Esto sí que lo recordarás [Moderado 3][Tahiko | Ichimura]

Hachiro:

En un principio no logras ver absolutamente nada en la técnica del enorme hombre, pero a medida que observas sus músculos y movimientos descubres cierto patrón en ella. Tal vez deberías intentarlo nuevamente, quizás esta vez, si te enfocas mejor en tu objetivo, conseguirás copiar la técnica. De lo único que puedes estar seguro es que tu habilidad para analizar a tus objetivos está mejorando, pero es necesario pulirla.

La chica observa con atención tu carga y apenas tiene unos segundos para reaccionar, pero por suerte para ella (y mala para ti), Merioda usa sus cuchillo de combate para detener tu golpe de arco con la espada. Está claro que la pelirrosa no tiene tanta fuerza como tú, por lo que apenas bloquea el golpe sale despedida unos cuantos. Se incorpora rápidamente y esquiva de milagro tu estocada, aunque el filo de tu espada roza su mejilla, provocando que salpicase un fino hilillo de sangre. Merioda te mira con ojos furiosos.

–No lo haces nada mal, pero ahora es mi turno.

La pelirrosa lleva su mano hacia su leve corte y se quita la sangre, retrocede unos cuantos metros para ganar distancia y apunta hacia ti con su pistola que lleva en su mano derecha. Con un rápido movimiento de mano saca un pequeño y circular objeto desde su espalda, tal vez la parte trasera de su cinturón, y la lanza directamente hacia ti. Justo después de lanzarla, Merioda cierra los ojos y la bomba estalla a mitad de camino liberando una poderosa explosión de luz. Inmediatamente después presiona el gatillo de su pistola de la mano derecha y sale disparada una gruesa y larga línea hecha de la misma sustancia que la del disparo anterior.

Bien, ahora comienza lo interesante. Entre el lanzamiento de la granada apenas tienes unos segundos para analizar a tu objetivo y descubrir las intenciones de Merioda. En caso de que no logres descubrir nada y falles, quedarás completamente cegado, teniendo dificultades para esquivar el disparo de la mujer. ¿Qué harás? ¿Cómo descubrirás las intenciones de la pelirrosa?

Tahiko:

Bien hecho. Lograste desviar la poderosa onda cortante, aunque recibiste unos cortes y rasguños, pero nada grave. Eres todo un hombre y lo soportas, casi como si no te doliera. En todo caso, tu golpe ascendente terminó en algo… peculiar. Geryoda detiene tu espadón con el antebrazo, y puedes jurar ver una mueca de dolor en la cara de tu enemigo. Inmediatamente después la red cae sobre ustedes, imposibilitando seguir con tu ataque. Descubres que esta es extremadamente pegajosa y necesitarás algo sumamente cortante para deshacerte de ella… Mala suerte.

–Esto ya estuvo calculado desde un principio –te dice con una pequeña sonrisa de victoria.

La piel del hombre comienza a tornarse roja y pareciera que saliese vapor de agua; si lo tocas, descubrirás que está extremadamente caliente. La red a su alrededor comienza a desaparecer y a reorganizarse pegándose más hacia ti. Probablemente en unos pocos segundos estés completamente paralizado producto de la resistencia y viscosidad de la sustancia, algo que no quieres que suceda. ¿Por qué? Geryoda retrocede y convoca la misma espada que hace un rato, pero esta es claramente más poderosa que la anterior. Brilla con mayor intensidad y percibes que el aire de su alrededor ondea, como si estuviese expuesto a altas temperaturas. Tras eso, Geryoda deja caer un corte descendente provocando que una poderosa onda cortante comenzara a desplazarse a toda velocidad hacia ti.

Lamentablemente el espadón que pillaste no tiene suficiente filo como para cortar la red, por el contrario, si logras observar bien lo que hace Geryoda, descubrirás que es muy susceptible a altas temperaturas. ¿No has pensado en dejar fluir tu energía y proyectarla al mundo físico? Recuerda: todo es energía. No reconoces si es por la adrenalina (o producto de tu memoria corporal), pero sientes algo al interior, una minuciosa voz que te dice que eres capaz de hacer lo mismo que hace tu enemigo, pero de forma más tormentosa. ¿Será razonable escucharle? ¿O acaso solo es la voz que todos oímos cuando estamos próximos a la muerte? Quién sabe… Deberías descubrirlo e intentarlo, aunque si fallas, recibirás un buen corte y probablemente el combate ya esté sentenciado. Probablemente, claro.

Datos útiles: Ambos tienen la oportunidad para desarrollar sus técnicas. La explosión de la bomba incandescente solo afecta un pequeño radio, dejando ciego únicamente a Hachiro. Entre el lanzamiento de la granada y que esta explote, transcurren unos pocos segundos (tal vez cuatro, a lo más). El disparo avanza en línea recta y rápidamente. Por otra parte, Geryoda tarda aproximadamente 15 segundos en cargar toda esa energía para proyectarla en la espada, y otros 5 segundos para liberar la onda. Tahiko, tienes casi 25 segundos para reaccionar. Si tienen dudas, pregúntenme sin miedo^^

La onda cortante se aproxima a toda velocidad hacia ti, y en un principio parece que estás a punto de recibir un grave corte. Todo indica que es el final de tu aventura... Hasta aquí quedan tus sueños. La onda cortante atraviesa la red pegajosa y la desintegra sin ningún problema, momento exacto en que alzas tu mano y la desvías hacia la izquierda. No sabes lo que ocurre, por un momento pensaste que ya estabas tendido en el suelo esperando primeros auxilios.

—¿Qué acabas de hacer?— Te pregunta el hombre claramente sorprendido, no pudiendo ver lo qué pasa producto de una densa nube de humo.

Tú tampoco lo comprendes del todo, pero de tu mano nace una filosa espada aparentemente hecha únicamente de energía. La más pura energía con la que estás dispuesto a atravesar a tu enemigo, hacerle pagar por lo que estuvo a punto de hacerte. Puedes sentirte aliviado de haber despertado el poder de manipular tu energía, pues es lo que te ha salvado. Ahora está todo a tu favor. Producto de la nube de polvo, tu enemigo no ve nada y solo puede ponerse en posición de defensa, esperando no ser derribado en último momento. Ganas una oportunidad única para atacar sin que tu enemigo pueda verte bien. Úsala perfectamente, pues parece que no será la única persona a la que te enfrentarás en este combate, y necesitarás todas tus energías.

Recompensa: De momento obtienes la técnica, pero como aún no has comprendido perfectamente cómo se usa, no la podrás usar en un buen rato.

Tu enemigo te ve salir de la nube de polvo y queda completamente sorprendido, lo que provoca que no pueda reaccionar a tu primer golpe. Cuando estás a punto de blandir tu espada, este recién comienza a voltearse para defenderse, pero no lo logra. “¡AGH!”, le escuchas gritar. El hombre suelta un grito de dolor y cae al suelo, apoyándose con rodilla no herida. Te mira con furia, como queriendo asesinarte con la mirada, pero eso a ti nada te importa porque estás dispuesto a seguir atacando. Sientes como tu espada roja, aparentemente de pura energía, se desliza por la piel de tu enemigo, pero no es lo que tú tenías considerado.

–Tendrás que hacer mucho más que eso para derrotarme –te dice con furia en la mirada y su mano derecha completamente ensangrentada. El hombre detuvo tu espada únicamente con su mano desnuda, pero esta ya no es más que un montón de carne desparramada y huesos rotos.

Geryoda comienza a levantarse y tú, sin siquiera detenerte, corres hacia su espalda para provocar un corte ascendente. Este, en último minuto, rueda unos pocos metros hacia delante, pero sientes como tu espada da en último minuto. ¿Lo he derrotado? Puedes pensar, puesto que parece que la figura masculina que tienes en frente no parece moverse. El hombre de cabellos oscuros comienza a levantarse, voltea hacia ti mientras sus ojos parecen echar fuego, y con un grito de guerra te desafía. Sin embargo, únicamente se queda con las intenciones puesto que las heridas que le hiciste son demasiado graves como para que el hombre siga luchando, por lo que tras soltar ese chirrido de machote cae tendido al suelo, levantando una pequeña nube de polvo.

Bien, bien. No puedo decir que no estás cansado, pues liberar tu técnica te ha resultado un gran esfuerzo. Puedes seguir luchando, pero la espada roja que surge de tu mano se apaga y solo te quedas con ese espadón. ¿Qué harás? ¿Ayudarás a Hachiro, o simplemente te pararás a descansar?

Hachiro

La bomba estalla en tus ojos y sientes como todo de repente se vuelve excesivamente blanco. ¡Arden, arden! Puedes gritar dentro de ti mismo, pero esa no es tu mayor preocupación. No reaccionas a tiempo para evadir el disparo de tu oponente, dando de lleno contra ti y mandándote a volar un par de metros. Sin embargo, parece que el daño que recibes no es tan grave como el dolor que sientes. Lentamente tu vista se recupera y, aunque ves todo con manchas de distintos colores, puedes ver que en tu cuerpo no hay más que algunas moratones. Pensar en que tienes una costilla rota es mucho… Deberías sentirte afortunado. La pelirrosa falló casi todo su disparo en el último momento.

–¡Tienes suerte! ¡Deberías estar muerto! –Te grita, prácticamente haciendo un berrinche.

La chica arroja el arma y carga hacia ti con su cuchillo de caza en mano derecha. Justo cuando llega hacia ti lanza un corte diagonal ascendente, buscando rajar tu pecho y dejar una linda cicatriz. ¿Algún problema? ¡Claro! La bomba aún te mantiene levemente aturdido y estás parcialmente ciego, de hecho, apenas puedes ver los movimientos de la pelirrosa. ¿Podrás esquivar su ataque? Parece muy sencillo, casi como un acto desesperado, pero no estás en una posición muy ventajosa.

¿Pero qué mierda…? De repente el combate se ve intervenido por una figura masculina, delgada y elegante. El hombre de cabellos lacios y rojizos te mira con sus dorados ojos; viste un traje muy elegante, de color beige y una corbata rosa pálido. Sus manos están protegidas por unos guantes, aparentemente de seda. Lo mires por donde lo mires, el hombre parece estar a un nivel completamente distinto. Comienza a avanzar lentamente mientras aplaude.

–¡Felicitaciones! –Anuncia– Estos hombres son de los mejores luchadores que tenemos y los han vencido como si nada, aunque el peliblanco parece que ha tenido problemas… ¡Llévenselo de aquí! Necesita descansar.

No entiendes absolutamente nada de lo que está pasando, solo que un extraño entra al cuadrilátero y comienza aplaudir. Por cómo la gente lo ve puedes advertir que se trata de alguien importante.

–¿Pero dónde están mis modales? Soy Palco Fiorentina, mucho gusto. He visto la pelea, y alguien de tu nivel no merece estar en este sucio piso… Mi jefe está interesado en tus habilidades, así que me gustaría que me acompañases.

No sabes si es un golpe de suerte o si estos mafiosos se traen algo entre manos, pero parece que no estás en posición de rechazar la invitación de Palco. El hombre apesta a maldad… Bajo su máscara de carisma habita un verdadero monstruo, o eso es lo que percibes de él. Bien, ¿qué harás?

Palco sonríe y muestra una dentadura perfecta, dientes blancos y perfectamente alineados. Todo en él muestra perfección y orden. Le susurra algo a uno de sus hombres, algo que no puedes oír pero estás seguro que son buenas noticias porque después de unos pocos minutos uno de ellos regresa con tu preciada espada. El hombre tiene total dominio del sitio y lo está demostrando, hacerse amigo de alguien tan importante parece, en esos momentos, ser una buena idea. Ya es cosa tuya llevar tú mismo el arma o dejar que uno de sus hombres la cargue, pero en lo que respecta a Palco le da igual.

–No importa si cargas una bomba o una espada, aquí no podrás hacer nada. Mi jefe es lo suficientemente fuerte como para detener cualquier problema, salvo uno.

Si decides seguirlo, el hombre te llevará hasta un lujoso ascensor cuyos vértices son de oro al igual que los tubos que conectan con las paredes. Estas últimas están tapadas en terciopelo rojizo y huele muy rico (siéntete libre de describir la fragancia como gustes). De alguna forma, en tan solo unos pocos minutos de silencio incómodo, llegas hasta el último piso y las puertas del ascensor se abren de par en par. Estás inmerso en una habitación gigantesca donde hay todo tipo de personas, hombres y hermosas mujeres. Por cierto, no estaría nada mal que intentaras ligar con alguna, digo... Así te puedes llevar algo de dinero.

Una mujer de cabellos ondulados y marrones se acerca a ti y te sonríe, pareciera que su mirada te quiere devorar, pero de momento lo mejor sería mantenerse serio. Estás frente a un grupo mafioso muy importante y no quieres cagarla, claro que no. Allí todos los hombres están armados y tal vez esa sea la razón por la que a Falco no le importó que lleves tu espada. Te pide que lo sigas y no digas ninguna estupidez frente a su líder puesto que es un hombre temperamental.

En la última sección del enorme salón se encuentra un hombre sentado en lo que parece ser un trono dorado y de asientos rojizos, la misma combinación de colores que tiene el ascensor. Te mira con sus ojos rojos y sientes un escalofrío; ya no estás lidiando con cualquier hombre, sino con uno de los más importantes de toda la isla. Lo mires por donde lo mires notarás que tú y él están a un nivel completamente diferente, al menos económicamente hablando, ya eso de pelear se ve con los puños. De todas formas, Lucio viste un traje sedoso y negro, lleva un enorme reloj de oro en su muñeca izquierda y bajo sus pies hay un león albino durmiendo. Vaya escena.

–Así que este es el peleador del que me comentaste, Palco. ¿Cómo te llamas, muchacho? –Te pregunta y una vez que le digas tu nombre continúa hablando– Si te gusta el dinero, me gustaría que trabajases para mí... durante un tiempo, tal vez. Confío en lo que Palco dice y si resultas ser un buen hombre, te premiaré.

Lucio hace una pequeña pausa, pero no te da tiempo a interrumpirlo.

–No me gusta andarme con rodeos así que te presentaré mi oferta: si me ayudas a acabar con la mafia enemiga, recibirás lo que quieras. Tengo toda la información que puedes llegar a necesitar... Y bien, ¿qué dices?

Estaba teniendo serios problemas para concentrarse. Por algún motivo su pulso latía aceleradamente y le faltaba la respiración. Su vista empezó a nublarse, e incapaz de reaccionar el combate transcurrió sin intervención suya. Mientras estaba de rodillas, ahogándose y con la vista totalmente nublada, un potente destello lo cegó. El dolor que sintió en sus ojos no fue comparado al que vino a continuación, cuando algo lo golpeó en el costado derribándolo. Boqueó tratando de tomar aire, pero este parecía no llegar a sus pulmones. Y lo peor era la horrible sensación de quemazón que recorría todo su cuerpo, como si estuviera envuelto en llamas. Se retorció tratando de pedir ayuda, teniendo la horrible certeza de que iba a morir allí mismo sin poder hacer nada para evitarlo ni saber qué lo estaba matando. Apenas era consciente de lo que sucedía a su alrededor, salvo por la vaga sensación de que lo estaban moviendo. Poco a poco los difusos sonidos se fueron apagando, dando paso al silencio y a una plácida y reconfortante oscuridad.


Se despertó con una fuerte inspiración. Estaba en una sala blanca, sobre una camilla. A su lado había un hombre vestido con un smoking blanco, rasgos aniñados, media melena negra y barbilampiño. Estaba sentado en una silla observando detenidamente su brazal. Por un instante llevado por el miedo y la ira, se incorporó ignorando lo peculiar de la situación y dijo en tono autoritario:

- Eso es mío. Devuélvamelo.

- Oh, no se preocupe, agente - contestó con una sonrisa efusiva - Sólo estaba examinando su peculiar juguete, aquí lo tiene de vuelta. Me alegro de verle mejor.

Agarró con cierta brusquedad a Kameleon y se lo puso de vuelta en el antebrazo derecho, mirando con desconfianza al hombre. Más relajado y poniéndose en situación, comenzó a examinar la sala. Un vistazo rápido bastó para confirmar que se trataba de alguna clase de estancia médica. ¿La enfermería del casino? ¿O lo habrían llevado a otro sitio? "¿Qué me pasó en el combate?" se preguntó, sentándose sobre la camilla extrañado. Fuese lo que fuese lo que le había pasado, estaba mucho mejor ya. Notó un repentino frío en el torso y al mirárselo se percató de que tenía la camisa abierta y una gasa en el pecho. El extraño dijo entonces:

- Estabas grave cuando llegué. Tuve que meterte una inyección para estabilizarte.

Pese a que por sus ropas no lo parecía, era médico, ¿eh? Tal vez si estuviera en el casino después de todo y uno de los clientes había resultado ser doctor. Eso explicaría su vestimenta elegante, aunque le extrañaba que no hubiera un profesional de guardia o algo si tenían enfermería. No... no tenía sentido. ¿Entonces cuál era la respuesta a aquel galimatías? De hecho... sabía que era agente. Eso explicaba algunas cosas, pero le traía una docena de cuestiones más. Comenzó a abotonarse la camisa y le dijo al hombre, con educación:

- ¿Quién es usted? ¿Y quién le ha enviado?

- Un chico avispado. Por eso le eligieron en la competición, supongo - amplió más su sonrisa. Casi parecía que cada extremo fuese a tocar una oreja - En tus pruebas médicas de la semana siguiente al torneo te hicieron unos análisis de sangre. Estoy aquí por ellos.

Se metió una mano en el bolsillo y sacó un bote naranja pequeño, dejándolo en la mesita de al lado de la cama. Hachiro arqueó una ceja y lo cogió. Antes de abrirlo ya sabía lo que era su contenido, y sus temores se confirmaron. Suspiró y dejó caer los hombros, mirando al hombre con cierto pesar.

- ¿Es muy grave?

- Aún no lo sabemos. Sin embargo de momento deberás tomarte una de esas pastillitas cada veinticuatro horas si quieres seguir vivo. Te recomendaría ir tomando una. Nos encargaremos de seguir mandándote más periódicamente y en cuanto hayamos identificado tu enfermedad, te avisaremos.

Tomar medicamentos o morir... y aún le decía que no sabía si era grave. ¿Cómo peor podía llegar a ser? ¿Morir sin remedio, sin salvación posible? La perspectiva cayó sobre él como si un negro y pesado pájaro se hubiese posado sobre sus hombros, oprimiéndole. Sin perder su sonrisa el extraño se levantó de la silla y se dirigió a la salida tarareando una canción. "Veinticuatro horas..." pensó, articulando las palabras sin pronunciarlas. Si se olvidaba de una sola toma, podría morir. Dejó caer una en su mano y se la llevó a la boca. No fue fácil tragarla sin agua, pero se las ingenió con algo de esfuerzo y saliva. Mientras tanto el hombre se paró en la puerta y dijo:

- Un amable señor espera para llevarle junto con su compañero. Yo no me haría de rogar, los líderes de las mafias no son conocidos por su indulgencia.

¿Qué? ¿Tahiko había logrado reunirse ya con Lucio? Aquello era inesperado. Liberado de sus nefastos pensamientos al centrarse de nuevo en la tarea que lo había llevado allí, se levantó de un salto y salió de la estancia anudándose la corbata y poniéndose la americana. Fuera un hombre con pinta de gorila de discoteca bien vestido le dirigió una mirada y echó a caminar sin decirle nada, señal que Hachiro interpretó como que tenía que seguirle. Este lo guió hasta un ascensor que tenía un hueco para tarjetas en lugar de botón. Pronto estuvieron subiendo en él, momento en que pudo apreciar el escandaloso nivel de derroche del dueño del casino. Había recubierto los vértices del ascensor con un baño de oro, ¿o sería macizo? El espectáculo aún iba a empeorar, pues cuando las puertas se abrieron se encontró con una enorme sala que parecía un intento de salón del trono, al fondo del cual estaba el propio Lucio en un asiento dorado con acolchado rojo. "Realmente se cree un rey... rojo y dorado son colores tradicionalmente de la realeza en algunas culturas." Ocultando su desdén bajo una apariencia de formalidad, se acercó con paso firme y decidido hacia el mafioso. Cualquiera hubiera pensado que se trataba de un importante representante de algún gobierno o empresa por su altanería y seguridad, y no de un agente de segunda que acaba de ser vilmente apaleado. Se colocó junto a Tahiko y le hizo una elegante reverencia a Lucio. No pudo evitar un ligero escalofrío al ver sus siniestros ojos, pero ocultó su inconsciente temor bajo una máscara de cortesía.

- Disculpe mi tardanza, señor Ambruzzi. Me temo que he sufrido un contratiempo médico que me ha impedido llegar antes. Soy el compañero del señor Pain, Shirōsen, a su servicio.

Hachiro

Mientras vas caminando, acercándote a Lucio, notas como el rubio te mira con sus siniestros ojos; su sola mirada es tan imponente que da la impresión de que si te la topas, caerás de rodillas. O al menos es esa la impresión. Cuando te ubicas junto a Tahiko, el mafioso te mira de arriba para abajo y repite el proceso una vez más. Luego de aceptarte como digno de estar frente a él, habla.

–Así que este es el otro –comenta–. Seré breve contigo: acepta el trabajo y recibirás tanto dinero que podrías pasar toda tu vida contándolo. Lo único que tú y tu compañero deben hacer es asesinar a Ichi Ren y deshacerse de su familia.

Tahiko:

Justo después de mencionarle aquellas palabras a tu compañero recién vuelto de la muerte, Lucio asiente positivamente con la cabeza, como aceptando tus peticiones.

–Usarás esto para pedir el traje que quieras –te lanza una moneda de oro con un león en una cara y una mujer en la otra–. Esta moneda de oro la puedes usar para comprar en cualquier tienda vinculada al Consorcio. Te recomiendo que no la pierdas, no es fácil una de estas monedas, mucho menos si no estás registrado en alguna de las grandes familias de Dark Dome.

Ambos:

Lucio se levanta de su asiento y comienza a caminar hacia un enorme ventanal, en señal de que lo sigan. Mientras caminan pueden notar como decenas de miradas caen sobre ustedes y pueden comenzar a dimensionar el poder de Lucio Ambruzzi. Una vez cruzan el ventanal se encuentran en un hermoso y adornado balcón con una vista increíble a un mar de luces. Allí un viento sacude sus cabellos y refresca sus cansados cuerpos.

–La familia Ren ha negado completamente unirse al Consorcio, por lo cual no nos han dejado más opciones que declararlos nuestros enemigos y atacar con todo. Los Ambruzzi hemos estado junto al Consorcio durante generaciones y jamás hemos faltado a la ley, porque sin ella no seríamos más que animales. Para que exista el crimen organizado necesitamos de la ley e Ichi Ren se ha encargado de que romper ese orden –el hombre sirve tres vasos con whisky–. Es por esto que necesitamos hacerlo desaparecer para siempre, pues no es más que una enfermedad que infecta a nuestra sociedad.

El hombre toma asiento alrededor de una mesa circular y continúa con su discurso.

–Si cumplen con mi solicitud, no solo yo les deberé un gran favor, sino que el Consorcio mismo también –Lucio mete una mano al bolsillo, saca algo brillante y se lo lanza a Hachiro–. Puedes usar esta moneda como se te plazca; te recomiendo que visites la armería del Consorcio, no está a más de cuatro cuadras de aquí. Tómalo como un regalo.

Ahora es tiempo de que hagan las respectivas preguntas que tienen e intenten conseguir algo más de información, como por ejemplo qué es el Consorcio o por qué aquellas monedas de oro que Lucio reparte son tan importantes. Tal vez deberían probar suerte y usarlas como el mafioso les señaló. Hachiro, puedes visitar la armería y tal vez encontrar algo realmente interesante allí, por otra parte, Tahiko, deberías visitar la sastrería que está ubicada a dos cuadras de donde estás actualmente.

Una vez hecha las preguntas y las dudas aclaradas, Lucio les informa que en dos días Ichi Ren estará en el muelle esperando un encargo. Será el mejor momento para deshacerse de él. Tienen dos días para prepararse y descansar, reunir lo que necesiten reunir y conseguir información respecto al muelle de Dark Dome.

Aceptó con una inclinación de cabeza el vaso y probó el licor, más por educación que por gusto. Empleando todo su autocontrol evitó mostrar una mueca de desagrado al tragar el whisky. Las palabras del mafioso no lo convencieron del todo de la viabilidad del plan: básicamente planeaba usarlos de peones para asesinar al otro mafioso sin ensuciarse las manos. Ni siquiera iba a prestarles demasiada ayuda salvo por ofrecerles una moneda que probablemente no era de curso legal sino alguna clase de símbolo de las mafias de la ciudad. Probablemente relacionada con ese tal "consorcio." Si su deducción era correcta, era probable que tuviese un gran valor y pretendía explotar al máximo aquella ayuda... de una manera bastante literal. El asesinato no era lo suyo, pero tenía una idea en mente para llevarlo a cabo.

- Aquellos que no respetan las leyes y las convenciones no son más que desechos para la sociedad. Al fin y al cabo, es eso lo que nos diferencia de los salvajes y los animales - comentó - Nos ocuparemos de que ese hombre deje de respirar, señor Ambruzzi, delo por hecho. Todo lo que pido para llevar acabo la operación es información... concretamente querría un mapa de la red de alcantarillado y datos más concretos sobre el lugar en que se va a llevar a cabo la reunión. Toda preparación es poca, y dudo que visitar el lugar en persona sea del todo sensato. No para llevar una investigación exhaustiva, claro. Si el señor Ren es mínimamente sensato tendrá hombres vigilando el lugar.

Una vez superada la impresión inicial por la intimidante aura del mafioso, comenzaba a estar cada vez más suspicaz y alerta. Era demasiada coincidencia que justo les eligiera a ellos, habiendo luchadores de gran categoría en pisos superiores del coliseo. Aquel hombre sabía más sobre ellos de lo que decía y le daba muy mala espina. Era probable que estuviera tramando algo e iban a tener que andarse con mucho ojo. Por lo de pronto podía confiar (o eso esperaba) en que estarían a salvo hasta el asesinato. Una vez hecho no podía asegurarlo. ¿Para qué pagar a unos sicarios que te acaban de hacer el trabajo sucio cuando puedes liquidarlos? Más aún si tienes sospechas de que alguno de ellos pueda ser del Gobierno... "Tal vez Megumi no sea de fiar. Debería entrar en contacto con la agencia... ¿pero y si la línea está vigilada?" Ni siquiera se atrevía a contarle sus temores al cazador cuando estuvieran solos, no le cabía duda de que Lucio los mantendría vigilados.

- Otra pregunta si no es molestia, señor Ambruzzi, ¿cuál es el valor de esta moneda? Tengo en mente algunos materiales que quiero adquirir para el trabajo que facilitarán enormemente nuestra tarea.

Una vez hubiesen concluido con la reunión y si el mafioso no tenía nada más que decir, se despediría con la cortesía y educación que había estado mostrando hasta entonces y se dirigiría al ascensor con Tahiko. Su primera parada una vez fuera del ascensor sería la armería que le había mencionado el líder mafioso, una vez preguntase en recepción dónde estaba esta, claro.

- Tengo un plan en mente. Un plan que hará que nuestro objetivo salte por los aires... en un sentido bastante literal - dijo a Tahiko con una sonrisa aviesa - Voy a la armería.

Lucio mira a ambos hombres y luego le da un sorbo a su vaso. Parece estar preocupado por la hora, pues con un movimiento un tanto disimulado dirige la vista hacia su dorado y reluciente reloj.

–Mis hombres tardarán entre 15 y 25 horas en conseguir el mapa que deseas –le responde a Hachiro–, pero estoy seguro que un hombre como tú puede conseguirlo antes. A unas cuantas cuadras de aquí se encuentra un edificio gubernamental que guarda los mapas de la ciudad, incluido el de la red de alcantarillados. Puedes infiltrarte y conseguirlo ya mismo, o puedes esperar.

De repente entra Palco y no mira a nadie más que a Lucio, luego se acerca al líder mafioso y le susurra algo. Ni Hachiro ni Tahiko se enteran de lo que le está diciendo -o informando-, pero pueden notar que es algo importante, pues Lucio se muestra bastante impresionado y ligeramente molesto.

–Habla con cualquiera de estos hombres –le dice a Hachiro justo después de que Palco se retira del lugar–. Ellos responderán cualquiera de tus dudas. Lo siento, debo retirarme por el momento. Me contactaré con ustedes.

El hombre se retira rápidamente del lugar. ¿Qué diablos está pasando? Tal vez alguno quiera seguirlo... Aunque no debe ser buena idea. Después de un rato de hacer preguntas ambos saben que la moneda es un símbolo del Consorcio que significa unión, por lo que pueden usarla y comprar objetos que jamás encontrarán en el comercio lícito. Tahiko tiene suerte, pues consigue el horario de los trabajadores del muelle; si le dan un buen uso, podrían estar un paso adelante de la mafia de Ichi Ren.

Tahiko

Después de despedirte de tu compañero caminas un buen rato y llegas justo al edificio que buscabas. Se trata de una lujosa casa de dos pisos con dos balcones en el segundo piso, una grande y ancha puerta de madera de roble y una perilla dorada. Mientras te diriges hacia ella puedes notar el perfecto corte el perfecto corte de los árboles que se ubican lateralmente por la entrada de la casa.

Una vez entras te encuentras con una mujer vieja y de ojos azules, cabello blanco y expresión seria. Te mira de pies a cabeza y luego extiende su mano hacia ti, saludándote.

–¿Qué desea, Señor...? –(momento en que le das tu nombre)– Tenemos todo tipo de trajes, por favor acompáñeme.

Sigues a la mujer y llegas a una sala cuadrada en donde hay dos hombres, uno con apariencia de matón y el otro es un anciano. El viejo con solo verte, saca un traje de muestra y se lo coloca al maniquí. El hombre calvo y grandote saca una pistola y comienza a disparar.

–Como ve estos trajes detendrán cualquier bala de hasta 9mm, sin importar la velocidad a la que sea disparada, aunque desafortunadamente no detiene el dolor. Si recibe muchos disparos, es posible que alguna fractura consiga.

En ese momento, después de darle las indicaciones de como lo quieres, la mujer te pide la moneda que te dio Lucio. Ahora eres libre de hacer lo que quieras... O deberías pensar en buscar algún escondite momentáneo. Cuando sales de la casa de alguna forma adviertes que hay un hombre observándote, aunque si volteas la mirada te darás cuenta que no hay más que sombras.

Hachiro:

Tras despedirte de tu compañero caminas hacia la armería, momento en el que puedes decidir si infiltrarte para conseguir esos mapas o simplemente esperar.

Una vez llegas a la armería te recibe un hombre de sonrisa picarona, ojos rasgados y negros, arrugas en la frente y unos lóbulos extremadamente grotescos.

–El Señor Lucio ha dicho que venías, por favor acompáñeme.

El hombre te lleva a un subterráneo en el que ves todo tipo de armas, desde lanzagranadas hasta pequeñas pistolas.

–De acuerdo a la cantidad que tienes, esto es lo que puedo ofrecerte.

El hombre saca un enorme francotirador que tiene una increíble precisión y una configuración para disparar balas que tracen una trayectoría curva (esta es configurada digiltamente, colocando coordenadas y distancia aproximada). También muestra una pequeña pistola de 9 mm de doble cañón que puede separarse en dos pistolas de 9 mm. Finalmente, el hombre saca un pequeño objeto circular y un control remoto.

–Esta es una pequeña bomba capaz de desintegrar solo la materia orgánica. Tiene un radio de alcance de solo 55 metros, así que si la quieres, úsala con mucho cuidado. Al explotar dirige nanoorganismos que devoran, literalmente, la materia orgánica. El control remoto tiene un alcance de 100 metros y la bomba puede ser activada manualmente, en caso de que el control falle; en ese caso, la bomba explotará en 3 minutos.

Piensa bien el arma que quieres; la bomba será de un solo uso, aunque seguramente puedas conseguir la receta para crearla.

 

En la armería se encontró a un tipo tirando a feo que declaró saber ya de su llegada y que lo guió al interior. En el lugar había suficiente material de contrabando como para arrestar al mafioso y toda su gente, y de hecho aprovechó para sacar unas cuantas fotos con su cámara oculta tanto al lugar como a la mercancía. Fue sencillo, pues el botón de esta estaba en su manga y la cámara camuflada como uno de los botones (además de no tener flash). En vez de ofrecerle armamento convencional, le enseñó tres herramientas especiales de alta calidad y de nivel militar como mínimo. Las pistolas no llamaron su atención, pero el fusil lo hizo poderosamente. Lo cogió y comprobó la mira, el peso y sus funciones, mientras daba una orden mental a Kameleon para que lo escanease y poder replicarla en un futuro. Si el arma era totalmente tecnológica y no tenía ningún componente místico o especial podría replicarla y no tendría que gastarse la valiosa moneda en ella para tenerla. Tras acabar la dejó a un lado.

- Bonito trasto, pero creo que la bomba me será más útil. Confío en mi precisión y ya tengo un francotirador propio.

Puso la moneda en la mesa y cogió la bomba y el control. Se fijó en si había alguna mochila o maletín en el que poder llevársela para no ir por la calle con un artefacto de destrucción como si nada.

- ¿Podríais darme también munición y cargadores de fusil de precisión? Supongo que con el valor de esta moneda unas cuantas balas no serán nada. De no ser el caso yo mismo puedo pagarlas.

A pesar de las increíbles capacidades de Kameleon, tenía sus limitaciones. No podía fabricar su propia munición así que si iba replicar el fusil iba a necesitar comprarla por su cuenta. Una vez acabara allí iría a buscarse un sitio donde estar aposentado durante su estancia y esperaría a tener los mapas. Tras eso ya podría estudiarlos y hacerse una idea de cómo planear el golpe. Seguramente además pasaría por su cuenta por la zona a echar un vistazo discretamente. No era lo mismo verlo en un mapa a en persona.

El hombre te mira confuso. Al parecer la armería no es suya, pues no está seguro si darte las municiones.

—Por políticas de nuestra organización no podemos aceptar la moneda común. La razón por la que usamos estas monedas de oro es para representar que tenemos nuestro propio mundo, un mundo con reglas completamente distintas y que, al final del día, todos seguimos —te comenta con serenidad—. No puedo darte las municiones a cambio de dinero —por un momento puedes pensar que las tendrás que conseguir por tu cuenta, pero tras decir aquello, el hombre comienza a buscar en algunas estanterías y saca una caja de cartón—. Pero sí puedo hacerte un obsequio.  Lucio no es cualquier hombre y estoy seguro que alguien que trabaja para él tampoco es un hombre ordinario. Por favor, en algún futuro ten en consideración este regalo.

El hombre deja en el mesón la caja y te enseña una muestra. Te explica que son balas refinadas cuya punta tiene una estructura aerodinámica,  por lo tanto alcanza velocidades increíbles. Además, dentro de la bala de no más de 10 centímtros de longitud, hay un pequeño líquido que cuando entra en contacto con la sangre se dispersa por pequeños orificios en la bala y se fragmenta, provocando astillas sólidas que viajan por la sangre, asegurando la muerte de la persona.

—Esta caja trae 30 municiones. Úsalas conscientemente.

MODERADO PARTE I TERMINADA

RECOMPENSAS:

• Receta Francotirador: Una hermosa pieza bélica la cual tiene tantos usos como imaginación posee la persona, aunque normalmente sirve para asesinar. Posee un dispositivo que calcula, en base a una trigonometría bastante avanzada, la distancia, ángulo de inclinación, dirección y fuerza del viento, todo con tal de que la bala disponga una trayectoría curva. Sólo un descerebrado sería incapaz de usar esta herramienta, pues al fijar el objetivo con el lente del arma e insertar cuán curva será la trayectoría, el arma se encargará del resto.
  
  
• Munición Especial de Francotirador: Balas de 10 centímetros de longitud con una punta aerodinámica, la cual permite que esta munición se desplace un 10% más rápido cada 100 metros que recorre (una bala de francotirador viaja a 884 m/s). Cuando entra en contacto con el cuerpo orgánico libera una pequeña sustancia que se fragmenta, provocando que pequeñísimas astillas viajen por el torrente sanguíneo de la persona.
  
  
• Bomba Necromática: Un dispositivo explosivo que libera nanoorganismos que se encargan de devorar la materia orgánica encontrada en un radio de 55 metros. Su control remoto tiene una distancia máxima de 100 metros. Posee un sistema de activación remota, lo cual implica que la bomba explotará en 3 minutos como máximo.
  
  350.000.000 berries ganados del casino.