Tras la batalla [Bizvan - Moderado nivel 3]

Tus últimos recuerdos son apenas flashes borrosos. Imágenes de las mandíbulas desencajadas por el terror de los reclutas. La visión de las explosiones de los obuses. Los moribundos retorciéndose por el suelo pidiendo ayuda a gritos, sin recibir más respuesta que el sonido de las ametralladores y el canto de la artillería. Recuerdas el olor de la pólvora, de la carne quemada y de la sangre. El sonido de los disparos y bombas. La sensación de la metralla lacerando tu piel. Todos esos recuerdos se confunden en un caótico torbellino de sensaciones y estímulos, con el omnipresente y terrible sonido de los ruegos de los soldados de uno y otro bando antes de ser ejecutados. La guerra no entiende de honor, sólo de vencedores y vencidos.

Despiertas de golpe, tosiendo. La cabeza te da vueltas y tienes algo sexo y pegajoso en la cara y el pelo. Estás dolorido y confuso, pero vivo y parece que lo bastante bien como para levantarte. Parece que no tienes heridas particularmente graves, mayormente magulladuras. Recuerdas haber usado tu armadura en algún momento, pero ahora está desactivada. ¿Habrá sido eso lo que te salvó? En fin, supongo que quieres saber cómo es el lugar en el que estás, o por qué diablos estás aquí. Buena pregunta. Lo último que recuerdas es un despacho del cuartel del North Blue pidiendo tu presencia en Mailén para una operación contra la Armada Revolucionaria. Partiste a la isla y... joder, qué dolor de cabeza, ¿no? Ahora mismo estás en una zanja embarrada y llena de cadáveres de marines y soldados sin uniforme, a cada cual en peor estado. Si asoma la cabeza por encima de la zanja verás las alambrada metálica, cráteres y más cadáveres por todos lados. El campo de batalla está desierto, salvo por ti y algunos cuervos que se dan un festín con los cadáveres.

- ¡Caw! ¡Caw!

Algunos de los cuervos se posan en la alambrada de tu trinchera, graznando mientras te observan. Que animalejos más interesantes, ¿no? Suerte que hayas despertado ahora y no unos minutos más tarde, o tal vez te hubieras encontrado con la desagradable sorpresa de algún visitante inesperado comiéndote vivo. En fin caballero, ¿a dónde te dirigirás? Tu trinchera se extiende a ambos lado, y la oscuridad del atardecer sumada una fina niebla y los nubarrones del cielo no te dejan tener demasiada visibilidad. Si sales de tu trinchera por detrás, verás un tramo de campo de diez vacío salvo por pequeños cráteres cada varios metros y cadáveres de soldados sin uniforme muertos, con miembros amputados, metralla en las heridas y quemaduras. Después de esos diez metros hay otra línea de trincheras a la que podrías acceder también desde la tuya por una zanja. Si en cambio sales por delante, hay un tramo aún más largo de campo, sembrado de muerte, del que no ves el final. Hacia la izquierda el campo de batalla se extiende, y a la derecha crees ver una línea de árboles.

Desperté de golpe, desorientado y un poco adolorido. Miré a mí alrededor sin comprender que estaba ocurriendo o donde me encontraba.* ¿Qué diablos ocurrió? *tras colocarme de pie comprendí que estaba en una zanja (o eso parecía), cadáveres de marines y otras personas me acompañaban. Me llevé la mano a la cabeza para limpiar la suciedad y para intentar hacer memoria de lo ocurrido.* La armadura, recuerdo haberla utilizado, ¿pero cuál fue el motivo? *acaso una explosión me había arrojado a esta zanja y era el motivo de mi aparente falta de recuerdos. Imágenes de un cuartel en el norte, una misión que involucraba a los revolucionarios y el terror en el rostro de los reclutas llegaron a mi cabeza, pero antes de poder obtener algo relevante, un dolor penetrante me obligó a dejar buscar en mis memorias.

- Reclutas… -por un momento sentí un escalofrió recorrer mi espalda.- No, por favor dime que no estaba a cargo de un escuadrón. –todo mi cuerpo comenzó a temblar de tan solo pensar ser el responsable de la muerte de unos pobres reclutas. Las imagines de sus rostros y gritos de dolor asaltaron mi cabeza sin piedad, causando que cayera de rodillas sobre el suelo mientras sostenía mi cabeza con ambas manos.- No puedo recordar nada, no puedo… -el graznido de un ave me devolvió a la realidad y tras girar mi cabeza vi a un par de cuervos sobre un alambre mirándome.- ¿Croc, eres tú? –el cuervo graznó.- No, no hay forma de que Tobías esté en este lugar…  ¿Estoy solo? –no podía recordar si alguno de mis nakamas se encontraba en este sitio junto conmigo. Un sentimiento de angustia comenzó a manifestarse con increíble rapidez, mi respiración comenzó a agitarse y el dolor en mi cabeza regresó.- No, no, debo calmarme, no sirve de nada comenzar a preocuparme por cosas que no comprendo. –me obligué a controlar mi respiración, hasta estar completamente calmado.* Creo que estaba solo, sí, estoy seguro que ninguno de ellos estaba conmigo. *de nuevo me coloqué de pie.

Con mi mente más despejada comencé a revisar que mi equipamiento se encontraba donde debería. Lanka y Madre estaban en mi espalda, mi brazalete en mi mano y la pistolera con su arma en mi pierna. Los diales se encontraban esparcidos en mis bolsillos del pantalón. Era gratificante saber que no había perdido nada.

Al parecer tenía más de una opción a elegir para moverme. No terminaba de entender la situación, pero este era un campo de batalla, salir de esta cobertura podía ser peligroso, así como delatar mi posición… Aunque no parecía haber señales de vida, claro que solo podía hablar de la poca distancia hasta donde el ambiente me permitía ver, fácilmente podría ser alcanzado por la bala de un francotirador o explosivos. Por ahora decía que la otra trinchera era por la mejor opción de momento, aunque en el fondo algo me decía que solo encontraría lo mismo que aquí, pero si alguien ahí se encontraba herido era mi deber como médico atender sus heridas… ¿O puede que solo intentara buscar un pretexto para evitar caminar entre los cadáveres del campo?* Ah, no tengo los materiales necesarios para tratar un paciente. *todas mis cosas se encontraban conmigo, sin embargo materiales como vendajes o antisépticos no formaban parte de mis pertenecías habituales.

Antes de decidir comenzar a moverme, busqué entre los cuerpos objetos que resultaran útiles. Mi principal objetivo era encontrar una mochila o algo parecido que me permitiera llevar conmigo diversos objetos. Lo siguiente sería tratar de encontrar materiales médicos, aunque no tenía mucha esperanza de encontrarlos aquí. Por ultimo otra arma de fuego, específicamente una pistola o algo de un calibre parecido, además de un poco más de municiones.  

Hallara o no, lo que buscaba, ya era hora de moverme de este lugar. Ya había decidido ir a echar un ojo en la otra trinchera, con suerte encontraría a alguien con vida que me ayudara a refrescar mi memoria sobre este sitio.

El suelo es una horrenda mezcla de barro ensangrentado, cadáveres, miembros seccionados y sorpresas desagradables. Sin embargo en medio de aquel horrible lodazal lleno de vísceras hay pequeños tesoros que pueden serte útiles. Efectivamente encuentras una mochila en la cual ya hay algunas cosas como una pequeña hacha de mano, una máscara antigás, latas de conserva y una manta. Además en el suelo encuentras cantimploras, fusiles, un par de granadas y tras un rato buscando una pistola. Tiene un cargador ya puesto, no sabes con cuantas balas, pero en el cadáver que hay al lado ves otro más colgando de una bandolera. Por desgracia no hay equipamiento médico por aquí, o al menos no a la vista. A menos que quieras añadir a tu equipo alguno de los fusiles de los soldados, no hay nada más que no hayas encontrado ya, a menos que seas un saqueador y quieras coger las pertenencias de alguno de los caídos. Por ejemplo, ves que uno de ellos tiene un medallón de plata colgado del cuello.

Atraviesas la línea de trincheras y llegas a la transversal que conecta con la línea anterior. Esta no está en tan mal estado como la línea frontal, pero aún así sigue estando llena de muertos. Mientras avanzas un banco de niebla más espeso llega a dónde estás, dificultando la visión a más de tres metros. Ya no escuchas nada salvo tus propios pasos sobre el barro y el sonido ocasional de una suave brisa entre las trincheras, la misma que arrastra la niebla que no te deja ver. Llegas a la segunda trinchera y... el paisaje no es especialmente diferente. Sólo que ahora por culpa de la maldita niebla no ves tres en un burro, así que si pretendes seguir avanzando en dirección contraria al frente de batalla, deberás improvisar. Oh, ahora escuchas algo. Es como... un ruido de algo siendo destrozado o deshilachado. Un sonido similar y a la vez diferente a cuando la ropa se rompe por pura tensión. Ha sonado a tu izquierda, donde crees ver una sombra de la altura de tu rodilla a apenas dos metros de ti. Parece alguien agazapado, haciendo dios sabe qué. ¿Tal vez este buen hombre pueda indicarte qué está ocurriendo?

Una sonrisa triunfante se formó en mi rostro al encontrar una mochila de aspecto militar manchada de sangre y barro, pero parecía estar en buenas condiciones e incluso en su interior habían diversos objetos que podrían ser de ayuda (una pequeña hacha de mano, una máscara antigás, latas de conserva y una manta). No solo eso, también hallé la pistola que buscaba, además de un par de granadas, cantimploras con agua y fusiles. Fue una lástima no encontrar nada para uso médico, pero ya esperaba ese resultado.

Sin perder más tiempo del necesario comencé a introducir algunas de las cantimploras en la mochila, la poca munición que encontré y la pistola (con el seguro colocado para evitar accidentes). En un pequeño compartimiento lateral de la mochila coloqué las granadas, estas utilizaron el espacio exacto minimizando el riesgo de una detonación accidental causada por la pérdida del seguro de alguna de estas.

Tomé uno de los fusiles y lo miré con duda, no podía identificar qué clase de arma era, sí se encontraba preparada para ser disparada o en condiciones de ser utilizada.- Tobí me enseñó a utilizar algo parecido. –de hecho el CP me había enseñado a utilizar un arma más pequeña (un subfusil y por enseñar me refiero a colocar/quitar el seguro y los pasos a seguir para recargar el arma cuando la munición se agotaba) y aun así el retroceso de esa pequeña arma provocó que gran parte de las balas pasaran por encima de la cabeza de los enemigos.- No conozco el funcionamiento de esta cosa y mi dominio sobre este tipo de armas es más que básico, sin mencionar que solo será en peso innecesario en mis manos. –bien podría haberme llevado el arma, quizás en algún momento me serviría para algo, no obstante era mejor no exceder el limité de peso que podía soportar.

Me coloqué la mochila en la espalda. Era pesada a causa de todos los objetos en su interior.- Ahora estoy feliz de haber realizado ese entrenamiento junto a Gusi para aumentar mi fuerza y resistencia. –coloqué el fusil a un costado de quien creía era su antiguo dueño.- Ofrezco una disculpa, pero creo que voy a necesitar esto más que ustedes. –expresé de manera honesta y con respeto hacia los cuerpos de mis camaradas caídos en acción.

Era cierto que el Bizvan del pasado simplemente habría tomado esto y mucho más, además de llegar incluso a desnudar los cadáveres para hallar cualquier cosa de utilidad… Realmente había cambiado bastante psicológicamente.* Bueno, en parte se lo debo a ellos y al sargento. *una sensación cálida comenzó a esparcirse por todo mi cuerpo al pensar en mis amigos.* Aprovechemos este sentimiento para motivarnos y salir de aquí. *a decir verdad no estaba seguro cual era mi rol en este lugar. ¿Todo había terminado o aún había una misión por llevar a cabo? Seguía sin poder recordar nada al respecto, aquello era frustrante…

Sin más por hacer me dirigí a mi objetivo. El graznar de los cuervos poco a poco desaparecía con cada paso que daba. Más cadáveres podían apreciarse, el olor a sangre y vísceras era demasiado fuerte, alguien no acostumbrado a ver ese tipo de cosas o al aroma terminaría vomitando con seguridad. Por mi parte, no me veía afectado, ya había presenciado cosas similares incluso antes de enlistarme en la marina.
 
Más temprano que tarde el sonido de mis pasos y el viento era lo único que me acompañaban, los cuervos habían dejado de graznar o no había en ese lugar.* Eso puede que sea una buena señal, quizás en esa otra trinchera no encuentre cadáveres. *la neblina se manifestó con mayor notoriedad, haciendo imposible ver a más de unos muy escasos metros.- Jeh, igual que esas novelas de terror.

Tras llegar a la otra trinchera solté un pequeño suspiro al no ver nada distinto en comparación con la anterior, tal parece solo encontraría muerte en este campo.* Realmente soy… *un sonido captó mi atención, no conseguí identificarlo en un primer momento, aunque parecía ser tela desgarrándose o algo parecido. El sonido provenía de mi izquierda y al tratar de encontrar la fuente de este, noté una figura a unos 2 metros de distancia que parecía estar agazapado.

Por unos instantes permanecí en silencio mirando a la figura.* ¿Un aliado o un enemigo? Si tan solo esta maldita neblina me permitiera ver su ropa. *hasta hora solo había encontrado 2 tipos de cuerpos: Uniformados (marines) y no uniformados, era obvio quienes eran mis aliados y quienes representaban un peligro.* Bien, tendré que usar eso y dependiendo de su reacción puede que me vea obligado a someterlo para obtener información. *activé mi haki de observación y lentamente llevé mi mano  derecha a la empuñadura de Lanka.- Soy el teniente de la marina Bizvan Oresan, identifíquese o me veré obligado a atacar. –el tono de mi voz se encontraba lleno de seriedad, además de haber utilizado un volumen lo suficientemente alto como para ser escuchado por la figura. De este modo mi haki debería indicarme sus intenciones después de haber dado a conocer mi presencia y por sobre todo indicar mi facción.

Fuera como fuera estaba listos para desenvainar la espada con rapidez y en caso de que la figura intentara huir solo tendría que arrojar una mis dagas taser para inmovilizarlo…

Una ráfaga de viento sopla en ese momento, arrastrando la niebla. El sonido se detiene y el hombre, ser o lo que diablos sea alza la cabeza hacia ti. Escuchas una respiración agitada y entonces la niebla se despeja por un instante, lo suficiente para que veas su imagen. Un destrozado uniforme de la Marina, lleno de barro y manchas de sangre. Su portador no parece en mucho mejor estado, pero fuera de heridas superficiales (aunque algunas con muy mala pinta) parece estar entero. Es un chico bastante joven, barbilampiño y de pelo liso y rubio. Sus ojos están inyectados en sangre y te mira con una mueca de terror. Sin embargo, hay algo horripilante en él. De su boca entreabierta cuelgan jirones de carne cruda, aún ensangrentada, y su temblorosa mano derecha está destrozada en varios puntos como si la hubieran mordido hasta desgarrar la carne. Las heridas son recientes y sangran. Con una voz entrecortada, el recluta dice:

- Te... te... tenien... Ores... - parece que le cueste encontrar las palabras, pausándose entre intento e intento - ...niente. Te... niente...


Abriendo mucho los ojos, se lleva las manos a la cabeza manchando sus dorados cabellos y da un grito con toda la potencia de sus pulmones, con tal fuerza que parece que vaya a destrozarse las cuerdas vocales. El sonido atraviesa tu mente y antes de que te des cuenta has caído de rodillas y tu visión se nubla, mientras ves la difuminada figura del recluta huyendo por la trinchera, tambaleándose. Pero tú tienes problemas más graves, luchando por mantenerte consciente mientras una oleada desordenada de imágenes y sensaciones acude a tu mente. En medio del torrente de recuerdos logras discernir dos escenas. En la primera estás en un despacho, frente a un marine con chaqueta de oficial y bastantes condecoraciones, de mediana edad y pelirrojo. Alcanzas a recordar algunas de sus palabras "...comandar a un grupo de reclutar a través de las líneas enem..." El recuerdo es nublado por un instante por otros, viniéndosete a la cabeza imágenes de un recluta llorando, agarrándose el muñón de donde antes salía su pierna. "...en el pantano está su base. Arrestadlo y traedlo a la justicia. Destruid todo lo que parezca..." Las imágenes cambian y no logras recordar nada más. Te ves de nuevo corriendo por las trincheras, en dirección a un sector de donde vienen ruidos. Al llegar encuentras a un tipo con máscara antigás y un lanzallamas haciendo arder a tu hombres, ¿o no son los tuyos? El torrente de recuerdos entremezclados desaparece de golpe. Estás en el suelo de la trinchera, con media cara hundida en el barro, rodeado por la niebla y el silencio. De nuevo, solo...

El mantra no me indicó señales de hostilidad, aun así podía sentir como mi corazón palpitaba con velocidad a causa de los pocos segundos de silencio tras mi advertencia.

El viento pareció querer ayudarme revelando a la misteriosa figura. Un joven marine de cabello rubio con un uniforme en malas condiciones, parecía estar en estado de shock y era comprensible al pensar en la situación en la cual ambos nos encontrábamos.

El pelirrubio trató de formar palabras, pero estás no conseguían formarse.

Antes de acercarme para hacer algo por sus heridas (en especial por su mano), el joven se llevó las manos a la cabeza y soltó un grito desgarrador. No estoy seguro de que fue lo que ocurrió, pero por alguna razón comencé a sentirme mal y cuando me di cuenta estaba de rodillas mirando al marine desaparecer entre la neblina, no utilicé las dagas como tenía planeado por 2 motivos. Uno de ellos era el hecho de tratarse de un aliado, aunque teniendo en cuenta la condición de su mano habría sido mejor paralizarlo para atender sus heridas. El otro motivo fue el dolor de cabeza y sensación de mareo que me provocó el grito del joven, podía sentir como mi consciencia se desvanecía a velocidad sorprendente.

Nuevos recuerdos vinieron a mi mente, aunque a causa de intentar evitar desmayarme no fui capaz de comprender gran cosa, no obstante mi mayor temor fue confirmado, me encontraba en este lugar para comandar a un grupo de reclutas por orden de un oficial de cabello color rojo. El otro recuerdo que asaltó mi cabeza fueron los gritos de los reclutas a causa de los daños sufridos por la batalla y a alguien indicar que debía ir a un pantano. Finalmente el último recuerdo involucraba a un sujeto con un lanzallamas quemando a sus enemigos, pero desconozco si era un aliado o un enemigo.

Cuando las imágenes terminaron de manifestarse me encontraba tumbado en el suelo, el viento dejó de soplar y por ende la neblina de nuevo dificultaba mi visión, nuevamente me encontraba solo...

Con un poco de esfuerzo me levanté del suelo, para luego limpiar el barro de mi rostro. La cabeza me daba vueltas y mi respiración era pesada.- Maldición, ¿A dónde fue él? –me pregunté mientras me llevaba una de mis manos a la cabeza. Aquel marine podía ser uno de esos reclutas que debían estar a mi mando, claro que no descartaba que conociera mi nombre ya que fui yo quien se lo dijo.- Da igual, es mejor que lo alcance o puede que algo le ocurra.

Ahora sabía que el responsable de esto se hallaba en alguna base ubicada en un pantano, puede que ese pantano se encontrara en la misma dirección de los árboles que vi cuando desperté en este lugar. No obstante mi mayor preocupación en este momento era la salud de ese marine.

Con el dolor de mi cabeza disminuido me encaminé por la misma dirección que fue tomada por el rubio. Sería difícil seguirlo con la neblina dificultado mi visión, pero esperaba que la sangre de su mano sirviera como rastro que mi indicara el camino que tomó.

Debía darme prisa en alcanzarlo o alguien más podría hacerlo…

- Ahora que lo pienso.... ¿Qué diablos estaba haciendo ese chico agazapado? –antes de marcharme me acercaría hasta el lugar donde se encontraba el marine originalmente, si no había nada interesante me iría cuanto antes.

No hay nada en el lugar. O sería más correcto decir que nada salvo barro ensangrentado y un fusil con bayoneta partido a la mitad. Nuevamente te toca avanzar en medio de la niebla, en mitad del silencio sólo roto por el viento y el sonido de tus pasos. El paisaje es... monótono, por decirlo de alguna manera. Las trincheras no ofrecen mayor entretenimiento para la vista que paredes terrosas, cadáveres y la inacabable y maldita niebla. Si esta no estuviera de por medio al menos podrías estar viendo hacia dónde te diriges, pero por la dirección dirías que hacia el bosque, ¿o no? El tiempo parece no transcurrir en esta interminable galería de los horrores, donde tus únicos acompañantes son los rostros de los caídos, desfigurados en eternas muecas de agonía o de sorpresa. Algunos (pocos) parecen sólo estar reposando, y si no fuera por las horribles heridas de sus cuerpos casi hasta podrías decir que están dormidos.

Finalmente llegas a otra sección de las trincheras en que el lugar es diferente. Tanto las paredes como los cadáveres están totalmente quemados y no puedes evitar recordar al hombre del lanzallamas. Durante unos instantes empieza a dolerte la cabeza y tienes una visión del mismo soldado de antes quemando frente a ti, arrasando el pasillo. Mientras dura escuchas sonido de pasos cerca tuya, incluido un insistente chapoteo. Sin embargo se desvanece tan rápido como ha llegado junto con la jaqueca, y al acabar te percatas de que todo está tan silencioso como antes. Poco metros después te encuentras con que el resto de la trinchera está inundada de agua sucia. No sabes como de profunda será, pero por lógica no debería serlo apenas, ¿no? El charco está ligeramente alborotado, apenas unas ondas. ¿Será por el viento?

Nada importante se encontraba en aquel lugar, haciéndome pensar más en el motivo por el cual se encontraba en aquella posición. Puede que estuviera intentando desmontar la bayoneta del rifle roto. De ahí en fuera no podía pensar en otro motivo aparente para ese comportamiento tan extraño.

Sin nada mejor que hacer comencé a caminar por aquel lugar desolado. A pesar de encontrarme solo, el ambiente me provocaba una sensación extraña, como si algo me observara desde dentro de la neblina. Un dolor en mi estómago comenzó a hacerse presente, el cual venía acompañado de numerosos escalofríos.- Maldita neblina. –expresé en un intento por alejar ese miedo auto infundido que poco a poco comenzaba a crecer.

Para ser honesto no estaba seguro de a donde me estaba dirigiendo, ¿era hacia el bosque? No estaba seguro, pero aceleré mi paso para intentar salir de aquel sitio con mayor prisa posible… De algún modo la idea de ver a mis compañeros levantarse y comenzar a culparme por ser el responsable de sus muertes provocó que mi corazón comenzara a latir con fuerza y mi respiración se agitara. El deseo de comenzar a correr con tal de evitar que esto se hiciera realidad se veía como una magnifica opción a cada paso que daba.- Maldita neblina, maldita neblina, maldita neblina…

Después de unos minutos (aunque para mí fue una eternidad) llegué a otra sección de la trinchera. La imagen de los cadáveres quemados me hizo recordar aquel recuerdo del hombre con el lanzallamas. Mi cabeza comenzó a doler, parecía que el recuerdo quería permanecer oculto a como dé lugar. No estoy seguro si el sonido de los pasos y el chapoteo fue algo inventado por mi imaginación o en verdad era real.

Agité mi cabeza en un intento por hacer que el dolor se disipara en su totalidad. Permanecí en completo silencio durante unos instantes, pero ni un solo sonido se manifestó.* Esos pasos debieron ser provocados por mi imaginación… *comenzaba a preocuparme por mi salud mental, pues desde un inicio esta no se encontraba en las mejores condiciones y quizás este ambiente había desarrollado otro síntoma nuevo con el cual lidiar a partir de ahora.

Algo desanimado reanudé mi avance y a pocos metros me topé con algo peculiar. Tal parecía el resto del camino se encontraba inundado.* ¿De dónde proviene esta agua? *puede que la explosión de algún proyectil destruyera una sección de la trinchera que se encontrar cerca de un lago o algo parecido.* Será seguro avanzar por este lugar. *justo cuando estaba por optar tomar otro camino, noté las ondas en el agua. Fácilmente el viento pudo ser el causante de estas, no obstante mi cerebro relacionó esto con los pasos escuchados durante mi jaqueca.- Puede que ese marine fuese el responsable. –no había notado rastro de sangre durante mi trayecto, así que esta posibilidad no era muy elevada, aun así era mejor investigar.

Ya tomada mi decisión me dispuse a avanzar por el agua con pasos pequeños para intentar evitar caer en un agujero creado por un proyectil o algo parecido que me hiciera perder el equilibrio y caer al agua.

El agua resulta ser algo más profunda de lo que parecía, pero no lo bastante como para entorpecer demasiado tus pasos. Te da algo por debajo de las rodillas. Sin embargo pronto te parece una mala idea pues tus ropas se empapan y ensucian en el agua embarrada. Mientras avanzas se te pasa por la cabeza la posibilidad de que hubiera algo en el agua y te agarrase el tobillo. Por un momento hasta casi has tenido la sensación de que algo te rozaba, pero nada fuera de lo común ocurre tras eso. La mente puede llegar a ser toda una cabrona en situaciones de estrés, ¿verdad? Eso, o no te lo has imaginado. A tu elección queda el decidir qué creer.

Por suerte para ti acabas saliendo de la zona embarrada. Tienes las piernas mojadas y notas frío en estas, empeorado por la humedad. No queda mucho más tramo de trinchera y pronto llegas al final de estas. Puedes ver un tramo de campo de unos diez metros lleno de agujeros y cráteres, tras el cual ves bosque. Tanto a tu derecha como a tu izquierda hay más líneas de trincheras, y a tu espalda el camino por el que has venido. No has visto ni rastro del recluta por el camino y aunque has visto sangre, estaba mezclada con el barro y bien podía ser de los caídos.

El viento deja de soplar, quedando el banco de niebla asentado en la zona. No parece que los elementos jueguen a tu favor. Ah, por cierto, te está rugiendo el estómago y tienes la lengua seca. Igual deberías buscar alimentos y bebida, y aunque estás rodeado de agua yo que tú no probaría la de las trincheras.

El agua era tan fría como imaginaba, pero la profundidad era un poco mayor. Con eso presente avancé de manera lenta pues no me gustaría pisar algún hoyo (creado por un proyectil) y caer al agua. La sensación de algo rozando uno de mis tobillos me paralizó y por unos instantes miré fijamente el agua de color marrón.

* Debo estar imaginando cosas. *pensé en un intento por tranquilizarme y evitar imaginar en las almas de los hombres a mi cargo que en este momento deberían sentir odio hacia mí.* No sería de extrañar que sus espíritus se estén aferrando a mi cuerpo para atormentarme por algún tiempo.

Sin presentarse inconvenientes salí del agua. El frío que sentía en ese momento me hizo replantear si fue una buena opción atravesar esa trinchera, pero no había forma de cambiar lo sucedido y solo podía continuar adelante.

Mis recuerdos aún no regresaban por completo, no obstante mi única pista era el bosque y los pantanos. Debía capturar a alguien… Capturar…

El sonido de mi barriga me regresó a la realidad. No tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido, pero mi cuerpo comenzaba a exigirme alimento, indicándome que pasé más tiempo del que me gustaría inconsciente.

De haber encontrado señales del recluta habría ignorado a mi cuerpo para continuar avanzando, pero al no encontrar nada sería bueno atender esa pequeña necesidad.

Me quité la mochila, para luego sentarme sobre el piso apoyando mi espalda en la pared de la trinchera. Del interior de la mochila tomé una de las cantimploras y una de las latas de conservas. No había una etiqueta que indicara el alimento en la lata, aunque tampoco es como si eso fuera importante.

Me tomaría unos minutos para alimentarme y reflexionar sobre lo sucedido, quizás con algo de suerte sería capaz de recordar alguna otra cosa que fuera útil. Para intentar incrementar un poco mi moral, utilizaría mi ámbito de fuego para calentar un poco la comida y combatir el frio. Cuando acabara con mi alimento reanudaría mi marcha en dirección del bosque…

¿Ha sido buena idea hacer eso? Has comido caliente, sí, pero las conservas no se caracterizan por estar malas a temperatura ambiente. Y has usado fuego. Bueno, tú sabrás. Un campo de batalla abandonado cubierto de niebla al borde de un bosque, ¿qué podría salir mal? Tras saciarte entras en el bosque. Un lugar bonito, o debe serlo cuando no está cubierto de niebla y huele a muerto. Al cabo de un rato llegas a un claro donde hay una cabaña de leñadores con la puerta abierta. Si entras a revisarla verás que está totalmente saqueada, aunque hay un rastro de sangre que parece reciente. De goteo, no muy profuso. Alguien herido ha estado aquí.

Cuando sales de la cabaña (o al poco de verla si no has entrado), escuchas un aleteo y un graznido. Un cuervo se posa en un árbol cercano y te observa desde él moviendo su cabeza. Coincidentemente al lado hay lo que parece un estrecho sendero entre los árboles, pero un sendero como tal. ¿Quieres seguirlo? No tienes muy claro dónde estás. Tal vez si tuvieras una brújula o algo similar pudieras orientarte. Si prefieres ir en otra dirección es cosa tuya, aunque no parece haber... espera, no. Ves algo más. El rastro de sangre de la cabaña, adentrándose en una zona más espesa del bosque donde el terreno desciende y las raíces salen del suelo, haciendo complicado avanzar.

La comida de la marina siempre carece de sabor, pero debería estar agradecido por ser capaz de comer algo. Al terminar con mi alimento continué con mi camino en dirección del bosque.

Me gustaría decir que el ambiente cambió, pero la neblina y el aroma del lugar me hacían pensar que aún continuaba entre las trincheras. Me pareció extraño el silencio que reinaba en aquel sitio, incluso como alguien que disfrutaba de pasar el tiempo en los bosques para leer o recolectar ingredientes para mis remedios naturales, este lugar daba la impresión de encontrarse cargado de energía pesada… ¿O quizás todo estaba en mi mente? Una pequeña sensación de angustia comenzaba a crecer dentro de mí, algo en este lugar empezaba a afectarme, haciéndome querer comenzar a correr para salir de esta maldita neblina.* No, tranquilízate, por ahora estás solo, pero en caso de encontrar a alguno de mis hombres es necesario que conserve la cabeza fría. *era fácil decirlo ahora, sentía un poco de curiosidad si en verdad podría actuar de esa manera llegado el momento.

Al cabo de unos minutos vislumbré una estructura de madera, era una cabaña en un claro. Un ligero dolor en mi estómago se manifestó, era esa sensación de angustia por tener deseo de entrar y al mismo tiempo experimentar miedo por lo que sea que podría encontrar dentro. El sentimiento de responsabilidad con aquellos marines que podrían haber sobrevivido fue el que me hizo adentrar en la cabaña, tenía que cerciorarme si alguno de mis hombres se encontraba ahí.

Empujé la puerta de madera mientras sujetaba la empuñadura de mi espada a modo de preparación ante el posible peligro. El interior se encontraba vacío y señales de saqueo eran evidentes, no obstante la presencia de sangre me indicó que alguien estuvo aquí.* ¿Podría ser ese marine? *era una posibilidad, aunque también podría tratarse de un enemigo.

Antes de salir de la cabaña me tomé unos minutos para buscar sábanas o algún material que me sirviera como sustituto de emergencia de un vendaje, no estaba seguro si la persona anterior a mí las habría tomado, pero en caso de no haberlo hecho las rasgaría y guardaría dentro de la mochila.

Al salir el sonido de un aleteo llamó mi atención. Se trataba de un cuervo, quizás el mismo que vi al despertar. Cerca de donde el ave se posó había un sendero, parecía ser el único camino, sin embargo un peculiar color rojo me indicó que la persona dentro de la cabaña había tomado otro rumbo. Al acercarme a inspeccionar noté que el camino descendía y sería complicado avanzar. Puede que mi habilidad como guardabosques mi permitiera moverme con un poco más de facilidad, pero tendría que ser cuidadoso para evitar un accidente.

Justo antes de comenzar a descender, decidí inspeccionar en los alrededores de la vegetación en búsqueda de hierbas o plantas con propiedades medicinales, puede que con algo de suerte terminara encontrando un poco de material con el cual poder tratar ligeramente alguna herida…

En caso de no encontrar nada me limitaría a comenzar a descender con el mayor cuidado posible, siguiendo el rastro de sangre.

Mientras avanzas localizas un poco de correa de monte, una planta carnívora con una hojas largas, anchas y cubiertas de unos pelillos pegajosos. Suele emplearse como vendaje improvisado porque es muy elástica y medianamente resistente además de ser fácil conseguir que se quede bien sujeta. De todos modos deberías andar con los ojos abiertos, porque donde crecen estas plantas también lo hace otra, la greenweed, con la que se hacen ungüentos curativos y antídotos. Te vendrá muy bien si logras encontrar un poco. Mientras tanto sigues bajando hasta llegar a una zona de arbustos espinosos. Al otro lado escuchas un llanto desconsolado y gimoteos y aunque hables no encontrarás respuesta alguna. Muchos llegado este punto se darían media vuelta y mandarían todo a la porra, pero no eres esa clase de persona, ¿verdad? Tienes que hacerte el héroe y arriesgar tu vida aunque la situación esté chillando que este no es un lugar apropiado para estar.

Bien, si has decidido que tu sentido de la autoconservación es tirando a nulo y cruzas los arbustos, te encontrarás con un espectáculo... peculiar. En el suelo estar el marine de antes, arrodillado y con las manos en la cabeza. tiene ambas despellejadas y ensangrentadas y todo el uniforme empapado en sangre. Cuando te ve, o eso intuyes, porque no ves su rostro cubierto por una sucia mata de pelo marrón y sus manos, da un chillido desgarrador y se arranca la camisa violentamente. Su cuerpo está lleno de heridas horribles y tiene la piel con cachos de carne colgando, como si lo hubieran deshollado vivo. Su rostro está más o menos en el mismo estado con los ojos inyectados en sangre y los párpados arrancados. Se incorpora tambaleándose y de repente su piel comienza a "desenrollarse" y levantarse en torno a él, formando asquerosos tentáculos de carne que salen de diferentes partes de su cuerpo. No parece precisamente amistoso y camina hacia ti gruñendo mientras mueve las tiras de piel en actitud hostil.

Si uno sabía buscar podía obtener tesoros ofrecidos por la naturaleza. Una planta que podía utilizarse como vendaje improvisado apareció mientras avanzaba lentamente.* Esto ya es un hallazgo maravilloso, pero si mal no recuerdo debería haber cerca algunas… *Con una sonrisa triunfante tomé una de las pequeñas hojas de una planta de color verde que crecía en el piso a poca distancia de donde encontré la planta carnívora. Quizás a ojos de un inexperto esta no sería diferente al resto de las hojas de las demás plantas que crecían en el bosque, sin embargo estas pequeñitas eran medicinales y en combinación con el vendaje natural podrían brindar un ligero tratamiento a algunas heridas.

Tomé algunas hojas de la greenweed, podría haberme llevado toda la planta y utilizar el tallo y las raíces también como ingredientes médicos, pero si alguien más se encontraba en una mala situación en este momento o el futuro, encontrar estas plantas podría ayudarle. Guardé los ingredientes e uno de los bolsillos libres de la mochila.

- Bien, este hallazgo debe ser una buena señal. –tras colocar de nuevo la mochila en mi espalda continué con mi lento avance.

El silencio del bosque se vio interrumpido por lo que parecían ser los sollozos de un hombre. Consternado pregunté estúpidamente si alguien se encontraba aquí, era obvio que alguien se encontraba en las cercanías, pero el repentino llanto sumado al ambiente provocó que sintiera un poco de temor y realizara esa pregunta cliché de las historias de terror.  

Con el camino recto caminé de manera cautelosa hacia la fuente del sonido. Una parte de mi me decía que desde el momento de haber escuchado el llanto debí haberme dado media vuelta y buscará otro camino a tomar, no obstante si el la persona llorando era aquel marine o algún otro sobreviviente de mi pelotón era mi deber como superior hacer lo posible por sacarlos con vida de este lugar.

Al apartar unos arbustos la figura del marine se hizo visible. Al  notar las heridas en sus manos me quité la mochila con intención de tomar lo necesario para ayudarlo, pero esto pareció llamar su atención haciéndolo mirar en mi dirección. Sin aviso soltó un chillido y acto seguido se arrancó la camisa dejando expuesto su destrozado torso…

Mi respiración se hizo más pesada sin que lo notara, no comprendía que estaba sucediendo o cómo diablos este hombre había terminado con ese aspecto tan lamentable, quizás si todo hubiera terminado ahí el golpe a mi estado mental habría sido mínimo pues para bien o para mal como médico de combate me encontraba acostumbrado a presenciar heridas horribles, por desgracia esta era la primera vez que veía tentáculos formarse con la carne de una persona.

De cierta manera agradecí a un dios en el cual no creía, la existencia de los usuarios de fruta, de no ser por ellos en este momento mi mente se encontraría totalmente en estado shock ante lo que podría ser llamado con seguridad como una aberración, pero si obligaba a mi cerebro a creer que la persona que se encontraba delante de mí era un usuario de fruta del diablo… Podía mantenerme con la suficiente calma como para comprender que me encontraba en una mala situación.

No conocía que tipo de efecto tenían esos tentáculos, darme la vuelta e intentar huir podría ser arriesgado, pues si estos podían extenderse más de lo aparente terminaría siendo sujetado e inmovilizado por ellos.

¿Sería prudente enfrentarme al marine? Parecía que sus intenciones no eran nada amigables, ¿Pero a que se bebía?* Habrá comido alguna planta extraña o se encontrará bajo efectos de algún alucinógeno? *esta no era mi primera vez afrontando ese tipo de situación, mi nakama Gusi en una de nuestras misiones se vio afectado por el piquete de un insecto que lo hizo ver cosas raras… Claro que esta vez era seguro que tendría que dejar fuera d combate a mi paciente para intentar determinar que estaba ocurriendo.

Si quería detenerlo, pero sin hacerle mucho daño, lo mejor sería recurrir a la electricidad. Formé 2 dagas taser (una en cada mano), para luego arrojar una de ellas en su dirección y unos instantes después la otra. Mi intención era dejarlo fuera de combate lo antes posible, pero este ataque también me podría brindar información valiosa. ¿Esos tenáculos podrían bloquear los ataques? ¿Qué tan rápidos serían sus reflejos? ¿Su agilidad sería la suficiente para permitirse esquivar el ataque? ¿La electricidad era efectivo contra él?... Habían muchas más preguntas y no todas serían respondidas.

- Vamos, necesito saber que te pasó y como terminaste en ese estado. –susurré mientras activaba mi mantra y miraba de manera atente sus acciones.  

El ser un grito de dolor retorciéndose cuando las dagas le alcanzan, retorciéndose espasmódicamente. Sin embargo no parece haber servido para más que enfadarle, pues pronto da un terrible rugido y carga hacia ti con los tentáculos de piel desplegándose amenazadoramente en toda su longitud. Su estrategia en un principio parece sencilla, pues se limita a cargar contra ti y saltar con intención de abrazarse a tu torso y morderte la cara. ¿Problema? Mientras tanto los tentáculos se cierran sobre ambos. Parece que tiene la intención de envolverte en ellos. Parecen flojos y blanditos, así que no logrará apretujarte con ellos, pero gotean algo marrón y viscoso. Yo que tú me andaría con ojo.

Tal parecía que la electricidad no me ayudaría a conseguir una victoria rápida y sin más violencia de la necesaria.* ¿Su resistencia será elevada o por el contrario la intensidad utilizada en ese ataque no fue la suficiente para dejarlo fuera de combate? *fuese lo que fuese, el ataque lo había hecho enojar y ahora se dirigía hacia mí con toda la intención de devolverme el dolor.

A juzgar por lo sencillo que fue dañarlo con las dagas, no debería ser muy bueno utilizando esos tentáculos para bloquear, sin embargo un líquido extraño se podía apreciar en ellos.* Prefiero no correr riesgo innecesarios. *activé mi armadura para evitar un posible contacto con esa cosa marrón.

No tenía intención de dejarme tocar por algo desconocido, por lo cual desenvainé a Madre y activé el sistema de impulsos de la armadura para realizar un dash hacia cualquiera de los costados con menos obstáculos. Si el tentáculo pretendía impedir mi avance intentaría cortarlo de manera limpia.

Bien podría haberme limitado a dejarme abrazar, pues si se trataba de un usuario se debilitaría al entrar en contacto con la armadura de kairoseki puro, sin embargo al no conocer la función o efectos de esa sustancia que goteaba de los tentáculos, sería peligroso entrar en contacto por voluntad propia.

De pronto algo cruzó mi mente ¿y si esa sustancia era su sangre? Si ese era el caso sería problemático terminar manchado al cortar uno de sus tentáculos.

Efectivamente unos de los tentáculos en tu camino intenta agarrarte, pero lo cortas con tu espadón. La extremidad seccionada se queda pegada a tu arma, colgando y agitándose de una manera casi cómica en el aire, mientras el antiguo marine da un chillido de dolor. Comienza a dar poderosos rugidos que resuenan por el bosque lo que no te resulta... agradable, a falta de una palabra mejor. De repente su voz comienza a hacerse cada vez más grave y su pecho y hombros se agrandan brutalmente, como si los huesos se hubiesen hinchado. Tras unos segundos el brazo derecho comienza a crecer también y le salen garras.

- ¡AAAAARGH! - te mira con los ojos inyectados en sangre - Co... co... ¡CO!

El deforme comienza a avanzar hacia ti lentamente arrastrando su brazo gigante. Los tentáculos vuelven a alzarse intentando agarrarte, mientras alza su extremidad y te lanza un garrazo descendente inesperadamente veloz.

- ¡COMER!

Sea lo que sea ahora este bicho, cada vez parece menos humano. Sus ojos han perdido la esclerótica, siendo todo iris y pupila, y el pelo se le cae mientras loe restos de su piel se desgajan de él formando más tentáculos. Es una visión horrenda y desagradable, especialmente su rostro sin párpados y labios encarnados.

La hoja de mi espada cortó el tentáculo y conseguí alejarme un poco del marine. Agité mi espada para deshacerme del trozo de carne que continuaba moviéndose.

Este ataque me brindó un de poco información. * No era un usuario tipo logia. *quizás por su aspecto eso sería bastante obvio, pero era mejor no descartar alguna habilidad extraña, cómo la de mi nakama para endurecer su sirope.* En ese caso debe ser zoan. *aún intentaba aferrarme a la idea de que la criatura frente a mí se trataba de un usuario. Durante mis viajes presencié como un par de personas tomaban la forma de dragones, criaturas que pertenecían al reino de las fantasías, por tanto deberían existir personas capaces de tomar la forma de monstruos.

El marine emitió un rugido bastante desagradable, para luego comenzar a sufrir cambios en su cuerpo que provocaron que un escalofrió recorriera mi espalda.* Casi lamento no haber tomado una de esas granadas para cavar con esto rápido. *hasta cierto punto bromeaba, de ser posible me gustaría no tener que matarlo, pero el hecho de haber desenvainado a Madre implicaba que de ser necesario lo mataría.

Esos tentáculos de nuevo se movieron para intentar atraparme, además en esta ocasión su brazo (el cual tomó la forma de una garra de gran tamaño) realizó un ataque veloz. Esta criatura en verdad parecía pertenecer a una pesadilla… ¿Criatura? ¿No un marine? Poco a poco dejaba de verlo como aquel marine herido al que había intentado ayudar, dejando solo a un monstruo de aspecto aterrador…

Ante el ataque crearía una barrera de haki esperando ser capaz de soportar el impacto de los ataques. Confiaba en que mi barrera fuese capaz de recibir el daño sin quebrarse y si tenía la suerte provocara un rebote en mi enemigo a causa de su veloz golpe.

Si mi enemigo perdía un poco su postura utilizaría 1 de los 2 restantes impulsos de mi armadura para desplazarme directo al monstruo con intención de cortar una de sus piernas (y cortando todo aquello que se interponga en mi camino) aprovechando el impulso para terminar detrás suyo. El ataque se vería imbuido por mi control sobre el hielo, el cual me permitía disminuir la temperatura de la hoja de mi espada a -20 grados y generar pequeñas cantidades de hielo donde se realizara un corte.

Si por el contrario barrera no conseguía generar un rebote o resultaba inútil ante el ataque me vería obligado a imbuir mi espada en haki para hacer frente a la garra y los tentáculos, haciendo uso de mi mantra reflejos y agilidad para minimizar los posibles daños.