Kimura, el pescador [Moderado Kimura - Nivel 4]

El barquito pasa en el agujero que le has hecho a la ola. Efectivamente, os mojáis bastante, pero dado que tienes un arma afilada a punto de degollarte, como que no importa tanto. La sirena se muestra visiblemente sorprendida cuando el agua a su alrededor se dispersa. Durante un instante, su mirada se desvía a su alrededor hacia tus ojos y pierde de vista tu espada y también tu cuello, su objetivo. Esa breve vacilación es suficiente para que hagas tu truco y esquives su lanza. Por un momento parece que tu espada va a partirla en dos limpiamente.

En ese momento, la sirena golpea la embarcación con la cola y tu ataque se desvía. Ella acaba con un feo corte en el hombro antes de sumergirse con un chapuzón. La sangre se mezcla con el agua, mas no tendrás mucho tiempo para deleitarte con ella. Jacob te empuja de golpe hacia un lado de la barca, y justo del punto donde acababas de estar aparece la punta de la lanza de bronce. Al final va a resultar que Jacob es útil y todo.

El cazador desenvaina y hunde su espada en el mar, donde flota la sangre. Bueno, quizás no sea tan útil, porque la sirena ya no está ahí. No deja de moverse a vuestro alrededor, tratando de ensartaros con su lanza por los lados. Luego parece cansarse y opta por otra estrategia. De un potente coletazo, genera una columna de agua tan potente que os lanza volando con barca y todo. Como si estuviese acordado de antemano, los gyojins de la costa, armados con rifles y pistolas, descargan una lluvia de balas sobre vosotros.

El ataque salió bien, no obstante no me esperaba aquél golpe que le dio a la barca, aún así logré herirla lo suficiente como para provocarle un sangrado lo suficientemente abundante como para que se viera marca en el mar. Jacob me apartó de golpe, no le pude estar más agradecido en ese momento, pues de no ser por eso habría acabado ensartado como un pinchito moruno.

Nos vimos obligados a eludir cada uno de aquellos ataques, lo cual no nos dejó otras opciones. La barca comenzaba a inundarse, no me gustaba nada aquella situación. Habríamos caído en las garras de aquella sirena de no ser por que ella misma pareció frustrarse y nos mandó a volar a ambos con un fuerte chorro de agua, una corriente ascendente. Por más que mi haki de observación fuera capaz de ver algo así, no tenía medios para bloquear una habilidad como esa.

Fuimos lanzados, rápidamente sujeté a Jacob con una mano mientras llevaba mi mano hacia uno de los bolsillos, extrayendo un artefacto que nos permitiría mantenernos en el aire el tiempo suficiente. Un artilugio diseñado para volar, pero que dudaba que nos hiciera ascender al llevar el peso de dos personas.

-¡Sujétate Jacob!

Si no se sujetaba él también a mí, dudaba que pudiera protegerle. Estábamos flotando en mirad del aire, canalicé mi ámbito de viento generando una pequeña corriente de aire para que nos desplazase hacia la costa. No estaba demasiado lejana, estaba casi seguro de poder llegar hasta allí.

Pero lo que allí esperaba eran más problemas. Un buen número de enemigos nos apuntaban con armas de fuego, estaba claro lo que iba a ocurrir a continuación, no necesitaba ni utilizar mi haki de observación. Jacob ya se habría encargado de agarrarse a mí, o eso esperaba, pues extendí la mano con la que le había estado sujetando para liberar mi energía y generar un muro solidificado a partir de mi energía, delante de nosotros, de modo que las balas simplemente se chocarían. El muro era lo suficientemente resistente como para que la artillería no lo atravesase, aunque se quedó algo dañado al final de la ráfaga.

-Prepárate para luchar Jacob. Vamos directos a la boca del lobo.

Si todo salía bien aterrizaríamos lo suficientemente próximos a la costa como para no tener que sufrir por las criaturas marinas, estábamos lo suficientemente alto, y el viento lo ajustaba para tratar de evitar tocar el mar. Aunque lo que esperaba en tierra no era nada agradable. Estaba ya preparándome con la mano en la empuñadura de la hoja del caos. Había que darlo todo desde un principio.

Jacob y tu vais directos a la playa. Tu truco con la energía detiene las balas, así que los gyojins deciden correr a la orilla y empuñar las espadas contra vosotros. Jacob se suelta a un metro del suelo y rueda sobre la arena mientras desenvaina la espada con un movimiento casi imperceptible. No pasa ni medio segundo desde que se pone de pie, y ya ha abatido a media docena de esos molestos hombres-pez. Ninguno de ellos es especialmente fuerte, pero se echan sobre vosotros como si el mundo se acabase. Probablemente se acabe para ellos si fracasan y sus líderes los pillan.

La mayoría de los atacantes no tienen nada de especial, aunque hay algunos un tanto peculiares. Un gyojin medusa, con la cabeza bulbosa y transparente, trata de atraparte con sus tentáculos. Cuidado que no te pique; por cierto, dicen que la orina alivia el picor. Un gyojin anguila intenta a su vez enroscarse a tu alrededor. Quizás tu haki te advierta de que piensa soltarte un calambrazo. Un gyojin rape, con una boca enorme y la dentadura que todo espadachín desearía para sí, chasquea las mandíbulas mientras intenta arrancarte un pedazo de cuello. Un gyojin gamba... bueno, no hace gran cosa, pero para que sepas que hay un hombre-gamba por ahí. 

Todos ellos empuñan armas con aspecto de estar hechas con raspas de pescado metálicas: hachas, espadas, ganchos, picas... Aunque no dudan en demostrar que también saben utilizar los puños como expertos. Otros, en cambio, se meten en el agua y usan sus peculiares habilidades para lanzar chorros de agua y pequeñas gotas que vuelan casi con la fuerza de una bala.

La presencia de la sirena también se acerca pero, al estar en tierra, notas como pasa... ¿bajo el suelo? Debe ser uno de esos canales subterráneos inundados. Sería buena idea asumir que ya sabrán todos en la isla que estás ahí. Y, ¿qué es ese ruido tan espantoso? Suenan como pisadas de algo enorme. 

Un par de hombres-pez corren en dirección a la selva, siguiendo las órdenes de avisar al capitán. Parece una jungla bastante inhóspita. Mientras reparte cortes a diestro y siniestro, Jacob se va apartando de la batalla para seguirlos.

Jacob se suelta a poca distancia, al poco me dejé caer también, desenvainando la hoja del caos y la hoja Fiordiana. En esa situación debía darlo todo, por procurar la seguridad de mi compañero y por acabar con todos. Cuando caigo comienzo a blandir las espadas mientras el kenbunshoku haki me alerta de los distintos ataques, por fortuna no son más de los rivales contra los que pueda medirme a la vez.

Una medusa a la que tan solo he de cortarle los tentáculos para que no me alcance, una anguila eléctrica que logro evadir en el último instante y segarle con la hoja de viento sin que la electricidad se canalice a través de ella y me pase factura. Una gamba que pierda la cabeza, literalmente. Son rivales que vienen en gran número, pero en escasez de habilidad y poder.

En ocasiones me toca esquivar o incluso colocar un pequeño muro como había hecho anteriormente para evitar proyectiles, y así hacer que otros atacantes se estrellen y me dejen luchar más relajadamente. Entonces siento la gran presencia de la sirena, pasa por debajo de mí, me fijo en la dirección a la que se aproximan y veo que Jacob va de camino hacia allí, persiguiendo a otros gyojin mientras se adentran en la selva.

-No puedo perder el tiempo aquí. -Murmuro para mis adentros.

Extiendo los brazos mientras con un juego de pies hago girar mi cuerpo, ejecutando un barrido con ambas armas empuñadas. Activo mi ámbito viento potenciado a su máximo esplendor y doy dos vueltas en el mismo gesto. De cada hoja aparece una onda cortante por cada giro, acompañada con mi ámbito de viento cortante. Con eso lo que pretendo es liberar el campo de enemigos, tratar que nos persigan los menos posibles, en ese preciso instante me lanzó hacia el bosque de nuevo, siguiendo a Jacob y la presencia de la sirena, impulsado por mi propio ámbito viento corro con todas mis fuerzas.

-¡Jacob, no vayas solo, esa sirena es peligrosa! ¡Mantengámonos juntos!

Desconocía si Jacob simplemente había ido hacia allí en busca de los gyojin que huían, o si por el contrario había detectado también a la sirena y la estaba siguiendo. En cualquier caso lo peor que podíamos hacer era separarnos.

Spoiler:

Tu ataque te ha librado de un buen número de perseguidores, pues los que no han sido alcanzados por él parecen pensárselo dos veces antes de emprender la carrera tras vosotros dos. Tranquilo, no son más que unas pocas docenas. Un hombre-sardina, dos grandes mujeres con bigotes de siluro, un tipo que parece un pez payaso y un tiburón-martillo con cara de pocos amigos son algunos de tus perseguidores. Menos mal que en tierra no son más rápidos que un ser humano normal.

A tu alrededor, el bosque está plagado de charcos que reflejan la luz entre los árboles. Hay algún que otro mono que salta de acá para allá, y varias lianas que cuelgan como cables rotos. Aunque... si te fijas bien verás que esos charcos son en realidad bastante profundos. De hecho, varios de los gyojins se zambullen en ellos y aparecen por otros más adelante para importunarte. Deben de estar todos comunicados entre sí. O eso, o son mágicos.

Por otro lado, el ruido de grandes pisadas se oye cada vez más cerca. Varios árboles caen uno tras otro cuando aquello que lo provoca se acerca. De repente, por tu izquierda aparece un gigantesco cocodrilo, arrasando con la vegetación a su paso y arrollando a algún que otro hombre-pez al que ha pillado de por medio. La criatura tiene algo en la cabeza, como una protuberancia en forma de plátano. Con un rugido, echa a correr hacia ti para embestirte.

Incluso los propios gyojns se apartan de esas cosa para evitar verse inmiscuidos en su furia. Y se les ve aún más asustados cuando otra criatura surge de uno de los "charcos" más grandes, a unos metros frente a ti. Más adelante, Jacob está lidiando con los feroces ataques un tercer cocodrilo, y otros dos más aparecen a su vez de otras fuentes de agua. Curiosamente, en algunas de las bestias hay jinetes, gyojins que parecen dirigirlos con largos látigos metálicos. A lo lejos puedes sentir una presencia mucho más fuerte que las demás. Quizás sea de aquél hombre que se yergue sobre otro cocodrilo, uno casi el doble de grande que el resto, y rodeado de otros dos bichos de esos. No sé si te suena su cara, quizás haya salido en algún cartel de recompensa o algo así.

Corría hacia adelante, tratando de alcanzar a un Jacob que parecía no escucharme. Los Gyojin iban apareciendo y desapareciendo por aquellos charcos como si se tratase de aquél juego de golpear al topo con un martillo, si tuviera tiempo jugaría con ellos, pero ahora mismo había otra cosa que tenía mayor prioridad, no podía permitirme separarme lo suficiente de Jacob.

Una enorme presencia a mi lateral me hizo ponerme en alerta. Las pisadas hacían vibrar el terreno. Antes de darme cuenta, un gran cocodrilo de unas dimensiones absurdas hizo aparición con intenciones de acabar conmigo de un bocado. Toda la isla era una puñetera trampa. Di un salto lateral acompañado de mi ámbito de viento para esquivar por los pelos aquella mole que se llevó un par de troncos a las fauces.

Observé el terreno, había lianas por todas partes, pero lo más destacable era que ese cocodrilo no era el único. A lo lejos pude ver que el cazarrecompensas estaba combatiendo otro monstruo de aspecto prehistórico. Los gyojin que no han sido arramblados por la bestia comienzan a huir despavoridos. En ese preciso instante comprendí que muy temibles debían ser esas bestias para que incluso los enemigos salgan corriendo. Y lo peor de todo es que aparecieron hasta cinco de ellos.

De un rápido vistazo, mientras continuaba corriendo para no ser alcanzado por otro enemigo, pude ver que algunos de los cocodrilos estaban siendo montados por gyojins. Debían estar manipulándolos de alguna forma, y eso me acababa de dar una gran idea.

-¡Tú, saco de piel! -Grité al que me había embestido para llamar su atención.- Hagámonos unos zapatos nuevos...

Cuando llamé su atención, me había ubicado en la trayectoria entre ese y otra de las criaturas. En ese instante me escondí detrás de uno de los pocos árboles que quedaban y salté, volviendo a sacar el taron volador para elevarme escondido a sus ojos. Cuando sentí que estaba próximo, y había ascendido lo suficiente me dejé caer, con la intención de aterrizar justo encima de él, tratando de ser lo más delicado posible para evitar que se percate de mi presencia. Siento una criatura tan grande, debe tener una piel lo suficientemente gruesa para que no haya notado mi presencia. Y ahora estaba encima de él, corriendo hacia otro, uno de los cuales tenía un jinete a sus lomos.

Arrodillado en la zona superior del cocodrilo me dirigía hacia otro de los cocodrilos, pero obviamente no pensaba permanecer en el momento de un impacto que los propios animales eludirían, y más sabiendo que el jinete me estaba observando. Cuando estábamos próximos, lo único que hice fue saltar a la cabeza e incrustar ambas dos espadas imbuídas en mi haki armadura y ámbito electricidad. Eso haría que la criatura cayera en seco, estrellándose contra el otro, momento el cual aprovecharía la inercia del encuentro para sacar las espadas y dejarme impulsar directamente hacia el gyojin jinete, y golpearle de la misma forma que al cocodrilo. Con esto tendría dos cocodrilos y un jinete menos, quedaban, de los cuales veía uno venir hacia mí, también con un jinete. Tan solo me quedaba una cosa que hacer, aprovecharme de que se pensara que estoy indefenso.

-Tengo la suficiente destreza para encargarme de esto y más, no me probéis de esta forma Gyojins... -Murmuré para mí mismo como gesto de frustración. No hacían más que hacernos perder el tiempo.

Cargué ambas dos espadas de mi energía eléctrica, así como liberé dos de mis técnicas. Flexioné las piernas mientras ponía mis espadas en cruz y cargaba mis piernas, músculos y ojos con mi energía.

-Koto...

Mi velocidad se vio incrementada, así como mis reflejos y agilidad, entre otras cualidad por el Koto senmon. Corrí hacia la criatura, el jinete quedó algo perplejo por mi movimiento, sonrió pensando que iba directo a la muerte, cuando lo que hice fue fintar para evadir sus fauces y atacar directamente a las extremidades que le hacían moverse, lo cual hizo que la criatura cayese con las cuatro patas cortadas y retorciéndose de dolor. Salté a su lomo y pude ver al Gyojin enfurecido con un pequeño tridente. Era un Gyojin robusto, y no dudó en lanzarme su arma directa hacia mi pecho.

No obstante el arma se desvió hacia arriba, producto de una corriente de viento. En lugar de caer se quedó en suspensión, comenzó a moverse, descendió, se quedó encima mío, apuntando a su anterior portador.

-Os arrepentiréis de ese ataque que habéis lanzado. Enhorabuena, habéis logrado enfurecerme.

El tridente salió disparado hacia ese tipo, atravesándole por completo, abriendo un hueco en su pecho, después el arma se clavó en la cabeza del animal, acabando con su sufrimiento, pero no solté aquella arma manipulada con mi técnica de marionetista, sino que me quedé observando otra gran presencia que se aproximaba.

Jacob terminaba también su faena por lo que pude ver. El segundo de aquellos cocodrilos caía con él encima, o tal vez era un gyojin, no me fijé en esa parte del combate, me sirvió con corroborar que la criatura estaba muerta y todavía sentía la presencia del cazador. Realmente puede no tener mucho cerebro, pero es fuerte, sin lugar a dudas.

Ahora mi imagen estaba más bien centrada en otra criatura que llegaba a escena, un cocodrilo el doble de grande que estos que ahora yacían como parte de la decoración del terreno, además, había una presencia realmente poderosa a la que no le quitaba el ojo, calculaba y apuntaba, aunque seguramente mi ataque no le haría nada, no obstante necesitaba una distracción antes de ejecutar mi próximo movimiento. Con todo trataría de ver algo del poder de ese tipo, lancé el tridente acompañado de mi técnica de viento Kazekaiho, directo a la cabeza de aquella bestia. Si por fortuna lograba que cayera, sería más sencillo acabar con su jinete. Y más con Jacob al lado. Ese tipo tenía pinta de ser fuerte, había que andarse con cuidado con él. Era el momento de planear estrategia de combate contra él.

-¡Jacob, atento a ese! -grité a mi compañero de batalla.

Con ese grito, y con el lanzamiento del tridente buscaba perderme de su campo visual para ejecutar mi siguiente movimiento, si salía bien esto acabaría pronto y podríamos continuar. La sirena debe estar más adelante, pero el rostro de ese jinete, se me hacía conocido, parecía que le había visto en alguna parte, pero no estaba del todo seguro.

Spoiler:

Curiosamente, el hombre de la presencia más imponente también tiene un tridente. Es interesante que tantos gyojins tengan armas de ésas. Serán cosas de peces o algo, vete a saber. Y también tiene habilidades sorprendentes, como las tuyas. Mientras que tú usas viento para impulsar un tridente hacia él, el alto hombre con la piel a rayas y varias púas bastante largas en la espalda al que quizás reconozcas como el infame Stan Doran, utiliza el suyo para lanzar un chorro de agua que desvía el arma que le arrojas. 

La mirada del gyojin podría congelar el sol. La ira gélida que desprendía parece intentar atravesarte con voluntad propia.

-¿Cómo te...? ¿Cómo te atreves a dañar a mis criaturas? -Da la sensación de que mastica cada palabra y la escupe impregnada de un odio visceral-. Date por muerto, humano.

Su cocodrilo se pone en marcha de inmediato. Va hacia ti, por lo que su jinete también debe de ser capaz de sentir tu presencia. Que habilidad más molesta, ¿no? Los otros dos animales que lo flanquean salen disparados a su lado también. Se les ve más acostumbrados a moverse por tierra que a los anteriores, y también más agresivos. Doran echa un vistazo hacia Jacob, que por fin se ha detenido para enfrentarse a él, y un remolino de agua surge del tridente hacia el cazador. Jacob intenta cortarlo, en vano, y termina siendo engullido por él. Ves como el espadachín es arrojado a uno de esos estanques interconectados. Esperemos que no haya nada bajo el agua.

En cuanto a ti, Doran salta para atacarte. Su tridente, adornado con unas conchas que generan electricidad, destila tanta sed de sangre como su dueño. Doran es un tipo bastante directo, así que opta por lo clásico y trata de enasrtarte en su arma como un si fuera un espetón.

Aprovechando que está ciego de ira, logras esquivar a Doran. El vello se te pone de punta por la cercanía del arma. Por desgracia, esa misma ira que te ha permitido evadir su sencillo ataque, se vuelve ahora contra ti. Doran no se toma un segundo para pensar y se abalanza sobre ti sin importar que tu espada le deje un profundo corte en el pecho. Tampoco se agacha para evitar que lo decapites, sino que zarandea el tridente de un lado a otro sin la menor elegancia y desvía tu acometida casi por casualidad. Cuando ambos aceros chocan, notas la sacudida de la electricidad que emite el tridente.

Doran arremete sin piedad, haciendo gala de su portentosa fuerza, y sus cocodrilos lo imitan. Con las fauces abiertas, tratan de engullirte o golpearte con los violentos coletazos que descargan como locos. Con cada golpe, del tridente parece surgir un chorro de agua comprimida de gran potencia.

Si tienes un segundo para evadirte de tus problemas, podrás ver que Jacob intenta salir a flote pero algo tira de él hacia abajo. Vuelve a intentarlo, y de nuevo algo lo sumerge a la fuerza. Los gyojins que quedan se congregan por los alrededores, armas en ristre, aunque sin atreverse a aproximarse a los grandes Bananawani. Normal...

Había subestimado a ese tritón, la furia le había dado una fuerza que no me esperaba que llegase a volverse en mi contra de esa forma, había cometido un error y había sido imprudente con mis movimientos. Pero eso no iba a volver a ocurrir.

Era fuerte, notaba cómo con cada golpe que se producía al choque de mi espada con su tridente aparecía un chorro de agua, aparte se notaba algún chisporroteo, producto de la electricidad que circula por el tridente. ¿Acaso él también dominaba aquello? Eso podría venirme bien, aunque la presencia de aquello era un grave problema, una buena descarga bastaba para decantar el combate, y por si fuera poco ahora aparte de esquivarle a él, tenía que eludir a las bestias que también venían hacia mí. Por suerte, no eran lo suficientemente veloces para lograr atraparme desprevenido, y gracias a mi haki de observación lograba esquivarles, incluso en una ocasión se chocaron uno con otro intentando comerme. Momento que quedarían unos instantes aturdidos. Pero estaba en el aire y ese tipo cargaba tridente por delante hacia mí. Ahora era el momento.

Liberé mi energía de viento y electricidad con la hoja del caos ejecuté un golpe lateral, golpeando en el tridente para hacer que la trayectoria de este se desviara, ayudado con el ámbito de viento, sería suerte si lograse mantener el arma en sus manos, aunque apostaba que esa fuerza le haría mantenerlo. La electricidad liberada haría que su propia arma actuase como un conductor y llegase hasta su cuerpo, no sabía si iba a funcionar, pero en esta situación no podía continuar perdiendo el tiempo, debía intentar todo lo que pudiera, y si funcionaba bien lograría entumecer aunque fuera por unos instantes al gyojin, lo justo para que mi hoja fiordiana entrase en rango de su cuerpo y lograra segarle por la mitad, y no había armadura capaz de detener la hoja fiordiana.

En aquella situación, ambos dos en el aire, con las bestias aturdidas, solo tendría esa oportunidad de acabar con él, y en el propio aire no tendría ningún tipo de movilidad, pero no podía luchar contra la hoja semisólida de viento que iría hacia él en ese momento. Y aunque la electricidad no le hiciese nada, no tendría otra oportunidad mejor, por lo que mi única posibilidad sería activar mi haki armadura a modo de defensa, a la vez que utilizarlo como ataque propio. Esperaba que en esta ocasión lograse quitármelo de encima y poder ayudar a Jacob, que seguro lo estaría pasando mal. Había caído al agua, donde los gyojin tienen el completo dominio.

Spoiler:

El pobre pez... Con lo que molaba estando entero. La espada ha atravesado su colorido cuerpo y separado sus dos mitades. Por un momento, parece que va a volver a juntar su cuerpo a base de pura fuerza de voluntad, y la ira deforma sus rasgos junto con el dolor. Pero esa sensación solo dura un momento, no más que el último aliento del gyojin moribundo. 

Los cocodrilos también parecen pensar que su amo estaba más guapo vivo, pues redoblan la fuerza de sus ataques. Ahora tratan de embestirte y aplastarte con su peso. Claro que ya no están tan coordinados como antes, sino que, como buenos animales salvajes, pugnan por ver quien prueba tu carne primero. Yo apostaría por el número tres, el que se lanza a comerse el cadáver del pirata sin ninguna vergüenza. 

Por otro lado... Cuántas burbujas. Deben ser de Jacob "el Ahogado". Ése no es su apodo, pero tal vez debería serlo a partir de ahora. Pídele a los bichos que lo sujetan bajo el agua y disfrutan viendo como se asfixia que lo escriban en su lápida. Es la propia sirena, esa que antes ha intentado matarte, quien juguetea con el indefenso humano. Lo arrastra de estanque en estanque para ver cuánto tiempo resisten unos pulmones eso de no respirar. De vez en cuando lo deja salir un segundo para luego volver a empezar el juego. A mí me huele a trampa, pero es que yo soy desconfiado.

-Ya me tenéis harto malditos pescados...

Mis cabellos comenzaron a cambiar de tonalidad a la vez que liberaba toda la fuerza de mi viento en una corriente circular a mi alrededor. No podía permitir que Jacob pereciese ahora que estábamos tan cerca de lograrlo, era el momento de darlo todo contra aquellas criaturas, que estaban resultando ser peor que un grano en el culo.

Extendí ambas espadas horizontalmente y con un movimiento de pies ejecuté un movimiento circular que ejecutó una doble onda cortante con gran potencia e impregnada en mis ámbitos de viento y electricidad. Era hora de acabar con todo esto de una buena vez. Me estaba cansando de esa situación.

-¡DEJADME EN PAZ! -Grité mientras ejecutaba mi movimiento, desencadenando toda mi energía de viento y electricidad que cortaba y quemaba a esas bestias conforme se acercaron a mí, apartándoles de la trayectoria y causándoles heridas fatales en sus cabezas por la propia onda cortante.

Con esos cocodrilos acabados, ahora tendría que ocuparme de esa Sirena que no paraba de jugar con Jacob. Pero con lo que no contaba era con mi dominio del haki, sabía en todo momento dónde estaban, y sabía cuándo iba a salir por algún lado. Me centré en Jacob, estaría completamente asustado y desesperado ahogándose allí. Aguardé a que estuviera por salir por un agujero no muy lejano a mí y en cuando le sacara para dejarle dar una bocanada de aire me lanzaría explotando toda mi velocidad, y empujado por mi ámbito de viento también, desplazándome a una velocidad que incluso me resultaría increíble para mí mismo, ya que era algo que nunca había hecho. Envainé la hoja fiordiana.

Cuando llegara al agujero lo que haría sería sujetar a Jacob del brazo y lanzar una onda cortante hacia abajo para intentar volver a herir a esa sirena y que le soltase, aunque tenía otro as bajo la manga por si no le soltaba. Yo desde luego no le iba a abandonar ahí. Esa maldita era la presencia más poderosa alrededor, y no parecía haber muchos enemigos menores.

Debo reconocer, que si tira hacia abajo, habré caído en su trampa, no obstante premeditadamente, pues tenía un plan para acabar con todo que residía en hacerle creer que estaba en una clara desventaja. Aun con todo, esperaba poder salvar a Jacob y evitar que volviera e introducirse en la salada agua del mar.

Spoiler:

La sangre y los sesos de los cocodrilos se desparraman por doquier como si se te hubiese olvidado poner la tapa de la batidora. Es... bueno, desagradable. A la vista y al olfato. Los pobres animales caen muertos, siguiendo los pasos de su domador hacia el otro mundo. En fin, ahora a por Jacob.

No es un mal plan el que has pensado, pero hay un detalle que no conocías. Lo descubres cuando agarras el brazo de Jacob y éste se desprende de su cuerpo. Se lo arrancas de cuajo y te quedas con él en la mano. Si lo analizas un poco después del susto inicial, verás que es una prótesis de madera muy bien conseguida. Casi ni se nota que es de mentira, excepto porque la firma del fabricante aparece en pequeñito simulando un tatuaje en la mano.

Pero la onda cortante sí funciona, y el estanque se tiñe de rojo cuando la sirena la recibe de lleno. Por lo que puedes notar, no ha muerto, pero sí que ha soltado a tu compañero. Jacob, sin su brazo, sale del estanque como si nada, se sacude el agua de pelo y vuelve a cubrirse las branquias con el cuello de la chaqueta. Oh sí, ¿no te lo ha dicho antes? Jacob es medio gyojin, así que supongo que tantas prisas por evitar que se ahogara eran innecesarias. Qué cosas...

Mientras tanto, los piratas que quedan empiezan a vitorear a alguien. Puedes entender como gritan el nombre de Krabbo. Su capitán aparece acompañado por los restos de su tripulación. Sin sus oficiales, se ve obligado a intervenir. No habla, y parece más grande de lo que aparenta en los carteles de recompensa. De hecho, para estar muerto tiene un aspecto muy amenazador. Con esos ojos rojos y brillantes, y su piel similar al acero, los ruidos mecánicos de sus articulaciones... Los gyojins os señalan a ti y al cazador manco como enemigos y Krabbo... os dispara una andanada de misiles de gran potencia desde sus hombros. Con esas armas volará en pedazos media jungla. Cosas de gyojins, supongo.

Ejecuté el movimiento, aferré la mano del cazador y lancé mi ataque. Cuando me detuve al otro lado del estanque pude ver que éste se teñía de rojo. Me dispuse a preguntar a Jacob si se encontraba bien, pero cuando miré hacia el lado donde se suponía que debía estar, solo pude ver su brazo, sujeto por mi propia mano.

¿Qué diablos? ¿Tanto había tardado? ¿La maldita sirena se había ensañado tanto con él como para destrozarle el brazo hasta el punto que se lo arranqué sin siquera darme cuenta? ¿Significa eso que la sangre del estanque es de Jacob? Al fin y al cabo la sirena sigue danzando, la noto con mi haki. Mirando el brazo noté algo raro, tenía algo marcado en la palma de la mano, lo palpé, y al tocar directamente esa "piel" me di cuenta de que era una imitación de madera... ¿Una prótesis? ¿Cómo mierdas no me había dicho eso?

Sentí la presencia del cazador nuevamente, salía de un salto del estanque, con el cuello al descubierto. O bien le habían hecho otra serie de cortes ahí, o había algo más que no me había contado. Se tapó las branquias con la chaqueta. Le lancé el brazo, algo malhumorado.

-¿Sabes Jacob? Este es el tipo de cosas que me deberías de haber contado cuando vinimos de camino, pensaba que ibas a morir ahí abajo, maldita sea me he jugado el pellejo por sacarte, y parece que ni siquiera necesitabas mi ayuda. ¿Algún secreto más que contar antes de que sea tarde?

De pronto unos vítores comenzaron a escucharse, gritos al nombre de Krabbo. No era posible, ese gyojin llevaba tiempo muerto, o al menos eso se creía, se decía que había caído a manos de otro pirata, uno conocido como el lobo. Menuda ironía, en dos ocasiones iba a ser enfrentado por un lobo, aunque en mi caso no era un lobo físicamente.

Un sonido metalico invade el lugar, se le ve más grande de lo que se apreciaba en aquellos carteles de recompensa, y desde luego para estar muerto se le veía bastante amenazante con esas armas. Nos señalan sus secuaces y éste apunta con sus armas, comenzando a disparar. Abrí los ojos como platos. Plaqué a Jacob para arrojarnos ambos al terreno y generé una barrera con mi energía, con sus máximas dimensiones a nuestro alrededor.

Las explosiones comenzaron a detonarse por doquier, tenía los ojos cerrados, concentrándome en la barrera, si era destruída debía tratar de recomponerla como fuera hasta que el bombardeo cesase. Y así fue, la barrera fue destruída casi al final del bombardeo, y no pude apenas ni recomponerla lo suficiente para evitar daños.

El humo flotaba en el ambiente, el retumbar de la artillería había cesado, me levanté como pude, había protegido a Jacob con mi barrera y cuerpo, y en consecuencia a ello tenía el brazo derecho sangrando y bastante herido. Me quedé mirando a ese maldito de Krabbo. Estaba realmente enfurecido. Comencé a acumular energía en mi brazo para sanar las heridas lo máximo que pudiera.

-Malditos piratas... Aquel pueblo, aquella isla... Los secuestrasteis, los matasteis... Devolved los supervivientes, y os perdonaré la vida. Hay niños sufriendo. -Mi furia iba en aumento, incentivada por el dolor de mi brazo- Hay familias destruídas... Krabbo, nunca te perdonaré por esto. No se cómo diantres escapaste de la muerte la primera vez. Pero ten por seguro, que esta vez no tendrás esa suerte, maldito pirata.

Mis propias palabras me habían enfurecido, estaba que echaba chispas, literalmente. Sin darme cuenta había reactivado mi ámbito de electricidad y a mi alrededor de vez en cuando se soltaba alguna descarga acompañada de alguna ráfaga de viento y un calor desprendido por mi cuerpo. Todos mis ámbitos habían entrado en juego sin siquiera darme cuenta. Mis cabellos se decoloraban a un tono más violáceo. Mis ojos se oscurecieron. Mi energía explotó dotándome de todo cuanto podía dar en mi estado de furia.

Me lancé directamente hacia él a mi máxima velocidad con la hoja del caos y la espada maestra desenfundada e impregnadas en sus ámbitos. Llegué rápidamente hacia él y comencé a lanzarle tajos a máxima velocidad con la potencia máxima de cada uno de mis ámbitos, buscando las partes blandas de su cuerpo y evitando las metálicas. Y en caso de no ver partes blandas atacaría a las extremidades y simplemente le daría muchos golpes para debilitar y cansar su cuerpo.

Cosas usadas:

-No me gusta el color verde -dice Jacob, el gyojin manco, cuando le preguntas si tiene más secretos. 

Es lo último que dice antes de que la gigantesca explosión sacuda el mundo. La selva está ahora plagada de negros cráteres allá donde han impactado los misiles; el fuego es omnipresente, y el humo forma una densa cortina que irrita los ojos. Bueno, los de Krabbo, no. Sus ojos son rojos y luminosos como dos pequeñas bombillas perversas y el humo no es nada para ellos. No parece que le importe haber liquidado a casi todos los seguidores que le quedaban con su ataque indiscriminado.

-No me sermonees, humano -empieza Krabbo, con su voz metálica-. Yo soy Krabbot, el soberano de los mares. Si quiero matar humanos, los mato, y si quiero esclavizarlos, los esclavizo. Si te pones en mi camino...

Tu ataque no le deja terminar. Qué maleducado. Krabbot -no, no es una errata- no tiene partes blandas, sino que cada centímetro de su cuerpo es tan duro como... bueno, como el metal del que está recubierto. Al principio es como si tus técnicas no le hiciesen nada, pero al final logras amputarle las cuatro extremidades. O más bien, da la sensación de que éstas, tan dañadas como están, se desprendiesen del cuerpo principal, que cae con estrépito. 

-No necesito brazos ni piernas para vencerte, ser inferior -exclama Krabbot-. ¡Modo Gadget!

Una hélice sale de la cabeza de Krabbot, elevándolo varios centímetros sobre el suelo. Viendo como se tambalea, es una suerte que haya podido alzar tanto peso incluso una distancia tan corta. Es un espectáculo un tanto patético. Las extremidades cortadas comienzan a pitar de forma preocupante y a soltar chispas como si les pagasen por ello. ¡Lo peor?: en el pecho de Krabbot se abre un agujero luminoso. A su alrededor, el aire vibra por el calor. Más cosas de gyojins, supongo.

El gyojin o lo que sea lanza un poderoso rayo de calor desde el pecho, tan grande como su cabeza, y que lo manda volando con un brutal retroceso. Jacob se tira al agua para protegerse. A ver qué haces tú.

El cuerpo metálico de Krabbo comenzó a separarse, ese ser ya no era ni humanoide, no era nada más que un robot con la conciencia del que fue el capitán Krabbo. Aquello ya era surrealista. Ese cuerpo de acero comenzó a metamorfosearse, ahora parecía una especie de helicóptero, con bastante fuerza en esas aspas al parecer. Parecían demasiado enclenques para poder soportar tal peso, y debido a que las articulaciones se le habían desprendido y parecían inutilizadas, si le inhabilitaba esas aspas estaría acabado.

Aguardé reuniendo mi energía. Ese robot no era ningún problema, sus movimientos eran cuanto menos predecibles y el hecho de que su pecho se abriese como si fuera una compuerta dejó a ver que de ahí vendría su ataque. La temperatura parecía aumentar, y me puse en guardia, preparado para saltar en cualquier momento y darle el golpe que necesitaba a ese amasijo de hierro y acero.

Llegó el momento oportuno, supuse que Jacob sabría cuidarse de sí mismo, es más, noté que se alejó un poco antes del lanzamiento del ataque de Krabbo. Aguardé hasta que parecía que iba a lanzar el ataque y salté con mi Wind Path en el último momento para esquivar el ataque y tenerle en un estado de desprotección. Ahora estaba por encima de él, canalizando mi haki armadura reforzado en mis articulaciones y armas. Me lancé hacia él directamente, yendo hacia el centro de las aspas con intención de golpearlas directamente en un movimiento devastador con la hoja del caos.

Acumulé la energía a través del arma y con todas mis fuerzas fui directo hacia las aspas y su cabeza. Cayendo con todo el peso y la potencia de mis armas, ambas espadas golpearían si todo salía bien, y en el mejor de los casos, Krabbo quedaría "desactivado" y podría centrarme en el que parecía el verdadero problema. Aquella sirena que no sabía dónde diantres estaba.

Pero debía tener cuidado. Había utilizado la mayor parte de mis energías, y ahora estaba bastante cansado como para continuar mucho más. No en vano entre Jacob y yo... Bueno, más bien yo... nos hemos enfrentado a todo un ejército de guojins. Las fuerzas ahora mismo no es que abunden en nosotros. Y esperaba que este ataque donde lo daba todo lograse destruir el bot que se me había plantado en el camino.

Respirando con fuerza y cansancio, me planté en el terreno, observando el estado de mi enemigo. Mis cabellos volvieron a su tono natural, así como mis ojos recuperaron su color habitual. Esperaba que esto no se alargase demasiado más.

Cosas usadas:

El pobre Krabbot queda incapacitado, hecho un amasijo de hierro sin movilidad. Sus extremidades explotan y sus ojos se apagan, como si, y solo es una hipótesis, hubiese gastado toda la energía restante de su generador a base de plutonio en un último ataque devastador. Solo es un suponer. Una vez el robot queda inutilizado, una portezuela se abre en su pecho. Entre cables y chispas aparece un gyojin enano. Parece malherido. Se derrumba tras dar un par de pasos y amenazarte un poco.

-"Controla tú el robot", dijo mi mujer. "Será divertido", dijo mi mujer -son sus extrañas últimas palabras.

Cosas de gyojins.

Parece que ya no queda nadie por ahí. Jacob sale a la superficie y examina los alrededores en busca de más enemig... ah, no, solo buscaba su brazo. Se lo coloca con un chasquido y se acerca a ti con la mano extendida. Lleva varios carteles de recompensa, uno de los cuales pertenece a ese tipejo que controlaba a los cocodrilos, y otro a la sirena.

-He bloqueado el canal subterráneo que sale de la isla. Ahora tendrá que huir por tierra.

En efecto, si buscas un poco por ahí podrás ver a la sirena caminando torpemente en dirección a la costa. Sí, las sirenas, a cierta edad, pueden dividir su cola y usar piernas humanas. A ésta en concreto no se le da muy bien, aunque puede ser porque antes la has herido bastante. Se derrumba a mitad de camino, por lo que no tendrás problemas para arrestarla.

-Hasta aquí la banda de Krabbo -dice Jacob-. Ahora que lo pienso, estos tipos me pidieron ayuda para construirles un "robot de Krabbo", -te comenta como de pasada, haciendo el gesto de comillas con las manos-. Creí que era una broma. Quién iba a decirlo, ¿eh? En fin, hasta aquí tu moderado, amigo -Jacob sacude la cabeza, confuso-. Perdona, no sé por qué he dicho eso. Quería decir que hasta aquí nuestra misión. Volveremos a vernos. O no.


En fin, hasta aquí el moderado, por mi parte. Ahora sí. Esposa, arresta y cobra las recompensas que tocan, e incluso puedes aprovechar para hacerte un bolso de piel de cocodrilo.

Krabbo, el mecánico crujió en un estallido metálico mientras centellaba en destellos producidos por chispazos eléctricos de sus propios mecanismos. El robot quedaba convertido en chatarra y de entre esos escombros apareció un gyojin bastante pequeño que parecía que controlaba la criatura robótica desde el interior. Sus palabras me dejaron un poco perplejo. ¿A qué venía aquello? Tras eso cayó al suelo, inerte. Había sucumbido ante mi ataque.

Solo quedaba un objetivo, y me sentía demasiado agotado como para poder hacer mucho más. Pero no podía rendirme a estas alturas. Jadeando noté que Jacob volvía a mi lado, había hallado su brazo y se lo había re-implantado, al ser mecánico tendría algún dispositivo de acople, supongo. Comentó que había cerrado los canales subterráneos, por lo que la sirena habría quedado atrapada, era cuestión de tiempo que la encontrásemos.

Miré hacia la lejanía, allí estaba, no obstante había algo que no comprendía. No conocía la fisionomía de aquellas criaturas, pero al contrario de lo que había visto hasta ahora, poseía piernas y caminaba, hacia la costa. No podía permitirle llegar hasta allí. Comencé a correr hacia ella, aunque no duré demasiado tiempo. En unos segundos ella misma se desplomó en el terreno, mi haki me confirma que ha perdido el conocimiento, está completamente indefensa. Al momento mi cuerpo se relaja, todo el cansancio llega a mí de golpe. Caigo arrodillado y jadeando profundamente.

Jacob volvió a mi lado y comenzó a hablarme de nuevo. En cuanto escuché sus primeras palabras, mi principal reacción fue mirarle con un profundo odio, girando la cabeza poco a poco. Es decir, este tipo venía a por ellos, pero había trabajado anteriormente para esa gente. No entiendo a este ser, no para de inspirarme un pequeño odio.

Me levanté como pude, envainé mis armas. Todavía quedaba una cosa por hacer. Esos malditos seres ya no escaparían. Dos de ellos habían caído en el fragor del combate, aquella sirena estaba inconsciente, aunque viva. Tal vez debería acabar con ella ahora que estaba inmovilizada, pero se trataba de un gyojin, al no hallarse en el mar pierden su fuerza y en cuanto la piel se les reseque lo suficiente, no serán más que un pez fuera del agua.

Era el momento de regresar, asegurar los tres cuerpos, aferrar bien los cuerpos de los principales criminales. Por fortuna, aquél bot se encargó de eliminar la mayor parte de sus refuerzos, las sobras de lo que quedaba de sus propios hombres. De pronto caí en un detalle. Nuestra embarcación había sido hundida por la sirena, había dado órdenes a mis hombres de que permaneciesen en la isla ayudando a los heridos y las reparaciones, que aguardaran mi regreso. Ahora estabamos encerrados.

Jacob se despidió, diciendo que nos volveríamos a encontrar, en ese momento desaparece. ¿Acaso había olvidado nuestro trato? La sirena sería para él, ese era el acuerdo. Aunque bien es cierto que ese hombre, gyojin o lo que quiera que sea, no ha hecho mucho en este lugar, tan solo dar problemas. Aunque bien es cierto que si no hubiera cerrado los túneles inferiores, esa sirena habría escapado por uno de ellos. Y ahora que lo pensaba, bajo la isla había una gran cantidad de éstos, ¿cómo diantres los había logrado cerrar todos en un momento? Por desgracia no tuve la ocasión de preguntarle directamente, no le veía, y allí estaba yo, encerrado en la isla.

De pronto a la lejanía se comenzó a divisar una vela blanca, un navío se aproximaba, no se trataba de otro que el navío donde había llegado a la isla, las reparaciones habían sido suficientes para que lograra volver a flotar si no había mareas agresivas. Maldita sea, aquello fue muy arriesgado.

Cuando llegaron apareció el cabo que había dejado al mando del pelotón en la isla. Afirmó que lamentaba haber desobedecido las normas, pero que sentía que necesitaríamos ayuda en este lugar. No pude reprocharle nada, y al parecer lograron rastrarme por que me dejé una vibre card en el navío. Ya no recordaba aquellos maravillosos artefactos. De no ser por ellos, no sabría que habría sido de mí.

-Gracias, realmente ha sido de ayuda, pues no sabría cómo podría salir de aquí, el transporte fue destruído.
-¿Dónde está el cazarrecompensas?
-¿Jacob? No lo se, la verdad. Pero no es alguien que tendrá problemas para encontrar su camino de vuelta.

Sinceramente, no me parecía trigo limpio. Parecía hacerse muy tonto, bastante ignorante, no obstante se las arregló lo suficientemente bien como para hacer que yo hiciera todo el trabajo sucio, el solamente actuó al final, acorralando a la sirena. Había algo que me intrigaba en esa persona.

La isla estaba bastante dañada y malherida en el corazón del bosque, los cuerpos de los gyojin estaban por doquier, y tan solo aquellos que resultaban ser conocidos, o realmente fuertes, fueron cargados en el navío para su reconocimiento, al fin y al cabo, ya habían sido derrotados y capturados. Además, como hacía como tradición, cogí sus armas como hacía con los enemigos de este calibre que derrotaba, la muestra que me decía y recordaba cada dura batalla que había logrado. En esta ocasión, un tridente, del domador, y una lanza, de la sirena.

Quién lo diría. Dos simples personas lograron enfrentar y derrotar toda una gran organización criminal de gyojins. Aunque la segunda persona, no estaba segura de si contarla o no.