñándole el ojo.
Sin permiso alguno, trataría de tomarle la mano y correr con energía hacia el interior de aquel edificio. No tardó mucho en llegar a recepción y allí pudo ver al dueño jugar a las cartas con su mujer, ambos mayores. El tipo de cabellos blancos y larga barba del mismo tono se quedó mirándolas con calma. La sargento le dio el boleto y señaló a la joven morena de forma amigable. El hombre asintió y le hizo un gesto levantando el pulgar, indicando que todo estaba correcto. En ese momento la rubia se quedó mirando a Kaori con una expresión amable en su rostro y después le habló en un tono tranquilo.
- Justo iba a comer al buffet libre. Mis hombres deben estar de fiesta en la sala de karaoke, de modo que tendremos el triple de comida.
Cuando llegaron, la sala estaba vacía, con dos cocineros y todo lo demás lleno de jugosa comida. Los ojos de Hikaru se pusieron en forma de corazón y ella entonces corrió a toda velocidad hacia los estantes. Tomó un plato y empezó a llenarlo de todo, sobretodo carne. La carne asada era algo que la hacía ser muy feliz.
- ¡Kaori-chan, coge todo lo que desees! – Le dijo con un tono bastante risueño y divertido. Se notaba que la chica era muy feliz.
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Escuchar las palabras de la chica rubia con enormes pechos, la hicieron sonreír. Había aceptado, no pudo evitar sonrojarse al oírle decir que ella también era bonita. Se sintió un poco avergonzada al saber que, en efecto, la había escuchado. Suspiró con calma, ya nada se podía hacer y tampoco es que fuera tan importante. ¿Segunda al mando? Eso quería decir que era una capitana de alguna banda. ¿Pirata? No lo parecía ser, pero no descartaba esa idea, lo mismo le terminaba preguntando si se daba la ocasión. No tenía ninguna orden, así que podía hacer, en parte, lo que quisiera y eso era lo que estaba haciendo. Cogió con gusto el boleto.
La mano de ella tomó la suya y eso la hizo salir de sus pensamientos. Se dejó llevar y no tardaron mucho en llegar al lugar. Notó como es que los dos ancianos estaban jugando a las cartas y les dieron el visto bueno. Siguió a la rubia de enormes pechos. Escuchó con atención sus palabras y asintió con calma. Empezó a llenar su plato con todo tipo de comida e incluso se dio el tiempo de sonreírles a los dos cocineros y darles un bien merecido gracias. Su plato contenía, principalmente, carne y muchas verduras. Se sentó al lado de su nueva compañera y empezó a comer con velocidad. Kaori tenía demasiada hambre y no se iba a contener en un maldito buffet libre. Tragó y tomó un poco de agua.
– Por cierto, ¿cómo te llamas? – le preguntó con una sonrisa. – Quiero saber el nombre de la persona que fue tan amable como para invitarme a comer – se limpió su boca con una servilleta que estaba cerca. – Muchas gracias por hacerlo, de verdad. – Su tono fue dulce y amable. ¿Quién diría que tendría tanta suerte de conocer a alguien así? Normalmente la gente era más fría y más cerrada. Aquella chica rubia había sido la excepción y eso le encantaba.
La mano de ella tomó la suya y eso la hizo salir de sus pensamientos. Se dejó llevar y no tardaron mucho en llegar al lugar. Notó como es que los dos ancianos estaban jugando a las cartas y les dieron el visto bueno. Siguió a la rubia de enormes pechos. Escuchó con atención sus palabras y asintió con calma. Empezó a llenar su plato con todo tipo de comida e incluso se dio el tiempo de sonreírles a los dos cocineros y darles un bien merecido gracias. Su plato contenía, principalmente, carne y muchas verduras. Se sentó al lado de su nueva compañera y empezó a comer con velocidad. Kaori tenía demasiada hambre y no se iba a contener en un maldito buffet libre. Tragó y tomó un poco de agua.
– Por cierto, ¿cómo te llamas? – le preguntó con una sonrisa. – Quiero saber el nombre de la persona que fue tan amable como para invitarme a comer – se limpió su boca con una servilleta que estaba cerca. – Muchas gracias por hacerlo, de verdad. – Su tono fue dulce y amable. ¿Quién diría que tendría tanta suerte de conocer a alguien así? Normalmente la gente era más fría y más cerrada. Aquella chica rubia había sido la excepción y eso le encantaba.
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La carne irradiaba un olor demasiado delicioso. La rubia mantuvo sus ojos cerrados al mismo tiempo que sentía aquella fragancia deliciosa recorrer sus fosas nasales de forma exagerada. Las lágrimas de felicidad estuvieron a punto de salir de sus ojos, pero no llegó a eso. Abrió la boca lentamente y clavó sus dientes en aquella jugosa preciosidad. Masticó despacio sintiendo aquella sensación tan increíble recorrerle la boca. A continuación un sonrojo la invadió debido al placer que sentía y más bien pareció soltar un enorme gemido. Ella comía de esa forma y Keith lo sabía de sobra. A veces la miraba de forma rara y todo. Decidió morder de nuevo y el resultado fue el mismo. Aquella chica amaba la comida como a nada en el mundo.
- Me llamo Hikaru y voy a ser la reina de los marines. – Dijo de repente con un tono simple y algo distraído.
La comida era simplemente genial. A continuación tomó con cuidado el vaso lleno de batido de fresa y de un solo trago se lo bebió entero. Mostró una sonrisa infantil y al mismo tiempo alzó el puño con fuerza. Los cocineros la miraron un poco extrañados y uno de ellos empezó a caminar lentamente hasta la posición de la sargento. Le hizo una pequeña reverencia y después le pidió lo que deseaba. La rubia entonces le miró de forma un poco siniestra y después se relamió despacio mientras le miraba fijamente a los ojos. El hombre incluso sudó un poco pensando en otra cosa que no era.
- ¡Quiero seis kilos de carne asada aquí mismo! – Tras un pequeño suspiro, aquel hombre asintió con la cabeza y se fue.
La rubia entonces rio un poco de forma feliz y volvió a morder el enorme pedazo de carne. No tenía sutileza alguna y masticaba a toda velocidad con los carillos bien llenos. Tragó como pudo y después esperó a que aquel tipo cocinase lo que le había perdido. Miró a su compañera morena y entonces le tomó la mano, guiñándole el ojo y hablándole de forma dulce y tierna.
- No debes preocuparte por eso, me gusta ayudar a los demás. Me caes muy bien y eres una chica dulce y amable. De modo que… ¡Quiero que seas mi nakama! – Dijo gritando con fuerza.
- Me llamo Hikaru y voy a ser la reina de los marines. – Dijo de repente con un tono simple y algo distraído.
La comida era simplemente genial. A continuación tomó con cuidado el vaso lleno de batido de fresa y de un solo trago se lo bebió entero. Mostró una sonrisa infantil y al mismo tiempo alzó el puño con fuerza. Los cocineros la miraron un poco extrañados y uno de ellos empezó a caminar lentamente hasta la posición de la sargento. Le hizo una pequeña reverencia y después le pidió lo que deseaba. La rubia entonces le miró de forma un poco siniestra y después se relamió despacio mientras le miraba fijamente a los ojos. El hombre incluso sudó un poco pensando en otra cosa que no era.
- ¡Quiero seis kilos de carne asada aquí mismo! – Tras un pequeño suspiro, aquel hombre asintió con la cabeza y se fue.
La rubia entonces rio un poco de forma feliz y volvió a morder el enorme pedazo de carne. No tenía sutileza alguna y masticaba a toda velocidad con los carillos bien llenos. Tragó como pudo y después esperó a que aquel tipo cocinase lo que le había perdido. Miró a su compañera morena y entonces le tomó la mano, guiñándole el ojo y hablándole de forma dulce y tierna.
- No debes preocuparte por eso, me gusta ayudar a los demás. Me caes muy bien y eres una chica dulce y amable. De modo que… ¡Quiero que seas mi nakama! – Dijo gritando con fuerza.
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Kaori miraba a su compañera de reojo y no podía evitar reírse de la forma en la que ella comía. Parecía que ella no masticaba, solo tragaba y como si su estómago fuera un verdadero pozo sin fondo. ¿Cuánto podría comer ella? No es que la agente pudiera comer demasiado e incluso sentía que estaba llegando a su límite. Tomó un pequeño sorbo de agua y escuchó su respuesta. Se llamaba Hikaru y pretendía ser… ¿La reina de los Marines? Eso la pilló con la guardia baja y no pudo evitar soltar una risa. No se lo esperaba, pero tampoco la iba juzgar, no era nadie para negarle sus sueños o metas. Se calmó y siguió comiendo a su ritmo. A su lado tenía los platos vacíos, con mucha suerte, eran dos.
– Cierto, soy miembro del Cipher Pol – aclaró, casi como si se le hubiera olvidado ese dato. No es que le importara que supieran. – Aún soy una novata, de todos modos y solo me estoy aprovechando de que no tengo nada que hacer.
Estaban ellas dos solas y dudaba que los cocineros les prestaran atención, ya estaban lo suficientemente ocupados tratando de seguirle el ritmo a Hikaru. Kaori, por otro lado, ya había terminado su cuarto plato y, por alguna razón, sentía que podía seguir comiendo. La comida estaba demasiado deliciosa como para desaprovecharla y, por si fuera poco, era gratis y tenía una excelente compañía. Cerró sus ojos y solo se dejó llevar por la comida. Era una buena manera de matar el tiempo y no se arrepentía de hablarle a la chica rubia de enormes pechos. Soltó un suspiro ligero y se acomodó mejor en la silla.
Escuchó con atención las últimas palabras de la marine y se sorprendió. ¿Tan pronto le pedía algo como eso? Era una total desconocida, pero, en cierta parte, se alegró de que ella le preguntara sobre eso. Incluso le había tomado de la mano y le había guiñado un ojo. No pudo evitar sonrojarse un poco y mirar a otro lado. ¿Era posible aquello? En teoría, el Gobierno Mundial y la Marina eran, en la práctica, lo mismo. Si se unían fuerza, incluso podía ser mejor. Usó su mano libre para tomar la de Hikaru.
– Claro, acepto – le dijo con una sonrisa. – Seré tu nakama, con mucho gusto.
– Cierto, soy miembro del Cipher Pol – aclaró, casi como si se le hubiera olvidado ese dato. No es que le importara que supieran. – Aún soy una novata, de todos modos y solo me estoy aprovechando de que no tengo nada que hacer.
Estaban ellas dos solas y dudaba que los cocineros les prestaran atención, ya estaban lo suficientemente ocupados tratando de seguirle el ritmo a Hikaru. Kaori, por otro lado, ya había terminado su cuarto plato y, por alguna razón, sentía que podía seguir comiendo. La comida estaba demasiado deliciosa como para desaprovecharla y, por si fuera poco, era gratis y tenía una excelente compañía. Cerró sus ojos y solo se dejó llevar por la comida. Era una buena manera de matar el tiempo y no se arrepentía de hablarle a la chica rubia de enormes pechos. Soltó un suspiro ligero y se acomodó mejor en la silla.
Escuchó con atención las últimas palabras de la marine y se sorprendió. ¿Tan pronto le pedía algo como eso? Era una total desconocida, pero, en cierta parte, se alegró de que ella le preguntara sobre eso. Incluso le había tomado de la mano y le había guiñado un ojo. No pudo evitar sonrojarse un poco y mirar a otro lado. ¿Era posible aquello? En teoría, el Gobierno Mundial y la Marina eran, en la práctica, lo mismo. Si se unían fuerza, incluso podía ser mejor. Usó su mano libre para tomar la de Hikaru.
– Claro, acepto – le dijo con una sonrisa. – Seré tu nakama, con mucho gusto.
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Y otro pedazo de carne que invadió la boca de la rubia. Se sentía demasiado bien sintiendo la necesidad de continuar alimentándose. Masticó otro pedazo y cuando terminó decidió esperar a que llegasen los cocineros de una buena vez. Entonces notó la mano de la morena sobre la de ella y no pudo evitar sonreír de forma dulce. Otra persona que conseguía caerle bien de alguna forma. Sumada a Keith y Katharina, ya eran más en su familia. Además, aceptó de buena gana unirse a ella y eso provocó que la espadachín asintiese con su cabeza. Ya tenía otra integrante para Inmortals. Así podrían permanecer juntos en todo momento durante las misiones que iban a ir desarrollando hasta ser la reina de los marines.
La rubia entonces observó a los cocineros llegar allí y dejar una enorme bandeja de carne en la mesa. Después se volvieron a retirar y esta vez a dentro de la cocina. Rezaban para que la sargento tras devorar aquello no fuese a buscarles. Hikaru estaba ocupada escuchando que ella era parte del CP y eso la hizo reír un poco. Había escuchado sobre ellos, pero nunca había visto a uno de sus miembros. Si todos eran así de simpáticos como ella, estaría bien conocerlos a todos. Entonces fue cuando la rubia se quedó un poco pensativa y después apretó la mano de ella con algo de fuerza, pero sin pasarse.
- Desde ahora somos una familia y juro protegerte con mi vida. Juntas y con el resto de miembros podremos cumplir nuestros sueños.
Una vez dijo aquello, la rubia tomó uno de los pedazos de carne y volvió a morderlo con ganas. Sin duda amaba comer como nada en el mundo. Disfrutaba sintiendo aquellos sabores en su paladar y nada le impediría no hacerlo. Fue entonces cuando dragón tranquilamente y después de unos momentos soltó una pequeña risa. Continuaba muy feliz, pues ella siempre solía ser una chica así. Justo entonces se colocó en pie y después caminó hasta Kaori. Se puso a su lado derecho y después colocó su mano sobre sus cabellos, acariciándolos un poco y fijando sus dorados ojos en los de ella.
- Gracias por ser mi nakama. – Terminó de decirle con bastante ilusión y cerrando entonces los ojos. Confiaba en ella pese a haberla conocido hacía unos minutos. Hikaru solía ser así.
La rubia entonces observó a los cocineros llegar allí y dejar una enorme bandeja de carne en la mesa. Después se volvieron a retirar y esta vez a dentro de la cocina. Rezaban para que la sargento tras devorar aquello no fuese a buscarles. Hikaru estaba ocupada escuchando que ella era parte del CP y eso la hizo reír un poco. Había escuchado sobre ellos, pero nunca había visto a uno de sus miembros. Si todos eran así de simpáticos como ella, estaría bien conocerlos a todos. Entonces fue cuando la rubia se quedó un poco pensativa y después apretó la mano de ella con algo de fuerza, pero sin pasarse.
- Desde ahora somos una familia y juro protegerte con mi vida. Juntas y con el resto de miembros podremos cumplir nuestros sueños.
Una vez dijo aquello, la rubia tomó uno de los pedazos de carne y volvió a morderlo con ganas. Sin duda amaba comer como nada en el mundo. Disfrutaba sintiendo aquellos sabores en su paladar y nada le impediría no hacerlo. Fue entonces cuando dragón tranquilamente y después de unos momentos soltó una pequeña risa. Continuaba muy feliz, pues ella siempre solía ser una chica así. Justo entonces se colocó en pie y después caminó hasta Kaori. Se puso a su lado derecho y después colocó su mano sobre sus cabellos, acariciándolos un poco y fijando sus dorados ojos en los de ella.
- Gracias por ser mi nakama. – Terminó de decirle con bastante ilusión y cerrando entonces los ojos. Confiaba en ella pese a haberla conocido hacía unos minutos. Hikaru solía ser así.
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Todo indicaba que no iba a traer problemas que ella fuera miembro del Cipher Pol, es más, casi parecía que a Hikaru no le interesaba para nada ese detalle. Era lo mejor, después de todo. Siguió comiendo con calma, mientras iba notando que su ahora capitana, no bajaba su ritmo. Por un momento, pensó que esos cocineros eran bendecidos con una fortaleza mental increíble o solo no querían perder ante un cliente, pero le seguían el paso… De alguna forma lograban hacerlo y eso era una tarea digna de admirar. Tomó un poco de agua y se quedó callada.
Las palabras de Hikaru la hicieron sonreír. ¿Familia? ¿Era posible que ella tuviera permitido tener eso? Desde que había nacido pensaba que pedir algo como eso estaba prohibido, pero quizá con ella era posible. Aquella hermosa chica rubia con enormes pechos era una luz de esperanza al final del túnel y podía ser su salvación. ¿Qué significaría tener una familia? Por supuesto, ella protegería a cada miembro de su nueva flota, incluso sería capaz de dar su vida por ellos. Guardó silencio mientras meditaba sobre esa posibilidad. Se sentía más feliz que nunca y sintió que al fin había conseguido su lugar en el mundo. Sin embargo, había algo que ella no consideró… Su sueño la iba a llevar a ser considerada una enemiga del mundo entero. ¿Qué pasaría en ese entonces? No iba a arrastrar a Hikaru a los otros con ella, era su propio enemigo y era su responsabilidad… Aún si moría en el intento.
Quiso decir algo más, pero fue entonces que sintió la mano de ella sobre su cabeza y como desordenaba su cabello. Escuchó sus palabras y sonrió con felicidad. Ya pensaría en el futuro una vez llegara, era su secreto y lo contaría cuando fuera lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a lo que pensaba hacer. Aunque bueno, tampoco le interesaba mucho si vivía luego de matar al maldito Tenryubitto que la había violado. Iba a ser su venganza y estaba bastante segura que el mismo destino se iba a hacer cargo de su familia, así que no se preocupaba de ellos.
– Te haré llegar a lo más alto de la Marina, capitana – se levantó y le dio un abrazo. – Gracias a ti por darme la oportunidad de tener una familia. – No pudo contenerse más ante esa idea y una pequeña lágrima recorrió su rostro.
Las palabras de Hikaru la hicieron sonreír. ¿Familia? ¿Era posible que ella tuviera permitido tener eso? Desde que había nacido pensaba que pedir algo como eso estaba prohibido, pero quizá con ella era posible. Aquella hermosa chica rubia con enormes pechos era una luz de esperanza al final del túnel y podía ser su salvación. ¿Qué significaría tener una familia? Por supuesto, ella protegería a cada miembro de su nueva flota, incluso sería capaz de dar su vida por ellos. Guardó silencio mientras meditaba sobre esa posibilidad. Se sentía más feliz que nunca y sintió que al fin había conseguido su lugar en el mundo. Sin embargo, había algo que ella no consideró… Su sueño la iba a llevar a ser considerada una enemiga del mundo entero. ¿Qué pasaría en ese entonces? No iba a arrastrar a Hikaru a los otros con ella, era su propio enemigo y era su responsabilidad… Aún si moría en el intento.
Quiso decir algo más, pero fue entonces que sintió la mano de ella sobre su cabeza y como desordenaba su cabello. Escuchó sus palabras y sonrió con felicidad. Ya pensaría en el futuro una vez llegara, era su secreto y lo contaría cuando fuera lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a lo que pensaba hacer. Aunque bueno, tampoco le interesaba mucho si vivía luego de matar al maldito Tenryubitto que la había violado. Iba a ser su venganza y estaba bastante segura que el mismo destino se iba a hacer cargo de su familia, así que no se preocupaba de ellos.
– Te haré llegar a lo más alto de la Marina, capitana – se levantó y le dio un abrazo. – Gracias a ti por darme la oportunidad de tener una familia. – No pudo contenerse más ante esa idea y una pequeña lágrima recorrió su rostro.
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La rubia notó entonces el abrazo de la chica y no tardó en sonreír de forma amable. Escuchó sus palabras y quedó un poco confusa. Nunca se habría imaginado algo así de aquella chica morena, parecía más emocionada que ella y todo. Entonces se dio cuenta de la lágrima que recorría su mejilla y eso la extrañó. Entonces se quedó mirándola a los ojos y después de un dulce guiño se acercó despacio. Le vio un leve beso en la mejilla y le quitó la lágrima con los labios. Acto seguido le sacó la lengua en modo juguetón y llevó la mano a otro de aquellos pedazos de carne. Lo metió en su boca sin pensarlo y comenzó a masticar tranquilamente. Sin duda, no iba a largarse esa noche sin dejar en la ruina aquel local.
- Te lo agradezco, pero no quiero que llores. Yo también he pasado por mucho y ahora os tengo a vosotros. Nos cuidaremos mutuamente en todo lo que podamos. Ahora hagamos fiesta de pijamas… ¡Sí!
Gritó ilusionada como una cría pequeña y después tomó otro pedazo de carne, ingiriéndolo en muy poco tiempo. Tragó y después le dijo que la siguiera, dirigiéndose entonces hacia su habitación. Cuando entraron, la rubia abrió el armario y sacó un kimono exacto al de ella, pero en azul y con rosas blancas. Se lo ofreció y se sentó en el enorme futón, cogiendo una almohada y esperando a que se cambiase para empezar con aquella fiesta improvisada. Escuchaba desde allí a sus hombres cantar y reír, pero ella estaba divirtiéndose con la morena de forma calmada.
- Cuando te hayas cambiado, empezará la fiesta.
Mencionó de forma animada y abriendo sus brazos dispuesta a abrazarla y a comenzar a jugar entre ellas. Siempre deseaba tener una amiga así, con la que pudiera darse mimos y lanzarse almohadas a la cabeza sin miedo. Pero Katharina era una persona demasiado fría para aquellas cosas.
- Te lo agradezco, pero no quiero que llores. Yo también he pasado por mucho y ahora os tengo a vosotros. Nos cuidaremos mutuamente en todo lo que podamos. Ahora hagamos fiesta de pijamas… ¡Sí!
Gritó ilusionada como una cría pequeña y después tomó otro pedazo de carne, ingiriéndolo en muy poco tiempo. Tragó y después le dijo que la siguiera, dirigiéndose entonces hacia su habitación. Cuando entraron, la rubia abrió el armario y sacó un kimono exacto al de ella, pero en azul y con rosas blancas. Se lo ofreció y se sentó en el enorme futón, cogiendo una almohada y esperando a que se cambiase para empezar con aquella fiesta improvisada. Escuchaba desde allí a sus hombres cantar y reír, pero ella estaba divirtiéndose con la morena de forma calmada.
- Cuando te hayas cambiado, empezará la fiesta.
Mencionó de forma animada y abriendo sus brazos dispuesta a abrazarla y a comenzar a jugar entre ellas. Siempre deseaba tener una amiga así, con la que pudiera darse mimos y lanzarse almohadas a la cabeza sin miedo. Pero Katharina era una persona demasiado fría para aquellas cosas.
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Sintió los labios de ella en su mejilla y como es que le sacaba la lágrima con su lengua. ¿Eso era normal? La personalidad de Hikaru era un misterio que le encantaría resolver. ¿Cómo podía ser así de amable y confiar rápidamente en ella? Sonrió con calma y escuchó sus palabras. La verdad, no se quería separar de ella y mucho menos que este día se acabara. Asintió con la cabeza y siguió a su capitana a su habitación. Por el camino, no pudo evitar sonreír de forma amplia y pensar que el día ya no podía ser mejor. La chica rubia era una excelente persona, además, ambas eran muy parecidas… Al menos, en varios rasgos de sus personalidades. Entró con ella a la habitación y cerró la puerta.
– Claro. No pienso darte ventajas por ser mi capitana.
Le mencionó con una sonrisa mientras agarraba el kimono. No le dio mucha importancia que ella estuviera ahí y se sacó su ropa, quedando solo en ropa interior. Se puso el kimono con tranquilidad y luego miró a Hikaru. Se quedó quieta unos momentos y luego se giró para verse en un espejo que estaba cerca. El azul y las rosas blancas eran una bonita combinación y en ella se veía muy bien. Asintió con la cabeza, como si eso le diera mucha más confianza y también, un poco más de seguridad. Desde ahí escuchaba mucho ruido, pero eso no le interesaba, se estaba divirtiendo mucho con Hikaru y la noche aún era muy joven. ¿Y si la invitaba a volar con ella? ¿Le gustaría esa idea? Dependiendo de cómo se dieran las cosas… Lo iba a tener en mente.
– Por cierto, Hikaru – le mencionó mientras se acercaba a ella. – ¿Te gustan las cosquillas?
No le dio mucho tiempo a responder antes de lanzarle una almohada directo a la cara, al mismo tiempo, ella intentaría abalanzarse sobre ella y trataría de hacerle cosquillas o, mejor dicho, buscar el sitio donde fueran más eficaces. Incluso, trataría de sentarse en ella a la altura de su cintura y usaría sus manos para hacer todo. ¿Cómo respondería ella? Sus ojos mostraban un brillo interesante y una sonrisa se formó en su rostro. Seguiría con lo mismo hasta que su capitana le impidiera hacerlo o contraatacara de alguna forma.
– Claro. No pienso darte ventajas por ser mi capitana.
Le mencionó con una sonrisa mientras agarraba el kimono. No le dio mucha importancia que ella estuviera ahí y se sacó su ropa, quedando solo en ropa interior. Se puso el kimono con tranquilidad y luego miró a Hikaru. Se quedó quieta unos momentos y luego se giró para verse en un espejo que estaba cerca. El azul y las rosas blancas eran una bonita combinación y en ella se veía muy bien. Asintió con la cabeza, como si eso le diera mucha más confianza y también, un poco más de seguridad. Desde ahí escuchaba mucho ruido, pero eso no le interesaba, se estaba divirtiendo mucho con Hikaru y la noche aún era muy joven. ¿Y si la invitaba a volar con ella? ¿Le gustaría esa idea? Dependiendo de cómo se dieran las cosas… Lo iba a tener en mente.
– Por cierto, Hikaru – le mencionó mientras se acercaba a ella. – ¿Te gustan las cosquillas?
No le dio mucho tiempo a responder antes de lanzarle una almohada directo a la cara, al mismo tiempo, ella intentaría abalanzarse sobre ella y trataría de hacerle cosquillas o, mejor dicho, buscar el sitio donde fueran más eficaces. Incluso, trataría de sentarse en ella a la altura de su cintura y usaría sus manos para hacer todo. ¿Cómo respondería ella? Sus ojos mostraban un brillo interesante y una sonrisa se formó en su rostro. Seguiría con lo mismo hasta que su capitana le impidiera hacerlo o contraatacara de alguna forma.
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Una sonrisa se formó en el rostro de la rubia cuando se hubo cambiado la morena. El kimono le sentaba bastante bien y podrían estar mejor de no ser por el ruido que se escuchaba desde la sala de karaoke del resto de reclutas. Entonces se quedó observando lentamente a su nueva compañera mientras tenía preparada la almohada para su ataque especial. A lo mejor debía apuntar hacia su cabeza o empezar con las rodillas para hacerla caer de alguna forma. Las posibilidades eran varias y debía admitir que estaba un poco pensativa. Dejó las vainas con sus armas en una esquina de la habitación, pues allí no pintaban nada sus katanas. Estaba de relajación y no de batalla. Aunque podría empezar una interesante con aquella joven que se había unido a ella en aquella misma noche. Escuchó la pregunta de ella y antes de responder notó un impacto en su rostro.
La chica cayó de espaldas al mismo tiempo que sus piernas se elevaban y soltaba un pequeño quejido al sentir aquella sensación. En ese momento un peso se echó sobre ella y pudo ver a la morena sentada en su cintura. En ese momento notó las manos de ella en su cuerpo y no tardó en empezar a reír de forma exagerada. Unas lágrimas salían incluso de sus ojos mientras movía las piernas, no podía quitársela de encima, era demasiado fuerte… ¿Cómo? Parecía una chica normalita. Entonces continuó llorando de la risa, hasta que se le ocurrió un contraataque. Elevó las piernas lo máximo y las echó hacia atrás. Intensó enroscarlas en su pecho y con una llave echarla hacia atrás. Si lo lograba se echaría sobre ella y empezaría con su ataque de cosquillas hacia la joven que tendría debajo de ella.
- Primera norma, compañera… La capitana es la que lleva las riendas…
Le dijo colocando sus labios cerca del oído de la joven y con un tono siniestro. Entonces continuó haciéndole cosquillas a su máxima velocidad mientras reía de forma malvada. Sus dorados ojos estaban clavado en los de ella y pretendía vencerla en aquel juego. Imitó el ataque de ella e intentó colocarse sentada en su cintura.
- Vamos, pequeña… ¡Rindete a mí!
La chica cayó de espaldas al mismo tiempo que sus piernas se elevaban y soltaba un pequeño quejido al sentir aquella sensación. En ese momento un peso se echó sobre ella y pudo ver a la morena sentada en su cintura. En ese momento notó las manos de ella en su cuerpo y no tardó en empezar a reír de forma exagerada. Unas lágrimas salían incluso de sus ojos mientras movía las piernas, no podía quitársela de encima, era demasiado fuerte… ¿Cómo? Parecía una chica normalita. Entonces continuó llorando de la risa, hasta que se le ocurrió un contraataque. Elevó las piernas lo máximo y las echó hacia atrás. Intensó enroscarlas en su pecho y con una llave echarla hacia atrás. Si lo lograba se echaría sobre ella y empezaría con su ataque de cosquillas hacia la joven que tendría debajo de ella.
- Primera norma, compañera… La capitana es la que lleva las riendas…
Le dijo colocando sus labios cerca del oído de la joven y con un tono siniestro. Entonces continuó haciéndole cosquillas a su máxima velocidad mientras reía de forma malvada. Sus dorados ojos estaban clavado en los de ella y pretendía vencerla en aquel juego. Imitó el ataque de ella e intentó colocarse sentada en su cintura.
- Vamos, pequeña… ¡Rindete a mí!
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Su ataque había resultado y tenía la situación controlada. Vio las lágrimas salir de los ojos de su capitana, pero eso no la iba a detener. Además, fijo que se daba cuenta de que era más fuerte de lo que aparentaba. No le dio importancia y solo se concentraba en hacer reír a Hikaru a base de cosquillas. Nunca había jugado con alguien así y para ser la primera vez, lo estaba pasando increíble. Por unos momentos tomó un descanso y ahí fue donde estuvo su error, no pudo evitar el contraataque de la rubia y sintió como es que sus piernas la apresaban y ahora era ella la que le daba la espalda al sueldo. ”No jodas…” – Escuchó las palabras de ella y supo que ahora era su turno.
Explotó en risas mientras todo su cuerpo se retorcía en el suelo. Sintió como es que algunas lágrimas empezaban a salir de sus ojos. Su rostro se enrojeció y le costaba incluso respirar. Era débil ante las cosquillas y solo un roce con su cuerpo bastaba para hacerle reír. Tenía que pensar en alguna forma de contraatacar, pero esta vez dejarla sin forma de contraatacar. ¿Qué debería hacer? Rendirse era claro que no era una opción. No iba a ser débil. De todos modos, con ella encima y haciéndole cosquillas era difícil pensar en alguna forma. Fue entonces cuando se le ocurrió una forma de hacerlo o eso creía.
– No… – dijo tratando de controlar su risa. – No me rendiré.
Lo primero que intentó hacer, fue intentar detener las manos de Hikaru. Al mismo tiempo, giraría su propio cuerpo y, de ese modo, intentar hacer girar a la rubia y que ella volviera a estar de espaldas al suelo. Si todo eso funcionaba y Kaori volvía a ser la que estaba arriba, se acercaría al oído de su capitana. – Incluso a veces, otra puede llevar las riendas. – le diría mientras se levantaba y volvía a hacerle cosquillas. Esta vez, haciendo énfasis en donde ella había notado que eran más eficaces. Para evitar que ella pudiera contraatacar de la misma forma, se había sentado, en esta ocasión, sobre sus muslos y de esa forma restringir el uso de sus piernas. ¿Qué haría ahora?
– Vamos, Hikaru… Si quieres te puedes rendir. – Le dijo con una sonrisa calmada.
Explotó en risas mientras todo su cuerpo se retorcía en el suelo. Sintió como es que algunas lágrimas empezaban a salir de sus ojos. Su rostro se enrojeció y le costaba incluso respirar. Era débil ante las cosquillas y solo un roce con su cuerpo bastaba para hacerle reír. Tenía que pensar en alguna forma de contraatacar, pero esta vez dejarla sin forma de contraatacar. ¿Qué debería hacer? Rendirse era claro que no era una opción. No iba a ser débil. De todos modos, con ella encima y haciéndole cosquillas era difícil pensar en alguna forma. Fue entonces cuando se le ocurrió una forma de hacerlo o eso creía.
– No… – dijo tratando de controlar su risa. – No me rendiré.
Lo primero que intentó hacer, fue intentar detener las manos de Hikaru. Al mismo tiempo, giraría su propio cuerpo y, de ese modo, intentar hacer girar a la rubia y que ella volviera a estar de espaldas al suelo. Si todo eso funcionaba y Kaori volvía a ser la que estaba arriba, se acercaría al oído de su capitana. – Incluso a veces, otra puede llevar las riendas. – le diría mientras se levantaba y volvía a hacerle cosquillas. Esta vez, haciendo énfasis en donde ella había notado que eran más eficaces. Para evitar que ella pudiera contraatacar de la misma forma, se había sentado, en esta ocasión, sobre sus muslos y de esa forma restringir el uso de sus piernas. ¿Qué haría ahora?
– Vamos, Hikaru… Si quieres te puedes rendir. – Le dijo con una sonrisa calmada.
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De nuevo la chica parecía tener más fuerza por unos momentos, dejándola a ella debajo. Hikaru abrió los ojos impresionada. No entendía lo que estaba pasando. Su oponente era increíblemente poderosa y la tenía apresada. Sus manos empezaron a hacer que ella riese de forma exagerada. De nuevo sentía las cosquillas invadir su cuerpo y se retorció mientras sacaba unos instantes la lengua y abría la boca de forma exagerada. Se lo estaba pasando demasiado bien para ser verdad. Sin embargo, aquella habilidad empezaba a ser ya molesta por el exceso de risas. No podía aguantar más y entonces fue cuando levantó su mano de la mejor forma posible y dijo claramente aquellas palabras.
- !Me rindo a ti, Kaori! !Hahahahahaha!
Dijo al mismo tiempo que extendía los brazos a los lados y se dejaba hacer. No podía con la fuerza de la morena y realmente las cosquillas no eran su fuerte. Además, debía admitir que forzar su cuerpo contra la chica no la atraía mucho. Se quedó callada mientras la miraba a los ojos y entonces se le ocurrió una cosa. Ella estaba sentada en sus muslos, por lo que haría efecto palanca para levantarse, como hacer una abdominal. Se colocó erguida y entonces la abrazó o al menos lo intentaría, pegando el rostro de ella a su pecho y agitando los brazos mientras reía.
- ¡Siempre quise una nakama así de divertida!
Gritó feliz al mismo tiempo que cerraba los ojos y continuaba abrazándola. El sonido del karaoke aumentó entonces y eso hizo a la chica soltar un suspiro, la cual infló un poco los mofletes y se quedó pensativa unos momentos.
- Qué pesados con la música, no existe juego que me haga ignorar este jaleo. – Dijo al mismo tiempo que continuaba abrazando a la joven.
- !Me rindo a ti, Kaori! !Hahahahahaha!
Dijo al mismo tiempo que extendía los brazos a los lados y se dejaba hacer. No podía con la fuerza de la morena y realmente las cosquillas no eran su fuerte. Además, debía admitir que forzar su cuerpo contra la chica no la atraía mucho. Se quedó callada mientras la miraba a los ojos y entonces se le ocurrió una cosa. Ella estaba sentada en sus muslos, por lo que haría efecto palanca para levantarse, como hacer una abdominal. Se colocó erguida y entonces la abrazó o al menos lo intentaría, pegando el rostro de ella a su pecho y agitando los brazos mientras reía.
- ¡Siempre quise una nakama así de divertida!
Gritó feliz al mismo tiempo que cerraba los ojos y continuaba abrazándola. El sonido del karaoke aumentó entonces y eso hizo a la chica soltar un suspiro, la cual infló un poco los mofletes y se quedó pensativa unos momentos.
- Qué pesados con la música, no existe juego que me haga ignorar este jaleo. – Dijo al mismo tiempo que continuaba abrazando a la joven.
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¡Había ganado! Sonrió con tranquilidad mientras frenaba. No pudo evitar reír con mucha felicidad ante ese hecho, es más… Tuvo que tomar mucho aire y tratar de recuperar el perdido. Ya tenía una debilidad interesante de su capitana y, además, una excelente amiga. Estaba realmente feliz, pero el ruido de esos pesados era un poco molesto. Así no se podía disfrutar de aquella noche como debería ser. Suspiró con cierta pesadez y, por unos momentos, se olvidó que estaba sentada en los muslos de ella. Fue entonces cuando sintió los brazos de Hikaru rodearle el cuello y notó como ella se levantaba y ponía su rostro cerca de su pecho. Una especie de sonrojo apareció en su rostro y eso casi la hace mirar a otro lado, pero no lo hizo.
– Tengo un juego que te puede gustar – le respondió con dulzura mientras cerraba sus ojos y trató de apartarse de ella para levantarse. – Se me olvidó comentar algo, soy una usuaria de las Akuma no mi – tomó una ligera pausa y se dirigió a la ventana. Si se convertía ahí mismo sería un problema para todos. – Ryu Ryu no mi: Modelo Dragón de Bronce. – Le hizo un seña a Hikaru mientras ella salía por la ventana. Por suerte, todo estaba en un primer piso y el lugar donde daba la ventana estaba despejado. Nada podía interrumpir lo que estaba a punto de hacer.
– ¿Quieres volar conmigo? – le dijo con una gran sonrisa mientras se transformaba en su forma híbrida. Creció hasta el metro con noventa y su rostro tomó rasgos reptiles. A su espalda surgieron dos grandes alas y una cola. Sus manos y pies se transformaron en garras, por suerte, el kimono se agrandó a su tamaño y solo se había roto por las alas y su cola. – Déjame darte un paseo nocturno y así huimos ambas, un rato, de todo este ruido.
Si Hikaru aceptaba, se agacharía lo suficiente para que ella se subiera a su espalda y luego, con cuidado, empezaría a volar. El trayecto no iba a ser largo, tampoco quería que pareciera que era un secuestro, pero si la llevaría por los mejores lugares que ella había visto.
– Cierto, si quieres parar en algún lugar, solo dímelo – le diría con calma mientras mecía sus alas en su vuelo. – Juro que te protegeré, Hikaru. No dejaré que nadie te robe esa hermosa sonrisa que tienes. – Suspiró con calma y se quedó atenta por si ella decidía bajar en algún lugar o, simplemente, volver al mismo donde partieron.
– Tengo un juego que te puede gustar – le respondió con dulzura mientras cerraba sus ojos y trató de apartarse de ella para levantarse. – Se me olvidó comentar algo, soy una usuaria de las Akuma no mi – tomó una ligera pausa y se dirigió a la ventana. Si se convertía ahí mismo sería un problema para todos. – Ryu Ryu no mi: Modelo Dragón de Bronce. – Le hizo un seña a Hikaru mientras ella salía por la ventana. Por suerte, todo estaba en un primer piso y el lugar donde daba la ventana estaba despejado. Nada podía interrumpir lo que estaba a punto de hacer.
– ¿Quieres volar conmigo? – le dijo con una gran sonrisa mientras se transformaba en su forma híbrida. Creció hasta el metro con noventa y su rostro tomó rasgos reptiles. A su espalda surgieron dos grandes alas y una cola. Sus manos y pies se transformaron en garras, por suerte, el kimono se agrandó a su tamaño y solo se había roto por las alas y su cola. – Déjame darte un paseo nocturno y así huimos ambas, un rato, de todo este ruido.
Si Hikaru aceptaba, se agacharía lo suficiente para que ella se subiera a su espalda y luego, con cuidado, empezaría a volar. El trayecto no iba a ser largo, tampoco quería que pareciera que era un secuestro, pero si la llevaría por los mejores lugares que ella había visto.
– Cierto, si quieres parar en algún lugar, solo dímelo – le diría con calma mientras mecía sus alas en su vuelo. – Juro que te protegeré, Hikaru. No dejaré que nadie te robe esa hermosa sonrisa que tienes. – Suspiró con calma y se quedó atenta por si ella decidía bajar en algún lugar o, simplemente, volver al mismo donde partieron.
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Todo tenía sentido ahora, pues la chica había desvelado el poder de su fruta. Era una usuaria de las del tipo mitológico. Un jodido dragón, ya había dos en la banda. Eso la hizo mostrar una sonrisa dulce, pues tenían un potencial bélico bastante fuerte. Aquello sumado a su poder especial del que no se sentía orgullosa fue algo que la hizo suspirar. Iban a ser bastante fuertes. Tal vez debía pensarse en sacar algunas habilidades más para poder aguantar el tipo contra usuarios del tipo zoan. Las fuerzas no lo eran todo, pues ella pensaba centrarse en velocidad y técnicas especiales con sus espadas. Se llevó la mano derecha a la mejilla quedando unos momentos pensativa y después aceptó la invitación que le había hecho su nueva compañera con ilusión.
- Pues sería bastante divertido, de modo que iniciemos el vuelo entonces.
Mencionó con un tono muy amable. Cuando salieron por la ventana observó la transformación de la morena. Hikaru entonces se subió en ella, abrazándola por el cuello y de frente. Así la llevaría en brazos. Si se ponía a su espalda podía dificultar el movimiento de sus alas. Entonces fue cuando la miró de cerca fijamente a los ojos pese a ser una mujer dragón. No le importaba nada y no le intimidaba aquello. Le dedicó una sonrisa calmada y después le habló en un tono mucho más tranquilo que el anterior.
- Yo también soy una usuaria. Mi fruta es un arma de doble filo. Su poder es el de devolver el daño que me hagan a la otra persona. Si me cortan un brazo, pues él también sentiría lo mismo. Soy como un espejo reflectante. – Mencionó al mismo tiempo que clavaba sus dorados ojos en los de la morena.
Su sonrisa fue robada durante años, pero no quiso decir nada. Igualmente, en esos momentos prefería no decir nada de ello y simplemente observó las alturas abrazada a ella. Debía admitir que las vistas eran geniales y eso la hizo soltar una pequeña risa. Se lo estaba pasando bastante bien después de todo y nadie se daría cuenta de nada. La sargento tendría un vehículo bastante interesante después de todo.
- Hay otro dragón en el equipo. Aunque es un poco galán y le gusta mucho caminar de puntillas. Ahora seréis dos, hehehehe…
- Pues sería bastante divertido, de modo que iniciemos el vuelo entonces.
Mencionó con un tono muy amable. Cuando salieron por la ventana observó la transformación de la morena. Hikaru entonces se subió en ella, abrazándola por el cuello y de frente. Así la llevaría en brazos. Si se ponía a su espalda podía dificultar el movimiento de sus alas. Entonces fue cuando la miró de cerca fijamente a los ojos pese a ser una mujer dragón. No le importaba nada y no le intimidaba aquello. Le dedicó una sonrisa calmada y después le habló en un tono mucho más tranquilo que el anterior.
- Yo también soy una usuaria. Mi fruta es un arma de doble filo. Su poder es el de devolver el daño que me hagan a la otra persona. Si me cortan un brazo, pues él también sentiría lo mismo. Soy como un espejo reflectante. – Mencionó al mismo tiempo que clavaba sus dorados ojos en los de la morena.
Su sonrisa fue robada durante años, pero no quiso decir nada. Igualmente, en esos momentos prefería no decir nada de ello y simplemente observó las alturas abrazada a ella. Debía admitir que las vistas eran geniales y eso la hizo soltar una pequeña risa. Se lo estaba pasando bastante bien después de todo y nadie se daría cuenta de nada. La sargento tendría un vehículo bastante interesante después de todo.
- Hay otro dragón en el equipo. Aunque es un poco galán y le gusta mucho caminar de puntillas. Ahora seréis dos, hehehehe…
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Pese a ser su primera llevando a alguien, se sentía lo bastante segura y confiada en que podía hacerlo bien. Además, con su fuerza actual, llevar a Hikaru no era tan difícil. A ratos, la iba acomodando entre sus brazos y teniendo sumo cuidado de que sus garras no la lastimaran. Escuchó como es que ella desvelaba su fruta. Una paramecia, por su descripción y una bastante peligrosa para el usuario. ¿Acaso solo funcionaba con dolor? Quizá tenía mucho más potencial que eso. Se elevó en el aire un poco más, quedando sobre las nubes y con viendo la luna más grande que jamás haya visto antes. Se detuvo y solo siguió moviendo sus alas para mantener el equilibrio. Era una postal hermosa y disfrutaba mucho de poder compartirla con su capitana.
No quiso decir nada por unos momentos. Solo quería disfrutar de aquella hermosa vista. Luego de unos minutos, empezó a descender lentamente. Sabía que los cambios de presión muy rápidos eran peligrosos tanto para ella como para su capitana. Sus ojos divisaron, desde una gran altura, una un hermoso pequeño lago que era alimentado por una cascada. Decidió, de forma casi unilateral, que ahí iba a ser su primera parada. ”Esta isla es hermosa y no me deja de sorprender” – pensó con calma. Escuchó las palabras de Hikaru y no pudo evitar sorprenderse. ¿Otro dragón? Increíble. Al parecer, las zoans mitológicas no eran tan raras como le habían dicho. Aterrizó de forma suave y dejó con tranquilidad a su capitana en el suelo.
– Lo siento, pero no podía ignorar este lugar – le dijo mientras volvía a su forma humana. El lugar era precioso. – En mi isla no tenía lugares así y siempre quise verlos. Aunque bueno, no es que tuviera muchas libertades – tomó una ligera pausa y se acercó al agua. Se quitó los zapatos y los metió en el agua. – Por cierto, Hikaru, ¿quiénes son los otros integrantes? – Le preguntó con una sonrisa.
No quiso decir nada por unos momentos. Solo quería disfrutar de aquella hermosa vista. Luego de unos minutos, empezó a descender lentamente. Sabía que los cambios de presión muy rápidos eran peligrosos tanto para ella como para su capitana. Sus ojos divisaron, desde una gran altura, una un hermoso pequeño lago que era alimentado por una cascada. Decidió, de forma casi unilateral, que ahí iba a ser su primera parada. ”Esta isla es hermosa y no me deja de sorprender” – pensó con calma. Escuchó las palabras de Hikaru y no pudo evitar sorprenderse. ¿Otro dragón? Increíble. Al parecer, las zoans mitológicas no eran tan raras como le habían dicho. Aterrizó de forma suave y dejó con tranquilidad a su capitana en el suelo.
– Lo siento, pero no podía ignorar este lugar – le dijo mientras volvía a su forma humana. El lugar era precioso. – En mi isla no tenía lugares así y siempre quise verlos. Aunque bueno, no es que tuviera muchas libertades – tomó una ligera pausa y se acercó al agua. Se quitó los zapatos y los metió en el agua. – Por cierto, Hikaru, ¿quiénes son los otros integrantes? – Le preguntó con una sonrisa.
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La rubia se sorprendió cuando la chica le indicó que debían parar y entonces lo hicieron, en un pequeño lago que sin duda era hermoso. La joven pudo ver cómo la morena metía sus pies y decidió imitarla, sentándose a su lado y metiéndolos también en aquel sitio. Soltó un pequeño suspiro y escuchó sus palabras. Sus demás integrantes eran pocos, pero por el momento conocía a los básicos. Se quedó pensativa unos momentos antes de responderle, pero finalmente tomó aire y después le respondió con un tono dulce y calmado.
- A parte de nosotras y el dragón que te he dicho, hay una joven maga que es la segunda al mando, también otro chico pidió ingresar y ella fue a ver cómo era. Una cabo me escribió ayer y la verdad últimamente llueven solicitudes. Cuando entré a la marina todos se reían de mí y por eso estoy sorprendida.
Dijo rascándose la mejilla al mismo tiempo que después apoyaba su cabeza en el hombro derecho de la joven morena. Cerró sus ojos y se abrazó a ella como si fuese un gatito. Estaba demasiado cómoda y el ambiente era ideal. A lo mejor se dormía y todo, pero debía regresar después al balneario antes de que sus hombres pensasen que había sido secuestrada o algo por el estilo. De todas formas, disfrutaría un poco con su nueva amiga. Ella al menos podía hablar con ella y al ser la única mujer con la que intercambió palabras, estaba cómoda. Katharina no era muy habladora…
- Que gustito…
Dijo con una voz dulce e inocente al mismo tiempo que se abrazaba más y se acurrucaba. Parecía una niña pequeña, aunque con un cuerpo de infarto. Tranquilamente quedó con los ojos cerrados, pero totalmente despierta, pues ella no era de dormirse fácilmente. Aunque si comía mucho sí y como había terminado de hacerlo… De todas formas por el momento luchaba contra el sueño.
- A parte de nosotras y el dragón que te he dicho, hay una joven maga que es la segunda al mando, también otro chico pidió ingresar y ella fue a ver cómo era. Una cabo me escribió ayer y la verdad últimamente llueven solicitudes. Cuando entré a la marina todos se reían de mí y por eso estoy sorprendida.
Dijo rascándose la mejilla al mismo tiempo que después apoyaba su cabeza en el hombro derecho de la joven morena. Cerró sus ojos y se abrazó a ella como si fuese un gatito. Estaba demasiado cómoda y el ambiente era ideal. A lo mejor se dormía y todo, pero debía regresar después al balneario antes de que sus hombres pensasen que había sido secuestrada o algo por el estilo. De todas formas, disfrutaría un poco con su nueva amiga. Ella al menos podía hablar con ella y al ser la única mujer con la que intercambió palabras, estaba cómoda. Katharina no era muy habladora…
- Que gustito…
Dijo con una voz dulce e inocente al mismo tiempo que se abrazaba más y se acurrucaba. Parecía una niña pequeña, aunque con un cuerpo de infarto. Tranquilamente quedó con los ojos cerrados, pero totalmente despierta, pues ella no era de dormirse fácilmente. Aunque si comía mucho sí y como había terminado de hacerlo… De todas formas por el momento luchaba contra el sueño.
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Suspiró con calma y solo se dedicó a aprovechar el momento. ¿Desde cuándo que no podía estar así? Hikaru era la primera persona que conocía que le daba tantas libertades y le permitía expresarse tal cual era. Se sentía demasiado bien y el agua fría era bastante relajadora. Escuchó las palabras de su capitana y trató de memorizar lo que le había dicho. Un dragón, una maga y otro chico que estaba siendo observado. Con ella dentro, serían dos dragones y tal. Si, podían lograrlo… Debería ser sencillo llevar a la rubia a la cima. Al fin había encontrado algún motivo para volverse más fuerte y seguir su camino. De momento, iba a ignorar su meta y no la compartiría con nadie. No es que no quisiera, pero sería muy mal visto que ella buscara matar a un Tenryubito. ”No quiero perder a Hikaru, es la verdad” – pensó mientras notaba como se acomodaba en su hombro derecho y la abrazaba.
– Ya los quiero conocer a todos – dijo esbozando una sonrisa. – Pero por hoy, ya me siento muy feliz de conocerte.
El sonido del agua cayendo y el movimiento de esta, hacían que ella se relajara mucho. Elevó su cabeza y miró las estrellas. La noche no podía ser mejor y no se quejaba. Había conocido a una chica genial, hermosa y, seguramente, fuerte. Además, todo había empezado por un simple boleto de comida libre. El destino jugaba sus cartas de manera muy caprichosa, pero esta vez no se podía quejar ante ello. Suspiró con calma y solo se quedó en silencio.
– Me quedaría aquí toda la vida si fuera posible – Susurró despacio. No iba a molestar a Hikaru y tampoco quería hacerlo. Solo quería que ambas disfrutaran de aquel lugar e iba a tratar de alargar el momento lo que más pudiera.
– Ya los quiero conocer a todos – dijo esbozando una sonrisa. – Pero por hoy, ya me siento muy feliz de conocerte.
El sonido del agua cayendo y el movimiento de esta, hacían que ella se relajara mucho. Elevó su cabeza y miró las estrellas. La noche no podía ser mejor y no se quejaba. Había conocido a una chica genial, hermosa y, seguramente, fuerte. Además, todo había empezado por un simple boleto de comida libre. El destino jugaba sus cartas de manera muy caprichosa, pero esta vez no se podía quejar ante ello. Suspiró con calma y solo se quedó en silencio.
– Me quedaría aquí toda la vida si fuera posible – Susurró despacio. No iba a molestar a Hikaru y tampoco quería hacerlo. Solo quería que ambas disfrutaran de aquel lugar e iba a tratar de alargar el momento lo que más pudiera.
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