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Domica, un lugar enorme, donde pasear, una persona que compra compulsivamente sería la más feliz del mundo aquí. Tienen una gran variedad de tiendas, comercios, pescadería… de todo. Quizás Noa aquí pudiese comprar algo que prepararme, ya que me dijo que era cocinero.
Era una mañana preciosa, y yo había alquilado una casita pequeña por unos días para poder estar con Noa, si es que al final aparecía. Lo había citado para que viniese. En este momento me encontraba abriendo por primera vez la puerta del lugar. Nada más entrar, un amplio pasillo, a la derecha una entrada sin puerta, que daba a la sala y la cocina, puesto que eran de esas típicas casas que ambas partes están unidas, la siguiente puerta de la derecha un dormitorio con su cama de matrimonio y con su baño, y al lado izquierdo, un saloncito pequeño con una chimenea, que en esta época ni falta hace encenderla, y una enorme y mullida alfombra blanca, de pelo largo, de forma redonda, y con muchos cojines alrededor, y la siguiente puerta un cuarto de baño sencillo. Todo de forma moderna, en colores blancos y verdes, los colores de la naturaleza.
Estaba de pie, mirando absorta todo a mi alrededor, era algo precioso, moderno, con colores bonitos y vivos, esperaba de corazón que le gustase a Noa.
Me dispuse a hablar con el dueño que me la alquilaba.
-Es un lugar precioso, espero que a mi… amigo le guste -dijo mirándole, dándole el total de los días que íbamos a estar en esta casa.
-Muchas gracias, espero que si, les guste, y vuelvan en algún momento -dijo el hombre de avanzada de edad, despidiéndose. Me chocaba que un hombre de esa edad tuviese una casita tan moderna.
Me dirigí a la cocina, y miré que cosas había, pensaba que en una casa que debía de llevar un tiempo vacía, apenas habría nada, pero mi sorpresa fue ver que había un montón de ollas, cazos, sartenes, platos, cubiertos… de todo había. Me sorprendió gratamente, así no tendría que comprar nada, solo la comida, ya que es de lo único que carecía la casa. Mire si tenía que comprar algo más, pero no, la casa tenía de todo, excepto comida.
Cuando hablé con Noa para quedar con el aquí, le di la dirección de donde vernos, ya que esta casa la había reservado días antes. Esperaba que encontrase el lugar con facilidad. Mientras esperaba, me senté en la cocina, con un vaso de agua, y con música.
Era una mañana preciosa, y yo había alquilado una casita pequeña por unos días para poder estar con Noa, si es que al final aparecía. Lo había citado para que viniese. En este momento me encontraba abriendo por primera vez la puerta del lugar. Nada más entrar, un amplio pasillo, a la derecha una entrada sin puerta, que daba a la sala y la cocina, puesto que eran de esas típicas casas que ambas partes están unidas, la siguiente puerta de la derecha un dormitorio con su cama de matrimonio y con su baño, y al lado izquierdo, un saloncito pequeño con una chimenea, que en esta época ni falta hace encenderla, y una enorme y mullida alfombra blanca, de pelo largo, de forma redonda, y con muchos cojines alrededor, y la siguiente puerta un cuarto de baño sencillo. Todo de forma moderna, en colores blancos y verdes, los colores de la naturaleza.
Estaba de pie, mirando absorta todo a mi alrededor, era algo precioso, moderno, con colores bonitos y vivos, esperaba de corazón que le gustase a Noa.
Me dispuse a hablar con el dueño que me la alquilaba.
-Es un lugar precioso, espero que a mi… amigo le guste -dijo mirándole, dándole el total de los días que íbamos a estar en esta casa.
-Muchas gracias, espero que si, les guste, y vuelvan en algún momento -dijo el hombre de avanzada de edad, despidiéndose. Me chocaba que un hombre de esa edad tuviese una casita tan moderna.
Me dirigí a la cocina, y miré que cosas había, pensaba que en una casa que debía de llevar un tiempo vacía, apenas habría nada, pero mi sorpresa fue ver que había un montón de ollas, cazos, sartenes, platos, cubiertos… de todo había. Me sorprendió gratamente, así no tendría que comprar nada, solo la comida, ya que es de lo único que carecía la casa. Mire si tenía que comprar algo más, pero no, la casa tenía de todo, excepto comida.
Cuando hablé con Noa para quedar con el aquí, le di la dirección de donde vernos, ya que esta casa la había reservado días antes. Esperaba que encontrase el lugar con facilidad. Mientras esperaba, me senté en la cocina, con un vaso de agua, y con música.
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Había quedado con Gaia en Domica. Quería que pasásemos unos cuantos días en aquella isla del South Blue, no parecía una mala idea, así podía cogerme unos días de descanso en el Gobierno. Llegué a la isla gracias a un barco mercante que tenía que llevar mercancías desde Baterilla así que aproveché su trayecto para viajar por la cara. Ya en Domica, desembarque en el muelle tan rocambolesco y crujiente al pisarlo, tan crujiente que hasta parecía que los tablones de madera se iban a partir de un momento a otro. Me adentré en la ciudad para dar una vuelta por el mercado antes de ir a la dirección que Gaia me había facilitado, allí en el bazar encontré varios puestos al aire libre bastante acogedores.
Luego de varias paradas en puestos con comida, cargué con varios ingredientes para preparar las comidas de los días que íbamos a pasar en la isla. Seguí paseando hasta salir del bazar, por las indicaciones que me había dado, debía seguir la calle principal de la ciudad, la misma que la del mercado y justo una vez en el final de esta, girar a la derecha y seguir recto durante unos minutos. Las instrucciones me llevaron hasta una casita un poco apartada de la ciudad principal. Allí pude ver a Gaia por una de las ventanas del edificio. Pensaba que me iba a costar más encontrarla pero mejor así.
Crucé el camino que llevaba de la calle hasta la puerta de la casa atravesando un pequeño jardín delantero con flores variadas.Al llegar a la puerta me di media vuelta para contemplar el paisaje con el que viviría los siguientes días. Frente a la casa se expandía una basta pradera con animales típicos de la ganadería pastando a sus anchas. Parecía un excelente lugar el que había elegido Gaia para tomarnos unas vacaciones. No pude evitar sonreír al ver el lugar. Ya preparado con todo, llamé a la puerta esperando que me abriese. En ese momento empezaría una pequeña etapa de convivencia con la persona que quería estar en ese momento.
Luego de varias paradas en puestos con comida, cargué con varios ingredientes para preparar las comidas de los días que íbamos a pasar en la isla. Seguí paseando hasta salir del bazar, por las indicaciones que me había dado, debía seguir la calle principal de la ciudad, la misma que la del mercado y justo una vez en el final de esta, girar a la derecha y seguir recto durante unos minutos. Las instrucciones me llevaron hasta una casita un poco apartada de la ciudad principal. Allí pude ver a Gaia por una de las ventanas del edificio. Pensaba que me iba a costar más encontrarla pero mejor así.
Crucé el camino que llevaba de la calle hasta la puerta de la casa atravesando un pequeño jardín delantero con flores variadas.Al llegar a la puerta me di media vuelta para contemplar el paisaje con el que viviría los siguientes días. Frente a la casa se expandía una basta pradera con animales típicos de la ganadería pastando a sus anchas. Parecía un excelente lugar el que había elegido Gaia para tomarnos unas vacaciones. No pude evitar sonreír al ver el lugar. Ya preparado con todo, llamé a la puerta esperando que me abriese. En ese momento empezaría una pequeña etapa de convivencia con la persona que quería estar en ese momento.
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Seguí esperando un rato más, hasta que escuché que llamaban a la puerta, me sonreía pensando que podría ser él.
-Ya voy -dije con energía, caminando hacía la puerta.
Abrí, y ahí lo vi, alto, guapo, y sonriente, como supuse que estaría al verme.
-Hola cielo -dije abrazándome a él, y besándole apasionadamente. Parecía que hacía una eternidad que no nos veíamos, pero hacía poco que estuvimos juntos.
-Espero que te guste, pasa -dije, dándole paso, cogiendo alguna de las bolsas que llevaba. El hecho de llevar tantas bolsas hacía que sus músculos se marcaran más.
Le miraba a los ojos, tenía una expresión diría que de felicidad. Caminé hasta la cocina, con la intención de que me siguiera para dejar las bolsas, y enseñarle como era la casa. Dejé las bolsas, y como cosa evidente, le enseñé primero la cocina, y luego el resto de la casa.
-Bueno, veo que traes bolsas, supongo que será comida, que me debes una comida -dije guiñándole un ojo.
-Ya voy -dije con energía, caminando hacía la puerta.
Abrí, y ahí lo vi, alto, guapo, y sonriente, como supuse que estaría al verme.
-Hola cielo -dije abrazándome a él, y besándole apasionadamente. Parecía que hacía una eternidad que no nos veíamos, pero hacía poco que estuvimos juntos.
-Espero que te guste, pasa -dije, dándole paso, cogiendo alguna de las bolsas que llevaba. El hecho de llevar tantas bolsas hacía que sus músculos se marcaran más.
Le miraba a los ojos, tenía una expresión diría que de felicidad. Caminé hasta la cocina, con la intención de que me siguiera para dejar las bolsas, y enseñarle como era la casa. Dejé las bolsas, y como cosa evidente, le enseñé primero la cocina, y luego el resto de la casa.
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Casi sin tiempo a reaccionar, nada más abrirse la puerta Gaia se lanzó a besarme mostrando ese cariño hacía mi que tanto la caracterizaban. - ¿Que tal todo amor? ¿Muy largo el camino hasta aquí?- Le pregunté queriendo saber que había hecho durante este tiempo separados. Me ayudó a entrar las bolsas hasta la cocina, luego me recordó que le debía una comida, pero mi malpensar hizo que se me pusiera una sonrisa pícara en la cara al escucharla. - Claro cielo, yo te hago las comidas que quieras... Y donde quieras.- Le dije dejando asomar la punta de la lengua por el borde del labio esperando que captase la indirecta.
Antes de ponerme a prepararle nada, la pequeña se puso a enseñarme la casa todas las estancias una por una. Cuando llegamos a la habitación no pude evitar empujarla sobre la cama para colocarme encima suya y comenzar a acariciar su cuello con mis labios. - Me gusta la casa que has elegido cariño.- Le dije susurrándole al oído. Me encantaba ponerla en esas situaciones tan comprometidas, lo peor era que sabía que me iba a seguir el juego casi seguro. -¿Que te parece amor...- Comencé a deslizar mis dedos por su entrepierna subiendo por el abdomen hasta llegar a los senos. -Si vamos abajo y te hago algo para merendar?- Le dije levantándome de encima suya.
Me encantaba jugar a estas cosas con ella, me parecía muy divertido ver sus reacciones y como en sus ojos se podía leer "Maldito, ven y acaba lo que has empezado". Esperé un poco a ver su reacción, no creo que le sentase mal, al fin y al cabo... Ella me enseñó a jugar a este juego. Aún podía recordar la primera vez que nos encontramos, en aquel estanque de Plastic Island, la isla era mas bien fea y asquerosa, pero su sola presencia hizo que nada de eso importase.
Antes de ponerme a prepararle nada, la pequeña se puso a enseñarme la casa todas las estancias una por una. Cuando llegamos a la habitación no pude evitar empujarla sobre la cama para colocarme encima suya y comenzar a acariciar su cuello con mis labios. - Me gusta la casa que has elegido cariño.- Le dije susurrándole al oído. Me encantaba ponerla en esas situaciones tan comprometidas, lo peor era que sabía que me iba a seguir el juego casi seguro. -¿Que te parece amor...- Comencé a deslizar mis dedos por su entrepierna subiendo por el abdomen hasta llegar a los senos. -Si vamos abajo y te hago algo para merendar?- Le dije levantándome de encima suya.
Me encantaba jugar a estas cosas con ella, me parecía muy divertido ver sus reacciones y como en sus ojos se podía leer "Maldito, ven y acaba lo que has empezado". Esperé un poco a ver su reacción, no creo que le sentase mal, al fin y al cabo... Ella me enseñó a jugar a este juego. Aún podía recordar la primera vez que nos encontramos, en aquel estanque de Plastic Island, la isla era mas bien fea y asquerosa, pero su sola presencia hizo que nada de eso importase.
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Se notaba que le encantaba que lo pillara desprevenido y le besase así. Casi parecía su punto débil.
-Si, todo bien, pero aburrida… hasta que llegaste -dije, mientras le miraba a los ojos mordiéndome los labios. Al escuchar lo que dijo, y al ver como sonreía, de nuevo no me quedó más remedio que acercarme a él, y jugar a su juego.
-Bueno, yo también hago unas comidas muy ricas -dije acercándome a su cuello -cuando quieras te lo demuestro -le susurré al oído, mientras le lamía el cuello, buscando enloquecerle un poco.
Le enseñé la casa, no sin antes llegar a la habitación y que el muy engreído me tirase a la cama, pensaba que con eso me iba a conquistar, y más que lo haría mientras me daba besos.
-No no, resérvate semental, queda mucho día por delante, y tengo hambre -le dije, mientras sonreía intentando quitármelo de encima, y buscándole las cosquillas allá donde las tuviera.
-Eso eso, hazme la merienda, ya luego merendaras otra cosa -dije guiñándole un ojo, mientras le daba una cachetada en el culo.
Le seguí hasta la cocina, esperando a ver que haría.
-Si, todo bien, pero aburrida… hasta que llegaste -dije, mientras le miraba a los ojos mordiéndome los labios. Al escuchar lo que dijo, y al ver como sonreía, de nuevo no me quedó más remedio que acercarme a él, y jugar a su juego.
-Bueno, yo también hago unas comidas muy ricas -dije acercándome a su cuello -cuando quieras te lo demuestro -le susurré al oído, mientras le lamía el cuello, buscando enloquecerle un poco.
Le enseñé la casa, no sin antes llegar a la habitación y que el muy engreído me tirase a la cama, pensaba que con eso me iba a conquistar, y más que lo haría mientras me daba besos.
-No no, resérvate semental, queda mucho día por delante, y tengo hambre -le dije, mientras sonreía intentando quitármelo de encima, y buscándole las cosquillas allá donde las tuviera.
-Eso eso, hazme la merienda, ya luego merendaras otra cosa -dije guiñándole un ojo, mientras le daba una cachetada en el culo.
Le seguí hasta la cocina, esperando a ver que haría.
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Bajaba las escaleras mientras me desabrochaba los botones de la camisa, me dirigía a la mesa de la cocina donde habíamos dejado la bolsa con la comida. Saqué los ingredientes que iba a utilizar, un poco de fruta variada y leche para hacer helado casero. La preparación fue sencilla, troceé la fruta para luego pasarla por la licuadora. Más tarde le añadiría la leche y haría un par de trucos de magia en la cocina, en poco tiempo había preparado un delicioso helado de frutas autóctonas de Domica. Como toque final le añadí un poco de viruta de chocolate por encima para darle un toque más dulce. Mientras hacía el helado, a la vez fui guardando el resto de la compra en la despensa y en el frigorífico.
-Toma cielo, a ver que te parece. Le dije a Gaia dejándole la merienda en la isla de la cocina para que la probase. Aún no sabía muy bien sus gustos sobre la comida, si prefería dulce, salado, ácido, amargo... Así que que estos días la usaría de conejillo de indias para descubrir sus preferencias gastronómicas. Mientras esperaba su respuesta fregué los cuchillos y demás instrumental para tenerlo todo listo para la siguiente vez que cocinase. Al terminar me giré apoyándome sobre la encimera para ver la cara de placer que ponía mientras comía.
- Helado de frutas:
-Toma cielo, a ver que te parece. Le dije a Gaia dejándole la merienda en la isla de la cocina para que la probase. Aún no sabía muy bien sus gustos sobre la comida, si prefería dulce, salado, ácido, amargo... Así que que estos días la usaría de conejillo de indias para descubrir sus preferencias gastronómicas. Mientras esperaba su respuesta fregué los cuchillos y demás instrumental para tenerlo todo listo para la siguiente vez que cocinase. Al terminar me giré apoyándome sobre la encimera para ver la cara de placer que ponía mientras comía.
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Miraba como se levantaba, y como a la vez se desabotonaba la camisa, le miraba como si fuese lo único que mirar en aquella casa. Me sentía increíblemente bien con él, como si fuese la persona que llevaba esperando desde hacía años. Había tenido antes alguna que otra relación, pero me daba la sensación que con este chico podría ir mucho más allá de eso.
Le seguí camino a la cocina, mirando su cuerpo, como iba sacando las frutas de la bolsa, y como iba guardando el resto. Me quedaba mirándole como una tonta. Me levanté, sin quitar la mirada de él, y me acerqué a una máquina de música que tenía detrás de mí. Puse música para que nos acompañara en ese momento, en el que posiblemente el amor de mi vida, me estaba haciendo algo rico para comer, algo así como un granizado, o un helado.
Después de poco tiempo, puso en la isla de la cocina uno de los helados, mientras él recogía todo lo que había manchado para limpiarlo, no se podía negar que era un chico limpio y apañado.
-Viniendo de ti tiene que estar muy bueno -comenté un momento en silencio, mirando de nuevo su cuerpo, y acercándome esta vez por detrás de él, abrazándole por la cintura, y dándole un ligero beso cerca de su cuello -aunque no va a estarlo tanto como tu -dije volviendo de nuevo al sitio donde estaba antes sentada, y probando el helado con una cuchara, mientras miraba a los ojos al bueno de Noa, que me miraba disfrutar del helado. Veía en mi cara como fruncía el ceño de lo bueno que estaba, como gimoteaba.
-Que bueno, se nota que se te da bien la cocina -dije sonriendo, mientras seguía comiendo el helado, poco a poco, pues no me lo quería tomar todo demasiado rápido.
-Y bueno, estamos con un helado, ¿qué será lo próximo que hagamos hoy guapo? -dije mientras me relamía los labios, del helado que me quedaba en las comisuras.
Le seguí camino a la cocina, mirando su cuerpo, como iba sacando las frutas de la bolsa, y como iba guardando el resto. Me quedaba mirándole como una tonta. Me levanté, sin quitar la mirada de él, y me acerqué a una máquina de música que tenía detrás de mí. Puse música para que nos acompañara en ese momento, en el que posiblemente el amor de mi vida, me estaba haciendo algo rico para comer, algo así como un granizado, o un helado.
Después de poco tiempo, puso en la isla de la cocina uno de los helados, mientras él recogía todo lo que había manchado para limpiarlo, no se podía negar que era un chico limpio y apañado.
-Viniendo de ti tiene que estar muy bueno -comenté un momento en silencio, mirando de nuevo su cuerpo, y acercándome esta vez por detrás de él, abrazándole por la cintura, y dándole un ligero beso cerca de su cuello -aunque no va a estarlo tanto como tu -dije volviendo de nuevo al sitio donde estaba antes sentada, y probando el helado con una cuchara, mientras miraba a los ojos al bueno de Noa, que me miraba disfrutar del helado. Veía en mi cara como fruncía el ceño de lo bueno que estaba, como gimoteaba.
-Que bueno, se nota que se te da bien la cocina -dije sonriendo, mientras seguía comiendo el helado, poco a poco, pues no me lo quería tomar todo demasiado rápido.
-Y bueno, estamos con un helado, ¿qué será lo próximo que hagamos hoy guapo? -dije mientras me relamía los labios, del helado que me quedaba en las comisuras.
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Se comió el helado entre halagos hacía mi, por lo visto le había encantado la merienda que le preparé. Luego de aquello, me preguntó de manera muy sugerente sobre qué sería lo siguiente que podíamos hacer aquella tarde. Sabía por donde iba su pregunta, pero antes de seguir jugando a cosas de mayores, tenía interés por su elección en esta isla. - Jajajaja, ¿Que te parece si eso lo dejamos para más tarde y me enseñas un poco la isla? - Le dije cambiándole de tema.
Le propuse salir a ojear la ciudad y la isla, para quedarnos en casa aún teníamos muchos días, luego del largo viaje no me apetecía estar allí dentro, quería investigar, conocer lugares nuevos así como nuevos tipos de gastronomías para en un futuro ampliar mi repertorio culinario. - Vamos a dar una vuelta.- Le dije agarrándola de la mano y dándole un pequeño estirón. Luego aquello salí por la puerta. - Vamos lenta, enséñame la ciudad.
Le propuse salir a ojear la ciudad y la isla, para quedarnos en casa aún teníamos muchos días, luego del largo viaje no me apetecía estar allí dentro, quería investigar, conocer lugares nuevos así como nuevos tipos de gastronomías para en un futuro ampliar mi repertorio culinario. - Vamos a dar una vuelta.- Le dije agarrándola de la mano y dándole un pequeño estirón. Luego aquello salí por la puerta. - Vamos lenta, enséñame la ciudad.
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Después de hacerle el comentario, miró como si supiera de lo que hablaba. Sonreía para mí misma, estaba claro de que me tenía pillada, y ambos sabíamos perfectamente a donde iba a parar la cosa si seguía provocándole.
-¿Dejar para más tarde?, ¿el que?, no sé de qué me hablas -dije sonriendo, mirando hacia otro lado como haciéndome la loca.
Así que quiere que le enseñe la ciudad, pues está listo… -estás listo, vamos a conocer la ciudad a la vez, porque yo aquí no he estado nunca -dije riéndome, notando como me agarraba la mano y me daba un tirón para que me moviera.
-¿Lenta?, ¿es que hay prisa? -dije mirando para él, echándole la lengua, para luego abrazarme a su cuello, y besarle lenta y suavemente.
-Venga anda, vamos a dar una vuelta entonces, así bajo el helado con la caminata -dije agarrándole de la mano para caminar juntos. -Por cierto, ¿que tal el viaje? -pregunté de imprevisto, ya que vinimos separados.
-¿Dejar para más tarde?, ¿el que?, no sé de qué me hablas -dije sonriendo, mirando hacia otro lado como haciéndome la loca.
Así que quiere que le enseñe la ciudad, pues está listo… -estás listo, vamos a conocer la ciudad a la vez, porque yo aquí no he estado nunca -dije riéndome, notando como me agarraba la mano y me daba un tirón para que me moviera.
-¿Lenta?, ¿es que hay prisa? -dije mirando para él, echándole la lengua, para luego abrazarme a su cuello, y besarle lenta y suavemente.
-Venga anda, vamos a dar una vuelta entonces, así bajo el helado con la caminata -dije agarrándole de la mano para caminar juntos. -Por cierto, ¿que tal el viaje? -pregunté de imprevisto, ya que vinimos separados.
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