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Buenos días, señor agente del gobierno mundial. Es de día… Bueno, mañana. El sol se cuela por una de las ventanas de tu habitación y te llega en los ojos. Deberías despertar o quizá acomodarte de tal forma en que el maldito sol no te moleste. Por dios, que molestia que algo como eso te despierte, ¿no? En fin, por muchas vueltas que des, dudo que puedas hacerlo… Quizá por el enorme ventanal que hay en aquella habitación. Una vez espabiles, verás todas tus cosas desparramadas en el suelo y una leve jaqueca. Si sales al pequeño balcón, notarás el fresco olor del mar y que el cielo está completamente despejado. Ni una nube asoma y todo indica que será un día con mucho calor. Otras cosas de tu habitación: un pequeño reloj que indica las 10 am, un pequeño estante, un escritorio y también una mesita redonda en el centro donde hay varios papeles. ¿Serán apuntes tuyos?
El hostal donde andas, es de tres pisos y tú estás en el último. Te ruge el estómago, quizá deberías comer. Por eso de saber bien el lugar donde te quedas, conoces donde queda el comedor y que a esta hora ya están sirviendo el desayuno. Es tu decisión comer ahí o no, lo mismo quieres hacerlo afuera o, simple y llanamente, no hacerlo. Por cierto, no tienes ninguna misión asignada, así que se puede decir que este es tu día… Libre. En la mesita del centro, hay un pequeño folleto de la isla con los lugares turísticos de la zona y una pequeña descripción de cada una, además proporciona un mapa bastante detallado y diría que es imposible perderse teniéndolo.
En fin, tú decides tu futuro y ya me dirás que harás, de momento… Trata de disfrutar de la mañana y aprovecha el leve silencio para pensar tus movimientos. No hay prisa, no hay que ser impaciente, las mejores cosas pasan cuando uno no se lo espera. Por el resto, juega y diviértete… Que el día recién está comenzando.
El hostal donde andas, es de tres pisos y tú estás en el último. Te ruge el estómago, quizá deberías comer. Por eso de saber bien el lugar donde te quedas, conoces donde queda el comedor y que a esta hora ya están sirviendo el desayuno. Es tu decisión comer ahí o no, lo mismo quieres hacerlo afuera o, simple y llanamente, no hacerlo. Por cierto, no tienes ninguna misión asignada, así que se puede decir que este es tu día… Libre. En la mesita del centro, hay un pequeño folleto de la isla con los lugares turísticos de la zona y una pequeña descripción de cada una, además proporciona un mapa bastante detallado y diría que es imposible perderse teniéndolo.
En fin, tú decides tu futuro y ya me dirás que harás, de momento… Trata de disfrutar de la mañana y aprovecha el leve silencio para pensar tus movimientos. No hay prisa, no hay que ser impaciente, las mejores cosas pasan cuando uno no se lo espera. Por el resto, juega y diviértete… Que el día recién está comenzando.
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El sol me deslumbra en la cara, despertándome. Ayer no tuve la precaución de correr las cortinas, esto es tan sólo culpa mía… Debería levantarme, ayer llegué demasiado tarde como para cenar.
Me reincorporo con el cansancio de todos los días y la única decisión de levantarme. ¿Qué otra cosa podría hacer, si no?
El hostal en el que pude alojarme tiene tres plantas, no es que se trate de un edificio especialmente grande, pero si lo ponemos en comparación con el resto de la arquitectura del pueblo es una maravilla arquitectónica. Llama bastante la atención, algo que agradecí ayer en la oscuridad, sobre el resto de edificios de corte bajo y construidos con madera.
Me levanto mientras repaso la noche de ayer. El barco se retrasó en un puerto casi ausente y me vi obligado a seguir por rutas a través del bosque hasta un pueblo pequeño y cerrado con la única mirada de las extravagantes montañas. ¿Qué clase de isla se aleja del contacto? ¿Por qué? ¿Pasó algo?
Mi estómago ruge, apremiando la satisfacción de la necesidad. Miro el reloj de la habitación mientras recojo la ropa que arrojé anoche, lo hago con el dolor en la sien de un cerebro que quiere seguir reparándose mediante el descanso. Sé que si me acuesto sólo aumentaré el dolor de cabeza, como aquella vez; simplemente me tomaré las cosas más relajadas hoy, de todas maneras no tengo ninguna misión.
Me estiro antes de vestirme, sin casaca ni sombrero, hay demasiado calor. Piso en mis movimientos los garabatos que me sirvieron para dar una dimensión física más palpable a la cuestiones :“¿Por qué no comernos a nuestras mascotas?”; “¿Por qué no dejar a los enfermos morir?”; y la más importante, “¿Qué es ser humano?”. Los esquemas visuales vienen muy bien, a veces. Antes de salir en dirección al comedor, mencionado por el anciano que me atendió anoche, dedico una mirada al cuarto.
Es probable que vengan a limpiarlo… No sería conveniente que vieran las palabras escritas y repetidas constantemente en las hojas, parecería un lunático.
Las recojo antes de salir, introduciéndolas en la pequeña libreta de la que fueron arrancadas, antes de bajar definitivamente, pero, entre ellas, me encuentro con un folleto turístico local. Al menos ahora tengo algo que hacer, algo más sano que debatir contra mí mismo. Cierro la puerta y bajo a desayunar a paso firme mientras ojeo el folleto.
Me reincorporo con el cansancio de todos los días y la única decisión de levantarme. ¿Qué otra cosa podría hacer, si no?
El hostal en el que pude alojarme tiene tres plantas, no es que se trate de un edificio especialmente grande, pero si lo ponemos en comparación con el resto de la arquitectura del pueblo es una maravilla arquitectónica. Llama bastante la atención, algo que agradecí ayer en la oscuridad, sobre el resto de edificios de corte bajo y construidos con madera.
Me levanto mientras repaso la noche de ayer. El barco se retrasó en un puerto casi ausente y me vi obligado a seguir por rutas a través del bosque hasta un pueblo pequeño y cerrado con la única mirada de las extravagantes montañas. ¿Qué clase de isla se aleja del contacto? ¿Por qué? ¿Pasó algo?
Mi estómago ruge, apremiando la satisfacción de la necesidad. Miro el reloj de la habitación mientras recojo la ropa que arrojé anoche, lo hago con el dolor en la sien de un cerebro que quiere seguir reparándose mediante el descanso. Sé que si me acuesto sólo aumentaré el dolor de cabeza, como aquella vez; simplemente me tomaré las cosas más relajadas hoy, de todas maneras no tengo ninguna misión.
Me estiro antes de vestirme, sin casaca ni sombrero, hay demasiado calor. Piso en mis movimientos los garabatos que me sirvieron para dar una dimensión física más palpable a la cuestiones :“¿Por qué no comernos a nuestras mascotas?”; “¿Por qué no dejar a los enfermos morir?”; y la más importante, “¿Qué es ser humano?”. Los esquemas visuales vienen muy bien, a veces. Antes de salir en dirección al comedor, mencionado por el anciano que me atendió anoche, dedico una mirada al cuarto.
Es probable que vengan a limpiarlo… No sería conveniente que vieran las palabras escritas y repetidas constantemente en las hojas, parecería un lunático.
Las recojo antes de salir, introduciéndolas en la pequeña libreta de la que fueron arrancadas, antes de bajar definitivamente, pero, entre ellas, me encuentro con un folleto turístico local. Al menos ahora tengo algo que hacer, algo más sano que debatir contra mí mismo. Cierro la puerta y bajo a desayunar a paso firme mientras ojeo el folleto.
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Bueno, la cosa es esta. No puedes dejar de pensar en esas cuestiones y, la verdad, dudo que encuentres alguna respuesta y si lo haces, dudo que alguien más las comporta. Debo decirlo, esas preguntas son, cuanto menos, un sinfín de respuestas que variarán de persona en persona. En fin, mucha filosofía por la mañana y no veo que sea algo sano, al menos, no tan temprano. Te llevan el desayuno a la mesa; no es nada de otro mundo: un pedazo de pan, mantequilla en un frasco, mermelada en otro, miel, una taza de café que se nota está muy cargado y en un vaso pequeño, leche. La joven que te lo lleva, te dedica una dulce sonrisa y se va a un paso tranquilo. Era bastante bonita. Pelo de color azul y ojos de un tono verde, tez blanquecina y bien cuidada. ¿1.75? Nah, 1.80, aprox. ¿Sería buena compañera para conversar sobre tus preguntas? Al menos, se ve que es alguien inteligente.
Mientras comes, te darás cuenta que hay pocas personas para la cantidad total que, estimas, lograría hospedar el hostal. No es un detalle muy preocupante, nadie en su sano juicio se internaría en un enorme bosque para llegar a este lugar, ¿no? Al menos, no los humanos normales. Todas las personas que hay se ven fuertes y entiendes que entrar en una confrontación directa, quizá, no sea buena idea. Además, no estás aquí para pelear, ¿verdad? Los dos sabemos eso, pero quiero que seas tú el que lo diga. En el folleto ya tienes una vaga idea donde podrías ir, hay que decirlo, está muy detallado.
El lugar, al menos, es tranquilo y no hay mucho ruido. No detectas que nadie te mire de manera extraña y eso es relajante. En fin, ¿qué harás? No hay mucho que pensar, pero siempre es mejor estar informado, ¿no? Hablar con la linda señorita que te llevo el desayuno parece la mejor opción o lo mismo quizá quieres conversar con alguno de las otras personas que están comiendo. Lo mismo, solo quieras comer y ya. Que relajante es tener un buen día libre, ¿no?
Mientras comes, te darás cuenta que hay pocas personas para la cantidad total que, estimas, lograría hospedar el hostal. No es un detalle muy preocupante, nadie en su sano juicio se internaría en un enorme bosque para llegar a este lugar, ¿no? Al menos, no los humanos normales. Todas las personas que hay se ven fuertes y entiendes que entrar en una confrontación directa, quizá, no sea buena idea. Además, no estás aquí para pelear, ¿verdad? Los dos sabemos eso, pero quiero que seas tú el que lo diga. En el folleto ya tienes una vaga idea donde podrías ir, hay que decirlo, está muy detallado.
El lugar, al menos, es tranquilo y no hay mucho ruido. No detectas que nadie te mire de manera extraña y eso es relajante. En fin, ¿qué harás? No hay mucho que pensar, pero siempre es mejor estar informado, ¿no? Hablar con la linda señorita que te llevo el desayuno parece la mejor opción o lo mismo quizá quieres conversar con alguno de las otras personas que están comiendo. Lo mismo, solo quieras comer y ya. Que relajante es tener un buen día libre, ¿no?
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El folleto aunque específico carece de la veracidad intrínseca, y no publicitaria, de esos lugares. ¿Cómo podría saber dónde sería mejor invertir mi tiempo?
Necesito nuevos estímulos para acallar las permanentes cuestiones, para destrozar mi memoria reiterada. Me siento y soy atendido casi al instante por una joven camarera de pelo azul, ojos verdes y sonrisa atrayente de clientes. Ella será un conjunto de datos más que analizar, una persona más que vive su vida ajena a las permanentes preguntas que me planteo.
A mi desayuno le falta fruta para ser sano, aunque también le falta carne para ser demasiado enfermo. Corto el pedazo de pan en trozos para satisfacer mi curiosidad. ¿Cuántos trozos? Tengo tres elementos que puedo probar de manera separada o unida. Tres objetos independientes, su triple combinación y las combinaciones dobles. 3x1! + 3¡/3¡ + 3¡/2¡ = 7
Corto los siete tozos de pan para darme cuenta de que no tengo ningún “eluyente” que me permita diferenciar los sabores entre cada bocado. ¿Qué más da? De todas formas van a ser la misma sensación, las sustancias azucaradas pueden diferir, pero no tanto como para que conformen el nuevo estímulo. También debería haber probado el pan aparte. Como, y mis expectativas no se ven respaldadas por ningún estímulo adicional. La miel sí que resulta algo diferente en sabor, pero una vez probada anulará la renovación de su percepción.
Miro a mi alrededor con la máscara de la sonrisa amable y agradecida que me puse al recibir mi comanda personal, hay poca gente. Las dimensiones del edificio y su número de habitaciones estimado por la cajetilla de madera donde anoche me dieron las llaves estipulan que está lleno, aproximadamente (ya que no puedo establecer si falta alguien hospedado que no esté en la sala), a un 20%. Un edificio tan grande puede presentar enormes costes, aunque dicho sea de paso la electricidad no parece ser un servicio que se de en esta isla. ¿Es rentable?
¿Cómo se extiende el progreso en un mundo donde su geografía permite el aislamiento de comunidades? Evolutivamente podría darse una mayor variabilidad dados los endemismos, ¿pero cómo va a evolucionar el conocimiento de esta manera? Ahora tengo más preguntas que arañaran mi cerebro con su resquemor constante.
Las personas que disfrutan de sus cafés y sus charlas parecen una mezcla entre locales y foráneos:
Los nativos, o lo que creo que lo son, comparten cierto sentido de la moda, y por lo tanto de grupo social, caracterizado principalmente por unos sombreros de ala ancha y botas con un apéndice metálico en su parte trasera. ¿Servirán de algo? La homogeneidad de los hábitos se ve sazonada por motivos diferentes, diversas sombras de colores oscuros y bordados. A nadie le gusta ser exactamente igual que otro, el sentido de la individualidad es necesario. O eso dicen los libros.
Los pocos que carecen de estas particularidades presentan rasgos más similares a los viajes de alta mar, las ropas holgadas y cómodas pero recias y desgastadas por el viento.
Sólo hay una única cosa que parece unir a ambos grupos, independientemente de su procedencia; son personas cuya estructura física y movimientos están cargados de fuerza. ¿Así son las gentes de las islas más “salvajes”? Supongo que el medio las premia, o castiga sus antónimos.
Solo hay dos personas que no rezuman esa seria violencia: yo mismo, que me escondo por mi seguridad y contra la de otros; y la mujer que me atendió, que tiene la habilidad compartida por los sirvientes y los mendigos, aunque estos últimos no creo que quisieran desarrollarla. Quizás sea más un componente social el ignorarles. ¿Lo es? Otra pregunta más.
Recojo mi comanda sobre el plato para llevarla hasta la barra donde descansa, o más bien espera, la muchacha.
- Muchas gracias por el desayuno- le digo-.¿Podría darme un vaso de agua?- le ordeno de la manera cortés que se ha establecido socialmente, que lo hace parecer una petición más que una orden. Esperaría a que me atendiera con la misma sonrisa y el movimiento ocular que mucha gente presentaba de manera involuntaria. Orbicularis oculli, se llamaba ese músculo tan referenciado en los textos psicológicos de la felicidad, limitante de una verdadera sonrisa.- Gracias - le repetiría sujetando el vaso-. ¿Sabría decirme de algún lugar de interés de la isla? Me gustaría hacer un poco de turismo.
Bebería un poco mientras me contesta.
OFF : El término eluyente está puesto entre comillas porque es un término usado en cromatografía para separar las señales de la muestra. No pongo nada de lo que me dicen que he estado viendo que no se pueden controlar npcs ni nada.
Necesito nuevos estímulos para acallar las permanentes cuestiones, para destrozar mi memoria reiterada. Me siento y soy atendido casi al instante por una joven camarera de pelo azul, ojos verdes y sonrisa atrayente de clientes. Ella será un conjunto de datos más que analizar, una persona más que vive su vida ajena a las permanentes preguntas que me planteo.
A mi desayuno le falta fruta para ser sano, aunque también le falta carne para ser demasiado enfermo. Corto el pedazo de pan en trozos para satisfacer mi curiosidad. ¿Cuántos trozos? Tengo tres elementos que puedo probar de manera separada o unida. Tres objetos independientes, su triple combinación y las combinaciones dobles. 3x1! + 3¡/3¡ + 3¡/2¡ = 7
Corto los siete tozos de pan para darme cuenta de que no tengo ningún “eluyente” que me permita diferenciar los sabores entre cada bocado. ¿Qué más da? De todas formas van a ser la misma sensación, las sustancias azucaradas pueden diferir, pero no tanto como para que conformen el nuevo estímulo. También debería haber probado el pan aparte. Como, y mis expectativas no se ven respaldadas por ningún estímulo adicional. La miel sí que resulta algo diferente en sabor, pero una vez probada anulará la renovación de su percepción.
Miro a mi alrededor con la máscara de la sonrisa amable y agradecida que me puse al recibir mi comanda personal, hay poca gente. Las dimensiones del edificio y su número de habitaciones estimado por la cajetilla de madera donde anoche me dieron las llaves estipulan que está lleno, aproximadamente (ya que no puedo establecer si falta alguien hospedado que no esté en la sala), a un 20%. Un edificio tan grande puede presentar enormes costes, aunque dicho sea de paso la electricidad no parece ser un servicio que se de en esta isla. ¿Es rentable?
¿Cómo se extiende el progreso en un mundo donde su geografía permite el aislamiento de comunidades? Evolutivamente podría darse una mayor variabilidad dados los endemismos, ¿pero cómo va a evolucionar el conocimiento de esta manera? Ahora tengo más preguntas que arañaran mi cerebro con su resquemor constante.
Las personas que disfrutan de sus cafés y sus charlas parecen una mezcla entre locales y foráneos:
Los nativos, o lo que creo que lo son, comparten cierto sentido de la moda, y por lo tanto de grupo social, caracterizado principalmente por unos sombreros de ala ancha y botas con un apéndice metálico en su parte trasera. ¿Servirán de algo? La homogeneidad de los hábitos se ve sazonada por motivos diferentes, diversas sombras de colores oscuros y bordados. A nadie le gusta ser exactamente igual que otro, el sentido de la individualidad es necesario. O eso dicen los libros.
Los pocos que carecen de estas particularidades presentan rasgos más similares a los viajes de alta mar, las ropas holgadas y cómodas pero recias y desgastadas por el viento.
Sólo hay una única cosa que parece unir a ambos grupos, independientemente de su procedencia; son personas cuya estructura física y movimientos están cargados de fuerza. ¿Así son las gentes de las islas más “salvajes”? Supongo que el medio las premia, o castiga sus antónimos.
Solo hay dos personas que no rezuman esa seria violencia: yo mismo, que me escondo por mi seguridad y contra la de otros; y la mujer que me atendió, que tiene la habilidad compartida por los sirvientes y los mendigos, aunque estos últimos no creo que quisieran desarrollarla. Quizás sea más un componente social el ignorarles. ¿Lo es? Otra pregunta más.
Recojo mi comanda sobre el plato para llevarla hasta la barra donde descansa, o más bien espera, la muchacha.
- Muchas gracias por el desayuno- le digo-.¿Podría darme un vaso de agua?- le ordeno de la manera cortés que se ha establecido socialmente, que lo hace parecer una petición más que una orden. Esperaría a que me atendiera con la misma sonrisa y el movimiento ocular que mucha gente presentaba de manera involuntaria. Orbicularis oculli, se llamaba ese músculo tan referenciado en los textos psicológicos de la felicidad, limitante de una verdadera sonrisa.- Gracias - le repetiría sujetando el vaso-. ¿Sabría decirme de algún lugar de interés de la isla? Me gustaría hacer un poco de turismo.
Bebería un poco mientras me contesta.
OFF : El término eluyente está puesto entre comillas porque es un término usado en cromatografía para separar las señales de la muestra. No pongo nada de lo que me dicen que he estado viendo que no se pueden controlar npcs ni nada.
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Todos van terminando su desayuno y a la par, van dejando aquel lugar. No logras escuchar mucho, pero tampoco es que te importe. No estás de misión y por primera vez, no tienes que responder cuentas ante el Gobierno Mundial. Eres libre de hacer lo que quieras, vaya. Por otro lado, el lugar queda relativamente vacío, salvo por ti, la muchacha que atiende y un par de ancianos que parecen felices conversando al fondo del pequeño, pero acogedor restaurant. En fin, el caso… La muchacha te mira de arriba abajo, casi examinándote y te coge la bandeja con la misma sonrisa de siempre. ¿No se cansara de sonreír? Entiendes que una sonrisa puede esconder pasados tristes e historias trágicas, quizá sea una falsa sonrisa, como la tuya, vaya.
– Lo siento, señor – te dice mirándote a los ojos. Su mirada es cálida igual que su sonrisa. Suelta un ligero suspiro y prosigue. – Pero no soy de aquí, llegué hace solo unos días a esta isla – se gira, agarra un vaso y lo llena de agua, te lo pasa. – ¿Desea algo más?
Ahora que la tienes más de cerca, ves algunas cicatrices en sus muñecas y parte de su cuello. Las tres están siendo tapadas por la ropa, pero logras verlas porque al momento de pasarte el vaso, las mangas de su vestido, quedan un poco cortas. La del cuello, porque la bufanda que usa, es inútil para taparla por completo. Es extraño… ¿Qué opinas? Lo mismo entiendes que no es correcto preguntar sin tener algún grado de confianza y solo lo dejas así. Después de todo, no es tu problema y no te incumbe, ¿verdad? En fin, le responderás o solo te irás. Recuerda que tienes el folleto y eso te puede ser de ayuda. Tú tienes el poder, agente. ¿Qué decidirás?
– Lo siento, señor – te dice mirándote a los ojos. Su mirada es cálida igual que su sonrisa. Suelta un ligero suspiro y prosigue. – Pero no soy de aquí, llegué hace solo unos días a esta isla – se gira, agarra un vaso y lo llena de agua, te lo pasa. – ¿Desea algo más?
Ahora que la tienes más de cerca, ves algunas cicatrices en sus muñecas y parte de su cuello. Las tres están siendo tapadas por la ropa, pero logras verlas porque al momento de pasarte el vaso, las mangas de su vestido, quedan un poco cortas. La del cuello, porque la bufanda que usa, es inútil para taparla por completo. Es extraño… ¿Qué opinas? Lo mismo entiendes que no es correcto preguntar sin tener algún grado de confianza y solo lo dejas así. Después de todo, no es tu problema y no te incumbe, ¿verdad? En fin, le responderás o solo te irás. Recuerda que tienes el folleto y eso te puede ser de ayuda. Tú tienes el poder, agente. ¿Qué decidirás?
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Todos parecen tener que atender asuntos importantes, y nada más desayunan se van yendo por la puerta con leves gruñidos de despedida. Una vez alcanzo la barra sólo quedan un par de viejos que invertirán todo su día rememorando batallas pasadas. ¿Nadie le ha dado la bandeja a la señorita? ¿Tanta prisa tienen que prefieren no ahorrarle trabajo a los demás con un simple gesto? Quizás tienen que atender asuntos demasiado cronometrados como para perder siquiera un segundo.
La muchacha me recorre con sus ojos. ¿Qué hace? ¿Soy tan diferente de aquellos con los que está acostumbrada a tratar que quiere dejar huella de mí en su memoria? Me atiende con la misma sonrisa, sin variarla siquiera un ápice. El contorno de sus ojos se mueve, puede que en un movimiento tan ensayado como el mío.
- Lo siento, señor- Es raro encontrar una persona que te mire a los ojos, suele verse como una señal de agresión o de extrema cercanía. No es propio de alguien que tiene que despersonalizar a sus clientes, no estadísticamente. - .Pero no soy de aquí, llegué hace solo unos días a esta isla- me sirve el vaso de agua mientras acato mi protocolario protocolo. - ¿Desea algo más?
El primer dato que resalta a esta distancia, y en este clima, es la impropia bufanda que tapa unas cicatrices alrededor de su cuello. El segundo dato es que las cicatrices en torno a sus muñecas no están cubiertas por el vestido. El tercer dato resulta de la extrapolación de su diálogo; ¿quién dejaría atendiendo en su negocio a alguien que tan sólo lleva aquí unos días?
Planteamiento de hipótesis realizado. Consecuencia negativa. Respuesta variable y dependiente de decisión -> ¿Debe uno actuar como debe aunque no tenga por qué hacerlo? Debería tener más datos, pero eso conllevaría irrevocablemente a que mi toma de decisión condujera al menor riesgo futuro... Pfff….¿Qué hacer? Al menos ahora tengo algo que hacer.
- ¿Y ya has encontrado trabajo? Vaya, qué suerte. ¿Has venido a vivir con un familiar?- comento con interés, con el mismo interés que un mancebo interroga a una muchacha que quiere llevarse a la cama. Bebo, mientras espero mi respuesta.
La muchacha me recorre con sus ojos. ¿Qué hace? ¿Soy tan diferente de aquellos con los que está acostumbrada a tratar que quiere dejar huella de mí en su memoria? Me atiende con la misma sonrisa, sin variarla siquiera un ápice. El contorno de sus ojos se mueve, puede que en un movimiento tan ensayado como el mío.
- Lo siento, señor- Es raro encontrar una persona que te mire a los ojos, suele verse como una señal de agresión o de extrema cercanía. No es propio de alguien que tiene que despersonalizar a sus clientes, no estadísticamente. - .Pero no soy de aquí, llegué hace solo unos días a esta isla- me sirve el vaso de agua mientras acato mi protocolario protocolo. - ¿Desea algo más?
El primer dato que resalta a esta distancia, y en este clima, es la impropia bufanda que tapa unas cicatrices alrededor de su cuello. El segundo dato es que las cicatrices en torno a sus muñecas no están cubiertas por el vestido. El tercer dato resulta de la extrapolación de su diálogo; ¿quién dejaría atendiendo en su negocio a alguien que tan sólo lleva aquí unos días?
Planteamiento de hipótesis realizado. Consecuencia negativa. Respuesta variable y dependiente de decisión -> ¿Debe uno actuar como debe aunque no tenga por qué hacerlo? Debería tener más datos, pero eso conllevaría irrevocablemente a que mi toma de decisión condujera al menor riesgo futuro... Pfff….¿Qué hacer? Al menos ahora tengo algo que hacer.
- ¿Y ya has encontrado trabajo? Vaya, qué suerte. ¿Has venido a vivir con un familiar?- comento con interés, con el mismo interés que un mancebo interroga a una muchacha que quiere llevarse a la cama. Bebo, mientras espero mi respuesta.
- OFF"hipotesis:
- Hola señorita ex-esclava que han sacado de modo incógnito al que le han dado un vestido correspondiente a la hija de una talla menor a la que debería y que le dan una bufanda para que no llamen la atención las heridas de ir por la vida con grilletes en las muñecas y en el cuello.
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La muchacha desvía la mirada y casi busca algo que hacer para evadir esa respuesta. Se nota que se incomodó y no tardó mucho en ocultar sus cicatrices y arreglar su bufanda. No era algo que se esperaba y normal, todos los días era la misma rutina, atendía, se iban y recogía las bandejas que quedaban. Poca conversación y ningún tipo de simpatía hacia los clientes, salvo mostrar esa hermosa sonrisa que tiene. Su encanto natural es lo único que necesitaba, pero esas preguntas fueron inesperadas y rompiste con la… Normalidad. Suspira con calma y se logra relajar.
– Sí y no, el dueño es amigo de mi padre y gracias a él logré encontrar trabajo – toma una ligera pausa y mira por sobre tu hombro. Sigue buscando una forma de dejarte solo e irse. Justo en ese momento, suena el den den mushi. – Lo siento, tengo que contestar.
Salvada por la… ¿Campana? En fin, se aleja y contesta. Quizá sea buena idea conseguirse uno… Si no fuera por el temor que infundes en los animales, pero oye… ¿No crees que es solo cosa de intentarlo? Nah, solo son cosas mías. Recuerdas que en el folleto había una tienda de esas cosas, pero lo mismo quieres seguir indagando en el pasado de aquella chica. Su forma de responder y de tratar de escapar de la conversación… O de ti, llamaría la atención de cualquiera. ¿Llamó lo suficiente la tuya? Quizá no deberías molestar y causar algún tipo de inconveniente, pero como todo… Yo solo te doy algunas pautas, tú eliges que hacer. La personalidad de ella es esquiva… Un poco tímida y desconfiada.
La observas y notas que ahora está atendiendo a los ancianos que quedan. Se queda con ellos unos segundos y luego vuelve a la barra, pero un tanto alejada de ti. De vez en cuando, te mira de reojo y luego sigue a lo suyo. En fin… ¿Qué harás ahora? Miras el Den Den mushi sobre la mesa. ¿No querrás llamar a tus jefes y ver si tienes algo más divertido que hacer? Lo mismo quieres ir a la tienda y ver si hay algunas opciones para gente como tú. O no sé… Quizá lo mismo, quieras irte a tu cama y seguir durmiendo, preguntándote sobre cosas que no tienen respuesta. Tú decides, mi amigo.
– Sí y no, el dueño es amigo de mi padre y gracias a él logré encontrar trabajo – toma una ligera pausa y mira por sobre tu hombro. Sigue buscando una forma de dejarte solo e irse. Justo en ese momento, suena el den den mushi. – Lo siento, tengo que contestar.
Salvada por la… ¿Campana? En fin, se aleja y contesta. Quizá sea buena idea conseguirse uno… Si no fuera por el temor que infundes en los animales, pero oye… ¿No crees que es solo cosa de intentarlo? Nah, solo son cosas mías. Recuerdas que en el folleto había una tienda de esas cosas, pero lo mismo quieres seguir indagando en el pasado de aquella chica. Su forma de responder y de tratar de escapar de la conversación… O de ti, llamaría la atención de cualquiera. ¿Llamó lo suficiente la tuya? Quizá no deberías molestar y causar algún tipo de inconveniente, pero como todo… Yo solo te doy algunas pautas, tú eliges que hacer. La personalidad de ella es esquiva… Un poco tímida y desconfiada.
La observas y notas que ahora está atendiendo a los ancianos que quedan. Se queda con ellos unos segundos y luego vuelve a la barra, pero un tanto alejada de ti. De vez en cuando, te mira de reojo y luego sigue a lo suyo. En fin… ¿Qué harás ahora? Miras el Den Den mushi sobre la mesa. ¿No querrás llamar a tus jefes y ver si tienes algo más divertido que hacer? Lo mismo quieres ir a la tienda y ver si hay algunas opciones para gente como tú. O no sé… Quizá lo mismo, quieras irte a tu cama y seguir durmiendo, preguntándote sobre cosas que no tienen respuesta. Tú decides, mi amigo.
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Para ser una muchacha guapa que atiende al público no está acostumbrada a hablar con jóvenes. ¿Por qué será? Probablemente porque le hayan dicho que no llamará mucho la atención, que se ciña a su papel y no llame la atención. He roto su preparado guión y parece no saber improvisar.
- Si y no, el dueño es amigo de mi padre y gracias a él logré encontrar trabajo…- comenta con obvio nerviosismo, sin saber que acción tomar mientras la última gota abandona el vaso que bebo. Suena el den-den, dándole el agarre que tan desesperadamente necesitaba- .Lo siento, tengo que contestar.
Asiento mientras dejo el vaso sobre la barra. La conversación es corta, como la de alguien que llama para confirmar que todo está bien, que la casa no ha ardido en su ausencia… “Todo bien, bueno, te dejo que tengo trabajo” es la respuesta de la muchacha. ¿Acaso no quiere hablar delante de mí? Tengo que hacer algo para que no sospeche…
Se escabulle mientras termino de ojear mi folleto, la excusa que tenía para seguir en la barra. Me sorprende que haya una tienda de den-den en un sitio tan seco, se supone que los moluscos requieren de humedad… Será mejor echarle un vistazo, quizás haya variedades extrañas… una variedad para mí.
Se escabulle hasta la mesa de los ancianos para preguntar si les puede servir en algo más, ¿acaso no sabe que los ancianos no consumen, si no que tan sólo ocupan sitio? Se está saboteando inintencionadamente. No tarda mucho en volver ante la negativa de los abueletes. Se pone a limpiar la barra, pero su mirada encuentra la mía cuando echa un nervioso vistazo de reojo.
Es tiempo ya de irme, no sin antes ejecutar el plan.
Me acerco a la muchacha y pongo mis manos sobre el borde de la barra. Tamborileo simétricamente con ambas manos, empezando desde los meñiques, dos veces.
- Perdona si te he incomodado… Sé que estás trabajando y… bueno, no quería molestarte… Tan sólo quería conocerte un poco y eso… Ya… ya sabes...- mis ojos se agitan nerviosos entre ella y la nada del suelo, respaldando el tono propio de una disculpa sincera y avergonzada.-. Se-será mejor que me marche. Mis disculpas
Inclino la cabeza en una última despedida, yendo hacia mi habitación para coger un par de cosas; mi cámara, unos veinte mil berries y mis armas. Aprovecho también para coger mi ropa, aunque seguramente sea mucho más sencillo el renovar el vestuario en vez de arreglarlo.
Cámara al cuello, me lanzo a las polvorientas calles de la ciudad, fotografiando con interés la variedad de edificios, personas y señales que me separan de la tienda de moluscos.
- Si y no, el dueño es amigo de mi padre y gracias a él logré encontrar trabajo…- comenta con obvio nerviosismo, sin saber que acción tomar mientras la última gota abandona el vaso que bebo. Suena el den-den, dándole el agarre que tan desesperadamente necesitaba- .Lo siento, tengo que contestar.
Asiento mientras dejo el vaso sobre la barra. La conversación es corta, como la de alguien que llama para confirmar que todo está bien, que la casa no ha ardido en su ausencia… “Todo bien, bueno, te dejo que tengo trabajo” es la respuesta de la muchacha. ¿Acaso no quiere hablar delante de mí? Tengo que hacer algo para que no sospeche…
Se escabulle mientras termino de ojear mi folleto, la excusa que tenía para seguir en la barra. Me sorprende que haya una tienda de den-den en un sitio tan seco, se supone que los moluscos requieren de humedad… Será mejor echarle un vistazo, quizás haya variedades extrañas… una variedad para mí.
Se escabulle hasta la mesa de los ancianos para preguntar si les puede servir en algo más, ¿acaso no sabe que los ancianos no consumen, si no que tan sólo ocupan sitio? Se está saboteando inintencionadamente. No tarda mucho en volver ante la negativa de los abueletes. Se pone a limpiar la barra, pero su mirada encuentra la mía cuando echa un nervioso vistazo de reojo.
Es tiempo ya de irme, no sin antes ejecutar el plan.
- off:
- ¡ES TIEMPO YA DE TRABAJAR TENEMOS UN FESTIN! Se me va.
Me acerco a la muchacha y pongo mis manos sobre el borde de la barra. Tamborileo simétricamente con ambas manos, empezando desde los meñiques, dos veces.
- Perdona si te he incomodado… Sé que estás trabajando y… bueno, no quería molestarte… Tan sólo quería conocerte un poco y eso… Ya… ya sabes...- mis ojos se agitan nerviosos entre ella y la nada del suelo, respaldando el tono propio de una disculpa sincera y avergonzada.-. Se-será mejor que me marche. Mis disculpas
Inclino la cabeza en una última despedida, yendo hacia mi habitación para coger un par de cosas; mi cámara, unos veinte mil berries y mis armas. Aprovecho también para coger mi ropa, aunque seguramente sea mucho más sencillo el renovar el vestuario en vez de arreglarlo.
Cámara al cuello, me lanzo a las polvorientas calles de la ciudad, fotografiando con interés la variedad de edificios, personas y señales que me separan de la tienda de moluscos.
- off:
- OFF: Vamos, que voy como un fking turist. Ya te dejo a ti la descripción de la tienda por si quieres meter algo, voy a entrar sí o sí (A menos que esté ardiendo y tal, ya tu sabe)
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La muchacha te hace una leve reverencia y suelta un ligero suspiro, bastante aliviada de que el chico molesto de turno, se fuera. En fin, no es que haya muchas cosas que ver, pero como buen turista, sacas fotos hasta a aquella casa que era igual a la otra y a la otra… ¿Acaso nadie intentó ser diferente? Bueno… Lo mismo no había mejores arquitectos. Los edificios comerciales, son un tanto parecidos al hostal donde te quedabas, pero con una que otra diferencia dada por la creatividad de sus dueños. Por cierto, es de mañana… Así que no hay muchos abiertos y la gente casi brilla por su ausencia. Casi.
Por tu camino no ves cosas muy interesantes: algunos niños jugando aquí y allá, algunas señoras sacando un poco de su ropa al aire… Ya sabes, cosas típicas de las mañanas, ¿no? Se respira un aire de tranquilidad y que las cosas siempre andan así. ¿Acaso un día así no se agradece? Nunca vienen mal días como este y poder hacer lo que tú quieras… En parte. El deber a veces es caprichoso y nunca se sabe que pasará a la vuelta de la esquina. De la nada y sin imprevisto, sale un perro de un callejón y pasa por delante de ti, sin detenerse y luego desaparece en otro callejón. Menudo susto… Malditos perros que aparecen de la nada.
En fin, tu trayecto es más o menos corto. ¿Sacaste buenas fotos? ¿Alguna de interés? Eso lo sabes solo tú, después de todo, no es que sea un buen sitio para sacar fotos… O solo son cosas mías, quién sabe. La tienda que buscas aparece. Es… Extrañamente acogedora, pero tu sexto sentido te dice que hay gato encerrado. Hay aire acondicionado y el contraste de temperaturas de adentro y afuera es notorio. Además, se siente un poco de… ¿Humedad? Sí, eso mismo. Entras y ves varios acuarios lleno de moluscos y todo eso, incluso hay algunos peces pequeños, calamares, y una que otra medusa. Es un buen sitio, la verdad. El señor te mira con curiosidad. ¿Acaso a todos los que conoces te miran así? Es lo que hay ser… Tú, básicamente.
– Es raro ver a un forastero en estas tierras y menos en esta tienda – te dice con voz queda. Tose un poco y prosigue. – ¿Qué se le ofrece? – Termina mientras posa sus dos manos detrás de su espalda y te mira con tranquilidad.
Por tu camino no ves cosas muy interesantes: algunos niños jugando aquí y allá, algunas señoras sacando un poco de su ropa al aire… Ya sabes, cosas típicas de las mañanas, ¿no? Se respira un aire de tranquilidad y que las cosas siempre andan así. ¿Acaso un día así no se agradece? Nunca vienen mal días como este y poder hacer lo que tú quieras… En parte. El deber a veces es caprichoso y nunca se sabe que pasará a la vuelta de la esquina. De la nada y sin imprevisto, sale un perro de un callejón y pasa por delante de ti, sin detenerse y luego desaparece en otro callejón. Menudo susto… Malditos perros que aparecen de la nada.
En fin, tu trayecto es más o menos corto. ¿Sacaste buenas fotos? ¿Alguna de interés? Eso lo sabes solo tú, después de todo, no es que sea un buen sitio para sacar fotos… O solo son cosas mías, quién sabe. La tienda que buscas aparece. Es… Extrañamente acogedora, pero tu sexto sentido te dice que hay gato encerrado. Hay aire acondicionado y el contraste de temperaturas de adentro y afuera es notorio. Además, se siente un poco de… ¿Humedad? Sí, eso mismo. Entras y ves varios acuarios lleno de moluscos y todo eso, incluso hay algunos peces pequeños, calamares, y una que otra medusa. Es un buen sitio, la verdad. El señor te mira con curiosidad. ¿Acaso a todos los que conoces te miran así? Es lo que hay ser… Tú, básicamente.
– Es raro ver a un forastero en estas tierras y menos en esta tienda – te dice con voz queda. Tose un poco y prosigue. – ¿Qué se le ofrece? – Termina mientras posa sus dos manos detrás de su espalda y te mira con tranquilidad.
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Las calles de la ciudad presentan una arquitectura similar, probablemente no hacen falta más diseños si el que tienen funciona. Una vez optimizado un sistema, las diferencias sólo son útiles para la distinción de las distintas partes del mismo, y no presentan ningún atributo funcional, más que el de esta propia distinción. Las capas de pintura sufren el azote constante de los vientos marinos, y sus tonos han quedado diezmados hasta mostrar los granos de la madera. Todos los edificios muestran este común aspecto, con sus muy sutiles diferencias, demasiado sutiles para llamarlas así. No hay plantas en las cornisas, tan sólo los tendederos que están siendo atendidos por las mujeres de vestidos largos y fatigas maternales. Click.
Y no tardan mucho en aparecer los responsables de estas fatigas, pululando por las calles con sus palos y sus “payuns”. Click. Las persecuciones de los niños difieren de los juegos de las niñas, más ocupadas en atender a las muñecas de trapo. Click. El heteropatriarcado parece llegar a muchas islas, al fin y al cabo está relativamente respaldado evolutivamente. Se deja al cuidado de los niños a las mujeres, que mantienen el lazo emotivo de soportar nueve meses una carga parasitaria. ¿En qué trabajarán las personas de este lugar? ¿Cuáles serán sus principales exportaciones? La tierra es yerma y no parece crecer nada fuera de los límites del bosque. Quizás sea un pueblo maderero. ¿Pero cómo es que hace tanto calor en un lugar rodeado de tanto verde? Debería coger una muestra de las especies locales, quizás se adapten bebiendo agua marina. Sigo fotografiando los letreros, los diseños y, básicamente, todo lo que hace de este pueblo lo que es.
De entre las sombras surge una móvil. Me detengo, alerta. La bestia cuadrúpeda, cubierta en su totalidad por un pelo áspero que sucumbe a las canas, cruza lentamente la calle hasta el otro lado. Me abstengo de tomar una foto, no vaya a ser que mi defecto le provoque. De un yagara puedes huir a la tierra, pero de un perro no. Tomo una foto de sus huellas en el polvo una vez se ha ido, atreviéndome entonces a moverme.
Los locales comerciales parecen más modernos que el resto del pueblo; labrados en piedra y yeso, más resistentes a las inclemencias de un clima que evapora cada gota de sudor de mi frente. Pero cuando llego a la tienda de moluscos, que presenta un cartel personalizado como tantos otros que he ido fotografiando, me sorprende el obvio anacronismo tecnológico con respecto al resto del pueblo.
El aire frío se estampa contra mi rostro como un día de tormenta, húmedo y refrescante, pero este aire acondicionado también supone un desagradable choque térmico. Las paredes de la tienda están cubiertas con muebles llenos de acuarios iluminados que silban hidráulicamente con el sonido de las bombas que limpian el agua. Me acerco, curioso, a las criaturas encerradas en las urnas, pero muchas de ellas se esconden entre la arena y las vasijas decorativas, tan sólo la medusa se deja fotografiar. Quizá sea porque no tiene ojos, ni oídos, ni boca… ¿Cómo demonios sobrevive esta bolsa marina? Debe de tener algún sistema de detección de su entorno, ¿no? ¿Serán los tentáculos? Tampoco es que haya mucho más. ¿Cómo demonios sobrevive un animal con solo el sentido del tacto?
- Es raro ver a un forastero en estas tierras, y menos en esta tienda–comenta la voz del ignorado tendero que pasa las horas en su mostrador- .¿Qué se le ofrece?- dice servicial, mientras termina de enderezarse y coloca las manos a su espalda.
Es obvio que el negocio se trata de algún tipo de tapadera. Un negocio de estas características consumiría mucho para un volumen de ventas pequeño, por no hablar de su pesimista frase de entrada que no refleja la necesidad de vender. La electricidad debe ser sacada de algún sitio, y con un fin mucho más siniestro que el mantener peces de colores, gambas y terrarios.
- Deseaba adquirir un den-den- digo moviéndome hasta el terrario lleno de plantas de la sala, abierto al exterior, para sólo encontrar conchas cerradas y escondidas.- .Tengo entendido que se ha aprovechado su sistema de alerta intraespecie para usarse como teléfono… y ya es hora de llevar uno.- le sonreí lo mejor que pude.
Ahora que lo pienso, puede resultar bastante inquietante el ver como los animales rehúyen la presencia de un amable joven. Podría significar que trama algo malo…, algo maligno y diabólico. O eso refuerza la cultura popular de las novelas de terror.
OFF: Que tengo la desventaja de me huyen los animales cuando me detectan, creo que está todo correcto. IM DA TOURIST
Y no tardan mucho en aparecer los responsables de estas fatigas, pululando por las calles con sus palos y sus “payuns”. Click. Las persecuciones de los niños difieren de los juegos de las niñas, más ocupadas en atender a las muñecas de trapo. Click. El heteropatriarcado parece llegar a muchas islas, al fin y al cabo está relativamente respaldado evolutivamente. Se deja al cuidado de los niños a las mujeres, que mantienen el lazo emotivo de soportar nueve meses una carga parasitaria. ¿En qué trabajarán las personas de este lugar? ¿Cuáles serán sus principales exportaciones? La tierra es yerma y no parece crecer nada fuera de los límites del bosque. Quizás sea un pueblo maderero. ¿Pero cómo es que hace tanto calor en un lugar rodeado de tanto verde? Debería coger una muestra de las especies locales, quizás se adapten bebiendo agua marina. Sigo fotografiando los letreros, los diseños y, básicamente, todo lo que hace de este pueblo lo que es.
De entre las sombras surge una móvil. Me detengo, alerta. La bestia cuadrúpeda, cubierta en su totalidad por un pelo áspero que sucumbe a las canas, cruza lentamente la calle hasta el otro lado. Me abstengo de tomar una foto, no vaya a ser que mi defecto le provoque. De un yagara puedes huir a la tierra, pero de un perro no. Tomo una foto de sus huellas en el polvo una vez se ha ido, atreviéndome entonces a moverme.
Los locales comerciales parecen más modernos que el resto del pueblo; labrados en piedra y yeso, más resistentes a las inclemencias de un clima que evapora cada gota de sudor de mi frente. Pero cuando llego a la tienda de moluscos, que presenta un cartel personalizado como tantos otros que he ido fotografiando, me sorprende el obvio anacronismo tecnológico con respecto al resto del pueblo.
El aire frío se estampa contra mi rostro como un día de tormenta, húmedo y refrescante, pero este aire acondicionado también supone un desagradable choque térmico. Las paredes de la tienda están cubiertas con muebles llenos de acuarios iluminados que silban hidráulicamente con el sonido de las bombas que limpian el agua. Me acerco, curioso, a las criaturas encerradas en las urnas, pero muchas de ellas se esconden entre la arena y las vasijas decorativas, tan sólo la medusa se deja fotografiar. Quizá sea porque no tiene ojos, ni oídos, ni boca… ¿Cómo demonios sobrevive esta bolsa marina? Debe de tener algún sistema de detección de su entorno, ¿no? ¿Serán los tentáculos? Tampoco es que haya mucho más. ¿Cómo demonios sobrevive un animal con solo el sentido del tacto?
- Es raro ver a un forastero en estas tierras, y menos en esta tienda–comenta la voz del ignorado tendero que pasa las horas en su mostrador- .¿Qué se le ofrece?- dice servicial, mientras termina de enderezarse y coloca las manos a su espalda.
Es obvio que el negocio se trata de algún tipo de tapadera. Un negocio de estas características consumiría mucho para un volumen de ventas pequeño, por no hablar de su pesimista frase de entrada que no refleja la necesidad de vender. La electricidad debe ser sacada de algún sitio, y con un fin mucho más siniestro que el mantener peces de colores, gambas y terrarios.
- Deseaba adquirir un den-den- digo moviéndome hasta el terrario lleno de plantas de la sala, abierto al exterior, para sólo encontrar conchas cerradas y escondidas.- .Tengo entendido que se ha aprovechado su sistema de alerta intraespecie para usarse como teléfono… y ya es hora de llevar uno.- le sonreí lo mejor que pude.
Ahora que lo pienso, puede resultar bastante inquietante el ver como los animales rehúyen la presencia de un amable joven. Podría significar que trama algo malo…, algo maligno y diabólico. O eso refuerza la cultura popular de las novelas de terror.
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El anciano te mira con curiosidad, bastante de hecho. Notas que se da cuenta de que en cuanto te acercaste al terrario, los caracoles se esconden. Por un momento, incluso tiene ganas de preguntarte sobre eso, pero decide callar. Después de todo, no es su problema, es tuyo y él no es de las personas que se preocupen de otros salvo que mantener a flote su tienda. En un principio, se muestra reacio, como si dudara si fueras un cliente útil. Se muestra alguien que quiere cada animal que tiene bajo su cuidado. Suelta un ligero suspira, prefiere mantener sobre el agua el buque y no preocuparse tanto por sus animalitos. Se gira con elegancia, con una pequeña red, saca algunos den den y los coloca en una mesa.
– Hay muchos usos de los den den mushi – explica con una tranquilidad pasmosa. – Entenderá todos y cada uno de un vistazo. Se nota que ha viajado y tenido muchas aventuras, así que… – toma una ligera pausa, vuelve a toser y abre sus manos. – ¿Cuál le interesa? – Te pregunta con una amable sonrisa.
Miras los caracoles, pero… No salen de su concha, como bien esperabas. Infundes un miedo extraño hacia ellos y casi parece que el anciano te analiza con cada palabra que dices. Es mucho más listo de lo que aparenta y puede que incluso descubra cualquier intento de mentira por parte tuya. No lo deberías subestimar y, por alguna razón, su presencia es bastante fuerte y no se dejaría intimidar por alguien como tú. En su mirada hay de todo, menos miedo. Se queda callado, esperando tu respuesta. ¿Qué harás? Recuerda una cosa: Este es su territorio y una mala jugada… Bueno… Ya me entiendes. El caso, no eres más que un simple turista, ¿no? ¿Para qué levantar sospechas? En fin, ya verás lo que harás.
– Hay muchos usos de los den den mushi – explica con una tranquilidad pasmosa. – Entenderá todos y cada uno de un vistazo. Se nota que ha viajado y tenido muchas aventuras, así que… – toma una ligera pausa, vuelve a toser y abre sus manos. – ¿Cuál le interesa? – Te pregunta con una amable sonrisa.
Miras los caracoles, pero… No salen de su concha, como bien esperabas. Infundes un miedo extraño hacia ellos y casi parece que el anciano te analiza con cada palabra que dices. Es mucho más listo de lo que aparenta y puede que incluso descubra cualquier intento de mentira por parte tuya. No lo deberías subestimar y, por alguna razón, su presencia es bastante fuerte y no se dejaría intimidar por alguien como tú. En su mirada hay de todo, menos miedo. Se queda callado, esperando tu respuesta. ¿Qué harás? Recuerda una cosa: Este es su territorio y una mala jugada… Bueno… Ya me entiendes. El caso, no eres más que un simple turista, ¿no? ¿Para qué levantar sospechas? En fin, ya verás lo que harás.
- Nota:
- Si tienes mantra, notarás la presencia de ese viejo muy fuerte e intimidante.
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OFF: ¿Mantra? Eso es para mantriquitas. A las cosas se enfrentan de cara y sin ningún tipo de cuidado… T-T voy a morir.
El anciano abre la boca durante unos instantes, sin decir nada. Sus ojos se achinan levemente, como si le causara un desagrado inicial que debe de solventar para no tirar su tapadera. Suspira antes de agarrar un puñado de animalillos con la destreza de un oficio altamente practicado y deja las conchas sobre la mesa.
No salen, no van a salir. Nunca lo hacen. ¿Qué ven en mí? ¿O qué no ven?
– Hay muchos usos de los den den mushi – explica con parsimonia. – .Entenderá todos y cada uno de un vistazo. Se nota que ha viajado y tenido muchas aventuras, así que… – no necesita explicarse más, tose y presenta con sus manos las conchas – ¿Cuál le interesa? – termina servicial.
Sobre la mesa descansan diferentes tipos de den-den: Un den-den mushi, un mini-den-den, un kanshi-den den, un kuro-den-den, un shiro-den-den… otro den-den…
Cojo la enorme y abotargada concha del ejemplar blanco, sabiendo que su dimensión me facilitará el propósito que le tengo destinado.
- ¿Está vendiendo a civiles la oportunidad de interceptar comunicaciones ajenas? ¿Es usted consciente de la peligrosidad que entrañan dichas acciones?...-respiro, dejando después la máscara a un lado, mostrando la ausencia- .Me conformo con un den-den que pueda usar, que sobreviva… un estrés continuo puede llegar a ser… mortal.
OFF: Si no te parece, pues me lo dices XD. Pero como me has dichos diferentes tipos de den den y el tío los ha presentado tal que así…
El anciano abre la boca durante unos instantes, sin decir nada. Sus ojos se achinan levemente, como si le causara un desagrado inicial que debe de solventar para no tirar su tapadera. Suspira antes de agarrar un puñado de animalillos con la destreza de un oficio altamente practicado y deja las conchas sobre la mesa.
No salen, no van a salir. Nunca lo hacen. ¿Qué ven en mí? ¿O qué no ven?
– Hay muchos usos de los den den mushi – explica con parsimonia. – .Entenderá todos y cada uno de un vistazo. Se nota que ha viajado y tenido muchas aventuras, así que… – no necesita explicarse más, tose y presenta con sus manos las conchas – ¿Cuál le interesa? – termina servicial.
Sobre la mesa descansan diferentes tipos de den-den: Un den-den mushi, un mini-den-den, un kanshi-den den, un kuro-den-den, un shiro-den-den… otro den-den…
Cojo la enorme y abotargada concha del ejemplar blanco, sabiendo que su dimensión me facilitará el propósito que le tengo destinado.
- ¿Está vendiendo a civiles la oportunidad de interceptar comunicaciones ajenas? ¿Es usted consciente de la peligrosidad que entrañan dichas acciones?...-respiro, dejando después la máscara a un lado, mostrando la ausencia- .Me conformo con un den-den que pueda usar, que sobreviva… un estrés continuo puede llegar a ser… mortal.
OFF: Si no te parece, pues me lo dices XD. Pero como me has dichos diferentes tipos de den den y el tío los ha presentado tal que así…
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– Es perspicaz, pero… – sus palabras dan miedo incluso a alguien como tú. – Le daré la oportunidad de olvidar ese detalle – quizá, por estar tan… Interesado contigo haya tenido ese error o lo mismo era una prueba para ti, quién sabe. – Por otro lado… Su haki aún es débil. Se nota que no conoce la intensidad del verdadero mundo – un sentimiento de intranquilidad te empieza a recorrer cada poro de tu cuerpo. ¿Quién diablos es este viejo? Se nota que es alguien bastante fuerte y que no hay porque luchar, ¿verdad? O quizá sí, es tu elección, después de todo. Recoge el den den mushi negro y lo guarda nuevamente. – En fin, ¿ese quiere? – Pregunta, relamiendo sus palabras.
El aire de la tienda se pone tenso, casi se podría cortar con un cuchillo. Incluso sin mantra puedes notar como es que la presencia de aquel viejo es enorme y que es peligroso. Creo… Solo creo, que deberías largarte de ahí. Aunque, lo mismo, puedes explicarle el significado de sus palabras. Además, ¿no sientes un poco de curiosidad por qué alguien como él está en esa isla y vendiendo algo tan simple como unos den den mushi? Ya sabes un par de cosas, al menos: Es inteligente, perspicaz y sabe que tienes Haoshoku. Un incómodo silencio inunda la sala y hasta incluso los animales sienten el peligro.
– Serían… 1000 berries, está en una oferta – el viejo rompe el silencio y te sonríe, pero hay algo extraño en esa sonrisa. Es diabólica y te hiela los huesos. – ¿Quiere algo más? – Termina de preguntar con tranquilidad. ¿Es todo? ¿Te quedas a saber más del extraño viejo o solo te irás? Quizá tus planes son más importantes que meterte en asuntos bastante peligrosos por lo que se ve y has experimentado. En fin, agente del gobierno, ¿qué harás? Tus instintos te gritan que lo mejor es irse. ¿Los ignoraras o los escucharás?
El aire de la tienda se pone tenso, casi se podría cortar con un cuchillo. Incluso sin mantra puedes notar como es que la presencia de aquel viejo es enorme y que es peligroso. Creo… Solo creo, que deberías largarte de ahí. Aunque, lo mismo, puedes explicarle el significado de sus palabras. Además, ¿no sientes un poco de curiosidad por qué alguien como él está en esa isla y vendiendo algo tan simple como unos den den mushi? Ya sabes un par de cosas, al menos: Es inteligente, perspicaz y sabe que tienes Haoshoku. Un incómodo silencio inunda la sala y hasta incluso los animales sienten el peligro.
– Serían… 1000 berries, está en una oferta – el viejo rompe el silencio y te sonríe, pero hay algo extraño en esa sonrisa. Es diabólica y te hiela los huesos. – ¿Quiere algo más? – Termina de preguntar con tranquilidad. ¿Es todo? ¿Te quedas a saber más del extraño viejo o solo te irás? Quizá tus planes son más importantes que meterte en asuntos bastante peligrosos por lo que se ve y has experimentado. En fin, agente del gobierno, ¿qué harás? Tus instintos te gritan que lo mejor es irse. ¿Los ignoraras o los escucharás?
- Nota:
- No dejes notas OFF si no son necesarias. Todo el resto, podemos discutirlo por MP.
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- Es perspicaz pero… le daré una oportunidad de olvidar ese detalle- me está amenazando, está haciendo lo que hacen tantas personas que quieren conservar su máscara de humanidad cuando realmente… bueno, realmente son humanos. -. Por otro lado… Su haki aún es débil. Se nota que no conoce la intensidad del verdadero mundo- ¿Qué es “Haki”? ¿Es un músculo?
Su presencia es sobrecogedora, a pesar de su aparente debilidad física la fuerza de voluntad que esboza, la tranquilidad, su lenguaje corporal… tiene la situación más que controlada. ¿Miente muy bien? ¿Estoy dispuesto a correr el riesgo?
- En fin, ¿ese quiere?- comenta, ocultando el den-den oscuro. No hablo, no hay ningún sonido en la tienda más que el leve temblar de las caracolas y el bombeo de sangre a través de las aortas.
Debo anular el protocolo de extorsión mediante el daño a la caracola blanca. No vale la pena suscitar actos violentos, la palabra es medio suficiente.
– Serían… 1000 berries, está en una oferta- sonríe ante mi silencio, ante la falta de respuesta de su pregunta anterior. Sonríe para ocultar el peligro al que me expongo, pero sigue estando ahí. El peligro, el daño, es una posibilidad más que real. –. ¿Quiere algo más?
Me cuesta dejar la criatura sobre la mesa con tranquilidad, mi cuerpo me compele a arrojarla y salir del edificio en llamas. Pero no voy a huir, ni a luchar.
Mi mano sigue estando sobre la concha una vez ha tocado la madera del mostrador, la levanto y retraigo en un proceso lento que requiere que silencie la emoción. Por suerte, nunca he tenido problemas en usar la lógica para aplastar los reductos, para ser como soy en realidad.
- No. – no, así no.- No, gracias. No sobreviviría conmigo, no hay motivo para condenar una vida sin ningún tipo de propósito. – dejo de mirar la concha para mirarle a él.- .Me gustaría que me dijera que es ese “haki” del que habla, si no le importa compartir sus conocimientos con un desconocido. También me gustaría que fuera muy…- cuidado- muy cuidadoso con a quien vende dichos den-den. Sé que está en su derecho como vendedor, y criador, supongo, pero… la gente no consciente de las consecuencias de sus actos suele…- nunca se me han dado bien las palabras- cagarla.
¿La he “cagado” yo? “De perdidos al río” es una metáfora cuyo significado parece recoger bastante bien la situación, aunque su forma sea extraña y sinsentido.
Su presencia es sobrecogedora, a pesar de su aparente debilidad física la fuerza de voluntad que esboza, la tranquilidad, su lenguaje corporal… tiene la situación más que controlada. ¿Miente muy bien? ¿Estoy dispuesto a correr el riesgo?
- En fin, ¿ese quiere?- comenta, ocultando el den-den oscuro. No hablo, no hay ningún sonido en la tienda más que el leve temblar de las caracolas y el bombeo de sangre a través de las aortas.
Debo anular el protocolo de extorsión mediante el daño a la caracola blanca. No vale la pena suscitar actos violentos, la palabra es medio suficiente.
– Serían… 1000 berries, está en una oferta- sonríe ante mi silencio, ante la falta de respuesta de su pregunta anterior. Sonríe para ocultar el peligro al que me expongo, pero sigue estando ahí. El peligro, el daño, es una posibilidad más que real. –. ¿Quiere algo más?
Me cuesta dejar la criatura sobre la mesa con tranquilidad, mi cuerpo me compele a arrojarla y salir del edificio en llamas. Pero no voy a huir, ni a luchar.
Mi mano sigue estando sobre la concha una vez ha tocado la madera del mostrador, la levanto y retraigo en un proceso lento que requiere que silencie la emoción. Por suerte, nunca he tenido problemas en usar la lógica para aplastar los reductos, para ser como soy en realidad.
- No. – no, así no.- No, gracias. No sobreviviría conmigo, no hay motivo para condenar una vida sin ningún tipo de propósito. – dejo de mirar la concha para mirarle a él.- .Me gustaría que me dijera que es ese “haki” del que habla, si no le importa compartir sus conocimientos con un desconocido. También me gustaría que fuera muy…- cuidado- muy cuidadoso con a quien vende dichos den-den. Sé que está en su derecho como vendedor, y criador, supongo, pero… la gente no consciente de las consecuencias de sus actos suele…- nunca se me han dado bien las palabras- cagarla.
¿La he “cagado” yo? “De perdidos al río” es una metáfora cuyo significado parece recoger bastante bien la situación, aunque su forma sea extraña y sinsentido.
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El viejo te mira de arriba abajo y no puede contener una leve risa. Al parecer, el querer saber más sobre el Haki o tal vez tu último comentario. Sea como sea, su mirada se hace mucho más aguda y afilada, casi queriendo decirte que te vayas de una vez. No confía en ti y motivos tiene, pero tampoco muestra una actitud preocupada. La situación la controla él y solo él y no podrás quitarle eso. ¿Qué se sentirá estar ante un poder tan grande como ese? Estás completamente atrapado e incluso ya empiezas a sentir como es que la puerta se siente un más alejada. Claro, es solo una sensación, no es real… Pero para ti creo que todo se mueve en cámara lenta y el aire te pesa. El viejo suelta un suspiro y por unos segundos crees que su aliento corta el aire. ¿En qué clase de líos te metiste?
– Por eso lo digo, es un novato – te dice con una calma inusitada, casi como la que sientes antes de una gran tormenta que destruirá todo a su paso. Solo hay algo entre ella y él… Tú. – No se apresure, siga su viaje y verá cosas fuera de este mundo. Cosas que escaparan de toda lógica, de toda comprensión – se detiene unos pocos segundos. Mientras habla notas un poco de… ¿Emoción? ¿Excitación? Es difícil saberlo, de hecho, es difícil saber qué tipo de emociones muestra verdaderamente ese anciano. – Esto es solo la primera mitad… En el Nuevo Mundo, perderá mucho más que su vida si no anda cuidado. Las bestias que ahí habitan… – Suficiente, no habla más de lo necesario. Respira. Uno y dos, y vuelve a estar totalmente calmado. Con sus palabras, entiendes otra cosa: Ese sujeto estuvo en el Nuevo Mundo, es decir, no está a tu alcance.
Tienes miedo, tu mano tiembla. ¿Lo esconderás? Después de todo, eres humano. Los humanos tienden a temer de lo desconocido y lo peligroso; ese anciano demuestra tener todo lo necesario para hacer que tu cuerpo, instintivamente, tiemble. Recorre un poco la sala y va guardando el resto de den den. Luego de unos segundos, ya no queda ninguno más sobre la mesa. Suelta un ligero suspiro y te vuelve a mirar.
– Lo que hagan ellos, no es mi problema, ¿sabe? – dice, despreocupado. – Los seres humanos son así. Tientan al destino, se juegan sus vidas y solo quieren probar su valía. ¿Es necesario? Quizá o lo mismo es solo un ego estúpido – masca sus palabras y vuelves a sentirte pesado. – Son sus decisiones, no mías. Si quieren ir contra el mundo entero, que lo hagan. Si quieren proteger a todo el mundo de la opresión del Gobierno Mundial, que lo hagan. ¿Quién soy yo para frenar sus impulsos? – se detiene. Sus palabras son… Interesantes, pero se nota que habla por experiencia y de lo mucho que ha vivido. – ¿Quiere algo más? Si no le sirven mis den den, entonces, lo invito a que se vaya. – Sí, es lo que parece. Te ha amenazado de una manera sutil, pero abiertamente hostil. ¿Quién será? ¿De qué bando estará? Es curioso, solo ha sido así porque te ha visto… Lo mismo sabe quién eres y, peor, sabe qué eres del Gobierno Mundial. ¿Qué harás?
– Por eso lo digo, es un novato – te dice con una calma inusitada, casi como la que sientes antes de una gran tormenta que destruirá todo a su paso. Solo hay algo entre ella y él… Tú. – No se apresure, siga su viaje y verá cosas fuera de este mundo. Cosas que escaparan de toda lógica, de toda comprensión – se detiene unos pocos segundos. Mientras habla notas un poco de… ¿Emoción? ¿Excitación? Es difícil saberlo, de hecho, es difícil saber qué tipo de emociones muestra verdaderamente ese anciano. – Esto es solo la primera mitad… En el Nuevo Mundo, perderá mucho más que su vida si no anda cuidado. Las bestias que ahí habitan… – Suficiente, no habla más de lo necesario. Respira. Uno y dos, y vuelve a estar totalmente calmado. Con sus palabras, entiendes otra cosa: Ese sujeto estuvo en el Nuevo Mundo, es decir, no está a tu alcance.
Tienes miedo, tu mano tiembla. ¿Lo esconderás? Después de todo, eres humano. Los humanos tienden a temer de lo desconocido y lo peligroso; ese anciano demuestra tener todo lo necesario para hacer que tu cuerpo, instintivamente, tiemble. Recorre un poco la sala y va guardando el resto de den den. Luego de unos segundos, ya no queda ninguno más sobre la mesa. Suelta un ligero suspiro y te vuelve a mirar.
– Lo que hagan ellos, no es mi problema, ¿sabe? – dice, despreocupado. – Los seres humanos son así. Tientan al destino, se juegan sus vidas y solo quieren probar su valía. ¿Es necesario? Quizá o lo mismo es solo un ego estúpido – masca sus palabras y vuelves a sentirte pesado. – Son sus decisiones, no mías. Si quieren ir contra el mundo entero, que lo hagan. Si quieren proteger a todo el mundo de la opresión del Gobierno Mundial, que lo hagan. ¿Quién soy yo para frenar sus impulsos? – se detiene. Sus palabras son… Interesantes, pero se nota que habla por experiencia y de lo mucho que ha vivido. – ¿Quiere algo más? Si no le sirven mis den den, entonces, lo invito a que se vaya. – Sí, es lo que parece. Te ha amenazado de una manera sutil, pero abiertamente hostil. ¿Quién será? ¿De qué bando estará? Es curioso, solo ha sido así porque te ha visto… Lo mismo sabe quién eres y, peor, sabe qué eres del Gobierno Mundial. ¿Qué harás?
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Sonríe, y no tarda mucho en proferir el repetido sonido. A pesar del acto, corto y esporádico, su mirada se vuelve mucho más violenta entre sus pestañas achinadas. Debo huir, debo salir de allí antes de que el edificio se precipite sobre mí. La tensión a la que me veo sometido ha empezado a acumlularse en mi columna, empiezo a notar el sudor bajándome por la espalda. ¿Y si me persigue? ¿Y si tiene el mismo instinto cazador que los predadores? No llegaré a la puerta a tiempo, pero podría intentarlo.
- Por eso lo digo, es un novato- me dice con un tono calmado que no se corresponde a la situación, con esa falsa tranquilidad que precede a un ataque imprevisto.-. No se apresure, siga su viaje y verá cosas fuera de este mundo. Cosas que escaparán de toda lógica, de toda comprensión- su vista se pierde de mí aunque me siga mirando, parece tener una reflexión interna… ¿un recuerdo quizá? Todos los viejos de este pueblo parecen fantasear con experiencias que rozan el olvido.-. Esto es solo la primera mitad… En el Nuevo Mundo, perderá mucho más que su vida si no anda con cuidado- me amenaza, pero yo he tomado las precauciones que he considerado apropiadas para el riesgo, para la posible recompensa-. Las bestias que ahí habitan… - se calla.
¿No desea brindarme más información? ¿No va a dejarme extraer experiencias propias de la suya? ¿Cómo sobrevivió él? ¿Es un monstruo?
Probablemente lo sea. O se convirtiera en uno...
Estoy frente a alguien con quien no me puedo enfrentar… ; ni siquiera podría huir. Mi cuerpo se pone en marcha, instándome a moverme…, pero no puede más que accionar asincrónicamente las fibras musculares; tiemblo.
Recoge con cansancio las criaturas, depositándolas con cuidado en sus acristaladas viviendas. Se gira hacia mí, pero siquiera he podido dejar de mirar al punto tras el mostrador.
- Lo que hagan ellos nos es mi problema,¿sabe?- su tono se ha relajado, casi con la animosa desgana de un alegre nihilista- . Los seres humanos son así. Tientan al destino, se juegan sus vidas y solo quieren probar su valía. ¿Es necesario? Quizá, o lo mismo es solo un ego estúpido- está cansado, tan cansado como yo. – . Son sus decisiones, no mías. Si quieren ir contra el mundo entero, que lo hagan. Si quieren proteger a todo el mundo de la opresión del Gobierno Mundial, que lo hagan. ¿Quién soy yo para frenar sus impulsos?- Lo sabe, lo ha visto; ha visto mi verdad.
Ha caído al abismo.
- ¿Quiere algo más? Si no le sirven mis den den, entonces, lo invito a que se vaya.- me echa verbalmente.
Pero mi temblor ya no se debe tanto al temor, aunque este siga estando. Todos vamos a morir, todo riesgo puede presentarse como un futuro y enorme peligro. Pero no puedo tolerar… que sea… tan… ¿yo?
- Eso…eso es…es…- ¡NO LO HAGAS!- ESTÚPIDO. – para cuando he dejado de gritar mi mano se resiente del fuerte golpe al mostrador. Ya no tiemblo, aunque el peligro al que ahora me expongo es arto mayor.
- Todo importa, cada pequeña diferencia aunque sea infinitesimal sigue siendo una maldita diferencia. Si tú tiras una colilla a la calle, por pequeña que sea, ensucias. No hay una motivación estúpida porque todas lo son. Vivimos en una franja de un planeta cuya edad nos sobrepasa de un modo que siquiera podemos comprender. Vivimos en un maldito universo cuyas dimensiones nos hacen infinitesimales. NADA IMPORTA, y en ese sistema de referencia TODO LO HACE. TODO LO QUE UNO DECIDA ¿Pero qué demonios va a saber usted? Es un maldito viejo con claros signos de depresión manipulado por su propia química cerebral. ¿No tiene una motivación? Busque una. Pero claro…, usted está demasiado hundido en la indefensión aprendida como para salir de ella sin ayuda. Y supongo que siendo así no tiene ni un puto amigo que le ayude a salir, no con cómo es usted realmente, no con la persona que se esconde detrás de una maldita fachada para vivir en una sociedad injustamente justa; real. Si va a seguir con esa maldita mierda, mejor que se suicide.- me he girado al gritarle, con los aspavientos de la furia. La he cagado, y bien, ahora estoy de mierda hasta el cuello…Puede que por eso se diga eso. – O busque ayuda psicológica…- añado de última, recobrando la compostura y el terror.
- Por eso lo digo, es un novato- me dice con un tono calmado que no se corresponde a la situación, con esa falsa tranquilidad que precede a un ataque imprevisto.-. No se apresure, siga su viaje y verá cosas fuera de este mundo. Cosas que escaparán de toda lógica, de toda comprensión- su vista se pierde de mí aunque me siga mirando, parece tener una reflexión interna… ¿un recuerdo quizá? Todos los viejos de este pueblo parecen fantasear con experiencias que rozan el olvido.-. Esto es solo la primera mitad… En el Nuevo Mundo, perderá mucho más que su vida si no anda con cuidado- me amenaza, pero yo he tomado las precauciones que he considerado apropiadas para el riesgo, para la posible recompensa-. Las bestias que ahí habitan… - se calla.
¿No desea brindarme más información? ¿No va a dejarme extraer experiencias propias de la suya? ¿Cómo sobrevivió él? ¿Es un monstruo?
Probablemente lo sea. O se convirtiera en uno...
Estoy frente a alguien con quien no me puedo enfrentar… ; ni siquiera podría huir. Mi cuerpo se pone en marcha, instándome a moverme…, pero no puede más que accionar asincrónicamente las fibras musculares; tiemblo.
Recoge con cansancio las criaturas, depositándolas con cuidado en sus acristaladas viviendas. Se gira hacia mí, pero siquiera he podido dejar de mirar al punto tras el mostrador.
- Lo que hagan ellos nos es mi problema,¿sabe?- su tono se ha relajado, casi con la animosa desgana de un alegre nihilista- . Los seres humanos son así. Tientan al destino, se juegan sus vidas y solo quieren probar su valía. ¿Es necesario? Quizá, o lo mismo es solo un ego estúpido- está cansado, tan cansado como yo. – . Son sus decisiones, no mías. Si quieren ir contra el mundo entero, que lo hagan. Si quieren proteger a todo el mundo de la opresión del Gobierno Mundial, que lo hagan. ¿Quién soy yo para frenar sus impulsos?- Lo sabe, lo ha visto; ha visto mi verdad.
Ha caído al abismo.
- ¿Quiere algo más? Si no le sirven mis den den, entonces, lo invito a que se vaya.- me echa verbalmente.
Pero mi temblor ya no se debe tanto al temor, aunque este siga estando. Todos vamos a morir, todo riesgo puede presentarse como un futuro y enorme peligro. Pero no puedo tolerar… que sea… tan… ¿yo?
- Eso…eso es…es…- ¡NO LO HAGAS!- ESTÚPIDO. – para cuando he dejado de gritar mi mano se resiente del fuerte golpe al mostrador. Ya no tiemblo, aunque el peligro al que ahora me expongo es arto mayor.
- Todo importa, cada pequeña diferencia aunque sea infinitesimal sigue siendo una maldita diferencia. Si tú tiras una colilla a la calle, por pequeña que sea, ensucias. No hay una motivación estúpida porque todas lo son. Vivimos en una franja de un planeta cuya edad nos sobrepasa de un modo que siquiera podemos comprender. Vivimos en un maldito universo cuyas dimensiones nos hacen infinitesimales. NADA IMPORTA, y en ese sistema de referencia TODO LO HACE. TODO LO QUE UNO DECIDA ¿Pero qué demonios va a saber usted? Es un maldito viejo con claros signos de depresión manipulado por su propia química cerebral. ¿No tiene una motivación? Busque una. Pero claro…, usted está demasiado hundido en la indefensión aprendida como para salir de ella sin ayuda. Y supongo que siendo así no tiene ni un puto amigo que le ayude a salir, no con cómo es usted realmente, no con la persona que se esconde detrás de una maldita fachada para vivir en una sociedad injustamente justa; real. Si va a seguir con esa maldita mierda, mejor que se suicide.- me he girado al gritarle, con los aspavientos de la furia. La he cagado, y bien, ahora estoy de mierda hasta el cuello…Puede que por eso se diga eso. – O busque ayuda psicológica…- añado de última, recobrando la compostura y el terror.
- AW MY GAWD:
- Acabas de cabrear a Adam… mis dieses. Tanto por la omisión de información, como por la actitud autodestructiva nihilista cachomierder que él mismo tiene y de la que intenta huir viviendo una vida banal y tal. Putos terrores existenciales.
Esto último va todo con la activación inconsciente del haki del rey despertado.
Voy borrando ficha, ¿no? xD.
Te invito a que busques los términos indefensión aprendida, depresión... etc xD
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Un silencio sepulcral se hace presente. No habla, apenas respira, pero mantiene una sonrisa extraña su rostro. Ni siquiera se inmutó ante tu Haoshoku. Por cierto, hiciste que unas maderas cercanas a ti se doblaran. El silencio es incómodo, demasiado y casi sientes como si tu corazón fuera a ser arrancado de una vez por todas, con violencia y sin rastro de piedad. La. Has. Cagado. El viejo cierra sus ojos unos instantes que para ti, aún de espaldas, es una infinidad de tiempo… Tú tiempo se ha congelado y sientes que todo se mueve más lento. Algunas personas dicen que cuando van a morir o están pronto a ello experimentan algo parecido.
– ¿Acaso nunca te han enseñado a respetar a los mayores? – su tono es gutural y una presencia oscura se cierne sobre él. – ¿Sabes lo sencillo que me es acabar con tu insignificante, penosa e inútil vida? – pausa sus palabras, casi queriendo que tengas absoluto terror. Esas palabras siguen retumbando en cada parte de tu cerebro. Rebotando contra cada pared de tu cráneo y luego sientes como si esas palabras cortaran todo tu cuerpo. Es miedo y lo sientes en carne propia, tus piernas gritan por salir, al igual que tus instintos. – ¿Instando al suicidio? ¿Eso es lo que debería hacer alguien del Gobierno Mundial? No, ni siquiera necesito que me respondas, Adam Smith – dice tu nombre de una forma especial… Marcando cada palabra. Tu fachada fue descubierta y ya no tienes nada que te proteja. Ahora las preguntas son… ¿Cómo lo supo? ¿Qué tanto sabe de ti? – Este es el poder que tú nunca alcanzarás, mocoso.
Tan rápido como acaba sus palabras, libera su poderoso Haoshoku. La tienda tiembla, los peces y moluscos huyen, las maderas crujen con violencia y sientes un poderoso instinto asesino saliendo de él. Tu cuerpo se siente pesado y no puedes evitar sucumbir y poner una rodilla en el suelo, casi en una pose donde le pides perdón o te inclinas a alguien superior a ti. Tu cuerpo tiembla demasiado y empiezas a sudar. Te va faltando el aire y, por unos instantes, solo deseas que todo eso acabe. Fueron solo unos segundos, unos cuantos instantes, pero sientes que fueron horas, días y hasta un año. Finalmente, te desmayas.
Despiertas en una habitación oscura y encadenado a una cruz. Mantienes tus extremidades, pero parece que todo va de mal en peor. A tu izquierda, diversos utensilios para torturarte. El viejo prende una pequeña lámpara y notas que estas debajo de la tienda. ¿Razón? No hay ventanas y no tuvo tiempo suficiente para llevarte a otro lado. Se acerca a ti con una sonrisa y se sienta en una silla, con brazos y piernas cruzados. Suspira y te mira, analizándote de forma fría... Casi buscando una manera de romperte en mil pedazos. Luego de un largo silencio, habla.
– Ahora, responderás mis preguntas, te ofrecí irte, pero te negaste – te dice de forma pausada, sin moverse. – ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué viniste a mi tienda? Tienes solo 5 segundos para responder o te mataré – sus palabras son fuertes y entiendes que no está jugando. – Si siento que me mientes, te mataré. Si siento que no tiene coherencia, te mataré. Si siento algo extraño, te mataré. – Finaliza. Es tu turno, compañero. Ya no puedes huir y has sentenciado tu destino.
– ¿Acaso nunca te han enseñado a respetar a los mayores? – su tono es gutural y una presencia oscura se cierne sobre él. – ¿Sabes lo sencillo que me es acabar con tu insignificante, penosa e inútil vida? – pausa sus palabras, casi queriendo que tengas absoluto terror. Esas palabras siguen retumbando en cada parte de tu cerebro. Rebotando contra cada pared de tu cráneo y luego sientes como si esas palabras cortaran todo tu cuerpo. Es miedo y lo sientes en carne propia, tus piernas gritan por salir, al igual que tus instintos. – ¿Instando al suicidio? ¿Eso es lo que debería hacer alguien del Gobierno Mundial? No, ni siquiera necesito que me respondas, Adam Smith – dice tu nombre de una forma especial… Marcando cada palabra. Tu fachada fue descubierta y ya no tienes nada que te proteja. Ahora las preguntas son… ¿Cómo lo supo? ¿Qué tanto sabe de ti? – Este es el poder que tú nunca alcanzarás, mocoso.
Tan rápido como acaba sus palabras, libera su poderoso Haoshoku. La tienda tiembla, los peces y moluscos huyen, las maderas crujen con violencia y sientes un poderoso instinto asesino saliendo de él. Tu cuerpo se siente pesado y no puedes evitar sucumbir y poner una rodilla en el suelo, casi en una pose donde le pides perdón o te inclinas a alguien superior a ti. Tu cuerpo tiembla demasiado y empiezas a sudar. Te va faltando el aire y, por unos instantes, solo deseas que todo eso acabe. Fueron solo unos segundos, unos cuantos instantes, pero sientes que fueron horas, días y hasta un año. Finalmente, te desmayas.
Despiertas en una habitación oscura y encadenado a una cruz. Mantienes tus extremidades, pero parece que todo va de mal en peor. A tu izquierda, diversos utensilios para torturarte. El viejo prende una pequeña lámpara y notas que estas debajo de la tienda. ¿Razón? No hay ventanas y no tuvo tiempo suficiente para llevarte a otro lado. Se acerca a ti con una sonrisa y se sienta en una silla, con brazos y piernas cruzados. Suspira y te mira, analizándote de forma fría... Casi buscando una manera de romperte en mil pedazos. Luego de un largo silencio, habla.
– Ahora, responderás mis preguntas, te ofrecí irte, pero te negaste – te dice de forma pausada, sin moverse. – ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué viniste a mi tienda? Tienes solo 5 segundos para responder o te mataré – sus palabras son fuertes y entiendes que no está jugando. – Si siento que me mientes, te mataré. Si siento que no tiene coherencia, te mataré. Si siento algo extraño, te mataré. – Finaliza. Es tu turno, compañero. Ya no puedes huir y has sentenciado tu destino.
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Cada segundo, cada unidad temporal que puedo medir por debajo de éste, tiene tanta importancia como un minuto completo. Su rostro es el mismo que al comienzo de mi grito, su expresión sigue paralizada, asomada en la comisura de su labio.
Cada silbido neumático parece acompañar a mi corazón, como un bombeo auxiliar que se agolpa en mis oídos, en mi pecho. Algo ha crujido fuera de mi propia persona, pero se expande como un tambor de desfile en mis pulmones.
- ¿Acaso nunca te han enseñado a respetar a los mayores?- pronuncia, como una bestia, como un monstruo. Mi visión sufre el efecto de túnel, ahora nada importa salvo él.- ¿Sabes lo sencillo que me es acabar con tu insignificante…, penosa… e inútil vida?
Va a matarme, voy a morir. Cada segundo es enfrentarse a la pérdida de equilibrio sobre la cuerda suspendida en el vacío; es perder el apoyo cuando te asomas por la ventana; es estar atrapado con un yagara en un diminuto establo.
- ¿Instando al suicidio? ¿Eso es lo que debería hacer alguien del Gobierno Mundial? No, ni siquiera necesito que me respondas, Adam Smith.
La prosodia de sus palabras rezuma un desprecio ideológico tan grande como el cansancio de un alma. La violencia siempre, siempre, es la respuesta cuando se llega a este punto.-. Este es el poder que tú nunca alcanzarás, mocoso.
No hay motivos para seguir con el esfuerzo. Es escuchar la canción una vez más; enfrentarme a mí propia ausencia. Es estar solo. Es ser maltratado. Es una risa de desprecio ante un problema demasiado real. Es saber que no puedo cambiar. Es una dentellada, es la milésima antes de chocar; saber que los matones te rodean desde cada esquina. Es el edificio cayendo bajo mis pies; la llamarada que cubre el único camino. Estar encerrado en un ataúd; ser arrojado al foso de ratas.Madre Madre va a volver a pegarme, y no puedo hacer nada.
Caigo antes de recuperar mi esencia, antes de forzarme a recuperarla. Mi rodilla está clavada en el suelo, mi estómago ha cesado en su digestión, mi cuello llora como si hubiera hecho mil flexiones. Aún no he metabolizado agua suficiente para orinarla, por suerte; podría enfadarle más.
- Ahora, responderás mis preguntas. Te ofrecí irte, pero te negaste. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué viniste a mi tienda? Tienes solo 5 segundos para responder o te mataré.- Habla en verdades, en promesas que no olvidará ni pospondrá.- Si siento que me mientes, te mataré. Si siento que no tiene coherencia, te mataré. Si siento algo extraño, te mataré.
Una pequeña ventana de posibilidades, enmarcada con condicionales muy claros. Puedo salir, puedo vivir… Pero no sé dónde estaré tras atravesarla. Así es la vida.
- Estoy de paso, siempre viajando entre mis misiones. Hago turismo, hoy no tengo misión asignada. Quería tener un den-den para poder comunicarme como hace todo el mundo. Tengo la idea de preguntar al gobierno como uno deja de ser esclavo dada una…- me encojo, ya han pasado cinco segundos-. Hay una mujer que me parece sospechosa.
Cada silbido neumático parece acompañar a mi corazón, como un bombeo auxiliar que se agolpa en mis oídos, en mi pecho. Algo ha crujido fuera de mi propia persona, pero se expande como un tambor de desfile en mis pulmones.
- ¿Acaso nunca te han enseñado a respetar a los mayores?- pronuncia, como una bestia, como un monstruo. Mi visión sufre el efecto de túnel, ahora nada importa salvo él.- ¿Sabes lo sencillo que me es acabar con tu insignificante…, penosa… e inútil vida?
Va a matarme, voy a morir. Cada segundo es enfrentarse a la pérdida de equilibrio sobre la cuerda suspendida en el vacío; es perder el apoyo cuando te asomas por la ventana; es estar atrapado con un yagara en un diminuto establo.
- ¿Instando al suicidio? ¿Eso es lo que debería hacer alguien del Gobierno Mundial? No, ni siquiera necesito que me respondas, Adam Smith.
La prosodia de sus palabras rezuma un desprecio ideológico tan grande como el cansancio de un alma. La violencia siempre, siempre, es la respuesta cuando se llega a este punto.-. Este es el poder que tú nunca alcanzarás, mocoso.
No hay motivos para seguir con el esfuerzo. Es escuchar la canción una vez más; enfrentarme a mí propia ausencia. Es estar solo. Es ser maltratado. Es una risa de desprecio ante un problema demasiado real. Es saber que no puedo cambiar. Es una dentellada, es la milésima antes de chocar; saber que los matones te rodean desde cada esquina. Es el edificio cayendo bajo mis pies; la llamarada que cubre el único camino. Estar encerrado en un ataúd; ser arrojado al foso de ratas.
Caigo antes de recuperar mi esencia, antes de forzarme a recuperarla. Mi rodilla está clavada en el suelo, mi estómago ha cesado en su digestión, mi cuello llora como si hubiera hecho mil flexiones. Aún no he metabolizado agua suficiente para orinarla, por suerte; podría enfadarle más.
- Ahora, responderás mis preguntas. Te ofrecí irte, pero te negaste. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué viniste a mi tienda? Tienes solo 5 segundos para responder o te mataré.- Habla en verdades, en promesas que no olvidará ni pospondrá.- Si siento que me mientes, te mataré. Si siento que no tiene coherencia, te mataré. Si siento algo extraño, te mataré.
Una pequeña ventana de posibilidades, enmarcada con condicionales muy claros. Puedo salir, puedo vivir… Pero no sé dónde estaré tras atravesarla. Así es la vida.
- Estoy de paso, siempre viajando entre mis misiones. Hago turismo, hoy no tengo misión asignada. Quería tener un den-den para poder comunicarme como hace todo el mundo. Tengo la idea de preguntar al gobierno como uno deja de ser esclavo dada una…- me encojo, ya han pasado cinco segundos-. Hay una mujer que me parece sospechosa.
- OFF:
- Hay detallitos así metafóricos que he ido poniendo en el moderado de la vida de Adam con su madre (la que le hace como es, explotando el trastorno de tipo austista a un extremo malo maligno cruel crueligno.) Tb hay referencias a diarios, daños y escenas importantes. Que mi pj no usa así muchas metáforas cuando habla con la gente, porque no saben si extrapolan el significado, aunqeu apra si mismo es un recurso útil (Frase que he usado en otro sitio, no recuerdo cuál)
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Te escucha con atención. Camina de un lado a otro, examinando tu cuerpo y casi pareciera que busca el mejor punto donde partir a hacerte sentir dolor. Con su mano derecha, juega con sus utensilios, dudando cual debería emplear primero. No dice nada y usando una tijera, corta en dos tu camiseta y deja tu torso al aire. Sentiste el frío metal pasar por tu piel. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Coloca las tijeras en la bandeja y se vuelve a sentar. Suelta un suspiro tranquilo. Analiza tu cuerpo, de arriba abajo y te mira con una mirada gélida, sin emociones. ¿Cómo piensas escapar? Cruza sus brazos y sus piernas. Se mantiene inmutable y casi pareciera que te cree. Casi.
– ¿Sospechosa? – habla con absoluta naturalidad. – ¿Te refieres a ella? – la hermosa figura de la joven que te atendió hace un rato, baja por las escaleras. – Supongo que eso no lo veías venir, ¿verdad? – sonríe de forma tranquila. La joven se gana a su lado y le pasa unos cuantos papeles, el anciano los hojea un rato y luego ríe de forma suave. – Eres alguien listo, pero, a la vez, un idiota. Mitsuki, puedes quitarte eso – ella asiente y deja sus “cicatrices” en la mesa. Piel de muy buena calidad, normal que cayeras en el engaño. – En fin… Eres un debilucho, un bueno para nada. ¿Qué podría hacer contigo? – se pregunta. – Torturarte y ver que tanto sabes suena bien, pero nunca fue mi estilo. Matarte no me traería ningún beneficio – dice, mira a Mitsuki y luego a ti. – Así que… Te propongo algo – se levanta y agarra, de sus utensilios, una especie de sierra chica. – Te haré 5 preguntas. Si te equivocas, pierdes un dedo y, posiblemente, te mataré luego de ello.
Mitsuki se sienta en la silla y te mira con cierta cautela. El ambiente no se ha relajado, de hecho, esta más cargado que antes. El anciano se acerca a ti, sierra en mano. Una sonrisa tétrica se forma en su rostro y luego de unos segundos, vuelve a hablar.
– ¿Cuál crees que es el fin del hombre? – Pregunta. Entiendes, casi de inmediato, que no existe una respuesta correcta… Y estás seguro que él también lo sabe. En fin, viendo tus opciones y que está vez no hay límite de tiempo, puedes pensarlo un poco. Recuerda que uno de tus dedos está en juego.
– ¿Sospechosa? – habla con absoluta naturalidad. – ¿Te refieres a ella? – la hermosa figura de la joven que te atendió hace un rato, baja por las escaleras. – Supongo que eso no lo veías venir, ¿verdad? – sonríe de forma tranquila. La joven se gana a su lado y le pasa unos cuantos papeles, el anciano los hojea un rato y luego ríe de forma suave. – Eres alguien listo, pero, a la vez, un idiota. Mitsuki, puedes quitarte eso – ella asiente y deja sus “cicatrices” en la mesa. Piel de muy buena calidad, normal que cayeras en el engaño. – En fin… Eres un debilucho, un bueno para nada. ¿Qué podría hacer contigo? – se pregunta. – Torturarte y ver que tanto sabes suena bien, pero nunca fue mi estilo. Matarte no me traería ningún beneficio – dice, mira a Mitsuki y luego a ti. – Así que… Te propongo algo – se levanta y agarra, de sus utensilios, una especie de sierra chica. – Te haré 5 preguntas. Si te equivocas, pierdes un dedo y, posiblemente, te mataré luego de ello.
Mitsuki se sienta en la silla y te mira con cierta cautela. El ambiente no se ha relajado, de hecho, esta más cargado que antes. El anciano se acerca a ti, sierra en mano. Una sonrisa tétrica se forma en su rostro y luego de unos segundos, vuelve a hablar.
– ¿Cuál crees que es el fin del hombre? – Pregunta. Entiendes, casi de inmediato, que no existe una respuesta correcta… Y estás seguro que él también lo sabe. En fin, viendo tus opciones y que está vez no hay límite de tiempo, puedes pensarlo un poco. Recuerda que uno de tus dedos está en juego.
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- OFF:
- OFF: Que raro, no había visto lo de la sala crucifixión y eso. Y mira que copio los post enteros de moderación en el Word por tenerlos más a manos, quizás ha sido ese momento de tú subirlo y yo copiarlo la versión anterior. Me ha extrañado tela, marinera (sobre todo porque omitía lo de la silla y tal) aunque no ha variado el desarrollo del rol.
Este es el párrafo que se había omitido:
Despiertas en una habitación oscura y encadenado a una cruz. Mantienes tus extremidades, pero parece que todo va de mal en peor. A tu izquierda, diversos utensilios para torturarte. El viejo prende una pequeña lámpara y notas que estas debajo de la tienda. ¿Razón? No hay ventanas y no tuvo tiempo suficiente para llevarte a otro lado. Se acerca a ti con una sonrisa y se sienta en una silla, con brazos y piernas cruzados. Suspira y te mira, analizándote de forma fría... Casi buscando una manera de romperte en mil pedazos. Luego de un largo silencio, habla
El resto, estaba.
¿Dónde estoy? Me he apresurado a contestarle sin realizar un análisis previo.
Análisis: Sala de torturas equipada con utensilios de corte y extorsión física. Estoy crucificado. No hay referentes de posición con respecto al entorno. La pequeña luz de la lámpara ilumina las paredes del mismo patrón estructural que el edificio donde me encontraba antes, podría ser el mismo. ¿Me ha llevado hasta un entorno similar? Es bastante probable que sea el sótano del mismo local. Juguetea con los utensilios. Me analiza, analiza los metadatos.
¿Qué puede ver en mí?
Se acerca a mí tomando las tijeras. ¿Va a matarme? No, me desnuda el torso con un rápido corte a través de mi camisa, ahora se abre como una chaqueta. El frío metal roza mi cuerpo sin dañarlo, pero porque él no ha querido dañarme.
Él está en pleno control de la situación; de mí. Le agrada esa sensación de poder. Sabe hacer su trabajo… ¿Cuánto de él es verdad? ¿En qué datos puedo confiar?
Se sienta en una silla, quizás la imagina como un trono.
El tiempo pasa, sin que realice ninguna acción de aceptación de mi respuesta. Cuando analizo su lenguaje corporal, que se cierra en banda con el cruzar de brazos y de piernas, sé que no me libraré de esta prisión tan fácilmente.
No hay tiempo en este espacio, tan sólo la impotente espera de un lento reloj de arena; el esperar a que traigan la comida que has pedido hace ya demasiado rato, cuando ya han servido a los que han llegado después de ti. El tiempo, realmente, no ha variado, pero mi percepción, voluble por mi cuerpo orgánico, sí.
- ¿Sospechosa? ¿Te refieres a ella?- la criatura referenciada baja por las escaleras tras él.-. Supongo que eso no lo veías venir, ¿verdad?- he de admitir que no se encontraba en mi rango de posibilidades. ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? Mis ojos la recorren un instante antes de volver al vacío frente a mí. Sigo encogido, lo que me permite la escasa maniobrabilidad, ¿qué puedo hacer si no?
La muchacha le da unos papeles al anciano, agradeciendo mi presencia, o más bien la sensación divertida que le produce mi situación, con una pequeña risilla.
- Eres muy listo, pero, a la vez, un idiota- continúa el encargado de la tienda-. Mitsuki, puedes quitarte eso- ella obedece, como una complaciente esclava, para demostrar que no lo es; se quita una prótesis, probablemente de algún material plástico, que emulaba perfectamente el tejido cicatricial.-. En fin…, eres un debilucho, un bueno para nada. ¿Qué podría hacer contigo?- comienza el teatro. ¿Cuál es el propósito de hacerse preguntas retóricas más que la de encontrar una respuesta correspondiente, pero que no responde, a estas preguntas? Todo es un teatro.-. Torturarte y ver que tanto sabes suena bien, pero nunca fue mi estilo. Matarte no me traería ningún beneficio- busca la complicidad de su compañera con una mirada-. Así que… te propongo algo- me dice levantándose de la silla cuya lejanía no importa para seguir sintiendo su presencia sobre mí. El anciano toma una pequeña sierra de la bandeja, útil para mantener las herramientas cerca del lugar de trabajo, amenazándome implícitamente con ella-. Te haré cinco preguntas. Si te equivocas, pierdes un dedo y, posiblemente, te mataré luego de ello.
Comienzo a volver a mi posición normal. Ha acotado otra salida de esta situación. Además…, es inútil que me encoja, no puedo huir así.
Adelante, anciano.
– ¿Cuál crees que es el fin del hombre?
Eso es sencillo.
- El fin del hombre es morir, como es el fin de todo ser..., vivo, claro…- A menos que…-. Si te refieres al propósito del hombre, es vivir. Buscarle un propósito a la vida tiene muchas… variables, tanto impuestas por uno mismo como por el entorno; vivir es un propósito en sí mismo.
¿Quizás hubiera quedado mi alegato más profundo sin explicaciones?
“El fin de todo hombre es morir, su propósito, vivir”.
Sí, probablemente, pero no se me dan bien las palabras.
De todas formas no puedes fallar en una pregunta de creencia. Claro que toda respuesta se basa en una creencia, respaldada en mayor o menor medida con un conocimiento que consideramos real…
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– Una respuesta demasiado sencilla y robótica. Esperaba algo más de ti… – suspira con resignación. – Respuesta incorrecta, me temo – dice con una sonrisa tétrica. Sus ojos se ensombrecen. Con determinación, rebana tu dedo corazón de la mano izquierda. La sangre salpica y te duele horrores. ¿Te desmayarás? Nah, no creo que seas tan débil. – ¿Por qué tiene que ser tan esquemático? ¿Encontrar un propósito? Todos los humanos tienen un propósito. Lo camuflan en sueños o metas, ideales o creencias – toma una ligera pausa y se vuelve a sentar. Mitsuki, por otro lado, coloca una toalla en el dedo para que no te desangres… O no mucho. – Ser el Rey de los Piratas, derrotar la maldad, defender la justicia, cambiar al Gobierno Mundial, matar a cualquiera que se cruce en el camino – su tono es impasible y sereno. – Lo que se te ocurra. ¿Buscar un propósito, dices? Ya los tienen. Vienen por defecto dependiendo de qué pasa en tu vida, de tu pasado, vaya – vuelve a suspirar y agacha la mirada. La sierra sigue goteando tu sangre y Mitsuki ya tiene en su mano tu dedo, aunque luego lo deja en un pequeño recipiente con hielo. – El fin del hombre y es una verdad innegable, es ser feliz o, en su defecto, que su muerte tenga algún sentido. No es tan banal como solo morir o buscar un propósito de su propia existencia – sonríe con calma y te mira. – 4 preguntas y 9 dedos… A este ritmo, perderás todos los de una mano.
Se levanta y da vueltas a tu alrededor. Si mueves tu mano derecha, notaras que el agarre está un poco flojo respecto al de los demás. Quizá con la fuerza suficiente… Pero, ¿si te escapas tienes algún plan? Ese anciano te derrotó sin moverse de su sitio y con una facilidad pasmosa. Podrías cortarte la lengua y suicidarte… Pero nah, no creo que consideres eso como una opción, ¿o sí? En fin, el anciano lava la sierra en un pequeño lavabo y vuelve a quedar reluciente; lista y dispuesta para la siguiente carnicería. Mitsuki, por otro lado, te mira con cierta… Preocupación. Casi diría que está tratando de decirte algo o solo es que el dolor y la pérdida de sangre te hacen delirar.
– Siguiente pregunta y, por lo que más quieras, piensa un poco más – te dice en un tono arrogante y bastante seguro. – ¿Qué es la justicia? ¿Son, verdaderamente, los piratas los malos y los marines los buenos? ¿Es correcto los métodos que usa el Gobierno Mundial? ¿Dónde está la línea entre el bien y el mal? ¿Quién pone ese límite? – vaya… Estas son difíciles. – Sí, todas son una sola pregunta. El fin es el mismo, vaya – aclara. – Responde, Adam Smith. – Finaliza mientras con la sierra pasa el lado sin filo por tu pecho desnudo. Esta fría.
Se levanta y da vueltas a tu alrededor. Si mueves tu mano derecha, notaras que el agarre está un poco flojo respecto al de los demás. Quizá con la fuerza suficiente… Pero, ¿si te escapas tienes algún plan? Ese anciano te derrotó sin moverse de su sitio y con una facilidad pasmosa. Podrías cortarte la lengua y suicidarte… Pero nah, no creo que consideres eso como una opción, ¿o sí? En fin, el anciano lava la sierra en un pequeño lavabo y vuelve a quedar reluciente; lista y dispuesta para la siguiente carnicería. Mitsuki, por otro lado, te mira con cierta… Preocupación. Casi diría que está tratando de decirte algo o solo es que el dolor y la pérdida de sangre te hacen delirar.
– Siguiente pregunta y, por lo que más quieras, piensa un poco más – te dice en un tono arrogante y bastante seguro. – ¿Qué es la justicia? ¿Son, verdaderamente, los piratas los malos y los marines los buenos? ¿Es correcto los métodos que usa el Gobierno Mundial? ¿Dónde está la línea entre el bien y el mal? ¿Quién pone ese límite? – vaya… Estas son difíciles. – Sí, todas son una sola pregunta. El fin es el mismo, vaya – aclara. – Responde, Adam Smith. – Finaliza mientras con la sierra pasa el lado sin filo por tu pecho desnudo. Esta fría.
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Se pronuncia.
– Una respuesta demasiado sencilla y robótica. Esperaba algo más de ti…- suspira, como un corto lamento-. Respuesta incorrecta, me temo.
¿Incorrecta?
La sierra describe un único paso con sus dientes por mi hueso. La vibración que noto tras pasar la carne se expande resonando por mi brazo…, luego llega el dolor.
La palpitación de la herida no se corresponde rítmicamente con los chorros de sangre que se lanzan a más de veinte centímetros. Me arde, no sólo el dedo, si no la mano entera. Mi cerebro se ve asediado por la señal de un daño terriblemente perjudicial. Convulsiono en un inútil intento de escapar de la sensación.
- ¿Por qué tienes que ser tan esquemático? ¿Encontrar un propósito? Todos los humanos tienen un propósito. Lo camuflan en sueños o metas, ideales o creencias- se sienta con cierto cansancio, como si se dejara caer sobre la silla.
La chica se apresura para atender mi hemorragia, aplica un paño limpio con una presión insuficiente para detenerla, pero válida para frenarla un poco.
- Ser el Rey de los Piratas, derrotar la maldad, defender la justicia, cambiar al Gobierno Mundial, matar a cualquiera que se cruce en el camino…- dice desde su silla, con la tranquilidad de alguien ileso-. Lo que se te ocurra. ¿Buscar un propósito, dices? Ya los tienen. Vienen por defecto dependiendo de qué pasa en tu vida; de tu pasado, vaya- otro suspiro, una introspección más.
La mujer ha tomado mi falange amputada, colocándola dentro de una metálica caja llena de hielo. ¿Qué van a hacer con mi dedo? ¿Se lo comerán? ¿Lo conservarán para algo?
Mi respiración es agitada; mi visión, de túnel. Me duele.
- El fin del hombre, y es una verdad innegable, es ser feliz, o, en su defecto, que su muerte tenga algún sentido. No es tan banal como solo morir o buscar un propósito de su propia existencia- me sonríe, con la misma serenidad que ha demostrado desde el inicio del corte.- Cuatro preguntas y nueve dedos… A este ritmo, perderás todos los dedos de una mano.
Se levanta y vuelve a rondarme. A cada paso, la fina sierra deja caer una gota más de mi preciado líquido. El suelo está encharcado, pero eso debemos atribuírselo, no al instrumento, sino a mi mano… Aunque originalmente deberíamos atribuírselo al objeto, supongo.
Mi convulsión inicial, respuesta del propio dolor y daño, parece haber aflojado las ataduras de mi, intacta, por ahora, mano derecha.
El anciano se acerca a la pared, a un pequeño e higiénico lavabo, para limpiar su instrumento. Espero que sea agua esterilizada. La chica no aparta la mirada de mi persona, su gesto no es morboso… pero sigue mirando. ¿Qué quiere? ¿Qué piensa? ¿Qué siente?
Estoy… cansándome… Pierdo demasiada sangre…
- Siguiente pregunta y, por lo que más quieras, piensa un poco más- dice con el tono de los que se creen superiores mientras se acerca. Es él quien se ha equivocado, mi respuesta era correcta.-. ¿Qué es la justicia? ¿Son, verdaderamente los piratas los malos y los marines los buenos? ¿Son correctos los métodos que usa el Gobierno Mundial? ¿Dónde está la línea entre el bien y el mal? ¿Quién pone ese límite?- Bien, podré responder las cuatro preguntas rápidamente y puede que me deje salir de…- Sí, todas son una sola pregunta – No, no lo son, pero para ti valen como una sola pregunta.-. El fin es el mismo- se excusa-. Responde, Adam Smith.
Apoya el envés de la sierra sobre mi pecho desnudo, como un reflejo sádico.
Es fácil… pero… ¿Debería contestarle lo que yo pienso, o lo que él tiene como “correcto”?
La premisa… tiene una acotación… clara.
- La justicia es un constructo, una medida creada por un animal social para justificar sus actos y lo que le pasa. La determinación de bueno o malo depende de un sistema de referencia, e incluso dentro de este sistema de referencia parece haber un equilibrio según los actos en el tiempo. Lo mismo se aplica, éticamente, para el gobierno mundial… Si lo vemos de manera práctica – digo en referencia a correcto como apropiado para una situación-tendrían que evaluarse los resultados en cada caso. La línea del bien y el mal la pone uno mismo, consciente, inconscientemente o, incluso, subconscientemente. Estos parámetros están determinados por cada individuo; sociedad; patrones cerebrales, que a su vez están determinados en gran parte por el genoma y por la crianza… - demasiado.- … etcétera, etcétera.
Voy a perder otro dedo, ¿verdad?
– Una respuesta demasiado sencilla y robótica. Esperaba algo más de ti…- suspira, como un corto lamento-. Respuesta incorrecta, me temo.
¿Incorrecta?
La sierra describe un único paso con sus dientes por mi hueso. La vibración que noto tras pasar la carne se expande resonando por mi brazo…, luego llega el dolor.
La palpitación de la herida no se corresponde rítmicamente con los chorros de sangre que se lanzan a más de veinte centímetros. Me arde, no sólo el dedo, si no la mano entera. Mi cerebro se ve asediado por la señal de un daño terriblemente perjudicial. Convulsiono en un inútil intento de escapar de la sensación.
- ¿Por qué tienes que ser tan esquemático? ¿Encontrar un propósito? Todos los humanos tienen un propósito. Lo camuflan en sueños o metas, ideales o creencias- se sienta con cierto cansancio, como si se dejara caer sobre la silla.
La chica se apresura para atender mi hemorragia, aplica un paño limpio con una presión insuficiente para detenerla, pero válida para frenarla un poco.
- Ser el Rey de los Piratas, derrotar la maldad, defender la justicia, cambiar al Gobierno Mundial, matar a cualquiera que se cruce en el camino…- dice desde su silla, con la tranquilidad de alguien ileso-. Lo que se te ocurra. ¿Buscar un propósito, dices? Ya los tienen. Vienen por defecto dependiendo de qué pasa en tu vida; de tu pasado, vaya- otro suspiro, una introspección más.
La mujer ha tomado mi falange amputada, colocándola dentro de una metálica caja llena de hielo. ¿Qué van a hacer con mi dedo? ¿Se lo comerán? ¿Lo conservarán para algo?
Mi respiración es agitada; mi visión, de túnel. Me duele.
- El fin del hombre, y es una verdad innegable, es ser feliz, o, en su defecto, que su muerte tenga algún sentido. No es tan banal como solo morir o buscar un propósito de su propia existencia- me sonríe, con la misma serenidad que ha demostrado desde el inicio del corte.- Cuatro preguntas y nueve dedos… A este ritmo, perderás todos los dedos de una mano.
Se levanta y vuelve a rondarme. A cada paso, la fina sierra deja caer una gota más de mi preciado líquido. El suelo está encharcado, pero eso debemos atribuírselo, no al instrumento, sino a mi mano… Aunque originalmente deberíamos atribuírselo al objeto, supongo.
Mi convulsión inicial, respuesta del propio dolor y daño, parece haber aflojado las ataduras de mi, intacta, por ahora, mano derecha.
El anciano se acerca a la pared, a un pequeño e higiénico lavabo, para limpiar su instrumento. Espero que sea agua esterilizada. La chica no aparta la mirada de mi persona, su gesto no es morboso… pero sigue mirando. ¿Qué quiere? ¿Qué piensa? ¿Qué siente?
Estoy… cansándome… Pierdo demasiada sangre…
- Siguiente pregunta y, por lo que más quieras, piensa un poco más- dice con el tono de los que se creen superiores mientras se acerca. Es él quien se ha equivocado, mi respuesta era correcta.-. ¿Qué es la justicia? ¿Son, verdaderamente los piratas los malos y los marines los buenos? ¿Son correctos los métodos que usa el Gobierno Mundial? ¿Dónde está la línea entre el bien y el mal? ¿Quién pone ese límite?- Bien, podré responder las cuatro preguntas rápidamente y puede que me deje salir de…- Sí, todas son una sola pregunta – No, no lo son, pero para ti valen como una sola pregunta.-. El fin es el mismo- se excusa-. Responde, Adam Smith.
Apoya el envés de la sierra sobre mi pecho desnudo, como un reflejo sádico.
Es fácil… pero… ¿Debería contestarle lo que yo pienso, o lo que él tiene como “correcto”?
La premisa… tiene una acotación… clara.
- La justicia es un constructo, una medida creada por un animal social para justificar sus actos y lo que le pasa. La determinación de bueno o malo depende de un sistema de referencia, e incluso dentro de este sistema de referencia parece haber un equilibrio según los actos en el tiempo. Lo mismo se aplica, éticamente, para el gobierno mundial… Si lo vemos de manera práctica – digo en referencia a correcto como apropiado para una situación-tendrían que evaluarse los resultados en cada caso. La línea del bien y el mal la pone uno mismo, consciente, inconscientemente o, incluso, subconscientemente. Estos parámetros están determinados por cada individuo; sociedad; patrones cerebrales, que a su vez están determinados en gran parte por el genoma y por la crianza… - demasiado.- … etcétera, etcétera.
Voy a perder otro dedo, ¿verdad?
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El anciano te mira impasible con una sonrisa en su rostro. Nota tu dolor y lo está disfrutando… Se nota, poco, pero se nota. Pasa su sierra a la otra mano y mira a Mitsuki con calma. Suspira con pesadez y pasa el acero de aquel instrumento por tu torso desnudo. Está helado… Pero no creo que estés para sentir alguna otra sensación. Finalmente, terminas de hablar y él se queda mirándote y da una vuelta por el sitio. No habla, solo se queda pensando y murmura unas cosas inteligibles, finalmente, vuelve a su silla y te mira de forma diferente… Notas algo de empatía y comprensión. ¿Será verdad?
– Puede ser que tengas razón, así que te la daré por correcta. Salvaste uno de tus dedos, enhorabuena – dice con marcada ironía en su última palabra. – Aunque, debes tener en consideración una cosa – toma una ligera pausa y te mira. – Niños que nunca han visto la paz y niños que nunca han visto la guerra, tienen diferentes valores. Es importante para tú trabajo, si decido dejarte vivo, que lo tengas en cuenta – se toma unos segundos y notas en su mano un vaso pequeño que tiene un poco de agua. – En fin, sigamos. ¿Te parece? Bien, sigamos. – Dice, confirmándose de su propia idea. Llevará esto hasta las últimas consecuencias y cumplirá su palabra, aunque sea lo último que haga.
Se toma su tiempo. Bebe un poco de agua y vas notando como es que la sangre deja de salir. El paño, antes blanco, estaba bañado en tu propia sangre, pero has salvado un dedo… En verdad, felicidades. Mitsuki cambia el paño y ese lo tira a un basurero. Te sigue mirando… ¿Qué querrá? En fin, el viejo tose, chasquea sus dedos con ritmo y tararea una canción. La conoces… Binks No Sake, imposible no conocerla, es cantada en cada taberna de mala muerte.
– Siguiente pregunta – dice, finalmente. – ¿Quién lleva la razón, el Gobierno Mundial o el Ejército Revolucionario? ¿La Justicia Absoluta o la libertad? – pregunta trampa… Eres un agente del gobierno, lo sabe… ¿Habrá alguna respuesta correcta en esta ocasión? ¿Aún no eres capaz de analizar al viejo? Ya debes saber algo… Quizá esa sea la llave para salir con vida y con dedos. – Quedan dos más… Pero lo mismo me aburres y te mato antes. Has de esto interesante, Adam Smith. – Te dice con tranquilidad.
– Puede ser que tengas razón, así que te la daré por correcta. Salvaste uno de tus dedos, enhorabuena – dice con marcada ironía en su última palabra. – Aunque, debes tener en consideración una cosa – toma una ligera pausa y te mira. – Niños que nunca han visto la paz y niños que nunca han visto la guerra, tienen diferentes valores. Es importante para tú trabajo, si decido dejarte vivo, que lo tengas en cuenta – se toma unos segundos y notas en su mano un vaso pequeño que tiene un poco de agua. – En fin, sigamos. ¿Te parece? Bien, sigamos. – Dice, confirmándose de su propia idea. Llevará esto hasta las últimas consecuencias y cumplirá su palabra, aunque sea lo último que haga.
Se toma su tiempo. Bebe un poco de agua y vas notando como es que la sangre deja de salir. El paño, antes blanco, estaba bañado en tu propia sangre, pero has salvado un dedo… En verdad, felicidades. Mitsuki cambia el paño y ese lo tira a un basurero. Te sigue mirando… ¿Qué querrá? En fin, el viejo tose, chasquea sus dedos con ritmo y tararea una canción. La conoces… Binks No Sake, imposible no conocerla, es cantada en cada taberna de mala muerte.
– Siguiente pregunta – dice, finalmente. – ¿Quién lleva la razón, el Gobierno Mundial o el Ejército Revolucionario? ¿La Justicia Absoluta o la libertad? – pregunta trampa… Eres un agente del gobierno, lo sabe… ¿Habrá alguna respuesta correcta en esta ocasión? ¿Aún no eres capaz de analizar al viejo? Ya debes saber algo… Quizá esa sea la llave para salir con vida y con dedos. – Quedan dos más… Pero lo mismo me aburres y te mato antes. Has de esto interesante, Adam Smith. – Te dice con tranquilidad.
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Disfruta de mi dolor, puedo verlo en la comisura de sus labios y en sus pupilas distendidas..., pero en ningún lugar más.
¿Qué hace de la violencia algo tan… satisfactorio? Sé la respuesta, ya me he hecho esa pregunta mucho antes de este momento.
Juguetea con su sierra, y tras una tranquila mirada a su compinche suspira desganado. Me roza con el envés del frío instrumento. De nuevo, la sensación poco importa frente al tambor de mis oídos y en mi mano. El dolor es rítmico, palpitante y ensordecedor frente a cualquier otro estímulo.
Mi respuesta crea en él otra; algo de mí en él despierta, susurra y murmura en su oído algo que le hace pensar. Tras sentarse puedo apreciar en su rostro que el sadismo ha disminuido; que la empatía aumenta.
Ya podría escuchar mis palabras antes de cortarme un dedo. Quizás sea culpa mía, seguramente lo sea. Al fin y al cabo, nunca se me han dado bien las palabras.
– Puede ser que tengas razón, así que te la daré por correcta. Salvaste uno de tus dedos, enhorabuena- escupe irónicamente la felicitación-. Aunque, debes tener en consideración una cosa…- sus ojos encuentran a los míos que nunca le habían abandonado-. Niños que nunca han visto la paz y niños que nunca han visto la guerra tienen diferentes valores. Es importante para tu trabajo, si decido dejarte vivo, que lo tengas en cuenta- el tiempo pasa en silencio.
¿Cuándo…? ¿De dónde ha sacado el vaso de agua que sostiene en su diestra?
¿Pierdo la consciencia sin darme cuenta?
¿Qué es la consciencia realmente? ¿Puede uno perderla sabiéndolo acaso? Podría razonarlo después...¿no?
Me duele la cabeza.
- En fin, sigamos. ¿Te parece?- no articulo palabra-. Bien, sigamos…
Para querer seguir tan rápido con el interrogatorio no parece tener muchas ideas de por dónde quiere llevarlo. No habla, sólo bebe.
Y yo desangrándome. Pierde el tiempo mientras la vida se me escapa…
El pañuelo está empapado y pegajoso, las pocas gotas que caen de él ya se han secado en el suelo. ¿Cuánto tiempo ha…?
Mitsuki no parece saber que para impedir una hemorragia no hay que cambiar el paño, tan sólo presionarlo para que la coagulación mantenga agolpada la sangre. Estúpida, estúpida…
- Mitsuki, una hemorragia se detiene con presión y coagulación; son primeros auxilios básicos… Que cambies el pañuelo hace el efecto contrario al de ayudarme… Gracias por tu intención, pero tus actos me perjudican.- comento, dedicándole unos segundos de contacto visual.
Yohohoho… ¡Yohohohó! El viejo tararea Binks no Sake. ¿Por qué? ¿Por qué la gente brinda la bondad en la piratería? Quizás en el inicio no eran… piratas, tan sólo hombres de mar.
- Siguiente pregunta- dice al terminar un verso que canta sin pronunciar- ¿Quién lleva la razón: el Gobierno Mundial o el Ejército Revolucionario? ¿La justicia absoluta o la libertad? Quedan dos más… Pero lo mismo me aburres y te mato antes. Haz de esto interesante, Adam Smith. – concluye con placidez.
Fácil respuesta. Fácil acotación de que el viejo quiere que no sea una mente lógica y fría… Pero soy una mente lógica y fría.
- La respuesta es de la misma índole que la anterior pregunta. La vida no es un problema de matemáticas- por desgracia, y menos mal- , uno determina una razón según el momento. Personalmente creo que el gobierno es una medida estable que apela a la salvaguarda de un sistema que favorece a la mayoría. La revolución, por el lado contrario, apela a la justicia social, algo que carece muchas veces de influencia lógica. Es obvio que un sistema tiene sus fallas, pero cualquier sistema, incluido el Gobierno Mundial, puede cambiarse paulatinamente. La revolución carece de la paciencia y la unión realmente justa… Son personas movidas por sus emociones que quieren una respuesta rápida sin pensar en las consecuencias… Personas que piensan que en vez de hacer ejercicio pueden hacer que se acepte el estar gordo. Personas que al culpar a una, meten a todas las demás en el mismo saco. Lo mismo pasa, de manera diferente y a la vez igual, en el Gobierno mundial. De nuevo, no hay respuesta válida en el sistema. No hay respuesta cuando la “razón” es un término justificante y social, no real.
¿Es esa respuesta lo suficientemente buena, y ambigua, para ti, viejo?
- He de añadir… que en tu primera pregunta me dijiste que qué creía… y no qué es. Me has cortado un dedo de manera “injusta” y sin más razón que la de satisfacer tu ansia de violencia. Es una razón… de todas formas, supongo.
Tengo la lengua suelta y más fuerzas que antes. ¿Es mi cerebro dopando a mi cuerpo ante la falta de vida? ¿Es esto lo que se siente antes de morir?
- Me has infligido un daño sin verdadero propósito. No... Una privación de una falange bajo tu propósito de saber que vas en serio. No me has corregido mi respuesta, no has dicho nada diferente… ¿Por qué no te importa? ¿Por qué ahora sí, o quizá no aún?
Sé las respuestas. Las he pensado durante demasiado tiempo.
Dos preguntas respondidas, dos lanzadas, una en proceso.
¿Qué hace de la violencia algo tan… satisfactorio? Sé la respuesta, ya me he hecho esa pregunta mucho antes de este momento.
Juguetea con su sierra, y tras una tranquila mirada a su compinche suspira desganado. Me roza con el envés del frío instrumento. De nuevo, la sensación poco importa frente al tambor de mis oídos y en mi mano. El dolor es rítmico, palpitante y ensordecedor frente a cualquier otro estímulo.
Mi respuesta crea en él otra; algo de mí en él despierta, susurra y murmura en su oído algo que le hace pensar. Tras sentarse puedo apreciar en su rostro que el sadismo ha disminuido; que la empatía aumenta.
Ya podría escuchar mis palabras antes de cortarme un dedo. Quizás sea culpa mía, seguramente lo sea. Al fin y al cabo, nunca se me han dado bien las palabras.
– Puede ser que tengas razón, así que te la daré por correcta. Salvaste uno de tus dedos, enhorabuena- escupe irónicamente la felicitación-. Aunque, debes tener en consideración una cosa…- sus ojos encuentran a los míos que nunca le habían abandonado-. Niños que nunca han visto la paz y niños que nunca han visto la guerra tienen diferentes valores. Es importante para tu trabajo, si decido dejarte vivo, que lo tengas en cuenta- el tiempo pasa en silencio.
¿Cuándo…? ¿De dónde ha sacado el vaso de agua que sostiene en su diestra?
¿Pierdo la consciencia sin darme cuenta?
¿Qué es la consciencia realmente? ¿Puede uno perderla sabiéndolo acaso? Podría razonarlo después...¿no?
Me duele la cabeza.
- En fin, sigamos. ¿Te parece?- no articulo palabra-. Bien, sigamos…
Para querer seguir tan rápido con el interrogatorio no parece tener muchas ideas de por dónde quiere llevarlo. No habla, sólo bebe.
Y yo desangrándome. Pierde el tiempo mientras la vida se me escapa…
El pañuelo está empapado y pegajoso, las pocas gotas que caen de él ya se han secado en el suelo. ¿Cuánto tiempo ha…?
Mitsuki no parece saber que para impedir una hemorragia no hay que cambiar el paño, tan sólo presionarlo para que la coagulación mantenga agolpada la sangre. Estúpida, estúpida…
- Mitsuki, una hemorragia se detiene con presión y coagulación; son primeros auxilios básicos… Que cambies el pañuelo hace el efecto contrario al de ayudarme… Gracias por tu intención, pero tus actos me perjudican.- comento, dedicándole unos segundos de contacto visual.
Yohohoho… ¡Yohohohó! El viejo tararea Binks no Sake. ¿Por qué? ¿Por qué la gente brinda la bondad en la piratería? Quizás en el inicio no eran… piratas, tan sólo hombres de mar.
- Siguiente pregunta- dice al terminar un verso que canta sin pronunciar- ¿Quién lleva la razón: el Gobierno Mundial o el Ejército Revolucionario? ¿La justicia absoluta o la libertad? Quedan dos más… Pero lo mismo me aburres y te mato antes. Haz de esto interesante, Adam Smith. – concluye con placidez.
Fácil respuesta. Fácil acotación de que el viejo quiere que no sea una mente lógica y fría… Pero soy una mente lógica y fría.
- La respuesta es de la misma índole que la anterior pregunta. La vida no es un problema de matemáticas- por desgracia, y menos mal- , uno determina una razón según el momento. Personalmente creo que el gobierno es una medida estable que apela a la salvaguarda de un sistema que favorece a la mayoría. La revolución, por el lado contrario, apela a la justicia social, algo que carece muchas veces de influencia lógica. Es obvio que un sistema tiene sus fallas, pero cualquier sistema, incluido el Gobierno Mundial, puede cambiarse paulatinamente. La revolución carece de la paciencia y la unión realmente justa… Son personas movidas por sus emociones que quieren una respuesta rápida sin pensar en las consecuencias… Personas que piensan que en vez de hacer ejercicio pueden hacer que se acepte el estar gordo. Personas que al culpar a una, meten a todas las demás en el mismo saco. Lo mismo pasa, de manera diferente y a la vez igual, en el Gobierno mundial. De nuevo, no hay respuesta válida en el sistema. No hay respuesta cuando la “razón” es un término justificante y social, no real.
¿Es esa respuesta lo suficientemente buena, y ambigua, para ti, viejo?
- He de añadir… que en tu primera pregunta me dijiste que qué creía… y no qué es. Me has cortado un dedo de manera “injusta” y sin más razón que la de satisfacer tu ansia de violencia. Es una razón… de todas formas, supongo.
Tengo la lengua suelta y más fuerzas que antes. ¿Es mi cerebro dopando a mi cuerpo ante la falta de vida? ¿Es esto lo que se siente antes de morir?
- Me has infligido un daño sin verdadero propósito. No... Una privación de una falange bajo tu propósito de saber que vas en serio. No me has corregido mi respuesta, no has dicho nada diferente… ¿Por qué no te importa? ¿Por qué ahora sí, o quizá no aún?
Sé las respuestas. Las he pensado durante demasiado tiempo.
Dos preguntas respondidas, dos lanzadas, una en proceso.
- Explanation:
- Me estoy muriendo xD, o probablemente. Por eso la montaña rusa producida por las hormonas que intentan decirle a mi cerebro que no se rinda. Fking falta de sangre.
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El anciano vuelve a suspirar. Te mira con cierto desprecio… No queda lugar a dudas, ya lo aburriste. Se toma su tiempo, sopesando sus posibilidades, sus posibles formas de matarte… Todo. Todo le es absolutamente relativo y ya perdió el interés en ti. Lo notas en su mirada y en como deja, con una suavidad extraña, el vaso en la misma mesa que sus utensilios y, a la vez, deja su sierra. Se estira, tratando de prepararse para dar la estocada final y sin miramientos. ¿Dónde atacará? Puede ser el corazón si quiere una muerte lenta y dolorosa o puede ser directo a la cabeza y acabarte sin dolor. Puede empezar a torturarte de a poco y hacerte morir por un dolor tremendo. Estás. A. Su. Merced.
– No tiene sentido seguir, Adam Smith – te dice mientras agarra un cuchillo carnicero un poco raro… Su filo es como si fueran los dientes de una sierra. – Eres la primera persona que logra aburrirme y me obliga a matarte. Aunque, antes de acabar con tú vida, te contaré un poco de mí y mi historia – se sienta en la silla, apoyando el torso en el respaldo de la silla. Te mira con calma y, poco a poco, su mirada se vuelve un poco más sombría. – Soy parte del ejército revolucionario… O lo era cuando era un poco más joven. Apoyo a ellos traficando armas, drogas, inteligencia… Mi mundo es el bajo mundo, aquel que nadie quiere ver, pero todo el mundo sabe que existe – una sonrisa sombría se dibuja en su rostro. – Alguien como tú, tan lógico, tan frío… Tan inhumano, no sirve para un mundo como este. Ni siquiera logras controlar el poder que tienes en tú interior. Eres un inútil y alguien que busca razones a cualquier cosa.
Se levanta de la silla y de un único movimiento, la rompe en tu cuerpo. Las astillas vuelan en el lugar y sientes como es que el golpe te quita la respiración. Por si fuera poco, algunas astillas se quedaron clavadas en tu pecho. Tienes algunas magulladuras y cortes poco profundos, sale sangre y duele. Una sonrisa sádica sale de su boca, lame el filo del cuchillo con su lengua y su mirada es totalmente siniestra… Es tú fin.
– Me llamaste violento… Pero no lo era, el mundo transforma a la gente y él me transformó. Solo tuviste mala suerte… De toparte con un loco más que este mundo absorbe. Adiós, Adam Smith.
Eleva su cuchillo y dibuja una diagonal. Planea hacerte un solo tajo, bastante profundo en tu pecho y, con eso, acabar de una manera dolorosa vida. Los segundos se detienen y él sigue riendo como maniático… Pero el corte no llega… Explota la sangre, pero no es la tuya. Escuchas un grito ensordecedor y, si no cerraste los ojos, verás al anciano cayendo, a Mitsuki con un cuchillo ensangrentado y ella te mira con cautela.
– Desde el momento en que te vi, supe que serías un problema – te dice con calma. – Pero nunca imaginé que llegarías a esto. Aunque bueno, supongo que es misión completa.
– No tiene sentido seguir, Adam Smith – te dice mientras agarra un cuchillo carnicero un poco raro… Su filo es como si fueran los dientes de una sierra. – Eres la primera persona que logra aburrirme y me obliga a matarte. Aunque, antes de acabar con tú vida, te contaré un poco de mí y mi historia – se sienta en la silla, apoyando el torso en el respaldo de la silla. Te mira con calma y, poco a poco, su mirada se vuelve un poco más sombría. – Soy parte del ejército revolucionario… O lo era cuando era un poco más joven. Apoyo a ellos traficando armas, drogas, inteligencia… Mi mundo es el bajo mundo, aquel que nadie quiere ver, pero todo el mundo sabe que existe – una sonrisa sombría se dibuja en su rostro. – Alguien como tú, tan lógico, tan frío… Tan inhumano, no sirve para un mundo como este. Ni siquiera logras controlar el poder que tienes en tú interior. Eres un inútil y alguien que busca razones a cualquier cosa.
Se levanta de la silla y de un único movimiento, la rompe en tu cuerpo. Las astillas vuelan en el lugar y sientes como es que el golpe te quita la respiración. Por si fuera poco, algunas astillas se quedaron clavadas en tu pecho. Tienes algunas magulladuras y cortes poco profundos, sale sangre y duele. Una sonrisa sádica sale de su boca, lame el filo del cuchillo con su lengua y su mirada es totalmente siniestra… Es tú fin.
– Me llamaste violento… Pero no lo era, el mundo transforma a la gente y él me transformó. Solo tuviste mala suerte… De toparte con un loco más que este mundo absorbe. Adiós, Adam Smith.
Eleva su cuchillo y dibuja una diagonal. Planea hacerte un solo tajo, bastante profundo en tu pecho y, con eso, acabar de una manera dolorosa vida. Los segundos se detienen y él sigue riendo como maniático… Pero el corte no llega… Explota la sangre, pero no es la tuya. Escuchas un grito ensordecedor y, si no cerraste los ojos, verás al anciano cayendo, a Mitsuki con un cuchillo ensangrentado y ella te mira con cautela.
– Desde el momento en que te vi, supe que serías un problema – te dice con calma. – Pero nunca imaginé que llegarías a esto. Aunque bueno, supongo que es misión completa.
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