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Tahiko-ko
No tienes idea de cómo llegaste a esta hermosa y oscura ciudad, pero en realidad no es lo que importa. Tu objetivo está aquí y si fueras un perro sabueso, podrías olerlo, pero no lo eres. No deberías preocuparte por ello, ya que estás cien por ciento seguro de que está en la isla y tu misión será encontrarlo. Lamentablemente no cuentas con mucha información y es necesario que empieces a hacer unas cuantas preguntas, hay muchas mujeres alrededor de ti y unos pocos hombres. Si te gustan las chicas, estás en el lugar correcto, mi amigo.
Es importante que conozcas el lugar en dónde estás: el puente. ¡Claro que sí! Estás en medio del puente (a unos pocos metros de la punta oeste), y vaya a saber uno lo que estás haciendo ahí. Puedes observar que la gente detiene unos pocos segundos su mirada en ti y luego camina como si no existieras, algo muy típico en las personas que han vivido toda su vida en una grande ciudad. Si te fijas, hay una mujer que está fumando un cigarrillo apoyando sus codos en el borde del puente mientras su vista apunta al vacío. No tiene pintas de ser suicida. ¿Quién se suicidaría siendo una hermosa y sexy mujer que usa un ajustado y corto vestido rojo? Puedes preguntarle acerca del hombre que buscas, un tal Ichi Ren. Sin embargo, te aconsejo que analices bien a quién le quieres preguntar… No es una ciudad tan segura y en cualquier momento el cazador se convierte en presa.
La opción de hablarle a la Señorita Ojazos no es la única que hay, claro que no. Puedes decidir recorrer la hermosa y peligrosa ciudad, ir a comer algo, perderte en los burdeles de la zona o buscar a alguien que parezca confiable. Como sea… Para empezar a trabajar debes tener un punto de referencia, de lo contrario lo único que conseguirás es perder tu tiempo.
Hachi Hachi:
Tu olfato percibe el dulce perfume de la chica que pasa junto a ti, quién voltea la mirada y te mira desde los pies hasta la cabeza. Parece que le has gustado, y probablemente sea una buena conquista… La mujer de piel canela, cabello castaño y ondulado que le llega hasta un poco más debajo de los hombros y curvas de autopista de carrera te queda mirando con sus almendrados y profundos ojos grises. Lleva un vestido escotado de color blanco, muy pegado a su piel. Ya decidirás tú lo que más te gusta de ella: su olor o sus curvas. También puede que sean sus pechos, pero como ya dije… Es decisión tuya. ¡En fin! Solo te quería señalar que debido a tu agudo olfato percibes una variedad de olores que tú mismo describirás como agradables u odiables. Hay uno muy particular… Una mezcla de bambú, mandarina y limón que le dan un toque cítrico… No reconoces de quién es, pero seguro que te encanta.
Sin más rodeos, vamos a lo importante (ya habrá tiempo para divertirse, campeón). Una banda, supuestamente alojada en Dark Dome, conocida como Nizachi ha sido puesta en la mira del Gobierno Mundial. Tú, y precisamente tú, serás el encargado de reducirla a polvo, cenizas… o a lo que quieras reducirla, pero el tema es que esa es tu misión. Su líder es un peligroso hombre conocido como Ichi Ren, quien se ha ganado una buena recompensa por su cabeza. La banda es acusada por mantener relaciones estrechas con la Armada Revolucionaria, aunque esto lo deberás comprobar tú mismo, y también por tráfico de armas y drogas ilícitas. Vaya… Parecen ser unos verdaderos mafiosos. Sea como sea, no estás de vacaciones y tienes mucho trabajo por hacer. Estos hombres sí que saben cómo trabajar y no dejan muchas pistas, aunque preguntando tal vez puedas llegar a algo más concreto. En definitiva te estoy aconsejando que reúnas información acerca de tus próximas presas.
¿Tu localización? Te encuentras en la punta oeste del enorme puente que separa a la ciudad. Hacia el este verás enormes rascacielos, y hacia el oeste también. Puedes preguntarle a quien sea, de hecho, no estás tan lejos como para no poder ver a una hermosa dama de vestido rojo que está fumando un cigarrillo. Ella tiene pinta de responder las preguntas de un apuesto agente del Gobierno, aunque te recomiendo que tengas cuidado. Nadie sabe quién está de tu lado. ¡Cómo sea! Eres libre de hacer lo que quieras, pero ya verás tú cómo reúnes información acerca de tu objetivo.
No tienes idea de cómo llegaste a esta hermosa y oscura ciudad, pero en realidad no es lo que importa. Tu objetivo está aquí y si fueras un perro sabueso, podrías olerlo, pero no lo eres. No deberías preocuparte por ello, ya que estás cien por ciento seguro de que está en la isla y tu misión será encontrarlo. Lamentablemente no cuentas con mucha información y es necesario que empieces a hacer unas cuantas preguntas, hay muchas mujeres alrededor de ti y unos pocos hombres. Si te gustan las chicas, estás en el lugar correcto, mi amigo.
Es importante que conozcas el lugar en dónde estás: el puente. ¡Claro que sí! Estás en medio del puente (a unos pocos metros de la punta oeste), y vaya a saber uno lo que estás haciendo ahí. Puedes observar que la gente detiene unos pocos segundos su mirada en ti y luego camina como si no existieras, algo muy típico en las personas que han vivido toda su vida en una grande ciudad. Si te fijas, hay una mujer que está fumando un cigarrillo apoyando sus codos en el borde del puente mientras su vista apunta al vacío. No tiene pintas de ser suicida. ¿Quién se suicidaría siendo una hermosa y sexy mujer que usa un ajustado y corto vestido rojo? Puedes preguntarle acerca del hombre que buscas, un tal Ichi Ren. Sin embargo, te aconsejo que analices bien a quién le quieres preguntar… No es una ciudad tan segura y en cualquier momento el cazador se convierte en presa.
La opción de hablarle a la Señorita Ojazos no es la única que hay, claro que no. Puedes decidir recorrer la hermosa y peligrosa ciudad, ir a comer algo, perderte en los burdeles de la zona o buscar a alguien que parezca confiable. Como sea… Para empezar a trabajar debes tener un punto de referencia, de lo contrario lo único que conseguirás es perder tu tiempo.
Hachi Hachi:
Tu olfato percibe el dulce perfume de la chica que pasa junto a ti, quién voltea la mirada y te mira desde los pies hasta la cabeza. Parece que le has gustado, y probablemente sea una buena conquista… La mujer de piel canela, cabello castaño y ondulado que le llega hasta un poco más debajo de los hombros y curvas de autopista de carrera te queda mirando con sus almendrados y profundos ojos grises. Lleva un vestido escotado de color blanco, muy pegado a su piel. Ya decidirás tú lo que más te gusta de ella: su olor o sus curvas. También puede que sean sus pechos, pero como ya dije… Es decisión tuya. ¡En fin! Solo te quería señalar que debido a tu agudo olfato percibes una variedad de olores que tú mismo describirás como agradables u odiables. Hay uno muy particular… Una mezcla de bambú, mandarina y limón que le dan un toque cítrico… No reconoces de quién es, pero seguro que te encanta.
Sin más rodeos, vamos a lo importante (ya habrá tiempo para divertirse, campeón). Una banda, supuestamente alojada en Dark Dome, conocida como Nizachi ha sido puesta en la mira del Gobierno Mundial. Tú, y precisamente tú, serás el encargado de reducirla a polvo, cenizas… o a lo que quieras reducirla, pero el tema es que esa es tu misión. Su líder es un peligroso hombre conocido como Ichi Ren, quien se ha ganado una buena recompensa por su cabeza. La banda es acusada por mantener relaciones estrechas con la Armada Revolucionaria, aunque esto lo deberás comprobar tú mismo, y también por tráfico de armas y drogas ilícitas. Vaya… Parecen ser unos verdaderos mafiosos. Sea como sea, no estás de vacaciones y tienes mucho trabajo por hacer. Estos hombres sí que saben cómo trabajar y no dejan muchas pistas, aunque preguntando tal vez puedas llegar a algo más concreto. En definitiva te estoy aconsejando que reúnas información acerca de tus próximas presas.
¿Tu localización? Te encuentras en la punta oeste del enorme puente que separa a la ciudad. Hacia el este verás enormes rascacielos, y hacia el oeste también. Puedes preguntarle a quien sea, de hecho, no estás tan lejos como para no poder ver a una hermosa dama de vestido rojo que está fumando un cigarrillo. Ella tiene pinta de responder las preguntas de un apuesto agente del Gobierno, aunque te recomiendo que tengas cuidado. Nadie sabe quién está de tu lado. ¡Cómo sea! Eres libre de hacer lo que quieras, pero ya verás tú cómo reúnes información acerca de tu objetivo.
- Off:
- Ambos tienen total libertad para describir el ambiente, siempre y cuando respeten la descripción de la ciudad. ¡Buena suerte a ambos!
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Pain no tenía planeado meterse tan rápido en el Paraiso y hubiese preferido continuar con su campaña de caza por el mar del Este. Sin embargo, las noticias sobre aquel tipo al que estaba persiguiendo le habían llevado hasta allí. Su cabezonería cuando se trataba de ir a por un objetivo era demasiado grande. Ren debía convertirse en un simple cuerpo mutilado para su historial de basuras menos en el mundo. Según había escuchado, no era un tipo fácil de tratar. Otro reto más para él, pero era necesario afrontar aquel tipo de peligros incluso con su poder en pleno trámite de recuperación. Por el momento tan solo había logrado recordar los principios del Shinra Power y del haki armadura. Cuanto antes recuperase sus poderes, antes entraría en aguas más peligrosas.
El cazador avanzaba por el puente totalmente en silencio. Vestía con una túnica negra que le llegaba hasta las rodillas, un pantalón azulado, unas sandalias de madera y un sombrero de madera con tiras de papel que ocultaba su rostro. A su espalda podía verse un espadón de tamaño considerable, pero totalmente envuelto en unos extraños vendajes blancos. Avanzaba muy lentamente por el sitio, analizando bien a las personas que pasaban. Se fijó especialmente en una chica que parecía estar fumando. Disponía de un provocativo traje rojizo. Las mujeres solían ser así y empezaba a sospechar que podía ser una prostituta. De todas formas, su objetivo era el de obtener información y tal vez ella podía ayudarle. Entonces empezó a caminar hacia ella con una calma increíble. Era como si no tuviese prisa ninguna.
No tardó mucho en llegar a la posición de la chica. Sus extraños ojos violetas se clavaron en ella y entonces fue cuando tosió un poco para que ella se diese la vuelta. Ella tan solo vería sus ojos y los pircings que ocupaban su rostro. Cuando le mirase, alzaría un poco la voz para hablarle en un tono frío como el hielo.
- Ichi Ren ¿Le suena de algo ese nombre? No quiero perder mucho tiempo, si sabe algo le agradecería que me comentase algo.
Dijo al mismo tiempo que metía la mano en el bolsillo y sacaba una pequeña bolsita con unos cien berries. Tal vez aquello hacía que la mujer colaborase si sabía algo. La cosa era… Tahiko no pensaba soltar la bolsa hasta que ella hubiese dicho algo interesante. Si no había nada que rascar, el cazador continuaría su camino como si con él no fuese la cosa. Portaba su licencia escondida dentro de la túnica como de costumbre. No solía salir en ningún momento sin ella. En el pulgar de la mano derecha de Pain podía verse un extraño anillo, eso y sumado al emblema de su técnica, los pircings y los leves cabellos naranjas que salían del sombrero le hacía un tipo realmente pintoresco.
- ¿Puede ayudarme pues?
El cazador avanzaba por el puente totalmente en silencio. Vestía con una túnica negra que le llegaba hasta las rodillas, un pantalón azulado, unas sandalias de madera y un sombrero de madera con tiras de papel que ocultaba su rostro. A su espalda podía verse un espadón de tamaño considerable, pero totalmente envuelto en unos extraños vendajes blancos. Avanzaba muy lentamente por el sitio, analizando bien a las personas que pasaban. Se fijó especialmente en una chica que parecía estar fumando. Disponía de un provocativo traje rojizo. Las mujeres solían ser así y empezaba a sospechar que podía ser una prostituta. De todas formas, su objetivo era el de obtener información y tal vez ella podía ayudarle. Entonces empezó a caminar hacia ella con una calma increíble. Era como si no tuviese prisa ninguna.
No tardó mucho en llegar a la posición de la chica. Sus extraños ojos violetas se clavaron en ella y entonces fue cuando tosió un poco para que ella se diese la vuelta. Ella tan solo vería sus ojos y los pircings que ocupaban su rostro. Cuando le mirase, alzaría un poco la voz para hablarle en un tono frío como el hielo.
- Ichi Ren ¿Le suena de algo ese nombre? No quiero perder mucho tiempo, si sabe algo le agradecería que me comentase algo.
Dijo al mismo tiempo que metía la mano en el bolsillo y sacaba una pequeña bolsita con unos cien berries. Tal vez aquello hacía que la mujer colaborase si sabía algo. La cosa era… Tahiko no pensaba soltar la bolsa hasta que ella hubiese dicho algo interesante. Si no había nada que rascar, el cazador continuaría su camino como si con él no fuese la cosa. Portaba su licencia escondida dentro de la túnica como de costumbre. No solía salir en ningún momento sin ella. En el pulgar de la mano derecha de Pain podía verse un extraño anillo, eso y sumado al emblema de su técnica, los pircings y los leves cabellos naranjas que salían del sombrero le hacía un tipo realmente pintoresco.
- ¿Puede ayudarme pues?
Ichimura Hachiro
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El joven le devolvió la sonrisa a la mujer, agradado por su aroma y su belleza. Si no estuviera en plena misión probablemente se hubiese detenido a flirtear, pero tenía tareas más importantes entre manos. Parecía que tras su actuación en Underwater sus jefes habían decidido confiar en él y le habían encargado una misión en solitario. Era la primera vez que le tocaba actuar sin estar bajo el mando de un superior y sin compañeros estando fuera de Water Seven, donde sí había realizado alguna tarea de investigación rutinaria sin ayuda. Sin embargo sentía que aquella misión le venía grande. Ahora poseía una akuma no mi y un arma verdaderamente útil, pero Minami le había advertido que no se fiara sólo por ello, dado que Grand Line estaba llena de usuarios y no faltaría la gente que estuviese preparada para combatir con ellos. Si tenía mala suerte podría incluso encontrarse a otros portadores de akumas. En todo caso el principal problema de aquella misión es que tendría que empezar a investigar sin tener ninguna línea de investigación de la que tirar, ni rumores ni pistas. Lo único que sabía era que la organización criminal Nizachi tenía como líder a un hombre (¿o era una mujer?) de nombre Ichi Ren y que entre otras cosas traficaban con armas y drogas. Teóricamente tenían vínculos con la Armada Revolucionaria, pero su misión era comprobar si esa relación era con algún revolucionario a título personal, con alguna facción o con la propia Armada en sí de manera formal. Además de evidentemente averiguar en qué consistían esos tratos.
- Por otro lado una vez acabe, eso importara poco - murmuró para sí mismo, sacando una barrita de chocolate y dándole un mordisco.
Eso era cierto y no. Si acababa con la banda cualquier trato con la Revolución desaparecería. Muerto el perro se acabó la rabia. Sin embargo aquellos datos seguían siendo importantes, pues podían llevarles a descubrir datos sobre miembros prominentes de la Armada o información que pudiera ayudar a más misiones contra esta. Sin embargo, ¿por dónde empezar? Hacerse pasar por un comprador de armas o de droga parecía la vía más lógica. Desde ahí podía intentar encontrar a alguno de los traficantes y sonsacarle quién era su proveedor, con suerte localizando así a la banda. "Deberían haberme asignado a algún compañero, un contacto o algo. Pero no, era más sencillo enviarme a mí solo..." suspiró, exasperado "Ni siquiera me han dado un triste barreno de TNT." De haber dispuesto de explosivos se hubiese sentido más confiado y seguro a la hora de llevar a cabo la tarea de infiltración y desmantelamiento de la banda. Una bomba bien colocada hacía milagros. Por otro lado si eran traficantes de armas, era posible que pudiese echarle mano a alguna una vez hubiese localizado su base y se hubiera colado en ella. En fin, ¿era mejor hacerse pasar por comprador de armas o de drogas? Con aquellas mujeres desde luego dudaba que funcionara preguntar por dónde podía obtener explosivos, no parecían aquella clase de personas. Ni la del vestido blanco, que de todos modos ya se iba, ni la del rojo. ¿Tal vez podía preguntar por drogas? Había oído que en las fiestas los jóvenes solían consumir, y en la clase alta no eran una excepción. Estaba empezando a desarrollar un plan, cuando un extraño con una túnica negra y un sombrero cónico se acercó a su objetivo. Se apoyó contra el puente y fingió comer su barra mientras miraba el río.
- Ichi Ren ¿Le suena de algo ese nombre? No quiero perder mucho tiempo, si sabe algo le agradecería que me comentase algo.
Pero... ¿qué? ¿Así de sencillo, encontraba un hilo del que tirar? Se lo habían puesto tan en bandeja que casi hasta parecía una trampa. Fingiendo normalidad siguió atento a la conversación, mientras su mente daba vueltas al asunto. No podía ser que fuese alguien más con la misma misión que él, o al menos no del Cipher Pol, ¿no? A menos que el CP6 hubiese enviado a alguien sin antes coordinarse con el CP5. Parecía poco probable dada la buena comunicación entre las diferentes agencias. ¿Un marine? No actuaría de incógnito y en solitario, menos sin uniforme... a menos que fuese a título personal, y no en medio de una tarea de la Marina. Parecía poco probable. Así pues lo más lógico era pensar que era alguien desvinculado del Gobierno con sus propios motivos para buscar al líder de Nizachi. Tal vez pretendiera resolver asuntos pendientes o tuviera asuntos con ellos. ¿O sería un cazador? ¿Tenía Ichi Ren recompensa por su cabeza? En cualquier caso no parecía a primeras luces una persona discreta. Había ido a preguntar totalmente a saco y sin importarle lo más mínimo la discreción. "Preguntar a esa mujer queda descartado a menos que encuentre motivos para hacerlo. Que dos desconocidos se te acerquen la misma noche con poco tiempo de diferencia a preguntar por temas delicados es cuanto menos sospechoso. Podría llamar la atención sobre mí mismo y perdería el elemento sorpresa." Era vital que localizara a Nizachi antes de que los mafiosos supieran de su existencia, o de lo contrario se vería en territorio enemigo, en una situación totalmente desfavorable contra enemigos anónimos que podrían salir de la nada a atacarle.
- Qué fastidio. Esto sí que es problemático.
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Tahiko-ko:
A penas te acercas a la mujer, esta nota tu presencia y se voltea, echándote el humo en la cara y soltando una sonrisa burlona. Puedes notar que la chica es mucho más bella de cerca que de lejos; grandes y profundos ojos azules que te miran como si te fueran a devorar, labios carnosos y suaves los cuales dibujan una misteriosa sonrisa. En su cuello cuelga un collar con una preciosa esmeralda octogonal, que podría representar algo, o tal vez no. Eso solo lo puedo dejar a los amantes de las conspiraciones, pero ya te digo yo desde un principio que no significa nada.
Lo primero que hace tras escuchar tu pregunta es sorprenderse, arqueando la ceja y mirándote de pies a cabeza. Da para pensar que no eres la persona a quien esperaba, si es que esperaba a alguien. Pestañea y bota el cigarrillo, y obviamente no tiene ninguna intención de coger tu bolsa de monedas.
–Vaya, si no fuera porque estoy trabajando, ya estarías muerto, chico –te dice con un tono picarón, soltando una sonrisa y dejando ver su perfecta y blanca dentadura–. ¿Cómo te llamas? No tienes pinta de… bueno, ya sabes.
Más que respuestas, obtienes preguntas. ¿A qué se referirá con qué está trabajando? En todo caso lo de matarte lo dijo en serio, para la próxima deberías tener un poco de cuidado al acercarte con una bolsa de monedas a chicas, podrían malinterpretarlo. Sin esperar a que le digas tu nombre, la chica nuevamente se voltea y queda mirando el vacío.
–Nadie sabe donde se encuentra ese hombre –te responde despreocupadamente–, pero si tienes intenciones de encontrarlo, estamos del mismo lado. Espera, ¿te llamas Izumi Hachiro?
Hachi Hachi:
¡Bien hecho! Un hombre cauto, y los hombres así llegan lejos. Has hecho bien en idear un plan, qué lástima que todo se haya ido a la mierda con la aparición de ese extraño sujeto que no parece temerle a la muerte ni mucho menos a las mujeres. Se ha apresurado en hablarle, y por suerte escuchaste su conversación. Y eso, mi amigo, es lo mejor que te pudo haber pasado. Descubres ciertas cosas de la mujer de vestido rojo (utiliza la misma descripción de antes, por favor) y tal vez sea buena idea analizarla, aunque si quieres hacerlo, te recomiendo que sigas actuando con cautela. Vaya a saber uno de lo que es capaz esa sexy mujer.
Lo hayas intentando o no, aunque de todas formas dudo que sirva de mucho, sigues escuchando la conversación hasta que llega la parte más importante de todo esto: la chica pronuncia tu nombre. ¡Bingo! Una hermosa y sexy dama te está buscando, tienes suerte. Tal vez ya sea buena idea acercarte a ella y presentarte, después de todo parece que están del mismo lado. Hay razones por las que estás trabajando solo, y seguramente ella sí que lo sabe. Sería buena idea preguntarle. ¿Qué harás?
Hachi Hachi y Tahiko-ko:
Si cualquiera de los dos está atento al ambiente, logrará fijarse en que a unos ocho o diez metros de la mujer hay un hombre que viste una túnica dorada, es calvo y de gruesas cejas. Inmediatamente tras escuchar el nombre de Ichi Ren se larga de ahí, tarareando una canción. Son libres de seguirle, aunque esto no será muy fácil puesto que tras largarse desaparece entre la muchedumbre. ¿Quién carajos será?
A penas te acercas a la mujer, esta nota tu presencia y se voltea, echándote el humo en la cara y soltando una sonrisa burlona. Puedes notar que la chica es mucho más bella de cerca que de lejos; grandes y profundos ojos azules que te miran como si te fueran a devorar, labios carnosos y suaves los cuales dibujan una misteriosa sonrisa. En su cuello cuelga un collar con una preciosa esmeralda octogonal, que podría representar algo, o tal vez no. Eso solo lo puedo dejar a los amantes de las conspiraciones, pero ya te digo yo desde un principio que no significa nada.
Lo primero que hace tras escuchar tu pregunta es sorprenderse, arqueando la ceja y mirándote de pies a cabeza. Da para pensar que no eres la persona a quien esperaba, si es que esperaba a alguien. Pestañea y bota el cigarrillo, y obviamente no tiene ninguna intención de coger tu bolsa de monedas.
–Vaya, si no fuera porque estoy trabajando, ya estarías muerto, chico –te dice con un tono picarón, soltando una sonrisa y dejando ver su perfecta y blanca dentadura–. ¿Cómo te llamas? No tienes pinta de… bueno, ya sabes.
Más que respuestas, obtienes preguntas. ¿A qué se referirá con qué está trabajando? En todo caso lo de matarte lo dijo en serio, para la próxima deberías tener un poco de cuidado al acercarte con una bolsa de monedas a chicas, podrían malinterpretarlo. Sin esperar a que le digas tu nombre, la chica nuevamente se voltea y queda mirando el vacío.
–Nadie sabe donde se encuentra ese hombre –te responde despreocupadamente–, pero si tienes intenciones de encontrarlo, estamos del mismo lado. Espera, ¿te llamas Izumi Hachiro?
Hachi Hachi:
¡Bien hecho! Un hombre cauto, y los hombres así llegan lejos. Has hecho bien en idear un plan, qué lástima que todo se haya ido a la mierda con la aparición de ese extraño sujeto que no parece temerle a la muerte ni mucho menos a las mujeres. Se ha apresurado en hablarle, y por suerte escuchaste su conversación. Y eso, mi amigo, es lo mejor que te pudo haber pasado. Descubres ciertas cosas de la mujer de vestido rojo (utiliza la misma descripción de antes, por favor) y tal vez sea buena idea analizarla, aunque si quieres hacerlo, te recomiendo que sigas actuando con cautela. Vaya a saber uno de lo que es capaz esa sexy mujer.
Lo hayas intentando o no, aunque de todas formas dudo que sirva de mucho, sigues escuchando la conversación hasta que llega la parte más importante de todo esto: la chica pronuncia tu nombre. ¡Bingo! Una hermosa y sexy dama te está buscando, tienes suerte. Tal vez ya sea buena idea acercarte a ella y presentarte, después de todo parece que están del mismo lado. Hay razones por las que estás trabajando solo, y seguramente ella sí que lo sabe. Sería buena idea preguntarle. ¿Qué harás?
Hachi Hachi y Tahiko-ko:
Si cualquiera de los dos está atento al ambiente, logrará fijarse en que a unos ocho o diez metros de la mujer hay un hombre que viste una túnica dorada, es calvo y de gruesas cejas. Inmediatamente tras escuchar el nombre de Ichi Ren se larga de ahí, tarareando una canción. Son libres de seguirle, aunque esto no será muy fácil puesto que tras largarse desaparece entre la muchedumbre. ¿Quién carajos será?
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Tahiko contuvo la respiración al notar el humo en su rostro, de hecho, no tardó en soplar violentamente para echarlo a un lado. Esa mujer se estaba pasando un poco y tenía suerte de no tener un precio por su cabeza. Podía ser hermosa y bella, pero el devastador pasaba de toda aquella mierda del romanticismo y las hormonas. Cierto era que sabía apreciar lo bonito, pero no era el típico hombre que le gustaba divertirse mediante actos sexuales o ligando. De todas formas, no pensaba atacar a un inocente si no llegaba a más la cosa. Aunque debió admitir que se lo pensó. Frunció ligeramente el ceño y eso hizo que sus cabellos se moviesen despacio debido a su ámbito especial. Por unos momentos estuvo a punto de largarse, pero ahora tenía algo de curiosidad debido a lo que dijo. Si estaban en el mismo bando, tal vez la cosa podía ir a mejor.
- ¿Hachiro? No me suena ese nombre. Me temo que respondo a otro nombre.
Respondió entonces con seriedad. Pudo hacerse pasar por aquella persona, pero eso no era lo suyo. Prefería sus propios métodos. Estuvo a punto de hablar de nuevo, cuando escuchó lo que parecía ser alguien tarareando. Desvió un poco la mirada y pudo ver a aquella persona de túnica dorada alejarse. El pelinaranja chasqueó la lengua lentamente. Si ya sabían que estaba allí podía complicarse la cosa. Esperaba que fuese un simple hombre que fingía hacerse el interesante. Tal vez lo mejor era seguirle. Dirigió entonces de nuevo la mirada a la hermosa joven que tenía delante de sus ojos y acto seguido metió la mano derecha en el bolsillo. Frunció el ceño de nuevo y después de eso le habló con un tono serio.
- Si estamos en el mismo lado. quiero una prueba de ello ¿Tu identificación? ¿Información sobre para qué le buscas? Dije que le buscaba, pero no mencioné si para bien o para mal. – Terminó de decir al mismo tiempo que sacaba lo que parecía ser una especie de tarjeta.
Aquello no era otra cosa que su licencia oficial de cazador. No pensaba mostrársela hasta estar seguro de una cosa. Se quitó entonces el sombrero y lo tiró a un lado de la calle. Sus cabellos naranjas quedaron al descubierto junto a sus pircings. Su mirada era fría como el hielo y su piel pálida. El cazador conocido como Pain o Tahiko estaba allí. Dudaba que lo reconocieran debido a que cuando estuvo a punto de saltar a la fama desapareció. Pero quedaban indicios de haber pertenecido a Ghost Leviathan. En ese momento ladeó un poco la cabeza.
- ¿Me indicas tu posición respecto a esa persona? Juro mostrarte mis intenciones en cuanto me haya asegurado de no meter la pata.
- ¿Hachiro? No me suena ese nombre. Me temo que respondo a otro nombre.
Respondió entonces con seriedad. Pudo hacerse pasar por aquella persona, pero eso no era lo suyo. Prefería sus propios métodos. Estuvo a punto de hablar de nuevo, cuando escuchó lo que parecía ser alguien tarareando. Desvió un poco la mirada y pudo ver a aquella persona de túnica dorada alejarse. El pelinaranja chasqueó la lengua lentamente. Si ya sabían que estaba allí podía complicarse la cosa. Esperaba que fuese un simple hombre que fingía hacerse el interesante. Tal vez lo mejor era seguirle. Dirigió entonces de nuevo la mirada a la hermosa joven que tenía delante de sus ojos y acto seguido metió la mano derecha en el bolsillo. Frunció el ceño de nuevo y después de eso le habló con un tono serio.
- Si estamos en el mismo lado. quiero una prueba de ello ¿Tu identificación? ¿Información sobre para qué le buscas? Dije que le buscaba, pero no mencioné si para bien o para mal. – Terminó de decir al mismo tiempo que sacaba lo que parecía ser una especie de tarjeta.
Aquello no era otra cosa que su licencia oficial de cazador. No pensaba mostrársela hasta estar seguro de una cosa. Se quitó entonces el sombrero y lo tiró a un lado de la calle. Sus cabellos naranjas quedaron al descubierto junto a sus pircings. Su mirada era fría como el hielo y su piel pálida. El cazador conocido como Pain o Tahiko estaba allí. Dudaba que lo reconocieran debido a que cuando estuvo a punto de saltar a la fama desapareció. Pero quedaban indicios de haber pertenecido a Ghost Leviathan. En ese momento ladeó un poco la cabeza.
- ¿Me indicas tu posición respecto a esa persona? Juro mostrarte mis intenciones en cuanto me haya asegurado de no meter la pata.
Ichimura Hachiro
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Destreza
Precisión
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Instinto
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Akuma no mi
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Hachiro arqueó una ceja y exhibió una media sonrisa, satisfecho al ver que su paciencia había sido recompensada. La mujer le buscaba a él y por sus palabras pudo adivinar que se trataba de otra enviada del Gobierno. Eso, o era una trampa... pero no creía que una mafia menor tuviese tanto influencia como para tener confidentes en el CP5. Eso implicaría infiltrarse en la mismísima Ennies Lobby, un auténtico suicidio. En los últimos años el número de corruptos e infiltrado había descendido alarmantemente (para ellos) rápido. Había rumores de que el cuerpo de asesinos, el CP9, tenía algo que ver. No tenía claro ni siquiera que existieran realmente, pues incluso entre los agentes eran poco más que una historia un tanto oscura y de la que no había datos muy concretos. En todo caso, fuese obra de un legendario grupo de agentes de élite o de un buen sistema de contraespionaje, el número de traidores en el CP5 y CP6 (al ser los estacionados en Paraíso y con base en Ennies Lobby) había sido mermado enormemente. Así pues alguien que conociera su nombre y objetivo era por necesidad un aliado... ¿no? la posibilidad de una filtración seguía estando ahí, no era necesario ni que hubiese un corrupto. Alguien podía haberse colado. Pero necesitaba desesperadamente un informador si quería llevar a cabo aquella operación satisfactoriamente. Y parecía que el el tipo del pelo naranja podía ser un interesante aliado en aquella misión. Tenía motivos para creer que no era más que un cazarrecompensas papanatas que no tenía muy claro dónde se estaba metiendo, pero toda mano extra sería más que bienvenida y no le importaba que repartieran la recompensa por la cabeza de Ichi Ren.
- En fin, me irá tocando...
Iba a empezar a acercarse a ellos, cuando se fijó en alguien al otro lado mirando hacia ellos. Un hombre calvo con una túnica dorada, que tras unos instantes se alejó. Definitivamente aquello era algo sospechoso. Ya de base era cantoso su aspecto, era muy evidente que no se trataba de un lugareño. La amplia mayoría de la población de Dark Dome eran mujeres, y vestían con ropas muy diferentes a las de aquel extraño. Vestía ropas más propias de un... artista marcial, probablemente. Rápidamente sacó su libreta de dibujo y un lápiz, garabateando unas palabras rápidas: "Posible enemigo localizado. Hombre de mediana edad. Túnica dorada y sandalias de madera. Calvo. Cejas gruesas y barba corta. 1.80, corpulento." Firmó el papel con su nombre, lo arrancó de la libreta y se guardó esta en el bolsillo. Se acercó al supuesto cazarrecompensas y a la mujer, dirigiéndole a esta una mirada seria y confiada, esperando que esta se diese cuenta de que quería algo de ella. Al pasar a su lado le extendió disimuladamente la nota y les dijo a media voz:
- Bonita noche, ¿verdad? Sin embargo convendría ser precavido. Podría llover en cualquier momento.
Una vez ella hubo cogido el papel aceleró el paso, dirigiéndose hacia el hombre que en ese momento se metía entre la multitud. Frunciendo el ceño, dio un paso un poco más fuerte que los anteriores mientras enviaba una oleada de energía al suelo. Su radar se extendió varios metros, alcanzando al hombre. Memorizó la figura que el radar le transmitía y comenzó a avanzar a paso más rápido mientras metía disimuladamente la mano en el interior de su gabardina, haciendo que Kameleon pasase de su forma de brazalete a pistola. Sin retirar la mano aún, llegó a la multitud y comenzó a avanzar entre la gente, lanzando el radar a cada paso para mantener al hombre localizado. No bien se metiera en el primer callejón o lugar apartado saldría a su encuentro. No iba a dejar que se reuniera con su gente y les pudiera alertar, el factor sorpresa era un elemento clave de aquella misión. En cuanto tuviese un momento, colocaría discretamente uno de los cargadores que llevaba en un bolsillo interior de la gabardina en su pistola.
- En fin, me irá tocando...
Iba a empezar a acercarse a ellos, cuando se fijó en alguien al otro lado mirando hacia ellos. Un hombre calvo con una túnica dorada, que tras unos instantes se alejó. Definitivamente aquello era algo sospechoso. Ya de base era cantoso su aspecto, era muy evidente que no se trataba de un lugareño. La amplia mayoría de la población de Dark Dome eran mujeres, y vestían con ropas muy diferentes a las de aquel extraño. Vestía ropas más propias de un... artista marcial, probablemente. Rápidamente sacó su libreta de dibujo y un lápiz, garabateando unas palabras rápidas: "Posible enemigo localizado. Hombre de mediana edad. Túnica dorada y sandalias de madera. Calvo. Cejas gruesas y barba corta. 1.80, corpulento." Firmó el papel con su nombre, lo arrancó de la libreta y se guardó esta en el bolsillo. Se acercó al supuesto cazarrecompensas y a la mujer, dirigiéndole a esta una mirada seria y confiada, esperando que esta se diese cuenta de que quería algo de ella. Al pasar a su lado le extendió disimuladamente la nota y les dijo a media voz:
- Bonita noche, ¿verdad? Sin embargo convendría ser precavido. Podría llover en cualquier momento.
Una vez ella hubo cogido el papel aceleró el paso, dirigiéndose hacia el hombre que en ese momento se metía entre la multitud. Frunciendo el ceño, dio un paso un poco más fuerte que los anteriores mientras enviaba una oleada de energía al suelo. Su radar se extendió varios metros, alcanzando al hombre. Memorizó la figura que el radar le transmitía y comenzó a avanzar a paso más rápido mientras metía disimuladamente la mano en el interior de su gabardina, haciendo que Kameleon pasase de su forma de brazalete a pistola. Sin retirar la mano aún, llegó a la multitud y comenzó a avanzar entre la gente, lanzando el radar a cada paso para mantener al hombre localizado. No bien se metiera en el primer callejón o lugar apartado saldría a su encuentro. No iba a dejar que se reuniera con su gente y les pudiera alertar, el factor sorpresa era un elemento clave de aquella misión. En cuanto tuviese un momento, colocaría discretamente uno de los cargadores que llevaba en un bolsillo interior de la gabardina en su pistola.
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Tahiko-ko:
La mujer se alegra en cierta forma al saber que tú no eres la persona a quien busca, y por otro lado parece sorprenderse por lo que le dices. No le gustó que le hayas exigido su identificación. La chica soltó una sonrisita y pasó su índice por tu pecho, como queriendo burlarse de ti.
–Confórmate con saber que estamos del mismo lado, chico –te dice–. Hay cosas que es mejor no saber, aunque supongo que no estaría mal que supieras el nombre de la persona que se ganará tu corazón. Puedes llamarme Megumi.
Justo después de que escuchas el nombre de la mujer, un hombre de piel morena y cabellos blancos pasa al lado tuyo y le entrega algo a la chica. Pronuncia unas cuantas palabras… Sería buena idea descubrir lo que significa, aunque tal vez no sea nada. Como sea, el chico acelera el paso y parece ir detrás del hombre de la túnica dorada. Es momento de que hagas una jugada. Puedes comenzar a caminar y hacer preguntas, seguir al tipo de la túnica dorada, ir por buen café o lo que quieras hacer. ¿Consejo? Yo que tú averiguaría quién es ese extraño peliblanco. No estaría mal saber la relación que tiene con la mujer.
Hachi Hachi:
Tanto pensar… ¿No te duele la cabeza? Puedes deducir lo que quieras, pero una teoría necesita de pruebas que no solo son basadas en la observación. Para llegar a decir que es un artista marcial deberías comprobar cómo pelea, pero no te lo recomiendo mucho… El tipo parece dar miedo. Cuando pasas al lado de la mujer de vestido rojo esta coge rápidamente el papel y lo lee inmediatamente.
–Hey, hey –intenta detenerte–, no vayas tan rápido, chico. Ese hombre no es a quien buscamos, y de momento no nos servirá, pero créeme que lo hará. Ahora este tipo Sin Nombre –dice refiriéndose al pelinaranja– está interesado en ayudar. Supongo que tú eres Hachiro, ¿verdad?
La mujer mira su reloj de pulsera y te mira directamente a los ojos.
–Ya viene siendo hora de ir al Casino –comenta con una sonrisa coqueta–. Allí mismo te contaré todo lo que necesitas saber.
Ambos:
Cualquiera de los dos puede ignorar las palabras de la chica de vestido rojo e intentar seguir al hombre de la túnica dorada. También tienen la posibilidad de dirigirse hacia el Casino (sin importar quien acepte, por obra de magia los teletransportaré inmediatamente hasta allá) y escuchar las palabras de la mujer. Ninguno de los dos cuenta con suficiente información y vendría bien escuchar las palabras de Megumi (Hachiro aún no sabe su nombre), pero como siempre: es decisión de ustedes.
La mujer se alegra en cierta forma al saber que tú no eres la persona a quien busca, y por otro lado parece sorprenderse por lo que le dices. No le gustó que le hayas exigido su identificación. La chica soltó una sonrisita y pasó su índice por tu pecho, como queriendo burlarse de ti.
–Confórmate con saber que estamos del mismo lado, chico –te dice–. Hay cosas que es mejor no saber, aunque supongo que no estaría mal que supieras el nombre de la persona que se ganará tu corazón. Puedes llamarme Megumi.
Justo después de que escuchas el nombre de la mujer, un hombre de piel morena y cabellos blancos pasa al lado tuyo y le entrega algo a la chica. Pronuncia unas cuantas palabras… Sería buena idea descubrir lo que significa, aunque tal vez no sea nada. Como sea, el chico acelera el paso y parece ir detrás del hombre de la túnica dorada. Es momento de que hagas una jugada. Puedes comenzar a caminar y hacer preguntas, seguir al tipo de la túnica dorada, ir por buen café o lo que quieras hacer. ¿Consejo? Yo que tú averiguaría quién es ese extraño peliblanco. No estaría mal saber la relación que tiene con la mujer.
Hachi Hachi:
Tanto pensar… ¿No te duele la cabeza? Puedes deducir lo que quieras, pero una teoría necesita de pruebas que no solo son basadas en la observación. Para llegar a decir que es un artista marcial deberías comprobar cómo pelea, pero no te lo recomiendo mucho… El tipo parece dar miedo. Cuando pasas al lado de la mujer de vestido rojo esta coge rápidamente el papel y lo lee inmediatamente.
–Hey, hey –intenta detenerte–, no vayas tan rápido, chico. Ese hombre no es a quien buscamos, y de momento no nos servirá, pero créeme que lo hará. Ahora este tipo Sin Nombre –dice refiriéndose al pelinaranja– está interesado en ayudar. Supongo que tú eres Hachiro, ¿verdad?
La mujer mira su reloj de pulsera y te mira directamente a los ojos.
–Ya viene siendo hora de ir al Casino –comenta con una sonrisa coqueta–. Allí mismo te contaré todo lo que necesitas saber.
Ambos:
Cualquiera de los dos puede ignorar las palabras de la chica de vestido rojo e intentar seguir al hombre de la túnica dorada. También tienen la posibilidad de dirigirse hacia el Casino (sin importar quien acepte, por obra de magia los teletransportaré inmediatamente hasta allá) y escuchar las palabras de la mujer. Ninguno de los dos cuenta con suficiente información y vendría bien escuchar las palabras de Megumi (Hachiro aún no sabe su nombre), pero como siempre: es decisión de ustedes.
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La mirada del cazador continuó fría como el hielo, incluso cuando ella pasó sus dedos por el pecho de él, el cual simplemente se mantuvo serio. Parecía no ser la típica persona que se dejaba engatusar, de hecho ¿Había sonreído alguna vez? No es que fuera alguien triste, de hecho, nunca se ponía melancólico. Simplemente sabía la mierda de mundo en el que se hallaban y prefería mostrar su faceta seria. Al escuchar las palabras de la joven junto a su nombre no tardó mucho en clavar sus ojos en los de ella con seriedad. De modo que ganarse su corazón… Sabía que era un acto imposible tanto para ella como para cualquier otra persona. Mostró una sonrisa arrogante y estuvo a punto de largarse, pero entonces algo pasó. Notó una persona pasar por su lado al mismo tiempo que le daba un papel a la chica y decía una extraña frase. El cazador cerró los ojos despacio y acto seguido frunció el ceño.
Justo entonces la mujer paró a aquella persona. Parecía que iban a hablar delante suya y él estaba listo para escuchar lo que iban a decir. Justo entonces la hermosa chica le metió en el ajo sin ni quiera pedirle permiso ¿Qué cojones? Él no pensaba ayudar a nadie y quería ir por su cuenta. Eso era jugar sucio. No pudo evitar ladear la cabeza, alzar una ceja y abrir un poco la boca sin terminar de creérselo. Se chocó la mano contra la frente y después se acercó hacia ellos al mismo tiempo que guardaba su identificación. Ya que no le habían mostrado nada, él también se guardaría lo suyo, pero tendría el valor de decirlo aun sabiendo que tal vez no le creían.
- En ningún momento dije de ayudar, pero supongo que no me queda otra. Tahiko Scarlet, Pain apodado por el gobierno y algunos criminales. Soy cazador.
Dijo entonces recogiendo su sombrero y amarrándoselo a la espalda. Clavó su fría mirada en el peliblanco y se mantuvo callado mientras le miraba. Tan solo le faltaba saber el nombre de aquella persona, pues ya tenía el de la chica. Ya que ambos parecían conocerse, no tuvo que ser un genio para saber que tenía que andarse con ojo. No sabía nada y podría ser una trampa. La joven no parecía hostil y aquel hombre podría haberle matado por la espalda si hubiese querido, pero no fue así. Mostró una sonrisa seria con algo de arrogancia y después de unos momentos se llevó la mano derecha al mentón.
- ¿Cómo he de llamarte? – Dijo en un tono alto mientras no quitaba sus ojos de los de aquella persona de cabellos blancos como la nieve.
Independientemente de la respuesta, caminaría junto a ellos a paso calmado y atento a su alrededor. Ahora podían estar en peligro por culpa del tipo de la túnica, aunque ya ajustaría cuentas con él llegado el momento. De hecho, mientras avanzaba sacó algunos carteles que portaba consigo y empezó a ojearlos para ver si estaba entre ellos como algún criminal.
Justo entonces la mujer paró a aquella persona. Parecía que iban a hablar delante suya y él estaba listo para escuchar lo que iban a decir. Justo entonces la hermosa chica le metió en el ajo sin ni quiera pedirle permiso ¿Qué cojones? Él no pensaba ayudar a nadie y quería ir por su cuenta. Eso era jugar sucio. No pudo evitar ladear la cabeza, alzar una ceja y abrir un poco la boca sin terminar de creérselo. Se chocó la mano contra la frente y después se acercó hacia ellos al mismo tiempo que guardaba su identificación. Ya que no le habían mostrado nada, él también se guardaría lo suyo, pero tendría el valor de decirlo aun sabiendo que tal vez no le creían.
- En ningún momento dije de ayudar, pero supongo que no me queda otra. Tahiko Scarlet, Pain apodado por el gobierno y algunos criminales. Soy cazador.
Dijo entonces recogiendo su sombrero y amarrándoselo a la espalda. Clavó su fría mirada en el peliblanco y se mantuvo callado mientras le miraba. Tan solo le faltaba saber el nombre de aquella persona, pues ya tenía el de la chica. Ya que ambos parecían conocerse, no tuvo que ser un genio para saber que tenía que andarse con ojo. No sabía nada y podría ser una trampa. La joven no parecía hostil y aquel hombre podría haberle matado por la espalda si hubiese querido, pero no fue así. Mostró una sonrisa seria con algo de arrogancia y después de unos momentos se llevó la mano derecha al mentón.
- ¿Cómo he de llamarte? – Dijo en un tono alto mientras no quitaba sus ojos de los de aquella persona de cabellos blancos como la nieve.
Independientemente de la respuesta, caminaría junto a ellos a paso calmado y atento a su alrededor. Ahora podían estar en peligro por culpa del tipo de la túnica, aunque ya ajustaría cuentas con él llegado el momento. De hecho, mientras avanzaba sacó algunos carteles que portaba consigo y empezó a ojearlos para ver si estaba entre ellos como algún criminal.
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Frunció el ceño cuando ella le detuvo. ¿Cómo que no seguirle? ¿No contaban con el factor sorpresa? ¿O es que pretendía tenderle una trampa a los mafiosos atrayéndolos hacia ellos? En fin, fuese como fuera no iba a actuar de manera independiente. Era evidente que ella estaba más informada que él sobre la situación y prefería enterarse bien de todo lo que estaba pasando antes de actuar. Volvió a transformar a Kameleon en brazalete y retiró la mano del interior de la gabardina, de modo que no les hubo dejado ver el proceso en ningún momento. Era uno de sus ases y no le apetecía irlo enseñando a la gente, era más, tal vez debería no emplearlo si no era necesario y trabajar más con su daga o la pistola normal. Sus espadas, demasiado cantosas y aparatosas, las había dejado en casa. Se giró hacia ellos sonriendo con cierto orgullo al comprobar que sus deducciones eran correctas y que Tahiko era un cazador. Este le miraba fijamente, y movido por su personalidad le devolvió una mirada desafiante. Aquel hombre olía a peligro por todos lados, y supo al momento que tenía suerte de tenerlo como aliado y no enemigo. Sin embargo no podía evitar no dejarse amedrentar y querer devolverle el desafío que parecía haber implícito en aquella mirada. Seguramente un combate contra él sería cuanto menos interesante, pero no era el momento.
- Efectivamente - dijo, mirando a la gente, para a continuación dirigirse al cazador - Mi nombre es Hachiro. Procura no olvidarlo tan rápido como tu discreción, cazador.
Le dirigió una mirada de superioridad y tras soltar una suave carcajada echó a andar. Ya había perdido al de la túnica dorada definitivamente, y no merecía la pena llorar sobre la leche derramada. Si sus deducciones eran correctas, debía fiarse de ella, y si no... bueno, la mafia acabaría enviando gente a por él. Siempre le quedaba el recurso de derrotar a alguno de ellos y sacarle toda la información. Caminó atento a sus alrededores, mirando cada esquinar y sin fiarse un pelo de nadie. Tampoco le quitó los ojos de encima a sus acompañantes, asegurándose de caminar a su altura para no darles la espalda. Que aceptara que no eran enemigos no significa que fuese a fiarse de ellos hasta el punto de la estupidez. "Recuerda, Hachi" le había dicho Minami una vez "Un agente debe fiarse de su instinto, pero un agente precavido es un agente vivo. En el Cipher Pol tendrás que afrontar a menudo situaciones donde no sepas quién es tu aliado y en esos casos, desconfía hasta de tu sombra." Así pues debía asegurarse de rascar hasta el más mínimo fragmento de información para ir montando el rompecabezas de la situación de aquella ciudad. Le sonaba muy raro que el CP hubiese enviado a alguien más sin informarle, aunque también había sido extraño desde un principio que lo soltaran solo en una ciudad de Grand Line a eliminar en solitario una mafia entera.
- Y bien, señorita, ¿quién eres, quién te envía y cuál es ese perfume? No logro identificar ese aroma, pero creo que percibo... ¿rosas de Candyland?
"Nunca olvidaré ese horrible hedor dulzón" pensó conteniendo un suspiro, recordando su estancia en la isla. En el perfume no quedaba tan mal, sin embargo. Supuso que era por la mezcla con más sustancias, aunque era un olor que difícilmente podría escapársele después de haberlo soportado en su estancia en la isla. Ni ese olor ni ninguno de los que había captado allí. Pronto tuvieron a la vista el edificio del casino, donde al fin podría saber qué diablos les esperaba en aquella ciudad y que esperaba el CP que hicieran dos agentes en solitario contra una mafia entera.
- Efectivamente - dijo, mirando a la gente, para a continuación dirigirse al cazador - Mi nombre es Hachiro. Procura no olvidarlo tan rápido como tu discreción, cazador.
Le dirigió una mirada de superioridad y tras soltar una suave carcajada echó a andar. Ya había perdido al de la túnica dorada definitivamente, y no merecía la pena llorar sobre la leche derramada. Si sus deducciones eran correctas, debía fiarse de ella, y si no... bueno, la mafia acabaría enviando gente a por él. Siempre le quedaba el recurso de derrotar a alguno de ellos y sacarle toda la información. Caminó atento a sus alrededores, mirando cada esquinar y sin fiarse un pelo de nadie. Tampoco le quitó los ojos de encima a sus acompañantes, asegurándose de caminar a su altura para no darles la espalda. Que aceptara que no eran enemigos no significa que fuese a fiarse de ellos hasta el punto de la estupidez. "Recuerda, Hachi" le había dicho Minami una vez "Un agente debe fiarse de su instinto, pero un agente precavido es un agente vivo. En el Cipher Pol tendrás que afrontar a menudo situaciones donde no sepas quién es tu aliado y en esos casos, desconfía hasta de tu sombra." Así pues debía asegurarse de rascar hasta el más mínimo fragmento de información para ir montando el rompecabezas de la situación de aquella ciudad. Le sonaba muy raro que el CP hubiese enviado a alguien más sin informarle, aunque también había sido extraño desde un principio que lo soltaran solo en una ciudad de Grand Line a eliminar en solitario una mafia entera.
- Y bien, señorita, ¿quién eres, quién te envía y cuál es ese perfume? No logro identificar ese aroma, pero creo que percibo... ¿rosas de Candyland?
"Nunca olvidaré ese horrible hedor dulzón" pensó conteniendo un suspiro, recordando su estancia en la isla. En el perfume no quedaba tan mal, sin embargo. Supuso que era por la mezcla con más sustancias, aunque era un olor que difícilmente podría escapársele después de haberlo soportado en su estancia en la isla. Ni ese olor ni ninguno de los que había captado allí. Pronto tuvieron a la vista el edificio del casino, donde al fin podría saber qué diablos les esperaba en aquella ciudad y que esperaba el CP que hicieran dos agentes en solitario contra una mafia entera.
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A todos nos gusta que ambos chicos ya hayan cruzado miradas para una futura boda, son el uno para el otro. Es joda, por cierto. A medida que caminan hacia el casino van contemplando las enormes estructuras de la ciudad, lo que puede hacerles preguntar quiénes son los famosos y brillantes arquitectos que diseñaron tales monumentos. En un momento pueden notar una plaza ovalada con distintos tipos de árboles y una gigantesca y octogonal pileta en su centro, cuya agua está iluminada en distintas zonas por distintos colores, pasando del verde hasta el rojo. Todo parece ser demasiado bonito. Ah, claro, no se preocupen, que mientras caminan no pasa nada.
Finalmente se detienen frente a una inmensa e irregular estructura conecta por un ancho y largo puente debido a que está rodeada de agua. Pueden notar que tras el gigantesco puente hay una zona plana cubierta por pasto bien cortado y bastantes árboles, lo que le otorga un aspecto bastante ambientalista. Por fuera, la estructura parece estar zanjada por al menos seis plataformas circulares ubicadas en el centro de la torre. Las luces que adornan el lugar son predominantemente azules y celestes. Es tiempo de que pasen un buen momento en el hermoso y elegante casino.
–Eres un muchacho bastante impaciente, ¿te lo han dicho? Hablaremos allí dentro. Por cierto, el perfume se llama Dolce, por si algún día me lo quieres comprar –le dice a Hachiro antes de guiñarle el ojo.
La mujer está a punto de comenzar a caminar cuando se voltea y los mira a ambos de arriba para abajo, colocando una expresión de desaprobación y mueve la cabeza en negativa.
–No puedo imaginar que quieran entrar con esas ropas tan vulgares a un sitio como este. ¿No tienen algo más elegante? ¡No me pagan lo suficiente! Ambos tienen la primera misión importante del día, o noche: conseguir un traje elegante para poder entrar. No me importa si tienen que robarlo o comprarlo, pero es que sencillamente con esas ropas no pueden entrar. Por otro lado, me gustaría decirles todo lo que sé, pero no es para nada seguro –la mujer hace un gesto con los ojos y señala a un hombre que está posicionado a unos veinticinco metros de ustedes. Este mide alrededor de un metro con setenta y siete centímetros, viste un traje elegante, cabello corto y ojos rasgados de color café oscuro–. Este sitio está plagado de los subordinados de Ichi Ren.
Ambos tienen una misión importante en caso de querer seguir trabajando junto a Megumi, quien no parece ser tan tonta. En todo caso todo lo que ha dicho es cierto. El sitio está plagado de mafiosos y es mejor que se anden con cuidado. Por otro lado, sería divertido quitarle el traje a uno de los criminales y llevar algo bonito encima.
–Los esperaré aquí –les dice–. No se preocupen, no tengo mucho que hacer. Solo debo limpiar una maldita ciudad de mafiosos y ese lugar que está frente a sus narices es imprescindible, espero que puedan entender lo importante de esto. Ah, sí. Seguro se preguntarán por qué lo es –la chica hace una pausa y continúa–. Se dice que ahí mismo están los principales enemigos de los Nazachi.
Finalmente se detienen frente a una inmensa e irregular estructura conecta por un ancho y largo puente debido a que está rodeada de agua. Pueden notar que tras el gigantesco puente hay una zona plana cubierta por pasto bien cortado y bastantes árboles, lo que le otorga un aspecto bastante ambientalista. Por fuera, la estructura parece estar zanjada por al menos seis plataformas circulares ubicadas en el centro de la torre. Las luces que adornan el lugar son predominantemente azules y celestes. Es tiempo de que pasen un buen momento en el hermoso y elegante casino.
–Eres un muchacho bastante impaciente, ¿te lo han dicho? Hablaremos allí dentro. Por cierto, el perfume se llama Dolce, por si algún día me lo quieres comprar –le dice a Hachiro antes de guiñarle el ojo.
La mujer está a punto de comenzar a caminar cuando se voltea y los mira a ambos de arriba para abajo, colocando una expresión de desaprobación y mueve la cabeza en negativa.
–No puedo imaginar que quieran entrar con esas ropas tan vulgares a un sitio como este. ¿No tienen algo más elegante? ¡No me pagan lo suficiente! Ambos tienen la primera misión importante del día, o noche: conseguir un traje elegante para poder entrar. No me importa si tienen que robarlo o comprarlo, pero es que sencillamente con esas ropas no pueden entrar. Por otro lado, me gustaría decirles todo lo que sé, pero no es para nada seguro –la mujer hace un gesto con los ojos y señala a un hombre que está posicionado a unos veinticinco metros de ustedes. Este mide alrededor de un metro con setenta y siete centímetros, viste un traje elegante, cabello corto y ojos rasgados de color café oscuro–. Este sitio está plagado de los subordinados de Ichi Ren.
Ambos tienen una misión importante en caso de querer seguir trabajando junto a Megumi, quien no parece ser tan tonta. En todo caso todo lo que ha dicho es cierto. El sitio está plagado de mafiosos y es mejor que se anden con cuidado. Por otro lado, sería divertido quitarle el traje a uno de los criminales y llevar algo bonito encima.
–Los esperaré aquí –les dice–. No se preocupen, no tengo mucho que hacer. Solo debo limpiar una maldita ciudad de mafiosos y ese lugar que está frente a sus narices es imprescindible, espero que puedan entender lo importante de esto. Ah, sí. Seguro se preguntarán por qué lo es –la chica hace una pausa y continúa–. Se dice que ahí mismo están los principales enemigos de los Nazachi.
- Casino:
- Spoiler:
- Ambos son libres de relatar el cómo consiguen los trajes. Aprovechen este post, porque desde la siguiente moderación comenzará la verdadera acción.
Ichimura Hachiro
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Hachiro le dirigió una sonrisa altanera a la mujer cuando bromeó sobre comprarle el perfume. Pues vaya con la chica, anda que no era de gustos refinados... no tenía pinta de ser uno barato. ¿Merecería la pena seguirle el juego? "Qué más dará, es entretenido" Entonces ella demostró ser poco observadora y los acusó de no ir vestidos para la ocasión. El agente contuvo una risa y decidido a quitarle esa impresión, abrió la gabardina. Antes de quitársela, echó mano a los cargadores de pistola y los pasó al forro de la chaqueta del traje que llevaba bajo esta, y tras eso se quitó el abrigo. Bajo este llevaba una indumentaria elegante, compuesta por una americana negra a medida con un paño dorado en el bolsillo delantero, una corbata azul, camisa blanca y pantalones oscuros. Su calzado también estaba a la altura, unos mocasines no precisamente baratos. No solía vestir ropa tan cara ni le gustaba aquel estilo para el día a día, pero no podía evitar reconocer que le quedaba como un guante. Y hablando de guantes metió la mano en el bolsillo del pantalón, extrayendo unos blancos que se puso como remate de su atuendo. Lo único que podía desencajar un poco era el brazalete, pero se aseguró de echarlo un poco más hacia arriba del antebrazo para que no asomara. Y aunque lo vieran, siempre podía pasar desapercibido como una mera pieza decorativa. Con un gesto presumido, le tendió la mano elegantemente a la mujer para tomar la suya y besársela.
- ¿Estoy pues así a vuestra altura, señorita? - sonrió ligeramente - Lamento no tener perfume, pero creo que mi aroma natural es más que suficiente.
Ahora sólo quedaba solucionar el asunto del cazador. Lo miró con cierta desaprobación. Aquel tipo tan descuidado no tenía pinta de ser la clase de persona que llevase ropa de etiqueta consigo. Dudaba siquiera que se hubiese informado antes de ir a Dark Dome de lo importante que era ir bien vestido en una ciudad como aquella, donde era necesario para pasar desapercibido entre los locales. Como hombres y en especial Hachiro con su exótica combinación de piel y cabello ya llamarían bastante la atención, así que no convenía aún encima lograr que les impidiesen el paso sólo por ir mal vestidos. En fin, nada impedía a Tahiko alcanzarles más tarde. Que se las apañara y ya irían entrando ellos.
- ¿Podrás encargarte, cazador-san? - dijo, en un tono descarado - Seguro que un poderoso guerrero como tú puede permitirse una nimiedad como un traje, ¿verdad?
Su tono era irónico y ligeramente burlón. Con una sonrisa un tanto presuntuosa, le volvió a tender la mano a ella para entrar. Como pareja llamarían menos la atención, y de hecho en la alta sociedad no sería tan raro llevar a su acompañante de la mano aunque no fueran pareja de facto. Era una cuestión de etiqueta; el mundo de los ricos era uno de apariencias, la imagen lo era todo. No iba a dejar que las lecciones de Minami hubiesen sido una pérdida de tiempo, era el momento de aplicar todo lo que había aprendido de ella. Además si podía ir aprovechando para hacer su movimiento con la chica mejor que mejor. Ella parecía ser de las que flirteaban con todo hombre que se pusiera ante ellas, y esa clase de juegos eran interesantes cuanto menos. Era una cuestión de entrar al trapo sin arrastrarse, sabiendo mover ficha. Un tira y afloja. Y aunque no lograra nada, seguía siendo divertido.
- ¿Entramos pues, querida? - comentó con cierta osadía. A continuación le dijo, en un susurro - Por cierto, sigues sin decirme tu nombre.
Iría ojo avizor en todo momento en el interior del casino. No le acababa de gustar la idea de pactar con otra mafia para acabar con los Nizachi, pues eso parecía insinuar su compañera. Sin embargo en ocasiones el enemigo de tu enemigo se volvía tu aliado... temporalmente. Unos simples criminales no eran su prioridad cuando un pez más gordo estaba en el plato, y al estar vinculados con la Revolución los Nizachi estaban automáticamente en el punto de mira del Gobierno. Era más importante capturarlos a ellos e indagar en su vínculo con los revolucionarios que ser escrupulosos a la hora de qué medios emplear para ellos y enfrentarse a la vez a dos organizaciones criminales. Y no podían dejar pasar una posible ayuda tan importante cuando eran sólo tres personas contra una organización entera. Ciertamente le gustara o no, no estaba en posición de elegir.
- ¿Estoy pues así a vuestra altura, señorita? - sonrió ligeramente - Lamento no tener perfume, pero creo que mi aroma natural es más que suficiente.
Ahora sólo quedaba solucionar el asunto del cazador. Lo miró con cierta desaprobación. Aquel tipo tan descuidado no tenía pinta de ser la clase de persona que llevase ropa de etiqueta consigo. Dudaba siquiera que se hubiese informado antes de ir a Dark Dome de lo importante que era ir bien vestido en una ciudad como aquella, donde era necesario para pasar desapercibido entre los locales. Como hombres y en especial Hachiro con su exótica combinación de piel y cabello ya llamarían bastante la atención, así que no convenía aún encima lograr que les impidiesen el paso sólo por ir mal vestidos. En fin, nada impedía a Tahiko alcanzarles más tarde. Que se las apañara y ya irían entrando ellos.
- ¿Podrás encargarte, cazador-san? - dijo, en un tono descarado - Seguro que un poderoso guerrero como tú puede permitirse una nimiedad como un traje, ¿verdad?
Su tono era irónico y ligeramente burlón. Con una sonrisa un tanto presuntuosa, le volvió a tender la mano a ella para entrar. Como pareja llamarían menos la atención, y de hecho en la alta sociedad no sería tan raro llevar a su acompañante de la mano aunque no fueran pareja de facto. Era una cuestión de etiqueta; el mundo de los ricos era uno de apariencias, la imagen lo era todo. No iba a dejar que las lecciones de Minami hubiesen sido una pérdida de tiempo, era el momento de aplicar todo lo que había aprendido de ella. Además si podía ir aprovechando para hacer su movimiento con la chica mejor que mejor. Ella parecía ser de las que flirteaban con todo hombre que se pusiera ante ellas, y esa clase de juegos eran interesantes cuanto menos. Era una cuestión de entrar al trapo sin arrastrarse, sabiendo mover ficha. Un tira y afloja. Y aunque no lograra nada, seguía siendo divertido.
- ¿Entramos pues, querida? - comentó con cierta osadía. A continuación le dijo, en un susurro - Por cierto, sigues sin decirme tu nombre.
Iría ojo avizor en todo momento en el interior del casino. No le acababa de gustar la idea de pactar con otra mafia para acabar con los Nizachi, pues eso parecía insinuar su compañera. Sin embargo en ocasiones el enemigo de tu enemigo se volvía tu aliado... temporalmente. Unos simples criminales no eran su prioridad cuando un pez más gordo estaba en el plato, y al estar vinculados con la Revolución los Nizachi estaban automáticamente en el punto de mira del Gobierno. Era más importante capturarlos a ellos e indagar en su vínculo con los revolucionarios que ser escrupulosos a la hora de qué medios emplear para ellos y enfrentarse a la vez a dos organizaciones criminales. Y no podían dejar pasar una posible ayuda tan importante cuando eran sólo tres personas contra una organización entera. Ciertamente le gustara o no, no estaba en posición de elegir.
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- ¿Quién necesita discreción?
Respondió el cazador con un tono serio al mismo tiempo que avanzaba un paso hacia aquel peliblanco y le miraba con una calma asombrosa. Era como si con él no fuese el tema, demasiada frialdad en sus ojos. Parecía un maldito robot sin sentimientos y podría ser algo parecido, pero en el fondo no eran tan así. Le impresionó la personalidad que parecía mostrar aquella persona, pero mientras no fuese un pesado no habría problema. De hecho, una sonrisa algo arrogante se formó en su rostro. Tal vez podría divertirse durante aquella cacería con aquel chico. Si, confirmado. Algo por dentro empezó a hacerle vibrar de emoción. Era el momento de dejar claro quién era el cazador del dolor. Entrecerró los ojos y avanzó junto a ellos con ambas manos metidas en los bolsillos. A medida que avanzaban, el paisaje se iba transformando en algo más agradable para la vista, pues Pain se había cansado del puente desde el mismo momento que lo vio. Demasiado aburrido para ser verdad. Ahora al menos había colores que hacían el ambiente algo menos tenso.
Tahiko pasó de la conversación que los otros dos tenían sobre perfumes y demás tonterías. Estaba ocupado admirando el edificio, pues le parecía bastante bonito. Hasta alguien como él sabía apreciar aquel tipo de cosas. Se mantuvo callado en todo momento, hasta que escuchó unas palabras que le hicieron clavar sus ojos en la mujer de forma seria. Las venas de su frente se marcaron y su ceño se frunció. Sus cabellos empezaron a moverse un poco como si tuviesen vida propia ¿Ropa vulgar? Puede que la de copito de nieve sí, pero la suya era hermosa. Su ceja derecha tembló por unos momentos, pero supo mantener su mente fría. Pasaría por alto aquello y lo pagaría con sus presas. Llevaría un traje, pero su túnica iría debajo. Le daba igual parecer más gordo. No se desharía nunca de su maravillosa ropa. Escuchó las palabras del hombre peliblanco y no pudo evitar alzar una ceja. Que colleja se estaba mereciendo. El cazador entonces se quitó la túnica con la mano derecha dejando su cuerpo al descubierto. Su musculoso torso lleno de heridas, pircings de acero y algunas marcas de bala. Ladeó un poco la cabeza y se puso la prenda en el hombro.
- No será problema alguno. Ten cuidado dentro, vaya que te pierdas. Aunque un admirable, apuesto y elegante hombre como tú no tendría ese problema tan ridículo ¿No? – Mencionó sonriendo de forma arrogante y dándole la espalda. Una cosa estaba clara, no iba a gastar ni un duro.
Tahiko llegó minutos después a la puerta. Portaba un traje de color blanco, solo para no ir a juego con copito de nieve. La corbata era de color roja, los zapatos del mismo tono y la camisa interior también. Lo mejor de todo, su cartera vacía. No había cojones a ponerse a robar un traje sin llamar la atención con lo escandaloso que era luchando. Tenía ganas de llorar, pero supo contenerse. Se acercó al hombre de la entrada y no tardó mucho en alzar su espadón. Entonces fue cuando alzó la voz para que pudiese escucharle bien.
- ¿Podría usted guardármela hasta que salga? Le estaría muy agradecido.
Dijo ofreciéndole algo de dinero como agradecimiento y propina. Entonces si lo lograba entraría con ambas manos en los bolsillos ¿Dónde estaba su túnica? Le había pedido al hombre de la tienda que la guardase y había dejado la mentira de que era un recuerdo muy importante para él. Así aquel hombre tal vez la guardaba mejor. Una vez estuvo dentro trató de buscar con la mirada a copito de nieve y a la joven que les había metido en aquel fregado.
Respondió el cazador con un tono serio al mismo tiempo que avanzaba un paso hacia aquel peliblanco y le miraba con una calma asombrosa. Era como si con él no fuese el tema, demasiada frialdad en sus ojos. Parecía un maldito robot sin sentimientos y podría ser algo parecido, pero en el fondo no eran tan así. Le impresionó la personalidad que parecía mostrar aquella persona, pero mientras no fuese un pesado no habría problema. De hecho, una sonrisa algo arrogante se formó en su rostro. Tal vez podría divertirse durante aquella cacería con aquel chico. Si, confirmado. Algo por dentro empezó a hacerle vibrar de emoción. Era el momento de dejar claro quién era el cazador del dolor. Entrecerró los ojos y avanzó junto a ellos con ambas manos metidas en los bolsillos. A medida que avanzaban, el paisaje se iba transformando en algo más agradable para la vista, pues Pain se había cansado del puente desde el mismo momento que lo vio. Demasiado aburrido para ser verdad. Ahora al menos había colores que hacían el ambiente algo menos tenso.
Tahiko pasó de la conversación que los otros dos tenían sobre perfumes y demás tonterías. Estaba ocupado admirando el edificio, pues le parecía bastante bonito. Hasta alguien como él sabía apreciar aquel tipo de cosas. Se mantuvo callado en todo momento, hasta que escuchó unas palabras que le hicieron clavar sus ojos en la mujer de forma seria. Las venas de su frente se marcaron y su ceño se frunció. Sus cabellos empezaron a moverse un poco como si tuviesen vida propia ¿Ropa vulgar? Puede que la de copito de nieve sí, pero la suya era hermosa. Su ceja derecha tembló por unos momentos, pero supo mantener su mente fría. Pasaría por alto aquello y lo pagaría con sus presas. Llevaría un traje, pero su túnica iría debajo. Le daba igual parecer más gordo. No se desharía nunca de su maravillosa ropa. Escuchó las palabras del hombre peliblanco y no pudo evitar alzar una ceja. Que colleja se estaba mereciendo. El cazador entonces se quitó la túnica con la mano derecha dejando su cuerpo al descubierto. Su musculoso torso lleno de heridas, pircings de acero y algunas marcas de bala. Ladeó un poco la cabeza y se puso la prenda en el hombro.
- No será problema alguno. Ten cuidado dentro, vaya que te pierdas. Aunque un admirable, apuesto y elegante hombre como tú no tendría ese problema tan ridículo ¿No? – Mencionó sonriendo de forma arrogante y dándole la espalda. Una cosa estaba clara, no iba a gastar ni un duro.
Tahiko llegó minutos después a la puerta. Portaba un traje de color blanco, solo para no ir a juego con copito de nieve. La corbata era de color roja, los zapatos del mismo tono y la camisa interior también. Lo mejor de todo, su cartera vacía. No había cojones a ponerse a robar un traje sin llamar la atención con lo escandaloso que era luchando. Tenía ganas de llorar, pero supo contenerse. Se acercó al hombre de la entrada y no tardó mucho en alzar su espadón. Entonces fue cuando alzó la voz para que pudiese escucharle bien.
- ¿Podría usted guardármela hasta que salga? Le estaría muy agradecido.
Dijo ofreciéndole algo de dinero como agradecimiento y propina. Entonces si lo lograba entraría con ambas manos en los bolsillos ¿Dónde estaba su túnica? Le había pedido al hombre de la tienda que la guardase y había dejado la mentira de que era un recuerdo muy importante para él. Así aquel hombre tal vez la guardaba mejor. Una vez estuvo dentro trató de buscar con la mirada a copito de nieve y a la joven que les había metido en aquel fregado.
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Impresionante. Eres un hombre preparado para todo, bien pensado al vestir unas prendas como esas. Podrían ser algo más elegantes y costosas, pero ten por seguro que servirán para la ocasión. La mujer del vestido rojo te suelta una sonrisa coqueta cuando le tomas el brazo, y cuando le preguntas su nombre acerca sus carnosos y perfectos labios a tu oído, dejando escapar unas dulces palabras.
–Puedes llamarme Megumi –te dice–, más te vale recordarlo.
Ya estando a unos pocos metros de la puerta principal, ves el primer problema: un guardia. Es de esos pesados que te revisan hasta las intenciones antes de entrar a un lugar un tanto exclusivo, así que mala idea eso de andar portando armas. Agradece que no hay una de esas extrañas máquinas detecta metales. Puedes idear un plan para pasar tus pistolas o simplemente dejarlas ocultas en algún lugar periférico para luego cogerlas, aunque desde ya te aconsejo que lleves algo encima. Por cierto, tu brazalete no corre peligro. Ante los ojos de los guardias no debería parecer más que un juguete. Bien, ¿tienes algún plan, o simplemente te desprenderás de las armas?
Tahiko:
¿Por qué no usas ese traje más seguido? Seguro que conseguirías un montón de chicas pues, vaya, luces como todo un caballero. Justo delante de ti hay un par de chicas bien vestidas, una de ellas lleva una blusa blanca y bajo ella una mini falda negra; esta tiene cabello liso y castaño oscuro, y en caso de que logres mirarla de frente verás un femenino rostro de labios pintados de rojo, unos hermosos y almendrados ojos azules acompañados de unas esculpidas cejas. A su lado hay otra mujer, un tanto más baja que la primera por lo que debería medir un metro sesenta aproximadamente, viste un vestido largo y ajustado de color negro. Si quieres pasar una buena noche, te recomendaría que les hables.
Ahora viene la mejor parte: el guardia. El hombre no puede evitar soltar una sonrisa cuando le pides que guarde tus armas y tu túnica. No es que se esté burlando de ti, claro que no, pero simplemente resulta extraño que alguien le pida a otra persona que custodie sus armas… En fin, parece ser buena gente y con una sonrisa medio burlona acepta tu propuesta, además de tus monedas, claro. Fue buena idea pedirle que te cuide tus cosas, sobre todo porque ya no tendrás problemas en pasar la revisión de uno de esos gorilas que se encargan de ver que no lleves nada ilegal o peligroso.
–Espero que no causes problemas, chico –te dice mientras revisa tu cuerpo.
Ambos:
Una vez ambos estén dentro, se encontrarán en el fabuloso mundo de los casinos. La música suena fuerte y las chicas pasan de un lugar a otro con bandejas en mano, y sobre ellas un montón de canapés y cosas por el estilo. Si alguno de ustedes tiene hambre, es el momento de comer. Megumi los invita a ambos a sentarse frente a la barra, y en ese momento mira al cantinero y le pide un trago. Tras un rato el hombre regresa con un vaso ancho y pequeño con un líquido azul y varios hielos.
Una vez estén junto a ella en la barra, y en caso de no haberse ido a jugar quien sabe qué cosas e intentar hacerse millonarios, Megumi comienza a hablar.
–Es momento de que les diga la verdad, chicos. En esta isla no es ningún secreto el lugar en donde se encuentra Ichi Ren y su pandilla de criminales, de hecho, del otro lado del puente, caminando hacia el centro encontraremos su “barrio”. Puede que parezca fácil llegar a él, pero no lo es –hace una pequeña pausa y da un sorbo a su vaso–. Ren cuenta con demasiados hombres como para que ustedes dos se hagan cargo de él, es poderoso y sabe andarse con cuidado.
>>Este es el lugar en dónde comenzaremos nuestra estrategia: una mini guerrilla. La familia Ambruzzi odia a los Nizachi, les han quitado demasiados clientes y por sobre todo territorio. Su jefe, Lucio Ambruzzi, se encuentra justo en este casino y su misión será hacer todo lo posible para conseguir su apoyo. Una vez lo tengan, les diré el resto del plan. Ahora, Hachiro-kun, tienes cierta libertad para ofrecer tratos en nombre del Gobierno; Lucio actualmente tiene unos problemas con nosotros, pero si nos apoya, puede que los olvidemos. Me da igual la estrategia que usen, de hecho, ni siquiera tienen que saber que están con el Gobierno, solo era una idea. ¿Mi último consejo? No la caguen y no hagan enfurecer a Lucio, de lo contrario, todos terminaremos muertos.
Finalmente les muestra una foto del hombre y les dice que tienen toda la noche para terminar la primera fase de la misión, lo que quiere decir que tienen algo de tiempo libre.
Impresionante. Eres un hombre preparado para todo, bien pensado al vestir unas prendas como esas. Podrían ser algo más elegantes y costosas, pero ten por seguro que servirán para la ocasión. La mujer del vestido rojo te suelta una sonrisa coqueta cuando le tomas el brazo, y cuando le preguntas su nombre acerca sus carnosos y perfectos labios a tu oído, dejando escapar unas dulces palabras.
–Puedes llamarme Megumi –te dice–, más te vale recordarlo.
Ya estando a unos pocos metros de la puerta principal, ves el primer problema: un guardia. Es de esos pesados que te revisan hasta las intenciones antes de entrar a un lugar un tanto exclusivo, así que mala idea eso de andar portando armas. Agradece que no hay una de esas extrañas máquinas detecta metales. Puedes idear un plan para pasar tus pistolas o simplemente dejarlas ocultas en algún lugar periférico para luego cogerlas, aunque desde ya te aconsejo que lleves algo encima. Por cierto, tu brazalete no corre peligro. Ante los ojos de los guardias no debería parecer más que un juguete. Bien, ¿tienes algún plan, o simplemente te desprenderás de las armas?
Tahiko:
¿Por qué no usas ese traje más seguido? Seguro que conseguirías un montón de chicas pues, vaya, luces como todo un caballero. Justo delante de ti hay un par de chicas bien vestidas, una de ellas lleva una blusa blanca y bajo ella una mini falda negra; esta tiene cabello liso y castaño oscuro, y en caso de que logres mirarla de frente verás un femenino rostro de labios pintados de rojo, unos hermosos y almendrados ojos azules acompañados de unas esculpidas cejas. A su lado hay otra mujer, un tanto más baja que la primera por lo que debería medir un metro sesenta aproximadamente, viste un vestido largo y ajustado de color negro. Si quieres pasar una buena noche, te recomendaría que les hables.
Ahora viene la mejor parte: el guardia. El hombre no puede evitar soltar una sonrisa cuando le pides que guarde tus armas y tu túnica. No es que se esté burlando de ti, claro que no, pero simplemente resulta extraño que alguien le pida a otra persona que custodie sus armas… En fin, parece ser buena gente y con una sonrisa medio burlona acepta tu propuesta, además de tus monedas, claro. Fue buena idea pedirle que te cuide tus cosas, sobre todo porque ya no tendrás problemas en pasar la revisión de uno de esos gorilas que se encargan de ver que no lleves nada ilegal o peligroso.
–Espero que no causes problemas, chico –te dice mientras revisa tu cuerpo.
Ambos:
Una vez ambos estén dentro, se encontrarán en el fabuloso mundo de los casinos. La música suena fuerte y las chicas pasan de un lugar a otro con bandejas en mano, y sobre ellas un montón de canapés y cosas por el estilo. Si alguno de ustedes tiene hambre, es el momento de comer. Megumi los invita a ambos a sentarse frente a la barra, y en ese momento mira al cantinero y le pide un trago. Tras un rato el hombre regresa con un vaso ancho y pequeño con un líquido azul y varios hielos.
Una vez estén junto a ella en la barra, y en caso de no haberse ido a jugar quien sabe qué cosas e intentar hacerse millonarios, Megumi comienza a hablar.
–Es momento de que les diga la verdad, chicos. En esta isla no es ningún secreto el lugar en donde se encuentra Ichi Ren y su pandilla de criminales, de hecho, del otro lado del puente, caminando hacia el centro encontraremos su “barrio”. Puede que parezca fácil llegar a él, pero no lo es –hace una pequeña pausa y da un sorbo a su vaso–. Ren cuenta con demasiados hombres como para que ustedes dos se hagan cargo de él, es poderoso y sabe andarse con cuidado.
>>Este es el lugar en dónde comenzaremos nuestra estrategia: una mini guerrilla. La familia Ambruzzi odia a los Nizachi, les han quitado demasiados clientes y por sobre todo territorio. Su jefe, Lucio Ambruzzi, se encuentra justo en este casino y su misión será hacer todo lo posible para conseguir su apoyo. Una vez lo tengan, les diré el resto del plan. Ahora, Hachiro-kun, tienes cierta libertad para ofrecer tratos en nombre del Gobierno; Lucio actualmente tiene unos problemas con nosotros, pero si nos apoya, puede que los olvidemos. Me da igual la estrategia que usen, de hecho, ni siquiera tienen que saber que están con el Gobierno, solo era una idea. ¿Mi último consejo? No la caguen y no hagan enfurecer a Lucio, de lo contrario, todos terminaremos muertos.
Finalmente les muestra una foto del hombre y les dice que tienen toda la noche para terminar la primera fase de la misión, lo que quiere decir que tienen algo de tiempo libre.
- Lucio:
Ichimura Hachiro
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Ay, la ironía. Tuvo que contener una risa al escuchar su nombre, limitándose a sonreír, divertido. "¿Es que me persiguen?" pensó, acordándose de la peliverde. Menuda descarada, no se había dignado a mandarle ni un solo mensaje ni llamarle ni una sola vez desde que se habían separado. Pero se ocuparía de que volvieran a encontrarse, eso lo tenía seguro. En un gesto inconsciente se llegó la mano libre al pecho, donde bajo la ropa llevaba el colgante que le había regalado la chica. Se había acostumbrado a llevarlo siempre consigo, hasta el punto de que a veces casi ni notaba que estaba allí. Un tirón en el brazo por parte de Megumi lo apartó de sus pensamientos y lo hizo volver a centrarse en su entorno. ¿Un punto de control? Eso iba a ser un problema. "No podré colar la daga ni la pistola... ni los cargadores, claro. Sin embargo con el brazalete debería apañarme." Miró a su alrededor, buscando un punto donde dejar la gabardina y las armas. Los lugares para gente de dinero como aquel solían tener un ropero con algún encargado. En cuanto lo vio le dedicó una sonrisa a la mujer y le guiñó un ojo.
- ¿Me esperas, querida? Tengo que dejar algunas cosas.
Se acercó al mostrador y puso su gabardina sobre este, guardando los cargadores y la daga en un bolsillo. La pistola ya estaba en esta, en el forro interior. El encargado le dio un recibo para recoger las cosas, y tras despedirse con un gesto guardó este en su cartera y se acercó a Megumi, listo para pasar por el detector de metales. Saludó a un aburrido guardia y empezó a poner sus objetos metálicos en una bandeja antes de pasar por el marco. Se quitó el cinturón, la americana, el monedero y el brazalete y atravesó el punto esperando que no pitara, pero este saltó igual. Hachiro se detuvo, extrañado y tratando de recordar qué llevaba, cuando recordó que le habían instalado en la espalda el implante que le permitía manipular a Kameleon. El vigilante se acercó un poco tenso y con cara de pocos amigos, ante lo que el agente alzó las manos.
- Lo siento, se me olvidaba. Me han tenido que operar hace poco y tengo un implante metálico en la espalda.
- Mantenga los brazos en alto, señor - replicó, sacando una barra.
Comenzó a pasarse el aparato cerca de diferentes partes del cuerpo, con el ceño fruncido. ¿Qué pretendería? No tardó en deducirlo, confirmando sus sospechas cuando la barra pitó al pasar por el punto donde tenía el implante. "Un detector de metal, pero a menor escala." El guardia le palpó el lugar, supuso que buscando armas ocultas o algo similar, pero se debió dar por satisfecho pues pronto paró y siguió pasándole el artefacto. Tras unos segundos se apartó y le hizo un gesto para que continuara. Recogió sus cosas y se las volvió a poner, acercándose a la barra a esperar al cazador junto a Megumi. Pidió un capuchino que le cobraron al insultante precio de 1.500 berries, una doceava parte de lo que cobraba al mes. Hubiese pedido un cóctel para no desentonar, pero no eran del todo de su agrado. Y ponerse a beber en una misión no le parecía lo más sensato, mientras que la cafeína le ayudaría a mantenerse activo y alerta. Observó a la clientela mientras daba un trago, sin ver nada que le llamara particularmente la atención. Gente de todo tipo apostando, algún matón escoltando a tipos que parecían sacados de una novela de gangsters, lo típico en un lugar como aquel. "La clase de sitios que me hacen agradecer ser agente y no marine. Hubiese salido de aquí con más agujeros de bala que un queso gruyère." Le dio un trago a su bebida y observó una mesa en la que se desarrollaba una partida de poker. Acababa de terminarse una ronda y uno de los jugadores se había levantado. No tenía demasiado dinero, pero... qué demonios. Una mano o dos no harían daño.
- Vuelvo ahora. Jugaré un par de rondas mientras no vuelve... ¿Tahiko? - se acercó a la mesa haciendo un gesto con la mano de la taza a modo de saludo - ¿Admiten a un jugador más, caballeros?
Se sentó a la mesa con una sonrisa y respiró hondo, antes de asumir una expresión neutra. Dio un trago a su café y observó sus cartas, fijándose en los demás jugadores. En el poker ocultar emociones o fingirlas era una de las claves, pero por desgracia para sus compañeros de mesa, Hachiro tenía una ventaja que le permitía discernir aquellos engaños baratos. Gracias a su dominio del Gakkosei podía leer el lenguaje corporal de la gente. Más allá de sus expresiones y lo que transmitiera su rostro, su postura, los pequeños gestos, tics nerviosos... todo eso le daba mucha más información. Los examinó con cuidado y fue observándolos apostar, planeando con cuidado su estrategia. En aquella primera vuelta decidió limitarse a igualar la apuesta, esperando a la siguiente. Se desveló la primera carta, y acto seguido se dispuso a observar cómo reaccionaban todos. En relación a si consideraba que alguien le podía haber salido algo demasiado bueno o si no los veía muy convencidos actuaría de una manera u otra. No se arriesgaría demasiado si veía a alguien que parecía demasiado confiado, y aprovecharía su don para intentar pillar a los que fueran de farol. Tras jugar cuatro manos Tahiko al fin llegó, y el agente (recogiendo sus ganancias de haberse llevado algo o con el bolsillo más vacío de haber perdido) se levantó.
- Ha sido un placer, caballeros. Que tengan una buena noche.
Volvió a coger su café y volvió a la barra, arrugando un poco la nariz. Uno de los tipos de la mesa debía llevar bastantes horas encerrado en el casino, pues su ropa apestaba a sudor. Le había costado un poco ignorarlo durante la partida, pero se las había apañado para centrarse en el juego. Fue un alivio para su torturado olfato volver a oler el perfume de Megumi, muy preferible al tufo a sobaco de la mesa. Finalmente esta les explicó en qué consistiría su misión, dándoles una información que no fue particularmente halagüeña. Si la cagaban acabarían en el fondo del río de Dark Dome, y para colmo sin la ayuda del mafioso poco podrían hacer contra Ichi Ren. Suspiró y se bebió un largo trago de su capuchino, intentando pensar cómo se las iba a ingeniar para convencer a un mafioso cabreado con el Gobierno de que le convenía más aliarse con ellos contra una banda más poderosa que la suya a mantener el statu quo y no meterse en líos.
- Dime, Megumi... ¿qué clase de problemas tiene Ichi Ren con el Gobierno? Estaría bien saberlo para las negociaciones.
Una vez tuvo la información, se giró hacia Tahiko con una mirada inquisitiva.
- ¿Vendrás? De ser el caso asegúrate de no cagarla. Si ese tipo se cabrea estaremos en apuros y tú te irás con las manos vacías, si es que logras irte.
Tras eso se iría a buscar a Ichi Ren. Sabiendo que aquel tipo era alguien importante, seguramente no estaría en el primer piso, donde estaban las zonas de tragaperras y de apuestas más... suaves. En lugares como ese la gente con más dinero estaba en pisos más altos, donde se hacían las apuestas más fuertes y se servían los licores y bebidas más caras. Así pues tocaría subir. Tan sólo cabía esperar que no se encontraran demasiados obstáculos por el camino.
- ¿Me esperas, querida? Tengo que dejar algunas cosas.
Se acercó al mostrador y puso su gabardina sobre este, guardando los cargadores y la daga en un bolsillo. La pistola ya estaba en esta, en el forro interior. El encargado le dio un recibo para recoger las cosas, y tras despedirse con un gesto guardó este en su cartera y se acercó a Megumi, listo para pasar por el detector de metales. Saludó a un aburrido guardia y empezó a poner sus objetos metálicos en una bandeja antes de pasar por el marco. Se quitó el cinturón, la americana, el monedero y el brazalete y atravesó el punto esperando que no pitara, pero este saltó igual. Hachiro se detuvo, extrañado y tratando de recordar qué llevaba, cuando recordó que le habían instalado en la espalda el implante que le permitía manipular a Kameleon. El vigilante se acercó un poco tenso y con cara de pocos amigos, ante lo que el agente alzó las manos.
- Lo siento, se me olvidaba. Me han tenido que operar hace poco y tengo un implante metálico en la espalda.
- Mantenga los brazos en alto, señor - replicó, sacando una barra.
Comenzó a pasarse el aparato cerca de diferentes partes del cuerpo, con el ceño fruncido. ¿Qué pretendería? No tardó en deducirlo, confirmando sus sospechas cuando la barra pitó al pasar por el punto donde tenía el implante. "Un detector de metal, pero a menor escala." El guardia le palpó el lugar, supuso que buscando armas ocultas o algo similar, pero se debió dar por satisfecho pues pronto paró y siguió pasándole el artefacto. Tras unos segundos se apartó y le hizo un gesto para que continuara. Recogió sus cosas y se las volvió a poner, acercándose a la barra a esperar al cazador junto a Megumi. Pidió un capuchino que le cobraron al insultante precio de 1.500 berries, una doceava parte de lo que cobraba al mes. Hubiese pedido un cóctel para no desentonar, pero no eran del todo de su agrado. Y ponerse a beber en una misión no le parecía lo más sensato, mientras que la cafeína le ayudaría a mantenerse activo y alerta. Observó a la clientela mientras daba un trago, sin ver nada que le llamara particularmente la atención. Gente de todo tipo apostando, algún matón escoltando a tipos que parecían sacados de una novela de gangsters, lo típico en un lugar como aquel. "La clase de sitios que me hacen agradecer ser agente y no marine. Hubiese salido de aquí con más agujeros de bala que un queso gruyère." Le dio un trago a su bebida y observó una mesa en la que se desarrollaba una partida de poker. Acababa de terminarse una ronda y uno de los jugadores se había levantado. No tenía demasiado dinero, pero... qué demonios. Una mano o dos no harían daño.
- Vuelvo ahora. Jugaré un par de rondas mientras no vuelve... ¿Tahiko? - se acercó a la mesa haciendo un gesto con la mano de la taza a modo de saludo - ¿Admiten a un jugador más, caballeros?
Se sentó a la mesa con una sonrisa y respiró hondo, antes de asumir una expresión neutra. Dio un trago a su café y observó sus cartas, fijándose en los demás jugadores. En el poker ocultar emociones o fingirlas era una de las claves, pero por desgracia para sus compañeros de mesa, Hachiro tenía una ventaja que le permitía discernir aquellos engaños baratos. Gracias a su dominio del Gakkosei podía leer el lenguaje corporal de la gente. Más allá de sus expresiones y lo que transmitiera su rostro, su postura, los pequeños gestos, tics nerviosos... todo eso le daba mucha más información. Los examinó con cuidado y fue observándolos apostar, planeando con cuidado su estrategia. En aquella primera vuelta decidió limitarse a igualar la apuesta, esperando a la siguiente. Se desveló la primera carta, y acto seguido se dispuso a observar cómo reaccionaban todos. En relación a si consideraba que alguien le podía haber salido algo demasiado bueno o si no los veía muy convencidos actuaría de una manera u otra. No se arriesgaría demasiado si veía a alguien que parecía demasiado confiado, y aprovecharía su don para intentar pillar a los que fueran de farol. Tras jugar cuatro manos Tahiko al fin llegó, y el agente (recogiendo sus ganancias de haberse llevado algo o con el bolsillo más vacío de haber perdido) se levantó.
- Ha sido un placer, caballeros. Que tengan una buena noche.
Volvió a coger su café y volvió a la barra, arrugando un poco la nariz. Uno de los tipos de la mesa debía llevar bastantes horas encerrado en el casino, pues su ropa apestaba a sudor. Le había costado un poco ignorarlo durante la partida, pero se las había apañado para centrarse en el juego. Fue un alivio para su torturado olfato volver a oler el perfume de Megumi, muy preferible al tufo a sobaco de la mesa. Finalmente esta les explicó en qué consistiría su misión, dándoles una información que no fue particularmente halagüeña. Si la cagaban acabarían en el fondo del río de Dark Dome, y para colmo sin la ayuda del mafioso poco podrían hacer contra Ichi Ren. Suspiró y se bebió un largo trago de su capuchino, intentando pensar cómo se las iba a ingeniar para convencer a un mafioso cabreado con el Gobierno de que le convenía más aliarse con ellos contra una banda más poderosa que la suya a mantener el statu quo y no meterse en líos.
- Dime, Megumi... ¿qué clase de problemas tiene Ichi Ren con el Gobierno? Estaría bien saberlo para las negociaciones.
Una vez tuvo la información, se giró hacia Tahiko con una mirada inquisitiva.
- ¿Vendrás? De ser el caso asegúrate de no cagarla. Si ese tipo se cabrea estaremos en apuros y tú te irás con las manos vacías, si es que logras irte.
Tras eso se iría a buscar a Ichi Ren. Sabiendo que aquel tipo era alguien importante, seguramente no estaría en el primer piso, donde estaban las zonas de tragaperras y de apuestas más... suaves. En lugares como ese la gente con más dinero estaba en pisos más altos, donde se hacían las apuestas más fuertes y se servían los licores y bebidas más caras. Así pues tocaría subir. Tan sólo cabía esperar que no se encontraran demasiados obstáculos por el camino.
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- AVISO:
- Este post solo moderará el juego de Hachi, nada más.
Parece que tu habilidad no te sirvió mucho esta vez. También puede ser que no hayas tenido suficiente suerte, pero en definitiva pierdes todo lo que apostaste, quedándote con pocos berries, pero ¿de qué sirve apostar si siempre ganas? Hay que darle algo de emoción a esto, así que no hay que rendirse. Da igual si perdiste ahora porque estás listo para jugar la tercera mano, completamente decidido. Tras jugar nuevamente, y analizar a tus enemigos te das cuenta que muchos de ellos tienen notorios fallos y los aprovechas, teniendo así mejores oportunidades. Tal vez fue eso, o que alguna personalidad divina no quiere que seas pobre, pero has ganado un total de 90000 berries. ¿Cómo? Pues con suerte, amigo.
Al querer jugar por última vez los hombres dudan, pero quieren ir con todo y el fondo del juego aumenta notablemente. No solo es el fondo el que crece en cantidad, sino que los espectadores a tu alrededor también. Has llamado un poco la atención, pero no quiere decir que sea malo, de hecho, hay chicas preguntando por tu nombre. ¡Es hora del juego! Sigues analizando las habilidades y expresiones de tus contrincantes, esto no es una guerra, pero se siente el mismo ambiente de tensión. Todos están en silencio, aunque hay uno de ellos que no para de hablar, intentando desconcentrarte, pero no lo logra. Amigo, tú si que tienes suerte. Barres completamente a tus enemigos sacando escalera real, así que felicitaciones, te has llevado demasiado dinero. Es lo que tienen los casinos, a veces te haces rico y otras veces te vas debiendo tanto dinero que lo único que quieres hacer es suicidarte. Al momento de retirarte te llevas 350000 berries en el bolsillo. Tal vez quieras festejar comprándole algo de beber a Megumi, ya es tu decisión.
Recompensa: 350.000 berries, y un par de admiradoras.
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Parecía que aquel sitio estaba lleno de lindas mujeres allá donde mirase el cazador. Aquello podía decir dos cosas. O había hombres muy apuestos por la zona o muy ricos. Ignoró todas las miradas que iban dirigidas a él y continuó avanzando. Sus múltiples piezas de metal por todo su rostro debían repeler en lugar de atraer. Tampoco le importaba mucho, es más, no le importaba nada. Continuó tranquilamente mientras su gesto continuaba siendo serio y frío como el hielo. A Tahiko no le importó ser cacheado, pues tampoco llevaba nada peligroso consigo. Ahora estaba sin armas para defenderse, pero si debía usar los puños lo haría. Se rascó un poco la cabeza y miró un poco a su alrededor. Aquel hombre que le había custodiado las cosas no parecía ser un mal hombre. Era difícil encontrar a personas así en aquel mundo de mierda en el que debían vivir hasta que llegase el fin. Algo injusto, pero así funcionaban las cosas en el planeta.
El pelinaranja estiró la mano hasta coger una especie de tostada pequeña con paté y caviar por encima. Las cosas de los ricos. Lo probó despacio y el sabor le agradó. Era una lástima que no hubiese atún. Quizás debía mirar un poco mejor y encontrarlo, pero no estaba allí para comer. Terminó de comerse aquel pequeño alimento y después se sentó en la barra tras detectar a aquellas dos personas. Megumi pareció tomar algo de beber, una bebida de líquido azul. Seguramente alcohol. Él por su parte prefirió mantenerse quieto y simplemente mirarla. Tras haber escuchado el plan sin interrumpir en ningún momento miró al peliblanco de forma seria. Ya sabía que algo olía mal, pero ahora estaba todo claro. Aquellas personas estaban de parte del gobierno y eso le aliviaba en cierta parte. Por otro lado, no le gustaba relacionarse mucho con ellos. Podían ser desde agentes a detectives, o quizás otro cargo que él desconocía. Permaneció en silencio y después de unos momentos se colocó en pie.
- Tu problema es pensar que me importa el dinero. Cierto es que es necesario, pero si hago esto es por mero placer mayormente. De modo que, espero que no seas tú el que la cague, Hachiro. – Mencionó respondiendo a las palabras del peliblanco con una mirada llena de frialdad en todo momento.
En cuanto le dijo aquello entrecerró los ojos e introdujo ambas manos en los bolsillos. Empezaría a caminar a su lado con toda la calma del mundo mientras desviaba la mirada disimuladamente a los lados. Quería ver alguna puerta con algún cartel llamativo o simplemente alguna que tuviese pinta de estar retirada. También verificaría si había un ascensor, pues el tamaño de aquella cosa era enorme. Si lo encontraba se iría hacia él sin pensárselo y sin fijarse si copito de nieve le seguía. Demasiado chulesco se estaba mostrando, pero ahora todo tenía sentido. Putos miembros del gobierno, tuviesen el cargo que tuviesen solían ser todos iguales. Suerte que pronto podría disfrutar del combate contra los idiotas de la mafia rival.
- Por cierto ¿A qué viene esa forma irónica de hablar? Tengo curiosidad ¿Exceso de confianza tal vez? – Diría mirándole a los ojos de forma seria.
El pelinaranja estiró la mano hasta coger una especie de tostada pequeña con paté y caviar por encima. Las cosas de los ricos. Lo probó despacio y el sabor le agradó. Era una lástima que no hubiese atún. Quizás debía mirar un poco mejor y encontrarlo, pero no estaba allí para comer. Terminó de comerse aquel pequeño alimento y después se sentó en la barra tras detectar a aquellas dos personas. Megumi pareció tomar algo de beber, una bebida de líquido azul. Seguramente alcohol. Él por su parte prefirió mantenerse quieto y simplemente mirarla. Tras haber escuchado el plan sin interrumpir en ningún momento miró al peliblanco de forma seria. Ya sabía que algo olía mal, pero ahora estaba todo claro. Aquellas personas estaban de parte del gobierno y eso le aliviaba en cierta parte. Por otro lado, no le gustaba relacionarse mucho con ellos. Podían ser desde agentes a detectives, o quizás otro cargo que él desconocía. Permaneció en silencio y después de unos momentos se colocó en pie.
- Tu problema es pensar que me importa el dinero. Cierto es que es necesario, pero si hago esto es por mero placer mayormente. De modo que, espero que no seas tú el que la cague, Hachiro. – Mencionó respondiendo a las palabras del peliblanco con una mirada llena de frialdad en todo momento.
En cuanto le dijo aquello entrecerró los ojos e introdujo ambas manos en los bolsillos. Empezaría a caminar a su lado con toda la calma del mundo mientras desviaba la mirada disimuladamente a los lados. Quería ver alguna puerta con algún cartel llamativo o simplemente alguna que tuviese pinta de estar retirada. También verificaría si había un ascensor, pues el tamaño de aquella cosa era enorme. Si lo encontraba se iría hacia él sin pensárselo y sin fijarse si copito de nieve le seguía. Demasiado chulesco se estaba mostrando, pero ahora todo tenía sentido. Putos miembros del gobierno, tuviesen el cargo que tuviesen solían ser todos iguales. Suerte que pronto podría disfrutar del combate contra los idiotas de la mafia rival.
- Por cierto ¿A qué viene esa forma irónica de hablar? Tengo curiosidad ¿Exceso de confianza tal vez? – Diría mirándole a los ojos de forma seria.
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La mujer da otro sorbo, los mira a ambos y tras soltar una suave sonrisa juguetona responde.
–¿Lucio? Pues lo de siempre. Tráfico de armas y sustancias ilícitas, asesinatos y sobornos –comenta como si realmente no le importara–. No es nada tan grave, pero eso no quiere decir que no le esté tocando los huevos al Gobierno.
Antes de que se dirijan a buscar al hombre, Megumi les comenta una última cosa.
–Por cierto, ya que están en el Casino deben saber algunas cosas. Primero, los peces gordos se encuentran en décimo piso, tal vez allí encuentren a Lucio –hace una pequeña pausa, se levanta de su asiento y continúa hablando–. Sin embargo, para utilizar el ascensor necesitarán pagar una buena suma de dinero.
La chica les comenta que para ascender hasta el piso dos era necesario pagar una módica cantidad de 25000 berries; no es mucho, de hecho, considerando los próximos niveles no es más que un regalo. Para pasar al nivel 3 necesitarán 125000 berries; al cuarto, 250000 berries; al quinto, 375000 berries; al sexto, 455000 berries; al séptimo, 625000 berries; al octavo, 895000 berries; al noveno, 1275000 berries; y por último, al décimo, 2.5000.000. Se sorprenderán al saber la cantidad de dinero que necesitan solo para estar en el décimo piso.
–Te has hecho una buena cantidad de dinero jugando, moreno, pero me temo que no será suficiente. Tomen –a cada uno les entrega un sobre con 50000 berries–, hagan lo que puedan con esto. No es mucho, pero será algo para empezar. No me importa qué harán para llegar hasta Lucio, pero lo harán. Hay varias formas de subir: apostando para ganar dinero, participando en el Coliseo para ganar dinero, y por último, intentando sobornar al guardia del ascensor. Hay otras formas menos legales, pero no se las recomiendo… Lucio no es un hombre piadoso con los tramposos.
Bien, tienen un objetivo principal y necesitan las herramientas para llegar a él. Lo que necesitan saber es que en el primer nivel hay todo tipo de juegos en donde podrán ganar dinero, y a medida que suban las apuestas serán mucho más grandes. Por lo que comenta Megumi, desde el quinto piso las apuestas superan el millón de berries. Vaya, sí que es gente rica. Por otra parte, está el Coliseo en donde los matones y guerreros, asesinos y luchadores pueden hacer gala de sus habilidades para ganar una buena cantidad de berries y ascender. Cada nivel cuenta con un Coliseo distinto, donde las reglas serán las mismas, pero los obstáculos serán más peligrosos. Decidan ustedes, pueden ganar mucho apostando, pero tal vez sea un poco más lento que participar en el Coliseo, además siempre se puede ganar algo más. Finalmente, además del sobre, la mujer les entrega un objeto de plástico con un símbolo que no reconoce.
–Vulgarmente es un comunicador hecho de plástico y otros materiales. Úsenlo en todo momento, nos servirá para estar comunicados –comenta–. Por favor, voltéense.
Les recomiendo que lo hagan, pero en todo caso si no lo hacen, verán a Megumi meter su mano al escote y sacar distintos objetos, entre ellos una pistola "normalilla", un par de municiones con un símbolo de electricidad y otros artilugios que los agentes suelen usar. Les entrega un pack de este "set de agente" a cada uno de ustedes, ya es cosa suya rechazarlo o no. Yo no lo haría.
–Lo siento, pero no les diré cuál es mi habilidad –comenta con una sonrisa picarona–. Si quieren saber qué soy, deberán averiguarlo por su cuenta. ¡Manos a la obra, muchachos!
–¿Lucio? Pues lo de siempre. Tráfico de armas y sustancias ilícitas, asesinatos y sobornos –comenta como si realmente no le importara–. No es nada tan grave, pero eso no quiere decir que no le esté tocando los huevos al Gobierno.
Antes de que se dirijan a buscar al hombre, Megumi les comenta una última cosa.
–Por cierto, ya que están en el Casino deben saber algunas cosas. Primero, los peces gordos se encuentran en décimo piso, tal vez allí encuentren a Lucio –hace una pequeña pausa, se levanta de su asiento y continúa hablando–. Sin embargo, para utilizar el ascensor necesitarán pagar una buena suma de dinero.
La chica les comenta que para ascender hasta el piso dos era necesario pagar una módica cantidad de 25000 berries; no es mucho, de hecho, considerando los próximos niveles no es más que un regalo. Para pasar al nivel 3 necesitarán 125000 berries; al cuarto, 250000 berries; al quinto, 375000 berries; al sexto, 455000 berries; al séptimo, 625000 berries; al octavo, 895000 berries; al noveno, 1275000 berries; y por último, al décimo, 2.5000.000. Se sorprenderán al saber la cantidad de dinero que necesitan solo para estar en el décimo piso.
–Te has hecho una buena cantidad de dinero jugando, moreno, pero me temo que no será suficiente. Tomen –a cada uno les entrega un sobre con 50000 berries–, hagan lo que puedan con esto. No es mucho, pero será algo para empezar. No me importa qué harán para llegar hasta Lucio, pero lo harán. Hay varias formas de subir: apostando para ganar dinero, participando en el Coliseo para ganar dinero, y por último, intentando sobornar al guardia del ascensor. Hay otras formas menos legales, pero no se las recomiendo… Lucio no es un hombre piadoso con los tramposos.
Bien, tienen un objetivo principal y necesitan las herramientas para llegar a él. Lo que necesitan saber es que en el primer nivel hay todo tipo de juegos en donde podrán ganar dinero, y a medida que suban las apuestas serán mucho más grandes. Por lo que comenta Megumi, desde el quinto piso las apuestas superan el millón de berries. Vaya, sí que es gente rica. Por otra parte, está el Coliseo en donde los matones y guerreros, asesinos y luchadores pueden hacer gala de sus habilidades para ganar una buena cantidad de berries y ascender. Cada nivel cuenta con un Coliseo distinto, donde las reglas serán las mismas, pero los obstáculos serán más peligrosos. Decidan ustedes, pueden ganar mucho apostando, pero tal vez sea un poco más lento que participar en el Coliseo, además siempre se puede ganar algo más. Finalmente, además del sobre, la mujer les entrega un objeto de plástico con un símbolo que no reconoce.
–Vulgarmente es un comunicador hecho de plástico y otros materiales. Úsenlo en todo momento, nos servirá para estar comunicados –comenta–. Por favor, voltéense.
Les recomiendo que lo hagan, pero en todo caso si no lo hacen, verán a Megumi meter su mano al escote y sacar distintos objetos, entre ellos una pistola "normalilla", un par de municiones con un símbolo de electricidad y otros artilugios que los agentes suelen usar. Les entrega un pack de este "set de agente" a cada uno de ustedes, ya es cosa suya rechazarlo o no. Yo no lo haría.
–Lo siento, pero no les diré cuál es mi habilidad –comenta con una sonrisa picarona–. Si quieren saber qué soy, deberán averiguarlo por su cuenta. ¡Manos a la obra, muchachos!
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Las palabras del peliblanco hicieron al cazador continuar clavando sus fríos ojos en los suyos. De modo que iban a gastar más dinero y encima a juzgar por todo lo que les había comentado Magumi, iban a estar atareados. Pagar para subir, vaya gilipollez. En esos momentos deseaba tener su espadón con él, pero no iba a ir hasta la puerta. Los juegos no eran lo suyo, pero eso del coliseo le hizo quedarse un poco pensativo. Tal vez si colaboraba con el tipo que tenía a su lado podían llevarse los premios e ir escalando por la fuerza. Así también podrían llamar la atención de aquel hombre llamado Lucio. Si él fuera un líder mafioso y sus hombres fuesen apaleados por dos desconocidos tendría mucha curiosidad. Se mantuvo callado un buen rato mirando sus propias manos. Por el momento tan solo había logrado mantener uno de sus poderes consigo. Esperaba poder lograr aguantar.
Cuando la mujer les dijo que se dieran la vuelta, lo hizo sin dudarlo y suspiró. Al darse la vuelta observó aquel cacharro con munición. Su puntería no era muy buena y no pretendía usarlo, pero siempre era bueno tenerlo para usarlo de cachiporra. Lo guardó en el interior de su chaqueta y acto seguido escuchó lo que dijo. Decidió pasar del tema y acto seguido se quedó mirando al peliblanco de nuevo a los ojos. Tenía la idea de abrirse paso por el coliseo hasta el último paso sin pensarlo. Entonces fue cuando mostró una sonrisa siniestra y llena de picardía. Era como si estuviese a punto de proponerle algo malo y así era.
- Hagamos esto como debe hacerse. Al coliseo de cabeza.
Mencionó como si aquello fuera un patio de niños. Sin esperar respuesta buscó con la mirada el sitio y tras hallarlo empezó a caminar despacio hacia él. No tardó mucho en llegar a la zona y se quedó mirando a una persona que parecía ser la encargada de aquello. El pelinaranja entonces caminó despacio hasta donde estaba aquella persona y después introdujo ambas manos en sus bolsillos. Si se liaba a guantazos con el peliblanco podían acabar mal ambos y la cuestión era que ambos llegasen en perfecto estado. Trataría de ingeniárselas y convencer a aquella persona que tenía delante de sus ojos.
- Mi compañero y yo deseamos inscribirnos enseguida en el coliseo. No sé cómo irá la cosa, pero queremos llegar hasta lo más alto. – Su voz fue seria en todo momento. Las últimas palabras incluso sonaron algo arrogantes.
Ahora solo faltaba que Hachiro también fuese o de lo contrario iría solo. Si funcionaba seguramente podrían lucirse y mostrarse sus habilidades mutuamente. Él lo iba a tener muy complicado sin su espadón, pero se adaptaría lo que pudiese. Tan solo esperó una respuesta mientras permanecía callado. En el cuello interior de la camisa se había colado el pinganillo para estar comunicado con Megumi y copito. La cosa parecía ponerse bastante interesante.
Cuando la mujer les dijo que se dieran la vuelta, lo hizo sin dudarlo y suspiró. Al darse la vuelta observó aquel cacharro con munición. Su puntería no era muy buena y no pretendía usarlo, pero siempre era bueno tenerlo para usarlo de cachiporra. Lo guardó en el interior de su chaqueta y acto seguido escuchó lo que dijo. Decidió pasar del tema y acto seguido se quedó mirando al peliblanco de nuevo a los ojos. Tenía la idea de abrirse paso por el coliseo hasta el último paso sin pensarlo. Entonces fue cuando mostró una sonrisa siniestra y llena de picardía. Era como si estuviese a punto de proponerle algo malo y así era.
- Hagamos esto como debe hacerse. Al coliseo de cabeza.
Mencionó como si aquello fuera un patio de niños. Sin esperar respuesta buscó con la mirada el sitio y tras hallarlo empezó a caminar despacio hacia él. No tardó mucho en llegar a la zona y se quedó mirando a una persona que parecía ser la encargada de aquello. El pelinaranja entonces caminó despacio hasta donde estaba aquella persona y después introdujo ambas manos en sus bolsillos. Si se liaba a guantazos con el peliblanco podían acabar mal ambos y la cuestión era que ambos llegasen en perfecto estado. Trataría de ingeniárselas y convencer a aquella persona que tenía delante de sus ojos.
- Mi compañero y yo deseamos inscribirnos enseguida en el coliseo. No sé cómo irá la cosa, pero queremos llegar hasta lo más alto. – Su voz fue seria en todo momento. Las últimas palabras incluso sonaron algo arrogantes.
Ahora solo faltaba que Hachiro también fuese o de lo contrario iría solo. Si funcionaba seguramente podrían lucirse y mostrarse sus habilidades mutuamente. Él lo iba a tener muy complicado sin su espadón, pero se adaptaría lo que pudiese. Tan solo esperó una respuesta mientras permanecía callado. En el cuello interior de la camisa se había colado el pinganillo para estar comunicado con Megumi y copito. La cosa parecía ponerse bastante interesante.
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Parecía que Tahiko no le iba a dejar ni un respiro. Estaba aún cogiendo las cosas que les había dado Megumi y examinándolas cuando este decidió por él que se iban al torneo. Menudo tío... ni siquiera había tenido tiempo a examinar las cosas. Se guardó la pistola y los cargadores, el sobre, el comunicador, las pastillas y la jeringuilla, poniéndose la lentilla y observando el aparato. ¿Qué haría aquel chisme? Era negro y voluminoso y salvo por un botón cerca de la base no tenía ni idea de su función. ¿Y para qué servirían las lentillas? Alzó la vista hacia Megumi para preguntarle, y entonces se fijó en una chica cercana. ¿Llevaba al aire el sujetador? ¡¿Pero qué coj...?! Entonces se fijó que no sólo ella. Podía ver la ropa interior de todas las mujeres del casino con el ojo de la lentilla. Colorado, se giró hacia Megumi.
- Oe, ¿qué diablos me has...?
No podía ver la ropa interior de Megumi. En un primer momento no entendió las implicaciones de esto, pero no tardó en atar cabos. Se calló a media frase y desvió la mirada, alucinando en colores. Casi hasta le resultaba ligeramente incómodo mirar aunque no viese nada, pero precisamente por eso le resultaba... turbador.
- Y yo pensaba que Minami era descarada por pasearse en bragas por casa... - murmuró - En fin, no sé de qué me extraño. Ya tendré ocasión de ver más en otro momento - añadió, recuperando su actitud confiada habitual - ¿Qué hace esto, por cierto?
El cazurro de Tahiko se había ido sin él, así que tan pronto como tuvo su respuesta le guiñó el ojo y le dijo, antes de irse a paso rápido:
- Te dedicaré nuestra victoria. Asegúrate de saber por quién apostar - dijo con cierta arrogancia.
Tan sólo esperaba que en el coliseo les diesen ropa apropiada y armas. No le apetecía destrozar su traje bueno en el coliseo. No ganaba tanto dinero como para irlos tirando a la basura. Finalmente alcanzó al cazador, quien estaba ya registrándolos en el coliseo. Tras escuchar sus palabras, Hachiro añadió:
- Por cierto, ¿cuánto se gana por combate? Y si es posible me gustaría apostar por nosotros dos.
Apostaría sus 350.000 berries por su victoria. Dejaría el dinero de Megumi como fondo de reserva por si acaso, pero si no podían con los participantes del coliseo del primer nivel, ¿cómo esperaban seguir ascendiendo? O más aún, enfrentarse a la mafia de Ichi Ren. No es que le hiciese mucha gracia desgastarse tan pronto, pero le parecía un método más rápido y fiable que jugar al casino. No se le daban mal los juegos en los que pudiera aprovechar sus habilidades, pero no era ningún profesional del póker, ni confiaba tanto en su suerte como para arriesgarse en la ruleta o las tragaperras.
- Oe, ¿qué diablos me has...?
No podía ver la ropa interior de Megumi. En un primer momento no entendió las implicaciones de esto, pero no tardó en atar cabos. Se calló a media frase y desvió la mirada, alucinando en colores. Casi hasta le resultaba ligeramente incómodo mirar aunque no viese nada, pero precisamente por eso le resultaba... turbador.
- Y yo pensaba que Minami era descarada por pasearse en bragas por casa... - murmuró - En fin, no sé de qué me extraño. Ya tendré ocasión de ver más en otro momento - añadió, recuperando su actitud confiada habitual - ¿Qué hace esto, por cierto?
El cazurro de Tahiko se había ido sin él, así que tan pronto como tuvo su respuesta le guiñó el ojo y le dijo, antes de irse a paso rápido:
- Te dedicaré nuestra victoria. Asegúrate de saber por quién apostar - dijo con cierta arrogancia.
Tan sólo esperaba que en el coliseo les diesen ropa apropiada y armas. No le apetecía destrozar su traje bueno en el coliseo. No ganaba tanto dinero como para irlos tirando a la basura. Finalmente alcanzó al cazador, quien estaba ya registrándolos en el coliseo. Tras escuchar sus palabras, Hachiro añadió:
- Por cierto, ¿cuánto se gana por combate? Y si es posible me gustaría apostar por nosotros dos.
Apostaría sus 350.000 berries por su victoria. Dejaría el dinero de Megumi como fondo de reserva por si acaso, pero si no podían con los participantes del coliseo del primer nivel, ¿cómo esperaban seguir ascendiendo? O más aún, enfrentarse a la mafia de Ichi Ren. No es que le hiciese mucha gracia desgastarse tan pronto, pero le parecía un método más rápido y fiable que jugar al casino. No se le daban mal los juegos en los que pudiera aprovechar sus habilidades, pero no era ningún profesional del póker, ni confiaba tanto en su suerte como para arriesgarse en la ruleta o las tragaperras.
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–¿Sucede algo, Hachiro-kun? –Pregunta Megumi con una sonrisa coqueta– ¡Ah, entiendo! Parece que has descubierto lo que hace la lentilla… ¿Te digo algo? Esa misma lentilla la he llevado desde el puente, así que conozco tu ropa interior –La elegante mujer se ríe suavemente y luego responde a tu pregunta, aunque no obtienes lo que andabas buscando–. Solo te daré una instrucción de uso: no la actives cerca de ti.
Cuando Tahiko le habla al guardia, un hombre de dos metros de altura, gafas negras y un elegante traje, este lo mira de abajo para arriba, como queriendo verificar que serviría como participante en el Coliseo. Parece que le están bombardeando con preguntas, pero el hombre mantiene una actitud serena y profesional. Por cierto, el hombre custodia una puerta metálica que no calza con la temática del casino, así que algo les debe decir que el Coliseo será algo completamente distinto a lo que han visto hasta ahora. Vaya a saber uno…
–Si están seguros de que quieren inscribirse, tienen que conocer las reglas y recompensas. No se permite nada de mutilar ni asesinar, y no hay excepciones. Quien se atreva a romper las reglas de Lucio-sama morirá inmediatamente –su tono de voz es frío y profundo, como si proviniese del interior de la tierra–. Segundo, necesitaré sus nombres; me da igual si son inventados, es únicamente para el presentador. Hay algunos idiotas que se hacen llamar Hombre Araña, vaya mierda. En fin… Ahora viene la parte que más disfrutan los luchadores: dinero.
El hombre les explica que en el piso el ganador ganará entre 25000 y 30000 berries, y tras ganar cinco combates consecutivos podrá ascender hasta el cuarto piso sin pagar un solo berrie. (En caso de que aún necesiten saberlo, en el segundo piso podrán ganar hasta 65000 berries; en el tercero, 90000 berries). Ya en el cuarto piso no hay salto de niveles y comienzas los combates más elaborados, de esos más ostentosos. Pueden ganar un máximo de un millón de berries dependiendo de qué tanta gente los esté viendo; en el quinto, un máximo de un millón y medio; en el sexto, tres millones de berries; en el séptimo, cinco millones de berries; en el octavo, siete millones y medio; en el noveno, diez millones; en el décimo, veinte millones. En todo caso los combates no son para nada fáciles, así que no les recomiendo que peleen en los pisos superiores; no sean codiciosos y céntrense en su objetivo, aunque esto solo es un consejo de su amigo Moderador-sama.
El hombre te indica que puedes hacer apuestas estando dentro del lugar, de eso se encargaban los administradores. Ya con todo listo para ingresar al sitio, atraviesan la puerta y se encuentran ante un estadio un tanto deprimente con una capacidad de 500 personas, aunque no se preocupen, a medida que vayan subiendo tendrán un escenario digno de gente como ustedes. Un hombre gordito y de aspecto amigable se acerca a ustedes y les recuerda las reglas.
–Si están seguros de participar, por favor firmen aquí y aquí. Esto solo quiere decir que no nos hacemos cargo de sus heridas, ya saben… Un poco de burocracia por aquí y por allá. Por cierto, las apuestas se hacen por allá –(siéntanse libres de narrarlo a su gusto).
En caso de aceptar, el hombre gordo (se presentó como Lucas) los lleva a una pequeña sala llena de todo tipo de armas. Hay un montón de espadas de mala calidad, espadones, arcos y flechas, dagas y cuchillos, pistolas e incluso látigos. Lucas les dice que pueden escoger a lo más dos armas para enfrentar a sus contrincantes. Si están listos, solo les tocará esperar un poco para que el primer combate dé inicio, teniendo como una gran novedad en el Casino una pelea doble. ¡Sí, escucharon bien! Una pelea doble. Dúos. Ustedes dos contra otros dos, ¿a qué suena bien? Tienen aproximadamente una hora antes de la pelea, pueden hablar e idear una estrategia, retirarse o llorar. ¡Suerte a ambos!
Cuando Tahiko le habla al guardia, un hombre de dos metros de altura, gafas negras y un elegante traje, este lo mira de abajo para arriba, como queriendo verificar que serviría como participante en el Coliseo. Parece que le están bombardeando con preguntas, pero el hombre mantiene una actitud serena y profesional. Por cierto, el hombre custodia una puerta metálica que no calza con la temática del casino, así que algo les debe decir que el Coliseo será algo completamente distinto a lo que han visto hasta ahora. Vaya a saber uno…
–Si están seguros de que quieren inscribirse, tienen que conocer las reglas y recompensas. No se permite nada de mutilar ni asesinar, y no hay excepciones. Quien se atreva a romper las reglas de Lucio-sama morirá inmediatamente –su tono de voz es frío y profundo, como si proviniese del interior de la tierra–. Segundo, necesitaré sus nombres; me da igual si son inventados, es únicamente para el presentador. Hay algunos idiotas que se hacen llamar Hombre Araña, vaya mierda. En fin… Ahora viene la parte que más disfrutan los luchadores: dinero.
El hombre les explica que en el piso el ganador ganará entre 25000 y 30000 berries, y tras ganar cinco combates consecutivos podrá ascender hasta el cuarto piso sin pagar un solo berrie. (En caso de que aún necesiten saberlo, en el segundo piso podrán ganar hasta 65000 berries; en el tercero, 90000 berries). Ya en el cuarto piso no hay salto de niveles y comienzas los combates más elaborados, de esos más ostentosos. Pueden ganar un máximo de un millón de berries dependiendo de qué tanta gente los esté viendo; en el quinto, un máximo de un millón y medio; en el sexto, tres millones de berries; en el séptimo, cinco millones de berries; en el octavo, siete millones y medio; en el noveno, diez millones; en el décimo, veinte millones. En todo caso los combates no son para nada fáciles, así que no les recomiendo que peleen en los pisos superiores; no sean codiciosos y céntrense en su objetivo, aunque esto solo es un consejo de su amigo Moderador-sama.
El hombre te indica que puedes hacer apuestas estando dentro del lugar, de eso se encargaban los administradores. Ya con todo listo para ingresar al sitio, atraviesan la puerta y se encuentran ante un estadio un tanto deprimente con una capacidad de 500 personas, aunque no se preocupen, a medida que vayan subiendo tendrán un escenario digno de gente como ustedes. Un hombre gordito y de aspecto amigable se acerca a ustedes y les recuerda las reglas.
–Si están seguros de participar, por favor firmen aquí y aquí. Esto solo quiere decir que no nos hacemos cargo de sus heridas, ya saben… Un poco de burocracia por aquí y por allá. Por cierto, las apuestas se hacen por allá –(siéntanse libres de narrarlo a su gusto).
En caso de aceptar, el hombre gordo (se presentó como Lucas) los lleva a una pequeña sala llena de todo tipo de armas. Hay un montón de espadas de mala calidad, espadones, arcos y flechas, dagas y cuchillos, pistolas e incluso látigos. Lucas les dice que pueden escoger a lo más dos armas para enfrentar a sus contrincantes. Si están listos, solo les tocará esperar un poco para que el primer combate dé inicio, teniendo como una gran novedad en el Casino una pelea doble. ¡Sí, escucharon bien! Una pelea doble. Dúos. Ustedes dos contra otros dos, ¿a qué suena bien? Tienen aproximadamente una hora antes de la pelea, pueden hablar e idear una estrategia, retirarse o llorar. ¡Suerte a ambos!
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Por muy amenazantes que fuesen las palabras del padre de los gorilas, el cazador no se inmuto. Le lanzó una mirada desafiante al hombre de los dos metros, pues él casi llegaba a aquella altura. Era como si quisiera mostrarle que iban a ganar incluso antes de empezar. Tal vez no estaba con todos sus poderes al completo, pero la experiencia en combate que tenía el pelinaranja era considerable. Entrecerró los ojos despacio y se cruzó de brazos escuchando las reglas. Tenía todos los objetos que le había dado la joven escondidos en su chaqueta, pero no se había parado a mirarlos. Estaba centrado en lo suyo y no perdería el tiempo con estupideces. Sus fríos ojos continuaron mirando al enorme hombre mientras esperaba a que su compañero de combate llegase de una vez a su lado. Si continuaba tardando exigiría encargarse de todos él solo. Estaba impaciente. Se notaba que estaba deseando estirar un poco los músculos.
Cuando al fin pasaron por la puerta, Tahiko se quedó mirando el estadio con una expresión calmada. No le importaba que hubiese gente mirando y lo prefería así. Lucirse era algo que debía hacer con sus presas y no con un público mirando. Chasqueó la lengua unos momentos y se quedó mirando aquellos papeles que debían rellenar. El cazador leyó todo muy bien y una vez firmó todo se quedó mirando al hombre gordito que se había presentado como Lucas. Entrecerró los ojos despacio y después empezó a avanzar hacia la zona de apuestas mientras decía unas últimas palabras.
- Mi nombre es Pain. – Dijo de forma seria indicando que usaría ese.
Le gustaba su apodo y no veía problema en utilizarlo. Estuvo a punto de decir el de cierta persona como burla, pero no quería ponerse Vader. A saber lo que podía pasar si nombraba a aquella basura en aquella zona. No tardó mucho en acercarse a la zona de apuestas y una vez estuvo en ellas se acercó a una mesita donde había una persona. Se quedó mirándola de forma seria y colocó sobre la mesa 400.000 Berries. Entonces se señaló así mismo y al peliblanco, no le hacía falta decir nada más para que se entendiera que apostaba por ellos.
En cuanto estuvieron en aquella pequeña sala llena de armas, el cazador del dolor fue directo a una que vio. Ya que estaba prohibido mutilar o matar, debía asegurarse de no hacerlo sin querer. Tomó un enorme espadón, pero que no poseía filo. Aquello más bien parecía servir para dar estacazos. Con aquello se bastaría, pues usaría sus habilidades violentas para lisiar a sus enemigos con pura fuerza. Entrecerró los ojos mientras lo miraba y después se sentó en una pequeña silla escuchando que el combate iba a ser doble. Aquello hacía las cosas más fáciles. Podría ver las habilidades del peliblanco en vivo y así comprobar si tan solo estaba hablando más de la cuenta. Fue en ese momento cuando el devastador se quedó mirando a su compañero y le habló con un tono frío.
- Entramos, eliges a tu presa, vencemos y siguiente ronda. – Mencionó mientras se cruzaba de brazos dejando el espadón en la mesa.
Si cada uno usaba su estilo contra su oponente terminarían antes. No pensaba colaborar a no ser que viera que Hachiro tenía problemas o si su propio oponente era imposible para él. Si podían realizar aquello sin quebrarse mucho la cabeza, todo estaría perfecto. Entonces el pelinaranja sin pedir opinión a su compañero se quedó mirando a Lucas de forma seria.
- Cuando quieras.
Cuando al fin pasaron por la puerta, Tahiko se quedó mirando el estadio con una expresión calmada. No le importaba que hubiese gente mirando y lo prefería así. Lucirse era algo que debía hacer con sus presas y no con un público mirando. Chasqueó la lengua unos momentos y se quedó mirando aquellos papeles que debían rellenar. El cazador leyó todo muy bien y una vez firmó todo se quedó mirando al hombre gordito que se había presentado como Lucas. Entrecerró los ojos despacio y después empezó a avanzar hacia la zona de apuestas mientras decía unas últimas palabras.
- Mi nombre es Pain. – Dijo de forma seria indicando que usaría ese.
Le gustaba su apodo y no veía problema en utilizarlo. Estuvo a punto de decir el de cierta persona como burla, pero no quería ponerse Vader. A saber lo que podía pasar si nombraba a aquella basura en aquella zona. No tardó mucho en acercarse a la zona de apuestas y una vez estuvo en ellas se acercó a una mesita donde había una persona. Se quedó mirándola de forma seria y colocó sobre la mesa 400.000 Berries. Entonces se señaló así mismo y al peliblanco, no le hacía falta decir nada más para que se entendiera que apostaba por ellos.
En cuanto estuvieron en aquella pequeña sala llena de armas, el cazador del dolor fue directo a una que vio. Ya que estaba prohibido mutilar o matar, debía asegurarse de no hacerlo sin querer. Tomó un enorme espadón, pero que no poseía filo. Aquello más bien parecía servir para dar estacazos. Con aquello se bastaría, pues usaría sus habilidades violentas para lisiar a sus enemigos con pura fuerza. Entrecerró los ojos mientras lo miraba y después se sentó en una pequeña silla escuchando que el combate iba a ser doble. Aquello hacía las cosas más fáciles. Podría ver las habilidades del peliblanco en vivo y así comprobar si tan solo estaba hablando más de la cuenta. Fue en ese momento cuando el devastador se quedó mirando a su compañero y le habló con un tono frío.
- Entramos, eliges a tu presa, vencemos y siguiente ronda. – Mencionó mientras se cruzaba de brazos dejando el espadón en la mesa.
Si cada uno usaba su estilo contra su oponente terminarían antes. No pensaba colaborar a no ser que viera que Hachiro tenía problemas o si su propio oponente era imposible para él. Si podían realizar aquello sin quebrarse mucho la cabeza, todo estaría perfecto. Entonces el pelinaranja sin pedir opinión a su compañero se quedó mirando a Lucas de forma seria.
- Cuando quieras.
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Parecía que aquellos combates serían una alternativa muy lucrativa, pero peligrosa. De todos modos si podían ganar todos sus combates y apostar fuerte en ellos, podrían acabar yendo pronto a hablar con Lucio. Poniendo que en aquel primer combate ganaran 25.000 berries, con que sólo lograra aumentar en un medio los 350.000 que iba a apostar por ellos ya tendría medio millón. En los cuatro combates que necesitaban para llegar al cuarto piso podía llegar a aumentar bastante esa cifra, en una buena progresión si ganaba en todos ellos. Además cuanto más tuviera, más podría apostar. Si las cosas iban bien, tal vez para cuando llegaran al cuarto piso... no, necesitaban aproximadamente seis millones de berries según recordaba para ascender del cuarto al décimo piso. A menos que ganasen bastante en las apuestas, no les llegaría con esos cuatro combates. Sólo le faltaba esperar que no acabasen desgastándose demasiado. "Evitaré utilizar el Gakkosei contra los rivales más débiles. Con mi haki y mis habilidades debería ser suficiente, y... tal vez sería un buen momento para sacarle partido a mi fruta." Su técnica le sometía a demasiada presión mental y lo desgastaba demasiado. Era mejor si la reservaba para los encuentros que parecieran más peligrosos. Lo malo es que era la clase de táctica que había que usar al comenzar el combate para poder exprimirla al máximo.
- Shirōsen.
Esbozó una sonrisa al decir el mote que había escogido. Este era una mezcla de "shiro" (blanco) y "kōsen" (rayo). Simplemente le sonaba bien y era una bonita alusión al peculiar color de su cabello. Acto seguido acompañó a Tahiko a la zona de apuestas, donde una mujer de pelo castaño y gafas leía un papel silbando animadamente. El cazador, con la falta de elocuencia que le caracterizaba, se acercó al hombre y se limitó a dejar un montón de billetes sobre la mesa y señalarles a ambos. ¿Es que era idiota? ¿Cómo esperaba que supiera por quién estaba apostando si ni siquiera había dicho sus nombres. Conteniendo un suspiro, sacó sus 350.000 berries y los dejó sobre la mesa, sonriendo.
- Disculpe a mi compañero, es de pocas palabras. Somos Pain y Shirōsen, y queremos apostar por nosotros mismos.
Tras unos pocos trámites con la chica de las apuestas, se dirigieron de nuevo junto al tal Lucas, quien los llevó a una armería llena de armas de pésima calidad y en mal estado. Hachiro se dirigió hacia las espadas y buscó dos que se asemejasen a su estilo. Tras ver unos khopesh de los que decidió alejarse como la peste, recordando a los Asdrubal, se acercó a unas espadas cortas. Cogió dos similares y las hizo girar en sus manos, comprobando su balance. Podía ser peor y era probable que rompieran si las forzaba, pero... frunció - ligeramente el ceño mientras se concentraba, y se imaginó una armadura invisible recubriendo la espada derecha.
- Busou... - murmuró.
Entonces dio un golpe con la espada izquierda sobre la hoja de la primera, que restalló con un sonido metálico, sin mostrar ni un rascazo tras el golpe. "Servirán" pensó, satisfecho. Al menos mientras las empleara con su haki podía confiar en que no se romperían fácilmente en mitad del combate. Podría haber recurrido a Kameleon, pero no quería desvelar que tenía algo así consigo. Aún contando con que nadie intentase quitarle el peculiar aparato si descubría sus funciones, tenía el problema de que tal vez pudiera meterse en problemas si se enteraban de que había colado un arma en el casino. No, pasaba de meterse en problemas. Podría apañárselas con sus espadas por el momento. Se sentó en un banco y colocó las armas a su lado, acomodándose contra la pared.
- No te preocupes naranjito, no tengo intención de perder contra unos novatos. ¿Crees que podrás salir entero? Recuerda que cuando salgamos tenemos trabajo - le dirigió una sonrisa ligeramente burlona - Cuando usted diga, jefe - le dijo a Lucas.
- Shirōsen.
Esbozó una sonrisa al decir el mote que había escogido. Este era una mezcla de "shiro" (blanco) y "kōsen" (rayo). Simplemente le sonaba bien y era una bonita alusión al peculiar color de su cabello. Acto seguido acompañó a Tahiko a la zona de apuestas, donde una mujer de pelo castaño y gafas leía un papel silbando animadamente. El cazador, con la falta de elocuencia que le caracterizaba, se acercó al hombre y se limitó a dejar un montón de billetes sobre la mesa y señalarles a ambos. ¿Es que era idiota? ¿Cómo esperaba que supiera por quién estaba apostando si ni siquiera había dicho sus nombres. Conteniendo un suspiro, sacó sus 350.000 berries y los dejó sobre la mesa, sonriendo.
- Disculpe a mi compañero, es de pocas palabras. Somos Pain y Shirōsen, y queremos apostar por nosotros mismos.
Tras unos pocos trámites con la chica de las apuestas, se dirigieron de nuevo junto al tal Lucas, quien los llevó a una armería llena de armas de pésima calidad y en mal estado. Hachiro se dirigió hacia las espadas y buscó dos que se asemejasen a su estilo. Tras ver unos khopesh de los que decidió alejarse como la peste, recordando a los Asdrubal, se acercó a unas espadas cortas. Cogió dos similares y las hizo girar en sus manos, comprobando su balance. Podía ser peor y era probable que rompieran si las forzaba, pero... frunció - ligeramente el ceño mientras se concentraba, y se imaginó una armadura invisible recubriendo la espada derecha.
- Busou... - murmuró.
Entonces dio un golpe con la espada izquierda sobre la hoja de la primera, que restalló con un sonido metálico, sin mostrar ni un rascazo tras el golpe. "Servirán" pensó, satisfecho. Al menos mientras las empleara con su haki podía confiar en que no se romperían fácilmente en mitad del combate. Podría haber recurrido a Kameleon, pero no quería desvelar que tenía algo así consigo. Aún contando con que nadie intentase quitarle el peculiar aparato si descubría sus funciones, tenía el problema de que tal vez pudiera meterse en problemas si se enteraban de que había colado un arma en el casino. No, pasaba de meterse en problemas. Podría apañárselas con sus espadas por el momento. Se sentó en un banco y colocó las armas a su lado, acomodándose contra la pared.
- No te preocupes naranjito, no tengo intención de perder contra unos novatos. ¿Crees que podrás salir entero? Recuerda que cuando salgamos tenemos trabajo - le dirigió una sonrisa ligeramente burlona - Cuando usted diga, jefe - le dijo a Lucas.
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Antes de que salgan al cuadrilátero, Lucas les entrega dos trajes de combate. No es nada del otro mundo (siéntanse libres de describirlos según sus estilos y preferencias), pero al menos no arruinará los que ya llevan puestos. Si ya están listos y no sienten la necesidad de coger ningún tipo de arma, Lucas les dará su aprobación para que ingresen al campo de combate. Este último se trata de un cuadrado de por lo menos unos veinticinco metros cuadrados, el piso está compuesto por baldosas blancas y hay una enorme luz en la cima. Por cierto, el cuadrilátero parece estar embutido en la tierra por lo que están rodeados de enromes muros de más de seis metros de altura. Es imposible que no noten las miradas del público quienes gritan fervientemente, tratando de apurar a los luchadores para que se den una buena paliza.
En el otro extremo verán a sus primeros oponentes. Uno de ellos es un hombre alto que mide más de dos metros y medio, lleva el torso desnudo dejando ver un tonificado y musculoso cuerpo acompañado de distintos tatuajes que aluden a dragones chinos y otras cosas más. Obsérvenlo bien porque a primeras parece ser un luchador de cuerpo a cuerpo, un artista marcial, pero hay algo que no calza con la completa descripción de uno de ellos. Téngalo en cuenta. Su cabello negro le cubre casi todo el rostro y le llega hasta los hombros. El hombre es presentado como Geryoda, el de Los Ojos Rojos. A su lado se encuentra una mujer que viste un traje de cazador (una chaqueta verde a lo militar, unos pantalones tácticos y botas negras y pesadas). Lleva su cabello rosa atado en una única cola mientras que los mira con sus ojos igualmente rosados. Está mascando una goma de mascar y de vez en cuando hace enormes burbujas con ella. Se darán cuenta inmediatamente de qué clase de luchadora es ella: lleva un cuchillo de combate y un par de pistolas. Por cierto, a la chica la conocerán como Merioda.
–¡Qué comience el espectáculo!
Inmediatamente Geryoda arranca a toda velocidad cargando directamente hacia Hachiro, es demasiado rápido considerando su tamaño. Al llegar a unos pocos metros de ti el hombre alza su mano y de la nada convoca una espada de energía de color rojo, y mientras sigue avanzando lanza un tajo diagonal descendente. A juzgar por la diferencia de posiciones, en principio no debería darte, pero inmediatamente después de lanzar el tajo diagonal sale disparada una onda con forma de media luna. Te recomiendo que la bloquees o la esquives, de lo contrario recibirás… Bueno, una buena paliza. Sin embargo, el hombre no es el único que ataca. Merioda dispara ambas pistolas liberando un grueso hilo de una sustancia blanca; la mujer apunta directamente hacia el cielo, sobre la posición de Hachiro, y en el momento en que el hilo de lo que sea aquella sustancia queda sobre él, este forma una red que desciende a toda velocidad.
Será fácil ver su estrategia, así que tal vez eso de enfrentar uno contra uno no funcionará bien después de todo… Parece que ellos cuentan con algo que ustedes no: coordinación. Pero aún es demasiado luego como para decidir eso, ¿no lo creen?
Datos útiles: La red se forma a unos cuatro metros de altura de la posición original de Hachiro. La onda viaja a 15 metros por segundo. La espada que se forma en la mano de Geryoda es de dos metros de largo y treinta centímetros de ancho.
En el otro extremo verán a sus primeros oponentes. Uno de ellos es un hombre alto que mide más de dos metros y medio, lleva el torso desnudo dejando ver un tonificado y musculoso cuerpo acompañado de distintos tatuajes que aluden a dragones chinos y otras cosas más. Obsérvenlo bien porque a primeras parece ser un luchador de cuerpo a cuerpo, un artista marcial, pero hay algo que no calza con la completa descripción de uno de ellos. Téngalo en cuenta. Su cabello negro le cubre casi todo el rostro y le llega hasta los hombros. El hombre es presentado como Geryoda, el de Los Ojos Rojos. A su lado se encuentra una mujer que viste un traje de cazador (una chaqueta verde a lo militar, unos pantalones tácticos y botas negras y pesadas). Lleva su cabello rosa atado en una única cola mientras que los mira con sus ojos igualmente rosados. Está mascando una goma de mascar y de vez en cuando hace enormes burbujas con ella. Se darán cuenta inmediatamente de qué clase de luchadora es ella: lleva un cuchillo de combate y un par de pistolas. Por cierto, a la chica la conocerán como Merioda.
–¡Qué comience el espectáculo!
Inmediatamente Geryoda arranca a toda velocidad cargando directamente hacia Hachiro, es demasiado rápido considerando su tamaño. Al llegar a unos pocos metros de ti el hombre alza su mano y de la nada convoca una espada de energía de color rojo, y mientras sigue avanzando lanza un tajo diagonal descendente. A juzgar por la diferencia de posiciones, en principio no debería darte, pero inmediatamente después de lanzar el tajo diagonal sale disparada una onda con forma de media luna. Te recomiendo que la bloquees o la esquives, de lo contrario recibirás… Bueno, una buena paliza. Sin embargo, el hombre no es el único que ataca. Merioda dispara ambas pistolas liberando un grueso hilo de una sustancia blanca; la mujer apunta directamente hacia el cielo, sobre la posición de Hachiro, y en el momento en que el hilo de lo que sea aquella sustancia queda sobre él, este forma una red que desciende a toda velocidad.
Será fácil ver su estrategia, así que tal vez eso de enfrentar uno contra uno no funcionará bien después de todo… Parece que ellos cuentan con algo que ustedes no: coordinación. Pero aún es demasiado luego como para decidir eso, ¿no lo creen?
Datos útiles: La red se forma a unos cuatro metros de altura de la posición original de Hachiro. La onda viaja a 15 metros por segundo. La espada que se forma en la mano de Geryoda es de dos metros de largo y treinta centímetros de ancho.
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- No estoy preocupado, Hachiro. – Mencionó el cazador haciendo una mueca algo rara, como si hubiese estado a punto de reírse. Lo de naranjito le hizo gracia.
Soltó un pequeño suspiro y entonces se colocó en pie. Era el momento de que les llevaran a fuera, pero antes les estaban ofreciendo unas indumentarias de combate. El devastador se quedó mirando una que le atrajo, la cual constaba de una especie de camiseta muy ajustada con algunas cadenas en la zona de los hombros. Unos pantalones negros y unas botas de acero. No parecía tener mucha protección, pero de eso pensaba ocuparse él. Se quitó el traje despacio y lo dejó sobre la mesa. Acto seguido, se puso aquellas prendas y soltó un pequeño suspiro mientras tomaba el espadón que había cogido. Pensaba dar muchos golpes potentes con él si hacía falta e iría sin piedad alguna. Entrecerró los ojos despacio y empezó a caminar despacio hacia aquel sitio.
Cuando estuvieron fuera pudo ver el cuadrilátero y las personas mirándoles y gritando. Muros de altura considerable para que no huyesen probablemente. Entonces aparecieron los que iban a ser sus oponentes. El primero parecía ser una mole de músculos con cabellos oscuros como la noche y tamaño considerable. Los fríos ojos del cazador se clavaron en los de aquel tipo. Ya le había echado el ojo a su presa. Era un digno desafío para él. Entonces se dio cuenta de que la otra persona era una joven de cabellos rosados y expresión chulesca. Armas de fuego… Vaya novedad. Ya se esperaba que hubiese alguien así, pero esas cosas podían matar. Si iban a ir con eso después de las normas, no se contendría para nada. Alzó el enorme espadón colocándolo sobre su propio hombro y esperó a ver lo que ocurría.
- Me ha gustado el elefante. – Le dijo a su compañero refiriéndose claramente al tipo de los dos metros. Quería ocuparse de él como si fuese algo personal.
Pudo ver al enorme hombre correr hacia el peliblanco a una velocidad increíble y él no tardó en colocarse en frente. Llevaba todos los artilugios que les había dado Megumi en el pantalón. Pudo ver el tajo que iba hacia la posición de Hachiro, pero él ahora estaba en medio. Se preparó para bloquear el corte, pero entonces una enorme onda cortante en forma de media luna surgió de aquella espada rojiza. El cazador lanzó un potente tajo hacia aquella cosa, rompiéndola al momento. Los fragmentos de la onda impactaron en sus hombros y torso, haciéndole varios cortes superficiales por la ropa. Una leve gota de sangre resbaló desde su mejilla hasta el cuello. El ceño de Pain se frunció y clavó su mirada en el enorme tipo. Entonces se dio cuenta de aquella enorme red que se les venía encima desde el cielo. Si él se colocaba pegado todo lo posible al enorme tipo, era posible que el ataque le jodiese a él también. No quería arriesgarse mucho y por ello gritó con fuerza.
- ¡Hachiro, la red! – Tras aquello pasó del ataque aéreo. Confiaba en que su compañero se ocuparía de él.
Pain entonces se lanzó a por el enorme hombre de cabellos negros sin miedo alguno. Lanzó un potente golpe con su arma buscando darle en las costillas de la zona derecha. Le diese o no, giraría sobre su propio cuerpo y lanzaría un movimiento recto y violento ascendente. Planeaba pegarle con la punta en los dientes con toda su fuerza. Le diese o no, trataría de continuar cerca del maganto para que la red le jodiese a él primero por ser más alto. Si trataba de huir le seguiría. De todas formas, confiaría en Hachiro para aquella cosa. Si él no podía, ya sacaría uno de sus ases cuando la viera muy baja.
- Siente el dolor, conoce el dolor, respeta el dolor…
Soltó un pequeño suspiro y entonces se colocó en pie. Era el momento de que les llevaran a fuera, pero antes les estaban ofreciendo unas indumentarias de combate. El devastador se quedó mirando una que le atrajo, la cual constaba de una especie de camiseta muy ajustada con algunas cadenas en la zona de los hombros. Unos pantalones negros y unas botas de acero. No parecía tener mucha protección, pero de eso pensaba ocuparse él. Se quitó el traje despacio y lo dejó sobre la mesa. Acto seguido, se puso aquellas prendas y soltó un pequeño suspiro mientras tomaba el espadón que había cogido. Pensaba dar muchos golpes potentes con él si hacía falta e iría sin piedad alguna. Entrecerró los ojos despacio y empezó a caminar despacio hacia aquel sitio.
Cuando estuvieron fuera pudo ver el cuadrilátero y las personas mirándoles y gritando. Muros de altura considerable para que no huyesen probablemente. Entonces aparecieron los que iban a ser sus oponentes. El primero parecía ser una mole de músculos con cabellos oscuros como la noche y tamaño considerable. Los fríos ojos del cazador se clavaron en los de aquel tipo. Ya le había echado el ojo a su presa. Era un digno desafío para él. Entonces se dio cuenta de que la otra persona era una joven de cabellos rosados y expresión chulesca. Armas de fuego… Vaya novedad. Ya se esperaba que hubiese alguien así, pero esas cosas podían matar. Si iban a ir con eso después de las normas, no se contendría para nada. Alzó el enorme espadón colocándolo sobre su propio hombro y esperó a ver lo que ocurría.
- Me ha gustado el elefante. – Le dijo a su compañero refiriéndose claramente al tipo de los dos metros. Quería ocuparse de él como si fuese algo personal.
Pudo ver al enorme hombre correr hacia el peliblanco a una velocidad increíble y él no tardó en colocarse en frente. Llevaba todos los artilugios que les había dado Megumi en el pantalón. Pudo ver el tajo que iba hacia la posición de Hachiro, pero él ahora estaba en medio. Se preparó para bloquear el corte, pero entonces una enorme onda cortante en forma de media luna surgió de aquella espada rojiza. El cazador lanzó un potente tajo hacia aquella cosa, rompiéndola al momento. Los fragmentos de la onda impactaron en sus hombros y torso, haciéndole varios cortes superficiales por la ropa. Una leve gota de sangre resbaló desde su mejilla hasta el cuello. El ceño de Pain se frunció y clavó su mirada en el enorme tipo. Entonces se dio cuenta de aquella enorme red que se les venía encima desde el cielo. Si él se colocaba pegado todo lo posible al enorme tipo, era posible que el ataque le jodiese a él también. No quería arriesgarse mucho y por ello gritó con fuerza.
- ¡Hachiro, la red! – Tras aquello pasó del ataque aéreo. Confiaba en que su compañero se ocuparía de él.
Pain entonces se lanzó a por el enorme hombre de cabellos negros sin miedo alguno. Lanzó un potente golpe con su arma buscando darle en las costillas de la zona derecha. Le diese o no, giraría sobre su propio cuerpo y lanzaría un movimiento recto y violento ascendente. Planeaba pegarle con la punta en los dientes con toda su fuerza. Le diese o no, trataría de continuar cerca del maganto para que la red le jodiese a él primero por ser más alto. Si trataba de huir le seguiría. De todas formas, confiaría en Hachiro para aquella cosa. Si él no podía, ya sacaría uno de sus ases cuando la viera muy baja.
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Pronto comprendió que el combate no sería tan sencillo. Sólo la rápida intervención de Tahiko impidió que acabase en serios problemas, bloqueando la onda con su propia arma. Para colmo parecía que no había logrado analizar la onda en su totalidad y su akuma no la había registrado. Por mucho que poseyese aquel poder, aún no lo dominaba y este tenía un evidente punto débil: sin suficientes datos, era incapaz de copiar las técnicas. Y de todos modos de poco le servía intentar imitarlas si no comprendía totalmente sus implicaciones y sus características. Rodó a un lado para evitar la red, incorporándose velozmente y fijándose en los movimientos de su compañero para adaptarse a ellos. "Por mucho que no nos enfrentemos a grandes rivales, ellos están coordinados y nosotros no. Esto va a ser mucho más complicado de lo que esperaba." No podía permitirse el lujo de contenerse, no en aquellas condiciones. En aquel lugar se jugaban no solo que la misión saliese bien, sino su orgullo. Y aunque cumplía sus misiones con diligencia, él no era un agente que luchase por férreos ideales, sino porque para él aquello era un trabajo. Pero si sus habilidades quedaban en entredicho y tenía que lucirse, las cosas cambiaban. Aquella gente había logrado que les tomara en serio.
- Muy bien, os lo habéis buscado. ¡Atento Tahiko-san!
Un brillo verde ilumino los ojos de Hachiro por un instante, mientras este se centraba en el de la espada gigante. No dejó escapar a su atento examen ni el más mínimo gesto, pero a diferencia de otras veces se centró especialmente en buscar las pistas sobre su técnica. "Debo fijarme en cada cambio de tensión en sus músculos. Cada vena que se marque. ¡Tiene que haber alguna pista que pueda ayudarme!" Con una mueca de concentración, respiró hondo y echó a correr hacia la espalda de su compañero. Independientemente de que lograse entender la clave para copiar técnicas, debía hacer ya su movimiento. Y así como ellos le habían identificado como el objetivo fácil, él había creído reconocer a la pieza débil del equipo enemigo. No la subestimó, pues contaba con que se guardase algún truco bajo la manga, pero igualmente tenía más posibilidades contra una tiradora que contra aquel gigantón. Él era mucho más ágil, pero si le pillaba con aquel monstruo lo destrozaría totalmente y no era momento para arriesgarse a salir herido. Así pues, aprovechando que Tahiko distraía al de la espada descomunal, saltó sobre el pelinaranja y se impulsó en sus hombros, pasando por encima del otro enemigo y yendo directo a por ella.
- ¡Busou!
Protegiendo sus piernas e imbuyendo sus espadas con haki, cayó y clavó su mirada sobre ella, desafiante. Centró su atención sobre la chica, con intención no solo de analizar sus movimientos en busca de patrones, sino de tratar de prever sus acciones en base a su lenguaje corporal. Sin darle un momento de respiro cargó contra ella con las armas listas. Fingió preparar el brazo derecho para golpear en ese, pero en su lugar trazó un amplio arco con la espada izquierda, con intención de complicarle esquivar hacia ese lado. Si lograba esquivarlo, a continuación lanzaría una estocada con la espada derecha o bien hacia ese lado si había esquivado hacia ahí, o continuando la carga hacia el frente si había saltado hacia atrás. Su haki no era tan poderoso como para hacer que sus golpes fuesen más mortales, pero sí para fortalecerlas. Eso era perfecto para sus intenciones, pues pretendía derrotar a la chica, no herirla de gravedad. Su rostro exhibía un gesto fiero mientras lanzaba sus golpes, con el ceño fruncido y las mandíbulas apretadas. Pese a todo, sus movimientos eran elegantes, precisos y seguros, a la vez que extraños. Era casi como si los improvisara en lugar de estar recurriendo a un estilo concreto.
- Muy bien, os lo habéis buscado. ¡Atento Tahiko-san!
Un brillo verde ilumino los ojos de Hachiro por un instante, mientras este se centraba en el de la espada gigante. No dejó escapar a su atento examen ni el más mínimo gesto, pero a diferencia de otras veces se centró especialmente en buscar las pistas sobre su técnica. "Debo fijarme en cada cambio de tensión en sus músculos. Cada vena que se marque. ¡Tiene que haber alguna pista que pueda ayudarme!" Con una mueca de concentración, respiró hondo y echó a correr hacia la espalda de su compañero. Independientemente de que lograse entender la clave para copiar técnicas, debía hacer ya su movimiento. Y así como ellos le habían identificado como el objetivo fácil, él había creído reconocer a la pieza débil del equipo enemigo. No la subestimó, pues contaba con que se guardase algún truco bajo la manga, pero igualmente tenía más posibilidades contra una tiradora que contra aquel gigantón. Él era mucho más ágil, pero si le pillaba con aquel monstruo lo destrozaría totalmente y no era momento para arriesgarse a salir herido. Así pues, aprovechando que Tahiko distraía al de la espada descomunal, saltó sobre el pelinaranja y se impulsó en sus hombros, pasando por encima del otro enemigo y yendo directo a por ella.
- ¡Busou!
Protegiendo sus piernas e imbuyendo sus espadas con haki, cayó y clavó su mirada sobre ella, desafiante. Centró su atención sobre la chica, con intención no solo de analizar sus movimientos en busca de patrones, sino de tratar de prever sus acciones en base a su lenguaje corporal. Sin darle un momento de respiro cargó contra ella con las armas listas. Fingió preparar el brazo derecho para golpear en ese, pero en su lugar trazó un amplio arco con la espada izquierda, con intención de complicarle esquivar hacia ese lado. Si lograba esquivarlo, a continuación lanzaría una estocada con la espada derecha o bien hacia ese lado si había esquivado hacia ahí, o continuando la carga hacia el frente si había saltado hacia atrás. Su haki no era tan poderoso como para hacer que sus golpes fuesen más mortales, pero sí para fortalecerlas. Eso era perfecto para sus intenciones, pues pretendía derrotar a la chica, no herirla de gravedad. Su rostro exhibía un gesto fiero mientras lanzaba sus golpes, con el ceño fruncido y las mandíbulas apretadas. Pese a todo, sus movimientos eran elegantes, precisos y seguros, a la vez que extraños. Era casi como si los improvisara en lugar de estar recurriendo a un estilo concreto.
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Página 1 de 2. • 1, 2
- Esto no puede acabar bien... [Rol moderado lvl 4][Kimura - Kasan]
- A cazar mafiosos [Moderado 4] [Ichimura Hachiro]
- Esto no se parece a un desierto [Moderado nivel 2 - Zareen]
- Esto debería ser una misión sencilla... [Moderado Crimson Wolves]
- [Rol Moderado] ¿Esto que carajo es? ¿Acaso soy....? [Tsuna-Natsu Shion]
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