Cuidado, eso corta (Gaia / Kaito) [Privado / Pasado]

Caminaba por aquellas calles, sin conocer nada, solo sabía que pertenecía a la marina. Miraba a mi alrededor, era un lugar muy bonito, pero me parecía un poco desolado. Supongo que por las horas, a las 6 de la mañana no creo que haya mucha gente por ahí. Seguí caminando, mientras aun salía el sol, pero con un cielo cubierto de nubes, salía algún rayito a través de las nubes, que parecía que poco a poco se tornaban nubarrones de lluvía.

-Madre mía la que me espera, y yo sin saber donde meterme -pensaba para mí, mientras miraba a mi alrededor, que la gente seguía sin salir, excepto los comercios, los bares y cafeterías. Algunas de las cafeterías tenían mesas fuera, miraba como los dueños salían a abrir los toldos, sabían también que se acercaba una buena tormenta.

Sin prisa me acerqué a una de las cafeterías.

-Buenos días, ¿ya atienden? -pregunté con educación, no había comido nada, y tenía bastante hambre.

-Buenos días, si, sientese, en un ratito le atenderémos -dijo el hombre, el cual ya peinaba canas, mientras entraba dentro a avisar a sus compañeros y compañeras.

La primera clienta de una cafetería, jamás me pasó tal cosa, al contrario, suelo ser de las últimas, soy bastante dormilona.

Después de 5 minutos de espera, llega una mujer, de unos 45 años.

-Buenos días señorita, disculpe la espera, ¿que desea tomar? -preguntá con elegancia y sencillez.

-Tomaré un té verde con un crosant a la plancha por favor -digo con una gran sonrisa, me encanta los croasanes.

-Muy bien señorita, enseguida se lo traigo, muchas gracias -se da la vuelta.

-A usted -digo amablemente. Mientras espero mi desayuno, observo como alguna gente ya empieza a salir, con paraguas incluído.

Después de unos minutos, la mujer trajo mi desayuno, y como sin darme cuenta, fue a una mesa cercana a la mía a atender a un chico, del que no me había dado cuenta que se sentó… cerca de mí. Lo tenía prácticamente de frente, así que le sonreí, y asentí con la cabeza a modo de saludo. Pues éramos los únicos en ese momento que estaban allí.

-Buenos días caballero -le dije mientras cogía la taza de mi te, y le daba un pequeño sorbo. Lo miraba, le recorría con mi mirada, de forma totalmente desvergonzada, su cabello blanco y negro me llamó bastante la atención, pues el chico parecía muy joven como para tener canas.

Sonreía cuando le miraba, pues notaba que tampoco me quitaba la vista de encima, como si buscase algo de mí. No me sentí incómoda para nada, lo único incómodo era mi chaqueta, que me daba un poco de calor. Me la saqué, y la dejé sobre el respaldo de la silla donde me situaba.

Mi camiseta de color rojo dejaba ver unos brazos fuertes, y tatuados, lo cual ya se podía ver igual sin la chaqueta, pues era de medía manga, y se podían entrever. Agarré con mi mano derecha las chapas de mi padre, eran sus chapas de la marina, me las guardé dentro de mi camiseta, por si resultase que el chico fuese un pirata, que lo dudaba.

Mientras las guardaba, me fijaba que al chico le faltaba un brazo, vaya, me gustaría saber que le ocurrió, pero quizás no quisiera contárselo a una persona que no conoce. Seguí con el croissant, después de dar un pequeño sorbo del té.

El chico me devolvió el saludo, pero sin sonrisa, ¿por qué el chico no sonreía?, bah, al fin y al cabo, no era asunto mío. Después de un rato, seguí desayunando, tranquilamente, sin darme prisa, en aquel momento estaba tranquila, oliendo mi maravilloso café, los croissants ya estaban acabados.

Me dedicaba a mirar a mi alrededor, veía pasar a la gente que me decía que aproveche, me saludaban, sonreían… poco a poco el pueblo se llenaba de vida.

Llamé a la chica, y le pedí que me trajese la cuenta, un café y unos croissants no creo que fuesen demasiado caros.

-Por favor, ¿puede traerme la cuenta?, gracias -le dije sonriendo, mirando sus ojos, eran de un color ámbar, un color muy bonito. Mientras esperaba, saqué del interior de mi chaqueta una hoja, donde estaban las recompensas de la gente que podía capturar.

Me levanté, con un buen sabor de boca, me puse a pasear, mientras miraba a mi alrededor. No dejaba de estar impresionada por todo lo que veía.

Cuando me di cuenta, pasó el chico que estaba desayunando a mi lado, mientras seguía mirando las hojas de búsqueda. Tenía curiosidad por conocer a aquel chico.

-Hola, me llamo Gaia -le dije, quería conocerle, y saber a que se dedicaba, y sobre todo, si podía ayudarle en algo.

Esperaba que no le importase que me presentase así sin más. Le miraba, sondeando que pensaba, mi mirada era completamente sincera y cariñosa.

El chico debía ir pensando en otras cosas, pues lo notaba distraído mientras caminaba delante de mí. La gente de alrededor paseaba, con sus bolsas de la compra, o simplemente mirando los escaparates. Algunas tiendas de ropa, otras eran panaderías, que envolvían toda la calle de olor a empanadas.

Se giró finalmente a mirarme, tenía un toque serio, pero cálido, no parecía que tuviese pinta de hacerme daño, así que me dejaría llevar hasta que punto soy capaz de conocerle.

-¿Puedo acompañarte?, tienes pinta de conocer este lugar -dije acercándome a él, dándole la mano, con la buena educación que me dieron.

Le miraba con cierta benevolencia, y con un toque de duda, no sabía si podía ser un pirata, o si otro cazador como yo, mantendría las distancias por si acaso, no quería resultar herida, ni herirlo a él. Aunque, de todos modos, mirando antes las hojas de se busca, no vi su cara en ellas. Podría ser que fuese un simple ciudadano.

El chico aceptó de buena gana mi compañía, algo que me alegró, se notaba en mis ojos, y en mi sonrisa sincera por haber aceptado. Andamos hacía cierta zona, él parecía que buscaba algo por allí, así que me disponía a preguntarle, cuando parecía que me había leído la mente, dijo que cuando encontrase a quien buscaba, no le esperaba nada bueno, y que no le detuviese.

-No hay problema, si puedo ayudarte, también lo haré -le dije con una sonrisa, y mirado al frente, no sabía que tramaba, pero algo bueno estaba claro que no. Lo que dijo solo me resolvió una parte de la duda, aún quedaba saber de quién hablábamos.

-Si no es mucha indiscreción, ¿a quién buscamos?, si puede saberse -pregunté con una dulce voz, para que no pareciese que juzgaba a nadie. Le seguí hasta donde me tenía que llevar, en ese mismo lugar hallaría la respuesta, y si dios quiere, el motivo de esta pelea.

Cuando le escuché decir que buscaba al hombre que destruyó su aldea, puse mi mano sobre el hombre donde le faltaba un brazo, cerré los ojos, y suspiré.

-Lo siento muchísimo, a veces las luchas son de lo peor, y sobre todo si hay gente inocente de por medio -dije sacando mi mano de su hombro, pues no quería incomodarle, apenas le conocía, y podía ser que no le gustase que le tocasen.

Mira a su alrededor, buscando un lugar, quizás buscando a quien quiere encontrar. Miro a su alrededor como él, y noto una sensación extraña, agarró una de mis pistolas, acariciando la culata, no me haría ninguna gracia que alguien nos pillase desprevenidos.

Le sigo hasta una ruinosa taberna, ¿Qué demonios ha ocurrido aquí?, ¿una pelea?, ¿el paso del tiempo?, eso da igual, no es algo importante, pero espero no tener que luchar ahí dentro, pues podría caérsenos encima las ruinas de este lugar.

Al chico le cambia su mirada, se vuelve fría y cruel, está claro que está muy cabreado con lo que ocurrió, y desde luego, a mí también me ha puesto de mala hostia lo que me ha contado, nadie quiere ver a una chica enfadada, aunque el hombre al que busca Kaito no me conoce, ni sabe que Kaito viene acompañado.

-De acuerdo, entra primero, yo te cubro -dije entrando detrás de él, no querría por nada del mundo que pudiera ocurrirle nada a él, y por supuesto tampoco a mí.

El chico entró, aunque noté una mirada de desacuerdo cuando toqué la culata de una de mis pistolas, cada uno se defendía con lo que podía. Quise respetarlo, así que saqué de detrás de mí, mi katana, con un filo que podía cortar el diamante si se lo propusiera.

Al entrar tuvo que parar un ataque, de alguien que le llamó manco, miré hacía el hombre, que en cuestión de segundos estaba en el suelo. El chico habló con los presentes en la taberna, preguntando si conocían a quien buscaba, y qué si alguien le protegía, que se atuviese a las consecuencias.

Yo miraba hacía el lado contrario de donde estaba Kaito. En el fondo de la calle a la derecha, se acercaban 4 hombres, que venían corriendo, probablemente hombres de ese que busca Kaito.

-Emmm, no quiero interrumpirte, pero vienen 4 hombres a la derecha, voy a ocuparme de ellos mientras tu sigues con lo que estás -dije saliendo del lugar, les esperaba lista para la lucha. Aun me fijaría de vez en cuando en Kaito, por si necesitaba mi ayuda.

Me quedé fuera, con la katana apoyada en el suelo, esperando que a aquellos hombres llegasen, preparé mis reflejos, y mis pistolas, quería ver de que eran capaces aquellos hombres.

Llegaron junto a mí, y comenzaron una cruenta batalla para liquidarme, no consiguieron nada, ni siquiera un corte, pues activaba mi akuma, y al ser de polvo de aluminio no podían llegar a herirme a nivel físico.

-Vamos, ¿no sabéis hacer nada más? -dije sonriendo cual hiena desatada, comencé a dar cortes en el aire, que llegaban a ellos, cortándoles el cuerpo, en algún momento incluso dejándoles en el suelo con grandes cortes, y gran dolor. Solo quedaba uno, pues el resto a pesar de no estar muertos, quedaron malheridos.

-Bien, a ti te voy a noquear para informarme más tarde -dije haciendo que de mi mano saliese una cuerda de polvo de aluminio, y le até las manos y los pies, haciéndole caer como un saco de patatas.

Después de acabar con los hombres, excepto uno, el chico se dirige a una esquina, donde se halla un hombre al cual no conozco. Hablan entre ellos, mientras sigo vigilando, desde la puerta miro para delante, y para dentro del local.

Desde la distancia en la que estaba, me parecía escuchar que le preguntaba Kaito al hombre donde estaba su jefe, no ha debido de decir lo que quería oír, pues le corto el cuello.

-Bien, ¿y ahora que? -pregunté al ver lo que hizo, estaba claro que no se iba a solucionar solo con cortarle el cuello al chico.

Al chico no parecía interesarle estar ya allí, tenía la intención de buscar la información por otro lado. La verdad es que el hombre al que interrogaba, era bastante tozudo, seguramente si le hubiera dicho lo que quería oír Kaito, seguiría con vida, o puede que no, quien sabe.

Mientras su espada se convertía en un bastón, me comentaba algo que me dejo sencillamente confundida. El chico no me conocía de nada, pero me estaba ofreciendo formar un gremio, y ayudarnos mutuamente.

-Emmm, sí, claro que sí, no está de más tener una mano amiga -dije dándole la mano. Era algo curioso lo que estaba ocurriendo, sin conocerme de nada, me estaba ofreciendo ayuda mutua.

-Agradezco que pongas un voto de confianza en mí para este tema -comenté después de darle la mano, agradeciéndole por incluirme en su gremio.