Francis Vondermont
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Akuma no mi
Varios
~Algunos meses atrás~
‘Aún recuerdo la sensación…libre…no más golpes es lo que habría de ahora en adelante…’
Aquel conjunto de palabras, en especial una de ellas, libre, era lo único que podía decirse a sí mismo desde que había salido de aquella cárcel en la que vivió durante… ¿años? ¿Meses? Por desgracia, había perdido la noción del tiempo, hasta el punto que a veces no recordaba ni su propia edad. Tuvo que haber sido terrible, ¿no? Vivir tanto tiempo atado a una…escoria, era lo único agradable que se le podría decir, obedeciendo sus normas y sus requisitos para poder garantizarse un mísero trozo de carne, ¡y si se portaba bien! A veces, la sociedad no tiene escrúpulos con su gente, y en este caso, Francis fue uno de ellos. Por si no conoces su historia, fue esclavizado en una reyerta acontecida en su isla natal por pertenecer a la raza de los gigantes, por mucho que gritaba que sólo era un hombre como cualquier otro, que no quería problemas. Como esperarás, no se lo creían…
Con facilidad lo llevaron a una isla del norte, dando uso de unas cadenas que especializaron para él, y con mucha más lograron someterle, a modo de un trofeo que le encantaba lucir. Sin embargo, no estamos para hablar de un pasado que ya no puede ser remediado, sino que venimos a tratar con un nuevo presente donde habría nuevas normas, nuevos líderes, capaces de cambiar el mundo. Y sí, Francis se consideraba uno de ellos. Consideraba que era el único capaz de haber roto sus propias cadenas, e incluso lucirlas como un objeto de valor, como señal de superioridad sobre el hombre común. Te preguntarás cómo consiguió tal hito, ¿verdad? Sin entrar en muchos detalles, aprovechó el momento adecuado para salir: un ataque extranjero por aquí, unos cuantos mártires por allá, y en conjunto, un precioso plato de liberación y huida hacia nuevos territorios. Como consecuencia de susodicho ataque, muchos barcos habían sido olvidados, en el sentido de seguridad, siendo una cantidad ínfima la que tenía supervisión de los habitantes. Francis no dudó mucho a la hora de elegir, tenía poco tiempo y necesitaba aprovechar el máximo posible.
De lo que vio, saltó sobre uno y con extrema rapidez desató las cuerdas que le separaban de aquel basto mar, donde nuevas oportunidades se cocían a fuego lento, y con delicadeza. Apenas le dio tiempo a respirar cuando se dio cuenta de que ahora estaba a la deriva. Había sido tal la adrenalina que no tuvo tiempo a orientar la vela, o a comprobar si tenía provisiones, sólo se preocupaba por salir de allí como fuera, ‘Seguro que alguno tiene algo’, se decía antes de la selección, y en efecto, en el que estaba había cosas: un par de frutas, una especie de ropajes del que creía que era su dueño y una pequeña cantidad de dinero, que había sido escondida lo mejor posible, sin éxito probablemente. Por el tamaño del barco, era posible que perteneciera a algún lugareño que estaba tratando de darse a la fuga cuando el ataque, pero que por desgracia ya no haría por haber llegado antes Francis. ‘¿Y ahora qué?’, se preguntaba. Pues la respuesta vino en un momento…y sería capaz de lograr salvarle el culo.
~En la actualidad~
– ¡Y recuerda evitar los problemas! – Decía el capitán del barco, a lo que respondió con un simple gesto con la mano.
Pero bueno, ¿a quién tenemos aquí? Cualquiera diría que estábamos ante cualquier otro que no fuera Francis. En cuestión de meses, había sido capaz de adueñarse de algunas ropas a medida y un par de tonterías, como el enorme objeto que cargaba a sus espaldas, cubierto de vendas, como si tratarse de no enseñarlo. También llevaba gafas de sol, menudo nivel, a diferencia de como estaba antes, claro, siempre en paños menores y dañado por todo su cuerpo. Y sus cadenas, no olvidemos las cadenas que antes usaban a amarrarlo, que ahora servían como una nueva arma, aunque por la superficie de éstas, parecía no usarlas en mucho tiempo…algo raro, porque no era por miedo. Quiero decir, Francis no se amedrenta ante su pasado, sino que le planta cara y lo usa como arma si lo ve conveniente.
De todas formas, vamos a hablar un poco acerca de lo que hacía. Observó el panorama, y lo único a lo que le llegaba la vista eran piedras, árboles y poco más, como mucho, y sin exagerar, lo único vivo que parecía haber es el trozo de saliva que emergió de su boca hasta la fina arena sobre la que caminaba. Miró a la derecha. Miró a la izquierda. Y nada, no hubo nada de nada. Una pequeña sonrisa emergió en su rostro y ello le lanzó a caminar hacia el interior, a profundizar en la isla para comprobar que era cierto lo que decían las historias: que no había seres humanos. ¿Sería posible que hubiera de verdad un lugar donde su virginidad estuviera violada por el paso de Francis? Porque de ser así, sería todo un lujo para sus deseos…y no, no hablo de los sexuales. Bueno, tratemos de centrarnos en lo que andaba haciendo nuestro buen señor…¿caminar? Pues sí, solo caminaba, pero con cierta tranquilidad y calma, como si no solo disfrutase del paseo, como si se preocupara por algo, quizás la presencia de hombres, porque a cada paso que daba se paraba a observar detenidamente el escenario por si había algo que indicara que había mortales en la zona, que no fueran él. Durante los primeros minutos no, apenas había señal de algún otro ser vivo no salvaje, bueno, si no contamos con algunos de los miembros del barco en el que había venido, quienes parecían aprovechar el descanso para hacer el cafre en la playa. Mientras no fueran molestias para él, no tenía necesidad de darlos por eliminados, al fin y al cabo, eran piratas como él, y ello indicaba que afrontaban el costo por la libertad, algo que admiraba. ¿Acabaría logrando Francis su deseo? ¿Encontraría a alguien? Dejemos al tiempo actuar, y que se encargue de la sorpresa.
‘Aún recuerdo la sensación…libre…no más golpes es lo que habría de ahora en adelante…’
Aquel conjunto de palabras, en especial una de ellas, libre, era lo único que podía decirse a sí mismo desde que había salido de aquella cárcel en la que vivió durante… ¿años? ¿Meses? Por desgracia, había perdido la noción del tiempo, hasta el punto que a veces no recordaba ni su propia edad. Tuvo que haber sido terrible, ¿no? Vivir tanto tiempo atado a una…escoria, era lo único agradable que se le podría decir, obedeciendo sus normas y sus requisitos para poder garantizarse un mísero trozo de carne, ¡y si se portaba bien! A veces, la sociedad no tiene escrúpulos con su gente, y en este caso, Francis fue uno de ellos. Por si no conoces su historia, fue esclavizado en una reyerta acontecida en su isla natal por pertenecer a la raza de los gigantes, por mucho que gritaba que sólo era un hombre como cualquier otro, que no quería problemas. Como esperarás, no se lo creían…
Con facilidad lo llevaron a una isla del norte, dando uso de unas cadenas que especializaron para él, y con mucha más lograron someterle, a modo de un trofeo que le encantaba lucir. Sin embargo, no estamos para hablar de un pasado que ya no puede ser remediado, sino que venimos a tratar con un nuevo presente donde habría nuevas normas, nuevos líderes, capaces de cambiar el mundo. Y sí, Francis se consideraba uno de ellos. Consideraba que era el único capaz de haber roto sus propias cadenas, e incluso lucirlas como un objeto de valor, como señal de superioridad sobre el hombre común. Te preguntarás cómo consiguió tal hito, ¿verdad? Sin entrar en muchos detalles, aprovechó el momento adecuado para salir: un ataque extranjero por aquí, unos cuantos mártires por allá, y en conjunto, un precioso plato de liberación y huida hacia nuevos territorios. Como consecuencia de susodicho ataque, muchos barcos habían sido olvidados, en el sentido de seguridad, siendo una cantidad ínfima la que tenía supervisión de los habitantes. Francis no dudó mucho a la hora de elegir, tenía poco tiempo y necesitaba aprovechar el máximo posible.
De lo que vio, saltó sobre uno y con extrema rapidez desató las cuerdas que le separaban de aquel basto mar, donde nuevas oportunidades se cocían a fuego lento, y con delicadeza. Apenas le dio tiempo a respirar cuando se dio cuenta de que ahora estaba a la deriva. Había sido tal la adrenalina que no tuvo tiempo a orientar la vela, o a comprobar si tenía provisiones, sólo se preocupaba por salir de allí como fuera, ‘Seguro que alguno tiene algo’, se decía antes de la selección, y en efecto, en el que estaba había cosas: un par de frutas, una especie de ropajes del que creía que era su dueño y una pequeña cantidad de dinero, que había sido escondida lo mejor posible, sin éxito probablemente. Por el tamaño del barco, era posible que perteneciera a algún lugareño que estaba tratando de darse a la fuga cuando el ataque, pero que por desgracia ya no haría por haber llegado antes Francis. ‘¿Y ahora qué?’, se preguntaba. Pues la respuesta vino en un momento…y sería capaz de lograr salvarle el culo.
~En la actualidad~
– ¡Y recuerda evitar los problemas! – Decía el capitán del barco, a lo que respondió con un simple gesto con la mano.
Pero bueno, ¿a quién tenemos aquí? Cualquiera diría que estábamos ante cualquier otro que no fuera Francis. En cuestión de meses, había sido capaz de adueñarse de algunas ropas a medida y un par de tonterías, como el enorme objeto que cargaba a sus espaldas, cubierto de vendas, como si tratarse de no enseñarlo. También llevaba gafas de sol, menudo nivel, a diferencia de como estaba antes, claro, siempre en paños menores y dañado por todo su cuerpo. Y sus cadenas, no olvidemos las cadenas que antes usaban a amarrarlo, que ahora servían como una nueva arma, aunque por la superficie de éstas, parecía no usarlas en mucho tiempo…algo raro, porque no era por miedo. Quiero decir, Francis no se amedrenta ante su pasado, sino que le planta cara y lo usa como arma si lo ve conveniente.
De todas formas, vamos a hablar un poco acerca de lo que hacía. Observó el panorama, y lo único a lo que le llegaba la vista eran piedras, árboles y poco más, como mucho, y sin exagerar, lo único vivo que parecía haber es el trozo de saliva que emergió de su boca hasta la fina arena sobre la que caminaba. Miró a la derecha. Miró a la izquierda. Y nada, no hubo nada de nada. Una pequeña sonrisa emergió en su rostro y ello le lanzó a caminar hacia el interior, a profundizar en la isla para comprobar que era cierto lo que decían las historias: que no había seres humanos. ¿Sería posible que hubiera de verdad un lugar donde su virginidad estuviera violada por el paso de Francis? Porque de ser así, sería todo un lujo para sus deseos…y no, no hablo de los sexuales. Bueno, tratemos de centrarnos en lo que andaba haciendo nuestro buen señor…¿caminar? Pues sí, solo caminaba, pero con cierta tranquilidad y calma, como si no solo disfrutase del paseo, como si se preocupara por algo, quizás la presencia de hombres, porque a cada paso que daba se paraba a observar detenidamente el escenario por si había algo que indicara que había mortales en la zona, que no fueran él. Durante los primeros minutos no, apenas había señal de algún otro ser vivo no salvaje, bueno, si no contamos con algunos de los miembros del barco en el que había venido, quienes parecían aprovechar el descanso para hacer el cafre en la playa. Mientras no fueran molestias para él, no tenía necesidad de darlos por eliminados, al fin y al cabo, eran piratas como él, y ello indicaba que afrontaban el costo por la libertad, algo que admiraba. ¿Acabaría logrando Francis su deseo? ¿Encontraría a alguien? Dejemos al tiempo actuar, y que se encargue de la sorpresa.
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