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Un bote comenzó a acercarse por aquella zona. En este iban montados dos figuras, una de ellas no tenia camiseta y tenía el hombro vendado por una túnica negra de nubes rojas. Viajaba con un chico moreno que tendría su misma edad. El cielo estaba despejado y el día soleado, frente a los ojos del cazador de pelo naranja estaba el faro de la isla de Baterilla. Era el sitio más próximo a la isla de Azahán de donde venían. Habían tenido que huir debido a unas malditas arañas gigantes. La isla del diablo estaba repleta de aquellas criaturas, ahora por fin estaban en un lugar habitable aunque eso no agradara al cazador. Sus extraños y fríos ojos miraban la costa mientras el bote se acercaba. Allí podrían descansar algo en alguna taberna o algún bar cercano. El chico moreno además había dejado su moto dentro del bote. También le había dado al peli naranja un bote de desinfectante que esta a pesar de su orgullo lo cogió y lo usó contra la herida de su hombro. Tras aquello y con la ayuda de su ahora compañero llegaron a la orilla.
El cazador fue el primero en bajar y observar el ambiente. Dos pescadores estaban pescando de forma tranquila sin interrupciones. Los ojos del cazador pudieron ver un barco de la marina anclado cerca de la orilla. Marines, no se llevaba especialmente bien con ellos pero tampoco eran sus enemigos por lo que evitaba tener problemas con ellos para no perjudicar al gremio. Esto en realidad le daba un poco igual pues si le provocaban los mataría aunque tuviera peligro de verse en un cartel. Eso lo deba lo mismo pues el líder de su gremio era un Shichibukai y él se las apañaría. Ahora el peli naranja se había quitado la túnica del brazo y la había dejado en el bote. Su herida parecía haber mejorado gracias al moreno. Tranquilamente se estiró un poco suspirando para después echar una última ojeada al faro, al pueblo y al barco marine.
Giró su mirada observando al moreno pensando que habían dejado al tipo de la arena en la isla. De todas formas su vida no le importaba para nada y solo pensaba en causarle dolor a alguien ahora. Por mala suerte no aparecía ningún pirata por la zona y eso no le hacía gracia. Quería liarse a destrozar extremidades y pechos, sentir gritos de agonía y de dolor. Los piratas de la isla anterior le había sabido a poco como las dos malditas hormigas que casi le mataban. Esa isla no se iba a quedar así como así, volvería cuando tuviese más poder y esos insectos iban a lamentarlo. Ahora solo faltaba tomar una decisión ya que estaban en tierra, seguramente los marines estarían en el pueblo en alguna taberna o algo por el estilo. No sabía cómo se tomaría el moreno lo del barco por lo que se quedó observándole sin decir nada de nada esperando al menos alguna palabra de él.
El cazador fue el primero en bajar y observar el ambiente. Dos pescadores estaban pescando de forma tranquila sin interrupciones. Los ojos del cazador pudieron ver un barco de la marina anclado cerca de la orilla. Marines, no se llevaba especialmente bien con ellos pero tampoco eran sus enemigos por lo que evitaba tener problemas con ellos para no perjudicar al gremio. Esto en realidad le daba un poco igual pues si le provocaban los mataría aunque tuviera peligro de verse en un cartel. Eso lo deba lo mismo pues el líder de su gremio era un Shichibukai y él se las apañaría. Ahora el peli naranja se había quitado la túnica del brazo y la había dejado en el bote. Su herida parecía haber mejorado gracias al moreno. Tranquilamente se estiró un poco suspirando para después echar una última ojeada al faro, al pueblo y al barco marine.
Giró su mirada observando al moreno pensando que habían dejado al tipo de la arena en la isla. De todas formas su vida no le importaba para nada y solo pensaba en causarle dolor a alguien ahora. Por mala suerte no aparecía ningún pirata por la zona y eso no le hacía gracia. Quería liarse a destrozar extremidades y pechos, sentir gritos de agonía y de dolor. Los piratas de la isla anterior le había sabido a poco como las dos malditas hormigas que casi le mataban. Esa isla no se iba a quedar así como así, volvería cuando tuviese más poder y esos insectos iban a lamentarlo. Ahora solo faltaba tomar una decisión ya que estaban en tierra, seguramente los marines estarían en el pueblo en alguna taberna o algo por el estilo. No sabía cómo se tomaría el moreno lo del barco por lo que se quedó observándole sin decir nada de nada esperando al menos alguna palabra de él.
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"¡Al fin tierra!" pensó con alivio, sin reflejar sus pensamiento en su impasible rostro. En aquel momento fumaba un cigarrillo para calmar su mono, mientras observaba las casa de Baterilla. La verdad era que se alegraba un montón de llegar por fin. Pain no era precisamente el compañero perfecto para un viaje. Era silencioso y siniestro, y si bien Ryushu apreciaba el silencio y el tiempo para pensar en sí mismo, al final se hacía monótono. Algunos momentos de descanso los había aprovechado para sacar su cuaderno de dibujo y pintar esbozos sobre el mar, lo cual no había estado mal. Lo que sí comenzaba a necesitar una conversación. Con Pain no habían hablado más de lo necesario para coordinarse a la hora de remar, repartirse la poca comida que llevaban y esas cosas. Esa era otra. Tenía hambre y sed, pues habían racionado lo que llevaban. Al fin llegaron al puerto, y Ryushu bajó primero de un salto con la amarra, atando el bote al pantalán. Tras eso demostró una fuerza y forma física envidiable levantando a pulso la moto y subiéndola a la plataforma de madera, que tembló. La exhibición le costó un terrible dolor en los brazos que disimuló como pudo. Llevó su moto con él hasta el final de la plataforma, al puerto, sin encender el motor, con Pain a su lado. La mirada interrogativa que el hizo el joven fue muy significativa.
- Supongo que me toca ser un poco sincero. Quien me contrató fue el Gobierno Mundial. Ahora me toca reportar en el cuartel marine más cercano. Supongo que los del barco de aquí al lado me servirán. Tras eso, propongo ir a comer algo. De hecho propongo reunirnos dentro de veinte minutos en esa taberna - dijo señalando un local portuario, de los típicos frecuentados por marineros, pescadores y lobos de mar tras sus expediciones mar adentro.
Tras eso se dirigió al barco de la Marina. Al acercarse a la pasarela, dos reclutas intentaron cortarle el paso con malas maneras y tratándolo como a un intruso, pero Ryushu no estaba para tonterías. Con cara de malhumor, sacó su identificación de agente del CP1 y les ordenó que le escoltasen hasta el oficial al mando. Pidiéndole disculpas, los reclutas lo acompañaron al interior del buque. Una vez en el interior de este llamaron a la puerta de un camarote. Uno de ellos entró primero cerrando la puerta tras de sí. Mientras esperaban, Ryushu se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, acabando su cigarrillo. Tiró la colilla al suelo y la pisó. El recluta miró por un momento su pie, pero pareció preferir ignorar lo que acababa de ver. Tras algo más de medio minuto, el recluta salió.
- El Teniente Demetrio quiere verle, señor.
Sin más ceremonias, Ryushu entró al interior. El camarote era espacioso y cómodo, pero sobriamente decorado. Había un mapa del mundo y otro del South Blue en una pared, así como diferentes carteles de recompensas. Entre ellos reconoció a criminales famosos del South Blue como "Il Bianco" o el Renegado, y otros de otras partes del mundo como Allen D. Walker o Drake la Bestia. El oficial estaba sentado tras su escritorio, cruzado de brazos y evaluándolo con la mirada. Era un hombre delgado al tiempo que ancho de huesos y alto, fibroso y de pelo corto y bigote rubio. Asintió para sí mismo, masculló algo y dijo:
- Tome asiento, señor Nobunaga.
Ryushu hizo lo propio, cruzando una piedra sobre la otra y sentándose de una manera un tanto desmañada. El oficial arrugó la nariz pero no hizo ningún comentario.
- Le daban a usted por desaparecido. Nos avisaron anteayer que si le encontrábamos, reportásemos de inmediato al CP1. ¿Qué le ocurrió, agente?
- La investigación de Azahán se complicó. La maldita isla estaba llena de bestias horribles, y me vi obligado a poner pies en polvorosa cuando me vi arrinconado entre el mar y la isla.
- ¿Por qué no esperó usted al barco de la agencia? - preguntó, en tono inquisitorial.
- Subí en el barco de un civil que estaba por la isla de casualidad. El hombre no quería pasar en el lugar ni diez minutos más. Hubiese requisado el transporte, pero no era la clase de persona con la que se pudiera discutir. Y una pelea no era lo mejor en ese momento. Señor, si me lo permite ¿qué ha sido de mi compañero?
- Su compañero logró sobrevivir y huir de la isla. De hecho pensó que había usted perecido - el marine, algo menos hostil, se rascó la cabeza - En fin, me avisaron que si aparecía debía enviar un informe con su relato a la central, y que le tendría a mi disposición para ayudarme con unas tareas. Tenemos a un hombre en busca y captura. La recompensa por su cabeza no es muy elevada, pero es muy escurridizo y hábil. Se trata de Johny el largo, un contrabandista. La recompensa por su cabeza está cifrada en 100.000 de berries. Sus órdenes son trabajar activamente en su captura, ya bien sea realizándola usted mismo o ayudando a otro. El hombre está en este puerto, tenemos su barco requisado y sabemos que está escondido en algún punto de esta ciudad. Esto es todo.
El oficial pasó a ignorarle tras decir eso, sacando unos papeles y poniéndose a leerlos. Le dejó un cartel de recompensa del hombre sin decirle una palabra más. Con ello indicaba que la entrevista se había acabado. Ryushu se levantó con el cartel y se dirigió a la puerta. Los reclutas lo acompañaron de nuevo fuera del barco, y este se encaminó a la taberna. El marine se había mostrado brusco, y estaba claro que estaba acostumbrado a la disciplina y rectitud de los marines. Sin embargo al agente del CP no podía regañarlo por sentarse mal o no hablar al capitán con el respeto debido al mando, lo que le había molestado profundamente. A Ryushu esto le daba más bien igual, por eso no había hecho ningún esfuerzo en cambiar su actitud, pero le había molestado el tono y los gestos del oficial. Dejó de pensar en el tema y pensó en lo que haría con el tema de "Johny el Largo". "Lo mejor será planteárselo a Tahiko. Oye, no parecía pirata, y como está armado, a lo mejor tiene licencia de cazador. De ser así podemos capturarlo juntos y repartirnos la recompensa." Entró en la taberna, acercándose a la barra y pidiendo un caso de ron. Desde ahí observó a los presentes y sacó un cigarro, pendiente por si veía a Pain. La mayoría de los clientes eran marineros forzudos, un grupo de marines que comían en una mesa charlando animadamente y algunos viajeros y lugareños mezclados por el resto del local.
- Supongo que me toca ser un poco sincero. Quien me contrató fue el Gobierno Mundial. Ahora me toca reportar en el cuartel marine más cercano. Supongo que los del barco de aquí al lado me servirán. Tras eso, propongo ir a comer algo. De hecho propongo reunirnos dentro de veinte minutos en esa taberna - dijo señalando un local portuario, de los típicos frecuentados por marineros, pescadores y lobos de mar tras sus expediciones mar adentro.
Tras eso se dirigió al barco de la Marina. Al acercarse a la pasarela, dos reclutas intentaron cortarle el paso con malas maneras y tratándolo como a un intruso, pero Ryushu no estaba para tonterías. Con cara de malhumor, sacó su identificación de agente del CP1 y les ordenó que le escoltasen hasta el oficial al mando. Pidiéndole disculpas, los reclutas lo acompañaron al interior del buque. Una vez en el interior de este llamaron a la puerta de un camarote. Uno de ellos entró primero cerrando la puerta tras de sí. Mientras esperaban, Ryushu se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, acabando su cigarrillo. Tiró la colilla al suelo y la pisó. El recluta miró por un momento su pie, pero pareció preferir ignorar lo que acababa de ver. Tras algo más de medio minuto, el recluta salió.
- El Teniente Demetrio quiere verle, señor.
Sin más ceremonias, Ryushu entró al interior. El camarote era espacioso y cómodo, pero sobriamente decorado. Había un mapa del mundo y otro del South Blue en una pared, así como diferentes carteles de recompensas. Entre ellos reconoció a criminales famosos del South Blue como "Il Bianco" o el Renegado, y otros de otras partes del mundo como Allen D. Walker o Drake la Bestia. El oficial estaba sentado tras su escritorio, cruzado de brazos y evaluándolo con la mirada. Era un hombre delgado al tiempo que ancho de huesos y alto, fibroso y de pelo corto y bigote rubio. Asintió para sí mismo, masculló algo y dijo:
- Tome asiento, señor Nobunaga.
Ryushu hizo lo propio, cruzando una piedra sobre la otra y sentándose de una manera un tanto desmañada. El oficial arrugó la nariz pero no hizo ningún comentario.
- Le daban a usted por desaparecido. Nos avisaron anteayer que si le encontrábamos, reportásemos de inmediato al CP1. ¿Qué le ocurrió, agente?
- La investigación de Azahán se complicó. La maldita isla estaba llena de bestias horribles, y me vi obligado a poner pies en polvorosa cuando me vi arrinconado entre el mar y la isla.
- ¿Por qué no esperó usted al barco de la agencia? - preguntó, en tono inquisitorial.
- Subí en el barco de un civil que estaba por la isla de casualidad. El hombre no quería pasar en el lugar ni diez minutos más. Hubiese requisado el transporte, pero no era la clase de persona con la que se pudiera discutir. Y una pelea no era lo mejor en ese momento. Señor, si me lo permite ¿qué ha sido de mi compañero?
- Su compañero logró sobrevivir y huir de la isla. De hecho pensó que había usted perecido - el marine, algo menos hostil, se rascó la cabeza - En fin, me avisaron que si aparecía debía enviar un informe con su relato a la central, y que le tendría a mi disposición para ayudarme con unas tareas. Tenemos a un hombre en busca y captura. La recompensa por su cabeza no es muy elevada, pero es muy escurridizo y hábil. Se trata de Johny el largo, un contrabandista. La recompensa por su cabeza está cifrada en 100.000 de berries. Sus órdenes son trabajar activamente en su captura, ya bien sea realizándola usted mismo o ayudando a otro. El hombre está en este puerto, tenemos su barco requisado y sabemos que está escondido en algún punto de esta ciudad. Esto es todo.
El oficial pasó a ignorarle tras decir eso, sacando unos papeles y poniéndose a leerlos. Le dejó un cartel de recompensa del hombre sin decirle una palabra más. Con ello indicaba que la entrevista se había acabado. Ryushu se levantó con el cartel y se dirigió a la puerta. Los reclutas lo acompañaron de nuevo fuera del barco, y este se encaminó a la taberna. El marine se había mostrado brusco, y estaba claro que estaba acostumbrado a la disciplina y rectitud de los marines. Sin embargo al agente del CP no podía regañarlo por sentarse mal o no hablar al capitán con el respeto debido al mando, lo que le había molestado profundamente. A Ryushu esto le daba más bien igual, por eso no había hecho ningún esfuerzo en cambiar su actitud, pero le había molestado el tono y los gestos del oficial. Dejó de pensar en el tema y pensó en lo que haría con el tema de "Johny el Largo". "Lo mejor será planteárselo a Tahiko. Oye, no parecía pirata, y como está armado, a lo mejor tiene licencia de cazador. De ser así podemos capturarlo juntos y repartirnos la recompensa." Entró en la taberna, acercándose a la barra y pidiendo un caso de ron. Desde ahí observó a los presentes y sacó un cigarro, pendiente por si veía a Pain. La mayoría de los clientes eran marineros forzudos, un grupo de marines que comían en una mesa charlando animadamente y algunos viajeros y lugareños mezclados por el resto del local.
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El chico había cargado su moto a fuera del bote con una fuerza bastante potente. Aquel chico era más fuerte de lo que parecía. Tras aquello le dijo al cazador algo interesante, era del gobierno mundial, seguramente era un agente del CP. Ahora le había dicho que se reunieran en la taberna que señalaba en veinte minutos mientras él iba al barco de la marina. Este asintió de forma tranquila y observó como el chico se alejaba. El peli naranja mientras tanto se echó en la arena boca arriba cerrando los ojos notando como el sudor que el sol le hacía salir caía por su rostro. Se quitó aquella cinta de la cabeza echándola a un lado y relajándose. También soltó su espada dejándola a un lado y se estiró. Parecía a punto de quedarse dormido pues el combate contra aquellas hormigas y los piratas lo habían dejado agotado. La arena se pegó a su pálida espalda y varios granitos de arena movidos por el viento acabaron en su pecho y estomago.
No quería ni sacudirse debido a lo cómodo que estaba. Fruncía un poco el ceño a veces por la herida del hombro. Sabía que gracias al moreno su herida está a salvo de infecciones pero aún así el dolor seguía. Hacía apenas unos días había investigado un poco el reino de Torino buscando un revolucionario que consiguió cazar y entregar con su compañera del gremio Aria. Pero de todas formas allí le pasaron varias cosas, pese haber matado a media isla una enorme ave le atrapó por el hombro con su pico y casi le arranca el brazo de cuajo. De no ser por el golpe que le dio el cazador en la cabeza reventándosela con su enorme arma habría perdido un brazo. Encima la caída aunque la amortiguaron los arboles había sido dolorosa y precisamente la maldita hormiga gigante le había mordido en ese hombro. Ahora se centraba en lo que había visto hasta ahora, las frutas del diablo que había podido ver eran pocas la verdad. Pero por ahora la que más le impresionaba era la de su compañero. Aquel ser llamado Fenix era increíble y fantástico. Este pensó hacía ya tiempo en consumir alguna pero no le atraía la idea de no poder nadar por lo que se negó a interesarse en ellas. Le resultaba mejor y más cómodo caer al agua sin miedo a ahogarse. De todas formas pensaba hacerse poderoso por sí mismo sin necesidad de ninguna fruta, su manejo del mandoble de pinchos era cada vez mejor y planeaba usar todo su potencial.
El calor seguía siendo horrible en aquel lugar. No era algo que le hiciera gracia pero estaba demasiado agotado para moverse. Hizo un esfuerzo y se levantó dirigiéndose al mar, una vez estuvo cerca se dejó caer sobre este y cayó al agua dirigiéndose al fondo y dejándose tumbar sobre la arena. Sentía como su cuerpo se refrescaba y su pelo se movía libre por el agua. Era una sensación que adoraba entre pocas cosas y una fruta le arrebataría ese placer por lo que de fijo no comería ninguna voluntariamente. Notaba como se le acababa el oxigeno poco a poco pero aún podía aguantar un poco más. Sus ojos se abrieron observando a varios peces pasar por encima de él. Empezó a soplar soltando burbujas con tranquilidad. Subió a la superficie para tomar aire y después volver a sumergirse, empezó a dejare llevar por la corriente nadando de forma muy lenta relajándose totalmente por el agua que tocaba su cuerpo. Tras esa sensación de gusto salió de nuevo a la superficie observando el cielo con una mirada inexpresiva. De forma lenta se dispuso a nadar hacia la orilla pues ya habían pasado diez minutos desde entonces. Una vez llegó a la arena se acercó a su cinta recogiéndola y colocándosela en su frente de donde caían gotas de agua. Su cuerpo comenzaba a secarse debido al sol que hacía y aquella agua marine le había servido para mejorar la herida de su hombro. Recogió su enorme espada la cual acercó al agua metiéndola dentro para lavarla un poco. Tras eso la amarró a su espalda y camino dirigiéndose al pueblo, la túnica negra de nubes rojas seguía en el bote y no la había recogido. Sus pasos le llevaron hasta la taberna pero antes de entrar en esta entró en un local donde vendían vendas y cosas así. Este con el dinero que tenía compró dos vendas, una era bastante larga y la otra más pequeña. Una vez las compró salió de allí de forma tranquila. La venda más pequeña la usó para vendar su hombro herido y la otra para vendar su enorme mandoble dejándolo tapado excepto por el mango de donde cogía dicha arma. Así camuflaba perfectamente la sorpresa de los pinchos.
Observó el cielo dando un pequeño suspiro con su mirada fría en todo momento y de manera tranquila se dirigió a la taberna abriendo la puerta. Se sentó como siempre en una mesa alejada observando la gente que había para después esperar de manera tranquila a que le atendieran. Cuando el hombre llegó Pain lo miro de forma fría y seria y le pidió tres botellas de agua, el hombre asintió y enseguida las trajo, el peli naranja se las pagó en el acto y abrió una bebiéndosela de golpe de un enorme trago. Tras eso cogió la segunda botella e hizo lo mismo, tenía mucha sed y se las había cargado enseguida. Cogió la tercera pero no la abrió, sus ojos ahora observaron como su compañero entraba y se acercaba a la barra. Desde su posición no pudo ver lo que había pedido. De repente se levanto de su sitio dirigiéndose a él hasta quedar a su lado, abrió la tercera botella y dio otro trago bebiéndosela por la mitad para después observarle con la expresión de siempre ya con el hombro vendado y la espada vendada. Su cabello se notaba mojado pese al sol y había algunas gotas por su cuerpo. Se notaba que se había lanzado al mar de cabeza, tras unos segundos de silencio donde no parecía que iba a hacer nada abrió sus fríos y finos labios levemente para responderle con calma pero con el mismo tono de seriedad y frialdad de siempre de voz.
- Bienvenido.
No quería ni sacudirse debido a lo cómodo que estaba. Fruncía un poco el ceño a veces por la herida del hombro. Sabía que gracias al moreno su herida está a salvo de infecciones pero aún así el dolor seguía. Hacía apenas unos días había investigado un poco el reino de Torino buscando un revolucionario que consiguió cazar y entregar con su compañera del gremio Aria. Pero de todas formas allí le pasaron varias cosas, pese haber matado a media isla una enorme ave le atrapó por el hombro con su pico y casi le arranca el brazo de cuajo. De no ser por el golpe que le dio el cazador en la cabeza reventándosela con su enorme arma habría perdido un brazo. Encima la caída aunque la amortiguaron los arboles había sido dolorosa y precisamente la maldita hormiga gigante le había mordido en ese hombro. Ahora se centraba en lo que había visto hasta ahora, las frutas del diablo que había podido ver eran pocas la verdad. Pero por ahora la que más le impresionaba era la de su compañero. Aquel ser llamado Fenix era increíble y fantástico. Este pensó hacía ya tiempo en consumir alguna pero no le atraía la idea de no poder nadar por lo que se negó a interesarse en ellas. Le resultaba mejor y más cómodo caer al agua sin miedo a ahogarse. De todas formas pensaba hacerse poderoso por sí mismo sin necesidad de ninguna fruta, su manejo del mandoble de pinchos era cada vez mejor y planeaba usar todo su potencial.
El calor seguía siendo horrible en aquel lugar. No era algo que le hiciera gracia pero estaba demasiado agotado para moverse. Hizo un esfuerzo y se levantó dirigiéndose al mar, una vez estuvo cerca se dejó caer sobre este y cayó al agua dirigiéndose al fondo y dejándose tumbar sobre la arena. Sentía como su cuerpo se refrescaba y su pelo se movía libre por el agua. Era una sensación que adoraba entre pocas cosas y una fruta le arrebataría ese placer por lo que de fijo no comería ninguna voluntariamente. Notaba como se le acababa el oxigeno poco a poco pero aún podía aguantar un poco más. Sus ojos se abrieron observando a varios peces pasar por encima de él. Empezó a soplar soltando burbujas con tranquilidad. Subió a la superficie para tomar aire y después volver a sumergirse, empezó a dejare llevar por la corriente nadando de forma muy lenta relajándose totalmente por el agua que tocaba su cuerpo. Tras esa sensación de gusto salió de nuevo a la superficie observando el cielo con una mirada inexpresiva. De forma lenta se dispuso a nadar hacia la orilla pues ya habían pasado diez minutos desde entonces. Una vez llegó a la arena se acercó a su cinta recogiéndola y colocándosela en su frente de donde caían gotas de agua. Su cuerpo comenzaba a secarse debido al sol que hacía y aquella agua marine le había servido para mejorar la herida de su hombro. Recogió su enorme espada la cual acercó al agua metiéndola dentro para lavarla un poco. Tras eso la amarró a su espalda y camino dirigiéndose al pueblo, la túnica negra de nubes rojas seguía en el bote y no la había recogido. Sus pasos le llevaron hasta la taberna pero antes de entrar en esta entró en un local donde vendían vendas y cosas así. Este con el dinero que tenía compró dos vendas, una era bastante larga y la otra más pequeña. Una vez las compró salió de allí de forma tranquila. La venda más pequeña la usó para vendar su hombro herido y la otra para vendar su enorme mandoble dejándolo tapado excepto por el mango de donde cogía dicha arma. Así camuflaba perfectamente la sorpresa de los pinchos.
Observó el cielo dando un pequeño suspiro con su mirada fría en todo momento y de manera tranquila se dirigió a la taberna abriendo la puerta. Se sentó como siempre en una mesa alejada observando la gente que había para después esperar de manera tranquila a que le atendieran. Cuando el hombre llegó Pain lo miro de forma fría y seria y le pidió tres botellas de agua, el hombre asintió y enseguida las trajo, el peli naranja se las pagó en el acto y abrió una bebiéndosela de golpe de un enorme trago. Tras eso cogió la segunda botella e hizo lo mismo, tenía mucha sed y se las había cargado enseguida. Cogió la tercera pero no la abrió, sus ojos ahora observaron como su compañero entraba y se acercaba a la barra. Desde su posición no pudo ver lo que había pedido. De repente se levanto de su sitio dirigiéndose a él hasta quedar a su lado, abrió la tercera botella y dio otro trago bebiéndosela por la mitad para después observarle con la expresión de siempre ya con el hombro vendado y la espada vendada. Su cabello se notaba mojado pese al sol y había algunas gotas por su cuerpo. Se notaba que se había lanzado al mar de cabeza, tras unos segundos de silencio donde no parecía que iba a hacer nada abrió sus fríos y finos labios levemente para responderle con calma pero con el mismo tono de seriedad y frialdad de siempre de voz.
- Bienvenido.
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Ryushu le dio un trago al ron observando a la gente del local, cuando Pain apareció ante él. Tenía el pelo mojado y vendas nuevas. Estas también estaban un poco mojadas. No era difícil adivinar que se acababa de bañar. Iba desnudo de cintura para arriba. Le dirigió una de sus habituales miradas frías para darle la bienvenida tras unos segundos en silencio. No acababa de comprender a aquel chico. No parecía tener necesidad de comunicarse con los demás. Era como convivir con una máquina, se limitaba a alimentarse, dormir y matar. Aguantando un suspiro resignado y ocultando como siempre sus emociones reales, le habló.
- Ah, aquí estás. Tengo un trato que nos interesa a algo. Un trabajo que puede resultar tanto lucrativo como extremadamente interesante - dudaba que le interesase demasiado el dinero, por lo que recalcó lo de interesante - Te lo explicaré mientras comemos algo. ¡Tabernero, una ración grande de gambas fritas y arroz!
Llevó su ron a una mesa y se sentó, mientras esperaba a la comida. No había prisa para explicar todo aun, así que apuró el cigarrillo y sacó su cuaderno de dibujo, comenzando a hacer un croquis de la vista que habían tenido de la isla al llegar. Empezó perfilando el poblado y la isla en sí. Fue añadiendo detalles poco a poco como reflejos en el mar y edificios más detallados. Puso también el barco de la Marina, con su correspondiente reflejo en el agua, y pequeñas figuras representando a los marines. Entonces llegó el camarero con la comida, y cerró la libreta dejándolo inacabado. Era una enorme fuente de comida llena de arroz con gambas y cachos de bacalao. Ryushu atacó a la comida con voracidad, y durante un par de minutos no dijo nada. Una vez notó que comenzaba a estar algo más saciado, bajó el cacho de comida que tenía en ese momento con un poco de ron y se recostó contra el respaldo de la silla. Se encontraba contento y tranquilo en ese momento, notando el calor del alcohol y el estómago lleno.
- Bien, a lo nuestro pues. En esta isla hay un contrabandista que lleva un tiempo dando esquinazo a la Marina. Han puesto precio a su cabeza, concretamente 100.000 berries. Es una cifra baja pero interesante, al fin y al cabo. Si yo capturase al hombre este, al no estar registrado en el censo de cazadores sólo cobraría el 50%. He pensado por tu aspecto que tal vez lo estés, y eso quería preguntarte. En el caso de que no seas cazador, podemos cazarlo juntos de todos modos y repartirnos la recompensa. Con nuestras habilidades no nos costaría nada.
Volvió a atacar a la fuente y devoró una buena cantidad de comida rápidamente. Tenía bastante hambre tras la escasez de comida de esos días, aunque tras ese atracón al fin se estaba saciando. Tras terminar su parte, cogió el vaso y vació los últimos restos de alcohol. Finalmente se acomodó de nuevo en la silla, sacó el zippo y se puso a juguetear con la tapa abriéndola y cerrándola.
- ¿Qué dices pues?
- Ah, aquí estás. Tengo un trato que nos interesa a algo. Un trabajo que puede resultar tanto lucrativo como extremadamente interesante - dudaba que le interesase demasiado el dinero, por lo que recalcó lo de interesante - Te lo explicaré mientras comemos algo. ¡Tabernero, una ración grande de gambas fritas y arroz!
Llevó su ron a una mesa y se sentó, mientras esperaba a la comida. No había prisa para explicar todo aun, así que apuró el cigarrillo y sacó su cuaderno de dibujo, comenzando a hacer un croquis de la vista que habían tenido de la isla al llegar. Empezó perfilando el poblado y la isla en sí. Fue añadiendo detalles poco a poco como reflejos en el mar y edificios más detallados. Puso también el barco de la Marina, con su correspondiente reflejo en el agua, y pequeñas figuras representando a los marines. Entonces llegó el camarero con la comida, y cerró la libreta dejándolo inacabado. Era una enorme fuente de comida llena de arroz con gambas y cachos de bacalao. Ryushu atacó a la comida con voracidad, y durante un par de minutos no dijo nada. Una vez notó que comenzaba a estar algo más saciado, bajó el cacho de comida que tenía en ese momento con un poco de ron y se recostó contra el respaldo de la silla. Se encontraba contento y tranquilo en ese momento, notando el calor del alcohol y el estómago lleno.
- Bien, a lo nuestro pues. En esta isla hay un contrabandista que lleva un tiempo dando esquinazo a la Marina. Han puesto precio a su cabeza, concretamente 100.000 berries. Es una cifra baja pero interesante, al fin y al cabo. Si yo capturase al hombre este, al no estar registrado en el censo de cazadores sólo cobraría el 50%. He pensado por tu aspecto que tal vez lo estés, y eso quería preguntarte. En el caso de que no seas cazador, podemos cazarlo juntos de todos modos y repartirnos la recompensa. Con nuestras habilidades no nos costaría nada.
Volvió a atacar a la fuente y devoró una buena cantidad de comida rápidamente. Tenía bastante hambre tras la escasez de comida de esos días, aunque tras ese atracón al fin se estaba saciando. Tras terminar su parte, cogió el vaso y vació los últimos restos de alcohol. Finalmente se acomodó de nuevo en la silla, sacó el zippo y se puso a juguetear con la tapa abriéndola y cerrándola.
- ¿Qué dices pues?
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El moreno le dijo que tenían un trato interesante entre manos y era algo que les podía interesar a los dos por lo que se quedó mirándolo de forma tranquila. Después observó como pedía algo de comida y se sentaba en una mesa, este se sentó en frente cruzándose de brazos atento a sus palabras. Pero antes de ello empezó a dibujar lo que fuera, la mirada del cazador seguía fija en el chico esperando sus palabras. Pero antes llegó la comida, aquel moreno se pudo a comer de forma feliz y con un ansia viva increíble. El peli naranja observó los trozos de bacalao que le gustaban por ser tan salados, amaba la sal. Empezó a comerlos despacio, lo curioso era que masticaba y no miraba donde pinchaba. Sus fríos y extraños ojos miraban a su compañero de forma penetrante. Después cogió con las manos una gamba y sin mirar fue pelándola de forma seria para después llevársela a la boca y masticarla mientras seguía mirando al moreno de forma seria, fría y hasta inquietante.
Tras unos momentos escuchó por fin las palabras del moreno, creía que era un cazador y así lo era. Durante todas sus palabras no le había quitado la mirada de encima. Aquello pondría los pelos de punta a una persona normal aunque claro, un agente del gobierno sabría cómo hacer las cosas. Después el chico comenzó a comer de nuevo. Por lo que el cazador también empezó a pelar gambas observándole sin apartar la vista ni un solo segundo, cuando el chico se había atiborrado de comer le preguntó y este tras masticar los trozos de gambas lo miró de forma algo más seria y comenzó a hablar en el tono que siempre usaba.
- Así es, soy cazador, del gremio Ghost Leviantans. Me parece bien, me vendrá bien el dinero para comprar artilugio de tortura.
Dijo pensando ya en herramientas como cuchillos de sierra y demás para destrozar a los oponentes y hacerles sufrir después manteniéndoles vivos algo más. Hacerles gritar de dolor le gustaba bastante. Su principal objetivo era también la creación de un arma que hiciera mucho sufrimiento en cada golpe y debía prepararla siendo paciente y pensando bien en que arma hacer. Una vez le dijo eso empezó a comerse lo que quedaba pero sin quitarle los ojos de encima. Tenía bastante hambre y aquello le había puesto como nuevo pero aún quedaba una cosa.
- Aún queda algo
Dijo mirándole con una mirada mucho más seria de lo normal, las venas de su frente se marcaron un poco mientras se levantaba de la silla y le miraba con una frialdad increíble típica de él. La gente miraba su mirada y les daban escalofríos. Tras apenas unos segundos se bebió la mitad de la botella que le quedaba, bebiendo claro mirándole en todo momento para después decirle con seriedad.
- Yo no he pedido nada, pagas tú, yo solo te ayudé. Te espero fuera.
Dijo dirigiéndose a la salida tranquilamente. Aunque pareciera que no, aquello era una muy buena señal por parte del peli naranja. Había sido un acto entre ``compañerismo´´ y ``amabilidad´´.
Tras unos momentos escuchó por fin las palabras del moreno, creía que era un cazador y así lo era. Durante todas sus palabras no le había quitado la mirada de encima. Aquello pondría los pelos de punta a una persona normal aunque claro, un agente del gobierno sabría cómo hacer las cosas. Después el chico comenzó a comer de nuevo. Por lo que el cazador también empezó a pelar gambas observándole sin apartar la vista ni un solo segundo, cuando el chico se había atiborrado de comer le preguntó y este tras masticar los trozos de gambas lo miró de forma algo más seria y comenzó a hablar en el tono que siempre usaba.
- Así es, soy cazador, del gremio Ghost Leviantans. Me parece bien, me vendrá bien el dinero para comprar artilugio de tortura.
Dijo pensando ya en herramientas como cuchillos de sierra y demás para destrozar a los oponentes y hacerles sufrir después manteniéndoles vivos algo más. Hacerles gritar de dolor le gustaba bastante. Su principal objetivo era también la creación de un arma que hiciera mucho sufrimiento en cada golpe y debía prepararla siendo paciente y pensando bien en que arma hacer. Una vez le dijo eso empezó a comerse lo que quedaba pero sin quitarle los ojos de encima. Tenía bastante hambre y aquello le había puesto como nuevo pero aún quedaba una cosa.
- Aún queda algo
Dijo mirándole con una mirada mucho más seria de lo normal, las venas de su frente se marcaron un poco mientras se levantaba de la silla y le miraba con una frialdad increíble típica de él. La gente miraba su mirada y les daban escalofríos. Tras apenas unos segundos se bebió la mitad de la botella que le quedaba, bebiendo claro mirándole en todo momento para después decirle con seriedad.
- Yo no he pedido nada, pagas tú, yo solo te ayudé. Te espero fuera.
Dijo dirigiéndose a la salida tranquilamente. Aunque pareciera que no, aquello era una muy buena señal por parte del peli naranja. Había sido un acto entre ``compañerismo´´ y ``amabilidad´´.
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El chico era increíblemente inquietante, pero como agente del CP estaba entrenado para resistir aquella clase de juegos psicológicos. Normalmente hubiese fingido inquietud para no dar datos sobre sí mismo, pero sabía que con una persona así mostrarse fuerte y impasible le haría quedar mejor. Había conocido antes a gente parecida, aunque no tan exageradamente fría e inhumana. Eran antisociales y valoraban la fuerza tanto física como mental, así como la rudeza. Eran un tanto primitivos en cierto modo, aunque este parecía ser más silencioso. Así pues, lo mejor era mostrar fortaleza y dejar claro que para él aquella actitud no era intimidante. Sin embargo, hubo un momento en que frunció el ceño y se puso tenso.
- Aún queda algo - dijo Pain.
Ryushu frunció el ceño y le sostuvo la mirada, poniéndose en tensión. Por debajo de la mesa, su mano izquierda tanteó en el bolsillo y agarró con fuerza el lápiz. En mano del agente, podía convertirse en un arma. Si al cazador le había dado un colapso mental y se ponía violento, le clavaría el lápiz en el ojo. No se lo esperaría. Sin embargo de repente este bebió de su botella sin quitarle los ojos de encima y le dijo:
- Yo no he pedido nada, pagas tú, yo solo te ayudé. Te espero fuera.
- De acuerdo, salgo ahora.
Ryushu soltó el lápiz y se relajó. Por un momento pensó que iba a tener que matar al pelinaranja. Soltó un suspiro y una risa para sí. Se levantó y dejó unos berries en la barra, tras lo cual salió del local tras su compañero. Entonces Ryushu se acordó de su moto. Se acercó hasta el pantalán donde la había dejado, frente a la taberna y se acercó con ella a los marines que vigilaban frente al barco.
- Voy a dejar mi moto ahí. Si sigue aquí cuando vuelva, os invito a unas cerveza - les dijo a los reclutas.
Estos le sonrieron significativamente y continuaron con su guardia. Ryushu se dio media vuelta y fue hacia el centro de la ciudad con su compañero. Dónde empezar sería lo complicado. Recorrieron las casas observando los alrededores. Por lo que sabía el agente, no hacía mucho que la ciudad había sido visitada por la Brigada Disciplinaria en busca de un revolucionario famoso. No lo habían encontrado, y los ánimos de los ciudadanos contra los marines estaban especialmente agitados. Por algo los reclutas no se internaban en la población más allá de la zona del puerto. Y por eso le enviaban a él. Aunque no se lo hubiesen dicho, no le había sido muy complicado adivinarlo. Los marines siempre iban en grandes grupos en la zona del puerto, y no se alejaban mucho del barco. Y si bien los marineros pasaban de los marines, los lugareños que pasaban por la zona les dedicaban miradas poco amistosas.
- No creo que la plaza principal sea el mejor lugar para buscar información sobre un contrabandista con precio por su cabeza. Lo mejor será ir a los bajos fondos e interrogar a algún pobre diablo.
Se internaron por una red de callejuelas y fueron a una zona más pobre y apartada de la ciudad. Los edificios estaban destartalados y la pintura de las paredes descarillada y desgastada. Muchos muros estaban en ladrillo vivo. Las calles estaban sucias y los que iban por la calle no parecían gente confiable. Muchos llevaban dagas, y algunos la cara tapada. tras un rato buscando, Ryushu se fijó en algo que le llamó la atención. Había un hombre en una esquina de un callejón hablando con otro a susurros en la oreja. Tras unos segundos, uno pasó al otro disimuladamente un billete y este le dio una bolsita. El que cogió la bolsita marchó apresuradamente mirando a su alrededor. El del callejón se fijó en que Ryushu le estaba mirando y le devolvió la mirada. Intentaba parecer firme y impávido, pero Ryushu captaba cierta inseguridad y tensión en su actitud. Le hizo una señal a Pain y caminó hacia él.
- Hola, mi amigo y yo queríamos un poco... nos apetece volar un rato - dijo, con una sonrisa.
- Una dosis son cinco mil berries. Dos, diez mil.
"Toca interpretar al típico malote. Qué poco me gusta este papel, lo tengo muy gastado." Con una sonrisita, Ryushu empujó al hombre al interior del callejón y entró con él. Este, asustado, se llevó la mano al interior de la chaqueta, pero de un puñetazo el agente lo tiró al suelo. Entonces le puso un pie sobre el pecho y desenvainó a Sōrāeji, apoyándosela en el cuello. El hombre estaba aturdido y sangraba por la nariz. Era de mediana estatura, algo corpulento y de pómulos prominentes. Tenía los ojos azul grisáceo y un gorro de lana le cubría la cabeza. Ryushu esbozó nuevamente una sonrisa y dijo, amenazadoramente.
- Escúchame bien, capullo, porque no tengo todo el día. Dime dónde está Johny el Largo o te rajo el cuello. Tenemos negocios con él pero la gente aquí no es lo suficientemente colaboradora para decirnos donde está.
El hombre tartamudeó sin decir nada coherente y trató estúpidamente de apartar el cuello de la hoja de la espada, sin éxito. Ryushu le apretó el pie contra el pecho, instándole a hablar.
- Yo... yo no se nada - el filo de Sōrāeji rozó la piel de su cuello, y una gota de sangre le resbaló por este - No puedo decíroslo o me matarán.
- Y si no me dices nada te mato yo.
El hombre le miró aterrado con una muda súplica en el rostro. Ahora Ryushu estaba totalmente serio. Sus siniestros ojos rojos se clavaron en los del hombre, que desvió la mirada y tragó saliva. Estaba claro que su determinación se estaba quebrando. Para el agente no era difícil conseguir información de aquella gente. Era fácilmente intimidable. Siempre se le había dado bien comprender a las personas, engañarlas y buscar maneras de manipularlas psicológicamente. Por eso era la persona perfecta para aquel trabajo. Por eso era la herramienta perfecta de su padre para cometer su venganza.
- De acuerdo, os lo diré. Pero no digáis que he sido yo. Johny el Largo está escondido en el sótano de la casa de John Bulldog.
Ryushu miró a Pain por un momento, con una mirada que indicaba claramente "haz lo que quieras con él". Apartó su espada del cuello del vendedor de droga y la envainó a su espalda. Le sacó el pie de encima y se dirigió hacia la salida del callejón.
- Johny Bulldog es un mafioso local. Podremos localizarlo en esta misma zona. Su casa no debe estar muy lejos.
- Aún queda algo - dijo Pain.
Ryushu frunció el ceño y le sostuvo la mirada, poniéndose en tensión. Por debajo de la mesa, su mano izquierda tanteó en el bolsillo y agarró con fuerza el lápiz. En mano del agente, podía convertirse en un arma. Si al cazador le había dado un colapso mental y se ponía violento, le clavaría el lápiz en el ojo. No se lo esperaría. Sin embargo de repente este bebió de su botella sin quitarle los ojos de encima y le dijo:
- Yo no he pedido nada, pagas tú, yo solo te ayudé. Te espero fuera.
- De acuerdo, salgo ahora.
Ryushu soltó el lápiz y se relajó. Por un momento pensó que iba a tener que matar al pelinaranja. Soltó un suspiro y una risa para sí. Se levantó y dejó unos berries en la barra, tras lo cual salió del local tras su compañero. Entonces Ryushu se acordó de su moto. Se acercó hasta el pantalán donde la había dejado, frente a la taberna y se acercó con ella a los marines que vigilaban frente al barco.
- Voy a dejar mi moto ahí. Si sigue aquí cuando vuelva, os invito a unas cerveza - les dijo a los reclutas.
Estos le sonrieron significativamente y continuaron con su guardia. Ryushu se dio media vuelta y fue hacia el centro de la ciudad con su compañero. Dónde empezar sería lo complicado. Recorrieron las casas observando los alrededores. Por lo que sabía el agente, no hacía mucho que la ciudad había sido visitada por la Brigada Disciplinaria en busca de un revolucionario famoso. No lo habían encontrado, y los ánimos de los ciudadanos contra los marines estaban especialmente agitados. Por algo los reclutas no se internaban en la población más allá de la zona del puerto. Y por eso le enviaban a él. Aunque no se lo hubiesen dicho, no le había sido muy complicado adivinarlo. Los marines siempre iban en grandes grupos en la zona del puerto, y no se alejaban mucho del barco. Y si bien los marineros pasaban de los marines, los lugareños que pasaban por la zona les dedicaban miradas poco amistosas.
- No creo que la plaza principal sea el mejor lugar para buscar información sobre un contrabandista con precio por su cabeza. Lo mejor será ir a los bajos fondos e interrogar a algún pobre diablo.
Se internaron por una red de callejuelas y fueron a una zona más pobre y apartada de la ciudad. Los edificios estaban destartalados y la pintura de las paredes descarillada y desgastada. Muchos muros estaban en ladrillo vivo. Las calles estaban sucias y los que iban por la calle no parecían gente confiable. Muchos llevaban dagas, y algunos la cara tapada. tras un rato buscando, Ryushu se fijó en algo que le llamó la atención. Había un hombre en una esquina de un callejón hablando con otro a susurros en la oreja. Tras unos segundos, uno pasó al otro disimuladamente un billete y este le dio una bolsita. El que cogió la bolsita marchó apresuradamente mirando a su alrededor. El del callejón se fijó en que Ryushu le estaba mirando y le devolvió la mirada. Intentaba parecer firme y impávido, pero Ryushu captaba cierta inseguridad y tensión en su actitud. Le hizo una señal a Pain y caminó hacia él.
- Hola, mi amigo y yo queríamos un poco... nos apetece volar un rato - dijo, con una sonrisa.
- Una dosis son cinco mil berries. Dos, diez mil.
"Toca interpretar al típico malote. Qué poco me gusta este papel, lo tengo muy gastado." Con una sonrisita, Ryushu empujó al hombre al interior del callejón y entró con él. Este, asustado, se llevó la mano al interior de la chaqueta, pero de un puñetazo el agente lo tiró al suelo. Entonces le puso un pie sobre el pecho y desenvainó a Sōrāeji, apoyándosela en el cuello. El hombre estaba aturdido y sangraba por la nariz. Era de mediana estatura, algo corpulento y de pómulos prominentes. Tenía los ojos azul grisáceo y un gorro de lana le cubría la cabeza. Ryushu esbozó nuevamente una sonrisa y dijo, amenazadoramente.
- Escúchame bien, capullo, porque no tengo todo el día. Dime dónde está Johny el Largo o te rajo el cuello. Tenemos negocios con él pero la gente aquí no es lo suficientemente colaboradora para decirnos donde está.
El hombre tartamudeó sin decir nada coherente y trató estúpidamente de apartar el cuello de la hoja de la espada, sin éxito. Ryushu le apretó el pie contra el pecho, instándole a hablar.
- Yo... yo no se nada - el filo de Sōrāeji rozó la piel de su cuello, y una gota de sangre le resbaló por este - No puedo decíroslo o me matarán.
- Y si no me dices nada te mato yo.
El hombre le miró aterrado con una muda súplica en el rostro. Ahora Ryushu estaba totalmente serio. Sus siniestros ojos rojos se clavaron en los del hombre, que desvió la mirada y tragó saliva. Estaba claro que su determinación se estaba quebrando. Para el agente no era difícil conseguir información de aquella gente. Era fácilmente intimidable. Siempre se le había dado bien comprender a las personas, engañarlas y buscar maneras de manipularlas psicológicamente. Por eso era la persona perfecta para aquel trabajo. Por eso era la herramienta perfecta de su padre para cometer su venganza.
- De acuerdo, os lo diré. Pero no digáis que he sido yo. Johny el Largo está escondido en el sótano de la casa de John Bulldog.
Ryushu miró a Pain por un momento, con una mirada que indicaba claramente "haz lo que quieras con él". Apartó su espada del cuello del vendedor de droga y la envainó a su espalda. Le sacó el pie de encima y se dirigió hacia la salida del callejón.
- Johny Bulldog es un mafioso local. Podremos localizarlo en esta misma zona. Su casa no debe estar muy lejos.
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El chico fue y dejó su moto para después volver y ambos comenzaron a caminar. El sol en el cielo empezaba a ser molesto pese al baño que se había dado Pain antes de entrar a la taberna. Mientras hablaban dijeron de ir a los barrios bajos donde encontrar a un pobre idiota al que poder destrozar y pedir información. La parte de destrozar le estaba viniendo a la cabeza al cazador solo seguramente pues ya se estaba poniendo nervioso por no matar a alguien. El panorama que observaba el peli naranja era pésimo y todo estaba muy dañado. Se notaba que era bastante penoso todo y eso era algo que al cazador le daba lo mismo. Tras unos segundos el moreno observó a lo que parecía un vendedor de drogas vendiéndole algo a otro hombre que salió de allí corriendo. El chico peli naranja se acerco junto a su compañero y escuchó las palabras del agente diciéndole que ambos querían volar. Aquel tipo pedía una buena suma de dinero. Una cantidad que el chico del pelo naranja no tenía y aunque la tuviese no la iba a soltar por un idiota que vendía drogas.
Su compañero tras unas palabras lo metió en el callejón algo más adentro y comenzó a amenazarle, algo que funciono y el tipo asustado cantó todo lo que sabía, un gran error pues la mirada que después le echó el moreno a Pain fue algo que entendió el cazador muy bien. Antes de que el peli naranja actuara escuchó que aquel tipo era un mafioso local y que su casa no debía estar muy lejos. Este asintió escuchándole y ahora observó al hombre que casi se había muerto de miedo. El tipo se levantó y trató de huir pasando por al lado del cazador. Algo que no puso hacer en ningún momento, la mano del chico acabó en su cuello cogiéndole con fuerza y lanzándole al callejón de nuevo. Aquel hombre se levantó con un dolor de espalda bastante agudo y agachó la cabeza tratando de hacer como que le daba igual y ya no quería problemas. De nuevo pasó por al lado del cazador temblando. Esta vez la mano de Tahiko no se movió pero si su rodilla que se clavó en el estomago de aquel tipo que quedó de rodillas y tras una patada en el rostro lo tiró al suelo. Tras aquello aquel tipo trató de levantarse pero el peli naranja le puso el pie con la frente y sacó su arma quitándole las vendas y mirándolo. La cara del tipo era de terror y no sabía si pedir perdón y suplicar por su vida o quedarse callado. Las palabras del cazador sonaron frias y serias como de costumbre mientras elevaba un poco su enorme arma.
- Siente el dolor, conoce el dolor.
Sin piedad alguna bajó el arma destrozándole la mano derecha, el tipo gritó de dolor al ver como la sangre salía de donde debía estar su mano que ahora solo había sangre y carne destrozada. A continuación lo siguiente fue la otra mano y con mas brutalidad en el golpe. Aquel hombre gritaba con lágrimas en los ojos y pese a todo, la mirada del cazador seguía igual. ¿Loco tal vez? De eso nada. Tahiko o Pain tenía un modo de ver las cosas muy distinto a los demás y la piedad no existía en su diccionario. La cara de dolor de aquel hombre a punto de desmayarse le decía que había logrado su objetivo pero para asegurarse le aplastó con su arma ambos pies destrozándoselos, después las rodillas y el estomago. Le siguió aplastándole el pecho y el cráneo en último lugar. La sangre estaba adornando la pared de aquel callejón, también había restos en la mejilla del peli naranja pero lo daba igual. Lo importante ahora era encontrar al tal Johny Bulldog. Ambos caminaban por aquel barrio, según el moreno no debía estar lejos por lo que no convenía salir de aquella zona tan rápido. Mientras caminaban el cazador envolvía en los vendajes a la enorme arma que portaba consigo siempre. Una vez lo hizo realizó una mueca de seriedad y continuo junto al chico observando el entorno.
Su mirada de repente se dirigió a la de una pequeña casa donde se abrió la puerta y el chico que estaba antes con el camello en el callejón salió disparado mirando a la puerta desde el suelo. Salieron dos tipos con traje y corbata acompañados con unas gafas de sol que lo miraban.
- Le has traído al jefe la mercancía equivocada idiota. Como vuelva a pasar algo similar te aseguro que te rajaremos el cuello y te sacaremos la lengua por él.
- Lo siento, el hombre me engaño, no sabía lo que había en la bolsa.
Dijo aquel tipo excusándose ante los otros dos. Al parecer en aquella casa estaba el tipo que buscaban. Pain se adelantó pasando por al lado del hombre que había sido lanzando y dándole una patada en el rostro tirándolo de nuevo al suelo ya que se estaba levantando. Este caminó a la casa y los dos tipos lo pararon dándole un golpe en el pecho y diciéndole que le matarían si daba un paso más. Yahiko giró su rostro y dirigió su mirada al moreno, era una forma de decir ``me han tocado, tapate los ojos´´. Se volvió a girar y agachó la cabeza pero para después de un hábil movimiento pegar su frente a la de uno de los tipos clavando su mirada en sus ojos de una forma que aquel hombre se echó para atrás intimidado. El de al lado iba a sacar un arma de su bolsillo pero el cazador sacó su mandoble y con las vendas puestas golpeó el estomago del hombre que quedó tirado escupiendo sangre, los pinchos habían atravesado la venda y le habían matado. Tras aquello de otro hábil movimiento partió el cuello del otro tipo que cayó seco al suelo en segundos.
Ya solo quedaba el tipo que había visto todo, el que habían lanzando por los aires, este se acercó y de otro golpe le aplastó la cara destrozándosela por completo para después ver como las vendas eran casi rojas por la sangre. Se volvió a amarrar el arma y con actitud tranquila señaló la puerta haciéndole una señal a su compañero de que pasase él primero, de que todo estaba despejado. Por suerte los guardias no eran muy fuertes y si lo eran no les había dado tiempo a reaccionar ante el ataque de aquel cazador sádico que los eliminó de forma sencilla.
Su compañero tras unas palabras lo metió en el callejón algo más adentro y comenzó a amenazarle, algo que funciono y el tipo asustado cantó todo lo que sabía, un gran error pues la mirada que después le echó el moreno a Pain fue algo que entendió el cazador muy bien. Antes de que el peli naranja actuara escuchó que aquel tipo era un mafioso local y que su casa no debía estar muy lejos. Este asintió escuchándole y ahora observó al hombre que casi se había muerto de miedo. El tipo se levantó y trató de huir pasando por al lado del cazador. Algo que no puso hacer en ningún momento, la mano del chico acabó en su cuello cogiéndole con fuerza y lanzándole al callejón de nuevo. Aquel hombre se levantó con un dolor de espalda bastante agudo y agachó la cabeza tratando de hacer como que le daba igual y ya no quería problemas. De nuevo pasó por al lado del cazador temblando. Esta vez la mano de Tahiko no se movió pero si su rodilla que se clavó en el estomago de aquel tipo que quedó de rodillas y tras una patada en el rostro lo tiró al suelo. Tras aquello aquel tipo trató de levantarse pero el peli naranja le puso el pie con la frente y sacó su arma quitándole las vendas y mirándolo. La cara del tipo era de terror y no sabía si pedir perdón y suplicar por su vida o quedarse callado. Las palabras del cazador sonaron frias y serias como de costumbre mientras elevaba un poco su enorme arma.
- Siente el dolor, conoce el dolor.
Sin piedad alguna bajó el arma destrozándole la mano derecha, el tipo gritó de dolor al ver como la sangre salía de donde debía estar su mano que ahora solo había sangre y carne destrozada. A continuación lo siguiente fue la otra mano y con mas brutalidad en el golpe. Aquel hombre gritaba con lágrimas en los ojos y pese a todo, la mirada del cazador seguía igual. ¿Loco tal vez? De eso nada. Tahiko o Pain tenía un modo de ver las cosas muy distinto a los demás y la piedad no existía en su diccionario. La cara de dolor de aquel hombre a punto de desmayarse le decía que había logrado su objetivo pero para asegurarse le aplastó con su arma ambos pies destrozándoselos, después las rodillas y el estomago. Le siguió aplastándole el pecho y el cráneo en último lugar. La sangre estaba adornando la pared de aquel callejón, también había restos en la mejilla del peli naranja pero lo daba igual. Lo importante ahora era encontrar al tal Johny Bulldog. Ambos caminaban por aquel barrio, según el moreno no debía estar lejos por lo que no convenía salir de aquella zona tan rápido. Mientras caminaban el cazador envolvía en los vendajes a la enorme arma que portaba consigo siempre. Una vez lo hizo realizó una mueca de seriedad y continuo junto al chico observando el entorno.
Su mirada de repente se dirigió a la de una pequeña casa donde se abrió la puerta y el chico que estaba antes con el camello en el callejón salió disparado mirando a la puerta desde el suelo. Salieron dos tipos con traje y corbata acompañados con unas gafas de sol que lo miraban.
- Le has traído al jefe la mercancía equivocada idiota. Como vuelva a pasar algo similar te aseguro que te rajaremos el cuello y te sacaremos la lengua por él.
- Lo siento, el hombre me engaño, no sabía lo que había en la bolsa.
Dijo aquel tipo excusándose ante los otros dos. Al parecer en aquella casa estaba el tipo que buscaban. Pain se adelantó pasando por al lado del hombre que había sido lanzando y dándole una patada en el rostro tirándolo de nuevo al suelo ya que se estaba levantando. Este caminó a la casa y los dos tipos lo pararon dándole un golpe en el pecho y diciéndole que le matarían si daba un paso más. Yahiko giró su rostro y dirigió su mirada al moreno, era una forma de decir ``me han tocado, tapate los ojos´´. Se volvió a girar y agachó la cabeza pero para después de un hábil movimiento pegar su frente a la de uno de los tipos clavando su mirada en sus ojos de una forma que aquel hombre se echó para atrás intimidado. El de al lado iba a sacar un arma de su bolsillo pero el cazador sacó su mandoble y con las vendas puestas golpeó el estomago del hombre que quedó tirado escupiendo sangre, los pinchos habían atravesado la venda y le habían matado. Tras aquello de otro hábil movimiento partió el cuello del otro tipo que cayó seco al suelo en segundos.
Ya solo quedaba el tipo que había visto todo, el que habían lanzando por los aires, este se acercó y de otro golpe le aplastó la cara destrozándosela por completo para después ver como las vendas eran casi rojas por la sangre. Se volvió a amarrar el arma y con actitud tranquila señaló la puerta haciéndole una señal a su compañero de que pasase él primero, de que todo estaba despejado. Por suerte los guardias no eran muy fuertes y si lo eran no les había dado tiempo a reaccionar ante el ataque de aquel cazador sádico que los eliminó de forma sencilla.
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Ryushu se alejó y se fue a la entrada del callejón. Sabía lo que venía ahora. Le estaba bien empleado a aquel hombre por dedicarse a vender drogas. Él mismo lo hubiera matado, posiblemente de manera limpia y no torturándolo como estaba a punto de hacer Pain, pero prefirió dejarle los honores al cazador. Funcionaría que hiciesen equipo siempre y cuando el uno respetase los límites del otro. Debía dejarle a él las ejecuciones y las torturas en la medida de lo posible, y él se encargaría de obtener información. Escuchó los gritos de dolor y el ruido del acero seccionando carne y huesos sin inmutarse. No era algo que le resultase agradable de ver, pero tampoco le asqueaba. Sacó un cigarrillo y se lo llevó a la boca, encendiéndolo con su zipo mientras hacía barrera con la mano. El jaleo del brutal asesinato que se estaba perpetrando salía fuera del callejón, pero la presencia del chico les disuadía de acercarse. No porque fuese especialmente intimidante, si no porque la gente de los barrios bajos sabía de sobra que tenía que meterse en sus propios asuntos si no querían aparecer algún día muertos en un callejón con una bala en la frente o un cuchillo entre las tripas.
- Sí que ha aguantado el cabrón. Para ser una rata tenía bastante sangre.
Bromeó Ryushu, con un tono medio sarcástico al ver salir a Pain manchado por la carnicería. Avanzaron por las calles, buscando la casa del mafioso. La gente se apartaba a su paso. En los barrios bajos sabían bien que dos jovenzuelos armados podían ser más pendencieros y peligrosos que muchos adultos. Además el musculoso Pain imponía con su mera presencia y su enorme espadón, y los ojos rojos de Ryushu junto con su katana tampoco eran algo precisamente tranquilizante. Al cabo de un rato vieron una casa algo mejor cuidada de las demás, de la cual salieron dos hombres trajeados empujando a un tercero. El tercero era el que había comprado algo al camello. Le estaban gritando que se había equivocado de mercancía, y el tipo dijo que le habían engañado. Pain fue hasta la casa y uno de los tipos lo empujó y amenazó. "Grave error, amigo." Efectivamente, Pain le dirigió una mirada que no auguraba nada bueno a Ryushu. Este se quedó donde estaba, fumando, y le dejó eliminando a los tipos. La gente de la calle escapó al ver la escena, y pronto el lugar quedó vacío. Ryushu se acercó una vez hubo eliminado a los tres.
Una vez dentro, un tipo con una escopeta les intentó detener. Apuntó a Ryushu en la cabeza y les gritó que se pusieran de rodillas. "Un tiro en la cabeza es algo que no creo que mis poderes puedan curar... será mejor andarme con ojo." Fingió agacharse lentamente poniendo los brazos en alto. Entonces con una mano agarró velozmente el cañón del arma y lo apartó. Con la otra desenvainó y le atravesó la cabeza con la katana por el ojo. El hombre se desplomó retorciéndose, y Ryushu arrancó a Sōrāeji de su cadáver. Entonces tuvo una idea.
- Creo que sería interesante hacerle una visita a Bulldog para saber en qué anda metido. Ve tú al sótano. Haz lo que quieras con el Largo, captúralo vivo o mátalo, pero asegúrate de no dañarle la cara. El rostro tiene que quedar reconocible. Yo iré al piso de arriba.
Tras decir esto, avanzó hacia las escaleras al fondo de la estancia. Subió con su katana ensangrentada en la mano, y atento a cualquier ruido. Había esperado más vigilancia, pero todo parecía extrañamente vacío. ¿Habían llegado en un buen momento o les tenían una emboscada lista en algún lugar de la casa? No tenía sentido. Podía imaginarse por qué iba a querer Bulldog ayudar a un contrabandista, pero carecía de lógica pensar el que se arriesgase por él hasta el punto de dejar su casa casi desprotegida, permitir que agentes del Gobierno entrasen y armar una batalla en el interior. No, la explicación más lógica parecía ser que en aquel momento los hombres de Bulldog debían estar ocupados en otro lado. Lo cual era una suerte para ellos.
Llegó al piso se arriba y se dirigió a una puerta entreabierta en la que había escuchado un ruido de madera crujiendo. Se apoyó contra la pared, junto a la puerta y se dispuso a entrar. A pesar de que aparentase ser un adolescente cualquiera, no dejaba de ser un agente del CP bien entrenado. Un asesino profesional. Terminó su cigarrillo y lo tiró al suelo. Tras eso abrió la puerta del todo de una patada y entró corriendo. Había un hombre tras la puerta que gritó y cayó de rodillas sujetándose con una mano la cara. En la otra mano tenía un cuchillo ensangrentado. La escena no era difícil de reconstruir. El golpe le había hecho clavarse el arma. Al otro lado de la sala había un hombre con una pistola parapetado tras un sofá volcado. Este empezó a dispararle, pero Ryushu empleó el Kami-e. Con un agilidad sobrenatural, esquivó los tiros desplazando el cuerpo hacia los lados como si fuese una hoja de papel. Se acercó al mafioso y lo decapitó en un movimiento simple. Después volvió hacia el otro, y vio que la herida había sido en el ojo izquierdo. Ryushu hizo un ligero gesto de asco y lo remató, acabando con su sufrimiento. Limpió el arma contra la ropa del hombre y entró en la siguiente estancia. En esta había un hombre gordo con muchas papadas, temblando tras un escritorio. Al verle dijo.
- ¡No me haga daño! Puede tomar todo lo que encuentre de valor en la sala, pero no me haga daño, por favor.
- Tranquilo, Bulldog. Dame tus libros de cuentas y no te pasará nada.
El hombre tembló ostensiblemente y abrió mucho los ojos, entendiendo lo que le pedía. Darle los libros de cuenta implicaba delatar a todos sus contactos y aliados. El libro de cuentas de alguien como él podía valer muchísimo dinero en las manos adecuadas, y para el Gobierno especialmente. Ryushu podría sacar mucho provecho de aquello. Si llevaba a cabo una investigación por su cuenta, podría combatir el crimen organizado y ascender puestos en el Cipher Pol gracias a su actuación. Sin embargo, para Bulldog darle el libro podría significarle la muerte por traicionar a sus amigos... aunque si no se lo daba afrontaba una muerte segura.
- ¡De acuerdo, de acuerdo! Aquí está.
Escuchó al hombre abrir un cajón del escritorio. Este sacó un libro y se lo ofreció, tembloroso. Ryushu se acercó. En el último momento vio las intenciones de Bulldog en sus ojos, pero era ya demasiado tarde. El mafioso sacó la pistola que sujetaba con la otra mano de debajo del escritorio y le disparó a quemarropa. Debido a que le temblaba el pulso, erró el tiro y el tiro le pasó rozándole la piel justo bajo el costado, arrancándole un cacho de carne y ropa. El agente maldijo y le clavó a Sōrāeji en el cuello de una estocada. John se llevó las manos al cuello gorgoteando, con el libro aun en su mano derecha. Ryushu se lo quitó y arrancó la espada de su nuez, mientras el otro se desplomaba sobre el escritorio, agonizante. Miró el libro, para comprobar si no le había engañado. Este se había manchado de sangre en la acción. Lo abrió. Era el libro de cuentas, en efecto. Se lo guardó en el forro de su chaqueta y bajó al piso de abajo, a esperar al cazador.
- Sí que ha aguantado el cabrón. Para ser una rata tenía bastante sangre.
Bromeó Ryushu, con un tono medio sarcástico al ver salir a Pain manchado por la carnicería. Avanzaron por las calles, buscando la casa del mafioso. La gente se apartaba a su paso. En los barrios bajos sabían bien que dos jovenzuelos armados podían ser más pendencieros y peligrosos que muchos adultos. Además el musculoso Pain imponía con su mera presencia y su enorme espadón, y los ojos rojos de Ryushu junto con su katana tampoco eran algo precisamente tranquilizante. Al cabo de un rato vieron una casa algo mejor cuidada de las demás, de la cual salieron dos hombres trajeados empujando a un tercero. El tercero era el que había comprado algo al camello. Le estaban gritando que se había equivocado de mercancía, y el tipo dijo que le habían engañado. Pain fue hasta la casa y uno de los tipos lo empujó y amenazó. "Grave error, amigo." Efectivamente, Pain le dirigió una mirada que no auguraba nada bueno a Ryushu. Este se quedó donde estaba, fumando, y le dejó eliminando a los tipos. La gente de la calle escapó al ver la escena, y pronto el lugar quedó vacío. Ryushu se acercó una vez hubo eliminado a los tres.
Una vez dentro, un tipo con una escopeta les intentó detener. Apuntó a Ryushu en la cabeza y les gritó que se pusieran de rodillas. "Un tiro en la cabeza es algo que no creo que mis poderes puedan curar... será mejor andarme con ojo." Fingió agacharse lentamente poniendo los brazos en alto. Entonces con una mano agarró velozmente el cañón del arma y lo apartó. Con la otra desenvainó y le atravesó la cabeza con la katana por el ojo. El hombre se desplomó retorciéndose, y Ryushu arrancó a Sōrāeji de su cadáver. Entonces tuvo una idea.
- Creo que sería interesante hacerle una visita a Bulldog para saber en qué anda metido. Ve tú al sótano. Haz lo que quieras con el Largo, captúralo vivo o mátalo, pero asegúrate de no dañarle la cara. El rostro tiene que quedar reconocible. Yo iré al piso de arriba.
Tras decir esto, avanzó hacia las escaleras al fondo de la estancia. Subió con su katana ensangrentada en la mano, y atento a cualquier ruido. Había esperado más vigilancia, pero todo parecía extrañamente vacío. ¿Habían llegado en un buen momento o les tenían una emboscada lista en algún lugar de la casa? No tenía sentido. Podía imaginarse por qué iba a querer Bulldog ayudar a un contrabandista, pero carecía de lógica pensar el que se arriesgase por él hasta el punto de dejar su casa casi desprotegida, permitir que agentes del Gobierno entrasen y armar una batalla en el interior. No, la explicación más lógica parecía ser que en aquel momento los hombres de Bulldog debían estar ocupados en otro lado. Lo cual era una suerte para ellos.
Llegó al piso se arriba y se dirigió a una puerta entreabierta en la que había escuchado un ruido de madera crujiendo. Se apoyó contra la pared, junto a la puerta y se dispuso a entrar. A pesar de que aparentase ser un adolescente cualquiera, no dejaba de ser un agente del CP bien entrenado. Un asesino profesional. Terminó su cigarrillo y lo tiró al suelo. Tras eso abrió la puerta del todo de una patada y entró corriendo. Había un hombre tras la puerta que gritó y cayó de rodillas sujetándose con una mano la cara. En la otra mano tenía un cuchillo ensangrentado. La escena no era difícil de reconstruir. El golpe le había hecho clavarse el arma. Al otro lado de la sala había un hombre con una pistola parapetado tras un sofá volcado. Este empezó a dispararle, pero Ryushu empleó el Kami-e. Con un agilidad sobrenatural, esquivó los tiros desplazando el cuerpo hacia los lados como si fuese una hoja de papel. Se acercó al mafioso y lo decapitó en un movimiento simple. Después volvió hacia el otro, y vio que la herida había sido en el ojo izquierdo. Ryushu hizo un ligero gesto de asco y lo remató, acabando con su sufrimiento. Limpió el arma contra la ropa del hombre y entró en la siguiente estancia. En esta había un hombre gordo con muchas papadas, temblando tras un escritorio. Al verle dijo.
- ¡No me haga daño! Puede tomar todo lo que encuentre de valor en la sala, pero no me haga daño, por favor.
- Tranquilo, Bulldog. Dame tus libros de cuentas y no te pasará nada.
El hombre tembló ostensiblemente y abrió mucho los ojos, entendiendo lo que le pedía. Darle los libros de cuenta implicaba delatar a todos sus contactos y aliados. El libro de cuentas de alguien como él podía valer muchísimo dinero en las manos adecuadas, y para el Gobierno especialmente. Ryushu podría sacar mucho provecho de aquello. Si llevaba a cabo una investigación por su cuenta, podría combatir el crimen organizado y ascender puestos en el Cipher Pol gracias a su actuación. Sin embargo, para Bulldog darle el libro podría significarle la muerte por traicionar a sus amigos... aunque si no se lo daba afrontaba una muerte segura.
- ¡De acuerdo, de acuerdo! Aquí está.
Escuchó al hombre abrir un cajón del escritorio. Este sacó un libro y se lo ofreció, tembloroso. Ryushu se acercó. En el último momento vio las intenciones de Bulldog en sus ojos, pero era ya demasiado tarde. El mafioso sacó la pistola que sujetaba con la otra mano de debajo del escritorio y le disparó a quemarropa. Debido a que le temblaba el pulso, erró el tiro y el tiro le pasó rozándole la piel justo bajo el costado, arrancándole un cacho de carne y ropa. El agente maldijo y le clavó a Sōrāeji en el cuello de una estocada. John se llevó las manos al cuello gorgoteando, con el libro aun en su mano derecha. Ryushu se lo quitó y arrancó la espada de su nuez, mientras el otro se desplomaba sobre el escritorio, agonizante. Miró el libro, para comprobar si no le había engañado. Este se había manchado de sangre en la acción. Lo abrió. Era el libro de cuentas, en efecto. Se lo guardó en el forro de su chaqueta y bajó al piso de abajo, a esperar al cazador.
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Ya habían entrado en la casa, el plan había comenzado y la captura de aquel idiota estaba próxima. La fría mirada del chico observaba el lugar con atención cuando un tipo armado apareció de la nada. Este les apuntó con su escopeta, el cazador levantó las manos al no poder hacer nada. El moreno se agachaba con cuidado pero de repente en un acto de perfecta agilidad desvió el cañón y mató con su espada aquel tipo. La herida era en un punto muy frágil, le había atravesado el ojo de cuajo con su arma. El ojo era una zona muy dolorosa pero dado que la muerte fue rápida no fue tan dolorosa como el peli naranja creía que podía ser si el tipo sobrevivía unos instantes. Ahora su compañero le dijo que se dirigiera al sótano donde estaría el tipo al que había que dar caza, el rostro debía quedar reconocible. Pensó en traer solo la cabeza pero no creía que aquello agradara mucho al que había que entregar dicho cuerpo. Ya pensaría algo para que estuviere reconocible. Ahora había llegado el momento de actuar y eliminar a todo el que se pusiera delante.
El chico derribó una de las puertas con su pierna derecha, frente a él había unas escaleras que conducían a una sala de abajo, estaba claro que era el sótano y donde estaría escondido el tipo al que debían buscar. Todo estaba oscuro y apenas se veía nada, los silenciosos pasos del cazador se desplazaban con cada escalón algo más hacia abajo. Ruidos de gente hablando se escuchaban, el peli naranja no dio importancia a las voces y continuó caminando hacia abajo con su arma en la mano derecha empuñándola con fuerza. Las vendas empapadas de sangre dejaban unas gotitas rojas carmesí por el camino aunque con aquella oscuridad apenas se podían ver o al menos distinguir. Una vez bajó llegó a un pasillo oscuro y estrecho, al final se podía observar una luz que iluminaba una sala. Avanzó por aquel pasillo de forma lenta y precavida procurando no pisar en sitios raros para no caer en alguna posible trampa o no hacer mucho ruido. Al llegar al final se agachó aún en la oscuridad para poder ver que estaba pasando en aquella sala, su expresión seria seguía en su rostro pese a todo.
En dicha sala había cinco tipos, uno de ellos estaba nervioso y los demás le llamaban por su nombre el cual era Johny. Otros dos eran gemelos armados con pistolas, otro un tipo gordo con un puro en la boca y muy bien vestido de traje. Por último un hombre de piel oscura y un imponente tamaño y musculatura el cual solo vestía una camiseta blanca de tirantes. El hombre nervioso que se suponía que era la presa del cazador era un tipo moreno de pelo corto vestido con un chaleco verde y unos pantalones grises. El hombre gordo del puro se dirigió a él hablándole en un tono serio mientras exhalaba el humo. El tipo le escuchaba moviéndose de un lado a otro con unos nervios increíbles.
- Johny haz el favor de calmarte, no es culpa tuya que tu cliente estuviera armado. Ya conseguirás esa pasta perdida. No era para tanto después de todo, eso lo consigo yo con una simple partida de póker con los colegas aquí sentados.
- Eso dilo por ti Huite, yo amo el dinero y cualquier pequeña cantidad me sirve para mis objetivos por lo que si me importa cualquier cifra que se pierda por muy diminuta que esta pueda ser.
El cazador escuchando la conversación pegó un fuerte pisotón desde la oscuridad del pasillo, lo hizo a propósito para alertar aquellos idiotas de que estaba allí. Uno de los gemelos se levantó mirando con el ceño fruncido y se aventuró en el pasillo con una pistola en mano. Los demás miraban tranquilamente sin decir nada de nada. En cuanto aquel hombre se perdió en la oscuridad del pasillo un ruido extraño se escuchó. El chico peli naranja había atravesado la garganta de aquel hombre con su arma. Arrebató su pistola y salió de la oscuridad colocándose en la entrada de la sala donde la luz iluminó su aterrador físico. Esos ojos llenos de frialdad y maldad atemorizaron a los tipos que estaban allí. El otro gemelo sacó su arma pero el cazador más rápido le pegó un tiro en la cabeza con la pistola del otro. No se le daban bien las armas pero a esa distancia no podría fallar pues estaban muy cerca. Ahora las caras de aquellos hombres era de pavor, este arrojó el arma de fuego al suelo y observó a los demás hablando de repente en aquel tono frio y serio que ponía los pelos de punta a más de uno.
- Johny el largo. Deberás venir conmigo, no hagas las cosas difíciles o me veré obligado a hacerlo a mi modo.
Aquel tipo negó varias veces con la cabeza retrocediendo, el tipo del puro sacó un cuchillo de cocina y se levanto corriendo como podía a por él. Los ojos de Pain se fijaron en el tipo y de un simple movimiento clavó su vendada arma en el cráneo de aquel tipo para después retirarla y de una patada en el pecho tirar al hombre de espaldas mientras se desangraba. A continuación retiró las vendas ensangrentadas de su arma y observó a los dos restantes. El tipo de piel oscura se levantó riendo de forma sádica y de un simple puñetazo con fuerza mandó al cazador estampándolo contra una pared. Este pese al golpe se levantó al momento con el arma en su mano y con el ceño fruncido. Aquel tipo reía y cogió el sillón en peso lanzándolo contra el cazador. Este no hizo por esquivarlo, echó su arma hacia atrás con fuerza y lanzó un potente golpe contra el sillón destrozándolo, tras aquello corrió a por el hombre y lanzó otro golpe a su pecho. El arma atravesó el pecho y al corazón del tipo con aquellos pinchos que tenía. El hombre cayó muerto al suelo. Ahora solo quedaba el objetivo que estaba mirando aterrorizado. Tahiko caminó hacia él mirándole sin expresión con un leve dolor en el hombro por el maldito golpe que había recibido. Sus ojos se clavaron en los del tipo que se hacía llamar Johny.
- Tiene suerte de que no pueda destrozarte la cara.
El tipo pareció gustarle aquella noticia y sonrió un poco pero momentos después el peli naranja clavó su pie en la mejilla de aquel tipo estampándole la cabeza por la parte de atrás contra la pared y haciéndole una gran brecha. El hombre gritó de dolor y el arma de Pain atravesó su pecho por completo, lo ensartó como si de un trozo de carne fuera y echó la espada en su hombro dejándolo allí clavado. El rostro estaba intacto, ahora había escuchado un disparo. Sus ojos miraron al techo.
- Ryushu
Dijo de forma fría y seria para después comenzar a pasar por aquel pasillo y tras aquello subir por las escaleras, una vez estuvo allí observó a su compañero.
- Trabajo hecho. ¿Estás bien?
Dijo con un tono frio como el hielo esperando la respuesta y el momento de largarse de aquel lugar lleno de cadáveres, la sangre caía en forme de chorro por la espada del peli naranja donde estaba ensartado aquel tipo que estaba muerto.
El chico derribó una de las puertas con su pierna derecha, frente a él había unas escaleras que conducían a una sala de abajo, estaba claro que era el sótano y donde estaría escondido el tipo al que debían buscar. Todo estaba oscuro y apenas se veía nada, los silenciosos pasos del cazador se desplazaban con cada escalón algo más hacia abajo. Ruidos de gente hablando se escuchaban, el peli naranja no dio importancia a las voces y continuó caminando hacia abajo con su arma en la mano derecha empuñándola con fuerza. Las vendas empapadas de sangre dejaban unas gotitas rojas carmesí por el camino aunque con aquella oscuridad apenas se podían ver o al menos distinguir. Una vez bajó llegó a un pasillo oscuro y estrecho, al final se podía observar una luz que iluminaba una sala. Avanzó por aquel pasillo de forma lenta y precavida procurando no pisar en sitios raros para no caer en alguna posible trampa o no hacer mucho ruido. Al llegar al final se agachó aún en la oscuridad para poder ver que estaba pasando en aquella sala, su expresión seria seguía en su rostro pese a todo.
En dicha sala había cinco tipos, uno de ellos estaba nervioso y los demás le llamaban por su nombre el cual era Johny. Otros dos eran gemelos armados con pistolas, otro un tipo gordo con un puro en la boca y muy bien vestido de traje. Por último un hombre de piel oscura y un imponente tamaño y musculatura el cual solo vestía una camiseta blanca de tirantes. El hombre nervioso que se suponía que era la presa del cazador era un tipo moreno de pelo corto vestido con un chaleco verde y unos pantalones grises. El hombre gordo del puro se dirigió a él hablándole en un tono serio mientras exhalaba el humo. El tipo le escuchaba moviéndose de un lado a otro con unos nervios increíbles.
- Johny haz el favor de calmarte, no es culpa tuya que tu cliente estuviera armado. Ya conseguirás esa pasta perdida. No era para tanto después de todo, eso lo consigo yo con una simple partida de póker con los colegas aquí sentados.
- Eso dilo por ti Huite, yo amo el dinero y cualquier pequeña cantidad me sirve para mis objetivos por lo que si me importa cualquier cifra que se pierda por muy diminuta que esta pueda ser.
El cazador escuchando la conversación pegó un fuerte pisotón desde la oscuridad del pasillo, lo hizo a propósito para alertar aquellos idiotas de que estaba allí. Uno de los gemelos se levantó mirando con el ceño fruncido y se aventuró en el pasillo con una pistola en mano. Los demás miraban tranquilamente sin decir nada de nada. En cuanto aquel hombre se perdió en la oscuridad del pasillo un ruido extraño se escuchó. El chico peli naranja había atravesado la garganta de aquel hombre con su arma. Arrebató su pistola y salió de la oscuridad colocándose en la entrada de la sala donde la luz iluminó su aterrador físico. Esos ojos llenos de frialdad y maldad atemorizaron a los tipos que estaban allí. El otro gemelo sacó su arma pero el cazador más rápido le pegó un tiro en la cabeza con la pistola del otro. No se le daban bien las armas pero a esa distancia no podría fallar pues estaban muy cerca. Ahora las caras de aquellos hombres era de pavor, este arrojó el arma de fuego al suelo y observó a los demás hablando de repente en aquel tono frio y serio que ponía los pelos de punta a más de uno.
- Johny el largo. Deberás venir conmigo, no hagas las cosas difíciles o me veré obligado a hacerlo a mi modo.
Aquel tipo negó varias veces con la cabeza retrocediendo, el tipo del puro sacó un cuchillo de cocina y se levanto corriendo como podía a por él. Los ojos de Pain se fijaron en el tipo y de un simple movimiento clavó su vendada arma en el cráneo de aquel tipo para después retirarla y de una patada en el pecho tirar al hombre de espaldas mientras se desangraba. A continuación retiró las vendas ensangrentadas de su arma y observó a los dos restantes. El tipo de piel oscura se levantó riendo de forma sádica y de un simple puñetazo con fuerza mandó al cazador estampándolo contra una pared. Este pese al golpe se levantó al momento con el arma en su mano y con el ceño fruncido. Aquel tipo reía y cogió el sillón en peso lanzándolo contra el cazador. Este no hizo por esquivarlo, echó su arma hacia atrás con fuerza y lanzó un potente golpe contra el sillón destrozándolo, tras aquello corrió a por el hombre y lanzó otro golpe a su pecho. El arma atravesó el pecho y al corazón del tipo con aquellos pinchos que tenía. El hombre cayó muerto al suelo. Ahora solo quedaba el objetivo que estaba mirando aterrorizado. Tahiko caminó hacia él mirándole sin expresión con un leve dolor en el hombro por el maldito golpe que había recibido. Sus ojos se clavaron en los del tipo que se hacía llamar Johny.
- Tiene suerte de que no pueda destrozarte la cara.
El tipo pareció gustarle aquella noticia y sonrió un poco pero momentos después el peli naranja clavó su pie en la mejilla de aquel tipo estampándole la cabeza por la parte de atrás contra la pared y haciéndole una gran brecha. El hombre gritó de dolor y el arma de Pain atravesó su pecho por completo, lo ensartó como si de un trozo de carne fuera y echó la espada en su hombro dejándolo allí clavado. El rostro estaba intacto, ahora había escuchado un disparo. Sus ojos miraron al techo.
- Ryushu
Dijo de forma fría y seria para después comenzar a pasar por aquel pasillo y tras aquello subir por las escaleras, una vez estuvo allí observó a su compañero.
- Trabajo hecho. ¿Estás bien?
Dijo con un tono frio como el hielo esperando la respuesta y el momento de largarse de aquel lugar lleno de cadáveres, la sangre caía en forme de chorro por la espada del peli naranja donde estaba ensartado aquel tipo que estaba muerto.
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